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EL RÉGIMEN DISCIPLINARIO FRENTE A

LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

Laura Daniela Henao Blanco

Estudiante de Derecho

Oscar Iván Garzón Guevara

Tutor

Jefatura de Programa- Facultad de Derecho

Universidad Cooperativa de Colombia

Bogotá D.C., Colombia D.C.

laura.henaob@campusucc.edu.co
RESUMEN – ABSTRACT

El derecho disciplinario se ha consolidado en Colombia como una materia


independiente dentro de cada una de las ramas que tiene el derecho, siendo
importante y de necesaria observación para cumplir con los fines esenciales del
Estado, como el derecho fundamental a la educación y otros derechos en conexidad
como a la autonomía universitaria y al debido proceso en el ámbito disciplinario.

La autonomía universitaria permite que las instituciones de educación superior


puedan crear las normas por las cuales se regirán, esto sin ir en contravía del
fundamento constitucional y legal que debería ser la base para la creación de un
proceso disciplinario transparente y acorde a la normatividad legal existente en el
país el cual afirmaría el debido proceso que se debe llevar a cabo a quienes
infrinjan las normas por las que se rige la Universidad, de allí que la jurisprudencia
pueda vislumbrar los límites a las instituciones de educación superior respecto a la
creación del régimen disciplinario, además de conceptos jurídicos de expertos que
pueden ser de una gran utilidad para la reforma del régimen disciplinario en la
Universidad Cooperativa de Colombia, además de analizar las tensiones que
pueden presentarse entre el derecho a la educación, la autonomía universitaria y el
debido proceso en el ámbito disciplinario

Palabras Claves: Régimen Disciplinario – Autonomía Universitaria - Derecho a la


educación.
INTRODUCCIÓN

¿Qué herramientas tiene un estudiante para ejercer el derecho a la defensa


respecto al régimen disciplinario de la Universidad Cooperativa de Colombia?, ¿Qué
norma protege al estudiante frente a los abusos que pueda tener la universidad en
contra de él?, ¿Qué limitaciones existen para las Universidades en cuanto a los
procesos disciplinarios? y ¿Deberían las instituciones educativas regirse bajo la
normatividad disciplinaria existente en el Estado?

Estas son algunas de las dudas que surgen y que se pretenden abordar en el
presente artículo con el fin de poder analizar si existe un conflicto entre las garantías
fundamentales que brinda la ley 734 de 2002 del Código Disciplinario único y la
autonomía universitaria en el momento de dar aplicación al régimen disciplinario,
por ello es importante hacer una ponderación respecto a los derechos que puedan
verse vulnerados en la aplicación de dicho régimen.

Aunque el derecho a la educación se considera fundamental según el artículo 44 de


nuestra constitución solo para los menores de edad, la jurisprudencia ha ampliado
su interpretación de manera excepcional a los mayores de edad 1, de allí que se
desprenda el poder acceder a una educación de calidad y de poder permanecer en
ella, es por ello que de este derecho se desprende la obligación de responder
académica y disciplinariamente a las exigencias establecidas por cada institución.
Lo anterior implica que el comportamiento del estudiante debe guardar cierta
coherencia con los valores y principios que guían a las instituciones educativas, sin
que ello afecte su derecho al libre desarrollo de la personalidad.

Por otro lado, la Constitución establece la autonomía universitaria como un derecho


en cabeza de las instituciones de educación superior para fijar las reglas con las
cuales trabajará obviamente dentro de los límites establecidos en la Constitución y

1
Sentencia T- 264 de 2006 MP . JAIME ARAUJO RENTERÍA
“…el carácter fundamental del derecho a la Educación ha sido reconocido expresamente por la Comunidad Internacional reunida en Viena, en
1993, durante la Segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos cuyo resultado fue una declaración conjunta de reconocimiento a la
integralidad de los Derechos inalienables de la persona, en su triple condición de universales, indivisibles e interdependientes; asimismo, los
instrumentos internacionales de DDHH suscritos por Colombia y los estándares creados por los organismos encargados de su interpretación y
aplicación son contundentes en otorgar a este Derecho una clara relevancia como requisito sine qua non para la protección y garantía de sus
pares.”
la ley, de allí que cada institución de educación superior está facultada para contar
con sus propias reglas académicas, administrativas y disciplinarias, entre otras, y
regirse conforme a ellas.2

