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Tratamiento y complicaciones del
síndrome del intestino corto:
revisión actualizada
Robert E. Carroll
Enrico Benede i
Ivo Tzvetanov
Alan L. Buchman
Toda gran obra es el fruto de la paciencia y de la perseverancia, combinadas con la concentración tenaz
durante meses, y aun años, hacia un objeto particular.
Santiago Ramón y Cajal
Resumen
El síndrome del intestino corto (SIC) se define como la pérdida de masa intestinal debida a resección quirúrgica, defectos
congénitos o una enfermedad. La insuficiencia intestinal comprende el subgrupo de casos de SIC en los que no pueden
cubrirse las necesidades nutricionales con suplementos entéricos y es necesaria la nutrición parenteral (NP). El tratamiento
parenteral del SIC tiene medio siglo de vida. Recientemente, el tratamiento farmacológico (análogos de péptidos similares
al glucagón 1 y 2) ha empezado a tener un impacto significativo en el cuidado y el manejo final de estos pacientes, y
actualmente la posibilidad de reducir las necesidades de NP en pacientes que antes dependían de ella es real. Además, la
cirugía ha avanzado para mejorar o diagnosticar el intestino acortado, estenosado o fistuloso, y devolver al paciente a una
dieta entérica. En los últimos años se han ampliado el conocimiento y las posibilidades terapéuticas de la insuficiencia
intestinal. Esta revisión se centra en los avances más recientes con el objetivo de que el lector actualice sus conocimientos
sobre el cuidado y la alimentación del paciente con SIC.
Palabras clave
síndrome del intestino corto
insuficiencia intestinal
nutrición parenteral
Perspectiva global
El síndrome del intestino corto (SIC) se define como la pérdida de enterocitos o de masa intestinal causada por
resección quirúrgica, defectos congénitos o cualquier enfermedad que pueda causar un defecto de la función
intestinal. La insuficiencia intestinal comprende el subgrupo de casos de SIC en los que no pueden cubrirse las
necesidades nutricionales con suplementos entéricos y es necesaria la nutrición parenteral (NP)1.
El tratamiento parenteral del SIC tiene ahora casi medio siglo de antigüedad desde el informe inicial de
Dudrick et al., en el que demostraron la supervivencia a largo plazo y la curva de crecimiento normal en
cachorros criados completamente con NP2. La administración de NP en los pacientes con SIC ha evolucionado
desde la infusión diseñada por el médico y preparada en el hospital de forma diaria hasta las formulaciones
estándar comerciales disponibles tanto en las farmacias hospitalarias como en las ambulatorias. Actualmente,
estas formulaciones se pueden administrar en el propio hogar bajo una mínima supervisión del profesional de
enfermería, y es el paciente quien asume el papel principal en el manejo diario. Como contrapunto, la función
del médico ha sido relegada y lamentablemente se encuentra poco familiarizado con esta entidad.
Sigue siendo fundamental que los gastroenterólogos encargados de estos enfermos sean muy conscientes de
los importantes procesos fisiológicos y fisiopatológicos propios de la NP en los pacientes con insuficiencia
intestinal. Aunque gran parte de la atención se ofrece fuera del hospital y principalmente en el hogar, es crucial
que no descartemos este cuidado como un servicio auxiliar. Además, el tratamiento farmacológico más reciente
ha comenzado a tener un impacto significativo en el cuidado y el manejo nutricional último de estos pacientes,
de forma que la posibilidad de reducir las necesidades de NP en pacientes que antes dependían de ella es ahora
real en muchos casos. El concepto de la atención domiciliaria del paciente con NP ha evolucionado en las
últimas décadas. Se recomienda al lector que consulte las exhaustivas revisiones publicadas entre 20033 y 20064,5
para obtener más información sobre este proceso. Esta revisión se centra en los avances de los últimos 10 años
con el objetivo de que el lector actualice sus conocimientos sobre el cuidado y la alimentación del paciente con
SIC.
Definición operativa y marcadores pronósticos en el paciente
con síndrome del intestino corto
Se ha estimado que la longitud anatómica normal del intestino delgado oscila entre 300 y 850 cm1.
Recientemente se ha observado que las medidas obtenidas mediante enterografía con RM, técnica no invasiva,
son tan precisas como las medidas quirúrgicas obtenidas durante una intervención quirúrgica6. La longitud
absoluta necesaria para la definición de SIC no es exacta, pero las estimaciones indican que, en general, se
produce SIC cuando la longitud de intestino funcional es inferior a 200 cm1. De estos pacientes, un subgrupo
presentará insuficiencia intestinal, es decir, pérdida de autonomía nutricional y necesidad de NP. Esto ocurre
cuando el yeyuno es inferior a 35 cm con anastomosis yeyunoileal, a 60 cm con anastomosis yeyunocólica y a
150 cm con yeyunostomías terminales7. Sin embargo, la longitud mínima de intestino necesaria para mantener la
autonomía nutricional es variable y, de hecho, hay lactantes con tan solo 10 cm de intestino delgado remanente
que se han desarrollado sin NP8.
Respecto a los marcadores pronósticos, destaca la citrulina, un aminoácido no esencial no proteico sintetizado
por los enterocitos. Su concentración plasmática en pacientes sometidos a resección intestinal es una medida
exacta de la cantidad de enterocitos y predice la necesidad posterior de NP9,10. Se ha descrito hiperamoniemia y
encefalopatía en pacientes con SIC, y concentraciones séricas bajas de citrulina y, posiblemente, de arginina11.
La adaptación intestinal es el proceso mediante el cual el intestino aumenta ligeramente su longitud y, de
manera más significativa, su diámetro, dando lugar a un aumento de la superficie de absorción. Se produce
después de una resección extensa del intestino delgado12 y en pacientes con derivación yeyunoileal13. Es
probable que este proceso tarde unos 6 meses en estar casi completo, pero puede continuar durante más de 4
años, aunque existen pocos datos en seres humanos. Recientemente, se ha identificado el papel de las hormonas
intestinales como mediadores clave en este proceso, en particular el péptido similar al glucagón 2 (GLP‑2),
secretado por las células enteroendocrinas L en el íleon14. Los estudios indican que la NP puede llegar a retirarse
en aproximadamente el 50% de los pacientes con intestino corto a los 6 meses, y en aproximadamente el 95% a
los 2 años15.
Epidemiología y mortalidad del paciente con síndrome del
intestino corto
La falta de acuerdo sobre la definición del SIC hace difícil obtener las cifras de incidencia o prevalencia. Se suele
estimar indirectamente la frecuencia a través del número de personas que reciben NP total (NPT) domiciliaria a
causa de este síndrome. Se ha informado que el SIC afecta aproximadamente a tres de cada millón de personas
en EE. UU. y las estimaciones para Europa son similares16. Los últimos datos farmacéuticos sobre la prevalencia
indican que puede haber hasta 10.000‑15.000 pacientes con SIC en Europa, y un número parecido en EE. UU.17,
que reciben NP de forma continua durante más de 90 días. Por supuesto, existen otros pacientes con SIC que no
requieren NP, si bien pueden necesitar líquidos y electrólitos, o que se mantienen de forma segura sin NP o con
NP de forma intermitente.
Las causas de SIC varían según la población geográfica. En un estudio publicado en 2003 se observó que, en
EE. UU., los tumores gastrointestinales, la enfermedad de Crohn y la isquemia mesentérica fueron los tres
diagnósticos más frecuentes entre los pacientes con insuficiencia intestinal que necesitaron NP domiciliaria18.
Otros estudios informaron que en el Reino Unido fueron la enfermedad de Crohn, el infarto mesentérico, la
seudoobstrucción y la enteritis por radiación19. La etiología también difiere en los niños, como se resume en el
cuadro 7‑1.
C u a d r o 7 1 C a u s a s d e s í n d r o m e d e l i n t e s t i n o c o r t o y d e i n s u fi c i e n c i a
intestinal
En adultos
• Accidentes vasculares muy graves
• Embolia de la arteria mesentérica superior
• Trombosis de la arteria mesentérica superior
• Seudoobstrucción intestinal crónica*
• Resección intestinal por un tumor
• Vólvulos del intestino medio
• Resecciones intestinales múltiples debido a enfermedad de Crohn
• Enteritis por radiación*
• Esprúe resistente
• Escleroderma y enfermedad del tejido conjuntivo mixto*
• Traumatismo
En niños
• Atrofia congénita de las vellosidades*
• Aganglionosis extensa*
• Gastrosquisis
• Atresia yeyunal o ileal
• Enfermedad de inclusión de microvellosidades
• Enterocolitis necrosante
*
El síndrome del intestino corto funcional también puede producirse en trastornos asociados a malabsorción grave, en los que
la longitud del intestino suele estar intacta.
