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G O N Z A L O A G U IR R E B E L T R Á N GONZALO AGUIRRE BELTRÁN

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O B R A A N T R O P O L Ó G IC A

TOM O T ÍT U L O

I El señorío de Cuauhtochco
CRÍTICA
II La población negra de M éxico
III (3 vols.) Problemas de la población indígena
de la cuenca del Tepalcatepec
ANTROPOLÓGICA.
IV Formas de gobierno indígena
V Programas de salud en la situación
intercultural
HOMBRES E IDEAS
VI E l proceso de aculturación. Problem as
científicos y filosóficos
V II Cuijla. Esbozo etnológico de un pueblo Contribuciones al estudio del pensamiento
negro social en México
V III M edicina y magia
IX Regiones de refugio
X Teoría y práctica de la educación indígena
XI Obra polémica
X II Lenguas vernáculas
X III Antropología médica
XIV Zongolica. Encuentro de dioses y
santos patronos
XV Critica antropológica

UNIV ER SIDA D VERACRUZANA


INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA
GOBIERNO DEL ESTADO DE VERACRUZ
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

M ÉXICO
P rim e ra ed ic ió n , 1990

C L A V E S D E U N D IÁ L O G O E N T R E L A
A N T R O P O L O G ÍA Y L A P O L ÍT IC A
( E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O )

A lo largo de m edio siglo de quehacer in te le c tu al G onzalo A gui­


rre B e ltrá n h a diluido las som bras que norm alm en te obscure­
cen la relación e n tre la id ea y el acto , e n tre el pen sam ien to
y la acción. Es evidente que p a ra com prender en su com pleja
dim ensión sus logros indiscutibles, precisa ir m ás allá de los
rígidos m arcos de las tipologías que clasifican a los cu ltiv ad o ­
res del pen sam ien to y a los oficiantes de las ta re a s públicas.
Lewis H. Coser en su m agistral estu d io M en o f Ideas. A S o ­
ciologist’s View (1965) definió su cin tam en te a los in telectu ales
como hom bres que viven para las ideas, recreando la conocida
distinción de M ax W eber e n tre hom bres que viven de la po lític a
y hom bres que viven para la pob'tica. M e parece que la o b ra de
A guirre B eltrán q u e d a fuera de este c u a d ra n te v alorativo to d a
vez que en ella los planos de lo político y lo científico e stá n
de tal form a im bricados que sería necesario proceder con ex­
tre m a m eticulosidad a n alítica si se p rete n d ie ra estu d iarlo s po r
separado.
E n u n a persp ectiv a m ás am plia, su v id a académ ica y p o lític a
es congruente con lo que R oderic Ai C am p considera u n a te n ­
dencia h istó rica en n u e stra A m érica. “Es esencial recordar
— p u n tu aliz a — que en M éxico, y L atinoam érica en general, la
línea divisoria e n tre la activ id ad in telectu al y la a ctiv id ad p o ­
Diseño de la portada: lítica no e s tá claram ente tra z a d a y que, en realid ad , en M éxico
C arlos H aces
m uchas de las figuras políticas de prim er orden surgieron de la
D.R. © 1990, F o n d o de C ultura E co n ó m ic a , S. a . de C. V. com unidad in telectu al.” El señalam iento se com pleta indicando
Av. de la Universidad 975; 03100 México, D. F. que en el siglo XX gran p a rte de los principales intelectu ales
m exicanos h a n tra b a ja d o al servicio del E stad o , y que “u n p o r­
ISBN 968-16-3277-X (O bra completa) cen taje ligeram ente superior al 50% de estos in telectu ales hizo
ISBN 968-16-3447-9 (Volumen XV)
- Impreso en México
8 C R Í T IC A a n t r o p o l ó g i c a , h o m b r e s e i d e a s E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 9

en algún m om ento carrera en el sector público, la m ayor p a rte m odestas prestaciones de salud a las sociedades cooperativas)
dentro de la burocracia n a c io n a l... ” La lis ta que C am p pre­ y, después, com o jefe de la U nidad S a n ita ria de H uatusco. Fue­
sen ta como elem ento dem ostrativo incluye a Jaim e Torres Bo- ron diez años de difíciles recorridos a lom o de caballo por la
d et, A ntonio C arrillo Flores, A gustín Yáñez y Jesús Reyes He- an fractu o sa zona p a ra aquel joven m édico (p rá c tic am e n te el
roles.1 Pero, evidentem ente, pudo enriquecerse con la referencia único que v isita b a los ejidos y com unidades del á re a ), ejercicio
a José Vasconcelos, M anuel G am io, Narciso Bassols, Alfonso que le perm itió conocer directam en te las difíciles condiciones
Caso, G enaro E stra d a , Alfonso Reyes, Jesús Silva Herzog, M i­ socioeconóm icas de la población, y sus cam bios cu ltu rales. D e­
guel L eón-Portilla y el propio Gonzalo A guirre B eltrán , m u e stra m o stran d o u n a n o tab le intuición m etodológica p a ra un a u to ­
m ínim a de los destacados hom bres de pensam iento involucrados
d id a c ta en los estudios etnohistóricos, in te g ra ría sus vivencias
en tare as gubernam entales. En efecto, la o b ra antropológica de
cotidianas con los d ato s obtenidos en el archivo, dando c u en ta
A guirre B eltrán constituye un acabado ejem plo de la ten d e n c ia
de las m ercedes, com posiciones, com pra-ventas y litigios en un
h istó rica a la que alude C am p, to d a vez que conjuga a d m ira ­
lapso que a b a rc a del siglo xvi (cuando se fu n d a ra la p rim era
blem ente las categorías a b stra cta s priorizadas p o r la actividad
hacienda de ovejas en la territo ria lid a d india) a 1849, año en que
intelectual con las preocupaciones prácticas o rien tad as al b e­
los cam pesinos integrados en la Sociedad A grícola com prarían
neficio social: refiere a las ideas y a los hom bres concretos;
proyecta relaciones indisolubles entre la esfera cognoscitiva y la las tie rra s que h a b ía n sido despojadas a sus an tepasados. Es
pragm ática. La síntesis de estas vertientes h a gestado un p e n ­ claro que en El Señorío de C uauhtochco... se sum an a las
sam iento socialm ente orgánico que h a enriquecido teóricam ente inquietudes históricas propósitos políticos. L a violencia de la
a la antropología m exicana, generando sim u ltáneam ente p lan ­ lucha a g ra ria en V eracruz re g istra b a por esos años sus niveles
team ientos ideológicos que se convertirían en fu n d am en to de m ás alto s. El régim en ca rd e n ista in iciab a su p ro g ra m a político
las tesis indigenistas susten tad as por el E stad o m exicano que su ste n ta d o en el nacionalism o refo rm ista, en el cual el re p a rto
em erge de la Revolución dem ocrático-burguesa de 1910, y que de tie rra s te n d ría atención p rio rita ria . Im p u lsad o po r el ideal
vive en el presente sus m ayores contradicciones. de redención de la población a u tó c to n a , el p residente C árdenas
A guirre B eltrán em pieza a tejer e sta a p re ta d a tra m a , que au sp iciaría el P rim er C ongreso In d ig e n ista In teram erican o , ce­
conjuga la vocación intelectual y la em oción p o r las ta re a s lebrado en P á tz c u a ro en ab ril de 1940. Es éste el co n tex to en
políticas, en 1940, con la publicación (fin an ciad a con sus p ro ­ el que se in se rta orgánicam ente la o b ra y el que debe tenerse
pios recursos) de E l Señorío de Cuauhtochco. Luchas agrarias presente a fin de en ten d er en to d a su pro fu n d id ad el com pro­
en M éxico durante el virreinato, libro que a c e rta d a m en te h a m iso político e in telectu al explícitam ente asum ido en ella por
sido referido p o r G uillerm o de la P eñ a “como el prim er e stu ­ A guirre B eltrán . S eñalaría en el texto:
dio m oderno de las luchas cam pesinas en M éxico” .2 E s ta o b ra
vendría a ser la elaboración final de u n a serie de artículos p u ­ [Ha sido mi objetivo] exhum ar los hechos inanim ados [ ... ] y vestir­
blicados en E l D ictam en (decano de los diarios jaro ch o s), y los con sus pasiones. Pero estas mismas pasiones nos han arrastrado
resultado de registros de cam po y prolongadas pesquisas en la fuera de nuestra posición de im parciales narradores que nos han
biblioteca privada del abogado huatusqueño F iliberto M uñoz, conducido de la m ano a un extrem o, a tom ar un partido, el de los
y en el archivo de notarías regional, que realiza como m édico indios.
del Banco de C rédito A grícola E jidal (institución que o to rg a b a
De hecho, con e s ta d e c la ra to ria n acería el antropólogo y te r ­
1R. Ai Cam p, “Las élites mexicanas. Las élites intelectuales: re tra to m ínim o” , m in a ría el m édico p rác tic a n te . L a escasa atención p re s ta d a por
en Vuelta, vol. 12, núm . 10, México, julio, 1988, pág. 32.
a G. de la Peña, “Gonzalo A guirre B eltrán” , en Institu to N acional Indigenista, los especialistas de su tiem po a E l Señorío de C uauhtochco...
40 años, pág. 335. (m ención a p a rte m erece la reseña c rític a del d o c to r Silvio Za-
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v ala), es a h o ra a p e n as un d e ta lle c irc u n sta n c ia l.3 A los 32 años


A guirre B e ltrá n inicia su m arc h a por los in trin c a d o s senderos la h a tra n sfo rm a d o en u n a o b ra te ó ric a y m eto d o ló g icam en te
de la a n tro p o lo g ía , sin p e rd e r n u n c a de v is ta las d in ám icas diferen te com o resu lta d o de las orientaciones de H erskovits. En
p ro y ectad as en el s e x ta n te de la política. Q u izá en su m en te 1946 el F ondo de C u ltu ra E conóm ica la p u b lic a ría y p ro n to se
g rab ó p a ra siem pre el aforism o de G oethe: “No b a s ta sab er: c o n v e rtiría en un clásico de los estudios afroam ericanos.
P ero A guirre B e ltrá n reg re saría de N o rtea m érica con algo
hay que aplicar. No b a s ta querer: h ay que o b ra r.” Sin án im o
m ás que un nuevo te x to sobre e tn o h isto ria . H ab ía defin id o cla­
de ex h a u stiv id a d m e propongo seguir a continuación los hilos
ra m e n te su in terés de p a rtic ip a r en la v id a p o lític a nacional
fu n d am en tales de e s ta r u ta en la que la disciplina an tro p o ló g ic a
desde la p la ta fo rm a c o n fig u rad a p o r su posición académ ica.
trascien d e sus fronteras académ icas p a ra o p e ra r com o ciencia
Así lo explicó en 1985 a M anuel U ribe C ruz, en u n a in te re sa n te
política.
e n tre v ista:
E n 1942 o c u p a u n a m o d esta p laz a de biólogo en el D e p a r­
ta m e n to D em ográfico de la S e cretaría de G obernación (gracias C uando regresé de N orthw estern luego de estu d iar con Herskovits
al apoyo del d o c to r L eopoldo C hávez y del licenciado M iguel tuve frente a mí dos caminos a seguir: dedicarm e a la docencia uni­
A lem án, entonces secretario de G obernación, de quienes h a b ía versitaria y a la investigación en pro cu ra de u n a posición académ ica
sido condiscípulo en la E scuela N acional P re p a ra to ria ). P ro n to o dedicarm e a la adm inistración pública, es decir a la política, para
e n ta b la u n a fru ctífera relación con el d o c to r M anuel G am io, participar en el destino de la gente y transform arlo. En esa y en
jefe del D e p a rta m e n to , quien lo m o tiv a a in vestigar el p ap el ocasiones posteriores en que me enfrenté a un dilem a sem ejante
de la población de origen africano en los planos históricos y elegí la ú ltim a altern ativ a.4
etnográficos. El resu lta d o de e s ta p esquisa sería la p rim e ra
versión de La población negra de M éxico. E stu d io etnohistórico , Ese m ism o añ o es designado d irecto r general de A suntos
lib ro que, pese a sus deficiencias de c a rá c te r científico, m o ti­ Indígenas y, a p a rtir de entonces, se in tro d u ce “de pies a ca­
v aría a A lfred M etrau x p a ra recom endarlo con M elville J . Hers- b eza” — com o él m ism o h a dicho— en la p ro b le m átic a de los
kovits. B a jo la tu te la de e ste n o tab le a fro a m e ric a n ista y la de pueblos indios. In te rru m p e tem p o ralm e n te sus investigaciones
A. Irving Halowell recibiría e n tre n am ien to antropológico y en sobre la im p o rta n c ia de los negros en la com posición dem o­
la especialidad etno p sico an alítica en la N orthw estern U niver- g ráfica de M éxico, si bien en 1948 llevaría a cabo “un conato
sity e n tre 1944-1945, auspiciado po r u n a b eca de la Rockefeller de investigación e tn o g rá fic a ” (según sus p alab ras) en la C o sta
F oundation. A su reto rn o a M éxico vuelve a la je fa tu ra del De­ C hica de G uerrero, que años después se tra n sfo rm a ría en un
p a rta m e n to de D em ografía que G am io d e ja ra vacan te en 1943 al excelente libro: Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro
ser n om brado d irector del In s titu to In d ig e n ista In teram erican o . (1958). M uy p ro n to A guirre B eltrán deja la dirección gene­
T rae b a jo el b razo u n a nueva versión de La población negra. . . ; ral de A suntos Indígenas, sum ándose a la ren u n cia del d o c to r
L eopoldo C hávez com o subsecretario de E ducación, m o tiv ad a
3 E n relación a la reseña de Silvio Zavala, A guirre B eltrán h a indicado recien­ por desavenencias con el secretario del ram o, licenciado M anuel
tem ente: “El libro fue adm itido p or la crítica académ ica, pero n o tuvo b uena aco­ G ual V idal. El entonces secretario de G obernación Adolfo Ruiz
gida. E ntre algunas de las críticas que se me hicieron, las del d o cto r Silvio Zavala
fueron directas. Después de decir que sobre los ejem plos como el de H uatusco h ab ía
C ortines lo n o m b ra rep re sen ta n te de e s ta dep en d en cia en la
de construirse u n a nueva interpretación de la h istoria territo rial de México, h a sta C om isión O rg an izad o ra del In s titu to N acional In d ig e n ista que
ahora, obscura, me reprochaba mi fa lta de o b jetividad y tran scrib ía un párrafo en p resid ía A lfonso C aso, con quien inicia u n a la rg a y fecunda re­
el que yo decía que el relato de los acontecim ientos ( . . . ) m e a rra stra b a a to m ar lación a m isto sa y profesional que no se in te rru m p iría sino h a s ta
p artid o p o r los d e sp o ja d o s...” Y term in ab a su reseña crítica con u n a am istosa
recom endación: “¡Mejor equilibrio entre las preocupaciones intelectuales!” Véase su m u erte, en 1970. J u n to con él se in co rp o raría tam b ién al i n i
Gonzalo A guirre B eltrán, “Volver a la etnografía” , entrev ista con M anuel U ribe Julio de la F uente, integrándose de form a ta l la tria d a de ar-
C ruz, en La palabra y el hombre, núm . 57, U niversidad V eracruzana, X alapa,
México, enero-m arzo, 1986, págs. 87-96.
4 M. Uribe C ruz, op. cií., págs. 95-96.
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q u ite c to s del m o d ern o indigenism o m exicano que — com o lo he le c tu a l que im p lic a ría — en sus diversos m o m en to s— la revisión
a p u n ta d o en o tro lu g a r— recibió de A lfonso C aso su concreción c rític a de los estu d io s del proyecto ta ra s c o (1940-1945) p a tr o ­
in stitu c io n a l, de G onzalo A guirre B e ltrá n su fu n d am e n ta c ió n cinados p o r el In s titu to de A ntro p o lo g ía Social de la S m ith so ­
teó rica , y de Ju lio de la F u en te el d etalle de su función o p e ra ­ n ian In s titu tio n encabezado p o r J u lia n Stew ard. Lee, ad em ás,
tiv a y el agudo p la n te a m ie n to de sus co ntradicciones, a ú n no con p a rtic u la r in terés, las m onografías de R alp h L. Beals sobre
re su e lta s.5 C herán (1946), el a h o ra clásico libro de G eorge M . F oster T zin t-
P ro d u c to de sus experiencias en el D e p a rta m e n to de A su n to s zu n tza n (1948) y los estudios de geografía c u ltu ra l de D onald D.
Indígenas y en el In s titu to N acional In d ig e n ista son sus libros B ra n d (1944) y R o b ert C. W est. L a influencia que e s ta época
Problem as de la población indígena de la cuenca del Tepalcate- ejerciera en su p e n sam ien to la le c tu ra de H abitat, E co n o m y and
pec (1952), Form as de gobierno indígena (1953) y l a p rim e ra Society: A Geographical Introduction to E thnology (1934) es re­
versión de Teoría y práctica de la educación indígena (1953). conocida p o r A guirre B e ltrá n com o relevante p a ra ex p licar la
E n estos estudios recoge las explicaciones de sus investigaciones im p o rta n c ia que o to rg a en sus o b ras a los factores ecológicos, si
en M ichoacán, C h iap as y C h ih u a h u a , o rie n tad a s a d ise ñ a r los bien su b ra y a que ta l p o s tu ra no im plica su afiliación a la escuela
prim eros p ro g ram as regionales del INI, creado en 1948 d u ra n te ecológica c u ltu ra l de J u lia n S tew ard. E n sentido d iferente, su
la gestión presidencial de M iguel A lem án. C om o se sa b e, el enfoque no es evolutivo, sino ¡ntegrativo y a c u ltu ra tiv o .7
p rim e r C e n tro C o o rd in ad o r se in s ta la en San C ristó b a l de las
C asas en 1951, decisión que fu n d a m e n ta A g uirre B e ltrá n en
sus reconocim ientos del área, los cuales enriquece con las in ­ L a p rim e ra versión de Teoría y práctica de la educación indígena
form aciones que a p o rta n los inform es etnográficos p rep a ra d o s (p u b lic ad a p o r la U N A M ) fue leíd a y defendida en el C u a rto C on­
por Sol T ax y Alfonso V illa R o jas. O c u p a r la dirección de este greso N acional de Sociología. E n e s ta o b ra (que a m p lia ría y p e r­
C e n tro C oordinador le p e rm itiría d e se n tra ñ a r la esencia de lo feccionaría p a ra su nueva edición en 1973) se recogen las diver­
regional “u n a vez que confrontó la realid ad con la p rá c tic a ” , sas experiencias de la educación ru ra l m exicana, a rticu lán d o las
según lo in d ica en un reciente ensayo.6 E n 1952 (cu an d o y a en u n a p ro p u e sta a su vez conceptual y p ro g ra m átic a que, al
h a b ía sido designado su b d ire c to r del In s titu to N acional Indige­ correr de los años, alcan zaría relevancia n o rm a tiv a en los p la ­
n ista ) realiza u n a in te n sa te m p o ra d a de tra b a jo de cam po en la nes y p rogram as de educación indígena. F in alm en te, la alfa­
S ierra T a ra h u m a ra auxiliado p o r Francisco P la n e a rte ; sus re­ betización en lenguas vernáculas, los principios y m étodos de
su ltad o s se concretan en la in stalació n del C en tro C oordinador antro p o lo g ía social entendidos como h e rra m ie n ta p a ra im p u lsar
de G uachochi, en agosto de 1952. el desarrollo de las regiones h a b ita d a s por los pueblos indios y el
L a investigación que realiza e n tre 1949-1950 en la cuenca de enfoque integral de la educación indígena propugnados en el li­
T epalcatepec, M ichoacán, su m ad a a sus experiencias en C h ia­ bro, serían oficializados en 1963 d u ra n te la A sam blea A nual del
pas y la S ierra T a rah u m a ra , le m otivaron im p o rta n te s reflexio­ Consejo Técnico de la E ducación presidida po r el secretario de
nes sobre la integración ecológica de la población indígena y su E ducación P ú b lic a Jaim e Torres B odet. P o r esos años A guirre
interrelación p o lític a con la sociedad nacional. Form as de go­ B e ltrá n sería p o stu lad o po r el P a rtid o Revolucionario In s titu ­
cional como d ip u ta d o al Congreso de la U nión, rep resen tan d o
bierno indígena vendría a ser el p ro d u cto de este ejercicio in te ­
a uno de los d istrito s electorales de la provincia veracruzana,
5 F . B áez-Jorge, “La antropología aplicada desde la perspectiva teórico-práctica cargo que desem peñó de 1961 a 1964. H abía regresado a ra d i­
de Julio de la Fuente” , en A guirre B eltrán, G., Rom ano, A., Pozas, R. et. a i, P en ­ car a la e n tid a d , en 1956, cuando el gobernador A ntonio M.
sam iento antropológico e indigenista de Julio de la Fuente, E d. In stitu to Nacional Q uirasco lo invitó a ocupar la R ectoría de la U niversidad Vera-
Indigenista, México, 1 9 8 0 , pág. 1 3 1 - 1 3 2 .
6 G . A guirre B eltrán, “Form ación de u n a teo ría y u n a p rác tic a indigenista” ,
véase n o ta 2. 7 Ibidem.
14 C RÍTIC A A N T R O PO L Ó G IC A . HO MB R ES E IDE AS
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cruzana, casa de estudios que se tran sfo rm a en u n a seria in sti­ E n mi opinión, E l proceso de aculturación es la o b ra to ra l
tución académ ica, llevando su nom bre e im p o rta n c ia m ás allá del indigenism o m exicano y uno de los libros fundam entales de
de sus estrechos lím ites parroquiales. Q uedan como testim o n io la an tro p o lo g ía m exicana. M ás aún, tiene que ser considerada
indiscutible de su notable gestión rectoral u n a im p o rta n te la ­ como u n a de las contribuciones m ás im p o rta n tes de las ciencias
bor editorial (cuya orientación y contenido tienen hoy en d ía sociales en L atinoam érica en ta n to conjuga los elem entos de un
plena vigencia); el im pulso que se brindó a la investigación y la p a ra d ig m a científico con las propuestas de un p ro g ra m a político
enseñanza de ia antropología al fundar en 1957 el In s titu to y de inspiración nacionalista. E n un ensayo dedicado al te m a he
la Escuela (donde se im parten las especialidades de lingüística, explicado las coincidencias de los planteam ientos políticos de
arqueología y antropología social); la profesionalización de la la integración intercultural (in stru m e n ta d a po r el E stad o m e­
enseñanza universitaria y el desarrollo alcanzado en la difusión xicano como núcleo operativ o del indigenism o) con las a lte r­
cultural. n ativas de cam bio socioeconóm ico prom ovidas p o r organism os
Precisam ente durante el prim er año de su gestión rectoral económ icos vinculados a los intereses del capitalism o ( c e p a l ,
concluye El proceso de aculturación, que la u n a m e d ita en 1957 BID, A L PRO, etc.). De ta l form a, las estretegias y recom enda­
como parte de la serie de publicaciones del Sem inario de E s­ ciones im plican, básicam ente, la consolidación del m estizaje (en
tudios Científicos y Filosóficos dirigidos por Eli de G o rtari. lo étnico y c u ltu ra l), la integración nacional (en la dim ensión
Creo que quienes hemos desem peñado tare as a d m in istra tiv a s, p olítica) y el desarrollo de acuerdo al m odelo c a p ita lista (en lo
sin descuidar la preparación sim ultánea de m odestas c o n tri­ económ ico).9 En este co n tex to adquiere su relevancia org án ica
buciones al pensam iento antropológico, com prendem os en su E l proceso de aculturación, lib ro al que ju sta m e n te G uillerm o
cabal m agnitud el esfuerzo que debió significar la redacción de la P e ñ a considera “u n a o b ra form idable de reflexión personal
de este libro al tiem po que su a u to r cargaba con la enorm e sobre la c u ltu ra m exicana” en l a que (con la lógica dialéctica
responsabilidad de reorganizar la U niversidad V eracruzana. Un com o in stru m e n to ) se concertan las principales corrientes an ­
valioso testim onio sobre la m agistral habilidad d esarro llad a por tropológicas de la ép o ca, el nacionalism o de los liberales j a ­
A guirre B eltrán p a ra concertar la función pública con la inves­ cobinos del M éxico decim onónico, el ideario a g ra ris ta de los
tigación científica, es el del d octor Fernando Salm erón, uno de revolucionarios m exicanos, el m arxism o latin o am erican o que
sus principales colaboradores d u ran te los cu a tro años que o cu p a rem ite necesariam ente a M ariáteg u i, la lla m a d a “filosofía de
la rectoría, y hoy en día figura destacadísim a de los estudios lo m exicano” , y el p en sam ien to de los antropólogos m exicanos
filosóficos en México. E stas son sus palabras tra n s c rita s de u n a fundadores del indigenism o. Es desde este p u n to de v ista que
e n trev ista grab ad a en 1980: De la P e ñ a le señala com o tínico an tecedente com parable Los
grandes problem as nacionales, el im p o rta n te estudio de A ndrés
El doctor Aguirre Beltrán tenía sobre su escritorio sus notas y M olina Enríquez publicado en 1909. E n u n a p e rsp e c tiv a dife-
cuando cerraba la puerta después de despachar a algunos de sus
visitantes, continuaba su trabajo como si no se hubiera distraído. de 1980, como p a rte de u n am plío estudio que sobre la o b ra de A guirre B eltrán
El trabajo se interrum pía con una nueva visita o con un nuevo pro­ p rep arab a en ese tiem po. L am entablem ente, apenas esbozado, lo abandoné, de­
bido a la necesidad de atender otros proyectos. E n el m arco de este interés solicité
blema pero seguían sobre su escritorio sus fichas y sus borradores. la en trev ista de referencia, adem ás de la que concediera a la m ism a persona (en
De esta m anera lo vi trab ajar y a p artir de ese momento me pareció el mes y año citado) el propio A guirre B eltrán.
que no era un porvenir tan siniestro que un intelectual tuviera que 9 F. Báez-Jorge, “A culturación e integración intercultural: u n m om ento histó­
estar ligado a la adm inistración de instituciones educativas.' rico del indigenismo mexicano” en INI 30 años después. Revisión critica, Edición
especial de A niversario de México indígena, órgano de difusión del INI, 1978, pag.
297. Tam bién: R. Stavenhagen, “C astas, clases y proceso dom inical. N otas sobre
la A ntropología Política en la obra de A guirre B eltrán” , en H om enaje a A gui­
* E ste testimonio fue registrado en u n a entrevista que Fernando Salm erón con­ rre B eltrán, t. I In stitu to Indigenista Interam ericano-U niversidad V eracruzana,
cedería a M aría del Carm en Farías (mi auxiliar de investigación) en septiem bre 25 México, 1973.
16 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S ESTU D IO IN T R O D U C TO R IO IT

