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traducción de

EDUARDO LUCIO MOLINA y VEDI A


CONDICIONES

por
ALA IN BADIOU

prefacio por
FRA N<;O IS WAHL

))«J

siglo
veintiuno
editores
))«1

siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248, DELEGACiÓN CO YOACÁN, 043 10, MÉXICO, D F.

siglo xxi editores argentina, s .a,


LAVALLE 1634, 11 A, Cl048A AN, BUENOS AIRES , ARGENTI NA

po rt ad a de pat ricia reyes baca

prim era edició n en español, 2003


© siglo xxi ed itores, s.a. d e c.v,
isbn 968-23-2416-5

prim er a edició n en francés, 1992


© éd itio ns du seuil, parís
título o rig ina l: conditions

prohibida su re produc ción total o parcial


sin el p er miso escri to de l edito r
derechos reservad os conforme a la ley
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FILOSOFíA Y POLíTICA 1

1. ¿Clausu ra de la fi losofía y retracci án de lo pol üicol

¿No está ya la fil osofía en la impureza in acabable d e su clau su ra?


¿La po lítica - al menos la que importa al pensami ento, la p olíti ca d e
emancipación, largo tiempo llamad a política revolucionaria- no
acaba d e atestiguar su catástro fe?
¿Có mo el n exo qu e supon e un a "y" podría h acer circ u lar al pen­
sami ento entre d os términ os p o r sí mism os y para n osot ro s íntegra­
mente derrotad os?
Es a la vez d esde el sesgo de su intimidad con ell a misma y des­
de el ses go d e la forma de sus as erciones co mo Philippe Lacou e­
Labarthe, en las prime ras págin as de La f iction du jJolitique,2 nos
ha indicado en qué sentido la fil osofía n o p odía ya esta r, a su j u i­
cio , más qu e e n el elem ento d e su propia imposibilid ad.
Lo íntimo d eri va de qu e, pa ra él, es el deseo de filosofía el qu e re­
sult a impactad o por la melancolía de la H istoria. Más precisam ente,

I Este texto tien e orígene s co m plej o s y represen ta un a reorgan izaci ón de materia­


les en su momento co mp let amente d istint os en cu an to a su d estin o .
El núcleo es un a conferen cia pronunciad a en Estra sburgo a com ien zos de 1991 ,
en el m arco de! semin ari o organ izad o p or J ean:Jacques Fo r t é y G eorges Leyenb erger.
Esta con fere n cia se p ublicó, co n las dem ás int er ven cion es del seminario, en Poluique
et modernité, Osiri s, 1992 .
Sin embargo , deseoso d e dis p on er de un trabajo más co mp leto , e n primer luga r
insert é un breve desar rollo tomad o d e mi contribu ci ón al coloqu io sob re la obra de
Louis A lth usser organ izado en la Universida d París V III en la primavera d e 199 1, a
ini ciativa d e Sylvain La za ru s. A co ntin uació n art iculé so bre ese co nju n to un desar ro ­
llo sob re el dere ch o cuya proceden cia es a su vez compleja . Se tra ta, e n efecto , de un
texto so licitado por Jean-Christophe Bailly y Jean-Luc Nancy para u n número de la
revi sta Alea, nú mero qu e fina lmente n o apare ció. Pero , refund ido y reestructurado,
ta l texto e ncontró lugar en u n pequeñ o ensa yo, D'un désastre obscu r, pub licado en el
otoñ o de 1991 en la colecc ió n que Den is G ue no un dirige e n [as ed icio nes d e I'Aube.
Dicho esto , lo esen cia l es in éd ito , y creo que el co nju nto ofrece p ersp ectiva s co­
h erent es para lo qu e m e importaba aqu í: p ensar el nexo entre f iloso fía y p olítica en
e! ac to d e una desu tu raci ón, y res p etando m i co nvic ción ace rca d e que la po lítica co­
mo tal es un lugar d e p e nsam ien to ind ependiente d e la filo sofía.
2 C f. La [iction du politique, Ch r istian Bourg ois, 1990.

