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Educación de la afectividad

Sistematización de la afectividad: implicaciones educativas

Autoestima, autoconcepto y desarrollo personal del educando

Práctica de la educación afectiva

Conciencia de uno mismo

Autoconocimiento
Educación de la afectividad

Sistematización de la afectividad: implicaciones educativas

La misma palabra afectividad indica que se compone de fenómenos subjetivos que


conmueven o afectan nuestro ánimo, estos afectos o modos del ánimo se expresan en
manifestaciones como el placer y el dolor. Estos son emociones, sentimientos, pasiones
y motivaciones. Son complejos por lo que se requiere un conocimiento atento para
comprenderse a sí mismo y, sobre todo, educar y llegar a vivir los mejores afectos.

La persona podría definirse como intimidad que comparte con otros, porque el ser
humano es un ser relacional. Por ello, la introspección o intimación es
consciencia de sí que permite el desarrollo personal. Lo contrario, la
inconsciencia despersonaliza y deshumaniza. En los últimos tiempos se ha dejado atrás
una educación demasiado racionalista, para atender a la educación afectiva puesto que
impregna el comportamiento humano.

Las emociones son movimientos del alma intensos y pasajeros, entre ellas están la
alegría, el miedo, la vergüenza y la cólera.

Los sentimientos son menos intensos y duraderos, provienen de sensaciones del


exterior o del interior y se adhieren a nuestros pensamientos de modo que pueden
caracterizar una conducta. Su educación atiende a la consciencia y refuerzo de los
sentimientos positivos, así como el cauce de los sentimientos negativos.
Las pasiones son afectos intensos y duraderos que arraigan y caracterizan la
personalidad. Algunos autores como Gurmendez señalan que nacen de la imaginación
por lo que requiere reflexión sobre ellas.

Las motivaciones son aquellos procesos que nos inducen a actuar y dirigir nuestra
conducta, de orden cognitivo y afectivo. Existen muchas teorías de la motivación:
la conductista, la cognitiva, la psicoanalítica, la gestáltica y la humanista, entre otras.
Son importantísimas para el aprendizaje, pero hemos de dar importancia a la motivación
personal que influye en lo académico y en la sensibilidad con los demás.

Autoestima, autoconcepto y desarrollo personal del educando

La percepción que se tiene sobre sí mismo condiciona el equilibrio psicológico,


las relaciones personales y el rendimiento escolar. Tanto el autoconcepto como la
autoestima componen la personalidad, uno se refiere más bien al aspecto cognitivo y la
autoestima al valor o estima que se tiene sobre sí mismo.

Ambos conceptos varían según la edad y se forman en virtud de la interacción social,


siendo el ámbito escolar un clima propicio para configurar el autoconcepto y la
autoestima.

La educación ha de tender a cuidar la imagen que los profesores tienen de sí mismos y


de sus alumnos, porque se condiciona y al mismo tiempo condiciona a los
alumnos de forma importante. También hay que valorar que el autoconcepto sea
realista y posibilitante ya que se expande a todas las dimensiones de la persona.

La autoestima tiene que ver con la mirada sobre sí mismo y la mirada de los demás. En
la educación conviene conocer su importancia porque de una autoestima
positiva y realista se desprende la búsqueda de la felicidad y éxito así como la
aceptación y superación de las contrariedades y fracasos.
Práctica de la educación afectiva

En la práctica educativa se siguen actualmente algunos modelos como son: la


intervención por programa, la acción tutorial, la consulta ya sea desde la orientación
(psicopedagogía) o la tutoría (profesores), o el fomento de la educación afectiva de
forma transversal en el currículum.

Conc iencia de uno m i smo

Toma un espejo y mírate. ¿Quién eres? ¿Qué ves? ¿Qué concepto tienes de ti? Seguro
que ya ha empezado una voz interna a describirte. A ese conjunto de características
que estás describiendo lo llamamos auto concepto.

Para saber quiénes somos utilizamos tres dimensiones:

Autoconocimiento. Nos permite conocer mejor a nuestro ser. Es la información


que tengo de mí. Cómo pienso, siento, cuáles son mis fortalezas y debilidades. Nos
informa de cómo son nuestros comportamientos con diferentes personas y
situaciones. Nos muestra nuestra forma de actuar. Nos hace conscientes.

