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Universidad Nacional de Colombia

Investigación ii

Jean Paul Rossi Rincón

Marco Teórico

A partir de las sentencias T-153 de 1998, T-388 de 2013 y T-762 de 2015, en las cuales se ha hecho
manifiesto el estado de cosas inconstitucional en las cárceles de Colombia, se puede evidenciar que
el sistema penitenciario del país enfrenta hace décadas una crisis de orden estructural. En
consecuencia, se hace necesario modificar considerablemente, o incluso sustituir, el modelo
penitenciario actual, de tal manera que, por un lado, se garantice la protección de los derechos
fundamentales, y por otro, halla una correspondencia con la realidad hacendística de Colombia. En
este sentido, se estudiará el denominado Sistema Progresivo Penitenciario Alternativo, en tanto
parece comportar una propuesta viable respecto a los términos planteados.

Estado de cosas inconstitucional

De acuerdo con el Instituto Rosarista de Acción Social (2011), el estado de cosas inconstitucional es
una figura que la Corte Constitucional implementa como respuesta a una serie de situaciones
sociales, las cuales ponen en riesgo el orden público. Dichos factores son:

1. La vulneración masiva y generalizada de varios derechos constitucionales que afecta a un


número significativo de personas; como el caso de la población interna.
2. La prolongada omisión de las autoridades en el cumplimiento de sus obligaciones para
garantizar los derechos.
3. La adopción de prácticas inconstitucionales, como la incorporación de la acción de tutela
como parte del procedimiento para garantizar el derecho conculcado.
4. La no expedición de medidas legislativas, administrativas o presupuestales necesarias para
evitar la vulneración de los derechos.
5. La existencia de un problema social cuya solución compromete la intervención de varias
entidades, requiere la adopción de un conjunto complejo y coordinado de acciones y exige
un nivel de recursos que demanda un esfuerzo presupuestal adicional importante.
6. Si todas las personas afectadas por el mismo problema acudieran a la acción de tutela para
obtener la protección de sus derechos, se produciría una mayor congestión judicial. (pág.
41)

La declaración en mención, se ha dado no solamente respecto al contexto carcelario, sino también


en escenarios sociales como la población desplazada, concursos públicos y las asignaciones
pensionales. Es así como la Corte acude a la figura indicada, en búsqueda de una intervención
efectiva por parte de las instituciones relevantes y en aras de no afectar otros escenarios, como el
judicial, como consecuencia de un mal uso de algunos mecanismos jurídicos como la acción de
tutela.

Esta Corporación ha hecho uso de la figura del estado de cosas inconstitucional con el fin de
buscar remedio a situaciones de vulneración de los derechos fundamentales que tengan un
carácter general - en tanto que afectan a multitud de personas -, y cuyas causas sean de
naturaleza estructural - es decir que, por lo regular, no se originan de manera exclusiva en
la autoridad demandada y, por lo tanto, su solución exige la acción mancomunada de
distintas entidades. En estas condiciones, la Corte ha considerado que dado que miles de
personas se encuentran en igual situación y que si todas acudieran a la tutela podrían
congestionar de manera innecesaria la administración de justicia, lo más indicado es dictar
órdenes a las instituciones oficiales competentes con el fin de que pongan en acción sus
facultades para eliminar ese estado de cosas inconstitucional. (Corte Constitucional, T-153,
1998)

Para el caso del sistema carcelario, la declaración del estado de cosas inconstitucional hizo hincapié
no solamente en la violación sistemática de los derechos fundamentales de las personas recluidas
en las cárceles del país, sino también en el panorama fiscal, en cuanto que, la manutención de las
personas privadas de la libertad comporta unos gastos considerables. En términos estructurales,
destacan situaciones como el hacinamiento, el acceso a los servicios públicos, las malas condiciones
de los espacios físicos, cobertura de guardias insuficiente. Estas condiciones propician la violación
de derechos fundamentales como a la dignidad, a no recibir tratos crueles, a la vida, a la integridad
física, a la salud, al trabajo, a la educación e incluso a la presunción de inocencia. Este panorama ha
generado un fuerte impacto en las esferas del poder ya que ha llevado al extremo los límites entre
las ramas diferentes ramas en dinámicas como la disposición del gasto público, lo cual ha llevado a
un detenido análisis de lo que puede ser el alcance de una orden judicial.

De otra parte, en sentencia de tutela T-296 del 16 de junio de 1998,31 resalta la declaratoria
del estado de cosas inconstitucional y se pronuncia respecto a la orden de inclusión
presupuestal y la ejecución de obras públicas, pues se sostiene en primer lugar en que el
juez de tutela, como autoridad constitucional debe proteger la dignidad de las personas
(indiscutiblemente esta dignidad se encuentra en situación de vulnerabilidad en las
cárceles), y en segundo lugar, debe asumir la vocería de las minorías olvidadas. Y, si bien,
por regla general el juez de tutela no puede ordenar la inclusión presupuestal o la ejecución
de una obra pública como lo señala la sentencia en mención, pues se convertiría en
ordenador del gasto, y usurparía funciones de otras ramas, también es cierto que existe una
excepción a esta regla para proteger los derechos fundamentales. (Instituto Rosarista de
Acción Social, 2011, pág. 44)

Esta situación ha conllevado a que incluso se considere que un fallo no se limite ha tener efectos
interpartes sino que su radio de acción se amplíe en ciertos casos pudiendo afectar a otras partes
más allá de aquellas envueltas directamente en un proceso determinado. Esto se ampara en la
prevalencia que comporta el velar por los derechos fundamentales, en todo caso, en procura del
respeto de la jurisdicción y autonomía de las instituciones.

