Está en la página 1de 6

El Dominio Personal

“Empecé a ver el sentido de ese asunto del “Yo Soy”. El asunto estaba en mirar dentro de uno
mismo para ver qué faltaba en el mecanismo… La primera vez que me atreví a mirar realmente
dentro de mí mismo, volví a cerrar apresuradamente de un portazo. “¡Eso que hay adentro soy
yo!” Pero si parecía más bien un enorme queso Gruyere, lleno de agujeros…

Una vez repuesto del impacto, entreabrí apenas la puerta para volver a espiar. Antes de que
transcurriera mucho rato, ya había identificado uno de los agujeros: tenía la forma de una
bicicleta de motor. Más aún, lo reconocí perfectamente: la forma de la bicicleta de motor que
había visto en el escaparate de High Street.

Con un poco de práctica, se me hizo cada vez más fácil identificar los agujeros: un microscopio
muy especial, uno de esos televisores nuevos… Por todas partes había trozos de mí, que dejaban
en mi interior idénticos agujeros. Yo estaba, por decirlo sin exagerar, un poco desparramado. Por
alguna razón, las cosas se habían desencaminado. Yo estaba seguro de no haber empezado con
todos esos agujeros. Eran todos esos anuncios que no dejaban de proclamar: “Adelante”,
“Esfuérzate”, “Con una bicicleta de motor, te admirarán”, Con un automóvil, mucho más”, “Si
tienes dos coches, ya has llegado”. Y yo había mordido el anzuelo como pez. Los anuncios
estaban dentro de mí, y habían echado raíces en un suelo bastante fértil. Cuantos más anuncios
tenía dentro, más partes de mí quedaban fuera…

Ni fue un milagro repentino, ni un súbito destello de revelación. Fue algo que se me fue
infiltrando lentamente, algo en lo que todavía estoy esforzándome. Como un niño que aprende
una palabra nueva, me encontré debatiéndome con “Quiero ser yo”, “Quiero, realmente ser YO”.
Para entonces ya no me era tan difícil abrir las puertas. Ahora ya sabía dónde estaba. El agujero
de la bicicleta seguía allí; pero parecía que se desdibujara un poco, como si lo iluminara un foco
que falla. Después, un día se apagó. El agujero ya no estaba, un buen trozo de mí había regresado
a casa… Un par de vistazos más hacia dentro de mí me permitieron darme cuenta que estaba
empezando a llenarme…”

(Señor Dios, soy Anna: Finn)

El Dominio Personal: ¿Qué es y para qué sirve?

Este fragmento pertenece a uno de mis libros predilectos y trata específicamente de un tema que
tiene TODO que ver con nuestra felicidad: el Dominio Personal.

Permíteme hacerte algunas preguntas:

1. ¿Quién debería determinar quiénes son tus mejores amigos?


2. Si tuvieras un diario personal, ¿quién debería poder leerlo, y quién debería autorizarlo?
3. ¿Quién debería decidir cómo te peinas o qué ropa te pones?
Si analizas las preguntas anteriores, ¿Porqué contestaste como lo hiciste? O, dicho de otra forma,
¿por qué importa quién decide esas cosas por ti?

Cuando he hecho estas preguntas a mis pacientes, invariablemente responden que ELLOS, Y
SOLAMENTE ELLOS, DEBERÍAN SER QUIENES DETERMINEN O DECIDAN TALES
COSAS.

Al conjunto de valores, ideas, razonamientos sociales, acciones que nos pertenecen, etc., y que
realmente importan, le llamamos Dominio Personal.

Por “personal” nos referimos a un grupo de pensamientos, emociones y acciones que pertenecen
primariamente a la persona y, por tanto, están fuera del área de regulación social justificable (por
esta misma razón NO NECESITAS QUE LOS DEMÁS APRUEBEN TU ROPA,
COMPORTAMIENTO, APARIENCIA PERSONAL, ETC.) Estas cosas NO están sujetas a
consideraciones de “bueno” o “malo”; sino a preferencias de elección (tú escoges cómo vestir,
cómo comportarte y qué sentir). Mientras que existe una variación cultural considerable en el
contenido específico de lo que se considera personal, el área de elección personal es universal.

