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Miguel Ángel Reyes Aburto

Diagnosticos del Presente

F R AN Ç O I S H AR T O G

François Hartog (1946) es un historiador francés. Fue alumno de la École normale supérieure en París.
Pertenece a la gran escuela de helenistas que fundó Jean-Pierre Vernant; pero también se considera
alumno de Reinhart Koselleck. Hartog, ocupa actualmente la cátedra de historiografía antigua y
moderna en la École des hautes études en sciences sociales (EHESS). Es uno de los 60 fundadores de
la Association des Historiens, en 1997, y miembro del Centre Louis Gernet de recherches comparées
sur les sociétés anciennes.

Su primer libro, El espejo de Herodoto, que reelaboraba su tesis doctoral, trata del padre de la historia
desde una perspectiva novedosa: la escritura del Otro.

Se ha dicho que la obra de François Hartog, en su integridad, gira en torno al llamado por él "régimen
de historicidad" de las distintas civilizaciones. Sobre ese tema ha desarrollado un libro en 2002
(Régime d'historicité), donde analiza los modos de articulación de las categorías de pasado, presente
y futuro, según cómo varíen en el espacio y en el tiempo: lo que abre su perspectiva helénica a la
historia actual.

R E G IM E N E S D E H I S T O R I C I D AD :
P R E S E N T I S M O Y E S X P E R I E N C I A S D E L T IE M P O
C AP I T U L O 4: M EM O RI A, H I S T O R I A, P R E S E N T E
FRANÇOIS HARTOG

Para comenzar el autor menciona que Francia debe recomendar sus anales para ponerlos de acuerdo
con el progreso de la inteligencia.

Más adelante destaca las crisis del régimen moderno, diciendo que el 11 de septiembre llevo al límite
la lógica del acontecimiento contemporáneo que que al dejarse ver en su propia constitución, se
historiza seguida y es ya, en si mismo, su propia conmemoración: bajo la mirada de las cámaras. En
ese sentido es todo presentista.

De igual manera destaca que el historiador ya no elabora el ejemplo, sino que es en busca de los
único. En la historia magistra, el ejemplo relacionaba el pasado con el futuro a través de la figura del
modelo por imitar.

De igual manera define el porvenir como el pasado es, por principio, lo que regresa a lo mismo, por
posicion, ya superado.

En otro orden de ideas menciona “la historia de la magistra se basaba en la idea de que el futuro, no
hay repetición exactamente el pasado, al menos no lo excedía jamás, que se movió dentro del mismo
círculo (aun cuando Chateaubriand había arriesgado mucho la imagen de los círculos concéntricos ),
Con la misma Providencia o las mismas leyes y, en todos los casos, con hombres dotados de la misma
naturaleza humana.”
Hartog menciona que en el siglo XX unió el futurismo y presentismo. Si en un principio fue mas
futurista que presentista, la terminación era mas presentista que futurista. El futurismo debe
entenderse aquí como la dominación del punto de vista del futuro.

Así que la historia se hace entonces en el nombre del porvenir, y debe escribir de la misma manera.

Mientras tanto el movimiento futurista impulso esta postura hasta el extremo. Una demostración fue
el Manifiesto del Partido Comunista, el Manifiesto futurista, dado a por Marinetti en 1909, muestra
también como el futurismo al presentismo, o como el futurismo es también un presentismo. Cuando
Marinetti proclama: "El Tiempo y el Espacio murieron ayer, vivimos ya en absoluto, pues ya hemos
creado la eterna velocidad omnipresente”.

La crítica del progreso no implica una promoción automática del presente, si deja la duda sobre el
carácter forzosamente positivo de la marcha el porvenir.

El autos menciona que el futurismo se hundió en el horizonte y el presentismo lo remplazó, el presente


se convirtió en horizonte. sin futuro y sin pasado, el presentismo genera diariamente el pasado y el
futuro de quienes, día tras día, tienen necesidades y valoran lo inmediato.

Por ultimo el autor destaca las fallas del presente, la economia mediática del presente no cesa de
producir y de consumir acontecimientos. Pero con una particularidad: el presente, en el momento
mismo de crearse, desea mirarse como ya histórico, como ya pasado.

Simétricamente, nuestro presente esta mas que ansioso de previsiones, si no es que de predicciones.

El historiador se ha encontrado, en mas de una ocasión, comisionado como experto de la memoria y


preso en el circulo del testimonio. Este presente creyo encontrar en los sondeos su abrete sésamo: uso
y abuso del presente. respuesta de esas proyecciones en el porvenir, sin moverse.

A mediados de los anos setenta aparece otra debilidad en este presente comienza a mostrarse
preocupado por la conservación (de monumentos, de objetos, de formas de vida, de paisajes, de
especies animales y ansioso por defender el medio ambiente. Vivir en el país y la ecología, temas
únicamente impugnatorios, se convirtieron en temas movilizadores e incitadores.

Los archivos se "constituyen la memoria de la nación y una parte esencial de su patrimonio histórico".
Proclamados memoria, historia, patrimonio de la nación, los archivos han sido, inevitablemente,
alcanzados por el presente. He ahi el otro componente, lo mas visible y lo mas disputado de la crisis:
las demoras para consulta demasiado largas y las derogaciones (demasiado restrictivas).
R O G E R C H AR T I E R

Roger Chartier, Nacido en Lyon el 9 de diciembre de 1945, es un historiador de la cuarta generación


de la Escuela de Annales, especializado en Historia del libro y en las ediciones literarias. Profesor de
la Universidad de Pensilvania y del Colegio de Francia, director de estudios en la École des Hautes
Études en Sciences Sociales (EHESS).