re n te , conviene recordar la opinión de A ndrés M edina, quien ve xican as y p a sa n a e x a m in a r la p ro b le m á tic a que e n fre n ta n las
en E l proceso de aculturación el re su lta d o de un p ro ce d im ie n to poblaciones in d ia s, desde A m érica C e n tra l h a s ta la s regiones
ecléctico, reconociendo tam b ién que re p re se n ta “un esfuerzo an d in a s. El m odelo a n a lític o en que se s u s te n ta R egiones de
epistem ológico dirigido a c o n stru ir u n a te o ría a p a r tir de la re fu g io .. . — p e rm íta se m e e sq u e m a tiz a r— in c o rp o ra com o ca­
ex periencia p a rtic u la r de la an tro p o lo g ía en la c a ra c te riz a c ió n teg o rías ex p licativ as la ecología enem iga, el rezago dem o g ráfico ,
y solución del p ro b lem a in d íg en a en M éxico” .10 la circulación h u m a n a que lim ita los fenóm enos de innovación
E n 1964, al concluir su gestión legislativa, A g uirre B e ltrá n es ocu p acio n al y so c io c u ltu ral, la presen cia de u n a “e s tr u c tu r a
in v itad o por Alfonso C aso a o c u p a r n u evam ente la su b d irecció n de c a sta s ” , d u a lid a d en las form as de gobierno y la vigencia
general del IN I, la cual perm aneció vacan te d u ra n te los años en de relaciones in te ré tn ic a s exclusivas que provocan situ acio n es
que dirigió la U niversidad V eracruzana y se d esem peñó com o de con flicto g ru p a l y sen tim ien to s de h o stilid a d . E l co n ju n to
d ip u ta d o federal. En realidad, como él m ism o lo h a in d icad o , a n a lític o p a rte de co n sid erar que en las regiones in te rc u ltu ra le s
desde 1963 m antiene estrecho co n ta c to con la in stitu c ió n in ­ de refugio prevalece u n a econom ía dual, m arco en que m estizos
digenista al encargarse de ta re a s ed itoriales que se c o n c re ta n e indígenas in te ra c tú a n de m a n e ra desigual. P o r o tr a p a rte , en
felizm ente en el inicio de la Colección de A n tro p o lo g ía Social este lib ro A g uirre B e ltrá n t r a t a de explicar con m ay o r p ro fu n ­
(hoy en d ía u n a de las m ás im p o rta n te s en len g u a c a ste lla n a ). d idad la co n tradicción e n tre las dos ten dencias ideológicas de la
p oblación m e stiz a (la n acio n al, que prom ueve la in teg ració n , y
En 1966 es elegido d irector del In s titu to In d ig e n ista In te ram e ri-
la regional que la o b sta c u liz a ) ¡nicialm ente a n a liz a d a en E l pro­
cano, cargo en el que su stitu y e al d o c to r M iguel L eó n -P o rtilla.
ceso de aculturación. D esde su p u n to de v ista , l a co n trad icció n
Sus excelentes credenciales como teórico y d irectivo del in d i­
es p ro d u c to de “u n a falsa conciencia” de la que son p o rta d o re s
genism o m exicano, la proyección que en to rn o a sus m érito s
los ladinos que se s itú a n “a p a rte de la m ay o ría c iu d a d a n a ” ,
indiscutibles tra n sm ite Alfonso Caso a la cancillería m ex ican a
la cual se u b ica com o “élite regional” que “co n stru y e su propio
(b ajo la responsabilidad de A ntonio C arrillo F lores) se concre­
m arco m e n ta l y desde él co n tem p la a su a n to jo y satisfacción el
ta n en su postulación y elección consiguiente. A ntes de dirig ir
lim itad o cam po de su universo” , p o r lo cual “carece de a u te n ti­
el In stitu to Ind ig en ista In teram erican o lleva a cab o la in v esti­
cidad, e s tá en c o n tra de los su p u esto s dem ocráticos y las in te r­
gación que h a ría posible Regiones de refugio. E l desarrollo de pretaciones o rto d o x a s de la p a rte consciente de la n ació n ” .11 Es
la com unidad y el proceso dom inical en M estizo-A m érica, o b ra evidente que el análisis no su b ra y a el co m ponente del conflicto
que e d ita el propio organism o en 1967. El apoyo fin an ciero que c lasista in h eren te a las relaciones e n tre indios y ladinos, que
le p ro c u ra L eón-Portilla desde la dirección del In s titu to Indige­ A guirre B eltrán en m a rca en u n a “e s tru c tu ra de c a sta s” .
n ista Interam ericano le p erm ite recorrer varios países c e n tro y D esde posiciones analíticas c o n tra p u esta s se h a n e x te rn ad o
sudam ericanos, periplo en el que cosecha inform aciones de p ri­ a rgum entos que evidencian que el m odelo de la región de refugio
m era m ano e im p o rta n tes diálogos con especialistas. Su ob jetiv o “h a llegado a convertirse en u n a cam isa de fuerza que in h ib e
teórico, según lo h a expresado reitera d am e n te , e ra d e m o stra r la ulteriores desarrollos teóricos” , com o lo h a indicado G uillerm o
viabilidad del concepto, form a y función de las regiones in te r­ de la P eñ a, después de exam inar la reseña c rític a p u b lic a d a
culturales de refugio, desde las perspectivas histó rico -cu ltu ral en 1969 po r R o b ert H unt en A m erican A nthropologist.12 P ero
y sociológica. En form a ta l, la ta re a in iciad a en E l proceso de
aculturación adquiere en Regiones de refugio u n a m ayor di­ 11 G. A guirre B eltrán, Regiones de refugio. El desarrollo de la com unidad en
m ensión de orden teórico y m etodológico. Las reflexiones tra s ­ M esiizoamérica, In stitu to Indigenista Interam ericano, México, 1967. p ág. 227-
228.
cienden las fronteras parroquiales de las áreas indígenas m e­ ia G. de la Peña, op. cit. E n u n a perspectiva diferente A lejandro D. M arroquín
consideró que el m odelo de la región de refugio contribuyó al logro de u n a expli­
10A. M edina, “Sem blanzadel D r. Gonzalo A guirre B eltrán” , en G .A .B ., Im a ­ cación sistem ática de la problem ática general enfrentada por la población indígena
gen y obra escogida, U N A M , 1985. en L atinoam érica, adem ás de proporcionar “Las bases sólidas y precisas de la
18 C R ÍT IC A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R ES E IDE AS E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 19

su im portancia en la orientación del indigenism o latin o a m e ri­ In stitu to ) de las denuncias del X X XIX Congreso In tern acio n al
cano es indiscutible, p articularm ente en los años in m ediatos de A m ericanistas en to rn o a las m ata n za s p e rp e tra d a s en con­
al triunfo de la Revolución cubana, m om ento en el que la te ­ t r a de grupos trib ales am azónicos y de los indios m iskitos en
sis del dualism o económico es centro en las discusiones de los N icaragua. Se h a considerado, con razón, que e s ta publicación
científicos sociales latinoam ericanos. A guirre B eltrán se sum a debió m otivar la ru p tu ra del d ictad o r A n astasio Som oza con el
al debate a p a rtir de los postulados básicos de la te o ría a n tro ­ In s titu to In d igenista In teram erican o , re tira d a que, p o r cierto,
pológica de la región intercultural que desarrolla, com o hem os fue reconsiderada en 1971 d u ra n te la gestión directiva del doc­
visto, con base en su experiencia indigenista y a la revisión de to r G onzalo R ubio O rb e .14
los planteam ientos de la antropología cu ltu ral norteam erican a. La publicación en 1963 de M edicina y magia. E l proceso de
Andrés M edina h a sintetizado acertad am en te la im p o rta n c ia aculturación en la estructura colonial, m erece am plio c o m en ta­
otorgada a Regiones de refugio en L atinoam érica: rio. La redacción final de e s ta o b ra (un verdadero índice p a ra
la teo ría de los procesos de cam bio c u ltu ral y sincretism o en
El libro de Aguirre Beltrán constituye un serio intento de abstraer A m érica) es realizada po r A guirre B eltrán en enero del citad o
la experiencia tenida en México y contenida en la “escuela de an­ año, cuando se o cu p a to d av ía de ta re a s legislativas sin p e rd e r
tropología mexicana” para hacerla extensiva a los otros países de co n tacto con las acciones indigenistas, como antes se h a dicho.
América Latina, en especial a aquellos países del área andina que En realidad, la edición de este libro es el p u n to final de un largo
poseen grandes contingentes de población india y donde la política y m eticuloso tra b a jo de investigación e tn o h istó ric a en el que
indigenista tiene cierta im portancia, no tanto por su carácter es­ el a u to r tiene presente la im p o rta n c ia del conocim iento a n tro ­
trictam ente político como por la m agnitud de los problem as que pológico en la form ulación de los program as de salud destinados
dicha población presenta a nivel nacional.13 a las regiones in tercu ltu rales. P uede decirse que la a p o rta ció n
teo ría-p rá c tic a de A guirre B eltrán a la a n tro p o lo g ía m édica se
Por o tra p arte, es evidente que p a ra exam inar en to d a su inicia en 1955 con la edición de Programas de salud en la s i­
am plitud la influencia que ejerce Regiones de refugio en el in­ tuación intercultural, originalm ente u n a p o nencia p re se n ta d a en
digenismo, precisa sum ar al análisis de la co y u n tu ra socioe­ la O ctava A sam blea M undial de la Salud, celebrada en M éxico.
conóm ica y política que vive L atinoam érica en ese tiem p o , la Sin em bargo, su interés en e s ta dirección se h a b ía m an ifestad o
presencia de A guirre B eltrán en la dirección del In s titu to In­ desde tiem po a trá s . E n unión de Ju lio de la F uente a te n d e ría
digenista Interam ericano que, como es sabido, tiene e n tre sus la c á te d ra de antro p o lo g ía en la E scuela S uperior de M edicina
finalidades difundir inform ación y m étodos que co n trib u y an al R u ral (asociada a la lúcida inteligencia de M iguel O th ó n de
m ayor conocim iento y la m ejoría de las condiciones de vid a de M edizábal) y a la de problem as m édico-sanitarios en la E scuela
los indígenas, adem ás de coordinar los esfuerzos orien tad o s a N acional de A ntropología. D ic ta ría p o sterio rm en te la m ism a
la realización de estos propósitos. Es o p o rtu n o recordar el im ­ c á te d ra a nivel de postg rad o en la E scuela N acional de Salud
pulso que im prim iera A guirre B eltrán a las acciones de dicho P ública. En su investigación sobre la cuenca del T epalcatepec
organism o, en particu lar su preocupación por el resp eto a la dedica un cap ítu lo al estudio de la salud y la enferm edad, en
vida y a los derechos hum anos de los indígenas m anifiesto, por ta n to que en sus prim eras experiencias en el In s titu to N acional
ejem plo, en la inclusión en A m érica Indígena (rev ista oficial del In d igenista aplica y evalúa sus reflexiones en los p ro g ram as
de salud puestos en m arch a en los centros coordinadores. H ay
acción práctica” . Véase A. D. M arroquín, “La teoría de las regiones de refugio” , en que agregar que la investigación h istó ric a que n u tre M edicina y
Homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrán, t. I, In stitu to Indigenista Interam erican o -
Universidad Veracruzana. México, 1973, pág. 19.
14E. M asferrer K an, “El In stitu to Indigenista Interam ericano” , en B oletín de
13 A. M edina, “Tres puntos de referencia en el indigenismo m exicano contem ­
Antropología A m ericana, núm . 13, In stitu to P anam ericano de G eografía e H isto­
poráneo” , en La quiebra política de la antropología social en México, 2 tom os, t.
II. C. G arcía M ora y A. M edina (editores), UNAM, México, 1986, pág. 178. ria, México, julio, 1986. pág. 113.
20 C R ÍT IC A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R ES E IDE AS E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 21

m agia... es realizada por A guirre B eltrán en el A rchivo G eneral re tiro h acia actividades a d m in istra tiv a s de alcance regional las
de la Nación entre 1942 y 1943 (revisa m ás de 700 procesos de cuales, p o r fo rtu n a , se trad u cen en un renovado ím p e tu en las
la Inquisición), al m ism o tiem po que exam ina los antecedentes tare as de investigación.
de la población negra en México. En 1945 escribe los prim eros C orresponde a A guirre B eltrán conducir el gigantesco creci­
siete capítulos de la obra, cuya redacción final fue a p la z a d a por m iento del IN I d u ra n te la gestión presidencial de Luis E cheverría
el cum plim iento de las diversas tareas de orden público a las (1970-1976). En solam ente seis años se in sta la n 60 centros co­
que antes se h a aludido. ordinadores, 46 m ás que los que se h a b ía n in au g u rad o desde
Del interés despertado por M edicina y m a g ia ... dan c u e n ta la creación del INI en 1948. En un reciente ensayo sin te tiz a ría
sus reediciones en 1973,1980 y 1987 por p a rte del In s titu to N a­ con pleno sentido crítico su p articipación en este im p o rta n te
cional Indigenista. Y, paralelam ente, de la preocupación p e rm a ­ m om ento del indigenism o m exicano:
nente que en el pensam iento de A guirre B eltrán tiene la teo ría
No pretendo en modo alguno ju stificar errores o legitim ar acier­
de la salud y la enferm edad en las situaciones intercu ltu rales, tos durante el tiem po de mi responsabilidad como ejecutor de la
es prueba fehaciente su reciente tra ta d o Antropología médica: política indigenista del presidente Echeverría, pero sí deseo dejar
sus desarrollos teóricos que e d ita el C IESA S en 1986. Se t r a t a constancia de que, a mi juicio, hizo lo que ju stam en te debía de
de un nuevo h ito en su quehacer antropológico; rep re sen ta un hacer p ara salvar a los pueblos étnicos de la extrem a postración,
elaborado producto de su talento que parece d ilatarse a con­ de todos órdenes, a que son sometidos por el contacto social y
tratiem po; una síntesis m agistral que reúne las vertientes de su cultural con la sociedad m exicana envolvente, capitalista, rapaz y
form ación original en la m edicina y de su desarrollo intelectu al connaturalm ente agresiva. Si en alguna m edida el presidente Eche­
en la antropología. No hay du d a de que su ap o rtació n a la verría pudo lograr su propósito durante el tiem po de su m an d ato
antropología m édica rebasa los lím ites nacionales y latin o am e­ es bastan te p ara mí, porque con ello m arcó un cam ino correcto y
un paradigm a adecuado p a ra alcanzar la m eta que los indigenistas
ricanos. Se tr a ta de u n a seria contribución cuya im p o rta n c ia
perseguim os.1*
apenas em pieza a valorarse en to d a su m ag nitud. Desde este
terreno, las turbulencias de la d isp u ta ideológica en to rn o a los L a a n tig u a a m istad que u n ía al ingeniero V íctor B ravo A huja,
indios y la conform ación de la Nación (de la que A guirre B e ltrá n secretario de E ducación P ú b lica 1970-1976, y a A guirre B e ltrá n ,
h a sido exponente señero d u ran te tres décadas) tiene que ob­ seguram ente fue d e te rm in a n te en su designación sim u ltán ea en
servarse como m eras perturbaciones de la atm ósfera p o lític a y, la su b sec re ta ría de C u ltu ra y E ducación E x traesco lar y la di­
por ta n to , con vigencia históricam ente d eterm inada. rección del In s titu to N acional Ind ig en ista (cargo en el que se
negó a recibir honorarios). E ste sólido vínculo o rientó volun­
tades y p erm itió que su la rg a experiencia ac u m u lad a en asu n ­
tos educativos e indigenistas c rista liz a ra d u ra n te este sexenio
II
en u n a p o lític a in d ig en ista coherente, propiciando acciones de
apoyo recíproco e n tre las instituciones que m an te n ía n proyectos
en las regiones indígenas. E m pero, d u ra n te ese periodo las bases
E n el lapso que abarca de 1970 a 1977 se reg istran las m ás agu­
ideológicas del indigenism o m exicano fueron severam ente cues­
das respuestas críticas a la teo ría y p rác tic a in digenista p ropug­ tio n ad as, enjuiciam iento que debe exam inarse o rgánicam ente
nadas po r A guirre B eltrán. El tono de las m ism as crece h acia a rticu lad o a la crisis del m odelo desarro llista que, en su versión
1980. E ste periodo coincide con su desem peño com o subsecreta­ m exicana, te n d ría en el m ovim iento estu d ia n til de 1968 su pri-
rio de C u ltu ra y Educación E xtraescolar y d irector general del
In stitu to Nacional Indigenista (1971-1976). M arca su ascenso 15 G. A guirre B eltrán, “Form ación de u n a teoría y u n a práctica indigenista” ,
a los prim eros niveles del a p a ra to gu b ern am en tal y, después, su véase la n o ta 6.
E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 23
22 C R Í T IC A A N TR O P O L Ó G IC A . H O M B R ES E IDE AS

