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El manual del trader para esta Guerra

La guerra de divisa es una de las dinámicas más importantes que el sistema financiero global tiene
en la actualidad.

Una guerra de divisas es una batalla que se desarrolla en el ámbito económico. Tiene que ver con
políticas económicas. Comienzan cuando un país quiere bajar la cotización de su moneda. En esos
casos, aseguran que es con la finalidad de promover las exportaciones. Esto deriva en que, por
ejemplo, una empresa como Boeing sea más competitiva a nivel internacional que Airbus.

Pero la verdadera razón que motiva este movimiento, y un tema del que se habla muy poco, es que
los países en realidad están buscando importar inflación. Tomemos el caso de los Estaos Unidos.
Tenemos déficit comercial (más compras del exterior que ventas al exterior), no superávit. Si el
dólar se abarata nuestras exportaciones lucirán ligeramente más atractivas.

Como consecuencia, el precio de los productos que compramos va a aumentar - sin importar si son
elementos textiles, industriales, electrónicos, etc. – y la inflación, entonces, repercute en la cadena
de suministros del país entero. De esta manera, la guerra de monedas que estamos observando es
una forma de importar inflación.

El problema es que, ni bien una nación abarata su moneda, otro país hace lo mismo y a este le sigue
un tercero que toma la misma medida… y así sucesivamente, desencadenando una carrera que
puede llegar a tener resultados desastrosos.

Como quizás sepa, comencé a hablar de este tema ya hace un año cuando se publicó mi libro
Guerra de Divisas. Mi punto de vista es el mismo hoy en día: el mundo no está constantemente
envuelto en una guerra de divisas, pero cuando lo está, la batalla puede durar cinco, diez, quince o,
incluso, veinte años. Así es: pueden ser muy largas.
Una breve historia de las guerras de divisas

En los últimos cien años tuvieron lugar tres grandes guerras de divisas. La Primera Guerra de Divisas
se desarrolló entre 1921 y 1936. El punto de partida fue la hiperinflación en la República de
Weimar. Fue un período de devaluaciones sucesivas.

En 1921 Alemania destruyó su moneda. En 1925 Francia, Bélgica y otros países siguieron el mismo
ejemplo.

¿Qué estaba pasado en aquella época y por qué decidieron devaluar?

Durante un largo período, anterior incluso a la Primera Guerra Mundial de 1914, el mundo había
estado en lo que se denomina “el patrón oro”. Si tenías un déficit en la balanza de pagos, lo
deberías pagar con oro. Y si tenían un superávit, recibías el metal.

El oro era el regulador de la expansión o contracción de las economías individuales. Uno tenía que
ser productivo, perseguir sus ventajas comparativas y tener un buen ambiente de negocios para
poder, realmente, conseguir algo de oro del sistema – o, por lo menos, evitar perder el oro que uno
tenía. Era un sistema muy estable que promovió una etapa de enorme crecimiento y baja inflación.

Ese sistema fue hecho trizas en 1914 porque los países necesitaban imprimir dinero para financiar la
Guerra Mundial. Cuando el conflicto bélico culminó, ya entrados los años 20, los países querían
regresar a manejar sus economías siguiendo el patrón oro… pero no sabían bien cómo hacerlo.
Hasta hubo un encuentro internacional en Génova en 1922 en dónde se discutió el asunto.

Antes de la Primera Guerra Mundial existía la paridad. Había una cierta cantidad de oro y una cierta
cantidad de billetes respaldados por el metal precioso. Después del conflicto, el suministro de
dinero se había duplicado. Esto les dejó dos opciones a los países que quisieran regresar al patrón
oro. A saber:
Podían duplicar el precio del oro – reduciendo a la mitad el valor de sus monedas. O podían reducir
a la mitad el número de billetes en circulación. Tomaran la decisión que tomaran, tenían que lograr
la paridad, ya fuese al nivel nuevo o al nivel antiguo. Los franceses dijeron “Esto es muy simple.
Vamos a recortar el valor de nuestra moneda por la mitad”. Y eso hicieron.

