LA ESCRITURA PERUANA SOBRE PALLARES
por
RAFAEL LARCO HOYLE
L 21 de octubre de 1934, ‘La Prensa” de Buenos Aires, tuvo la
hondad de acoger en sus paginas mi primer articulo sobre el
ubrimiento que hice del sistema ideografico de escritura que tuvie-
Jos mochicas, haze dos mil afios. Para comprobar esta teoria, de ca-
x revolucionario, he recopilado ya miles de documentos arqueolé-
que han contribuido, en el presente, a darle mayor solidez en su
ctura. Este singular sistema de reflejar y trasmitir el pensamiento
ano no sélo fué empleado por los Mochicas, como ya lo habia afir-
mado en 1934, sino también por los antiguos hombres de las culturas
le Nazea, Paracas, Tiahuanaco y Lambayeque.
En efecto, he hallado centenares de vasos nazca exornados con pa-
estilizados, que no solamente aparecen en forma simple y con la
teristica bieromia mochiea (rojo y crema) sino que se eombinan
ando, en algunos casos, ideogramas més complejos y bellamente po-
ados. También existen telas de esta misma cultura cubiertas con
res que, por su colorido y disefio, son de gran variedad tematica. En
Museo de Arqueologia ‘“‘Rafael Lareo Herrera’’, de Chiclin, hay
n fragmento de tela en el que he contado hasta 174 pallares.
_ En el Museo Antropolégico de Magdalena del Mar, Lima, se con-
un vaso de la cultura de Paracas con pallares incisos de colorido
disefio complicados. Y también entre los famosos mantos de esta mis-
cultura, admirables por su técnica textil no ignalada, hay muchos
numerosas representaciones de pallares estilizados.\ En algunos apa-2 ege
recen las divinidades con yestimenta adornada con pallares y en otros
se deseubre a las mismas con apéndices conteniendo pallares que al
brotar de la boca o barbilla, se prolongan hacia adelante como si qui-
sieran en esa forma representar la voz del personaje. Es importante
sefialar, a este respecto, que dentro de las culturas de los may:
apéndices que brotan de la boca de sus divinidades, representan en
efecto la voz.
Los ideogramas, ya on su forma peculiar de granos 0 estilizados,
que aparecen en otras culturas, amplia el campo de la investigacién de
la eseritura prehistérica en que estoy empefiado.
Algo m en algunos de los grandes mantos de Paraeas, las cene-
fas estén cubiertas por cientos de pallares de variados diseiios y ar-
monioso colorido, que tienen wna significacién netamente ideografica.
El uso de la decoracién cursiva en el arte textil se refleja hasta nues-
tros tiempos. Es cosa sabida que durante el Coloniaje, enviaron del
Cuzco al Virrey Don Francisco de Toledo, cuatro patios que contenian, en
forma escrita, la Historia de los Incas que fundaron el Imperio del
ahuantinsuyo. El] Notario Alvaro Ruiz de Navamuel, refiere al respec-
to lo siguiente: ‘‘Bstaban escriptos y pintados en los cuatro pafios los
bultos de los Ingas con medallas de sus mujeres y ayllos; en las cene-
fas la historia de lo que sucedié en tiempo de cada uno de los Ingas
y la fébula y notables que van puestos en el primer paiio, uno que ellos
dice de Tampo Toco y las fabulas de las ereaciones de Viracocha que
yan en la cenefa del primer paiio, por fundamento y principio de la
historia, cada cosa por si distintamente eseripto y sefialado de la rii-
brica de mi, el presente seeretario; y de la declaracién y preveneién para
la inteligen de la historia, y los rumbos y vientos para la demar-
cacién de los sitios de los pueblos, quespuesto por el Capitan Pedro Sar-
miento’’...
En la a
dos con letr:
ponchos del Cuzco estén exorna-
as y los pafios de cara que las mujeres
indigenas de Eten, Monsefti y Santa Rosa —descendientas directas de
los mochicas— tejen primorosamente para uso de sus esposos 0 enamora-
dos, contienen a menudo una frase de amor o de caracter recordatorio.
Esta costumbre, todavia generalizada en todo el territorio peruano, cons-
tituye un filon de fuente informativa.
