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Pasolini - Lautopia de Prometeo PDF
Pasolini - Lautopia de Prometeo PDF
La utopía de Prometeo
Ricardo Pasolini
Pasolini, Ricardo
La utopía de Prometeo - 1a ed. - Tandil: Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2006.
220 p. ; 23x16 cm.
ISBN 950-658-176-2
1. Historia Política Argentina. I. Título
CDD 320.982
© El autor, 2006
© Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2006
ISBN 950-658-176-2
La utopía de Prometeo
A Ana
Ricardo Pasolini
La utopía de Prometeo
Ricardo Pasolini
La utopía de Prometeo
Índice
Agradecimientos 11
Introducción
Acerca del antifascismo como sensibilidad política 17
Capítulo 1
Itinerario de un escritor: Juan Antonio Salceda, 1935-1983 27
Capítulo 2
Prensa, cultura y asociaciones en Tandil 43
Capítulo 3
De la educación civil al antifascismo 69
Capítulo 4
El Ateneo Rivadavia y el ‘Prometeo’ de Salceda 89
Capítulo 5
Intermezzo witoldiano: entre ‘Prometeo’ y ‘Ferdydurke’ 107
Capítulo 6
La fractura de la alianza antifascista 135
Capítulo 7
Identidad comunista y vida privada 161
Conclusión
La Utopía de Prometeo 187
Indice de nombres
Fuentes documentales y bibliografía 197
Ricardo Pasolini
10
La utopía de Prometeo
Agradecimientos
Este libro es el resultado de una investigación que se inició en 1994, como parte
del trabajo de elaboración de una tesis de licenciatura en Historia. Más tarde,
ya reelaborada, actualizada, y luego de un proceso arduo de investigación que
me llevó varios años, se convirtió en una de las tres secciones que compusieron
mi tesis doctoral sobre la relación entre la cultura antifascista y las ideas
comunistas en perspectiva comparada, que tomaron como ejes el antifascismo
en París, en Buenos Aires y en Tandil durante el período de entreguerras. En
todo este proceso, he recibido el apoyo intelectual y afectivo de muchos colegas
y amigos, así como el financiamiento económico otorgado por el sistema de
Becas del CONICET, el cual me permitió proseguir con la investigación a la vez
que obtener mi título doctoral.
A partir de innumerables conversaciones, diálogos intelectuales, consejos
y comentarios críticos, Estela Spinelli, Susana Bianchi, María Elba Argeri, Daniel
Míguez, Julio C. Melón Pirro, Hernán Otero, Eduardo Míguez, y los colegas
del IEHS del Programa “Actores, Ideas y Proyectos Políticos en la Argentina
Contemporánea”, aportaron interesantes miradas sobre mi investigación que
me permitieron la incorporación de nuevas perspectivas, y mejorar aquellas
dimensiones que requerían mayores precisiones. En diversas etapas de su
elaboración, también las lecturas y críticas de Luis Alberto Romero, Eduardo
Hourcade, César Tcach y Eduardo Zimmermann fueron fundamentales en el
resultado de este trabajo.
No puedo dejar de mencionar mi reconocimiento al Dr. Fernando Devoto,
quien fuera el director del proyecto global de tesis doctoral. Su confianza en mí
siempre se ha expresado en múltiples actos de generosidad intelectual y personal,
que agradezco profundamente, pues no sólo ha posibilitado mi inserción en el mundo
académico, sino que también ha representado un modelo de calidad intelectual en
el campo profesional, un horizonte deseable de la experiencia de ese tipo particular
de intelectual que es el “historiador”, aunque de difícil acceso. También quisiera
agradecer especialmente a Estela y a Eduardo, quienes han estado desde los inicios
de mi formación profesional aportando conocimiento, afecto, consejo y amistad.
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Prólogo
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Hugo Nario
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Introducción
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dimensión nueva a partir del análisis micro, en el sentido de que ahora la forma
del objeto y la trama de relaciones que se construyen, nos devuelven una imagen
distinta de fenómenos que creíamos conocidos.
El estudio de las prácticas intelectuales y de las nociones sobre rol intelectual
y la vida cultural que desarrolló el escritor Juan Antonio Salceda (1907-1983), que
es el objeto central de mi investigación, se apoya también en el supuesto de que
la aplicación de esta perspectiva microanalítica tendrá efectos de conocimiento
novedosos. De este modo, el devenir intelectual de Salceda es importante porque
permite establecer cierta claridad acerca de tres tipos de preguntas relacionadas
con la vida cultural y política en la Argentina entre los años ’30 y ’70 del siglo
pasado: en primer lugar, y elemento nodal de mi estudio, permite observar el peso
del clima antifascista de los años ’30 en la constitución de una sensibilidad política
que, por un lado, impactó en amplios sectores de la opinión pública de tal suerte
que se puede hablar de cierto clima de época y, por otra parte, se convirtió en
elemento constitutivo de la identidad de los intelectuales comunistas argentinos,
en el doble sentido de que es posible verificar itinerarios personales que llevaron
de la experiencia antifascista al ingreso en el Partido Comunista Argentino, y
a la vez en el hecho de que en la memoria comunista “la lucha antifascista”
aparece como una divisoria de aguas en los componentes de la identidad de la
intelectualidad comunista.
En segundo lugar, las preguntas se vinculan con el problema de los circuitos
culturales, no ya desde el punto de vista de las relaciones entre una cultura de
elite y otra popular, sino las que se establecen entre el centro y la periferia del
campo intelectual. De este modo, es posible observar la difusión que en ámbitos
culturales del interior del país habían alcanzado ciertas ideas sobre cultura y rol
intelectual que en principio se creía de gran impacto sólo en la vida cultural de
Buenos Aires.
En tercer término, permite comprender la particularidad que asumió un
mundo cultural local, en cuanto a las formas específicas en que se constituyeron
los ámbitos de las prácticas intelectuales, la dinámica de estos espacios, los
conflictos y las nociones adoptadas, reelaboradas y generadas en su seno y
que marcaron su singularidad. Es decir, permite alcanzar la especificidad de ese
mundo cultural local que desde su condición periférica expresa una dinámica de
relaciones sociales y simbólicas que le son propias.
En este marco, la noción de mundo cultural local puede resultar interesante
para referirme a estos ámbitos, prácticas y mensajes culturales que se desarrollan
en ciudades intermedias como es el caso de Tandil, una sociedad urbana de la
provincia de Buenos Aires, lugar predominante de la actuación cultural de Juan
Antonio Salceda. Pienso este concepto en su condición de frontera del campo
intelectual, definida ésta por el carácter desigual con que allí son vivenciados los
Giovanni Levi, “Les usages de la biographie ˝, Annales ESC, nov-déc., nº 6, Paris, 1989, pp. 1325-1336.
Pierre Bourdieu, “Campo intelectual y proyecto creador”, en Bourdieu, Pouillon y otros, Problemas del
estructuralismo, México, Siglo XXI, 1967, p. 136.
18
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***
10
Ricardo Pasolini, “El nacimiento de una sensibilidad política. Cultura antifascista, comunismo y nación
en la Argentina: de la A.I.A.P.E al Congreso Argentino de la Cultura, 1935-1955”, en Revista Desarrollo
Económico (IDES), n° 179, oct-dic 2005, pp. 403-433.
11
Jorge Nállim, “Del antifascismo al antiperonismo: Argentina Libre, Antinazi… y el surgimiento del
antiperonismo político e intelectual”, en Marcela García Sebastiani, op. cit., pp. 77-103, y Andrés Bisso,
Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Buenos Aires, Prometeo, 2005,
passim.
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15
Silvia Sigal sostiene que “el campo cultural de los años ‘60 no estuvo dominado por la idea de la
obra comprometida o sea por la impugnación, desde la ideología, de principios culturalmente centrados
(...), la disyunción entre cultura y política tuvo como resultado el predominio de un perfil: un intelectual
comprometido e insertado, simultáneamente, en un sistema de criterios específicos, sistema que no
reenviaba directamente al terreno ideológico-político”. Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la década del
sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, p. 160. Para una idea matizada de esta relación entre intelectuales
y política, cf. Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en
América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, pp. 63 y ss.
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Capítulo 1
Itinerario de un escritor:
Juan Antonio Salceda, 1935-1983
De almacenero a escritor
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1945-1954, los archivos de las instituciones en las que participó, las memorias
públicas de personajes locales, la prensa local, y los testimonios orales de varias
personas, de las cuales la mayoría estuvo directamente vinculada a él. Aunque el
relato biográfico llega hasta la muerte de Salceda, la calidad de los datos se vuelve
más sólida en el caso de las personas ligadas a la red local y más elusiva en el resto
de los miembros del tejido relacional. De allí que se hayan tomado sólo esas dos
fechas puntuales. La fuente oral ha sido utilizada fundamentalmente de acuerdo
a una metodología hermenéutica17, es decir, en tanto relato de testigos que al
resignificar su pasado personal y relacional, establecen una serie de representaciones
sobre los hechos que pueden dar una idea del componente significativo de los
valores y nociones que dominaban en un grupo social específico. Y a la vez, como
fuente exclusiva que aporta datos sobre hechos puntuales ausentes en documentos
más tradicionales. Es decir, muchas veces la entrevista se convierte en portadora
de información objetiva sobre acontecimientos o experiencias que el documento
público o privado no relevó. Ambas perspectivas me han acercado tanto a la
dimensión simbólica de la figura de Salceda como a la instancia propiamente
factual de su experiencia social.
Un recorrido biográfico
Como gran parte de las historias de vida argentinas de este siglo, la de Juan
Antonio Salceda comienza en otro lugar, se trata de una vida que también tuvo
como destino el camino de la emigración. Salceda nació en Aguilar de Campóo, en
Palencia (España), el 30 de marzo de 1907, y llegó a la Argentina cinco años más
tarde, para cumplir junto a los suyos con el sueño familiar de hacer la América.
El hecho de que su padre -quien había sido intendente de la comuna de
Aguilar-, lejos estuviese de adherir a alguna ideología de carácter contestatario,
como el socialismo, el anarquismo o el comunismo; y que su madre practicara la
fe católica fervorosamente18, hacen que se descarte la idea de que el origen de
la adhesión fervorosa de Juan Antonio Salceda al pensamiento de Marx, pueda
derivar de la influencia de una tradición familiar de adhesión a las posiciones
más reconocidas de la izquierda. Sin embargo, si al nivel de lo ideológico no
se puede reconocer la persistencia de esa tradición, en lo que hace a ciertas
prácticas intelectuales en Salceda, la situación pareciera ser la inversa: en la
memoria familiar, el gusto por la lectura cotidiana aparece como una actividad
común en la familia, y para el caso de Juan Antonio Salceda, es presentado como
un símbolo de su avidez intelectual, y también, como una genealogía de los
quehaceres personales fundamentales. Así, en la explicación de sus inclinaciones
17
Alessandro Portelli, Biografia di una città, storia e racconto: Terni 1830-1985, Torino, Giulio Einaudi
editore, 1985.
18
Algunos datos de la relación familiar de Juan Antonio Salceda, han sido aportados por su viuda, Ema
Angelillo, su hijo Juan Antonio y su nuera Franca Bortolotti.
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“Recuerdo ahora una tarde del verano de 1931, cuando Lolilo Pierre me dijo: ‘Vení que vas a
conocer un tipo macanudo’. Yo era entonces un muchacho de la vieja Escuela Normal, positivista
y liberal, con sueños como todos los muchachos de antes y de ahora. Y Lolilo me llevó a 4 de Abril
y Montevideo, donde había un viejo almacén de barrio y donde no había ningún cliente, por lo
menos a esa hora. Detrás del mostrador, sentado en una silla petisa, con una edición facsimilar
de ‘El Quijote’ en sus manos, estaba Juan Antonio. Así lo conocí, no recuerdo lo que nos dijimos
entonces. Supongo que entramos a mirarnos y él a expresar ese entusiasmo y admiración que
sentía por los estudiantes, nostalgia del que quiso y no pudo. Sólo sé que desde entonces fue
creciendo entre nosotros una amistad que tengo como lo más preciado de mi vida (...)”21.
Este relato, que data de 1972, se inscribe en el agasajo que se le hiciera a Salceda,
debido a la presentación de su libro de poemas El Arbol Luminoso, y es altamente
significativo porque da la idea de que en los primeros años ‘30, existía un campo de
experiencias culturales comunes a integrantes de diferentes orígenes sociales. El
relato de Pugliese, con la exaltación de la ilustración escolar, presenta una imagen
de Salceda en tanto otro social: al mundo estudiantil, Pugliese le contrapone el
del almacén de barrio, a la educación positivista y liberal, la lectura solitaria,
la alternativa de la autoilustración. Sin embargo, ambas experiencias, la de la
educación formal y la de la informal, que expresan ideológicamente mundos
sociales relativamente distantes, terminan integrándose a partir de un tejido
20
Juan Carlos Pugliese (1915-1994) nació en Tandil el 17 de febrero de 1915. Se recibió de maestro en
la Escuela Normal de Tandil, en 1932. En 1931 editaba el periódico estudiantil “El Laxante”. La Escuela
Normal había sido fundada el 20/1/1910. Ejerció la docencia en Mar del Plata y en Buenos Aires, mientras
estudiaba derecho, y se recibió de abogado el 11 de enero de 1941. En 1943, ingresó como miembro de
la Asociación B. Rivadavia. Fue candidato a Intendente del radicalismo en 1951, y ocupó los siguientes
cargos públicos: senador provincial (1955-1955, gestión interrumpida por la Rev. Libertadora) Presidente
del Concejo Deliberante de Tandil (U.C.R.P.) (1960-1962), gestión interrumpida por golpe de Estado; di-
putado nacional (1963-1964); vicepresidente del Bloque de Diputados Radicales; ministro de Economía de
la Nación (20 de agosto de 1964-28 de junio de 1966), gestión interrumpida por la Revolución Argentina;
diputado nacional (1983-87, 1987-91); presidente de la Cámara de Diputados desde el 10 de diciembre de
1983 hasta marzo de 1989; ministro de Economía de la Nación (marzo a mayo de 1989); Ministro del Inte-
rior de la Nación (de mayo 1989 al 7 de julio de 1989), y, en 1991, candidato a Gobernador de la Provincia
de Bs.As. Datos aportados por el Dr. Juan Carlos Pugliese (hijo).
21
“El homenaje a Juan Antonio Salceda”, El Eco de Tandil, 3 de julio de 1972, p. 9.
Lolilo Pierre (Dr. Roberto Pierre), reconocida figura local a partir de los años ‘50.
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Ahora bien, este itinerario es muy interesante porque devela el tránsito de Salceda
de almacenero a un tipo particular de escritor: el intelectual comunista. Es un
itinerario social que tanto los actores de la época como el propio Salceda, evaluaron
como una instancia de movilidad social ascendente.
¿Cómo está constituido el universo de relación de Juan Antonio Salceda
en 1935? En esa fecha, el elemento más importante que me permite establecer las
características de su tejido relacional es la experiencia asociativa del Ateneo de
36
Juan Antonio Salceda, El Arbol Luminoso, Tandil, 1a. ed., Imp. Hogar de Varones, 1972. (2da. ed.,
Imp. Vitullo, Tandil, 1981).
37
Carta de Héctor P. Agosti a Juan Antonio Salceda, 27-2-75. (AFS)
38
Juan Antonio Salceda, Tres perfiles en la línea de Mayo: Ingenieros, Ponce, Yunque, Tandil, Imp.
Vitullo, 1976.
39
Juan Antonio Salceda, Prometeo, Tandil, Imp. Vitullo, 3º ed., 1979.
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Cultura Popular de Tandil, más los datos aportados por las entrevistas.40
Durante la segunda mitad de la década de 1930, Salceda participa en
diferentes asociaciones y se vincula más fluidamente con el núcleo antifascista de
Buenos Aires. En este sentido, su posición comienza a cobrar mayor importancia
que la del Dr. Magrini, quien al parecer opta por una profundización de su actividad
profesional local. Es decir, si en Magrini la actividad cultural adquiere un carácter
importante en su identidad política, en Salceda se vuelve su proyecto constitutivo
de vida, en parte porque sus cualidades intelectuales le permiten establecer una
ficción personal en ese sentido, y también, porque la posibilidad de éxito social no
parecía lograrse a través de un pequeño almacén de barrio.
En 1941, Salceda se casa con Ema Angelillo, una joven integrante de una
familia modesta de Tandil, ligada al mundo de relación de la U.C.R., y al año
siguiente participa en la fundación del Ateneo Rivadavia, una entidad asociativa
que durante 18 años dominará el espectro cultural local.
Lo interesante de esta experiencia asociativa es que le permitirá especializarse
en la mediación cultural y a la vez convertirse en la figura de escritor, en la medida
en que sus lazos externos además de permitirle publicar en editoriales de Buenos
Aires, convierten este hecho en un indicador de status social frente a la porción
local de su tejido de relación, y frente también a quienes se encuentran fuera de sus
relaciones. En efecto, la prensa liberal de Tandil, expresada en los diarios El Eco
de Tandil y Nueva Era, dirigidos por Juan Manuel Calvo41 y José Antonio Cabral,
respectivamente, se convierten en 1953 en los divulgadores de una representación
de Salceda que escapa al marco de los vínculos cercanos. Es interesante observar
cómo inicialmente las redes personales actúan en función de la exaltación de las
cualidades de un actor social, y como esa imagen se constituye en el lenguaje, es
decir en la cultura, y se independiza del espacio social productor.
Pero ese lugar simbólico era el producto también de una estrategia personal
que Salceda había desarrollado al menos desde su incorporación a la Asociación
Bernardino Rivadavia (1936), luego de la no tan frustrada experiencia del Ateneo
de Cultura Popular. De este modo, Salceda va a ir ocupando diferentes lugares
en su tejido de relaciones personales a lo largo de su ciclo de vida, y a partir de
esas posiciones se posibilitará o limitará también el proceso de conversión de
almacenero en escritor.
Hacia 1935, la red de relaciones verificadas de Salceda se constituye a
40
A diferencia del trabajo del etnógrafo, que puede construir su propio documento mediante la entrevista,
el historiador se ve muy limitado para establecer las relaciones personales de individuos en el pasado, de
allí que deba recurrir a documentos de época más tradicionales. A veces, la fuente oral puede ayudar a que
esta limitación sea menos evidente, pero no la salva.
41
Juan Manuel Calvo (1881/1960) nació en España. Fue maestro, obteniendo su certificado el 2-3-09.
En 1910, llegó a Tandil y fue director de la Escuela Nº 4 de Cerro Leones (1912), y luego Inspector de
Escuelas. En 1929 fundó la revista “Tandil”, y ese año ejerció la dirección del diario “Tribuna” en la
primera época. Luego del golpe militar de 1930, Calvo comenzó a militar en la U.C.R. Fue secretario de
prensa en 1932, concejal (1936) y diputado provincial (1946) por el radicalismo. Fue presidente de la
Asociación Bernardino Rivadavia durante el período 1934-1959, y en 1940, asumió la dirección de El Eco
de Tandil.
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Juan A. Salceda, “La verdadera cruzada”, Unidad. Por la defensa de la cultura, Nº 3, enero de 1936, p. 4.
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“(...) una mesa cordial y afectuosa, se tendió en honor de Juan Antonio Salceda, que ha honrado
a la ciudad con su actividad intelectual, con su lucha tesonera y constante en pro del desarrollo
de la cultura y con su acción puesta al servicio de las mejores causas.
Hubo satisfacción de amigos en el triunfo logrado; hubo orgullo de coetaneos por la brillantez
que tal triunfo le agrega a Tandil. Hubo alegría sincera y espíritu de justicia; lo primero que es
la consecuencia de ver triunfar a los amigos; lo segundo, porque hay que honrar a quien nos
honra”46
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cambiaría mi título, por tu modesto sexto grado y poder llegar con él, a lo que has
llegado con tu humana tolerancia, tu fresco optimismo y tu buen corazón”.49
El mito del ascenso social, el mito del hombre que no tiene otra alternativa
más que hacerse a sí mismo, a partir de cualidades espirituales que le son propias,
como el apego al trabajo y al estudio, y una línea de conducta inflexible, se proyecta
sobre Salceda, y lo envuelve de un aura donde pareciera alcanzar un status de
humanidad superior: Escribe Pugliese: “Y empezamos a escucharlo en la tertulia
-muchas noches de estrellas luminosas por rutas esperanzadas- y lo vimos escribir
y lo vimos trabajar y entusiasmarse en todas las nobles inquietudes, capaces de
despertar en el hombre la conciencia de su liberación. […] Y así Juan Antonio
Salceda, verdadero autodidacta, usó sus noches para un diálogo permanente con
las cosas del mundo y sus horas libres, para aportar su esfuerzo en favor de un
mundo mejor. […] Cerca de él y en su torno, siempre hubo polémica en altos
planos, discusión, serena y apasionada, tranquila o vehemente, sobre grandes e
importantes cosas. El libro de versos nuevo, tuvo su recorrida y su comentario, el
libro que terminaba de leer su elogio o su crítica. Para entonces ya nos habíamos
acostumbrado a ver un Juan Antonio Salceda de agudeza extraordinaria, como un
asesor de confianza: el libro que leeríamos valía o no valía la pena, vale decir que
nos ahorraba el tiempo de la desilusión o el desengaño. […] Ahora viene su libro.
Su primer libro. Es la consecuencia de un formidable esfuerzo”.50 Este triunfo,
donde el hecho cultural de la publicación de un libro, se vuelve metáfora del éxito
personal, es visualizado también como el triunfo del Ateneo Rivadavia, que -como
dice Beatriz Inés Gutiérrez en su discurso-, la institución cultural “lo quiere hacer
suyo porque siente que le llega como le llega a la madre el éxito del hijo”.51
Esta traslación del sentido, cobra una instancia más radical aún, cuando el
cronista de El Eco de Tandil termina identificando a Juanillo con la “colectividad”
tandilense toda, al plantear que a partir de su éxito, “sentimos el orgullo de que
la ciudad se manifieste jerarquizada a través de esas expresiones de la labor
humana”52. De este modo, Salceda no sólo es convertido en el ejemplo de un
ámbito cultural específico, como lo es el Ateneo Rivadavia, sino también en el
escritor local, en la medida en que aparece como el máximo exponente de la
cultura tandilense en una forma mentis donde lo local –como mundo provinciano-
es presentado devaluado respecto del mundo central de Buenos Aires.
Ahora bien, pero ¿por qué el lento proceso de conversión de Salceda en una
figura simbólica, se concreta en 1953 y no antes o después? Una razón importante
está representada, sin duda, en que en ese año, con la publicación de Prometeo por
una editorial de Buenos Aires, Juanillo se apropia de un lugar en el mundo intelectual
argentino, y a la vez, se convierte en un referente cultural local. Ya he señalado el
plus simbólico que adquiere su figura. Sin embargo, hay un dato interesante, y es
49
Nueva Era, op. cit., p. 7.
50
El Eco de Tandil, op. cit.
51
“Ecos del homenaje al escritor y periodista Juan Antonio Salceda”, El Eco de Tandil, 14 de julio de
1953, p. 4.
52
Ibid.
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Capítulo 2
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años ’20 y las fuertes polarizaciones a favor del fascismo o el antifascismo que se
vivieron en los años ’30 y ‘40, esa identidad combativa de los sectores populares
tandilenses se convirtió nada más que un tópico sólo visible en los bordes de una
dirigencia obrera en retirada que –ya con el peronismo en el gobierno- miraba
aquellos años como un tiempo mítico que ya no regresaría, pues en su mayoría
esos sectores populares habían mutado su identidad a favor del movimiento
justicialista.
Para esa fecha tanto la sociedad en su conjunto como sus sectores populares
expresaban cambios estructurales notables e irreversibles, que se venían generando
desde las dos décadas anteriores. Por una parte, el cambio tecnológico convirtió
en obsoletos los saberes artesanales del picapedrero, y con él su importancia
social en tanto trabajadores especializados. En efecto, tras el auge de la industria
de la piedra durante la segunda década del siglo -que coincidió con la expansión
urbana de Buenos Aires-, comenzó a darse un paulatino reemplazo tecnológico de
los adoquines por el hormigón. Esta situación se agudizó cuando a partir de 1930,
el requerimiento de los planes viales se satisfizo cada vez en mayor medida con
piedra no ya labrada sino triturada, lo que provocó una drástica disminución en los
demanda de mano de obra picapedrera. Gran parte de este excedente de fuerza de
trabajo, dadas la escasas posibilidades de cambio de ocupación, fue atraída hacia
otros centros urbanos, como Mar del Plata, ante la creciente demanda de mano de
obra para el labrado de la cuarcita, piedra blanca que se utilizaba para revestir los
frentes de los chalets.. Las canteras se despoblaron y aunque algunas familias de
canteristas prefirieron permanecer en sus sitios tradicionales en espera de mejores
épocas que ya nunca llegaron, otros, en cambio, establecieron sus residencias en
el núcleo urbano de Tandil, impactando de alguna manera en su conformación.
Por otro lado, ya durante los años veinte una nueva actividad productiva
comenzaba a manifestar una pujanza incipiente: la metalúrgica, que encontrará su
expresión más clara en 1940 con la empresa BIMA (Bariffi Industria Metalúrgica
Argentina), dedicada a la fundición de autopartes, tornos, cocinas y estufas55,
pero que reconocía otras expresiones menores como los numerosos medianos y
pequeños talleres, con menos de cien personas ocupadas, y dedicados a la herrería
de obra y la carpintería metálica, claros indicadores de actividades ligadas a los
cambios urbanos que se estaban produciendo en la ciudad, y a un proceso de
integración de esos sectores populares antes contestatarios y ahora en busca del
sueño de la casa propia. Para 1947 la relación población urbana/rural se había
invertido en favor de la primera: ahora el 57 % de los habitantes residían en la
ciudad misma.56 Así es posible observar que, por ejemplo, para el año 1936 el
núcleo urbano reconocía al menos cinco espacios fácilmente identificables: el
Centro, el barrio “de la Estación”, Villa Italia, Villa Laza y el barrio Sur.