Si usted ha visto la película de Woody Allen, Medianoche en París, habrá notado que muestra
muchos ciudadanos estadounidenses viviendo la buena vida en Francia en los años 20. Eso es
verdad. Y fue así debido a la hiperinflación del país galo. No fue tan severa como la hiperinflación
que azotó a la República de Weimar en Alemania, pero fue bastante mala. Si uno tenía un puñado
de dólares, podía ir a Francia y vivir como un rey.

El Reino Unido tenía que tomar la misma decisión, pero lo hizo de forma diferente que los
franceses. Allí, en lugar de duplicar el precio del oro, eliminaron la mitad del dinero que había en
circulación. Volvieron a la misma paridad que había antes de la Primera Guerra Mundial.

La decisión fue tomada por Winston Churchill, quien en ese entonces era Canciller de Hacienda. Fue
extremadamente deflacionario. La cuestión es que, cuando uno duplica la oferta monetaria, tiene
que vivir con esa decisión y aceptar que destrozó el valor de la divisa.

Al cortar el dinero en circulación por la mitad metió al Reino Unido en una depresión que estuvo
tres años adelantada a la que sufriría el resto del mundo. Es probable que usted sepa que la “Gran
Depresión” se desató en 1929. Pero tal vez no esté al tanto de que el Reino Unido se zambulló en
este problemático mar en 1926. Menciono esto porque haber vuelto a un precio del oro mucho más
alto medido en libras era la forma más correcta de hacerlo. Elegir el precio errado contribuyó a que
se generara la Gran Depresión.

Los economistas de hoy en día dicen: “Nunca podremos tener un patrón oro. ¿Acaso no se dan
cuenta de que el patrón oro causó una de las mayores crisis financieras en la historia de la
humanidad?”
Y a eso yo lo sé. Es cierto que contribuyó a que se generara la Gran Depresión, pero no fue a causa
del oro, sino que fue por el precio del mismo. Churchill eligió un precio errado que fue
deflacionario. La lección aprendida en los años 20 no es que no se pueda tener un patrón oro, sino
que un país necesita manejar el precio justo para este metal precioso.

El Reino Unido continuó por esta senda hasta que, finalmente, fue insostenible y tuvieron que
devaluar en 1931. Al poco tiempo después, en 1933 los Estados Unidos tomaron la misma medida.
Acto seguido, Francia y el Reino Unido devaluaron otra vez en 1936. Tuvimos una serie de
devaluaciones consecutivas con el fin de “jorobar” a las políticas económicas de los vecinos.

El resultado fue, por supuesto, una de las peores depresiones en la historia de la humanidad. El
desempleo se disparó hasta límites insospechados. La producción industrial se hundió. Se generó un
período de crecimiento negativo sostenido. La Primera Guerra de Divisas no se solucionó hasta la
Segunda Guerra Mundial y la conferencia de Bretton Woods.

Entonces fue cuando el mundo entero empezó a funcionar bajo un nuevo sistema monetario. La
Segunda Guerra de Divisas se desarrolló entre 1967 y 1987. Un punto cumbre en el medio de esta
contienda sucedió el 15 de agosto de 197 cuando Nixon desvinculó al dólar de su respaldo en oro.

Hizo esto para crear trabajos y promover las exportaciones con el fin de mejorar la economía de
Estados Unidos. ¿Pero qué fue lo que pasó en lugar de eso? Tuvimos tres recesiones: una en 1947,
otra en 1979 y la última en 1980.

La Bolsa se estrelló en 1974. El desempleo creció a pasos agigantados. La inflación se fue por las
nubes entre 1977 y 1981 y el valor del dólar se vio reducido un 50%.

Una vez más, la lección que aprendimos de las Guerras de Divisas es que no producen el resultado
esperado, que es ver un aumento de las exportaciones, mayor creación de empleo y crecimiento de
la economía.
Lo que sí genera, en cambio, es deflación extrema, inflación altísima, recesión, depresión o una
catástrofe económica. Y esto nos lleva directamente a la Tercera Guerra de Divisas, que empezó en
el 2010.

Note usted que salté por completo el período que va desde 1985 hasta el 2010, un período de 35
años. ¿Qué estaba pasando en ese entonces?

