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Espinosa
Amilkar Caballero De la Hoz
Universidad del Atlántico
Los cortejos del diablo, primera novela del escritor cartagenero Germán Espinosa,
cambio a nivel formal que soporta aquella transformación y que se basa en la disminución
perspectiva desde la que se presentan los hechos. Este artículo analiza las formas en que
esta novela deconstruye la narrativa con la que se edificó la nación colombiana y los
procedimientos usados para estructurar su trama de manera que parezca que no hay una
autoridad superior organizando todo el material estético y que otras voces tengan acceso a
contar la “Historia”. En este sentido, se plantea un análisis del diálogo que la novela
establece con la estética precedente, la del boom, y de la forma en que el autor logra
y de la estética del Realismo Mágico. Mi hipótesis central es que Espinosa recurre a lo que
colombiana.
1
Para usar un término de Etienne Balivar (1991) que define a la comunidad instituida por el Estado-nación
(p. 96).
Lo neofantástico, lo “posoccidental” y la parodia del proyecto ilustrado de la
Germán Espinosa puede considerarse como uno de los pioneros de la literatura fantástica en
Colombia. Como él mismo lo pone, él fue uno de "los pocos colombianos que frecuentaban
la literatura fantástica allá a finales del decenio de 1950" (Cano y Espinosa, 1986, p. 36)
con su obra La noche de La Trapa. Y también fue uno de los pioneros en el empleo de lo
neofántastico en el país. Los Cortejos del Diablo publicada en 1970 representa de hecho,
una uno de los primeros intentos2, en el Caribe colombiano, por usar elementos que superan
sobre la relación entre lo neofantástico y la realidad, busca "intuirla y conocerla más allá de
esa fachada racionalmente construida" (p. 28). En otras palabras, lo neofantástico en Los
cortejos del Diablo es una herramienta epistemológica fronteriza que busca mostrar lo
carga eminentemente ideológica, aunque el propio autor manifieste que prefiere hacer
afrodescendiente europeo caribeño que usa elementos no "racionales" como la brujería para
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Una triste aventura de catorce sabios del escritor barranquillero José Felix Fuenmayor puede
considerarse como el primer ejemplo de uso de lo fantástico en el Caribe y en Colombia.
En la novela la brujería, como elemento neofantástico palmario, no se presenta desde una
mirada externa ni como un elemento exótico que identifica a un grupo humano. Tampoco
XIX, sino una forma de conocimiento, una forma de enmascarar una segunda realidad3
(Alazraki, 1990, p. 29), la realidad de la Cartagena de la década del 60, o más bien de
de una segunda realidad diferente de la colonial donde históricamente se sitúa. Cabe señalar
permean y fracturan ese patrón de poder. Dos episodios son clave en el texto para
consiguiente conversión a brujo del inquisidor Juan de Mañozga, uno de los personajes
centrales del texto. Este representante del poder colonial y de su patrón de dominación va
vive en el mundo de las brujas que surcan los cielos de ese mundo pagano y que van
3
La crítica ha señalado, de manera muy tibia, véase Manuel Silva Rodríguez (2013)
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Siguiendo a Aníbal Quijano (1992) existe un patrón de poder instaurado por los procesos coloniales en el
siglo XVI y que tiene como eje fundamental la idea de raza.
derramando los flujos maléficos de buziraco, su dios. Los que rodean al inquisidor lo ven
como aquello que marca la diferencia entre el mundo racional occidental (de ahí que lo
abrazar la visión de mundo caribeña. Este es el escenario posoccidental que quiere bocetar
Espinosa en el que no solo los europeos influyen a los pueblos colonizados sino que estos
logran impactar en la visión de aquellos. Mañozga pasa a ser un “viejo cabro”5 (p. 124), es
decir empieza a ser asociado con la noción del demonio que fue fundamental para que la
iglesia católica proyectara la inferioridad de algunos seres humanos por estar alejados de
Dios (la bondad) y por estar su alma por ende, poseída por el diablo (la maldad). Por eso el
Alcaide Fernández de Amaya cree al final de la novela que a Mañozga “lo habían arrullado
las frases mágicas y cadenciosas de la bruja” (p. 204). No solo ve que el inquisidor ha sido
influido por la visión de los de acá sino que el mismo lo ha sido pues la palabra
concreta con el suceso con que termina la novela en el que “las brujas bajaron y alzaron el
cuerpo monumental del Inquisidor por los aires impregnados de azufre, para conducirlo a
Tolú, tierra del bálsamo, donde por toda la eternidad habría de besar a Buziraco” (p. 212).