55
Daniel Dicósimo, “El sindicato de obreros metalúrgicos: antecedentes y base de la seccional Tandil de
la UOM, 1944-1948”, en Anuario IEHS, Tandil, Unicen, 1991, p. 316.
56
Nancy Pastor, “Migraciones internas hacia ciudades intermedias. El caso de Tandil (pcia. de Buenos
Aires), entre 1945 y 1980”, Cuadernos de Investigación, IEHS, Tandil, Unicen, 1994, p. 8.
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La esfera pública
Este proceso en el que una sociedad de frontera fue cambiando poco a poco su
fisonomía social y económica desde el último tercio del siglo XIX, fue acompañado
por un conjunto de fenómenos políticos y culturales que dieron como resultado
el surgimiento de una esfera pública en el ámbito local. En Europa, este proceso
había estado caracterizado durante gran parte del siglo XVIII (sobre todo en
Francia, Inglaterra y Alemania), por la aparición de un público lector generalizado
que excedió el marco de la república de los eruditos; por la expansión de la prensa
periódica y por el peso de la vida asociativa constituida a partir de decisiones
libres e igualitarias, llegando a su punto álgido con la Revolución Francesa como
ejemplo extremo de “la politización de la vida social”.57 Pero en otras sociedades
europeas, la esfera pública combinó tanto elementos arcaicos como novedosos, de
manera tal que muchas veces fueron los nobles quienes utilizaron los beneficios
de este espacio público, en contra de las reivindicaciones de las burguesías en
ascenso. 58
A partir de 1860, también en Buenos Aires se da el proceso de aparición de
un espacio de mediación entre el estado y la sociedad civil que se caracterizó por
el desarrollo de la prensa escrita, el incremento de la vida asociativa y una serie de
formas de movilización política mediante las cuales se instalaron y dinamizaron
los debates referidos a las cuestiones públicas, en un contexto en el que la
participación política en sentido estricto estaba restringida a un pequeño número
de notables, al menos hasta la aplicación de la Ley de Sufragio Universal.59 De
algún modo, la participación en la esfera pública es fundamental para entender el
funcionamiento del sistema de poder en el nacimiento de la Argentina moderna,
porque a través de ella no sólo se canalizaron las reivindicaciones de quienes se
encontraban fuera del sistema político, sino que también sirvió como plataforma
de lanzamiento para quienes aspiraban a tener algún grado de gravitación en
la esfera política. Por ejemplo, el carácter faccioso de la prensa del período se
expresa en esa doble alternativa de instrumento de los dirigentes políticos a la vez
que instancia de influencia para quienes deseaban desde fuera de ella desarrollar
una carrera política.60 Las asociaciones profesionales, las sociedades de ayuda
mutua, los clubes sociales y culturales, también formaban parte de esta esfera de
mediación entre sociedad civil y poder político.
57
Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1994, pp. 3-4 y 65.
58
Cf. Mona Ozouf, “L’opinion publique”, Keith M. Barker (ed.), The French Revolution and the Creation
of Modern Political Culture, v. 1, Oxford, Pergamon Press, 1987, p. 423 y ss.
59
Hilda Sabato, La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862 - 1880,
Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1998, passim.
60
Según Halperín Donghi, un ejemplo poco feliz de las alternativas de este periodismo faccioso está dado
por el devenir de José Hernández en tanto periodista: “el fracaso de Hernández se mide en su incapacidad
de alcanzar a través de su obra periodística una gravitación política ya lo bastante considerable como
para que fuese posible afianzarla aun más [...] mediante una participación más directa en el juego de los
hombres, grupos y facciones en torno al poder”.Tulio Halperín Donghi, José Hernández y sus mundos,
Buenos Aires, Sudamericana, 1985, p. 145.
46
La utopía de Prometeo
A partir de la primera década del siglo XX y hasta promediar la década del ‘30, la
61
Natalio Botana, El orden conservador, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 4ª ed., 1994, p. XVII.
62
En la versión actualizada de su clásico libro, Habermas reconoce la existencia de una dimensión plebeya
como variante de la esfera pública burguesa, pero diferente de ella en tanto puede ser vista como un
potencial contraproyecto emancipatorio. Op. cit., pp. 6 y 158.
47
Ricardo Pasolini
63
Censo de Publicaciones periódicas (Pcia. De Buenos Aires), AGN, FONDO AGUSTIN P. JUSTO, Caja
52, Doc. Nro. 1, 1934-1935.
48
La utopía de Prometeo
Fuente: Gráfico construido a partir de Nueva Era, edición especial 50º aniversario, 1/10/69, pp. 26-27.
En este contexto cultural que he descrito, la prensa liberal también cumplía un rol
significativo. Por un lado, al organizar las diferentes instancias de la maquinaria
de la producción y comunicación de la información, participaba como un eslabón
importante en la circulación de bienes culturales. Por otra parte, brindaba a los
intelectuales, la posibilidad de presentarse ante la sociedad como un grupo social
diferenciado, como detentadores de un saber específico, ya sea a partir de la
posibilidad de convertirlos en columnistas o en el hecho de involucrarlos como
objeto periodístico en las noticias culturales. El diario Nueva Era (1919), en los
años ‘30, y el El Eco de Tandil, a partir de 1940, ejemplifican claramente este
proceso donde, como afirma Walter Benjamin, la prensa termina organizando “el
mercado de los valores espirituales”.66
Acerca de las características que asume el campo periodístico, Pierre
Bourdieu ha señalado que este ámbito de acción cultural es el lugar de una oposición
entre dos lógicas y dos principios de legitimación: por un lado, el reconocimiento
de los pares, aferrados a los valores y a los principios internos de la producción
periodística, y por otra parte, el reconocimiento por el gran número, materializado
en el número de lectores en tanto sanción de un plebiscito democrático.67
Bourdieu plantea que el campo periodístico se constituyó -en Francia y en
Estados Unidos-, durante todo el siglo XIX, “alrededor de la oposición entre los
que ofrecían ante todo las noticias -preferentemente sensacionalistas, o mejor,
de sensación-, y los diarios que proponían análisis y comentarios, interesados en
marcar su oposición en relación a los primeros, afirmando altamente los valores
de la objetividad”.68
Asociado a la idea de la información, la aplicación del criterio de objetividad
aparecía como el elemento diferenciador de la práctica periodística, y por ende,
del status alcanzado por los diferentes diarios que conformaban el campo.
Si éstas han sido las características para el caso de sociedades modernas
centrales, cabría preguntarse, bajo qué valores se constituyó la práctica periodística
Humanas - UNICEN, 1997.
66
Walter Benjamin, “París, capital del siglo XIX”, en Poesía y Capitalismo (Iluminaciones II), Madrid,
Taurus Ediciones, 2da. edición, 1980, p. 186.
67
Pierre Bourdieu, “L’Emprise du journalisme”, en Actes de la recherche en Sciences Sociales, Nº101-102,
Paris, mars 1994, pp. 4-5.
68
Ibid.
50
La utopía de Prometeo
Nueva Era
“[...] Nueva Era contribuirá a toda obra nacional y aportará su decidido concurso por elevar
el nivel intelectual del pueblo, para el desarrollo de las industrias, el comercio y las artes,
fomentando el progreso con todos los recursos de la prensa moderna, a su alcance. No trae
bandera política, no viene tampoco a pontificar en ideas o teorías. Su postulado es hacer
prensa seria y culta. Difundir conocimientos útiles, polarizar ideas que estime nobles y tender
constantemente al mejoramiento de nuestra vida, sin actitudes hieráticas ni espíritu unilateral o
sectario, siempre pequeño, egoísta y nocivo”.71
Más allá de esta definición de intenciones progresistas y que aluden a una idea
tradicional de opinión pública, en tanto tribunal ético donde la sociedad debate,
la etapa inicial de Nueva Era se caracterizó más por la pontificación de ideas y la
adhesión política explícita a la Unión Cívica Radical, que por su colocación fuera
de las disputas interpartidarias. Esta característica de diario faccioso y que remite
a una modalidad periodística propia del siglo XIX argentino, sin duda estuvo
signada por el papel que el propio Cabral había alcanzado en la vida política local
69
José P. Barrientos y Daniel Pérez, Historia del periodismo en Tandil, Tandil, 1975, p. 165 y ss.
70
Ibid, p. 169.
71
“Nuestro Programa”, Nueva Era, Nº 1, 1º de octubre de 1919, p. 1.
51
Ricardo Pasolini
“[...] Una sociedad que todos los días se detiene algún tiempo para hundirse en el juego de las
diatribas, de insidias, de pullas o de insultos, que es característica del pasquinismo, acaba por
identificarse con esa modalidad del bombardeo procaz, para transformarse pronto en artillero
de la insidia o de la calumnia, y disparar sus tremendos proyectiles de casa en casa, de familia
en familia, de club en club, de escuela en escuela, de templo en templo.
Por el contrario, un medio social donde el periodismo informa serena y verazmente lo que ha
72
Bourdieu, op. cit., p. 5.
53
Ricardo Pasolini
ocurrido en el lugar o en el mundo; analiza y juzga hechos aplaudiendo o censurando actitudes,
sin descender a plano alguno que no interese a la comunidad toda, difunde conocimientos y
doctrinas, ilustra sobre el pensamiento universal, sin fanáticas pretensiones de formante;
recoge del ambiente anhelos y necesidades y, en la medida de su razón de justicia, las auspicia
o las propugna, será siempre tribuna y catedral que enseñará a los hombres a profesar mutua
consideración y respeto [...]”.73
54
La utopía de Prometeo
circunstancias históricas.77
Salvando las distancias, este objetivo de unificación de los intereses sociales
de la elite que persigue La Nación, en el ámbito local con Nueva Era cobra otra
dimensión: no se trata aquí de unificar intereses, sino de uniformizar, no se habla
a un sector específico de la sociedad, sino que el interlocutor de ese mensaje es
siempre la sociedad toda como mundo local, sin distinciones clasistas de ninguna
índole. En este sentido, se ve cómo la noción de educación de la civilidad atraviesa
también otras manifestaciones de la producción simbólica, como es el caso del
periodismo. Pero esta situación no parece exclusiva de la prensa local, pues otros
diarios –como La Nueva Provincia, de Bahía Blanca-, también identificaron su
accionar con el pedagogismo civil a partir de sus vinculaciones fluidas con el
radicalismo bahiense.78 También en el caso de Nueva Era, se da a la vez de un
acuerdo ideológico, una correspondencia entre personal periodístico, plantel
político radical y animadores culturales. La experiencia de El Eco de Tandil, no
está exenta de estas características del proceso.
El Eco de Tandil
55
Ricardo Pasolini
“Es opinión general, pues oímos a propios y extraños, que este pueblo tiene un gran porvenir.
Todos los que le visitan coinciden en que sus condiciones topográficas son las más preciosas
de la provincia. Ninguno deja de admirar sus bonitas sierras y sus valles que la circundan y las
resguardan. Para el europeo, tiene la virtud de recordarle su propio país, con sus colinas, sus
hondonadas y sus vertientes pues es natural de la provincia el ofrecerle la variedad de su paisaje
[...] Le encantan al higienista, que desde su salida de Buenos Aires no ha observado más que
monótonas y cansadoras llanuras, como al industrial, al ganadero o al agricultor, tan ansiosos
por convertirlo en una plaza importante bajo el punto de vista comercial”.79
56
La utopía de Prometeo
57
Ricardo Pasolini
en 1940. También fue concejal (1936) y diputado provincial hasta 1948. En 1933,
sucedió a José Antonio Cabral en la presidencia de la Asociación Bernardino
Rivadavia, cargo que ocupó hasta 1959.
Ahora bien, he sostenido más arriba que la propuesta de El Eco se coloca
a la izquierda de Nueva Era, pero no se debe entender este posicionamiento como
una ruptura. Esa izquierda se inscribe también en la tradición liberal, en todo caso,
es un liberalismo de izquierda lo que se defiende desde sus páginas. Se trata de la
voz de un sector del radicalismo, que si bien tiene fuertes contactos con la línea
unionista -de hecho Calvo pertenecía a ella-, para los años ‘40 y ‘50, apoyado sin
duda por el marco político opositor que se construyó a partir de la emergencia
del peronismo, integra en su seno a periodistas claramente identificados con la
ideología comunista, o bien, que habían simpatizado con ella cuando integraron
la experiencia del Ateneo de Cultura Popular. De este modo, intelectuales locales
como Juan Antonio Salceda y Víctor Magrini, compartieron la redacción de El
Eco, con los periodistas José Barrientos y Ovidio Saglul, y también con el político
radical Juan Carlos Pugliese, quien más tarde será su administrador.
De este modo, se podría sostener que en el campo de la práctica periodística,
El Eco no hizo más que expresar lo que en el marco político representó la Unión
Democrática, pero sumándole a las definiciones sobre la política nacional, las que
atenían al contexto mundial. Por ejemplo, con indisimulado entusiasmo, El Eco
describe la adhesión de las instituciones a los actos de festejo relativos al triunfo
de los aliados en la Segunda Guerra: “La generalidad de las instituciones obreras,
juveniles, etc. han dispuesto concurrir en corporación al mitín con carteles
alusivos al acontecimiento que se celebra. La Junta de Unidad Democrática, por
su parte, organizadora de la magna Asamblea popular y obrera no ha descuidado
el mínimo detalle en lo que a organización del mismo se trata. Ha dispuesto llevar
al mitín las banderas nacional, rusa, norte americana, inglesa, francesa, china y
de la República española, así como también los retratos de las figuras salientes y
verdaderos conductores de los pueblos a la victoria: Stalin, Roosevelt, Churchill,
Truman y Atlee”. En el acto participaron como oradores, entre otros, los radicales
Longin O. Prat; Juan M. Calvo y Juan Carlos Pugliese. Juan A. Salceda lo hizo en
representación de los comunistas, y por los empleados de comercio, el dirigente
sindical Miguel Arozarena.84 (El núcleo relacional original del Ateneo de Cultura
Popular). También, en 1951, Calvo viajó a Varsovia en el marco del Congreso
Mundial por la Paz, ocupando el cargo de presidente de la delegación argentina y
en 1953, en el marco del Movimiento Argentino por la Paz un viaje equivalente
lo llevó a la U.R.S.S.85 Más tarde, Calvo se alistará en las filas de la U.C.R.I., y
en las elecciones de 1958 será electo presidente del Consejo Escolar de Tandil,
institución que se restablecía tras haber sido disuelta por el gobierno peronista
alrededor de 1950.
La identificación de El Eco de Tandil con la izquierda posible parece haber
84
El Eco de Tandil, 15 de septiembre de 1945.
85
Entrevista con el Prof. Hugo Nario.
58
La utopía de Prometeo
sido advertida por el gobierno municipal de corte peronista, y habla también del
lugar que este medio ocupaba en la opinión pública local. Mientras Nueva Era
experimenta durante 1930 y 1933 sus clausuras por motivos políticos (en 1950
dejó de aparecer por falta de papel), en las décadas del ‘40 y del ‘50, esta vez
es básicamente El Eco de Tandil el medio periodístico clausurado por motivos
similares, lo que podría estar hablando de un deslizamiento de la percepción del
poder político, respecto del carácter opositor o no de ambos medios. La primera
clausura tuvo lugar el 4 de marzo de 1944, y se prolongó durante nueve meses,
mientras que la segunda durará más de un año, desde el 18 de agosto de 1954 hasta
el 22 de septiembre de 1955, y se inscribe en la dimensión altamente conflictiva
que había alcanzado en el ámbito local, el conflicto entre radicales y peronistas,
estos últimos a cargo de los cuerpos de gobierno municipales. Sin duda, en los
motivos que decidieron la clausura pesó la identificación de El Eco como un
diario opositor que había alcanzado gran impacto en la opinión pública, pues de
800 ejemplares diarios que se vendían hacia fines de los años ‘40, en 1954 pasó
a vender alrededor de 4000 ejemplares.86 Pero la Revolución Libertadora también
observó en El Eco un enemigo político de manera que recién en septiembre de
1955 pudo recuperar su salida diaria.
Durante la primera mitad del siglo XX, se podría afirmar que la inserción de los
intelectuales se canalizó básicamente en la experiencia de la Biblioteca Rivadavia.
Este ámbito cultural fue fundado el 2 de junio de 1908 por iniciativa de un grupo
de vecinos pertenecientes a los sectores medios acomodados de la ciudad.
Luego del intento de golpe de estado liderado por Hipólito Yrigoyen en
1905, y con el desplazamiento obligado de los políticos radicales a cargo del
gobierno comunal, este grupo concibió la idea de la creación de una biblioteca
popular, como espacio que permitiera el acceso al conocimiento por parte de los
sectores sociales subalternos, pero sobre todo como instancia pública generadora
de opinión y de gravitación en la vida comunal. Se trata de un grupo de radicales
a la vez miembros de la logia masónica “Luz del Sud”, liderados por José Antonio
Cabral (1872-1952), ex secretario del intendente radical Federico Demarchi
(1904), y personalidad que por sus posiciones renovadoras, había alcanzado gran
notoriedad en las filas de la Unión Cívica local.
La filiación masónica de los fundadores de la Biblioteca Rivadavia, no sólo
está comprobada en el hecho de que el edificio inicial donde funcionó la nueva
86
Estos datos son los que presenta el escritor y periodista local Hugo Nario, en el reportaje que publicó el
semario El Espejo, “Nario y la escritura como una prolongación de la calle”, 13 de enero de 1995, p. 6.
Nario fue redactor de El Eco de Tandil, desde 1949 durante más de tres décadas. Es autor de varios ensayos
históricos entre los que se cuentan Tata Dios, el mesías de la última montonera (1976); Los crímenes del
Tandil (1983); Mesías y bandoleros pampeanos (1994); Tandil, Historia Abierta (1995), Los picapedreros
(1997) y Los Bariffi (2006), entre otros.
59
Ricardo Pasolini
60
La utopía de Prometeo
Asociación y sus organismos anexos, como es el caso del Ateneo Rivadavia, por lo
menos hasta 1960, es decir, espacios en que más allá de la apelación a un discurso
específicamente cultural, se establecen un conjunto de prácticas y nociones que
los llevan a convertirse en importantes instancias donde se constituye la opinión
pública local. Es evidente que estos mecanismos persistirán como residuo cultural
en unos tiempos donde esa masonería inicial ya no tenga ninguna incidencia como
institución política.
Vale decir, entonces, que en el origen de la Biblioteca Rivadavia, se está en
presencia de un sector desplazado de la elite local que se plantea una estrategia de
influencia en la esfera pública. Se trata de la manifestación de su oposición política
en el contexto de proscripción de la vida partidaria que inaugura la Revolución
de 1905, a partir del intento de hegemonizar la vida cultural. De este modo,
durante el primer período, el mundo cultural organizado a partir de la Biblioteca
Rivadavia no hace más que expresar unas nociones y unas prácticas ligadas a las
concepciones que la “buena sociedad” tandilense, integrada por sectores medios
acomodados, tiene de las clases populares, esto es, personajes ajenos a la vida
civilizada a los que hay que disciplinar e inundar de discursos culturales, para que
puedan cumplir con el destino teórico que el modelo liberal-democrático establece
para todo ciudadano: la defensa del orden institucional y la vigencia plena de los
derechos. En este sentido, el acta fundacional es sumamente demostrativa acerca
del porqué de la necesidad de la creación de una biblioteca:
61
Ricardo Pasolini
Dirigentes y público
La vida cultural que allí se desarrolla está conducida, en su mayoría, por quienes
inscriben sus actividades laborales en las profesiones liberales. En efecto,
médicos; abogados; contadores; periodistas y maestros, ocupan la mayoría de los
cargos dirigenciales en las diferentes instancias organizativas que dependen de la
Asociación Bernardino Rivadavia, como la Biblioteca y el Ateneo (1942-1960)
homónimos.
Desde 1908 hasta el presente, las presidencias de la Asociación Bernardino
Rivadavia, estuvieron a cargo de profesionales vinculados en su mayoría a la
Unión Cívica Radical, y lo mismo sucede con las comisiones directivas del Ateneo
Rivadavia a partir de 1942. Los nombres de Cabral y Calvo, los de los abogados
Juan Carlos Pugliese, Roberto Bonanni, Longin O. Prat y el médico Dardo
Fernández Tasende, y los de los periodistas Ambrosio Renis y José Barrientos, se
suceden ocupando alternativamente diversos cargos dirigenciales, expresando así
la preponderancia de cierta endogamia social y partidaria en los mecanismos de
reclutamiento de la mayor parte del plantel intelectual. Política y cultura aparecen,
entonces, no sólo articuladas a partir de una noción de lo cultural en tanto creación
del ciudadano, sino en el plantel mismo de los animadores culturales vinculados
como están a instancias políticas partidarias.
Lectores y asistencias
Pero, ¿de qué manera esta institución cultural fundada en 1908, impactó en la
vida comunal? El gráfico N° 2, sobre asistencias a la Sala de Lectura entre 1911
y 1953, es altamente ilustrativo al respecto. Esta serie91, aunque se interrumpe en
1953, nos permite establecer con claridad los diferentes subperíodos en que la
Biblioteca parece haber alcanzado un mayor impacto en la dinámica cultural de la
sociedad tandilense. De 1911 a 1920, subperíodo que podríamos llamar formativo,
el número de asistencias anuales pasa de 9936 a 29050, respectivamente. Entre
1921 y 1930, aunque con fluctuaciones, el número de asistencias se mantiene en
91
En todas las series utilizadas, se poseen datos incompletos del año 1931. He intentado resolver este
bache documental efectuando para el año de referencia, el promedio entre las cifras correspondiente a los
años anterior y posterior.
62
La utopía de Prometeo
63
Ricardo Pasolini
64
La utopía de Prometeo
Género N° de Obras
Literatura: 2357
Historia: 1884
Cs. Sociales: 852
Filología: 345
Cs. Aplicadas: 298
Cs. Puras: 253
Obras generales: 129
Filosofía: 93
Bellas Artes: 50
Religión: 30
Así todo, algunos datos cualitativos dan una idea del peso que cobraba la figura del
bibliotecario en la orientación de la lectura del público. Dada su posición de nexo
entre el público y los libros, Amador Isasa, el bibliotecario de la B. Rivadavia entre
1936 y 1957, se convirtió en una figura fundamental que influyó notablemente
en los intereses intelectuales de los asistentes. Jorge Di Paola Levín (1940), un
estudiante de la Escuela Normal que se asoció a la Biblioteca Rivadavia en 1949,
relata que Isasa organizaba un plan de lectura para cada uno de los jóvenes: “Me
acuerdo que primero me dio Salgari, Dumas y las obras de Verne, y a los catorce
años estaba leyendo ‘El ser y la nada’ de Sartre”.95
Esto contrasta con la experiencia de la lectura en la Biblioteca Juan B.
Justo de Tandil, entre 1928 y 1945, pues dado su carácter esencialmente obrero,
no había allí una figura que se especializara en la función de bibliotecario, sino
que ese rol era cumplido en forma rotativa por los miembros de la Comisión
Directiva, la mayoría de ellos trabajadores asalariados. Además, la biblioteca
atendía al público entre las 20 y las 22 horas, lo cual afirma la idea del carácter
obrero de la misma96.
En este marco, la biblioteca brindó la posibilidad de que los bienes
simbólicos de la cultura dominante estuvieran al alcance de los sectores medios y
95
Entrevista con Jorge Di Paola, 21/6/94.
96
Ricardo Pasolini, “Entre la evasión y el humanismo…”, op. cit.
66
La utopía de Prometeo
también populares de una ciudad intermedia del interior bonaerense, como lo era
la tandilense de la época.
La estrategia de sustitución de la política por la cultura se apoyó en la noción
de tradición iluminista de que mediante el acceso a un conocimiento establecido,
los individuos se constituyen en seres de calidad superior, que pueden ejercer
con mayor idoneidad las diferentes alternativas de la vida social, y sobre todo,
las que establece el sistema político. Esta idea utilitaria del conocimiento, está
íntimamente ligada por un lado a la noción de intelectual como educador de la
civilidad, noción fuertemente presente en el pensamiento masónico, y por otro, a
una idea excluyente de lo cultural. Es decir, la cultura es pensada como un único
mundo -el de la cultura letrada-, que establece lugares sociales diferenciados para
cada individuo o grupo, de acuerdo a la apropiación que cada uno de ellos ha
podido hacer de estos bienes culturales dominantes.
De este modo, el núcleo original conformado por masones y radicales
pensó en la acción de una biblioteca como medio para convertir a los habitantes
en ciudadanos, capaces con su accionar total de transformar el espacio comunal
en una sociedad que transitara por la senda del progreso. Estas nociones
estuvieron presentes en la cultura local con una fuerte temporalidad y fueron
elementos constitutivos de la identidad de ciertos sectores sociales que más allá
de estar vinculados o no por relaciones o idearios políticos comunes, ayudaron a
conformar la creencia en el papel civilizador de la cultura, de allí que una unidad
de significados pudiera mantenerse hasta bien entrado el siglo XX, entre quienes
se identificaban con las ideas del progresismo (liberales, radicales, socialistas y
comunistas), y aquellos más propiamente conservadores. Así, en el campo de las
representaciones sociales, la Biblioteca Rivadavia se transformó en un capital de
la comunidad, más que en la de un sector específico de ella.
