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Escuela

Superior
Facultad de Salud Pública
Escuela de Medicina
PEDIATRIA

Politécnica
de LEUCEMIA MIELOIDE AGU
Integrantes:
CRÓNICA
Jonathan Paucar

Chimborazo Jessica Puetate


Gabriela Supe
Denisse Vallejo
Bryan Vásquez
Paul Vargas
Paola Velasteguí
Semestre:
NOVENO “C”

Docente:
LEUCEMIA MIELOIDE AGUDA
Las leucemias mieloides agudas (LMA) son un grupo heterogéneo de enfermedades
hematológicas malignas originadas en células
precursoras de líneas mieloide, monocítica,
eritroide o megacariocítica. Estas leucemias
son producto de la transformación clonal de
precursores hematopoyéticos a través de la
adquisición de rearreglos cromosómicos y
múltiples mutaciones génicas. La leucemia
mieloide aguda (LMA) representa
aproximadamente el 25% de los casos de
leucemia pediátrica.

EPIDEMIOLOGIA
La LMA en el mundo ha sido reportada generalmente entre 5 y 8 casos nuevos por cada
millón de niños menores de 15 años, pero en algunas poblaciones se han reportado tasas
tan bajas como de 2 o tan altas como de 14 casos por millón de niños menores de 15
años.

La supervivencia se sitúa alrededor del 60% sin haber mejorado en las últimas décadas,
por lo que son necesarios nuevos enfoques terapéuticos.
Para el estudio se analizó todas las historias clínicas de los pacientes con diagnóstico de

Leucemia Mieloide Aguda que ingresaron al Hospital de Solca-Núcleo Quito durante el


período de mayo del 2010 hasta mayo del 2014, obteniéndose 866 historias, de las
cuales 75 de ambos géneros que cumplieron con los criterios de inclusión determinados
en la investigación.

Las historias restantes fueron excluidas del estudio debido a que no se encontraron
historias clínicas con datos completos con respecto a edad, género, tipo de alteración
cromosómica determinada mediante estudio citogenético convencional y molecular.

ETIOLOGÍA
La exposición reiterada a la sustancia química benceno puede ser un factor en el
desarrollo de la AML. El benceno daña el ADN de las células normales de la médula
ósea. Según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, a pesar
de que los productos derivados del petróleo constituyen la mayoría del benceno en la
atmósfera, la mitad de la exposición personal total nacional al benceno proviene del
humo de cigarrillo. El benceno también se encuentra en ciertos entornos industriales; sin
embargo, la regulación estricta de su uso ha disminuido la exposición al benceno en el
lugar de trabajo.
Un porcentaje pequeño pero en aumento de casos de AML surge luego de un
tratamiento de quimioterapia (en especial con fármacos alquilantes o inhibidores de la
topoisomerasa II) o de radioterapia para otros tipos de cáncer, como el linfoma, el
mieloma y el cáncer de seno.

Pero solamente una pequeña proporción de personas expuestas a la quimioterapia,


radioterapia y/o benceno presentan AML. Una teoría acerca de la razón por la que
algunas personas presentan AML es que han heredado genes que limitan su capacidad
de eliminar la toxicidad de las sustancias causantes.

Los trastornos genéticos, tales como la anemia de Fanconi, el síndrome de Shwachman,


el síndrome de Diamond-Blackfan y el síndrome de Down, se asocian con un aumento
del riesgo de presentar AML. Muy rara vez, un número inesperadamente alto de casos
de AML se diagnostica en una sola familia. Son poco frecuentes las concentraciones de
casos de AML en personas no emparentadas dentro de una comunidad. La AML no es
contagiosa.

FISIOPATOLOGIA
La LMA es causada por la malignización del mieloblasto. En el proceso normal de
hematopoyesis, el mieloblasto es un precursor inmaduro de la estirpe mieloide de
glóbulos blancos. Un mieloblasto normal madurará gradualmente hasta convertirse en
alguno de los tipos de glóbulo blanco maduro. Sin embargo, en la LMA, un mieloblasto
acumula una serie de mutaciones en su genoma que le impiden seguir su proceso de
diferenciación celular, por lo que queda "congelado" en este estado inmaduro. Esto aún
no es suficiente para producir la leucemia. Sin embargo, cuando a la ausencia de
diferenciación del mieloblasto se suman otras mutaciones de los genes que controlan la
proliferación celular, el resultado es la división incontrolada de clones del mieloblasto,
que desemboca en la patología denominada
LMA.