Según una revisión reciente, en el SIC no maligno20, la supervivencia a los 2 y a los 5 años es del 86 y del 75%,
respectivamente, pero se citaban principalmente informes antiguos15. El último estudio epidemiológico
realizado sobre la supervivencia en pacientes con NP es del año 2004 y procede de Italia, con unos resultados
del 88% a los 3 años y del 78% a los 5 años21. En el Reino Unido las estadísticas fueron similares, con una
supervivencia del 86 (1 año), el 77 (3 años) y el 73% (5 años)19.
Sería necesario un esfuerzo conjunto a nivel internacional para realizar nuevos estudios epidemiológicos y
estimar la verdadera prevalencia, incidencia y morbimortalidad de esta enfermedad.
La supervivencia en los pacientes con SIC está muy ligada a la edad superior a 55 años (mortalidad alrededor
de tres veces mayor), y al diagnóstico de una patología subyacente de neoplasia activa (×23), enteritis por
radiación (×4) y esclerosis sistémica (×6)19. En diferentes estudios se ha demostrado que una longitud del
intestino delgado inferior a 50 cm se asocia negativamente a la supervivencia15, mientras que el desarrollo de
septicemia o trombosis del catéter o de colestasis intrahepática no se relacionó con la mortalidad19.
Composición calórica de la nutrición parenteral y suplementos
de macronutrientes
Con la composición tradicional de la NP se pretendía administrar 25‑35 kcal/kg/día, con un contenido de
proteínas de 1,5 g/kg y calorías no proteínicas compuestas por un 70% de glucosa y un 30% de lípidos. Sin
embargo, los últimos estudios indican que las infusiones hipocalóricas de 11‑14 kcal/kg/día e hipoproteínicas de
0,625 g/kg reducen la hiperglucemia y la infección en pacientes postoperados y septicémicos22, y que, en este
sentido, pueden ser beneficiosas. Los pacientes obesos que requieren hospitalización pueden beneficiarse de las
dietas hipocalóricas con las proteínas adecuadas o incluso ricas en proteínas, pero las directrices y
recomendaciones aún no están claras23.
Tratamiento dietético
El aspecto más importante del tratamiento dietético en el paciente con SIC es estimular la hiperfagia, o un
ingesta oral 1,5‑2 veces superior a la de antes de que se desarrollara el SIC24, pues la malabsorción relativa puede
superarse hasta cierto punto aumentando la ingesta. Debe animarse a los pacientes a comer y beber a lo largo de
todo el día, y a no limitarse a tres comidas diarias. Esto también debe aplicarse a los pacientes con SIC
hospitalizados. Los únicos pacientes con SIC en los que puede ser necesario disminuir la ingesta oral,
especialmente de líquidos, son los que tienen yeyunostomías proximales (el SIC más difícil de tratar). Estos
pacientes pueden ser «secretores» netos y, a medida que aumenta la ingesta entérica, aumentan incluso más las
pérdidas fecales y de líquidos25. Existen numerosas y complejas formulaciones para nutricional enteral, pero la
mayoría de los pacientes con SIC pueden ser alimentados/suplementados con la formulación polimérica
estándar (Medicare Clase I) por vía oral o con productos calóricos bajos en sodio (Medicare Clase II) a través de
dispositivos de alimentación colocados médicamente. Los estomas de alto rendimiento son únicos en el sentido
de que puede ser útil administrar una preparación dietética elemental (Medicare Clase III). Las formulaciones
especiales para estados patológicos específicos (Medicare Clases IV‑VI) solo deben usarse de forma
individualizada. En la tabla 7‑1 se resumen las necesidades de proteínas, grasas e hidratos de carbono de los
pacientes con SIC con el colon intacto y sin colon.
Tabla 71
Necesidades de macronutrientes en los pacientes con síndrome del intestino corto
Colon presente Colon ausente
Hidratos de carbono
Hidratos de carbono complejos/almidón: 30‑35 kcal/kg/día Tipos variables: 30‑35 kcal/kg/día
Fibra soluble: pequeñas cantidades Fibra soluble: pequeñas cantidades
Grasas
TCM/TCL: 20‑30% de la ingestión calórica TCL: 20‑30% de la ingestión calórica
Proteínas
Proteína intacta: 1‑1,5 g/kg/día Proteína intacta: 1‑1,5 g/kg/día
TCL, triglicéridos de cadena larga; TCM, triglicéridos de cadena media.
Digestión y absorción en el paciente con síndrome del intestino
corto
Absorción de proteínas
La absorción de macronutrientes tiene lugar principalmente dentro de los primeros 100 cm del intestino
delgado26, aunque la absorción no depende solo de la cantidad de superficie de absorción sana, sino también de
la duración del tránsito intestinal y del contacto con los nutrientes. Los macronutrientes cuya absorción está
menos afectada en los pacientes con SIC son las proteínas. Ello se debe en parte a que las proteínas se absorben
principalmente en una región ligeramente más proximal del intestino delgado que otros macronutrientes27. La
digestión de las proteínas comienza en el estómago y el duodeno. La pepsina y las proteasas pancreáticas, como
la tripsina y la quimotripsina, digieren las proteínas hasta di‑ y tripéptidos simples, así como a aminoácidos
individuales. Estos se absorben en el intestino delgado a través de transportadores de aminoácidos específicos,
así como por el transportador de péptidos dependiente de protones (PepT1)28 del borde en cepillo, y son
regulados por la leptina29 (fig. 7‑1). La distribución extensa del transportador PepT1 hace que los suplementos
de proteínas sean los menos limitados por la longitud intestinal. En los estudios previos con soluciones orales de
péptidos se obtuvieron resultados variables en cuanto al aumento de la absorción de nitrógeno, y en el mejor
solo se produjo un aumento modesto30,31. Aunque en los pacientes con SIC debe fomentarse la ingesta oral de
proteínas porque también pueden ser una fuente de energía, no es el pilar fundamental del tratamiento.
FIGURA 71 Ilustración que muestra el tubo digestivo dividido en compartimentos: orofaringe
(rojo), estómago (verde), páncreas (azul), hígado/vesícula biliar (amarillo), intestino delgado
(naranja) y colon (morado). Las enzimas secretadas en cada compartimento o la fermentación
microbiana se indican en los mismos colores. Los sustratos digeridos (negro), con su
transportador adecuado (blanco), se enumeran en el compartimento donde tiene lugar la
absorción.
La glutamina, como combustible específico para los enterocitos del intestino delgado, sigue siendo un
concepto nutricional muy popular. Los primeros estudios en pacientes quirúrgicos críticos indicaron un
beneficio en la retirada de NP, ya fuera utilizando glutamina sola32 o combinada con la hormona del crecimiento
(GH)33. Sin embargo, en una revisión Cochrane reciente se evaluaron los estudios publicados y se llegó a la
conclusión de que los efectos de la GH y/o el tratamiento con glutamina eran «transitorios y de corta duración»
y de que, en general, los datos eran «inconcluyentes con respecto a la eficacia de este tratamiento»34. Una
observación importante a partir de modelos animales indica que los supresores de la señalización de citocinas 2
(SOCS‑2, suppressors of cytokine signaling‑2), un mediador posreceptor de la señalización de GH, pueden inhibir
la proliferación de las células de las criptas intestinales en respuesta a la GH o el factor de crecimiento insulínico
tipo 1 inducido por GH, atenuando así su efecto proliferativo en las criptas intestinales con el tiempo35. La
bibliografía actual no apoya la utilidad de este suplemento de aminoácidos ni de los suplementos de GH.
Absorción de lípidos y función de los ácidos biliares
La absorción de lípidos en el intestino se produce tras un proceso de emulsificación por la bilis en concierto con
la digestión de los triglicéridos por la lipasa y la colipasa secretadas principalmente desde el páncreas, con
componentes menores desde zonas del estómago y de la lengua (v. fig. 7‑1). Los mono‑ y diglicéridos se
absorben por difusión selectiva de las micelas en los enterocitos del yeyuno y el íleon36 y se empaquetan en
quilomicrones que después se transportan en el sistema linfático para su procesamiento y reempaquetamiento
en el hígado.