67
Ricardo Pasolini
68
La utopía de Prometeo
Capítulo 3
69
Ricardo Pasolini
70
La utopía de Prometeo
de vigilancia parisino: “En Amérique latine -escribe Vigilance-, s’est fondé sur
l’initiative d’Annibal Ponce un comité qui gruope plus de 800 intellectuels de
toutes catégories, signataires d’un très beau manifeste”.103
Su órgano de expresión se llamó inicialmente Unidad, y en su segunda
época fue reemplazado por Nueva Gaceta de aparición regular entre el 1º de mayo
de 1941 y junio de 1943. En agosto de 1936, Ponce señalaba el carácter que debía
asumir la institución luego de las tensiones internas del primer año de la entidad:
“[…] ni partido político, ni capilla sectaria, ni tertulia de snobs, ni asociación de
revolucionarios […] Como miembro de la A.I.A.P.E. o en los actos de la A.I.A.P.E.,
el asociado o el dirigente sólo aspira a denunciar y combatir las irrupciones del
fascismo en el campo cultural que nos es propio”. 104
Así todo, para el período 1941-1943, la A.I.A.P.E. ya mostraba una clara
hegemonía de intelectuales comunistas o compañeros de ruta, quienes luego de
su etapa neutralista, recuperaron las nociones antifascistas originales. Raúl Larra,
Héctor P. Agosti, Gerardo Pisarello y Arturo Sánchez Riva integraban el consejo
de redacción del mensuario en esta época.
Tras el golpe militar del 23 de junio de 1943, la A.I.A.P.E. fue clausurada,
pero su acción cultural tuvo un impacto residual muy importante. He escrito en
otro lugar acerca del peso que en la percepción del pasado y la política argentina,
así como el tejido relacional que se compone en esta etapa inicial, tuvo en la
constitución de una identidad comunista en muchos intelectuales, en un arco
temporal que va desde mediados de los años treinta hasta los primeros setenta.105
Más allá de los deseos imaginarios de los integrantes de la A.I.A.P.E., su
antifascismo inicial significó menos un intento de construcción de una salida
política ante lo que consideraban el avance del “fascismo criollo” –los tiempos
institucionales inaugurados por el golpe de Uriburu y el fraude electoral-, que la
percepción de la debilidad social y política de los intelectuales, en un contexto
de internacionalización de los tópicos ideológicos en la vida política local, que
definían el clima del mundo en la polarización fascismo-comunismo.106
De algún modo, la consigna “Por la defensa de la cultura”, resumía el
carácter de quienes integraban el agrupamiento, tanto como la tarea que debían
realizar: conservar la matriz ideológica liberal que posibilitara más tarde otros
cambios sociales. La defensa de la cultura era pues una defensa del patrimonio
cívico de la humanidad que se debatía entre dos caminos: la barbarie representada
por los fascismos y la civilización, identificada con la tradición democrática. La
formalización del tema de la “defensa de la cultura” estaba presente ya desde
103
“Rapport sur le mouvement international des intellectuels”, Vigilance, (Bulletin du Comité de
Vigilance des Intellectuels Antifascistes), N° 29, 15 octobre 1935, p. 11.
104
Aníbal Ponce, “El primer año de A.I.A.P.E.”, op. cit.
105
Ricardo Pasolini, “Comunistas argentinos. Identidades políticas, tópicos ideológicos y vida privada,
1950-1970”, en Estela Spinelli, Alicia Servetto, Marcela Ferrari y Gabriela Closa (comps.), La conformación
de las identidades políticas en la Argentina del siglo XX, Universidad Nacional de Córdoba, Edición
del Centro de Estudios Avanzados – Instituto de Estudios Histórico-Sociales – Movimientos Sociales y
Sistemas Políticos, 2000, pp. 279-305.
106
Cf. Ricardo Pasolini, “El nacimiento de una sensibilidad política…”, op. cit.
71
Ricardo Pasolini
Nydia Lamarque, “Epítome de Esteban Echeverría”, Unidad. Por la defensa de la cultura, Año II, n° 1,
107
agosto de 1937.
72
La utopía de Prometeo
“Comencé, siendo muy joven, mi amistad con Aníbal Ponce y la gente que lo rodeaba: Rodolfo
Puiggrós, Alfredo Varela, Héctor P. Agosti, Raúl Larra […], May Zuviría, Raúl González Tuñón,
Córdova Iturburu, Enrique Amorín, Dardo Cúneo, Emilio Troise, Pondal Ríos, Elías Castelnuovo,
Alvaro Yunque, todos los cuales alternaban la tarea literaria con el periodismo, todos ellos más
o menos de izquierda, francotiradores o allegados al comunismo. […] La militancia desde el
comienzo en la A.I.A.P.E. que reunió a todos esos nombres, de la cual conservo el carnet N°
22. […] Quedan muchos nombres perdidos en la memoria, que formaron aquella generación
autoconvocada después de la revolución de 1930.”110
108
Larra, op. cit., p. 20.
109
Gerardo Pisarello, En el recuerdo de los años, Ediciones Anfora, Buenos Aires, 1983, p. 90. También,
“Gerardo Pisarello, correntino contra el olvido”, La Opinión cultural, 3 de septiembre de 1972, p. 8.
110
“En recuerdo de Juan Carlos Vedoya”, Todo es historia, N° 256, octubre de 1988.
73
Ricardo Pasolini
74
La utopía de Prometeo
Fuertemente ligado a los escritores que habían formado parte del grupo
de Boedo, Ruiz Daudet también llegó a tener una importante actividad en tanto
escritor, publicando en La Vanguardia y en Nueva Revista, esta última dirigida por
Córdova Iturburu.115 Sin embargo, su papel más destacado residía en su carácter
de gran dinamizador de las actividades intelectuales. En las memorias de Raúl
Larra, Ruiz Daudet aparece caracterizado en esa condición:
“Al integrarse a nuestro grupo, Carlos se arrogó per se la representación de sus colegas del
interior. Aunque radicado en Buenos Aires, iba y venía por esos caminos del sur bonaerense
en su Plymouth deteniéndose en cada pueblo, en cada ciudad. Allí donde llegaba ya se armaba
un club de ajedrez, ya se organizaban campeonatos, simultáneas, ya se abrían bibliotecas y
se pronunciaban conferencias. Era como una especie de taumaturgo, el gran animador de la
actividad cultural. Manejaba como un caudillo su propio circuito -Dolores, Castelli, Maipú,
Azul, Balcarce, General Madariaga, Mar del Plata y, por supuesto, Tandil, desde donde había
partido y a donde volvía para reencontrarse. (...) Uno a uno fuimos compañeros alguna vez de
sus viajes y también los oradores en ese periplo cultural. (...) Carlos advenía a una reunión
de nuestro grupo de escritores repartiendo papelitos, con enumeración de programas y tareas
concretas”.116
115
Obras de Ruiz Daudet: Novelas: Provincia (1942); El caudillo (1944) Primer premio del concurso
organizado por Noticias Gráficas; El pueblo (1949); Juan se encuentra (1954); Los Sandoval (1965).
Cuento: Viajante (1933); Kilómetro 520 (1943), El canario (1950); Años, lugares, gente (1957). Teatro:
Arturo Nelson vive hacia atrás (en colaboración con el dramaturgo Ramón Gómez Masía) y Máximo Gorki,
una biografía escénica (1970).
116
Larra, ibid., pp. 138-140.
117
El Ateneo de Cultura Popular fue creado el 23 de febrero de 1935 y dejó de funcionar en marzo de 1936.
75
Ricardo Pasolini
“Los términos en que se plantea en nuestra ciudad de Tandil el problema de la cultura no difieren,
en lo fundamental por lo menos, de lo que presenta en la mayor parte de las restantes ciudades
del interior de la República. Estos términos pueden, tal vez, concretarse en una sola palabra:
aislamiento. La cultura, sin que esto aspire a ser una definición, es una consecuencia de la
mutua comunicación de las inquietudes y conclusiones que sugiere el espectáculo del mundo
a la sensibilidad y la inteligencia. El aislamiento, por eso, atenta contra toda posibilidad de
formación de una cultura. La radiotelefonía y los diarios y revistas de gran tiraje, que alcanzan
una fácil difusión entre nosotros, no rompen es evidente, el cerco de nuestro aislamiento. Las
broadcastings poderosas y los llamados grandes órganos de publicidad no reflejan, por lo menos
en forma satisfactoria, el panorama de la verdadera cultura, la vida de la inteligencia y del
espíritu contemporáneos, la evolución de las ideas. Su grosera mercantilización, su sometimiento
a intereses de orden rigurosamente material, restringen su acción a los límites estrechos de una
chatura, una falsedad y una vulgaridad irremediables. La cultura es algo viviente, que vive al
margen de las instituciones oficiales y de la publicidad millonaria y, muchas veces, en abierta
contradicción con ellas. La historia de las ideas lo documenta con holgura. Este planteamiento,
así, en líneas generales, de nuestro problema, sugiere la necesidad de una acción inmediata: hay
que neutralizar la influencia nociva de las ideas falsas, el arte falso y la falsa literatura de que son
vehículos generosos la radiotelefonía y los diarios y revistas de mayor difusión entre nosotros; hay
que tomar contacto con los organismos, agrupaciones o sectores de cualquier índole en que la
cultura tiene en el país, su natural residencia, hay que contribuir a la difusión y discusión de las
ideas que la actualidad del mundo y del país sugiere a las mejores inteligencias, hay que contribuir
a la formación del gusto estético de nuestro público, despertar el interés por las artes y las cosas de
la inteligencia, estimular la creación artística local y auspiciar todo lo que en nuestro medio o en
el país signifiquen defensa o acrecentamiento de los intereses de la cultura...”118
76
La utopía de Prometeo
más allá del tópico del pedagogismo civil en tanto elemento articulador de las
diferentes experiencias antifascistas descriptas, la evaluación del estado cultural
que hacen los integrantes del Ateneo de Cultura Popular se inscribe en la tradición
dominante en el mundo local acerca de las nociones sobre cultura y rol intelectual,
una tradición incitada por el peso político y relacional del que aún gozaban los
líderes del radicalismo filiados en una matriz de pensamiento masónico de larga
data. De allí, que se planteen desde sus inicios un programa de actividades que
por cierto resultaba sumamente ambicioso y que en algún sentido reeditaba un
conjunto de tópicos muy afines a la masonería decimonónica y a la idea del
intelectual como publicista, incorporando como elemento distintivo la exaltación
del espíritu de lo nuevo. El programa de actividades incluía la
El carácter de Thomas Mann de perseguido político del nazismo, llevó a Salceda a incorporarlo en el
123
panteón de los escritores ilustres, a partir de un fino comentario de La montaña mágica, pero también
señaló que más allá de ser “uno de los cerebros privilegiados contemporáneos”, Mann lejos estaba de ser
un comunista o un revolucionario. Cf. Juan A. Salceda, “Thomas Mann y el tiempo”. Columna Hojeando y
Ojeando, Nueva Era, 15 de junio de 1935.
78
La utopía de Prometeo
79
Ricardo Pasolini
Cabría preguntarse más allá de esta vinculación con la A.I.A.P.E. y las definiciones
de construcción política entre ambas asociaciones, cuáles son los significados, las
preocupaciones y los contenidos que definen este antifascismo, en el sentido de
poder observar cómo actúa la importación de nuevos tópicos ideológicos.
Un primer elemento constitutivo de este antifascismo es la percepción de
los enemigos políticos. A nivel internacional, el nazismo es visualizado como
la fase más sofisticada del estado fascista. Hitler, Göering y Goebbels aparecen
como los artífices políticos de los intereses de los grandes industriales del trust
del acero, en una combinación explosiva y sutil cuyo horizonte más cercano es
el inevitable destino de la guerra.132 Como fenómeno político general, el origen
del fascismo es percibido como una necesidad del capital. La democracia como
sistema político ya no sirve para el capital y los escandalosos negociados de los
monopolios capitalistas ya no se pueden ventilar en la caja de resonancia de
los parlamentos. En este sentido, afirman, “La libertad burguesa y la tolerancia
burguesa son peligrosas para los que manejan los asuntos públicos. Surge
la censura a la prensa. Es preciso contener la protesta de los obreros y de los
desocupados […] Llega un momento en que por leyes seudodemocráticas no
se pueden conseguir esos propósitos y entonces hace su aparición el fascismo.
Del tuétano de la crisis general del sistema emana el fascismo. Es un gravísimo
error ubicar al fascismo en un terreno exclusivamente ideológico. No es menos
peligroso creer en su doctrina, ya sea racial o patriota […] Detrás de la letra del
programa fascista alemán, estaba Thyssen, el multimillonario jefe de la industria
pesada del Rhur, que pagaba sus campañas políticas”.133
El fascismo representa también un proceso de incivilización creciente dado
el lugar que en el estado fascista ocupaba la fuerza. Si para estos antifascistas,
en la historia de la humanidad el derecho había nacido como un elemento de
legitimación en el largo plazo de los privilegios logrados por una minoría, lo
cual indicaba que esa dominación al menos respondía a cierta racionalidad y
a códigos y cuerpos normativos, a partir del fenómeno del fascismo esa fuerza
había resucitado en toda su crueldad: “el racismo y el nacionalismo agresivo son
los nuevos mitos, los nuevos templos donde se quema incienso al derecho del
130
Libro de Actas del Ateneo de Cultura Popular de Tandil. Acta nº 12, 13-01-36, t. I., f. 17. (AHN)
131
Juan Antonio Salceda, “La verdadera cruzada”, Unidad. Por la defensa de la cultura, Año I, Nº 3,
enero de 1936, p. 4.
132
Victor Magrini, “Göering”, Columna Hojeando y Ojenado, Nueva Era, 13 de abril de 1935.
133
Juan A. Salceda, “Qué es el fascismo”, Columna Hojeando y Ojeando, Nueva Era, 24 de agosto de 1935.
80
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La utopía de Prometeo
toda la humanidad. De este modo, los “chochos” ancianos locales son criticados
porque “han tenido cuidadosamente guardada la llave del cinturón de castidad en
su bolsillo mientras falseaban cerraduras ajenas”, porque “han tenido a la mujer
aherrojada y esclavizada por la infamante cadena de la propiedad del sexo y la
posterna social, humanamente bárbara, de la himenolatría”; porque salen a la
palestra “en nombre de una dudosa tradición de patria, religión, moral, y caen bajo
la égida y las garras del fascismo”. Así todo, de este mundo que se derrumba, los
jóvenes tienen para sí la tarea de “recoger en sus manos desinteresadas y limpias
la genuina tradición cultural, que no puede ser de ningún modo las hogueras de
libros ni la reclusión de la mujer en el hogar, sino el común disfrute de todas
las conquistas científicas, artísticas, etc. hechas por el hombre”.144 De allí su
beligerancia ante la moral burguesa y la exaltación de esa sociedad por construir
que se anticipa en la historia en la experiencia de la U.R.S.S.
dirigida y estado totalitario- no eran más que remiendos, etapa final de un sistema
económico agonizante, paliativos intrascendentes destinados a contener el avance
del socialismo.147 En oposición a la organización social burguesa, en el socialismo
la inteligencia y el trabajo aparecerán como las únicas fuentes de jerarquía y
“en sus concepciones gigantescas habrá lugar y honores para las individualidades
superiores que se consagren al bien público”.148
¿Cómo llegar a ese estado social? En primer lugar, la insurrección de
los mineros de Asturias aparece como ensayo general de ese camino. Si bien
la insurrección es reprimida y fracasa, la misma se convierte en un modelo de
alianzas proletarias y campesinas en la base. Un preludio del triunfo social futuro
es lo que Aníbal Ponce y la intelectualidad de la A.I.A.P.E. extendida advierten
en los sucesos asturianos, lo que Beatriz Sarlo ha denominado un oxymoron
construido sobre la derrota victoriosa.149 También desde el Ateneo de Cultura
Popular el ejemplo de Asturias es rescatado por su componente revolucionario
potencial, y a partir de febrero de 1936, esa naturaleza clasista es la que se
exalta en la constitución del Frente Popular español.150 El ejemplo francés es
rescatado para establecer un caso más de la estrategia de alianzas que sustentan
programas político-económicos avanzados. ¿Qué problemas debía enfrentar el
Frente popular en España? Por un lado, el haberse constituido en una sociedad
de escaso desarrollo de las fuerzas productivas. Puesto que la sociedad burguesa
si bien se asienta sobre los mismos principios en todos los países, ofrecía distinto
grado de madurez tecnológica, puede suceder -como ya lo expresaba el ejemplo
ruso- que la voluntad de los hombres “adelante la hora de los acontecimientos y
resuelva cortar la evolución capitalista en un peldaño inferior para luego acelerar
el progreso técnico e industrial dentro de una estructuración socialista”.151
El otro problema, más táctico que estratégico, era la contención en el marco
del Frente popular, de la impaciencia en el reclamo de medidas radicales por parte
de la clase obrera española. La pregunta se fundaba en el hecho de si los frentes
democráticos podían frenar al “potro capitalista”, y si a la vez podían atender el
problema social, sin que éste derivara en la necesidad de un gobierno fuerte que
podía resultar incluso de derecha.152
En el nivel nacional, hacia septiembre de 1936 los antifascistas locales
apuestan a un frente popular que representaría el ideal político de la gran mayoría
de los argentinos ante un frente nacional en tanto forma política de la reacción
oligárquica y antipopular, “que aviva el fantasma del comunismo y la dictadura
del proletariado.” La alianza de radicales, socialistas y demócratas progresistas
147
Juan A. Salceda, “Stajanovismo”, Columna Hojeando y Ojeando, Nueva Era, 7 de marzo de 1936.
148
S.ALCE, “En pro o en contra”, Germinal, mayo 28 de 1936.
149
Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica, op. cit., p. 132.
150
Víctor M. Magrini, “La tragedia de Asturias”, Columna Hojeando y Ojeando, Nueva Era, 26 de
octubre de 1935, y Juan A. Salceda, “El ejemplo español”, Columna Hojeando y Ojeando, Nueva Era, 22
de febrero de 1936.
151
S.ALCE, “La España nueva”, Germinal, marzo 19 de 1936.
152
S.ALCE, “Notas. Los frentes populares”, Germinal, junio 18 de 1936.
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La utopía de Prometeo
“Nos cerraron cuando proyectamos la película ‘Extasis’, en la sala del Teatro Cervantes. En una
parte de esa película, la protagonista actuaba desnuda... ¡Imagínese lo que era trasmitirle eso
a la gente de Tandil, en aquella época! La película era muy interesante, era un canto a la vida
y un símbolo de la libertad individual. Pero las fuerzas conservadoras nos pusieron los puntos:
el cura Chienno tenía influencias en la población, y nos cerraron el Ateneo. Nos tacharon de
comunistas, y no nos apoyó nadie..[...] “Estábamos pasando el sarampión marxista. Sólo éramos
un grupo de jóvenes con la inquietud de activar el ambiente cultural... La revolución del 30,
reaccionaria, militarista, conservadora, nos había impactado. Había que hacer algo, entonces
creamos el Ateneo. De todos modos, no queríamos intervenir en las contiendas políticas, porque
entendíamos que el movimiento cultural era superior al político”.161
87
Ricardo Pasolini
ni pleitesías que humillan. Y la firmamos […]
Entre hacer concesiones al minúsculo público ilustrado o seguir la ruta de la verdad, hemos
preferido ésta. Sabemos que algunos trabajadores nos leen y nos discuten. En este sentido
hemos acusado progresos. Esto nos satisface bastante. Antes que ser sonámbulos complacientes,
preferimos ser compañeros de las masas, que quieren para sí el MUNDO ENTERO, según la
expresiva frase de Jean Cassou.”162
162
Juan A. Salceda, “Balance y despedida”, Columna Hojeando y Ojeando, Nueva Era, 21 de marzo de 1936.
88
La utopía de Prometeo
Capítulo 4
EL ATENEO RIVADAVIA
Y EL “PROMETEO” DE SALCEDA
El Ateneo Rivadavia
Cultura Popular, en febrero de 1935, más allá de que Juan Antonio Salceda y
Víctor Magrini, se encontraran en el núcleo fundador del Ateneo Rivadavia.
De igual modo que en las instancias de la fundación de la Biblioteca, la
creación de este ateneo cultural se consideró necesaria
“porque el rango alcanzado por la ciudad así lo exigía, por cuanto su población laboriosa
y culta, podría tener un centro que auspiciara conferencias científicas, culturales y literarias,
como así también, creara a través de él, una tribuna que difundiera todo aquello útil al progreso
de las ideas y a la afirmación de la cultura popular”.163
90
La utopía de Prometeo
ésta cede paso a la exclusiva exaltación del modelo social soviético (en parte
porque han reconocido sus derrotas juveniles y ahora se encuentran más integrados
que en el ’35), que si bien tiene en Salceda al cultor más visible, también alcanza
a los radicales Juan Manuel Calvo y Juan Carlos Pugliese, quienes no ocultan su
admiración por los títulos del marxismo.
Las prácticas culturales
Entre junio de 1942 y septiembre de 1960 -exceptuando los años 1952 y 1954,
donde la inactividad cultural se debió a las prohibiciones provenientes de la
policía o del gobierno municipal-, el Ateneo Rivadavia realizó alrededor de 237
actos culturales, entre los que se contaron conferencias, agasajos y homenajes,
exposiciones pictóricas y fotográficas, recitales musicales y poéticos, lecturas y
debates públicos, y representación de obras teatrales y veladas cinematográficas.
De acuerdo a la frecuencia y diversidad con que se realizaron estas
actividades, es posible observar diferentes subperíodos entre 1942 y 1960. En
efecto, desde su creación hasta 1949 inclusive, la actividad del Ateneo se mantuvo
en un nivel bajo, con un piso de 3 en 1943 y 1946, y un techo de 16 conferencias,
en 1949, apenas 3 puntos por encima de la media del período (13,16 ).
El punto máximo lo representa la actividad desarrollada durante el año
1950, con 44 unidades. Ese año el Ateneo Rivadavia realizó 27 conferencias,
2 homenajes, 1 exposición pictórica, 13 jornadas de lectura y debate, y una
representación teatral, a cargo del elenco vocacional de la entidad. Al año siguiente,
la cifra desciende hasta 25 actividades, pero sin embargo, podemos considerar que
continúa siendo elevada, en la medida en que supera la media en 11,84 unidades.
El tercer subperíodo, da inicios en 1952 y culmina en 1955. El promedio
aquí alcanza a 2,4 actividades anuales, representando la cifra más baja del
período. Esta ausencia de actividad, tiene su origen en el impacto que tuvieron
sobre este espacio cultural las presiones ejercidas por el gobierno peronista, y que
se tradujeron en la prohibición de actividades, como los casos de los años 1952
y 1954, y en la aplicación de otros mecanismos de control político a partir del
accionar de organismos estatales como la policía y la administración municipal.
En efecto, durante el año 1953, la correspondencia del Ateneo Rivadavia incorpora
un nuevo destinatario: el comisario inspector Francisco Vulcano, titular de la
seccional primera de policía. A él se dirigen los integrantes de la comisión directiva
de la entidad cultural, para informar sobre las disertaciones a realizarse, las que
en última instancia, debían ser autorizadas por la institución policial. Esta forma
de control político, había dado inicios en febrero de 1953, cuando el comisario
de referencia, envió una carta solicitando completar unas planillas donde se
consignaban los datos personales de los miembros de la comisión directiva del
Ateneo. A esta actitud policial, se sumó el Jefe comunal de extracción peronista,
Carlos R. Marzoratti, quien también en febrero de ese año, envió una carta en
la que solicitó un pedido similar: “Tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el
91
Ricardo Pasolini
objeto de que tenga a bien, remitir a esta Municipalidad, los siguientes informes:
a) Nómina de la Comisión Directiva. b) Domicilio particular de cada uno de ellos.
c) Números de documentos de identidad. d) Edad y estado civil. e) Profesión. Esta
información debe ser suministrada en forma confidencial y dentro de un plazo de
ocho días de recibida la presente notificación”.166
Un cuarto subperíodo, lo componen los años 1956 y 1957, con un promedio
de 27 actividades anuales. Este aumento de la actividad, sin duda se relaciona
con el clima ideológico de los años posteriores a la Revolución Libertadora. Sin
embargo, de 34 actividades culturales desarrolladas en 1957, el Ateneo desciende
a 12 en 1958, luego a 15 en el 59, y a 18 en 1960, conformando estos tres años,
un último subperíodo con un promedio de 15 actividades anuales, apenas 1,84
unidades por encima de la media.
Ahora bien, pero ¿de qué elementos está compuesta esta actividad cultural?, es
decir, ¿cuáles son las prácticas culturales mediante las cuales quienes integran
el Ateneo Rivadavia, pueden presentarse ante la sociedad como miembros
de un ámbito social específico, y a la vez, como detentadores de un saber
particular?
En efecto, a lo largo de todo el período, el Ateneo Rivadavia basó su práctica
cultural fundamentalmente en las conferencias, alcanzando esta categoría el 72 %.
Las lecturas seguidas de debate alcanzaron el 12 %, y los homenajes y agasajos
el 5 %. La representación de obras teatrales a partir de grupos vocacionales, y las
veladas cinematográficas, compartieron el 4 % de las actividades, mientras que
los recitales poéticos y musicales, llegaron sólo al 2 %.
En agosto de 1942, el Ateneo Rivadavia dio inicio a su actividad cultural,
con una disertación a cargo del Dr. Artemio Moreno, juez en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal, y a la vez, miembro de la Sociedad Argentina
de Escritores. La noticia ocupó gran parte de la primera plana de Nueva Era,
y de este modo, el ateneo cobró existencia social como centro cultural. En la
oportunidad, Artemio Moreno habló sobre Stefan Zwieg, quien había visitado la
Argentina en 1940, invitado por el Colegio Libre de Estudios Superiores.