Estudió la secundaria en el instituto Ampère de Lyon. Entre 1964 y 1969 estudió en la École normale
supérieure de Saint-Cloud y paralelamente se licenció en la Sorbona. Chartier logró la agregación de
historia en 1969. Trabajó de inmediato como profesor en el instituto Louis-le-Grand de París. Pero
ya en 1970 entró como profesor ayudante de Historia Moderna en la Universidad de París y, luego,
como director de estudios en la Escuela Superior de Estudios en Ciencias Sociales, hasta 2006.

Precisamente en 2006 fue nombrado profesor del Collège de France, en la cátedra «Écrit et cultures
dans l'Europe moderne», donde pretende, de acuerdo con la lección inaugural, seguir estudiando las
relaciones entre escritura y cultura en la Historia Moderna.

Chartier participa en la emisión de los lunes de historia en France Culture. Ha sido distinguido con la
Annual Award de la American Printing History Association, 1990; el gran premio de historia (prix
Gobert) de la Académie française en 1992; es Doctor honoris causa de la Universidad Carlos III
(Madrid); y Fellow de la British Academy.

E L P R E E S E N T E D E L P AS AD O :
E S C R I T U R A D E L A H I S T O RI A , H I ST O R I A DE L O E S C R I T O
C AP I T U L O : L E N G U AS Y L E CT U R AS E N E L M U N DO D IG IT AL
ROGER CHARTIER

Para comenzar el autor menciona el mundo del porvenir donde no existe más de una sola lengua es
también un mundo del olvido, sin sin bibliotecas, sin libros.

Más adelante destaca las lenguas del mundo electrónico, la más evidente es la dominación del ingles,
como lengua de comunicación universal aceptada dentro y fuera del mundo electrónico, tanto para
las publicaciones científicas como para los intercambios informales de la red. Esto como en la utopía
de Borges.

De igual manera es posible decir que el ingles de la comunicación de la lengua electrónica es una
lengua artificial, con su propia sintaxis y vocabulario, que una lengua elevada como lo fue el latín.

En este mismo orden de ideas destaca que solo el 8% de los estudiantes estadounidenses tomaba
cursos de lenguas extranjeras.

Por otro parte el menciona que el mundo de la comunicación electrónica es un mundo de


sobreabundancia textual cuya oferta desborda la capacidad de apropiación de los lectores, menciona
en cuanto al orden de los discursos, el mundo electrónico provoca una triple ruptura: propone una
nueva técnica de difusión de la escritura, incita a una nueva relación con los textos e impone a éstos
una nueva forma de inscripción. La originalidad y la importancia de revolución digital estriba en que
obliga al lector contemporáneo a abandonar todas las herencias que le han dado forma, ya que el
mundo electrónico ya no utiliza la imprenta, ignora el "libro unitario" y es ajeno a la materialidad del
codex. Es, al mismo tiempo, una revolución de la modalidad técnica de la reproducción de lo escrito,
una revolución de la percepción de las entidades textuales una revolución de las estructuras y formas
mas funda mentales de los soportes de la cultura escrita. De ahí, a la vez, el desasosiego de los lectores,
que deben transformar sus hábitos y percepciones, para entender una mutación que lanza un profundo
desafío a toda las categorías que solemos manejar para describir el mundo de los libros y de la cultura
escrita.

Otro registro de mutaciones ligadas al mundo electrónico se refiere a lo que llamo el orden de las
propiedades, tanto en un sentido jurídico -el que fundamenta la propiedad literaria y los derechos de
autor- como en un sentido textual -el que de las características o "propiedades" de los textos. El texto
electrónico tal como lo conocemos es un texto móvil, maleable, abierto. El lector puede intervenir en
su contenido mismo y no solamente en los espacios dejados en blanco por la composición tipográfica.
Puede desplazar, recortar, extender, recomponer las unidades textuales de las cuales se apodera. En
este proceso, se borra la asignación de los textos al nombre de su autor, ya que son constantemente
modificados por una escritura colectiva, múltiple, polifónica que da realidad al sueño de Foucault en
cuanto a la desaparición deseable de la apropiación individual de los discursos, lo que llamaba la
"función”.

Después el autor plantea una pregunta ¿Como caracterizar a la lectura del texto electrónico? Para
comprenderla, Antonio Rodríguez de las Heras formulo dos observaciones que nos obligan a
abandonar las percepciones espontaneas y los hábitos heredados. En primer lugar, debe considerarse
que la pantalla no es una pagina, sino un espacio de tres dimensiones, que tiene profundidad y en el
que los textos brotan sucesivamente desde el fondo de la pantalla para alcanzar la superficie
iluminada. Por consiguiente, en el espacio digital, es el mismo, y no su soporte, el que esta plegado.
La lectura del texto electrónico debe pensarse, entonces, como que despliega el texto electrónico o,
mejor dicho, una textualidad blanda, móvil e infinita.

Para concluir Chartier plantea otra pregunta ¿será el texto electrónico un nuevo libro de arena, cuyo
numero de paginas era infinito, que no podía leerse que era tan monstruoso que fue sepultado en los
húmedos anaqueles de la Biblioteca Nacional en la calle de México? O bien, ¿propone ya una nueva
y prometedora definición del libro capaz de favorecer y enriquecer el dialogo que cada texto entabla
con cada uno de sus lectores?

Nadie conoce la respuesta. Pero, cada día, como lectores, sin saberlo, la inventamos.

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