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Dossier: Circulación de conocimientos y políticas urbanas en América Latina.

Coordinado por Guillermo Jajamovich y Victor Delgadillo.

Article · December 2018

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Guillermo Jajamovich
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 análisis de la coyuntura, teoría e historia urbana

Circulación de conocimientos y
políticas urbanas en América Latina
120

revista trimestral precio $ 24.00

red nacional de investigación urbana issn 0187-8611
 revista trimestral de la red de investigación urbana a.c.
DIRECTORA GENERAL
Elsa Patiño Tovar
COMITÉ DE REDACCIÓN CONSEJO EDITORIAL COORDINACIÓN DEL NÚMERO
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Jorge Regalado Santillán José Luis Castro Ruiz Hipólito Rodríguez Herrero Elsa Patiño Tovar
Irma Gutiérrez Mejía Juan Manuel Ramírez Sáiz FOTOGRAFÍA PUBLICITARIA
María Luisa García Amaral Pablo Vargas González América Fernandez Cortezano

CIUDADES es una publicación científica trimestral con arbitraje, editada por la Red de Investigación Urbana A.C. con sede en el DIAU-UAP. Año 29, Nº 120, octubre-diciembre de 2018. Todos los
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La RED NACIONAL DE INVESTIGACIÓN URBANA está constituida por miembros de las siguientes instituciones: n Universidad Autónoma de Aguascalientes: Centro Tecnológico/Centro de
Ciencias del Diseño y de la Construcción/Centro de Ciencias Sociales y Humanidades n INEGI-Aguascalientes n Comisión de Preservación del Patrimonio Cultural del Estado de Aguascalientes
n COLEF-Tijuana: Depto de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente/Depto de Estudios de Población/Depto de Estudios de Administración Pública/Depto de Estudios Norteamericanos/Depto de
Estudios Económicos/Depto de Estudios en Salud Pública/Maestría en Economía Aplicada/Maestría en Desarrollo Regional n Universidad Autónoma de Baja California-La Paz: Área
Interdisciplinaria en Ciencias Sociales y Humanidades n Universidad Autónoma de Baja California-Mexicali: Facultad de Arquitectura/Instituto de Investigaciones Sociales/Facultad de Economía/
CEC-Museo n Universidad Pedagógica Nacional-Mexicali n Universidad Iberoamericana-Tijuana: Depto de Arte y Comunicación n Universidad del Carmen-Campeche: Centro de Investigaciones
Sociales y Territoriales n Centro de Estudios e Investigación del Sureste n Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas n Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas:
Centro de Estudios Superiores México y Centroamérica n INAREMAC n Universidad Autónoma de Chiapas-San Cristóbal de las Casas: Facultad de Ciencias Sociales/Facultad de Derecho
n Universidad Autónoma de Chiapas-Tuxtla Gutiérrrez: Facultad de Arquitectura n CIESAS del Sureste n COLEF-Ciudad Juárez n Instituto Municipal de Investigación y Planeación de Ciudad
Juárez n Centro de Estudios Libres Ignacio Ramírez Terrazas n Universidad Autónoma de Chihuahua: Escuela de Economía Internacional n Universidad Autónoma de Ciudad Juárez: Instituto de
Ciencias Sociales y Administración/Centro de Estudios Regionales/Maestría en Desarrollo Urbano/Depto de Sociología/Depto de Difusión Cultural/Maestría en Ciencias Económicas/Dirección
General de Planeación y Desarrollo Institucional/Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte/Licenciatura en Educación/Maestría en Ciencias Sociales n Universidad Iberoamericana-Plantel Laguna
n Universidad Autónoma de Coahuila: Escuela de Arquitectura/Facultad de Ciencias Políticas y Sociales/Centro de Desarrollo de la Docencia n Universidad de Colima: Facultad de Arquitectura y
Diseño/Centro Universitario de Investigaciones Sociales n UAM-Azcapotzalco: Depto de Sociología/Depto de Evaluación del Diseño en el Tiempo/Maestría en Planeación y Política Metropolitanas
n UAM-Iztapalapa: Depto de Antropología/Depto de Psicología/Depto de Sociología/Depto de Economía/CEDE/Diplomado en Estudios Electorales n UAM-Xochimilco: Depto de Teoría y Análisis/
División de Ciencias y Artes para el Diseño/Doctorado en Ciencias Sociales/Depto de Economía/Centro de Estudios Metropolitanos/Depto de Atención a la Salud/Educación y Comunicación n Casa
y Ciudad n COLMEX: Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales/Centro de Estudios Internacionales/Centro de Estudios Sociológicos n Centro Cáritas-DF n Instituto de
Investigaciones “Dr. José María Luis Mora’’: Maestría en Estudios Regionales n UNAM: Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias/Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades/Facultad de Arquitectura/Escuela de Trabajo Social/Facultad de Ciencias Políticas y Sociales/Instituto de Geografía/Instituto de Ingeniería/Instituto de Investigaciones
Económicas/Instituto de Investigaciones Sociales/Instituto de Ecología/Centro de Ciencias de la Atmósfera/Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad/Licenciatura en Urbanismo/ENEP-
Acatlán/Centro Tecnológico Aragón n IPN: Maestría en Planificación de la ESIA/SEPI-UPIICSA/Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales/Maestría en Planeación Urbana
y Regional/Laboratorio de Estudios Urbanos y Transporte/Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente n CIESAS-Ciudad de México n CONAPO-D.F. n Universidad
Obrera de México n Coalición Internacional del Habitat/América Latina n Universidad Iberoamericana-Plantel Santa Fe: Depto de Ciencias Sociales y Políticas n COPEVI n CORETT-D.F.
n Universidad Autónoma de la Ciudad de México: Centro de Estudios sobre la Ciudad n FLACSO-Sede México: Maestría en Población/Maestría en Ciencias Sociales n FEMICSA n CIDE:
Administración Pública n UPNT: Centro de Investigación Urbana, Documentación y Asesoría Didáctica n Instituto Mexicano de la Juventud: Dirección de Investigación y Estudios sobre Juventud
n INAH: DEAS/ENAH n Estudios Sindicales de América n CENVI n Universidad de Guanajuato: Facultad de Arquitectura/CIM/Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales n Universidad
Iberoamericana-Plantel León n Universidad Autónoma de Guerrero: Centro de Investigaciones en Estudios Socioterritoriales/Escuela de Arquitectura y Urbanismo/Maestría en Ciencias Sociales/
IIEPA-IMA/Maestría en Ciencias Políticas/Instituto de Investigación Científica-Área Humanístico-Social/Unidad de Ciencias de Desarrollo Regional n Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo:
Área de Ciencias Políticas y Administración n Universidad de Guadalajara: Depto de Estudios sobre Movimientos Sociales/Depto de Geografía y Ordenamiento Territorial/Instituto de Estudios
Económicos y Regionales/Centro de Estudios Metropolitanos/Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales/Depto de Estudios de la Cultura Regional/Depto de Ecología y Recursos Naturales/
Depto de Estudios Políticos/Depto de Estudios Socio-Urbanos/Maestría en Teoría y Crítica de la Arquitectura/Maestría en Urbanismo y Desarrollo n CIESAS de Occidente n El Colegio de Jalisco
n Instituto Libre de Arquitectura de Jalisco: Escuela Superior de Arquitectura n INAH-Jalisco n Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán n ITESO: Centro de Investigación y Formación Social/Depto
de Educación y Valores/Escuela de Arquitectura/Depto de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos n Universidad Autónoma de Chapingo: CIESTAAM n Universidad Autónoma del Estado de México:
Centro de Investigaciones en Arquitectura, Ingeniería y Tecnología/Facultad de Geografía/Facultad de Planeación Urbana y Regional/Facultad de Ingeniería/Centro de Estudios de la Universidad/
Centro de Estudios Avanzados de la Población n El Colegio Mexiquense n El Colegio de Michoacán: Centro de Estudios Antropológicos/Centro de Estudios Rurales n Universidad Michoacana de
San Nicolás Hidalgo: Facultad de Arquitectura n Universidad Autónoma de Morelos: Facultad de Arquitectura/Unidad Central para el Desarrollo Social n Universidad Autónoma de Nayarit:
Coordinación de Investigación Científica/Ciencias Sociales y Humanidades n COLEF-Monterrey n ITESM-Monterrey n CIESAS-Monterrey: Doctorado en Antropología Social n Instituto Tecnológico
de Oaxaca: Depto de Ingeniería Industrial n Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca: Escuela de Arquitectura/Instituto de Investigaciones Sociológicas/Maestría en Desarrollo Urbano
n Universidad José Vasconcelos de Oaxaca n CIESAS-Istmo n El Colegio de Posgraduados n Universidad Iberoamericana-Golfo Centro: Maestría en Planeación Urbana n ITESM-Querétaro:
Depto de Arquitectura/Depto de Comunicación y Humanidades n Universidad Autónoma de Querétaro: Facultad de Sociología y Ciencias Políticas/Depto de Antropología/Facultad de Ingeniería/
Facultad de Psicología/Depto de Investigaciones Filosóficas/Licenciatura en Sociología n Universidad de Quintana Roo: División de Ciencias Sociales y Humanidades/Depto de Estudios
Internacionales n El Colegio de San Luis n Universidad Autónoma de San Luis Potosí: Facultad de Ingeniería/Facultad del Habitat n Universidad Autónoma de Sinaloa: Escuela de Ciencias
Sociales/Escuela de Historia/Facultad de Arquitectura/Escuela de Trabajo Social/Maestría en Historia Regional n Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de Sonora: Dirección de
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n Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora: Carrera de Ecología n Universidad Juárez Autónoma de Tabasco: División de Ciencias Sociales y Humanidades n COLEF-Matamoros
n COLEF-Nuevo Laredo n Universidad Autónoma de Tamaulipas: Facultad de Arquitectura/Unidad Académica de Ciencias Jurídicas y Sociales/Centro de Investigación Social n Universidad
Autónoma de Tlaxcala: Depto de Sociología y Trabajo Social/Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre el Desarrollo Regional n El Colegio de Tlaxcala n CIESAS del Golfo n Universidad
Veracruzana: Facultad de Antropología/Facultad de Arquitectura y Urbanismo/Facultad de Sociología/Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales/Laboratorio de Ecología/Instituto de
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Yucatán: Facultad de Arquitectura/Facultad de Ciencias Antropológicas/Unidad de Ciencias Sociales n Universidad del Mayab: Escuela de Comunicación y Diseño n INAH-Yucatán n UACSHUM
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davvelaz@correo.uqroo.mx • Mérida, Yucatán
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villasis@fh.uaslp.mx Magnolia Rosado
• Ciudad Victoria, Tamaulipas lrosado@uady.mx
Rodrigo Vera Vázquez María Elena Torres
ecovera2007@gmail.com melenatorres@hotmail.com
 120
Circulación de conocimientos
y políticas urbanas
en América Latina
EXPEDIENTE EXPEDIENTE EXPEDIENTE

2 25 53
Paisaje Urbano “Smart City”: Desde la infor-
¿nueva cara del malidad hacia la
Histórico: (in)utilidad empresarialismo
de un concepto de masividad del
urbano? mercado
moda Patricio Julián
Víctor Delgadillo Feldman Ximena Amarilla
Ulises Girolimo Javier Ruiz-Tagle

11
“Modelos” de

34
regeneración Los modelos de RESEÑA

62
urbana: cómo glomeración real- The End of
viajan y mutan en mente existentes Automobile
Carolina González Dependence: How
Sara González Redondo Cities are Moving
Beyond Car-Based

44
El desarrollo del Planning
campo de la plani- Blanca Rebeca
Ramírez
colaborativa
Alejandra I. Monti
 eXPeDIeNTe
Paisaje Urbano Histórico: (in)utilidad de
un concepto de moda
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Víctor Delgadillo*
L a circulación de conocimientos, políticas y
teorías urbanas, se ha intensificado en los
últimos años. Los conocimientos científicos
tienen su territorialidad y temporalidad, más aún, las
políticas urbanas que intentan confrontar desafíos y
problemáticas ancladas a territorios específicos. Sin
embargo, históricamente, los conocimientos y las
políticas urbanas transitan desigualmente a través de
complejos procesos en geografías muy diferentes a
su lugar de origen. En este artículo revisamos el
reciente concepto Paisaje Histórico Urbano que se
ha popularizado en el mundo de la defensa del patri-
monio edificado, gracias a la promoción que hace y
al enorme peso1 de la Convención sobre la Protec-
ción del Patrimonio de la Humanidad de la Organi-
zación de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en
inglés). En noviembre de 2011, la UNESCO adoptó
este concepto surgido en Viena en 2005, en calidad
de “Recomendación”, producto de una discusión
euro-céntrica focalizada en problemas asociados a la
construcción de enormes edificios en barrios y cen-
tros históricos del viejo continente. Tal concepto
* Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Correo electró-
nico: victor_delgadill@hotmail.com.
1 Hasta el 31 de octubre de 2016, un total de 192 países habían signado
tal Convención (UNESCO, 2018).
2
surgió como un avance teórico-práctico y como una
herramienta útil que permitiría una moderna y flexi-
ble conservación y gestión del patrimonio urbano
frente a las presiones de desarrollo urbano del siglo
xxi. El concepto rápidamente ha sido adoptado en
muchos países del mundo. Sin embargo, éste no ha
servido en la ciudad de origen, Viena, ni en otras
ciudades, como la de México, para confrontar las
presiones inmobiliarias que se blanden sobre áreas
urbanas patrimonializadas, accesibles y bien ubica-
das. En efecto, el Centro Histórico de Viena ha sido
decretado “Patrimonio de la Humanidad en Peligro”
(de perder el reconocimiento mundial de la UNESCO),
debido a un par de construcciones aprobadas por las
autoridades locales en 2010 que, según los defenso-
res locales del patrimonio y las misiones de la
unesco, atentan contra los valores y atributos aso-
ciados a ese sitio. En una situación parecida se
encuentra actualmente la Ciudad Universitaria en la
Ciudad de México, también incluida en la lista del
Patrimonio Mundial, pues frente al campus universi-
tario, las autoridades locales autorizaron dos torres
de departamentos de 27 y 23 pisos de la inmobiliaria
Be Grand. Universitarios y vecinos de la zona argu-
mentan que, tales edificios, atentan contra el Patri-
monio de la Humanidad y contra la vida del barrio,
al grado de poner en riesgo la designación otorgada
por la unesco. Por ello, las autoridades de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
promovieron el Juicio de Amparo 91/2018 ante el
Juez Quinto de Distrito en Materia Administrativa
en la Ciudad de México, para impedir o modificar
sustancialmente ese desarrollo inmobiliario.
En este artículo nos preguntamos por qué, la
UNESCO, promueve con tanto interés un concepto, el
Paisaje Urbano Histórico, que ha demostrado no
servir de gran cosa para confrontar las presiones
inmobiliarias en sitios Patrimonio de la Humanidad.
En primer lugar, analizamos críticamente qué es el
Paisaje Urbano Histórico, evidenciamos por qué lo
consideramos un concepto euro-centrista y revisa-
mos el debate en el centro histórico de Viena. En la
segunda parte, presentamos la disputa sobre la Ciu-
dad Universitaria de la Ciudad de México frente a la
inmobiliaria Be Grand y evidenciamos el papel pro
empresarialista y el doble discurso del gobierno
local. Asimismo, analizamos las contradicciones de
los actores centrales de esta disputa, pues, por un
lado, las autoridades universitarias construyeron un
edificio universitario que, según muchos universita-
rios, afecta el espacio visual del Espacio Escultórico
de Ciudad Universitaria, pero frente a las torres de
Be Grand se han amparado ante la justicia mexicana
para impedir su construcción; y por otro lado, un
gobierno local que difunde orgulloso el Patrimonio
de la Humanidad, pero promueve los negocios
inmobiliarios. En las conclusiones retomamos, críti-
camente, la (in)utilidad de un concepto de moda, y
reflexionamos sobre las formas y los actores que
promueven su circulación.
En este artículo hacemos eco del llamado de Jen-
nifer Robinson (2016), en el sentido de comparar de
forma inusual ciudades y procesos urbanos en ciuda-
des tan diferentes, no para generalizar las evidencias
encontradas, sino para cuestionar el uso supuesta-
mente “universal” de un concepto euro-centrista. En
este mismo sentido, igualmente nos anclamos en las
visiones de Ananya Roy (2013) y Jennifer Robinson
(2006), colegas que cuestionan fuertemente los
intentos neocolonialistas en la imposición de teorías
urbanas surgidas en países de Europa y Norteaméri-
ca, no tanto porque sus supuestos sean inaplicables
en otras regiones, sino, precisamente, porque tales
teorías, modelos, paradigmas y/o conceptos han sido
construidos a partir de evidencias recolectadas en
unas cuantas ciudades del Norte global.
La (in)utilidad de un concepto
El Paisaje Urbano Histórico es un concepto que surge
para, supuestamente, confrontar las históricas contra-
dicciones entre la conservación y el desarrollo urbano,
en un momento en el que, las inversiones inmobiliarias
y la urbanización, amenazan con un crecimiento verti-
cal y con la introducción de modernas edificaciones en
centros y barrios antiguos, caracterizados por alojar
edificaciones del pasado reciente y remoto.2 Este con-
cepto es difundido como innovador, flexible y un avan-
ce teórico, porque incluye la sostenibilidad del medio
ambiente en la conservación del patrimonio urbano,
concibe al patrimonio como cambiante en el tiempo y
en estrecha relación con toda la ciudad y su hinterland.
Sin embargo, es un concepto ambiguo, complicado de
aplicar y fácil de tergiversar. Además, en su formula-
ción están ausentes la vivienda, la población residente
y, en general, los temas sociales.
El concepto se remonta a 2005, cuando se realizó,
en Viena, la conferencia internacional “Patrimonio
Mundial y Arquitectura Contemporánea-Gestionando
el Paisaje Urbano Histórico”, con el propósito de
abordar temas referentes a los cambios físicos “acep-
tables” en los centros históricos, las alturas de las
construcciones y la introducción de nuevas arquitec-
turas en sitios Patrimonio de la Humanidad. Gran
parte de las preocupaciones eran ejemplificadas por
dos casos. Uno, es la Catedral de Colonia, Alemania,
monumento aislado que tuvo problemas a partir de un
proyecto para la estación de trenes y fue puesto en la
Lista de “Patrimonio de la Humanidad en Peligro”
entre 2004 y 2006. El otro caso, es el del Centro His-
tórico de Viena inscrito, en 2001, en la Lista del Patri-
monio Mundial. El problema aquí es la construcción
de un complejo de edificios, llamado Heumarkt, des-
tinados a Pista de patinaje, Hotel intercontinental y
Sala de Conciertos. Defensores locales del patrimo-
nio se quejaron ante la unesco, institución que, a
través de diversas misiones, recomendó disminuir las
alturas y los volúmenes de las torres del proyecto. La
reducción voluntaria de la altura de 75 a 66.3 metros
ha sido rechazada por el Comité de la unesco. Ade-
más, esta institución consideró que los edificios son
“ajenos” al entorno histórico, son vistos desde diver-
sos puntos distantes significativos, en particular
2 No sólo se trata de edificios viejos y nuevos, pues en muchos centros
históricos se han destruido o transformado edificios recientes para ser
sustituidos o “recuperados” por edificios que emulan los del pasado.
3
desde los jardines de Belvedere; y, en síntesis, estas
construcciones atentan contra el “Valor Universal
Excepcional” del Patrimonio Mundial y, por tal moti-
vo, este Centro Histórico fue colocado, desde 2016,
en la Lista del “Patrimonio Mundial en Peligro”. La
alcaldesa del Partido Verde defiende que, el proyecto,
es legal, porque tales alturas se apegan al plan de
ordenamiento vigente establecido antes de su gestión
en 2010; no obstante, negocia con el inversionista y
con la unesco; defensores locales del patrimonio
demandan cancelar el proyecto; algunos funcionarios
locales y nacionales piensan que la ciudad antigua no
puede detenerse en el tiempo y defienden los nuevos
edificios; mientras que algunos artistas indican que,
perder la designación de la unesco, en nada repercu-
tirá en la ciudad, pues decenas de miles de turistas
visitan la ciudad con o sin ese reconocimiento.
Ubicación del proyecto Heumarkt entre el Parque de la ciudad (Stadtpark), la
plaza Beethoven y la Sala de Conciertos (Konzert Haus).
Fuente: news orf.at, accesible en: http://orf.at/stories/2398218/2398221/.
Los volúmenes del proyecto Heumarkt con las alturas originales y las alturas
reducidas.
Fuente: Die Presse del 14/12/2016, accesible en: https://diepresse.com/
home/panorama/wien/5133495/Heumarkt_Wiens-Abschied-vom-Weltkultu-
rerbe.
4
Es interesante este caso porque, en esta ciudad y a
partir de estos debates, surgió en 2005, el concepto en
comento en calidad de Memorando que, posterior-
mente, fue asumido como Recomendación por la
UNESCO (2012), por supuestamente constituir una
innovadora herramienta conceptual para la gestión
del patrimonio edificado. La Recomendación del Pai-
saje Urbano Histórico presenta seis apartados y un
preámbulo que habla de los temores de pérdida del
patrimonio urbano frente a la “escala nunca antes
vista” de la urbanización rápida e incontrolada en el
mundo, la liberalización del mercado internacional, el
turismo de masas, la explotación comercial del patri-
monio y el cambio climático. A continuación, analiza-
mos brevemente sus contenidos.
El Apartado 1 define como Paisaje Urbano Histó-
rico a “la zona urbana resultante de una estratifica-
ción histórica de valores y atributos culturales y
naturales, que trasciende la noción de conjunto o
centro histórico para abarcar el contexto urbano gene-
ral y su entorno geográfico”. Se trata de una defini-
ción genérica que puede aludir a cualquier parte de la
ciudad. Los siguientes párrafos de este apartado no
ayudan a delimitar este concepto, pues aluden a la
topografía, la hidrología, las infraestructuras superfi-
ciales y subterráneas; e incluso los usos del suelo
actuales. El Apartado 2 se refiere a los problemas
asociados al cambio climático, la urbanización y la
mundialización que hacen, que los conjuntos urbanos
históricos, sean vulnerables, pierdan población, fun-
cionalidad y su papel tradicional. Aquí se habla del
“respaldo a las comunidades”, pero no se dice de
quién se habla: ¿residentes y usuarios locales? ¿inver-
sionistas transnacionales o los gobiernos? En el tercer
apartado se habla genéricamente de una nueva gene-
ración de políticas públicas que integren armónica-
mente “las intervenciones contemporáneas en el
entramado urbano histórico” y de alianzas públicas y
privadas. Como se puede observar, se trata de cosas
tan genéricas, que difícilmente se pueden aplicar para
mediar en los conflictos como el arriba señalado.
Además, aquí están ausentes los actores sociales: resi-
dentes y usuarios de los sitios patrimoniales. El Apar-
tado 4 habla, en términos muy generales, de aplicar
un arsenal de herramientas tradicionales o “novedo-
sas” adaptadas al contexto local, como participación
ciudadana, conocimiento y planificación, y sistemas
normativos y financieros. Por último, los dos aparta-
dos finales hablan de sumar esfuerzos para que se
difunda y comprenda este concepto (definido vaga-
mente) y para documentar el estado de las zonas
urbanas y su evolución.
En esta Recomendación no hay referencias al uso
habitacional ni a los residentes, frente a las presiones
del turismo internacional, la mercantilización de la
cultura y el mercado inmobiliario, en los centros his-
tóricos. Así, como puede apreciarse, se trata de un
concepto general, ambiguo, neutro y despolitizado,
que no aborda los debates y controversias que condu-
jeron a su construcción: la integración de la arquitec-
tura contemporánea y las presiones inmobiliarias en
los entornos patrimoniales, o la definición de criterios
para proteger las vistas de la ciudad antigua frente a
los volúmenes y alturas de las nuevas arquitecturas.
Este concepto “listo para utilizarse” es amplia y
acríticamente difundido por la unesco, entidades
públicas, restauradores, gestores del patrimonio cul-
tural y otros organismos internacionales, a través de
campañas de difusión, revistas, libros y otros medios.
Así, por ejemplo, Franceso Bandarin y Ron Van Oers,
actores centrales de este Memorando-Recomenda-
ción, en sus libros Reconectando la ciudad (Bandarin
y Van Oers, 2015) y El Paisaje Urbano Histórico
(Bandarin y Van Oers, 2011 y 2014), consideran que
este concepto es un gran avance en la teoría y la pra-
xis de la conservación del patrimonio urbano mun-
dial. Para ellos, la planeación y la conservación urba-
na tradicionales ya resultaban obsoletas para
confrontar los nuevos desafíos y las actuales proble-
máticas del patrimonio urbano, pues trataban (sin
éxito, añadimos nosotros) de aislar las áreas urbanas
“históricas” de los cambios urbanos y sociales. Para
estos autores, el “paisaje” se ha convertido en un lente
con el que se representa a la ciudad actual (añadimos
que por partes) y un medio para construir la ciudad
(añadimos, otra vez, que ésto ocurre por partes). Para
diversos autores (Covarrubias et al., 2017; Delgadi-
llo, 2016; Labadi y Long, 2010), el concepto de “pai-
saje” es inadecuado para hablar de ciudades y partes
de ciudades. ¿Por qué usar el concepto “paisaje”, una
categoría proveniente del mundo de las artes y la
arquitectura, para hablar de un producto histórico,
social y cultural, como son la ciudad y el barrio? El
“paisaje” es cambiante: es uno de día y otro de noche,
es uno en invierno y otro en verano, es uno el paisaje
visto por un escultor, es otro el pintado por un artista
en invierno y otro el percibido por cualquier transeún-
te en otoño. ¿Entonces qué aporta esta categoría para
el entendimiento, la conservación y el aprovecha-
miento de un barrio o centro histórico (un pedazo de
ciudad) vivo y habitado?
Curiosamente, en estos libros, estos autores tam-
bién se preguntan sin responder: ¿Cuál es la toleran-
cia frente al cambio en las áreas protegidas?¿No
bastaría con aportar un par de criterios para ello? Una
crítica adicional, consiste en que, ni la Recomenda-
ción ni los libros de estos autores recogen las aporta-
ciones y las experiencias latinoamericanas de más de
50 años de conservación de barrios y centros históri-
cos, plasmadas en documentos regionales como las
Normas de Quito de 1967 o las aportaciones de los
“centros vivos”, construidas por académicos e inte-
lectuales de muchos países latinoamericanos, con
motivo de la ii Conferencia de Naciones Unidas
sobre Asentamientos Humanos en 1996 (Mesías y
Suárez Pareyón, 2001). Se trata de visiones que van
más allá de la piedra (lo físico, el contenedor), y rei-
vindican que el patrimonio edificado es para la pobla-
ción y, en primer lugar, para la población local y
residente. En América Latina, diversos autores, desde
hace décadas (muchísimo antes de Bandarin y Van
Oers), han reconocido que los centros históricos no
son islas urbanas ni una parte de la ciudad detenida en
el tiempo, sino una construcción social e histórica en
el tiempo en donde, tanto centro y periferias, como
las relaciones económicas, sociales y culturales glo-
balizadas, están dialécticamente relacionados. No es
nada casual que, por ejemplo, los libros de Jorge
Enrique Hardoy (1981 y 1992), justamente se llama-
ran Impacto de la urbanización en los centros históri-
cos. Tampoco es casual que un libro de Fernando
Carrión (2000) se llame Lugares o flujos centrales.
En esta Recomendación (ni en los libros de Bandarin
y Van Oers) se registran innovaciones en materia de
financiamiento, como las del centro histórico de La
Habana, en donde una entidad pública captura y rein-
vierte las ganancias que deja el turismo cultural inter-
nacional, o la del Fondo de Salvamento del Patrimo-
nio Cultural que, en Quito, captura un porcentaje del
impuesto sobre la renta para destinarlo a la rehabilita-
ción del patrimonio urbano colectivo.
Por ello, Lalana (2011) sugiere que esta Recomen-
dación constituye un ejercicio de retórica vacía y
banal por dos causas: 1) El paisaje, aunque sea un
concepto sugerente como construcción social, com-
plica extraordinariamente los procesos de identifica-
ción y protección de los valores a preservar, y 2) No
5
se hace explícito qué son las “vistas significativas” y
qué y cómo es la integración de la arquitectura con-
temporánea a un entorno histórico.
En efecto, esta Recomendación no dice cuáles son
los criterios para determinar las alturas que los nue-
vos edificios no deberían sobrepasar, tampoco se dice
quién decide cuando eso es discordante y pone en
peligro las edificaciones patrimonializadas. En el
caso del Centro Histórico de Viena, esta Recomenda-
ción ha demostrado su inutilidad para las partes invo-
lucradas en el conflicto. Aquí no se ponen de acuerdo
inversionistas, autoridades locales, misiones de la
unesco y ciudadanos en general.
Be Grand versus Ciudad Universitaria
El caso del megadesarrollo inmobiliario Be Grand
ubicado frente al campus central de la Ciudad Uni-
versitaria de la Ciudad de México, pone a debate
varios conflictos y tensiones que la ciudad padece en
una escala más grande, derivada de los grandes
negocios inmobiliarios, auspiciados o apoyados por
el gobierno local, que causan malestar en muchos
grupos de población residente. El agravante y tema
que visibiliza con mayor intensidad el problema, en
los medios de comunicación, es que la Ciudad Uni-
versitaria está inscrita en la lista del Patrimonio
Mundial de la UNESCO. Sin embargo, las preguntas
de fondo, son las mismas: ¿Se afecta o no el Patri-
monio de la Humanidad o de los grupos de pobla-
ción local que, por generaciones, han vivido y cons-
truido tantas partes y barrios de la ciudad? En
términos más generales, las preguntas son: ¿De
quién es la ciudad?¿Pueden los inversionistas que
buscan el lucro privado construir torres y edificios
en donde quieran?¿La ciudad es una máquina para
hacer negocios privados o es un producto social
construido por generaciones de personas para vivir
bien y para las generaciones futuras?¿Qué hace el
gobierno local (autodenominado de “izquierda” y
con el eslogan “decidiendo juntos”), frente a la
inconformidad de ciudadanos, en este caso,
universitarios?¿Quién otorgó las manifestaciones
(licencias) de construcción?¿Por qué y cómo se
construyen edificios de 23 y 27 pisos en predios, en
donde, la normatividad urbana vigente, indica otra
cosa?
Be Grand es una constructora “mexicana”, que se
aprovecha de flujos financieros globales y construye
6
proyectos inmobiliarios descomunales con un gran
impacto en el consumo de agua, energía, tráfico y
vialidad. Se trata de una desarrolladora inmobiliaria
que captura flujos de inversiones transnacionales, a
través de la colocación de bonos de inversión en la
bolsa de valores. En su informe de 2017, Be Grand da
cuenta de la colocación de acciones por 1.5 mil millo-
nes de pesos que vencen en 2021. Esta inmobiliaria
surgió de empresas dedicadas a la industria automo-
triz, la construcción de infraestructura y otras, con el
propósito de diversificar los negocios y la reinversión
de capitales. Apenas en 2013, esta inmobiliaria com-
pró un portafolio de inversiones de un Fideicomiso de
Bienes Raíces (fibra)3 con seis propiedades, y para
2018, esta inmobiliaria ya había construido 17 mega-
proyectos de torres de departamentos con o sin ofici-
nas y comercios.
En proyecciones, hechas por alumnos de la UNAM,
se evidencia que, el proyecto Be Grand Copilco,
impactará la imagen (vista de norte a sur) de edificios
emblemáticos: Biblioteca Central y las torres de Rec-
toría y de Humanidades.
Simulación de torres Be Grand hecha por estudiantes de la unam.
Fuente: https://plumasatomicas.com/explicandolanoticia/be-grand-ciudad-
universitaria/.
La UNAM se amparó contra esa construcción por-
que, según sus autoridades, esas edificaciones inva-
den el espacio visual y atentan contra la integridad de
un Monumento Artístico Nacional e inscrito en la
3 Los Fideicomisos de inversión de Bienes Raíces son un instrumento
federal para la captura de flujos financieros transnacionales para la cons-
trucción, alquiler y venta de edificios, que permiten una simplificación
administrativa y reducciones y exenciones en los impuestos sobre la
adquisición de inmuebles y la construcción, mejora o alquiler de espa-
cios para vivienda, comercio y servicios.
lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2007.
En efecto, en tanto Monumento Artístico Nacional,
decretado como tal por el ejecutivo nacional el 18 de
julio de 2005, la Ciudad Universitaria está protegida
por el gobierno federal a través del instituto Nacional
de Bellas Artes (iNBA), según la vigente Ley Federal
de Monumentos y Zonas de Monumentos Arqueológi-
cos, Artísticos e Históricos de 1972. De acuerdo a
esta ley, cualquier trabajo de excavación, construc-
ción, mejoramiento o rehabilitación, que vaya a reali-
zarse en este sitio o en los inmuebles colindantes,
requiere autorización expresa del inba, institución
encargada de los monumentos y zonas de monumen-
tos artísticos.
Para las autoridades de la unam, las torres de Be
Grand Copilco, afectan la percepción visual del sitio,
particularmente, de la biblioteca central con los mura-
les de Juan O´Gorman y la torre de Rectoría con los
murales de David Alfaro Siqueiros: justamente, dos
de los edificios icónicos de Ciudad Universitaria.
Adicionalmente, tales torres están violando las res-
tricciones en materia de alturas construidas, cataloga-
das como zonas de amortiguamiento, en el expediente
registrado ante la unesco cuando la Ciudad Univer-
sitaria fue reconocida como Patrimonio Mundial
(unam, 2007); por lo que, contravenir estas disposi-
ciones colocaría, a este sitio, en la lista del “Patrimo-
nio Mundial en Peligro” y en riesgo de perder el
reconocimiento de la unesco.
¿Una construcción regular o irregular?
En materia de la normatividad de desarrollo urbano,
en el caso de Be Grand Copilco, aparecen otra vez los
mismos vicios de otros muchos lugares de la Ciudad
de México. La norma urbana dice una cosa, pero las
autoridades aprueban la construcción de mega torres,
con base en subterfugios de la Ley de Desarrollo
Urbano local. Así, en los dos predios en cuestión,
según el Programa Delegacional de Desarrollo Urba-
no en Coyoacán, publicado en la Gaceta Oficial del
Distrito Federal el 10 de agosto de 2010 (Jefatura de
Gobierno, 2010), se permite el uso de suelo hm
4/40/m: Habitacional Mixto con 4 niveles constructi-
vos, 40% de área libre (no construida) y una “densi-
dad media”. Mientras que la norma de usos del suelo
permitidos por vialidad (de la letra “n” a la letra “o”)
en la Avenida Universidad (de Miguel Ángel de Que-
vedo a la Avenida insurgentes), dice que los usos del
suelo permitidos son hm 6/40/z: Habitacional Mixto
con 6 niveles constructivos, 40% de área libre y una
densidad “z”, que es la que “indique la zonificación
del programa” (sic). Se trata de una “densidad media”
que equivale a una vivienda por cada 50 metros cua-
drados de terreno.
Sección de plano del usos del suelo. En el círculo, los predios de Be Grand.
Fuente: Elaboración propia a partir del documento de la Jefatura de Gobier-
no, 2010.
Es interesante destacar que, el mismo Programa de
Desarrollo Urbano, considera como “Corredor Urba-
no Estratégico” al Eje 10 Sur, entre avenida Universi-
dad y Avenida Copilco. En esa Avenida se han reali-
zado varios proyectos inmobiliarios y un helipuerto
sobre lo que antes fue la tienda de muebles Hermanos
Vázquez. Asimismo, como en otros programas dele-
gacionales y parciales de desarrollo urbano, la “Norma
de Ordenación Particular para el incremento de Altu-
ras y Porcentaje de Áreas Libres” establece los
siguientes niveles permitidos: 5 pisos para predios de
menos de 2,500 m2, 8 pisos para predios de 2,501 m2
a 3,500 m2 y 15 pisos para predios de 3,501 m2 y más
metros cuadrados. Hecho este recuento, la pregunta
sigue abierta: ¿de dónde salen 27 y 23 pisos para Be
Grand Copilco?
Propiedad privada versus interés público
Los predios, sobre los que se construyen las dos torres
de Be Grand, son propiedad privada. Sin embargo, las
plusvalías derivadas de la accesibilidad, la historia y
la ubicación de esos predios, no son propiedad priva-
da, sino una construcción social en el tiempo. Be
Grand quiere aprovecharse de la cercanía de Ciudad
Universitaria, del Metrobus que corre por la Avenida
insurgentes, de las estaciones del Sistema de Trans-
porte Colectivo Metro, de la accesibilidad (Avenidas
Universidad, Copilco e insurgentes), los servicios y
los comercios que ofrece la zona. Pero todos estos
7
atributos han sido construidos por diversos actores
sociales en el tiempo.
En efecto, hace 70 años, en esos pedregales de
lava, producidos por la erupción del volcán xitle, no
había prácticamente nada. Fue el Estado mexicano
quien decidió construir, allí, la Ciudad Universitaria.
Junto con la universidad llegaron las avenidas, el
transporte y diversos barrios populares y fracciona-
mientos con viviendas de clases medias. La Ciudad
Universitaria es pionera en la urbanización de esa
zona, es sede de una universidad pública, es un oasis
urbano. La Ciudad Universitaria vino a revalorar los
pedregales con una arquitectura mexicana moderna,
que ha sido reconocida en el país y, también, por la
unesco en la lista del Patrimonio Mundial.
Un atributo adicional es que, la Ciudad Universi-
taria, no sólo es disfrutada por miles de estudiantes y
profesores, sino por usuarios y turistas que gozan de
la belleza de este pulmón urbano. La unam también
constituye un privilegiado y bello ejemplo que cons-
tata que, la educación superior pública, es competen-
te, rigurosamente profesional y de calidad, en tiempos
neoliberales. La UNAM es una herencia del Estado
benefactor y, por ello, puede ser, en sí misma, vista
como un patrimonio (de los mexicanos y de sus estu-
diantes extranjeros), que hay que preservar, mantener
y heredar a las generaciones futuras.
Al margen, y a veces en compañía de universita-
rios, vecinos de los barrios aledaños se continúan
manifestando, no sólo por el impacto visual que las
torres de departamentos tendrán en el Patrimonio de
la Humanidad, sino en el patrimonio urbano cotidia-
no: el consumo de agua y el tráfico automotriz que
implica la construcción de 600 departamentos. Así, la
última manifestación vecinal pública, ocurrió el pasa-
do 25 de mayo de 2018.
El amparo
La UNAM (2007) interpuso un Juicio de Amparo ante
el Juez Quinto de Distrito en Materia Administrativa
en la Ciudad de México, para impedir o modificar
sustancialmente tal desarrollo inmobiliario, en el que
se alude a la omisión de las autoridades locales en el
cumplimiento del marco jurídico que protege a la
Ciudad Universitaria, en tanto Monumento Artístico
Nacional y sitio Patrimonio de la Humanidad. El
amparo se remite al documento “Nominación del
Campus Central de Ciudad Universitaria”, que esta-
8
blece varias zonas de amortiguamiento con el propó-
sito de controlar edificaciones e imágenes (del tipo de
anuncios espectaculares) que puedan afectar al monu-
mento. Justamente, una de las zonas de amortigua-
miento, son los predios frente a la entrada del campus
sobre Av. Universidad, en donde Be Grand construye
sus torres de departamentos.
El amparo fue concedido y la obra está detenida
desde febrero de 2018. Para demostrar el daño que se
causaría a este sitio Patrimonio de la Humanidad, el
Juicio de Amparo de la unam demanda tres tipos de
peritajes (topográfico, desarrollo urbano e histórico)
para evidenciar que, las dos torres de departamentos
(ubicadas en Avenida Copilco Nº 75, Colonia Copilco
El Bajo, cp: 04340), están fuera de contexto y de
escala, que afectan el espacio visual, el Valor Univer-
sal Excepcional, el espacio urbano y la “autenticidad”
histórica de la zona delimitada como Patrimonio de la
Humanidad y sus áreas de amortiguamiento. Lo que
está en riesgo, para la UNAM, es la inscripción del sitio
en la Lista del “Patrimonio Mundial en Peligro” y la
desclasificación de Ciudad Universitaria de la lista de
la UNESCO. Curiosamente, en este amparo, también se
habla de respetar las restricciones asociadas a este
Paisaje Histórico Urbano y, en otro párrafo, se habla
de un “Paisaje Urbano Patrimonial”. Así, más allá del
origen de este concepto, los actores se apropian de
éste, como parte de la estrategia para defender lo que
se considera una amenaza al patrimonio colectivo.
Un antecedente nefasto
Las autoridades de la unam, actualmente, se defien-
den por medios judiciales en contra de la construc-
ción de dos edificios externos y privados que atentan
contra el espacio visual del Patrimonio de la Humani-
dad. Curiosamente, en esta misma universidad, acon-
teció un debate similar en 2016; en este caso, por un
edificio construido por la misma universidad que
-según muchos universitarios- atenta y/o ha destrui-
do el patrimonio universitario y constituye un “abe-
rrante descuido”, lesivo para el Espacio Escultórico:
una bellísima escultura-paisaje urbano, edificada por
reconocidos escultores en la década de 1970. Se trata
de un anillo de 120 metros de diámetro delimitado
por 64 prismas que contienen un paisaje de lava, que
fue concebido por Mathias Goeritz y Helen Escobe-
do, entre otros escultores. Vale agregar que, ni el
Espacio Escultórico ni el Centro Cultural Universita-
rio, se ubican en el Campus Central, por lo que no
fueron inscritos en la lista de la unesco.
En efecto, en 2016 se terminó de construir el Edifi-
cio H en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
de ocho pisos, que, a ojos de muchos universitarios,
alteró la visual desde el Espacio Escultórico hacia los
volcanes e impacta la reserva ecológica. La disputa
trascendió el recinto universitario y fue ventilada en los
medios de comunicación: cientos de universitarios,
artistas, arquitectos, urbanistas e intelectuales, envia-
ron una carta de protesta a las autoridades de la unam,
la unesco y la Dirección del Patrimonio Mundial del
instituto Nacional de Antropología e Historia, preocu-
pados por los precedentes que se podrían sentar en
materia de defensa del patrimonio colectivo, y deman-
daban la destrucción de, al menos, cuatro pisos de esa
construcción “mediocre” que atentaba contra la integri-
dad de esa obra artística. La unam creó, a posteriori,
una comisión de expertos para valorar tales afectacio-
nes y establecer recomendaciones específicas. Las
conclusiones divididas, pero asumidas por la mayoría
de los integrantes de la comisión, fueron que, aunque
ese edificio afecta las vistas de y desde el Espacio
Escultórico, ya era una construcción que estaba termi-
nada, era costosa su demolición parcial, y ya formaba
parte del patrimonio universitario, por lo que no debía
demolerse ni uno solo de sus pisos.
El Edificio H y el Espacio Escultórico. Imagen tomada de: http://izq.mx/
noticias/16/2016/02/conforma-unam-comite-de-expertos-para-analizar-situa-
cion-del-espacio-escultorico/.
Colofón
El Paisaje Urbano Histórico es, por un lado, un con-
cepto ambiguo, neutro y despolitizado, que resulta
poco útil para gestionar los conflictos reales por el
patrimonio urbano en Europa y América Latina; pero,
por otro lado, es un concepto que se usa para defender
el patrimonio urbano frente a las amenazas que repre-
sentan las nuevas y enormes edificaciones.
En la gestión del patrimonio urbano, como en otras
partes de la ciudad, confluyen actores económicos,
sociales y políticos con distintas ideológicas e intere-
ses ¿cómo se gestionan tales intereses? Nada de ésto
aparece en esta Recomendación del Paisaje Urbano
Histórico. Sin embargo, el concepto circula y ha sido
apropiado por las autoridades de la unam en la defen-
sa jurídica del Patrimonio de la Humanidad.
En un momento en que los flujos financieros trans-
nacionales han encontrado, en los bienes raíces,
nichos para realizar grandes ganancias, el patrimonio
urbano de muchas ciudades, de la humanidad o no, se
encuentra en riesgo por diversos impactos que no se
reducen a los vistas y visuales (sombras, ocultamiento
de antiguas vistas y distinguidos monumentos), sino a
afectaciones de otra índole: tráfico de autos, consumo
de agua, congestión de la infraestructura, incremento
de rentas, desplazamientos sociales indirectos, etcéte-
ra. Frente a tales presiones y amenazas, la unesco
debiera promover cartas o cualquier otro documento
de este género epistolar que diga las cosas de manera
directa y claras, como las siguientes: 1) Las arquitec-
turas contemporáneas deben tener una calidad similar
a las antiguas arquitecturas, de acuerdo a criterios
establecidos por actores locales, pero no sólo los
expertos y los gobiernos, sino los gremios, las univer-
sidades y las poblaciones locales. Las generaciones
actuales tienen derecho a dejar huella en estos barrios
y centros históricos cambiantes en el tiempo; 2) Se
puede decir abiertamente que no se está en contra de
las torres en altura (ni de las cadenas de comida cha-
tarra), pero que éstas deben buscar otros lugares en
donde no afecten a las comunidades y sus valores y
formas de vida locales, patrimonio de la humanidad o
de la comunidad; 3) Los nuevos edificios no deben
tener alturas mayores a edificios icónicos o alturas
promedio de esos lugares; 4) Las políticas públicas y
las inversiones privadas dirigidas a la revalorización
de centros y barrios antiguos deben garantizar la per-
manencia y mejora de los grupos sociales que habitan
esos patrimonios urbanos. Aquí, un elemento central
es el control en el incremento de las rentas y servicios
urbanos; 5) En materia de gestión, las comunidades
locales, sobre todo los residentes, tienen derecho a
decidir sobre el futuro de sus barrios. Este tipo de
9
consideraciones tiene un mensaje directo y claro, cosa
que para nada aparece en el sobrevalorado concepto
de Paisaje Urbano Histórico.
En la difusión exitosa del concepto, desde luego
que destaca la (Convención del Patrimonio Mundial
de la) UNESCO con sus oficinas en los países que han
signado tal convención, las editoriales que publican y
han traducido algunos libros; pero, asimismo, debe-
mos mencionar a los académicos que adoptamos y
usamos acríticamente los conceptos de moda, legiti-
mados por el discurso aparentemente despolitizado y
neutro de una entidad de la Organización de Naciones
Unidas.
Finalmente, en agosto de 2018, aún no hay desen-
lace del proceso de judicialización del caso Torres Be
Grand Copilco. A manera de hipótesis, nos atrevemos
a vaticinar que, el fallo judicial, le dará la razón a la
unam, una institución con un gran peso en las esferas
del poder político y en los medios de comunicación,
una institución con un enorme reconocimiento acadé-
mico allende las fronteras mexicanas. No es casual
que, los exrectores de esta institución, se desempeñen
como altos funcionarios públicos después de su ges-
tión, no son casuales los grandes presupuestos que
recibe esta “máxima” casa de estudios ni tampoco
que múltiples gobiernos locales o estatales contraten
a la UNAM para realizar estudios. Muy probablemen-
te, el gobierno local expropiará los predios (como
ocurrió en un conflicto similar por la construcción de
lofts en el Parque Hundido), o bien, negocie con esta
empresa de grandes desarrollos inmobiliarios y la
compense con otros predios y proyectos en otras par-
tes de la ciudad.
Sin embargo, la pregunta de fondo es, si este des-
enlace, en el contexto de los resultados de las eleccio-
nes locales y federales del 1º de julio de 2018, marca-
rá un hito en el desarrollo urbano de esta ciudad, en
donde centenas de torres de departamentos, oficinas y
comercios, se construyen en selectas áreas urbanas, a
pesar de contradecir las normas urbanas establecidas
en los programas de desarrollo urbano y de causar
tanto malestar ciudadano.
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Cultura Urbana Nº 64-65
Venta y suscripciones: Universidad Autónoma de la
Ciudad de México, Dr. García Diego 170
Col. Doctores, Alcaldía Cuauhtémoc, 06720 Ciudad de
México Tels: (55) 11070280 exts. 16209, 16210, 16211
Correl: publicaciones@uacm.edu.mx
Página: http://publicaciones.uacm.edu.mx