m era m anifestación de im portancia. El decurso del M éxico con­ cercanos al m aterialism o histórico explican las causas del et-
tem poráneo quedaría signado por la violenta represión g u b e rn a ­ nocidio y la m iseria de los grupos étnicos en el co n tex to de la
m ental que alcanza en la m atan za de T latelolco p a té tic o clím ax. form ación social m exicana, proponiendo un nuevo pen sam ien to
Refiriéndose a estos hechos Angel Palerm , conocedor profundo antropológico de cará c te r crítico en el cual los pueblos indios
de la dirección seguida por el pensam iento de A guirre B eltrán , sean analizados en el m arco de la e s tru c tu ra clasista que ca­
a p u n ta ría acertadam ente: rac teriza a la sociedad nacional. A guirre B eltrán resp o n d ería
en tono polém ico los planteam ientos de G onzález C asanova,
La crisis nacional de fines de la década del 60 y las renovadas así como los de B onfil, Nolasco, W arm an y dem ás a u to re s del
discusiones sobre el indigenismo y la integración del indio que co­ libro aludido. C onduciría con tono enérgico y lúcido — el cual
incidieron con ella abren una nueva etapa en la o bra intelectual de tiene que reconocerse p o r m ás que m edien diferencias teóricas e
Aguirre. Su característica principal consiste en que asum e to tal­ ideológicas— las respuestas de los in d igenistas, e n tre o tra s las
m ente la polémica con los críticos y lo hace con gran rigor dialéctico del propio Alfonso C aso, Ju a n C om as, Alfonso V illa R o ja s, etc.
y sin rehuir los riesgos.18 Q uede claro que conduce p ero no asum e totalm ente la polém ica,
com o señala P alerm .18 /
El cuestionam iento del sistem a político y m exicano, en p a r­ Es precisam ente Angel P alerm quien tien e el a cierto de re­
ticular de sus contenidos ideológicos, tiene su tem p ran o e im ­ u nir los ensayos que A guirre B eltrán escribe e n tre 1967 y 1975
p o rta n te antecedente en La democracia en M éxico, im p o rta n te (es decir, d u ra n te su desem peño en la dirección del In s titu to
obra de Pablo González Casanova que se publica en 1963. En Ind ig en ista In teram erican o , la S u b secretaría de C u ltu ra , y la
el m arco de esta apasionada reflexión política, su a u to r for­ dirección del IN I) en el volum en Aguirre B eltrán: obra polém ica,
m ularía una ab ierta crítica a la antropología social, núcleo del que prologa brillan tem en te y e d ita com o d irector del C en tro
indigenismo: de Investigaciones Superiores del In s titu to N acional de A n tro ­
pología e H istoria. El lector del libro (básico p a ra en te n d e r
Desgraciadamente, hasta hoy la antropología mexicana, que por el desarrollo del pen sam ien to antropológico en M éxico y las
muchos conceptos ha perm itido conocer la realidad de nuestro país, tendencias que sigue la ideología n acio n alista) a d v e rtirá que
y que ha tenido un sentido hum anista del problem a indígena nunca en sus páginas la fin a ironía se m ezcla elegantem ente con la
tuvo sentido anticolonialista, ni en las épocas más revolucionarias
erudición h u m an ística, tejido de ideas que to m a su fo rm a y
del país.1T
consistencia de u n a evidente vocación p o lítica. A guirre B e ltrá n
no defiende en los ensayos que in teg ran e s ta o b ra su p ersp ectiv a
La discusión rebasó la esfera académ ica p a ra in sta la rse en el
antropológica. D ebate los p u n to s de v ista contrarios a su visión
palenque del debate político a p a rtir de 1970, con la publicación
p o lítica respecto a la form ación de la sociedad nacional y a los
del libro De eso que llam an antropología m exicana, escrito por
proyectos indigenistas resu ltan tes.
A rtu ro W arm an, M argarita Nolasco, G uillerm o B onfil, M erce­
El cuestionam iento de las tesis del indigenism o integracio-
des Olivera y Enrique Valencia. Se tr a t a del prim er análisis sig­
n ista irru m p ió h a s ta el seno m ism o del a p a ra to gubernam en-
nificativo sobre el desenvolvim iento de la disciplina en térm inos
de su articulación sociopolítica. A unque sus au to res no h a ­ 18 P a ra seguir el hilo de e sta polém ica, todavía con plena vigencia, consúltense
yan exam inado a fondo los engranajes de la in terd ep en d en cia los trab ajo s de los autores aludidos (y otros de im portancia) en La quiebra de
ciencia-sociedad, por la vía de un razonam iento p o r m om entos la antropología social en México, 2 tom os. C. G arcía M ora y A. M edina (edito­
res), U N A M , México, 1983-1986. Véase, adem ás, el informe sucinto que, sobre el
tem a, p rep ara G . M éndez Lavielle b ajo el títu lo de “L a quiebra política” (1965-
18 A. Palerm, prólogo a Aguirre Beltrán: obra polémica, CIS INAH, México, 1976, 1976) en La antropología en México. Panoram a Histórico. Los hechos y los dichos
pág. 19. (1880-1986). t. 2, págs. 339-437. I N A H - S E P , México, 1987. En especial léanse los
17 P. González Casanova, La democracia en México, E ra, México, 1969, págs. ap artad o s “Las corrientes críticas” y “L a discusión antropológica”.
122-123.
26 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S
E STU D IO IN T R O D U C TO R IO 27

análisis del libro Siete ensayos sobre indigenism o (p u b lic ad o en


cado en M éxico, desde los tie m p o s de la C olonia, visión c rític a
1977 por el i n i ) en el que se reunieron, a le a to ria m e n te , a rtícu lo s
en la que tam b ién se d a c u e n ta de los contenidos pedagógicos
de Salom ón N ahm ad, A ndrés M edina, M ichel A n to ch io w , R i­
y an tro p o ló g ico s asociados a los proyectos g u b e rn a m e n ta le s. A
cardo Ferré, Adolfo C olom bres, A rtu ro M oreno y del que esto
p a rtir de e ste eje an a lític o , A guirre B e ltrá n re e la b o ra algunos
escrib e. Valiéndose de u n a m etá fo ra de connotaciones b íb licas, de los juicios vertid o s en an terio res ensayos polém icos. E l in ­
A guirre B eltrán equiparó a e sta o b rita con las “nuevas ta b la s digenism o de te n d e n c ia s p lu ra lis ta s es colocado en el b a n q u illo
de la ley” , y le dedicó c u a tro vehem entes a rtícu lo s en E l Gallo de los acusados. Se le im p u ta com plicidad en la m an ip u lació n
Ilustrado, suplem ento cu ltu ral de El D ía.21
de los indios:
Es evidente que hay m ucho que escribir resp ecto a las d e te r­
m in an tes, direcciones y alcances del llam ad o in d ig en ism o par- De 1976 a la fecha, este indigenismo de autogestión tiene como
ticipativo que in au g u ra el régim en del p resid en te L ópez P o r­ responsabilidad la implementación de la educación indígena que
tillo. Sin em bargo, independientem ente de la p o s tu ra que se actualiza bajo el motto de educación bilingüe y bicultural [ ...]
asum a an te la cuestión, debe subrayarse que en ese exam en la Los frutos del indigenismo de participación son parcos y están por
referencia a la o b ra de A guirre B e ltrá n re s u lta im p rescin d ib le, debajo de las expectativas que sus impulsores propagan [ ...] El
ta n to en la d iscutida dim ensión de sus perfiles p o lítico s, com o abundante verbalismo que acompaña el fomento de la etnicidad
en el com plejo plano de su conform ación teórica. O b serv ar la desemboca en un indigenismo de ficción que m anipula, al través
de indígenas profesionales, a organizaciones indias, políticamente
política como m etáfo ra de la an tro p o lo g ía deviene, así, en te m a
conformadas, pero sin genuina representatividad.”
de excepcional interés.
En 1977, A guirre B eltrán ingresa al In s titu to de Investigacio­
Lenguas vern á cu la s.. . sería el p rim e r p ro d u c to de un p ro ­
nes A ntropológicas de la u n a m . Su breve presencia en e s ta in s­
yecto de investigación auspiciado po r el C en tro de Investigacio­
titución le b a sta ría p a ra re d a c ta r u n a d o c u m e n tad a evaluación
nes y E stu d io s S uperiores en A n tro p o lo g ía Social, c u y a coordi­
de la investigación antropológica que se realizó en M éxico de
nación en el á re a del Golfo q u e d a ría a cargo de A guirre B e ltrá n
1950 a 1975.22 M uy p ro n to ab a n d o n a el cubículo p a ra volver a
a p a rtir de 1981. Con ta l fin, un g ru p o de jóvenes antropólogos
la adm inistración publica; en 1979 el secretario de E ducación y lin g ü istas realizarían tra b a jo de cam po en la S ierra de Zongo-
Fernando Solana lo designa delegado de e sta in stitu c ió n en el lica a fin de disp oner de m ateriales de p rim e ra m ano destinados
E stad o de V eracruz, difícil encargo que, desde luego, no le im ­ a in te rp re ta r las diversas facetas que e n fren tan la utilización de
ped iría continuar escribiendo sus ensayos polém icos y revisando las lenguas indígenas en la enseñanza. E n 1986 la U niversidad
las experiencias indigenistas a la luz de los resu ltad o s alcan za­ V eracruzana e d ita ría Zongolica: encuentro de dioses y santos
dos por los program as educativos en las regiones indígenas. E ste
esfuerzo adquiere su relevancia m ayor en Lenguas vernáculas. 23 G. Aguirre B eltrán, Lenguas vernáculas. Su uso y desuso en la enseñanza:
Su uso y desuso en la enseñanza: la experiencia de M éxico, que la experiencia de México, CIE SA S, (ediciones La C asa C hata), México, 1983, pág.
16. L a orientación de este libro h a sido analizado recientem ente p o r Luis Vázquez
publica el C entro de Investigaciones y E studios S uperiores en León en los térm inos siguientes: “Dedicó com pleto su últim o capítulo a polem izar
A ntropología Social en 1983. Se tr a t a de u n a visión retro sp e c ­ con las nuevas corrientes antropológicas. D entro del conjunto de la obra, este a p a r­
tiv a de las tendencias de las políticas educativas que se h an ap li­ tad o fue el m ás g ratu ito , en cuanto no se añadió n ad a novedoso a sus reconocidos
lím ites paradigm áticos”. Véase “La historiografía antropológica contem poránea
en México” , en La antropología en México. Los hechos y los dichos (15S1-18S0),
21 L a serie de artículos apareció en agosto de 1977; sus títu lo s d en o tan cla ra­ In stitu to N acional de A ntropología e H istoria, Colección Biblioteca del INAH,
m ente el tras fondo político de la polémica: “El indigenismo com prom etido y el México, 1987, págs. 139-212. El juicio de Vázquez León conjuga, adm irablem ente,
PRl", “L a nueva política indigenista”, etcétera. sonoridad y esquem atism o, pero bien po d ría h a b er añadido profundidad de h a ­
22 G. A guirre B eltrán, “La antropología social” , en Las hum anidades en México berse referido, p o r ejem plo, a la crítica que A guirre B eltrán form ulara a la tesis
1950-1975. Edición de Jorge C arpizo, UNAM, Consejo Técnico de H um anidades, de D íaz Polanco relativa a que la lengua “es el único rasgo p recap italista que
México, 1978, págs. 545-644. conllevan los indígenas ( . . . ) " .
24 CRÍT IC A A N T R O PO L Ó G IC A . H O M B R ES E IDE AS E S T U D IO IN T R O D U C T O R I O 25

tal. Las propuestas particip aţi vas y p luralistas defendidas por el I E P E S se convertirían en p ro g ram a de acción in d ig en ista d u ­
la llam ada antropología crítica (sum a apenas cohesionada de ra n te el régim en de López P ortillo. E ste fenóm eno, que debe
posiciones teóricas e ideológicas de diverso signo) serían a le n ta ­ tip ificarse como vertien te de u n a lucha en el interior del a p a ­
das en el m arco de la sucesión presidencial. Es evidente que h a ­ ra to político (es decir u n a pugna d en tro de la lla m a d a clase
cia fines de 1975 estaban claram ente perfilados los postulados p o lític a ), tiene especial significación p a ra explicar las variables
básicos del nuevo program a de orientación p lu ra lista . F ren te a que se conjugaron p a ra que, p o r p rim era vez en 30 años, en la
la tesis de la integración regional, que tuvo en A guirre B eltrán dirección del IN I se n o m b ra ra a un político desplazándose con
a su últim o y m ás destacado propulsor, surgió u n a p la ta fo rm a ello a los antropólogos. La designación recayó en Ignacio Ovalle
ideológica alternativa que — aunque carecía de u n a firm e a r­ Fernández, joven y destacado m iem bro del gabinete presidencial
ticulación teórica— ofrecía al E stado el discurso de referencia de Luis E cheverría, quien sería responsabilizado tam bién de la
p a ra movilizar a la población india con objetivos corporativos C oordinación del P la n N acional de G rupos M arginales y Zonas
en el entorno y con las reglas del sistem a político m exicano. Se D eprim idas de Presidencia de la R epública.
explica, de esta m anera, el apoyo gu b ern am en tal o to rg a d o a la A la p é rd id a que significó que un antropólogo no dirigiera
integración del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas que, en el INI se su m a ría la de o tra s instituciones vinculadas al indi­
un m arco ag rarista y folclorizante, se constituye en el Congreso genism o y el quehacer pro p iam en te dicho de la disciplina y
de Pueblos Indígenas inaugurado en o ctu b re de 1975 por el m otivó u n a rá p id a resp u esta de A guirre B eltrán. B ajo el su-
presidente Luis Echeverría. El In stitu to N acional In d ig e n ista gerente títu lo de ¿Q ué tan m aldita es la antropología? iniciaría
y la Secretaría de la Reform a A graria ten d rían a su cargo la desde las páginas dom inicales de E l Día un prolongado cues-
convocatoria y organización de e s ta gigantesca ta r e a de coop­ tio n am ien to dirigido no únicam ente a ex am in ar los m óviles de
tación. la gu illo tin a sexenal, sino el nuevo p ro g ra m a in d ig en ista en su
De form a tal, el nuevo proyecto indigenista form ula sus d efi­ conjunto. Vale la p e n a recordar aquellas llanas p a la b ras que
niciones prelim inares en el espacio que le ofrece la c a m p a ñ a abrieron e s ta polém ica, to d av ía no concluida, en los prim eros
p olítica de José López Portillo, candidato p riísta a la P re ­ meses de 1977:
sidencia de la R epública p a ra el sexenio 1976-1982. Sin em ­
bargo, cabe aclarar que en la dinám ica de e sta co y u n tu ra elec­ Al sobrevenir el cambio de funcionarios, con la inauguración de
to ral, la dirigencia nacional del PRI (encabezada por Jesú s R e­ un nuevo gobierno, no se llamó a los antropólogos a colaborar en
yes Heroles) encargaría a A guirre B eltrán (en ta n to d irector la Dirección de los cuatro principales organismos — El In stitu to
del i n i ) el planteam iento de la cuestión indígena que se in ­ Nacional Indigenista, el Patrim onio Indígena del Valle del Mezqui-
cluyó en el Plan Básico de Gobierno, docum ento diferente en tal y la Dirección General de Educación Extraescolar en el Medio
propósitos y contenidos al avalado p o r el In stitu to de E studios Indígena que durante el sexenio anterior habían sido servidos por
dichos profesionales [ ...] El clim a de opinión que condena a la
Políticos, Económicos y Sociales ( i e p e s ) del propio p a rtid o (en
antropología h a trascendido del sector intelectual al m eram ente
ese m om ento conducido por Julio Rodolfo M octezum a), cuya
político y hoy en día no es extraño oír versiones contrapuestas sobre
redacción se confiaría a un grupo de antropólogos, e n tre los la actividad que desempeñan los organismos gubernam entales que
que co ntaba Salomón N ahm ad, G uillerm o B onfil y A rtu ro W ar- fundan la filosofía de su práctica en concepciones antropológicas.30
m an .19 Las propuestas contenidas en el proyecto auspiciado por
L a polém ica e n tre A guirre B e ltrá n y los propugnadores de
19G. Aguirre B eltrán, “El indigenismo comprometido y el PRI” , en E l gallo
ilustrado, suplemento de E l Día, México, agosto, 1977. Tam bién, F . Báez-Jorge,
la nueva ten d e n c ia in d ig en ista alcan zaría su clím ax en el agudo
“L a antropología, el desarrollo capitalista y el nacionalismo mexicano” , en B oletín
de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán, año 4, 30G . A guirre B eltrán , “¿Qué ta n .m a ld ita es la antropología?” , en E l gallo
núm. 24, M érida, Y ucatán, México, 1977, págs. 2-22. ilustrado, suplem ento c u ltu ral de E l Día, México, junio, 1977.
28 C R I T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S E S TU D IO IN T R O D U C T O R IO 29

patronos, p e n e tra n te estudio en el que A guirre B e ltrá n se o c u p a la conveniencia de re u n ir en un volum en sus nu m ero sas p u ­
de los procesos de sincretism o y la adopción de nuevos cu lto s blicaciones dedicadas a ex a m in ar los tra z o s biográficos y las
que se producen e n tre los n ah u as que h a b ita n e s ta a g re ste zona ap o rta cio n e s relevantes de d e sta c ad a s fig u ra s de la h isto rio ­
veracru zan a. El m odelo de la región de refugio es c o n fro n tad o g rafía, la an tro p o lo g ía , el indigenism o y el aco n tecer p olítico
con la acelerad a din ám ica m o d ern izan te que se o p e ra en el á re a , m exicano. C on o cía con b a s ta n te d e ta lle e s ta sig n ificativ a p ro ­
exam en que le p e rm ite p lan te ar nuevas hipótesis en relación con ducción en say ístic a (prólogos, n o tas necrológicas, artícu lo s m o­
los conflictos in terétn ico s, la hegem onía p o lític a y el p a p e l de nográficos) y a rg u m e n té sobre la im p o rta n c ia de in teg rarlo s
los m ovim ientos religiosos. te m á tic a m e n te . C om o e ra de esp erarse, la re s p u e s ta no fue
E ste esquem ático recuento de la actividad in te le c tu al de A gui­ a firm a tiv a . A co stu m b rad o a evaluar c u id ad o sam en te las crea­
rre B eltrán (en el corte tem p o ral tra z a d o a p a rtir de 1971) que­ ciones científicas a je n a s, y a rev isar con o b je tiv id a d c rític a las
d a ría incom pleto de no referir su p articipación en im p o rta n te s pro p ias, el m a e stro p ro m etió m e d ita r sobre el a s u n to y h a b la r
activ id ad es políticas. En ta l dirección d eb e señalarse que d u ­ con m ayor d e ta lle tiem p o después. A b o rd am o s n u evam ente el
ra n te la cam p añ a electoral del entonces c a n d id a to p residencial, te m a en a g o sto de 1987 y n o té que su án im o h a b ía cam biado; no
licenciado M iguel de la M adrid H u rtad o , co o rd in a ría la R e­ in sistió en el p rete n d id o c a rá c te r m arg in al o c irc u n sta n c ia l que,
unión de P rioridades N acionales del p r i d e d ic a d a a la cuestión con m o d estia , a trib u ía a estos ensayos. Los consideró, entonces
indígena, celebrada en m ayo de 1982 en Tepic. En 1983 asis­ “o b ra su e lta ” que bien p o d ría reunirse p reced id a de un prólogo
tiría a las reuniones de consulta convocadas p o r el Senado de la explicativo. E n m ayo del presente año, fin a lm e n te , decidió edi­
R epública, en relación con la presencia y a ctiv id ad en M éxico tarlo s. Al tiem p o de en treg arm e los m ateriales fotocopiados y
del controvertido In stitu to L ingüístico de V erano. D ebo decir ordenados de m an e ra te n ta tiv a , m e pidió re d a c ta r un te x to
que, en ta n to p articip a n te en estos encuentros, he fija d o m i p o ­ in tro d u c to rio y organizarlos p a ra su publicación. El p asad o
sición en o tra publicación.24 Me lim ito aquí a reconocer el a lto agosto presen té a A guirre B e ltrá n un proyecto de o rdenación, el
nivel conceptual y político que la presencia de A guirre B e ltrá n títu lo que sugería p a ra el volum en y le expresé que escrib iría un
im prim ió a estos foros. En el com plejo cam po de los m iste ­ estudio in tro d u c to rio biobibliográfico que d a ría c u e n ta de los
rios del po d er, las divergencias no im plican ig n o rar los m ere­ m om entos claves de su quehacer antropológico y de su a ctiv id ad
cim ientos de los p rotagonistas. R eflexionando sobre la filosofía política, contextos necesarios p a ra u b icar el contenido teórico y
aristo télica, el inm enso Alfonso Reyes escribiría u n a p ro fu n d a sentido ideológico de los artículos que in te g ran e s ta antología.
fórm ula que viene al caso recordar: “La verdad de las cosas Las p ro p u esta s fueron a cep tad as y he tenido que en fren tarm e
no e s tá en sus apariencias virtuales, sino en el sentido de sus con la honrosa, p ero e x tre m a d a m e n te delicada, ta r e a de p re­
ten d en cias.” p a ra r las p a la b ras previas a la o b ra de u n a de las fig u ras m ás
destacad as de la an tro p o lo g ía m exicana. Situaciones sem ejantes
viví en 1977 cuando A lejandro D ag o b erto M arroquín m e pidió
prologar la segunda edición de Tlaxiaco. La ciudad m ercado;
III en 1980, al re d a c ta r (a solicitud de mi m aestro A rtu ro M onzón
E stra d a ) la presentación de E l calpulli en la organización social
de los tenochcas, p a ra su reim presión por p a rte del IN I en su
E n u n a larg a y anim ada conversación que so stu v iera con G on­ colección Clásicos de la A ntropología M exicana; y, m ás recien­
zalo A guirre B eltrán en m arzo de 1985, me anim é a sugerirle tem en te, en 1987, al encargarm e la inolvidable C a lix ta G u iteras
Holm es que escribiera el prólogo de la tam bién segunda edición,
M F . Báez-Jorge, ¿Líderes indios o interm ediarios in d ig en ista sf D inám icas e s ta vez cu b an a, de Los peligros del alma. V isión del m undo de
internas y externas en el caso mexicano, Ed. Cuicuilco, Escuela N acional d e An­
tropología e H istoria, Documentos de T rabajo (2), México, 1985. un tzotzil. Sin em bargo, la responsabilidad presente d esborda
30 C RÍTIC A A N TR O PO LÓ G IC A . HO MB R ES E IDEAS
E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 31

los lím ites de anteriores compromisos en ta n to se refiere al con­


dio realizado p o r A guirre B eltrán .25 O jalá que su publicación
ju n to de un quehacer intelectual. en este volum en con trib u y a a que los h istoriadores m exicanos
Creo que Crítica antropológica. Hombres e ideas. C ontribu­ otorguen m ayor atención a sus ricos alcances de in terp retació n .
ciones al estudio del pensam iento social en M éxico es un títu lo El segundo ensayo, que se incluye en la p rim e ra p a rte , e stá
que define con claridad el contenido de este libro. E n los trece dedicado al análisis de H istoria de la m edicina en M éxico, desde
ensayos que lo integran, la erudición de A guirre B e ltrá n a n u d a la época de los indios hasta el presente, o b ra m o n u m en tal en
con originalidad y riqueza m etodológica las claves biográficas, tres volúm enes e scrita por Francisco A. Flores, y p u b licad a en
las ideas fundam entales, y las atm ósferas sociales que p e rte ­ M éxico en 1886-1888. R esu lta de singular interés co n fro n tar la
necen y viven las figuras intelectuales y políticas exam inadas. atención de A guirre B eltrán a este m om ento p a rtic u la r de la
En prim era instancia, debo decir que este en tram ad o nos coloca h isto ria del pensam iento en M éxico, con las ideas que Alfonso
ante una singular visión de la historia de México, p ro p u esta que Reyes escribiera en to rn o a cuestiones sem ejantes en 1939, en
la sección IV de su notable D iscurso por Virgilio:
quiere recoger la trem enda im portancia que en la form ación
teórica del autor tienen las cuestiones historiográficas, como
¿C uántos son los universitarios de México que conocen la historia
hemos visto en páginas anteriores. de los esfuerzos científicos mexicanos [ ...] ? ¿Qué médico salvo por
Los artículos se han agrupado bajo tres am plios enuncia­ afición personal de auto d id acta conoce los éxitos y em peños de la
dos sin la m ediación de preocupaciones cronológicas. Son las m edicina m exicana, o h a estudiado en un curso especial los secretos
tem áticas los ejes en torno a los cuales se procedió a e n lista r­ de la farm acopea indígena, que a veces nos vienen a enseñar los
extraños, como acontece con el peyote ? [ ...] No digo que todo esto
los. El prim er ap artad o , En la huella del Siglo de las Luces,
se ignore: afirm o que no se cultiva como obligación general, como
incluye dos interesantes estudios. El prim ero e stá dedicado a la p arte del saber universitario. Sólo los m aniáticos de la erudición
obra de Francisco Javier Clavijero, p a rticu la rm e n te a su H is­ conocen los capítulos de Icazbalceta sobre los orígenes de nuestras
toria antigua de México, libro fundam ental en la historiografía ciencias e industrias.“
am ericana del siglo x v m , y toral p ara entender el proceso que
configura “la identidad del m exicano a c tu a l” , p o r decirlo en las Y precisam ente a las Obras de Jo aq u ín G arcía Icazb alceta y
propias palabras de A guirre B eltrán. El ensayo concluye a p o r­ a su artícu lo “Los m édicos en M éxico en el siglo x v i ” , se refiere
tand o una síntesis de los postulados básicos de la concepción A guirre B eltrán cu ando se o cu p a de la nó m in a de m édicos, ciru­
del hom bre y de la sociedad propuesta p o r C lavijero, y e s ta ­ janos y o tro s práctican tes españoles d u ra n te el periodo colonial,
bleciendo su posición proclive a la independencia de la N ueva an o tan d o que a estos estudios y al de Som olinos d ’A rdois, debe
E spaña. O riginalm ente, fue publicado en 1976 con c a rá c te r de acudirse “p a ra suplir las om isiones de Francisco Flores” . C on su
introducción a Francisco X avier Clavijero. A ntología, en la co­ aco stu m b rad a p u lcritu d an alítica, A guirre B e ltrá n explica los
contenidos y propósitos de la o b ra de Flores en el co n tex to del
lección SEP/ SETENTAS que, dicho sea de paso, co n stitu y ó un
auge del positivism o en M éxico, después de p e n e tra r en detalle
extraordinario esfuerzo editorial concebido p o r A guirre B eltrán
du ran te su gestión como subsecretario de C u ltu ra . Recom iendo 35G . M archetti, Cultura indígena e integración nacional. La “H istoria anti­
al lector confrontar los puntos de vista que recientem ente e x te r­ gua de M éxico” de F .J. Clavijero, U niversidad V eracruzana, colección B iblioteca,
n a ra Giovanni M archetti en torno a l a o b ra de C lavijero, con los X alapa-M éxico, 1986. Como d a to curioso, a propósito del acercam iento de los
estudiosos europeos a la o b ra de Clavijero, es necesario señalar que u n etnólogo
que nuestro a u to r form ulara diez años antes. Se h a lla rá n claves de la ta lla de J.G . Frazer lo refiere como “historiador italiano” en su libro El
simbólicas com partidas, divergencias de form a y acercam ientos folklore en el A ntiguo Testam ento, F C E , México, 1981.
“ A. Reyes, “Discurso p o r Virgilio” , en Antología de la Revista Contem porá­
analíticos de fondo, adem ás del reconocim iento que expresa el neos. Introducción, selección y n o tas de M. D uran, F C E , México, 1 9 7 3 . págs. 1 6 3 -
citado investigador de la U niversidad de B olonia al serio e stu ­ 189.
32 C R ÍT IC A A N T R O PO L Ó G IC A . H O M B R ES E IDEAS E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 33