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206 FILOSOFí A Y POLlTICA FILOSOF f..\ y POLl TI CA 207
que a tal deseo, si bien se presenta en la continuidad de un derecho a bría de quererl a . De modo qu e, sin casa ni hogar, no se pu ede, al
desear, lo oscuro del siglo XX lo convierte en una caricatura obscena. igual que la comunidad de amor, co nfiar ni transmitir a lo que ella
La forma es afectada porque se vuelve imposible de sostener, en no es. Comunidad qu e se dirá pues, con Maurice Blanchot, inconfe­
filosofía, la claridad imperativa de la tesis. La filosofía oscila entono sable."
ces entre un intolerable mutismo, el de Heidegger ante Paul Celan," Comunidad tal qu e no se pu ede ni proceder a su institución ni
y la búsqueda casi de sesperada de una prosa del pensamiento que consagrarla a su perpetuación, sino sólo mantenerse en la acogid a
organizaría su migraci ón hacia el poema. de su llegada, e n la ofrenda de su acontecimiento. Co m u n idad que
A esta imposibilidad, que es en adelante no tanto el estatus de la se dirá pues, co n ]ean-Luc Nancy, desocupada.f
filosofía como su elemento subjetivo, Lacoue-Labarthe y ] ean-Luc Comunidad sin presente ni presencia, sólo tom ada e n su ad ven i­
Nancy la han denominado asimismo la retracción de lo político. mi ento, de modo tal qu e los estragos del tiempo d espojan su tema,
Porque, en el núcleo de esta constatación, que afecta a la filosofía ponen al desnudo su ínfimo desplazamiento. Comunidad qu e se di­
e n su deseo tanto como en su decir, hay sin ninguna duda una con­ rá pues, con Gi orgio Agamben, co m unidad que viene."
vicción sobre el vínculo -en ad elante improbable, o inhallable- en. El impalpable don d e la comunidad es eso mi sm o por lo qu e el
tre la filosofía y lo qu e, d e la política, inscribe en la Hi storia el d es­ mundo nos dice hoy qu e es lo imposible propio del mundo, de to­
tino en clarificación de un pensamiento. do mundo, no obs tan te que un mundo no se sostiene sin o d e una
consistencia co ns ensu al. Comunidad, comunismo: lo que ocurre an­
te nuestros ojos probaría que están ahí las travesías cr imina les de
2. La comunidad como imposible pro/lio de nuestro mundo una inc o nsistenci a del mundo. Mu cho más qu e la facilidad del goce
y del tr ánsito, mucho más que el ego ísmo cerrado y el conse ntimien­
Este esclarecimiento ha tenido originalmente por nombre filosófico to de la rapiña, de la injusticia y d e la libertad como vacante d e to­
el de com unidad. O al menos ese nombre -descendencia de la fra­ da verdad, lo qu e se dic e -o más bien lo qu e cada un o se dice en el
ternidad revolucionaria- h a presidido la recepción filo sófica d e las elemento anónimo del decir- co n la economía de mercado, co n el
vicisitudes d e la política d e emancipación d esde 1789. "Co m u ni­ reino técnico de los p olíticos, con la gu erra, co n la indiferencia, es
dad" es aquello por lo cual la filosofía entiende la propuesta socialis­ esto: lo imposible del mundo, hoy y para siempre, es la comunidad.
ta, y lu ego comu n ista . Pu esto que sólo existen la gesti ón razonable, el cap ita l, los grandes
La comunidad, tal como está aú n latente en los vestigios de la equilibrios.
id ea comunista, en la culminación misma d e la caducidad de tal O las comunidades. Pero nada es más opu esto a la Idea de la co­
id ea, es aquello p or lo cu a l lo colectivo está en la forma de su eclo­ munidad qu e la susta nc ia co mu n ita ria, judía, árabe, francesa u oc­
sión, sin sustan cia ni relato fundador, sin territorio ni frontera, no cid ental. Nada pone m ás a la comunidad en el revés de su imposi­
tanto sustraído a la opresión y a la división com o despl egado m ás ble qu e la ali an za realista d e la econ omía y d e los territorios cu ltu­
all á de tal reparto , no repartido sin fusión consigo, acabado sin clau­ rales comunitarios. Y en co nsecue ncia, lo real del mundo es preci­
sura, o , como dice Mallarmé, de tal modo que se acaba "en varios samente la comunidad co mo imposible .
ramos sutiles". O es to: la política real , esa qu e se no s predica, excluye toda Idea.
Comunidad tal que no hay disposición de que sea ofrecida al ha­ Ser del mundo no es otra cosa que hacer su yo este imposible, lo qu e
llazgo, y por lo tanto instituida o incapaz de prometerse a quien ha­ qui ere decir, y es éste el imperativo del tiempo: go bierna todas tus
acci on es y todos tus pensamientos de modo tal qu e esas acciones y
3 Hay qu e leer. sobre este punto. la interpretación del encuent ro e ntre Cel an y
H eid egger que propon e Lacouc-Labarthe en La po ésie comme expér ience, Christian
Bourgo is, 1986. Yo esbo zo otra inter p re tació n e n Manifeste pour la IJhilosophie, Le 4 Mauri ce Blan ch ot , La commu nau t éinauouable; Minuit, 1984.

Seu il, 1989 [Manifiesto por la filosofia; Madrid. Cá ted ra, 1990. traducción de Victoria­ ;,j eall oLuc Nancy, La com mu naut éd ésteunrée, Ch ristian Bou rgois. 1990 .

no A lcantud]. b Gio rg io Agambcn , La commun aut é qui uient , Le Seu il, 1991.