Esa fue la época de lo que llamamos la política del “dólar rey” o el “dólar fuerte”. Fue un período
de muy buen crecimiento, alta estabilidad de precios y una interesante performance económica
alrededor del mundo. No fue una política basada en el patrón oro pero tampoco fue basada en
reglas.

La Fed sí miró el precio del oro y lo consideró un termómetro para saber cómo lo estaban haciendo.
Básicamente, lo que los Estados Unidos le dijeron al mundo fue: “No estamos operando bajo un
patrón basado en el oro; estamos funcionando bajo un patrón dólar.

Nosotros, los Estados Unidos, deseamos mantener el poder de compra del dólar y usted, nuestro
socio de intercambios financieros, puede vincular su economía al devenir de nuestra moneda. Eso
nos va a permitir tener un sistema sólido y estable”. Y eso, sorprendentemente, funcionó hasta el
2010 cuando los Estados Unidos rompieron el acuerdo y, básicamente, declararon la Tercera Guerra
de Divisas. El presidente Obama lo hizo en su discurso de enero de 2010.

Aquí es donde nos encontramos, y eso no me sorprende.

Muchos periodistas ven al yen debilitado y dicen “oh no, estamos en medio de una guerra de
monedas”. Yo digo, “claro que sí, estamos en una desde hace al menos cuatro años”.

En 2011, por ejemplo, vimos el dólar debilitarse y el precio del oro subir hasta un récord histórico de
casi US$ 1.900 la onza. Ahora, el dólar se fortaleció y el oro bajó con fuerza.

Esto es lo que tiene que saber para entender las idas y vueltas que se darán.

La clave para entender la Guerra de Monedas: los pares cruzados


Todo es un par cruzado.

Existe un par dólar / euro. Otro dólar / yen. Uno dólar / yuan. Y así sucesivamente…

Son algo muy dinámico, porque como le dije, el dólar puede estar subiendo contra el euro, pero al
mismo tiempo bajando contra el yuan chino.

Los inversores pueden sacar provecho de esa dinámica si es que la entienden.

Cualesquiera que sean, dos monedas son parte de un juego suma cero. Esto es algo que confunde a
los inversores. Algunos dicen, “oh, el euro caerá y por eso debemos evitarlo”.

Eso puede ser o no ser verdad. Lo que los inversores no advierten es que la Reserva Federal quiere
que el dólar baje también. Pero no pueden bajar el dólar y el euro los dos al mismo tiempo. No
funciona así.

Una vez que entienda que los pares cruzados son un juego de suma cero, entonces podrá
interpretarlos y sacar provecho.

Yo pienso al oro como dinero también y, por lo tanto, podemos incorporarlo a los pares cruzados.

La diferencia en saber cuándo estamos ante una Guerra de Divisas y cuando no es la estabilidad. No
digo que tengamos tipos de cambios fijos, sino flexibles. Pero los bancos centrales del mundo
acuerdan en mantener a los mismos dentro de un rango de estabilidad y normalidad.

Cuando esos rangos no son respetados, estalla la Guerra de Divisas.

Cualquier cosa puede ocurrir. Es impredecible. Y nosotros observamos muy de cerca esas dinámicas
para llevarle las mejores oportunidades de inversión.

Utilizamos modelos únicos y no convencionales para anticiparnos a esos movimientos de los pares
cruzados.
Pero antes de comenzar es importante que entienda cómo funciona la dinámica de los pares
cruzados.

Para ello, lo dejo en manos de nuestra analista estrella, Dan Amoss.

Gracias por leer.

Jim Rickards,

Editor de Guerra de Divisas de Inversor Global

Antes de comenzar con Guerra de Divisas, lea esto

Por Dan Amoss

En nuestras dos comunicaciones semanales, tanto Jim como yo, le estaremos recomendando
comprar opciones de compra (call) para hacer más rápidas y grandes las ganancias que surjan de las
estimaciones de nuestros modelos.

Pero antes que nada, es importante saber qué son las opciones.

Es cierto que las opciones financieras permiten un apalancamiento mayor que comprar acciones
directamente, aunque también son más volátiles. Y si bien es cierto que tienen un gran potencial
alcista, también se puede perder todo el dinero invertido.