Por su naturaleza específica, los aspectos personales consisten en un grupo circunscrito de


acciones que define los límites de la autoridad individual. Si respondiste de forma similar a mis
pacientes, seguramente consideras estos y otros aspectos como fundamentales para mantener la
integridad personal, tu individualidad, tus pensamientos, obras y emociones.

La identificación y mantenimiento de control sobre el Dominio Personal permite establecer el


límite social entre el individuo y el grupo. El ejercicio de la libre decisión dentro del límite
permite la construcción de lo que es socialmente individual o único respecto de la persona, en
contraposición de lo que son características biológicas hereditarias (huellas dactilares, color de la
piel, etc.). En resumen, el dominio personal representa el conjunto de pensamientos,
emociones y acciones que permiten a la persona construir un sentido de sí misma como un
ser social.

¿Cómo podríamos visualizar esto de forma más simple? Usaremos la analogía del libro que
usamos para abrir este capítulo. Imagina un rompecabezas con algunas piezas en su lugar y
huecos diferentes, cada uno de esos huecos representa una idea de algo que crees necesitar
(cuando, en realidad, no es así).

¿Qué significa esto? Imagina que quieres un nuevo auto… ¿Puedes verlo en tu imaginación?
Ahora viene la parte complicada. Imagina que tu rompecabezas tiene un hueco con la misma
forma que tu auto nuevo… ¿Puedes REALMENTE llenar ese hueco? La respuesta lógica, es:
NO, ya que el hueco está solamente en tu mente, es una idea, mientras que el auto, está hecho de
un material sólido, no puedes meterlo dentro de tu cabeza y por eso el comprarlo no te satisface
realmente, un objeto material NO satisface una necesidad inmaterial…

Pensemos ahora en una persona a la que amas profundamente… ¿Puedes ponerla dentro de tu
cabeza? Por supuesto que no. Lo único que puedes hacer, es poner en tu Dominio Personal, lo
que sientes por esa persona…
A veces, la presión social vuelve borrosa la distinción entre lo que realmente importa y lo que
creemos que importa. Para aclarar esto, permíteme citar nuevamente a mi abuelita. Ella decía:
“Imagina a un hombre muy rico. Ahora ponlo junto con todo su dinero, sus casas y sus coches, en
una isla desierta… ¿Importará realmente cuánto tiene? De la misma forma, imagina a una chica
bellísima, completamente sola en una isla desierta… ¿Cuánto importa su belleza?”

Así, llegamos a lo que, Aristóteles definía como “valor extrínseco” y “valor intrínseco” Cuando
algo necesita de otra persona que le asigne valor (como por ejemplo, la fama, la belleza o el
dinero), se dice que tiene valor extrínseco y por eso no puede producir una satisfacción real, ya
que requiere constantemente del reconocimiento ajeno. Así, el dinero es solo un medio, no un
fin en sí mismo… Por otra parte, cuando algo no necesita de nadie que le asigne un valor, sino
que tiene valor por sí mismo, se dice que tiene valor intrínseco. De esta forma, no requiere de
reconocimiento ni valoración de otros y, por tanto, produce satisfacción por sí mismo… Como
ejemplos de esto, se tienen el amor, la ética y la bondad.

Al observar de cerca al Dominio Personal, nos percatamos que tiene algunas cosas reales y otras
que no lo son, estas últimas son, precisamente, las que no producen felicidad cuando finalmente
se tienen, como el niño que finalmente tiene el juguete que siempre pidió, juega un rato con él y
luego lo abandona, o el hombre que amasa una fortuna y no siente satisfacción alguna por ello
(aunque pueda comprar paliativos que producen una “felicidad” pasajera).