Sin embargo estas libertades que se les otorga a las instituciones de educación
superior no es ilimitada por lo que se contraponen derechos de rango superior como
lo son el debido proceso y el principio de legalidad que al ser violados por las normas
que establezcan las instituciones de educación superior pueden ser derogadas, de
allí que aunque el servicio de prestar educación este en cabeza de entidades
públicas y que estas tengan muchas más obligaciones que las entidades privadas,
si tienen los mismos deberes, que son el respeto a las garantías constitucionales y
legales ya establecidas. Por ello es que la Corte ha establecido que la autonomía
universitaria, no es absoluta, pues no solo el legislador puede configurar esta
garantía en un margen de discrecionalidad que le impida la arbitrariedad, y proteger
así otros derechos de mayor rango constitucional.

Frente a lo anterior se puede establecer que las normas por las cuales se rigen las
instituciones de educación superior en este caso la Universidad Cooperativa de
Colombia buscan contribuir con unas reglas mínimas de convivencia.

1. Derecho a la Defensa en el Proceso disciplinario

Dentro del régimen disciplinario establecido por una institución de educación


superior debe establecerse cuál es el mecanismo de defensa con el que cuenta el
presunto infractor, por lo que las investigaciones internas de presuntas infracciones
disciplinarias por parte de los estudiantes regulares deben ser adelantadas
integralmente, bajo reglas preestablecidas, estudiando tanto lo favorable como lo
desfavorable al procesado, y siempre de una manera clara, imparcial y objetiva que

2
Sentencia T-515/99, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
“Las instituciones de educación superior tanto públicas como privadas son titulares de autonomía constitucionalmente reconocida (Artículo 69
C.P.) en cuyo desarrollo ostentan potestades en virtud de las cuales pueden organizarse, estructural y funcionalmente, autorregularse y
autocontrolarse, delimitando, como lo ha reconocido la jurisprudencia de esta Corte, el ámbito para el desarrollo de sus actividades.”
guarde con especial celo el debido respeto y garantía del ejercicio del derecho de
contradicción.

El acuerdo 161 de 2013 establece el reglamento académico de la Universidad


Cooperativa de Colombia, en su capítulo VIII establece las normas disciplinarias
estableciendo que el régimen disciplinario se basa en la promoción de valores como
la libertad, equidad, solidaridad y el respeto a la diversidad; así como derechos
fundamentales al debido proceso, presunción de inocencia, contradicción, defensa,
y doble instancia. De esto se desprende que el estudiante cumpla con los deberes
que tiene con la universidad sin incurrir en las infracciones previstas en el mismo
reglamento.

El problema que se puede evidenciar dentro de este régimen disciplinario en cuanto


al derecho de defensa es que no existe claridad sobre los aspectos de notificación
de la apertura de una investigación preliminar y de los cargos que se le pudiesen
imputar al investigado así como no existe claridad de los términos con los que
contará para hacer la respectiva contradicción, es por ello que este vacío jurídico
hace que la norma se interprete arbitrariamente violando el derecho a la defensa
que tiene el investigado. Así, en desarrollo de esta autonomía universitaria, es
competencia de las instituciones de educación superior desarrollar procedimientos
disciplinarios en virtud de los cuales, las investigaciones de las conductas
académicas y disciplinarias relevantes han de adelantarse y agotarse en atención
al principio constitucional del debido proceso y la garantía del derecho de defensa.

La Corte en sentencia T-264 de 2006 se pronunció frente al derecho a la defensa


así:
“Es claro, entonces, que el debido proceso debe garantizarse con el
agotamiento de un procedimiento que cumpla cuando menos con las etapas
procedimentales atrás anotadas, y que permitan que la persona objeto de
investigación disciplinaria pueda tomar parte activa y oportuna en las
decisiones que le incumban y que de una u otra manera podrán afectar sus
derechos. Así, la importancia de un proceso de esta índole radica
fundamentalmente en la posibilidad de que se dé una defensa material por
parte del acusado, que se le permite rendir sus descargos y que asimismo
pueda controvertir y aportar las pruebas que considere pertinentes a su
favor.”