“modelos” de regeneración
urbana: cómo viajan y mutan en
los flujos globales*
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
E n el mundo de la elaboración de las políticas
urbanas hay una fascinación por las ciudades
que han gestionado el cambio de su base eco-
nómica o su resurgimiento después de la crisis. Oca-
sionalmente, algunas ciudades adquieren un estatus
“paradigmático” o de “celebridad”, ya que parecen
“resumir una era, el lugar en donde todo viene junto”
(Thrift, 1997: 142). Si París fue la capital de la
modernidad y Los Ángeles de la postmodernidad,
Bilbao y Barcelona, en España, han devenido en la
Meca de la regeneración urbana de ciudades indus-
triales en un régimen post autoritario, en vibrantes
imanes culturales para visitantes, todo, en sólo pocas
décadas. Estas ciudades se han constituido en “luga-
res de consumo” (Urry, 1995) para hacedores de polí-
ticas y profesionales de la planeación y la arquitectu-
ra, quienes quieren conocer los secretos de su éxito.
Este artículo investiga las experiencias de los hacedo-
res de políticas en el aprendizaje, la producción y la
historia, del intercambio internacional sobre “lo que
funciona” en la regeneración urbana, centrándose en
dos ciudades modelo: Bilbao y Barcelona.
Bilbao saltó a la fama en 1997, con la inaugura-
ción del museo Guggenheim. Baste decir que, las
autoridades locales y regionales del País Vasco,
* Traducción de Víctor Delgadillo, con autorización de su autora, de la
versión: http://leeds.academia.edu/sgonzalez. Este artículo fue publicado
en Urban Studies, 2011, Vol. 48, Nº 7: 1397-1418.
** Universidad de Leeds, Escuela de Geografía. Correl: s.gonzalez@leeds.
ac.uk.
eXPeDIeNTe
Sara González**
emprendedoras, políticamente autónomas y financie-
ramente ricas, vieron, en este museo, el ícono de la
transformación urbana de Bilbao (Del Cerro, 2006;
González, 2004; McNeill, 2000). Desde entonces, la
ciudad se ha hecho famosa por el “Efecto Bilbao”,
definido como “la transformación de una ciudad por
un nuevo museo o instalación cultural en un lugar
vibrante y atractivo para los residentes, los visitantes
y la inversión interna” (Lord, 2007: 32). Barcelona ha
inspirado deseos similares en el mundo, después del
uso inteligente de los Juegos Olímpicos de 1992
como catalizador de programas de grandes infraes-
tructuras y de regeneración urbana, y subsecuente-
mente, por la combinación de políticas culturales,
turismo y renovación urbana (Marshall, 2004). Es
claro, entonces, que estas dos ciudades se han trans-
formado en “modelos a seguir” para la regeneración
urbana y en ejemplares de las “mejores prácticas uni-
versales globales” (De Jong y Edelenbos, 2007: 90).
Hay abundante literatura académica en inglés y en
español, que explora la naturaleza y el impacto de
estos modelos.1 En contraste, el objetivo de este artí-
culo es observar cómo, estos modelos, son difundidos
y qué se aprende de ellos, cómo y qué se obtiene a
través del “turismo de políticas urbanas”.
1 Algunos ejemplos para Barcelona son: Balibrea (2001), Degen y García
(2008 y en prensa), Capel (2005 y 2007), Delgado (2007), García Ramón
y Albet (2000), Monclus (2003), zusman (2004). y para Bilbao, véase
Esteban (2000), González (2004 y 2006), Rodríguez et al. (2001), Plaza
(2006 y 2008), Vicario y Monje (2003).
11
Flujos globales de turismo de políticas
El turismo de políticas urbanas, en Bilbao y Barcelo-
na, forma parte del fenómeno creciente del aprendiza-
je de políticas y de la transferencia de políticas, el
“proceso, mediante el cual, el conocimiento sobre
políticas, disposiciones administrativas, instituciones
e ideas, de un sistema político (pasado o presente), es
usado en el desarrollo de políticas, acuerdos adminis-
trativos, instituciones e ideas en otro sistema político
(Dolowitch y Marsh, 2000: 5).
Aunque los hacedores de políticas siempre se han
involucrado, en el aprendizaje y la transferencia de
ideas de otros lugares, este fenómeno se ha vuelto
más ubicuo en las recientes décadas. Los factores
obvios incluyen la anulación del tiempo y del espacio
por la tecnología, el surgimiento de las corporaciones
transnacionales y la promoción, por los estados nacio-
nales e instituciones internacionales del intercambio y
transferencia de ideas, a través de programas como
interreg, financiado por la Comunidad Europea, o
redes de ciudades como eurocities. La Organización
para la Cooperación del Desarrollo Económico, el
Programa Hábitat de Naciones Unidas y/o el Banco
Mundial, promueven el intercambio de las mejores
prácticas y el Benchmarking o comparación de indi-
cadores.
La transferencia de políticas y el turismo de políti-
cas se han vuelto más relevantes en tanto, el “movi-
miento de elaboración de políticas basada en eviden-
cias” (Clarence, 2002), ha barrido a los gobiernos. La
racionalidad positivista detrás de la “política basada en
evidencias” consiste en que la política debería basarse
en lo que funciona mejor, en lugar de partir de una
posición ideológica particular (Campbell, 2002). El
campo de la política urbana ha acogido con satisfac-
ción este énfasis en la evidencia y el intercambio y
difusión de las “mejores prácticas”. El análisis de la
transferencia de políticas debe extenderse más allá del
nacionalismo metodológico y de las visiones que remi-
ten a escalas limitadas (Stone, 2004), como hasta ahora
se ha caracterizado. También se tiene que transitar de
una definición literal de la transferencia y del enfoque
lineal de las transacciones, a una noción mucho más
amplia y flexible de movilidad (MacCann, 2010) y
mutaciones (Peck y Theodore, 2010) de políticas. Es
necesario poner un mayor énfasis en el papel de los
entornos institucional y socialmente construidos, a tra-
vés de los cuales, fluyen las ideas de política, recono-
12
ciendo las relaciones desiguales de poder entre los
actores involucrados en ese proceso. Finalmente, todo
el proceso de aprendizaje, transferencia y difusión de
políticas tiene que ser visto como “agudamente político
[…], no hay nada natural sobre qué políticas se cons-
truyen como exitosas y las que se consideran como
fracasadas” (Ward, 2006: 70); lo que, a su vez, define
qué políticas se vuelven móviles y qué políticas perma-
necen “inmóviles” (McCann, 2008).
La investigación en este campo, ya ha identificado
la relevancia de viajes, conferencias y excursiones de
investigación al repertorio de la transferencia de polí-
ticas urbanas (McCann, en prensa; González, 2004;
Ward, 2007; Wolman y Page, 2000), así como las
experiencias particulares de los “burócratas viajeros”
(Larner y Laurie, 2010), como un importante “tejido
de conexión” del neoliberalismo. Conceptualizar
estas políticas viajeras como una forma de turismo
-como lo hago en este texto- tiene implicaciones
interesantes. Por supuesto que ésto se ha usado nega-
tivamente por significar la adopción de políticas de
una manera descontextualizada (Sheldon, 2004) o por
el uso de excursiones de investigación como “de pla-
cer” (ver Cook, 2008: 783). Pero, también, puede
ayudar a profundizar conceptualmente el significado
de las movilidades de las políticas de varias maneras.
Así como el turismo de ocio tiende a convertir los
lugares foráneos en “objetos de deseo” (Sheller y
Urry, 2004: 2), el turismo de políticas también está
envuelto en mitos sobre las políticas en “otros” luga-
res. Las experiencias de los profesionales que visitan
ciudades para aprender de sus exitosas políticas, tam-
bién se parecen a la “mirada turística” (Urry, 2002).
El turista de ocio y el turista de políticas urbanas, a
menudo, se presentan frente a entornos que se han
convertido en espectáculos, como parte de una “eco-
nomía de signos” más amplia (Scott y Urry, 1994). Al
igual que la mirada turística, la “mirada turística de
políticas urbanas”, también implica anticipación, un
previo soñar despierto y un sentido de haber sido
tomado fuera de lo ordinario, lo que hace que el lugar
se vuelva más exótico, un lugar en donde todo puede
pasar (Urry, 2002), y quizás, en donde las políticas
que a uno le serían difíciles de implementar en casa,
vean la luz del día. El turismo de políticas se asemeja
al turismo de ocio, pues ofrece un espacio-tiempo de
“retiro” (McCann, 2010: 22), en donde las cosas a
menudo se sacan de contexto y se “orientalizan”; e,
igualmente, envuelve la re-escritura de los lugares y
el re-ensamblaje de las ciudades, a partir de los frag-
mentos que se visitan.
Al hacerlo, los turistas producen una “jerarquía de
significado cultural” (Gregory, 1999: 116), en donde,
algunos “lugares”, se convierten en “vistas” dignas de
ser fotografiadas; mientras que, otros, son ignorados
o minimizados. Aquí, las guías turísticas desempeñan
un importante papel, eligiendo y adaptando itinera-
rios. De la misma forma, el turismo de políticas tam-
bién requiere de una cuidadosa “gestión del conoci-
miento” (Solesbury, 2002), seleccionando qué piezas
de información resaltar sobre una política y ocultando
otras. Ésto se relaciona con el hecho de que, el turista
(de políticas o de ocio), a menudo quiere confirmar la
imagen previa que tenía de ese lugar.
La escala y la naturaleza del turismo de políticas
en Bilbao y Barcelona
El turismo de política urbana, muy parecido al turis-
mo de ocio, se sostiene a través de una red que aloja
visitantes, organiza sus itinerarios, encuentra expertos
con los que se puede hablar y, a veces, los guía por la
ciudad seleccionando sitios y contando historias. En
ambas ciudades, esta “red de anfitriones”,2 refleja la
estructura de sus respectivas agencias de regenera-
ción urbana, como una serie de centros, a través de los
cuales, los visitantes navegan y acceden a organiza-
ciones y sitios. El turismo de política urbana no es
una actividad rígidamente organizada; los visitantes
ingresan y salen de la red “oficial” de anfitriones,
teniendo la libertad, en teoría, de elegir los sitios que
visitan. En la práctica, sin embargo, la corta duración
de los viajes (dos o tres días), significa que los visi-
tantes generalmente se apegan a los itinerarios plani-
ficados con poco tiempo para encontrar experiencias
alternativas. Vale la pena señalar que, en ambos
casos, la red de acogida ha surgido como una reacción
a las políticas de su ciudad, que se están volviendo
móviles y, a su vez, está produciendo un número cada
vez mayor de solicitudes de visitas desde el extranje-
ro. En la mayoría de los casos, el personal ha tenido
que añadir esta nueva función de anfitrión, además de
sus trabajos y tareas existentes.
En Barcelona, el turismo de política urbana sigue
los ritmos de las distintas fases del Modelo Barcelo-
2 La red anfitriona de ambas ciudades se puede ver en los Cuadros 1 y 2,
respectivamente, en donde las principales organizaciones de acogida se
enumeran con su número de visitas.
na.3 En una primera fase, a fines de la década de 1980,
incluso antes de las Olimpiadas, la ciudad recibió
visitas principalmente de grupos muy específicos,
como artistas o arquitectos interesados en sus proyec-
tos innovadores de espacio público y arquitectura
modernista. También hubo visitas de alcaldes y polí-
ticos de alta responsabilidad con quienes los líderes
locales tenían relaciones particulares (Buenos Aires o
Londres). Una segunda fase trajo los Juegos Olímpi-
cos y el reconocimiento internacional, y con ello, un
nuevo grupo de visitantes, como inversionistas y
desarrolladores de bienes raíces, principalmente de
ciudades que organizaban o querían organizar gran-
des eventos por sí mismos. Finalmente, desde finales
de la década de 1990, el fenómeno se ha caracterizado
por un conjunto de personas menos homogéneas, que
van desde especialistas en planificación y arquitectu-
ra hasta City Managers, estudiantes y profesionales
que, a menudo, combinan el viaje a Barcelona con las
vacaciones. El rango de interés también se ha amplia-
do para incluir el desarrollo económico local, las
políticas innovadoras, la gestión de poblaciones en
proyectos de regeneración, las asociaciones público-
privadas, la gestión de residuos o transporte. Durante
este tiempo, Barcelona se ha convertido en un impor-
tante destino turístico en boga (atrae a cerca de 7
millones de turistas al año) y los nuevos eventos y
proyectos de regeneración han mantenido el interés
de los gestores urbanos, los inversionistas y el sector
inmobiliario.
En esta última fase, he calculado un promedio de
270 visitas grupales por año, o al menos, una delega-
ción extranjera que visita Barcelona cada día laboral.
Con delegaciones compuestas por un promedio de
entre 15 y 21 personas, podemos estimar, de manera
conservadora, que, unos 4.000 profesionales, visitan
anualmente la ciudad para conocer los diferentes
aspectos del Modelo Barcelona. El origen de las dele-
gaciones puede ser clasificado en tres áreas geográfi-
cas principales: Europa, América Latina y Asia Orien-
tal. Europa es el grupo más grande, liderado por
Francia, italia, Alemania y los países escandinavos,
3 La mayoría de los académicos, planificadores locales y políticos, reco-
nocen fases relativamente distintivas de la regeneración de Barcelona.
Ver, por ejemplo, McNeill, 2003; Monclús, 2003 o Degen y García, en
prensa.
13
 Cuadro 1
Número total de visitas de Delegaciones internacionales en Barcelona
Año Departamento Departamento Asociación de Barcelona Forum 22@* Foment** Total Total ajustado
de Planeación Municipal de Relaciones Arquitectos Activa**
Municipal* Internacionales* catalanes*
2001 76 43 97 73 23 15* 327 277.95
2002 61 43 106 108 33 15* 366 311.1
2003 52 43 109 54 38 20 316 268.6
2004 80 47 84 49 32 20 312 265.2
2005 67 36 81 38 2 30 10 264 224.4
2006 67 43 107 39 17 48 11 332 282.2
2007 22 126
2008 18
Promedio anual 319.5 271.575
Fuente: Compilación de la autora.
Las cifras en negritas son estimaciones que asumen una cantidad promedio de visitas de datos existentes del resto de los años.
* Datos proporcionados por la organización misma.
**Barcelona Activa es la Agencia Municipal de desarrollo económico local. Forum se refiere al edificio de la exposición que quedó después de la celebración
del Foro de las Culturas en 2004. 22@ es la sociedad municipal a cargo de la regeneración de un vasto barrio industrial llamado 22@ en Poble Nou. Foment
es la Compañía Municipal a cargo de la planeación y regeneración del distrito de la Ciudad Vieja (Ciutat Vella). Todos los datos de estas organizaciones se
obtuvieron de sus informes anuales.

mientras que el Reino Unido4 y Europa del Este, casi
no envían ningún grupo. El segundo mayor grupo,
por su origen geográfico, proviene de América Latina
y los principales países son Brasil, Argentina, Colom-
bia, Chile, Perú y México. Asia oriental es la última
categoría relevante, y China y Corea del Sur son los
principales contribuyentes. Las visitas desde los Esta-
dos Unidos y Canadá no son realmente significativas,
aunque hay delegaciones en la mayoría de los años,
mientras que grupos de África, Medio Oriente y Aus-
tralia rara vez lo visitan.
El turismo político en Bilbao también está intrínse-
camente relacionado con la regeneración de la ciudad,
que, a pesar de ser un fenómeno complejo y amplio, ha
sido internacionalmente reconocido. Podemos identifi-
car cuatro fases. Durante las primeras etapas de la
regeneración (finales de la década de 1980 hasta
mediados de la década de 1990), los expertos de Bilbao
fueron a visitar otras ciudades, por ejemplo, Glasgow y
Pittsburgh, para aprender de sus experiencias. En una
segunda fase (hasta 1997-1998), expertos selecciona-
dos (de Newcastle, Lille o Pittsburgh, por nombrar
algunos) fueron a visitar o fueron invitados para hablar
sobre la reestructuración industrial en un diálogo bidi-
4 El bajo número de visitas al Reino Unido puede explicarse por un
cambio en los aspectos de relaciones internacionales del gobierno local,
en donde hay menos fondos para viajes de investigación o aprendizaje
y más énfasis en las relaciones internacionales que conducen a acuerdos
comerciales. Por lo tanto, también hay una mayor atención geográfica
hacia los lugares con potencial para abrir mercados (entrevista con el
director de Leeds international, septiembre de 2007).
reccional. En una tercera fase, desde finales de la déca-
da de 1990, los contactos aumentaron con otras ciuda-
des europeas de tamaño mediano y también con
ciudades latinoamericanas que, a su vez, comenzaron a
visitar Bilbao. Finalmente, como se puede ver en el
Cuadro 2, en los últimos años, las visitas han aumenta-
do, y desde 2003, cuando se dispone de datos más
precisos, hay un promedio de, al menos, 54 visitas al
año; lo que equivale a una visita semanal de una dele-
gación extranjera, o alrededor de 800 profesionales por
año. La escala del turismo de política urbana en Bilbao
es considerablemente mucho más pequeña que Barce-
lona, como es de esperar, dado que Bilbao es, en térmi-
nos internacionales, una ciudad menos conocida y
menos visitada: 620,000 visitantes por año, de los
cuales, 63% son de España (Bilbao Turismo, 2008).
El origen de estos visitantes difiere ligeramente de
los que llegan a Barcelona. La proporción de visitas
desde Europa es relativamente más pequeña y ligera-
mente más sesgada hacia el norte, con grupos de
Noruega o Finlandia, visitando regularmente. Sin
embargo, los países de Europa del Este permanecen
igualmente ausentes. Como en Barcelona, las ciuda-
des latinoamericanas vienen regularmente a visitar
Bilbao, particularmente de México, Chile, Colombia
o Argentina. Los países del este de Asia, como Japón
y Corea del Sur, también se han interesado, más
recientemente, en Bilbao.
En ambas ciudades, estos turistas de política urba-
na recorren la red de agencias de regeneración urbana

