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Superior
Facultad de Salud Pública
Escuela de Medicina
PEDIATRIA
Politécnica
de LEUCEMIA MIELOIDE AGU
Integrantes:
CRÓNICA
Jonathan Paucar
Docente:
LEUCEMIA MIELOIDE AGUDA
Las leucemias mieloides agudas (LMA) son un grupo heterogéneo de enfermedades
hematológicas malignas originadas en células
precursoras de líneas mieloide, monocítica,
eritroide o megacariocítica. Estas leucemias
son producto de la transformación clonal de
precursores hematopoyéticos a través de la
adquisición de rearreglos cromosómicos y
múltiples mutaciones génicas. La leucemia
mieloide aguda (LMA) representa
aproximadamente el 25% de los casos de
leucemia pediátrica.
EPIDEMIOLOGIA
La LMA en el mundo ha sido reportada generalmente entre 5 y 8 casos nuevos por cada
millón de niños menores de 15 años, pero en algunas poblaciones se han reportado tasas
tan bajas como de 2 o tan altas como de 14 casos por millón de niños menores de 15
años.
La supervivencia se sitúa alrededor del 60% sin haber mejorado en las últimas décadas,
por lo que son necesarios nuevos enfoques terapéuticos.
Para el estudio se analizó todas las historias clínicas de los pacientes con diagnóstico de
Las historias restantes fueron excluidas del estudio debido a que no se encontraron
historias clínicas con datos completos con respecto a edad, género, tipo de alteración
cromosómica determinada mediante estudio citogenético convencional y molecular.
ETIOLOGÍA
La exposición reiterada a la sustancia química benceno puede ser un factor en el
desarrollo de la AML. El benceno daña el ADN de las células normales de la médula
ósea. Según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, a pesar
de que los productos derivados del petróleo constituyen la mayoría del benceno en la
atmósfera, la mitad de la exposición personal total nacional al benceno proviene del
humo de cigarrillo. El benceno también se encuentra en ciertos entornos industriales; sin
embargo, la regulación estricta de su uso ha disminuido la exposición al benceno en el
lugar de trabajo.
Un porcentaje pequeño pero en aumento de casos de AML surge luego de un
tratamiento de quimioterapia (en especial con fármacos alquilantes o inhibidores de la
topoisomerasa II) o de radioterapia para otros tipos de cáncer, como el linfoma, el
mieloma y el cáncer de seno.
FISIOPATOLOGIA
La LMA es causada por la malignización del mieloblasto. En el proceso normal de
hematopoyesis, el mieloblasto es un precursor inmaduro de la estirpe mieloide de
glóbulos blancos. Un mieloblasto normal madurará gradualmente hasta convertirse en
alguno de los tipos de glóbulo blanco maduro. Sin embargo, en la LMA, un mieloblasto
acumula una serie de mutaciones en su genoma que le impiden seguir su proceso de
diferenciación celular, por lo que queda "congelado" en este estado inmaduro. Esto aún
no es suficiente para producir la leucemia. Sin embargo, cuando a la ausencia de
diferenciación del mieloblasto se suman otras mutaciones de los genes que controlan la
proliferación celular, el resultado es la división incontrolada de clones del mieloblasto,
que desemboca en la patología denominada
LMA.
MANIFESTACIONES CLINICAS
La leucemia mieloide aguda puede producir síntomas variados y graves, que pueden
variar en función del subtipo de leucemia y de las características del paciente.
Síntomas causados por un descenso de los niveles celulares sanguíneos. Los signos
más característicos de un paciente con leucemia mieloide aguda están relacionados con
el descenso de glóbulos rojos, glóbulos blancos de tipo granulocito y plaquetas:
Los síntomas que produce la leucostasis en el cerebro son similares a los de un infarto
cerebral: dolor de cabeza, debilidad en un lado del cuerpo, trastornos en el habla,
confusión y somnolencia. Puede producir también trastornos visuales y respiratorios.
DIAGNOSTICO
Los subtipos de leucemia mieloide aguda se clasifican en función del aspecto que
presentan las células leucémicas cuando se observan al microscopio. Si un pediatra
sospecha que un niño podría padecer leucemia, es posible que solicite alguna o varias de
las siguientes pruebas:
● Análisis de sangre. Pruebas como un hemograma completo, analíticas de las
funciones renal y hepática y análisis bioquímico de la sangre. Las células sanguíneas
también se exploran al microscopio para comprobar si poseen formas o tamaños
anómalos y para identificar el subtipo concreto de leucemia mieloide aguda que
padece el niño.