De esta manera, la defensa material surge en estos casos como un pilar


fundamental en las investigaciones disciplinarias que se adelantan por parte de las
entidades de educación superior según lo dispone sus reglamentos internos, razón
por la cual, la defensa técnica que en algún momento se pretenda reclamar y cuyo
ámbito de estricta aplicación tiene su desarrollo en actuaciones judiciales de orden
penal, civil, tributarias, etc., resulta ser en muchos casos una medida que excede
las garantías mínimas que se reclaman y se deben otorgar en el ámbito
sancionatorio de un proceso disciplinario universitario.

2. El principio del debido proceso

El debido proceso constituye una garantía para toda persona que se encuentre
vinculada a una investigación que puede llegar a concluir con una medida
sancionatoria. Además, es un derecho que ha evolucionado hasta constituirse en
un derecho de rango fundamental. En Colombia la Constitución Política de 1991, en
su artículo 29, lo consagra haciéndolo extensivo “a toda clase de actuaciones
judiciales y administrativas”. Con esto, dicho derecho se constituye como una
verdadera garantía con el fin de prevenir que se cometa alguna arbitrariedad en el
trámite de los distintos procesos que se susciten en cualquier jurisdicción o ámbito.3

Por lo que la jurisprudencia ha dejado claro que los entes universitarios por ser
instituciones de formación deber ser más lapsos en cuanto a la aplicación de
regímenes y sanciones disciplinarias, debido a la carga que tienen de enseñanza a
los estudiantes por lo que también pueden presentarse otro tipo de tensiones, como

3
Pabón Mantilla, Ana Patricia, Pradilla Rivera, Silvia Juliana, Valencia Caballero, Cesar Javier, El debido proceso
como derecho fundamental de los estudiantes universitarios en los procesos sancionatorios adelantados por las
universidades: un análisis a partir de la jurisprudencia de la corte constitucional colombianaProlegómenos.pag. 113
sucede en el caso del conflicto entre la autonomía universitaria, el derecho a la
educación y el debido proceso.

Atendiendo a lo anterior, un ejemplo sería el de un estudiante menor de edad, a


quien se le sigue un proceso disciplinario por incurrir en fraude académico, el cual
alega que no se le informaron los hechos constitutivos de la falta y que no recibió
un acompañamiento de sus padres o acudientes a lo largo del proceso, motivos por
los cuales considera que no se le está garantizando plenamente su derecho al
debido proceso. Por su parte, la institución puede alegar que, en función de su
autonomía, estableció en su reglamento las etapas y requisitos procesales; etapas
que no comprenden la obligación de que los menores adultos sean asistidos por sus
padres o acudientes a lo largo del proceso disciplinario. Además, puede argumentar
que ha sido diligente al darle a conocer el reglamento a sus estudiantes. Esto no
excusa a la universidad de garantizar el respeto al debido proceso, teniendo en
cuenta que el funcionario encargado de investigar no podrá ser el mismo que
sanciona porque esto sería causal de nulidad de dichas actuaciones, cuando con la
omisión de su aplicación se produzca la vulneración de derechos de rango
fundamental, siempre que la omisión en la aplicación de dichos principios no se
produzca por negligencia del investigado, evento en el cual se subsanaría la
presunta irregularidad, pues con este precepto constitucional no se pretende
prolongar en el tiempo el desarrollo de un proceso, sino la correcta, pronta y eficaz
aplicación de justicia.

En este orden de ideas, la doctrina consolidada hasta las sentencias más actuales
ha permitido establecer con claridad que (i) los entes universitarios autónomos
pueden regirse por sus propias normas, dentro de los marcos constitucionales y
legales vigentes, y (ii) tales normas deben ser respetadas por la comunidad
universitaria, pues tal y como lo ha señalado de manera muy clara esta Corporación,
la autonomía universitaria consiste fundamentalmente en la capacidad libre para
definir sus estatutos o reglamentos, los cuales deben ser respetados por toda la
comunidad educativa, integrada por los alumnos, docentes y directivas de la
institución educativa respectiva.4