208 FILOSO FÍA Y POLlTI CA F1LOSO FfA y PO LfTlCA 209


esos pensamientos atesti güen qu e la comunidad es imposible. O Platón, una po sición so fística. En el libro VI d e L a rep ública, Plat ón
también: ac túa sin Id ea. da del so fista una d efinición raramente d estacada, y a mi juicio de­
cisiva. El so fis ta, dice, es aquel qu e es in capa z de ver "has ta qu é pun­
to difieren según el ser la naturaleza del bien y la de lo n ecesario".
3. Ser con temporáneo, por desértico que sea, del veredicto del mundo La sumisión d e la voluntad política a l tema de una n ecesidad de la
comunidad, como figura del bien en política, di sp one esa voluntad
Lo qu e quisie ra sos te ner es qu e debern os enten d er la verdad de es­ en el cam po d e la sofística. No es ento nces sorp re ndente qu e esa vo­
te imperativo. O m ás exactamente: entender este imperativo en el luntad, largamente representada co mo volu ntad d e justicia, se ago­
elemen to de una verdad . Lo qu e qui ere d ecir: enten derlo exactamen­ te hoy bajo el argumento so fístico qu e nos d omina e n su forma re­
te co m o Marx, en el Ma n ifiesto, enten día la di solución, por el Capi­ tornada, y qu e es el sig uie nte: pu esto qu e la co m u nidad es imposi­
tal , de todos los vín cul os sa g r ados que se cre ía que so st enían la con­ ble, la política de emancipaci ón no representa ningún bien. O
siste ncia del mundo. Ente n derlo en co nsecu en cia como el horror también, y esto es lo qu e desd e todas pa rt es se nos repite: bajo la
sin verdad qu e ex pone la materia de una verdad posible. Lo qu e idea co m u n ista, y por consiguicnte baj o la donación d e la co mu n i­
qui ere d ecir: despl azar el imper ativo desértico de nuestro mundo. dad, la justicia tiene por esencia la injusticia. La imposibilidad de la
Simplemente despl azarl o . co mu n idad, qu e es lo real del mundo, impide qu e la p olítica pueda
¿De splazarlo en qu é es pacio de e m p la za m ie n tos? Todo se jue­ esta r bajo una Idea. De ahí qu e toda política es prim ordialmente
ga aquí a mi j u icio so b re el vín cul o en tre co m u n id ad y verdad, y ges tió n de lo necesario. Lo qu e se dic e también así : no hay política
finalmente, p or lo tanto , so b re el vín culo entre filo sofía y p olíti­ d e ema ncip ación; no hay más qu e el d evenir reglado y natural de
ca. El d esplazami ento co nsiste e n esto: lo que la Id ea comunista los equilibrio s lib erales.
co nte n ía de mortal era qu e as u m ía la copertenencia d e la comu­ Si se asume, co ntr a este vered icto, qu e pu ede existir una política
nidad y de la verdad d e lo co lectivo . La co m u n ida d d el comunis­ qu e esté e n el elem ento d el pensamiento, y por lo tanto d e la justicia
m o e ra el advenimiento a la política d e una re alización de lo co­ -puesto qu e "justicia" no es sino el nombre filosófi co dc la política
lectivo co mo verdad. co mo pensamienro-, hay p or co nsig uie nte qu e soste ne r, co n todas
Que lo col ecti vo sea en su ac to la verdad d e lo que es, es lo qu e sus co nsecue nc ias, qu e tr at ar é de despl egar, la tesis sig uie nte: que la
se llama, d esd e qu e la fil osofí a existe , la justicia. Es por eso por lo co munidad sea imposible no ha ce en nad a o bjeci ón a l imperativo de
qu e, al final del lib ro IV d e L a república, Platón enuncia que la justi­ la política de emancipación, se la llam e co mu n ismo o de o tro modo.
cia n o es en ab soluto una n orm a exte r io r, una calificación de lo que
cs. La justi cia, d ice, se en u ncia de la acción que toca a la interiori­
dad, en tanto que ver íd ica mcnte (alethos) relativa a lo que hay de in­ 4 . Existencia de la política en el punto de su imposibilidad apare nte
terior, y d ep endi ente es tr ic ta mente de ello. En la figura de la comu­
nidad la justicia n o es pu es lo qu c puede decirse de lo colectivo , si­ Que la imposibilidad de la comunidad no haga objeci ón a la políti­
no lo cole ctivo mism o oc urrido veríd icamen te, o como verda d, co n ca cuyo fil osofema es esta id ca es también, di ch o sea de paso , la con­
su propia di sp osición in mane nte . vicci ón d e Platón. En múltiples o por tu n idades, los int erlocutores de
Esto , p or cierto, supone qu e la justicia sea separada d e la nec esi­ Sócrat es cn La república bu scan d esestabilizarl o indi cándole que la
dad, baj o cu alqui er forma en qu e ella proceda. El drama d e la Id ea ciudad ideal que "rnitolo giza", co mo él mism o lo d ice, n o tiene nin­
comunist a cn su forma secularizada es qu e co n fi ó su paradigma a la g una oportunidad de existir. Ahora bien , sea n cua les fue re n las re­
n ecesidad, lo qu e qu ería tambi én decir: co n fia r la política al sen ti­ torcidas variaciones, la re spuest a de Sócrates vue lve e n definitiva a
do d e la Hi storia. Ella ha di señado a la co mu n idad como cautiva de es to : si se considera la p olítica co mo un pensamiento ? - y só lo evi­
su n ecesid ad real. 7 El pleno reconocimi ent o de este punto está lej os de ser co nquistado . Es a Sylvain
Ahora bi en , h ay qu e d ecir qu e ésa es, en los términos mism os d e Lazar us a qui en se debe, en lo ese ncia l, la elabo ració n catego rial qu e autoriza a co n­
210 FILOSOFíA Y POLíTI CA FILOSOF IA y pOLITl eA 211