● Aspiración y biopsia de médula ósea. En este procedimiento, el médico inserta
una aguja dentro de un hueso grande (habitualmente el de la pelvis) y extrae una
pequeña cantidad de médula ósea para examinarla y comprobar si contiene células
anómalas.
● Pruebas de diagnóstico por la imagen. Estas pruebas abarcan la radiografía, la
tomografía axial computarizada (TAC), la resonancia magnética (RM) y la
ecografía. Se utilizan para comprobar si el bazo o el hígado están agrandados y
también para descartar otras causas posibles de la sintomatología del niño.
● Punción lumbar. En este procedimiento se utiliza una aguja hueca para extraer una
cantidad reducida de líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea al cerebro y la
médula espinal) a fin de examinarlo en un laboratorio.
● Pruebas de citometría de flujo. Estas pruebas permiten analizar las propiedades de
las células cancerosas. Con este tipo de análisis, los médicos pueden determinar el
tipo de leucemia que padece el niño y determinar su tratamiento.
● Pruebas cromosómicas. Mediante el análisis del ADN de la sangre o de la médula
ósea, los médicos pueden identificar los cambios genéticos específicos propios de
cada subtipo de leucemia mieloide aguda.
● Histotipado o tipado de antígeno leucocitario humano (tipado HLA). Si un niño
necesita un trasplante de células madre (trasplante de médula ósea), esta prueba
ayuda a los médicos a encontrar a un donante compatible. Implica comparar las
proteínas de la superficie de las células sanguíneas del niño con las proteínas de las
células del donante potencial. Cuantos más "marcadores HLA" compartan el niño y
el donante, mayores serán las probabilidades de que el trasplante tenga éxito.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
• Aplasia medular
• Mielodisplasias
El tratamiento de la mayoría de los niños con leucemia mieloide aguda (AML) se divide
en dos fases principales de quimioterapia:
● Inducción
● Consolidación (intensificación)
Inducción
Hay pocos datos que muestran diferencias biológicas entre los adultos y la leucemia
mielógena crónica pediátrica (LMC), pero las manifestaciones clínicas son distintas y
los factores del huésped son diferentes en los adultos y los niños en crecimiento, lo que
plantea problemas específicos para el cuidado de pacientes pediátricos con LMC.
Los niños tienen mayor esperanza de vida que los adultos; Por lo tanto, el objetivo del
tratamiento LMC en niños debe ser la curación en lugar de supresión de la enfermedad.
EPIDEMIOLOGIA
La leucemia mielógena crónica (LMC) se diagnostica en aproximadamente 6.000
pacientes cada año en los Estados Unidos de acuerdo con la epidemiología de
Vigilancia y Resultados Finales (SEER).
LMC en niños por lo general se considera que es raro, pero representa el 10% a 15% de
la leucemia mieloide y es más común que la leucemia promielocítica aguda, que
representa el 5% a 10% de los casos
PATOGENIA
Es característica de la LMC la presencia, en las células hematopoyéticas de más del
90% de los pacientes diagnosticados, de una translocación recíproca entre los
cromosomas 9 y 22, que conduce a la formación de un brazo largo claramente acortado
de uno de los cromosomas del par 22, conocido como cromosoma Filadelfia (Ph). La
repercusión molecular producto del intercambio de material genético entre los
cromosomas 9 y 22 es el oncogén BCR-ABL, cuya actividad leucémica resultante,
conduce a una notable expansión de las poblaciones de progenitores eritroides,
granulocíticos y megacariocíticos, con una disminución de la sensibilidad de los
progenitores a la regulación del proceso de hematopoyesis
FISIOPATOLOGÍA
Los genes dan instrucciones a las células para que produzcan proteínas. El gen ABL da
instrucciones a las células para que produzcan una proteína llamada “tirosina quinasa”.