Son más que evidentes las razones políticas que llevan a la organización de
estas actividades culturales: “Frente a las fuerzas desatadas, que quieren imponer
su imperio bárbaro, la afirmación de los valores de la cultura es cada vez más
necesaria. El estudio, la discusión, la lectura, el conocimiento preciso de los
problemas que agitan al hombre, la información seria sobre los acontecimientos,
el análisis inteligente de los mismos, todo eso contribuye a crear una mayor
166
Carta de Comisario Inspector Francisco Vulcano al presidente del Ateneo Rivadavia, Sr. Pelayo
Fernández, Tandil, 5-1-53 y Carta del Intendente Municipal Carlos R. Marzoratti al presidente del Ateneo
Rivadavia, Sr. Pelayo Fernández, Tandil, 6-2-53. Correspondencia... (ABIG).
92
La utopía de Prometeo
conciencia del derecho y por ende, a promover una más exaltada defensa del
mismo”. 167
La presentación fundacional, expresa la reactivación de la red de intelectuales
de izquierda o democráticos, que había permitido el surgimiento del Ateneo de
Cultura Popular en 1935. Durante todo 1942, luego de la visita del Dr. Moreno, el
ateneo recibió también en carácter de conferencistas a Leónidas Barletta, Héctor P.
Agosti y Eugenio Julio Iglesias, miembros todos de la Asociación de Intelectuales,
Artistas, Periodistas y Escritores (A.I.A.P.E.).
Este fenómeno inicial de revinculación de un espacio cultural local con
una entidad madre y su complejo mundo de relaciones, se irá convirtiendo en una
característica definitoria del Ateneo Rivadavia. En efecto, desde 1943 en adelante,
tal vez como una consecuencia de la clausura de la A.I.A.P.E. -lo que puede
haber motivado la búsqueda de espacios culturales alternativos de participación-
, las figuras de Luis Reissig, Rodolfo González Pacheco, Rafael Alberti, Raúl
Larra, José Luis Romero, Roberto F. Giusti, Juan G. Ferreyra Basso, Juan Pichón
Riviere, Raúl González Tuñón, Vicente Fatone, Jorge Thénon, Luis Gudiño
Krámer, Gregorio Weinberg, Jorge Icaza, Juan Carlos Castagnino, César Cabral,
Ricardo M. Ortiz, Bernardo Canal Feijóo y Juan Mantovani, entre otros, se irán
sucediendo en su condición de disertantes en el Ateneo Rivadavia, hasta incluso
el momento de la clausura, en septiembre de 1960.
El papel asignado a la conferencia y a los conferencistas en este mundo
local, se resume en la toma de conciencia de que en tanto actores de una periferia
cultural, sólo era posible acceder a los bienes dominantes en este campo, si se
mantenían fluidas relaciones con su centro, lugar representado como símbolo de
la verdadera cultura. El conferencista foráneo -quien, si había publicado, dejaba
ejemplares de su obra, para que fuesen vendidos entre los integrantes de la red
local-, simbolizaba el saber mismo, y la posibilidad de la actualización en materia
de ideas y opiniones, desde una perspectiva dinámica, porque, las conferencias
siempre daban paso a la instancia del debate.
Este criterio de reducción del sentido de una práctica cultural a su utilidad,
es visible también en el caso de la segunda categoría en orden de importancia.
Esta categoría, Lecturas -con el 12 por ciento de las actividades totales-, incluye
sobre todo, aquellas mesas redondas de lectura y debate organizadas por el ateneo,
que se denominaron “miércoles polémico”, y que actuaron como una instancia
de iniciación en la práctica intelectual, para quienes formaban parte del grupo
extendido de la entidad. A estas reuniones concurrirán también, como veremos
en el siguiente capítulo, los miembros adolescentes del Ateneo Rivadavia, y allí
constituirán sus prácticas no sin conflicto.
167
“Hablará esta noche a las 21 y 30, en la Biblioteca Rivadavia, el Dr. Artemio Moreno”, Nueva Era, 22
de agosto de 1942, p. 1.
93
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La utopía de Prometeo
“Así como Jenófanes de Colofón sostenía ya en su tiempo, que si los caballos tuviesen manos
pintarían a sus dioses con forma de caballos, igualmente los representantes de esa clase
moribunda tienen que pintar en sus obras a la muerte”.181
97
Ricardo Pasolini
partes hepáticas, que desaparecían tras el hambre del ave rapaz, crecían durante
la noche en igual proporción, lo que al día siguiente no hacía más que reiniciar el
suplicio prometeico.
Finalmente, Heracles mató al águila y liberó a Prometeo, quien fue
aceptado nuevamente en el Olimpo merced a que conocía un secreto sobre el
destino final de Zeus, en algunas versiones se trata de un engaño amoroso, que al
verse confirmado recolocó a Prometeo en el Olimpo reconciliándolo con Zeus.
En la tragedia de Esquilo182, la historia comienza en el momento en que
debe ejecutarse la condena de Prometeo. El ya ha robado el fuego a los dioses
y se lo ha entregado a los hombres. Entonces, Hefesto -dios menor y el herrero
del Olimpo-, lo encadena a una roca de la montaña. Esta versión, la de Prometeo
encadenado de Esquilo, es la que utiliza Salceda en su ensayo.
El libro de Juanillo está dividido en una Introducción, dos partes y un
Epílogo. La primera parte es histórica, y sobre todo, de enfoque básicamente
materialista. Allí, Salceda trata de enmarcar el mundo en el que vivió Esquilo:
estudia las luchas sociales en la antigua Grecia, luego presenta un panorama
de la cultura de la época, para culminar con un capítulo donde analiza el
nacimiento del teatro, y las relaciones entre la filosofía materialista griega y el
género dramático de la tragedia. Como he señalado, esta primera parte tiene un
enfoque básicamente materialista en el sentido de que los procesos culturales son
observados desde la hipótesis de que la infraestructura, digamos, las relaciones
sociales de producción, determinan los fenómenos que se producen en el resto
de las esferas de la sociedad. De allí, que Salceda se preocupe desde el inicio, por
establecer las características de la sociedad esclavista griega, para luego abordar
la relación siempre dependiente -expresada como dogma en el esquema marxista
estaliniano- entre lo superestructural respecto de la esfera de la producción.
La segunda parte del libro, la dedica Salceda al análisis del Prometeo
encadenado de Esquilo: estudia el papel que el mito jugaba en la sociedad griega,
e inscribe en esta problemática lo que el propio Esquilo concebía, para observar
la novedad de su pensamiento. A su juicio, Esquilo humaniza el mito griego a
través de la tragedia, al identificar una disputa por un medio técnico, el fuego,
en tanto instrumento liberador del hombre de “determinadas fuerzas ciegas de
la naturaleza”.183 De hecho, Prometeo es castigado por su solidaridad para con el
género humano, y surge como metáfora de él. Dice Juanillo:
“Los personajes son grandiosos, pero el sentimiento que les hace vivir, la razón de su vida
es la de los ciudadanos comunes de Atenas; la idea que les anima es la que resume las ideas
avanzadas de su tiempo: las de la filosofía materialista que ve a las fuerzas de la naturaleza
en constante movimiento, eterna y cambiante como la luz en las montañas, la misma y distinta
como el mar”.184
182
Sugiero la versión de “Prometeo encadenado” de Esquilo, publicada en el volumen Tragedias, Buenos
Aires, Editorial Losada, 1982. Sobre el Titán Prometeo, cf. Louis Séchan, Le mythe de Prométhée, Paris,
Presse Universitaires de France, 1951.
183
Ibid., p. 95.
184
Ibid., p. 98.
98
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99
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(...), en los períodos hitos en que una clase social desplaza a su predecesora y
ocupa un lugar en la historia como clase dominante”.187 El Prometeo de Esquilo
está íntimamente vinculado, afirma Salceda, a la consolidación de la democracia
esclavista griega, y el de Goethe, al ímpetu revolucionario de la burguesía europea.
En este punto, su interpretación es de algún modo equivalente a la que expondrá
Marshal Berman en Todo lo sólido se desvanece en el aire, su libro sobre el modo
en que los intelectuales occidentales experimentaron la “modernidad”. En efecto,
Berman interpreta que el Fausto de Goethe debe ser concebido como una “tragedia
del desarrollo”.188 En el caso de su Prometeo, la hipótesis de determinación
histórica de la exaltación del mito, pareciera autorrealizarse y volverse consciente:
Juanillo rescata el mito para demostrar no sólo la emergencia de una nueva clase
en la historia, el proletariado triunfante en Octubre de 1917, sino para expresar
que la liberación de la humanidad ha dejado de ser un sueño, y se ha transformado
“en una realidad de multitudes”. De allí, que su Prometeo aparezca también como
un pretendido símbolo del ingreso definitivo de la humanidad en la historia, dada
aquella fórmula marxiana que atribuía características prehistóricas a las formas
de organización social precomunistas. Ahora veamos en detalle algunos ejes
temáticos de Prometeo. El humanismo del mito.
La utopía tecnológica
Como he señalado más arriba, el mito de Prometeo está asociado al dominio del
fuego, y tiene especial significación en la idea de progreso humano. Salceda toma
esta noción para establecer un hilo conductor entre el pasado de la humanidad, su
propio tiempo histórico y el futuro. Según este esquema de evolución unilineal, el
hombre empezó a dominar la naturaleza cuando empleó la mano para el trabajo, “y
con el dominio del fuego conquistó sobre ella una victoria definitiva”.189 Esta toma
de conciencia de la humanidad del hombre, de que era posible el dominio de una
fuerza ciega atribuida siempre al poder de los dioses, condujo a su apropiación de
la naturaleza, y a la independencia de las determinaciones geográficas y climáticas
que limitaban los circuitos de expansión humana. Con el dominio del fuego, que
Salceda -siguiendo el modelo evolutivo de Morgan que toma Engels- establece
en el pasaje del estadio inferior al superior del salvajismo, la humanidad pudo
evolucionar hacia los tiempos de la civilización: las sociedades se complejizaron a
partir de las diferentes transformaciones tecnológicas, y a las formas particulares
de organización social y económica, le correspondieron determinadas instituciones
políticas, jurídicas y culturales. En este devenir, cada vez que una clase social se
encontraba con su conciencia y se transformaba en dominante, establecía nuevas
relaciones sociales de producción, que significaban un salto cualitativo en la escala
187
Ibid., pp. 12 y 15.
188
Marshal Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la Modernidad, op.cit.,
189
Ibid., p. 87.
100
La utopía de Prometeo
“El espectro que recorría Europa, y que la aguda mirada de Marx y Engels supo distinguir, ha
dejado de ser una sombra para convertirse en realidad en buena parte del mundo. La genial
previsión ha tomado cuerpo y esta inmensa realidad de nuestro tiempo, que ha empezado a
dar al hombre su verdadera fecundidad, nos ofrece tal perspectiva creadora que nos es difícil
imaginarla en toda su grandeza”.190
Esta genial previsión, que no es profecía de magos sino teoría científica de lo social
-afirma-, se concreta en la Unión Soviética y en los “otros países que han hallado su
propio camino hacia el régimen social, que la historia señala como medio propicio
para la liberación del hombre”. Prometeo, entonces, se libera cuando ese enorme
Herodes laico representado por la URSS, comienza a romper definitivamente
las milenarias cadenas que lo sujetaban a un destino de infelicidad, fundando en
principio, un nuevo orden tecnológico, en tanto que la técnica se orienta ahora
hacia la producción del bienestar humano; pero sobre todo, los principios de un
nuevo humanismo, en una realidad que supera las contradicciones que tuvieron
encadenado a Prometeo. “La experiencia científica de la Unión Soviética puede
sintetizarse, en esa repetida frase que el sabio Michurin adaptó como principio
irrenunciable en sus trabajos científicos, y que se ha constituido en la consigna
científica de la ciencia progresista: ‘No podemos esperar mercedes de la naturaleza;
nuestra misión es arrancárselas’”191.
El hecho de relativizar en su obra la gravitación de la instancia fundamental
que en el ideario marxista juega el proletariado, en favor de una noción de
humanidad como sinónimo de lucha prometeica, devela una interesante versión
de la teoría marxista en Salceda, quien sin proponérselo atenúa el papel histórico
y explicativo de uno de sus tópicos fundamentales, la clase obrera, otorgándole
a la URSS en tanto nación, el carácter metafórico de humanidad. En efecto, en
la experiencia de la Unión Soviética no es sólo el proletariado el que se libera de
las cadenas de la explotación capitalista, sino también la humanidad toda, porque
encuentra el camino de su liberación definitiva.
Hacia el final de Prometeo, Salceda vuelve sus argumentos sobre la
disputa inicial con los existencialistas, que para esa altura de las páginas
inundadas de optimismo, aparecen representados como “filósofos de la
muerte”, asociados al militarismo encubierto que trajo consigo la Guerra Fría,
y a la defensa infructuosa de un mundo burgués condenado a morir por las
190
Ibid., pp. 193-194.
191
ibid., p. 199.
101
Ricardo Pasolini
“las fuerzas prometeicas de la humanidad liberadas de sus milenarias cadenas son más fuertes
-escribe-, (...) son la misma humanidad señalada por la historia para su emancipación”.192
La práctica intelectual
Ahora bien, ¿qué papel juegan en este proceso quienes han advertido con claridad
hacia dónde conduce el devenir histórico? Salceda tiene una visión particular al
respecto, que cobra su expresión más clara en la interpretación del Prometeo de
Esquilo. En efecto, se podría decir que su análisis del mundo prometeico se vuelve
una variante de la producción de significados dominante en el mundo cultural en
el que se halla inserto. Ello se ve con claridad en el cúmulo de significados que
propone el Prometeo de Salceda, cuando se detiene específicamente en el análisis
de los personajes de la obra de Esquilo. Escribe Juanillo:
“El Poder (Cratos) habla el lenguaje de los que detentaron el poder político y económico en
la historia. Esquilo presenta a Zeus como el tirano que manda por medio de la fuerza y la
violencia, contra los benefactores de los hombres y les ayudan -y se ayudan- a liberarse de la
esclavitud de la naturaleza (...) Contra ellos siempre habló la fuerza el mismo lenguaje: ‘amarrar
a este alborotador del pueblo’, que nadie ose rebelarse contra los poderes que mantienen la
explotación de los trabajadores; que nadie tenga inspiraciones contra el status económico y
social que permite que un hombre sea explotado por otro”.193
102
La utopía de Prometeo
“Fiel cumplidor de su trabajo, comprensivo del dolor que provoca y de la injusticia que comete,
pero impotente y sumiso ante la fuerza, (Hefesto) encadena al héroe, a su propio hermano, con
lágrimas en los ojos, con tibias protestas de humanismo, pero cumple su inmoral tarea impelido
por el Poder (Cratos) y la Fuerza (Bía)”.195
En efecto, no parece extraño, que de todos los personajes de esta obra de Esquilo,
Salceda se detenga con particular interés, en aquéllos que representan los dos
polos antagónicos de la actitud ante el conocimiento y la técnica, de modo tal, que
el enfrentamiento entre dominador y dominado, es decir, entre Zeus/propietario y
el pueblo esclavizado, queda reducido a un telón de fondo, para luego enfatizar las
diferentes actitudes de esos intelectuales del mundo mítico griego, representados
en Prometeo y Hefesto, para exaltar al primero y condenar al segundo:
“Esquilo lo presenta (a Hefesto) con ese contraluz de las almas tímidas, aferradas al oficio,
respetuosas del poder, oscilantes y serviles. Empieza por reconocerse cobarde ante la fuerza, y
trata de convencer a su hermano de que sólo ejecuta un mandato que no puede eludir (...) De
pronto repróchale a Prometeo su solidaridad con los hombres que sufren: ‘He ahí lo que has
ganado con jugar a benefactor de los hombres’. ¡Cuántos luchadores por la dignidad humana
habrán oído estas palabras! ...”.196
“Cuando el oficio se desvincula del contenido ético funcional se deshumaniza y se hace monstruoso
¿No viene a la memoria de inmediato la figura de científicos y técnicos que fabrican armas mortíferas
de destrucción en masa para servir a una clase desesperada, sin salvación? (...) El cuadro amoral
del artesano obsecuentemente servicial de los poderosos, personificado en Hefesto por Esquilo,
simboliza, además, a los ejecutores del encadenamiento artificial de las fuerzas creadoras del
hombre, y a los torturadores ejecutivos de los héroes que luchan por liberarlas”.199
194
Ibid., p. 114.
195
Ibid., p. 104.
196
Ibid., p. 106.
197
Ibid.
198
Ibid., p. 110.
199
Ibid., pp. 112-113.
103
Ricardo Pasolini
con la humanización teatral del héroe, no sólo construye el lugar que ocupaba el
mito y el teatro en la sociedad griega, sino que proyecta una idea del camino para
la liberación de Prometeo como metáfora de la humanidad.
Otra operación presente sobre todo en Cuadernos de Cultura y en
Propósitos es la identificación del itinerario intelectual de Salceda con el de
Aníbal Ponce, en el sentido de que el primero viene a completar al último, allí
donde Ponce no alcanzó a desarrollar en profundidad un tema de estudio, como
es el de la mitología griega: “Ponce abordó el campo mítico someramente, pero
el ’Prometeo’ de Salceda realiza algo más que un atisbo para la noción exacta
del terreno. Resulta pues un libro necesario y sería bueno que otros estudiosos
continuaran en esa línea de correcta revisión histórica […].” A mi juicio, lo
interesante aquí es menos el contenido referido a la calidad de la obra, y más el
proceso de vinculación simbólica de Salceda con Ponce, teniendo en cuenta que
éste se presentaba como la figura intelectual clave en la sociabilidad comunista. En
algún sentido, se trataba de una recolocación intelectual en un estadio simbólico
superior. Esta operación puede dar un indicio de la pervivencia en esta sociabilidad
comunista teñida por su carácter generacional, de construcciones genealógicas
que tienden a la continuidad y que rara vez hacen tabula rasa con el pasado. Del
mismo modo en que el marxismo vernáculo se encabalgaba en la tradición liberal,
ya Ponce había sido concebido como un continuador de Ingenieros. Como escribió
Cuadernos de Cultura: “Salceda transita airosamente por la senda humanista del
inolvidable Aníbal Ponce”.204
Desde la perspectiva del militante del P.C., Prometeo le otorga a Salceda
un lugar de reconocimiento en la escolástica partidaria. El ing. Pedro Fontana,
de La Plata, le escribe: “En la ’Universidad’ que funcionó durante 4 meses en la
cárcel de Mercedes, fue estudiado juntamente con otros 83 volúmenes, tu libro
’PROMETEO’. La opinión de los 16 camaradas es ampliamente favorable, por
los elevados valores que encierra tu obra. Cumplo pues con mi deber de camarada
de hacerte llegar mis cálidas expresiones de aprobación y simpatía”.205
Otras opiniones militantes igualan en calidad intelectual el Prometeo de
Salceda con el Echeverría de Agosti206, pero sin duda el contenido más significativo
es el que devela la carta de un obrero mendocino, militante comunista, quien
luego de excusarse por su escaso bagaje cultural y señalar que la lectura le había
resultado dificultosa, destacó que el mérito del libro residía en el homenaje que
a partir de la figura de Prometeo, Salceda hacía de los perseguidos políticos:
“Considero que ha hecho Ud. un gran favor a la juventud argentina al darnos
su excelente visión de Prometeo en los precisos momentos en que se pretende
anularla y reducirla a la humildad y la sumisión, es decir, se está preparando su
encadenamiento”.207
204
Cuadernos de Cultura, N° 14, Buenos Aires, enero de 1954, p. 119.
205
Carta del Ing. Pedro Fontana a Juan Antonio Salceda, La Plata, 4-1-1954. (AFS)
206
Carta de R. Eyras a Juan Antonio Salceda, Dolores, 16-10-1954. (AFS)
207
Carta de Eleodoro R. Albero a Juan Antonio Salceda, Mendoza, 28-9-1953. (AFS)
106
La utopía de Prometeo
Capítulo 5
INTERMEZZO WITOLDIANO:
ENTRE PROMETEO Y FERDYDURKE
La polémica Salceda-Gombrowicz
108
La utopía de Prometeo
Gombrowicz en Tandil
211
Gombrowicz, Diario, op. cit., p. 30.
212
Ibid.
213
Ibid, p. 47.
109
Ricardo Pasolini
El redactor
“En un edificio vi un anuncio pequeño: ‘Nueva Era, periódico diario’ (sic). Entré.
Me presenté al redactor, pero no tenía ganas de hablar, sentía sueño y por ello no
me expresé muy felizmente. Dije que era un escritor extranjero y pregunté si en
Tandil había alguien inteligente a quien valiera la pena conocer”.216 El redactor de
Nueva Era protestó ofendido: “aquí no escasean los intelectuales”, dijo. “La vida
cultural es rica, si sólo pintores hay cerca de ‘70. ¿Y hombres de letras? Tenemos
a Cortés, que se ha hecho ya de nombre en la prensa de la Capital...”.217
Cortés, apodo con el que Gombrowicz menciona a Salceda, acababa de
publicar su Aníbal Ponce, y como ya he mencionado contaba en su haber intelectual
con la que fue seguramente su mayor obra: Prometeo. El humanismo del mito.
No parece extraño, entonces, que el redactor de Nueva Era haya pensado en él
a la hora de encontrar un representante que le mostrara al escritor extranjero la
dimensión que había adquirido el pensamiento en la ciudad. Además, Juanillo
también había sido cofundador del Ateneo Rivadavia junto a José Antonio Cabral,
director del vespertino; al tiempo que desde hacía más de una década, colaboraba
con sus comentarios periodísticos tanto en El Eco de Tandil, como en Nueva Era.
Pero hay otro dato que aporta este redactor gracias al Diario de Gombrowicz, y
que confirma nuestras presunciones: Salceda ya se había hecho de un nombre en
la prensa de la Capital. Los mecanismos simbólicos que se implementaron en
el mundo cultural local, ante la aparición de la primera edición de su Prometeo,
dan cuenta de que la publicación de esa obra le otorgó a Salceda una suerte de
documento de existencia literaria más allá del ámbito local, en particular, en ese
espacio del campo intelectual de Buenos Aires que nucleaba a los intelectuales
de izquierda. Sin embargo, el hecho de que la prensa capitalina encontrara en esa
obra un elogio del humanismo y de la humanidad esperanzada en el cambio social,
fascina menos al redactor que la certeza de que es alguien de Tandil quien recibe
los elogios. En la voz del redactor que nos presenta Gombrowicz, lo dicho se
214
“Juan Carlos Ferreyra era un tipo más bien del orden genial, que nos trataba a todos de ‘usted’, a
pesar de que él tenía 21 años y nosotros unos 16. Era el hijo del director de la biblioteca del Museo de
Bellas Artes (Valerio Ferreyra). Seis meses antes de que llegara Gombrowicz a Tandil me había prestado
Ferdydurke. Quedamos fascinados por esa novela”. Entrevista del autor con Jorge Di Paola, cit.
215
Ibid., p. 119.
216
Ibid.
217
Ibid.
110
La utopía de Prometeo
“Es una biblioteca bastante grande -escribe el polaco-, ‘20 mil volúmenes, en el fondo, una
pequeña habitación donde se desarrolla precisamente, una sesión cultural. A mi llegada las
deliberaciones terminaban y Cortés me presenta con las personas reunidas. Después de cinco
minutos de conversación estoy al corriente: Cortés, comunista-idealista, soñador, buena gente,
lleno de buena voluntad, benévolo, humano; la muchachita de quince años no es una muchachita
sino que tiene veintitantos y es la mujer de aquel otro joven, también idealista, sublimado por
Marx; la secretaria, en cambio, es católica, también es católico militante el tercer señor parecido
a Rembrandt. Los une la fe”.218
“De repente Tandil se me sube a la cabeza, ese insulso, rancio, burdo substrato de vida modesta,
218
Ibid.
111
Ricardo Pasolini
limitada, tras la que están (...) concretizados en ella por los siglos de los siglos.
- ¡Dejen vivir en paz a la gente!, les digo.
- Pero...
- ¿De dónde sacan que todos deban ser inteligentes e ilustrados?
- ¡¿Cómo?!
- ¡Dejen en paz a los brutos!”.219
112
La utopía de Prometeo
La declaración
“Escribo esto después de otra conversación con Cortés, la que en vez de suavizar, agudizó.
Estaba irritado, me fastidiaba lo angélico de ese sacerdote comunista (...) Le dije que la
idea de la igualdad contradice toda la estructura del género humano. Lo que hay de más
maravilloso en la humanidad, lo que decide de su genialidad en relación con las otras
especies, es precisamente el hecho de que un hombre jamás sea igual a otro hombre, en tanto
que una hormiga es igual a otra hormiga. He aquí las dos grandes mentiras contemporáneas:
la mentira de la Iglesia de que todos los hombres tienen un alma igual; la mentira de la
democracia de que todos tienen el mismo derecho al desarrollo (...) No niego -añadí- que la
sensación óptica es indudable: todos somos más o menos del mismo tamaño y tenemos los
mismos órganos... Pero en la monotonía de esta imagen irrumpe el espíritu, esa propiedad
específica de nuestra especie y que logra que nuestra especie se vuelva en su seno tan
diferenciada, tan abismal y vertiginosa, que entre hombre y hombre surjan diferencias cien
veces mayores que en todo el género animal (...) ¡Bah!, menos difiere el campesino del
caballo que de Valéry o San Anselmo (...)
Cortés me miraba con ojos de intelectual herido. Sabía lo que pensaba: ¡Fascismo!, y yo
enloquecía de gozo al proclamar esta Declaración de Desigualdad, ¡porque la inteligencia se
me transformaba en agudeza, en sangre!”.227
224
Ibid, p. 121.
225
Pierre Bourdieu, “Algunas propiedades de los campos”, en Sociología y Cultura, México, Grijalbo,
1990, p. 137.
