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Tema 11

Responsabilidad
profesional

Estefanía Segura Escobar.


Médico Especialista en Psiquiatría.
Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR)

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INDICE:

11.1. INTRODUCCIÓN.

11.2. TIPOS DE RESPONSABILIDAD.

11.3. RESPONSABILIDAD EN SALUD MENTAL.

11. 1.- INTRODUCCIÓN.

Definimos responsabilidad como la disposición personal de asumir las


consecuencias de nuestras propias decisiones, respondiendo de ellas ante terceras
personas. Para determinar que existe responsabilidad es necesario que las
acciones se realicen de manera libre y que haya una norma que regule un
comportamiento.

Daño hace referencia a cualquier tipo de consecuencia perjudicial que padece una
persona con motivo de una conducta propia, ajena o, incluso, con ocasión de un
fenómeno natural, no imputable a sujeto alguno.

Se entiende por responsabilidad profesional sanitaria a la obligación que tienen los


profesionales sanitarios de reparar y satisfacer las consecuencias de los actos, las
omisiones y los errores voluntarios, e incluso involuntarios, dentro de ciertos
límites, cometidos en el ejercicio de la actividad sanitaria.

11. 2. TIPOS DE RESPONSABILIDAD.

La responsabilidad puede diferenciarse en 4 tipos:

Responsabilidad Deontológica.

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Entendemos esta responsabilidad como la obligación que cualquier médico tiene
de ajustar su trabajo al Código Deontológico. Según este Código debemos regirnos
por los principios básicos de Beneficencia, Autonomía y Justicia, los cuales son de
obligado cumplimiento, y supeditados a medidas disciplinarias en caso de no
cumplirse.

Responsabilidad Disciplinaria:
La Administración tiene la figura de empleador y tiene capacidad y potestad para
vigilar y exigir la correcta actuación de los profesionales que están a su servicio. En
caso de incumplimiento, los entes públicos tienen capacidad para establecer
sanciones de tipo disciplinario a través de la responsabilidad administrativa.

Responsabilidad Civil:
Viene derivada del no cumplimiento de deberes u obligaciones y que como
consecuencia produzcan un daño a otra persona, y regulado por el Código Civil en
su Art. 1902: “El que por acción u omisión cause daño a otro interviniendo culpa o
negligencia, está obligado a reparar el daño causado”.

En el Art. 1903 se hace referencia a que la obligación no solo es exigible a los actos
u omisiones propias, sino por los de aquellas personas por los que se debe
responder (padres, tutores, directores, maestros, jefes de servicio…).

La responsabilidad civil puede ser:

- Contractual: contrato de arrendamiento de servicios, siendo en nuestro


caso, entre médico y paciente. Existen especialidades concretas en las que el
contrato es de obra, es decir, de resultados (como cirugía plástica).

- Extracontractual: no hay contrato previo, pero el incumplimiento se


produce al no actuar conforme a la Lex Artis.

¿Cuáles son los requisitos para exigir responsabilidad civil?

1.- Conducta negligente o imprudente, ya sea por acción u omisión.


2.- Daño como consecuencia de dicha conducta, pudiendo ser este daño físico,
psicológico, moral, patrimonial, etc.

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3.- Debe existir una relación causa-efecto entre la acción y el resultado.

En el caso de la responsabilidad civil el resultado es la obligación de indemnizar,


debiendo reparar los siguientes aspectos, y conformando lo que se conoce como
Indemnización de daños y perjuicios:

- el daño sufrido, ya sea corporal o patrimonial, que se denomina daño


emergente.

- las ganancias que se han dejado de recibir debido al daño, que es el lucro
cesante.

- el sufrimiento y daño moral, que al ser difícil de cuantificar, queda sometido


al criterio del Tribunal correspondiente.

Por otra parte, existe una responsabilidad civil de la Administración, recogida en el


Art. 106 de la Constitución, estableciendo que existe un derecho a ser indemnizado
como consecuencia del incorrecto funcionamiento de los servicios públicos.

La responsabilidad de la Administración puede dividirse en:

- responsabilidad directa por culpa: la Administración está obligada a vigilar


el funcionamiento y pericia del personal a su cargo y la facultad de libre
elección del mismo, conociéndose como “culpa in vigilando” y “culpa in
eligendo”.

- Responsabilidad solidaria: la acción de reclamar puede dirigirse contra uno


de los implicados o contra todos ellos.

Responsabilidad Penal.

Los profesionales sanitarios pueden incurrir en responsabilidad penal en los


siguientes aspectos:

- como cualquier otro ciudadano,

- al utilizar sus conocimientos para delinquir: en este caso se llama “dolo” y


serían casos como falsedad de certificado médico, práctica de abortos al
margen de los supuestos legales, eutanasia activa, dispensación irregular de

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medicamentos,..

- por imprudencia, negligencia o impericia profesional: es el que con más


frecuencia se deriva la responsabilidad penal.

Esta responsabilidad se basa en:

- obligación preexistente de asistencia (por contrato o imperativo legal)

- transgresión de la “Lex Artis” (falta médica)

- producción de daño (físico, psíquico, moral)

- relación causa-efecto entre la acción médica y el daño producido.