Por lo anterior, es importante el seguimiento que hace la Corte Constitucional y los autos
que emite respecto a la situación en particular; sin embargo, en relación con el ECI, existe
un solo auto de seguimiento, el auto 003 de 2008 relacionado con la denegación de abrir
incidente de desacato con ocasión de las órdenes impartidas en la sentencia T-153 de 1998,
lo que refleja la permanencia de esta situación por el incumplimiento del fallo y su falta de
seguimiento al respecto. Por lo que podríamos concluir que la evidente desatención al tema,
después de ser decretada esta figura, es aún peor. (Instituto Rosarista de Acción Social,
2011, pág. 46)

Esto ha llevado a las posteriores declaratorias del estado de cosas inconstitucional, como
consecuencia principalmente del incumplimiento de las órdenes judiciales, así como el cambio de
diversas dinámicas, lo cual incluye el empeoramiento de la situación respecto a la violación de algún
derecho, como el de la salud. Es en este sentido en el que, por ejemplo, en la sentencia T-388/13,
se reconoce a diversos sectores de la población privada de la libertad como sujetos de especial
protección constitucional. Esto recorre a las mujeres, los extranjeros, las personas con orientaciones
sexuales diversas, los indígenas y afrodescendientes :

Primero, no existe infraestructura especial destinada a recluir a las mujeres. Como la


mayoría de necesidades en materia de nuevos cupos se refiere a población masculina, las
necesidades de la población femenina pasan a un segundo plano. Los planes de
construcción, por la demanda misma del Sistema, se concentran en elaborar espacios
penitenciarios y carcelarios destinados a la reclusión de hombres, no de mujeres. Segundo,
el hacinamiento tiene un impacto mayor en ellas que en ellos. Como la forma para
solucionar la ausencia de cupos suficientes es recluir a las personas más allá de la capacidad
instalada, el hacinamiento implica muchas veces para las mujeres, además de tener que
compartir el espacio vital con una gran cantidad de personas, compartirlo con hombres, lo
cual puede representar riesgos adicionales a su integridad. Tercero, las actividades y oficios
con que se cuentan, suelen ser pensados para hombres. (Corte Constitucional, T-388, 2013)

Para el caso de la sentencia T-762 del 2015, destaca la mención de que el hacinamiento,
manifestado casi dos décadas antes, aún persiste. De igual forma, intenta trazar algunas
distinciones importantes entre las dos sentencias anteriores, lo cual conlleva a la necesidad
de realizar algunas referentes a conceptos como el de política criminal, más
específicamente en el contexto colombiano, la cual, según la Corte, tiene una fuerte
tendencia de endurecimiento punitivo lo cual ha abierto el espacio para un despliegue del
populismo punitivo.
A esta conclusión llegó después de analizar varios documentos, a partir de los cuales
estableció que la política criminal colombiana se ha caracterizado por ser reactiva,
desprovista de una adecuada fundamentación empírica, incoherente, tendiente al
endurecimiento punitivo, populista, poco reflexiva frente a los retos del contexto
nacional, subordinada a la política de seguridad, volátil y débil. Estas características
resultan problemáticas, en tanto, desligan la política criminal de sus objetivos
principales: combatir la criminalidad y lograr la efectiva resocialización de los
condenados. (Corte Constitucional, T-762, 2015)
Sistema Progresivo Penitenciario Alternativo (SPPA)

El penitenciarismo en Colombia tiene como referente los cambios sociales dados a principios del
siglo XX, específicamente en los años 30 como consecuencia del, aunque precario, influyente
desarrollo económico e industrial, lo cual, de manera sistemática, cambiaría los roles y la
importancia de lo rural y lo urbano. Esto se daba de manera paralela con los diversos cambios
constitucionales así como con la mala situación económica generalizada, lo cual desembocaría en
una serie de situaciones paradigmáticas dentro de la historia del país, como el narcotráfico, las
guerrillas, el paramilitarismo, etc.). En este sentido, el contexto penitenciario no ha sido ajeno a esta
situación, sin embargo, los cambios que ha presentado no han sido propiamente una propensión
hacia la efectividad social.