ctualidad, los mas valios:
s y frases. Las alfor,5)
Es cierto que cl escollo principal que tuve en mi investigacién sobre
la existencia de un sistema de eseritura preincano, fué aquella serie
de anotaciones que nos han dejado los Cronistas, tendientes todas a ne-
gar la existencia de otro sistema que no fuera el de los auipos. Pero
5 que los cronistas, al referirse a la escritura, no pensaron en otra cosa
“que en la eseritura alfabética y fonétiea de su uso. Afortunadamente,
el Rvd. Padre Joseph de Acosta, honorable y culto sacerdote de la
Compania de Jestis, apartandose de la regla general, ha consignado en
su obra Jo siguiente: “Las sefiales que no se ordenan de préximo a sig-
wificar palabras sino cosas, no se Iaman, ni son en realidad de verdad
Tetras, aunque estén escritas, asi como una imagen del Sol pintada no
‘Se puede dezir que es escritura o letras del Sol, sino pintura. Ni més
‘ni menos otra sefial es que no tienen semejanga con la cosa sino, so-
Jamente sirne para memoria, porque el que las inuenté, no las ordend
para significar, sino para denotar aquella cosa’’. Y agrega mas adelante:
“El otro notable que se infiere es, el que en este capitulo se ha propues-
‘fo, es a saber que ninguna nacién de Indios que se ha descubierto en
muestros tiempos vsa de letras ni de escriptura, sino de las otras dos ma-
neras, que son ymagines, 0 figuras, y entiendo esto no solo de los indios
del Piru, y de los de nueva Espaiia’’. Tan importantes eonceptos: per-
miten entonces llegar al conventimiento de que los antiguos peruanos
emplearon un sistema ideogrifico y no alfabético; pues ol padre Acos-
ta explica sabiamente lo que es un sistema ideogratico y lo que es wn
sistema alfabético.
Pero el Padre Acosta no sélo se contenta con dar luces sobre la
antiquisima escritura sino que compara ya este sistema con el que em-
pleara el mexicano antiguo. Esta comparacién me brind6 la oportuni-
dad de emprender un estudio comparativo de los dos métodos de es-
eritura: el preconizado por mi y la eseritura de los mayas. A este res-
pecto, el ya tantas veces mencionado Padre Acosta dice: ... ‘fuera
desta diligencia suplian la falta de escritura y letras; parte con pin-
turas como los de México, aun’q las de Piru eran muy grosoras y tos-
eas; parte y los mas con Quipos’’.
Tomé, pues, un nuevo eamino y comencé a estudiar los jeroglificos
de los Mayas, tanto los que aparecen en los monumentos liticos como
tes que cubren las paginas de los eédices. Y no ha sido en vano esta= 601
labor, pues he encontrado analogias tan valiosas que considero de mi
deber sefialarlas a fin de que més tarde se pueda llegar a conclusiones
que pueden ser de notable valor para el estudio de las relaciones y
origen de las culturas de la América Preincaiea,
En el presente articulo voy precisamente a limitarme a hacer un
estudio analitico y conereto de las primeras similitudes encontradas:
LOS SIGNOS.— 'Tratindose de la forma, en unos casos aparecen
ovalados y en otros con la misma ovalacién pero con punta a un extremo.
Hay jeroglificos reniformes y muchos semirectangulares con las esquinas
ovaladas.
Comparando estas formas con las de los pallares estilizados que
aparecen en los vasos de los Mochicas, Nazea, Paracas y Tiahuanaco y
cn las telas de Nazca y Paracas, comprobé que no sélo habia una gran
similitud entre ellas sino que hasta eran algunas idénticas.
LA YEMA GERMINATIVA, — En Ja mayoria de los glifos mayas,
casi siempre en el lugar donde debe fijarse la yema germinativa del pa-
liar, aparece un dibujo circular, rectangular 0 de Iineas paralelas cireu-
lares o simplemente una linea gruesa rectangular, eon Jo que parece que
Jos mexicanos antiguos pretendian representar la yema germinativa, En
algunos casos, slo apareee el contorno, més este detalle no debe sor-
prender puesto que en los pallares ideograficos de los antiguos perua-
nos, desaparece la yema germinativa en muchos casos.
La yema germinativa del pallar aparece en los signos ideograficos
de las culturas peruanas, representadas en la misma forma que lo ha-
cian los mayas.
ORDEN ACION. — Ts mayas ordenaban sus glifos en Imeas hori-
zontales y perpendiculares y también, en algunos casos, aparecen indis-
tintamente al rededor de los personajes mitieos o simbélicos,
Los hombres de Nazca y Paracas ordenaban en las telas sus ideogra-
mas también en lineas horizontales y vertieales; y dentro de la cerami-
ca mochica, los ideogramas aparecen cireundando los yasos globulares
en lineas horizontales o indistintamente mezclados con las representa-
ciones simbélicas o junto a las divinidades.= 61 =
HUMANIZACION. — Tanto los mayas como los mochieas antropo-
izan sus signos; y la humanizacién se verifica sustituyendo la yema
minativa por el rostro de un personaje.
COMBINACION DE LOS SIGNOS.— Entre los mayas aparecen
‘algunos glifos superpuestos los unos sobre los otros; combinan también
signos uniéndolos con simetria para lograr un signo combinado. Esta
sma modalidad se halla freeuentemente en los vasos de Nazca.
La representacién de la mano como signo es comtin en los eédices
exicanos. Y también aparece representada en la cerfimica Nazca.