En el caso de que al profesional se le condene penalmente, también existe una


obligación de indemnizar los daños y perjuicios, es decir, que la responsabilidad
penal lleva aparejada la civil.

Por otro lado, tenemos que hacer referencia a la “Lex Artis” y la “Lex Artis ad hoc”.
En el caso de la “Lex Artis” se hace referencia al buen hacer profesional, es decir, a
actuaciones técnicamente indicadas, prudentemente realizadas y llevada a efectos
con los conocimientos más actualizados.
En este caso, actuamos con respecto a la “Lex Artis” cuando se cumplen los
siguientes requisitos:

- cuando su forma de proceder ha sido la indicada con arreglo a los


conocimientos científicos existentes,

- cuando los conocimientos y habilidades están actualizados,

- cuando se han respetado los derechos del enfermo a la información,


confidencialidad y consentimiento informado.

La “Lex Artis ad hoc” sigue la misma actuación de la “Lex Artis” pero teniendo en
cuenta el caso concreto y las características específicas tanto del médico como del
momento y paciente. Con esto nos referimos a que no existen casos iguales, y que
en la actuación profesional habrá que tener en cuenta todos los aspectos que
puedan intervenir en la evolución del proceso.

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Definiciones:

- Impericia: falta de conocimientos básicos para el ejercicio de la profesión, o


también falta de actualización de los mismos. Podríamos equipararlo a
ineptitud o falta de capacidad.

- Negligencia: aquella actuación médica en la que no se guarda la precaución


o cuidado mínimos. Se consideraría una conducta descuidada y dejada.

- Imprudencia: asumir un riesgo superior al permitido por los conocimientos


científicos al uso.

Existen otras situaciones que pueden derivar en responsabilidad penal:

- Omisión del deber de asistencia sanitaria: el Código Penal separa en su Art.


196 este delito del de omisión del deber de socorro (Art. 195). En este se
castiga al profesional sanitario que estando obligado deniegue su asistencia
o abandone a un paciente, si de dicha acción se deriva un riesgo grave para
la salud, con penas privativas de libertad, sanción económica e
inhabilitación especial entre 3-6 meses.

- Intrusismo: según el Art. 403 del Código Penal, se trata de ejercer actos
propios de una profesión sin el correspondiente título académico u oficial
que habilita para ello.

- Falsedad de certificado médico: el Art. 397 del Código Penal dice “el
facultativo que librare certificado falso será castigado con multa de tres a
doce meses”.

11. 3.- RESPONSABILIDAD PROFESIONAL EN SALUD MENTAL

En el paciente con trastorno mental, la mala práctica se deriva de:

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- impericia: desconocimiento de los aspectos profesionales básicos de la
especialidad psiquiátrica.

- Negligencia o improducencia: deriva de actuar profesionalmente con


descuido, dejadez o asumiendo más riesgos de los que la comunidad
científica permite.

En el ámbito de la psiquiatría las demandas y denuncias suponen


aproximadamente un 2,3% del total de las demandas. El mayor problema deriva de
que a pesar de ser poco frecuentes, suelen prosperar en un porcentaje alto,
aproximadamente en el 90%.

La mayor parte de los problemas médico legales en psiquiatría derivan de:

- conductas suicidas,

- interacciones y efectos secundarios de los tratamientos,

- urgencias psiquiátricas (se tratará en el tema específico),

- vulneración de los derechos del enfermo,

- fracaso en la prevención de delitos.

CONDUCTAS SUICIDAS.

El suicidio no está penado en nuestro ordenamiento jurídico, pero si lo está el


auxilio como la inducción o cooperación al mismo.

Los aspectos periciales y de responsabilidad legal en torno al suicidio se centran en


torno a 2 situaciones, ya sea porque se acuse al profesional de conducta negligente
o imprudente al no haber previsto el riesgo de suicidio; o porque no se hayan
tomado las precauciones técnicas necesarias para evitar dicho riesgo (impericia).

Según las jurisprudencia, el suicidio en una conducta previsible pero muy


difícilmente evitable. En los casos de suicidio, el psiquiatra solo tendrá
responsabilidad cuando la conducta sea claramente previsible y humanamente

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evitable, y la actitud del profesional haya sido manifiestamente descuidada u
osada.

Para ello habría que:

- valorar riesgos de suicidio: existencia de tentativas previas, fallecimiento


reciente de un familiar próximo, existencia de problema de consumo de
sustancias, desempleo y/o graves dificultades económicas, personas que
viven solas, tienen enfermedades físicas, edades extremas de la vida.

- Advertir sobre el potencial suicidógeno de un tratamiento.

- No minimizar el riesgo de sucidio.

- Aplicar los protocolos de actuación de los que se disponga.

Hay que destacar que el profesional sanitario en escasas situaciones es condenado,


pero la actitud de los tribunales a la administración no es la misma, existiendo
condenas basándose en “culpa in eligendo” y “culpa in vigilando” (no disponer de
personal suficiente para evitar la conducta o porque no existan los medios de
seguridad necesarios).

INTERACCIONES Y EFECTOS SECUNDARIOS DE LOS TRATAMIENTOS.