Desde la promulgación de estos primeros decretos sobre administración carcelaria


(1934, 1936, 1938, 1958)) para dar cuerpo y estructura al sistema penitenciario,
hasta la expedición del actual código carcelario y penitenciario Colombiano, (1983),
los cambios en materia de administración de justicia no han sido muy significativos.
Inclusive desde la definición del primer decreto, el 1405 de 1934, se mencionaba el
discurso resocializante que se inserta casi en su totalidad en el actual código
Penitenciario Colombiano, regulado por el INPEC, institución que nace como tal en
el año 1992, como resultado de la transformación de la Dirección General de
Prisiones adscrita al Ministerio de Justicia, que hasta entonces demostraba
incapacidad para administrarla y desarrollar una gestión moderna. De esta manera
el INPEC adquiere una función readaptadora que pretende posibilitar la disminución
de la crisis carcelaria y abordar la política y la práctica penitenciaria con fines
resocializadores. (Universidad de Antioquia, 2000, pág. 24)
Es así como el SPPA se presenta como una posibilidad para generar una correspondencia
coherente entre la gestión carcelaria y un estado social de derecho, el cual se presupone
participativo y democrático. Dicho modelo tiene como eje central la intgerdisciplinariedad
así como las prácticas significativas orientadas a promover el cultivo de un plan de vida al
margen de la criminalidad.
Para tal efecto, asume el tratamiento penitenciario en Colombia63, como el conjunto de
acciones y beneficios administrativos que se le deben brindar a las personas condenadas
para que puedan construir un proyecto de vida que les permita convertir el tiempo de
condena en tiempo de reflexión y de oportunidad para su revaloración como ser humano,
para la superación de las limitaciones y el desarrollo progresivo de sus potencialidades, de
manera tal que se puedan reintegrar a su entorno familiar y social como seres creativos,
productivos y autogestionarios, una vez recuperen su libertad. (Universidad de Antioquia,
2000, pág. 25)

Lo anterior implica una serie de acciones en pro de la estabilidad y sostenibilidad del modelo, las
cuales recorren la planeación, el seguimiento y el acompañamiento a las diversas esferas que
componen la ruta descrita. De igual forma, de hace necesario la identificación de aquellos factores
que inciden en la obstaculización de los procesos descritos así como la caracterización de su
naturaleza, en cuanto que esta puede ser de carácter contingente o estructural. Es así como la
figura de consejo de evaluación, comporta, en términos materiales, el eje de esta propuesta:

Los consejos de evaluación y tratamiento son un cuerpo colegiado legalmente constituido


de profesionales (funcionarios formados en derecho, ciencias sociales y humanas, terapia
ocupacional, pedagogos entre otros), dependiendo de las exigencias, del perfil del centro
carcelario respectivo y del presupuesto existente. Ellos deben asegurar, por áreas, un
proceso con el intern@ condenad@ que en términos generales constan de los siguientes
momentos:

 Inducción: explicación al intern@ condenado y sindicado de todo el funcionamiento


de la reclusión, los beneficios y programas que pueden adquirir tanto de parte del
consejo de evaluación como del programa de prevención integral, con el propósito
de que el o ella puedan ir resolviendo en que momento participar.
 Evaluación: se realiza solamente a l@s intern@s condenados. Inicia de manera
individual por cada área y posteriormente el consejo en pleno clasifica al intern@,
según criterios previamente establecidos por ellos. El grupo reevalua si es del caso
al intern@ y define un proceso de seguimiento dependiendo del tipo de tratamiento
que el consejo determine, que sea aceptado por el juez y aprobado finalmente de
manera voluntaria por el intern@.
 Seguimiento: El compromiso del intern@ con el tratamiento, determina el
momento para iniciar el seguimiento, que será trascendental para emitir criterios
en pro de los beneficios que obtendrá y de los propósitos de resocialización del
mismo. (Universidad de Antioquia, 2000, pág. 27)

Lo anterior, esboza una dinámica que propende por preservar la práctica de algunos principios, que,
desde una perspectiva filosófica, son condiciones de posibilidad para la realización del proyecto de
vida indicado, estos son, a saber, la dignidad, potencialidad, la integralidad humana, la sostenibilidad
del proyecto, la legalidad, la concertación, la progresividad y la equidad.

En los últimos años pese a que las cárceles han evidenciado problemáticas como el
hacinamiento, la violencia, las malas condiciones de vida, la ineficiencia e inoperancia del
sistema judicial, se sigue insistiendo en que las cárceles han de ser vistas como instituciones
sociales encargadas de favorecer la reintegración de los infractores de las normas a la
sociedad buscando, sin mucho éxito, superar el modelo que prioriza la seguridad por encima
del ser humano, ya que mientras se continúa presentando un discurso que lidera la
resocialización como fin último de la pena, se exige un mayor sentido de responsabilidad
con relación al orden, la custodia y la disciplina; Por otro lado se sigue contribuyendo en
poco o nada a la optimización de las inversiones y medidas que enuncian leyes y decretos.
(Instituto Rosarista de Acción Social, 2011, pág. 30)

Referencias
Corte constitucional (1998), T-153 de 1998 [MP EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ]

Corte constitucional (2013), T-388 de 2013 [MP MARÍA VICTORIA CALLE CORREA]

Corte constitucional (2015), T-762 de 2015 [MS GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO]

Instituto Rosarista de Acción Social. (2011). Desarrollo del sistema penitenciario y carcelario
colombiano entre 1995 7 2010. Bogotá: Universidad del Rosario.

Universidad de Antioquia. (2000). Sistema Progresivo Penitenciario Alternativo. Medellín.

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