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TEMA: “La confianza en Dios me fortalece”

Base bíblica: Salmo 31


Texto clave: “En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás” Sal. 31:1

Introducción:
Dios es nuestra fuerza. Reconocemos que por nuestra propia fuerza nunca nos darían la victoria en
las batallas que cada día enfrentamos. Confiar y esperar en el Señor nos fortalece, nos permite
enfrentar con valor las adversidades, los problemas y los desafíos como los que actualmente enfrentan
las familias y los matrimonios.
Sin el Señor no hay nada bueno, nada fuerte, nada eficaz, pero donde Él obra, nada puede
oponérsele, ningún poder del mal puede impedir las obras de su mano poderosa.

I. En Dios tenemos la luz en medio de la confusión.


“En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás…” sal 31.1
La vida cristiana se caracteriza por la fe que se tiene en Dios y en su Palabra. La suficiencia de Cristo
en la vida del creyente lo llena todo y nos hace mirar de distinta manera los hechos que se presentan
día a día en la sociedad donde nos desenvolvemos…
Estos acontecimientos a veces nos engañan, haciéndonos pensar que las normas bíblicas
fueron escritas para las sociedades antiguas y que es necesario modificarlas para abrir puertas que
permitan aceptar acciones o relaciones que son aborrecidas por nuestro Dios.
La iglesia está rodeada en un contexto de confusión. Pero ante esto, como siempre, la voz
que debe ser escuchada en la voz de Dios, que nos dice: “Ciertamente ninguno de cuantos esperan
en ti será confundido”. Sal. 25:3; nuestro Dios nos ha mostrados sus caminos, nos ha enseñado sus
sendas y por eso caminamos con seguridad fortalecidos por el poder de su Palabra.
Nuestro Dios no es un Dios de confusión, es un Dios de verdad, de luz,; por tanto todos los
redimidos tenemos como manantial de sabiduría la Palabra de Dios. “Tú pues hijo mío, esfuérzate en
la gracia que es en Cristo Jesús” 2 Tim 2:1.

II. Dios nos fortalece en tiempos complicados


“Sé tu mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme” Sal. 31:2b.
Seguramente ustedes han experimentado severas tribulaciones, fuertes tempestades que sienten que
las arrastran hasta las profundidades del mar; otros han perdido a algunos parientes; otros se
han quedado sin amigos y otros pueden sentirse como el profeta Habacuc: (3:17-19)
“Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
18
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.”
Y esto es porque el Señor los ha fortalecido. En ausencia de todos los otros goces, el gozo del Señor
llena nuestra alma hasta el borde, en los momentos de aflicción Él es nuestra roca fuerte.
En momentos así, puedes decir como el salmista “Pero yo en ti confío, oh Jehová. Tú eres mi
Dios”. En él esta la fortaleza que nos permite sobrellevar cualquier problema pues su mano poderosa
nos sostiene y su brazo amoroso nos devuelve la paz y el gozo. Recuerda que si eres debil en el día
de la angustia, tu fuerza es limitada, acógete a la roca fuerte que es Jesucristo.

III. Vivamos confiando en la protección de Dios.


“Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,
Y tome aliento vuestro corazón” (Sal. 31.24)
Cuando vemos claramente la luz del rostro de Jesús, nos acordábamos que ayer clamábamos:
“¡miserable de mi!: ¿Quién me librara de este cuerpo de muerte? Pero ahora decimos “mío eres tú”.

Gracias damos a Dios por Jesucristo, Señor nuestro, que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo, no miremos más el rostro de nuestros enemigos y digamos: “son muchos y
son valientes”, miremos el rostro de nuestro ayudador y en su nombre los destruiremos.
¡cuán grande es la bondad de Dios para con los que le temen! Ciertamente nuestro corazón toma
aliento cuando vemos los maravillosos prodigios de Dios. Abracemos las verdades de la Palabra
conduciéndonos bajo los preceptos de su justicia y esperando con fe el cumplimiento de sus
abundantes promesas. Tome aliento vuestro corazón, porque a los fieles protege Jehová.

Conclusión:

Recordemos que nuestra fortaleza se encuentra en el Señor. Además no debemos olvidar: “Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes”. (Efesios 6:12-13).

 La Trinidad 19/10/19.

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