Esta proteína envía señales que indican a la célula cuándo debe crecer y dividirse. El
gen BCR-ABL anormal produce una proteína anormal llamada “tirosina quinasa BCR-
ABL”. Esta proteína anormal envía señales a las células madre sanguíneas para que
produzcan un exceso de granulocitos (glóbulos blancos). Estos granulocitos en
particular tienen el gen BCR-ABL y por eso se llaman “células de leucemia” o “células
de leucemia mieloide crónica”. Estos granulocitos no son normales y no llegan a ser
glóbulos blancos sanos. Producen células nuevas muy rápidamente y no mueren en su
debido momento. Con el tiempo, los granulocitos se acumulan en la médula ósea y
desplazan a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanos. Cuando esto sucede,
pueden presentarse anemia, infección o sangrado excesivo.
FACTORES DE RIESGO.
Un factor de riesgo es cualquier factor que aumente las probabilidades de una persona
de presentar una enfermedad. Los factores de riesgo de la leucemia mieloide crónica
son:
CUADRO CLINICO
Entre 30 y 50% de los pacientes con leucemia mieloide crónica diagnosticados están
asintomáticos y generalmente el diagnóstico se realiza por exámenes de laboratorio
de rutina. En aproximadamente 40% de los casos el diagnóstico es fortuito con base
en conteos sanguíneos anormales
Los síntomas son inespecíficos y no son frecuentes e incluyen:
- pérdida de peso
- malestar general
- astenia
- fiebre
- diaforesis
- dolor óseo
- dolor en el hipocondrio izquierdo
- esplenomegalia
Muchos signos y síntomas de la leucemia mieloide crónica se presentan porque las
células de leucemia desplazan a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas
sanos de la médula ósea. La acumulación de células de leucemia mieloide crónica en
órganos como el bazo también puede ocasionar síntomas.
Fases de la LMC
- FASE CRÓNICA
Tiene una duración variable, con una media entre cuatro y seis años y que se caracteriza por
una sobreproducción de células mieloides inmaduras y granulocitos maduros. Cursa de
una manera asintomática con aumento en el recuento de leucocitos y plaquetas, y un
conteo de células blásticas menores al 10 %. Estas características hacen que no sea fácil
diferenciarla clínica y hematológicamente de una leucemia aguda. En su presentación
clínica se encontrará que los pacientes pueden presentar fatiga y palidez, consultarán
comúnmente por distensión abdominal o sensación de masa que podría estar explicada
por la esplenomegalia y en algunos casos por hepatomegalia, fiebre, sudoración
nocturna y pérdida de peso sin causa aparente.
- FASE ACELERADA
No todos los pacientes la presentaran, pues pueden pasar de una fase crónica a una fase
blástica, viéndose en cada dos de tres pacientes. Se presentará con una duración de 18
meses, aunque puede tener en algunos casos una rápida progresión hacia la fase
blástica de solo seis meses. Esta fase acelerada presenta una menor respuesta al
tratamiento y sus características son una mayor esplenomegalia, leucocitosis que no
responde al tratamiento, incremento de los blastos del 10 al 30% en sangre periférica y
medula ósea, un incremento de los basófilos del 20% en sangre periférica o
trombocitopenia no explicada por el uso de inhibidores de la tirosinkinasa (menor a
100 000mm3) y evolución clonal. Si un paciente presenta una o más de las
características mencionadas se considerara en fase acelerada. Los pacientes pueden
presentar fatiga, infecciones, lesiones equimóticas o sangrado.
- FASE BLASTICA
Tiene una sobrevida de dos a cuatro meses, tiene un curso fatal y presenta un 30 % o más de
células blásticas en medula ósea. Estos pacientes son los más resistentes al tratamiento y
la fase blástica puede presentarse como una enfermedad mieloide o linfoide. El paciente
puede presentar fiebre, diaforesis, dolor, pérdida de peso y aumento en el tamaño de los
nódulos linfáticos, hígado o bazo. Cerca del 85 % de los pacientes con LMC se
encontrarán en fase crónica al momento de ser diagnosticados, que es una fase inicial,
estable y benigna.
Tanto la fase acelerada, como la fase blástica son consideradas fases avanzadas, y el 15 % de
los pacientes con LMC en el momento de ser diagnosticados se encontrarán en una de
estas fases.
DIAGNÓSTICO
Muchas personas con leucemia mieloide crónica no tienen síntomas al momento del
diagnóstico. El signo más común de la leucemia mieloide crónica es un conteo anormal
de glóbulos blancos que, a menudo, se detecta mediante las pruebas de sangre realizadas
cuando el paciente acude al médico por un problema de salud que no está relacionado
con la enfermedad o durante un chequeo médico de rutina.