226
El Calvario es un paseo de la ciudad donde se encuentra un importante complejo escultórico que
representa las diferentes instancias de la Pasión de Cristo. Es un lugar de culto de la feligresía católica, en
especial durante la Semana Santa.
227
Ibid., pp. 121-22-23.
113
Ricardo Pasolini
“(...) En un grupo reducido de personas que discurren libremente -escribe- notaréis esta
necesidad de acoplarse en tal o cual forma que se crea de un modo casual e independientemente
de su voluntad, por la mera fuerza de adaptación mutua....es como si el conjunto le designara
a cada uno por separado su lugar, su ‘voz’ en la orquesta. ‘La gente’ es algo que tiene que
organizarse a cada momento (...) Y allí, donde surge la forma, tiene que haber Superioridad
e Inferioridad... he ahí por qué ocurre en los hombres el fenómeno del enaltecimiento de
alguno a costa de los demás... y tal impulso hacia arriba para proyectar a uno, aunque
absurdo e injusto, es sin embargo una necesidad imprescindible de la forma, es también la
creación en la humanidad de una esfera superior; divide a aquélla en pisos, desde el seno
del vulgo se levantará un reino más majestuoso, que será para los inferiores a la vez un peso
terrible y una exaltación maravillosa. (...) ¿No posee este fenómeno caracteres divinos al
ser efecto de una fuerza interhumana, o sea de orden superior y creadora en relación a cada
uno de nosotros considerado individualmente?”.229
La noción de forma alude a la de identidad y diferencia, que se convierte
además en una versión de la oposición dialéctica yo-otro. Al igual que Sartre230,
Gombrowicz piensa que la constitución del propio yo se basa únicamente en
la relación intersubjetiva, en el vínculo interhumano que establece el lugar que
ocupa cada uno en la existencia. En el mundo witoldiano, la fenomenología de
lo interhumano se encuentra mediatizada por la instancia de la forma, que se
crea libremente “de un modo casual e independientemente” de la voluntad de los
individuos.
Así, el mundo de lo real aparece ya dado expresando la forma, que a la vez
es constantemente construida por los hombres, y estos determinados por ella. Pero
en Sartre, “el hombre está condenado a ser libre, está condenado a cada instante
a inventar el hombre”231, puesto que al no existir Dios, el ser solamente puede
constituirse en la intersubjetividad. En este sentido, Gombrowicz no es menos
228
“Los dos problemas capitales de Ferdydurke son: el de la Inmadurez y el de la Forma. Es un hecho que
los hombres están obligados a ocultar su inmadurez, pues a la exteriorización sólo se presta lo que ya está
maduro en nosotros. Ferdydurke plantea esta pregunta: ¿no veis que vuestra madurez exterior es una ficción
y que todo lo que podéis expresar no corresponde a vuestra realidad íntima? Mientras fingís ser maduros
vivís, en realidad, en un mundo bien distinto. (...) El héroe de Ferdydurke, infantilizado primeramente por
el temible Pimko, se ve arrastrado en el proceso de mutua inmadurización que constituye el gran goce
secreto de la humanidad, su diversión más dulce y su dolor más terrible.” Witold Gombrowicz, “Prefacio
para la edición castellana de Ferdydurke”, op. cit., p. 2.
229
Ibid., p. 136.
230
Jean-Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo, Buenos Aires, Ediciones Huascar, 1972, pp.
31-32.
231
Ibid., p. 32
114
La utopía de Prometeo
“Cuando logremos compenetrarnos bien con la idea de que nunca somos ni podemos ser auténticos
-escribe- , que todo lo que nos define -sean nuestros actos, pensamientos o sentimientos- no
proviene directamente de nosotros sino que es producto del choque entre nuestro yo y la realidad
exterior, fruto de una constante adaptación, entonces, a lo mejor la cultura se nos volverá menos
cargante”.233
232
“El verbo no me sirve únicamente para expresar mi realidad, sino para algo más, es decir: para
crearme frente a los demás y a través de ellos”. Witold Gombrowicz, Diario Argentino, op. cit., p. 55.
233
Gombrowicz, “Prefacio....”, op. cit., p. 2.
234
Ibid.
235
Gombrowicz, Diario..., op. cit., p. 126.
236
Sobre este punto puede consultarse: Pier Paolo Pasolini, Ragazzi di vita, Milano, Aldo Garzanti
Editore, 1955.
115
Ricardo Pasolini
“...De siglo en siglo -escribe- ampliamos nuestros horizontes, nuestra visión abarcó al fin todo
nuestro planeta; reclamamos moral ‘para todos’, derechos ‘para todos...’ y ahora resulta que
esto excede nuestras fuerzas. ¡Catástrofe! ¡Decepción! ¡Bancarrota! Y yo que llegué a igualar
los gusanitos a los hombres en un afán de justicia universal, la única posible. Pero la bofetada
aplicada a mi espíritu por el primer gusano no salvado me derrumba a la impotencia (...) ¡No
soy un Atlas para cargar en los hombros el mundo entero!”.242
237
Marshal Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, op. cit., p. 2.
238
“Siempre tuve inclinaciones a buscar en la juventud -la propia o la ajena- un refugio frente a los
valores, es decir, frente a la cultura”. Witold Gombrowicz, op. cit., p. 30.
239
Ibid., p. 51.
240
Ibid, p. 127.
241
Ibid.
242
Ibid.
116
La utopía de Prometeo
117
Ricardo Pasolini
“(...) no es malo que los versos contemporáneos no sean accesibles a cualquiera -escribe con
respecto a la situación de la poesía-, lo que sí es malo es que hayan surgido de la convivencia
unilateral y restringida de unos mundos y unos hombres idénticos (...), mis obras ni por un
momento se olvidan de que fuera de mí mundillo existen otros mundos”.247
118
La utopía de Prometeo
Los jóvenes que van a la confitería “Rex” a dialogar con Gombrowicz no superan
los ‘20 años. La mayoría son alumnos de la Escuela Normal. Todos escriben y
tienen alguna que otra inclinación artística como el interés por la novela, la poesía,
la pintura o el teatro.
De alguna manera, estos jóvenes son hijos culturales del Ateneo
Rivadavia y también de Juan Antonio Salceda, a quien respetan pero reconocen
lejano, con la particular lejanía que se establece no sólo por una gran diferencia
de edad, sino también en cuanto al esbozo de la propia visión del mundo que
intentaban construir, en el contexto de la modernización cultural que coincidió
con el derrocamiento del gobierno peronista en 1955.
La visita de Gombrowicz a Tandil, actuará en un conjunto de contradicciones
ya existentes entre anciens et modernes en el ámbito del Ateneo Rivadavia,
orientando la dirección que tomará la crisis del modelo de intelectual como
educador social y el arte en tanto compromiso político.
Así recuerda Jorge Di Paola, su experiencia de lector adolescente: “La
Biblioteca Rivadavia tenía lo último que se editaba, el último libro de Sartre, por
ejemplo . Eso le sorprendió a Gombrowicz. Le sorprendió que yo, con 16 años,
conociera la obra de Thomas Mann, que hubiera leído El ser y la nada, y que
conociera a Camus. Por esa época, también había leído Lolita de Nabokov”250.
Mariano Betelú, Jorge Di Paola, Juan Carlos Ferreyra, Jorge Vilela y Juan
Angel Magariños, conformaban el núcleo más cercano a Gombrowicz. Aunque
también otros jóvenes como Néstor Tirri, los hermanos Diego y Ramón Techeiro,
y Víctor Laplace, participaban de las tertulias intelectuales que se desarrollaban
en las mesas de la “Rex”251.
“Yo estaba en cuarto año del secundario y con un grupo de cinco o seis
muchachos nos encontrábamos a ‘loquear’ en la confitería “Rex”, recuerda Di
Paola. Pero también participábamos de las sesiones culturales que organizaba
Salceda, y que se llamaban ‘miércoles polémico’. Ibamos a ‘jorobar’”252.
Di Paola relata que la participación de los jóvenes en las sesiones del
Ateneo eran bien recibidas por quienes allí ejercían la dirección cultural. Pero, no
sin cierto paternalismo, lo cual les resultaba un tanto desagradable.
“Los chicos respetaban mucho a Juanillo -dice Inés Gutiérrez, secretaria del
Ateneo Rivadavia entre 1953 y 1960-, pero lo veían muy comprometido con el mundo.
Ellos eran chicos muy correctos, muy cultos e inteligentes, pero les interesaba nada
más que la literatura. Para ellos ser artista era ser bohemio, no comprometerse más
(aunque recién leí en una nota que soy partidario de la simbiosis del marxismo abierto con el ‘psicoanálisis
existencial’ -¿qué bicho es éste?”. Carta de Witold Gombrowicz a Juan Antonio Salceda, Tandil, 4 de
noviembre de 1957 (AFS).
250
Entrevista del autor con Jorge Di Paola, op. cit.
251
Jorge Alvarez Lunghi, Horacio Ruíz Lasta y Saaku Njemela eran otros de los jóvenes que también formaban
parte del grupo de “La Rex”, y que Gombrowicz nombra en sus cartas a los ‘discípulos’ tandilenses.
252
Jorge Di Paola, op. cit.
119
Ricardo Pasolini
que con la literatura. Para Juanillo, en cambio, no existía el arte sin compromiso
político, porque en todo lo que uno hace se trasunta la ideología”.253
Tanto la evaluación de Jorge Di Paola como la de Beatriz Inés Gutiérrez
reflejan un conflicto intelectual entre una generación consolidada en sus prácticas
culturales, y otra, que nacida en el seno de un mismo ámbito cultural, el Ateneo
Rivadavia, busca canales propios de expresión diferente de lo dominante. El
conflicto no llega a quebrar las instancias del respeto mutuo, y hasta pareciera no
totalmente expresado. Di Paola prefiere utilizar los términos ‘loquear’ o ‘jorobar’
para designar el papel que los jóvenes cumplían en las sesiones culturales. ¿Pero
acaso los padres del Ateneo no esperaban de ellos esa actitud?
Son chicos inteligentes, cultos, y muy correctos, pero para Juan Antonio
Salceda, o para el político radical Juan Carlos Pugliese, tales chicos ejemplifican
finalmente a la inteligencia adolescente, por lo que ciertas locuras, como la defensa
de la independencia estética que pregonaban tímidamente a través del humor,
adquiría la categoría de las transgresiones permitidas, propias como instancias
naturales de la edad. La querelle des anciens et des modernes se volvía de una
obviedad irrefutable.
Sin embargo, este conflicto levemente expresado refleja una dinámica
social que excede el sentido estricto de las prácticas intelectuales. Los jóvenes
tandilenses de los últimos ‘50 que participan de la “Rex” y del Ateneo Rivadavia,
también son los hijos de ese sector medio ilustrado y liberal, que encuentran su
lugar de reconocimiento social en el acceso a las aulas de la prestigiosa Escuela
Normal, de tradición laica y liberal. Ellos leen a Sartre, a Thomas Mann y al recién
llegado Gombrowicz, pero también desean cantar y bailar como Elvis Presley y
están fascinados por el novedoso estilo actoral de Marlon Brando. Escuchan jazz
pero los sábados en el club bailan con la música de Glen Miller, y con el roquero
local Juan Da Cruz254 y “Los príncipes de Swin”.
Los jóvenes se reconocen como grupo social diferenciado y por lo tanto
desean para sí prácticas que los identifiquen. Están construyendo su yo social, no
sin timidez pero con cierta irreverencia contenida, ante un otro representado por
los padres culturales de la ciudad. Tandil se vuelve existencialista.
Shakespeare local
Largas charlas de café en la “Rex”, noches de jazz y rock.255 Estos jóvenes gozan
de cierta bonanza económica que se apoya en un desarrollo industrial importante
253
Entrevista del autor con Beatriz Inés Gutiérrez, 23-08-94.
254
“Al poco tiempo de llegar a Tandil, formé el conjunto ‘Los príncipes del Swing’. Hacíamos melódico y
rocanrol. En Tandil, el rock todavía no se conocía hasta que aparecí yo cantando ‘Sally, la lunga’ y ‘El
rock de la cárcel’. El repertorio melódico incluía temas de ‘Los plateros’ y arreglos vocales al estilo de
Elvis Presley. Tuvimos mucho éxito. Actuábamos en todos los clubes de la ciudad, y en Unión y Progreso
nos hicieron un contrato por tres años”. Entrevista del autor con Juan Da Cruz, 16-08-94.
255
Sobre la relación entre cultores de tango y rock en Tandil, cf. Néstor Dipaola, Ultimo tango en el Sur,
Tandil, UNICEN, 2001, pp. 209 y ss.
120
La utopía de Prometeo
121
Ricardo Pasolini
alcanzado hacia fines de los ‘50. Pero sólo hasta allí correspondían las similitudes.
Prosigue Diego Techeiro
“El apuntador era Renzo Girelli y la música la poníamos gracias a un tocadiscos Winco que nos
habían prestado. El día del estreno Renzo se enojó porque siendo el apuntador todavía no había
visto la obra, ni siquiera en los ensayos. Entonces, fue reemplazado por Víctor Andrés Laplace,
que todavía usaba pantalones cortos (...)
Yo hacía de ‘pueblo’, Jorge Barandiaran hacía de ‘Brutus’, y Néstor Tirri, de Julio César.
Habíamos conseguido un maniquí (sic) en la tienda La Capital, para que representara a Julio
César muerto, y tenía que estar todo el tiempo tapado como un cadáver.
En un acto de vehemencia actoral, Tirri hizo un ademán exagerado y se le cayó la mano del
muñeco al piso. Fue algo bochornoso..., pero fue Shakespeare en Tandil”.260
Los actores copiaban los gestos de Marlon Brando. Querían hacer que el teatro
cobrara una dimensión cotidiana, vital, por lo que mezclaban la terminología propia
de la obra de Shakespeare, con una curiosa improvisación en la dramatización que
culminaba imitando la cadencia en el hablar de Marlon Brando261 en El Salvaje.
El Julio César262 local se expresaba en su versión cuasivulgar, desprejuiciada
e irrespetuosa con el público, con la obra original y con la instancia misma del
teatro. Pero no por ello, estos jóvenes dejaban de creer que sus pasiones actorales
podrían ser menos legítimas.
“Un día estábamos ensayando una obra que ahora no recuerdo, en el subsuelo de la Biblioteca
Rivadavia, y de pronto -no sé por qué locura- empezamos a tirarnos con unos libros viejos
que había por ahí. Néstor Tirri no estaba en el subsuelo, pero escuchó que abajo algo pasaba.
Entonces, bajó la escalera de caracol, agarró un sable viejo, un sable auténtico que colgaba de
una de las paredes, y apoyó lentamente una mano sobre la baranda de la escalera. Nos apuntó
con el sable y dijo como un actor de teatro inglés:
¡Deteneos!
Estaba muy compenetrado con la actuación”.263
122
La utopía de Prometeo
una conducta social que se expresa en una cada vez más creciente desvalorización
del mundo de los mayores, y por consiguiente, en una exaltación de las prácticas
propias. Esta novedad en la vida social y cultural de la ciudad, sin embargo, no
parece privativa de la generación de la “Rex”.
“Cuando dieron la película ‘El Salvaje’ -recuerda Diego Techeiro-, la cana
entró a la sala porque todo el cine estaba bailando. Primero nos miramos, después
se animaron a bailar dos o tres, y terminamos bailando todos los que estábamos
ahí”.265 Representan Julio César de Shakespeare en la Biblioteca Rivadavia, como
si se tratara de un acto escolar en el Día del Estudiante. Se arrojan libros que
conservan el saber universal y bailan en espacios destinados originalmente para
no perturbar la atención del espectador. También leen a Sartre. Pero hay más: de
la “Rex” y de las tablas improvisadas de un improvisado teatro shakespereano, al
rock ‘n roll y a la fonomímica.
“Tati (Diego) imitaba magistralmente a Elvis Presley en un espectáculo
que hacíamos”266, recuerda Ramón Techeiro (1940). “Es que para mí, Elvis fue la
ruptura absoluta, aun más que Los Beatles. Yo lo agarré a los dieciséis años y me
partió el corazón, me partió el alma”.267
La imitación que Diego Techeiro hacía de Elvis Presley se ganó la
admiración de sus compañeros noctámbulos de la “Rex”, pero sin duda, es en
la evocación de su hermano Ramón (Moncho), donde tales cualidades actorales
alcanzan ribetes de calidad insuperable.
“Una vez fuimos a una kermesse en el Club Independiente, que estaba al lado de donde ahora
está el Cuartel de Bomberos, y armamos un espectáculo de fonomímica. Me había comprado un
saco bien grande y unos pantalones ajustados. Moncho ponía la música y yo simulaba cantar.
El espectáculo estaba preparado así: primero aparecían Tito Prieto, el Negro Zabaleta y mi
hermano Mingo, que se presentaban preocupados porque Elvis todavía no había llegado.
Entonces, yo aparecía y comenzaba a cantar. Pero resulta que en vez de ponerme música de
Elvis Presley, me pusieron ‘Tutti Frutti’ de Litle Richard, que no tenía nada que ver con la música
de Elvis... Al principio me desconcertó, pero terminé cantando igual”.268
124
La utopía de Prometeo
Cartas y discípulos
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Ricardo Pasolini
“¡Cadáver!
Estuve en La Plata, hablé con el director de mi obra. No te conté nada de ella, es una farsa,
según dicen, bien construida desde el punto de vista teatral. Como literatura es, a mi juicio,
demasiado simple, demasiado fácil. Como teatro resulte tal vez agradable, pero actualmente
siento que es dudosa, me halaga su estreno pero la obra no me alegra.
Tu carta epiléptico-elíptica nos ha puesto a todos los cuellos en tirabuzón. Quilombo juró
venganza.
Guille escribe enloquecido por Ferdydurke. Si le sale algo genial tanto mejor. Pero temo que
lo vayas a transformar en Gombrowicz. Sabes que Quilombo se apasiona febrilmente y que te
adora. Se entregó del todo a tu ¡ja, ja!, genio; pero ya conoces mi cinismo, mi capacidad para
dudar, negar, mofarme... También de ti me río (y me imagino tus risitas sobre mí), es como si me
riera de mí mismo. Recuerdas cómo nos entendimos inesperadamente por esto, en un momento
en que tuviste un rato de debilidad, cuando ibas dolido por el arresto de Guille. ¡No hagas
rodeos ahora y no te retractes de ello! En cuanto a Guille, se mueve en polaco, piensa en polaco,
casi habla polaco. Es realmente muy ‘artista’, tal vez incluso más de lo que dices. Quiere dividir
aquí el tiempo en una era ‘antewitoldiana’ y una ‘postwitoldiana’; es una exageración, aunque
confieso haber aprovechado mucho de esa época witoldiana. Tu crítica lúcida, arrebatada,
violenta y un poco falsa (¡no te encolerices!) me ha enseñado mucho.
Escribe, quiero saber cómo estás, tengo una curiosidad brutal. Pero también me vuelvo más
razonable -es mi infancia, de la que prefiero no abdicar aún- por eso quiero saber qué pasa en
tu vida, qué anda reventando. Así, por razonable, te pregunto aunque parezca raro... Se trata de
que la razón me somete a los convencionalismos y me incita a preguntarte cómo estás... aunque
la verdad es, comprendes, que eso no me interesa demasiado, pues si bien te respeto no te adoro,
estoy muy lejos de sentir una adoración a lo Guille (...)”.278
Di Paola tiene dieciséis años cuando escribe esta carta, y en su haber intelectual
cuenta con una novela inédita y técnicamente algunas obras de teatro. Poco antes
de la llegada de Gombrowicz a Tandil, Di Paola había dirigido una obra de su autoría
en las salas del Club Independiente: “La obra se llamaba ‘La Infracción’, y trataba
de un hombre a quien la policía llevaba preso por no tener el foco de la bicicleta
en condiciones. Entre los asistentes a la función estaba la gente que participaba en
el Ateneo Rivadavia. Recuerdo que Carlos Ruiz Daudet hizo un comentario muy
elogioso en una de las sesiones culturales del Ateneo, elevándola a la altura de
‘El centrofowar murió al amanecer’ de Cuzzani. Ellos vieron en ‘La infracción’
una crítica al poder del aparato represivo, pero era nada más que una obrita de un
militar obligatorio. Gombrowicz apodó a Jorge Di Paola (alias Dipi) como “Asno” y a Juan Carlos
Ferreyra, “Fririri”.
276
Carta de Witold Gombrowicz a Mariano Betelú y Jorge Di Paola. Santiago del Estero, 2 de junio de
1958, en Rita Gombrowicz, op. cit., p. 254 (tr. del francés. La traducción es nuestra).
277
Gombrowicz, Diario Argentino, op. cit., p. 156.
278 256
Jorge Di Paola en Diario Argentino, op. cit., pp. 157-58.
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Ricardo Pasolini
defendía. Así todo, no poca parte del público escapa a los intentos de disciplinamiento
de las dirigencias y participaba de ambos espacios. En este panorama, al menos
hasta 1960, la hegemonía del Ateneo en la cultura local resultaba incuestionable,
pero su dinámica interna no estaba exenta de contradicciones: los jóvenes de la
“Rex” se encontraban pensando en otros términos. Miraban el mundo desde un
lugar que alternativamente los depositaba tanto en el Ateneo Rivadavia como en
otras experiencias asociativas informales. Esta situación duró hasta el encuentro con
Witold Gombrowicz en septiembre de 1957.
¿Se podría pensar en un parricidio cultural? Al menos, éste es el momento
en que los jóvenes de la “Rex” deciden optar y adoptar por la encarnación de
Ferdydurke que expresaba Gombrowicz. Si se quiere, se trata de un parricidio que
en rigor se parece más a la huída de la casa paterna que al asesinato simbólico
del padre cultural. Se verá más adelante, que ocurrida la clausura del Ateneo,
los jóvenes de la “Rex” que estudiaban en la Universidad de La Plata, prestan
su pluma para apoyar el Boletín del Centro Cultural Esteban Echeverría, ámbito
donde Juan Antonio Salceda refugió sus inclinaciones de pedagogo intelectual.
Sin embargo, pareciera que así lo vivenciaron los jóvenes de la “Rex”, más
si se tiene en cuenta la percepción de Mariano Betelú cuando periodiza la vida
cultural de la ciudad entre una era antewitoldiana y otra postwitoldiana.
La tensión intergeneracional, presente en cada contexto social, se
transforma también en este caso, en una oposición entre antiguos y modernos. Los
antiguos, con su base en el Ateneo Rivadavia, no pueden concebir las obras del
pensamiento sin otro destino que el engrandecimiento del hombre, subordinando
de este modo, la práctica intelectual a un ideal que la excede. Además, expresan
lo que en términos ideológicos puede ser considerado como progresismo. Los
modernos, en cambio, bregan por la independencia de lo estético, y no porque
confíen demasiado en esta noción. Se trata, más bien, de la forma particular en que
el yo generacional se apropia de bienes simbólicos para manifestar su diferencia.
En el mediano plazo, el aristocratismo cultural de Gombrowicz triunfa sobre
el progresismo de los integrantes del Ateneo Rivadavia, porque el polaco trae
consigo unas nociones sobre literatura y práctica intelectual no sólo antagónicas,
sino novedosas (desestructurantes) para los jóvenes de la “Rex”, ansiosos por
encontrar su lugar en la cultura.
La adopción witoldiana, entonces, se hace efectiva en las mesas de la “Rex”
a partir de mecanismos sutiles, como la renominación de los jóvenes integrantes
que ahora comienzan a llamarse con nuevos apodos: Guille es reemplazado por
Quilombo, Ferreyra por Fririri, Dipi por Asno... Gombrowicz celebra el primer
acto de una representación bautismal.
Pero este ritual de adopción del nuevo padre intelectual alcanza otras
instancias. Di Paola las recuerda de este modo: “Gombrowicz creaba una cosa
socrática pero en broma, nos tomaba examen, era la parodia de un profesor. A mí
me resultaba muy entretenido porque mi preocupación era tratar de entender cómo
era ese hombre. Hablábamos de Thomas Mann y de Shakespeare. También de
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La utopía de Prometeo
“... Una de sus principales intrigas consistía en incitarnos a encontrar nuevos lectores
de Ferdydurke -recuerda Di Paola. Fuimos a la conquista de los lectores, uno por uno. Nos
habíamos repartidos los roles. Mariano Betelú había decidido concentrarse sobre todo en el
credo de Ferdydurke. Ferreyra actuaba sin método pero con una eficacia sorprendente. Marlon
comenzó a publicar artículos en ‘Eco Contemporáneo’. Y yo trataba no sin un cierto gusto
perverso, de presentar la verdad: algunas veces tenía el coraje de hacer ver la parte secreta del
juego. Pero poco a poco este juego nos atrapó como en una red. Estábamos obligados a girar en
la órbita del Astro-Clown.
En verdad, Gombrowicz no se hacía muchas ilusiones con nuestro trabajo. Sin embargo, si a su
llegada a Tandil, no tenía más que tres lectores de Ferdydurke, nosotros multiplicamos esa cifra
por decenas. (...)”.283
“... Dipi le informó que yo hacía dibujos, que amaba la música y que estaba en el segundo año de
ciencias económicas. ‘Le voy a tomar un examen, dijo Witoldo. ¿Qué música escucha?
- Escucho Beethoven, Bach, Mozart.
- ¿Cómo es el primer movimiento de la Quinta Sinfonía?... Bien, ¿y el segundo?’