14
 Cuadro 2
Número total de visitas de delegaciones internacionales en Bilbao
Año Bilbao Metrópoli 30* Bilbao Ria 200**
2000 11
2001 9 6
2002 17
2003 23 21
2004 16 21
2005 30 22
2006 25 26
2007 31 26
2008
Promedio desde 2000
Promedio desde 2003
Fuente: Compilación de la autora.
* Bilbao Metrópoli 30 es una asociación público privada dedicada fundamentalmente al marketing urbano. Aquí, los datos provienen de sus informes anua-
les, donde no es claro si se reportan todas las visitas.
** Bilbao Ria 2000 es una asociación público privada de agencias gubernamentales de diferentes niveles (local, regional, nacional) y un agente clave de
regeneración. Los datos fueron provistos por la organización misma.
*** Datos proporcionados por la organización misma.
que se han convertido en centros importantes. Estos
“dominios terrenales” (Peck, 2009: 25), en donde el
performance del turismo político tiene lugar, consis-
ten, principalmente, en salas de reuniones y oficinas,
pero, también, abarcan a la ciudad misma, que se
transfigura en una etapa en donde, las políticas de
transformación urbana, se vuelven impactantes. Más
allá de los espacios físicos, la experiencia de la polí-
tica urbana implica una inmersión en la red y las
prácticas locales de gobernanza institucional. Todos
estos espacios se pueden conceptualizar como
“microespacios globalizadores” (Larner y Le Heron,
2002); aquí, MacCann (2010) resalta la importancia
de los canales mundanos y aparentemente banales, a
través de los cuales, las ideas se transfieren y poten-
cialmente se globalizan.
En Barcelona, dos sitios principales y contrastan-
tes, son dignos de mencionar. El primero, es el anti-
guo barrio histórico, una muy densa área residencial,
comercial y turística, que se ha convertido en una
“mejor práctica” para la regeneración socialmente
inclusiva (para una visión diferente compárese con
Pascual Molinas y Ribera, 2008). Aquí, la empresa
público-privada Foment de Ciutat Vella, responsable
de la regeneración física, ocasionalmente organiza
visitas o distribuye información a grupos interesados
(cf. Cuadro 1 para los nombres de las diferentes orga-
nizaciones anfitrionas). La Asociación de Arquitectos
Catalanes, que viene organizando itinerarios de pago
desde 1997, también lleva delegaciones a esta zona
Teniente de Alcaldía*** Oficina Municipal de Ajustes por doble
Turismo*** contabilidad
7 14
13
15 25
8 37
18 43
33 66
26 15 59
29 11 67
21
40.5
54.4
para mostrar la mezcla de arquitectura antigua y
nueva. En contraste, el actual barrio de escaparate de
Barcelona, es el Poble Nou y la llamada zona 22@5,
una antigua aldea industrial de 200 hectáreas que
ahora se transformará en un barrio digital global y un
destino natural para los turistas de políticas públicas.
El Departamento de Planificación Municipal se ha
mudado aquí, junto con la Agencia de Desarrollo
Económico local, y se ha creado una oficina 22@
especial para atraer industrias creativas. El Departa-
mento de Planificación tiene una sala especialmente
diseñada con tecnología multimedia, un impresionan-
te mapa de Barcelona en el suelo y vistas a la icónica
torre Agbar, diseñada por Jean Nouvel, en donde, el
personal de la red, ofrece charlas estandarizadas,
seguidas de información más personalizada y rele-
vante para las preguntas de los visitantes. La visión de
las grúas que demuelen antiguas fábricas y casas de
poca altura, mientras surgen nuevos bloques de ofici-
nas de vidrio y edificios universitarios, proporciona el
escenario perfecto sobre las ambiciones creativas de
la ciudad de Barcelona, para las visitas turísticas de
políticas urbanas.
La “red de anfitriones” en Bilbao abarca una
matriz similar de agencias de regeneración (véase el
Cuadro 2 para conocer el nombre de las organizacio-
nes anfitrionas). Desde 2004, la oficina de turismo del
5 Ver más información sobre este proyecto en el sitio web del Consejo:
http://www.22barcelona.com/content/blogcategory/50/281/
15
municipio, ha intentado coordinar el proceso de turis-
mo de políticas. La mayoría de las delegaciones son
dirigidas a los principales actores de regeneración que
se localizan en el centro de la ciudad. Merece, espe-
cial mención, el papel del actual teniente de la Alcal-
día, ex oficial superior y concejal durante más de 20
años. Desde 1995, ha recibido (y registrado) más de
160 visitas de grupos y ha hablado en conferencias en
todo el mundo sobre el “Efecto Bilbao”, creando, a lo
largo del tiempo, una conferencia estandarizada ahora
disponible en disco compacto. Generalmente, recibe
delegaciones en el Ayuntamiento, en donde se brinda
la traducción. Otro actor clave de Bilbao es el director
de Bilbao Metrópoli 30, una asociación público priva-
da dedicada, principalmente, al marketing de la ciu-
dad. Desde principios de la década de 1990, regular-
mente ha estado presente en la historia de la
regeneración de Bilbao, y en los últimos años, ha
aparecido muchas veces en la televisión de Corea del
Sur.
Geografías desiguales de los circuitos de política
urbana
El fenómeno del turismo de política urbana se inserta
en un contexto más amplio de circulación de ideas de
política. Si los profesionales visitan Bilbao y Barcelo-
na, para aprender de sus modelos de regeneración, es
porque ya han oído hablar de ellos a través de la pren-
sa, la literatura especializada, documentos de políti-
cas, redes de políticas, fotos y exposiciones. Al cen-
trarnos en la experiencia del hospedaje de políticas de
turismo, ahora tenemos que explorar cómo, este
fenómeno, es parte de una movilidad transnacional
más amplia que los modelos de Bilbao y Barcelona.
Ésto, reafirmará la opinión de Stone (2004) en térmi-
nos de que, la política, no sólo se transfiere a través
de relaciones bilaterales entre estados o ciudades
exportadores e importadores, sino que, el circuito de
movilidad de las políticas, también incluye organiza-
ciones internacionales (ver Cuadro 3 para un resumen
de redes a las que Barcelona pertenece) y/o actores
transnacionales no estatales. Las ciudades se insertan,
cada vez más, en las redes mundiales (Taylor, 2004),
a través de las cuales, circulan no sólo la economía,
sino, también, las ideas de política. De hecho, Bilbao
y Barcelona, se insertan en lo que Peck (2004: 399)
llama “arquitecturas escalares y de red”, por medio de
las que se mueven sus experiencias.
16
Cuadro 3
Participación de Barcelona en redes internacionales
y roles actuales
Transnacional Comité Asesor de las Naciones Unidas para
General las Autoridades Locales (Presidencia 2000-
2007)
Ciudades y Gobiernos Locales Unidos
Metrópolis (Sede y Vicepresidencia)
Temático Asociación internacional de Ciudades Educa-
internacional doras (Presidencia y Secretaría)
Observatorio de Democracia Participativa
(Secretaría Técnica)
Asociación internacional de Parques Científi-
cos
Federación internacional de Asociaciones e
instituciones Bibliotecarias
Gobiernos Locales para la Sostenibilidad
Red de Políticas de Energía Renovable para el
Siglo xxi
Grupo de Liderazgo Climático de Ciudades
Liga de Ciudades Históricas
Europa Comité de Regiones
Congreso de Autoridades Locales y Regiona-
les de Europa (parte del Consejo de Europa)
Consejo de Municipios y Regiones de Europa
Eurocities
polis (Presidencia 2008-2009)
impactos Europa
Conferencia de Regiones de Aeropuertos
Energie-Cités
Ciudades Grandes de Europa
Red Europea bic ebn
Foro Europeo para la Seguridad Urbana
Asociación de Europa del Sur para la Crea-
ción Contemporánea
iniciativas para el intercambio de Danza
Europea
Asociación Europea de Festivales
Mediterráneo MedCités (Secretaría General desde 1996)
América Centro iberoamericano de Desarrollo Estraté-
gico Urbano
Unión de Ciudades Capitales iberoamericanas
Fuente: Sitio web del Ayuntamiento de Barcelona.
Los modelos de Bilbao y Barcelona se han conver-
tido en celebridades internacionales. En resumen, una
combinación de participación cívica, el fuerte papel
de los espacios públicos y el uso de megaproyectos
urbanos, son la identidad del Modelo Barcelona. En
cambio, el Efecto Bilbao está más vinculado al uso de
la cultura y la arquitectura icónica, para relanzar una
economía industrial en crisis. Todos estos elementos
estuvieron presentes en el trabajo de campo y el aná-
lisis secundario que he llevado a cabo, pero, también,
surgió que estos modelos en realidad adquieren una
miríada de versiones diferentes a medida que son
comunicados, difundidos y movilizados, por diferen-
tes actores.
Durante el trabajo de campo, la fuerza, el lideraz-
go y la dirección de las autoridades locales respecti-
vas, se destacaron como una característica principal
de las experiencias de regeneración de las ciudades,
según testimonios de anfitriones y visitantes por
igual. Ésto, también se confirmó en una entrevista
con una guía turística de política urbana en Barcelona
que dijo que las delegaciones extranjeras, particular-
mente de las grandes ciudades como París o Londres,
a menudo se sorprenden por la rápida transformación
de la ciudad y la habilidad de los líderes locales para
abrazar el cambio, en comparación con los engorro-
sos sistemas de planificación de sus propios contextos
(Entrevista 6). Un cuasi régimen de gobernanza semi-
autoritario con omniscientes líderes locales fue retra-
tado en ambas ciudades; no se mencionó la participa-
ción pública ni el compromiso cívico, lo que
contrastó fuertemente con la imagen externa de Bar-
celona.
En el caso de Bilbao, muchas delegaciones se
mostraron interesadas en los acuerdos de asociación
entre diferentes niveles de instituciones públicas y
con el sector privado. En particular, los visitantes
mostraron interés en el mecanismo financiero espe-
cial, utilizado para la regeneración en las dos ciuda-
des, lo que implica que, el sector público, desarrolle
terrenos, asuma riesgos y venda al sector privado. El
estilo de gobierno parecía inspirar más a los visitan-
tes.
No sólo el contenido, sino, también, el estilo de
comunicación cambia en la interacción entre los anfi-
triones y los turistas, dependiendo de quién es el
interlocutor. Por ejemplo, un funcionario de desarro-
llo económico local, en Barcelona, pondría mucho
énfasis en la naturaleza agresiva de las políticas para
atraer negocios a una audiencia del sector privado,
pero retendría los detalles específicos a una audiencia
“competidora” de autoridades locales extranjeras
(Entrevista 5). Lo que debe destacarse es que, en estas
redes de movilidades de políticas, los flujos y las
conexiones entre los centros, no son iguales ni tienen
el mismo peso. Algunos socios son más receptores
que dadivosos, algunas ideas políticas o actores se
vuelven mucho más móviles que otros. Más intere-
sante, desde un punto de vista geográfico, es que, el
mensaje que se propaga a través de la red, cambia a
medida que transita por diferentes circuitos.
En esta sección abordamos las mutaciones geo-
gráficas que atraviesan las políticas a medida que se
movilizan por diferentes actores en diferentes redes,
algo que aún no está bien cubierto por la literatura
existente. En particular, esta investigación ha iden-
tificado que los modelos de Barcelona y Bilbao se
mueven de forma diferente a través de dos circuitos
principales: uno Atlántico Norte (europeo y nor-
teamericano) y uno Latinoamericano. Ésto, está rela-
cionado con los vínculos históricos y comerciales de
estas dos ciudades y su papel en la economía global.
De hecho, los patrones de la transferencia de políticas
se pueden ver, incluso, como un campo ya precons-
tituido (Peck, 2009: 39); en otras palabras, éstos se
anclan a vínculos existentes, comerciales coloniales,
de negocios o culturales. Por lo tanto, el mensaje se
adapta de una manera diferente, dependiendo de la
relación geopolítica y geoeconómica percibida entre
las ciudades de la red. Esta investigación encontró
que, en el circuito Norte-Atlántico, los modelos de
Bilbao y Barcelona han sido presentados y vendidos
como ejemplos de calidad de diseño urbano, espa-
cios públicos y arquitectura, y mejores prácticas en
políticas de innovación, capacitación y tecnología;
en otras palabras, un discurso relativamente técnico
y “racionalista”. En contraste, en América Latina, los
modelos se caracterizan por la democratización y el
liderazgo locales, la descentralización y la planifi-
cación estratégica (asociaciones público-privadas),
la importancia de los valores y la ciudadanía; y un
enfoque mucho más “paternalista”.6
Este mensaje, geográficamente diferenciado, depen-
de, en parte, de cómo los actores involucrados en las
movilidades de políticas se re-imaginan a sí mismos
en este proceso, volviendo a establecer relaciones de
poder con otras ciudades, a veces como socios igua-
les, a veces más arriba en la jerarquía. El Director de
Relaciones internacionales de la autoridad local en
Leeds (Reino Unido) observó que, Barcelona estaba
en “una liga diferente [a Leeds], mostrándose más
internacional, casi como mentora, sobre todo para las
ciudades latinoamericanas”, mientras que Bilbao
estaba “al mismo nivel que Leeds, Dusseldorf o Lyon,
ciudades de segundo nivel que quieren competir a
nivel internacional” (Entrevista 2).
6 Muchas gracias a Francesc Muñoz por sugerir la diferenciación geográ-
fica de los circuitos.
17
 El rol de Barcelona, como mentor para las ciuda-
des latinoamericanas, ha sido particularmente desa-
rrollado a través de la red cideu, fundada en 1993 con
sede en Barcelona, y abarca más de 80 ciudades ibe-
roamericanas. Su objetivo original era “difundir el
modelo y la metodología del Plan Estratégico Metro-
politano de Barcelona a cualquier ciudad latinoameri-
cana interesada” (Ajuntament de Barcelona, 2004:
44). Se inspiró en un discurso desarrollista para inter-
venir en los países más pobres a fin de contrarrestar
la “falta de cultura de planificación urbana estratégica
para canalizar el rápido proceso de urbanización”
(March Pujol, 2003: 61). De hecho, la autoridad local
de Barcelona, siempre ha complementado sus activi-
dades de promoción económica internacional con
acciones de solidaridad (Ajuntament de Barcelona,
2004), aunque los dos circuitos se han superpuesto.
De forma paralela, el ejemplo de Bilbao se ha
difundido en las ciudades latinoamericanas, a través
de la asociación público-privada Bilbao Metrópoli
30, como modelo de reforma del gobierno local por
medio de nuevas técnicas de gestión pública, en par-
ticular, del uso de indicadores. Más recientemente,
Bilbao Metrópoli 30 lanzó una iniciativa llamada
Foro de Ciudades y Valores dirigida a ciudades de
América Latina, que busca específicamente “fomen-
tar una mayor familiaridad con el Bilbao Metropolita-
no como referencia, y convertirlo en un modelo inter-
nacional en los valores de liderazgo, innovación,
profesionalismo o apertura” (http://www.cityandva
lues.com). El énfasis de los modelos de Bilbao y Bar-
celona en América Latina se basa, por lo tanto, en las
asociaciones público-privadas y la planificación
estratégica,7 la transparencia y la eficiencia. Pero el
mensaje también está imbricado, particularmente en
el caso de Barcelona, con los aspectos políticamente
emancipadores del proceso de regeneración (Borja,
2007), imposibles de reproducir. inevitablemente,
este modelo ha arrojado resultados mixtos (Steinberg,
2005; Segre, 2004), en ciudades de América Latina,
que tienen una diferente cultura política local.
El enfoque geográfico particular en América Lati-
na, en la difusión de los modelos de estas dos ciuda-
des, ha ido de la mano con un objetivo mucho más
7 Numerosas ciudades latinoamericanas han adoptado el modelo de plani-
ficación estratégica de Barcelona con un éxito mixto. Steinberg (2002) y
Pedraforca (2004) informan sobre los casos de Córdoba y Puerto Madero
en Buenos Aires (Argentina), Bogotá (Colombia), Santiago (Chile), La
Habana (Cuba), Río, São Paulo, Porto Alegre (Brasil), Montevideo (Uru-
guay) y Ciudad de México.
18
instrumental de promoverse en los mercados de Amé-
rica Latina. Dos planificadores clave, involucrados en
la temprana transferencia del Modelo Barcelona, lo
expresaron sucintamente: “América Latina y algunas
regiones de África pueden ser, en un mediano plazo,
mercados importantes, mientras que hoy hacemos un
esfuerzo generoso para transferir capital y tecnologías
y capacitación de recursos humanos e infraestructuras
modernas” (Borja y Forn, 1996: 35, en Compans,
2004: 22). De manera similar, la transferencia de las
ideas del Modelo Barcelona, de descentralización
local y sociedad civil, se combinó con una estrategia
para reclutar votos para la candidatura de Barcelona a
los Juegos Olímpicos a fines de la década de 1980
(Entrevista 10).
En contraste con el circuito latinoamericano, Bar-
celona ha desarrollado una relación más igualitaria
con otras “ciudades globales” como Nueva york y
Londres. La conexión de Nueva york se remonta a los
inicios del Modelo Barcelona, cuando el director de
servicios de proyectos urbanos del municipio, Josep
Antoni Acebillo, informa haber pasado gran parte de
su tiempo hablando con artistas estadounidenses
sobre proyectos de espacio público, algunos de los
cuales, serían eventualmente construidos (Entrevista
12). En Bilbao, el análisis de los informes de Bilbao
Metrópoli de principios de la década de 1990, mues-
tra un vínculo con ciudades europeas y norteamerica-
nas de rango medio con quienes se organizaron visitas
mutuas, talleres con empresas y funcionarios locales
o programas de intercambio de capacitación, princi-
palmente, en torno a la reestructuración industrial.
Las relaciones bilaterales con Glasgow, la región
Ruhr, Lille y Pittsburgh, fueron particularmente
importantes. El énfasis de los informes se basa en
aprender e intercambiar ideas con las experiencias de
reestructuración industrial de estas ciudades. Cuando
se trata del circuito del Atlántico Norte, Bilbao y Bar-
celona, se han presentado como socios iguales en la
red de movilidades.
Esta “desigual transnacionalización del conoci-
miento de las políticas” (Peck, 2009: 2), que estamos
describiendo, también es evidente en la dirección en
que se mueven las políticas. La literatura reciente
sobre movilidades de políticas ha enfatizado su natu-
raleza circular, yendo más allá del esquema lineal, en
donde, las políticas, viajan de un lugar a otro o entre
dos lugares (MacCann, 2010). Sin embargo, la inves-
tigación sobre los circuitos de difusión de los mode-
los de regeneración urbana, de Bilbao y Barcelona,
sugiere que no podemos abandonar la visión unidirec-
cional o bidireccional más anticuada. Un flujo unidi-
reccional es particularmente verdadero para el caso
de Barcelona, en donde las consultorías efectivamen-
te han “vendido” el modelo a ciudades, principalmen-
te, de América Latina. En 1989, el municipio de
Barcelona fundó TUBSA, una sociedad anónima desti-
nada a la “transferencia de tecnologías urbanas [de
Barcelona] a otras ciudades”, a través de acuerdos
con municipios latinoamericanos y africanos (Ajunta-
ment de Barcelona, 1991). La compañía estaba for-
mada por empresas públicas y privadas relacionadas
con la ingeniería, el transporte, la infraestructura y el
medio ambiente, que ofrecían sus servicios a ciudades
del extranjero y estaba presidida por Jordi Borja, aca-
démico y jefe del Departamento de Relaciones inter-
nacionales de la ciudad, en ese momento. Esta empre-
sa, posteriormente, fue privatizada en 1994 y ha
continuado trabajando, tanto en Barcelona como en
América Latina, en proyectos como la privatización
de plantas de reciclaje de agua en México o la elabo-
ración de planes maestros de ciudades en El Salvador
(Pedraforca, 2004). Jordi Borja suspendió su partici-
pación, pero en su lugar abrió su propia consultora,
Jordi Borja Urban Technology Consulting s. l., parti-
cipando en el establecimiento de planes estratégicos
en la Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo.
Sin embargo, recientemente, Borja8 se ha vuelto crí-
tico con la planificación en Barcelona y se ha distan-
ciado del proceso de transferencia no crítica (Borja,
2007), argumentando que no es justificable presentar
la experiencia de Barcelona como un modelo replica-
ble (Entrevista 10).
Este análisis confirma el papel clave desempeñado
por los “activistas de transferencia de políticas”
(Radaelli, 2000) -grupos de presión, empresas con-
sultoras, grupos de expertos y expertos en políticas-
para sostener la movilidad de las políticas a través de
las redes. Menos explorado en la literatura, es el
poder que tienen estos actores para configurar el pro-
ceso y, más polémicamente, lo que obtienen de él,
particularmente en relación con compañías privadas,
como consultoras de planificación o planificadores o
académicos vinculados al sector público. La difusión
8 Ver el intercambio interesante entre Jordi Borja y dos aca-
démicos brasileños (Fabricio Leal de Oliveira, 2000,
y Carlos B. Vainer, 2000) en Planners Network, http://www.planners-
network.org/.
del Modelo Barcelona, supuestamente ha beneficiado
económicamente a las empresas de Barcelona. Pedra-
forca (2004) argumenta que, el objetivo de CiDEU ha
sido, de hecho, impulsar la “marca” y la presencia
económica de Barcelona en los mercados latinoame-
ricanos de los que anteriormente estaba desconectada.
Los académicos brasileños han denunciado, particu-
larmente, “el creciente número de ciudades, en Brasil
y en América Latina en general, que están contratan-
do los servicios de consultoría de los catalanes y sus
discípulos, o utilizando sus enseñanzas” (Arantes et
al., 2000: 77, citado en Monclus, 2003: 413). Otro
mecanismo de transferencia rentable han sido los pro-
gramas de posgrado en planificación urbana que se
ofrecen en Barcelona (por ejemplo, Jordi Borja y
cideu) y están dirigidos al mercado latinoamericano.
Lo que hemos visto, en esta difusión desigual de
los modelos de Barcelona y Bilbao, es que las políti-
cas mutan a medida que circulan por diferentes cir-
cuitos geográficos. Los actores en la red adoptan
diferentes posiciones de poder, dependiendo de su
estado percibido en la jerarquía urbana global. Para el
circuito latinoamericano, los modelos de Bilbao y
Barcelona, aparecen como soluciones reformistas en
donde, las ciudades españolas, pueden mostrar y ven-
der un modelo de gobernanza local más participativo
y eficiente. Dentro del circuito Norte-Atlántico, las
experiencias de regeneración, de estas dos ciudades,
se conocen mejor como exitosas transiciones hacia
una estructura económica postindustrial, basada en la
cultura y los eventos, con la ayuda de un cuidadoso
diseño urbano y arquitectos globales. Los mecanis-
mos de difusión, dentro de este circuito, parecen más
igualitarios, en donde las ciudades españolas también
se han involucrado en un proceso de aprendizaje bidi-
reccional desde otros contextos. La difusión mucho
más móvil y rápida de los modelos de Bilbao y Bar-
celona, en el circuito latinoamericano, debe interpre-
tarse dentro de un proceso más amplio de penetración
del capital español en los mercados latinoamericanos.
La inversión extranjera española en América Latina
representó 47% de 1993 a 2000 y alcanzó 63% en
1999 (Sánchez Diez, 2001).
¿Convergencia global en el urbanismo
neoliberal?
El análisis del turismo y la transferencia de políticas
urbanas está vinculado a una pregunta más amplia
19
sobre la convergencia o no, de las políticas urbanas,
en todo el mundo. Por un lado, miles de profesionales
de la esfera de la planificación visitan estas dos ciu-
dades para aprender de su regeneración, lo que podría
sugerir que existe un consenso transnacional general
sobre “lo que se debe hacer” en términos de política
urbana. Por otro lado, como hemos visto, el mensaje
no es uniforme y sufre mutaciones en el mismo pro-
ceso de circulación, lo que no encajaría con la idea de
una convergencia global unidireccional.
El rango y los niveles de compromiso de los
turistas de política urbana, en Bilbao y Barcelona,
sugieren que no se trata de una etapa en un proceso
definitivo de transferencia de políticas. Mientras que
para algunos visitantes, Bilbao y Barcelona, fueron
sólo una parada en una gira de estudio más larga o
un apéndice de vacaciones, para otros fue la expe-
riencia vital como parte de su investigación sobre la
ciudad. Sin embargo, un comentario constante de los
visitantes fue que, las experiencias en estas dos ciu-
dades, no se podían reproducir en sus contextos de
origen. influyentes hacedores de políticas que actúan
como guías y que han viajado por el mundo mos-
trando estos modelos, como Borja y Acebillo en
Barcelona o el director de Bilbao Metrópoli 30, tam-
bién confesaron en entrevistas, que su transferencia
exacta era imposible y los intentos de replicarlos
habían fallado, particularmente, en las ciudades lati-
noamericanas.
Si la mayoría de los actores involucrados, en el
turismo de políticas, creen que la transferencia directa
de modelos es muy difícil, entonces el propósito de
estas visitas debe interpretarse como un proceso más
general de aprendizaje de políticas. Varios autores ya
han identificado diferentes niveles de transferencia,
desde el dibujo de la lección hasta la transferencia
coercitiva (Dolowitz y Marsh, 2000) o desde lo super-
ficial, táctico o instrumental, hasta una comprensión
social más profunda (Stone, 2004). A la luz de esta
investigación, sin embargo, es importante agregar
otra dimensión menos tangible y racional: seguridad,
comodidad y legitimidad, para el tipo de políticas
urbanas que los hacedores de políticas y los políticos
ya emplean o desean implementar. En la dirección
opuesta, también puede reafirmar la convicción de
que, lo que ellos están haciendo en casa, no es cohe-
rente con las mejores prácticas que existen. Un parti-
cipante en una delegación visitante mencionó que, lo
que se llevaría de la visita, sería el “despertar a nues-
20
tros políticos y darles la inspiración para hacer cosas,
brindarles las mejores prácticas” (Delegación 3).
Esta dimensión de garantía es similar al proceso de
isomorfismo identificado por los institucionalistas, en
donde las organizaciones tienden a ser más homogé-
neas, más similares, en la medida en que se copian
mutuamente la forma en que hacen las cosas. DiMa-
ggio y Powell (1983) sugieren que las organizaciones
no replican ideas entre sí porque han demostrado ser
eficientes en un lugar y pueden funcionar en otro,
sino para asegurar también la legitimidad en la vida
política y para encajar en estructuras más amplias. En
una línea similar, Offe (1992, citado en Radaelli,
2000) argumenta que, imitar a otra organización,
puede usarse como estrategia política para ocultar una
agenda particular. Ésto, fue aludido en una entrevista
con un experimentado oficial de planificación urbana
en Barcelona que dijo que, a veces, los responsables
de políticas latinoamericanos “usaron” el caso de
Barcelona para estimular el cambio organizacional
para reemplazar las prácticas corruptas, tradicionales
o conservadoras (Entrevista 1). Sin embargo, la
implementación de algunos elementos del Modelo
Barcelona, en las ciudades latinoamericanas, ha abier-
to la puerta a más técnicas de planificación estratégi-
ca y megaproyectos urbanos favorables a los nego-
cios (Leal de Oliveira, 2000; Vainer, 2000; Compans,
2005).
La movilización del Efecto Bilbao y el Modelo
Barcelona puede, por lo tanto, ser re-imaginada como
una cortina de humo, tras la cual, pueden implemen-
tarse las agendas de privatización, modernización de
los servicios públicos o terciarización de la economía.
Desde un punto de vista más positivo, también pue-
den ser movilizadas como agendas para la mejora de
los espacios públicos, el diseño urbano de alta calidad
o la participación cívica, aunque, durante mi investi-
gación, he encontrado poca evidencia de esta última
interpretación.
El rol del turismo de políticas, como parte de un
proceso de legitimación o seguridad política, ha teni-
do eco con el argumento de que, las ideas de política,
funcionan de manera similar a la moda. Diversos
estudios de análisis organizacional han encontrado
que los gerentes o, en este caso, los hacedores de
políticas que no siguen las modas políticas, corren el
riesgo de ser periféricos y perder legitimidad (Czar-
niawska y Joerger, 1996; Abrahamson, 1996). Los
responsables de la formulación de políticas utilizan
técnicas e ideas que parecen ser racionales y progre-
sivas y que los actores interesados (inversionistas,
políticos o ciudadanos) esperan utilizar. Ésto puede
conducir a un “conocimiento consensuado por espe-
cialistas y comunidades epistémicas, sobre el funcio-
namiento del Estado y la sociedad” (Stone, 2004:
548), que crea un sentido de estar “en sintonía” con lo
que está sucediendo en otro lugar, un sentido de per-
tenencia a un grupo particular, en este caso, un club
de ciudades competitivas. Este conocimiento compar-
tido puede desarrollarse a escala global, como hemos
visto con nuestros estudios de caso, a través de redes
internacionales y otras arenas.
DiMaggio y Powel (1983) encuentran que, una
de las razones por las que las organizaciones cada
vez se miran más entre sí, son las expectativas cul-
turales en la sociedad en la que ellas funcionan, que
actúan como un mecanismo coercitivo. Desde una
perspectiva de economía política crítica, estas expec-
tativas culturales están intrínsecamente ligadas a la
macroestructura más amplia del capitalismo y sus
fases. Jessop (1997) ha argumentado que, algunas
narrativas de transformación urbana, como las
expresadas por los políticos locales en Bilbao y Bar-
celona, se vuelven hegemónicas porque coinciden
con discursos geopolíticos y geoeconómicos más
amplios y generales, como el auge del neoliberalis-
mo desde la década de 1980. Éstas se convierten en
“sentido común”, el “sistema central de prácticas,
significados y valores, que podemos llamar apropia-
damente dominante y efectivo” (Williams, 1973: 9).
La repetición y la elevación al mantra de política, de
los modelos de regeneración como Bilbao y Barce-
lona, se ha convertido en parte del sentido común de
la política urbana, y al hacerlo, establece los límites
de la creatividad y la viabilidad, de lo que se puede
hacer en la mayoría de las ciudades. El urbanismo
neoliberal se basa en “un repertorio de políticas
urbanas extremadamente estrecho” que apunta a las
“presiones coercitivas sobre las ciudades para man-
tenerse al día con la competencia y el limitado
alcance del desarrollo local genuinamente nuevo
bajo un entorno neoliberalizado” (Peck y Tickell,
2004: 47-48). Estas recetas neoliberales pueden con-
vertirse en las mejores prácticas y, a su vez, lo que
esperan ver en sus propias ciudades los políticos
locales, los gobiernos centrales, los inversionistas
privados, las organizaciones internacionales e, inclu-
so, grandes sectores del público.
El neoliberalismo, sin embargo, como ya se ha
establecido, no puede ser entendido como un fenóme-
no monolítico, inmutable y descendente, sino, más
bien, como un “ensamblaje” de ideas diferentes, téc-
nicas móviles y discursos que incluyen paradojas y
contradicciones, que se desarrollan en distintivas
formas geográficas (Ong, 2007; Larner, 2003). Como
hemos visto en este documento, los modelos de Bil-
bao y Barcelona significan cosas diferentes para dife-
rentes personas y cambian a medida que circulan en
diferentes circuitos de políticas. Sin embargo, incluso
en diferentes versiones, esta investigación sugiere
que los elementos más populares de los procesos de
regeneración de Bilbao y Barcelona, para los turistas
de política urbana que visitan las ciudades y dentro de
los circuitos internacionales de difusión, son aquéllos
con un fuerte sabor neoliberal. Las cuestiones socia-
les y la política social, a pesar de ser elementos
importantes en ambas ciudades, y aparecer en la
mayoría de los documentos oficiales y de marketing,
tuvieron un perfil muy bajo en la investigación que
realicé.
El turismo de política urbana representa uno, de
una miríada de repertorios, dentro de los circuitos
mundiales de movilidades de políticas urbanas. Puede
verse como un mecanismo de seguridad, legitimación
y, en última instancia, como un proceso de construc-
ción hegemónica de la política urbana, con una cierta
convergencia global hacia una política urbana más
neoliberal.
Conclusiones
Este artículo ha descubierto la escala y la naturaleza
del turismo de política urbana en dos ciudades icóni-
cas, como parte de un fenómeno más amplio de trans-
ferencia global y convergencia de ideas en política
urbana. Uno de los hallazgos más importantes del
artículo, es la escala del turismo de política urbana en
Bilbao y Barcelona. Casi 5,000 profesionales visitan
estas dos ciudades cada año para aprender más sobre
su regeneración. El flujo de la política turística ha
aumentado, desde el año 2000, y coincide con la
moda de la “política basada en la evidencia” y los
vuelos baratos. La mayoría de ellos provienen de
Europa, pero, también, de América Latina y, cada vez
más, del Lejano Oriente. Los visitantes normalmente
se limitan a visitas de dos o tres días y, generalmente,
se mantienen en un itinerario planificado, previamen-
21
te organizado, por la red local oficial de anfitriones.
Con los años, algunos actores de las organizaciones y
agencias clave de regeneración local en Bilbao y Bar-
celona se han especializado en la recepción de estos
visitantes y han construido colectivamente una narra-
tiva de la historia de la regeneración de sus ciudades.
Ésto no significa, necesariamente, que hayan acorda-
do conscientemente una “versión oficial”; pero la
creciente demanda externa, para contar una historia
en particular y la naturaleza relativamente estrecha y
formal de la red de acogida, ha llevado a una narrativa
consensuada. La consecuencia es que, los turistas de
las políticas urbanas, aprenden lecciones particulares
de sus visitas a estas ciudades, basadas en una versión
estilizada y parcial, construida por las autoridades
locales, de lo que está sucediendo, con poco o muy
poco compromiso con las voces más críticas y alter-
nativas.
Las principales lecciones e ideas que los turistas
de políticas están interesados en aprender, de los
casos de Bilbao y Barcelona, y en las que la red de
acogida más se centra, son aquéllas que han sido
identificadas en la literatura como parte de una ten-
dencia del urbanismo neoliberal: autoridades públicas
locales emprendedoras que toman el liderazgo y el
riesgo, mecanismos de gobernanza semi-autoritario
para implementar rápidamente grandes transforma-
ciones urbanas, la semiprivatización y flexibilización
de las instituciones públicas locales para hacerlas más
similares y colaborativas con el sector privado y la
mercantilización y venta de la arquitectura y el entor-
no construido. Éstas son las ideas de política más
propensas a ser “móviles” y viajar por los circuitos
internacionales de conocimiento. Por el contrario,
toda una serie de problemas asociados con ellos, a
saber, la polarización social, la gentrificación, el des-
empoderamiento de las comunidades locales y la
erosión de la democracia local, permanecen relativa-
mente “inmóviles” (McCann, 2008) dentro de los
circuitos oficiales, incluso, si son ampliamente infor-
mados y conocidos por académicos y activistas loca-
les e internacionales.
Este trabajo también ha confirmado la importancia
de los actores locales, como las autoridades locales o
los legisladores, como parte del cinturón de transmi-
sión del neoliberalismo. Si el rol de los consultores
globales ha sido normalmente enfatizado como aseso-
res de “mejores prácticas”, sin tener demasiado en
cuenta los contextos políticos e institucionales
22
(Dolowitz y Marsh, 2000), en Bilbao y Barcelona
hemos visto que son los actores locales, muy cons-
cientes de las especificidades de sus localidades, los
que son actores clave en la difusión de las “mejores
prácticas”. Pero estos actores están, al mismo tiempo,
conectados a circuitos internacionales de difusión del
conocimiento, como redes de ciudades internaciona-
les, instituciones transnacionales o acuerdos bilatera-
les internacionales, a través de los cuales, sus voces
se amplifican y hegemonizan. Curiosamente, como
hemos visto en este caso, estos circuitos internaciona-
les de conocimiento están geográficamente diferen-
ciados y las lecciones e ideas, que circulan a través de
ellos, también son diferentes. Los modelos de Bilbao
y Barcelona se han difundido en los circuitos de Amé-
rica Latina, como mejores prácticas de democratiza-
ción local, gobernanza local eficiente y empresarial y
planificación estratégica, lo que ejemplifica un enfo-
que bastante paternalista y casi neocolonial. Ésto ha
sido acompañado, como hemos visto, por un negocio
rentable de venta de los modelos, particularmente el
de Barcelona, a través de contratos de consultoría a
menudo dirigidos por miembros clave de la adminis-
tración local. A su vez, en el circuito europeo, nor-
teamericano y australiano, las lecciones parecen ser
más racionalistas basadas en el diseño urbano, la
política de innovación o la reestructuración económi-
ca. La difusión de las ideas de política urbana neoli-
beral no es, por lo tanto, unidireccional o sin contex-
to, sino que se adapta a las circunstancias “glocales”.
El análisis del perfil de los visitantes de Bilbao y
Barcelona confirma la afirmación de Stone (2004):
los actores involucrados en el negocio de turismo de
políticas no sólo pertenecen a la esfera formal del
Estado (burócratas, políticos, etcétera), sino que se
expanden para incorporar otras comunidades como
investigadores, grupos de interés, empresas o grupos
de expertos. Es posible que, estos actores, no estén
directamente involucrados en la transferencia de polí-
ticas en el sentido estricto, sino que participen en un
sentido más amplio como el consenso y la construc-
ción de ideas hegemónicas. Un ejemplo importante de
ésto, son los cursos de postgrado en Barcelona dirigi-
dos, principalmente, a graduados latinoamericanos y
funcionarios de planificación, en donde se enseñan
las ideas clave del modelo. Este elemento llama nues-
tra atención sobre la miríada de mecanismos, a través
de los cuales, se transmiten las ideas neoliberales.
 Estamos acostumbrados a ver, al urbanismo neoli-
beral, como algo que emana de las ciudades británicas
o estadounidenses y se extiende por todo el mundo
urbano. Este documento sugiere, en cambio, que son
ciudades como Bilbao o Barcelona, con altos niveles
de autonomía política y financiera y líderes carismá-
ticos, las que están produciendo soluciones creativas
neoliberales, que anhelan los responsables de la polí-
tica exterior. También es interesante observar que,
algunas de estas iniciativas, surgieron de una mezcla
de autoridades locales socialistas (Barcelona) y nacio-
nalistas (Bilbao), una especie de “neoliberalismo
social localista”, que es bastante específico de las
regiones autónomas en España con una fuerte identi-
dad y autonomía política (González, en prensa).
Mientras promueven proyectos internacionalmente
competitivos, prácticas de gobierno autoritario y pro-
tección de intereses privados, ambos municipios han
tenido el cuidado de desarrollar proyectos sociales
que beneficien a sus electores locales y han reinter-
pretado el empresarialismo como orgullo local y
como autonomía del gobierno central español.
Historias estilizadas como las de Bilbao y Barce-
lona, a través de su difusión y repetición, podrían
convertirse en parte del guión de “lo que funciona” en
la regeneración urbana: se vuelven hegemónicas y
forman parte de un código más amplio, según el cual,
algunas ideas se consideran posibles y otras son des-
cartadas. Las historias de éxito urbano desempeñan
un papel importante, en la legitimación de ciertas
inversiones, en esta estrecha dirección económica.
Por lo tanto, detrás de la apariencia de estas tecnolo-
gías como despolitizadas (cf. Solesbury, 2002), el
“maquillaje” y el viaje de ideas que hemos visto en
estos casos es, de hecho, un “proceso político incisi-
vo” (Ward, 2006: 70). Aunque, los modelos de Bilbao
y Barcelona, cambian y mutan a medida que se vuel-
ven móviles y se territorializan de diferentes maneras,
parece que todavía representan grandes íconos de la
gobernanza urbana neoliberal.
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“Smart City”: ¿nueva cara
del empresarialismo urbano?
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Pocos conceptos relacionados con la agenda
urbana han sido capaces de captar tanta atención
en tan poco tiempo y generar tanta confusión
para, hoy por hoy, contar casi con tantos
descontentos críticos y escépticos como entusiastas
(Fernández González, 2015: 37).
E n el proceso de reestructuración capitalista,
iniciado en la década de los años 1970, la
conformación de un nuevo paradigma socio-
tecnológico sustentado en la Tecnologías de informa-
ción y Comunicación (tic), y el avance del modo de
desarrollo informacional, generaron profundas trans-
formaciones en el espacio urbano. Sumado a ello, el
proceso globalizador del capital, produjo, al menos,
tres tensiones que se expresan de modo diferente
según el tipo de inserción de los territorios en la eco-
nomía global: a) las dificultades referidas a la “gober-
nabilidad” de estructuras urbanas que ocupan más de
una jurisdicción político-administrativa y procesos
sociales, económicos y políticos, transnacionales y
transterritoriales (Sassen, 2007; Pírez, 2008); b) el
avance de un proyecto hegemónico de ciudad, soste-
nido en el empresarialismo como mecanismo domi-
nante del ordenamiento territorial (Harvey, 1989;
* Universidad de Buenos Aires, instituto de investigaciones Gino Germa-
ni, Facultad de Ciencias Sociales, Programa de investigaciones sobre
la Sociedad de la información, Argentina. Correl: patofeldman@gmail.
com.
** Universidad de Buenos Aires, instituto de investigaciones Gino Germa-
ni, Facultad de Ciencias Sociales, Programa de investigaciones sobre la
Sociedad de la información; Argentina. Correl: ugirolimo@gmail.com.
eXPeDIeNTe
Patricio Julián Feldman*
Ulises Girolimo**
Brenner y Theodore, 2002); c) el agravamiento de las
desigualdades sociales, económicas, y territoriales
estructurales, y la generación de nuevas desigualda-
des vinculadas al acceso a la información y el conoci-
miento (Cicolella, 2009).
En este artículo se pone especial énfasis en el estu-
dio del desarrollo del empresarialismo como proyecto
hegemónico de ciudad, no sólo adoptado para el caso
de los grandes centros urbanos o las llamadas “ciuda-
des globales” (Sassen, 2001), sino, también, en las
ciudades intermedias de la periferia capitalista. Una
de las formas que ha adoptado -y logró expandirse
con fuerza en lo que va del siglo xxi- es el modelo de
Ciudad inteligente (ci) o Smart City (sc).
Las reflexiones aquí expuestas, surgen a partir del
trabajo realizado en el marco de dos proyectos de
investigación: “pip 2012-2014: Innovación en las
áreas urbanas en la Sociedad de la Información: pro-
cesos, actores y resultados en tres ciudades de la
Provincia de Buenos Aires”; y “pict 2014-2017:
Desarrollo local e innovación productiva en la Socie-
dad de la Información: redes, actores y procesos en
tres ciudades”. En ellos, se observó que, los gobier-
nos locales de La Plata, Bahía Blanca y Tandil (ciuda-
des de tamaño intermedio de la Provincia de Buenos
Aires, Argentina), se encuentran impulsando proyec-
tos e iniciativas de política pública asociadas a la idea
de Smart City, cuyo objetivo principal es incorporar
de manera activa a las tic en la gestión urbana.
Este fenómeno, que se manifiesta de forma cre-
ciente, en múltiples ciudades de diversas latitudes y
tamaños, suele ser escasamente problematizado. A la
25
luz de la evidencia empírica y el análisis bibliográfi-
co, el presente artículo se propone abordar los
siguientes interrogantes: ¿Cómo se impulsa el modelo
de Smart City en ciudades intermedias de la periferia?
¿Cómo transita por las distintas geografías? ¿Qué
actores intervienen y cuáles son las disputas existen-
tes en torno a su implementación? ¿Se trata de una
expresión del empresarialismo urbano en el siglo
xxi? ¿Es posible construir una alternativa al abordaje
hegemónico?
Hacia la consolidación de un modelo hegemónico
de Smart City
El impulso del modelo a nivel global
Desde hace más de una década, diversos actores
comenzaron a pensar a la Smart City como un nuevo
modelo urbano, en el marco del despliegue del para-
digma socio-tecno-económico estructurado a partir
del modo de desarrollo informacional. Fueron, las
grandes empresas de telecomunicaciones y energía,
las primeras en impulsar iniciativas tendientes a arti-
cular el mundo digital con el mundo urbano, en apli-
car tecnologías informacionales para mejorar su fun-
cionamiento a partir del desarrollo de un nuevo
modelo de negocios que les permitiera intervenir en
las ciudades (Fernández González, 2015).
Desde la perspectiva de las grandes empresas, la
Smart City se centra en las infraestructuras de avan-
zada, el uso de datos y aplicaciones informáticas para
resolver problemáticas de diversa índole. El foco está
puesto en lograr la mayor eficiencia posible, para lo
cual, las tecnologías de esas empresas, otorgarían las
herramientas necesarias. En el fondo, la concepción
que tienen de la ciudad, es fuertemente funcionalista
y desprovista de conflictividad.
Estos enfoques, que son producidos principalmen-
te por grandes empresas de informática y telecomuni-
caciones transnacionales, se expanden a lo largo y
ancho del mundo, y reflejan un entramado de interac-
ciones entre “consultoras, organismos y agencias
internacionales que ‘exportan’ saberes y experien-
cias” y “funcionarios y especialistas locales” que las
importan (Novick, 2009: 10). Con el paso del tiempo,
gobiernos nacionales, regionales y locales, medios de