La pérdida del íleon y sus transportadores de ácidos biliares dependientes del sodio apicales (ASBT, apical
sodium dependent bile acid transporters), y la consiguiente pérdida de la recirculación enterohepática de los ácidos
biliares en el hígado a través de un transportador sincronizado, el polipéptido cotransportador sodio (Na)‑
taurocolato (NTCP, Na‑taurocholate co‑tranporting polypeptide), revisado en el trabajo de Alrefai et al.37, es un
factor principal que contribuye a la diarrea en los pacientes con SIC. Esto puede producir esteatorrea debido a
malabsorción de grasa en la resección extensa, o simplemente diarrea secretora por sales biliares (diarrea
colerética) en los pacientes con SIC con el colon intacto.
En pacientes con resección ileal extensa (> 100 cm) y una excreción de grasa fecal de 24 h elevada > 9 g/día38, se
han probado los suplementos de ácidos biliares a partir de bilis de buey o las sales biliares artificiales resistentes
a la modificación sintética (colisarcosina). Aunque la absorción de grasa mejoró modestamente, la diarrea
aumentó en la mayoría de los pacientes tratados. En un solo estudio en el que se compararon la bilis de buey y
la colisarcosina, las dos aumentaron la absorción de grasa significativamente y solo la primera aumentó en gran
medida la diarrea39; sin embargo, la colisarcosina no está disponible comercialmente, por lo que todavía no se ha
demostrado su función específica.
Por otra parte, los triglicéridos de cadena media (TCM) pueden absorberse directamente en la circulación
portal. Son útiles como fuente de energía en los pacientes con SIC, pero no aportan ácidos grasos esenciales. La
absorción se produce principalmente en el intestino delgado, pero también en el estómago y el colon40. Este
último sitio es importante en los pacientes con SIC, porque un colon intacto actúa como órgano digestivo
principal para estos nutrientes, mientras que en los pacientes que carecen de colon su efecto calórico se
compensa negativamente por la disminución de la absorción de hidratos de carbono, y la absorción de energía
total (medida mediante bomba calorimétrica) se mantiene sin cambios41. El uso de los TCM está limitado por su
falta relativa de palatabilidad, la dificultad cuando se usan para cocinar (punto de humeo bajo) y la posibilidad
de que se desarrolle carencia de ácidos grasos esenciales si no se proporcionan ácidos grasos de cadena larga
esenciales3.
Suplementos de hidratos de carbono (fibra y almidón)
Los hidratos de carbono, como los péptidos, se absorben fácilmente en todo el intestino delgado, aunque la
absorción se completa generalmente dentro de los 100 cm proximales en las personas sanas42. En primer lugar se
hidrolizan a monosacáridos, que son transportados a través de la membrana intestinal del borde en cepillo por
proteínas de transporte de monosacáridos específicas denominadas GLUT43, y también se absorben activamente
por el transportador ligado sodio‑glucosa 1 (SGLT1, sodium‑glucose linked transporter‑1). Este cotransportador
único, descrito por primera vez por R. K. Crane, transfiere Na y glucosa en la misma dirección contra un
gradiente de concentración44. Las evidencias crecientes indican que la expresión del transportador de glucosa
está regulada por los receptores del sabor «dulce» que se expresan en el intestino a través de la secreción de
incretinas por las células enteroendocrinas45 (v. fig. 7‑1).
Los oligo‑ y polisacáridos no digeridos por la amilasa son transportados al colon y metabolizados por
bacterias en condiciones anaerobias a ácidos grasos de cadena corta (AGCC) e hidrógeno, que pueden ser
absorbidos en el colon. Hay que destacar las dietas ricas en hidratos de carbono complejos en pacientes con SIC
con el colon intacto en continuidad con el intestino delgado, ya que el almidón y la fibra soluble, como la
pectina, se metabolizan y se absorben casi completamente en estos pacientes46. Otras fibras solubles, como la
avena, el salvado de avena, la pectina y la cebada, tampoco se digieren en su mayor parte en el intestino
delgado, sino que llegan al colon y son fermentadas por bacterias intestinales hasta AGCC e hidrógeno. Los
AGCC, como el butirato, el propionato y el acetato, son absorbidos por los colonocitos47,48 mediante
transportadores de monocarboxilato apicales y basolaterales (MCT 1‑6) (v. fig. 7‑1) y se utilizan como posibles
fuentes de energía49.
Micronutrientes: necesidades de vitaminas (v. tabla 71)
Las vitaminas hidrosolubles se absorben en el intestino proximal y las carencias son poco frecuentes en los
pacientes con SIC. Se ha observado carencia de tiamina en los pacientes con NP a largo plazo50 y, más
recientemente, en los pacientes con derivación gástrica en Y de Roux en una serie en la que el 49% de los 80
sujetos tenían una concentración de tiamina anormal asociada al aumento de la concentración de folato y a
anomalías en la prueba de hidrógeno espiratorio, lo que indica sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SBI). Por
otra parte, el tratamiento antibiótico seguido de la reposición de tiamina corrige este déficit, lo que implica que
el SBI es un mecanismo potencial51. También se ha descrito SBI en enfermos con SIC4, y tal vez la carencia de
tiamina y la encefalopatía de Wernicke aguda descritas en ambos grupos de pacientes tengan una etiología
común. Sin embargo, hay que mencionar que es más probable que un pico temprano del hidrógeno espiratorio
sea una señal del tránsito intestinal rápido que un indicador de SBI, por lo que estas pruebas no se recomiendan
en los pacientes con SIC, aunque hay informes sobre su utilidad procedentes de estudios pequeños52.
La vitamina B12 es necesaria (300 μg/mes) en todos los pacientes en los que se han extirpado más de 60 cm de
íleon, mientras que en los que se han extirpado menos de 20 cm no suele ser necesaria la restitución53. El
complejo B12‑factor intrínseco se absorbe específicamente en el íleon mediante un complejo receptor único de
dos proteínas, cubilina y amnionless. Este complejo proteínico, conocido como CUBAM, se expresa en el íleon
(v. fig. 7‑1) y el saco vitelino de la placenta54. Las carencias de folato, niacina, piridoxina, vitamina C y biotina
son infrecuentes, aunque si los pacientes no están recibiendo NP debe hacerse el seguimiento de los indicadores
analíticos de la carencia de vitaminas hidrosolubles.
Las carencias de vitaminas liposolubles son más frecuentes. La ceguera nocturna se ha descrito en pacientes
con SIC55 y la carencia de vitamina E se ha descrito con frecuencia en pacientes que han recibido NP
intermitente56, aunque por lo general no se observa en los que reciben suplementos vitamínicos en la NP todas
las noches. Pueden administrarse 10.000‑15.000 UI de vitamina A y 30 UI de vitamina E por vía oral al día según
sea necesario en los pacientes con carencias; pueden ser necesarias dosis mucho mayores dependiendo del
grado de malabsorción.
Los pacientes con SIC que reciben NP por la noche no necesitan suplementos vitamínicos orales, excepto de
vitamina D, que es más problemática porque no hay formulaciones intravenosas disponibles y la absorción en el
intestino con SIC es muy escasa. La prevalencia de osteoporosis, osteomalacia e incluso raquitismo aumenta en
el SIC (v. «Complicaciones del síndrome del intestino corto», más adelante) y es probable que la restitución
inadecuada de vitamina D tenga una participación principal en estos trastornos57. Se recomienda la restitución
con un mínimo de 1.600 unidades de dihidrotaquisterol (DHT) al día, con la observación reciente de que el
aumento de la exposición a la luz solar (el equivalente a 10 min de exposición de las manos y la cara sin
protector solar todos los días) puede ser beneficioso58. Algunos pacientes pueden necesitar dosis de hasta 50.000‑
100.000 unidades de DHT diarias. Debe hacerse el seguimiento de la concentración sérica de 1,25‑
dihidroxivitamina D3, un buen indicador del estado de la vitamina D.
La vitamina K se incluye ahora en los preparados multivitamínicos intravenosos. Cabe señalar que se ha
producido escasez temporal, aunque prolongada, de preparados multivitamínicos, aunque en el momento de
redactar este documento se ha resuelto.