Autoestima. Es el sentimiento favorable o no que tengo de lo que sé de mí, de mi


autoconocimiento. Tiene que ver con la evaluación afectiva que hago de mis
comportamientos, de mis sentimientos de mi forma de actuar en el entorno y
conmigo mismo. Es el conjunto de sentimientos, pensamientos y conductas que hacen
que nos consideremos dignos de ser valorados y queridos por nosotros mismos,
sin depender para ello de la valoración y el cariño de los demás. Es la base de nuestro
auto concepto.

Autorrealización. Maslow, un psicólogo humanista, define la autorrealización


como «un desarrollo de la personalidad, que libera a la persona de los problemas
deficitarios de la juventud y de los problemas de la infancia, de la fantasía,
innecesarios o irreales de la vida, de modo que le permite enfrentarse, soportar y
batallar con los problemas reales». La persona se auto acepta y auto comprende.
Profundicemos en algunos aspectos que nos darán la clave para autorrealizarnos:

 Buscar experiencias óptimas de fluir. Hacemos coincidir nuestros retos


con nuestras capacidades.

 Abordar la vida como un proceso en el que somos los protagonistas,


eligiendo en cada momento, teniendo en cuenta que no hay instantes vacíos.

 Apostar por el continuo aprendizaje, nos construimos cada día. Podemos


optimizar todo nuestro potencial desarrollando aquellas capacidades que
existen de forma innata en nosotros y abriéndonos a la experiencia de otros
puntos de vista y conocimiento.

 Incorporar como valor fundamental la honestidad, en primer lugar con


nosotros mismos. Reconocer y aceptar lo que somos, lo que pensamos, cómo
actuamos… Esto nos dará la posibilidad de cambiar aquello que no funcione,
que no nos ayude a conseguir nuestros objetivos y sin duda, nos permitirá tener
relaciones sanas con nuestro entorno.

 Adoptar actitudes y conductas responsables. Hacernos cargo de los


resultados de nuestra forma de actuar. Tomar decisiones responsables significa
vivir conscientes de nosotros mismos y de los demás.

Una persona auto realizada sentirá:

Que ha satisfecho sus necesidades.


Que se reconoce, se acepta y quiere lo que es.
Que tiene una percepción clara de la realidad.
Que su comportamiento es auténtico: piensa, dice y hace lo mismo.
Que es capaz de resolver los problemas que se le presentan.
Que tiene relaciones sanas, interdependientes.
Que sabe disfrutar de su vida. Que puede crear.
Que sabe amar y sentirse amado.
Que sabe ponerse en el lugar del otro (empatía).
Que sabe buscar sus experiencias cumbre.

Es necesario dedicarnos tiempo para potenciar esta visión de la persona, esta orientación
a desarrollar lo que eres, con lo mejor de ti, a quererlo y a ponerlo al servicio de ti
mismo y de los demás.
Si te defines porque te conoces, valoras lo que eres y pones, todo este conocimiento a tu
servicio para conseguir tus objetivos, conseguirás alinear tus acciones con el sentido de
tu vida.

Si la información que tenemos de nuestro auto conocimiento es pobre, influirá


directamente en nuestra valoración, autoestima. Por tanto, el auto concepto será pobre
y la autorrealización, imposible. Mientras que si tenemos un buen conocimiento de
nosotros, nuestra autoestima será buena también. Esto configurará un auto concepto
equilibrado que nos aportará solidez para conseguir nuestra autorrealización.

¿Quieres comprobarlo?

Hay otras consideraciones que influirán de forma decisiva en la formación de nuestro


auto concepto:

 La información que recibimos de los demás sobre nuestros


comportamientos. Esto será importante para reafirmar la imagen que
hemos formado de nosotros mismos. Necesitamos que la opinión que los
demás tengan de nosotros sea coherente, con nuestra auto-opinión para
poder sentir que nos vemos como quien queremos ser.

 El entorno en el que nacemos y crecemos: creencias, valores, cultura,


costumbres. Nuestras creencias, nuestros valores afectan decisivamente en
la configuración de nuestra opinión. Nos mediremos continuamente con
nuestro “manual de conducta” y esto afectará directamente a consolidar
nuestra personalidad. Sin embargo, comprobamos que nuestras conductas
son diferentes en función del entorno al que nos estamos enfrentando.