Henio Millán Valenzuela. Instituciones y trampas de la pobreza en México, El Colegio Mexiquense,

2018

Después de más de dos décadas, México registra cifras de incidencia de la pobreza similares a las de 1992.
A pesar de los grandes esfuerzos, de su materialización en estrategias gubernamentales y al considerable
monto de recursos fiscales involucrados, la pobreza no parece ceder. La apuesta residió en la formación
de capital humano mediante programas de transferencias condicionadas, que han resultado, si no un fra-
caso total, sumamente limitadas para atajar este fenómeno tan complejo.
En el fondo, las mayores dificultades para avanzar en el abatimiento de la pobreza residieron en el
olvido y, sobre todo, en los obstáculos para transformar las instituciones económicas y, señaladamente, las
políticas. Aquéllas son las encargadas de estructurar los incentivos que conducen al desarrollo y, por esta
vía, posibilitan el abandono de las situaciones de miseria y penuria. Sin embargo, son impuestas por una
élite que instituye reglas y normas políticas, formales e informales, orientadas a preservar la estructura de
poder que las favorece y que impide que se revierta el carácter excluyente que, desde la Colonia, mani-
fiestan nuestros arreglos sociales.
De esta forma, un combate frontal contra la desigualdad y la pobreza siempre enfrentará la
resistencia de las élites por defender las instituciones sobre las que reposa su situación.
Este libro pretende escudriñar los mecanismos institucionales que han llevado a que
México enfrente, en los hechos, no sólo una trampa de ingresos medios, como suele
decirse, sino, también, una trampa de la pobreza, por la sencilla razón de que, a esos
ingresos medios estancados, corresponde una parálisis similar en los niveles de
pobreza.
El Colegio Mexiquense, ExHacienda Santa Cruz de los Patos, 51350 zinacantepec, Estado
de México, Tel: (722) 2180100, 2799908 ext. 183, Fax: (722) 2799908 ext. 200. Correl:
est@cmq.edu.mx. Página: http://www.cmq.edu.mx

26
comunicación, intelectuales e investigadores científi-
cos de diversas disciplinas, también se fueron hacien-
do eco del debate. Surgieron estudios, rankings,
informes, planes de actuación, se desarrollaron con-
gresos, eventos, ferias y simposios. Su difusión “ha
florecido a través de una red de eventos, actividades
de relaciones públicas de las empresas interesadas,
un circuito de revistas especializadas surgidas al
calor del tema, colonización de espacios periodísti-
cos y comerciales en medios de comunicación, vídeos
promocionales, infografías convertidas en memes,
etcétera” (Fernández González, 2015: 37).
El debate sobre las implicancias de este modelo de
ciudad, la forma en la que se entrelazan las tecnolo-
gías informacionales con el mundo urbano, y la mer-
cantilización de la provisión de servicios públicos
mediatizados por nuevos desarrollos tecnológicos,
permanece abierto. Como señalan algunos autores
(Fernández González, 2015; Greenfield, 2013; Vano-
lo, 2014), el despliegue y la difusión del concepto se
ha mostrado profundamente celebratoria, explorato-
ria, tentativa, especulativa o performativa, según los
casos, pero -sobre todo- escasamente crítica.
Como consecuencia de estas interacciones y circu-
laciones de saberes, se conformaron, al menos, tres
grandes formas de concebir a las ciudades inteligen-
tes: a) las miradas dominantes, centradas en las tecno-
logías e infraestructuras que, mediante el uso de datos
e información, procuran resolver problemáticas y
lograr una gestión eficiente de las ciudades (mitchell,
2007; mohen, 2014; ibm, 2009; european commis-
sion, 2014); b) una segunda forma que, mediante
iniciativas ancladas en lo digital, procuran fortalecer
los vínculos entre la ciudad y sus ciudadanos, en el
marco del respeto a la agenda de Naciones Unidas
sobre desarrollo sustentable (Finquelievich, 2016;
Peres y Matus, 2016); y c) una tercera forma, que
hace hincapié -desde una perspectiva crítica- en que
la utilización de dispositivos digitales urbanos hacen
posible el control, monitoreo y vigilancia de los ciu-
dadanos (zuazo, 2015; Morozov, 2014;1 Greenfield,
2013). A esta caracterización podría sumarse una
cuarta forma de concebirlas, bajo la cual, las sc sólo
constituyen un argumento para la mercantilización de
datos e información generada por las ciudades.
Las miradas dominantes, a su vez, permean las
agendas de instituciones multilaterales que elaboran
1 Disponible en: https://goo.gl/jrsyzj. Fecha de consulta: 10/06/2018.
lineamientos para el diseño de políticas públicas y
desarrollan herramientas de financiamiento para pro-
yectos de inversión e investigación. Como indica
Jajamovich (2016), las políticas públicas urbanas
circulan por diferentes geografías, gracias al trabajo
de actores interesados que logran producir las articu-
laciones necesarias. Además, no lo hacen en cualquier
dirección, ya que las importadas desde el exterior por
agentes locales o consultores, lo hacen con un plus de
prestigio debido a su recorrido internacional.
El Banco interamericano de Desarrollo (bid), publi-
có un informe en el que propone una definición con-
ceptual de la Smart City, expone casos de éxito, y
describe los tipos de asistencia que proporciona. Desde
su perspectiva, la define como: “aquélla que coloca a
las personas en el centro del desarrollo, incorpora
Tecnologías de la Información y Comunicación en la
gestión urbana y usa estos elementos como herramien-
tas para estimular la formación de un gobierno efi-
ciente que incluya procesos de planificación colabora-
tiva y participación ciudadana. Al promover un
desarrollo integrado y sostenible, las Smart Cities se
tornan más innovadoras, competitivas, atractivas y
resilientes, mejorando así las vidas” (Bouskela, Cas-
seb, Bassi, De Luca, y Facchina, 2016: 32).
La Organización de las Naciones Unidas (onu),
también se hizo eco de esta nueva oleada. En 2016 se
aprobó, en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible
(hábitat iii) celebrada en Quito, la Nueva Agenda
Urbana. Su objetivo es “orientar los esfuerzos en
materia de desarrollo de las ciudades (...) para los
próximos 20 años”.2 En su Artículo 66, incorpora el
concepto de ciudades inteligentes, al que asocia al
aprovechamiento de “las oportunidades de la digita-
lización, las energías y las tecnologías no contami-
nantes, así como las tecnologías de transporte inno-
vadoras, de manera que los habitantes dispongan de
opciones para tomar decisiones más inocuas para el
medio ambiente e impulsar el crecimiento económico
sostenible y que las ciudades puedan mejorar su pres-
tación de servicios”.3
En múltiples ocasiones, tanto en los proyectos ins-
trumentados por gobiernos nacionales, como munici-
2 Disponible en: https://goo.gl/6tw cgf. Fecha de consulta: 12/06/2018.
3 Declaración de Quito sobre Ciudades y Asentamientos Humanos Sos-
tenibles para Todos (2017). Nueva Agenda Urbana. Asamblea General
de las Naciones Unidas. a/res/71/256. Disponible en: https://goo.
gl/1qwexu.
27
pales, así como en artículos académicos, notas perio-
dísticas o informes técnicos, se intenta poner, en el
centro de la escena, a los ciudadanos. Sin embargo, en
sintonía con las miradas hegemónicas, este lugar se
encuentra dominado por soluciones informáticas,
proyectos de infraestructura, desarrollo de nuevos
equipamientos con un alto componente tecnológico,
sensorización del medio urbano, mediciones de gran-
des volúmenes de datos, entre otras iniciativas.
La incorporación en las agendas públicas
nacionales: el caso argentino
El 10 de diciembre de 2015 se creó el Ministerio de
Modernización de la Nación, bajo el cual se desarro-
lla el Programa País Digital (ppd), cuyo objetivo es
promover políticas de modernización de las adminis-
traciones públicas del territorio nacional, mejorar la
prestación de servicios públicos mediante su digitali-
zación, promover la transparencia, la inclusión digital
y la innovación, entre otros factores.4
En el marco del ppd, el gobierno argentino impul-
sa, a los municipios, a adoptar un modelo de ciudad
inteligente y sustentable, al que define como: “una
ciudad innovadora que usa la información, las tecno-
logías de la comunicación y otros medios para mejo-
rar la calidad de vida, la eficiencia de los servicios y
la competitividad. A su vez, las ciudades inteligentes
buscan satisfacer las necesidades de las generacio-
nes actuales y futuras respecto a la economía y los
aspectos sociales y ambientales”.5
Un documento publicado en el marco del ppd,6
analiza los modelos utilizados por diferentes organis-
mos internacionales (norma iso 37.120:2014 - desa-
rrollo sostenible de comunidades; smart sustainable
cities itu-t; european smart cities model y onu
hábitat), y propone el suyo propio, compuesto por
cinco dimensiones: gobernanza, ambiente, desarrollo
humano, planeamiento urbano y competitividad. El
objetivo del Programa, en esta instancia, es contar
con un modelo que permita establecer mediciones y
comparaciones entre ciudades, identificar buenas
prácticas y planificar acciones.
Bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnolo-
gía e innovación Productiva de la Nación, también se
instrumentaron lineamientos para avanzar en proyec-
4 Disponible en: https://goo.gl/yoqv2h. Fecha de consulta: 12/06/2018.
5 Disponible en: https://goo.gl/bw2uay. Fecha de consulta: 12/06/2018.
6 Ídem.
28
tos ligados a las sc, a partir del acceso a líneas de
financiamientos internacionales.7 Estas herramientas
se utilizaron para financiar trabajos de consultoría
que permitieran analizar las capacidades de los muni-
cipios argentinos para transformarse en ciudades
inteligentes y sustentables, contemplando aspectos
como: la eficiencia en la construcción urbana, la efi-
ciencia en el transporte, los servicios públicos, las
tecnologías de información y comunicación, las acti-
tudes de la población, las empresas y las capacidades
gubernamentales respecto a la sustentabilidad social y
ambiental; con el objetivo de construir un nuevo
modelo de gestión y toma de decisiones sobre las
ciudades.8
El modelo de sc, ampliamente aceptado y escasa-
mente cuestionado, requiere, a nivel local, que los
municipios adopten una actitud empresarial que les
permita, como mínimo, atraer capitales y gestionar el
financiamiento necesario para la implementación de
este tipo de proyectos, que promete conducirlas por
un camino de progreso y modernización.9 Sin embar-
go, Novick (2009: 10) señala, en relación a la circula-
ción de ideas y políticas urbanas, que “más allá de las
traducciones de modelos y de la dinámica entre acto-
res internacionales, hay una multiplicidad de viajes,
idas y vueltas de modelos e ideas”.
El empresarialismo urbano bajo el modelo de
Smart City
Según Harvey (1989), a partir de la década de los
años 1970, emergió un consenso, respecto al cual, las
ciudades debían adoptar una actitud empresarial fren-
te al desarrollo económico, que trascendió no sólo las
fronteras nacionales, sino, también, a las ideologías y
los partidos políticos. Suele aceptarse que el cambio
de dirección urbana, en pos de algún tipo de empresa-
rialismo, responde en gran medida a las dificultades
que tuvieron las economías capitalistas luego de la
recesión de 1973: desindustrialización, desempleo,
austeridad presupuestaria, entre otras. Sumado a ello,
7 En este caso, se utilizó una línea de financiamiento del Banco interna-
cional de Reconstrucción y Fomento.
8 Disponible en: https://goo.gl/pbkyhv. Fecha de consulta: 12/06/2018.
9 Empresas como ibm, cuentan con programas específicos para establecer
convenios de cooperación con municipios que manifiesten su interés por
recibir asesoramiento para implementar soluciones tecnológicas en las
ciudades. Ejemplo de ello, es el programa de ibm, smarter cities challen-
ge, que, en 2012, seleccionó a Rosario (Argentina) junto a 32 ciudades
del mundo para brindarle recomendaciones a los funcionarios locales.
Disponible en: https://goo.gl/tscmzh. Fecha de consulta: 30/07/2018.
la débil capacidad estatal para controlar los flujos
multinacionales de dinero, provocó que los poderes
locales busquen desplegar nuevas estrategias para
hacer atractivo el espacio local a los fines de atraer
capitales.
En este marco, comenzó a gestarse un nuevo
paradigma de “ciudad moderna e innovadora” aso-
ciada al uso intensivo de las tic. En este artículo, se
sostiene la idea de que, el empresarialismo urbano,
ha incorporado de forma activa y protagónica, este
paradigma tecno-centrista de gestión urbana. Prince
y Jolías (2016) señalan que, dicho uso intensivo,
refiere a cuatro aportes potenciales, de las tic a las
ciudades, en términos de: a) utilizar eficientemente
los recursos, reduciendo costos, ahorrando energía,
mejorando los servicios al ciudadano, etcétera
(Cohen, 2014; Kanter y Litow, 2009); b) generar
empleo y desarrollo económico en base al mejora-
miento de la calidad de vida de los ciudadanos
(Amara, 2010); c) mejorar infraestructuras y servi-
cios ciudadanos, su interconexión y eficiencia
(Belissent, 2010; Washburn, 2010); d) potenciar la
innovación tecnológica (Constain, 2014).
En general, estos enfoques presentan una valora-
ción positiva respecto de la utilización de las tic, y
adhieren a la noción de ci como un proyecto de ciu-
dad al que resulta necesario aspirar, en tanto produce
dos fenómenos simultáneos: a) favorece el creci-
miento económico y la atracción de capitales para el
desarrollo urbano; b) permite avanzar en la moder-
nización de las ciudades. Resulta necesario proble-
matizar este enfoque, a los fines de indagar en el
modo de desarrollo de proyectos urbanos conecta-
dos a redes globales, pero desconectados del territo-
rio.10
¿Qué inteligencia para qué ciudad?
Borja (2014) se pregunta: “¿Hubo alguna vez ciuda-
des tontas?”11 La calificación de las ciudades, en más
o menos inteligentes de acuerdo al grado de utiliza-
ción de las tic, comete el error de subsumir la inteli-
10 Furió (1996: 5) señala: “El rasgo distintivo y característico del territo-
rio es ser un factor estratégico de oportunidades de desarrollo y defini-
dor de las características que el mismo puede asumir”. Teixido agrega
(2013: 20): “El territorio no se comporta como un sustrato neutro para
la actividad económica, sino que puede describirse como un sistema
dinámico de actores que se interrelacionan entre sí y que presentan
capacidades evolutivas específicas”.
11 Ver: https://goo.gl/v8vnyb. Fecha de consulta: 22/03/2018
gencia al uso intensivo de tecnología. El imaginario
tecnológico y el discurso dominante de la sc, opera
como “mecanismo legitimador al proponer una nueva
lectura sobre qué es una buena ciudad y una mala
ciudad” (Fernández González, 2015: 84). Las ci,
como horizonte estratégico de la gestión urbana, se
alinean con una agenda específica para el desarrollo
urbano, razón por la cual, Borja (2014) acusa la utili-
zación de esta categoría como “una operación publi-
citaria para que empresas o grupos empresariales
vendan sus ‘tecnologías’ al papanatismo de gobier-
nos nacionales y locales”. Un ejemplo puede ser la
venta de tecnologías e infraestructuras como la Smart
Grid (red eléctrica inteligente) por parte de empresas
como ibm o Siemens.12
Greenfield (2013) señala que, uno de los peligros
de adoptar la visión de sc, es volver a caer en viejas
utopías13 que poco tienen que ver con las ciudades:
mientras que éstas son caóticas, dinámicas y no
están desprovistas de fricciones, las sc remiten a un
ideario aséptico y eficientista. Este ideario opera a
través de núcleos de sentido común que plantean
que, “el consumo de energía es una cuestión pura-
mente tecnológica (smart grids y sus diferentes com-
ponentes), la seguridad pública es una cuestión
puramente tecnológica (las cámaras de video-vigi-
lancia, los sistemas de reconocimiento facial), la
ordenación del tráfico es una cuestión puramente
tecnológica (el procesamiento de datos en tiempo
real, los sistemas de identificación automática de
matrículas para las multas, etcétera)” (Fernández
González, 2015: 118).
La utilización de etiquetas como sc, esconde una
visión hegemónica de ciudad asociada al capital
financiero, la especulación inmobiliaria, la gestión
privada del espacio público urbano, la transforma-
ción del uso y apropiación de las tic en un espacio
de acumulación. Sin embargo, como se menciona
anteriormente, y se analizará en el apartado siguien-
te, a partir de lo observado en ciudades intermedias
de la periferia, existe un margen de disputa en torno
al proyecto de sc. Siguiendo a Peck y Theodore
(2010), las políticas públicas no suelen circular
12 Disponible en: https://goo.gl/jrbbyk. Fecha de consulta: 30/07/2018.
13 Las tecnoutopías sobre ciudades del futuro, en las que la tecnología
resolvería todos los problemas, se repiten a lo largo de la historia. El
optimismo en el progreso, propio de la época dorada del capitalismo,
se evidenció en la Feria Mundial Futurama, realizada en Nueva york en
1939. El ideario de una ciudad hecha a medida del automóvil, avizoraba
una ciudad de progreso y bienestar.
29
como modelos cerrados emulados y replicados
linealmente, sino que lo hacen en partes, seleccio-
nando discursos, ideas y modelos que se encuentran
en construcción.
¿Qué sucede en las ciudades intermedias de la
periferia?
El avance del informacionalismo y la globalización
neoliberal impactó de lleno en las metrópolis latinoa-
mericanas más dinámicas “dando lugar a la apari-
ción de nuevos distritos de negocios, densificación de
áreas centrales y subcentros metropolitanos, expan-
sión de periferias más o menos compactas, y difusión
de nuevos formatos de suburbanización residencial
privada de baja densidad” (Cicolella, 2016: 30).
Estas transformaciones vinieron acompañadas de
la aplicación de una visión hegemónica de gober-
nanza, de cuño neoliberal, que generó y convivió
con, al menos, tres procesos diferentes pero comple-
mentarios: a) la creciente financiarización de las
ciudades, entendida como un “fuerte impulso al
despliegue, a través de las debilitadas fronteras
nacionales, de una multitud de circuitos globales
productivos, financieros y de consumo, con lo que se
intensificó la articulación de los flujos financieros a
escala global” (De Mattos, 2016: 56); b) el incre-
mento de la mercantilización y privatización del
espacio urbano, a través de estimulación de merca-
dos abiertos, competitivos y no regulados como
instrumento de crecimiento económico y atracción
de capitales; c) el avance de los procesos de gentri-
ficación y segregación urbana en sintonía con el
despliegue de procesos de auto-organización del
espacio urbano (De Mattos, 2016).
Parte de estos procesos, que afectan a los grandes
centros urbanos de la periferia, se extienden también
a las ciudades intermedias. A los fines de captar sus
particularidades, analizar con mayor precisión las
transformaciones del espacio urbano, en su especifi-
cidad territorial, se torna una tarea necesaria.
Las características específicas del empresarialis-
mo urbano en las ciudades intermedias, se explican
no sólo por diferencias de tamaño y escala respecto a
las grandes urbes, sino, también, por el modo en que
interactúan los diversos actores sociales presentes en
el territorio (empresas de diverso tamaño, universida-
des y/o centros de investigación, gobierno local,
movimientos sociales, asociaciones de la sociedad
30
civil, etcétera). Allí, existen actores locales dispuestos
a “aprovechar mejor los recursos existentes en una
sociedad local determinada, de forma coherente con
la eficiencia económica, la preservación medioam-
biental y la equidad social”, mientras que otros, tam-
bién situados en el territorio, actúan con una lógica
desterritorializante (Rofman y Villar, 2005: 1).
Algunos gobiernos locales de ciudades interme-
dias, han definido la implementación de un plan de
gobierno subsumido a la conversión de los munici-
pios en sc. Al analizar las experiencias de Bahía
Blanca, Tandil y La Plata, se observa que, en el caso
de ésta última, el proyecto de sc definió tres áreas
estratégicas de acción: control de tránsito, prevención
de delitos, y respuesta frente a desastres naturales
(por ejemplo, inundaciones).14 Si bien la adopción de
tecnologías para resolver problemáticas locales cons-
tituye un aspecto relevante a la discusión en torno a
las sc, no diluye la disputa sobre la definición de
áreas estratégicas de gestión urbana y del proyecto de
ciudad que subyace a la agenda de gobierno. De esta
forma, se identifican dos posicionamientos en torno al
modelo: a) una discusión general sobre el proyecto de
modernización asociado al concepto de sc. Se trata de
impugnar el uso del concepto y el modelo de ciudad
que representa, y se insta a buscar una categoría ade-
cuada a los intereses de las mayorías que habitan las
ciudades de la periferia; b) un debate en torno al pro-
yecto de sc, en el cual no se impugna el uso de estas
categorías, sino que se incluyen nuevos aspectos: el
rol de las empresas locales, la inclusión de la comuni-
dad en la definición de líneas estratégicas de acción,
la participación del sistema educativo y de Ciencia y
Tecnología (cyt), entre otros.
A partir del análisis de los casos señalados, se
identificaron tres grandes campos de disputa abiertos
en torno al proyecto de Smart City:15
• Producción local vs importación de soluciones tec-
nológicas. Pequeñas y medianas empresas del sec-
tor de Software y Servicios informáticos (ssi),
radicadas en las ciudades, demandan mayor partici-
pación en la provisión de servicios al ciudadano,
dado que algunos gobiernos locales priorizan la
relación con grandes empresas de tecnología, tanto
14 Ver: https://goo.gl/pe2xak. Fecha de consulta: 12/07/2018.
15 La identificación de los campos de disputa surge a partir de los testimo-
nios de informantes clave (emprendedores tecnológicos, investigadores
y docentes universitarios, funcionarios del gobierno local, etcétera),
producto de las entrevistas realizadas.
 globales como regionales y nacionales (Telecomu-
nicaciones, por ejemplo). Un ejemplo destacado
que, en cierta forma, cuestiona la lógica dominante
que impulsa a las ciudades a importar soluciones
tecnológicas costosas y desembolsar grandes sumas
de dinero en software y hardware, está ocurriendo
en Tandil. El instituto Superior de ingeniería de
Software (isistan), con el apoyo del Consejo
Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas
(conicet), está desarrollando una experiencia que
tiene como objetivo diseñar una plataforma de ser-
vicios para el desarrollo de software orientado a
abordar problemáticas de ciudades intermedias. Un
elemento a resaltar del proyecto es que, el desarro-
llo tecnológico, se canaliza mediante una institución
del sistema científico-tecnológico del territorio, en
el cual, el Municipio participa activamente al defi-
nir las problemáticas a abordar, y a futuro, se propo-
ne integrar al sistema productivo local de base tec-
nológica para el desarrollo de aplicaciones sobre la
plataforma (Girolimo, 2018).
• Participación del sistema nacional de Ciencia y
Tecnología vs convenios con organismos interna-
cionales y/o entidades gubernamentales extranje-
ras. En La Plata, el gobierno firmó un convenio con
el bid, el ministerio de estrategia y finanzas de la
república de corea del sur y el programa de inter-
cambio de conocimiento del banco coreano, para
transformar a la ciudad en Smart City,16 en lugar de
convocar a las universidades presentes en la ciudad,
de relevante tradición y trayectoria académica,
como la Universidad Nacional de La Plata (unlp).
Se trata de un ejemplo clarificador que refleja el
modo de funcionamiento de la red global en torno a
la sc que promueve la venta de proyectos urbanos
“llave en mano”. Este fenómeno, como se mencio-
na anteriormente, se repite a nivel nacional, en el
cual, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e innova-
ción Productiva, prioriza la firma de convenios con
consultoras privadas, en detrimento de hacerlo con
instituciones del Sistema Científico-Tecnológico.
• Innovación para el territorio vs Innovación en el
territorio. El proyecto de sc supone la aplicación e
incorporación de tecnología en el territorio, pero no
necesariamente la producción de tecnología para el
territorio. Resulta fundamental diferenciar las polí-
ticas públicas orientadas a promover la utilización y
16 Ver: https://goo.gl/zfgxa4. Fecha de consulta: 12/07/2018.
apropiación social de las tic para resolver proble-
máticas locales, de las estrategias gubernamentales
para atraer capitales y promocionar el desarrollo del
mercado tic en las ciudades. Estas últimas, no
requieren necesariamente de esfuerzos innovativos,
sino que, en muchos casos, se vehiculizan mediante
el desarrollo de una estrategia de marketing urbano,
bajo la cual, las ciudades buscan formar parte de
redes nacionales e internacionales, participan y
organizan congresos y eventos que las posiciona
favorablemente en la puja por atraer inversiones y
capitales. En el marco de esta competencia, en los
casos analizados, se realizan inversiones públicas y
privadas en infraestructuras (creación de polos y
parques tecnológicos); se busca garantizar competi-
tividad al capital (mediante la creación de nuevas
carreras técnicas y cursos universitarios para satis-
facer la demanda del mercado, se ofrece un menor
costo de la mano de obra de los programadores en
comparación con otras ciudades). Al buscar posi-
cionarse como “medios innovadores”, crean espa-
cios de coworking o clubes de emprendedores y se
esfuerzan por moldear una imagen de municipios
“modernos”, “abiertos” e “inteligentes”. Cumplien-
do con sus funciones empresariales, se arrojan a una
competencia interurbana en la que se centran en la
economía política del lugar en detrimento de la del
territorio (Harvey, 1989).
¿Hay alternativa?
La sc constituye uno de los modelos urbanos hege-
mónicos del siglo xxi. Creado en el seno de las gran-
des empresas de informática y telecomunicaciones
transnacionales, logró una gran capilaridad en cuanto
a circulación por ámbitos académicos, empresariales,
periodísticos y gubernamentales. De forma creciente,
gobiernos de distintas latitudes llevaron a cabo inicia-
tivas diversas que se reconocen dentro del modelo de
sc. Como fue señalado a lo largo del trabajo, la apro-
piación de modelos urbanos no necesariamente se
produce de manera unívoca (Novick, 2009), ni circu-
lan de modo lineal desde los países centrales a los
periféricos17 (Jajamovich, 2016).
17 A los fines de profundizar este tema, y con el objetivo de incorporar
una dimensión que trascienda la observación del eje centro-periferia,
sería productivo incrementar los estudios respecto a cómo circulan las
políticas desarrolladas por las metrópolis, y su adopción en ciudades
intermedias y pequeñas.
31
 Como señalan Sequera y Mateos (2014: 13): “la
ciudad no es nunca un territorio acabado en el con-
senso, es siempre configurada por diferentes repre-
sentaciones de la misma, diferentes subjetividades
que coproducen lo que finalmente es, espacial y
socialmente”. Girado (2014: 2) agrega: “las ciudades
se transforman en “escenarios” en donde se ponen
de manifiesto diversos procesos de participación
social, movilización y lucha por parte de diferentes
actores sociales, quienes debaten la construcción
hegemónica respecto al destino y diagramación del
para qué y para quién de las ciudades, sus sectores y
recursos naturales”. La posibilidad de construir un
modelo alternativo de sc,18 que permita superar parte
de sus contradicciones, dependerá de cómo se resuel-
van, al menos, dos disputas: a) entre los diversos
actores sociales en torno al proyecto de ciudad; b)
entre el lugar ocupado por la tecnología en la relación
ciudad-ciudadanía.
Estas disputas pueden ser dirimidas en dos campos
interconectados:
• Un campo político, asociado al rol de los gobier-
nos locales. Se trata de discutir la orientación
general del proyecto de ciudad, las dinámicas de
inclusión/exclusión del mismo que son aceptadas
y reproducidas, y los recursos, herramientas y
capacidades, que se ponen en juego en la gestión
urbana.
• Un campo simbólico, vinculado a la definición del
rol de la tecnología en la sociedad. Ésto es: la
construcción de consensos en torno a qué proble-
máticas pueden abordarse con éxito, cuáles son
sus principales contribuciones a la gestión urbana,
cuáles son sus limitaciones, qué tensiones emergen
de su uso, qué actores involucra (y de qué modo)
en su producción, diseño y aplicación, y cómo se
incorpora el conocimiento local que es puesto en
juego para el abordaje de las problemáticas territo-
riales.
La identificación de estos campos de disputa,
implica considerar que existe un escenario con cierto
margen para ser transformado. El cuestionamiento de
algunos actores respecto a quiénes, cómo y para qué,
18 Resulta necesario contraponer, a los “casos exitosos” que transitan por
los centros hegemónicos de circulación de paradigmas y políticas urba-
nas, algunas “buenas prácticas” efectuadas por redes alternativas. Del-
gadillo (2014: 106) señala que estas redes, conformadas por gobernantes
y académicos críticos, organismos civiles y sociales, se encuentran más
enfocadas en atender los “desafíos urbanos del siglo xxi y las necesida-
des de la mayoría de nuestra población”.
32
se diseñan e implementan determinadas soluciones
tecnológicas frente a problemas urbanos particulares,
da cuenta de la puja a la que se hace mención. Si bien,
al inicio del trabajo, se señalaron distintas formas de
concebir a la sc, y se reconoce la existencia de expe-
riencias alternativas que cuestionan la lógica de los
modelos hegemónicos a partir de fortalecer los víncu-
los ciudadanos con anclaje en lo digital, éstas todavía
son incipientes. Nos referimos, por ejemplo, a inicia-
tivas vinculadas a la construcción de laboratorios
ciudadanos que, a pesar de constituir aportes novedo-
sos y significativos, aún cuentan con dificultades para
articular un modelo que se contraponga al de sc.
La pregunta central a responder, aquélla que
guarda una relación directa con las perspectiva de
desarrollo humano, social, económico y territorial,
no tiene que ver con el vínculo entre la irrupción de
las tic y la inteligencia de las ciudades, sino aquélla
que busca profundizar la conexión entre los territo-
rios como espacios catalizadores de desarrollo, y la
innovación tecnológica como condición de posibili-
dad para resolver problemáticas locales y mejorar la
calidad de vida de las poblaciones, sin importar
mecánicamente soluciones pensadas para otros con-
textos.
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A lo largo del devenir de nuestro país, las distintas instancias de gobierno han
procurado articular el complejo mosaico social en torno a la historia, el idioma
y la religión, con la intención de uniformar, de manera artificial, la diversidad
cultural e ideológica de sus habitantes. De estos elementos. Quizá el fenómeno
religioso es el más complejo por sus implicaciones en el terreno de las mentalidades, y porque éstas, a
pesar de su lenta transformación secular, en ocasiones permanecen durante un largo tiempo que, para el
estudioso se antojan fuera de contexto en un ambiente tan cambiante como el que vivimos hoy.