en la atm ósfera de los fenómenos aculturativos que en el plano de la ac tiv id a d revolucionaria de R icardo Flores M agón com ­
de la m edicina se producen en la N ueva E sp añ a y el m undo p le ta la n o tab le síntesis biográfica que se alza por encim a de
ibérico, con su herencia cultural m ora y ju d ía . De e s ta m an era las apologías, m anteniendo un consistente sentido crítico que
nos presenta una nueva y d etallad a lectu ra de la H istoria de la desagrega las equivocaciones políticas coyunturales de sus in­
medicina en M éxico.. . , la cual refiriera sin m ayor com entario dudables ap o rtes a la form ación de la idea de nacionalidad. Con
en los capítulos II y III de Magia y medicina. E l proceso de razón A guirre B eltrán indica que:
aculturación en la estructura colonial. Ejem plo significativo de
constante y paciente laboriosidad intelectual, este a rtícu lo fue Flores M agón, antes que cualquier otro pensador m exicano, pone
publicado originalm ente en el tom o II de la H istoria de la m e­ en claro, 1) que la p a tria es u n a invención social, 2) que el con­
dicina en México, ed itad a por el In stitu to M exicano del Seguro cepto insurge y se desarrolla con el capitalism o, 3) que el rasgo
Social en 1986. fundam ental que lo compone es el principio de la territorialidad,
y 4) que el carácter nacional que a m enudo adquiere es producido
El segundo a p artad o es p articularm ente interesan te. Los en­ por el condicionamiento cultural puesto en obra por la burguesía
sayos que incluye se refieren a R icardo Flores M agón, Moisés dirigente de una sociedad dividida en clases...
Sáenz, Rafael R am írez, Vicente Lom bardo Toledano y Lázaro
C árdenas. Tal vez las m ás originales ideas expresadas por A gui­ El a rtícu lo sobre R icardo Flores M agón fue p u b licado origi­
rre B eltrán respecto a las tendencias y procesos políticos que nalm ente com o introducción de u n a antología e d ita d a p o r la
concurren en la formación del m oderno discurso n acio n alista U niversidad N acional A u tó n o m a de M éxico en 1970 (en la co­
m exicano estén incluidas en estos artículos. En ellos exam ina lección B iblioteca del E stu d ia n te U niversitario), ilu stra d o con
los principales afluentes ideológicos de la Revolución M exicana, dibujos de A lb erto B eltrán .
como lo anuncia el títu lo de este capítulo. En los ensayos dedicados a Moisés Sáenz, R afael R am írez,
El tem a de la Revolución M exicana tiene un lugar especial en V icente L om bardo T oledano y L ázaro C árdenas, e stá n conte­
la obra de A guirre B eltrán. Ha sido tra ta d o como referencia cen­ nidas las m ás brillantes páginas escritas por A guirre B e ltrá n
tra l p a ra explicar la relación ciencia-sociedad por cu an to hace a respecto a las tendencias y m ovim ientos políticos que se pro ­
la antropología, desprendiendo de este contexto la definición de ducen e n tre 1920 y 1940. Los plan team ien to s, contradicciones,
los contenidos y objetivos del indigenism o. Es tam bién el índice enfrentam ientos teórico-prácticos que se reg istra n en los p ro ­
que articula las num erosas páginas que en distintos m om entos gram as indigenistas de los regím enes revolucionarios o p eran
de su vida intelectual dedicara a la discusión de la “incau tació n como tem á tic as contextúales p a ra a d e n trarse en los planes for­
de lo indio” y al proceso de aculturación, claves sociológicas males y su b terrán eo s de los program as indigenistas p u esto s en
p a ra la conformación de la identidad y la integración nacional. p ráctica por los sucesivos regím enes revolucionarios. De la tesis
El bisturí conceptual de A guirre B eltrán nos p rese n ta a R i­ integracionista de Sáenz (que p a rte de la alfabetización en len­
cardo Flores Magón libre de las brum as que sobre su fig u ra guas vernáculas) a las propuestas asim ilacionistas de R am írez
política han urdido los enfoques históricos parciales. D escubri­ (que p ropugnan el m étodo directo y la supresión de la len g u a
mos así las raíces de su rom anticism o social; la im p o rta n c ia que m ate rn a ); de la discusión en tre m arxism o y nacionalism o que
en su formación ten d ría la lectu ra de P roudhon, B akunin, K ro­ singulariza el pen sam ien to in digenista de L om bardo T oledano,
potkin, M alatesta y M arx; las conexiones de su pensam iento a los propósitos de redención de C árdenas que m ovilizan a la
con la utopía de la com unidad m ítica (m an ifiesta en su agra- población in d ia a p a rtir de sus dem andas agrarias y la encauzan
rism o indianista); en fin, el contenido de sus ideales contrarios a su integración nacional. El itin era rio analítico to ca los p u ntos
al capital, al gobierno y al clero, que en la filosofía a n a rq u is ta diagnósticos de este periodo fu n d am en tal del proceso político-
vienen a ser “la trinidad som bría que causa la desigualdad so­ social resu lta n te del m ovim iento arm ad o de 1910. Es tam b ién
cial e im pide la libertad del hom bre” . Un d etallado análisis un in teresan te recuento evaluativo de los proyectos indigenistas
34 CRITIC A A N T R O PO LÓ G IC A . H O M B R ES E IDEAS
E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 35

que se diseñaron, crecieron y se transform aron o concluyeron Es tam bién el m om ento en que m uere M oisés Sáenz, precisa­
entre las turbulencias de estas dos décadas: la cru z a d a civiliza- m ente (dice so rp rendentem ente A guirre B e ltrá n al concluir el
to ria concebida por Vasconcelos; la escuela ru ral; la E stación ensayo respectivo)
Experim ental de C arapán; las Misiones C ulturales; la C a sa del
E stu d ian te Indígena; las cam pañas alfabetizadoras, etc. Estos [... ] cuando la corriente desarrollista burguesa de la Revolución
proyectos e instituciones emergen de propuestas teó ricas, son triunfa sobre la populista ag raria y el indigenismo inicia su decli­
consecuencia de patrocinios ideológicos. De form a ta l, su funcio­ nación.
nam iento e influencia se visualiza inserto en las contraposicio­
nes y tendencias de filosofías políticas y educativas de diverso Los alcances de e s ta aseveración son, realm en te, am plios y
signo: espiritualism o pro testan te, pragm atism o, espiritualism o com plejos. D iscutirlos en detalle im plicaría e x am in ar a fondo
católico, positivism o (P roteo singular que v e rte b ra el p o rfiria to el cam ino que el p ensam iento de A guirre B e ltrá n h a seguido en
y reaparece transform ado en la naciente antro p o lo g ía m exi­ relación con los procesos políticos y sociales que pone en m arc h a
cana); populism o, anarquism o de robustos contenidos agrarios, la Revolución M exicana. Tengo la im presión de que este es un
etc. Se tra ta , en realidad, de un crisol gigantesco en el cual aspecto de su o b ra que se h a estu d iad o p eriféricam ente, com o si
el enfrentam iento de planes y proyectos es consecuencia de las no re g istra ra cam bios significativos a lo largo de cinco décadas.
pugnas ideológicas entre los grupos dirigentes que buscan el Al concluir estos esquem áticos com entarios a los ensayos que
control del a p a ra to gubernam ental. A guirre B eltrán nos con­ integran el segundo a p a rta d o de e s ta antología, no puedo p asar
duce, lúcido y analítico, por las turbulencias de este periodo por a lto un reciente estudio sobre el desenvolvim iento del que­
singular de la Revolución M exicana. La destrucción del régim en hacer antropológico en M éxico, d u ra n te el periodo com pren­
p o rfirista — nos dice en el artículo dedicado a R afael R am írez— dido e n tre 1920-1934. Se t r a t a del artícu lo “L a visión in te ­
no es realizada por una corriente revolucionaria u n ificad a en gral de la sociedad nacional” escrito por Ja im e N oyola R ocha
propósitos sociales y plataform a ideológica; la llevan a cabo p a ra el tom o II ( Los hechos y los dichos) de La antropología
fuerzas de distinto signo “que unas veces luchan ju n ta s y o tra s en M éxico.27 Sorprende, en v erdad, que en u n a pesq u isa que
lo hacen m anteniendo el conflicto que las s e p a r a ... Al m ovi­ pretende planos de exhaustividad y actualización in form ativa
m iento arm ado seguirá una pugna entre dos corrientes básicas. no se hayan aprovechado (p o r m ás que fuera p a ra co n fro n tar­
Una, la que configuran los pequeños y grandes terrate n ie n tes los, o referirlos com o sim ple indicación bibliográfica) las con­
de los estados norteños (representada por C arran za, O bregón, tribuciones de A guirre B eltrán en to rn o a Moisés Sáenz, R a ­
Calles y los presidentes títeres del m ax im ato )”. O tra , orienta fael R am írez y V icente Lom bardo T oledano, fig u ras del p en sa­
su acción a p a rtir de los postulados an arq u istas y se origina m iento social en M éxico que, como hem os visto, p ro tagonizan
en el siglo X IX ; defiende un proyecto antifeudal, ag rario y an- definiciones políticas trascendentes d u ra n te el citad o periodo.
tim perialista. En el plano educativo, A guirre B eltrán asocia a La incertid u m b re crece cuando se com prueba que Noyola R o­
la prim era tendencia las propuestas de Vasconcelos y Sáenz. cha an aliza la em ergencia de la antro p o lo g ía oficial m exicana
La llam ada educación socialista, que tiene su auge en 1934 y en relación con los grupos de poder d om inantes (el carran-
declina en 1945, curva que “corre paralela con la vida y o b ra cista inicialm ente, y el obregonista en seguida), p u n to de v ista
del m aestro Rafael R am írez” , son resultantes de la segunda que, com o antes se h a señalado, exterioriza A guirre B eltrán
posición. El inicio de la década de los años c u a re n ta (el fin muchos años a trá s , si bien desde un co n tex to an alítico dife-
del cardenism o, hay que recordarlo) m arca tam bién la agonía
de la tesis de Lom bardo Toledano en m ate ria indigenista, el 37 J. Noyola R ocha, “La visión integral de la sociedad nacional (1920-1934)”,
en La antropología en México. Los hechos y los dichos (1880-1986). t. 2. C. G arcía
esfuerzo m exicano m ás acabado “por nacionalizar u n a in te rp re ­ M ora (coordinador), In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria, colección Bi­
tación m arxista del problem a del indio” , a c o ta n u estro a u to r. blioteca del INAH, México, 1987, págs. 134-222.
36 C R IT IC A A N TR O P O L Ó G IC A . HO MB R ES E IDEAS E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 37

rente. ¿Omisión involuntaria? ¿Desconocim iento de los ensa­ como hilo conductor las aportaciones de M anuel G am io a la
yos? ¿E rror de prim erizo? La incertidum bre crece m ás aún: m ateria. La disertación fue pub licad a en 1972 en la colección
En el artículo que sigue al de Noyola R ocha, titu la d o “La S E P /S E T E N T A S , como p a rte del libro M anuel Gam io: Arqueo­
p ráctica social y el populism o nacionalista (1935-1940)” , A r­ logía e indigenism o dedicado a ex am in ar la o b ra del y a legen­
tu ro E spaña C aballero incorpora en su bibliografía el artículo dario ancestro de la antropología m exicana. Se incluye aquí
de A guirre B eltrán sobre Moisés Sáenz, aunque deja fu era el de­ sin n in g u n a m odificación, salvo la de su títu lo original. E n
dicado a Lom bardo Toledano. C ada día estoy m ás convencido este ensayo G am io es observado como el p ensador y hom bre
de que en n u estra antropología hay algo parecido a u n a endoga- de acción en que concurren los aciertos y lim itaciones del que­
mia bibliográfica (perdón po r el símil m atrim o n ial) que opera hacer antropológico en M éxico d u ra n te to d a u n a época. Des­
como criterio selectivo de las fuentes en un im p o rta n te núm ero ta c a su papel com o guía que definió las líneas fundam entales
de estudios; aun en aquellos con pretensiones enciclopédicas, de la investigación y la p rác tic a , ta re a en la que se la m e n ta
propósito que, por cierto, se establece en un L im in a r p a ra La su fa lta de profundidad teó rica y de revisión a c tu a liz a d a de
antropología en M éxico, obra v asta que, como se sabe, alcan zará los p lanteam ientos e hipótesis, señalam iento crítico que refiere
doce tomos. originalm ente a Ju lio de la Fuente. A p a rtir de e s ta p ro p u esta ,
Concluyo indicando que el ensayo sobre Moisés Sáenz (con nuestro a u to r p a sa rev ista de aquellos pun to s donde el p e n sa ­
el subtítulo “El indio y la reinterpretación de la c u ltu ra ” ) se m iento de G am io acusa debilidad (su acen d rad o positivism o
publicó originalm ente como tex to in tro d u cto rio de u n a a n to ­ que lo llevaría a negar valor a los conceptos y p rác tic a s de la
logía p reparada po r A guirre B eltrán p a ra Ediciones O asis, S.A., m edicina tra d icio n a l, por ejem plo), sin d ejar de reconocer el
en 1970. El artículo en torno a Rafael Ram írez apareció como ju sto valor de sus a p o rte s científicos y acciones po líticas que,
introducción a la selección de textos de este a u to r que editó ac erta d a m en te , son situ a d a s en su co n texto histórico.
S E P /S E T E N T A S en 1976. Tam bién la c ita d a ed ito rial p u b licaría T al vez el artícu lo m ás sólido de este c a p ítu lo sea el que ex a­
en 1973 la notable síntesis biográfica sobre Lom bardo T oledano, m ina la r u ta seguida p o r el pen sam ien to in d ig en ista de Alfonso
que A guirre B eltrán entregara a M arcela Lom bardo p a ra que Caso. E n realid ad , se t r a t a de un excelente ensayo biográfico
cum pliera la función in tro d u cto ria al libro antológico E l pro­ en el que se conjugan la m ira d a cercana, de p rim e ra m ano
blema del indio. Finalm ente, el tex to sobre Lázaro C árd en as (que A guirre B e ltrá n obtiene com o resu lta d o de u n a la rg a con­
tuvo su origen en una conferencia d icta d a en la Sociedad M e­ vivencia profesional y am isto sa), con la reflexión o b je tiv a y
xicana de Geografía y E stad ística en 1971. A pareció el m ism o crítica, n u trid a en influencias teóricas e ideológicas diferentes (y
año en el núm ero 4 de A m érica Indígena. h a s ta o p u estas). C aso, com o bien se indica, no es p ro p iam en te
E n el tercer capítulo se han reunido los escritos que A guirre un teórico social; su ap o rtació n al indigenism o se d e sta c a en
B eltrán dedicara a un selecto grupo de figuras de la a n tro ­ térm inos de la organización del In s titu to In d ig en ista, sin dejar
pología m exicana: M anuel G am io, Alfonso C aso, J u a n C om as, de a d v e rtir la im p o rta n c ia de sus p u n to s de v ista en relación
Alfonso V illa R ojas, Julio de la Fuente y Angel P alerm . E n u n a con el a rte p o p u lar y la definición de la com unidad indígena
visión de conjunto, estos tra b a jo s representan u n a significativa y la caracterización del indio. P recisam ente, en este p u n to se
contribución al diálogo inconcluso entre la antropología y el detiene ex tensam ente A guirre B eltrán p a ra significar los a lcan ­
indigenism o, de ahí que tal aseveración titu le este a p a rta d o . ces y contenidos que tienen tales conceptos en el pen sam ien to
E n septiem bre de 1968 la Sociedad M exicana de A n tro p o ­ de Caso, revisando los juicios críticos que, en su m o m ento, le
logía organizó un ciclo de conferencias con el propósito de eva­ fueran enfrentados. La cuestión d a pie a n u e stro a u to r p a ra
luar el estado de las investigaciones en los diferentes cam pos profundizar en el análisis de los estudios de com unidad y su
de la disciplina. A guirre B eltrán fue invitado a tr a ta r el te m a articulación a los program as indigenistas. E xplica, en seguida,
de la antropología social aplicada, análisis en el que siguió el proceso teórico y el co n texto político en el que em erge el
38 C R ÍT IC A A N TR O PO LÓ G IC A . H O M B R ES E IDEAS E S T U D IO I N T R O D U C T O R I O 39

concepto de integración regional que h a b ría de s u s titu ir al en­ Chichén Itz á , sigue por C han Kom , C ancuc, O x c h u c .. . , nom ­
foque com unitario de la acción indigenista. Com o se sabe, du­ bres vinculados al m undo m aya que se asocian a los de M orley y
rante el régim en presidencial de M iguel A lem án el indigenism o R edfield, guías intelectuales del destacado estudioso yucateco.
se transform a sustancialm ente, superando su orientación m era­ E ste artícu lo fue p rep arad o p o r A guirre B eltrán com o presen­
m ente educativa, cen trad a en la com unidad, p a ra reorientarse tación al libro E studios etnológicos, m iscelánea que reúne las
por m edio de program as de alcance m últiple y c o b e rtu ra re­ m ás im p o rta n tes contribuciones de V illa R ojas, e d ita d o por la
gional. Es el m om ento en el que se inicia el llam ado enfoque u n a m en 1985.
integral que com prende la ejecución coordinada de proyectos El ensayo sobre Julio de la Fuente es resu ltad o de un en­
de in fraestructura, salubridad, tecnificación agrícola, e tc ., de sam ble ed ito rial realizado b ajo mi e n te ra responsabilidad. Se
acuerdo con las exigencias del desarrollo c a p ita lista de la época. integró con los tex to s in tro d u cto rio s que A guirre B eltrán p re­
R esta decir que el artículo fue concebido como prólogo p a ra p a ra ra p a ra Relaciones interétnicas y Educación, antropología
el libro Alfonso Caso: la com unidad indígena, de la colección y desarrollo de la com unidad, libros que el INI e d ita ra en 1965 y
s e p / s e t e n t a s , publicado en 1971.28 1964, respectivam ente. No se tr a ta , evidentem ente, de la glosa
El carácter m ilitante y polémico de los p lan team ientos in­ selectiva p re p a ra d a p a ra el P ensam iento antropológico e indi­
digenistas de Juan Comas se sintetiza con acierto en la ne­ genista de Julio de la Fuente, libro-hom enaje e d ita d o p o r el INI
crológica que A guirre B eltrán escribiera p a ra A nales de antro­ en 1980 (con colaboraciones de R icardo Pozas, Isabel H orca-
pología, revista del In stitu to de Investigaciones A ntropológicas sitas, E vangelina A ran a, e n tre o tro s) que las bibliografías en-
de la u n a m , en 1980. Se destaca su com bate fro n tal a los p o stu ­ dogámicas no reg istra n , desde luego. En e s ta com posición he
lados ideológicos del racism o en los planos políticos y científico. tra ta d o de reu n ir los juicios m ás im p o rta n te s incluidos en las
En efecto, se tr a ta de u n a destacada fig u ra de la an tro p o lo g ía dos diferentes introducciones. Sin em bargo, a p e sar de que el re­
que las turbulencias nefastas del fascism o fra n q u ista exiló en sultado se tra d u c e en u n a am p lia visión de la o b ra de Ju lio de la
tierras m exicanas p a ra beneficio del quehacer disciplinario, n a ­ Fuente, en mi m uy p a rtic u la r opinión creo que A guirre B eltrán
cional y latinoam ericano. El tono de la n o ta tra n s m ite el reco­ to d av ía debe a la h isto ria del pen sam ien to antropológico en
nocim iento afectuoso y profesional de quien pierde a un antiguo México, u n ensayo m ag istral sobre quien fuera uno de sus líderes
com pañero de andanzas intelectuales, con el que se com partió indiscutibles.
la cim entación del m oderno indigenism o. Com o es am p liam en te conocido, Ju lio de la F u en te y A gui­
rre B eltrán m an tu v iero n u n a estrech a relación in te le c tu al y
El cuarto ensayo de este capítulo se dedica al análisis glo­
política. C o m p artiero n experiencias a d m in istra tiv a s, escollos
bal de la o b ra de Alfonso V illa R ojas, seguram ente uno de
burocráticos, éxitos institucionales. F ecundaron m u tu a m e n te
los etnógrafos m ás im portantes de la antropología m exicana.
sus p aradigm as e hipótesis sobre fenóm enos diversos: la e s tra ­
El trazo biográfico preparado po r A guirre B eltrán sigue p u n ­
tificación in tra é tn ic a (que refieren a un sistem a de c a sta s), las
tu alm ente los pasos de la form ación académ ica y las ta re a s de
relaciones in terétn icas, la integración regional, etc. C oetáneos,
investigación que em prende Villa R ojas, sin p erd er el contexto
incorporados a la antropología a p a rtir de cam pos profesiona­
que refiere al desarrollo de la disciplina y a circunstancias so­ les diferentes, nacidos en la provincia veracru zan a, cam arad as
ciales con las que é sta se articula. El periplo p a rte de la vieja
indigenistas y am igos en trañ ab les, p o d ría decirse que sus nom ­
bres e stá n escritos en el m ism o renglón del lib ro del destino,
2* Pese a su indiscutible im portancia p a ra la historia del pensam iento an tro ­
pológico en México, este ensayo tam poco fue considerado significativo en las refe­ recordando la herm osa fórm ula de Shakespeare.
rencias bibliográficas de la monografía “La época de oro (1940-1964)” red actad a El libro concluye con la n o ta necrológica de Angel P alerm
por Javier Téllez O rtega p a ra La antropología en México. Los hechos y ¡os dichos
(1880-1986)... op. cit., págs. 289—338. Es obligado recordar aquí la reflexión del
Vich que A guirre B eltrán p u b licara en A m érica indígena, n ú ­
latino T erendano Mauro: “Del espíritu del lector depende la su erte de los libros.” m ero de enero a m arzo de 1981. L a p resencia en la an tro p o lo g ía
40 C R IT IC A A N TR O PO LÓ G IC A . H O M B R ES E IDE AS E 3 T U D IO IN T R O D U C T O R I O 41