Los psicólogos Fernando García y Gonzalo Musitu desarrollaron un cuestionario de


autoevaluación (2001) en el que se puede medir esta variabilidad de
comportamientos en cinco áreas diferentes:
Área Percepción

Académico-Laboral Qué opinión tengo de mí como estudiante, trabajador,


compañero.

Social Cómo son mis conductas interpersonales.

Emocional Cómo reconozco, acepto y canalizo mis emociones.

Familiar Cómo es mi implicación e integración en el entorno familiar.

Físico Qué opino de mi salud, de mi aspecto y condición física.

Obsérvalo, ¿tienes la misma conducta cuando estás trabajando o cuando vas a cenar
con amigos? ¿Cómo te adaptas y gestionas las situaciones en las que la emoción es la
protagonista?

Observa también como tus experiencias van alimentando el concepto que tienes de ti.
Darte la oportunidad de observar-te, te dará la oportunidad, como ya hemos dicho antes,
de realizar los cambios que necesitas para conseguir ser la persona que quieres ser.

García y Musitu proponen una autoevaluación desde las 3 dimensiones que hemos visto
hasta ahora (te proponemos que completes la tabla según tu propio autoconcepto) Te
será útil para que profundices en el conocimiento que tienes de ti y sin duda en la
comprensión de tus conductas:

AUTOCONCEPTO

AUTOCONOCIMIENTO AUTOESTIMA AUTO-REALIZACIÓN


¿Avanzo hacia mis
Lo que se de mí Estoy satisfecho
metas?
Académico-
Laboral
Social
Emocional

Familiar

Físico
Una vez que obtenemos información de la idea que tenemos de nosotros mismos, entra
en juego una segunda percepción: la idea que los demás han adoptado de mí a través de
mis conductas. Concluiríamos así estableciendo que el auto concepto está basado en
una doble percepción:

La que tengo de mí mismo en relación conmigo.


La que tengo de mí mismo en relación con el entorno. La ventana de Johari de
Joseph Luft y Harry Ingham puede servirnos de ayuda en este aspecto, pues nos da
una idea de muchos de nuestros comportamientos y quizás también nos ofrezca
alguna sugerencia para abordar las dificultades en las relaciones interpersonales.

Al darnos cuenta de esta doble percepción, se produce entonces una toma de conciencia
en la que observamos cuál es la idea del YO que tengo creada y cuál es el YO real. Este
despertar será muy eficiente a la hora de trabajar patrones de conducta emocionales como
la culpa. La distancia que se produce entre esa idea del YO y el YO real tiene mucho que
ver con lo que en psicología se llaman introyecciones. Se trata de evaluaciones
que nos llegan del entorno: “tú vales mucho”, “eres muy inteligente”, “no eres capaz”,
“eres un desastre”... que se instalan en nosotros afectando directamente a la idea del YO
que vamos configurando. Si se trata de evaluaciones positivas, nos pondrán en la
necesidad de cumplirlas permanentemente y por tanto, pueden llegar a generar
frustración, estrés y ansiedad cuando no encontramos los recursos. Las evaluaciones
negativas inciden directamente en nuestra capacidad, bloqueando en muchos casos el
potencial para conseguirlo.

Toma conciencia de la distancia que hay entre tu idea del Yo y tu Yo Real. Pues cuanto
menos distancia exista entre los dos YO, más realista será nuestro auto concepto y más
eficiente nuestra forma de dirigirnos hacia nuestros objetivos. Para reducir esa distancia,
será importante crear nuevas creencias que nos den soporte para nuestras nuevas
actitudes y conductas. Carl Rogers, en su libro El proceso de convertirse en persona,
nos propone algunas dentro de su teoría del desarrollo de la personalidad:

Confiar en mi experiencia: capacidad de reconocer y aceptar la realidad que vivo.