La gran diversidad y heterogeneidad de tipos


celulares que pueden observarse en la LMA
viene dada por el hecho de que la
transformación leucémica puede ocurrir en
diferentes estadios a lo largo del proceso de
diferenciación, lo que condiciona el tipo de
células cancerígenas que se podrán encontrar en
un determinado paciente. Los esquemas
modernos de clasificación de la LMA reconocen
que las características y el comportamiento de las células leucémicas (y de la leucemia)
pueden depender de la etapa en la que la diferenciación haya sido interrumpida.
Muchos pacientes con LMA suelen presentar una serie de anomalías citogenéticas
específicas. Los tipos de anomalías cromosómicas encontradas pueden ser suficientes
para obtener un pronóstico significativo. Dichas translocaciones cromosómicas pueden
generar nuevas proteínas de fusión que, o bien pierden su función original, o bien
ejercen la misma función, pero de forma incontrolada, escapando a los sistemas de
regulación de la expresión génica. Cuando estas proteínas alteradas son ciertos factores
de transcripción las consecuencias son la interrupción de la diferenciación y la posterior
proliferación incontrolada.
CLASIFICACIÓN CELULAR
El signo característico de la LMA es que >20% de las células de la médula ósea en muestras de
punción-aspiración o de biopsia forman una población bastante homogénea de blastos, con
propiedades parecidas a las que caracterizan los estadios iniciales de diferenciación de las series
mieloide-monocito-megacariocito de las células sanguíneas. En la actualidad se emplea la
citometría de flujo para identificar antígenos de superficie celular, así como técnicas
cromosómicas y moleculares para aumentar la precisión diagnóstica y facilitar la elección del
tratamiento.
Clasificación Francesa-Americana-Británica (FAB) de la leucemia mieloide aguda (AML)
En los años ’70 un grupo de expertos franceses, estadounidenses y británicos decidió dividir las
leucemias mieloides agudas en subtipos, del M0 al M7, según el tipo de célula del cual la
leucemia se desarrolla y cuán maduras están las células. Esto se basó principalmente en la
apariencia de las células leucémicas en el microscopio después de una tinción de rutina.

Subtipo FAB NOMBRE


M0 Leucemia mieloblástica aguda indiferenciada
M1 Leucemia mieloblástica aguda con maduración mínima
M2 Leucemia mieloblástica aguda con maduración
M3 Leucemia promielocítica aguda (APL)
M4 Leucemia mielomonocítica aguda
M4 eos Leucemia mielomonocítica aguda con eosinofilia
M5 Leucemia monocítica aguda
M6 Leucemia eritroide aguda
M7 Leucemia megacarioblástica aguda

Los subtipos M0 al M5 comienzan todos en formas inmaduras de glóbulos blancos. La M6


comienza en formas muy inmaduras de glóbulos rojos, mientras que la M7 se inicia en formas
inmaduras de células que producen plaquetas.

CLASIFICACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (WHO, DEL


INGLÉS WORLD HEALTH ORGANIZATION) DE LA LEUCEMIA MIELOIDE
AGUDA
La OMS ha propuesto un sistema de clasificación nuevo que incorpora morfología, anomalías
cromosómicas y mutaciones genéticas específicas.
Este sistema aporta información biológica y pronóstica importante:
FACTORES DE RIESGO DE LEUCEMIA MIELOIDE AGUDA
Los factores de riesgo o predisponentes para la aparición de leucemia mieloide aguda son muy
variados e incluyen aspectos genéticos y adquiridos

MANIFESTACIONES CLINICAS

La leucemia mieloide aguda puede producir síntomas variados y graves, que pueden
variar en función del subtipo de leucemia y de las características del paciente.
Síntomas causados por un descenso de los niveles celulares sanguíneos. Los signos
más característicos de un paciente con leucemia mieloide aguda están relacionados con
el descenso de glóbulos rojos, glóbulos blancos de tipo granulocito y plaquetas:

o Anemia. Es el descenso de glóbulos rojos en sangre. La anemia suele provocar


fatiga, debilidad, sensación de frío, mareos, dolor de
cabeza y dificultad para respirar.

o Neutropenia. Es el descenso del tipo de glóbulos blancos


denominados neutrófilos en sangre. Este descenso puede
producir infecciones de manera más frecuente y más
grave en el paciente, así como la aparición de fiebre
como síntoma inicial de infección.

o Trombocitopenia. Es el descenso de plaquetas en sangre. Puede producir


hemorragias cutáneas como hematomas (moratones) o petequias (punteado fino en
extremidades), sangrado nasal o de encías abundante.