- Yo también lo conocía. ¿Y Brahms, y tal sinfonía de Mozart, y tal sonata? Debía cantar algunos
fragmentos de cada obra. El me había puesto un nueve sobre diez cuando agregué que también
escuchaba Tchaïkovski y Dvorak. En mala hora para mí, porque me dijo en tono severo que eso
era folklore comparado con Beethoven”.287
En este juego de los roles, bien podría afirmarse que la relación específica que
Mariano Betelú y Jorge Di Paola mantienen con Gombrowicz no hace más que
confirmar su Teoría de la Forma en tanto que ambos jóvenes aparecerían como
los polos antagónicos de ese registro del mundo witoldiano que ve en la juventud
el reservorio de ciertas cualidades vitales y un refugio ante quienes se han
cristalizado. “Sabes que Quilombo te adora’. Estas palabras me sonaron a preludio
de esperanza; era la aparición de la juventud en un papel distinto, menos cruel...
e incluso amistoso... Entonces ... la adoración no es imposible entre la juventud y
yo ...”288, escribe Gombrowicz en su Diario desde Santiago del Estero.
De sus más cercanos discípulos tandilenses, Mariano Betelú fue quien mantuvo
una relación más fluida con Gombrowicz, y quien conoció además el costado
débil del polaco. La relación se prolongó incluso hasta la muerte de Gombrowicz
ocurrida en Vence (Francia) el 24 de julio de 1969. El resto de los discípulos
concretaban su amistad a través del constante vínculo epistolar que mantenía Betelú.
Incluso Gombrowicz gestionó ante Constantin Jelenski la publicación en la revista
Preuves289 de París, de algunos dibujos y caricaturas creados por Mariano Betelú.
Como bien dicen Betelú y Di Paola, el autor de Ferdydurke mantuvo una particular
y diferenciada experiencia afectiva con cada uno de ellos. Un elemento que prueba
esta relación está representado, sin duda, en el hecho de haber registrado en su
Diario pronto a publicarse, un intenso deseo de posteridad para sus discípulos290.
287
Betelú, op. cit., p. 241.
288
Gombrowicz, op. cit., p. 159.
289
La revista Preuves fue fundada en 1951 bajo el auspicio del Congreso para la Libertad de la Cultura.
Constantin Jelenski formó parte del consejo de redacción hasta la desaparición de la revista. Cabe mencionar
que C. Jelenski fue el encargado de la edición francesa de Ferdydurke, hacia finales de 1957.
Michel Winock sostiene que Preuves fue un verdadero producto de la Guerra fría: de orientación liberal y
antitotalitaria, la revista estaba subvencionada por Estados Unidos y publicaba los artículos de numerosos
autores no franceses. Básicamente, Preuves disputaba el lugar de prestigio que en el campo intelectual
francés ocupaba Les Temps modernes. La revista dejó de aparecer en 1968. Michel Winock, “La edad de
oro de los intelectuales”, en Debats Nº16, Valencia, 1986, p. 48.
290
“Estoy precisamente por ‘golpear en la máquina’ algunos párrafos de mi Diario (...) En principio
ya tengo una carta que Asno me ha escrito (un poco retocada para la posteridad) y luego el relato de mi
amistad con Quilombo, fortalecida por el nombre magnífico que le he inventado (...) De todas formas, antes
de fin de año, (no creo que sea publicado antes) entrarán en la Historia de la Literatura”. Carta de Witold
Gombrowicz a Mariano Betelú, Jorge Di Paola y Jorge R. Vilela. Santiago, 1º de agosto de 1958, en Rita
Gombrowicz, op. cit., p. 259 (tr. del francés).
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La utopía de Prometeo
Cartas de escritor
“Triste Asno: te prohíbo escribirme sin intermediarios de tu escritura maldita, retorcida, y trata
de enviarme las novedades concretas, eso es lo que me gusta, y no los ejercicios dialécticos
(...) si no vas a ver cómo te voy a aplastar cuando vuelva el próximo verano, te dejaré como
un payaso ante tus amigos, no te imaginas, voy a ejercer la dialéctica contigo que no eres más
que un polluelo, un debutante (...) Lo único que tienes autorización de hacer es de admirarme y
limítate a esto, porque te voy a estrujar como un león furioso.
Si te autorizo la ironía como en tus últimas cartas es porque se desarrolla sobre un fondo de
admiración. Ironizas sobre mí porque me admiras (...)”.293
291
Carta de Witold Gombrowicz a Jorge Di Paola, Santiago, 28 de junio de 1958, en Rita Gombrowicz, op.
cit., p. 256 (tr. del francés).
292
Jorge Di Paola, en Rita Gombrowicz, op. cit., p. 250 (tr. del francés).
293
Carta de Witold Gombrowicz a Mariano Betelú y Jorge Di Paola. Santiago, 8 de julio de 1958, en Rita
Gombrowicz, op. cit., p. 258 (tr. del francés).
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Ricardo Pasolini
“(...) Asno, veo que has puesto un poco de atención a mi última carta (...) evidentemente has
mordido el anzuelo y ahora te tengo en mis garras. Asno, sin defensa, débil, sentimental, privado
de toda ironía, de tu sarcasmo y de tu agresividad biológica... muy inocente, muy ingenuo (...)
Asno, esto no se le hace a un viejo zorro. Es inútil, él siempre ganará. ¡Escúchame, te prohibo
enviarme cartas en agua de rosas, dulzonas e insípidas! ¡Exijo cartas crueles, brutales, cartas
de escritor!”.297
132
La utopía de Prometeo
“Escúchame, autor y poeta y escritor -escribe Gombrowicz: Tu Hernán aparecerá, habrá elogios
de los amigos, señales de interés de parte de los literatos, surgirá algún entusiasmo, quién sabe,
la obra irá al teatro, a lo mejor será todo un éxito... vos mantenete firme ante esta humillación.
Te dolerán las críticas, te encantarán los piropos (...) estarás a la merced de cualquier opinión...
mantené, entonces, la capacidad de la risa y de la alegría. (...) Comprende bien: el artista tiene
una posibilidad de triunfo antes de triunfar, si sabe gozar del espectáculo de sus padecimientos;
mas hay que ser egoísta, hay que imponer la prioridad del goce sobre el dolor...
Pero, estimadísimo Di Paola Levín, aun admitiendo que no estuvieses a la altura de tal paradoja
¡ya estás a salvo! Sí, ¡ya te salvé! Pues, poniendo en claro éstas tus vergüenzas de debutante,
hablando de ellas en voz alta ante tus lectores, las reduzco a lo que son de veras: a algo proveniente
de una situación, en la cual te encuentras, a algo que es, por lo tanto, fuera de ti. Observa, joven,
el poder mágico del verbo: basta nombrar al demonio para que desaparezca”. 300
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Ricardo Pasolini
302
Di Paola en Rita Gombrowicz, op. cit., p. 251-252 (tr. del francés).
134
La utopía de Prometeo
Capítulo 6
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La utopía de Prometeo
309
Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986, t.
II., p. 156.
310
Ibid., p. 161.
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Ricardo Pasolini
“Caro Juanillo: Otrora mis cartas eran llenas de asuntos. Esta también se llena de mis signos
de perplejidad, pero que con lo que se sabe o presume, ¡no tendría que estar dando curso de
perplejidades! En fin, todo lo leído se confirma: esto se va a un primer rango en 1001 aspectos
antes de 25 años, guste a quien guste. Naturalmente, nuestra ‘teoría’ y las lecturas no han
medido al hombre y a la mujer chinos nuevos, ni por asomo. Haber dejado -casi sin metáfora- la
Edad Media (...) es algo que no sé cómo no llama la atención a Occidente en general, y a nuestra
América Latina en especial...”.311
La cita corresponde a una carta que Carlos Ruiz Daudet le enviara a Juanillo
desde Shanghai, en mayo de 1960, y por su contenido es fácil establecer el porqué
de la invitación del Ateneo Rivadavia, para que disertara sobre su viaje por China
comunista. “Todo lo leído se confirma”, escribe Ruiz Daudet, y Salceda estalla
en alegría ante la posibilidad de que el público tandilense pueda acceder a la
concreción de una verdad que pregona desde su juventud, allá por los primeros
años ‘30, cuando se reunía a discutir El Capital junto a Juan Carlos Pugliese,
quien con los años sería ministro de Economía del gobierno de Arturo Illia.
“El viaje fue incomparable, y el cruce de Siberia por tren, uno de los gustos
que en vida debe uno darse siendo viajero enfermante y consuetudinario”312,
le escribe Ruiz Daudet en su segunda carta. Daudet había visitado la U.R.S.S.,
Checoslovaquia, Bulgaria y Rumania en un primer viaje realizado en 1957, y
en su segunda estancia en el mundo comunista, decidió unir Pekín con Moscú, a
bordo del Transiberiano, aunque esto no le impidió visitar también los países que
en 1957 lo habían asombrado:
“...de la comparación de los dos viajes -escribe- llego a conclusiones que yo mismo no hubiera
imaginado ni en sueños. Inclusive Hungría, que no conocía, me permitió verificar una ponchada
de cosas, y en cuanto a China (...) me impresionó por la hondura y la intensidad con que han
tomado la marcha hacia la vida que ya tienen próxima en el tiempo (...) Este es mi resumen en
números:
1957 (100) 1960
URSS “ 150
Chec. “ 160
Bulg. “ 140
Ruman. “ 200”.313
Juanillo debe haber leído las cartas de Ruiz Daudet con igual optimismo, y
-con la emoción de experimentar que la utopía realizada no hacía más que afianzar
el carácter de lo utópico-, acordó el dictado de una conferencia de Ruiz Daudet
sobre el tema en el Ateneo Rivadavia. En efecto, el 3 de septiembre de 1960 tuvo
lugar la conferencia “Algo de lo que vi en China” en el local de la Biblioteca
Rivadavia. Durante casi una hora, Carlos Ruiz Daudet (asiduo colaborador de
Cuadernos de Cultura) habló de la China medieval, de la influencia colonialista
311
Carta de Carlos Ruiz Daudet a Juan Antonio Salceda, Shanghai, 21 de mayo de 1960. (AFS)
312
Carta de Carlos Ruiz Daudet a Juan Antonio Salceda, Buenos Aires, 12 de agosto de 1960. (AFS)
313
Ibid.
138
La utopía de Prometeo
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Ricardo Pasolini
140
La utopía de Prometeo
única declaración, mientras El Eco de Tandil publica una editorial que acompaña
con una foto del Dr. Oscar Alende, gobernador de la provincia de Buenos Aires,
en ocasión de su visita a la Biblioteca Rivadavia. El Eco avanza una respuesta:
“(...) Suponiendo que la medida parta de un error, ni el error se justifica en autoridades que
deberían estar al tanto de los hechos en todos sus detalles. Ese supuesto aparece en nuestras
consideraciones, del hecho de que la Biblioteca Rivadavia ha contado y cuenta con el apoyo
decidido de las actuales autoridades. Cuando un ministro ha visitado Tandil, ha concurrido a
la Biblioteca Rivadavia y encomiado su obra. Cuando el mismo gobernador de la provincia de
Buenos Aires ha estado en nuestra ciudad, ha visitado la Biblioteca Rivadavia con preferente
atención, enumerando con muchos calificativos elogiosos la obra que esta institución realiza
en beneficio de la comunidad (...) En esa oportunidad, el Dr. Alende anunció la existencia de
un subsidio oficial para la realización de una obra de ampliación de la Biblioteca, obra que
está en desarrollo en el momento de su clausura.
De la manera que se quiere interpretar el atropello -concluye la editorial de El Eco-, no
encuentra razón de ser y todo lo que se diga en fuentes oficiales para justificarlo, tendrá el
signo de lo arbitrario, antijurídico e ilegal (...)”.324
141
Ricardo Pasolini
que no sólo articuló prácticas propias diferenciadas del resto de las actividades
sociales, sino que también proyectó el surgimiento en Tandil de intelectuales
como subespecie de productores culturales.
Con sus conferencias, cursos, exposiciones, debates, presentación de obras
de teatro y conciertos, estos intelectuales no apelaban a otra legitimidad que no
fueran las diferentes alternativas que presentaba el propio campo, conjugando
prácticas culturales tradicionales de la “buena sociedad” tandilense, con el
modernismo al que podían acceder a través de la dinamización de la red social
que los vinculaba a los intelectuales de Buenos Aires, como los que pertenecían a
la A.I.A.P.E., el Teatro del Pueblo, Propósitos y Cuadernos de Cultura.
En este marco, entonces, Salceda se convierte en el escritor local porque
además de estar ligado a más de un medio periodístico de Tandil y del resto de
la provincia de Buenos Aires; de colaborar frecuentemente en el semanario
Propósitos y en Cuadernos de Cultura; de integrar la Sociedad Argentina de
Escritores y estar vinculado a otras asociaciones de carácter cultural reconocidas,
Juanillo publica obras que alcanzan divulgación nacional.
Las características que asume su devenir intelectual no hacen más que
expresar el caso límite de un mundo cultural provinciano que apostó por el
ingreso al universalismo desde el borde de una modernidad periférica. Y esa
cualidad de caso límite a la vez referente, es lo que causa la fascinación de sus
contemporáneos locales.
“Es en estas circunstancias que se comete este imperdonable ataque a la
cultura de nuestra ciudad -prosigue el comunicado del Ateneo-, escribiendo una
nueva página de vergüenza para el país, continuando de tal manera ese siniestro
programa de oscurantismo que va desde el ataque sistemático a la escuela laica
al secuestro de libros; desde la clausura de centros de cultura a la institución del
delito de opinión (...)”.326
Tres días después de la clausura, El Eco de Tandil seguía preguntándose
sobre el origen de la medida, y esta vez recurre a un trascendido: “parece ser que
el comisario de nuestra ciudad, señor Galotto, tomó la misma por ‘resolución
propia’ amparándose en el artículo 2º del decreto 4965”327, escribe el cronista con
la debilidad propia de los trascendidos. Sin embargo, al día siguiente, la editorial
de El Eco vuelve con una respuesta definitiva, que sintetiza no sólo la posición
del diario con respecto a la medida en cuestión, sino el clima institucional de
la Argentina post-peronista, donde quienes confiaron en la vigencia del sistema
democrático aunque con la proscripción del peronismo, se ven así mismos en tanto
víctimas del sistema que han ayudado a fortalecer desde la tribuna periodística.
Dice la editorial:
“El régimen depuesto se caracterizaba por sus arbitrariedades. Se procedía a detener a una
persona y se invocaba ‘orden superior’, se cometía un atropello policial y la descarga era:
‘Por orden superior’. Pero esa no es una novedad inventada por el peronismo en nuestro país.
326
Actividades, op. cit.
327
El Eco de Tandil, 6 de septiembre de 1960.
142
La utopía de Prometeo
Cualquier régimen totalitario la utiliza (...) Los argentinos que logramos después de Caseros
rehacer el espíritu democrático y durante cerca de 60 años vivimos en un régimen de civilidad,
con sus defectos fallas y errores, pero sin interrupción alguna, padecemos por cerca de ‘30 años
los inescrupulosos procederes de regímenes surgidos de los más heterogéneos círculos (...) o de
los caprichos de un omnipotente y todopoderoso líder que resolvía sobre el país a placer, sin
considerar las instituciones, las leyes, la tradición, las costumbres, la decencia y voluntad de
trabajo y perfeccionamiento de las personas.
Se produjo la Revolución Libertadora y todos pensamos que habían cesado definitivamente
las arbitrariedades. Por lo menos pensamos que ese el fin fundamental de los acontecimientos
de septiembre de 1955. (...) Salidos del gobierno provisional, pensamos que dejaríamos una
vez por todas los sistemas de emergencia y quienes habíamos luchado por el imperio de la
ley, los derechos humanos y la vigencia de las instituciones democráticas, nos encontramos
que progresivamente volvemos a caer en la arbitrariedad, el régimen policial, la persecución
de las ideas, el sistemático desintegrar de todo lo bueno y noble que tiene nuestra incipiente
sociedad. (...) La Revolución Libertadora prestó amplio apoyo a la institución hoy clausurada.
El gobierno que venía a restablecer el ‘estado de derecho’ también. Pero un día ocurre lo insólito
(...) Comenzamos nuestras averiguaciones periodísticas y en las primeras 24 horas la misteriosa
‘orden superior’ no tenía origen. A las 48 horas confirmamos ello. La ‘orden superior’ habría
provenido de fuentes locales...”.328
143
Ricardo Pasolini
Desde los últimos días del mes de septiembre, la prensa liberal de Tandil, refleja
su preocupación por la posibilidad de que un interventor se haga cargo de la
Asociación Bernardino Rivadavia. Tal sospecha finalmente se confirma, cuando
se toma conocimiento de que el intendente Juan Roser Isaac (U.C.R.I.) venía
realizando algunas gestiones en favor de la elección de una terna de vecinos
reconocidos de la ciudad, para que uno de ellos cumpliera con el rol de interventor
de la Asociación, gestiones que respondían a un pedido expreso del gobernador
Alende.333 Lo cierto es que a partir de un decreto dictado por el Poder Ejecutivo
de la Provincia el 6 de octubre, se designó al Dr. José Botteri, un abogado de Mar
del Plata, como interventor de la Asociación Bernardino Rivadavia.
El 10 de ese mes, Botteri llegó a Tandil, reabrió las puertas de la Biblioteca,
manifestó que su propósito era “que la Institución que desde hace más de medio
siglo viene difundiendo cultura (...) continúe desarrollando tan importante
misión”334, que su labor “tendrá exclusivamente la tarea de normalizar la acción
de la Asociación, para ponerla a cubierto de hechos que al alejarla de su verdadera
función, afectan la vida institucional de la entidad”335, e instó a los socios a
participar activamente en la pronta resolución del conflicto, tras hacerse cargo de
las funciones directivas de la institución.
Al día siguiente tomó una drástica decisión: separó al Ateneo Rivadavia
de la Asociación homónima, y prohibió a los integrantes de la comisión directiva
del Ateneo, participar en su carácter de miembros de la entidad336. De este modo,
Juan Antonio Salceda, el ingeniero Arturo Ponsa, la profesora de teatro Cristina
S. R. de Schoklender, el ingeniero Bruno Meani, el ex agente consular italiano
332
“La Biblioteca al pueblo”, El Eco de Tandil, 17 de septiembre de 1960.
333
“A la búsqueda de interventor”, El Eco de Tandil, 28 de septiembre de 1960.
334
“El P.E. Provincial designó interventor en la Biblioteca Rivadavia de Tandil”, El Eco de Tandil, 11 de
octubre de 1960.
335
“Tiene interventor la Biblioteca Rivadavia”, Nueva Era, 10 de octubre de 1960, p. 2.
336
“El interventor de la Biblioteca resolvió separar al Ateneo”, El Eco de Tandil, 11 de octubre de 1960.
144
La utopía de Prometeo
“La verdadera función universal de la cultura tiene lógica vigencia particular argentina. Sin
empequeñecer su trascendente significado, en nuestro caso, estamos convencidos de que el
pensamiento que echó a andar aquella lluviosa mañana de Mayo no puede detenerse y debe
ir cada vez más lejos, porque en esa marcha, momentáneamente interrumpida, encontraremos
nuestro destino”.337
145
Ricardo Pasolini
339
“Balconeando”, Actividades, 7 de septiembre de 1960, p. 3.
340
Los datos sobre el Dr. Francisco Vistalli han sido tomados de: Sandra Gayol, Julio Melón y Mabel
Roig, “Peronismo en Tandil: ¿perpetuación conservadora, desprendimiento radical o génesis sindical?
1943-1948”, en Anuario del IEHS, 2, Tandil, Unicen, 1988, p. 320.
341
En Tribuna del 26 de noviembre de 1955, puede leerse en la crónica titulada “Brillante reiniciación de
actividades del Ateneo”, una exaltación de las acciones de la entidad cultural que tienen como excusa la
conferencia dictada por el escritor guatemalteco Miguel Angel Asturias. El cronista rescata particularmente
las posiciones antiimperialistas que expresa Asturias, para decir luego que la conferencia culminó con “un
canto de invencible fe en la victoria ya próxima de los pueblos”.
342
“Balconeando”, op. cit., p. 3
146
La utopía de Prometeo
“No somos enemigos de las leyes y precisamente porque deseamos el cumplimiento de las
mismas, es porque no aceptamos el hecho (la clausura) por considerarlo un atropello arbitrario,
discrecional y dispuesto y ejecutado por funcionarios no habilitados para ello. (...) No
comprendemos esa forma solapada de actuar, en un medio chico como es el nuestro, donde
todos nos conocemos y prescindiendo de rótulos políticos, sabemos cuál es la calidad moral de
las personas. (...) Si pretendiéramos justificar el atropello como lo hace ‘La Revista’, guiados
por una posición política, deberíamos reconocer que la vigencia de las leyes no tiene ningún
sentido. Y sépase perfectamente, que lo que decimos para este caso particular de la Biblioteca
Rivadavia tiene plena vigencia para el Salón Parroquial, o la biblioteca de la Acción Católica
Argentina... Ese simple precedente, admitido como lo hace ‘La Revista’ es un arma de doble filo
(...) Lo derechos no son unilaterales. Los derechos humanos son UNIVERSALES. Estamos por
su defensa en cualquier régimen de cualquier color político”.349
En contra de la intervención
148
La utopía de Prometeo
“Nombraremos en primer término al Dr. Bernardo Houssay, premio Nobel, quien fue
homenajeado por el Ateneo el 9 de diciembre de 1949. Cinco presidentes de la Sociedad
Argentina de escritores. Son ellos: Dr. Carlos Alberto Erro; Dr. Roberto F. Giusti, miembro de
la Academia Argentina de las Letras; Ezequiel Martínez Estrada, autor de ‘Radiografía de la
pampa’ y otros libros que honran a las letras argentinas; José Luis Lanuza, escritor de singular
prestigio en el país; Leónidas Barletta, director del Teatro del Pueblo y primer premio literario
de América Latina. Dos novelistas americanos del mayor renombre: Jorge Icaza y Miguel Angel
Asturias. Dos de los mayores poetas españoles contemporáneos: Leon Felipe y Rafael Alberti. El
351
Los artículos fundacionales dicen lo siguiente: “1º) Como organismo anexo a la Asociación Bernardino
Rivadavia, para ampliar y profundizar su finalidad de cultura intelectual, literaria y científica, institúyese el
Ateneo Rivadavia. 2º) Cumplirá este objetivo por medio de estudios, disertaciones, lecturas, informaciones
bibliográficas, conferencias, cursos de enseñanza sobre arte, filosofía y ciencias”, en Acta nº 122, 14-6-42,
t. II, f. 1. (AABR).
352
Ibid.
353
Ibid.
149
Ricardo Pasolini
ex interventor de la Universidad Nacional de Buenos Aires: Dr. José Luis Romero; el vicerrector
de la Universidad de La Plata, Ing. Andrés Ringuelet, el vicedecano de la Facultad de Filosofía
de Buenos Aires, Dr. Juan Mantovani; el vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas, Dr.
Manuel Sadosky. Los profesores universitarios y escritores de la talla del Dr. José Belbey;
Bernardo Canal Feijóo; Dr. Vicente Fatone, reciente embajador en la India; Prof. Carlos Prelat;
Prof. David Marengo; Dra. Cora Ratto de Sadosky; Frida Schultz de Mantovani; Héctor Eandi;
Ing. Ricardo M. Ortiz, ex rector de la Universidad Nacional del Sur; el presidente del Supremo
Tribunal de Justicia de España, Dr. Mariano Gómez; el Secretario del Colegio Libre de Estudios
Superiores, Luis Reissig; los dramaturgos y comediógrafos Rodolfo González Pacheco; Jacinto
Grau y Enrique Grande. Historiadores y críticos de arte como José de España y Leopoldo M.
Hurtado, actual crítico musical de ‘La Prensa’. El crítico y escritor francés Roger Caillois;
el académico panameño Dr. José de la Cruz Herrera. Los ensayistas Luis Franco y Héctor P.
Agosti. Los políticos Luciano Molinas; Julio A. Noble, diputados nacionales José V. Liceaga y
Evers Fossati. El ex presidente de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, Sr. Juan
Pichón Riviére. La lista es mucho mayor...”.354
Asambleas extraordinarias
“La Asamblea de la Biblioteca Rivadavia reeligió a la Comisión que cesara cuando fue intervenida”,
355
de la del Ateneo Rivadavia, mientras que una asamblea de socios del Ateneo sería
la encargada de elegir los tres cargos restantes. Sin embargo, esa fue una moción
moderada si se tiene en cuenta que un sector importante de la Asamblea, liderado
por el director de El Eco de Tandil, Carlos Mauricio Calvo, elevó la propuesta
que solicitaba la derogación del acta de mayo de 1942, lo que equivaldría a la
desvinculación definitiva del Ateneo.356
Se argumentaba que el acta creaba una situación anormal dentro de la
Biblioteca, porque había “una institución autónoma dentro de otra institución,
y que la entidad madre debía responsabilizarse de los actos de la filial, pese a
que la filial gozaba de plena independencia”.357 Dijo, además, que “la Asociación
ha llegado a la mayoría de edad como para no delegar su acción cultural en un
organismo autónomo o autárquico”.358
Salceda pidió la palabra, historió las actividades del Ateneo durante los
dieciocho años de su existencia y los inconvenientes que tuvieron que resolverse
para mantener la independencia institucional del centro cultural con respecto a
la influencia del campo de lo político.359 Señaló que los hombres eran pasajeros,
pero que las instituciones debían ser permanentes y rogó a los asambleístas que no
cometieran “esta especie de infanticidio”, que no cometieran el asesinato del hijo
dilecto de la Asociación Bernardino Rivadavia.