Micronutrientes: necesidades de oligoelementos (tabla 72)
Se cree que la carencia de cinc (Zn) es frecuente en los pacientes con SIC59 debido a las pérdidas diarreicas, y
requiere la restitución con 3‑4 mg/día. Cuando la diarrea es más intensa debido a fístulas y pérdida de alto
rendimiento por el estoma de alto rendimiento, las pérdidas fecales de Zn son más altas y puede ser necesario
administrar hasta 12 mg de Zn/l de líquido intestinal perdido. No hay medidas adecuadas para el estado del Zn,
aunque las concentraciones séricas pueden ser una guía útil, pero no definitiva, para el tratamiento.
Tabla 72
Necesidades de vitaminas y minerales* en los pacientes con síndrome del intestino corto
Micronutriente Necesidades
Vitamina A 10.000‑50.000 unidades/día
Vitamina B12 1.000 μg/mes s.c. en los pacientes con resección o enfermedad ileal terminal
Vitamina C 200 mg/día
Vitamina D 50.000 unidades de 1,25(OH)2D3 de dos veces a la semana a dos veces al día
Vitamina E 30 UI/día
Vitamina K 10 mg/semana
Calcio 1.000‑1.500 mg/día
Magnesio Véase el texto
Hierro Según sea necesario
Selenio 60‑150 μg/día
Cinc 220‑440 mg/día (en forma de sulfato o gluconato)
Bicarbonato Según sea necesario
Nota: Solo se ofrecen unas directrices aproximadas. Debe hacerse un seguimiento periódico de los suplementos de vitaminas y
minerales, y adaptarlos a cada paciente de forma individual, ya que la absorción relativa y las necesidades pueden variar. Los
suplementos pueden administrarse por vía oral a no ser que esté indicada otra cosa.
*
Debe tenerse cuidado en pacientes con hepatopatía colestásica debido al riesgo de toxicidad hepática.
La carencia de selenio (Se) es poco frecuente, pero puede producirse en el contexto de una diarrea
significativa, especialmente si se omite en la formulación de la NP60.
Puede producirse carencia de cobre (Cu) si no se administra por vía parenteral, aunque hay que prestar
atención para evitar la toxicidad. El Cu debe restringirse en los casos de obstrucción biliar o hepatopatía
importante. En un estudio único se observó una concentración hepática elevada de Cu en la mayoría de los
pacientes con NP a largo plazo en los que se realizó una biopsia hepática, y el 30% de los pacientes tenían una
concentración de Cu similar a la observada en la enfermedad de Wilson61.
En informes de casos aislados se han señalado carencias de cromo (Cr) y manganeso (Mn), pero nuestros
autores afirman que no se han identificado claramente estos estados de carencia en pacientes con SIC. Con
frecuencia, las concentraciones séricas son muy superiores a las normales y generalmente no se necesitan
suplementos62. Hoy en día existe más interés por la toxicidad de los metales (Cu, Mn) que por su carencia, dadas
las formulaciones de oligoelementos actuales. La intoxicación por Mn y Cu se observa cada vez más debido a la
colestasis intrahepática y la bioconcentración de estos metales pesados transportados en la bilis63. La
intoxicación por Mn se describió en una serie de pacientes australianos con SIC, en algunos de los cuales se
asoció a síntomas tipo Parkinson relacionados con depósitos de Mn en los ganglios basales64. La colestasis
hepática puede aumentar el riesgo de esta toxicidad.
La nefrotoxicidad inducida por el Cr es un problema distinto en los pacientes con NP65. La American Society
for Parenteral and Enteral Nutrition (ASPEN) ha hecho pública recientemente su preocupación por la toxicidad
de las formulaciones de micronutrientes parenterales actuales y ha pedido a la Food and Drug Administration
(FDA) un cambio obligatorio en la fabricación y la formulación de estos productos60.
Diarrea y equilibrio electrolítico
La diarrea es un síntoma definitorio y uno de los principales impedimentos para la calidad de vida en los
pacientes con SIC. En 1974, Yalow et al. informaron de la hiperacidez y la hipergastrinemia que se producen
inicialmente después de una resección intestinal mayor66. Utilizando una nueva técnica de radioinmunoanálisis
(trabajo por el que obtuvieron un Premio Nobel), demostraron que la hormona intestinal gastrina «grande»
estaba notablemente elevada y postularon correctamente la pérdida de un inhibidor en el intestino delgado
distal como un posible mecanismo etiológico66. El control de la secreción ácida gástrica administrando
inhibidores de la bomba de protones (IBP) y bloqueantes de histamina (H2) por vía intravenosa u oral en dosis
altas (teniendo en cuenta la malabsorción de fármacos) es importante en los pacientes con SIC durante los
primeros 6 meses después de la intervención quirúrgica, pero solo tiene efectos modestos sobre la pérdida de
líquidos.
Los opiáceos son la base del tratamiento para el control de la diarrea (tabla 7‑3). Puede ser necesario
administrar 4‑16 mg/día de loperamida (o incluso el doble de estas dosis) para controlar la diarrea. Suele
utilizarse simultáneamente difenoxilato en dosis similares. Hay que recordar la presencia de malabsorción de
fármacos además de la malabsorción de nutrientes. La pérdida de la circulación enterohepática de este fármaco
en el SIC también puede ser responsable de la refractariedad de estos pacientes5. Puede añadirse codeína, 15‑
60 mg tres o cuatro veces al día para el control de la diarrea si no es demasiado sedante o causa náuseas. Por
último, la tintura de opio es más potente, la dosis puede titularse en gotas y puede ser mejor tolerada por
algunos pacientes en los que la codeína produce náuseas. Desafortunadamente, la tintura de opio es cara y
puede ser difícil conseguirla en las farmacias estadounidenses. La clonidina transdérmica es un nuevo
tratamiento para el control de la diarrea en pacientes con SIC que tienen el colon intacto en continuidad con el
intestino delgado residual, porque mejora la absorción de cloruro67. Aunque actúa en diferentes receptores
intestinales (receptor adrenérgico α2) que los opiáceos, también produjo una disminución significativa de las
pérdidas de líquidos en este estudio pequeño pero con un diseño riguroso.
Tabla 73
Fármacos utilizados para reducir el tránsito intestinal y el volumen diarreico
Fármaco Posología
Loperamida a
4‑6 mg cuatro veces al día
Difenoxilato‑atropina a
2,5‑5 mg cuatro veces al día
Fosfato de codeínaa 15‑60 mg de dos a cuatro veces al día
Tintura de opio 0,6 ml (2,5 mg) de dos a cuatro veces al día
Ranitidinab 300 mg dos veces al día
Omeprazol c
40 mg dos veces al día
Octreótido 50‑100 μg dos veces al día s.c.
Clonidina Parche transcutáneo de 0,3 mg una vez a la semana
a
Los fármacos antidiarreicos loperamida, difenoxilatoatropina y fosfato de codeína se administran 1 h antes de las comidas y antes de
acostarse. Las dosis pueden aumentarse con respecto a las recomendadas debido a la absorción incompleta en los pacientes con
síndrome del intestino corto.
b
Otras alternativas son la cimetidina, la famotidina y la nizatidina.
c
Otras alternativas son el esomeprazol, el lansoprazol, el rabeprazol y el pantoprazol.
s.c., por vía subcutánea.
El octreótido, o somatostatina de liberación prolongada, se ha utilizado para controlar la diarrea en tumores
neuroendocrinos y la FDA lo aprobó para el tratamiento de la diarrea en el síndrome carcinoide y en el
carcinoma medular de la glándula tiroidea. En un estudio inicial abierto del SIC se observó una disminución de
la duración del tránsito intestinal, pero sin disminución del peso o el volumen de las heces, ni de su contenido
de grasa68. En un estudio posterior se comparó el beneficio en 10 pacientes con NP con continuidad del colon
(n = 6) y con estoma de alto rendimiento (n = 4), y se observó que el octreótido de liberación prolongada (20 mg
i.m.) redujo significativamente la diarrea y la necesidad de NP en el primer grupo pero no en el segundo69. El
tratamiento con octreótido parece útil para un subconjunto de pacientes con diarrea y/o hipoglucemia causadas
por el síndrome de vaciado rápido (dumping) porque probablemente disminuye la secreción de incretinas (GLP‑
1 y GIP) y corrige hormonalmente este trastorno del intestino anterior70. Sin embargo, se ha observado que el
uso de octreótido a largo plazo puede aumentar el riesgo de enfermedad biliar en este grupo de pacientes que
ya tienen predisposición71 y puede disminuir la adaptación intestinal tras la resección72. Por lo tanto, su uso debe
limitarse a pacientes que tienen diarrea de alto volumen resistente a los tratamientos más convencionales.