Síntomas causados por un número elevado de células leucémicas. Las células de la


leucemia mieloide aguda se conocen con el nombre de blastos. Si el número de blastos
es muy elevado, pueden acumularse en los vasos capilares y dificultar el paso de los
glóbulos rojos que transportan el oxígeno a los tejidos y órganos del cuerpo y producir
inflamación. Este fenómeno se conoce como leucostasis y aunque es poco frecuente,
tiene que tratarse de manera urgente porque es potencialmente fatal.

Los síntomas que produce la leucostasis en el cerebro son similares a los de un infarto
cerebral: dolor de cabeza, debilidad en un lado del cuerpo, trastornos en el habla,
confusión y somnolencia. Puede producir también trastornos visuales y respiratorios.

o Sangrado y problemas de coagulación Se puede manifestar como sangrado por la


nariz que no cesa o por alguna herida que no deja de sangrar, pero también con
hemorragias digestivas, pulmonares, o a
nivel cerebral, que pueden causar la muerte
con rapidez. También pueden aparecer en
este tipo de LMA trastornos de trombosis,
con dolor en la pantorrilla, en el pecho o
dificultad respiratoria debido a la formación
de coágulos en venas de gran calibre en estos órganos.

o Dolor en los huesos o en las articulaciones. Algunos pacientes pueden presentar


dolor en los huesos o en las articulaciones, que pueden estar causados por una
acumulación de células leucémicas.
o Hinchazón en el abdomen. Las células leucémicas pueden
acumularse en el hígado y el bazo, provocando un aumento de
tamaño de los mismos. Cuando tienen gran tamaño, el médico
puede sentirlos a través de la palpación por debajo de las
costillas.

o Manchas en la piel. Si las células leucémicas se extienden a la


piel puede causar la aparición de manchas o bultos cutáneos.
Este tipo de acumulación de células se conocen como
cloromas, sarcomas granulocíticos o sarcomas mieloides.

o Inflamación y Sangrando de encías. Algunos tipos de leucemias mieloides agudas,


sobre todo las M5, pueden provocar la acumulación de células leucémicas en las
encías, con hinchazón, sangrado y dolor.

o Extensión a otros órganos. Las células leucémicas pueden extenderse a casi


cualquier parte del cuerpo. Si se extienden al sistema nervioso central pueden causar
dolores de cabeza, debilidad, convulsiones, vómitos,
problemas de equilibrio, hormigueo facial y visión
borrosa. En raras ocasiones pueden extenderse
también a los ojos, los testículos u órganos internos
como los riñones.

o Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos. En


algunos casos la leucemia mieloide aguda puede
extenderse hasta los ganglios linfáticos, provocando
un aumento en su tamaño.

DIAGNOSTICO

ANAMNESIS Y EXAMEN FÍSICO

Los signos y síntomas en LMA de novo, no exceden los 2 a 3 meses de evolución. La


presencia de organomegalias es más evidente en subtipos con componente monoblástico
y en aquellos pacientes con hiperleucocitosis, en los cuales deben evaluarse además, la
presencia de hipertrofia gingival, de infiltración de piel (leucemia cutis) y de
leucostasis. La hipertrofia gingival se observa en el 10% de los casos y la presencia de
nódulos subcutáneos en el 1-2%, siendo más frecuentes en pacientes <1 año. Pueden
preceder al compromiso medular y aumentar y disminuir de tamaño, reportándose
regresiones espontáneas. La incidencia al diagnóstico de compromiso del SNC es muy
baja (meningitis leucémica – sarcoma mieloide) y los pacientes pueden ser totalmente
asintomáticos. Es más frecuente en lactantes, en FAB M4/M5 y en casos con
hiperleucocitosis.