Es muy diciente que la novela finalice precisamente con este episodio que marca como el
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Todas las citas en este texto son tomadas de la siguiente edición: Espinosa, G. Los cortejos del diablo
(2003). Bogotá: Casa Editorial El Tiempo.
brujo-caribeño. No se trata de que Mañozga haya cambio su modo de ver el mundo sino de
Alcántara, la supuesta hija bastarda del rey de España. Por un lado, protege y pondera el
científicos en la ciudad y por otro lado consulta y respeta las dotes adivinatorias de
Rosaura, la bruja. Ella le dice al final de su encuentro adivinatorio: “Eres muy sabia, ña” (p.
103). Esa condición de permeabilidad de visiones del mundo se percibe cuando Catalina
abandona la casa de Rosaura y piensa “Y Catalina se resistía a creer que, en este lugar
primitivo y caótico, pudieran por un momento confluir la realidad del mundo, su pasado y
porvenir, en una vasija de barro llena de agua” (p. 103). Se nota aquí la pugna entre las dos
visiones del mundo: la racional y la supersticiosa. Catalina posee esta visión de mundo
borrado del negro esclavizado y del afro descendiente en América. Desde la misma colonia,
parte del sistema y por ende, debe ser reconocido como tal. Si hay algo de “brujo”, de
“superstición”, del “demonio” en la hija del Rey de España, símbolo del ala secular del
mismo, y en Mañozga, arquetipo de la defensa de los valores del catolicismo del siglo
XVII, la parte eclesiástica de ese gobierno, quiere decir que lo brujo, demoníaco y
En este sentido, lo neofantástico es usado por Espinosa como lo anormal que se vuelve
normal. Por eso, lo presenta como si fuera algo común, no como una anomalía. El caso más
diciente al respecto es el de la levitación de Rosaura. El narrador repite insistentemente el
hecho a lo largo de varias páginas y cuando está absolutamente claro que ella se encuentra
“suspendida casi a nivel del techo, Rosaura se maravillaba ella misma…” (p. 163), “en la
suspensión de motita” (p. 166), “Y así lo recordaría suspendida casi al nivel del techo…”
(p. 171), y “flotando a tres metros del suelo…” (p. 176). La insistencia sobre su ubicación
“anormal” busca conseguir el efecto que el lector lo vea como normal, como un hecho que
hace parte del diario vivir de los habitantes de Cartagena. En suma, intenta volver lo
fantástico como algo tan normal como lo racional. Algo parecido ocurre con el incidente
Pedro de Heredia con Rosaura en el que el primero intenta violarla y esta usa la magia para
histórico combinando hechos incluidos en el relato histórico oficial como el del carácter
pendenciero de Pedro de Heredia que le hizo perder su nariz en una riña con hechos
tono humorístico también característico de los habitantes del Caribe colombiano: “porque
todos veían aquel avechucho de corral delante de sus entrepiernas y pensaban que el
Fundador estaba cometiendo una bestialidad, pero ya por aquellos tiempos era cosa normal
en la villa el juntarse con burras, perras y gallina…” (p. 91). Nótese que en ambos casos, el
Resulta poco creíble afirmar que Germán Espinosa critique en esta novela la filosofía
ilustrada que subyace en las obras del boom cuando precisamente se le reconoce por su
marcada erudición, la cual exhibe sin ningún recato en toda su obra. Sin embargo, Los
cortejos del diablo está atravesada de principio a fin por la burla y la parodia de esa
filosofía aunque la erudición del autor nos pueda hacer pensar que la comparte. Uno de los
elementos estéticos comunes a muchos de los autores del posboom es la presencia de una
latinoamericanas, y por el otro lado, un humor socarrón, una burla velada hacia esos
intelectuales y hacia ellos mismos que busca evitar seguir coludiendo con el poder como lo
hicieron sus antecesores (muchas veces de manera involuntaria). Piénsese por ejemplo en
De donde son los cantantes de Severo Sarduy, donde dos prostitutas se burlan del narrador
de la novela. Algo similar ocurre en “El cuento envenenado” de Rosario Ferré, donde la