informes y venta: El Colegio Mexiquense, ExHacienda Santa Cruz de los Patos, 51350 zinacantepec, Estado de México,
Tel: (722) 2180100, 2799908 ext. 183, Fax: (722) 2799908 ext. 200. Correl: est@cmq.edu.mx. Página: http://www.cmq.
edu.mx

33
 eXPeDIeNTe
los modelos de aglomeración
realmente existentes
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Carolina González Redondo*
L a circulación de ideas y modelos de políticas
urbanas constituye un proceso complejo,
dinámico y multidireccional (Delgadillo,
2014; Jajamovich, 2017; Novick, 2009; Peck y Theo-
dore, 2010) que se apoya, por un lado, en urbanistas
y gobernantes que buscan emular modas; y por el
otro, en consultores y casas editoriales que difunden
masiva y estratégicamente las novedades urbanísticas
de sus ciudades con el objetivo de “vender sus servi-
cios” (Delgadillo, 2014; Novick, 2009; Theodore y
Peck, 2010). En este último punto, también se recono-
ce la importancia de organismos internacionales de
financiamiento que “promueven un ‘menú’ de ‘rece-
tas probadas’ en distintos contextos urbanos para
confrontar ‘con éxito’ algunos problemas y desafíos
urbanos” (Delgadillo, 2014: 93).
La movilidad de propuestas urbanas no es un
fenómeno novedoso, sino, más bien, una dinámica
constitutiva del urbanismo (Delgadillo, 2014; Jaja-
movich, 2017; Novick, 2009). Sin embargo, en un
contexto de aceleración de los flujos de comunica-
ción, durante las últimas tres décadas (Santos,
1996), se ha incrementado el ritmo y la intensidad
con que circulan estos modelos (Harris y Moore,
2011; Peck y Theodore, 2010). Esta movilidad ace-
lerada y la implementación de modelos similares, en
* Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales. instituto
de investigaciones Gino Germani (iigg). conicet. Correl: carito_gr@
yahoo.com.ar.
34
distintos contextos espaciales, no necesariamente
deriva en una convergencia global o en un isomor-
fismo de “buenas prácticas” (Peck y Theodore,
2010; Harris y Moore, 2011). Siguiendo a Peck y
Theodore (2010), las políticas mutan durante sus
viajes y adquieren diversas formas en cada contexto
local. Ésto es así, porque las políticas no viajan
como paquetes completos y cerrados, sino que se
mueven en piezas o pedazos, como discursos selec-
tivos. Durante el propio proceso dinámico de su
movilidad, la política ya está siendo transformada.
Además, la circulación no se produce en un plano
inerte y sin forma, sino en un espacio que tiene la
capacidad de moldear aquellos procesos que tienen
lugar en él. Así, tal como veremos, políticas simila-
res, basadas en los mismos supuestos, adquieren
características diferentes debido a su interacción con
los contextos económicos, sociales e institucionales,
de cada lugar.
Desde esta perspectiva, focalizamos en un mode-
lo de política urbana, de gran circulación durante las
últimas décadas –las economías de aglomeración–,
que reconocemos en el trasfondo conceptual de una
iniciativa similar que se implementó con desigual
deriva en dos metrópolis latinoamericanas: los dis-
tritos económicos en Buenos Aires y las zonas de
desarrollo económico y social (zodes) en Ciudad de
México. Ambas iniciativas son impulsadas por las
administraciones locales de las ciudades de Buenos
Aires y México, entre los años 2008 y 2013, respec-
tivamente. Si bien son promovidas por gobiernos de
diferente signo político,1 ambas políticas están
orientadas por concepciones afines al empresarialis-
mo urbano (Harvey, 1989) y al urbanismo neoliberal
(Theodore, Peck, y Brenner, 2009). Por un lado,
reconocemos que, ambas iniciativas, tienen caracte-
rísticas en común y recuperan los mismos supuestos
que subyacen a los modelos de aglomeración. Por el
otro, advertimos ciertas diferencias en las formas
institucionales y normativas que adquieren ambos
proyectos, a la vez que manifiestan un desigual
grado de avance en su implementación. En este tra-
bajo, de carácter exploratorio, hacemos un análisis
comparado de estas políticas urbanas, reconociendo
sus semejanzas y diferencias, con el fin de contribuir
a reflexionar sobre la circulación de estos modelos
en el marco del urbanismo neoliberal. De ahí que
-parafraseando a Theodore, Peck, y Brenner (2009)-
nos preguntemos por los modelos de aglomeración
realmente existentes.
Si bien, reconocemos la importancia de los actores
concretos en los procesos de circulación, en este tra-
bajo el gesto comparativo (Robinson, 2016) se sitúa
en el nivel discursivo; es decir, en el entramado de
discursos en torno a ambas políticas. Así, nos pregun-
tamos por los tipos de gestión, los supuestos en torno
a la intervención del territorio y los actores llamados
a participar del desarrollo económico y urbano, que
cada una de estas iniciativas promueve. Para ello, nos
apoyamos en una estrategia cualitativa que combina
el análisis de documentos (normativa, material pro-
mocional y discursos de funcionarios de gobierno) y
de entrevistas a informantes clave, poniendo el foco
en lo que cada política promueve y los discursos
involucrados en su legitimación.
La circulación de los modelos de aglomeración
En ámbitos académicos y, fundamentalmente, de ges-
tión pública, se tiende a confundir y transpolar con-
ceptos sobre los modelos de aglomeración, prove-
nientes de distintas corrientes teóricas que analizan
escalas geográficas diferentes (Martin y Sunley,
2003; Mercado Celis, 2016). En líneas generales, y
1 Mientras que el partido Propuesta Republicana (pro), que gobierna la
ciudad de Buenos Aires desde 2007, es de signo liberal, la gestión de
Miguel Ángel Mancera en la Ciudad de México (2012-2018) se autodefine
públicamente como un “gobierno de izquierda” (pgddf 2013-2018: 5).
sin ser exhaustivos, identificamos, por un lado, el
debate de la geografía económica, de larga tradición,
cuya preocupación fue variando a lo largo de los
años, pero que podríamos resumir como el rol de las
economías de aglomeración en el desarrollo regional
y, por tanto, su escala de análisis privilegiada es la
región.2 Del otro lado, reconocemos la línea más
ligada a los estudios urbanos (Mercado Celis, 2016)
que, hacia comienzos de siglo xxi, deriva en los tra-
bajos sobre economías y ciudades creativas, cuya
escala de análisis son las ciudades o, más bien, una
parte de ellas. Por último, identificamos una tercera
corriente, proveniente del ámbito de los negocios -la
noción de cluster- que admite múltiples escalas de
análisis y de gestión. Debido a su mayor elasticidad y
a su registro discursivo business and policy friendly;
este modelo de clusters es el que más se popularizó y
hegemonizó las agendas de investigación y de políti-
ca pública (Fernández, Amin y Vigil, 2008; Martin y
Sunley, 2003). En este apartado, recuperamos muy
sucintamente los principales supuestos y el proceso
de circulación del modelo de clusters (Porter, 1995;
1998) y, en menor medida, de las economías y ciuda-
des creativas, por reconocerlos en el trasfondo con-
ceptual y contextual de las dos políticas que aquí
analizamos, los distritos de Buenos Aires y las zodes
de la Ciudad de México.
Los orígenes de la noción de cluster, formulada
por Michael Porter, nos remiten a su trabajo Las ven-
tajas competitivas de las naciones (1990), en el que
estudia las ventajas competitivas nacionales y la com-
petitividad internacional. En trabajos posteriores,
Porter (1995; 1998) continúa desarrollando la noción
de cluster y la adapta a otras escalas geográficas,
como las regiones y las ciudades. Finalmente, define
los clusters como concentraciones geográficas de
empresas e instituciones interconectadas en un campo
determinado. Los clusters abarcan una serie de indus-
trias interconectadas y otras entidades importantes
para la competencia (…) Los clusters también derra-
man río abajo hacia canales y clientes y, posterior-
mente, hacia productores de artículos complementa-
rios y hacia empresas de industrias relacionadas por
2 Los trabajos sobre economías de aglomeración se remontan a los
análisis de Alfred Marshall sobre la realidad inglesa de fines del siglo
xix. Para profundizar sobre el debate de la geografía económica ver:
Benko y Lipietz (1992); Becattini (1992, 2002); Fernández, Amin y Vigil
(2008).
35
habilidades, tecnologías o insumos comunes (Porter,
1998: 4, traducción propia).
El supuesto central de la noción de cluster es que,
la proximidad geográfica entre estos agentes, genera
redes de interacción (de competencia y de coopera-
ción) que redundan en procesos innovadores que
contribuyen a la competitividad. El otro supuesto,
relacionado con éste, es que los clusters motorizan
procesos de desarrollo en la medida en que generan
actividad económica, que derrama en inversiones y
empleo (Porter, 1990; 1995; 1998). En este punto,
cobra importancia la noción de ventajas competiti-
vas que “descansa en hacer más productivos el
manejo de los costos, lo que requiere de una innova-
ción constante” (Porter, 1998: 2). Para crear estas
ventajas competitivas no sólo importa lo que pasa
dentro de las empresas, sino fuera, en el denominado
“clima de negocios” que, según Porter (1998), es lo
que permite las mejoras en la productividad de las
empresas. Entre los factores que hacen a este clima
de negocios, Porter (1998) menciona la provisión de
infraestructura y redes de transporte de buena cali-
dad, la existencia de recursos humanos altamente
calificados, un régimen legal estable, regulaciones
flexibles, la existencia de tasas impositivas benefi-
ciosas, entre otros. De esta manera, el Estado (en sus
diferentes niveles de gobierno) debe pasar de un rol
de provisión directa a uno de facilitador, identifican-
do y mejorando las ventajas competitivas de su terri-
torio que colaboran en la gestación de este clima de
negocios (Porter, 1995; 1998).
A pesar de sus críticas,3 el modelo de clusters se
popularizó, no sólo como un concepto analítico, sino
como una herramienta de política pública. Así, tal
como apuntan Fernández, Amin y Vigil (2008), el
proceso de institucionalización de lo que denominan
la “nueva ortodoxia regional”4 (nor) estuvo centrado
en la presencia hegemónica del concepto de cluster y
fue encabezado principalmente por la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo (ocde) y la
Unión Europea (ue) en Europa, y por el institute for
Strategy and Competitiviness (isc) de la Escuela de
3 Ver Martin y Sunley (2003); Pacheco Vega (2004, 2007); Palazuelos
(2005).
4 Los autores se refieren a una plataforma común, un discurso y/o práctica
unificada en la que confluyen diversas corrientes teóricas sobre los
modelos de aglomeración. Esta plataforma común coloca, a las instancias
regionales y locales, “como nodos autorreproductivos, forjadores de su
propia y antes impensada dinámica de desarrollo y autorresponsables
de su inserción en el crecientemente inestable y demandante escenario
global” (Fernández, Amin y Vigil, 2008: 30).
36
Negocios de Harvard en Estados Unidos. En su difu-
sión, también jugó un rol central, la consultora de
Michael Porter, Monitor Group, que brindó servicios
a organizaciones privadas y gobiernos de distintas
escalas (Martin y Sunley, 2003; Novais, 2010).
Luego, la difusión del enfoque de la nor en América
Latina, se produjo mediante un proceso complejo que
incluyó a los think tanks de los países centrales; los
organismos internacionales de financiamiento; la
Organización para las Naciones Unidas y los aportes
de investigadores vernáculos, en su mayoría sistema-
tizados en los trabajos del instituto Latinoamericano
y del Caribe de Planificación Económico y Social
(ilpes). De esta forma, “parece que los clusters se
convirtieron en una moda mundial, una especie de
ítem de moda en la academia y en la política” (Martin
y Sunley, 2003: 6, traducción propia).
Su mayor popularidad y aceptación se debe,
según Martin y Sunley (2003), al modo en que
Michael Porter promocionó y transmitió su idea de
cluster. Su intención explícita de tender puentes
entre teoría y práctica y su registro discursivo busi-
ness and policy friendly, lo aproxima mucho más a
una receta que a un análisis, y torna este concepto
aprehensible para aplicar en el ámbito de las políti-
cas públicas. Asimismo, su vínculo con las nociones
de competitividad y de estrategia, posiciona a la
marca cluster y la liga a una serie de metáforas que
implican la promoción de la innovación y la compe-
titividad (Martin y Sunley, 2003). Además, la metá-
fora está sostenida por cierta autoridad, la figura de
Michael Porter, quien es considerado un experto en
competencia y estrategia de negocios; reputación
que se refuerza a medida que distintos organismos
públicos y privados contratan su asesoría e impulsan
políticas de clusterización.
Por su parte, tal como señala Scott (2014), los
trabajos en torno a la economía creativa en las ciu-
dades tienen su antecedente; por un lado, en los
desarrollos sobre el distrito industrial llevados a
cabo por la geografía económica y, por el otro, en las
investigaciones de otro conjunto de geógrafos y
sociólogos que se preguntaron por la economía cul-
tural de las ciudades (Lash y Urry, 1994; Molotch,
1996; Pratt, 1997; Scott, 1996). En el campo de la
gestión pública, las primeras iniciativas de promo-
ción a las industrias culturales fueron impulsadas
por algunas municipalidades socialistas de inglate-
rra, durante la década de los años 1980, en el marco
de una resistencia activa al Thatcherismo (Peck,
2009).5 Sin embargo, su auge se da recién a comien-
zos de siglo xxi, luego de que Richard Florida publi-
cara su libro La clase creativa (2002), en el que da
cuenta de la emergencia de un nuevo estrato social
en el capitalismo actual, la clase creativa, cuya pre-
sencia en las ciudades puede detonar el crecimiento
urbano. Más allá de las críticas que puedan
formulársele,6 el planteo de Florida (2002) marcó
un hito en el debate sobre la creatividad como fuerza
motor del desarrollo urbano, a la vez que influyó en
el crecimiento de la ciudad creativa como foco de
debate en ámbitos académicos y de gestión pública
(Peck, 2009; Scott, 2014).
Apoyándose en los mismos principios que la
noción de cluster (proximidad geográfica como motor
de crecimiento, redes de cooperación y competencia,
las ventajas competitivas del territorio, etcétera),
quienes estudian las ciudades creativas (Caravaca et
al., 2013; Lazzeretti, 2008), sostienen que las activi-
dades creativas contribuyen a la creación de empleo y
a la generación de nuevas oportunidades de desarrollo
socio-económico. En palabras de Caravaca et al.
(2013: 83),
La puesta en valor de ese recurso intangible que es la crea-
tividad, en este caso asociada a la cultura, puede contribuir
no sólo al mero crecimiento económico sino, y sobre todo,
al desarrollo territorial, lo que depende, en última instan-
cia, de las capacidades de los agentes para movilizar a la
sociedad local con el fin de generar y atraer actividades
que aúnen cultura y mercado.
La capacidad de los agentes, a la que se refieren
Caravaca et al. (2013), consiste –al igual que en la
teoría de cluster– en la conformación de redes de
cooperación socio-institucional. Asimismo, de la cita
se desprende que, uno de los recursos que conforman
la creatividad, es la cultura; y aquí entra en juego la
noción de distrito cultural. Para Lazzeretti (2008:
330), un distrito cultural surge a partir de “un conjun-
to de actores económicos, no económicos e institucio-
nales, que deciden utilizar algunos de los recursos
idiosincrásicos compartidos (artísticos, culturales,
sociales, medioambientales), con objeto de desarro-
5 Consultar Peck (2009) para indagar sobre las grandes diferencias con-
ceptuales entre estos proyectos de municipios británicos y la noción
de ciudad creativa que comienza a circular a partir de la propuesta de
Richard Florida.
6 Ver Peck (2009); Scott (2014).
llar un proyecto común, que es simultáneamente un
proyecto económico y un proyecto de vida”. Por su
parte, Frost-Kumpf (1998) –también con un discurso
business and policy friendly– elabora un manual de
consejos para la gestión pública en el que recopila
“buenas prácticas” de ciudades estadounidenses que
promovieron distritos culturales para detonar proce-
sos de revitalización urbana. Según la autora, los
distritos culturales embellecen y animan las ciudades;
generan empleo; atraen residentes, turistas y nego-
cios; refuerzan el valor de la propiedad; expanden la
base impositiva; atraen empleados calificados; y con-
tribuyen a la creatividad y a un ambiente innovador.
Así, al igual que el modelo de cluster, la elastici-
dad de la noción de economías y ciudades creativas
logró abarcar proyectos y motivaciones políticas
divergentes (Prince, 2010). Su gran difusión no se
debió tanto a su efectividad, sino, más bien, a que
constituyen políticas fiscalmente poco exigentes,
que son mínimamente perjudiciales para los intere-
ses y estructuras de poder existentes y se comple-
mentan con el urbanismo neoliberal de una manera
acorde con los valores prevalecientes sobre la com-
petitividad (Peck, 2009). De este modo, la creativi-
dad se convirtió en la nueva fórmula para el creci-
miento urbano y la idea –ya consolidada– de generar
“climas de negocios” para atraer inversiones móvi-
les fue recubierta con el nuevo enfoque creativo
(Peck, 2009).
Estas herramientas y modelos de gestión se apo-
yan en, y a su vez, alimentan a las nuevas concepcio-
nes sobre el desarrollo y el territorio que cobran
fuerza a partir de la década de los años 1980, en el
marco de los procesos de neoliberalización (Harvey,
2005; Theodore, Peck y Brenner, 2009). Siguiendo a
Fernández, Amin y Vigil (2008), se conforma una
“plataforma común” que, alimentada por distintas
corrientes teóricas, coloca a los territorios –particu-
larmente a las ciudades y regiones– como foco prin-
cipal de las políticas de desarrollo. Asimismo, se
produce una ruptura conceptual en lo que se conside-
ran los determinantes del desarrollo, adquiriendo, el
territorio y sus características, un peso mucho mayor
(Boisier, 1999; Riffo, 2013; Vázquez Barquero,
2006). El “trío conceptual” de desarrollo endógeno,
desarrollo económico local y competitividad territo-
rial, converge en la noción de desarrollo territorial
(Riffo, 2013), en la que se destacan los factores “blan-
dos” del desarrollo (tales como la asociatividad, la
37
cooperación, el aprendizaje y la innovación) y su
inserción en los territorios. Más allá de las diferencias
entre las distintas corrientes teóricas,7 cabe señalar
que, todas ellas, tienen en común una concepción del
territorio como generador activo de recursos estraté-
gicos –o de ventajas competitivas en términos de
Porter (1998)– necesarios para mejorar la competiti-
vidad de regiones y ciudades. A continuación, anali-
zamos cómo aparecen estas premisas y supuestos en
la política de distritos de Buenos Aires y en las zodes
de la Ciudad de México.
Distritos y zodes: una mirada comparativa
En el marco de un creciente proceso de renovación
urbana, a partir del año 2008, el Gobierno de la Ciu-
dad de Buenos Aires (gcba) impulsa la creación de
distritos especializados en áreas específicas de la
ciudad, en las que se promueve la radicación de acti-
vidades, empresas e instituciones de un mismo sector
económico, mediante beneficios impositivos y finan-
cieros. Cada uno de estos distritos fue creado median-
te una ley específica que regula sus características,
beneficios y beneficiarios. En la actualidad, existen
cinco distritos: el Distrito Tecnológico Parque Patri-
cios (dtpp, ley 2972/08), el Distrito Audiovisual en
Chacarita (dau, ley 3876/11), el Distrito de las Artes
en La Boca (da, ley 4.353/12), el Distrito del Diseño
en Barracas (ddi, ley 4761/13), y el Distrito del
Deporte en Villa Soldati y Villa Lugano (dde, ley
5235/14).8 Con excepción del dau, todos ellos se
emplazan en barrios de la zona sur de la ciudad y –
junto con una cantidad de iniciativas de desarrollo
urbano público-privadas– son presentados, por el
gobierno local, como una respuesta al histórico des-
equilibro entre una zona norte pujante y un área sur
deteriorada y, a la vez, como una oportunidad para
mejorar la inserción de Buenos Aires en la economía
global.
Las zodes de la Ciudad de México, en tanto,
constituyen áreas en las que se impulsan “vocaciones
productivas” y mejoras de infraestructura y servicios
7 Las nociones de desarrollo endógeno, desarrollo económico local, com-
petitividad territorial y desarrollo territorial provienen de distintas tradi-
ciones, aunque se articulan conceptualmente. Consultar Riffo (2013) y
Vázquez Barquero (2006).
8 En el marco de esta misma política, también se proyectó el Distrito
Gubernamental en un predio del barrio de Barracas, en donde funcionan
diversos hospitales públicos. Esta iniciativa se interrumpió en el año
2013 a raíz de un conflicto con los trabajadores y organizaciones de los
hospitales. Ver Gonzalez Redondo (2015; 2018).
38
urbanos, mediante cambios en la zonificación del
suelo y proyectos de inversión público-privada. Las
zodes carecen de existencia legal, su nombre es más
bien una marca comercial que se sustenta en la
figura de Área de Gestión Estratégica (age), incluida
en la Ley de Desarrollo Urbano del año 2010.9 A
fines de 2013, el entonces jefe de gobierno, Miguel
Ángel Mancera, anunció públicamente la creación
de cinco zodes: Ciudad de la Salud (Tlalpan);
Ciudad del Futuro (Coyoacán); Ciudad Administrativa
(Doctores); Corredor Cultural Creativo (Chapultepec)
y Ciudad Verde (Azcapotzalco). Para las primeras
dos se alcanzó un mayor desarrollo y se formuló un
plan maestro. Sin embargo, debido a la fuerte
oposición vecinal y a la coyuntura política, el
proyecto de las zodes fue interrumpido a comienzos
de 2016 (Delgadillo, 2016), aunque iniciativas
similares, bajo otros nombres e instrumentos
financiero-jurídicos, siguen en curso.10 Veamos
cómo son definidos los distritos y las zodes en los
respectivos discursos oficiales:
Un distrito es pensar la ciudad como espacios temáticos
en los que tiene lugar el desarrollo de una industria de alto
valor y la mejora de un barrio postergado a partir de la
sinergia público-privada.11
(…) las zodes son áreas establecidas por el Gobierno de
la Ciudad con el propósito de impulsar vocaciones pro-
ductivas, generar inversión, infraestructura y condiciones
urbanas sustentables para recuperar cualitativamente
zonas específicas de la Ciudad de México, a través de
un modelo de gestión territorial basado en asociaciones
estratégicas entre el sector público, el sector privado y el
9 Las age tienen la misma jerarquía que los Programas de Desarrollo
Urbano, pero a diferencia de éstos, no están sujetas a aprobación mediante
consulta pública. Por tal motivo, pueden aplicarse en cualquier zona de
la ciudad, constituyéndose en un mecanismo para la desregulación
selectiva (Bournazou et al., 2017).
10 Durante 2014 y 2015, distintas organizaciones vecinales de los barrios
comprendidos por las zodes, fundamentalmente de aquéllas con mayor
grado de avance (Ciudad de la Salud, del Futuro y Corredor Creativo),
se manifestaron en contra de esta política. Como producto de su movi-
lización, en noviembre de 2015 se llevó a cabo una consulta pública
a los vecinos de las colonias afectadas por el Corredor Creativo, que
dio como resultado la interrupción del proyecto. Ésto, junto con otros
factores vinculados a la coyuntura política, hizo que el gobierno local
desistiera de la implementación de las zodes como tal. Sin embargo,
continúan adelante proyectos similares, como el Sistemas de Actuación
por Cooperación (sac) en la colonia Doctores (en donde se proyectaba
la Ciudad Administrativa).
11 Nota escrita por Francisco Cabrera, exMinistro de Desarrollo Económi-
co de Buenos Aires e impulsor de los distritos, para el diario La Nación,
“Buenos Aires, talento y creatividad”, 26/10/2012. Disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/1520757-buenos-aires-talento-y-creatividad
(Captura: 15/12/2016). Los subrayados son propios salvo que se explici-
te lo contrario.
 sector social orientadas a mejorar la calidad de vida en la
ciudad.12
Si comparamos las definiciones que ambos gobier-
nos locales hacen de estas políticas, advertimos al
menos tres supuestos que subyacen a los modelos de
aglomeración previamente descriptos. En primer
lugar, la premisa de que la proximidad geográfica,
entre empresas e instituciones de un mismo sector
económico, produce sinergias positivas, los denomi-
nados beneficios de la aglomeración, que redundan en
procesos de crecimiento y desarrollo económico.
Vinculado con ésto, la relación de causalidad –una
suerte de “efecto derrame”– entre desarrollo econó-
mico y urbano, por el que se supone que, el modelo,
es apropiado para “revitalizar” y “recuperar” zonas
“deterioradas” de la ciudad. En tercer lugar, la asun-
ción acrítica del imperativo de la competitividad, que
conduce a una redefinición del rol del Estado local,
cuya nueva función consistiría en identificar y mejo-
rar las ventajas competitivas de su territorio para
generar un “clima de negocios” que atraiga inversio-
nes. A continuación, profundizamos en estas premisas
y analizamos cómo se plasman en las características
que adquieren estas políticas en cada ciudad.
Tanto los distritos como las zODES son reconoci-
dos en los documentos urbanísticos centrales de sus
respectivas ciudades: el Plan Urbano Ambiental
(PUA) de Buenos Aires (2009) y el Programa General
de Desarrollo del df 2013-2018 (pgddf) de México.
En ellos se elabora un diagnóstico que reconoce que,
tanto Buenos Aires como México, según el caso, tie-
nen un desarrollo territorial “desequilibrado” susten-
tado en una distribución diferencial de actividades
económicas, fuentes de empleo, servicios y equipa-
mientos urbanos. En Buenos Aires, el desequilibrio se
expresa en una zona norte “pujante” y un sur “dete-
riorado” y “degradado”, con “áreas de vacancia” y
“un parque industrial abandonado en parte y devenido
en actividades de menor productividad” (pua, 2009).
En México, en tanto, la desigualdad territorial se evi-
dencia entre “la llamada ciudad central”, que concen-
tra actividades económicas, infraestructura, equipa-
miento, dotación de servicios y fuentes de empleo,
“mientras que el contorno intermedio de la ciudad
cuenta apenas con lo necesario para atender sus nece-
12 zodes ciudad del futuro. documento ejecutivo de difusión, p. 4.
sidades y la zona periférica observa una franca subdo-
tación de estos recursos” (pgddf, 2013: 79).
Si bien los factores que se reconocen como cau-
santes del desarrollo desigual son diferentes, debido
al proceso histórico de urbanización específico de
cada ciudad, vemos que, en ambos casos, las solucio-
nes que se proponen para alcanzar un “equilibrio
territorial” se aproximan bastante. En estos documen-
tos, los distritos y las zodes se formulan como pro-
puestas específicas para “atraer inversiones” y así
“desarrollar las áreas deterioradas” y tender a un
“desarrollo urbano equilibrado”. Ésto se sustenta en
un movimiento discursivo que presenta, a las áreas
“deterioradas”, como “zonas de oportunidad” para
“desarrollar”, “regenerar”, “redensificar”, etc. Bajo el
esquema del empresarialismo urbano (Harvey, 1989),
ambos gobiernos locales se orientan a crear el “clima
de negocios” propicio para que se desplieguen las
inversiones en las áreas contempladas por estas polí-
ticas, aunque la transformación del “deterioro” en
“oportunidad” se produzca a través de herramientas y
formas institucionales distintas en cada caso.
En Buenos Aires, se ofrecen beneficios tributarios,
financieros e inmobiliarios para las personas físicas o
jurídicas que desarrollen las actividades promociona-
das en cada distrito. Entre ellos se destacan, por un
lado, la exención de entre 10 y 20 años de los impues-
tos de ingresos Brutos, Alumbrado, Barrido y Lim-
pieza, sello, y derecho de delineación y construcción;
y por el otro, la formulación de líneas de crédito
especiales a tasa subsidiada. A estos beneficios comu-
nes, se le suman algunos incentivos específicos para
cada distrito, de acuerdo con las características de la
actividad promocionada y del área en cuestión; y con
las negociaciones que se llevaron a cabo durante el
proceso de aprobación de cada ley (Arqueros y Gon-
zalez Redondo, 2017). Los distritos forman parte de
la estructura orgánico funcional del gcba, aunque
dependieron de diferentes Subsecretarías y Ministe-
rios a lo largo de estos años.13
Las zodes mexicanas, en tanto, introducen esque-
mas de financiamiento público-privado, la concesión
de bienes públicos por largos periodos de tiempo y la
flexibilización de normativas urbanas (Bournazou et
al., 2017), habilitando cambios en las densidades y
13 Estos cambios obedecen a las sucesivas modificaciones de la estructura
orgánico funcional del gcba, durante las distintas gestiones de gobierno.
Actualmente, dependen de la Subsecretaría de Desarrollo Económico del
Ministerio de Economía y Finanzas.
39
usos del suelo. La entidad a cargo de las zodes era
Calidad de Vida, una empresa paraestatal creada en
2007, cuyo nombre mutó a Agencia de Promoción,
inversión y Desarrollo para la Ciudad de México
(procdmx), luego de la interrupción del proyecto de
las zodes. Esta empresa se encarga de “promover y
realizar proyectos estratégicos bajo esquemas de aso-
ciación y participación con la ciudadanía, la academia
y el sector privado”,14 y cuenta con distintas herra-
mientas para ello. En el caso de las zodes, se incor-
poró el Programa de incorporación Temporal de Bie-
nes para el Desarrollo (pitbd) que, según el director
de Calidad de Vida, Simón Levy, permite que los
propietarios de terrenos e inmuebles ubicados dentro
de los polígonos de las zodes “aporten sus predios en
una sociedad público-privada y que el Gobierno apor-
te los usos del suelo y las densidades para hacer este
potenciamiento y elevar la plusvalía de cada uno de
estos espacios”.15 Del otro lado, también se habilita
que, el Estado, ceda a título gratuito, predios de domi-
nio público a favor de Calidad de Vida para el desa-
rrollo de proyectos vinculados a las zodes.
Tal es el caso del terreno en donde funcionaba la
Planta de Asfalto que, a fines de 2013, se cedió por
decreto, a Calidad de Vida, para desarrollar allí “un
conjunto urbano de usos mixtos que integre a la sede
de la Secretaría de Ciencia y Tecnología e innovación
del Gobierno del Distrito Federal, oficinas para
empresas orientadas al desarrollo tecnológico, desa-
rrollo de conocimiento y bienes y servicios
asociados”.16 Bajo la premisa del “derrame”, esta
iniciativa en el predio de Coyoacán, ubicado dentro
del polígono definido para la Ciudad del Futuro, era
presentada como un “proyecto detonador”, “un hito
urbano dentro de la Ciudad de México, que potencie
la inversión económica y promueva el desarrollo eco-
nómico, social y tecnológico”.17 Otro instrumento de
articulación público-privada, que se puso en juego
para el desarrollo de las zodes, son las Sociedades
Anónimas Promotoras de inversión (sapi). Estas
sociedades mercantiles constituirían la estrategia de
financiamiento de las zodes, en la medida en que
14 información obtenida de la página procdmx: http://www.procdmx.
cdmx.gob.mx/dependencia/acerca-de/mision-y-vision. Fecha de captu-
ra: 13/07/2018.
15 Diario Reforma (03/01/14), “Facilitarán en zodes cambios del suelo”.
Disponible en: http://reforma.vlex.com.mx/vid/facilitara-n-zodes-cam-
bios-suelo-483978946. Captura: 18/07/2018.
16 Decreto desincorporatorio del 14/11/2013, Artículo 2º.
17 zodes ciudad del futuro. documento ejecutivo de difusión, p. 11.
40
permiten recibir la inversión proveniente del capital
privado. Todas estas figuras (calidad de vida, area de
gestión estratégica, programa de incorporación tem-
poral de bienes para el desarrollo, sociedades anóni-
mas promotoras de inversión) evidencian un proceso
de desregulación urbana que dota de mayor flexibili-
dad a los acuerdos entre el sector privado y público al
permitir saltarse diversas instancias de control.
Otra cuestión de relevancia orientada a la forma-
ción del “clima de negocios”, tanto en los distritos
como en las zodes, es la inversión pública en infraes-
tructura, transporte, servicios y equipamiento urbano;
y el desarrollo de diversos proyectos públicos y
público-privados que acompañan ambas políticas. En
Buenos Aires, todos los distritos –aunque más fuerte-
mente el Tecnológico– estuvieron acompañados de
mejoras en la red de transporte, infraestructura y
espacio urbano. Asimismo, se identifican una serie de
emprendimientos público-privados, que implicaron la
transferencia y/o concesión (dependiendo el caso) de
terrenos de dominio público, la gran mayoría ubica-
dos en el Distrito del Deporte (Arqueros y Gonzalez
Redondo, 2017). Las zodes también incluían el desa-
rrollo de emprendimientos públicos y privados y
mejoras en viabilidad, transporte y espacio urbano. Se
destacan la ampliación de la clínica privada Médica
Sur (Ciudad de la Salud), el proyecto de la Planta de
Asfalto (Ciudad del Futuro), la construcción de com-
plejos de oficinas de gobierno, vivienda y recintos
culturales (Ciudad Administrativa), y el proyecto del
Corredor Cultural Creativo, que consistía en un par-
que lineal elevado sobre la Av. Chapultepec con
biblioteca digital, huertos urbanos, estacionamientos
y comercios que se concesionarían a la empresa
invex por 40 años (Delgadillo, 2016).
De este modo, el gobierno local crea este “clima
de negocios” a través de una amplia gama de estrate-
gias –que incluyen beneficios impositivos y financie-
ros; mecanismos de articulación público-privada;
flexibilización de las normativas urbanas; e inversio-
nes públicas orientadas a mejoras en el entorno
barrial de cada zona– y convierte a estas áreas “dete-
rioradas” en “oportunidades”, en espacios atractivos
para las inversiones privadas, minimizando los ries-
gos y garantizando su rentabilidad. De manera com-
plementaria, el Estado asume un rol de mediador que,
mientras escucha “las necesidades de la industria”,
“explica sus beneficios a los vecinos” (Socoloff,
2013). Así, estos mejoramientos en infraestructuras y
espacio urbano, junto con la promesa de empleo, legi-
timan estas políticas, presentándolas como beneficio-
sas “para todos”. En un video promocional de las
zodes, elaborado por Calidad de Vida, se pregunta
“cómo el desarrollo genera beneficios para todos”; y
se explica al vecino que las zodes son “áreas en las
que puedes vivir cerca de donde trabajas, rodeado de
servicios públicos para ti y tu familia con educación,
acceso a la salud, cultura y entretenimiento”18.
Cabe señalar que, la mayoría de las actividades
promovidas por las zodes en México y por los distri-
tos en Buenos Aires, forma parte de las denominadas
industrias creativas (cultura, arte, diseño, tecnología y
software). Como planteamos en el apartado anterior,
los supuestos del modelo de clusters, llevados al
plano de las ciudades creativas, derivan en una refor-
mulación que sostiene que, las actividades de este
tipo, pueden ser creadoras de empleo y de desarrollo
territorial, a través de aunar cultura y mercado. Como
vimos, subyace, a estos modelos, una concepción del
territorio como reservorio de recursos estratégicos –o
ventajas competitivas (Porter, 1995)–, entre los que se
destacan factores “blandos”, como la creatividad, el
conocimiento, el talento, la capacidad de aprendizaje,
el emprendedurismo, el patrimonio cultural y natural,
etc. Según estos modelos, entonces, los actores loca-
les deben reconocer y valorizar los recursos enraiza-
dos en el territorio para alcanzar el desarrollo, asocia-
do, ahora, a la competitividad del territorio (Caravaca
y Gonzalez, 2009; Caravaca et al., 2013). En ambas
políticas, aunque más fuertemente en la versión por-
teña, parece permear esta perspectiva:
Cuando pensamos el posicionamiento de Buenos Aires, y
tenemos una mirada holística de la ciudad, indefectible-
mente las dos cualidades que resaltan son la creatividad y
el talento. Por tanto, a la hora de pensar políticas que desa-
rrollen estas cualidades y sustenten una marca-ciudad que
diferencie a Buenos Aires, coincidimos en una estrategia:
fomentar aquellas industrias intensivas en conocimiento y
que emplean alto valor agregado. Las industrias creativas,
las del talento: la tecnología, la industria audiovisual, el
arte y el diseño.19
18 Video promocional titulado zodes beneficios, elaborado por Calidad de
Vida. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=bgekcksegyc
(Captura: 18/07/2018).
19 Nota escrita por Francisco Cabrera para el diario La Nación, “Buenos
Aires, talento y creatividad”, 26/10/2012. Disponible en: http://www.
lanacion.com.ar/1520757-buenos-aires-talento-y-creatividad (Captura:
15/12/2016).
Promover proyectos con origen en la creatividad indivi-
dual, la destreza y el talento, que contribuyan a dignificar
oficios populares, a fortalecer la economía creativa y
a fomentar la empresa cultural en campos estratégicos
(pgddf, 2013: 80).
En el supuesto que concibe al territorio como
recurso, cobran relevancia las características socio-
territoriales de cada uno de los barrios de ambas
ciudades. Así, vemos que las particularidades que
adoptan cada distrito y cada zodes, se articulan con
intervenciones previas, montándose incluso sobre
proyectos o espacios que fueron diseñados en ges-
tiones previas. Ésto se debe, tanto a la propia mate-
rialidad del espacio –como forma y contenido (San-
tos, 1996) –, como a las temporalidades extensas de
los procesos y las políticas que involucran a la ciu-
dad (Silvestri y Gorelik, 2000). Así, los distritos del
sur de Buenos Aires profundizan y extienden las
políticas de renovación urbana, que tienen lugar
desde fines de los años 1980, en los barrios del sur
de la ciudad (Gonzalez Redondo, 2018). En México,
en tanto, el Corredor Cultural Creativo y la Ciudad
Administrativa, proyectados en áreas centrales, se
articulan y tienen como antecedente las políticas
orientadas a repoblar y redensificar el centro conso-
lidado, implementadas por las sucesivas gestiones
locales desde los años 2000, luego de décadas de
expansión urbana (Bournazou et al., 2017; Delgadi-
llo, 2016).
En relación con esto último, cabe señalar el fuer-
te impulso que ambas políticas le dan al desarrollo
inmobiliario. En el caso de Buenos Aires, ésto se
plasma en una serie de beneficios impositivos para
quienes lleven a cabo emprendimientos inmobilia-
rios en las áreas de los distritos. En México, el
incentivo está dado por la flexibilización normativa
que habilita mayores alturas y cambio de usos. Asi-
mismo, en todas las zodes, se establece como obje-
tivo explícito, la ampliación de la oferta residencial
y el incremento de la densidad habitacional. Así, la
revitalización de las zonas “degradadas” se asocia a
la densificación y a la valorización inmobiliaria,
objetivos que aparecen explícitamente en los docu-
mentos urbanísticos de la Ciudad de México y Bue-
nos Aires, buscando “elevar el valor del patrimonio
inmobiliario de la ciudad”,20 en el primer caso, y
20 zodes ciudad del futuro. documento ejecutivo de difusión, p. 11.
41
achicar la brecha en los precios del suelo entre zona
norte y sur, en el segundo.21
Comentarios finales
A lo largo de este artículo comparamos dos políticas
urbanas proyectadas por gobiernos de distinto signo
político en dos ciudades metropolitanas de América
Latina. En ambas propuestas reconocimos muchas de
las premisas que subyacen a los modelos de clusters
y de economías creativas: la relación de causalidad
entre desarrollo económico y urbano; la asunción
acrítica del imperativo de la competitividad; el rol del
Estado como facilitador y creador del “clima de nego-
cios” y la concepción del territorio como fuente de
recursos, de “ventajas competitivas”. Ésto no resulta
casual. Como vimos, los modelos de clusters y de
ciudades creativas, han tenido una gran difusión
durante las últimas décadas, tanto en espacios acadé-
micos, como de gestión pública. En ambos casos, su
registro discursivo business and policy friendly y su
compatibilidad con el paradigma de la competitivi-
dad, en el marco del urbanismo neoliberal, contribu-
yeron a la popularidad de estas propuestas.
