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El doble muro de las mujeres palestinas:

la ocupación israelí y el machismo


La ocupación y el bloqueo israelí contribuyen a consolidar una sociedad patriarcal
en Palestina, que carga sobre sus mujeres una discriminación doble: machista y
racista
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, UNRWA ha lanzado la
campaña "mujeres que inspiran", en la que se recogen estos y otros testimonios de
mujeres palestinas refugiadas
Patricia Ruiz

La historia de las mujeres palestinas es la historia de una lucha contra dos muros. Mariam
se topó con el primero cuando su padre le impidió ir al extranjero a estudiar con una beca,
pero no se rindió. Cuando la joven palestina de la franja de Gaza logró convencerle con la
ayuda de su hermano y su primo, se presentó con las maletas en el paso de Erez, dispuesta a
cruzar hacia Israel. Vencido el muro del patriarcado llegó entonces el segundo: el de la
ocupación. Mariam tuvo que regresar a casa porque los soldados israelíes le negaron la
salida. Al volver, su padre decidió casarla.

"Las mujeres palestinas no pueden salir del patriarcado porque existe un bloqueo y una
ocupación que lo alimentan brutalmente", asegura Isabel Pérez, periodista especializada en
Oriente Medio y residente de la franja de Gaza, quien a diario recoge historias como la de
Mariam para mostrar "los efectos de la ocupación en las mujeres palestinas".

"Hay que hacer más visible la triple lucha de las mujeres palestinas": contra el patriarcado,
contra la ocupación israelí y contra la mirada occidental, que tiende a relegarlas a un papel
doméstico", apuntan nueve expertas reunidas esta semana en Madrid –algunas de ellas
por videoconferencia– en el debate 'Palestina a través de sus mujeres'.

A esta realidad se llega remontándose a la llegada del movimiento colonial israelí a


Palestina, el cual puso freno a los avances que habían empezado a conquistar algunas
agrupaciones de mujeres palestinas que existían antes del desastre de la Nakba de 1948.

"Ya a finales del siglo XIX había movimientos de mujeres palestinas que se unieron ante la
amenaza de la colonización británica, y otros que después se posicionarían en contra del
movimiento sionista", explica Mar Gijón, doctora en Estudios Árabes e Islámicos y autora
del libro "Historia del movimiento de mujeres en Palestina".

Entre las páginas de este último expone cómo allí, el movimiento feminista no puede
desligarse del contexto histórico de resistencia en el que se han visto forzadas a vivir. "La
mujer palestina nunca ha estado al margen de la lucha", concluye Gijón.
Al otro lado de la pantalla, Haneen Zoabi explica cómo vive la suya propia. Habla desde
Palestina, con una rotundidad en sus palabras que camufla el ir y venir de la conexión a
internet. "La causa de Palestina es una causa justa. También la lucha de sus mujeres,
nosotras. Hablar de ambas cosas es hablar de justicia", dice para abrir su ponencia.

Diputada en el parlamento palestino y cofundadora de la ONG L'laam (Centro para la


Información de árabes-palestinos en Israel), Haneen ha luchado desde que tiene memoria
por mantener la identidad de su pueblo. "Nuestra resistencia es un logro para nosotras y un
fracaso para la administración israelí", añade.

Resistir desde el espacio privado


Parte de la clave de ese logro reside, según explican las expertas, en que las mujeres
palestinas resisten no sólo desde el espacio público – que muchas consiguieron conquistar–,
sino también desde dentro del ámbito privado, al que tradicionalmente se les ha relegado.
En los vínculos internos de las familias y en el trabajo de los cuidados, ellas son quienes
aportan la fuerza de la cohesión social, día a día y "con un aguante exhaustivo", añaden.

Cuando Mariam Abu Daqqa abandonó las armas tras haber sido una de las primeras
mujeres líderes militares del pueblo palestino en los años ochenta, lo hizo convencida de
que el papel de la mujer en la liberación de Palestina también era clave en este otro
contexto. "Resistencia hoy en día es criar hijos e hijas en Palestina, es estar expulsada pero
seguir luchando por tu tierra", aseguraba en una entrevista con eldiario.es.