Los subtipos de leucemia mieloide aguda se clasifican en función del aspecto que
presentan las células leucémicas cuando se observan al microscopio. Si un pediatra
sospecha que un niño podría padecer leucemia, es posible que solicite alguna o varias de
las siguientes pruebas:
● Análisis de sangre. Pruebas como un hemograma completo, analíticas de las
funciones renal y hepática y análisis bioquímico de la sangre. Las células sanguíneas
también se exploran al microscopio para comprobar si poseen formas o tamaños
anómalos y para identificar el subtipo concreto de leucemia mieloide aguda que
padece el niño.
● Aspiración y biopsia de médula ósea. En este procedimiento, el médico inserta
una aguja dentro de un hueso grande (habitualmente el de la pelvis) y extrae una
pequeña cantidad de médula ósea para examinarla y comprobar si contiene células
anómalas.
● Pruebas de diagnóstico por la imagen. Estas pruebas abarcan la radiografía, la
tomografía axial computarizada (TAC), la resonancia magnética (RM) y la
ecografía. Se utilizan para comprobar si el bazo o el hígado están agrandados y
también para descartar otras causas posibles de la sintomatología del niño.
● Punción lumbar. En este procedimiento se utiliza una aguja hueca para extraer una
cantidad reducida de líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea al cerebro y la
médula espinal) a fin de examinarlo en un laboratorio.
● Pruebas de citometría de flujo. Estas pruebas permiten analizar las propiedades de
las células cancerosas. Con este tipo de análisis, los médicos pueden determinar el
tipo de leucemia que padece el niño y determinar su tratamiento.
● Pruebas cromosómicas. Mediante el análisis del ADN de la sangre o de la médula
ósea, los médicos pueden identificar los cambios genéticos específicos propios de
cada subtipo de leucemia mieloide aguda.
● Histotipado o tipado de antígeno leucocitario humano (tipado HLA). Si un niño
necesita un trasplante de células madre (trasplante de médula ósea), esta prueba
ayuda a los médicos a encontrar a un donante compatible. Implica comparar las
proteínas de la superficie de las células sanguíneas del niño con las proteínas de las
células del donante potencial. Cuantos más "marcadores HLA" compartan el niño y
el donante, mayores serán las probabilidades de que el trasplante tenga éxito.

DIAGNOSTICO DIFERENCIAL

El diagnóstico de LMA generalmente no es complicado, pero en ocasiones es necesario


descartar algunas enfermedades:

• Aplasia medular

• Mielodisplasias

• Infiltraciones de la médula ósea por neoplasias de células redondas

• Mononucleosis infecciosa y otras infecciones virales


EXÁMENES COMPLEMENTARIOS

● Anemia: un 50% de las LMA se presentan con valores de hemoglobina < a 10


g/dl, aunque se han descrito valores tan bajos como 2,5-3 g/dl en algunos casos.
La anemia es normocítica, normocrómica e hiporregenerativa, pues asocia una
cifra de reticulocitos baja. En el frotis de sangre periférica el hematólogo puede
informarnos de la presencia de dacriocitos (células en lágrima) y de formas
eritrocitarias nucleadas, ambas traduciendo invasión medular.
● Trombocitopenia: en una 80% de LMA el recuento de plaquetas en el
hemograma es < 100.000/μl. Sin embargo, habitualmente no existe riesgo de
hemorragia hasta que las plaquetas descienden por debajo de 20.000/μl.
● Leucocitosis: aproximadamente el 50% de los niños con LLA tienen más de
10.000 leucocitos/μl al diagnóstico, y un 10% tendrán más de 50.000/μl. En la
LMA estas cifras son aún mayores, puesto que una cuarta parte de los pacientes,
sobre todo en las formas mielomonocítica y monocítica, muestran más de
100.000 leucocitos/μl.
● La hipereosinofilia es un hallazgo relativamente común en la fórmula
leucocitaria descrito tanto en LLA como en la LMA. Puede preceder al
diagnóstico de la leucemia o aparecer simultáneamente al cuadro clínico
evidente y suele desaparecer cuando el paciente entra en remisión.
● Es característico encontrar en algunos casos de leucemia infantil la presencia de
lesiones osteolíticas, bandas metafisarias transversas radiotransparentes y
osteosclerosis.
● La resonancia magnética (RM) de los huesos infiltrados muestra una señal
hipointensa en las secuencias T1 con normalidad de las secuencias en T2 y
ausencia de realce tras la administración de contraste
●La ecografía abdominal puede poner de relevancia la presencia de
hepatomegalia y/o esplenomegalia y de un aumento del tamaño de uno o ambos
riñones, indicativo de infiltración de dichos órganos por la enfermedad tumoral.
● En caso de sospecha de afectación del SNC, tanto la tomografía computarizada
(TC) como la RM cerebral son útiles para poner de relieve imágenes de
afectación parenquimatosa hemorrágica o de zonas de infarto.
TRATAMIENTO Y PRONÓSTICO

El tratamiento de la mayoría de los niños con leucemia mieloide aguda (AML) se divide
en dos fases principales de quimioterapia:

● Inducción
● Consolidación (intensificación)
Inducción

● Los medicamentos que se usan con más frecuencia son daunorubicina


(daunomicina) y citarabina (ara-C), que se administran, cada uno de ellos,
durante varios días consecutivos. El programa de tratamiento se puede repetir en
10 días o en dos semanas, dependiendo de la intensidad del tratamiento que los
médicos decidan.
● El tratamiento con estos medicamentos se repite hasta que la médula ósea ya no
muestra leucemia. Esto usualmente ocurre después de dos o tres ciclos de
tratamiento.
● Prevención de recaída en el sistema nervioso central: la mayoría de niños con
AML también recibirán quimioterapia intratecal (administrada directamente el
líquido cefalorraquídeo) para ayudar a evitar que la leucemia regrese en el
cerebro o la médula espinal. La radioterapia en el cerebro se usa con menos
frecuencia.
● Consolidación (intensificación)
● Aproximadamente del 85 al 90% de los niños con AML están en remisión
después de la terapia de inducción. Esto significa que no hay signos de leucemia
cuando se emplean pruebas regulares de laboratorio, aunque no significa
necesariamente que la leucemia se haya curado.
● La consolidación (intensificación) comienza después de la fase de inducción. El
propósito es destruir todas las células remanentes mediante el uso de tratamiento
más intensivo.
● Algunos niños tienen un hermano o hermana que sería un buen donante de
células madre. Para estos niños, a menudo se recomienda un trasplante de
células madre una vez que la leucemia esté en remisión.
● Para la mayoría de los niños sin un donante de células madre compatible, la
consolidación consiste en el medicamento de quimioterapia citarabina (ara-C) en
altas dosis. También se puede añadir daunorubicina. Generalmente se administra
durante al menos varios meses.
La quimioterapia múltiple intensiva consigue la remisión en el 85-90% de los pacientes,
aproximadamente. La terapia dirigida a marcadores genéticos puede ser efectiva. Hasta
el 5% de los pacientes muere por infección o hemorragia antes de lograr la remisión. El
trasplante de médula ósea o de células madre de un hermano idéntico después de
alcanzar la remisión consigue una supervivencia libre de enfermedad a largo plazo en
alrededor de dos tercios de los pacientes.

La quimioterapia continua en pacientes sin un hermano donante compatible es por lo


general menos efectiva que el trasplante de médula ósea, pero no obstante es curativa.
LEUCEMIA MIELOIDE CRÓNICA
La leucemia mieloide crónica (LMC), también conocida como leucemia mielógena o
granulocítica crónica, se define como una enfermedad neoplásica hematológica maligna
clonal de las células troncales pluripotentes encuadrada según la última clasificación de
la OMS de 2008 dentro del grupo de neoplasias mieloproliferativas crónicas

Hay pocos datos que muestran diferencias biológicas entre los adultos y la leucemia
mielógena crónica pediátrica (LMC), pero las manifestaciones clínicas son distintas y
los factores del huésped son diferentes en los adultos y los niños en crecimiento, lo que
plantea problemas específicos para el cuidado de pacientes pediátricos con LMC.

Los niños tienen mayor esperanza de vida que los adultos; Por lo tanto, el objetivo del
tratamiento LMC en niños debe ser la curación en lugar de supresión de la enfermedad.

EPIDEMIOLOGIA
La leucemia mielógena crónica (LMC) se diagnostica en aproximadamente 6.000
pacientes cada año en los Estados Unidos de acuerdo con la epidemiología de
Vigilancia y Resultados Finales (SEER).

LMC en niños por lo general se considera que es raro, pero representa el 10% a 15% de
la leucemia mieloide y es más común que la leucemia promielocítica aguda, que
representa el 5% a 10% de los casos

Un estudio realizado en la ciudad de cuenta Según la frecuencia se encontró 453 casos


de Leucemias en el período 1996– 2005; siendo más frecuente la Leucemia
Linfoblástica Aguda con 233 casos que corresponde al 51.43%; seguido de la Leucemia
Mieloide Aguda con 96 casos que corresponde al 21,19%; luego la Leucemia Mieloide
Crónica con 61 casos que corresponde al 13.47% y 47 casos con el 10.38%
corresponden al grupo de otros especificado al final