Siguiendo estas premisas, las zodes y los distritos
se presentan como propuestas para “atraer inversio-
nes” y así “desarrollar las áreas deterioradas” y resol-
ver el “desequilibrio territorial” de sus respectivas
ciudades. Ésto se sustenta en un movimiento discursi-
vo que presenta a las áreas “deterioradas” como
“zonas de oportunidad” para “desarrollar”. Bajo el
esquema del empresarialismo urbano (Harvey, 1989),
ambos gobiernos locales buscan crear un “clima de
negocios” a través de una amplia gama de estrategias,
que incluye beneficios impositivos y financieros;
mecanismos de articulación público-privada; flexibi-
lización de las normativas urbanas; e inversiones
públicas en el entorno barrial. De este modo, las áreas
“deterioradas” se convierten en “oportunidades”, en
espacios atractivos para las inversiones privadas,
minimizando los riesgos y garantizando su rentabili-
dad.
Sin embargo, vimos que la transformación del
“deterioro” en “oportunidad” asume formas particula-
res en cada propuesta. Por un lado, los beneficios e
incentivos ofrecidos, el marco legal y las estructuras
21 Ésto es una meta explícita del Modelo Territorial 2010-2020 elaborado
por el gcba.
42
institucionales difieren en cada caso. Por el otro, los
proyectos público-privados y el énfasis en el desarro-
llo inmobiliario son una constante en ambas políticas.
Asimismo, vimos que las particularidades que adop-
tan cada distrito y cada zodes, se vinculan con las
características socio-territoriales y las intervenciones
previas que fueron moldeando cada una de las áreas
involucradas. Mientras que los distritos profundizan
el proceso de renovación urbana de la zona sur de
Buenos Aires, las zodes se articulan con los proyec-
tos previos de repoblamiento de la ciudad consolida-
da. Ésto tampoco resulta casual. Como anticipamos,
las políticas adquieren diversas características y for-
mas en cada contexto local. Ésto se debe a la capaci-
dad del espacio para moldear los procesos que tienen
lugar en él, así como también, al proceso dinámico de
circulación de las políticas urbanas.
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At’n: Juanita Ramírez, Periférico Sur 8585º
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Yucatán, Facultad de Ciencias Antropológicas
Km 1 Carretera Mérida-Tizimin, Cholul, 97305 Mérida,
Yucatán, México. Tels: (999) 9300090 ext. 2225
Correl: temasantropologicos@gmail.com
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43
 eXPeDIeNTe
el desarrollo del campo de
la planificación territorial
colaborativa*
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Alejandra I. Monti**
D
urante la década de los años 1960 se inicia, en
América Latina, un proceso de creación y con-
solidación de subcircuitos académicos en el
campo de las ciencias sociales.1 Allí, la planificación
regional y urbana, se constituye como una de las disci-
plinas que, por su carácter novel, despliega, en la región,
una serie de esfuerzos vinculados a la generación de
mecanismos para su institucionalización a escala nacio-
nal y regional. Actores, instituciones académicas, orga-
nizaciones nacionales, regionales y supranacionales, y
el Estado, configuran un entramado complejo que fun-
ciona como plataforma para la emergencia, consolida-
ción e internacionalización de la planificación territorial
a escala regional.
En el contexto de la discusión sobre la circulación
de conocimientos y política urbanas en América Lati-
na, el presente escrito aborda los mecanismos de
consolidación de la planificación como disciplina en
el Cono Sur, desde una mirada centrada en las redes
académicas de dos centros: el Comité interdisciplina-
* Este trabajo forma parte del Proyecto Fondecyt Postdoctoral Nº
3170311, “Los centros del Cono Sur y la producción de saberes en torno
a la planificación y el desarrollo”, del cual, la autora es investigadora
responsable. Se agradece, al Fondecyt, el financiamiento otorgado. Los
avances expuestos en este artículo han sido discutidos con los académi-
cos Horacio Torrent y Gonzalo Cáceres, se agradecen las sugerencias y
observaciones realizadas.
** Pontificia Universidad Católica de Chile-Universidad Nacional de Rosa-
rio. Correl: montialejandra@gmail.com.
1 El periodo de estudio de este artículo se circunscribe a un proceso de
ampliación de la cooperación económica y técnica de los Estados Unidos
a América Latina en el contexto de la denominada Guerra Fría.
44
rio de Desarrollo Urbano2 (cidu) en Chile, y el Cen-
tro de Estudios Urbanos y Regionales (ceur) en la
Argentina, entre mediados de la década de los años
1960 y principios de los años 1970. Temporalmente,
la investigación se sitúa en el momento incipiente de
la consolidación de una red latinoamericana, en
donde todavía prevalece el ideal ilusorio del desarro-
llo como camino para la transformación estructural.
Si como afirma Karl Schlöegel, “la historia no se
desenvuelve sólo en el tiempo, también en el espa-
cio”(2007), Latinoamérica se constituye como “el”
espacio de esta indagación, no sólo porque entre fina-
les de los años 1960 e inicios de los años 1970, los
vínculos entre académicos locales es intenso, sino
porque, para la planificación, el cambio de escala se
constituye como un horizonte de posibilidad en sí
mismo.
La presente lectura se enmarca en una línea de
textos que, en los últimos años, han introducido la
renovación de los temas y enfoques referidos a la
disciplina en sede regional. Trabajos espacialmente
más amplios como el de Arturo Almandoz (2009)
ofrecen un diálogo entre instituciones académicas,
ideas disciplinares y vínculos estatales, en la región.
Adrián Gorelik, por su parte, avanza en la reconstruc-
ción de los “viajes del planning” en América Latina,
identificando dos ciclos: “una primera etapa de
2 En 1967, el Comité pasa a denominarse Centro interdisciplinario de
Desarrollo Urbano, aunque es recién después de la Reforma Universitaria
en Chile (1968) que se efectiviza y normaliza la nueva nomenclatura.
expansión de las nuevas modalidades de planificación
y pensamiento urbano de matriz anglosajona en la
región (…) y una segunda etapa de reemplazos de
aquellos paradigmas e instituciones por parte de un
campo latinoamericano de pensamiento que se radi-
caliza vertiginosamente”(Gorelik, 2017). Siguiendo
estos indicios, Guillermo Jajamovich (2015; 2017)
reconstruye la trayectoria de la financiación externa
en América Latina a partir del accionar de la Comi-
sión de Desarrollo Urbano y Regional (cduyr) en el
marco de la Comisión Latinoamericana de Ciencias
Sociales (clacso), en una relación que problematiza
su articulación con el medio norteamericano a partir
de las aristas de formación, financiación y vínculos
personales.
En esta línea, a partir de una lectura de los trabajos
colaborativos, los encuentros, las asesorías, la ense-
ñanza de posgrado y la participación activa en la
Comisión de Desarrollo Urbano y Regional (cduyr)
del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(clacso), el presente artículo avanza en la compren-
sión del pasaje, desde los intentos por la delimitación
del campo profesional en estrecha vinculación con el
Estado a escala nacional, a la construcción de alterna-
tivas de acción profesional, que encuentra en la con-
figuración de temas comunes y trabajos conjuntos, un
mecanismo de supervivencia frente a las inestables
condiciones políticas nacionales.
Con la incorporación de la planificación física a
las agendas de los gobiernos desarrollistas y la corres-
pondiente creación de organismos y oficinas, se visi-
biliza la necesidad de adecuación de los cuerpos téc-
nicos y la generación de nuevos profesionales.
Construida la demanda, los dos centros analizados
plantean apuestas diferenciadas, en parte por su pro-
pia génesis, pero, especialmente, por situarse en dos
estructuras políticas y universitarias específicas que,
como sostiene Beigel (2010), “repercutieron directa-
mente en la modalidad de institucionalización y en el
peso de lo privado dentro de cada estructura aca-
démica”.
Después de un derrotero institucional por univer-
sidades públicas argentinas, el ceur3 se radica defi-
nitivamente en un instituto ajeno a la estructura
3 Entre 1962 y 1965, el iprul funciona en la Universidad Nacional del
Litoral con sede en la ciudad de Rosario. Se da un conflicto por la recep-
ción de fondos para proyectos de investigación provenientes de la Fun-
dación Ford (ff) y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas.
Tras un breve paso por la Universidad de Buenos Aires (1965-1966) se
radica definitivamente en el instituto Torcuato Di Tella en 1966.
universitaria pública, como es el instituto Torcuato
Di Tella (itdt). El cidu, por su parte, se gesta en
1965 y comienza a funcionar un año después, dentro
de un convenio que tiene a la Pontificia Universidad
Católica (uc) y al Urban and Regional Development
Advisory Program in Chile (urdapic) de la Funda-
ción Ford (ff), como los principales protagonistas.
Esta diferencia se acrecienta en sus vínculos con las
oficinas estatales: mientras el ceur asesora al Con-
sejo Nacional de Desarrollo (conade), el Consejo
Federal de inversiones (cfi), ministerios provincia-
les y oficinas municipales, el cidu mantiene, desde
sus inicios, vínculos estrechos con la Oficina de
Planificación Nacional (odeplan) y el Ministerio de
Vivienda y Urbanismo (minvu), sumado a conve-
nios con comunas del área metropolitana de Santia-
go (La Reina, las Condes). Ambos escenarios, sin
embargo, plantean al desarrollo como camino para
la transformación estructural y sostienen una fe en la
ciencia y la técnica “desproblematizada de los posi-
cionamientos ideológicos” (Neiburg & Plotkin,
2004). Para el caso argentino, el devenir político va
a alternar entre gobiernos de facto y democracias,
con su correspondiente impacto en la continuidad de
las políticas científicas; mientras que, en Chile,
desde inicios de los años 1960 hasta 1973, la conti-
nuidad democrática va a permitir la programación
de los recursos y el estímulo a las universidades,
convirtiendo al país en la “Génova Latinoamerica-
na” (Robin & Terzo, 1972).
En este contexto, centrarse en “los sujetos y sus
respectivas identidades culturales y agencias políti-
cas” (Joseph & Spenser, 2008), posibilita comprender
el paulatino proceso de institucionalización de la
planificación en el Cono Sur, identificando un giro en
la circulación de las ideas y los sujetos, que transfor-
ma el sentido norte-sur en un vigoroso contacto sur-
sur como método de resistencia regional. La interna-
cionalización, en términos de Dezalay y Garth, un
fenómeno en donde, el “análisis conjunto de circuitos
y estructuras, junto con actores con intereses y dis-
posiciones específicas, son constituidos en espacios
nacionales y perfilan, tanto los espacios transnaciona-
les, como los procesos de circulación” (2017), va a
fomentar la ampliación de las zonas de contacto. La
metropolización de las urbes latinoamericanas se con-
vierte en el tema aglutinante, y la investigación y la
formación de “expertos” en el espacio de acción más
influyente, abandonando paulatinamente la preten-
45
sión “profesionalista” por un carácter de asesor-
experto.
Para dar cuenta de este proceso, el presente artícu-
lo aborda, en primer lugar, las condiciones de genera-
ción del cidu y su identificación como epicentro
regional de la confluencia disciplinar. A continuación
se presentan tres momentos de articulación entre el
cidu y el ceur: el primero, asociado a la presencia
del planificador argentino Jorge Enrique Hardoy
como asesor de la ff en 1965. Un segundo episodio
refiere al seminario organizado en Santiago (1967) en
donde, el proceso de urbanización de las metrópolis
latinoamericanas, adquiere relevancia como camino a
la construcción de una temática conjunta a escala
regional. El último momento, aborda un período más
amplio (1967-1972) de participación y cooperación
conjunta, referido a temas de formación y de investi-
gación, que se efectiviza con la presencia activa de
Alejandro Rofman y José Luis Coraggio en el cidu.
Finalmente, se avanza en una lectura conjunta de los
vínculos entre el cidu y el ceur, a fin de constatar la
consolidación de la red académica como espacio de
resistencia de la planificación regional de clave desa-
rrollista, destacando la nueva circulación de expertos
en sentido sur-sur.
El cidu como epicentro regional
En enero de 1965 se inician las gestiones para la crea-
ción de un centro de formación, asistencia técnica e
investigación en planificación regional y urbana en la
uc, con el apoyo institucional y financiero de la ff en
el marco del urdapic. Este programa (urdapic) era
un proyecto de cooperación financiera y técnica que
asesoraba, en materia territorial, al gobierno del
demócrata-cristiano Eduardo Frei Montalva. La con-
creción del cidu, durante el inicio del gobierno de
Frei, representa, por un lado, la adscripción de la ff al
programa político de la democracia cristiana, desde
un posicionamiento basado en la Revolución en
Libertad como slogan. En esta línea, la ff conforma,
en materia territorial, una sociedad con el Estado, que
daría sus frutos en dos áreas específicas: la moderni-
zación estatal de los programas de planificación
nacional (odeplan y minvu) y la formación de cuer-
pos técnicos capaces de llevar adelante el desarrollo.
Respecto de la labor de la ff en Chile, Peter Bell
sostiene que “… nuestra oficina se sintió comprensi-
blemente atraída por el enfoque liberal, tecnocrático y
46
reformista del gobierno demócrata cristiano... propor-
cionamos subvenciones para sus programas en educa-
ción y agricultura y en planificación regional y urba-
na” (Parmar, 2015: 190). Para el primer año de
funcionamiento, el programa de financiamiento de la
ff correspondía a 100.000 dólares.4
Pero la financiación de la ff, a un centro de entre-
namiento y asistencia técnica en planificación, no era
nueva en la región. Desde 1961, el Centro de Estudios
del Desarrollo (cendes, venezuela, 1961), el iprul
(argentina, 1962) y el instituto de Planeamiento de
Lima (ipl, perú, 1964), también contaban con su
apoyo. El cidu comienza a funcionar tardíamente
respecto de las experiencias latinoamericanas, condi-
ción que le permite re-formularse en función de los
aciertos y errores de los demás centros. En una carta
de 1968, Sergio Larraín (decano de la escuela de
arquitectura uc) reconstruye la genealogía de gesta-
ción del convenio, a partir de la superación de la
financiación del Programa de Equipamiento Comuni-
tario de la ff, iniciado en 1964, e incorporando la
discusión sobre la creación de un programa de inves-
tigación, docencia y asistencia técnica, vinculado al
desarrollo urbano (Larraín, 1968). En la contratación
de Ricardo Jordán,5 como Secretario Ejecutivo, sub-
yace una elección por la planificación para el desarro-
llo y por su futura inserción internacional, que, suma-
das a su experiencia en la burocracia estatal chilena
con las más contemporáneas líneas de acción de la
planificación fomentadas desde los programas supra-
nacionales, dan cuenta de un giro definitivo a las
ideas desarrollistas.
El cidu define sus objetivos a partir de “promover
y realizar programas de investigación interdisciplina-
ria orientados a la solución integral de los problemas
del desarrollo; ampliar la dotación del país de espe-
cialistas en planificación en relación a los diferentes
aspectos económicos, sociales y físicos, de este desa-
rrollo y, por último, proporcionar asesoría técnica
interdisciplinaria de alto nivel al Gobierno e institu-
ciones locales y regionales” (Fundación Ford & Uni-
4 Durante el primer año de funcionamiento, el presupuesto de la ff se
distribuyó en 60% para financiar investigación, 36% para salarios de
funcionamiento del Comité y 4% para adquisición de libros. Cabe desta-
car que los recursos financieros totales del cidu, durante el primer año,
fueron 127.665 dólares.
5 Recordemos que al momento de iniciadas las conversaciones, Jordán se
encontraba trabajando en México en la oficina de Naciones Unidades,
sumado a su previa experiencia en la Corporación de Fomento (corfo) y
como asesor en numerosos proyectos Latinoamericanos. Además, contaba
con estudios de posgrado en los Estados Unidos en el área de la economía.
versidad Católica de Chile, 1965: 14). Éstos articulan
investigación y enseñanza, con la idea de convertirse
en un centro que redefina los vínculos entre Universi-
dad y Estado y, desde allí, aportar a la configuración
de un nuevo esquema de planeamiento que vincule, la
modernización burocrática y el sistema de planifica-
ción nacional, con la investigación y el desarrollo de
las nuevas ideas de la planificación desde una pers-
pectiva interdisciplinaria.
La contratación del planificador argentino, Jorge
Enrique Hardoy, como asesor por parte de la ff, días
despúes de su desvinculación del iprul en Rosario,
permite incorporar, al convenio, experiencias regio-
nales de centros análogos y, desde allí, discutir las
líneas de acción del futuro centro. La presencia de
John Friedmann, como director del urdapic, se cons-
tituye en un eslabón central de la definición del cidu,
que sumado a su futura actividad de docencia e inves-
tigación, van a marcar, durante los primeros cuatro
años de funcionamiento, las líneas teóricas del centro.
En la tensión, entre el imaginario de Friedmann y la
asesoría de Hardoy, se plantea el primero de los tres
momentos de redireccionamiento del accionar de los
planificadores.
Tres momentos
1965, Jorge Enrique Hardoy en Santiago
Entre el 5 y 8 de julio de 1965, Jorge Enrique Hardoy
viaja a Santiago, contratado por la ff. Su labor de
asesoría consistió en realizar recomendaciones para un
centro de formación, investigación y asistencia técnica
en materia territorial y urbana, para Chile. La visita de
Hardoy se presenta en un momento en donde todavía
era posible ajustar puntos del convenio, en particular,
los referidos a la organización institucional. Por otra
parte, su viaje se realiza en un período de transfor-
mación de su trayectoria como gestor académico. La
labor en el iprul, en Rosario, le otorgaba experiencia
en el campo regional, por la dirección de un centro que
compartía los objetivos con la propuesta chilena y en
sintonía con las recomendaciones de la Misión de la
Sociedad interamericana de Planificación6(siap,
6 El documento de la Misión, organizada por la Sociedad interamericana
de Planificación, plantea la dirección que debe tomar la planificación
regional y urbana en América Latina, particularmente, en lo referido a la
configuración de centros de formación en vinculación con las estructuras
universitarias existentes, el renovado carácter interdisciplinario y los
objetivos de enseñanza, investigación y asistencia técnica de la planifi-
cación para el desarrollo.
1961). Para la fecha de su arribo a Santiago, el iprul
había comenzado su desmantelamiento, producto de
un conflicto interno referido al origen de los fondos
destinados a subvencionar proyectos de investigación,
dando cuenta de que, la discusión sobre el interés en
los subsidios, traspasa las fronteras nacionales y se
constituye como un tema de debate al interior de las
ciencias sociales.
La importancia de la presencia de Hardoy, en
Chile, radica en que es el único asesor externo contra-
tado, sumado a que sus credenciales internacionales y
su actividad como director de un centro, le otorgaban
un reconocimiento en el medio latinoamericano que
contaba, además, con el aval del socio local: la ff.
Su agenda contempló reuniones con miembros de
la ff, directivos de la Universidad y gestores institu-
cionales. Las propuestas se organizan en tres nive-
les: a nivel institucional, recomienda desvincularse
de la Escuela de Arquitectura y depender directa-
mente del rectorado de la uc, con el objetivo de
ganar en autonomía operativa; a nivel organizativo
interno, propone la ampliación de las designaciones
full time para estabilizar la planta docente; por últi-
mo, y frente al diagnóstico deficitario de la capaci-
dad profesional de planificadores regionales y urba-
nos de Chile, avanza en un enfoque que distingue la
formación de investigadores de la formación de
profesionales especialistas y de técnicos. En este
último punto, Hardoy introduce una innovación
frente al iprul, diferenciando no sólo perfiles profe-
sionales, sino, también, la necesidad de incorpora-
ción de la investigación básica y aplicada vinculada
a los trabajos de asistencia técnica.
La lección sobre la experiencia argentina, y la
excepcionalidad de su presencia en Chile, contrastan
con algunas de las ideas de Friedmann respecto al
futuro centro, particularmente, la definición de mode-
los a observar, centrados en los Estados Unidos,7 a
excepción del centro venezolano y el de Hardoy en
Buenos Aires. Cuando en 1961, Friedmann inicia el
trabajo en Venezuela desde el mit (Friedmann & Joint
Center for Urban Studies, 1966), los actores del
cendes son considerados como referentes locales de
7 En la carta del 4 de agosto de 1965, Friedmann sugiere el viaje de estu-
dio de Ricardo Jordán “to visit some of the principal centers of urban
research in the hemisphere e.g., Harvard-mit Joint Center, University
of Chicago, Syracuse University, Resources for the Future, University
of California-Berkeley, Washington University, University of Pennsyl-
vania, Pittsburg University, cendes-Caracas, and Hardoy´s Center in
Buenos Aires” (Friedmann, 1965).
47
la investigación,8 identificando una cercanía que per-
mite comprender su recomendación como modelo a
escala latinoamericana. La presencia del centro argen-
tino tiene un origen diferente: indudablemente el
conocimiento de Friedmann, sobre el “centro de Har-
doy”, surge en los días posteriores a su visita y en un
clima de indefinición sobre su futuro institucional.
A pesar de las referencias latinoamericanas, en un
continente que, desde 1961, había comenzado a con-
formar centros referidos a la planificación regional y
urbana, Friedmann apuesta por el mundo norteameri-
cano como modelo, tal vez por simple conocimiento
o tal vez por convicción, tensionando ineludiblemen-
te los referentes al mundo anglosajón. En este senti-
do, la presencia de Hardoy en el cidu, como asesor de
la ff, difícilmente sea para consolidar un circuito que
se despoje de la referencia norteamericana, más bien,
en plena crisis en la Argentina, frente a un tema can-
dente como la recepción de fondos externos, la aseso-
ría de Hardoy podría servir como referente para la
consolidación de un centro en el Cono Sur.
Tampoco fue posible rastrear vínculos entre Har-
doy y Larraín, Eyhéralde o Jordán con anterioridad a
su visita, él mismo expresa: “I met Ricardo Jordán
for the first time in Chile. I am not personally
acquainted with his technical or scientific publica-
tions but I know he is widely respected and has a solid
reputation” (Hardoy, 1965).9 Esta condición permite
ubicar, a la visita de junio de 1965, como un aconte-
cimiento iniciático de una posterior cadena de colabo-
raciones personales e institucionales entre el cidu y el
ceur.
Segundo momento:1967, la elección de los temas
comunes
Entre el 17 y el 19 de abril de 1967, se realiza, en la
ciudad de Santiago, el Seminario sobre Urbanización
como Campo de Investigación en la Ciencias Socia-
les, bajo el auspicio del cidu y la contribución finan-
ciera del Banco interamericano de Desarrollo (bid).
Ricardo Jordán formaliza las palabras inaugurales, en
donde sostiene que, “el proceso de urbanización es
evidentemente y la historia lo demuestra, una variable
8 Friedmann menciona a los integrantes del cendes, Jorge Ahumada, Luis
Lander y Eduardo Neira, en los agradecimientos del libro.
9 “Conocí a Ricardo Jordán en mi visita a Chile. No estoy personalmente
familiarizado con sus publicaciones científicas o sus trabajos técnicos,
pero sé que es ampliamente respetado y tiene una sólida reputación”.
Traducción del autor.
48
de extraordinaria importancia en el desarrollo y un
elemento básico de la modernización de las estructu-
ras sociales”(Jordán, 1967: 01). Esta afirmación plan-
tea un plano común de debate a escala regional, defi-
niendo a la ciudad y la urbanización como “una
entidad capaz de generar cambios, sin los cuales, el
crecimiento económico logrado no podría haberse
dado y los planteamientos de desarrollo e integración
a futuro, son imposibles” (Jordán, 1967: 02). Los ini-
cios de la investigación en el cidu se constituyen
como la base para la organización del Seminario,
haciendo un llamado de cooperación al debate a acto-
res latinoamericanos y norteamericanos que, desde
los centros u organismos supranacionales, abordarán
el problema de la urbanización en estas latitudes.
El Seminario se constituyó como una plataforma
de discusión regional que contó con la participación
de cincuenta10 planificadores provenientes de centros
de investigación y universidades de América Latina,
organismos supranacionales, oficinas públicas de
Chile e instituciones profesionales. En este escenario,
la presencia de los argentinos Oscar yujnovsky, Ale-
jandro Rofman y Mario Robirosa, comienza a conso-
lidar vínculos más prolíferos entre los actores del
cidu y el ceur. yujnovsky es invitado como exposi-
tor, y presenta una lectura que utiliza como título el
tema convocante. Su propuesta delinea un programa
de investigación en términos teóricos y metodológi-
cos para los países “subdesarrollados”, enfatizando
“el peligro que significan en tanto sean trasplantes
acríticos de teorías elaboradas para otros contextos”
(yujnovsky, 1967: 2). Esta matriz de pensamiento,
que avanza en las implicancias de la urbanización, en
relación a los procesos de modernización e industria-
lización, es entendida con respecto a su localización
internacional y dentro de los sistemas nacionales y
regionales de planificación, asumiend666o a la urba-
nización como un proceso dependiente de otras varia-
bles estructurales y no como un valor que, en sí
mismo, genera desarrollo. yujnovsky plantea una
serie de temas-problemas que pretenden “que el
esfuerzo de las investigaciones en todos los campos
de las ciencias sociales, se vuelquen hacia la determi-
nación de los factores estructurales que traban el
10 Entre las pertenencias institucionales de los participantes se destacan
el cendes, el iep, el ceed, la cepal, el ilpes, naciones unidas, desal,
flacso, bid, fundación ford (urdapic), odeplan, universidad católica,
universidad de chile, municipalidades, insora, minvu, cormu y el
cidu.
desarrollo”(yujnovsky, 1967: 28). Así, el rol histórico
de las ciudades, las migraciones rurales-urbanas, los
vínculos entre planificación y Estado, la propiedad de
la tierra y los costos de la urbanización, se constitu-
yen como ejes de una nueva agenda de investigación
para los países latinoamericanos que “aportará al
conocimiento más profundo de nuestra realidad, per-
mitiendo la identificación de aspectos más salientes
del proceso de urbanización, sus causas y consecuen-
cias y la elaboración y experimentación de nuevos
métodos y técnicas” (yujnovsky, 1967: 31).
Esta propuesta evidencia la sintonía de los
planteos que, meses después, se van a concretar con
la cduyr de clacso, dando inicio a una frecuente
relación de intercambios entre centros. De esta
forma, la necesidad de conformar una mirada
latinoamericana de los problemas de la urbanización,
adquiere una primordial importancia, que asume la
maduración de las trayectorias de los investigadores
y los centros, para enfrentar el tema del atraso
estructural como una mera condición temporal que,
bajo ciertas recetas internacionales, va a despegar
igualando a los países avanzados.
Tercer momento:1967-1972, la consolidación de los
vínculos cidu-ceur
Cuando en 1967 se presentan los primeros borradores
de la cduyr,11 en el marco clacso, se inicia, en Amé-
rica Latina, un nuevo período de las redes de planifi-
cadores regionales y urbanos que, a diferencia de la
Sociedad interamericana de Planificación (siap),12 se
articulan en función de los centros como unidades de
acción por encima de los individuos. Sin adentrarnos
en los términos institucionales, organizativos y finan-
cieros de la cduyr, cabe recordar que ésta tomó como
sede al cidu para su coordinación, designando a Gui-
llermo Geisse como secretario y apoyado por Ricardo
11 Para el momento de inicio de la cdryu, los centros pertenecientes son:
ceur, Argentina; instituto Brasileño de Administración Municipal
(ibam), Brasil; Centro de investigaciones para el Desarrollo (cid),
Colombia; Centro interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional
(cidu), Chile; Centro de Estudios Económicos y Demográficos
(ceed), México; instituto de Estudios Peruanos (iep) y el instituto de
Planeamiento de Lima (ipl), Perú; Centro de Estudios del Desarrollo
(cendes) y el instituto de Urbanismo de Facultad de Arquitectura de la
Universidad Central de Venezuela, ambos en Venezuela.
12 La siap se constituye legalmente en 1957, radicando la sede de su
Secretaría General, en la ciudad de Puerto Rico hasta el año 1971.
Jordán13 y Jorge Enrique Hardoy. Es el propio Hardoy
quien, en 1969, reconoce que la actividad de la cduyr
se sustenta en la “integración basada en la mutua coo-
peración y en la más coordinada utilización de sus
recursos”(Comisión de Desarrollo Urbano y Regio-
nal, 1969); esta idea se encuentra presente en los ini-
cios, identificando que se “prestarán servicios mutuos
los centros para el entrenamiento de recursos huma-
nos de diferentes niveles y bajo un programa regional
permanente de educación superior”(Comisión de
Desarrollo Regional y Urbano, 1968). Si la coopera-
ción en la formación va a ser una de las claves del
accionar, la definición de Programas de investigacio-
nes locales comparables, va a constituirse como la
segunda acción conjunta definida en la Reunión de
Lima en octubre de 1968. Allí se precisan los “temas
de investigación nacionales de interés regional, meto-
dologías que permitan el análisis comparativo de
resultados y las formas de colaboración inter-centros
que garanticen niveles de rigor científico de acepta-
ción general”(Geisse, 1968: 12).
Frente a estas formulaciones, la existencia de con-
venios inter-centros, comenzaba a desplegar una
nueva forma de operar que se afianzaba con los inter-
cambios docentes y de alumnos, sumados a trabajos
de investigación conjunta. En este escenario, para
finales de 1967, los vínculos institucionales entre el
cidu y el ceur, eran cada vez más frecuentes, así
como también, los cruces entre las principales figuras
de cada centro. Si Hardoy14 mantenía sus relaciones al
nivel de gestión, Alejandro Rofman formó parte del
Convenio docente cidu-ceur, impartiendo cursos y
seminarios en el “campo de Ciencias Regionales, que
a la fecha el cidu no había desarrollado suficiente-
mente en su curso regular de post-grado”(Comisión
de Desarrollo Urbano y Regional, 1968b). Esta tem-
prana formalización de los vínculos docentes, se com-
plementó con la integración del arquitecto chileno,
Julio Silva Torres, en 1968, al segundo año de los
cursos de formación del ceur.
En 1968, la propuesta de intercambios auspiciada
por clacso, para el próximo bienio, ascendía presu-
13 Para 1967, Ricardo Jordán ejercía la dirección del cidu a través de su
cargo de Secretario Ejecutivo, mientras que Guillermo Geisse era el
Director Académico. Hardoy en Argentina, continuaba con la dirección
del ceur radicado definitivamente en el instituto Torcuato Di Tella
(cidu, 1967).
14 En 1966, Hardoy asume la presidencia de siap por dos períodos
consecutivos (1966-1968/1968-1970), sumado a la continuidad de la
dirección del ceur.
49
puestariamente a tres viajes (Comisión de Desarrollo
Urbano y Regional, 1968b); sin embargo, sólo se
formalizan dos visitas del economista del ceur, José
Luis Coraggio, para el dictado del Seminario Teoría
Económica Regional (Chellew, 1970). Este bienio se
caracterizó por la ampliación de las actividades de
formación y el inicio de “un campo de investigación
de interés común para ser realizadas independiente-
mente, pero susceptibles de ser comparadas en cuanto
a su análisis y resultados” (Comisión de Desarrollo
Urbano y Regional, 1968a). En esta línea, las activi-
dades de formación realizadas por Coraggio fueron
complementadas con su participación en la línea de
investigación denominada “Desarrollo de Regiones
Metropolitanas”, particularmente en los inicios de la
investigación sobre la Macro zona Central de Chile
(mzc),15 que el cidu llevó adelante desde 1969 y que,
posteriormente, se va a encuadrar en un convenio de
investigación con odeplan.
Entre 1970 y 1972, las relaciones entre el cidu y
el ceur, se consolidan a la luz del desarrollo de la
cduyr. A la organización conjunta del seminario
“Sistema Político y Urbanización”, con sede en la
ciudad de Santiago, se le suman una serie de cursos
dentro del programa de “Planificación Regional para
el Desarrollo”, que incluía la participación del ilpes
y los aportes de Naciones Unidas, además de los dos
centros. En este contexto, Coraggio dicta un curso
sobre “Economía Regional”, mientras Rofman realiza
“Economía de la Formación Social Argentina” y “La
Formación Regional de América Latina”. Esta cola-
boración queda plasmada, también, en el proyecto de
la Revista Eure, órgano de difusión de la Comisión,
en donde la presencia de Guillermo Geisse, con Luis
Lander (Venezuela) y Alejandro Rofman en el Comi-
té Directivo, sumado a Jorge Enrique Hardoy en el
Consejo Editorial junto a John Friedmann y Ralph
Gakenheimer, evidencia la preponderancia de los
actores de estos dos centros.
Sin entrar en detalles sobre la revista, su primer
número16 evidencia esta asociación cidu-ceur, a par-
tir del texto “Áreas metropolitanas y desarrollo nacio-
nal” de Geisse y Coraggio, el aporte del economista
15 Los primeros avances de la mzc se establecen a partir de un convenio
entre el cidu y cepla en 1969. A partir de 1970, el cidu es contratado
por la Oficina de Planificación Nacional odeplan según decreto de
Hacienda Nº 131 de fecha 16 de enero de 1970 y el decreto 417 de fecha
22 de febrero de 1971.
16 En el primer número se publican los resultados del Seminario de Macro
Zona Central de Chile organizado por el cidu en 1970.
50
chileno Osvaldo Sunkel con el texto “Desarrollo,
subdesarrollo, dependencia, marginación y desigual-
dades; hacia un enfoque totalizante”, el escrito de
Alejandro Rofman “Un caso de desarrollo industrial
no planificado” y, por último, John Friedmann con
“Algunos problemas de política de urbanización de la
región capital de Chile”, demostrando la centralidad
que adquiere la consolidación de temas comunes de
investigación y la articulación entre los actores de
ambos centros.
El trabajo conjunto como alternativa profesional
Con la formalización de los trabajos de colaboración
dentro de la órbita de la cduyr se consolida, en Amé-
rica Latina, un espacio de actuación para los planifi-
cadores regionales y urbanos que, frente al deterioro
de las condiciones nacionales, encuentran en la
región, un espacio para la consolidación de ideas y
metodologías de trabajo vinculadas a la planificación
en clave desarrollista.
Los actores del ceur son exponentes de este pro-
ceso, ya que, muy tempranamente, vislumbran al
cidu como un espacio de acción que materialice los
vínculos, entre Universidad y Estado, desde una
nueva perspectiva de trabajo asociada a la colabora-
ción con unidades de planificación a escala nacional,
regional y urbana.
Parte de esta interpretación se presenta como resul-
tante del devenir institucional del ceur, dentro de las
estructuras universitarias argentinas, en un contexto de
paulatina desaceleración de la inversión en ciencia y
técnica. Desde 1966, el ceur abandona su voluntad de
formar profesionales para el Estado (Monti, 2014),
dando paso a la configuración de un posgrado de fuer-
te impronta regional, en donde la valoración crítica de
las realidades locales son estudiadas desde y para Lati-
noamérica. En este escenario, las relaciones con el
cidu, son un camino hacia la internacionalización de la
disciplina a escala regional, en un clima político fago-
citado por la efervescencia y conjunción de los víncu-
los entre planificación y las ideas del gobierno de Frei,
que convierten a Chile en un destino en el que, la
transformación bajo condiciones de garantía de las
libertades individuales, era posible.
Esta generación de nuevas zonas de contacto, pro-
ducto de trayectorias análogas y de espacios de traba-
jos y asociaciones profesionales que aglutinan a los
planificadores a escala regional, se consolida a finales
de la década como lugares de trabajo alternativos.
Allí, la circulación de las ideas abandona el clásico
sentido interpretativo norte-sur para dar paso a la con-
solidación de una red regional, cuyos nodos se conso-
lidan a partir de la colaboración en la formación de
expertos y en la definición de temas comunes que
habiliten los intercambios y la comparación entre
realidades locales, centrando la atención en los proce-
sos de urbanización de las ciudades latinoamericanas.
Así, la cduyr oficia como un paraguas para la
acción de los centros, orientando sus funciones a la
“maximización de los recursos humanos y financieros
de ambas instituciones y a experimentar una nueva
concepción de trabajo que permita establecer patrones
de comparación” (Jordán & Hardoy, 1967). Pero,
¿por qué las articulaciones entre Argentina y Chile
son tan prolíferas en estos años? La comisión explica
que, la cercanía territorial y los bajos costos de trasla-
do, constituyen un aliciente para el trabajo conjunto,
identificando que el programa cidu-ceur “introduce
una escala regional internacional a las actividades de
los Centros y puede resultar una experiencia valiosí-
sima para una futura organización más amplia” (Jor-
dán & Hardoy, 1967). Sin embargo, esta afirmación
no explica las asimetrías entre los viajes realizados
por unos y otros, siendo que, en su gran mayoría, son
los planificadores argentinos los que trabajan en
Chile. Se afirma así, que la propia estructura de
soporte del cidu (institucional, financiera y sus vín-
culos con el Estado), le otorga una mayor posibilidad
Cahiers des Amériques Latines Nº 85
Ventas y suscripciones: Université Sorbonne
Nouvelle-Paris 3, Institut des Hautes Études de
l’Amérique Latine (iheal), Fondation Maison des
Sciences de l’Homme, 18, rue Robert-Schumann, CS
90003, 94227 Charenton-le-Pont Cedex, Francia
Tel: 0144398687. Correl: abonnement@msh-paris.fr
Página: http://www.lcdpu.fr
de trabajo y proyección a futuro; pero, como final-
mente muestran los sucesos de septiembre de 1973,
este modelo de instituto no fue ajeno a las realidades
latinoamericanas y a la impronta de la violencia insti-
tucional que atravesaron nuestros países.
Sin embargo, casi de manera premonitoria, la cons-
trucción, en este primer período, de nuevas geografías
de producción de conocimiento, tensionaron las fronte-
ras nacionales en pos de la construcción de lo regional
como espacio de trabajo. De esta forma, se da paso al
reconocimiento de las semejanzas, en donde los proce-
sos de urbanización, de metropolización, y el control
de la tenencia de la tierra, se constituyen en temas
centrales de la construcción de la agenda territorial
latinoamericana; ya no desde una perspectiva externa,
sino como una realidad particular que debe ser estudia-
da y explicada a partir de sus propias lógicas.
Si analizamos las producciones de estas redes a
escala regional, frente a las incidencias de los centros
en los propios países, nos enfrentamos a un desplaza-
miento, que más tarde (Chile) o más temprano
(Argentina), termina por convertir, a los planificado-
res de estos centros, en expertos latinoamericanos,
productores de conocimiento, metodologías y teorías,
pero con muy poca praxis en el terreno.
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Venta y suscripciones: El Colegio Mexiquense
ExHacienda Santa Cruz de los Patos, 51350
Zinacantepec, Estado de México
Tel: (722) 2180100, 2799908 ext. 183
Fax: (722) 2799908 ext. 200. Correl: est@cmq.edu.mx.
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Víctor Delgadillo y Olimpia Niglio. Patios de la arquitectura doméstica, EdA Esempi