Las opiniones de los demás son una referencia, no una guía, no pueden marcar
nuestro camino.
Encontrar el significado de la experiencia: solo sabemos a qué sabe un limón
cuando lo probamos.
Tener confianza en los hechos, la fuente de confirmación de los resultados que
obtenemos.
Nuestra autenticidad invocará la autenticidad de los otros: ser auténtico pone en
marcha a nuestro ser, nuestro YO real y nos traerá al ser del otro.
Estamos preparados para construir y crear: seré capaz de comprenderme y
comprender a otros y puedo crear la realidad que necesito para alcanzar mis
objetivos.
Autoconocimiento

Como hemos visto en el apartado anterior, el autoconocimiento es una de las


dimensiones del auto concepto, que nos permite conocer mejor a nuestro ser. Es
considerado un punto de partida para el desarrollo de la inteligencia emocional. Es la
primera competencia y la primera actitud que debemos desarrollar para avanzar hacia
una relación eficiente con nosotros mismos. Sin embargo, no es fácil tomar la decisión
de mirarse, de observarse. Es posible que nos encontremos con aspectos de nosotros
que no nos gusten. Sin duda, auto conocerte te hará tomar conciencia y adquirir la
responsabilidad de observar tus pensamientos y conductas.

De forma práctica, diremos que nos auto conocemos cuando somos capaces de
identificar:

Nuestros pensamientos y su influencia en nuestros sentimientos.


Nuestras emociones y su gestión.
El lenguaje de nuestro cuerpo.
Nuestras fortalezas, debilidades y necesidades.
Nuestras metas y propósitos.

Conocernos a nosotros mismos, también implica, liberarnos de nuestras auto


imposiciones y descubrir nuestra capacidad de vivir despiertos. Es muy fácil de teorizar
pero más complicado de practicar. Auto conocerse es incluir todo, no solo aquello que
nos hace sentir bien. Auto conocernos trae aparejado que produciremos cambios, que
dejaremos de lado muchas de las conductas, actitudes y creencias que nos han estado
rigiendo durante años.
La influencia de nuestro entorno, de los demás, nuestros logros, nuestra superación de
dificultades, el dolor, la enfermedad, la relación mística con nuestra alma, deben
tenerse en cuenta de forma holística, para penetrar en el auténtico conocimiento del
ser.
Sin embargo, seamos conscientes de que no se necesita literatura, ni perspectivas, ni
guías para emprender el auténtico auto conocimiento. El proceso de auto conocerse,
saber de lo más profundo de nuestra esencia, suele suceder liberándonos de cualquier
esquema, permitiéndonos observar, ser-experimentando, sin apegos o referencias a
estructuras mentales o empíricas. En los primeros pasos, puede incluso llegar a ser
doloroso. Vamos a encontrarnos con algunas equivocaciones que se han ido
acumulando en nuestras vidas y que resultarán ser fuentes importantes de
insatisfacción actual.

Si estás decidido, este será uno de los primeros pasos que tendrás que dar. Será un
camino largo y, como hemos dicho, a veces doloroso pero también una fuente infinita
de potencialidad, satisfacción y logros. Auto conocerse es un viaje apasionante hacía ti,
un viaje sagrado.

Somos conscientes de que cualquier aprendizaje necesita pautas, referencias, procesos.


Por eso, hemos elegido algunos parámetros que pueden servirte de referencia para
comenzarlo. Durante este capítulo te propondremos varias formas de comenzar tu
viaje.

Todos tenemos el íntimo y personal objetivo de ser felices. Es importante que sepamos
de nosotros, si queremos utilizar todo lo que somos para conseguir lo que queremos. A
medida que avanzamos en el auto conocimiento, ganamos confianza en lo que somos,
estamos más seguros de lo que hacemos y encontramos más satisfacción con nosotros.

Existe una relación directa entre el auto conocimiento y la autoestima. El ingrediente


de la auto aceptación es el que hace el trabajo entre ambos.

Conocernos nos permite tener una mejor relación con nosotros y con los demás. Nos
permite sacarle partido a nuestras habilidades, a nuestras fortalezas y tomar conciencia
de aquellos aspectos en los que queremos incidir para hacer el cambio que necesitamos.
Nos permite aceptar los resultados de nuestros comportamientos, comprendiendo que
son, simplemente lo mejor que sabíamos hacer.
Cualquier mejora que hagamos en nuestra forma de pensar, de ver el mundo, de sentir,
supondrá una mejora para nuestras vidas y para las de los demás.