Los tratamientos psiquiátricos se pueden clasificar en:

- Terapias biológicas: siendo el más destacado la Terapia Electroconvulsiva


(TEC).

- Psicoterapias: tratamientos psicológicos de diferentes orientaciones.

- Farmacoterapia: uso de medicamentos con la finalidad de mejorar la


enfermedad mental.

De los abordajes referidos previamente, es la farmacoterapia la que mayores


problemas médico-legales provoca debido:

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1. Efectos secundarios:
a. Es necesario evaluar el beneficio-riesgo y aplicar el principio
“primun non nocere”, ya que a pesar de que los psicofármacos tienen
demostrada su seguridad, hay tratamientos concretos que pueden
conllevar riesgos como los antipsicóticos (síndrome neuroléptico
maligno, agranulocitosis, discinesias) o los antidepresivos tricíclicos
(bloqueos aurico-ventriculares, retención orina,..).
b. Seguir los criterios aceptados por la comunidad científica,
refiriéndonos a las indicaciones terapéuticas del fármaco y la
utilización fuera de estos usos.
c. Tener en cuenta la influencia de los psicofármacos en la capacidad
de conducción y en el manejo e maquinarias y aparatos. En estos
casos es necesario avisar al paciente de los riesgos que conlleva para
no incurrir en responsabilidad por negligencia profesional.

2. Interacciones:
Dentro de la práctica psiquiátrica es frecuente la utilización de la
politerapia, pudiendo conllevar problemas legales si no avisamos al
paciente de los riesgos y evaluamos el claro beneficio-riesgo de estas
utilizaciones.
Existen determinadas situaciones en las que los riesgos son mayores:
o pacientes ancianos (necesario un ajuste de dosis a la baja debido a
las diferencias en la metabolización),
o enfermos polimedicados,
o mezclas de psicofármacos (a veces se utiliza en exceso y sin
evidencia científica clara).

3. Potencial suicida:
Los psicofármacos en ocasiones son utilizados por los pacientes con una
finalidad suicida, siendo necesario en informar a la familia y/o cuidadores
del riesgo, y en los casos de existir riesgo, delegar la responsabilidad de la
administración en ellos.
Los fármacos con mayor riesgo son:
o antidepresivos tricíclicos,
o neurolépticos (sobre todo los típicos),p

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o sales de litio,
o anticonvulsivantes.

4. Capacidad adictiva:
Las sustancias con mayor poder adictivo son las Benzodiacepinas, y el
problema médico-legal viene derivado de la falta de información al paciente
de las características de los mismos, sobre todo en los momentos de
prescripción y retirada.

5. Restricciones en la libertad del paciente:


En muchas ocasiones son los efectos buscados en el momento de prescribir
el tratamiento, pero puede ser foco de conflictos legales en los casos en que:

- hay desproporción en la medida,

- inadecuación en el tratamiento,

- administración sin que el paciente lo sepa.

A pesar de estos conflictos, podemos ampararnos en la Ley 41/2002 que describe


que hay excepciones al consentimiento informado si existe urgencia vital o
incapacidad de hecho del enfermo. Además esta ley también contempla el
“privilegio terapéutico” que permite no informar al paciente si se considera que la
información puede dañar su salud.

VULNERACIÓN DE LOS FERECHOS DEL ENFERMO.

Existen tres situaciones concretas que pueden originar conflictos:

- el internamiento involuntario: regulado por el Art. 763 de la Ley de


Enjuiciamiento Civil, y que se tratará en el tema correspondiente;

- utilización de medicamentos sin consentimiento del enfermo: como se ha


referido previamente en la Ley de Autonomía del paciente en su artículo 9
(41/2002), se regulan las excepciones al consentimiento informado.

- la violación de la confidencialidad: el deber de secreto profesional queda


regulado por la Ley General de Sanidad de 1986, Ley de Autonomía del

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paciente y el Código Penal (Art. 192.2), donde se castiga con penas
privativas de libertad entre 1 y 4 años, inhabilitación hasta 6 años y multa.

FRACASO EN LA PREVENCIÓN DE DELITOS.

Este es un aspecto controvertido y difícil de valorar, tanto en la práctica


psiquiátrica como forense.
Hay que tener en cuenta que el médico, al igual que cualquier ciudadano, debe
poner en conocimiento de la justicia cualquier delito del que sea conocedor.

En nuestra práctica habitual, no es infrecuente que el profesional pueda ser


conocedor, mediante la historia clínica y exploración, de la posible existencia de un
delito o de riesgo de causar daño a otros. En estos casos, hay que ponderar la
posibilidad real de dichas conductas sin perjudicar al enfermo ni la relación
terapéutica. Para ello se puede optar por la notificación al Ministerio Fiscal para
que realice la intervención pertinente.

11.4. Bibliografía.

1. José Carlos Fuertes Rocañín, José Cabrera Forneiro. La Salud Mental en los
Tribunales. Manual de Psiquiatría Forense y Deontología Médica. 2ª
Edición, Arán Ediciones.
2. Carlos Fuertes Rocañín. Derecho y salud mental. Ediciones Arán.

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