Está en la página 1de 3

Metodología de la Investigación Literaria – Unidad 1

RESTO Y “OBJETO A” EN LACAN


LACAN, Jaques. El seminario. 10. La angustia (1962-1963). Buenos Aires: Paidós, 2006,
trad. Eric Berenguer. Selección de fragmentos: Miguel Dalmaroni

NB: negritas nuestras; aclaraciones entre corchetes, nuestras. Las cursivas son de Lacan, excepto en los
tramos entre corchetes. Los números entre paréntesis remiten a la página de la edición citada.

Todas las cosas del mundo entran en escena de acuerdo con las leyes del
significante, leyes que no podemos de ningún modo considerar en principio
homogéneas a las del mundo. […] Así, primer tiempo, el mundo. Segundo tiempo,
la escena a la que hacemos que suba este mundo. Una vez que la escena
prevalece, lo que ocurre es que el mundo entero se sube a ella, y que con
Descartes se puede decir Sobre la escena del mundo, yo avanzo, como él hace,
larvatus, enmascarado. A partir de ahí, se puede plantear la cuestión de saber lo
que el mundo […] le debe a lo que le viene de vuelta de dicha escena […] Aquello
con lo que creemos enfrentarnos en cuanto mundo, ¿no son simplemente restos
acumulados, provenientes de la escena cuando se encontraba, por así decir, de
gira? (44)

¿Qué es el objeto a en el plano de lo que subsiste como cuerpo y que nos


sustrae en parte, por así decir, su propia voluntad? […es] la reserva última
irreductible de la libido.
El objeto está en efecto vinculado a su falta necesaria allí donde el sujeto se
constituye en el lugar del Otro [es decir en/tras la significantización], es decir, tan
lejos como sea posible, más allá incluso de lo que puede aparecer en el retorno
de lo reprimido.
Si a se llama a [en francés, “tiene”] en nuestro discurso [es]…, para decirlo
humorísticamente, porque es lo que ya no se tiene [Ce qu´on n´a plus]. (131)
Freud dice que la angustia es un fenómeno de borde, una señal que se produce
en el límite del yo cuando éste se ve amenazado por algo que no debe
aparecer. Esto es el a, … (133).
… este a minúscula, que no está, por su parte, en escena, pero que no hace
otra cosa más que pedir a cada instante subir a ella… (153).

El mismo Freud dice que la angustia es esencialmente Angst vor etwas, angustia
ante algo […] Sólo la noción de real, en la función opaca que es aquella de la
que les hablo para oponerle la del significante, nos permite orientarnos. Podemos
decir ya que este etwas ante el cual la angustia opera como señal es del orden de
lo irreductible de lo real. […]
Sólo existirá [el sujeto] a partir del significante, que le es anterior, y que con
respecto a él es constituyente. […] … surge entonces […] algo que es el resto, lo
irreductible del sujeto. Es a. El a es lo que permanece irreductible en la
operación total de advenimiento del sujeto el lugar del Otro. (174-175)
¿Cómo decir lo que es del orden de lo indecible, y cuya imagen, sin embargo
quiero hacer surgir? (176).

…a es irreductible, es un resto, y no hay ninguna forma de operar con él. […] …


podría sugerir que a adopta la función de metáfora del sujeto del goce. Esto sólo
estaría bien si a fuera asimilable a un significante. Ahora bien: se trata
precisamente de lo que resiste a toda asimilación a la función del
significante, y por eso precisamente simboliza lo que, en la esfera del
significante, se presenta siempre como perdido, como lo que se pierde con
la significantización. Pero precisamente este desecho, esta caída, esto que
resiste a la significantización, es lo que acaba constituyendo el fundamento en
cuanto tal del sujeto deseante –no ya el sujeto del goce sino el sujeto en tanto
que se encuentra en la vía de su búsqueda, …” (190)

… se trata, ciertamente, de cierta relación permanente con un objeto perdido en
cuanto tal. Este objeto a en tanto que cortado presentifica una relación
esencial con la separación en cuanto tal.” (231)

… [nos ocupamos de] el lugar sutil, el lugar que tratamos de circunscribir y de


definir, aquel lugar nunca advertido hasta ahora en todo lo que podemos llamar
su irradiación ultrasubjetiva, el lugar central de la función pura del deseo, por
así decir –lugar en el que les demuestro cómo se forma a, el objeto de los
objetos. […] Objeto perdido en los distintos niveles de la experiencia corporal
donde se produce su corte,… “ (232-233).

La función del resto, [es] esa función irreductible que sobrevive a la prueba del
encuentro con el significante puro. (239).

El objeto a es “lo más yo mismo que hay” y que “está en el exterior, no


tanto porque yo lo haya proyectado como porque ha sido separado de mí”
(242).

…el objeto definido en su función por su lugar como a, el objeto que funciona
como resto de la dialéctica entre el sujeto y el Otro, … (249).

El funcionamiento del deseo –o sea del fantasma, de la vacilación que une


estrechamente al sujeto con el a, aquello mediante lo cual el sujeto se halla
suspendido de ese a resto, identificado con él –permanece siempre elidido,
oculto, subyacente a toda relación del sujeto con un objeto cualquiera, y tenemos
que detectarlo allí”. (257).

De hecho, se trata en cada uno de los niveles de situar cuál es la función del
deseo, y ninguno de ellos se puede separar de las repercusiones que tiene sobre
todos los demás. Los une una íntima solidaridad, que se expresa en la fundación
del sujeto en el Otro por la vía del significante, y en el advenimiento de un resto a
cuyo alrededor gira el drama del deseo, drama que permanecería opaco para
nosotros si no estuviera ahí la angustia para permitirnos revelar su sentido. (263).

… a no es el objeto del deseo que tratamos de revelar en el análisis, es su causa.


[…] … el efecto primordial de esta causa a, este efecto que se llama deseo, es un
efecto que no tiene nada de efectuado. En esta perspectiva, el deseo se sitúa,
en efecto, como una falta de efecto. Así, si la causa se constituye como algo que
supone efectos, es a partir de este hecho –que, primordialmente, el efecto le falta.
(301; 306-307).

[La angustia] no carece de objeto, sino que designa muy probablemente el objeto,
por así decir, más profundo, el objeto último, la Cosa. (336).

… el momento de la aparición del a, momento del develamiento traumático en


que la angustia se revela como lo que es, lo que no engaña, momento en que el
campo del Otro, por así decir, se hiende y se abre hasta el fondo. ¿Qué es este
a? ¿Cuál es su función respecto al sujeto? […] …, en esta confrontación radical,
traumática, el sujeto cede a la situación. Pero ¿qué quiere decir aquí, en este
momento, cede? […] No es que el sujeto vacile, ni que se doblegue, […] es
literalmente una cesión. [el objeto a –“lo más yo mismo que hay”, es lo cecible, lo
que ha sido cedido = que se suelta en la significantización; en tanto lo cecible es
lo más propio, Lacan vincula ese trauma con la figura del “desamparo”]. (337-
336).

También podría gustarte