Después de más de treinta años de aquel suceso, Beatriz Inés Gutiérrez
- secretaria del Ateneo entre 1953 y 1960-, repite una explicación que ronda en
sus pensamientos desde el día en que la asamblea terminó con las actividades del
Ateneo. Para ella, no hay otra razón que la traición y el miedo: “sabíamos que
había una sospecha y una vigilancia constante sobre la gente del Ateneo -dice-,
pero en 1958 eso se empezó a notar más”.360
El ingeniero Arturo Ponsa, funcionario -durante el período que nos ocupa-
de la Usina Popular y Municipal de Tandil, y tesorero del Ateneo Rivadavia, era
el encargado de los ciclos de debate cinematográfico:
356
Acta nº 323, 21-10-61, t. III, f. 178-179. AABR.
357
“Resolvió la Asoc. Rivadavia modificar las relaciones con el Ateneo del mismo nombre”, El Eco de
Tandil, 4 de diciembre de 1961, p. 5.
358
Ibid.
359
Sobre este punto, recuérdese que durante el segundo gobierno peronista, la policía local solicitaba informes
semanales sobre las disertaciones y conferencias que realizaba el Ateneo, a lo que se suma no sólo la clausura
de El Eco de Tandil entre el 18 de agosto de 1954 y el 21 de septiembre de 1955, sino el encarcelamiento de
su Jefe de Redacción, Ovidio Saglul (también socio del Ateneo), y el de Salceda mismo.
360
Entrevista del autor con Beatriz Inés Gutiérrez, 23-08-94.
361
Entrevista del autor con Arturo Ponsa, 13-09-94.
151
Ricardo Pasolini
152
La utopía de Prometeo
se ve incluso en ese olvido táctico que ahora, sólo puede atribuírsele al discurso
de la Asociación Bernardino Rivadavia, por lo menos durante el período que va
desde la clausura hasta la intervención.364
Al nivel de las prácticas culturales, la soledad del Ateneo se manifiesta
en el hecho de que, si bien estas prácticas son dominantes en el mundo cultural
local, para el año ‘60 ya no alcanzan a ser hegemónicas: los jóvenes de la
“Rex”, sucesores potenciales del Ateneo y tal vez, sus hijos preferidos, están
fascinados por el existencialismo y se reconocen en nuevas prácticas culturales,
que defienden, ante todo, la autonomía de lo estético respecto de lo político. Pero
estas prácticas diferenciadas alcanzan una expresión mucho más amplia que las
del mundo cultural local, y resumen los primeros y tímidos intentos de ingreso
en Tandil, de las experiencias culturales que hegemonizarán los llamados sixties,
como ya he indicado en páginas anteriores de este trabajo.
En un espacio más específico del campo, Salceda queda atrapado en la
oposición independencia o no del arte, potente contradicción que fundamenta el
hecho de que Witold Gombrowicz haya decidido rescatar en su Diario Argentino
la polémica en El Calvario, así como las conversaciones mantenidas en las
sesiones del Ateneo Rivadavia durante los últimos meses de 1957, momento
de la primera crisis del modelo de intelectual comprometido en Tandil. Si para
inicios del ‘60, como afirma Beatriz Sarlo, “el dogmatismo histórico-cultural de
izquierda se convierte en un elemento arcaico del campo intelectual” 365, que sólo
sobrevive en los márgenes “sometido al doble embate de los intelectuales de la
‘nueva izquierda’ y, desde otro ángulo, de un nuevo discurso sobre la Argentina,
producido por peronistas y filoperonistas...”366, en Tandil, en cambio, la estocada
que le provocará una lenta agonía, será el peso específico en los jóvenes de la
“Rex” del particular existencialismo de Witold Gombrowicz, lejos por cierto, de
cualquier tentación peronista o de pretensiones de “nueva izquierda”.
El discurso democrático, universalista y distribucionista de la cultura que
sustenta y exhibe el Ateneo, entonces, pierde la legitimidad que había alcanzado
durante la época peronista -en que el estilo de gobierno y las instituciones son
visualizados como formas de autoritarismo-, a partir de la imposibilidad de
integrar en su seno las nuevas experiencias culturales367 y las novedades políticas
que inaugura la Revolución Libertadora.
La invariabilidad en el ideario que ayudó a consolidar lo dominante en
364
Durante el período que va de la intervención a la normalización, la relación de fuerzas en el seno de
la Asociación Bernardino Rivadavia, cambia radicalmente para favorecer al sector menos liberal que veía
con desconfianza a quienes se filiaban claramente en el ideario comunista. Incluso en su crítica al Ateneo,
este sector utiliza argumentos similares a los del interventor Botteri.
365
Beatriz Sarlo, “La izquierda ante la cultura: del dogmatismo al populismo”, en Punto de Vista, Nº 20,
año VII, Mayo de 1994. p. 23.
366
Ibid.
367
Para Silvia Sigal, “en la Argentina, la renovación cultural occidental coincidió con la ruptura política
de 1955”, y agrega en otra parte: “el primer lustro posperonista fue simultáneamente apertura a la
modernización y crisis de la unidad forjada en el antiperonismo”. Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la
década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, pp. 84 y 122.
153
Ricardo Pasolini
el mundo cultural tandilense, termina por devaluarlo frente a los cambios que
se están produciendo en campos como el político, ante el que el Ateneo, con la
aplicación del Plan Conintes sucumbe tras la intervención.
A un nivel externo a las prácticas culturales, el Ateneo Rivadavia y
fundamentalmente la figura de Juanillo, expresan el punto de cruce, la convergencia
de los tópicos fundamentales de las dicotomías de los diferentes ámbitos donde se
desarrolla la actividad social y política. La expresión de la dicotomía peronismo-
antiperonismo, es clara en la participación del diario Actividades, órgano de prensa
del peronismo tandilense proscrito, cuando no duda en calificar de “mechada
comunista” a los integrantes del Ateneo, en un tiro por elevación a Juan Antonio
Salceda, quien en su carácter de intelectual comunista había formado parte en
1946 de la junta local Pro Unión Democrática368, y en 1952, había participado
junto a Juan Manuel Calvo -director de El Eco de Tandil, de la versión tandilense
de la Comisión de los pueblos que luchan contra el nazi-fascismo, y del Congreso
Argentino de la Cultura, en un intento de freno del desarrollo del peronismo,
cuyo estilo político fue apasionadamente evaluado por los sectores liberales y
comunistas, como una edición nacional del nazi-fascismo.
Por otra parte, Juanillo resume la dicotomía ateísmo-catolicismo (que
también es la versión filosófica de la oposición comunismo-anticomunismo), y
prueba de ello la da, como ya hemos señalado, la justificación que de la clausura
hace el semanario católico La Revista. En 1953, aunque con menor beligerancia,
La Revista asumió una actitud similar en un comentario crítico a la aparición de
Prometeo de Salceda: “Es un libro que le ha llevado al autor años de paciente
estudio -escribió-, es un trabajo digno de elogio (...) Su estilo es claro y atrayente.
(Salceda) Domina el material mitológico, hábilmente se interna en la cultura
griega y expone las luchas sociales de la antigua Grecia con admirable sagacidad
(...) A través de todos sus capítulos Salceda desliza su mentalidad comunista... Es
una lástima”.369
Pero el comentario crítico que primero se apoya en un elogio del estilo,
termina por desvalorizar cualquier intento intelectual que provenga de lo que
el cura párroco Luis J. Actis llama el “materialismo-ateo-marxista”. Sólo por
esta adhesión al ideario comunista, se explica -según Actis-, que Salceda cite
“la estúpida frase de Lenin de que ‘el miedo ha creado a los dioses y de que
‘dios’ siempre ha adormecido y embotado los sentimientos sociales, sustituyendo
lo que está muerto a lo que está vivo. Esto es blasfemo, ridículo, irracional y
anfilosófico”.370 La crítica al Prometeo de Salceda en 1953, preludia el apoyo a
la medida de clausura en septiembre del ‘60, sólo que para esta última fecha, el
contexto político nacional y local se ha modificado de manera tal, que el discurso
368
Cabe mencionar que la Junta Pro Unidad Democrática estuvo presidida por el político radical Longin
O. Prat, quien 14 años después, a raíz de la clausura de la Biblioteca, llevaría la defensa de la Asociación
Bernardino Rivadavia a las instancias de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Prat
había sido secretario del Ateneo Rivadavia en 1951.
369
“El Prometeo de J. Salceda. Nuestro breve juicio”, en La Revista, 26 de junio de 1953.
370
Ibid.
154
La utopía de Prometeo
156
La utopía de Prometeo
particular. Allí, las tertulias intelectuales diarias, que solían terminar la mayoría
de las veces alrededor de las cuatro de la mañana, ayudan a mantener cohesionado
al grupo intelectual que hasta poco tiempo atrás había hegemonizado la vida
cultural de Tandil. Pero hacia finales de 1964, Juan Antonio Salceda crea el Centro
Cultural Esteban Echeverría junto a otros ex integrantes del Ateneo Rivadavia,
entre ellos Beatriz Inés Gutiérrez. Este nuevo centro no tiene residencia fija y
funciona alternativamente en las viviendas de sus integrantes, lo que impide
en principio, que su impacto cultural exceda los límites del grupo original.
Sin embargo, en febrero de 1965, aparece el primer boletín cultural del Centro
Esteban Echeverría. Salceda, entonces, avanza una declaración de principios
que, sin duda, alude al destino final del Ateneo Rivadavia: “...Nacemos con el
compromiso de promover cultura sin discriminaciones. Que se entienda bien esto
para que no haya confusiones. Pero no somos neutrales. Aprobamos una línea de
acción basada en un entendimiento que es claro: entendemos que ‘las bases de la
cultura nacional son inseparables de su origen histórico, consistente en una cultura
de fundamentos racionales y libres y en función de su progreso y soberanía’ (...)
Como se ve no inventamos nada. Sólo ponemos una idea en movimiento. Y como
quería Goethe, nuestro principio será la acción”375.
El boletín del mes de marzo de ese año, ya presentaba un pequeño suplemento
de poemas, y agregaba a sus pocas páginas otras dos, que publicaban reportajes a
pintores de la ciudad, y además de las colaboraciones de poetas jóvenes locales,
intentos polémicos acerca del teatro y la cultura, a cargo del periodista Juan Carlos
Gargiulo, quien dirigía el Pequeño Teatro Experimental.
La tercera y última edición del boletín apareció en abril de 1965. El poeta
Juan Carlos Magariños, amigo de Salceda y también antiguo miembro de la
mesa de Gombrowicz en la “Rex”, estuvo a cargo de la dirección del boletín.
Juanillo escribió un extenso artículo sobre el poeta español Miguel Hernández,
donde presenta al autor de “Cancionero y romancero de ausencias” como un poeta
popular cuya poesía “está signada por una profunda fe en el hombre”376. Pero
a Salceda le apasionan los versos de Miguel Hernández tanto como la vida del
soldado-poeta, porque resume en una versión extrema lo que el propio Salceda
considera que debe ser la tarea del artista. Entonces, ensaya un deseo: “En estos
momentos en que estudiantes y obreros retoman en sus manos fuertes la bandera
de la lucha por la independencia y la libertad de España, Miguel Hernández,
poeta del pueblo, vivirá en su poesía con claridades de aurora”.377 Tal vez con
la pretensión de intentar la concreción de la alianza de los estudiantes con el
objetivo de la libertad y la independencia, o solamente por la dinamización de las
antiguas relaciones de amistad de Magariños, el boletín convocó también a los
estudiantes universitarios tandilenses en La Plata, discípulos de Gombrowicz. De
375
Juan Antonio Salceda, “Presentación”, en Boletín Cultural Esteban Echeverría, año 1, Nº 1, Tandil,
febrero de 1965, p. 2. (4 páginas). (ABIG)
376
Juan Antonio Salceda, “Miguel Hernández, poeta del pueblo”, en Boletín Cultural Esteban Echeverría,
año 1, Nº 3, abril de 1965, p. 3.
377
Ibid.
157
Ricardo Pasolini
este modo, Jorge Di Paola escribió un artículo sobre Rayuela de Julio Cortázar, y
en el número dos, Juan Carlos Ferreyra, ya había colaborado con un cuento corto.
Curiosamente, la idea de relacionar el fin de la novela con el fin de la burguesía en
tanto clase378, que es la tesis que propone Di Paola en ese artículo, tiene en su base
un razonamiento determinista que recuerda la hipótesis de Salceda en el Prometeo,
según la cual el existencialismo, con su regodeo en la angustia y la defensa del
suicidio como instancia extrema de la libertad, también estaría expresando a nivel
de lo superestructural la caída de la burguesía como clase dominante.
Pero esta semejanza aparente en el enfoque, es sólo eso. El artículo de Di
Paola concluye con los tópicos witoldianos clásicos acerca de la tarea del artista:
“Hoy, decir la verdad es difícil -se refiere al arte de la novela-, porque no nos parece verdadero
lo que sólo es verosímil. Hay una mayor exigencia de autenticidad, una mayor exigencia de
verdad: menos arrodillamiento ante el arte, menos cómodo recostarse en la ‘misión sagrada’
del artista. Porque el artista, hoy, al menos el artista que es verdaderamente un artista de hoy,
confiesa que hace lo que puede, que no es un pequeño Dios, que no quiere engañar y hacerse
pasar por más serio de lo que es”.379
En el marco de las ideas que propone, la última aparición del boletín del
Centro Cultural Esteban Echeverría, no hace más que reeditar los argumentos
de la polémica Salceda-Gombrowicz, pero en su faz amistosa y carente de
polémica. Si en el ‘57, el conflicto cultural se resuelve a favor del ideario básico
del Ateneo Rivadavia que atribuye al intelectual el rol de un educador civil, y al
distribucionismo cultural, la construcción de nuevos hombres, en el ‘65, el conflicto
deviene en eclecticismo, porque el proceso cultural ha convertido en residuales
las ideas que hegemonizaron el mundo cultural tandilense desde los años ‘30 hasta
la clausura de la Biblioteca Rivadavia. Los discípulos de Gombrowicz, ausentes
durante el proceso de la clausura, salen finalmente a rescatar al padre abandonado,
probando el peso que todavía tenían las relaciones primarias en el mundo local.
Sin embargo, se trata de una farsa de rescate, puesto que su participación en los
boletines del centro cultural, evidencia la dimensión de la distancia existente entre
el paradigma cultural salcediano y el de los discípulos gombrowiczianos.380
La experiencia del Centro Cultural Esteban Echeverría culminó hacia finales
de 1965. Sin embargo, esta intelligentsia local en retirada no parece advertir en los
cambios políticos-culturales de los primeros ‘60, un cuestionamiento a su ideario
ni a sus prácticas. Al contrario, los reveses no hacen más que confirmarlos -de la
misma manera en que el devenir de Prometeo en la versión esquiliana, convierte
en incuestionable el robo del fuego a los dioses para entregárselo a los hombres-,
378
Jorge Di Paola escribe: “...en Cortázar el salto de capítulos expresa una preocupación por lo ilimitado,
aunque finito. Es decir, Rayuela no termina en ninguna parte, y comienza y termina en todas. ... Todo esto
porque ante el fin de una clase estamos también ante el fin de la novela, ante el fin de la novela burguesa
(Balzac, Dostoyevsky, Kafka, Thomas Mann)”, en “Julio Cortázar y el fin de las novelas”, op. cit., p. 4.
379
Ibid.
380
En enero de 1963, Mariano Betelú le envió a Salceda un ejemplar de La pornografía, el libro que
Gombrowicz acababa de publicar en París. Carta de Mariano Betelú a Juan Antonio Salceda, La Plata, 5
de enero de 1963. (AFS).
158
La utopía de Prometeo
159
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160
La utopía de Prometeo
Capítulo 7
161
Ricardo Pasolini
382
“Salceda es una personalidad relevante de nuestras letras y de la militancia ciudadana. En él no se
da la escisión común en otros casos entre el escritor y el amigo del pueblo”. Carta de Rodolfo Ghioldi a
Dardo Fernández Tasende, Buenos Aires, 7-6-1972. (AFS)
383
Furet, op. cit.
162
La utopía de Prometeo
carácter autobiográfico que adquiere el relato de Aricó —él mismo fue expulsado
del Partido en 1963 junto a otros jóvenes gramscianos—, la cita da cuenta del
funcionamiento de una sociabilidad política, donde el costo de oportunidad era
significativamente alto para quienes quedaban fuera de ella.
Jeannine Verdès-Leroux ha estudiado para el caso del P.C.F. el funcionamiento
del sistema de intercambios, privilegios, formas de adhesión y manipulación entre
las dirigencias partidarias, el marco institucional y los intelectuales, claramente
diferenciados entre afiliados y compagnons de route, señalando este carácter
donde el costo de oportunidad estaba fuertemente presente en la raíz de la
actividad intelectual. Más allá del rescate un tanto criticable de una cierta lógica
neoclásica en la actitud de los actores que analiza la autora, resulta interesante
la relación que establece entre intelectuales, vida partidaria y legitimidad en el
campo profesional. Para Verdès-Leroux, el partido aparecería como un espacio de
sustitución de recursos legítimos y de reconocimiento intelectual difícil de lograr
fuera de él.388 Está claro que en el caso de Salceda, dada su situación de residencia
provinciana, lejanía de origen con el mundo intelectual y baja escolaridad, el
ingreso a la sociabilidad antifascista primero y comunista después le permitió
desarrollar un proyecto de escritor. Más allá de su composición heterogénea, es
evidente que la A.I.A.P.E. posibilitó estos recorridos en más de un caso.
Pero esta relación de dependencia que señala la autora debe ser matizada
según los espacios de acción cultural y los períodos. En efecto, en su artículo
sobre el lugar de los intelectuales en el P.C.F., Frédérique Matonti indica que se
pueden distinguir desde los años ’20, dos tipos de trayectorias de ingreso y relación
con el Partido: por un lado, aquellos que débilmente consagrados en su universo
profesional encuentran en el partido un espacio de reconocimiento. Un ejemplo
emblemático de esta alternativa lo expresa Romain Rolland. Y por el otro, quienes
en tanto miembros de vanguardias estéticas o literarias usan su afiliación partisana
para asegurar su posición en el seno del mundo artístico (p.e.: Henri Barbusse).
Para el P.C.F., un momento importante de afluencias de intelectuales al partido
lo representó el clima antifascista que llevó a la constitución del Frente Popular,
pues no sólo se integrarán escritores y plásticos, sino universitarios provenientes
de carreras técnicas y docentes del nivel secundario de la educación. Así todo,
el momento más importante de afluencia de intelectuales al Partido se dará una
vez concluida la Segunda Guerra Mundial, luego de que el P.C.F. capitalizara
simbólicamente el lugar preponderante ocupado en la lucha de la Resistencia.389 No
obstante ello, el P.C.F. muestra a lo largo de su historia una fuerte correspondencia
entre su base social (fundamentalmente obrera) y su operación política interna y
discursiva de limitar el acceso de los intelectuales a los cargos directivos, para
evitar que “los representantes y los cuadros dirigentes del partido sean de un
164
La utopía de Prometeo
origen social más elevado que el de los electores o militantes de base” […]”.390 En
este sentido, el P.C.F. pudo establecer un diálogo polémico y contradictorio con las
vanguardias estéticas (piénsese en la expulsión de los surrealistas Breton y Eluard
en los años ‘30), pero no dejó de incorporar en su seno las culturas populares y la
tradición republicana francesa.
Ahora bien, como ya he señalado en los capítulos anteriores, el tránsito de
Salceda hacia el comunismo no es menos ilustrativo. Sin duda, en la construcción
de la identidad comunista en el interior del Partido, debe haber actuado en un
modo potente la percepción de la oferta diversa de alternativas de participación
que proponía la sociabilidad comunista. En este contexto, se constituyó un marco
normativo que impuso límites a la variabilidad de esa identidad. Así, a la vez de
otorgar un campo ampliado de actuación, el Partido -en rigor la sociabilidad
comunista- reclamaba una fidelidad específica.
Sin embargo, esa identidad no dejaba de constituirse sin conflicto. Si el
devenir de los jóvenes gramscianos durante la década del ‘60 resulta una prueba
extrema de ello391, una mirada a la correspondencia de Salceda durante ese
período, puede dar una imagen de la tensión identitaria subyacente, en el marco
de un corpus ideológico y de un modelo de acción cultural aún dominante en el
interior partidario, pero ciertamente residual a la hora de abordar el problema del
destino del peronismo y el papel de los nuevos jóvenes en la escena política e
ideológica argentina.
166
La utopía de Prometeo
“...Algo sobre los problemas campesinos: por razones estratégicas, debida y ampliamente
explicadas a los interesados, en ocasiones se hace necesario el desplazamiento de grupos
campesinos. Precisamente, hace unos días me tocó intervenir en el traslado de 14 productores
agrarios. Conversamos con todos ellos y con sus familiares, con algunos individualmente, con
otros en grupos, mientras nos servían el aromático café oriental. Hombres y mujeres, padres,
hijos y abuelos, todos participaban del análisis de los pormenores a contemplar para resolver (...)
La Revolución jamás hizo ni hará nada que perjudique a los campesinos, de modo que está fuera
de discusión la necesidad del traslado. Sólo está disconforme el moro Ramadán. El no quiere
trasladarse al lugar propuesto. Lo dice con vehemencia, aunque reconoce la preocupación de
la Revolución por los campesinos. Está casi ciego, tiene más de 60 años, no puede trabajar. La
mujer y la hija lo apoyan. Buscamos una salida aceptable (ad referendum de los 3 hijos varones
que están trabajando en la zafra). Propuesta va propuesta viene, llegamos a un acuerdo. La hija,
hermosa morocha de 19 años, trabaja en una tienda del Estado de Pinar del Río, además en la
provincia occidental viven todos sus familiares. En relación con eso, propone Ramadán que se le
paguen los gastos de traslado a esa provincia, en donde se radicarían. ¿Cuánto? Yo sugiero una
cifra ($1000). Los tres, al unísono, consideran la cifra excesiva. Dicen: lo que tenemos aquí no
vale nada y los pasajes valen mucho menos que esa suma (...)
Esto fue ampliamente discutido con los propios interesados, en fraternal diálogo revolucionario,
sin demoras inútiles y papeleos estériles. Es un ejemplo, entre muchos de los que fui testigo.
Así resuelve la Revolución sus problemas, fundiendo a todos en una fuerza poderosa, capaz de
impulsar hacia adelante la construcción del socialismo (...)”.401
Las cartas que Fontana envía a Salceda se leen en voz alta en reuniones
que incluyen a militantes, familiares y amigos no afiliados, pero que se encuentran
en la órbita de influencia de la política cultural del P.C. “Creo que es una manera
eficaz de ayudar a la gloriosa Revolución Cubana”402, escribe el ingeniero en
agosto del 62, sobre el destino de sus misivas.
Salceda, entonces, se propone ayudar —de alguna manera— a consolidar
el proceso revolucionario.403 Está interesado en saber cuáles fueron las instancias
que hicieron que su Aníbal Ponce llegara a Cuba.404 De este modo, primero
indagará en la editorial Lautaro sobre el arribo de su libro a la isla. Más tarde
decidirá mantener correspondencia con la joven maestra cubana que le obsequió
su Aníbal Ponce al ingeniero Fontana. No poseemos la carta que le envió Salceda,
pero sí la respuesta de Wiriam Ibáñez. Dice la maestra:
“Compañero, en su maravillosa carta me dice que desearía venir a mi patria. Para nosotros, los
cubanos, sería un orgullo poder tenerlo, ya que tan necesitada está de personas capacitadas y
401
Carta de Pedro Fontana a Juan Antonio Salceda, Santiago de Cuba, 4-5-62. (AFS)
402
Carta de Pedro Fontana a Juan Antonio Salceda, Santiago de Cuba, 24-8-62. (AFS)
403
Gregorio Berman, compañero de ruta del P.C.A., ilustra claramente el tránsito que va del antifascismo
cultural a la exaltación cubana: “En mi larga trayectoria sufrí dos experiencias vitales. La primera cuando
participé en la Guerra de España contra la sublevación militar-oligárquica-clerical y la invasión nazi-
fascista, quebré las ilusiones demoliberales. Y ahora, al contacto con esta candente realidad cubana, desperté
de un sueño, de un largo sueño sectario, pues aunque no fui afiliado, algo se me prolongó en el prolongado
viaje”. Gregorio Bermann, La crisis argentina, Buenos Aires, Editorial Proceso, s/d (circa 1963), p. 33.
404
“He recibido carta de Cuba y me he enterado que una estudiante dedicó ‘Aníbal Ponce’ a un ingeniero
argentino. Este hecho me hace suponer lógicamente que mi libro ha llegado por vía corriente allí. Quisiera
me diera algún dato sobre esto que tanto me interesa por venir precisamente de allí...”. Carta de Juan
Antonio Salceda a Sara M. de Jorge (titular Ed. Lautaro), 28-5-62. (AFS).
168
La utopía de Prometeo
de alto amor Patrio, que nos ayuden a consolidar nuestra gran Revolución, ejemplo del mundo y
faro de América (...) Salceda, espero que podamos mantener correspondencia para así, unir los
pensamientos de un gran literato con los pensamientos sencillos de una humilde maestra cubana
que sueña con un solo ideal en todos los países del mundo: que gocen de libertad, prosperidad
y paz. ‘Patria o Muerte. Venceremos’”.405.
desde 1930, los fines pedagógicos que Romain Rolland le había atribuido al teatro
popular.
La práctica intelectual, entonces, tiene una utilidad: sirve para expresar un
ideal que la excede, que le da sentido a las obras y a los hombres, porque en ambos
se anticipa el mundo por venir.
Las cartas desde Cuba impactan con intensidad en la idea que Salceda tiene
acerca de la labor intelectual, y no hacen más que confirmar las antiguas elecciones
sobre su destino personal en el campo de las ideas, y sobre el objetivo último
del devenir de la humanidad. En la concepción global de Salceda, la Historia
juega el papel de la prueba empírica de sus ficciones personales acerca del destino
colectivo y del horizonte legítimo de las prácticas intelectuales, concebidas
invariablemente como formas de la política.