di Architettura, Aracne Editrice, 2018
El patio es un elemento protagónico e histórico en la arquitectura y el urbanismo de
diversas culturas, que aún caracteriza a grandes, densos y compactos conjuntos de (los
centros de) muchas ciudades latinoamericanas, islámicas y de la Europa mediterránea.
Durante siglos, el patio ha sido el elemento ordenador de espacios habitables diversos,
es el corazón de muchos edificios públicos y privados, que puede estar vacío o tener una
fuente, bancas, algunos árboles, un jardín, hortaliza o huerta. Pero el patio no es sólo un
espacio central en una tipología arquitectónica, sino que ha sido el protagonista, duran-
te largos periodos de la historia, de algunas culturas como la egipcia, mesopotámica, griega, teotihuacana
y romana. De tal forma, que es inseparable pensar el islam andaluz o la colonia hispanoamericana sin las
casas de patios. En América Latina, el principio ordenador del patio, en la arquitectura civil y religiosa, se
repite en escala urbana: la plaza mayor, delimitada por arcadas y edificios públicos profanos y religiosos,
es el patio de la ciudad; mientras que las plazas de los barrios son los patios públicos de cada vecindario.
La arquitectura de patios es un modelo de edificación, unitario, versátil y original, que, en el transcurso de
siglos, se repite y recrea a partir de tres elementos arquitectónicos básicos: un espacio vacío, el patio,
delimitado por arcadas o galerías (ambulatorios con o sin columnas, arcos o corredores techados) en uno,
dos, tres o los cuatro lados del patio, en torno al cual, se agrupan las crujías y habitaciones. Un cuarto
elemento de composición, a partir de mediados del siglo xix, lo constituyen las escaleras, cada vez más
protagónicas, que adoptan un carácter escultórico al centro de los patios. La combinación de estos simples
elementos, con las diferentes soluciones adaptadas a los diferentes climas (cubiertas, portales y relación
de aberturas y macizos) y a los materiales regionales (madera, piedra, adobe, cantera y tejas), brindan una
enorme diversidad en soluciones arquitectónicas excepcionales.

