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Las principales partes que componen la Tierra son los subsistemas de la litosfera,
la atmósfera y la hidrosfera, que cumplen funciones específicas para el desarrollo de
la vida en el planeta y establecen relaciones de influencia mutua, de tal forma que lo
que ocurre en un sistema puede modificar a los otros. Estos tres subsistemas son
fundamentales para el desarrollo de la vida: la atmósfera aporta oxígeno y dióxido de
carbono; la hidrósfera aporta el agua y modera las temperaturas; y
la litosfera proporciona sales minerales y el soporte para los seres vivos. La parte
donde se desarrolló y sostiene la vida corresponde a la biosfera, que comprende tierra,
atmósfera e hidrosfera.
La litosfera corresponde a la parte sólida externa de la Tierra y está constituida por la
superficie o corteza que incluye tanto las tierras emergidas o continentes como los
fondos oceánicos. La parte interna de la Tierra se denomina núcleo, formado por
hierro incandescente, con temperaturas superiores a los 4.000 grados Celsius.
Los seres vivos también intervienen en el ciclo del agua: los arboles por ejemplo,
mueven gran cantidad de agua, ya que la absorben del suelo por sus raíces y pierden
parte de ella por sus hojas.
En la Tierra, existen diversos tipos de ecosistemas y en todos ellos los seres vivos se
han adaptado a las condiciones que les otorga la litosfera, la atmosfera y la hidrosfera,
por lo que cada ecosistema es único. Un ejemplo de ecosistema son los bosques, a
través de los cuales es posible comprobar cuán profundas y frágiles son las relaciones
de dependencia entre cada subsistema, ya que si en uno de ellos se deteriora la
calidad de su aporte, ya sea por contaminación o por destrucción, todo el ecosistema
se ve alterado.
El Sistema Solar está formado por una estrella central, el Sol, los cuerpos que le acompañan y el
espacio que queda entre ellos.
Ocho planetas giran en órbitas alrededor del Sol: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter,
Saturno, Urano y Neptuno.
La Tierra es nuestro planeta y tiene un satélite, la Luna. Algunos planetas tienen satélites girando a
su alrededor, otros no.
Los asteroides son rocas más pequeñas que también giran alrededor del Sol, la mayoría entre
Marte y Júpiter. Además, están los cometas que se acercan y se alejan mucho del Sol.
A veces llegan a la Tierra fragmentos de materia extraterrestre que provienen del Sistema Solar o
de más lejos. La mayoría se encienden y se desintegran cuando entran en la atmosfera. Son los
meteoritos.
Los planetas con sus satélites, y también los asteroides, giran alrededor del Sol en la misma
dirección, en órbitas casi circulares. Si pudiésemos observar desde lo alto del polo norte del Sol,
veríamos que los planetas orbitan en sentido contrario al movimiento de las agujas del reloj.
Casi todos los planetas orbitan alrededor del Sol en el mismo plano, llamado eclíptica. El planeta
enano Plutón es un caso especial, ya que su órbita es la más inclinada y la más elíptica de todos.
Hasta hace poco se le consideraba un planeta, pero ya no. El eje de rotación de muchos de estos
planetas es casi perpendicular al eclíptico. Las excepciones son Urano y Plutón, los cuales están
inclinados hacia sus lados.
El Sol contiene el 99.85% de la materia en el Sistema Solar, casi toda. Los planetas, que se
condensaron a partir del mismo material del que está formado el Sol, contienen sólo el 0.135% de
la masa del sistema solar. El mayor, Júpiter, contiene más de dos veces la materia de todos los otros
planetas juntos. Los satélites de los planetas, cometas, asteroides, meteoroides, y el medio
interplanetario constituyen el restante 0.015%.
Casi todo el Sistema Solar, por volumen, parece ser un espacio vacío que llamamos "medio
interplanetario". Incluye varias formas de energía y contiene, sobre todo, polvo y gas
interplanetarios.
Para comprender los tamaños y distancias en el Sistema Solar, hablemos de fútbol. Si el Sol fuese
un balón situado en el centro de la portería, Mercurio estaría a 9 metros, 2 metros antes del punto
de penalti, y sería como una cabeza de alfiler. Venus estaría en el borde exterior del área, a 17
metros de portería, y tendría 2 milímetros de diámetro, como una bola de cojinete.
La Tierra tendría el mismo tamaño que Venus y estaría a 25 metros, más o menos, un cuarto de
campo, que suelen tener unos 90 metros de longitud. Marte mediría sólo 1 mm, la mitad de la
Tierra, y estaría 10 metros más allá, a 35 del Sol, casi en el centro del campo.
El cinturón de asteroides estaría en la otra portería, prácticamente invisible, formado por unos
pocos y dispersos granitos de arena finísimos. Júpiter estaría al fondo de las gradas o en la pared
exterior del estadio, a 125 metros de la portería y con 2,5 cm de diámetro, una canica grande.