Pero, ¿cómo funcionamos? Para auto-conocerte, debes observar cuatro


dimensiones:

Mente:
o Consciente. Es la que funciona para tomar las decisiones del día a día. Es
lógica y racional y nos mueve a la acción. Aparentemente nos hace creer que
controlamos nuestras vidas, pero veremos que no es exactamente así.
o Subconsciente, esa que guía el corazón. Es la mente emocional, la que genera
nuestra afectividad. Tiene acceso a todas nuestras experiencias, a nuestra
memoria. Controla esos patrones de conducta desconocidos y a veces
incomprensibles para nosotros, esos patrones de conducta que a veces no
podemos comprender. En muchas ocasiones toma control sobre la mente
consciente. Por ejemplo, cuando compramos de forma compulsiva. Es nuestra
mente subconsciente la que actúa por encima de la consciente. El
subconsciente trabaja de forma permanente, mientras estamos despiertos y
mientras dormimos. No somos capaces de controlar nuestro subconsciente,
pero sí podemos mostrarle nuestros objetivos para que pueda transformarlos
en realidad. Como funciona de forma permanente, es importante alimentarlo con
pensamientos y sentimientos positivos.
Comunicarnos con el subconsciente nos permite:
- Ponerle a trabajar a nuestro favor. Será necesario eliminar o revisar
algunos patrones de comportamiento que están ya grabados en él y que no
siempre actúan en pro de lo que queremos conseguir.
- Utilizar la información experimental que ya tiene para encontrar
detalles que seguro ahora no puede recordar.
- Acceder a experiencias traumáticas y/o resolutivas que pueden ser
interesantes para encontrar recursos en el hoy y en el ahora. La famosa frase
“consultaré con la almohada” tiene que ver con este acceso a la información
que allí habita.
-
o Se trata, por lo tanto, de un espacio mental constituido por contenidos latentes,
pero que nos permite llevar a la conciencia. Esta es su diferencia con respecto a
la mente inconsciente, cuyos contenidos no están accesibles, pues se
encuentra a un nivel más profundo. Tiene como objetivo alejarnos del peligro y
buscar el placer. Si alguien nos acerca un mechero a la cara, reaccionaremos
retirándonos de inmediato. Esa acción la provoca nuestra mente inconsciente
para protegernos del peligro. No hemos pensado retirarnos, simplemente
sucede. Muchas veces nos damos cuenta de que no hacemos lo que queremos,
no ponemos en marcha lo que nos acerca a nuestros objetivos. La forma en que
nuestra mente inconsciente percibe eso que queremos hacer, es que nos
provoca dolor o peligro aparentemente. No sucederá entonces y no sabremos,
de forma consciente por qué. Para evitar ese dolor o peligro en el futuro,
evitamos actuar en el presente.
Otra perspectiva para comprender nuestras conductas y auto-conocernos mejor la
encontramos en los niveles neurológicos que estudió Robert Dilts, quien
retomó los estudios creados previamente por Gregory Bateson y propone una
jerarquía de las conductas basadas en diferentes niveles interrelacionados. Es
conocida como la pirámide de Dilts y corresponde con niveles lógicos de
pensamiento:
o Entorno: Es el espacio físico. Allí mostramos nuestras conductas que se
convierten en el “escaparate” de todo un soporte interno.
o Conductas: Son nuestros comportamientos y acciones. Es la parte que se ve de
nosotros y la que vemos de otros. Con esta visión de la persona nos
encontramos a veces juzgando a los demás, sin tener en cuenta todo lo que está
debajo soportando esa conducta. Es el nivel en el que nos relacionamos.
Responde a la pregunta: ¿qué?
o Actitudes: Son nuestra predisposición a la acción que vendrá después.
Marcarán nuestra conducta. Están apoyadas en nuestra idea de nuestras
capacidades, influenciada por nuestras opiniones. Responde a la pregunta
¿Cómo?
o Aptitudes: Nuestras capacidades y habilidades. Responden a la pregunta:
¿Cómo?
o Opiniones: Son el resultado de nuestro sistema de creencias. Son los
conceptos que tenemos sobre nosotros y las cosas. El “cómo” también
dependerá de este nivel. Son modificables. Son juicios subjetivos sobre hechos,
situaciones, experiencias. Si se repiten y/o se aprueban, pueden conforman un
nivel más profundo: las creencias.
o Creencias: Condicionan nuestra forma de vernos y de ver el mundo. Con ellas
justificamos nuestras conductas. Nos dan argumentos para nuestros
comportamientos. Es este el nivel donde debemos poner atención a la hora de
definir un cambio en nuestra vida. Están sólidamente afincadas en la parte más
íntima de nuestra personalidad. Responden a la pregunta: ¿para qué hago esto o
aquello?
o Valores: Lo que comúnmente llamamos principios: lealtad, verdad, éxito,
unión, justicia, bondad… Suelen ordenarse en un ranking que puede variar en
función de nuestras experiencias o elecciones. Son sin duda un motor para
nuestra auto motivación (veremos esto en el tema 5). Los valores son válidos en
sí mismos. No son importantes por lo que se opine de ellos, sino por lo que son,
lo que significan y representan. Responden a la pregunta: ¿Por qué hacemos
esto o aquello? ¿Qué es importante?
o Identidad: Nuestra esencia individual. Es el resultado de lo innato y lo
adquirido a lo largo del tiempo. Son los valores y la misión. Responde a: ¿quién
soy?
o Transpersonal: Aquí nuestra identidad se confunde con un todo perturbador
en su conocimiento inicial y tranquilizador después. Un nuevo enfoque, un
nuevo paradigma que nos propone tranquilidad espiritual y plenitud. Se refiere
a cómo nos definimos dentro de un sistema más amplio en conexión con un
sistema mayor. Responde a: ¿quién más? ¿Por quién? ¿Cuál es mi misión aquí?
Existe una jerarquía y unas pautas a las que responden los niveles:
o Cada nivel organiza la información del nivel inmediatamente inferior. Es decir,
si tomamos de referencia nuestras conductas, veremos que están apoyadas en
nuestras actitudes. De ahí la importancia de cambiar nuestra actitud para
cambiar nuestra conducta.
o Cada nivel se rige por reglas diferentes. Las reglas que rigen los cambios son
distintas para cada nivel.
o Los cambios de los niveles superiores afectarán a los inferiores.
o Un cambio en un nivel inferior no tiene por qué afectar los niveles superiores.