La solución de rehidratación oral (SRO), una solución equilibrada de sal y glucosa utilizada en los brotes de
diarrea en los países en vías de desarrollo, es un tratamiento eficaz y barato para mantener hidratados a los
pacientes con SIC. Ha salvado la vida de millones de niños desde los informes iniciales y ha sido descrito por los
editores de The Lancet como «posiblemente el mayor avance médico del siglo xx». Las SRO contienen altas
concentraciones de sodio (para imitar la concentración del quimo intestinal) y glucosa. Utilizan el SGLT1
clonado en 198973. Este cotransportador (transporte paralelo) utiliza el acoplamiento del flujo del transporte de
Na asociado a glucosa no cargada en un proceso activo que requiere energía. A través del mecanismo de
arrastre de disolvente, el agua entra en el enterocito74. Puede ser contraproducente administrar agua pura, libre
de sodio, a los pacientes con SIC, ya que puede causar pérdida real de agua en la luz intestinal porque el
organismo busca la homeostasis y el equilibrio entre las concentraciones de sodio en el plasma y en la luz
intestinal.
Los pacientes con SIC con continuidad del colon y un aumento concomitante de la capacidad para la
absorción de agua y Na en el colon también pueden beneficiarse del tratamiento con SRO3. Sin embargo, en la
práctica actual se suelen administrar líquidos intravenosos (solución salina normal o lactato de Ringer) a los
pacientes con SIC y NP con pérdidas excesivas de líquidos, y las SRO se utilizan menos debido a la falta de
palatabilidad de la solución rica en sal. Los últimos estudios en niños en edad escolar indican que las
preparaciones de SRO con sacaralosa como edulcorante artificial son más agradables y aumentan la voluntad de
ingerir cantidades adecuadas de líquidos para recuperarse de la hipovolemia75. Las pérdidas de electrólitos y
minerales en la diarrea se resumen en la tabla 7‑4.
Tabla 74
Pérdidas diarias fecales o por el estoma de electrólitos, minerales y oligoelementos en el síndrome del
intestino corto gravea
Componente Cantidad perdidab
Sodioc 90‑100 mEq/l
Potasio c
10‑20 mEq/l
Calcio 772 (591‑950) mg/día
Magnesio 328 (263‑419) mg/día
Hierro 11 (7‑15) mg/día
Cinc 12 (10‑14) mg/día
Cobre 1,5 (0,5‑2,3) mg/día
a
Consulte el texto para obtener más información.
b
Los valores para los minerales y los oligoelementos son las pérdidas medias en 24 h, con el rango entre paréntesis.
c
Para el sodio y el potasio se administra la concentración media por litro de líquido del estoma.
La absorción de magnesio (Mg) aumenta en el intestino delgado distal por el transporte pasivo entre los
enterocitos. La pérdida de Mg es relativamente frecuente en los pacientes con SIC, incluso en los que tienen
déficits nutricionales o de absorción mínimos (v. tabla 7‑4). El Mg es principalmente un catión intracelular, por
lo que es posible que la concentración sérica no refleje con exactitud la cantidad almacenada en el organismo. El
hemograma completo y las muestras de orina de 24 h son el mejor método para determinar la deficiencia de Mg
en ausencia de una concentración sérica baja76.
La restitución oral de Mg es difícil porque la mayoría de los suplementos tienen un efecto catártico3. Las
pérdidas de calcio siguen a las pérdidas de Mg porque la depleción de este último reduce la liberación de
hormona paratiroidea, por lo que se produce hipocalcemia debido a la disminución de la absorción de calcio en
el intestino y el riñón77. Una complicación infrecuente de la pérdida de Mg es la precipitación de cristales de
pirofosfato y la inflamación articular. La seudogota es relativamente frecuente cuando se pierde Mg en los
túbulos renales, como ocurre en los síndromes de Gitelman y de Bar er, pero recientemente se ha observado en
varios pacientes con SIC78. El tratamiento con IBP puede contribuir a las pérdidas de Mg en algunos pacientes
con SIC. En marzo de 2011, la FDA emitió una advertencia sobre la hipomagnesemia resistente en un
subconjunto de pacientes a los que se administraban IBP. Aunque alrededor del 90% del Mg se absorbe
mediante transporte pasivo, también existe un mecanismo de transporte activo. Los canales catiónicos del
receptor de potencial transitorio melastina (TRPM, transient receptor potential melastin) pueden ayudar a la
absorción de Mg, y su actividad aumenta en los pacientes con depleción de Mg. Las mutaciones o
polimorfismos en los canales TRPM pueden hacer que sean capaces de unirse a los IBP y dar lugar a análogos
no funcionales a su objetivo Na+‑H+‑ATPasa en el estómago79. Debe realizarse una prueba de interrupción de los
IBP en los pacientes con SIC con depleción de Mg, especialmente si la restitución es difícil.
Hormonoterapia
Agonistas de GLP2
En 1997, Daniel Drucker aisló, clonó y describió el GLP‑2. Cuando esta hormona peptídica se expresó de forma
transgénica en ratones, produjo hipertrofia del epitelio del intestino delgado, y cuando se purificó y se infundió
en ratas, se observó que las protegía de la atrofia intestinal inducida80. Más recientemente, se ha identificado el
receptor de GLP‑2, un receptor acoplado a la proteína G en las células enteroendocrinas del intestino distal, pero
no en las células de las criptas y/o las vellosidades, lo que indica que los efectos tróficos del GLP‑2 en estas
estructuras están mediados por otros factores del crecimiento, como el factor del crecimiento de queratinocitos o
el factor del crecimiento insulínico tipo 181.
Mediante una modificación farmacológica de un residuo crítico de alanina en el GLP‑2 se crearon una
hormona peptídica relativamente resistente a la degradación por la dipeptidil peptidasa 4 (DPP‑4) y un fármaco
hormonal con una duración de acción significativamente prolongada. Se ha demostrado que esta versión
modificada del GLP‑2, cuyo nombre genérico es teduglutida, aumenta la altura de las vellosidades y la
profundidad de las criptas en un 50% en los pacientes con SIC, mejora la absorción tanto de líquidos como de
macronutrientes (energía y nitrógeno)82 y, lo que es más importante, reduce la necesidad de NP a 1‑2 días a la
semana; incluso, un grupo más pequeño de pacientes que necesitaban cantidades relativamente modestas de NP
se hicieron totalmente independientes de ella17. En diciembre de 2012, la FDA aprobó la teduglutida s.c. en dosis
de 0,05 mg/kg/día. El fármaco se tolera bien y los efectos secundarios más frecuentes son cefalea, náuseas,
vómitos y dolor abdominal, que generalmente son transitorios o suelen responder a una disminución del 50%
de la dosis, sin una disminución aparente del beneficio terapéutico. Después de 1 mes de tratamiento puede
empezar a retirarse la NP, haciendo un seguimiento de la cantidad de orina emitida. Por ejemplo, se puede
reducir el volumen diario de la NP un 20% y pedir al paciente que recoja y registre el volumen de orina emitida
durante un período de 24 h. La producción de orina debe mantenerse al menos en 1.000 ml/24 h. Los volúmenes
muy superiores a este indican que podría reducirse aún más la NP con éxito.
Las pruebas realizadas en animales antes de la aprobación de la teduglutida revelaron un aumento del
número y el tamaño de los adenomas de colon, precursores potenciales del cáncer83. Por lo tanto, actualmente se
recomienda realizar una colonoscopia de referencia antes de administrar el fármaco y realizar seguimiento
repitiendo la prueba 1 año más tarde y después cada 5 años84. Hasta la fecha no se ha observado un aumento del
riesgo de tumores malignos gastrointestinales en los seres humanos. Es posible que este tratamiento también sea
beneficioso para los pacientes con trasplante de intestino delgado, aunque todavía no hay datos publicados. Se
están desarrollando formas del GLP‑2 de acción más prolongada análogas al octreótido de liberación
prolongada, y se están realizando estudios en fase II de uno de estos fármacos, la glepaglutida.