que construyó su novela. En el caso de La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot
Díaz, Oscar, el personaje central, es la antítesis del intelectual y del héroe novelesco por su
apariencia física, sus continuos tropiezos con las mujeres, las múltiples vicisitudes que
(el nombre del personaje es en sí mismo una burla y se asemeja al de Melquíades sin la
pasaje de la alquimia en Cien años que sirve al propósito de construir la continuación del
proyecto ilustrado y desarrollista de García Márquez y los autores del boom: mostrar la
precursora de las ciencias modernas. García Márquez lo usa para afirmar algo: el atraso de
jalona hacia el progreso. Mardoqueo es también alter ego de Espinosa, es el que se burla del
cortejos del diablo no sienta ninguna verdad, ni muestra ningún rasgo de la identidad
Mientras Melquiades deja “una serie de apuntes y dibujos sobre los procesos del Gran
filosofal” (p. ) y además monta un laboratorio con el que la gente de Macondo pueda hacer
una galera. Además, pronuncia un discurso “disparatado y herético” (p. 37) antes de
luces algo absurdo que no convence a nadie en la ciudad. El alquimista obtiene una “lluvia
chamuscado de la uña del dedo gordo del pie de Dios” (p. 39). A diferencia del asombro, la
deja ver la desconfianza que existe hacia Mardoqueo como se puede apreciar en la frase
“según el alquimista” o en los apelativos que usa el narrador con él tales como
“estrafalario” o “hereje”.
parodia en Los cortejos del diablo a partir de la figura de Rosaura. El asombro que
intenta subvertir la continuación del proyecto ilustrado abanderado por los intelectuales
vanguardistas y del boom latinoamericano con una inversión epistemológica que pone a lo
aprehender la realidad. Por eso Rosaura después de ver en su lebrillo el episodio en el que
Pedro Claver sale despavorido ante la desnudez de Catalina Alcántara, lo recuerda muchos
“ilustrar al mundo sobre la importancia y necesidad de la brujería” (p. 171). Nótese el uso
del verbo “ilustrar” que alude precisamente a ese proyecto que busca la instrucción de la
humanidad a partir del conocimiento. Aquí se da a partir de la brujería como forma posible
páginas finales del texto. El autor nos muestra una descripción de los funerales de Rosaura
García que mezcla la solemnidad con la irreverencia para exaltar por un lado, la figura de la
bruja y por el otro, para deconstruir ese discurso y el tono un serios y “académicos” con el
leemos: “la carreta empezó a moverse suavemente, con su preciosa carga. Ya en aquel
momento se comprendió que los funerales de la hija de Juana García, como los de toda
bruja sabia, habrían de durar tres meses durante los cuales se cantaría, bailaría, comería
expresión “bruja sabia” parece un oxímoron pero realmente condensa ese barroco
delicado y suave y termina con otro acelerado y abrupto con el uso de expresiones como
“folgar” y con adjetivación profusa. Pero contrastemos este pasaje con la descripción de los
funerales de la Mamá Grande. Si bien hay una actitud irreverente en el cuentero, primer
narrador del cuento de García Márquez, como argumenté en un texto anterior (Caballero,
palabra y en la cuidadosa construcción del texto. Este narrador asume un tono más solemne
para lo que describe y deja de lado el tono irreverente que distingue al narrador de
agonía, la Mamá Grande ordenó que la sentaran en su viejo mecedor de bejuco para
expresar su última voluntad. Era el único requisito que le hacía falta para morir”6. Nótese la
diferencia en el tono de las dos narraciones y aunque ambos exhiben erudición académica,
creencia de que los hechos narrados también lo son como sucede en el texto de García
Márquez. Para ponerlo en palabras de Linda Hutcheon (1980), mientras en Los funerales de
historia narrada, en Los cortejos del diablo esa conexión vital es forjada de nuevo en el
References
Balibar, E. (1991). The Nation Form. History and Ideology. En: Race, Nation, Class:
6
Gabriel García Márquez. Los funerales de la Mamá Grande. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, p. 46.