Para solucionar las controversias que se suscitan en la contradicción que puede


suscitar entre la autonomía universitaria y el derecho al debido proceso, la corte
estimo: “La Corte revisó las decisiones de instancia y consideró que las
investigaciones disciplinarias que se adelantaban para definir sobre de la
responsabilidad disciplinaria de los estudiantes, no solo debían respetar el
ordenamiento interno de cada universidad, sino que además debían realizarse de
acuerdo a los principios y garantías constitucionales; en especial lo referente al
debido proceso. No queriendo decir con ello que las distintas actuaciones se deban
someter al mismo rigor de los procedimientos judiciales de carácter sancionatorio,
y que por lo demás se deba cumplir con los requisitos mínimos que la Corte ha
señalado para el caso de los procesos disciplinarios al interior de las
universidades.”5

Sobre el pronunciamiento de la Corte queda claro que los entes de educación


superior no pueden alegar la autonomía universitaria con el fin de violar el derecho
al debido proceso de los estudiantes así estos este incurriendo en faltas
previamente establecidas por los reglamentos estudiantiles, por lo que el derecho
al debido proceso tiene un carácter de rango fundamental que hace que sea
respetado por si solo.

La Corte ha sido clara al establecer que la potestad sancionatoria de los centros


educativos no requiere estar sujeta al mismo rigor de los procesos judiciales”6, esta
flexibilidad se evidencia, por ejemplo, en el margen de apreciación discrecional al
momento de determinar la falta disciplinaria concreta y su respectiva sanción, con
la que cuentan las universidades, flexibilidad que considero se justifica en que la

4
AGUIRRE Javier y PABÓN Ana, Justicia y derechos en la convivencia escolar, Bucaramanga: Universidad Industrial de
Santander, 2007
5
Sentencia T-263 de 2006 MP . JAIME ARAUJO RENTERÍA
6
Amaya, Renata, Gómez, Margarita, Otero, Ana María, Autonomía universitaria y derecho a la educación: Alcances y
límites en los procesos disciplinarios de las instituciones de educación superiorRevista de Estudios Sociales 2007, pag
162
falta se comete en un ámbito universitario y por lo tanto, formativo, que debe
reflejarse tanto en el procedimiento, como en la sanción que se impone.

3. Requisitos Mínimos que se deben tener en cuenta en los procesos


disciplinarios

La Corte Constitucional ha sido muy enfática en establecer cuáles son los requisitos
mínimos que deben tener las instituciones de educación superior con respecto al
régimen disciplinario, todo esto con el fin de garantizar el respeto por los derechos
fundamentales de quienes llegan hacer parte de un proceso disciplinario por infringir
las normas de la Universidad o de la institución de educación superior.

Lo anterior tiene su razón en el precepto de que la Constitución y sus instituciones


tienen el deber de evitar que exista arbitrariedad en la toma de decisiones por parte
de las instituciones de educación superior, es así como un derecho fundamental
como lo es el recibir educación de calidad conlleva que los estudiantes también se
sometan a unas reglas que avalen un ambiente de convivencia armoniosa entre
todos los que hacen parte de la misma. De esto se desprende que cualquier proceso
disciplinario cumpla con unas reglas mínimas:

I. Un elemento sustancial que consiste en la determinación de las faltas


disciplinarias y de las sanciones respectivas: esto obedece al respeto del
principio de legalidad de las faltas y las sanciones, que en los procesos
disciplinarios al igual que en el derecho penal deben ser definidas con
anterioridad a la comisión de las conductas y estar previamente tipificadas
en un reglamento que pueda ser conocido por los sujetos a quienes regula.

II. Un elemento procedimental que incluye la existencia y de un proceso a seguir


previo a la imposición de cualquier sanción, el cual debe garantizar el
derecho de defensa del investigado. Este procedimiento debe estar definido
en forma clara en los reglamentos de las universidades, dentro del marco de
os derechos inalienables de las personas que incluye sin lugar a dudas el
respeto a la presunción de inocencia, lo que impone al acusador desvirtuar
la inocencia del disciplinado por lo que la carga de la prueba está en cabeza
del ente acusador.