m exicana de este discutido (y por ello notable) teórico es dibu­ tenido polém ico, los an alistas de la o b ra de A guirre B eltrán
ja d a con el estiló analítico característico de n u estro a u to r. S itúa debem os ten e r m uy en c u en ta la recom endación de M anuel
su obra en el entram ado de un complejo conjunto de relaciones M oreno Fraginals (el notab le h isto riad o r cubano a quien ta n to
político-sociales e influencias teóricas e ideológicas. Vemos así debe la historiografía de la población afroam ericana) en el sen­
cómo el com batiente de las Brigadas Internacionales cruza el tido de e n fre n ta rla con la ó p tica que im plica la nueva lectura o
A tlántico al triunfo de la barbarie falangista, y tra n s te rra d o en la contralectura de un clásico, ta l como lo señ alara al referirse
México em pieza a tra n sita r la ru ta del quehacer antropológico a La población negra de M éxico, lo que supone
h a sta alcanzar u n a posición protagónica. El acercam iento es
detallado y profundo; concerta erudición, inform ación de tono [ ...] volver a enfrentarse con un libro, viejo amigo, a quien no vimos
in tim ista, sólido conocim iento del decurso del p en sam ien to so­ durante muchos años, que de pronto comienza a contarnos cosas y
cial y, desde luego, la cálida emoción del afecto. a m ostrarnos paisajes por los cuales en u n a época transitam os a
ciegas. N aturalm ente que no es el libro el que se ha transform ado,
sino el lector quien descubre todo lo que tiene que aprender de los
clásicos y, lo que es m ás, todo lo que de ellos aprendió.39
R evisar los num erosos y variados juicios críticos que se han
expresado en relación con la obra de A guirre B e ltrá n es u n a
Es verdad que las form ulaciones críticas que en fre n ta n o sig­
ta re a que desborda los lím ites de este esquem ático ensayo. C in­
nifican la im p o rta n c ia de la producción de 'A guirre B e ltrá n son
cuenta cuartillas apenas han sido suficientes p a ra p re se n ta r al
num erosas en extrem o, p ero fa lta el to q u e de c o n ju n to capaz
lector u n a introducción al contexto social y académ ico en que
de c o n certar la biografía con la c a rre ra in te le c tu al, y é sta con
se gesta su carrera intelectual, esbozar su lu g ar en el desarrollo
su activ id ad p o lítica. En ta n to intelectu al orgánico, vinculado
de la antropología m exicana y hacer un recuento sum ario de
al desarrollo de la nueva sociedad que em erge con la nación que
sus aportaciones científicas. E stas anotaciones prelim inares se
se diseña al am p aro de la revolución dem ocrático-burguesa de
han vinculado a la actividad política de nuestro a u to r; de form a 1910, es preciso situ arlo en el conjunto de relaciones sociales
tal, sus planteam ientos teóricos se han analizado asociados a la que define intrínsecam ente su papel científico y político. En
p ráctica social del poder. térm inos de la je ra rq u ía c u alitativ a de los intelectuales pro­
El ejercicio intelectual y político de A guirre B e ltrá n esp era p u e sta por G ram sci, se t r a t a de un creador que, a diferen­
tod av ía que se le haga un estudio profundo, capaz de d a r c u e n ta cia de los organizadores y educadores, h a logrado pro y ectar la
de sus planos cognoscitivos y, paralelam ente, de sus perfiles influencia de su p ensam iento ta n to en la sociedad p o lític a como
ideológicos. El requerim iento, por cierto, sería ú til no solam ente en la sociedad civil; la praxis en su cabal sentido, en donde
en térm inos de elucidar los alcances de su o b ra antropológica com prender al m undo y m odificarlo son valores idénticos.30 La
en p articu lar sino po r la contribución que significaría p a ra la h isto ria del conocim iento es tam bién u n a de las h istorias del
histo ria de la antropología m exicana, to d a vez que en ella con­ poder. E n este c u a d ra n te analítico, G onzalo A guirre B eltrán
curren las influencias teóricas, las hipótesis y p arad ig m as, los constituye un p a rtic u la r ejem plo de organicidad e n tre el pensar
aportes y las lim itaciones que han configurado y caracterizad o y el hacer, frentes contiguos que h a n in stru m e n ta d o d u ra n te casi
a la disciplina d u ran te el últim o m edio siglo. La h isto ria de m edio siglo un ascendente esfuerzo de hondo contenido político
las ideas políticas en México se beneficiaría, sim u ltán eam en te,
al asom arse cuidadosam ente al papel que sus planteam ientos 29 M. M oreno Fraginals, “H acia u n a nueva lectu ra de La población negra de
indigenistas han tenido en la conform ación de la ideología n a­ México" MS. p reparado p a ra ser leído en el hom enaje a Gonzalo A guirre B eltrán
organizado p o r el In stitu to Veracruzano de C u ltu ra en noviem bre de 1987.
cionalista, sin perder de v ista la ru p tu ra ideológica que em pieza 30 A. G ram sci, La Jorm ación de los intelectuales, G rijalbo, México, 1967, pág.
a expresarse en su pensam iento d u ran te la ú ltim a década. A 25; y Los intelectuales y la organización de la cultura, Nueva Visión, Buenos
p a rtir de un enfoque crítico, provisto incluso de un fu erte con­ Aires, 1972, pág. 16.
42 CRÍTIC A A N TR O PO LÓ G IC A . H O MBRES E IDE AS

y social. Una simple pregunta lo evidencia: ¿cóm o escribir la


historia de la antropología m exicana sin referir, necesariam ente, I. E N L A H U E L L A D E L S IG L O D E L A S L U C E S
$u historia?

F é l ix B á e z - J o r g e F R A N C IS C O JA V IE R C L A V IJE R O

La Habana, 13 de noviembre de 1988


E l SIGLO que va del nacim iento de M ontesquieu (1689) a la
m uerte de H olbach (1789) es llam ad o Siglo de las Luces o de
la Ilustración. D u ra n te la c e n tu ria u n a copia d istin g u id a de
escritores, que en F rancia reciben el apellido de filósofos y en
E spaña el de ilu strad o s, a lte ra la visión del m undo de los años
precedentes al s itu a r la Razón por encim a de cualquier o tr a
circunstancia. Es un siglo em inentem ente crítico que pone en
duda lo previo establecido y construye, en cam bio, u n a fo rm a
in éd ita de contem plar la vida. La Ilustración a g ru p a a p e n sa ­
dores de m uy d istin ta s disciplinas: la geografía, la b o tá n ic a , la
física, la antropología, la h isto ria , la econom ía, la teo ría p o lítica,
la lite ra tu ra y la filosofía conocen la influencia b en éfica del
pensam iento científico. Los países europeos m ás im p o rta n te s,
Francia, E sp a ñ a , A lem ania, H olanda, In g la terra , P o rtu g a l e I ta ­
lia, se ven envueltos p o r el m ovim iento innovador y c a d a uno
a p o rta contribuciones que configuran la nueva filosofía.1
En la concepción ilu s tra d a del m undo la im agen de A m érica,
de su tie rra y sus hom bres, tiene u n a g ran relevancia. E l interés
por el N uevo M undo se inicia con la to m a de conciencia de un
proceso que h a b ía com enzado tres siglos antes: la expansión eu ­
ropea. E s ta p la n te a al pen sam ien to c ritic ó la necesidad de resol­
ver ciertas in terro g an tes fundam entales: ¿cuál es el significado
histórico de la expansión?, ¿cuál la índole de la colonia?, ¿cuál
el papel que tien e A m érica en el desarrollo de la c u ltu ra? No
hay, posiblem ente, filósofo ilu stra d o que o m ita su opinión al
respecto, bien sea en los artículos de la Enciclopedia o en o bras
propias; sin em bargo, habrem os de lim ita r las alusiones, po r

1 M ax Savelle, “T h e E nlightenm ent an d th e Id ea of A m erica” , en Investigacio­


nes contemporáneas sobre historia de M éxico, U N A M , México, 1 9 7 1 , págs. 6 6 3 -
677.

43
3 14 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R E S E ID EAS E L D I Á L O G O IN C O N C L U S O 315

expuestos p o r A rth u r P osnansky y Olive ira Vianna, 1945; La A L FO N SO VILLA R O JA S


u n e s c o y los prejuicios raciales, 1949; Los m itos raciales, 1951;
La educación ante la discrim inación racial, 1958, y Las relacio­
nes interraciales en A m érica Latina, 1961, son los antecedentes Q u i e n e s d u ra n te los años veinte cursam os el bachillerato en la
del estudio a rrib a m encionado. En él se e n c u en tra n las bases Escuela N acional P re p a ra to ria , conservam os como uno de los
científicas del credo que con ta n to vigor sostuvo J u a n Com as, recuerdos m ás g rato s el m undo exótico y deslum brante descu­
sin desm ayo ni desviaciones, en el curso de su vida. bierto p a ra nosotros p o r el arqueólogo Sylvanus G. Morley y
Fue llam ado a intervenir en la redacción de la Declaración el grupo, ta n selecto, form ado p o r sus colaboradores. En una
sobre la raza y las diferencias raciales que p rep a ró la UNESCO. conferencia m ag istra l que d icta n en el auditorio de la casa de es­
En ella se p o stu la la unidad de la especie h u m an a y se distin­ tudio, recién in au g u ra d o con m urales al fresco de Diego Rivera,
guen con claridad los factores genéticos de los cu ltu rales, como hacen el relato de las expediciones que llevan a cabo en el espa­
d eterm in an tes de la variedad en tre los hom bres; se niega ju s­ cio antiguo donde b ro ta la flor pródiga de la civilización m aya.
tificación a los conceptos de superioridad e inferioridad de los En la clase de h isto ria p a tr ia que im p a rte , Luis Loera y Chávez
potenciales hereditarios y se a firm a la convicción de que todos —la histo ria p a tr ia p o r esos años jam ás tra sp a sa la época pre-
los pueblos tienen capacidad biológica p a ra alcan zar cualquier hispánica— ap rendem os con singular interés los hechos, y las
nivel de civilización. cosas contenidas en esos hechos, inventados po r las altas cultu­
D u ran te el sexenio p a s a d o , la colección s e p / s e t e n t a s d e la ras del A ltiplano; p ero los m ayas y el asom broso devenir de su
S ecretaria de Educación P ública divulgó en un pequeño volu­ cultura, son p u n to m enos que tie rra ig n o ta en nuestro bagaje
m en p a rte de la valiosa aportación de C om as al pensam iento escolar. M orley nos hace sa b er, com o un ad elan to a los prim eros
a n tirra c ista en la antropología m exicana. N ingún o tro ciéntífico trabajos de b ú sq u ed a, restau ració n e interpretación del modo
allegó, con ta n ta ab u n d an cia y tezón, evidencias, testim onios de vida m ay a que dirige b a jo los auspicios faustos de la Car-
y razonam ientos orientados a p ro b ar el tale n to del indio y la negie In stitu tio n , que el conocim iento científico, la excelencia
idoneidad de sus culturas; ningún o tro sino él contribuyó con artística, los valores y experiencias acum ulados por la gente de
m ayor lucidez a m o stra r la falacia a rte ra que su b ray a el estigm a la tie rra del faisán y del venado son ta n to s y de ta n alto o
de inferioridad que las ideologías racistas asignan a nuestros mayor aprecio que cualesquier otros de A m érica o del m undo
antepasados n atu rales. occidental, y adem ás que los m ayas descubren antes que los
E n la h isto ria reciente del indigenism o contin en tal Ju a n Co­ hombres de la civilización in d oeuropea el significado absoluto
m as perm anecerá como el com batiente m ás d estacad o en pro de la ca n tid ad m a te m á tic a cero.
de los derechos del hom bre am ericano.
Morley lev a n ta su cam pam ento principal en la ciudad ar­
queológica de C hichén Itzá; estudioso de gran calidad hum ana,
afable en su tr a to y de fácil sim p a tía p ro n ta a ganarse el afecto
de aquellos con quienes tr a b a ja o e n tra en relación eventual. En
este ú ltim o caso e s tá la estrech a am istad que Morley en tabla
con los m ayas refugiados en la selva de Q u in tan a Roo, inm ersos
aún en la vieja organización trib a l y en feudo con los mexicanos
invasores de su territo ria lid a d . En un pueblo cercano al cam ­
pam ento del arqueólogo, llam ado C han Kom, recién fundado
por cam pesinos m ayas liberados por la R eform a A graria, se
encuentra, en el desem peño de su encom ienda un m aestro rural.
Alfonso V illa R o jas, originario de M érida. Villa no es m aestro
326 C R Í T IC A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S E L D IÁ L O G O IN C O N CL U SO 317

norm alista; su capacidad como en señ an te deriva de ser pasante esto es, la investigación de las form as de vida del indio m aya
de bachiller de la U niversidad N acional del Sureste, con miras j en el presente. Es a u to r pionero de u n a o b ra m onográfica so­
a seguir u n a carrera universitaria; p ero in q u ie tu d e s juveniles y bre T epoztlán, e d ita d a el m ism o año de su arribo a Y ucatán,
necesidades de ganarse la vida antes de lo esperado, le obligan que contiene u n a te o ría novedosa sobre el cambio sociocultu-
en 1927 a buscar y acep tar labores de docencia prim aria. Una ral. Con ta l o b ra , a d em ás, in au g u ra en México los estudios de
circunstancia fo rtu ita , su viaje a C hichén com o acompañante comunidad siguiendo a lo lejos un p a tró n im plantado por el
del inspector escolar, le hacen conocer y tra b a r am istad con sociólogo R o b ert P a rk en C hicago p a ra la comprensión de los
Morley. E ste insinúa y g u ía, en el g u sto p o r la h isto ria maya al asentam ientos citad in o s. L a com unidad folk propalada por el
m aestro ru ra l, al p u n to de convertirlo en asid u o visitante del etnoantropólogo es u n a sociedad en gran m edia autocontenida,
cam pam ento y de su staff. P o r fo rtu n a V illa, adem ás del caste­ lenta en su proceso de desarrollo y alérgica al cambio. Develar
llano m aterno y el m aya yucateco que a p ren d e de sus alumnos, cómo se rea liz a en tale s circunstancias la transform ación social
dom ina el inglés y el francés con d e stre za b a s ta n te para leer y el intercam bio c u ltu ra l e n tre la ciudad castellana y la aldea
las obras que en esas lenguas le p ro p o rc io n a en préstam o su india es lo que lleva a R edfield a Y ucatán.
nuevo y generoso am igo. M ás a d e la n te , viendo sus progresos, le Su p lan de tra b a jo com prende el estudio de u n a comuni­
encom ienda en 1933 la investigación arqueológica del saché o dad fo lk en su original ordenam iento; u n a com unidad folk en
vía sacra que conectaba Y axuná con el g ra n c e n tro ceremonial desorganización o cam bio; u n a villa m estiza y una ciudad m o­
de Coba; los resultados son publicados en 1939 p o r la propia derna. M érida es obligadam ente la urbe escogida y en ella sitú a
Institución C arnegie, lo que le d a a V illa R o ja s oportunidad de al antropólogo a u x ilia r Asael Hansen p a ra que investigue el
ser conocido internacionalm ente. punto cero donde se orig in a el cam bio urbano-rural. Elige la
Si bien los tra b a jo s de M orley son fundam entalm ente ar­ villa de D z itá s com o segundo sitio de observación, debido se­
queológicos, el proyecto C arnegie, a cargo de Alfred Kidder guram ente a su cercan ía al cam pam ento de Chichén, donde
en W ashington, no pretende qu ed ar red u cid o al solo campo cuenta con el apoyo de M orley y su equipo, y se reserva su
de las antigüedades. C om prende, ad em ás, el estudio integral encuesta en colaboración con la esposa M argaret P ark . La se­
del procurrente yucateco y de las c u ltu ra s m ayas realizado por lección de C h an Kom com o la com unidad fo lk en transición es
un equipo interdisciplinario en el que K idder u b ica a especia­ el resultado de u n accidente fo rtu ito . Con el aval de Morley,
listas en geografía, b o tán ica, zoología, a g ric u ltu ra , medicina, la enferm era del cam pam ento de Chichén, K atheryn Mackay,
arq u itectu ra, an tro p o m etría, etnología y lingüística. Es proba­ propone a R edfield com o auxiliar al m aestro de C han Kom,
ble que el proyecto Carnegie te n g a su fu en te de inspiración Alfonso V illa R ojas y, consecuentem ente, la aldea como el lugar
en el estudio que M anuel G am io lleva a cab o en Teotihuacán, adecuado p a ra e stu d ia r el cam bio sociocultural. L a búsqueda
publicado en 1922, prim ero al parecer de e ste género de antro­ de la com unidad fo lk original es difícil; el territo rio trib al se en­
pología. G am io concibe el estudio antropológico, a la manera cuentra en a b ie rta rebelión desde la g u erra de castas del siglo
de su m aestro Franz Boas, como u n a to ta lid a d que incluye el anterior. El ejército m exicano c a p tu ra en 1901 el últim o bastión
conocim iento de su o b jeto desde los ángulos d istin to s de las dis­ independiente, C han S a n ta Cruz; pero no es capaz de som eter a
ciplinas que com ponen la an tro p o lo g ía y las ciencias exactas. los indios que se dispersan p o r los refugios de la selva. En abril
Esto explica el ingreso al equipo C arnegie en 1929, de George de 1931 R edfield y V illa hacen un recorrido por los lím ites del
S hattuck, epidem iólogo, y en 1930 de M orris Steggerda, an­ cacicazgo de X -C acal; pero no logran p e n e trar el corazón del
tropólogo físico; R alph Roys, e tn o b o tá n ic o y R o b ert Redfield, territo rio . E n diciem bre de 1932 V illa se hace pasar por arriero,
antropólogo social, que a poco se convierten en eminentes ma- tra b a am istad es en algunas aldeas y se re tira con el propósito
yistas. R edfield llega a Chichén a fines de 1930 y bajo su enco­ de regresar m ejor provisto.
m ienda y responsabilidad se pone la pesq u isa del dato étnico, El estu d io de C han Kom se resuelve sin contratiem pos. Vi-
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lia renuncia a su p laza de m ae stro y se in c o rp o ra al proyecto dad realizado p o r un antropólogo m exicano en calidad de autor
Carnegie. Diez meses an tes, en febrero de 1930, in icia un diario singular. L a redacción de la m onografía y la versión al inglés
que recoge los aconteceres salientes del pu eb lo , a veces d ía a llevan tiem po; el necesario p a ra llenar huecos y corregir errores;
día, h a s ta noviem bre de 1931; en él quedan reg istra d as notas finalm ente es p u b lic a d a en 1945 con el nom bre de The Maya o f
sobre movilización de residentes y ex tra ñ o s. Al ser llam ad o por East C entral Q uintana Roo, p o r la Carnegie Institution. Alfred
R edfield, éste le a d ie stra en las técnicas del tra b a jo de cam po: Tozzer y G eorge F oster en E stados Unidos, C alixta G uiteras e
censos, genealogías, registros y observación p a rtic ip a n te en la Ignacio R ubio M añé en M éxico, escriben reseñas acogedoras; sin
vida privada y pública. E n la p rá c tic a q u e d a encargado de la embargo, la versión en castellano ta rd a en aparecer. Es preciso
recolección del m aterial etnográfico d u ra n te poco m enos de dos esperar a que el INI la publique en 1978 con el títu lo de Los ele­
años. El tra b a jo te rm in a a fines de 1931 y el in vestigador sénior gidos de D ios: Etnografía de los m ayas de Q uintana Roo. Villa
dedica to d o el año de 1932 a la redacción de la m onografía; a aprovecha la ocasión p a ra discu tir nuevas ¡deas sobre las mi­
principios de 1933 la discute con el info rm an te prin cip al E u sta­ graciones arqueológicas en el p ro cu rren te y agrega un apéndice
quio Cerne y con el investigador jú n io r. La o b ra sale im p resa por intitulado “L a g ran transform ación, 1935-1977” , a la m anera
la Carnegie In stitu tio n de W ashington en 1934 con el títu lo de de un reestudio c u a re n ta y dos años después del prim ero. La
Chan K om : A M aya Village, com o estu d io c o n ju n to de Redfield tribu X -C acal, bu en o es decirlo, no es p o rta d o ra de una cul­
y Villa. El crédito que el a u to r sénior o to rg a a V illa, adem ás de tu ra m aya original; el proceso de aculturación que experim enta
m o strar la honradez del antropólogo prin cip al, eleva al autor durante la dom inación española no p asa sin dejar huellas. La
jú n io r de un solo golpe al nivel académ ico. Es evidente, sin cultura d e sc rita p o r V illa en 1935 no es la m ism a de 1519, es
em bargo, que la inteligencia de V illa y su a d ie stra m ie n to en una c u ltu ra colonial en la que se advierte — particularm ente en
servicio no pueden suplir la enseñanza u n iv ersita ria . Redfield, lo que a ta ñ e a religión— el profundo im pacto que un régimen
profesor en el d e p a rtam e n to de a n tro p o lo g ía de la Universi­ de fuerza tien e en la transform ación social. La Revolución Me­
dad de Chicago, le abre las p u e rta s del conocim iento científico xicana, al cu lm in ar con C árdenas la redistribución agraria y,
otorgándole el rol de alum no, p recisam en te en los m om entos con p o ste rio rid ad , la integración territo rial m ediante la cons­
en que Alfred Radcliffe-B row n, d estacad o antropólogo inglés, trucción de cam inos asfaltados tra n sfig u ra a la vieja trib u en
im p a rte su célebre curso sobre el m éto d o de la antropología una com unidad cam p esin a m exicana.
social. Es, sin em bargo, el am biente académ ico, donde sigue los V illa regresa a C hicago al térm ino de su estancia en Tusik, a
cursos regulares de la c arrera, unido a la le c tu ra y discusión fin de co n tin u a r sus estudios universitarios, y y a con carácter de
de tex to s antropológicos los que van form ando com o etnólogo, investigador de p la n ta de la Carnegie In stitu tio n de W ashing­
paso a paso, al que fuera m aestro ru ra l de C h an K om . ton; p ero su residencia la establece en Chicago, siem pre ligado
P asan dos años y Villa se rein co rp o ra a la investigación; du­ al d e p a rta m e n to de antropología de la citad a universidad y a
ran te once meses, 1934-1935, rad ic a en T usik, p e q u e ñ a ran­ sus profesores R edfield, Radcliffe-Brow n y otros. En 1938 hace
chería con 116 h a b ita n te s de la trib u X -C acal. Las relaciones un viaje a M éxico de siete sem anas d u ran te las cuales recorre
de estrech a a m ista d que M orley cu idadosam ente fo rja a lo largo a caballo la zona tze lta l de C hiapas con el propósito de encon­
de su prolongada estan cia en Chichón d esp ejan recelos y abren a tra r un lu g ar donde realizar un nuevo tra b a jo de cam po. P ro­
V illa, y a su esposa Dolores Góm ez Izquierdo que le acom paña, ducto de ta l reconocim iento son las N otes on the ethnography o f
la posibilidad de ser acogidos sin reserva y o b ten e r el consenti­ tzeltal co m m u n ities o f Chiapas, redactadas conjuntam ente con
m iento p a ra vivir e n tre ellos, u n a vez leíd a al vecindario la carta Redfield y publicadas por la Carnegie. En 1939 acom paña a
de introducción p rovista p o r M orley; el rapport que los V illa es­ Bronislaw M alinowski en la v isita que hacen a la ciudad de Oa-
tablecen con los tribeños lleva a la investigación p o r un camino xaca, no pudien d o continuar con él, debido a los compromisos
sin dificultades y d a com o fru to el p rim er e stu d io de comuni­ que y a te n ía con la C arnegie. En m ayo de 1942, a instancias de
320 C R I T IC A a n t r o p o l ó g i c a , h o m b r e s e i d e a s EL D IÁ L O G O IN C O N C L U S O 321