Agonistas de GLP1
El GLP‑1 también se produce en las células L del íleon, y las concentraciones de la hormona aumentan en
respuesta al aumento de la glucosa y los ácidos grasos en la luz intestinal. A continuación, se une al receptor de
GLP‑1 (un miembro del receptor transmembrana de siete dominios acoplado a la proteína G) que se expresa en
múltiples tejidos diana, como los islotes de células β del páncreas, el estómago y el músculo liso del intestino
delgado, así como en los centros reguladores de la saciedad en el hipotálamo85. La estimulación de la secreción
de insulina en las células β por la inhibición de los canales de KATP a través de los efectos dependientes de
AMPc/PKA es su actividad insulinotrópica fisiológica más destacada como incretina86. Sin embargo, también
contribuye en gran medida al fenómeno de «freno» ileal inhibiendo el vaciado gástrico y retrasando la motilidad
del intestino delgado. Estos efectos están mediados por la inhibición de la liberación de serotonina por las
células enterocromafines a través de rutas mediadas por AMPc/MAPK que, en última instancia, produce retraso
del tránsito intestinal proximal para facilitar la absorción de nutrientes87. La modificación farmacológica de este
péptido para evitar la digestión por la DPP‑4 ha alargado su semivida y puede utilizarse en la diabetes tipo 2
para aumentar la secreción de insulina, aunque otros creen que la inhibición del vaciado gástrico y la motilidad
puede ser responsable de la mayoría de sus efectos como incretina88.
Estos efectos sobre la motilidad han llamado la atención de los investigadores del SIC. Se está realizando un
estudio piloto de la exenatida, un agonista de GLP‑1 aislado originalmente a partir del veneno del monstruo de
Gila89, en cinco pacientes con SIC. La diarrea ha disminuido en todos los sujetos y se ha podido suspender la NP
en tres de ellos (60%)90. Se ha observado que los efectos del GLP‑1 aumentan cuando se combina con agonistas
de GLP‑2, de forma que el peso húmedo fecal y la absorción de energía aumentan y mejora el perfil de la
glucosa posprandial91. Recientemente, en un estudio piloto abierto se ha demostrado que un nuevo agonista de
GLP‑1, la liraglutida, reduce el volumen de la yeyunostomía y aumenta la absorción de energía92. Estos estudios
son prometedores, especialmente ahora que las formas de liberación prolongada de los agonistas de GLP‑1 que
se administran una vez a la semana están muy disponibles93.
Tratamiento quirúrgico
En el SIC la cirugía es una paradoja. Los cirujanos no familiarizados con estos enfermos son reacios a operar y
acortar aún más un intestino deteriorado, pero en realidad la mayoría de los pacientes derivados a un centro
especializado en el SIC se someten a algún tipo de cirugía intestinal para optimizar la absorción o tratar una
complicación, como la obstrucción o la fístula enterocutánea, en los primeros 3 meses tras la derivación94.
Reconstrucción autóloga
La reconstrucción reparadora o autóloga en el paciente con múltiples fístulas enterocutáneas, lo que se describe
con precisión como abdomen hostil, requiere mucho tiempo y es laboriosa, pero se utilizan principalmente
técnicas quirúrgicas estándar95. Cada vez se derivan y se describen más casos de pérdida intestinal catastrófica
en pacientes de cirugía bariátrica en los centros de rehabilitación intestinal96. Debido a la interrupción del asa de
Roux a través de una hernia interna o vólvulo, en estos pacientes se producen necrosis gastroyeyunal y rotura
intestinal que requieren el control inicial del deterioro intraabdominal y, si las estructuras del intestino anterior
se conservan adecuadamente, pueden tratarse después mediante reconstrucción quirúrgica de un estómago
nativo funcional reparando la gastroplastia truncada y «reorientando» el intestino derivado para restaurar la
pérdida de longitud intestinal, tal como expuso Ivo Tzvetanov en una comunicación personal.
Cirugía de alargamiento intestinal
Las técnicas de alargamiento del intestino se desarrollaron originalmente para los pacientes pediátricos con SIC
y dilatación intestinal, con el fin de reducir las necesidades de NPT y prevenir y/o mejorar las hepatopatías
inducidas por la NP (que se analizan más adelante). Se desarrollaron multitud de técnicas, que se resumen en el
trabajo de Frongia et al.97, pero solo dos han resistido la prueba del tiempo como tratamiento sin trasplante del
SIC: la intervención de Bianchi, o alargamiento y adaptación intestinal longitudinal (LILT, longitudinal intestinal
lengthening and tailoring), que se describió por primera vez en un modelo porcino en 198098 y en lactantes en
199799, y la enteroplastia transversal en serie (STEP, serial transverse enteroplasty), publicada por Kim et al. en
2003100.
La intervención de Bianchi es más antigua y se basa en el principio de dividir longitudinalmente el intestino
hipertrofiado (> 4 cm) y crear dos tubos más pequeños de intestino que se anastomosan de extremo a extremo97.
Generalmente, se realiza en niños de alrededor de 1 año de edad. En una revisión de esta intervención a los 20
años en 19 pacientes de una sola institución la supervivencia individual fue del 79%, pero más de la mitad (60%)
de los pacientes que sobrevivieron necesitaron posteriormente un trasplante de intestino delgado a causa de la
insuficiencia hepática progresiva. Los autores llegaron a la conclusión de que esta técnica podría ser un puente
eficaz para la supervivencia mientras se está en la lista de espera para un trasplante de intestino delgado101.
La técnica STEP, tal como la describió su creador, es más simple de realizar que la intervención de Bianchi, ya
que no requiere anastomosis intestinal y el intestino se alarga mediante la conversión de un flujo intestinal recto
en un flujo serpenteante para aumentar la longitud disponible para la absorción en la misma distancia97. Se ha
publicado una serie larga de un registro internacional con más de 100 casos. La supervivencia fue del 89%, y el
49% consiguieron la independencia entérica102. Una comparación de la bibliografía publicada señala una tasa de
supervivencia similar con la STEP y tasas ligeramente más altas de independencia entérica96. Ambas técnicas
también se han realizado con éxito en pacientes adultos, con una supervivencia del 90% y una capacidad para
recuperar la autonomía entérica del 60%103.
Trasplante de intestino delgado
El trasplante de intestino delgado es la cirugía más compleja utilizada para tratar la insuficiencia intestinal. Se
reserva para los pacientes que han desarrollado complicaciones por la NP potencialmente mortales (fig. 7‑2).
Lillehei publicó el primer trasplante de intestino delgado en 1967104. El número de trasplantes de intestino
delgado realizados ha aumentado progresivamente debido a las técnicas quirúrgicas normalizadas y los
protocolos de inmunodepresión. Según una revisión reciente, el número de trasplantes de intestino delgado se
ha triplicado en la última década105. Los importantes avances del tratamiento en los últimos 10 años, como el uso
del antagonista de TNF‑α para reducir la gravedad de los episodios de rechazo agudo106 y el uso de rituximab
en el tratamiento del trastorno linfoproliferativo postrasplante (TLPT)107, han hecho estas complicaciones
médicas más manejables. En los centros de gran volumen la supervivencia del injerto y de los pacientes supera
ya el 90%, y se espera que los datos más modestos publicados de la supervivencia a los 3 años (68%) y a los 5
años (59%) también mejoren (tabla 7‑5).
FIGURA 72 Algoritmo que resume la función y el momento de la rehabilitación intestinal, la
cirugía de alargamiento del intestino, el tratamiento farmacológico y el trasplante en el
tratamiento del paciente con insuficiencia intestinal y síndrome del intestino corto.