dentemente tal p olítica interesa a la filosofía-, entonces la posibili­ ció n in volu cran un segundo principi o rea l, qu e es el de la subjetivi­
dad objetiva no p odría se r una norma de la política. dad política. Es el tema del fin al del libro IX d e La rep ública, cuando
y que no se hab le p or ello de utopía: porque la política d escrita, los escéptic os, gente joven, vuelven a la ca rga . El p olít ico , dic e Pla­
la politeia mitologizad a, tiene aunque par ezca imposible un real e n tón, se ocu pará de los as untos públicos "en su propi o es ta do, y mu ­
su imposibilidad mism a. Ese real es el de la prescripción subj etiv a, ch o , pero no sin duda en su p atria, a m enos qu e un a oc u r re nc ia di­
que hará resp ecto del mundo, no totalmente nada, sino lo qu e es po­ vin a le con ceda ese azar" . "Su propi o es tado" es el hombre político
sibl e hacer, así sea bajo la ley rea l de lo imposible. Este p osible con­ mi sm o -lo con trario del politiquero-, el militante d e la prescrip­
mensurabl e co n lo im posib le tiene dos figu ra s conexas: ció n in condicionada, tal co mo es tá en situ ación en su patria, y ac­
- Ante todo la de los en unciados. Un a política es ya real porque tu ará se gú n esa prescripción bajo la conm ina ció n del azar de los
su s enunciados han llegado a existir. La p olítica, si bien depende del acontecimientos, sin volver nunca so b re la norma subjetiva que
pensamiento , es tá e n p rimer lugar co nte n ida en los enunciados adop te . Y, agrega Platón , "no ca usa nin guna difer encia qu e es ta
prescriptivos. Plat ón no vaci lará en sos te ne r qu e, de todas man eras, n orma sea localizable, o qu e haya de se rlo . Es d e ella so la de la que
la ejecu ció n prácti ca, praxis, d etenta m enos verdad que el enuncia­ ex traerá la razón de su s ac tos, y d e ninguna otra ."
do, lexis. De d onde res ulta qu e una prescripción política no tien e
qu e probar prev iamente su posibilidad en términos de realización.
Sócrat es preguntará: "¿Po r qu é el h ech o de que no estemos en con­ 5 . Nominaciones filosóficas y categorías politicas
di ciones d e p rob ar si es p osibl e regi r la ciudad como lo hemos di­
cho debilitaría la d ete rminación hacia el bi en de nuestro decir?" To­ Pero si la política justa, para serlo , n o requie re nin guna prueba se­
da política de e manci pación supone en d efinitiva una prescripción gím lo n ecesario o la existen cia p osible, si ella es primeram ente un
incondicionada. "Incon d icionada" qui ere decir que una política de pensamiento qu e lleva al se r la ten acid ad d e un sujeto e n el cue r p o
emancipación rad ical no se origina en una prueba de posibilidad d e enunciados que constituye su prescripción, resulta d e ello qu e la
qu e el exa men d el mundo sumin istraría. Y qu e ella tampoco tiene co mu nida d, su p osición d e un se r real de la justi cia bajo la forma de
qu e presentarse co mo re presentació n d e un co nj unto social objeti­ un co lec tivo que hace verdad d e sí mi sm o, n o es nunca, intrínseca­
vo . Un a p olí tica de e ma nci pa ció n se extrae d el vacío que un aconte­ mente, o en su letra, una catego ría de la política. La co m un idad es
cimiento hace adven ir co mo inconsistencia lat en te del mundo d ad o. en todo caso lo que se enuncia en f ilosofía co mo señ al d e un a cond i­
Sus enu ncia dos so n nom in acion es de ese vací o mi smo. ción política real que no está tejid a más qu e d e enu nciados sing ula­
res y de subjetividades actuantes.
-En seg u ndo lugar, los e nunciados de una política de em an cipa­
° también: una verdad , co mo verda d política, se d espli ega en
tanto qu e pensamiento inman ente d e su p rescripción y d e sus efec­
sider ar a la política como un pen samiento inmane nte, o pensamiento en interioridad, tos p osibl es. 0 , para retomar la exp res ión de Sylvain Laz ar us, la po­
sin confundirla con la "filosofía jJolítiea". Gracias a él sabe mos que hay un pensamiento
singu lar de Saint:Just, pen sam ient o relacionado con un mod o efectivo de la política, y
lítica (de e ma ncip ació n, o revolu cionari a, pero d ejaremos las demás
que no es en abso luto ide ntificable mediante sus "fuentes" rousseaunianas . Asimismo , "políticas" a las ciencias human as) es "p ensamiento e n interiori­
podem os pensar el pensam iento de Len in de una manera muy distinta que como un a dad". La filo sofía enuncia, por eje m p lo bajo el nombre d e co mun i­
consecue ncia del marxismo. Por poco difund ida, incluso "escrita", que esté hasta dad , qu e tal pensamiento, o tal verdad, habrá sido, si se p ro cede fiel ­
nuestros días la doctrina de Lazar us, debcría scr impos ible, en última instancia, evi­ mente. Pero el enunciado filosófico del se r d e un a verda d, e nuncia­
tar toda conside ra ción dc lo que, forjand o las catcgorías de tal descubrimiento, ha
puesto en evidencia a la política co mo lugar de pensam iento singular, sobre el mismo
do qu e libra ese ser al futuro anter io r (antefuturo o futuro perfecto
plano, aunque totalm ente irreductible a ellos, que el arte o la ciencia, e intran sitivo del indicativo), no podría fusionarse co n el proceso d e tal verdad,
respecto de la filosofía. Mencion em os aquí los escritos dispon ibles de Lazaru s: Peut­ ni siquiera co ns ti tu ir su ideal o su norma. Ningu na política puede
m penserla politique en int érioritét, Éd. des Conférences du Perr oqu et , 1986; La cat égo­ querer la comunidad, puesto qu e no es sino baj o co ndició n de los
rie de réoolution dans la révolutionfrancaise, ibid., 1989; Lenin et le temps, ibid., 1990. Pr ó­ enu nciados de una política co mo la filoso fía pu ed e, p Ol- su propia
ximame nte apa recerá su libro sintético L'anthropologie du nom o
212 FILOSOFfA y POLfTICA FILOSOFíA Y POLfTICA 213