PATOGENIA
Es característica de la LMC la presencia, en las células hematopoyéticas de más del
90% de los pacientes diagnosticados, de una translocación recíproca entre los
cromosomas 9 y 22, que conduce a la formación de un brazo largo claramente acortado
de uno de los cromosomas del par 22, conocido como cromosoma Filadelfia (Ph). La
repercusión molecular producto del intercambio de material genético entre los
cromosomas 9 y 22 es el oncogén BCR-ABL, cuya actividad leucémica resultante,
conduce a una notable expansión de las poblaciones de progenitores eritroides,
granulocíticos y megacariocíticos, con una disminución de la sensibilidad de los
progenitores a la regulación del proceso de hematopoyesis
FISIOPATOLOGÍA
Los genes dan instrucciones a las células para que produzcan proteínas. El gen ABL da
instrucciones a las células para que produzcan una proteína llamada “tirosina quinasa”.
Esta proteína envía señales que indican a la célula cuándo debe crecer y dividirse. El
gen BCR-ABL anormal produce una proteína anormal llamada “tirosina quinasa BCR-
ABL”. Esta proteína anormal envía señales a las células madre sanguíneas para que
produzcan un exceso de granulocitos (glóbulos blancos). Estos granulocitos en
particular tienen el gen BCR-ABL y por eso se llaman “células de leucemia” o “células
de leucemia mieloide crónica”. Estos granulocitos no son normales y no llegan a ser
glóbulos blancos sanos. Producen células nuevas muy rápidamente y no mueren en su
debido momento. Con el tiempo, los granulocitos se acumulan en la médula ósea y
desplazan a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanos. Cuando esto sucede,
pueden presentarse anemia, infección o sangrado excesivo.

Algunos pacientes tienen un tipo de leucemia en el que se produce un exceso de


granulocitos en la médula ósea. Sin embargo, estos pacientes no tienen el cromosoma
Ph ni el gen BCR-ABL. Es posible que el diagnóstico en su caso sea “leucemia
mieloide crónica atípica”. Puede que existan otros oncogenes desconocidos que causan
la enfermedad en estos pacientes. Por lo general, estos pacientes presentan respuestas
menos favorables al tratamiento y tienen una supervivencia más corta.

FACTORES DE RIESGO.
Un factor de riesgo es cualquier factor que aumente las probabilidades de una persona
de presentar una enfermedad. Los factores de riesgo de la leucemia mieloide crónica
son:

- El sexo: La enfermedad es un poco más común en hombres que mujeres.


- La edad: El riesgo de presentar la enfermedad aumenta con la edad.
- La exposición a la radiación: En un pequeño número de pacientes, la
enfermedad se produce por la exposición a dosis muy altas de radiación (tales
como ser sobreviviente de la explosión de una bomba atómica o de un accidente
de reactor nuclear).
También se presenta un ligero aumento del riesgo en algunas personas que han recibido
dosis altas de radioterapia para otros tipos de cáncer, tales como el linfoma. La
mayoría de las personas que han recibido radioterapia para el cáncer no
presentan leucemia mieloide crónica, y la mayoría de las personas con leucemia
mieloide crónica no han estado expuestas a dosis altas de radiación. Las
exposiciones a radiografías dentales o médicas no se han asociado con un riesgo
mayor de tener leucemia mieloide crónica.

CUADRO CLINICO
Entre 30 y 50% de los pacientes con leucemia mieloide crónica diagnosticados están
asintomáticos y generalmente el diagnóstico se realiza por exámenes de laboratorio
de rutina. En aproximadamente 40% de los casos el diagnóstico es fortuito con base
en conteos sanguíneos anormales
Los síntomas son inespecíficos y no son frecuentes e incluyen:

- pérdida de peso
- malestar general
- astenia
- fiebre
- diaforesis
- dolor óseo
- dolor en el hipocondrio izquierdo
- esplenomegalia
Muchos signos y síntomas de la leucemia mieloide crónica se presentan porque las
células de leucemia desplazan a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas
sanos de la médula ósea. La acumulación de células de leucemia mieloide crónica en
órganos como el bazo también puede ocasionar síntomas.

Fases de la LMC

- FASE CRÓNICA
Tiene una duración variable, con una media entre cuatro y seis años y que se caracteriza por
una sobreproducción de células mieloides inmaduras y granulocitos maduros. Cursa de
una manera asintomática con aumento en el recuento de leucocitos y plaquetas, y un
conteo de células blásticas menores al 10 %. Estas características hacen que no sea fácil
diferenciarla clínica y hematológicamente de una leucemia aguda. En su presentación
clínica se encontrará que los pacientes pueden presentar fatiga y palidez, consultarán
comúnmente por distensión abdominal o sensación de masa que podría estar explicada
por la esplenomegalia y en algunos casos por hepatomegalia, fiebre, sudoración
nocturna y pérdida de peso sin causa aparente.