Tabla 75
Porcentaje de supervivencia de los pacientes y los injertos en los trasplantes realizados por síndrome del
intestino corto en EE. UU. desde enero de 1988 hasta el 30 de marzo de 2007
En 1989, Del et al. realizaron un trasplante de intestino delgado de donante vivo (TIDV) en Kiel, Alemania,
y el aloinjerto sobrevivió durante 4 años antes de que se desarrollara rechazo crónico108. Las indicaciones para el
TIDV son esencialmente las mismas que para el trasplante de intestino delgado (v. fig. 7‑2) y las ventajas son la
eliminación del tiempo de espera, un menor tiempo de isquemia fría y la óptima compatibilidad HLA109. Los
riesgos para los donantes son mínimos. Se realiza una angiografía con TC antes de la cirugía para evaluar la
anatomía vascular de las ramas de la arteria mesentérica superior. Generalmente, se pierden de 2,5 a 5 kg de
peso después de la cirugía y a veces se produce diarrea por sales biliares (colerética) que se controla fácilmente
con aglutinantes de sales biliares. Los gemelos idénticos representan una oportunidad única porque se evita la
inmunodepresión y la función del injerto depende principalmente del desempeño técnico de la intervención110.
El tratamiento del defecto abdominal en pacientes pediátricos menores de 5 años después del TIDV impide el
cierre primario, por lo que se hace un cierre con malla de Vycril® en el borde de la fascia y después se utilizan
injertos de piel autólogos para retrasar el cierre 6 semanas tras el trasplante111.
Complicaciones del síndrome del intestino corto
Infección del catéter
Las tasas de septicemia en los pacientes con NP varían mucho, desde 1,4/1.000 días de permanencia de catéter
en las series pediátricas112 hasta 0,35‑4,5/1.000 días de catéter en los adultos en las últimas series113. En una
evaluación europea reciente se observó que solo alrededor del 50% de los casos de septicemia relacionada con el
catéter cumplían los criterios de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) o la European Society of
Clinical Nutrition and Metabolism (ESPEN) para estas infecciones, y señaló que deben cumplirse los criterios de
consenso para que la infección sea significativa y comparable entre los centros de NP114.
En un estudio único realizado por Emory se observó una tasa de 11,5 septicemias/1.000 días de catéter y que
la mayoría de las infecciones (75%) se producían en hombres adultos en los primeros 6 meses de tratamiento115.
Las infecciones grampositivas fueron la causa más importante (46%), en particular por Staphylococcus coagulasa
negativos, S. aureus y Enterococcus. Las infecciones gramnegativas se hallan en segundo lugar, y Klebsiella
pneumoniae es la especie aislada más frecuente. La frecuencia de la fungemia por Candida albicans y Candida
parapsilosis está aumentando115. En consonancia con estas tasas de septicemia, se ha observado que las tasas de
osteomielitis vertebral están aumentando en los pacientes con SIC y NP116. A veces estos pacientes no tienen
fiebre y los únicos signos son dolor intenso de espalda y aumento de los marcadores inflamatorios (proteína C
reactiva o velocidad de sedimentación globular). Las pruebas de imagen adecuadas y la evaluación son
obligatorias en los pacientes con NP en los que se combinan el dolor de espalda y los marcadores de inflamación
sistémica. No parece que los antibióticos profilácticos o los dispositivos de bloqueo antibióticos reduzcan el
riesgo de infección117. El bloqueo con etanol al 70% puede ser beneficioso en los pacientes pediátricos, pero
puede aumentar el riesgo de trombosis del catéter118.
Oclusión del catéter venoso central
La trombosis y la oclusión no trombótica del catéter venoso central (CVC) se producen con una frecuencia
aproximadamente igual, de 0,8/1.000 días de catéter para la oclusión y de 0,115/1.000 días de catéter para la
trombosis119,120.
La oclusión no trombótica se produce principalmente por el doblado del tubo y la obstrucción de los filtros de
la vía. La incompatibilidad farmacológica también puede causar oclusión del catéter debido a la precipitación.
La oclusión puede ser parcial (se puede infundir pero no aspirar sangre) o completa (no se puede infundir ni
aspirar). Las últimas directrices recomiendan la aspiración de la vía antes de la infusión para asegurar la
permeabilidad. La administración de fármacos (incluidos los antibióticos) a través de un CVC dedicado a la NP
debe hacerse con precaución y hay que limpiar la vía antes de la infusión de NP (normas de práctica de la
Infusion Nurses Society [INS] de 2011).
Es más probable que la oclusión trombótica del CVC sea completa, y se asocia a un mayor riesgo en pacientes
con cáncer121. En el pasado, se ha intentado el tratamiento con warfarina oral y la infusión de heparina para
prevenir la trombosis del catéter, con beneficios mínimos122. Actualmente no se recomiendan la heparina ni la
warfarina, pero el tratamiento localizado con activador del plasminógeno tisular (TPA, tissue plasminogen
activator) se utiliza con mucho éxito para la trombosis del CVC una vez que esta ha sido identificada123.
Complicaciones sistémicas
Enfermedad biliar
La depleción de las sales biliares, el barro biliar y la formación de cálculos biliares son muy frecuentes en los
pacientes con SIC124. La pérdida de sales biliares debida a la ausencia de reabsorción ileal combinada con una
disminución del vaciado de la vesícula biliar provocada por la reducción de la ingesta oral de nutrientes y la
disminución de la producción de colecistocinina fomentan la formación de cálculos biliares4. Según una serie
pequeña de pacientes con SIC, casi el 100% de los pacientes desarrollarán litiasis biliar sintomática con el
tiempo, y se han propuesto argumentos a favor de la colecistectomía profiláctica125. Esto parece demasiado
pesimista cuando se compara con la población de pacientes con enfermedad de Crohn, en la que se cree que
factores idénticos fomentan la formación de cálculos biliares. Se hizo un cribado para los cálculos biliares
asintomáticos en 290 pacientes con enfermedad de Crohn y solo se encontraron en el 28% de los casos.
Curiosamente, la edad, el sexo, la duración de la enfermedad y el número de laparotomías previas se
relacionaban con la presencia de cálculos biliares, mientras que la afectación ileal o la longitud de la resección
ileal no se relacionaban en el análisis de múltiples variables126. Esto indica que no conocemos todos los factores
que favorecen la formación de cálculos biliares, y es posible que la pérdida del íleon no condene a todos los
pacientes a la litiasis biliar. La observación y el tratamiento quirúrgico cuando los pacientes empiezan a tener
síntomas comportan un curso mejor.
El tratamiento con octreótido puede promover la formación de cálculos biliares y la colecistitis aguda, y debe
usarse con precaución en los pacientes con SIC127. Debido a la disminución de la contracción de la vesícula biliar
en los pacientes que no ingieren alimentos, la colecistitis alitiásica también es un riesgo en el SIC y debe
animarse al paciente a comer a pesar de la malabsorción.
Osteoporosis
La osteopatía metabólica (OPM) es frecuente en los pacientes con SIC. Se manifiesta como osteomalacia (con
matriz ósea adecuada o excesiva pero deficiencias de la calcificación) o como osteoporosis (con disminución
global de la masa ósea)128. Se produce OPM hasta en el 84% de los pacientes con SIC que reciben NP129. Se ha
observado disminución de la densidad mineral ósea (DMO) asociada a la disminución de las concentraciones
séricas de vitaminas C, E y K130. Las concentraciones de vitamina D son uniformemente bajas en los pacientes
con SIC, aunque su relación con la DMO no es tan sólida como en la celiaquía o la cirrosis biliar primaria131.
Curiosamente, la GH132 y el GLP‑2133 pueden aumentar la densidad ósea en los pacientes con SIC. Una
formulación parenteral para la administración de suplementos de vitamina D sería muy útil para el tratamiento
de la osteoporosis en los pacientes con SIC, pero actualmente no se comercializa.
Nefrolitiasis
Los cálculos renales de oxalato cálcico son cada vez más frecuentes en los pacientes con SIC con el colon intacto.
La saponificación del calcio por las grasas permite que el oxalato libre sea transportado al colon, donde es
absorbido, y se concentre en el riñón. Allí se combina con el calcio y precipita dentro del uréter y la pelvis renal.
Se recomiendan las dietas bajas en oxalato, disponibles online (h p://www.gastrojournal.org/article/S0016‑
5085(03)70064‑X/fulltext#s0090). La administración de suplementos orales de calcio también puede ser útil.
Además, la restitución de sales biliares, al aumentar la absorción de grasa, puede reducir la excreción urinaria
de oxalato y el riesgo de nefrolitiasis en los pacientes con SIC134. Las dietas ricas en frutas y verduras que
contienen citrato reducen la formación de cálculos de oxalato al competir por la unión al calcio en la orina. Sin
embargo, los suplementos de vitamina C aumentan paradójicamente el riesgo de cálculos de oxalato porque la
vitamina C se metaboliza a oxalato135.