RedfieJd, inicia la etnografía de los tzeltales de C hiapas; halla el Alfonso V illa R ojas; con lo dicho b a s ta p a ra docu m en tar el be­
lugar propicio en Yochib, pequeño p a ra je ubicado en el vértice neficio que re d u n d a de la publicación de la p a rte dispersa de su
donde confluyen — Oxchuc, T enejapa y C an cú n — tre s comu­ producción, re d a c ta d a en fo rm a de artículos y ensayos breves,
nidades folk de lengua tzeltal y perm anece en él h a s ta abril sobre los pueblos m ayances y aledaños, como un com plem ento
de 1943. R e to rn a en diciem bre del m ism o a ñ o de 1943 y sale a las obras m ayores.
del p a ra je en ju n io de 1944. L a e sta n c ia pro lo n g ad a, con pausa Los estudios de com unidad en general, y los realizados por
interm edia, le facilita recoger a b u n d a n te m a te ria l etnográfico. Villa en lo p a rtic u la r, tienen u n a grave lim itación; reducen su
Con solicitud lo selecciona, o rd en a y a rm a en cap ítu lo s, dándole objeto a u n a p eq u eñ a com unidad que, com o en el caso de Tusik,
p o r títu lo : N otas sobre la etnografía de los indios tzeltales de no pasa de 116 h a b ita n te s. Desde luego este enfoque tiene la
Oxchuc, 1946, y produce p o r in ac a b a d a, la o b ra m ás bella, inte­ ventaja de e stu d ia r u n a m u e stra hom ogénea y p a rticip a r obliga­
resan te y did áctica de la e tn o g rafía m exicana. O scar Lewis, años dam ente en ella de m an e ra p u n to m enos que to ta l. Sin em bargo,
m ás tard e , siguiendo u n a técnica sem ejan te y perfeccionada por cuando la com unidad es au to co n ten id a, y lo es en la m ayoría de
el uso de g rab ad o ra, tam bién a rm a los m ateriales b ru to s en una las ocasiones, im pide d escubrir con p resteza el nexus de las re­
secuencia coherente, p a ra co n stru ir relato s que el curioso lector laciones e x te rn as, ta n to las que establecen en tre sí las pequeñas
convierte en lite ra tu ra de ficción, en best sellers realistas. Villa com unidades c u a n to la trib u en su conjunto con el m undo en­
tiene m ejor suerte; su o b ra m ag n a perm anece resg u ard ad a en volvente, con la sociedad nacional hegem ónica que la p e n e tra
la biblioteca de la U niversidad de C hicago, com o el núm ero 7 m ediante el intercam bio económ ico, el comercio itin era n te de
de la M icrofilm Collection o f M anuscripts on M iddle Am erican arrieros y la ex tracción de chicle por com pañías tran sn acio n a­
Cultural Anthropology. Se esp era que el In s titu to de Investiga­ les y sus interm ediarios. D ebido a ello, el antropólogo se ve
ciones A ntropológicas de la U niversidad N acional A utónom a de aprem iado a u tiliz a r, adem ás de la m onografía etnográfica, el
M éxico, lo dé a conocer en un fu tu ro próxim o. ensayo en fo rm a de artícu lo , con el fin de d iscutir form as de
D u ran te su la rg a y fecunda vida — que el Dios Suprem o, Gran cultura específicas y com pararlas con sus sem ejantes en la a n ­
Chac Padre, le conserve m uchos años— V illa co n tin ú a incan­ tigüedad o en la m ism a á re a c u ltu ral. D e este m odo se establece
sable su labor productiva. De 1947 a 1954 se desem peña como una interacción e n tre el pasado y el presente que tiene la vir­
d irector del d e p a rtam e n to de estudios sociales de la Comisión tud de ilu m in ar hechos oscuros o m al in te rp re ta d o s en tiem pos
del P ap alo ap an a cargo de una investigación de altos vuelos. idos m ed ian te su c o n tra ste con la configuración que esa form a
Involucra a u n a docena de antropólogos y o tro s científicos so­ cultural tiene en la a ctu alid ad o, bien, explica u n a institución
ciales en el conocim iento de las com unidades jaro ch as de la borrosa de nuestros días con la docum entación rescatad a por
b a ja cuenca del P apaloapan y en los procedim ientos que re­ los cronistas coloniales, donde hay a m enudo inform es sobre
m edien la su erte adversa que corren las poblaciones indias — la función que p atrones culturales específicos cum plen en la
m azatecas, chinantecas, zapotecas y m ixes— al ser movilizadas sociedad prehispánica.
de las tie rra s ancestrales con m otivo de la construcción de una V illa hace p a rtic u la r buen uso de este enfoque, m étodo etno-
gran represa. T ra b a ja de 1955 a 1977 en el In s titu to Nacional histórico, en tres tópicos reiterados en la c u ltu ra m aya arcaica
Indigenista y en el In stitu to In digenista Interam ericano ocu­ y, tam bién, en la actual; a saber: el carácter de la tenencia
pado en la im plem entación de planes de desarrollo en regiones de la tie rra antes del co n ta c to del hom bre de occidente con el
interculturales de refugio o en proyectos internacionales de do­ indio y después de él; el uso del concepto nagual como recurso
cencia; p a ra reto rn ar a la investigación en el Research Institute de control social e n tre los m ayas prehispánicos y los contem ­
f o r the S tu d y o f M an de N ueva York y en el In s titu to de Inves­ poráneos; y la persistencia de la organización social b asad a en el
tigaciones de la u n a m , de 1979 a la fecha. No es sin em bargo mi parentesco, específicam ente en linajes patrilineales exogám icos,
intención hacer un recuento exhaustivo de la ex ten sa labor de varios de los cuales unidos constituyen un calpul y dos o m ás
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calpules, u n a form ación trib a l que hoy acostum bram os llamar J U L IO D E LA F U E N T E


pueblo o com unidad étnica. Con d ato s recogidos d u ra n te el tra ­
bajo de cam po en Yochib y los que C a lix ta G u iteras descubre en
C ancún y en C halchihuitán, V illa d a significado y transparencia Ha SIDO te n d e n c ia m a n ifie sta , en la m ayoría de los países de
a las funciones del calpul, de antes y de a h o ra, que emerge como cultura occidental, que los estudios antropológicos se originen
u n a socioentidad residencial localizada; endogám ica, adminis­ y desarrollen a la so m b ra de las universidades. En México la
tra tiv a , económ ica, religiosa y po líticam en te autosuficiente, con antropología nació y creció al am paro, aleatorio, de la adm i­
la capacidad p a ra regular la tenencia y u su fru c to de la tierra, nistración pú b lica y, desde su inicio, adquirió el status de u n a
las relaciones del m atrim onio, la solidaridad com unal, el culto ciencia oficial. P osiblem ente en ello haya tenido que ver la cir­
a los sobrenaturales, los recursos de la n a tu ra le z a y del esfuerzo cunstancia de que, en la colonia, los frailes españoles, que dedi­
de tra b a jo hum ano, la participación en el gobierno trib a l o mu­ caron su vid a al e stu d io de las cu ltu ras indias, tam bién ligaron
nicipal. su ciencia, en un co n tex to desde luego distin to , a los azares
El conocim iento científico, las m ás de las veces, es el pro­
de la adm in istració n . Bien sea po r é s ta o por o tra s razones
ducto de la sum a de pequeños descubrim ientos, al parecer in­ adicionales, la an tro p o lo g ía m exicana m o d ern a — en su form a,
trascendentes, cuya sum a co nstituye un avance indiscutible en
contenido y función— se concibió como u n a ciencia d estin ad a
una disciplina d eterm in ad a. Tal es la ta re a que se asignan los
al m ejor gobierno de los hom bres.
científicos sociales al detenerse, sólo un m om ento a reflexionar
Después de u n a fugaz adscripción a la S ecretaría de A gricul­
y dar a conocer lo que p a ra entonces se sabe de un g rupo étnico
tu ra , donde M anuel G am io fundó la dirección de A ntropología
específico. V illa pone especial interés en d e m o stra r la etnografía
y Poblaciones R egionales, los estudios antropológicos pasaron a
de los pueblos m ayances — m aya yucateco, lacandón, chontal,
depender de la S ec re taría de E ducación, en la que perm anecen
chol, tzotzil, tzeltal; la vecindad le hace agregar a los zoques—
ubicados. A unque a ú ltim as fechas la antropología h a p en etrad o
no sólo por ser él quien tiene la capacidad p a ra acom eter tal
con pie firm e en la S ecretaría de S alubridad, en el Seguro Social
tare a, sino adem ás, porque siente la necesidad de m an ten er viva
y en o tro s organism os g u b ern am en tales, su sólida y d u rad era
la buena antropología; la que se deriva del tra b a jo de cam po, de
adscripción a la S ecretaría de E ducación h a determ inado que
la convivencia con el indio y sus problem as d u ra n te largos perio­
la relación se to m e po r n a tu ra l y se considere que el cam ino
dos de tiem po y de la reflexión sobre los p a tro n e s de cultura y
las relaciones sociales que regulan su conducta; la que se funda lógico p a ra e n tra r a la antropología es el de la educación.
en el conocim iento de la lengua vernácula y en la concepción E ste p a rtic u la r desarrollo de la ciencia del hom bre en nues­
del m undo propia del g rupo étnico. tro país explica dos de sus características distintivas, a saber:
La lec tu ra de los valiosos ensayos de Alfonso V illa Rojas es 1) la te m p ra n a aplicación de los antropólogos al análisis y a
prod u ctiv a p a ra el antropólogo y p a ra el lego que desee confor­ la fun d am en t ación de los hechos educativos; y 2) la derivación
m ar o consolidar u n a adecuada conciencia antropológica. de un núm ero considerable de educadores a los estudios a n tro ­
pológicos. G am io es ejem plo del prim er a p a rta d o cuando, al
o cu p ar un a lto cargo en la S ecretaría de Educación, im prim ió
a la escuela ru ra l y a la m isión cultural un cierto m atiz a n tro ­
pológico: el concepto de la investigación y la acción integrales.
Moisés Sáenz es ejem plo del segundo a p a rta d o cuando, al Subs­
titu ir a G am io en el cargo, hizo recaer sobre las instituciones
aludidas la responsabilidad de la integración social y la rein ter­
pretación c u ltu ral.
Ju lio de la F u ente, el tercero en d ar u n a apo rtació n m a­
3 24 C R Í T IC A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R E S E IDE AS E L D IÁ L O G O IN C O N CL U SO 3 25

yor a la teo ría educativa, tam bién e n tró a la antropología por se incorporan a las b rig ad as internacionales en defensa de la
los canales de la educación. Su a u to r, al in tro d u c ir el análisis República. Ju lio de la Fuente perm anece en México. La pul­
antropológico en la p rác tic a de la enseñanza, va paso a paso verización del g ru p o y un accidente — la lesión en un ojo que
descubriendo finalidades, e s tru c tu ra s, m etodologías e interrela- sufre el 5 de febrero de 1937— tuercen su destino. El agitador
ciones, que redefinen la educación ru ra l y la educación indígena, social que h a b ía en él deja de existir y nace el a n a lista social
otorgándoles cim ientos m ás científicos y m ás hum anos. de proyecciones fecundas.
Com o tan to s otros estudiosos que p ro d u jo la Revolución, Ju ­ La Revolución M exicana, la prim era de las grandes revolu­
lio de la Fuente en gran p a rte se form ó a sí m ism o. Nacido en ciones sociales del siglo, ejerció sostenida atracción y despertó
un pequeño lugar del trópico veracruzano, h acia 1905, repre­ enormes sim p atías en los estudiosos norteam ericanos de las
sen ta, en el paisaje intelectual de su tiem po, u n a m anifiesta ciencias sociales. M uchos de ellos estuvieron a te n to s a las tra n s­
desviación de la personalidad básica del jaro c h o , bullanguero formaciones que se o p e ra b a n en M éxico y, algunos, no resistie­
y extrovertido. En San Lorenzo de C erralvo, su pueblo nativo, ron la ten ta ció n de ofrecer su personal contribución al proceso
hoy llam ado Y anga en honor del negro cim arrón que ganó su de cam bio. E n tre esos estudiosos se co n tab an dos antropólogos
fundación y en los pueblos aledaños p a sa los prim eros años de —M auricio Sw adesh y Jules H enry— , uno especializado en
la infancia y los de la instrucción p rim a ria. En la ciudad de lingüística y el o tro en antro p o lo g ía social, que influyeron no­
C órdoba, la urbe de la región, cursa los estudios secundarios toriam ente en Ju lio de la Fuente. El prim ero enseñándole el
y p reparatorios. Se tra sla d a a la cap ital de la R epública y se cam ino de la aplicación, ob jetiv am en te controlada; el segundo
inscribe, de 1923 a 1926, en la facu ltad de C iencias Q uím icas de haciéndole com prender el valor del análisis científico, rigurosa­
la U niversidad Nacional. A ntes de concluir la c a rre ra abandona m ente conducido.
las aulas y se em plea en u n a factoría. La in h ab ilitació n tem p o ral de la v ista, los incentivos c u ltu ra ­
El co n tacto con obreros de fran ca filiación p rogresista lo les recibidos en el c o n ta c to con científicos sociales y la in satis­
lanza a la av entura y, en 1928, se establece en N ueva York como facción ín tim a del papel ap resurado que venía desem peñando,
m ilitan te de u n a de ta n ta s ligas a n tiim p erialistas, dispuestas a p erm itieron a Ju lio de la Fuente, la p a u sa indispensable p a ra
difundir la revolución social por los ám bitos de la A m érica. T ra­ reflexionar seriam en te acerca de los propósitos, las m otivacio­
b a ja como d ib u jan te, p in to r, tra d u c to r y, d u ra n te la depresión nes y la eficacia de las p a u ta s de co n d u cta del g ru p o al que se
de 1929, como platero. La gran crisis c a p ita lista lo hace volver h a lla b a afiliado. L a urgencia de conocer a la población, sujeto
en viaje de retorno a la p a tria chica. Llega a X a lap a en 1932, de la p réd ic a revolucionaria surgió evidente com o conclusión y
atra íd o por el m ovim iento radical que allí florecía; to m a p arte el enfoque antropológico p ro p u esto p o r G am io, como el in stru ­
en la form ación del grupo R u ta y obtiene u n a p laza de m aestro m ento m ás ex p edito p a ra llegar a ese conocim iento.
ru ra l, que le p e rm ite q uedar com isionado en la Liga de Com uni­ Un núcleo étnico, el z ap o teca de la S ierra de Ju á re z , y una
dades A grarias. E n tra así en co n tacto con los cam pesinos, p ara com unidad en especial, Y alalag, fueron elegidos p a ra iniciar la
quienes ¡lu stra carteles, escribe periódicos y crea, en fructuosa com prensión necesaria. Con las escasas arm as que le sum inis­
asociación, los libros escolares b a ra to s, cuyas series Sim iente y tra ro n la le c tu ra del Teotihuacán de G am io y el Tepoztlán de
V ida trascienden los lím ites de la en tid ad . R edfield, se lanzó a u n a investigación que h a b ía de d u rar años
En 1935 el g rupo de que form a p a rte p asa a la ciudad de y que le obligaron a un co n stan te ir y venir e n tre la ciudad de
México y p a rtic ip a en la fundación y dirección de la Liga de Es­ México y el cam po. P o r entonces asistió, ocasionalm ente, a los
critores y A rtistas Revolucionarios. Las actividades del grupo cursos que d ictab an O thón de M endizábal y K irchhoff en el
veracruzano se am plían m ás allá de las fronteras nacionales; recién inau g u rad o In stitu to Politécnico Nacional.
la LEAR afilia a m ilitantes antifachistas, nacionales y ex tran ­ En 1939 los estudios antropológicos recibieron un im pulso
jeros, algunos de los cuales, al sobrevenir la g u e rra española, inusitado. Alfonso Caso fundó el In stitu to , la Escuela y la So­
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E L D IÁ L O G O IN C O N C L U S O 327

ciedad de A ntropología, que llevan y a veinticinco años de labor Ha intervenido en num erosos sem inarios, m esas redondas,
fecunda, y en ellos tuvieron acogida calu ro sa los arqueólogos, asambleas y congresos científicos, nacionales e internacionales,
historiadores, lingüistas y etnólogos, la m ayoría de ellos au­ a los que lo h a n llevado intereses académ icos diversos de los
tod id actas, dispersos por num erosas in stitu cio n es científicas o cuales el presen te volum en sólo publica los conectados con la
docentes. Ju lio de la F uente encontró un sitio en el In stitu to educación. Su curriculum vitae es am plio, como lo son tam bién
al ser descubierto p o r Caso en las sesiones del C ongreso de sus tra b a jo s im presos y m anuscritos. En 1949 apareció su inves­
A m ericanistas que ese m ism o año se celeb rab a en México. En tigación e tn o g rá fic a fu n d am en tal: Yalalag, una villa zapoteca
el Congreso Julio de la Fuente presentó tres estudios pioneros serrana, e d ita d a por el i n a h . S u s contribuciones a la an tro p o ­
— uno acerca de la educación, o tro referente a la m edicina y el logía son im p o rta n te s en los capítulos de la educación y en el
últim o a las relaciones étnicas— que señalaron líneas de interés de relaciones in te rétn ic a s.
que m ás ta rd e h a b ría de perfeccionar.
En el año de 1940 De la Fuente red actó u n a ponencia en la
Bronislaw M alinowski, fundador de la an tro p o lo g ía funcional que describe los conflictos originados en la organización in te rn a
b ritánica, experim entó, al igual que o tro s científicos sociales, el de las com unidades indias, las form as que to m a su e stru c tu ra ,
llam ado apasionante de la Revolución. Teórico y p ráctico emi­ las categorías e incom patibilidades de su estratificació n y el
nente de la dinám ica c u ltu ral, ad v irtió la trascen d en cia de los carácter de las relaciones intercom unales. En los años siguien­
cam bios que el m ovim iento generaba y, lo que es m ás im por­ tes, h a s ta 1962, en que resum e ta n to sus propios tra b a jo s, como
ta n te , la o p o rtu n id ad única que se le ofrecía p a ra observarlos en los realizados p o r o tro s investigadores, en un artículo prep arad o
el m om ento y en el lugar en que éstos se efectuaban. C ontando para el Handbook o f M iddle A m erica n Indians, insiste el a u to r
con el patrocinio del In stitu to de A ntropología em prendió, en en el m ism o te m a y en sus variaciones, perfeccionando la ob­
1939, la investigación de una in stitu ció n económ ica clave: el servación y la in terp retació n .
m ercado de O axaca. Julio de la Fuente fue escogido como ayu­
De la Fuente ab o rd ó el tem a en sus com ienzos, d e n tro del
d a n te del m aestro y en la distribución del tra b a jo le fue asig­ m arco conceptual de los prejuicios del m om ento. La Revolución
n a d a u n a gran p a rte de la encuesta. Su contribución fue tan M exicana h a b ía alcanzado un im pulso sorprendente b a jo la ad ­
destacad a que M alinowski, al re d a c ta r poco an tes de su m uerte
m inistración radical de L ázaro C árdenas y la élite dirigente des­
lo que h a b ría de ser la versión final del inform e, no dudó en b o rd ab a u n a ilim ita d a confianza en la capacidad que creía tener
inscribir el nom bre del estu d ia n te como au to r júnior. p a ra a ta c a r con éxito los problem as ancestrales del país; entre
En 1940 Ju lio de la Fuente contribuye a fo rm u lar las con­ ellos la su erte adversa de la población indígena que, conform e
clusiones a las que llegó, en m a te ria de educación, el Congreso con la ideología y la fraseología revolucionarias, era llam ad a
Indigenista de P átzcu aro . En 1941 recibe, de M alinowski y Mur- la clase indígena. El problem a p arecía reducirse a la liberación
dock en la U niversidad de Yale, y, en 1944, de R edfield y Tax, en de la clase e x p lo ta d a p o r la burguesía; ésta, afo rtu n ad am en te,
la U niversidad de Chicago, cursos que rea firm a n y m ad u ran su h ab ía sido vencida p o r el m ovim iento revolucionario. Por en­
vocación antropológica y lo sitú an en la an tro p o lo g ía m exicana tonces, to d a v ía se ech ab a sobre los hom bros de los m aestros
como un a n a lista social m ayor. En 1946 a c tú a com o profesor rurales la ím p ro b a ta re a liberadora.
visitan te de la U niversidad de Fisk y desem peña, a p a rtir de en­ El c o n ta c to d irecto con poblaciones indias al través de la
tonces, plazas docentes o ad m in istrativ as en la E scuela Superior observación p a rtic ip a n te , p ro n to hizo ver que las cosas no eran
de M edicina R u ral, en el In stitu to de A lfabetización en Lenguas ta n sencillas com o en un principio se suponía. No siem pre era
Indígenas, en la Dirección G eneral de A suntos Indígenas, en el posible distin g u ir con certeza a los indios, in teg ran tes de la clase
P a trim o n io Indígena del Valle del M ezquita! y, de 1951 a la fe­ ex p lo tad a, de los m estizos burgueses que con ellos convivían.
cha, en el In s titu to N acional In digenista, donde ocu p a el cargo Las características raciales, desde luego, carecían de valor p a ra
de Jefe de la Com isión Técnica C onsultiva. diferenciar a los nativos de sus mezclas; las características cul­
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turales, como lengua, in d u m e n ta ria , alim en tació n y o tra s , ta m ­ caso eligió la c iu d a d de C ó rd o b a , d o n d e e sp añ o le s, in d io s y