El elemento de la presunción de inocencia y la publicidad de las etapas dentro del


procedimiento son condiciones para el ejercicio del derecho de defensa, que se
hace efectivo siempre que el procesado tenga la posibilidad de conocer y de
hacerse parte en cada una de las etapas del proceso, presentando, solicitando y
controvirtiendo las pruebas que se alleguen y formulando los descargos y recursos
cuando lo considere pertinente. Ahora bien, para que los procedimientos
sancionatorios que se desarrollen en el seno de las universidades garanticen los
derechos al debido proceso deben contener como mínimo, las siguientes
actuaciones:

a) Notificación de apertura del proceso, consistente en una comunicación formal


en donde se le informe a la persona a quien se imputan las conductas objeto
de sanción, que se ha iniciado un proceso disciplinario en su contra.

b) Formulación de cargos: ésta debe ser una comunicación verbal o escrita, en


la cual se indiquen de manera clara y precisa los hechos o conductas que
dan origen al proceso, la respectiva calificación provisional de las conductas
como faltas, las normas reglamentarias que se consideraban infringidas con
dicho comportamiento (con la indicación de su identificación en el
reglamento) y las sanciones que pueden ser impuestas con ocasión a dichas
conductas. “La calificación provisional de las conductas de acuerdo con el
catálogo de las faltas debe ser motivada y puesta en conocimiento del
imputado para que éste pueda controvertirla”.

c) Traslado de pruebas: el imputado debe recibir el traslado de todas y cada


una de las pruebas que se practiquen dentro del proceso y que sirvan de
fundamento a los cargos que se le imputen con el fin de que pueda
controvertirlas y si es el caso pueda aportar otras que permitan el
esclarecimiento de los hechos.

d) Término para formulación de descargos: se debe establecer dentro del


proceso el término durante el cual el acusado puede formular sus descargos,
que pueden realizarse de forma oral o escrita, y en donde pueda controvertir
las pruebas en su contra y allegar las que considere necesarias para
sustentar los argumentos que en su defensa señale en los descargos.

e) Pronunciamiento definitivo: la decisión final que adopten las autoridades


competentes sobre la responsabilidad del disciplinado debe realizarse a
través de un acto motivado y congruente con las pruebas, las normas y
demás elementos que se hayan recogido en el proceso;
f) La sanción: la sanción impuesta debe ser proporcional a los hechos que la
motivaron.

g) Recursos: debe existir la posibilidad de que el disciplinado pueda controvertir,


mediante los recursos pertinentes, todas y cada una de las decisiones de las
autoridades competentes. Dicha posibilidad debe informarse.

Por su parte, según la Corte, para que se concrete el debido proceso en las
actuaciones disciplinarias de las instituciones de educación superior, es necesario
(…) que se cumplan plenamente las siguientes actuaciones:

a) Comunicación formal de la apertura del proceso disciplinario a la persona a


quien se imputan las conductas susceptibles de sanción;
b) Formulación verbal o escrita de los cargos imputados, en los que consten de
manera clara y precisa las conductas, las faltas disciplinarias a que esas
conductas dan lugar (con la indicación de las normas reglamentarias que
consagran las faltas) y la calificación provisional de las conductas como faltas
disciplinarias;
c) Traslado al imputado de todas y cada una de las pruebas que fundamentan
los cargos formulados; Indicación del término con que cuenta el acusado para
formular sus descargos (de manera oral o escrita), controvertir las pruebas
allegadas en su contra y aportar las que considere pertinentes
d) Pronunciamiento definitivo de las autoridades competentes mediante un acto
motivado y congruente;
e) Imposición de una sanción proporcional a los hechos que la motivaron, y
f) Posibilidad de que el acusado pueda controvertir, mediante los recursos
pertinentes, todas y cada una de las decisiones de las autoridades
competentes. (Corte Constitucional, Sentencia T-361, 2003)

Por esto la Corte ha establecido que respetando la autonomía universitaria las


instituciones de educación superior pueden establecer sus regímenes disciplinarios
siempre respetando y garantizando los derechos al debido proceso y a la defensa.