Imagen: Pirámide de niveles neurológicos de Robert Dills. Fuente:


http://www.poesiademujeres.com/2011/10/el-iceberg-imaginario.html
Emoción. ¿Y las emociones? ¿Dónde están? En la imagen anterior, las emociones
serían el agua. Nuestra estructura de pensamiento está siempre sumergida en
nuestro “mar” emocional. Habrá momentos de calma y momentos en los que el
agua azote el iceberg, llegando a moverlo. Por eso, un buen auto conocimiento
emocional, incluyendo una óptima gestión emocional permitirá que nuestro iceberg
se mantenga firme y que seamos nosotros los que podamos hacer los cambios que
necesitemos, de forma consciente y siempre orientados a conseguir nuestro
bienestar y nuestras metas.

Cuerpo o conciencia corporal. El cuerpo es un medio de comunicación muy


eficaz. Si somos capaces de aprender su lenguaje nos daremos cuenta de que muestra
nuestra forma de vivir. Cada órgano de nuestro cuerpo nos da pistas a través de
síntomas como el dolor o la enfermedad para hacernos conscientes de qué área de
nuestra vida necesita atención. La toma de conciencia de nuestro cuerpo es un paso
hacia la expresión. Usamos el cuerpo para comunicarnos con el entorno.
Ya Freud decía en sus primeros escritos que el yo es el cuerpo, una gran fuente
de información capaz de discriminar lo que gusta o no, lo que nos hace bien y lo
que no, nos da conciencia de ser. ¿Qué aporta el cuerpo a nuestro auto conocimiento?
o Nos permite localizar nuestras emociones y vivirlas de forma consciente
para poder gestionarlas.
o Nos conecta al presente.
o Nos permite discriminar lo que nos da placer o dolor y distinguir los
estímulos que funcionan en nosotros y los que no.