poco ofrecían garan tías com o rasgos diferenciales, que en la negros g e n e ra ro n — en el c u rso de la C o lo n ia, la In d e p e n d e n c ia
p ráctica pudieran servir p a ra id en tifica r a la clase ex p lo tad a; y la R evolución—■ u n a in te g ra c ió n é tn ic a y u n a co n ju g a c ió n
única que debería recibir los beneficios de la acción indigenista. cultural en la cu al se a d v ie rte n a ú n rem in iscen cias de la s c a rg a s
Estos propósitos de definición llegaron a su clím ax en 1949, genéticas o rig in a le s, d e la s fo rm a s de v id a d ife re n te s y de las
cuando en el Cuzco se realizó el Segundo C ongreso In d ig en ista posiciones sociales s u p e r o s u b o rd in a d a s q u e c a d a g ru p o po seía;
Interam ericano. De la Fuente, quien con a n te rio rid a d h a b ía in­ pero en las que la s le a lta d e s y so lid a rid a d e s de clase son m ás
tervenido en apasionadas discusiones acerca del in d io y la india- fuertes que las d iferen cias de o rig e n .
nidad, rem itió a esa reunión u n a p o nencia en la que se advierten El p roceso del c a m b io c u ltu ra l en la s c o m u n id a d e s in d íg e n a s
la confusión de ideas que entonces prevalecía, así com o las con­ es len to e insidioso; en o casiones se vuelve difícil d is tin g u ir u n a
tradicciones que superaron el p lan te am ien to equivocado de la supervivencia colonial de un a rc a ísm o in d íg e n a . E n las c iu d a d e s
cuestión. En esa ponencia, De la Fuente esbozó la resolución del de p ro v in c ia que e s tá n en s itu a c ió n de fra n c o s u b d e sa rro llo , los
problem a valiéndose del criterio de la in teg ración regional. Al procesos de c a m b io en los p a tro n e s de c u ltu r a ta m b ié n adolecen
contem plar el carácter de las relaciones in te ré tn ic a s en grupos de u n a d e s e s p e ra n te le n titu d , a d iferen cia d e lo q u e a c o n te c e
que trascendían las fronteras estrechas de la co m u n id ad , como en las m e tró p o lis, p a rtic u la rm e n te en l a c iu d a d c a p ita l de l a
en las huastecas y m ixtecas, p u d o c o n s ta ta r que la interacción R ep ública, d o n d e el c am b io es v io le n to y se m a n ifie s ta o s te n s i­
en tre indios y no indios orig in ab a ten d en cias m an ifie sta s a la ble a u n o b se rv a d o r p e rsp ic a z . E n esas m e tró p o lis el c o n ta c to de
unidad que llevaban a unos y a otros a considerarse m iem bros la c u ltu ra lib e ra l, que em erg ió del m o v im ien to d e R e fo rm a , con
de un solo grupo regional y a calificarse con u n a m ism a desig­ la ,c u ltu r a in d u s tria l n o rte a m e ric a n a e s tá p ro d u c ie n d o lo que
nación étnica. De la Fuente infirió que la in teg ració n , a n te s de De la F u e n te lla m a l a civilización p o c h a d e M éxico; civilización
ser nacional, h a b ría de ser regional. c a d a vez m á s c o m p le ja y c a m b ia n te , a la cu al d e b e n a ju s ta rs e
La investigación co ntinuada a p o rtó elem entos adicionales en los g ru p o s in d io s a tr a p a d o s p o r el e n g ra n a je del p ro ceso de
el planteam iento del problem a. Las relaciones de los grupos a c u ltu ra c ió n .
étnicos entre sí variaban según la región; m ie n tra s en u n a esas E l e s tu d io de la s relacio n es in te ré tn ic a s y l a in te rp re ta c ió n de
relaciones tenían tonos de equilibrio e igualdad; en o tr a , ciertas los procesos de in te g ra c ió n y a c u ltu ra c ió n que d e riv a n de esas
com unidades indias se suponían superiores a o tra s com unidades relaciones, p e rm itie ro n a De la F u e n te a p o r ta r a la te o ría a n tr o ­
tam bién indias, especialm ente a las que diferían po r la lengua y pológica cierto s p rin cip io s que hoy p u e d e n p a re c e m o s obvios,
los bajos niveles de aculturación. En esos casos el etnocentrism o p ero que en el m o m e n to en que fueron e n u n c ia d o s se ñ a la ro n
que segregaba a las com unidades no im p e d ía el ascenso de los un avance im p o r ta n te en la d o c trin a . E n p rim e r lu g a r, pu so en
niveles de integración a la sociedad nacional. Se observaba en claro que la u n id a d é tn ic a , social, religiosa y p o lític a e n tre los
tales circunstancias el fenóm eno, a p a re n te m e n te p aradójico, de in d íg en as es el g ru p o m u n ic ip a l, en ta n to que e n tre los la d in o s
u n a integración nacional que salvaba los conductos de la inte­ la u n id a d e s tá c o n s titu id a po r el g ru p o reg io n al. U n a u n id a d
gración regional. m ayor de la c o m u n id a d , que p u d ie ra a b a rc a r a los c o m p o n e n ­
Las variaciones que m anifestaban los procesos de integración te s de u n g ru p o lin g ü ístico o tr ib a l, no se d a en M eso am érica.
y aculturación — o tran scu ltu ració n com o in d istin ta m e n te le L as asociaciones p ro d u c id a s p o r los m o v im ie n to s m esiánicos
nom bra De la Fuente— le obligaron a persev erar en su em peño, y que c o n ju n ta n a varios g ru p o s m u n ic ip a le s, lin g ü ís tic a m e n te
investigando los procesos en sus resu lta n tes, ta l y com o pueden e m p a re n ta d o s, son te m p o ra le s y n u n c a d a n n a c im ie n to a u n a
ser observados en las ciudades de provincia, donde se obtuvo o rg anización trib a l.
la integración y aculturación de etnias y c u ltu ra s diferentes E l g ru p o é tn ic o m u n icip al en M eso am érica se e n c u e n tra in ­
m ediante su estructuración en u n a sociedad clasista. P a r a este te rn a m e n te e s tra tific a d o , so b re la base de u n a je r a rq u ía p o líti­
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330 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S

co-religiosa, que depende fu n d a m e n ta lm e n te del desem peño de C u alq u iera que sea el tip o de relaciones, los ladinos y su
cargos. El s iste m a de cargos fo rm a el eje en d e rre d o r del cual cultura se ub ican siem p re en u n a je ra rq u ía de valores supe­
g ira la e s tru c tu ra social del g ru p o ; tie n e u n a función sem ejante rior a la in d íg e n a y asig n an a é s ta ciertas incapacidades que
a la que d esem p eñ a el s iste m a de clases en el g ru p o lad in o y definen, a quienes en ella p a rtic ip a n , com o m in o ría é tn ic a su­
se alcan za p o r cam inos d istin to s. L a e c o n o m ía de p restig io , li­ je ta a d iscrim in ació n , segregación residencial y dependencia
g a d a al siste m a de cargos, o b lig a a los com uneros al despilfarro económ ica. A un c u an d o no hay an tag o n ism o racial, las rela­
ciones son co n flictivas y p a re c id a s a las que se observan en
in stitu c io n a liz a d o de sus excedentes de p ro d u cc ió n , im pide la
capitalización y las diferencias que derivan de la posesión de la el m undo colonial m o d ern o . Según De la F uente, el c a rá c te r
colonial de la s relaciones in te ré tn ic a s e s tá lim ita d o al ám b ito
riqueza. M ediante el consum o conspicuo, el in d io co m p ra pres­
regional; no p o s tu la un colonialism o in te rn o que c o m p ren d a a
tigio, status y p o d er, al o c u p a r, en el curso de su v id a activa,
cargos situ ad o s en u n a escala je rá rq u ic a , cuyo cum plim iento todo el p aís, ni u n a situ a c ió n endocolonial en la que las et-
im pone esfuerzos y g asto s considerables. nias in d ias in te ra c tú e n con la sociedad global. Com o e tn ia s, los
indios se rela cio n a n con segm entos sub desarrollados de la so­
C om o en las com unidades indias no hay un siste m a e stab le­
ciedad nacional; com o in d iv id u o s, se relacionan con la sociedad
cido de clases, la relación de éstas con el g ru p o lad in o do m in an te
global.
no puede ser, tam p o c o , u n a relación de clases. A n te s de la R e­
Lo que an te c e d e ex plica p o r qué el p ase o cam bio de mem-
volución tra s to rn a c o m p letam en te la e s tru c tu ra tra d icio n a l de
b recía del g ru p o indio al g ru p o lad in o n ecesita salvar obstáculos
las regiones de refugio, las relaciones e ra n m uy sem ejantes a
casi in su p e ra b le s p a r a realizarse en el nivel regional, en ta n to
las que configuran el sistem a de castas — e n d o g am ia de grupo,
que es un fenóm eno que se p ro d u ce fácilm ente en el nivel n a­
segregación ocupacional, s u p e r-su b o rd in a c ió n , interdicción del
cional. E n ta l nivel, n o op eran las incapacidades que se asig­
pase— ; sin em bargo, la refo rm a a g ra ria , la construcción de vías
n an a los g ru p o s étnicos y el sistem a de clases a b ie rto , que se
m odernas de com unicación y la in tro d u cció n c a d a vez m ás efec­
o p e ra frecu en tem en te en las ciudades en tra n c e de urbanización
tiv a de u n a econom ía m o n e ta ria en esas regiones, hacen que
e in d u strializació n , favorece l a m ovilidad vertical o capilaridad
las relaciones ¡nterétnicas conform en un siste m a de cuasi-cláse,
social. El c a rá c te r dom inical de las relaciones in terétn icas en las
esto es, un sistem a de transición e n tre la c a sta y la clase.
regiones d e refugio hace difícil el pase, fenóm eno individual, y
El conocim iento ín tim o de grupos étnicos m ás num erosos
el cam bio de c a sta a clase, fenóm eno grupal. De la Fuente hace
y de sus relaciones con otros grupos de población la d in a , que n o ta r que e s ta m u d an za, fu n d am en tal p a ra la consecución de
difieren en el g rado de su conservatism o, m o stró u n a gran diver­ u n a cabal integ ració n nacional, no es un proceso pacífico como
sidad en las e stru c tu ra s regionales. Las relaciones in terétn icas lo evidencian los m ovim ientos revolucionarios que en M éxico y
n u n ca d an origen a la m ism a tra m a social; form an un con- G u a te m a la prom ovieron, con resu ltad o s tem porales o d u rad e­
tin u u m en el que pueden observarse relaciones rígidas, como ros, el cam bio en la n a tu ra le z a de las relaciones interétnicas.
las que caracterizan a las castas, y relaciones a b ie rta s , como las
que se suponen en las clases. L a interacción e n tre los m ixtéeos
serranos de h a b la c astellan a y la g en te de razón de su ciudad
m etrópoli, difiere poco de las relaciones e n tre clases; p o r o tra
p a rte , el tra to e n tre los m ixtéeos costeños m onolingües y los
m estizos que con ellos conviven tiene to d as las c a racterísticas de
u n a relación e n tre castas. L a am p litu d en la g a m a de variacio­
nes hacen que sean aventuradas las afirm aciones que pretenden
constreñir el fenóm eno social dentro de la inflexibilidad de un
esquem a preestablecido.
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332 C R Í T IC A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID EAS

Á N G E L P A L E R M V IC H de pen sam ien to que Angel e n c u en tra a su llegada al país debe


haberlas sen tid o fam iliares. No sé, sin em bargo, qué m otivos le
llevan a afiliarse al P a rtid o C om unista, donde su estancia es
corta. El d ogm atism o sta lin ista presto advierte su m arxism o
E l d i e z de ju n io del año en curso de 1980 m urió en la ciudad
crítico, asaz ind ep en d ien te, y antes de que term ine la década
de México el d octor Ángel P alerm V ich, antropólogo de talento
de los c u a re n ta lo b o rra de sus filas.
excepcional que tu v o la v irtu d poco com ún de sa b er ser m aes­
La expulsión del P C es fácil de explicar. El exilio en México
tro en la teo ría y en la p ráctica. Los que fuim os sus amigos,
sus colegas o discípulos acom pañam os a su esposa, C arm en Vi- perm ite a Ángel co n tin u ar sus estudios; en 1949 obtiene la li­
cenciatura en h isto ria. Don Pablo M artínez del Río le induce
quera, a sus hijos A rm ando, Ju a n V icente, J a c in ta y Ángel en
en el conocim iento antropológico y le posibilita su ingreso a
la solem nidad de los funerales. En rendido trib u to a su m em oria
la ENAH, donde consigue la m ae stría en etnología por 1952. El
escribo e sta n o ta que contiene el breve re la to de su v id a y la
doctorado en ciencias sociales le es otorgado en W ashington
interp retació n vehem ente de su o b ra com o científico social.
diez años después, m ie n tra s tr a b a ja en la O rganización de Es­
Ángel P alerm Vich nace el 11 de septiem bre de 1917 en Ibiza, tados A m ericanos. A unque en distintos lugares de sus escritos
u n a de las islas Baleares que em ergen de la h o n d u ra del M ar hace c o n sta r la orientación causal que recibe de M artínez del
M editerráneo. En su lu g ar de origen se h a b la u n a variación Río, es in d u d ab le que son, adem ás, otros,antropólogos quienes
dialectal del catalán; lengua rom ance que en los tem pranos m odulan su p ersonalidad científica y su disposición social. P a ­
años de su niñez conform a su visión del m undo y su sentido lerm a c re d ita , u n a y o tr a vez, las ideas seminales de V. Gordon
de p ertenencia a u n a nacionalidad é tn ic a m in o rita ria . En Ibiza Childe, co nfiguradas en el p arad ig m a de la revolución urb an a,
y en B arcelona pasa sus estudios prim arios y secundarios; se como guías que le conducen a la investigación e interpretación
en cuentra ya en la universidad de la ciudad condal cuando lo de procesos sem ejantes en áreas culturales del Nuevo M undo.
a tra p a la g u erra civil española. Ángel al igual que buen núm ero A Ju liá n II. Stew ard le llam a am igo y m aestro y de él ad o p ta
de sus com pañeros de aula, es m iem bro activo de la Federación la hipótesis de la evolución m ultilineal que es factor básico de
A n arq u ista Ibérica y b ajo sus banderas se enrola y p ersevera en su afirm ación política. F inalm ente, pero no en últim o sino en
la lucha an tifascista al lado de la R epública. E n tres distintas prim erísim o lu g ar, a b ra z a con calor inusitado la tesis de la socie­
ocasiones es herido en com bate, pero sobrevive a la d e rro ta que dad h id ráu lica co n stru id a po r K arl W ittfogel p a ra explicarse el
lo alcanza com o m iem bro de las B rigadas Internacionales. desarrollo cu ltu ral de M esoam érica. Con tales elem entos y con
T ran sterrad o en lo que h a b ía de ser su p a tr ia de adopción se los d ato s de cam po que recoge en el curso de sus investigaciones
n a tu ra liz a m exicano; en el papel y en el hecho. Sin p e rd e r del etnográficas po r p a ra jes ecológicos ubicados en las costas del
todo los patrones de com portam iento europeos, ráp id am en te Golfo, en el piedem onte de la S ierra N orte de P uebla y en el
asim ila los valores y las actitu d es de la com unidad académ ica Valle de M éxico, d a form a a u n a teo ría de la civilización que
de la que form a p a rte . Es m uy posible que en la facilitación del le o c u p a to d a su v id a académ ica. L a teoría le proporciona, con
trá n sito de un estilo de vida a o tro ten g a c ie rta responsabilidad u n a sólida concepción de la ciencia del hom bre, u n a filosofía
la presencia d eterm in an te que el anarquism o c a ta lá n h a sabido b a sa d a en el estudio del pasado y un p u n to de p a rtid a p a ra
m antener en M éxico del ú ltim o tercio del siglo decim onono a p ro p ala r un presente y un fu tu ro libre, racional y hum ano, que
los años que corren. B aste recordar el influjo tra sc en d e n te que es bien d istin to de los que derivan de las form ulaciones p o stu ­
en la ideología de la Revolución M exicana tiene la escuela mo­ ladas por el m arxism o oficial.
derna de Ferrer G u ard ia como teo ría que im pulsa el m ovim iento Es largo el cam ino que recorre desde el inicio de sus estudios
lib ertario representado p o r la escuela ru ral y la educación so­ etnológicos p a ra alcanzar los designios que se propone, y pocas
cialista de los años veinte y tre in ta . M uchas de las corrientes son las gratificaciones que recibe. Tiene, sin em bargo, la fo rtu n a
EL D IÁ L O G O IN C O N CL U SO 3 35
334 C R Í T IC A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E IDE AS

de ingresar a la ENAH en uno de los m ejores m om entos de la colección de hechos p o r sí m ism a es un procedim iento científico
vida de la escuela, cuando todo es esfuerzo y es búsqueda de insuficiente; los hechos existen sólo en ta n to que están relacio­
m etas y cam inos propios. La g u e rra m undial propicia el refugio nados con teorías.
en México de antropólogos europeos com o P au l R ivet, Jacques Provisto con el conocim iento etnográfico del T ajín, con el
Soustelle y P aul K irchhoff, o la estan cia p ro lo n g ad a y fecunda, estudio del p u eb lo de E loxochitlán de la Sierra N orte de P ue­
en la docencia y en el tra b a jo de cam pó, de antropólogos nor­ bla — que perm anece in éd ito — y con el reconocim iento de un
team ericanos, como R alph Beals, George Foster e Isabel Kelly, lugar irrig ad o , T ecom atepec, cercano a Ix ta p a n de la Sal, cuyas
p a ra no m encionar sino a unos cuantos de los agrupados en el ecologías son diferentes y c o n tra sta n te s, y con la sum a de los
d ep artam en to de A ntropología Social de la S m ithsonian Insti­ aportes teóricos an tes señalados, P alerm inicia en 1952 en un
tu tio n . A la elevada calidad de los m aestros corresponde igual artículo que recopila H istoria M exicana, in titu lad o “La civili­
calificación en los alum nos de las prim eras generaciones que se zación u rb a n a ” , sus n otables contribuciones al descubrim iento
asocian en la investigación y en el rela to de las c u ltu ras indias. e in terp retació n de los factores que m odulan la h isto ria cultural
Palerm colabora con la profesora Kelly en el estudio de los y dan significado preciso al térm ino civilización en el proceso
totonacas del T ajín, ta n to en el tra b a jo de cam po cu an to en la de la evolución; a la inteligencia y com prensión de las condi­
pesquisa histórica. En 1948, Angel y su esposa C arm en, apli­ ciones y fuerzas que hacen b ro ta r la civilización y n u tren su
can, por p rim era vez en M éxico, la p ru eb a de Rorschach y, el desarrollo; y al discernim iento de los aspectos e im plicaciones
Them atic Apperception Test a grupos étnicos m esoam ericanos, científicas y políticas de la teo ría de la civilización que con­
conform ándose con la ten d en cia psicologista de la antropología tienen las hipótesis de la revolución u rb a n a en Childe, de la
cu ltu ral de los años c u aren ta. En un e n cu en tro provocado por el a g ric u ltu ra h id rá u lic a en W ittfogel y del evolucionism o mul-
p siq u iatra Raúl González E nriquez, interesado en el estudio del tilineal en S tew ard. E n un tra b a jo que apareció en La torre,
pensam iento m ágico, que tiene lu g ar en la E scuela de A ltos Es­ re v ista de la U niversidad de P u e rto Rico, en 1959, bajó el títu lo
tudios de M ascarones por 1948, conozco las p rim eras andanzas “O rien te y O ccidente o sobre la heterogeneidad de la h isto ria” ,
de Palerm por la senda de la investigación antropológica. P ro ­ P alerm hace u n a b rillan te síntesis de su teo ría de la civilización,
ducto de la incursión en la m en talid ad m aravillosa del cam pe­ reitera n d o la arg um entación en que b a sa la defensa de su tesis,
sino m exicano es el artículo “A lcoholism o, b ru je ría y hom icidio Origen de la civilización urbana en M esoamérica, de 1952, p a ra
en dos com unidades rurales de M éxico” que C arm en V iquera y o b ten er el g rad o de m aestro en etnología.
Angel P alerm publican en A m érica Indígena el año de 1954. A fines de 1952 p a sa a W ashington y en la Unión P a n a m e ri­
Ya p a ra entonces P alerm h a b ía a b an d o n ad o el enfoque psi­ c an a asum e la responsabilidad de e d ita r la Revista Interam eri-
cológico. En efecto, en 1949 P edro A rm illas escribe un artículo, cana de C iencias Sociales, en codirección con Theo C revenna.
“N otas sobre los sistem as de cultivo en M esoam érica” , que pro­ Desde e s ta trib u n a o rien ta y difunde los estudios m esoam eri­
duce un trem endo im p acto en la in te rp re ta c ió n corriente de la canos sobre las sociedades hidráulicas. En 1955 logra unirse a
evolución de las sociedades prehispánicas en M éxico, al punto un d estacad o conjunto de especialistas, en tre los que cuentan
de co n stitu ir el estím ulo que a g lu tin a en u n a escuela teorética a W ittfogel, S tew ard, R obert M. A dam s, Donald Collier y R alph
m esoam ericanistas nacionales y forasteros. El m ism o año Julian Beals, con quienes discute y elabora el m étodo y los resu lta­
Stew ard form ula la tesis y la m etodología de la ecología cultural dos de los estudios de las regularidades in tercu ltu rales en las
en un tra b a jo que aparece en A m erican Anthropologist, “Cul­ civilización de Tegadío. La publicación, b ajo los auspicios de la
tu ra l causality and law. A tria l form ulation of developm ent of p a u , lleva en su versión castellana el títu lo de Las civilizaciones

early civilizations” , que P alerm tra d u c e y d istrib u y e e n tre sus antiguas del Viejo M undo y de Am érica: Sym posium sobre las
com pañeros estu d ian tes. Stew ard rom pe con el descriptivism o civilizaciones de regadío.
etnográfico establecido por Franz Boas y hace n o ta r que la re­ La estan cia en W ashington le facilita la conversación aca­
336 C R Í T IC A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R E S E IDE AS EL D IÁ L O G O IN C ONCL USO 337