cuenta, producir ese nombre: "comunidad" (o "justicia", que es lo samiento y de indagación. La (o una) filosofía intenta captar cierta
mismo). Y ese nombre no es uno de los nombres de la política, ni verdad, y por consiguiente anticipar su ser, el cual, por principio
una verdad de la política. Es un nombre filosófico para indicar que -siendo genérico-, no ha tenido todavía lugar; lo que existe es su suje­
habrá habido un ser de una verdad tal, y por lo tanto que habrá te­ to (finito), no su ser (eterno). Para operar tal captación, la filosofía
nido su sujeto. Ese nombre dirige el tiempo real de una política, sea va a disponer, en torno a la categoría de Verdad, sus propios nom­
cual fuere su extensión activa, hacia la eternidad nominal de su ser. bres y sus propias operaciones.
Este punto es particularmente delicado, aunque no sea más que En particular, toda filosofía, teniendo que composibilitar verda­
uno de los aspectos del acto filosófico, determinado como captación des dispares en la captación que opera en ellas, deberá distinguir al
de verdades por la operación de la categoría vacía de Verdad. No es­ procedimiento político de los demás. Éste fijará lo dado de la situa­
tamos, en efecto, acostumbrados a pensar (filosóficamente) la polí­ ción (lo colectivo como infinitud), la nurnericidad,? lo innombra­
tica como procedimiento de verdad. La idea dominante es más bien ble!" propio, etc. Lo que significa que el enfoque mediante el cual
que la filosofía hace verdad de lo que está en juego en la determina­ la filosofía se pone bajo condición de la política pasa necesariamente
ción política, y que es ya sea del orden de la práctica o bien del or­ por una definición filosófica de la fJolítica.
den de las pasiones. Resulta de esta visión "ordinaria" de las cosas Ahora bien, la diligencia de la política como pensamiento no es
que nombres puramente filosóficos, destinados a captar en Verdad definiciona1. Una secuencia singular de la política no opera nunca
la efectividad de las verdades políticas, son considerados como si a partir de una definición de la política. Es lo que Sylvain Lazarus
fueran nombres de la política misma. quiere hacernos pensar cuando enuncia la impactante fórmula se­
Se dirá también que la filosofía es designada como el lugar don­ gún la cual el Nombre es in 11 ombrable. En política, el nombre "políti­
de la política es pensada. Ahora bien, la política es un lugar de pen­ ca" no es nombrado ni definido. En tal sentido, toda nominación o
samiento. Y ni siquiera es correcto decir que la filosofía es pensa­ definición del nombre "política" es extra-política, y no tiene nada
miento de este pensamiento, puesto que los grandes textos de los que ver con la política tal cual ella procede como pensamiento y ex­
políticos, desde Saint:Just a Lenin o Mao, tienen precisamente por periencia del pensamiento. Tales definiciones y nominaciones de­
fin identificar la polüica como pensamiento desde el interior del pensa­ penden de la filosofía. Y "hacer filosofía" es totalmente diferente
miento político. Esta relación, interna a la política como procedimien­ que "hacer política", aunque se trate en ambos casos del pensamien­
to singular, entre pensamiento y pensamiento del pensamiento, no to. La filosofía dispone sus operaciones con vistas a poder enunciar,
es en absoluto idéntica a la relación de la política con la filosofía. respecto de una política, que hay ahí una verdad. Pero ese "hay" no
Constituye, como lo muestra hoy con una fuerza muy particular la es un juicio determinante, porque una política singular no tiene por
obra de Sylvain Lazarus.f la tensión íntima de todo procedimiento 9 La numericidad de un procedimiento genérico es el "cifrad o" de su relación con
de verdad. la disposición del vacío (figura ontológica), de lo Uno (figura de ruenta j de! aconte­
Una política (de emancipación o de justicia, nombres filosóficos; cimiento), de lo finito (regla de recorrido de situaciones) y de lo infinito (figura de la
en interioridad, nombre que Sylvain Lazarus asignaría a la política situación total y de la verdad). Cada tipo de procedimiento genérico admite una nu­
misma) es una singularidad en situación, dependiente de un acon­ mericidad particular. Se encontrará más adelante (en el texto: "¿Qué es el amor?") la
numericidad del procedimiento amoroso, que es la siguiente: uno, dos, el infinito. Sin
tecimiento que afecta lo colectivo; presenta secuencialmente la ver­ que sea cuestión de establecerlo aquí, indico que la numericidad del procedimiento
dad (pero "verdad" es entonces un nombre de la filosofía, porque la político es la que sigue: Infinito-l (la situación), Infinito-2 (el estado), un ordinal (que
efectuación de este procedimiento no se nombra como tal). Esta po­ fija acontecimentalmente el exceso del infinito-2 sobre el infinito-L) y el Uno (que ci­
lítica dispone sus propios operadores, que son operadores de pen­ fra la igualdad). Se observará que la política comienza ahí donde el amor finaliza, pe­
ro que el amor comienza también donde la política finaliza.
10 Sobre lo innombrable, cf. la nota IS. Todo tipo de procedimiento genérico ad­
8 La tensión, e! "desencajamiento", interior al procedimiento del pensamiento po­
lítico como a todo otro procedimiento genérico, entre pensamiento y pensamiento mite un innombrable propio. Así, el innombrable propio del amor es el goce sexual.
de! pensamiento, es un tema fundamental de Sylvain Lazarus en L'anlhropologie du El de la política es lo colectivo. El del poema es la lengua. El de la matemática es la
nom, de próxima aparici ón. consistencia.
2 14 F1LOSOF fA y POLfTI CA FILOSOFfA y l' OLf TI CA 2 15

ese nci a la verdad qu e ella es. Su ese n cia es la hu ella de su procedi­ 6 . L a conf usió n de las nominaciones filosóficas y de las categorías

mi ento, y qu e se tr at e d e un procedimiento de verdad no es decible políticas organiza u n desastre