ELEMENTOS IDEOGRAFICOS. — Encuéntrase muchos elementos
ograficos similares en los signos mayas y en los ideogramas peruanos,
no puntos de diferentes tamafios y niimero, efreulos, lineas rectas sim-
y paralelas, lineas eurvas y curvas paralelas, semicireulos, lineas
bradas, ete. Sin embargo, es mi deber dejar constancia que los signos
yas son mas compliecados y denotan una mayor eyolucién.
GERMINACION EN LOS SIGNOS. — Hay que considerar esta ana-
gia como la mas importante. En los cédices mayas aparecen glifos con
a yema germinativa y con los puntos y rayas caracteristicos del pallar;
9 mas, en uno de estos glifos he podido entrever que el artista hasta
so representar las arrugas que se forman en la superficie del grano
do se seca anormalmente.
Muchos de los signos mayas aparecen germinando. En unos el
rote inicial surge pujante; en otros son dobles estos brotes, constitu-
yendo la segunda etapa del crecimiento. Y la culminacién del proceso
tativo es representada con la aparicién de las primeras ramillas
hojas. Este mismo proceso integral, lo ofrecen también los signos
‘aficos Nazca.
Alentado por estas analogias tan sugerentes, comeneé a estudiar los
dices. Mayor fué mi interés al encontrar a las divinidades mayas —
en algunos casos y en otros sentadas las unas frente a las otras—
steniendo en las manos signos mayas de gran semejanza con los pa-
; tal como se halla la Divinidad Mochieca, también con un perso-
al frente y sosteniendo pallares de gran tamaiio, en el propio actores
de descifrarlos. En el Cédice Troano’ tuve la oportunidad de compro-
bar algo més que me llamé poderosamente la atencién: como siempre,
he mantenido que los mochicas utilizaban los personajes simbélicos pa-
ra denotar las cualidades del individuo que era representado. Asi el
Chasqui, era simbolizado por ayes, cientopiés, libélulas, ete., antropomor-
fizados, con el objeto primordial de dar la idea de la velocidad en
el desempeno de funciones de mensajero. El zorro antropomorfo
simbolizaba al descifrador lo mismo que el felino y la vizcacha (ardi-
Na de los Andes), ambos antropomorfizados, En este cédice he encon-
trado, ademas, personajes zoo-antropomorfos sentados, tal como se les
halla entre los mochicas y he podido identifiear al zorro, al felino, al
conejo y al venado, con la particularidad de tener todos ellos a su lado
los glifos Mayas de formas similares a los pallares peruanos. La ten-
dencia de antropomorfizar a los animales, especialmente a los que apa-
recen con signos ideograficos que estén en poder de ellos o junto a ellos,
tiene que preocupar a cnantos nos dedicamos a estos estudios, acrecen-
tandose mayormente la inquietud al comprobar que en ambos pueblos
aparecen estas simbolizaciones zooantropomorfas.
En otras paginas del mismo Cédice Troano, también aparecen los
escribas en wnos casos con punzones similares a los que usaban los es-
eribas mochicas, sosteniendo en la mano un signo en forma de pallar,
¥ en otros casos, en el preciso momento de pintar uno de estos signos.
Si bien los mochicas incidian los pallares que eran transportados Inego
por los chasquis, en cambio, conviene aclarar ahora que los hombres de
Nazea utilizaban cierta pintura sobre los pallares. Pues, en el Museo
Nacional de Lima he encontrade las bolsitas conteniendo los colores y
un pallar, un tanto deteriorado, que ofrece las huellas de haber si-
do pintado.
A medida que se extrema pues el anilisis, el problema de las ana-
logias adquiere mayor interés al punto que obliga a perseverar. Pero,
no he concluido atin mi estudio en los eédices y no se cudntas sorp
mis me deparara su anflisis cuidadoso. Sin embargo, adelantando un po-
co, he creido conveniente dar a los hombres de ciencia de la América,
@) _M. BRASEUR DE BOURBOURG, Frudes sur le systeme graphique et ta langue des Mayas
par. ..; Paris, 1869.16g)
acaso un breve bosquejo de las analogias encontradas para incorporar-
las a un estudio sereno y metédico. Pues estoy convencido de que son
grandes los problemas que se derivarén y miltiples las interrogaciones
que han de surgir. Por eso mismo, es necesario acometerlas y resolverlas,
seguros, como repito, de que nos permitiran ensanchar lucidamente nues-
tro horizonte arqueolégico americano tan rico y todavia enigmatico. Oja-
14 quo este Hamado tenga cco y pronto la ciencia antropoldgica gane
en este campo tan enmaranado de la investigacién del presente siglo.
(Comunicacién dicectamente enviada por ef autor, desde el Museo “Rafael Larco Herrera”,
de la Hacienda “Chiclin’’, Trujillo. Peri, Dibujos y Fotografias del mismo).DME eae
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