Para encontrar a Saturno tendríamos que buscar una canica de unos 2 cm situada al fondo del
aparcamiento, 100 metros más allá de Júpiter, a 225 del balón que representa al Sol. Urano, un
hueso de aceituna de 8 mm rondaría por el barrio, a 460 metros del Sol, y Neptuno unos 250
metros más allá, a 710 del Sol y algo más pequeño que Urano (un huesito de arbequina).
El límite del Sistema Solar, la heliopausa, quedaría a algo más de 2,5 kilómetros del estadio, unos
16.000 millones de kilómetros reales.
1- Eclipse de Sol
Un eclipse de Sol se produce cuando la Luna se coloca entre la Tierra y el Sol y oculta toda la luz del
Sol o bien una parte. El eclipse puede ser total, parcial o anular. Como la Luna es mucho más
pequeña que nuestro planeta, el eclipse no se produce nunca en toda la Tierra.
- Los eclipses totales de Sol duran poco tiempo, como máximo 8 minutos y son poco frecuentes.
Pueden verse solamente desde una zona pequeña del planeta y en regiones adyacentes se ve
solamente como un eclipse parcial.
- Los eclipses anulares de Sol se producen cuando la Luna esconde solamente la zona central del
Sol. Se ve como un círculo negro envuelto de un anillo iluminado.
2- Eclipse de luna
Los eclipses de Luna se producen cuando la Tierra se coloca entre la Luna y el Sol. Son eclipses más
frecuentes y se pueden ver desde todo un hemisferio.
- La umbra: (en latín: "sombra") es la parte más oscura de una sombra. Dentro de la umbra, la
fuente de luz es completamente bloqueada por el objeto que causa la sombra.
- Penumbra: (en latín: paene " casi " + umbra "sombra"), donde la fuente lumínica sólo es
bloqueada parcialmente.
3- Las caras de la Luna
Además, la Luna tiene un movimiento de rotación sobre sí misma que también dura 28 días. Como
la traslación y la rotación duran lo mismo, desde la Tierra siempre estamos viendo la misma cara
de la Luna. La cara que nunca podemos ver, se llama cara oculta.
La estructura interna de la Tierra está formada por tres capas concéntricas de diferente
composición y dinámica, la corteza, el manto y núcleo, que en conjunto forman la geósfera,
también conocida como tierra sólida.
En la física aristotélica, la palabra geósfera se aplicaba a cuatro lugares esféricos naturales,
anidados concéntricamente alrededor del centro de la Tierra, como describe Aristóteles en sus
lecturas Física (Aristóteles) y Meteorológica, donde explica el objeto de la ciencia
meteorológica o atmosférica. Se creía que explicaban los movimientos de los cuatro
elementos de la antigüedad: tierra, agua, aire y fuego.
En los textos modernos y en la ciencia del sistema Tierra, la geósfera se refiere a las partes
sólidas de la Tierra; se usa junto con la atmósfera, la hidrósfera y la biósfera para describir los
sistemas de la Tierra. En ese contexto, a veces se usa el término litosfera en lugar de geósfera
o tierra sólida. La litosfera, sin embargo, solo se refiere a las capas superiores de la Tierra
sólida (rocas de la corteza oceánica y continental y el manto superior).
Como la de otros planetas terrestres (planetas formados principalmente por material rocoso),
está dividida en capas de densidad creciente. La Tierra tiene una corteza externa rocosa
compuesta por silicatos, un manto viscoso, y un núcleo subdividido en dos capas, una externa
líquida, mucho más fluida que el manto y una interna sólida. Muchas de las rocas que hoy
forman parte de la corteza se formaron hace menos de 100 millones de años, durante el
periodo Cretácico. Sin embargo, las formaciones rocosas más antiguas conocidas tienen 4400
millones de años, lo que nos indica que el planeta ha tenido una corteza sólida desde
entonces.
Gran parte de nuestro conocimiento acerca del interior de la Tierra ha sido inferido de otras
observaciones. Por ejemplo, la fuerza de la gravedad es una medida de la masa terrestre.
Después de conocer el volumen del planeta, se puede calcular su densidad. El cálculo de la
masa y volumen de las rocas de la superficie, y de las masas de agua, nos permiten estimar la
densidad de la capa externa. La masa que no está en la atmósfera o en la corteza debe
encontrarse en las capas internas de la tierra. La fuente más fiable de la estructura interna de
la Tierra la proporciona el estudio de las ondas sísmicas, cuya velocidad está en función de
los diferentes parámetros físicos y químicos de los materiales que atraviesan.
a corteza del planeta Tierra es una fina capa formada por placas
rígidas que se apoyan sobre el manto superior. Juntas forman la
litosfera y flotan sobre la astenosfera, una capa de materiales
calientes y pastosos que, a veces, salen por una grieta
formando volcanes.
Capas de la Tierra