La condición de estudiante es una de las características que definen una etapa
de la vida llamada juventud. Durante las últimas décadas, los niños y jóvenes mexicanos han tenido un creciente acceso a la escuela y permanecen en ella hasta edades más altas. Ello ha llevado a un sustancial incremento en la escolaridad de los jóvenes actuales en comparación con las generaciones pasadas, así como a un acortamiento de la brecha educativa de género que solía existir. Sin embargo, los niveles de asistencia a la escuela y de escolaridad alcanzada por los jóvenes aún están lejos de lo que sería deseable y algunas diferencias de género aún persisten. Usando información procedente de la Encuesta Nacional de Empleo de 1997 y de la Encuesta Nacional de Educación, Capacitación y Empleo del mismo año, este artículo presenta evidencia empírica y analiza algunos rasgos de la situación educativa de los y las jóvenes actuales de 12 a 24 años de edad, tales como su asistencia a la escuela, el nivel escolar que han alcanzado, la edad a la que dejan la escuela y el tipo de estudios postsecundarios y de carrera profesional que realizan, todo lo cual es comparado entre hombres y mujeres, así como entre los jóvenes y sus padres.
En las sociedades actuales, la educación escolarizada ha pasado a ocupar un
lugar central en el proceso de socialización y formación de los niños y jóvenes, constituyendo la actividad fundamental con la que general e idealmente se asocia la existencia de una etapa de la vida denominada juventud. Mientras los jóvenes permanecen en el sistema educativo son "estudiantes", lo cual supone un rol social claramente instituido y positivamente valorado, que involucra un conjunto de ritos que tienen valor en sí mismos —independientemente del valor propio de los aprendizajes— al implicar una cierta organización de la vida cotidiana