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Fue entonces cuando se torció el tobillo [...] Cayó en mala posición: el empeine del
pie izquierdo cargó con todo el peso del cuerpo. Al pronto sintió un dolor agudísimo;
pensó que se había roto el pie. Con alguna dificultad, sentado en el césped, se quitó la
zapatilla y el calcetín, comprobó que el tobillo no estaba hinchado. El dolor amainó en
seguida, y Mario se dijo que con suerte el percance no revestiría mayor importancia.
Se puso el calcetín y la zapatilla; se incorporó; caminó con cuidado: una punzada le
desgarraba el tobillo.
Javier Cercas
El inquilino
3) En el texto se narra:
A) La vida de Mario.
B) La lesión de Mario.
C) El paseo de Mario.
© algaida editores S.A.
1
El texto narrativo
Texto 1
Mi padre tenía una pequeña hacienda en Nottinghamshire. De cinco hijos, yo era
el tercero. Me mandó al Colegio Emanuel, de Cambridge, teniendo yo catorce años, y
allí residí tres, seriamente aplicado a mis estudios; pero como mi sostenimiento, aun
siendo mi pensión muy corta, representaba una carga demasiado grande para una tan
reducida fortuna, entré de aprendiz con mister James Bates, eminente cirujano de
Londres, con quien estuve cuatro años, y con pequeñas cantidades que mi padre me
enviaba de vez en cuando fui aprendiendo navegación y otras partes de las Matemá-
ticas, útiles a quien ha de viajar, pues siempre creí que, más tarde o más temprano,
viajar sería mi suerte.
Jonathan Swift
Los viajes de Gulliver
Texto 2
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban
dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió
más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislo-
cándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un
instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a
invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la
picada hacia su rancho.
© algaida editores S.A.
Horacio Quiroga
A la deriva
2
El texto narrativo
Texto 3
Ya en el pueblo se fue formando, no sé cómo, una expectativa, la de una especie de
duelo entre mi hermano Lázaro y Don Manuel, o más bien se esperaba la conversión
de aquel por este. Nadie dudaba de que al cabo el párroco le llevaría a su parroquia.
Lázaro, por su parte, ardía en deseos -me lo dijo luego- de ir a oír a Don Manuel, de
verle y oírle en la iglesia, de acercarse a él y con él conversar, de conocer el secreto
de aquel su imperio espiritual sobre las almas. Y se hacía de rogar para ello, hasta que
al fin, por curiosidad -decía-, fue a oírle.
Miguel de Unamuno
San Manuel Bueno, mártir