Colestasis y hepatopatía
En un estudio se observó un aumento leve de las aminotransferasas hepáticas en ausencia de ictericia en el 39%
de los pacientes que recibieron NP136. La colestasis y la esteatosis hepáticas son evidencias de hepatopatía
asociada a insuficiencia intestinal (HPAII), una enfermedad que superficialmente se parece a la esteatohepatitis
no alcohólica (EHNA), pero en la que, cuando se investiga cuidadosamente, se encuentran profundas
diferencias en cuanto a su origen y curso137. La primera afecta al 40% de los niños, mientras que en los adultos es
más frecuente la segunda y afecta al 40‑55% de los pacientes con SIC138.
Alrededor del 5‑15% de los adultos con HPAII desarrollan insuficiencia hepática, y los porcentajes son más
altos en los niños con colestasis139. La eficacia del tratamiento en los adultos y los niños es limitada. Suele
utilizarse ácido ursodesoxicólico para promover el flujo biliar en los pacientes con colestasis, pero no se ha
demostrado su eficacia140. En los últimos informes sobre lactantes y niños pequeños se recomienda la sustitución
de la emulsión de lípidos tradicional a base de soja que contiene ácidos grasos poliinsaturados omega 6 por
emulsiones a base de aceite de pescado enriquecidas con ácidos grasos poliinsaturados omega 3141 para tratar la
HPAII, especialmente en los pacientes con ictericia. En un pequeño informe sobre adultos, los hallazgos fueron
similares a los resultados de las investigaciones pediátricas142. Sin embargo, hasta ahora no se han realizado
estudios controlados con placebo y solo disponemos de datos procedentes de informes de casos, series de casos
y controles históricos en los que los niños suelen recibir dosis de la emulsión de lípidos muy por encima de lo
que normalmente se recomienda. No obstante, hay que plantearse la cuestión de que, aunque la concentración
de bilirrubina sérica total disminuyó en los niños, las anomalías histológicas no habían mejorado cuando se
examinaron los hígados explantados después del trasplante143,144.
Las emulsiones a base de aceite de pescado no contienen ácidos grasos esenciales y puede desarrollarse
carencia de estos. Actualmente, no hay ningún producto a base de aceite de pescado con ácidos grasos omega 3
aprobado por la FDA para su uso en EE. UU., excepto en el contexto de una Investigational New Drug
Application (IND) de la FDA de «uso compasivo» iniciada por el investigador, que requiere el consentimiento
informado del paciente. Existe una combinación de aceites de soja (30%), coco (30%), oliva (25%) y pescado
(15%) denominada aceite SMOF, que es ahora popular en Europa, pero no se han realizado estudios
prospectivos145. Por último, se ha identificado la deficiencia de colina como una causa de HPAII en los adultos146
y posiblemente en los niños147, y se ha demostrado que los suplementos invierten completamente la HPAII en
los adultos y que la enfermedad reaparece cuando se suspenden146, pero en la actualidad no existe un producto
comercial disponible.
Acidosis dláctica
La acidosis d‑láctica es una enfermedad veterinaria que afecta con frecuencia a los rumiantes sobrealimentados
en corrales de engorde148, pero también es una complicación poco frecuente pero muy grave en los pacientes con
SIC que tienen un colon intacto en continuidad con el intestino delgado. Las responsables de este síndrome son
las bacterias Lactobacillus, que producen una fermentación excesiva de los hidratos de carbono, lo que da lugar a
la producción y la absorción en el colon de ácido d‑láctico en los pacientes con el colon intacto. Se manifiesta con
letargo, confusión y acidosis inexplicable. El diagnóstico puede pasarse por alto porque en las pruebas analíticas
del ácido láctico el valor es normal, ya que miden exclusivamente el ácido l‑láctico, por lo que hay que
determinar específicamente el ácido d‑láctico. La clave del tratamiento es limitar la ingestión de hidratos de
carbono. También pueden ser útiles el tratamiento antibiótico, por lo general con metronidazol, y el acetato de
sodio o de potasio (el bicarbonato es incompatible con la solución de NP) para corregir la acidosis149. Un informe
reciente y la revisión de la bibliografía específica indicaron que el uso de probióticos que contienen Lactobacillus
acidophilus capaces de producir ácido d‑láctico se relaciona con la causa de los ataques recurrentes de acidosis en
los niños, y los autores recomendaron utilizar solo Lactobacillus casei, que bioquímicamente solo producen ácido
l‑láctico150.
Impacto económico y calidad de vida en los pacientes con
síndrome del intestino corto
Se estima que los gastos reembolsados del tratamiento con NP en EE. UU. son de 150.000 dólares por paciente al
año17. Los pacientes con SIC también tienen un gasto significativo debido a las primas de los seguros y a los
copagos no reembolsables. Los familiares también proporcionan servicios sanitarios gratuitos a los pacientes
que requieren NP151. Las encuestas sobre la calidad de vida indican que es menor en los pacientes con SIC que
en la población general, y también que la puntuación es más baja que en los pacientes con enfermedad
inflamatoria intestinal (EII). La fatiga y la sintomatología gastrointestinal constante contribuyen
significativamente a los malos resultados de la calidad de vida en este grupo de SIC152. La falta de sueño,
relacionada con la necesidad de levantarse por la noche para orinar o defecar, junto con tener que llevar la
bomba de la NP al baño, se traduce en alteración de los patrones del sueño153. El SIC que requiere NP se clasifica
como discapacidad de Medicare de acuerdo con las páginas web de Social Security Benefit. Los datos
publicados sobre pacientes con enfermedad de Crohn activa de moderada a grave indican tasas de empleo más
bajas y puntuaciones de discapacidad más altas en estos grupos154,155. No existe información específica sobre las
tasas de empleo y discapacidad en los pacientes con SIC, pero probablemente son similares o peores que las de
los pacientes con enfermedad de Crohn, dadas sus puntuaciones de la calidad de vida. Es interesante que estas
puntuaciones aumenten en los pacientes con SIC tratados con GLP‑2 solo si sus necesidades de NP disminuyen,
lo que indica una relación inversa entre la calidad de vida y las infusiones de NP156.
Conclusión
Han pasado 50 años desde que los cachorros del Dr. Dudrick se criaran con NP (uno se pregunta con cierta
lástima por su calidad de vida). Un campo que comenzó como una pequeña industria artesanal en la que
participaron un número limitado de pacientes y un pequeño núcleo de investigadores en centros académicos
dispersos ha crecido hasta convertirse en un gran sistema de atención sanitaria. Ahora este sistema ofrece un
servicio de atención domiciliaria complejo que es razonablemente seguro, de fácil acceso, y con un perfil de
complicaciones y de mortalidad aceptable. Este es un logro significativo. Sin embargo, los pacientes con SIC
siguen sintiéndose limitados por su enfermedad y tienen dificultades para participar plenamente en las
actividades comunitarias.
Se espera que los tratamientos farmacológicos, como los análogos de GLP‑2 o, más recientemente, de GLP‑190,
permitan que un subgrupo mayor de pacientes deje gradualmente el tratamiento91. Gracias a las intervenciones
quirúrgicas de alargamiento del intestino delgado, como las técnicas de STEP100 o de Bianchi157, algunos
pacientes pueden independizarse de la NP debido al aumento de la capacidad de absorción del intestino
delgado.
Los esfuerzos para restablecer la continuidad entre el intestino delgado desviado y el colon residual después
de una resección muy amplia pueden, en combinación o no con el tratamiento con GLP‑2, permitir la retirada
con éxito de la NP. Por último, el trasplante de intestino delgado, con sus resultados mejorados a corto y largo
plazo, así como la posibilidad del TIDV con desensibilización de la compatibilidad cruzada158, mejorará el futuro
de estos pacientes y reducirá su dependencia de la NP como tratamiento crónico y forma de vida. El objetivo
general del tratamiento no debe ser solo la supervivencia, sino recuperar a estos pacientes como miembros
plenamente activos de la sociedad. En el tratamiento a largo plazo y el cuidado de estos pacientes hay que
destacar la derivación adecuada a los centros especializados tanto en rehabilitación intestinal como en cirugía
del intestino corto que comprende el trasplante de intestino delgado.