La importancia de esa resistencia en el espacio privado quedó también reflejada en la


imagen que la periodista Teresa Aranguren, especialista en el conflicto de la región, vio
ante sus ojos en abril de 2002, cuando el Ejército israelí se retiró del campo de refugiados
de Yenin (en Cisjordania) tras la operación 'Muro Defensivo', una de las más sangrientas.

"En ese momento el único movimiento en el terreno era de mujeres. El escenario era de
completa destrucción, pero ellas reaccionaron, salieron a rebuscar entre los escombros, a
atender a los demás. Las mujeres rehacen y recuperan la vida en los momentos más
atroces", recuerda Aranguren.

Capacidad de resiliencia
Una de las consecuencias clave de la ocupación israelí es que ha vuelto más vulnerables a
las mujeres palestinas en casi todos sus perfiles y contextos. Desde las adolescentes como
Mariam, forzadas a casarse para encontrar "protección" y "liberar de carga económica a sus
familias", hasta las casi 800 adultas mayores que quedaron viudas en 2014 a raíz de
la ofensiva militar israelí Margen Protector.

Como Sameera Abd Alaal, quien tras haber huido de una guerra para acabar en otra al
refugiarse en Siria, aún recobró fuerzas para sacar a todos sus familiares del país.
Mientras, Khawla Abu Diab superaba un cáncer de pecho en Cisjordania y Manal Abu
Saloom lograba montar su propia escuela de apoyo escolar en el campo de refugiados de
Marka, en Jordania.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, UNRWA ha lanzado la campaña "mujeres
que inspiran", en la que se recogen estos y otros testimonios de mujeres palestinas
refugiadas en Siria, Líbano, Jordania, Cisjordania y Gaza.

Todas ellas están entre los casi cinco millones y medio de personas que cuentan con el
estatus de refugiado palestino –el 40% de la población refugiada del mundo de larga
duración–, según datos de la ONU. Son las vulnerables de los vulnerables, porque al hecho
de ser refugiadas y palestinas, suman también el de ser mujeres, apunta la Agencia.

Pero aunque tras las tres etiquetas se esconde una realidad dura, sus historias son,
principalmente, de lucha y superación. "Hay que resaltar la capacidad de resistencia de
estas mujeres, que sufren tanto la violencia de género como la violencia contra su pueblo,
mientras son ellas quienes dan todo ese apoyo psicosocial para que sus comunidades sigan
manteniéndose en pie", recuerda Miguel.

La similitud de las luchas


Aunque comprender el contexto histórico en el que se ha desarrollado la lucha de las
mujeres palestinas es, según las expertas, un aspecto clave para entender las opresiones que
afrontan, parte del discurso también apuesta por encontrar similitudes con otras luchas
feministas.

A Ferial Sabri Kiwan le repitieron hasta la saciedad que "no estaba capacitada" y que "no
servía" porque el puesto al que postulaba era "un trabajo de hombres". También le hicieron
creer que no conseguiría el empleo porque estaba embarazada en el momento en que hizo la
entrevista. Pero lo consiguió. Esta palestina refugiada en el Líbano es ahora la primera
Oficial de Servicios de Campamento en el campamento de Shatila, en Beirut.

Pese a las diferencias en el contexto, un rápido repaso en la prensa española nos permite
comprobar que en nuestro país también hay casos en los que algunas mujeres han sufrido
en su entorno laboral juicios similares a los que tuvo que soportar Ferial, tanto por estar
embarazadas como por acceder a un puesto de trabajo tradicionalmente desempeñado por
hombres.

"Históricamente hay muchas sociedades patriarcales en el mundo y el patriarcado, en cada


cultura y en cada sociedad, es diferente. Sin embargo, las luchas de las mujeres son
parecidas", apunta Sorbida Hussein, cofundadora de la organización Comité Técnico de
Asuntos de la Mujer en Palestina (WATC).

Para reivindicar la unidad y las particularidades de todas esas luchas feministas, este 8 de
marzo miles de convocatorias recorren el mundo llamando a exigir igualdad de derechos y
oportunidades. También en Palestina, donde sus mujeres se manifestarán contra la opresión
de la sociedad patriarcal en la que viven, en su caso especialmente alimentada por
el bloqueo israelí. Este miércoles, salen a la calle para derribar sus dos muros.

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