¿Cómo podemos saber entonces lo que es la verdadera felicidad? De nuevo citaré a Aristóteles:
“La verdadera felicidad consiste en dos cosas inseparables: el libre uso de la voluntad y el libre
uso de la inteligencia.” Esto significa que, para poder obtener felicidad, aquello que colocamos en
nuestro dominio personal, es congruente con la realidad, es lógico (no proviene de caprichos,
demandas sociales externas ni acciones contrarias a la ética), te construye como persona y
fortalece tus vínculos sociales y afectivos.

Tomemos como contraejemplo a una mujer que piensa que no vale nada, a menos que cumpla
con ciertos criterios que ella considera indispensables para “ser joven y bella”. Ante la
imposibilidad de satisfacerlos por si misma, busca mecanismos externos, como la cirugía,
lipoescultura, etc… Cuando finalmente termine de modificar su cuerpo y cara, ¿será “realmente
bella”? No, porque siempre necesitará de otras personas que reconozcan lo bien que se vé
(aunque más realista sería decir: que reconozcan la habilidad del cirujano que la operó)… Como
todo lo que no es real, eventualmente se sentirá insatisfecha y buscará alguna otra modificación,
en un círculo vicioso que continuará hasta que, su edad, la economía, o su salud, hagan imposible
que continúe de esta forma.

Cómo eliminar la ansiedad causada por la ambición


Como hemos visto, existe un gran hueco en el dominio personal de la mayoría de nosotros, que
demanda nuestra diaraia atención y esfuerzo y provoca que, en nuestra obsesión por llenarlo,
pasemos por encima de aquellos que se interponen en nuestro camino. La mayoría de nosotros
pasará su vida como esclavos de este abismo sicológico, motivados de una u otra forma, por la
necesidad de satisfacer en nosotros aquello que solo puede ser satisfecho por un esfuerzo
incesante.
Pero no es necesario que sea así. Podemos liberarnos de esta futilidad, dejar de vivir para trabajar
sin sentido, inconscientemente, sin piedad, en un esfuerzo incesante, a costa de nuestra felicidad
(y la de otros). Esa libertad tiene un costo: debemos conocernos a nosotros mismos… Cuando
decimos “quiero”, en realidad estamos tratando de demandar al mundo, a la vida, a Dios, que
DEBEMOS absolutamente, tener eso que deseamos…

Cuando empezamos a pensar si aquello que deseamos es real, empezamos a cuestionarnos:


“¿porqué quiero tener esto?” Empezamos a percibir la imposibilidad de escapar de algo que NO
existe, somos esclavos de algo que no es real porque así lo escogimos.

Los siguientes puntos, son indispensables para terminar con ese círculo vicioso de la ambición.
Ciertamente, el mundo alrededor tuyo, y tú mismo, buscarás excepciones y “peros” a lo que aquí
te voy a revelar. La realidad es, que debes de dejar de buscar excusas. A partir de este momento,
NO HAY MÁS “PEROS”.

Nada puede esconderse de la luz de la verdad. Nuestra disposición para ver las cosas con esta
perspectiva, es lo que nos ayudará a escapar de los falsos “huecos” de nuestro Dominio Personal
y permitir que sólo aquello que es real llene nuestras vidas. Puedes empezar por hacerte, con total
honestidad, la siguiente pregunta: ¿Quién sufre más, aquel que falla en lograr aquello que su
mente socialmente condicionada imagina que es el éxito (llegando a odiar su propia vida), o
aquél que alcanza el éxito, tal como lo define –y demanda- la sociedad actual, y luego lucha por
mantener esa condición? Cuando nos damos cuenta que AMBOS individuos sufren el mismo
destino; pero llaman a su dolor de diferentes formas, entonces surge la inquietud: ¿existe otra
alternativa? Por supuesto que sí. Estudia con cuidado estas 5 lecciones hasta que se conviertan en
una forma de ser y de pensar.