dém ica con Stew ard y los antropólogos con él asociados en la sus clases en la e n a h com o u n a form a ostensible de m anifestar
investigación de sociedades com plejas, e n tre los que es preciso su posición al lado de los estudiantes.
m encionar, adem ás de los antes an o tad o s, a E ric W olf, a R obert D edica P alerm el tiem po que perm anece como director del
W est, Rene M illón y W illiam Sanders. L a asociación con W olf, D e p a rta m e n to de C iencias Sociales al seguim iento de o tra línea
en condición de coautores sobre tem as agrarios y cam pesinos, de investigación que parece h ab erle sido sugerida por o tro de sus
es p articu larm en te perdurable. Se inicia en 1955 con el estudio m aestros, Lewis M um ford, a u to r de The Culture o f C ities, pero
conjunto de la irrigación en el antiguo im perio acolhua; con­ en la que tam b ié n coincide con Stew ard; la de la planeación y
tin ú a en 1956 con la descripción de un pequeño siste m a de riego I el desarrollo regionales. E n 1955 trad u ce y difunde, como m a­
en el T eotihuacán clásico, al que se agrega P edro A rm illas; si­ nual técnico, el tra b a jo del profesor Stew ard, al que in titu la
gue con la sum a de conferencias sobre ecología h u m a n a d ic ta d a Teoría y práctica del estudio de áreas. E n él se relatan entre
en la Sociedad A ntropológica de W ashington en 1957, donde I otros planes regionales de desarrollo, el proyecto tarasco que
tam bién colaboran B á rb a ra M eggers, Law rence K rad er y otros ¡ tiene realización cuando Stew ard es el director del In stitu to de
antropólogos m ás; term in a, al parecer, con los estudios sobre la i A ntropología Social de la S m ithsonian In stitu tio n . Los estudios
a g ric u ltu ra y el desarrollo de la civilización en M esoam érica que regionales se producen como obligada m anera de satisfacer la
la p a u publica en 1961 y que s e p / s e t e n t a s recoge, en p a rte , necesidad de su p e ra r las lim itaciones teóricas y prácticas de
en el volumen que sale a luz en 1972 con el ru b ro de Agricultura los estudios de com unidad. Independientem ente de las formu-
y civilización en M esoamérica. j laciones de u n a te o ría y u n a p rá c tic a de la integración regional
que p o r los m ism os años fructifican en México y con los cuales
De 1958 a 1961 Ángel Palerm o cu p a u n a posición p o lític a im ­ Palerm aú n no se e n c u e n tra fam iliarizado, reto m a y perfecciona
p o rta n te como ay u d an te ejecutivo del secretario general de la ! el estu d io de áreas enfocado desde la perspectiva que ofrece la
o e a , doctor M ora; de 1961 a 1965 es d irector del D e p a rta m e n to
| com paración en países diversos. En 1962 la PAU publica sus
de A suntos Sociales. D u ran te trece años seguidos desenvuelve “O bservaciones sobre el desarrollo agrario en Israel” , al que
talen to y habilidad p a ra m an ten er un s ta tu s y un rol claves en p ro d ig a los m ayores elogios y en 1965, com o contribución adi­
el secretariado de la organización p o lítica de los países am eri­ cional en la m a te ria d icta , en la U niversidad de Ingeniería en
canos; pero al fin sucum be a las presiones de u n a ép o ca do­ L im a, seis conferencias que reúne y e d ita b ajo el rubro general
m in a d a p o r la intervención norteam erican a en V ietn am y por de O bservaciones sobre la planificación regional. En ella discute
la denuncia de la g u erra sucia en que to m a n p a rte d e sta c ad a y evalúa los éxitos y fracasos de proyectos de desarrollo regional
los científicos sociales. Ángel, su m ujer y sus hijos, vuelven a que se realizan en Francia, Ita lia , Yugoslavia, Israel y La India.
M éxico. El nuevo secretario general, sin em bargo, apegándose U n a vez restablecido su arraigo en M éxico el C entro Nacional
a la p rá c tic a b u ro crá tic a in ternacional expulsa a P alerm m e­ de P ro d u c tiv id a d le encom ienda la investigación de aspectos
dian te un nom bram iento que lo a c re d ita com o su rep re sen ta n te varios de proyectos de desarrollo en m archa. Los resultados de
especial en A m érica L atin a, de 1965 a 1968. E n este c a rá c te r la pesq u isa se ofrecen a disposición pública en 1968, en la obra
a c tú a como profesor v isitante en la U niversidad M ayor de San Productividad agrícola: Un estudio sobre M éxico, que comple­
M arcos de Lim a, Perú; pero la m ayor p a rte de su tiem p o p ro ­ m e n ta o tr a que ve la luz en 1969, titu la d a Planificación integral
ductivo tra n sc u rre en México, donde se desem peña com o ca­ de la educación en México. En colaboración con antropólogos
ted rá tic o en la e n a h , al tiem po que fu n d a la c a rre ra de a n tro p o ­ j ju n io rs en 1970 pone a disposición de la Comisión Federal de
logía social y el In stitu to de C iencias Sociales en la U niversidad E lectricidad el Inform e de los aspectos socioculturales de la po­
Iberoam ericana. En 1968 el m ovim iento an á rq u ico -e stu d ia n til blación afectada por el proyecto de la Angostura: Estudio y re­
y la represión concom itante lo obligan a renunciar — en solida­ com endaciones. E n 1971, con base en la conferencia d icta d a en
rid ad con m aestros víctim as del despotism o g u b e rn a m en ta l— a el Colegio M ayor G uadalupe de la U niversidad C om plutense,
338 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E IDE AS EL DIÁ LO G O IN CONCLUSO 33 9

M adrid, escribe el ensayo “Crisis y crític a de la integ ració n en — la an tro p o lo g ía social— que arra n c a sus orígenes bastardos
A m érica” que aparece sim ultáneam ente publicado en la rev ista de la colaboración colonial con el com portam iento ideologi-
Com unidad de la u i a y en la Revista Española de A ntropo­ zado de los profesionales que la aplican y sirven los propósitos
logía A m ericana. En 1972, finalm ente, S E P / S E T E N T A S incluye de un gobierno su p u estam en te revolucionario, pero en verdad,
su “Ensayo de crític a al desarrollo regional en M éxico” como obsecuente in té rp re te de la clase dom inante. El m ovim iento
p a rte del volum en Los beneficiarios del desarrollo regional, con an a rc o -estu d ia n til pone al descubierto, inesperadam ente, la in­
el cual pone fin al ciclo de los estudios regionales. En los dos congruencia e n tre los postulados dem ocráticos que se propalan
últim os ensayos la radicalización del pen sam ien to crítico de Pa- y la c o n d u c ta despótica y opresiva del régim en. La sangrienta
lerm es y a m anifiesta. represión que acalla la p ro te s ta no hace sino soterrarla; la re­
La inevitable conexión que existe e n tre las ciencias sociales acción de los e stu d ia n te s se expresa a través de la adopción
y la p o lítica no es o lv idada p o r P alerm . El evolucionism o mul- de un m arxism o rígido, in to leran te y do ctrin ario , que niega la
tilineal, que ta n e n tu siastam en te a d o p ta , llevado a sus últim as validez de la antropología social como ciencia del hom bre. La
consecuencias e n tra ñ a la posibilidad de supervivencia del capi­ resp u e sta de los m aestros es crítica; algunos proponen la cons­
talism o o de su trá n sito a o tro sistem a que no sea necesaria­ trucción de u n a antropología crítica, o tros, como Palerm , un
m ente el socialism o. Im plica, adem ás, o tra s y m últiples posibi­ m arxism o crítico com o base de la antropología.
lidades; e n tre ellas u n a que es p a rtic u la rm e n te c a ra a P alerm y P a r a alcan zar ta l conclusión P alerm pone el p u n to a dis­
que a firm a la p o tencialidad del cam pesinado p a ra defender su cusión en un sem inario que in au g u ra en la escuela de graduados
estilo de vida y asegurar su continuidad por propio dinam ism o. de la u i a , en él d ic ta c u a tro conferencias que la rev ista C om uni­
Am bos postulados levantan poderosas b a rre ra s de resistencia dad p u b lica en 1969 y 1970. El títu lo que asigna al conjunto de
y contestaciones airad as po r p a rte de quienes se afilian en el ensayos es el de “U na defensa del m odo asiático de producción
m arxism o oficial. Igual resp u e sta ira c u n d a provoca el p ro h ija­ según M arx y W ittfo g el” , rem iniscenţe de aquel o tro , “Defensa
m iento de la tesis del despotism o orien tal com o explicación de la del m arxism o” , del p eru an o M ariátegui. Los ensayos son u n a
d ic ta d u ra stalin ista. M ientras P alerm m an tien e la discusión en recopilación de escritos y experiencias, y a antes expuestos, que
el plano académ ico y dedica su tiem po y su esfuerzo a com pilar a h o ra reciben un tra ta m ie n to político. En ellos exam ina h a s ta
y ag ru p a r hechos que apoyen con verosim ilitud cada vez m ayor sus ú ltim as consecuencias la h isto ria del nacim iento y ocul­
la hipótesis de la civilización hid ráu lica y lim ita su aplicación al tació n de la teo ría m a rx ista de un m odo de producción asiático
caso de M esoam érica la polém ica no eleva dem asiado las voces que Lenin acalla y S talin prohíbe com o herejía d u ra n te los años
en d isp u ta. Tal es lo que ocurre al aparecer Obras hidráulicas tre in ta . A naliza los planteam ientos de M arx y Engels claros y
prehispánicas en el sistem a lacustre del Valle de M éxico, que sim plistas sobre las eta p a s evolutivas de la hum anidad conteni­
publica S E P - I N A H en 1973, y que, no o b sta n te su valor com o dos en el M anifiesto com unista y en la Ideología alem ana que
indiscutible y n o tab le ap o rtació n científica a la tesis h idráulica, se b asan en el conocim iento del desarrollo de la sociedad euro­
no son violentas las reacciones que produce. p ea, pero que m u estran “la inm ensa ignorancia de su tiem po
En cam bio, lo contrario acontece cuando e x tra e, del caso p a r­ y la su y a p ro p ia sobre las cu ltu ras no occidentales y sobre la
tic u la r de M esoam érica, consecuencias e im plicaciones políticas p reh isto ria ” .
de carácter general que contienen u n a energía p o tencial lo su­ P alerm alega que en los G rundrisse — form aciones económ i­
ficientem ente vigorosa com o p a ra engendrar la m ás calurosa cas p rec a p ita lista s— M arx h a b ía su stitu id o y a el concepto del
controversia. Aclarem os; los acontecim ientos de 1968 son res­ evolucionism o lineal y la idea de las e tap as universales nece­
ponsables de la grave frustración que sufren los e stu d ia n te s de sarias de to d o desarrollo, po r u n a visión ex trem ad am en te rica,
la e n a h , y los m aestros que apoyan sus dem andas de cam ­ aunque to d a v ía confusa, de los procesos m ultilineales de la evo­
bio, al co nfrontar los valores y principios de u n a disciplina lución. Luego de este periodo en que M arx lleva a un p u n to cul­
340 C R Í T I C A A N T R O P O L Ó G I C A . H O M B R E S E ID E A S EL D I A L O G O i n c o n c l u s o 341

m in an te su p o d e r an a lític o y su cap acid ad de teo rizació n , algo d as en los ú ltim o s quince añ o s. A l reg re sar al p aís en 1965 se
e x tra ñ o ocurre. M arx y Engels a b a n d o n an el p lan te am ien to d e se m p e ñ a com o c a te d rá tic o en l a EN AH y en l a escu ela de a n ­
m ultilineal y regresan a la tesis original. YVittfogel ac u sa a M arx tro p o lo g ía de l a UIA; p ro d u c to de los cursos im p a rtid o s en am ­
de com eter un pecado c o n tra la ciencia. De los años se se n ta b a s in stitu c io n e s es el te x to in titu la d o Introducción a la teoría
del siglo p asado en a d elan te los líderes del socialism o m a rx ista etnológica c u y a p u b licació n en 1967 m a rc a el com ienzo de un
sufren los violentos ataq u es de los a n a rq u is ta s que a firm a n la nuevo en fo q u e en la en señ a n z a de la a n tro p o lo g ía que p a s a de la
convicción de que el socialism o de E sta d o conduce d ire c ta m e n te sim ple d escripción de los hechos, sin in te rp re ta c ió n m a n ifie sta
al dom inio despótico de u n a m in o ría p riv ile g iad a sobre el resto de los m ism os, a l a reflexión sobre su significado y o rd e n a ­
de la población. P a ra P alerm es evidente que de 1850 a 1860 m ien to . L a en señ a n z a de la te o ría e tn o ló g ic a y la descripción
la ciencia de M arx e n tró en conflicto con la p o lític a de M arx. de los prin cip io s en que se fu n d an las escuelas etnológicas que
M arx se dio c u en ta de que el m esianism o que ib a a d o p ta n d o se suceden en el desarro llo h istó ric o de la discip lin a — del evo­
la ideología m a rx ista era u n a gran fuerza de la cual no quiso lucionism o u n ilin eal de M organ al m u ltilin eal de S te w a rd , del
p riv ar a su naciente m ovim iento político. difusionism o y el rela tiv ism o c u ltu ra l n o rte a m e ric a n o al estru c-
Q ueda de e s ta m an era en evidencia la in ex tric a b le lig a que tu ra lis m o y el funcionalism o b ritá n ic o , de la a n tro p o lo g ía social
existe e n tre la investigación social y la p rax is p o lític a que se a la a n tro p o lo g ía de inspiración m a rx ista — ilu m in a la com ­
in te rp en e tra n . La resurrección del m a p en la seg u n d a m ita d p rensión c rític a de la ciencia del hom bre.
del siglo no se dio en la atm ósfera e n rarecid a y viciada, cien­ E n 1974 in ic ia u n a o b ra que c o n tin ú a y perfecciona la lín e a
tíficam en te asfixiante y estéril de las diversas o rto d o x ias m ar- de en señ a n z a im p líc ita en la Introducción', los cap ítu lo s que é s ta
xistas, sino en la atm ósfera creativ a del m arxism o crítico, del d ed ica a los p a d re s fundadores se a m p lían con sid erab lem en te y
m arxism o lib e rta rio , com o ten d en cia p e rm a n e n te del científico alcan zan el ta m a ñ o de un volum en que se p u b lic a b a jo el ru b ro
en la búsqueda d esinteresada de la verdad, m ás allá de las con­ de H istoria de la etnología: los precursores. E n 1976 aparece
tingencias de u n a circunstancia h istó rica co n creta y a veces en el segundo volum en con el títu lo de H istoria de la etnología:
lu ch a c o n tra ella. Los problem as au tén tico s e im p o rta n te s de la los evolucionistas, en cuyas páginas desenvuelve la discusión
ciencia social tam bién son problem as políticos, pero u n a cosa c rític a que sobre el proceso del desarrollo social y c u ltu ra l sos­
es reconocer los nexos que existen e n tre la ciencia social y la tien en los in te g ran te s de las diversas escuelas y ten d en cias a n ­
política, lo m ism o que en tre los científicos y la sociedad en que tropológicas. F in alm en te, en 1977 sale de la im p re n ta el terc er
viven, y o tra es po litizar la ciencia y la a ctiv id ad científica, con­ tom o de la serie, H istoria de la etnología: Tylor y los profesio­
cluye Palerm . P o r dem ás e stá decir la polvadera que lev a n ta con nales británicos, que e stu d ia los prim eros pasos de la disciplina
los ensayos aludidos, que no se a p a g a sino se in cre m e n ta con la com o ciencia social con id en tid ad y categorías bien definidas.
aparición de la ú ltim a de sus obras, Antropología y m arxism o, Con la colaboración de u n a o algunas antropólogas ju n io rs P a ­
editado po r N ueva Im agen unos meses antes de su m uerte y lerm term in ó o e sta b a a p u n to de te rm in a r un c u a rto volum en,
en la que a g ru p a un conjunto de artículos sobre tem as diversos d estin ad o a evaluar las contribuciones de los antropólogos ale­
que van desde la discusión del sistem a colonial novoespañol y su m anes a la ciencia del ho m b re, que esperam os p ro n to sea dado
articulación con el sistem a c a p ita lista m undial h a s ta el d eb ate a conocer. T a n to en la Introducción cu a n to en la H istoria y,
sobre el m odo de producción cam pesino al que a p o rta nuevas aún m ás, en las num erosas recensiones de libros aparecidos en
luces. los últim os tre in ta años se m a n ifie sta ostensible el p en sam ien to
/
Hay un aspecto en la vida de Angel P alerm que deseo tr a ta r del d o c to r P alerm y el im p o rta n te papel que desem peña en la
en últim o lugar porque es tal vez el m ás im p o rta n te de todos configuración de un m arxism o crítico com o orientación básica
ellos; me refiero al rol trascen d en te que tu v o en la form ación de la an tro p o lo g ía social.
profesional de generaciones de antropólogos sociales prom ovi­ E ste m arxism o crítico no desdeña las apo rtacio n es de los
3 42 C R I T I C A A N T R O P O L Ó G IC A . H O M B R E S E IDEAS

EL DIÁ LO G O IN C ONCL USO 343


precursores, de los evolucionistas y de los profesionales de la
antropología sino, p o r el contrario, las a c ep ta , las tam iz a y les aspectos, p a rticu la rm e n te en cuanto hace a la traducción al
asigna un valor en el acervo form ado p o r la acum ulación perm a­ español o al inglés, según el caso, de las investigaciones an ­
n en te de nuevos conocim ientos que enriquecen y perfeccionan tropológicas, así como de la versión al castellano de las obras
la disciplina. T raduce y divulga en 1971 las N o te s and Q u e m e s fu n d am en tales de los antropólogos de n o ta, entre las cuales los
form uladas p o r los antropólogos británicos; hace lo m ism o en A rgonautas de M alinowski, los A ndam an de Radcliffe-Brown,
1976 con la Guía de M urdock y prom ueve la tra d u c ció n y publi­ los A za n d é de E v an s-P ritc h a rd , los W estern Pueblos de Fred
cación de resúm enes de ensayos sem inales p a ra la com prensión E gan y o tra s m ás, son in stru m en to s form ativos de la personali­
de las ciencias sociales que aparecen en la Colección Sociológica d ad del e stu d ia n te cuya lec tu ra es inexcusable. La idea de crear
de la editorial Edicol. C uando asum e la resp onsabilidad de or­ u n ce n tro de excelencia, sin em bargo, to m a cuerpo h a sta 1975
ganizar el c i s i n a h desarrolla u n a n o tab le lab o r de difusión de cuando V íctor B ravo A h u ja y sus colaboradores en la SEP dan
los resultados de las pesquisas antropológicas que lleva a cabo co n stitu ció n física y legal al C entro de Investigaciones Superio­
el C entro; ta re a ím p ro b a que prop o rcio n a a los investigadores res del In s titu to N acional de A ntropología e H istoria. El presi­
la o p o rtu n id ad de que sus obras noveles sean conocidas, discuti­ d e n te E cheverría no m b ra al doctor Angel P alerm Vich director
das y sancionadas. A lgunas de ellas seguram ente trascen d erán fu n d ad o r de la institución donde la investigación y la enseñanza
al público, p ero la im p o rta n c ia de estas publicaciones y del se in te g ran p a ra o to rg a r postgrados en antropología.
quehacer edito rial del C en tro reside m ás bien en que confor­ /
A ntes de que esto sucediera, se debe a la insistencia de Angel
m an la atm ó sfera cu ltu ral donde p ro sp e ra la producción y la P alerm la form ación de los prim eros antropólogos sociales m e­
reproducción antropológicas.
xicanos con p o stg rad o en universidades foráneas. El gestiona
Desde sus tem p ran o s años en la o e a h a s ta el de 1980, Angel becas y logra la adm isión de egresados de la e n a h y de la
m u estra su interés co n stan te por la enseñanza y la investigación u i a p a ra que o b tengan la m aestría o el doctorado en escue­
al m ás alto nivel científico. En 1954 coincidim os en San José, las inglesas o norteam ericanas servidas por un profesorado de
C o sta R ica, como ponentes en u n a reunión de especialistas, renom bre reconocido. Com o resultado de sus esfuerzos consi­
convocada por la U N E S C O , sobre la enseñanza de las ciencias gue co n stru ir los cuadros académ icos de alto nivel que en las
sociales. Am bos proponem os la creación de un cen tro de exce­ universidades autónom as M etro p o litan a y de C hapingo y en
lencia p a r a l a enseñanza de la antropología con sede en la u n a m o tra s instituciones y colegios de educación superior com ponen
y con apoyo internacional. René Clém ens, sociólogo belga que el núcleo dirigente que rige la docencia y la investigación en los
dirige los debates, respalda la p ro p u esta y queda como recom en­ d e p a rtam e n to s de antropología. Pero de estos asuntos y de otros
dación del g rupo de estudiosos centroam ericanos y caribeños. m ás conectados con la expansión de la antropología en México
La u n a m , sin em bargo, no se convence de la b o n d ad del pro ­ son los propios beneficiarios quienes tienen mejores noticias y
yecto y éste no cristaliza. En 1967, gracias a las in stan cias de m ayores argum entos p a ra hablar; p a ra m í es tiem po de callar
Jo hnny M u rra — uno de los grandes m aestros de la a n tro p o ­ y, con sen tid a em oción, m antener el recuerdo vivo del am igo y
logía p e ru a n a y com pañero p a rtid ario de A ngel— volvemos a científico social fallecido.
reunim os en B urg W arstenstein, A u stria, b a jo los auspicios de
la W enner G ren F oundation, con los antropólogos am ericanos
y los am ericanistas europeos m ás destacados p a ra discu tir las
posibilidades de integrar la enseñanza y la investigación a n tro ­
pológicas, con el pensam iento puesto en la creación o el refor­
zam iento de centros de excelencia en M éxico y en P erú. Los
resultados de la reunión, to d av ía hoy, son fecundos en muchos
ÍNDICE GENERAL

Claves de un diálogo en tre la antropología y la política


(E stu d io in tro d u c to rio )
Félix B á e z-J o rg e ................................................................. 7

I. E n la huella del Siglo de las Luces


Francisco Ja vier C lavijero............................................... 43
Francisco F lores................................................................... 74

II. A fluentes ideológicos de la Revolución M exicana


Ricardo Flores M a g ó n ....................................................... 97
M oisés S á e n z ......................................................................... 137
R afael R a m ír e z..................................................................... 181
Vicente Lombardo Toledano............................................. 213
Lázaro C á rd e n a s................................................................. 254

III. El diálogo inconcluso en tre antropología e indige­


nism o
M anuel G a m io ..................................................................... 269
A lfonso C a so ......................................................................... 281
J u a n C o m a s........................................................................... 311
A lfonso Villa R o ja s............................................................. 315
Julio de la F u e n te ............................................................... 323
A n g el P alerm V ic h ............................................................. 332

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