más que según e! acto filosó fico, el cu al, p ar a la política mi sma, n o


es nunca sino una especie de reconocimiento inac tivo ."! ¿Cuá les so n los elementos co ns titu tivos d e ta l co n figu ración desas­
H ay qu e co nven ir en que esta disciplina de las di stinci ones, fáci l tro sa? Que el nombre filosófico qu e describe, bajo con dición d e un
d e eje rcer cua n do se trat a del arte, evidente co n res pecto al amor, real político , lo que ese real habr á te n ido d e ver da d sea identifica­
d ura men te co nquista da e n el curso de siglos por la ciencia, sig ue do co n los n ombres d e ese real mismo tiene tres co nsecuencias . Y
sie ndo un program a par a la pa rej a f ilosofía / p olítica, co mo lo tal es co nsecue ncias so n legibles d esd e e! movim iento que emp re n­
pru eb a justam ente la fa ma del sintagma "fil osofía p olí tica". Nada es d e Platón e n Las leyes, al p ropone r, especialme nte contr a la impie­
más co m ú n qu e la co nfus ió n en tre las d efini ciones y los axiomas dad , una legislación cr imi na l qu e habría sin nin guna duda sos te n i­
mediante los cuales la filosofía er ige la captació n de una política sin­ do la co ndena de Sócrates, re pi tie n do e n el fina l d el trayecto e! cr i­
gular e n Verda d, y la expon e así a la eterni da d p or ven ir d e su ser, men a partir d e! cua l, y co ntr a el cua l, Plat ón e ntró e n la filosofía.
po r u na par te, y por o tra lo que co rresp on de a la p olí tica misma, co­ La primera consecu en cia es e! re to rn o sobre los lu ga res inma­
mo efectividad inman ente . nentes d e la política d el re ino d e lo Uno. Una política de e ma nci ­
Ahora bien , este punto es qui zá aquel en qu e, casi in ad vertido, se pación es singula r y aco nteci menta l. Su p rescripción es a la vez fiel
juega e! balan ce de! siglo xx. Pu esto que la idea de qu e las definicio­ y co ntingen te . Los lu ga res qu e so n los suyos so n var iab les, y se des­
nes de la filoso fía, d efin icion es qu e se dirigen p or anticipa ció n al ser p laza n co n ca da tentati va. País, asamb leas, fá br icas , clases, ejérci­
de una verdad, y los n ombres in man entes de una verdad, nombres to p opular, multitud in surrecta: otros ta ntos proto co los de locali­
qu e sos tiene n e! proceso d e una política, pued e n ser confundidos, es zación d isp a res, y constitui dos p or u na prescrip ción qu e nada vie­
un a id ea qu e en e! siglo xx lleva en sí misma un nombre, el nombre ne a fu n dar. Si esos lu gares son sa turados p o r la a n tici pación fil o­
de Sta lin. El mater ialismo d ialéctico, co mo filosofía de! partido, y fi­ sófica de su verda d adve n ida, si so n di ri gid os haci a la e te rn ida d
nalmente de l estado-partido, es p recisam en te eso: la fusió n supues ta p ropia d e las categorías de la fil oso fía, su rge inevitab lemente , e n
del filosofema co mun ista, o de la co m un ida d, y d e los n om bres d e la u na su posició n d e efectiv ida d p olít ica, la sus ta nci a d e un luga r
polít ica. Lo qu e es también, para el caso, la fusió n y la legitimación único, que se rá as im ismo la patria de la verda d . Est a a p ropiació n
del presente crimina l co n e! fu turo anterior (antefuturo o futuro p er­ lo cal , Fr an cia tie rra d e las lib e rtad es, Reich m ilen ario , p at ria d e!
fecto de in dicativo) de su verda d latente. La id enti ficación de la opre­ socia lismo , b ase roja d e la revo lución mund ial , induce una metá­
sión y de la devastació n co n la co mun ida d en sí misma. fora de acceso y d e imi tación. La p olítica se presenta co mo acceso
Esta fusió n o rga n iza necesariamente un desastre.l? cleI pensamie n to a lo que se abre a l luga r único de la verdad, y co­
mo mím esis d e lo qu e ha tenido lu ga r e n ese lu gar qu e no es un
11 Se reconocerá sin embargo a la filosofía un poder de "servicio ind irec to " res. lu gar, sino el lug ar, d onde el tener-lugar es in mem oria l. Hay e n­
pecto d e lo s procedimientos genéricos en general, y los de la pol ítica en particul ar. to n ces, co mo lo test im o n ian lo s viajeros y las o rga n izaciones so­
Al en unciar el "hay" de las verdades, la fil oso fía orga niza u n pe nsamiento qu e dirige m etidas, un éxtasi s d el luga r.
las me ntes hacia su existe ncia, y sobre tod o mu estra las co ndic io nes a pa rt ir" d e las Yo hablo menos aq uí , por lo demás, de una p olít ica pa rt icular
cua les el pen sam iento puede ser contemporáneo de su tie m po sin ceder sobre la eter­
que de un a es pe cie de co nfiguración "a ños treinta a cinc ue nta", qu e
nidad. La filoso fía no es en absoluto un a política , pero es un a pm/Jaganda para la /10'
lítica, en tanto qu e d esign a su e fectividad como co ndición de l valor intemporal d el es co mo un esq ue ma for ma l histór ico del d esastre cuya sus tancia es
tiempo. el plegamiento de la p olí tica so bre la filosofía. En lo cua l, por ot ra
12 Se volverá n a encontrar aquí las categorías d el desastre ta l co mo fue ro n ex plo­ pa r te, mi descripción p ermanece filosófica (extraer el "siempre d el
radas formalmente en el p rim er texto de este libro . Pero dej o subsistir ta l apare nte tiempo "), y n o podría ser co nfund ida co n lo que pu ede decir se en
repetición, puesto que esta vez éxtasis (del lugar), sagrado (del no mb re ) y te rror (d el
pol üica de lo que fueron tales políticas. Porqu e "desastre" es un co n­
d eber-ser ) son pe nsados e n su adecuación particula r a un procedi mie nto de verd ad :
la po lítica. ce pto fil osófi co para no m brar la su tura de la filosofía a la p olítica.
216 FILOSOFíA Y POLfTI CA FILOSOFÍA Y POLÍTI CA 217
Se tratará pues de lo que la filosofía ve, con un ver subordinado al diversidad de nombres de la política a un solo nombre primordial.
acto de captación. Toda secuencia política emancipadora emite, como dije, nominacio­
Se ve, en estos tiempos, que la dimensión extática tiene su teatro nes que le son propias. Virtud, terror, democracia , soviets, partido
histórico en la escenificación del lugar. Para sí mismo, en las colo­ comunista, zona liberada, consejos, inserción de los intelectuales en
sales concentraciones donde el personal del estado se muestra a la la fábrica , resistencia, comités populares, células, congresos: la lista
multitud, reenviándole por un instante el sentido perceptible de la es interminable. Todas estas nominaciones tienen una dimensión
comunidad, estable y furiosa a la vez. Para e! peregrino extranjero, temporal y una variación que las liga a la nominación inventada de
en las alegres fiestas que presentan al lugar como mágicamente po­ uno o de varios acontecimientos. Pero, si se suturan estos nombres
blado de niñitas con ofrendas florales, de trabajadores cuyo acto a la eternidad potencial de un filosofema, ocurre que no hay más
puro es ya incorporado al porvenir, de dirigentes rodeados de una que un solo nombre verdadero, y ese nombre, inevitablemente, de­
serena autoridad de amor. viene el nombre único de la política, e! nombre de la emancipación
No es serio sólo reír a destiempo de est as escenas pacientemen­ misma tal como se la supone advenida en presencia. Ese nombre, la
te montadas, ni forcluirlas como únicamente mentirosas. Se com­ Historia nos lo muestra, es entonces un nombre sagrado. Casi siem­
prenderá más bien su profundidad -la de lo que se podría llamar el pre, por lo demás, puesto que la unicidad de un nombre no es ga­
estilo político-estatal de ese periodo. Porque ese teatro es el de una rantía sino de lo propio que lo sustrae a su equívoco, ese nombre es
relación singular entre la política, el estado y la filosofía, relación en efecto un nombre propio. El nombre sagrado de la emancipa­
cristalizada en la obligación del éxtasis. Y de hecho, la dimensión ción es el nombre del emancipador. En tal sentido, Stalin o Mao,
extática es evidentemente perceptible, desde Platón, en la presenta­ pensados en el exceso eterno de su nombre sobre la variabilidad de
ción solemne del lugar inteligible (topos noetos). El estilo poética­ los nombres de la política, son, hay que decirlo, creaciones, o cria­
mente imperativo del mito de El' el Panfiliano, al final de La repú­ turas, de la filosofía. En ellos y por ellos, lo sagrado del nombre vie­
blica, quiere transmitir el acceso extático al lugar de la verdad. Lo ne a duplicar el éxtasis del lugar.
que es nodal en este mito es que la prescripción infundada, la op­ En fin, si las verdades contingentes de la política se dejan direc­
ción pura, que está en efecto en juego en todo procedimiento polí­ tamente, no acoger, sino subsumir en pensamiento en un filosofe­
tico, son asignadas a un lugar. En ningún texto griego resuena has­ ma, estas verdades asumen el aire de una conminación despótica.
ta ese punto la tensión peligrosa de lo subjetivo como tal. A propó­ ¿Por qué? Porque entonces, en la suposición de su advenimiento y
sito de la opción de su futuro destino por las almas errantes, Platón de su presencia, la contingencia de semejante verdad soporta desde
escribe: "Theos anaitios aitia elon en ou" , causa es quien elige, dios fue­ el sesgo del pensamiento una necesidad lat ente. Lo inacabado de to­
ra de causa. Ahí surge un sujeto en una radical sustracción a toda da verdad particular soporta una cláusula de clau sura. Y lo que hay
influencia divina. Es, dice también el texto, "o pas kindunos anthro­ de innombrable en la situación, lo que hace de límite, y por lo tan­
po", el completo peligro para el hombre. Magnífico enunciado so­ to de real, para los nombres de la política se ve forzado a confesar
bre lo in-fundado de la prescripción política. Pero este in-fundado un nombre.
se localiza en lo eterno, es preparado y densificado por la suprema Pero si, bajo una ley política, se declara que la verdad es en ade­
maravilla del lugar, donde la sabiduría se une al cielo, y donde el lante coextensiva a la situación, y que la capacidad de la política de
huso del ser gira sobre las articulaciones de la necesidad, lo que distribuir nombres es total, entonces lo que en lo real se exceptúa
equivale a decir sobre las articulaciones de! estado. De modo que la de esta ley, lo que resiste a la nominación, yeso existe siempre, cae
transparencia sin concepto de la opción es investida y transida por bajo un veredicto de muerte. Si la política de emancipación es
el éxtasis del lugar. Esta dimensión extática es la primera figura del efectuación de su nominación filosófica, entonces se produce lo si­
desastre. guiente: que algo del ser se presenta como no debiendo ser. En
La segunda consecuencia de la identificación del filosofema en la particular, si la comunidad es efectiva, es que su perturbación, su
singularidad de una política de emancipación es la reducción de la disidencia, su fisura ineluctable, no son sino residuos cuyo ser fic­
218 FILOSOFíA Y pOLíTICA FILOSOFíA Y POLíTICA 219