52
 sIN LÍMITe
desde la informalidad hacia la
masividad del mercado
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Ximena Amarilla*
Javier Ruiz-Tagle**
E n un contexto latinoamericano de amplios
déficits habitacionales en los años 1990, Chile
logró, excepcionalmente, aumentar la produc-
ción de viviendas y reducir el déficit a través de un
sistema de subsidios. Este modelo se extiende a otros
países, ya que las grandes agencias internacionales
(Banco interamericano de Desarrollo-bid, usaid1) lo
tildan de “buena práctica”, por la provisión desde el
mercado privado, la focalización y la transparencia
(Gilbert, 2002). Esta política planteaba una función
subsidiaria del gobierno y la participación del sector
privado, controlando la intervención y las tipologías
de vivienda (Rodríguez & Sugranyes, 2004). El
modelo se sintetiza en la fórmula abc: ahorro del
beneficiario, bono (subsidio) del Estado, y crédito de
la banca privada. Todo ésto, acompañado de un siste-
ma de focalización que prioriza la vulnerabilidad
social de los beneficiarios. Sin embargo, desde finales
de los años 1990, aparecen las críticas por los proble-
mas de calidad material y localización, insatisfacción
residencial, competencia entre postulantes, la relación
del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (minvu) con
el sector privado y la utilización de la vivienda como
mercancía (Rodríguez & Sugranyes, 2004). Así, el
sistema ha ido mutando en el tipo de producto ofreci-
* Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: mxamari-
lla@uc.cl.
** Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico:
jaruiz-tagle@uc.cl.
1 Agencia estadounidense para el desarrollo internacional.
do y en la modalidad de gestión. Pero, a pesar de los
cambios en los últimos 15 años, la esencia de la polí-
tica y su sistema de financiamiento, no se han modi-
ficado; continuando la producción masiva con bajos
estándares, créditos hipotecarios con alto endeuda-
miento, orientación a grandes constructoras e inmobi-
liarias, y una localización periférica (Rivera, 2012).
Por su parte, la política habitacional paraguaya se
ha construido de manera discontinua, despojando a
los más pobres, y favoreciendo la concentración de
tierras (Flores, 2010). Ni la ciudad formal ni la infor-
mal, consideran lineamientos urbanísticos, económi-
cos, sociales y ambientales, debido a la escasa articu-
lación entre políticas. La masividad de los
asentamientos informales es el principal resultado de
esto. A inicios de los años 1990, Paraguay recibe un
préstamo del bid para implementar un sistema de
subsidios, iniciando la adopción del modelo chileno,
a través del Consejo Nacional de Vivienda (conavi),
que atiende la problemática habitacional. A finales de
los años 1990, la reestructuración del Estado provocó
la casi desaparición del conavi, lo que debilitó su
accionar en la administración del préstamo. Así, la
primera movilización del modelo chileno, fracasa. En
2006, se inicia formalmente la cooperación con el
minvu chileno. En 2010, se reemplaza al conavi por
la Secretaría Nacional de Vivienda y Hábitat (senavi-
tat), con el objetivo de disminuir el déficit habitacio-
nal. Se crea el Fondo Nacional de Vivienda Social
(fonavis), con una gestión orientada al mercado,
53
implementando el sistema de subsidios, y reinventan-
do la movilización del modelo chileno. En 2011,
delegaciones de senavitat, viajan a Santiago para
interiorizarse en la política habitacional, y se definen
áreas de cooperación, traspaso de conocimientos y de
productos (Siclari, 2015). Hacia estos últimos años, la
senavitat ha aumentado la producción de viviendas
sociales, con prioridad para grupos organizados y
fortaleciendo la regularización de asentamientos
informales. Así, la re-adopción del modelo chileno ha
logrado reducir el déficit cuantitativo con aumentos
en productividad.
El presente artículo intenta profundizar sobre las
relaciones entre los agentes sociales locales e inter-
nacionales, las instituciones, el territorio y los cir-
cuitos de conocimiento, en el paso de la urbaniza-
ción informal en Paraguay, al diseño, la
transformación e implementación del subsidio a la
chilena. Este análisis se hace desde la perspectiva de
la movilización, ensamblaje y mutación de políticas
(Peck y Theodore, 2010), identificando los ajustes
respecto al modelo chileno, las respuestas al contex-
to local, y la solución a problemas existentes del
modelo original. Así, éste se presenta como un
importante caso de movilización de políticas urba-
nas en Latinoamérica. Se utilizó, aquí, una estrategia
metodológica mixta, mediante análisis de documen-
tos y fuentes secundarias, y 11 entrevistas a agentes
clave de instituciones paraguayas (ej. senavitat),
chilenas (ej. minvu) e internacionales (ej. bid). La
investigación se dio a través de dos aproximaciones,
una historiográfica y una relacional. El estudio his-
toriográfico se enfocó en la problemática habitacio-
nal de Paraguay, considerando aspectos sociopolíti-
cos e institucionales, y cruzado por los procesos de
movilización de la política: un primer proceso desde
1992 y un segundo desde 2003. Por otra parte, el
estudio relacional se enfocó en el proceso de movi-
lización, ensamblaje y mutación de la política habi-
tacional, basado en un seguimiento de políticas y
estudio de sitios y situaciones de creación de políti-
cas (McCann y Ward, 2012). Ésto, a través de entre-
vistas, análisis de discursos y documentos. Para ello,
se tomaron en cuenta aspectos como el reconoci-
miento de ‘buena práctica’, la diseminación del
modelo chileno, los mediadores, la difusión del
modelo, los cambios y la adaptación, y la influencia
en el contexto paraguayo. El análisis de fuentes
secundarias, se basó en los Censos 1992, 2002,
54
2012, informes y documentos institucionales nacio-
nales e internacionales, entre otros.
Marco teórico
Tres temas tienen especial relevancia para este estu-
dio: la informalidad latinoamericana, las políticas
habitacionales, y la movilización de políticas. Según
Herzer et al. (2008), la informalidad refiere a la
manera en que, quienes no logran ingresar al sistema
económico, resuelven la relación capital-trabajo.
Desde el punto de vista residencial, ésto ha sido un
factor detonante para el crecimiento y densificación
de gran parte de las ciudades latinoamericanas (Fer-
nandes, 2011). La informalidad residencial se explica,
a nivel general, por el lento crecimiento económico
(que implica una baja demanda efectiva) y el acelera-
do crecimiento demográfico, en donde, la limitada
provisión desde el Estado, agudiza la precariedad.
Clichevsky (2000) plantea que, lo informal, constitu-
ye lo no integrado a lo considerado convencional. La
irregularidad, a su vez, corresponde a la forma física
del espacio ocupado que cumple patrones no recono-
cidos por ley, pero que, usualmente, son aceptados. y
la ilegalidad apunta a procedimientos de ocupación
de tierra que no obedecen a normas de tenencia. En
definitiva, la expansión y consolidación, de parte
importante de las ciudades latinoamericanas, se puede
entender como un producto de la lógica informal de
ocupación socialmente aceptable, en que los hogares
habitan de forma ilegal, y construyen de forma irregu-
lar (Torres, 2016).
Entre las causas de la informalidad se puede
encontrar: la sistémica incapacidad estatal de proveer
vivienda, la falta de aplicación de normativas urba-
nas, la especulación de suelos, la tradición elitista de
planificación latinoamericana, la inversión pública
inadecuada en infraestructura urbana, el clientelismo
político, y la burocracia del sistema de gestión de
suelos (Canestraro, 2013; Fernandes, 2011). Algunos
impactos de la informalidad son la exclusión y segre-
gación espacial, la vulnerabilidad política frente al
clientelismo, los costos económicos para la ciudad, la
degradación medioambiental, y las condiciones sani-
tarias inadecuadas (Fernandes, 2011). Dos tipos de
intervenciones se plantean para el paso desde lo infor-
mal a lo formal: prevenir el establecimiento de nue-
vos asentamientos informales, y resolver las deficien-
cias de los ya existentes. Las prácticas tradicionales
latinoamericanas se han reducido a la regularización,
con la entrega de títulos de dominio (Fernandes,
2011). Pero estas políticas, muchas veces, agravan el
problema, ya que producen un incentivo indirecto a la
producción informal de vivienda y suelo (Smolka,
2003). En resumen, no sólo se construye informal-
mente, sino que, se desarrollan prácticas informales
de planificación y gobernanza, lo que representa el
problema de Paraguay para recibir y asimilar la polí-
tica chilena, como veremos más adelante.
Ante el problema de la vivienda, las políticas habi-
tacionales buscan contribuir al acceso a residencias
asequibles, y generalmente, se enfocan en los grupos
más pobres. Ésto se da a través de subsidios para el
desarrollo privado de vivienda social, o con la cons-
trucción y mantención directa del Estado. Así, los
tipos de política varían según los regímenes de bien-
estar, variando desde provisiones desde el mercado y
estímulos a la propiedad, hasta provisiones estatales
directas con énfasis en el arriendo (Clapham, 2010).
En el Sur Global, la mayoría de las viviendas asequi-
bles son autogestionadas o autoconstruidas con asis-
tencia, y en promedio, menos de 10% del parque de
viviendas, es público (Smets et al., 2014). En la gran
mayoría de estos países, los gobiernos han pasado de
un rol de proveedor de viviendas, a uno facilitador de
mercados residenciales, encargándose del marco
legislativo, institucional y financiero (Smets et al.,
2014). La piedra angular, del modelo facilitador es el
subsidio a la demanda, en donde, el Estado otorga un
único aporte económico a las familias, sujeto al cum-
plimiento de determinados requisitos, para garantizar
la demanda efectiva de vivienda. Los defensores de
este sistema exponen numerosos beneficios: amplia-
ción del mercado inmobiliario, disminución de los
riesgos de venta, incentivo al esfuerzo de los hogares,
focalización en las familias más pobres, progresivi-
dad del aporte estatal según necesidades, compatibili-
dad con el sistema financiero, y disminución de la
carga administrativa del Estado (Gonzales, 1999).
Como se pretende mostrar en este artículo, el sistema
de subsidio a la demanda, iniciado en Chile, ha sido
extendido a otros países mediante su movilización
como política urbana.
La implantación de políticas ideadas en otros luga-
res se estudió, inicialmente, como “transferencia de
políticas”. Luego, se le concibió como un proceso de
movilización, ensamblaje y mutación de políticas,
debido a las relaciones de poder entre los diversos
agentes sociales locales, los mediadores internaciona-
les, los grupos económicos y las instituciones, en
diversas escalas (McCann & Ward, 2012). A inicios de
los años 2000, se da la necesidad de replantearse el
estudio de políticas, debido a la acelerada transnacio-
nalización de prácticas y políticas, y por el aumento de
la movilidad de técnicas y representantes. Se pasa, así,
de un análisis comparativo de metas, a un análisis crí-
tico de discursos, seguimiento de redes, actores y polí-
ticas globales, y procesos de formulación, multi-escalar
y relacional (Peck & Theodore, 2010). McFarlane
(citado en McCann & Ward, 2013) agrega que, es cru-
cial, el actuar de agentes de transferencias de políticas
y las instituciones por medio de las que actúan. Las
políticas implican invención, trabajo y lucha, por parte
de los actores involucrados, y su estudio involucra
comprender cómo funcionan en la práctica del lugar de
destino y cómo las políticas y actores locales se rela-
cionan con colectivos globales (McCann, 2011). Es
decir, se identifican los aprendizajes desde modelos y
“buenas prácticas” que se mueven en circuitos de
conocimiento global, entendiendo cómo se mueven
estos modelos, cómo mutan en este viaje, cómo los
modelos se ven condicionados por los contextos loca-
les y cómo éstos dan forma a los territorios.
Peck y Theodore (2010) señalan que, los estudios
de movilidad de políticas, tienen cinco características.
Primero, se consideran procesos socialmente cons-
truidos, ya que implica el establecimiento de conexio-
nes entre actores políticos y sitios de formulación.
Segundo, los actores políticos son parte de comunida-
des epistémicas, expertas y prácticas, intermediados
por consultores, evaluadores, gurús y críticos, que se
encuentran en el negocio de la movilización. Tercero,
las políticas no viajan como paquetes completos, sino
que son movilizadas en fragmentos que pueden ser
ideas incipientes, síntesis de modelos y/o discursos
selectivos, por lo que llegan a destino como políticas
ya transformadas. Cuarto, la formulación de políticas
aparece como un proceso de reproducción no lineal,
ya que las políticas mutan y se transforman en estos
viajes. y quinto, la espacialidad de la formulación de
políticas es un mosaico tridimensional de formas
reflexivas de gobernabilidad, que se delinea con for-
mas multidireccionales de movilidad en distintas
escalas. Así, se utilizan métodos cualitativos y etno-
gráficos para poder entender cómo, las políticas, se
van transformando a medida que se mueven (Baker &
McGuirk, 2017; McCann & Ward, 2012).
55
 En Latinoamérica, Jajamovich (2016) señala que,
los viajes y el flujo de modelos y políticas urbanas, se
ha intensificado en las últimas décadas, junto con el
interés académico de estudiarlos. Jajamovich (2017) se
hace parte de las críticas a la teorización de la movili-
zación de políticas en el Norte Global, en donde se
enfatiza la multi-direccionalidad de los procesos, pero
con un foco reducido a Europa y Norteamérica. Ante
ésto, se busca no sólo aunar fuerzas con la perspectiva
postcolonial del Sur Global para fomentar la amplia-
ción de horizontes en la producción teórica urbana y
extender la diversidad empírica, sino, también, enfati-
zar la importancia de la dependencia en las relaciones
entre contextos centrales y periféricos, tanto desde el
punto de vista económico, como de producción cultu-
ral y científica. Asimismo, recalca la necesidad de
producir teoría ‘desde’ y ‘sobre’ Latinoamérica, enfati-
zando el rol de estos países, y las asimetrías de poder
en la producción y circulación de políticas. La promo-
ción de “buenas prácticas”, por parte de organismos
internacionales, ha sido una constante en Latinoaméri-
ca. A nivel urbano, los casos más famosos, son el
modelo argentino de rehabilitación de áreas degrada-
das (caso Puerto Madero en Buenos Aires, ver Jajamo-
vich, 2016), el modelo colombiano de grandes equipa-
mientos sociales (caso Medellín, ver Ortiz, 2014), el
modelo brasileño de autobuses de tránsito rápido (caso
Curitiba, ver De Oliveira, 2011) y su expansión a otros
países del Sur Global (Wood, 2015), y el modelo chile-
no de subsidios para la vivienda, que se discute en este
artículo.
La institucionalidad habitacional y la primera
movilización desde 1992
Durante la dictadura de Stroessner (1954-1989), se
agudiza el problema habitacional en Paraguay. Los
habitantes rurales se ven forzados a migrar a las ciu-
dades, emergiendo los “sin techo”, dando inicio a los
asentamientos informales, y cambiando la estructura
de ciudades como Asunción. En 1964, se crea el ins-
tituto Paraguayo de Vivienda y Urbanismo (ipvu),
para facilitar el acceso a la vivienda, con una contri-
bución insuficiente respecto al déficit existente. En
1971, se crea el Banco Nacional de Ahorro y Présta-
mo para la Vivienda (bnv), para facilitar el financia-
miento habitacional de la clase media. También se
crea el Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo, regu-
lado por el bnv, que prestaba asistencia técnica y
56
dinero, y generaba mercados secundarios. A diferen-
cia del ipvu, estas entidades estaban orientadas a
generar incentivos al sector privado, pero su sistema
de financiamiento se hizo igualmente insuficiente.
En los años 1990, terminó la dictadura, pero el
modelo económico continuó y las necesidades socia-
les reflotaron, lo que intensificó la toma de tierras. La
transición democrática no modificó la concentración
de tierras ni la corrupción. En 1990, se crea el conavi,
para desarrollar una política nacional de vivienda,
dirigir el ámbito habitacional, el acceso a la vivienda
y la ayuda estatal. El conavi inició el enfoque hacia
la demanda, utilizó los subsidios como la principal
inversión estatal, y promovió la participación del sec-
tor privado y el rol estatal facilitador. En 1992, el bid
otorga un préstamo de u$54 millones para el Progra-
ma de Apoyo al Reordenamiento Habitacional. Hasta
1995, el conavi interviene directamente y el sistema
de subsidios se orienta a la adquisición, construcción,
ampliación o mejora de viviendas. Ésto representa un
avance, pero aún es escaso para el déficit que crecía
anualmente en 15.000 viviendas (Vila & Canese,
2002). A pesar de que la vivienda forma parte de las
estrategias económicas y políticas del país, el sistema
de subsidios termina fracasando a finales de la década
por los altos costos de los subsidios, problemas técni-
cos en urbanizaciones, alta morosidad, debilidad ins-
titucional, y corrupción (bid, 2004).
En esa década, Chile se convirtió en el único país
latinoamericano que reducía el déficit (Gilbert, 2002).
En 1993, el Banco Mundial reconoce la política habi-
tacional chilena como “buena práctica”, por la parti-
cipación del mercado, la transparencia en el proceso
y la focalización en sectores vulnerables (bm, 1993).
Colombia, Sudáfrica, Costa Rica, Ecuador, Panamá,
El Salvador, Uruguay y Paraguay, adoptaron sistemas
similares (Held, 2000; Mayo, 1999). El bid también
se embandera con el modelo, contrata como consultor
a una parte del equipo de diseño chileno (Gilbert,
2009), y considera componentes del modelo en los
préstamos habitacionales (Mayo, 1999). Para difundir
el éxito del sistema, el bid fue apoyado por funciona-
rios del minvu, promoviendo el modelo en todo el
mundo (Sugranyes, entrevista 2/05/18). La Agencia
de los Estados Unidos para el Desarrollo internacio-
nal (usaid) se sumó a la difusión, llevando funciona-
rios del minvu, a reuniones internacionales claves, y
financiando consultorías y programas de fraternidad
(Gilbert, 2009).
 El bid (2004), se erige como proveedor de recur-
sos y delimitador de las estrategias de intervención
en Paraguay. Conforma un equipo de consultores,
encabezados por el chileno Walter Soto (Knapps,
entrevista 27/03/18) y los envía a Paraguay. Las
diferencias emergen desde la negociación del présta-
mo. Varias de las condicionantes eran estructurales
para Paraguay: la informalidad predominaba no sólo
en lo residencial, sino, también, en lo laboral (con
una baja bancarización de la población), y en lo ins-
titucional. El conavi conforma un “comité de enla-
ce” que viaja a Chile, para conocer la aplicación del
modelo (Amarilla, entrevista 20/03/18), y las dife-
rencias se evidencian. En el sector privado, abunda
el escepticismo: ni la banca ni las constructoras
estaban convencidas de arriesgar capital por las
debilidades institucionales y administrativas. Así, la
fórmula abc, tenía difícil aplicación, debido a la
falta de una cultura de ahorro, y a la ausencia de la
banca. Los lineamientos del bid no consideraban
que, el proceso chileno, inicialmente incluyó el
soporte del Banco del Estado, hasta la participación
de la banca privada.
El sector constructivo no estaba enfocado en
vivienda social. Para lograr su participación, se crea
la figura del “anticipo de subsidio”, y los topes de
éste se ajustan para aumentar la cantidad de vivien-
das, en detrimento de la calidad. En un contexto de
crisis económica, se incumplieron los pagos, aumen-
tando la morosidad y el descontento social, y se
originan leyes de reestructuración de deudas (Fran-
co, 2011). En los cinco años de funcionamiento, se
entregaron 9.182 subsidios, lo cual, fue ínfimo fren-
te al crecimiento anual del déficit. Además, hubo
problemas de focalización, ya que las viviendas ter-
minaron asignadas a parte de la clase media. El sis-
tema de subsidios significó un intento por pasar, de
un Estado ejecutor, a uno facilitador, mejorando
sustancialmente la productividad, pero aún insufi-
ciente para las necesidades. La colaboración del bid
significó un avance respecto de propuestas anterio-
res, pero el fracaso afectó su imagen y la de los
intermediarios financieros. También desacreditó al
Estado como proveedor de subsidios y provocó el
cierre de varias de las sociedades de ahorro y présta-
mos. En 2001, se inicia un programa de regulariza-
ción de asentamientos informales, incluyendo la
compra de terrenos ocupados, y la participación
estatal se reduce a canalizar necesidades y dar res-
puesta a las demandas, formándose una política
clientelar (Barrios et al., 2015). El conavi se ve
debilitado por la reducción de su presupuesto y la
reducción general del Estado.
La segunda movilización desde 2003 y el contexto
actual
En 2003, un nuevo gobierno sigue el curso neolibe-
ral, que, a pesar de aumentar el gasto social, no logra
combatir la pobreza y la desigualdad. Se intensifica
la regularización de asentamientos informales, inclu-
so en terrenos no aptos para uso habitacional, con
acusaciones de corrupción (Flores, 2010). Para
potenciar el financiamiento habitacional y la reinge-
niería institucional, se crea la Agencia Financiera de
Desarrollo (afd), como banca del mercado secunda-
rio, el fonavis y el Fondo para Viviendas Coopera-
tivas. Se busca, nuevamente, asesoramiento en
Chile, para conocer a fondo su experiencia y generar
una asistencia concreta (Mercado, entrevista
28/03/18). En 2006, ésto se oficializa, mediante un
convenio de cooperación con el minvu, para la ela-
boración del primer cálculo del déficit habitacional
(conavi et al., 2009); el que, a 2009, dio como
resultado que afectaba a 73% de la población, y la
gran mayoría, era cualitativo.
El descontento social hace converger un amplio
apoyo hacia la candidatura de Fernando Lugo, quien
gana las elecciones en 2008. A pesar de su perfil pro-
gresista, en materia económica no pudo generar cam-
bios e, incluso, continuó iniciativas neoliberales
(Canese, 2015). En vivienda, la reingeniería institu-
cional se plasma en la Ley senavitat, constituyéndo-
se como única rectora de la política habitacional. La
senavitat, gestiona la política, a través de la contra-
tación directa de la construcción y la entrega de sub-
sidios. Hacia 2011, el diagnóstico de la situación
habitacional (senavitat et al., 2011) se resumía en:
crecimientos urbanos desregulados, programas habi-
tacionales no articulados e insuficientes, debilidad
institucional, presupuesto insuficiente, recursos
humanos escasos, y marco legal deficitario. Las
luchas internas de poder fragmentan la coalición de
Lugo, y hacia 2012, los niveles de pobreza y des-
igualdad permanecen altos, potenciando el descon-
tento social (Duarte, 2013). El conflicto de tierras
lleva a la ruptura del orden democrático y asume el
vicepresidente, cuyo mandato se caracteriza por el
57
debilitamiento institucional, la corrupción, y la res-
tauración del neoliberalismo (Canese, 2015). El
empresario, Horacio Cartes, es elegido presidente en
2013, y conforma un gabinete tecnocrático e instala
una agenda neoliberal, acompañado por su antiguo
asesor, Francisco J. Cuadra, exministro de Pinochet
(Duarte, 2013). En su programa, propone ampliar el
plan de viviendas sociales, pasando de 2.000 a 10.000
viviendas anuales.
La institucionalidad habitacional inicia uno de sus
períodos más fructíferos, según la senavitat (2016),
a través del fortalecimiento organizacional, la optimi-
zación del uso de recursos y la articulación interinsti-
tucional. Se mejora la producción, se focaliza territo-
rialmente según el déficit, y socialmente hacia sectores
de pobreza y pobreza extrema. Pero, la problemática
de los asentamientos informales sigue latente, aunque
sin precisiones, debido a la falta de recolección públi-
ca de datos. Desde Chile, y tras más de 20 años de
implementación, el sistema de subsidios se convierte
en un “modelo de emulación”: ésto es, una práctica
que aparece y reaparece para ser imitada (McCann &
Ward, 2012), en donde las críticas no viajan con el
modelo. Al no necesitar de mediadores, se convierte
en un modelo que emerge por sí mismo. La Comisión
de Desarrollo Social, Población y Vivienda, de la
Cámara de Diputados paraguaya, se transforma en
agente movilizador, principalmente a través de Oscar
Mercado, además del acompañamiento de Francisco
Knapps por el conavi. A nivel político, fue clave el
ministro Gerardo Rolón Pose, quien se embandera
con la propuesta.
El contexto institucional paraguayo no se transfor-
mó demasiado desde la primera llegada del modelo.
La informalidad persiste, la institucionalidad sigue
debilitada y la continuidad de políticas se mantiene
siendo un problema. Así, el sector privado sigue
escéptico de trabajar con el Estado. La lógica de
financiamiento abc continúa como supuesta base del
modelo, pero, al no integrarse la banca privada, la
afd asume el rol de banca del mercado de hipotecas,
para estimular la participación. La asignación no
podía hacerse a través de un sistema de estratifica-
ción, como se hace en Chile, debido a la falta de
recursos para montar un sistema acorde. Ésto obliga,
al fonavis, a valerse de una simple declaración jura-
da de ingresos, de parte de los postulantes. El diseño
y reglamentación del fonavis no son resultado de una
colaboración directa con Chile, pero sí, de un proceso
58
de aprendizaje. La segunda llegada del sistema de
subsidios fortaleció el rol facilitador estatal, mejoran-
do la eficiencia en el uso de recursos. Se mejoró la
producción y la calidad de las viviendas, debido al
establecimiento de los primeros estándares habitacio-
nales, en coordinación con organizaciones sociales, el
sector privado y otras instituciones públicas. El siste-
ma de subsidios impactó positivamente en la imagen
del Estado como proveedor de viviendas y le permitió
hacerse presente en localidades antes abandonadas.
En el contexto político actual, el fonavis ha sido un
referente para un cambio de pensamiento, dentro del
abanico de respuestas ante las necesidades sociales.
El sistema se formaliza y se institucionaliza. La
focalización territorial considera las necesidades
sociales, las características de la demanda, el déficit
habitacional y los planes nacionales de desarrollo.
Los componentes del financiamiento consideran el
ahorro del beneficiario y el subsidio estatal (según
estratos socioeconómicos). Si fuese necesario, ésto se
complementa con un crédito desde intermediarios
financieros (senavitat, 2010). A imagen de las Enti-
dades de Gestión inmobiliaria Social y de los Presta-
dores de Asistencia Técnica del modelo chileno, en
Paraguay se crean los Servicios de Asistencia Técnica
(sat), monitoreados por la senavitat. Los sat orga-
nizan la demanda, gestionan la obtención de subsi-
dios, hacen el acompañamiento social y técnico,
contratan a la empresa constructora y fiscalizan la
construcción. Desde 2014, se modifican los regla-
mentos de los sat y de empresas constructoras,
aumentando el control sobre los procedimientos de
gestión y obra, y eliminando la entrega de anticipos,
debido a los reclamos de corrupción. Además, se
mejoran los estándares de habitabilidad, y se regulan
los costos finales de las soluciones habitacionales.
Pese a todo lo anterior, una evaluación del bid
(Camblor & López, 2014), sintetiza una serie de pro-
blemas: cobertura limitada por altos porcentajes de
monto subsidiado, desfocalización por carencia de
sistema de estratificación, altos costos de soluciones
habitacionales, falta de integración real de interme-
diarios financieros para créditos, y producción insufi-
ciente ante el déficit. A ésto, se suman la burocracia y
poca transparencia, las viejas prácticas de corrupción
y la entrega de viviendas sin terminar. y similar al
caso chileno, la mayoría de las viviendas sociales se
ubican en sectores de baja densidad, y carentes de
equipamientos y servicios urbanos. De todos modos,
el bid reconoce que, el fonavis es, hasta la fecha, el
más importante programa habitacional de Paraguay,
en cuanto a recursos asignados y soluciones produci-
das (58% de la producción desde 2010). El fonavis
ha colaborado con la reducción del déficit y ha mejo-
rado las condiciones de habitabilidad respecto de los
asentamientos informales, pero no ha ayudado a pla-
nificar los asentamientos humanos y ha contribuido a
la expansión de la mancha urbana. En otras palabras,
y tal como ocurrió en Chile, es un relativo éxito cuan-
titativo para dar techo a los pobres, con notorios pro-
blemas de calidad y una orientación clara hacia el
mercado.
Conclusiones
La movilización del modelo chileno de subsidios, ha
permitido su llegada a diversos países de Latinoa-
mérica. La presente investigación describe el modo
en que ha llegado a Paraguay, en un contexto de
informalidad y precariedad institucional. El análisis
desde el viaje del modelo, ahondó sobre su movili-
zación y sus impactos, identificando el escenario
previo y las dinámicas relacionales entre agentes
sociales, territorio y circuitos de conocimiento, que
transformaron el escenario habitacional paraguayo.
El proceso de movilización del modelo chileno, que
decanta en la creación del fonavis, tiene dos
momentos en la historia, que permiten vislumbrar
maneras distintas de movilizar políticas. El primer
viaje se hace a través de un ‘mediador intencionado’
(el bid) debido a que, el modelo, afirma paradigmas
dominantes y es proclamado como caso de éxito
(Peck & Theodore, 2010). Así, se replica el modelo
sin contextualizarlo, especialmente, en cuanto a la
institucionalidad, el mercado financiero, y la expe-
riencia previa con el bnv. Ésto significó un aumento
de productividad, pero su fracaso implicó un mayor
debilitamiento institucional y amenazó la supervi-
vencia del conavi.
En un segundo momento, una década después, el
sistema chileno ya estaba consolidado como un
modelo a emular (McCann & Ward, 2012), y llega a
Paraguay en una relación de actores políticos locales
con colectivos globales (McCann, 2011). Este viaje
se transforma en un proceso complejo de reproduc-
ción no lineal, en donde, el modelo, muta y se trans-
forma (Peck & Theodore, 2010), debido a aprendi-
zajes multidireccionales entre el modelo, el contexto
local y la experiencia del primer viaje. El modelo
chileno, se transforma en el fonavis, y éste se vuel-
ve fundamental en la dinamización institucional,
encausando cooperaciones internacionales y multi-
sectoriales. De esta manera, el fonavis se posiciona
como la primera política habitacional del país, como
la primera experiencia de colaboración con el sector

Norma Baca Tavira et al. Migraciones y movilidades en el centro de

México, conapo/ sep/uaem/somede/segob/conacyt/juan pablos editor,
2018

La sociedad ha optado por priorizar la realidad a partir de la óptica del mundo

globalizado. Gracias a las tecnologías de la información y la comunicación, hoy
vivimos con la idea de que, prácticamente, no existen distancias entre hechos
geográficos lejanos y nuestra vida cotidiana. De esta manera, adoptamos como
propios, contextos que son más bien remotos, y les damos una relevancia tal, que
actuamos frente a ellos como si fueran lo único que define nuestra vida como nación.
Nos hemos acostumbrado a percibir a la migración a través de imaginarios que nos remiten a reportes
mediáticos en los que, la atención, se centra en el desplazamiento de personas de un país a otro, sea para
buscar mejores condiciones laborales, sea como estrategia de sobrevivencia antes distintas adversidades.
Sin embargo, muchos medios informativos pasan por alto que, una alta proporción de migrantes mexica-
nos, no parten hacia Estados Unidos o hacia algún otro destino internacional. En realidad, la gran mayoría
de los mexicanos que cambian su lugar de residencia, lo hacen hacia un destino dentro de la propia repú-
blica: son migrantes internos.
informes: Consejo Nacional de Población (conapo), Dr. Vértiz 852, Colonia Narvarte, 03020 Ciudad de México. Página:
http://www.gob.mx/conapo.

59
privado y, en el contexto político actual, como refe-
rente respecto al amplio espectro de respuestas posi-
bles frente a las demandas sociales. Pero, los proble-
mas asociados a la desfocalización, el
financiamiento, la burocracia y la corrupción, conti-
núan sin resolver. Es innegable la mejora material y
simbólica que implica una vivienda nueva; sin
embargo, al igual que en Chile, este modelo ha
fomentado la expansión de la mancha urbana, el
cambio de uso de suelo rural a urbano -perdiéndose
los servicios ecosistémicos asociados-, la segrega-
ción socioeconómica y el riesgo de efectos sociales
relacionados.
Desde el campo de estudio de la movilización de
política, se evidencia la trascendencia de lo plantea-
do por Baker y McGuirk (2017), sobre los compro-
misos epistemológicos relacionados con la multipli-
cidad, la procesualidad, el trabajo y, sobre todo, la
incertidumbre. Ésto, debido a que, las prácticas
metodológicas de sensibilidad etnográfica, de ras-
treo y de revelación de ensamblajes, generan el
espacio para la aparición de temas emergentes, no
identificados en el diseño de la investigación. Aquí
resulta fundamental el abordaje relacional y territo-
rial, que permite la identificación de puntos de vin-
culación y circuitos por los que circulan y se formu-
lan las políticas (Cochrane & Ward, 2012). Así, la
investigación aporta en describir los viajes, los
ensambles a su llegada, y los actores participantes,
determinando el éxito o fracaso del modelo en su
lugar de destino. En cuanto a las políticas públicas
habitacionales, se reafirma que, para el funciona-
miento de cualquier modelo de intervención estatal,
debe existir una correlación entre políticas habita-
cionales, el modelo político-económico y el rol esta-
tal (Mayo, 1999). Esta investigación añade eviden-
cia respecto de las recurrentes debilidades de la
desfocalización y la insuficiente producción respec-
to a los déficits. Respecto de la informalidad, se
corrobora un Estado sistémicamente incapaz de
generar estándares mínimos, con problemas de
clientelismo, especulación y gestión urbana, aumen-
tando la producción de asentamientos informales.
Pensando en la continuidad del fonavis, el pro-
grama requiere de ajustes respecto a la complemen-
tariedad con otros programas, la estabilidad de las
fuentes, la mejora de la gestión del financiamiento,
la coordinación entre distintas instituciones y la
reestructuración de otros programas. De no haber
60
cambios, se corre el riesgo de seguir fomentando la
extensión de la ciudad y su fragmentación socio-
territorial, agotar las fuentes de financiamiento y
descontinuar la política habitacional. Como ya se
expuso, existen intereses e interesados que motivan
la circulación de modelos de políticas; de ahí que,
éstas, no se mueven en cualquier dirección. Por ésto,
se hace relevante adentrarse en la complejidad que
implica considerar los efectos de la movilización, en
relación con el análisis de su conformación, los
actores del proceso, los medios de difusión, etc. Los
procesos de movilización de política, han sido cla-
ves para el desarrollo de políticas públicas en Para-
guay, y ahí radica la importancia de este artículo. El
fonavis ha sido un salto importantísimo en cuanto a
la efectividad y la continuidad de políticas públicas,
a través del fortalecimiento institucional de la sena-
vitat, en estos últimos cuatro años. Pero a pesar de
los logros y los avances, el escenario habitacional
sigue siendo preocupante, debido al estado crítico de
las ciudades paraguayas, en cuanto a su urbaniza-
ción y los impactos en la calidad de vida de los ciu-
dadanos. De este modo, es imperativo prestar aten-
ción a la reproducción de los problemas asociados al
modelo chileno, en donde se han generado nuevas
dificultades urbanas y sociales, además de la persis-
tente orientación y privilegios hacia el sector priva-
do.
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TALONARiO DE SUSCRiPCióN
RED NACiONAL DE iNVESTiGACióN URBANA
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cibir la(s) publicación(es), sus datos de facturación, así
como el comprobante de la transferencia interbancaria.
61
 reseñA
peter newman y Jeffrey Kenworhty.
The End of Automobile Dependence:
How Cities are Moving Beyond
Car-Based Planning,
london, Washington, island press.
CIUDADES 120, octubre-diciembre de 2018, RNIU, Puebla, México
Blanca Rebeca Ramírez*
E l número anterior de ciudades (nº 119) intro-
duce, a los especialistas del tema, a la discu-
sión de la movilidad no motorizada y el
ciclismo urbano; no habiendo espacio en el número
anterior que tocaba este tema en específico, nos pare-
ció pertinente, por su importancia, incluir en este
número, la reseña de un libro en el que se expone
cómo las ciudades se están planeando en Europa, sin
que se tome el coche como eje central de la organiza-
ción de la ciudad y, con ello, propiciar una movilidad
con otros artefactos para sustituirlo.
El primer capítulo empieza con un diagnóstico que
se realizó en ciudades de Europa, Estados Unidos y
Asia, y en el cual, a partir de datos como: los pasaje-
ros por automóvil, el número de vehículos que tienen,
los usuarios, los kilómetros que viajan, se hace un
estudio histórico desde 1960 a la fecha, en el que se
comprueba que hay una inflexión diferencial en el
uso del automóvil, en algunas ciudades, que da
comienzo en el siglo xxi. Si bien, en el siglo anterior,
con la producción del coche, se originó la dependen-
cia en el modelo de desarrollo y organización urbana,
su primacía ha empezado a decaer a partir del año
2000, según los datos estadísticos manejados.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad xochimilco. Correl:
blare19@me.com
62
En el libro se dividen las tendencias por las ciuda-
des más importantes en diferentes continentes; en el
capítulo 2, a partir de información recabada a lo largo
de 40 años, se profundiza en las variables indicadas,
junto con otras, como tamaño de la población y cen-
tralización de los empleos en las ciudades, densidad
urbana, niveles del servicio de transporte público per
capita; añadiendo la proporción de estacionamientos
en los centros de negocios y automóviles existentes
por cada mil personas y la longitud de los caminos
per capita. El capítulo 3 plantea este mismo supuesto
para las ciudades de rango medio, especialmente en
india y China, en donde se asume que hoy alcanzan
esta inflexión en el uso del auto, aunque desfasada de
la presentada en los países norteños por su grado de
desarrollo y planeación.
A partir de este análisis, se plantea el inicio de una
nueva era que marca el declive de la dependencia del
auto en ciudades de países desarrollados; lo que
implica un nuevo paradigma de planeación urbana,
para que se construyan y organicen éstas, y cambien
su carácter y funcionalidad en el transporte urbano.
El capítulo 4 hace una diferenciación urbana zoni-
ficada, en el supuesto de que así se desarrollan todas
las ciudades. En la primera zona, se camina y se ads-
cribe a los centros de las ciudades con alta densidad y
concentración de zonas peatonales; los autobuses
actúan como elementos complementarios del automó-
vil y la circulación es lenta, así también, se organizan
soportes de movilidad que comunican estos centros
con las urbanizaciones ampliadas para no generar
infraestructura necesaria para contener a los autos.
La segunda, es la zona que se transita y tiene una
velocidad media, al igual que su densidad urbana;
además, tiene mayor uso del transporte público por
encima del automóvil. En la tercera, se da el uso de
automóviles en los bordes urbanos, que requieren un
desplazamiento largo, que se realiza en automóvil, o
bien, en trenes que desplazan las trayectorias largas,
pero requieren del auto para llegar a casa; presenta
bajas densidades urbanas y alta densidad de propie-
dad de autos, así como alta tasa de circulación en
transporte público. Cada una de estas zonas de la
ciudad tiene sus características fundamentales y una
manera propia de vincularse con el auto. Este esque-
ma, en su opinión, al parecer se repite en todas las
ciudades.
Con esta trilogía, se entrecruzan datos que permi-
ten analizar las dimensiones económicas, sociales,
medioambientales y, por supuesto, de transporte, para
cada grupo establecido; por décadas se analizan los
promedios de sistemas de tránsito en la ciudad, la
longitud y velocidad de los trenes y sistemas subterrá-
neos de trenes, en diferentes ciudades, por continen-
tes. Se produce una red de información, ya que cada
ciudad se construyó sobre estas tres dimensiones que
necesitan ser reconocidas respetadas y regeneradas:
para ello, la planeación urbana requiere de creatividad
para armonizarlas a partir de la planeación estratégica
y la regulación normativa que se maneja diferencial-
mente, en cada una de éstas, para que el automóvil no
sea prioritario y las actividades no se organicen en
función de éste.
En los capítulos 5 y 6, se analizan las ciudades
desarrolladas en el estudio, a partir de sus modelos
de planificación y el cambio de la organización del
transporte a partir del automóvil y hacia otros
medios como el metro, los tranvías, o los andadores
que permiten que la ciudad se camine. Se da impor-
tancia a la planeación del transporte y a la lógica, en
la cual, se generen modelos abiertos para transitar en
el futuro y orientarlos hacia la disminución del uso
del automóvil. En éstos, se deben tomar en cuenta
aspectos como los siguientes: mejoramiento del
medio ambiente, estilos de vida que se quieran
reorientar, distribución y definición del centro de la
ciudad que se quiere, así como los subcentros que
puedan desarrollarse, accesos y estacionamiento
apropiados, densidades de las ciudades en relación a
población, empleos y otros que reduzcan la depen-
dencia actual hacia el automóvil.
Un elemento fundamental, en la discusión, está en
la eliminación del mito sobre la densificación de la
ciudad y a la definición de si ésta, puede o no, resol-
ver problemas de salud, de costos de vivienda, de
medio ambiente y, por ende, problemas de transporte.
En las conclusiones, los autores toman postura en
relación a su solución, pues, enfáticamente, conside-
ran que la planeación es el instrumento para incre-
mentar y direccionar el fin de la dependencia del
automóvil, conjuntamente con algunas innovaciones,
como los nuevos usos de suelo que propicien la dis-
minución del uso del automóvil, la introducción de
nuevos sistemas de transporte y el adecuado manejo
tecnológico de los sistemas de transporte y movilidad.
Parecería, entonces, que la solución a la densificación
está en un transporte que no sea el automóvil.
Se concluye con la consideración de dos argumen-
taciones: la primera, todo o casi todo, el desarrollo de
la tierra urbana, tiene que orientarse hacia la disminu-
ción del uso del automóvil; segundo, marcar porcen-
tajes de cobertura de la construcción de la ciudad:
75% para caminar; 50% para cubrir el tránsito; y 25%
para la ciudad del automóvil. Lo anterior podría con-
formar urbes libres de autos para dar libertad y
conexión a los usuarios, así como no propiciar la
dependencia del mismo.
Estamos ante una propuesta de análisis y desarro-
llo del transporte novedosa, pero que, al estar basada
en el estudio del comportamiento de las ciudades de
países desarrollados o asiáticos, plantea muchos cues-
tionamientos sobre su pertinencia en las ciudades
latinoamericanas en general y en las mexicanas en
particular. Por ello, me pregunto: ¿esta misma tenden-
cia, en la inflexión de la dependencia del automóvil,
se percibe en nuestras ciudades, o es un patrón espe-
cífico de las ciudades de otras latitudes? Además,
¿son, los sistemas de transporte implementados, fácil-
mente transferibles a otros que eliminen el uso del
auto? La política, al menos en México, contradice
este supuesto, pues se ha orientado a consolidar el uso
de artefactos motorizados, especialmente el automó-
vil, más que a eliminarlos. La planeación y la norma-
tividad no han originado, en nuestros países, este
cambio, y más que propiciarse en territorios amplios,
63
los ejemplos se reducen a espacios urbanos muy
pequeños y concentrados.
Otro cuestionamiento se refiere a los recursos eco-
nómicos, sociales y tecnológicos con los que cuentan
América Latina y México, y si éstos permitirán propi-
ciar la inflexión hacia otros usos como la bicicleta, o
bien, propiciar el transporte a pie; ya que existen colo-
nias y grandes zonas que no cuentan ni con banquetas
o soportes adecuados para esta actividad.
Llama la atención que, a pesar de creer fielmente
en la planeación urbana, no hay una propuesta de
cambio para transformar la centralidad que tienen
CIUDADES 122. ciudad y procesos de estructura-
ción urbana (abril-junio 2019). Detrás del ámbito tangible
de las ciudades, subyacen una variedad de fenómenos
que se manifiestan en su forma, funcionamiento y mode-
los de movilidad, los patrones de sus asentamientos
humanos, los espacios a diversas escalas e, inclusive, el
uso y representaciones que en ellos tienen lugar. Éstos, y
algunos más que, no por omitirlos son menos importan-
tes, son sistemas que estructuran a la ciudad y conforman
su paisaje urbano, bajo una concepción que va más allá
de una simple proyección del espacio que ocupa. A causa
del dinamismo cotidiano de las ciudades, estos fenóme-
nos que se transforman, mutua y continuamente, por su
misma cualidad sistémica hacen necesaria −y en ocasio-
nes hasta urgente- su constante observación y análisis,
como una vía de acercamiento a los aconteceres socia-
les, culturales, económicos, políticos y ambientales, que
estructuran a cada ciudad en particular, en un tiempo
definido. Castells nos advierte que el espacio urbano es la
concreción de los modos de producción específicos y su
estructura espacial responde a la articulación de la estruc-
tura económica con la jurídico-política y la ideológica,
aunque todas se vinculan con mayor o menor intensidad.
Es innegable, también, que las políticas públicas tienen
un rol importante en la configuración y estructura de las
ciudades que derivan una vertiente hacia la administra-
ción del territorio y las soluciones para la gestión de la
gobernabilidad y la capacidad del Estado para centrar
este proceso en la ciudadanía, como bien lo menciona
Iracheta. Otra concepción, en cuanto a la estructuración
de la ciudad, la ofrece Capell, quien reconoce a la cultura
como otro modelador de la ciudad porque es, en ésta, en
donde se dan las representaciones sociales, culturales,
nota: Los artículos deben ser enviados directamente a quien coordina el Número en el cual se pretende publicar y no
deben exceder de 35,000 caracteres en total (sin contar espacios entre palabras), incluyendo cuadros y gráficos en
blanco y negro (en word o excel), mapas e imágenes en blanco y negro (en JPG y 300dpi). Los trabajos que no sean
enviados directamente a l@s Coordinador@s de Número o que excedan el número de caracteres indicado, no podrán
ser considerados.
el comite coordinador de publicaciones de la rniu
64
algunos puntos, o bien, para organizarla de otra mane-
ra. La ciudad sigue siendo el punto de partida para
proponer una organización de la forma urbana: ésta
sigue partiendo del centro que es el que se densifica y
se difunde hacia la suburbanización del borde; a pesar
de que se propicia una parte de la ciudad para cami-
nar, la resolución tecnológica motorizada del trans-
porte público (trenes y camiones) es la alternativa al
cambio en el paradigma con los mismos supuestos del
desarrollo urbano presentes en la actualidad. ¿No
habría que ser más creativos para ver un posible desa-
rrollo urbano distinto al realizado hasta la fecha?
2019
religiosas, políticas y económicas, de los ciudadanos, ya
sea de manera individual o colectiva. Bajo estas premi-
sas, se habrá de contribuir con aportaciones que abonen
a la comprensión de los procesos de estructuración urba-
na y el rol que, en su configuración, desempeñan las
actividades económicas, políticas, sociales y culturales,
con una visión interdisciplinar y una perspectiva histórica
de larga duración, de forma tal que nos permita respon-
der, para una ciudad y un momento en específico, cuáles
son los factores y cómo han intervenido en su estructura-
ción. Para ello, se proponen los siguientes ejes: 1) Mode-
los de movilidad, relacionando la forma urbana con la
estructura vial que determina y articula las diferentes
actividades y usos del suelo; 2) Económico-demográfico,
en términos de las políticas que inciden en la economía y
mercados que impactan los estilos de vida y patrones de
ocupación del territorio urbano; 3) Político-administrativo,
estableciendo el impacto que tienen las políticas públicas,
incluyendo a la planificación urbana, en la configuración
del territorio y su estructura, y la administración de éste en
términos de la gobernabilidad y gobernanza; 4) Cultural-
comunicativo, atendiendo a la combinación de fenómenos
que se traducen en los diferentes tipos de paisajes urba-
nos; 5) Prácticas y representaciones en el espacio urbano,
entendidas como la construcción significativa de una reali-
dad social. Las propuestas de colaboración deberán
enviarse a la Coordinadora del número, Dra. Elvira Mayco-
tte Pansza, al correo electrónico: emaycott@uacj.mx, o
bien, al Dr. Vladimir Hernández Hernández: vladimir.her-
nandez@uacj.mx, Salvador Salazar Gutiérrez: salvador.
salazar@uacj.mx, Javier Chávez: jchavez@uacj.mx.
Departamento de Arquitectura, Universidad Autónoma de
Ciudad Juárez . Fecha límite: 15 de enero de 2019.
65
 Paisaje Urbano Histórico: (in)utilidad
de un concepto de moda
Víctor Delgadillo

“modelos” de regeneración urbana: cómo

viajan y mutan en los flujos globales
Sara González

“Smart City”: ¿nueva cara del

empresarialismo urbano?
Patricio Julián Feldman
Ulises Girolimo

los modelos de aglomeración realmente

existentes
Carolina González Redondo

El desarrollo del campo de la planificación

territorial colaborativa .
Alejandra I. Monti

desde la informalidad hacia la masividad

del mercado .
Ximena Amarilla
Javier Ruiz-Tagle

The End of Automobile Dependence: How

Cities are Moving Beyond Car-Based
Planning,
Blanca Rebeca Ramírez

66

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