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¿La política es corrupta, o el pueblo es permisivo?

La corrupción en temas de estado es algo que a diario se evidencia en el mundo entero,

con situaciones tales como políticos corruptos, entidades fraudulentas, entre otros, pero

si volteamos la mirada a Latinoamérica, especialmente a Colombia, se evidencia que es

un flagelo que carcome a diario las instituciones públicas, donde los recursos de la

sociedad son acaparados y mal invertidos, pues vemos como algunas empresas privadas

hacen alianza con los funcionarios públicos de turno a los cuales les compete tomar las

decisiones para dar su aval en dichos proyectos y permitir desfalcos millonarios a cambio

de coimas, incurriendo en delitos tales cohecho, falsedad de documentos, concierto para

delinquir, entre otros.

En los últimos años hemos evidenciado una serie de escándalos de gran envergadura

como nunca se habían visto, siendo más concretos podemos mencionar algunos de los de

más afectación para nuestro país.

Casos como el de los “carteles” (Redacción, 2018) principalmente visibles en la costa,

como el de la hemofilia, el del sida, el magisterio, entre otros tantos que han desfalcado

a la nación por más de 200 mil millones de pesos, y en los cuales se han encontrado

involucrados funcionarios desde senadores, gobernador, entre otros. El caso de los Nule

(Semana, 2011), ocurrido en Bogotá siendo un desfalco de grandes proporciones, donde

esta empresa contratista a cargo de la familia de dicho apellido (Nule), debía hacer obras

viales que beneficiarían a la ciudad entera, pero que nunca llegaron a feliz término debido

al robo de los dineros recibidos, con el beneplácito del gobierno y los interventores que

nunca presionaron por resultados concretos en el desarrollo de la obra. Otro caso de

renombre es Reficar (EFE, 2018), la mega obra de refinería que le costó a los colombianos

2.400 millones de dólares más de lo presupuestado, a causa de sobrecostos de dudosa

utilización. Y por último el más reciente escándalo de corrupción en Colombia es el


referente a Odebrecht (Espectador, 2017) y toda la maquinaria política que manipularon

tanto en el país como en la mayoría de países de Latinoamérica con el fin de adjudicarse

las mega obras de más importancia.

Haciendo memoria de estos casos, no por ser los únicos, sino por ser los más sonados en

los medios debido a su magnitud, pues a diario la plata del pueblo es usurpada por los

funcionarios públicos que alimentan sus arcas, y es que pareciese que la sociedad es

permisiva con esta corrupción, pues desde el momento en el que se refiere a un

funcionario público se oyen frases como “roba como todos”, “no hay político honesto”,

y tantas otras haciendo referencia a que se da por sentado que lanzarse al ejercicio político

o asumir un cargo público es con el fin de hacer las cosas sin ética, ni moral.

La comunidad en general debería entender que la ética y la rectitud de un funcionario

público es el eje fundamental de su ejercicio y que de no ser así estamos en todo nuestro

derecho y obligación a llamarlo a cuentas y poner en consideración su cargo, pues de los

votos de todos los electores y de los impuestos de la comunidad en general sale el dinero

de los funcionarios. Entonces es bueno entender que el dinero que se pierde, las obras mal

ejecutadas, los contratos mal habidos salen del bolsillo de todos y cada uno de los

colombianos.

Así que un llamado a la sociedad en general es a hacer gestión de control y vigilancia

(Procuraduria, 2003) del buen desarrollo de las funciones de cualquier empleado del

estado o contratista en nombre del mismo, pues ya no podemos seguir siendo permisivos

con estas frases y esta mentalidad de avalar el mal actuar del poder público, puesto que si

va en contravía con la ética pública debe ser sancionado legal y moralmente.

La sanción moral a un funcionario público debe verse reflejada también en las urnas, ya

que es muy común ver que la comunidad se queja de “x” político o de “y” partido, por
ser corrupto, por no ejecutar obras, por no actuar de manera correcta, pero al momento de

elegir parece que se olvidaran estos reproches y a cambio de una cara amable o de una

promesa, vuelven a ser apoyados y elegidos para retomar el poder y seguir el mal actuar.

Entonces surge un cuestionamiento en este caso si el mal actuar del poder público es

culpa de ellos o de una comunidad en general que no ha entendido o no quiere entender

su función en la sociedad y su deber de hacer control siendo veedor y juez de todos los

empleados del estado que nos representa.

Referencias

EFE, A. (7 de Junio de 2018). El Espectador. Obtenido de El Espectador:


https://www.elespectador.com/noticias/judicial/contraloria-imputo-cargos-20-
personas-por-corrupcion-en-reficar-articulo-792976
Espectador, J. (25 de Julio de 2017). El Espectador. Obtenido de El Espectador:
https://www.elespectador.com/noticias/judicial/los-hechos-claves-para-entender-
el-escandalo-de-odebrecht-articulo-704916
Procuraduria. (2003). Procuraduria.gov.co. Obtenido de Procuraduria.gov.co:
https://www.procuraduria.gov.co/portal/media/file/DocLey850_web.pdf
Redacción. (23 de Diciembre de 2018). El Heraldo. Obtenido de El Heraldo:
https://www.elheraldo.co/region-caribe/los-10-carteles-que-desangraron-las-
arcas-publicas-en-la-region-caribe-580984
Semana, J. (28 de Marzo de 2011). Revista Semana. Obtenido de Revista Semana:
https://www.semana.com/nacion/articulo/los-nule-llego-hora-responder/237565-
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