ticio es una jugarreta de la nada. La política, suturada a la filoso­ La tarea es disyuntiva: para mantener la resurrección inevitable
fía, enuncia ineluctablemente que esto, que es, tiene por ser el no­ de las políticas comunistas -cualquiera que sea el nombre que se les
deber-ser. De tal suerte que aniquilarla sólo es cumplir el veredic­ dé- a su distancia de condición vital para la filosofía, ha y que sepa­
to del ser, tal como él se libra en la prescripción política emanci­ rar sus nociones y sus procesos de los nombres y los actos de la fi­
padora. losofía.
Enunciar que la ley del ser prescribe que una parte de lo que se Uno de los aspectos del balance del siglo xx, comprendido el de­
presenta es en realidad nada no es otra cosa que la máxima del te­ rrumbe sin pensamiento de los socialismos burocráticos, reside
rror. Esta máxima es por lo demás examinada y fundada en el libro pues en una desuturación necesaria de la filosofía y de la polftica.
X de Las leyes, cuando Platón explica por qué el incrédulo reinciden­
te puede y debe ser condenado a muerte, puesto que en él se ha au­
sentado el fundamento mismo de su ser posible. La esencia del te­ 8. Althusser como borde extremo de la sutura filosofía/jJolítica
1'1'01' es aniquilar lo que no es. Cuando e! filosofema de la emanci­
pación se apodera del procedimiento político emancipador, cuando La obra ejemplar de Louis Althusser permitirá aquí entender mejor
sutura la contingencia de sus enunciados, entonces el terror consu­ de qué se trata cuando hablo de sutura y de desuturación. En un
ma el éxtasis del lugar y lo sagrado del nombre. tiempo extremadamente corto, y en la potencia de un pensamiento
Es este triple nudo del éxtasis del lugar, de lo sagrado del nom­ completamente reunido en torno de sus axiomas, Althusser pasó de
bre y del terror lo que yo llamo un desastre. De tal desastre la filo­ una sutura de la filosofía a la ciencia (textos de 1965) a una sutura
sofía no es nunca inocente, puesto que resulta de una confusión de de la filosofía a la política, esta última bajo el efecto del maoísmo
pensamiento entre la acogida filosófica a su condición política, el ("poner la política en el puesto de comand o") y de la crisis conco­
modo mediante e! cual ella dirige tal condición hacia la eternidad y mitante del partido comunista francés .
las operaciones inmanentes de la política misma. Desde 1968, en efecto, la filosofía es para Althusser una figura
de la lucha de clases; ella es, tal será su fórmula, la lucha de clases
en la teoría. Reflexionar sobre Lenin leyendo a Hegel en 1914-1915,
7. Del desastre no se infiere en absoluto que haya que renunciar nos dice Althusser, "no es erudición, es filosofía, y como la filoso­
a la acogida filosófica de las políticas de emancipación fía es política en la teoría, es por lo tanto jJolítica".
Lo que se declara aquí es una ruptura decisiva en la simetría de
Comprendemos de todos modos que la culpabilidad de la filoso­ las condiciones de la filosofía. La política ocupa en adelante un lu­
fía es relativa al hecho de que más vale un desastre [désastre] que un gar completamente privilegiado en e! sistema de doble torsión (res­
des-ser [désétre]. Por terrorista, sacralizada y extática que ella pue­ pecto de las condiciones, y sobre sí misma) que singulariza al acto
da ser, el filósofo preferirá siempre una política suturada a la fi­ de pensamiento denominado filosofía. Tal privilegio la política lo
losofía, puesto que al menos está bajo el signo de la Idea -y con posee porque, además de su estatus de condición, penetra en la de­
él, finalmente, en el curso de los siglos, la humanidad en su con­ terminación del acto.
junto-, a una "política" retirada de todo pensamiento, y que no He llamado sutura a esta ruptura de sim etría y a este privilegio
convoque a su gestión pletórica más que la despreciable exacerba­ determinante de una de las condiciones de la filosofía . Hay sutura
ción de los intereses. de la filosofía cuando una de sus condiciones es asignada a la deter­
La salida no es ciertamente para nosotros, so capa de acomodo minación del acto filosófico de captación y de declaración. Cuando
con los horrores de! siglo xx, plegarse al tema de la política de eman­ Althusser escribe por ejemplo: "La filosofía es tina práctica de inter­
cipación. Toda conversión al des-ser político ambiente, o a la "demo­ vención política que se ejerce bajo la forma te órica", sutura la filoso­
cracia" en su sentido mercantil, lleva a la filosofía a la errancia de una fía a la política.
sombra desolada, entre e! arte y la ciencia, melancólica y perdida. La dificultad de las suturas es que vuelven trabajosamente legi­
220 FILOSOFíA Y pOLíTICA FILOSOFíA Y POLlTICA 221