A) Luchar para llegar a ser finalmente lo que imaginas que satisfará tus expectativas, en
realidad es evitar secretamente, asumir la plena responsabilidad de lo que TÚ ERES.
Desear evitar lo que ERES, es tratar de anular tu relación con TODO LO QUE ES. Nada
puede volverse algo a partir de la nada, lo que explica perfectamente porqué todo aquello
por lo que luchas por llenarte hoy, te deja sintiéndote tan vacío mañana
B) Todo acto de “amabilidad” falsa, no significa que seas amable. Más bien, es una forma de
enmascarar tu ambición de asegurarte de que otros reconozcan tu favor y, eventualmente,
te alaben o ayuden en tu búsqueda incesante de obtener tus metas.
C) ¿Qué es tu impaciencia hacia otros, sino tu reacción negativa a su interferencia ignorante
con tus planes de alcanzar una perfección imaginada? La gente hace y hará aquello que
quiere hacer, Y NO ESTÁ EN TU PODER DEMANDAR QUE ACTÚEN como quieres.
D) No puede haber un descanso REAL para aquél que siente que DEBE llegar a ser más de
lo que es, y aquí está el porqué: tan pronto como la mente condicionada que lo motiva a
alcanzar SU deseo, experimenta la sensación de haberlo alcanzado, entonces se pone en
marcha de nuevo, en búsqueda de un nuevo objetivo que le sirva de estímulo.
E) Damos grandes nombres a nuestras ambiciones porque, sin el placer de estas sensaciones
“prefabricadas” y contenidas dentro de nuestras preciosas imágenes de nosotros mismos,
tendríamos que confrontar el hecho que tales ambiciones son sólo un intento inútil de
escapar del miedo de sentirnos vacíos.
Look in the Right Direction
by Guy Finley

To look for tropical fruit in the open arctic is a waste of time. If you wish to see soaring birds,
you need to lift your eyes from the ground. The lesson is this: without knowing where to look,
you can't expect to find what you're looking for. Never is this more true than when it comes to
looking for why you're still looking for ways to be stronger than those situations which continue
to overcome you. The problem is you're looking in the wrong places. The solution is to turn
around and look in a new direction.

Whenever we find ourselves feeling angry or worried in some way, we always ask certain
familiar questions. But these personal inquiries are not what they seem. They are really answers
disguised as questions; not actually asking anything, rather secretly confirming that we know
where to look -- for who -- or what -- is to blame for our shaky feelings. And in this same
moment where we're able to name the cause of our conflict-filled feelings, there's something else
that's secretly confirmed which seals this unsuspected self deception: We're sure the source of
what's making us shake, or ache, rests outside of us. And it's this unquestioned assumption which
keeps us looking in the wrong direction; where we remain a perpetual victim in search of victory
never found. Now here's the right direction in which to look:

When faced with any shaky, achy feeling, look within. Just ignore those pointed thoughts telling
you where the blame falls. Let your attention fall back upon yourself instead by learning to ask
your own questions about your situation. This is the only way to see that the real source of those
painful tremors is not outside of you, but that it dwells within one of a hundred false ideas about
yourself that you've come to believe are true. And when you see that you've abandoned yourself
to a nature which can never be anything higher than a blame-inflamed victim, real Self Victory
follows. Now, to help you learn how to look in the right direction, consider the set of special
questions below created just for this special study.

Stop asking in secret defeat: When will these unpleasant circumstances in my life finally
change?

Start consciously asking: What is it in me that only feels worthwhile as long as circumstances
warrant it? Or, What is it in me that only knows how to meet life's events at their own level?

Stop asking in secret defeat: Why can't you see that you're wrong?

Start consciously asking: What is it in me that just doesn't feel right until it's certain someone
else knows it is? Or, What is it in me that only knows how right it is by the measure of its anger?

Stop asking in secret defeat: Where is this scary situation going to lead?
Start consciously asking: What is it in me that can only hear what fear has to say about a
possible event? Or, What is it in me that has no direction in life outside of being told where it's
headed?

For extra benefits: Write down a few of your own usual questions, which you sense may point
you in the wrong direction, and then turn them around to point yourself in the right direction!

También podría gustarte