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La Divina Proporción www.librosmaravillosos.

com  Carmen Bonell 

Prólogo

El alma se siente empavorecida y tiembla a la vista de lo bello, porque siente que evoca en
sí misma algo que no ha adquirido a través de los sentidos sino que siempre había estado
depositado allí dentro en una región profundamente inconsciente.
Fedro, Platón

Uno de los más grandes misterios del universo es el hecho de que no sea un misterio.
Somos capaces de entender y predecir su funcionamiento hasta el punto que si un hombre
normal de la Edad Media fuese transportado a nuestros días pensaría que éramos magos. La
razón de que hayamos tenido tanto éxito en desvelar el funcionamiento interno del universo
es que hemos descubierto el lenguaje en el que parece estar escrito el libro de la naturaleza.
John D. Barrow1

Estos tres textos, elaborados en momentos distintos y con finalidades distintas, son fruto de
la fascinación por las formas geométricas; fascinación a la que no es ajena la estética,
porque estas formas producen «de un modo completamente directo, la sensación de algo
muy bello, que no requiere justificación ni explicación alguna»2. Las formas geométricas son
formas activas, orgánicas, acumulativas; son configuraciones con capacidad organizativa
que provocan, que mueven a la imaginación. Son formas fundamentales que están
presentes en todos los tiempos, en todas las artes y son comunes a todas las civilizaciones.
Ahora bien: ¿por qué la geometría? ¿Por qué las propiedades matemáticas del triángulo, del
círculo, del cuadrado, de la esfera, del dodecaedro… se ajustan tan excelentemente a toda
una serie de conceptos filosóficos y teológicos? ¿Son las formas geométricas únicamente una
creación instrumental de la mente humana para comprender el mundo o también existen
fuera de ella? En el libro séptimo de La República, Sócrates, después de comentar con
Glaucón lo útil y excelente que resulta la ciencia del cálculo, porque «puede aplicarse a la
guerra y a facilitar una vuelta del alma misma al mundo de la verdad y de la esencia»,
añade: —No creo que ninguno de los que se dedican a la geometría, por poca práctica que
tengan de ella, vayan a ponernos en duda que esta ciencia ofrece perspectivas contrarias a
las mantenidas por sus verdaderos usuarios.
— ¿Cómo? —preguntó (Glaucón).

                                                            
1
J. D. Barrow: ¿Por qué el mundo es matemático?, Barcelona, Grijalbo, 1997, p. 11.
2
W. Heisenberg: «La ciencia y lo bello», en K. Wilber (ed.): Cuestiones Cuánticas, Barcelona, Kairós, 1991; p. 92.
En ese sentido véase también J. D. Barrow, op. cit.

1 Preparado por Patricio Barros


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—Dicen muchas cosas que por fuerza resultan ridículas. Pues hablan como si realmente
actuasen y como si sus palabras tuviesen tan solo un fin práctico, adornando su lenguaje de
términos como «cuadrar», «prolongar» y «adicionar». Y, sin embargo, toda esta ciencia se
aplica fundamentalmente al conocimiento. (…) Esta es una ciencia del conocimiento del ser,
pero no de lo que está sujeto a la generación y a la muerte.
—Conforme con todo ello —dijo Glaucón— pues sin duda la geometría es una ciencia de lo
que siempre es.
—Por tanto, mi buen amigo, conducirá al alma hacia la verdad y dispondrá la mente del
filósofo para que eleve su mirada hacia arriba en vez de dirigirla a las cosas de abajo, que
ahora contemplamos sin deber hacerlo3.
Pitágoras y sus discípulos y, posteriormente, Platón promovieron la geometría del
harpedonapta egipcio desde su primitiva condición de saber práctico a la condición de saber
especulativo y abstracto: con ellos geometría no será sólo agrimensura sino conocimiento de
los principios superiores.
Siglos después, Roger Penrose se pregunta: «¿Es la matemática invención o
descubrimiento? Cuando los matemáticos obtienen sus resultados ¿están produciendo
solamente elaboradas construcciones mentales que no tienen auténtica realidad, pero cuyo
poder y elegancia bastan simplemente para engañar incluso a sus inventores haciéndoles
creer que estas construcciones mentales son “reales”? ¿O están descubriendo realmente
verdades que estaban ya “ahí”, verdades cuya existencia es independiente de las actividades
de los matemáticos?4». Pregunta a la que responde con estas palabras: «He descrito
brevemente las tres corrientes principales de la filosofía matemática actual: formalismo,
platonismo e intuicionismo. No he ocultado mis fuertes simpatías por el punto de vista
platónico de que la verdad matemática es absoluta, externa y eterna, y no se basa en
criterios hechos por el hombre; y que los objetos matemáticos tienen una existencia
intemporal por sí mismos, independiente de la sociedad humana o de los objetos físicos
particulares5». Puesto que las formas geométricas son arquetipos, presencias eternas que no
sólo se transmiten tradicionalmente sino que renacen espontáneamente, he rastreado
algunas de ellas (el rectángulo Ø, el triángulo, el cuadrado, el círculo…), desde las
tradiciones orientales hasta Platón y su diálogo Timeo, que explica cómo el universo está
organizado matemática y armónicamente.
Septiembre de 1994
                                                            
3
Platón: La República VII, 526e-527b, en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1979; pp. 785-86.
4
R. Penrose: La nuevamente del emperador, Madrid, Mondadori, 1991; p. 134. 
5
 Ibid., pp. 157-58.
 

2 Preparado por Patricio Barros


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En esta segunda edición, en la que he ampliado los capítulos 1 y 2, he querido añadir un


texto escrito recientemente6, El abismo de la semilla, sobre las investigaciones científicas de
Goethe. Si la premisa fundamental de los tres artículos primeros es que las leyes de la
matemática son o, mejor dicho, «parecen ser» las leyes de la naturaleza, unas leyes que el
ser humano debe conocer por su propio interés y el de su trabajo, la experiencia de Goethe
ilumina una vía de acceso a la naturaleza que, más que nueva, parecía olvidada. Y es
especialmente importante invocarla hoy porque ya no podemos desatender impunemente lo
que, con insistencia, reafirma la ciencia actual: no somos más que naturaleza.
Febrero de 1999

                                                            
6
  Agradezco a Pablo Palazuelo sus comentarios y precisiones, siempre penetrantes y certeros, que han sido fuente
de enriquecimiento intelectual y, a la vez, una valiosa guía en la elaboración final del texto. 

3 Preparado por Patricio Barros

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