En último análisis la autonomía constitucional es capacidad de autorregulación


filosófica y de autodeterminación administrativa y por ello al amparo del texto
constitucional cada institución universitaria ha de contar con sus propias reglas
internas (estatutos), y regirse conforme a ellas; designar sus autoridades
académicas y administrativas; crear, organizar y desarrollar sus programas
académicos, definir, y organizar sus labores formativas, académicas, docentes,
científicas y culturales; otorgar los títulos correspondientes, seleccionar a sus
profesores, admitir a sus alumnos, adoptar sus correspondientes regímenes y
establecer, arbitrar y aplicar sus recursos para el cumplimiento de su misión social
y de su función institucional.

Como conclusión podemos tener en cuenta que dentro de los temas que poco se
tratan en la vida académica como estudiantes es lo relacionado con el ámbito
disciplinario de los estudiantes y de los docentes cuando se cometen faltas en
contra del reglamento académico de la Universidad (Acuerdo 161 de 2013) o el
Estatuto profesoral (Acuerdo 086 de 2011), esto debido a que no nos tomamos la
tarea acuciosa de informarnos sobre los derechos y obligaciones que tenemos
mientras estemos bajo los lineamientos de la Universidad, siendo practicante de la
Jefatura de Programa pude observar que existen ciertos vacíos normativos en los
procesos disciplinarios que se les lleva a cabo a quienes infrinjan las normas por las
que se rige la institución, la motivación del presente escrito es contribuir a que la
Universidad pueda hacer una revisión de las normas que tiene sobre los procesos
disciplinarios llenando los vacíos jurídicos existentes conforme a la ley 734 de 2002
por el cual se expide el Código Disciplinario Único.

Es muy importante establecer que cuando existen vacíos jurídicos en la norma o la


ausencia en el ordenamiento jurídico de una norma para regular un caso concreto
se puede denominar laguna, estas pueden deberse a un factor objetivo como puede
ser el envejecimiento del Derecho como consecuencia de la evolución social, o
también a un factor subjetivo imputable a quien creó la norma en este caso lo
definiremos como el legislador por su concepto, además de los factores anteriores
puede deberse a la negligencia o falta de previsión del legislador o a que el
legislador a propósito deja sin regulación determinadas materias. La presencia de
los vacíos también puede deberse a que las normas son muy concretas que no
comprenden todos los casos de la misma naturaleza o a que las normas son muy
generales y revelan en su interior vacíos que deben ser llenados.

La autonomía reconocida por la Carta no otorga a las universidades el carácter de


órgano superior del Estado, ni les concede un ámbito ilimitado de competencias
pues cualquier entidad pública o privada por el simple hecho de pertenecer a un
Estado de derecho, se encuentra sujeta al ordenamiento jurídico que lo rige, es
decir, tanto al conjunto de valores, principios, derechos y deberes constitucionales,
como a las prescripciones contenidas en la ley.
En este punto hay también que reiterar las puntualizaciones jurisprudenciales
conforme a las cuales en un Estado social y democrático de derecho, la legitimidad
del ejercicio de las potestades y facultades constitucionalmente reconocidas, -
incluyendo aquellas que se derivan de la autonomía universitaria-, se funda en el
respeto a los valores, principios y derechos que integran el ordenamiento jurídico, y
se garantiza otorgando a las personas los recursos necesarios para que los actos
susceptibles de transgredirlos puedan ser fiscalizados por autoridades
pertinentes en desarrollo de la inspección y vigilancia que consagra el Artículo 189,
numeral 21, de la Constitución.7

Mi práctica profesional se desarrolló en la Jefatura de Programa de la Facultad de


Derecho, el estar allí me proporciono conocimientos más específicos sobre los
procesos disciplinarios que se les debe llevar a los estudiantes y docentes por
incurrir en faltas contra las normas establecidas por la Universidad, este es proceso
se desarrolla teniendo en cuenta los acuerdos 089 de 2011 y 161 de 2013, que
establecen además de otras normas el régimen disciplinario que se le aplicará a
estudiantes y docentes.

Por lo anteriormente expuesto y como conclusión es necesario que la Universidad


Cooperativa de Colombia haga una revisión a su régimen disciplinario con el fin de
establecer las pautas que la Corte Constitucional ha expuesto para que estos
procesos garanticen que se encuentran ajustados a los principios de la Constitución,
evitando así problemas a futuro.

7 LÓPEZ MEDINA, Diego Eduardo, El Derecho de los jueces, Bogotá: Ediciones Uniandes- Legis, 2006

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