- FASE ACELERADA
No todos los pacientes la presentaran, pues pueden pasar de una fase crónica a una fase
blástica, viéndose en cada dos de tres pacientes. Se presentará con una duración de 18
meses, aunque puede tener en algunos casos una rápida progresión hacia la fase
blástica de solo seis meses. Esta fase acelerada presenta una menor respuesta al
tratamiento y sus características son una mayor esplenomegalia, leucocitosis que no
responde al tratamiento, incremento de los blastos del 10 al 30% en sangre periférica y
medula ósea, un incremento de los basófilos del 20% en sangre periférica o
trombocitopenia no explicada por el uso de inhibidores de la tirosinkinasa (menor a
100 000mm3) y evolución clonal. Si un paciente presenta una o más de las
características mencionadas se considerara en fase acelerada. Los pacientes pueden
presentar fatiga, infecciones, lesiones equimóticas o sangrado.

- FASE BLASTICA
Tiene una sobrevida de dos a cuatro meses, tiene un curso fatal y presenta un 30 % o más de
células blásticas en medula ósea. Estos pacientes son los más resistentes al tratamiento y
la fase blástica puede presentarse como una enfermedad mieloide o linfoide. El paciente
puede presentar fiebre, diaforesis, dolor, pérdida de peso y aumento en el tamaño de los
nódulos linfáticos, hígado o bazo. Cerca del 85 % de los pacientes con LMC se
encontrarán en fase crónica al momento de ser diagnosticados, que es una fase inicial,
estable y benigna.
Tanto la fase acelerada, como la fase blástica son consideradas fases avanzadas, y el 15 % de
los pacientes con LMC en el momento de ser diagnosticados se encontrarán en una de
estas fases.

DIAGNÓSTICO
Muchas personas con leucemia mieloide crónica no tienen síntomas al momento del
diagnóstico. El signo más común de la leucemia mieloide crónica es un conteo anormal
de glóbulos blancos que, a menudo, se detecta mediante las pruebas de sangre realizadas
cuando el paciente acude al médico por un problema de salud que no está relacionado
con la enfermedad o durante un chequeo médico de rutina.

Para diagnosticar la leucemia mieloide crónica, los médicos emplean una variedad de
pruebas para analizar las células de la sangre y médula ósea:

- Hemograma o conteo sanguíneo completo con fórmula leucocitaria: Esta


prueba se usa para medir la cantidad de glóbulos rojos, glóbulos blancos y
plaquetas en una muestra de sangre. Además, mide la cantidad de
hemoglobina en los glóbulos rojos y el porcentaje de glóbulos rojos en la
muestra.
- Frotis de sangre periférica. Las células sanguíneas se tiñen y se examinan al
microscopio óptico. En estas muestras preparadas se puede observar:
✓ El número, el tamaño, la forma y el tipo de las células sanguíneas
✓ Las características específicas de los glóbulos blancos
✓ La proporción de células inmaduras (células blásticas) en
comparación con la proporción de glóbulos blancos en proceso de
maduración y completamente maduros
- Aspiración y biopsia de médula ósea: Estas pruebas se usan para examinar
las células de la médula ósea a fin de detectar anomalías y, por lo general, se
hacen al mismo tiempo.
- Análisis citogenético: La citogenética es el estudio de los cromosomas y las
anomalías cromosómicas. Las muestras de médula ósea se examinan al
microscopio para ver si hay cambios o anomalías cromosómicas, como el
cromosoma Philadelphia (Ph).
- Hibridación in situ con fluorescencia: Esta prueba de laboratorio se usa para
examinar los genes y cromosomas presentes en las células. Es un método
más sensible para detectar la leucemia mieloide crónica que las pruebas
citogenéticas convencionales que identifican el cromosoma Ph.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Hay neoplasias mieloides definidas en la clasificación OMS (2008) que pueden
presentarse clínicamente como LMC, aunque son diferentes genéticamente. Entre ellas,
la principal confusión se puede dar con la LMC atípica BCR-ABL1 negativa y con la
leucemia neutrofílica crónica. Otras son la leucemia eosinofílica crónica, la leucemia
mielomonocítica crónica y juvenil, y las clásicas neoplasias mieloproliferativas Ph
negativas. El cuadro morfológico y clínico puede simular una LMC, pero estos procesos
carecen del cromosoma Ph1+ o del reordenamiento BCR-ABL1. Antes de descartar una
LMC, hay que considerar la posibilidad de una translocación variante o unos transcritos
atípicos BCR-ABL1. Numerosas anomalías citogenéticas o mutaciones se asocian con
dichos procesos mieloproliferativos, y recientemente se han descubierto otras de gran
interés, como la anomalía en calreticulina (CALR) asociada a la trombocitemia esencial
y la mielofibrosis, y las mutaciones en CSF3R y en SETBP1 presentes en la LMC
atípica y la leucemia neutrofílica crónica

PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
1. Hemograma con lámina periférica: anemia generalmente normocítica
normocrómica, hiperleucocitosis con mielemia cuantificada por lámina
periférica, el porcentaje de blastos define la fase de la enfermedad. Plaquetas
aumentadas, normales o disminuidas.
2. Mielograma: con cuantificación porcentual de blastos y promielocitos. En
general se observa hiperplasia granulocítica. Relación G/E aumentada.
3. BMO. Se recomienda obtener un cilindro de hueso esponjoso de 10 a 20 mm de
longitud de la espina iliaca postero–superior con un trócar afilado para impedir
la fragmentación y desplazamiento del hueso trabecular y asegurar que el
parénquima hematopoyético permanezca en las cavidades medulares. Fijación
en líquido de Bouin, fijador en base a ácido pícrico, que permite una buena
fijación y una buena decalcificación del material. Inclusión en parafina y
obtención de cortes finos de 1 a 2 micras de espesor. Las técnicas de tinción
standard recomendadas son: Hematoxilina–Eosina, Giemsa, Reticulina, Perls y
PAS. Si se requiere, el material procesado de esta manera es pasible también de
estudio inmunohistoquímico.
La BMO es útil para:
● Apoyar el diagnóstico de LMC y excluir otros diagnósticos
diferenciales.
● Poner en evidencia acúmulos focales de blastos.
● Evaluar la fibrosis medular.
● Aportar datos pronósticos en la clasificación de pacientes con LMC
Ph+ fase crónica.
● Valorar los efectos del tratamiento.
4. Estudio citogenético. El estudio citogenético (EC) aporta elementos de valor
diagnóstico y pronóstico, permitiendo asimismo la evaluación de la respuesta a
las diferentes modalidades terapéuticas. Los pacientes portadores de LMC,
tienen en el 90–95% de los casos, un cromosoma del par 22 de tamaño inferior
al normal denominado cromosoma Philadelphia (Ph).
5. Ecografía abdominal con medición de los diámetros esplénicos para control
evolutivo.
6. Fosfatasa alcalina leucocitaria opcional.
7. Determinación de vitamina B12 opcional.
8. Estudios de valoración generales:
a. Funcionalidad renal: azoemia, creatininemia, examen de orina.
b. Uricemia.
c. Ionograma.
d. Funcional y enzimograma hepático.
9. Estudio de antígeno leucocitario humano en pacientes candidatos a trasplante
de progenitores hematopoyéticos (TPH). Análisis de quimerismo en el post–
trasplante de células hematopoyéticas
TRATAMIENTO
El imatinib, a una dosis de 260-340 mg/m2 (300 mg/m2 ), un fármaco diseñado
específicamente para inhibir la tirosina cinasa BCR-ABL, se ha usado en adultos y en
niños, y se ha observado que consigue respuestas citogenéticas notables en >70% de los
pacientes. La experiencia en niños indica que puede usarse de manera segura con
resultados parecidos a los observados en adultos. Los inhibidores de tirosina cinasa de
segunda generación, como el dasatinib, han mejorado las tasas de remisión en adultos y
ahora están incluidos en el tratamiento de primera línea en dichos pacientes y están
estudiándose en niños. Hasta que se produce la respuesta al inhibidor de tirosina cinasa
es posible controlar los signos y síntomas de LMC durante la fase crónica con
hidroxiurea, que devuelve gradualmente a la normalidad la cifra de leucocitosis. Es
previsible una respuesta morfológica y citogenética prolongada, pero la probabilidad de
curación aumenta con el trasplante alogénico de células madre de donante familiar HLA
idéntico, curándose hasta el 80% de los niños.

PRONÓSTICO
El pronóstico de la LMC ha supuesto un cambio radical en los últimos años. Tras la
llegada de los ITC, la LMC ha pasado de una esperanza de vida de tan solo 5 años en
pacientes no candidatos a trasplante de médula ósea, a una esperanza de vida similar a la
de la población general en aquellos pacientes diagnosticados en una fase crónica (que
constituyen una amplia mayoría de los pacientes con LMC). Así, hoy en día, la
supervivencia global de la enfermedad se sitúa en torno al 90%, siendo la mayoría de las
muertes no relacionadas con la enfermedad.

Sin embargo, existen algunas circunstancias (siendo la más determinante la fase de la


enfermedad) que condicionarían el pronóstico de la enfermedad, debiendo ser evaluadas
al diagnóstico por su médico para la elección del tratamiento más adecuado.

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