Para diagnosticar la leucemia mieloide crónica, los médicos emplean una variedad de
pruebas para analizar las células de la sangre y médula ósea:
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
1. Hemograma con lámina periférica: anemia generalmente normocítica
normocrómica, hiperleucocitosis con mielemia cuantificada por lámina
periférica, el porcentaje de blastos define la fase de la enfermedad. Plaquetas
aumentadas, normales o disminuidas.
2. Mielograma: con cuantificación porcentual de blastos y promielocitos. En
general se observa hiperplasia granulocítica. Relación G/E aumentada.
3. BMO. Se recomienda obtener un cilindro de hueso esponjoso de 10 a 20 mm de
longitud de la espina iliaca postero–superior con un trócar afilado para impedir
la fragmentación y desplazamiento del hueso trabecular y asegurar que el
parénquima hematopoyético permanezca en las cavidades medulares. Fijación
en líquido de Bouin, fijador en base a ácido pícrico, que permite una buena
fijación y una buena decalcificación del material. Inclusión en parafina y
obtención de cortes finos de 1 a 2 micras de espesor. Las técnicas de tinción
standard recomendadas son: Hematoxilina–Eosina, Giemsa, Reticulina, Perls y
PAS. Si se requiere, el material procesado de esta manera es pasible también de
estudio inmunohistoquímico.
La BMO es útil para:
● Apoyar el diagnóstico de LMC y excluir otros diagnósticos
diferenciales.
● Poner en evidencia acúmulos focales de blastos.
● Evaluar la fibrosis medular.
● Aportar datos pronósticos en la clasificación de pacientes con LMC
Ph+ fase crónica.
● Valorar los efectos del tratamiento.
4. Estudio citogenético. El estudio citogenético (EC) aporta elementos de valor
diagnóstico y pronóstico, permitiendo asimismo la evaluación de la respuesta a
las diferentes modalidades terapéuticas. Los pacientes portadores de LMC,
tienen en el 90–95% de los casos, un cromosoma del par 22 de tamaño inferior
al normal denominado cromosoma Philadelphia (Ph).
5. Ecografía abdominal con medición de los diámetros esplénicos para control
evolutivo.
6. Fosfatasa alcalina leucocitaria opcional.
7. Determinación de vitamina B12 opcional.
8. Estudios de valoración generales:
a. Funcionalidad renal: azoemia, creatininemia, examen de orina.
b. Uricemia.
c. Ionograma.
d. Funcional y enzimograma hepático.
9. Estudio de antígeno leucocitario humano en pacientes candidatos a trasplante
de progenitores hematopoyéticos (TPH). Análisis de quimerismo en el post–
trasplante de células hematopoyéticas
TRATAMIENTO
El imatinib, a una dosis de 260-340 mg/m2 (300 mg/m2 ), un fármaco diseñado
específicamente para inhibir la tirosina cinasa BCR-ABL, se ha usado en adultos y en
niños, y se ha observado que consigue respuestas citogenéticas notables en >70% de los
pacientes. La experiencia en niños indica que puede usarse de manera segura con
resultados parecidos a los observados en adultos. Los inhibidores de tirosina cinasa de
segunda generación, como el dasatinib, han mejorado las tasas de remisión en adultos y
ahora están incluidos en el tratamiento de primera línea en dichos pacientes y están
estudiándose en niños. Hasta que se produce la respuesta al inhibidor de tirosina cinasa
es posible controlar los signos y síntomas de LMC durante la fase crónica con
hidroxiurea, que devuelve gradualmente a la normalidad la cifra de leucocitosis. Es
previsible una respuesta morfológica y citogenética prolongada, pero la probabilidad de
curación aumenta con el trasplante alogénico de células madre de donante familiar HLA
idéntico, curándose hasta el 80% de los niños.
PRONÓSTICO
El pronóstico de la LMC ha supuesto un cambio radical en los últimos años. Tras la
llegada de los ITC, la LMC ha pasado de una esperanza de vida de tan solo 5 años en
pacientes no candidatos a trasplante de médula ósea, a una esperanza de vida similar a la
de la población general en aquellos pacientes diagnosticados en una fase crónica (que
constituyen una amplia mayoría de los pacientes con LMC). Así, hoy en día, la
supervivencia global de la enfermedad se sitúa en torno al 90%, siendo la mayoría de las
muertes no relacionadas con la enfermedad.
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