Hay muchas formas para conectar con nuestro cuerpo. La más básica, sencilla y eficaz
es la respiración. La conciencia de la respiración y los ejercicios correspondientes
pueden encontrarse fácilmente en manuales de yoga, aunque usar adecuadamente
la respiración, nos llevará años de entrenamiento. La respiración tiene una
importancia fundamental en nuestro auto conocimiento, ya que está íntimamente
relacionada con nuestras emociones.
A través de la respiración, desarrollamos conciencia para las sensaciones corporales
que nos permite ver la relación entre cuerpo y mente. Tenemos respiración distinta
cuando estamos tristes o cuando estamos contentos.
Si tenemos en cuenta que solo podemos respirar ahora mismo y no ayer o mañana,
la respiración nos dará consciencia de nuestro cuerpo y de lo que quiere decirnos en
el aquí y en el ahora. Poner nuestra atención en nuestra respiración nos hace tomar
conciencia del momento, de emociones, de sentimientos, de lo que está pasando o
de lo que va a pasar. De que quiero hacer y cómo me hace sentir. El cuerpo y la
respiración como herramienta, son una fuente ineludible de información sobre
nosotros. El dolor, la enfermedad como lenguaje corporal pueden tener su causa en
nuestra forma de pensar, en nuestra percepción de lo que acontece.
En el libro Baba Om de Tom Heckel (2004) afirma: «solo estás donde esta tu
respiración». Existen técnicas como el focusing (proceso de autoconciencia y
curación emocional) que nos permite darle atención a nuestro cuerpo, de una
forma amable:

Nos pone en contacto con nuestra sabiduría interior.


Nos permite crear una relación de comunicación y confianza con él.
Nos ayuda a conocer y aceptar la realidad de nuestro momento experiencial, de
nuestros puntos débiles y fuertes.
Nos propone crear lugares internos despejados y protegidos que amplían el
espacio vital.
Existen muchas otras disciplinas para trabajar con el cuerpo: EFT, relajación,
respiración, expresión corporal, yoga…. Veremos algunas de ellas en el tema 4.

Espíritu. Auto conocer nuestro espíritu, es como trazar un puente que nos
permite observar, reconocer y aceptar a los otros. Nos produce una apertura neutra
hacia la existencia, ya que es la misma que hemos logrado con nosotros mismos. Auto
conocer nuestro espíritu, trasciende a uno mismo, nos hace tomar conciencia de todo
lo que existe. El auto conocimiento desde la dimensión del espíritu, no hace referencia
a la personalidad ni a aspectos psicológicos o mentales, trata de la esencia.
Conocer tu mente y tu cuerpo necesitará de observación, análisis y reflexión,
mientras que conocer y conectar con tu espíritu necesitará de introspección y
meditación. La máxima fundamental del auto conocimiento
espiritual es conocerse uno mismo para poder conocer el resto de las cosas.

Autoconociéndome

El auto conocimiento, competencia fundamental para el desarrollo de la inteligencia


emocional, te hace crecer y te permite vivir consciente de ti y de lo que te rodea. Te
permite generar tu propia realidad con lo que eres. Crecer es reconocer y aceptar el
cambio, la transformación interior, la adaptación al mundo exterior.
Comenzar el proceso de auto conocerse necesitará de tiempo y de entrenamiento.
Durante este curso, si trabajas en las actividades que encontrarás, obtendrás mucha
información de ti.

De momento, ten en cuenta las siguientes recomendaciones:

Para y conecta contigo: Cada día, ¿unos minutos? ¿Cuánto tiempo quieres
dedicar a saber de ti, a observar tus pensamientos, a conectar con tu cuerpo, a
sentir tu conexión con el entorno?
Observa: ¿Qué oyes? ¿Qué ves? ¿Qué sientes?
Elige: ¿Qué quieres que suceda ahora? ¿Qué quieres sentir? ¿Qué cambios
necesitas hacer?
Actúa: Pon acción a tus pensamientos y a tus elecciones.

BIBLIOGRAFÍA:

CASTILLA DEL PINO, C. Teoría de los sentimientos. Ed. Tusquets. Barcelona. 2002

MARINA, J.A. Laberinto sentimental. Ed. Anagrama. Barcelona. 1996

ROJAS, E. Laberinto de afectividad. Ed. Espasa Calpe. 1988

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