Pero el apropiado uso de estos instrumentos hacen que las opciones sean seguras y un camino para
potenciar las ganancias del mercado.
En este sentido, preste atención a las próximas líneas para saber cómo usar estos instrumentos
adecuadamente.

Todo lo que tiene que saber sobre las opciones

Una opción es un instrumento financiero que da derecho, pero no la obligación, de comprar o


vender un activo específico a un precio determinado hasta un período de tiempo dado.

Le aconsejo volver a leer nuevamente la frase anterior lentamente y en voz alta.

Es todo lo que necesita saber para entender cómo funcionan las opciones.

Todo instrumento financiero es algo que puede ser comprado o vendido. Una vez que compra una
opción puede ser vendida a otro inversor con pérdida o ganancia.

También, preste atención a que la opción le da un derecho, pero no la obligación. Esto es, que usted
debe decidir si ejerce o no ese derecho. Una opción le otorga a usted el derecho de comprar o
vender a activo subyacente, pero no las dos cosas.

Cuando uno compra una opción, usted debe elegir si espera beneficiarse con la suba o la baja del
activo subyacente.

Si espera que la acción suba, entonces compra lo que se llama call. Si espera que la acción baje,
entonces compra un put.

Cada contrato de opción permite tener derecho sobre 100 acciones de una determinada firma. A
diferencia de invertir en las acciones, las opciones limitan el riesgo. Puede perder sólo el monto
pagado por las opciones y las ganancias pueden llegar hasta el cielo.

La anatomía de una opción

Suponga que recomendamos comprar la opción CALL DXJ Mayo 2015 US$ 45,22 hasta US$ 5 por
contrato.
Esto debe leerse así:

DXJ: Activo Subyacente

Mayo 2015: La fecha de vencimiento

US$ 45,22: El strike

CALL: opción de Compra

Todas las opciones financieras tienen una fecha de vencimiento. Pasado el mismo, la opción queda
sin valor y el derecho de comprar o vender el activo ya no estará vigente.

También todas tienen un strike o precio de ejercicio. Es un precio fijo por la vida útil del contrato.

Por qué las opciones amplifican tus ganancias

Suponga que usted piensa que la acción ABC subirá fuertemente en los próximos meses. Hay dos
formas de beneficiarse: o comprando acciones o comprando una opción de compra (call).

Como le mencioné, en una opción el strike es el precio al cual uno puede ejercer su derecho. La
diferencia entre el strike y el precio de la acción en el mercado es lo que se conoce como valor
intrínseco.

Si la acción ABC vale US$ 25 y hay un call de strike US$ 19, entonces el valor intrínseco es US$ 6.
Este valor intrínseco sube o baja en cuanto el precio del activo subyacente

Ejercer la opción significa activar el derecho para comprar la acción al strike predeterminado. Si el
strike es mayor al precio de mercado, entonces no tiene sentido ejercer la opción. Uno, como
inversor, pude conseguir la acción buscada a un precio menor que el que me da la opción a través
de su strike.

En cambio, si el precio de la acción está por encima del strike me conviene ejercer la opción y uno
ganará la diferencia entre ambos, multiplicado por 100 veces (cada opción equivale a 100 acciones).
A medida que el precio del activo subyacente sube, el valor intrínseco de la opción de compra sube
más que proporcionalmente. Contrariamente, a medida que el precio del activo subyacente baja, el
valor intrínseco de la opción de venta sube más que proporcionalmente.

Por último, la volatilidad tiene una correlación positiva con el valor del call o put. Cuanto más alta,
más valor tiene la prima.

Habilitar la cuenta en el broker para operar opciones

Para habilitar lo que se denomina “Nivel 2” en la cuenta del broker para poder operar opciones
financieras, deben completarse dos o tres formularios adicionales.

Los formularios le preguntarán sobre su situación patrimonial, su nivel de conocimiento de las


opciones y su experiencia en el uso de las mismas.

Asegúrese de tildar los espacios que digan Comprar Calls / Puts. Una vez que envía estos
formularios al broker, la aprobación final llega dos o tres días después.

Los dos brokers que recomendamos para estas operaciones son:

 Ameritrade
 Charles Schwab

Un saludo,

Dan Amoss, CFA

Analista, Guerra de Divisas

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