Como hemos visto a partir de estos documentos personales, la presencia
del optimismo generado por los sucesos cubanos no ha hecho más que indicar un
momento de reconstitución de la identidad comunista en una clave ya conocida,
pues —como había señalado el ingeniero Fontana— ahora el socialismo
comenzaba a hablar en español.
171
Ricardo Pasolini
421
Ibid., pp. 123-124.
422
Carta de Carlos Ruiz Daudet a Juan Antonio Salceda, Shanghai, 21 de mayo de 1960. (AFS)
423
En septiembre de 1960, Ruiz Daudet disertó en el Ateneo Rivadavia de Tandil mediante una conferencia
que tituló “Algo de lo que vi en China”, gracias a las gestiones realizadas por Salceda, quien presidía la
institución. La disertación -como he indicado- provocó la clausura del Ateneo.
424
“Los viejos saben, recuerdan, conocen, pero hacen como si estuvieran en la luna. No moveré más un
meñique, porque acá pago a veces los platos rotos, sin beber ni comer”. Carta de Carlos Ruiz Daudet a
Juan Antonio Salceda, Buenos Aires, 9-4-64 (AFS)
425
Sobre la renovación en la izquierda argentina cf. Oscar Terán, Nuestros años sesenta, Buenos Aires,
Puntosur editores, 1991, passim.
173
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“¡Tantas cosas han cambiado en los últimos años! ¡Qué sacudones hemos sufrido! Fijate
que mi casa era un lugar obligado de encuentro... y hasta una meta en busca de nuevas
orientaciones por parte de decenas de jóvenes atraídos por el hecho cubano (...) Ahora a mi
casa no viene nadie. En la Universidad la atomización ideológica crece. La desconfianza en
los mayores llega al desprecio, a la mofa. Lo grave -cosa que a mí me irrita profundamente- es
la subestimación de la rebelión juvenil. Quienes deberían analizarse, hacerse la autocrítica,
prefieren esperar a que vuelvan. Quienes se aferran a esa postura, quienes creen que nada ha
cambiado, menudo chasco se van a llevar....”.428.
las propias filas literarias del progresismo. Pero también percibe en esa derrota, la
incapacidad pensar la nación en nuevos términos:
Actualidad de Mayo
En efecto, Salceda no se encuentra con mayores dificultades que las que puedan
presentárseles a otros escritores. De hecho, el destino editorial del Prometeo y
de su Aníbal Ponce, lo han colocado -como hemos visto- en un sitial importante
dentro del grupo de intelectuales comunistas. Hacia finales de 1959, la Editorial
Lautaro le había encargado para el sesquicentenario de la Revolución de Mayo,
un estudio sobre las ideas de los revolucionarios de 1810, pero llegada la fecha la
editorial no pudo hacerse cargo de la publicación por problemas financieros.
En mayo de 1962, Salceda le escribe a Sara M. de Jorge, titular de la
Editorial Lautaro, en un tono conocido: “Debo insistir en editarlo, pues no debemos
esperar el cambio que ansiamos para hacerlo, habida cuenta que me parece que mi
libro posee cierta utilidad en este sentido (...)”.431 Sara M. de Jorge lo libera del
compromiso asumido, y le sugiere que presente la inquietud a Raúl Larra, otro de
los amigos comunes, quien estaba a cargo de la cooperativa editorial “Hoy en la
429
Carta de Luis Gudiño Krámer a Juan Antonio Salceda, Córdoba, 6-4-70 (AFS)
430
Carta de Carlos Ruiz Daudet a Juan Antonio Salceda, Bs. As. 18-11-65. (AFS)
431
Carta de Juan Antonio Salceda a Sara M. de Jorge, Dra. de la Ed. Lautaro, Tandil, 28-5-62. (AFS)
175
Ricardo Pasolini
432
Hoy en la Cultura apareció el 20 de noviembre de 1961. La revista fue dirigida inicialmente por Pedro
Orgambide, Raúl Larra y David Viñas.
433
Carta de Juan Antonio Salceda a Sara M. de Jorge, Tandil, 4-8-62. (AFS)
434
En su carta de marzo de 1963, Larra le había pedido un artículo para publicar en el mensuario que
dirigía, pero en mayo de ese año, Salceda recibe una carta en la que Larra dice : “(...) Me allanaron, incluso
me llevaron tu artículo sobre Ponce, que tenía entre mis papeles.‘Hoy en la cultura’: yo no puedo ocuparme
debido a que estoy desbordado por mis cosas personales. Hay otros amigos a cargo de la cosa que están
tratando, en la clandestinidad, de sacarla adelante. Con respecto a tu libro no estoy en condiciones de
asumir la publicación. Lo lamento mucho pero ésa es la situación. Esperemos que soplen mejores vientos
para nosotros (...)”. Carta de Raúl Larra a Juan Antonio Salceda, Bs. As., 23-5-63. (AFS)
435
Propósitos, 26 de marzo de 1964.
176
La utopía de Prometeo
las salas del Círculo de la Prensa en Buenos Aires, mientras que Actividades436,
ensaya una crítica que, curiosamente, concluye en elogios desmedidos para quien
tres años atrás, era considerado el instigador de lo que denominó la mechada
comunista que se había apoderado de la Biblioteca Rivadavia.
El ‘63 no sólo es el año de la publicación de Actualidad..., sino el momento
en que Salceda comienza a acariciar la idea de reeditar su Prometeo. Ezequiel
Martínez Estrada a través de Néstor Tirri437, le sugiere no publicarla. Le dice que
el libro está desactualizado y que habría que modificar el enfoque. Juanillo acepta
los comentarios formales pero la idea de la reedición no se le escapa. La era
espacial que se inicia en 1957 con el lanzamiento del satélite artificial Sputnik,
no hace más que confirmar sus nociones acerca del destino de la humanidad.
“Prometeo, rotas sus cadenas, conquista los espacios siderales”, escribe en uno
de sus poemas, luego de que en febrero de 1966, los rusos enviaran dos perros al
espacio en el satelite biológico Cosmos 110.
Ese mismo año, la editorial Lautaro le confirma que se hará cargo de
la segunda edición438 pero necesita algunos aportes del autor para concretarla.
Salceda, entonces, le escribe a Etchegaray sobre el destino económico de su
Actualidad del Dogma de Mayo: “...debo recoger los pocos pesos que tengo
por ahí, y le agradecería mucho me mandara si tengo algo en el Instituto. Me es
indispensable reunir lo que pueda”.439
En septiembre de 1966 aparece la segunda edición de Prometeo. El libro,
ahora corregido según las indicaciones formales de Martínez Estrada, es decir,
modificado en algunos de los ejemplos y citas eruditas, no muestra otra actitud que
no sea la persistencia de una idea: la confianza de que el dominio de la naturaleza
por parte del hombre sólo puede alcanzarse si se resuelven las contradicciones
sociales que mantienen encadenado a Prometeo. Para Salceda, la experiencia de
la URSS libera definitivamente a Prometeo, porque no sólo las contradicciones
sociales se resuelven en favor de la anulación de las clases, dice Salceda siguiendo
a Marx, sino porque esa experiencia se totaliza en la nueva sociedad a partir de
un nuevo humanismo. “Prometeo, que robó el fuego al sol para dárselo a los
hombres -escribe-, ahora va rompiendo uno a uno los eslabones que quedan de la
dura cadena y se dedica a dominar las fuerzas naturales, para crear las condiciones
de su verdadera libertad”.440
436
Escribe Actividades: “(...) acierta Salceda al escribir que sigue planteado el problema de Mayo,
frustrado nuestro destino. Nuestro convecino ha sabido desempeñarse bien en un tema difícil, ya tratado
en trabajos de gran extensión. (...) En esencia, se trata de un libro valioso. con una información de primer
orden; bien intencionado, escrito con indudable amor a la tierra argentina”. “Comentando un libro”, en
ACTIVIDADES, s.f., 1963, p. 4.
437
“Querido Juan Antonio: (...) Don Ezequiel no está bien. Tiene un efisema al pulmón (...) No será él
quien pueda apurarle el trámite de la edición. No obstante, afirma que si hablara unas horas con Ud., le
quitaría la idea de reeditar ‘Prometeo’. Opina que se ha desactualizado un poco el enfoque del tema...”
Carta de Néstor Tirri a Juan Antonio Salceda, Bahía Blanca, 7-8-63. (AFS).
438
Juan Antonio Salceda, Prometeo o El humanismo del mito, Ediciones Proycon, 2da. ed., Bs. As., sep.
1966.
439
Carta de Juan Antonio Salceda a Aristóbulo Etchegaray, Tandil, 12-4-66. (AFS).
440
Juan Antonio Salceda, Prometeo, 3º edic., Tandil, Imp. Vitullo, marzo de 1979, p. 242.
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Ricardo Pasolini
sus tres hijos, los nietos y sobrinos, deambulan en los versos de El Arbol Luminoso
con la misma naturalidad con que se camina por el interior de la propia casa, sin
sobresaltos, armoniosamente. No hay alusión alguna a conflictos internos, sólo
el recuerdo de algunas angustias insuperables por su origen trágico, pero que
devienen finalmente en fortalecimiento del entorno familiar, a partir de la noción
de árbol como metáfora de la red de los afectos más íntimos y de la experiencia
vital hogareña. Esta experiencia se concreta íntimamente en un ámbito: la casa,
entendida como refugio, y, sobre todo, como concreción de la utopía doméstica
donde el mundo privado alcanza a concebir lo exterior sin contaminarse. Escribe
Salceda:
179
Ricardo Pasolini
Y el más denso y grave.
En que millones descubren el Sentido de la Vida
como el jardinero la flor más bella y más fragante;
cuando Prometeo, rotas sus cadenas,
conquista los espacios siderales.
Disfrutamos el gozo de entenderlo.
¡Entender! ¿Se da cuenta padre?
Porque los treinta años que usted falta
son treinta siglos de la historia grande...”.448
La intimidad de la poesía salcediana no hace más que expresar cada uno
de los tópicos que deambulan en el resto de sus obras. Su fascinación por el
tiempo presente es, ante todo, admiración ante el desarrollo de —para decirlo
en términos marxistas— las fuerzas productivas, que le han permitido a la
humanidad conquistar “los espacios siderales”. Pero esa conquista, que se expresa
en una exaltación tecnológica paradigmática, se apoya sobre la base del nuevo
humanismo que inaugura la sociedad sin clases. No hay incoherencia alguna entre
su percepción del mundo exterior y el doméstico, porque los dos conducen a un
mismo fin. “En la casa, escribe Salceda:
El edificio inmaterial
448
“Palabras a mi padre”, Ibid., p. 7.
449
“En este día”, ibid. p. 51.
450
“A mi hijo Juan Antonio”, ibid., p. 30
180
La utopía de Prometeo
“(...) Hijo: piensa que naciste
en la mitad del siglo.
Vives en la época de los vuelos siderales,
y de la muerte de los mitos;
en que un mundo nuevo nace en el planeta
del seno del antiguo.
La rosa será más rosa
en este siglo.
El amor será más puro en los jardines
Todo será más lindo.
hay que construir la nueva Argentina
al mismo ritmo,
con los claros sueños de los grandes próceres (...)”.451
En sus poemas, Salceda también acompaña las fantasías sobre el futuro
personal de sus hijos con las suyas propias, y así los versos van adquiriendo
el carácter de oráculo, de ley moral que establece el lugar permitido para las
adhesiones y las posiciones sobre el hombre. “Cuando te soñaste geóloga —le
escribe a su hija Susana—, /yo te vi sobre un mar de petróleo;/ lo dominabas y
le ponías nombre;/ un nombre sonoro/ que alumbraría la noche de los hombres
tristes,/ y sólo al nombrarlo huiría el odio/ (...) Después, cuando te soñaste
antropóloga,/ yo te vi en el valle de los hombres solos/ que sufren y mueren sin
conocer su signo, / y dejan sus huesos cubiertos por el polvo. / Te vi hurgando en
el misterio de sus muertes, / y en lo que queda de vida en los escombros”.452
Pero a las fantasías sobre la especificidad del perfil profesional de su hija,
Salceda le agrega la dosis inevitable sin la cual cualquier destino individual carece
de sentido: le agrega la noción de que el propio ser, más allá de los diferentes
campos de la acción humana, se concreta en la subordinación a un destino mayor
que integra el devenir de la humanidad toda. Ese destino, aunque inevitable,
necesita de la luminosidad de las ideas y de la actitud pedagógica de quienes lo
persiguen. Escribe Salceda:
181
Ricardo Pasolini
La perspectiva pública
Pero, ¿cómo era visualizado Salceda por los no comunistas? ¿Hasta qué punto la
identidad autoatribuida se trasladaba a la percepción de su mundo de relación?
Finalmente, ¿qué significaba para los lazos extendidos de sus relaciones, la
presencia de un escritor que se había ganado un lugar en el mundo cultural, y que
se caracterizaba por el exhibicionismo de las ideas partidarias?
Una primera imagen es claramente ilustrativa. En 1957, el escritor polaco
Witold Gombrowicz visitó Tandil, y en la sede de la Biblioteca Rivadavia mantuvo
una polémica con Salceda sobre catolicismo y comunismo. Gombrowicz fue
categórico: “Me fastidiaba lo angélico de ese sacerdote comunista”.456
Cuatro años atrás, con motivo de la aparición de Prometeo, Agosti ya
había asociado la acción cultural de Salceda en Tandil con una misión apostólica.
Como afirma Gerard Vincent respecto de los comunistas franceses, es verdad que
los intelectuales del Partido muchas veces se convertían en “una asociación de
admiración mutua”457, legitimada por la defensa y proyección del ideal comunista.
Lo interesante, es que tanto Gombrowicz como Agosti, desde paradigmas
ideológicos absolutamente opuestos, coincidían en la representación de Salceda,
como si en la relación intersubjetiva su imagen pública estuviera atrapada en un
campo de posibles que sólo permitía una única variante: ser comunista.
Una percepción similar es la que el escritor Osvaldo Soriano nos presentara
en una entrevista realizada en 1995: “... Siempre cuento la historia de Salceda:
curiosamente un tipo tan conocido, pero en esa época no lo acompañaba nadie
por la calle. Pasaba caminando solito, nos saludaba, y nosotros también a él.
Pero andaba solo... Y cuando había un golpe militar, o alguna movida de ese tipo,
siempre se lo llevaban en cana por comunista”.458 Soriano se refiere a los tiempos
políticos que inaugura el golpe militar de 1966, pero efectúa una operación de
invención sumamente significativa. Los encarcelamientos factuales de Salceda459
454
Carta de Juan Antonio Salceda a José Pedroni, Tandil, 28-9-64 (AFS).
455
Ibid.
456
Witold Gombrowicz, Diario Argentino, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1968, p. 121.
457
Vincent, op. cit. p. 54.
458
Entrevista con Osvaldo Soriano, 16-04-95.
459
Salceda fue encarcelado por razones políticas en 1943, inmediatamente después del Golpe de Estado
Militar que derrocó al presidente Castillo, el 4 de junio de ese año. Sobre esta experiencia carcelaria escribió
una novela corta, aun inédita, denominada “El sótano de La Plata”, en clara alusión al sitio donde había
sido alojado. La otra experiencia carcelaria importante sucedió en 1954, bajo el gobierno peronista.
182
La utopía de Prometeo
a los que Soriano se refiere corresponden a un período anterior al del golpe militar
de 1966, a un período en que Osvaldo Soriano no vivía en Tandil (su llegada data
de 1962), lo que demuestra que la representación de Salceda en tanto comunista
perseguido por el poder de turno, se encontraba ya como un discurso al que se
podía recurrir y que era constitutivo de su identidad en tanto perspectiva pública.
Es evidente que el momento fundacional de esa imagen está ligado a la alta
conflictividad que los aliados de la Unión Democrática local, habían mantenido
con el gobierno peronista a cargo del poder comunal.
Pero lo interesante es que hacia 1972, esa percepción pública no sólo se
mantiene, sino que también cobra nuevas significaciones. En el agasajo que la
comunidad de Tandil le ofreciera a propósito de la presentación de su libro El
Arbol Luminoso en 1972, el político radical Juan Carlos Pugliese sostuvo lo
siguiente:
“Periodista, escritor, crítico, poeta, todo se daba en vos en admirable equilibrio y armonía (...)
Tu militancia política, clara y sin tapujos, sin miedos ni soberbia, tolerante siempre, te hizo
conocer la cárcel, donde encontraste otros argentinos de otras ideas políticas que las tuyas, pero
con el mismo amor por la libertad. Juan Antonio: en nombre de las instituciones que honraste
con tu actividad señera, de tus colegas artistas y escritores y periodistas, de tus camaradas
políticos y del pueblo que se asocia, te brindo este agasajo sencillo en su forma, hondo en su
contenido, que te has ganado porque más allá de tu actividad social, más allá de tu militancia
política y de tus expresiones artísticas, supiste ser siempre nada más ni nada menos que un
Hombre”.460
El discurso de Pugliese elevó la figura de Salceda a la de metáfora de la
humanidad, como síntesis personal de todas las cualidades humanas. Si bien
se presenta como una expresión extrema —favorecida por un lazo político y de
amistad personal que se había fundado en 1931—, esta representación no parece
muy diferente de las percepciones que los otros actores del período habían
desarrollado acerca de Juan Antonio Salceda, sobre todo, la de sus camaradas de
Cuadernos...461
Pero sobre todo, no parece en absoluto diferente a la versión de sí mismo que
alimentaba Salceda. En su discurso de respuesta, Salceda agradeció las palabras
de su amigo radical, y confesó que sólo podía reprochársele la tentación de la
debilidad al aceptar que se le rindiera un homenaje. Sus palabras se resumieron en
una exaltación de la actitud prometeica:
“mi examen de conciencia me dice que siempre he antepuesto mi deseo de servir a los demás
a mis necesidades particulares(...) Busqué en los libros e indagué en la vida respuestas a
los interrogantes que la sociedad plantea al hombre. Fui y soy un lector apasionado. Pero
comprendí que sólo la acción es la madre de las cosas. La idea es buena cuando se traduce
en hechos, y sólo la identidad entre idea y hecho forma la conducta. Este breve examen de
460
Discurso de Juan Carlos Pugliese en “El homenaje a Juan Antonio Salceda”, El Eco de Tandil, 3-7-
72, p. 10.
461
“Ojalá hubiera en cada ciudad argentina un Salceda. Tendríamos entonces un gran país. Pero pioneros
como Juan Antonio Salceda hacen mirar el futuro con más optimismo”. Carta de Bernardo Verbitsky a
Dardo Fernández Tasende, 5-6-72.
183
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conciencia a que me habéis incitado, no reprocha nada a mi conducta”.462
Juanillo continuó con los agradecimientos y cerró su discurso con la lectura del
poema Para mí eres eterna, que dedicó a su esposa, sin duda en una proyección
pública de un agradecimiento íntimo. En marzo de 1977, un agasajo de similar
impacto comunitario le tributaron sus amigos con un doble motivo explícito: la
presentación de su libro Tres perfiles en la línea de Mayo463 y el festejo de su
cumpleaños número ‘70. Pero esta vez, los tiempos políticos habían cambiado
desde un año atrás, cuando en marzo de 1976 las fuerzas armadas se apoderaron
del poder político en Argentina. Esta razón motivó que el acto fuera evaluado por
las autoridades militares locales como una acción subversiva. “Cuando estábamos
prontos a sentarnos a la mesa -recuerda Beatriz Inés Gutiérrez-, llegó la policía:
nos pusieron a todos contra la pared, nos sacaron fotos de frente y de perfil, como
a los criminales; nos tomaron las impresiones digitales y nos retuvieron por más
de tres horas. Eramos más de 100 personas. Me acuerdo que las criaturas lloraban
como marranos(...)”.464
Néstor Dipaola, periodista de El Eco de Tandil desde fines de los ‘60 hasta
el presente, recuerda de este modo el último agasajo comunitario que recibiera
Juan Antonio Salceda:
Ahora bien, ¿cabría preguntarse qué hay detrás de estos agasajos que exaltan
la figura de un Salceda, quien desde mediados de los años ‘60, ha perdido su
capacidad real para seguir manteniéndose como dirigente de un ámbito intelectual
local? ¿Qué condiciones están motivando la resignificación mitológica de Juanillo,
que lleva, por ejemplo, al político radical Juan Carlos Pugliese a presentarlo
atribuyéndole cualidades sobrehumanas? Pensamos que una hipótesis sobre este
interrogante, debería articular los niveles cultural y político, para arribar a una
462
Ibid., p. 19.
463
Juan Antonio Salceda, Tres perfiles en la línea de Mayo: Ingenieros, Ponce, Yunque, Tandil, Imp.
Vitullo, 1976.
464
Entrevista del autor con Beatriz Inés Gutiérrez. Un índice de la presión del poder militar sobre los
espacios potencialmente generadores de ideas está dado por el hecho de que ni Nueva Era ni El Eco de
Tandil, registraron en sus páginas el recordado procedimiento policial.
465
Entrevista del autor con Néstor Dipaola, 16-8-95. Dipaola es Lic. en Ciencias de la Educación y periodista
de El Eco de Tandil, donde ingresó en 1969.
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Conclusión
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con los diferentes sectores del radicalismo, ejercieron por lo menos hasta 1960,
una forma particular de periodismo que estuvo sustentada, fundamentalmente, en
la noción de “educar al soberano”, lo que convertía a las noticias más en sanciones
éticas que pretendían orientar las conductas del ciudadano, que en informaciones
apoyadas en el principio legitimador de la objetividad, tópico fundamental del
periodismo moderno. De este modo, según los campos específicos de producción
cultural, el conocimiento, la información, el saber, terminaban transformándose en
un problema de tipo moral y al ser definidos en función de otros criterios perdían su
independencia. En este sentido, el mundo cultural local, entendido como frontera,
no hace más que agudizar dos de las características fundamentales del campo
cultural argentino: en primer lugar, el traslado de la legitimidad de las acciones
y nociones propias a un centro externo representado en este caso por Buenos
Aires. En segundo lugar, la constante influencia de los discursos provenientes de
la esfera político-ideológica, para legitimar las actividades culturales.
En efecto, en el caso local, las prácticas culturales propias se fundaron
en una identificación ideológica que se concretó entre los sectores liberales de
izquierda, radicales y comunistas, en principio ante escenario político creado
a partir del golpe de Uriburu, y luego, en tanto oposición al peronismo, dado
que estos sectores compartían la evaluación del novedoso movimiento político
como versión vernácula de nazi-fascismo. En ambos casos, el peso de la variable
externa jugó un papel preponderante, en tanto que los acontecimientos nacionales
eran vivenciados como reediciones de fenómenos europeos.
Si la solidez de estos ámbitos culturales y su cenit, se alcanzó a partir de un
tamiz que integró diversas tendencias ideológico-culturales en una identificación
de carácter antifascista, el derrocamiento de Juan Domingo Perón en septiembre
de 1955 y sus consecuencias en los reagrupamientos del sistema político, traerán
consigo la crisis de este vínculo, y la soledad del Ateneo Rivadavia.
La subordinación de lo estético a lo político, fundada en la idea de arte
comprometido, y la noción de intelectual en tanto educador de la civilidad, si bien
se deslegitiman a partir de los sucesos que inaugura la Revolución Libertadora,
en Tandil sufren su crisis en el año 1957, cuando la visita del escritor polaco
Witold Gombrowicz provoca unas adhesiones que lindan en la fascinación, en el
grupo de jóvenes que se nucleaban en el café “Rex”, y que pueden verse como
los potenciales hijos intelectuales del grupo del Ateneo Rivadavia. Fiel a las
enseñanzas de Gombrowicz, estos jóvenes sostienen que se es revolucionario por
la sola condición de ser artistas, por la incomodidad social que supone la figura
del artista, y no porque se actúe en favor de un ideal político que exceda la propia
experiencia. De todos modos, la ausencia de un modelo cultural alternativo en
este grupo, fundada no sólo en la posición claramente subalterna que ocupaban
en el mundo cultural local, sino también en una cuestión demográfica: ninguno
de estos jóvenes superaba los 20 años, mostrará además de los límites de lo
nuevo, la crisis del modelo intelectual sustentado por el Ateneo Rivadavia y su
fuerza en tanto prácticas culturales dominantes.
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FUENTES Y BIBLIOGRAFIA
Fuentes primarias
I. Manuscritas no publicadas.
Actas de la Asociación Bernardino Rivadavia (1908-1976). (Archivo de la Asociación
Bernardino Rivadavia de Tandil).
Actas del Ateneo de Cultura Popular (1935-1936). (Archivo personal Sr. Hugo
Nario).
Documentación interna del Ateneo Rivadavia. (1950-1960) (Archivo personal Srta.
Inés Gutiérrez).
Correspondencia personal de Juan Antonio Salceda (1950-1976). (Archivo Familia
Salceda).
II. Archivos.
Archivo Alberto Gerchunoff (1884-1950). Instituto de Investigaciones Históricas Dr.
Emilio Ravignani, Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
Archivo General de la Nación, Fondo Partido Comunista Argentino.
Archivo General de la Nación, Fondo Agustín P. Justo.
Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine (Université de Paris X,
Nanterre), Dossier Argentine, 1936-1948 y Fonde Jean-Richard Bloch.
Centro de Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina, CEDINCI.
Fundación Bartolomé Hidalgo (Boedo)
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Procyón, 1966.
SALCEDA, J. A., El Arbol Luminoso, Tandil, Imp. Hogar de Varones, 1972.
SALCEDA, J. A., Tres perfiles en la línea de Mayo: Ingenieros, Ponce, Yunque, Tandil,
Imp. Vitullo, 1976.
SALCEDA, J. A., Prometeo, 3º ed., Tandil, Imp. Vitullo, 1979.
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