bIes sus dos bordes: la filosofía y la condición privilegiada. filosofía es una intervención política "bajo la forma teórica". ¿Qué es
Del lado filosófico, la sutura, que inviste al acto filosófico de una este principio formal, que parece distinguir la intervención filosófica
determinación singular en cuanto a su verdad, arrasa por completo de las "otras formas" de la política? ¿y qué son esas "otras formas"?
el vacío categorial necesario al lugar filosófico como lugar de pen­ ¿Hay que pensar que hay una "forma teórica" de la política, que es la
samiento. En el lenguaje de Althusser, se dirá que, suturada a la po­ filosofía, y una "forma práctica", que es la exacta? ¿El partido comu­
lítica, la filosofía reencuentra de hecho uno o varios objetos, mien­ nista francés? ¿El movimiento espontáneo de las rebeliones? ¿La acti­
tras Althusser explica, por otra parte, y muy sólidamente, que la fi­ vidad de los estados? Tal distinción es insostenible. En realidad, la po­
losofía no tiene objeto. Althusser viene a decirnos que la filosofía lítica de emancipación es en sí misma, de punta a punta, un lugar de
interviene políticamente en la práctica política y en la práctica cien­ pensamiento. Es vano querer separar en ella una vertiente práctica y
tífica. Pero se podría mostrar, siguiendo a Althusser mismo, que eso una vertiente teórica. Su proceso, como todo proceso de verdad, es
es imposible. Porque Althusser no vacila en sostener -y con justa ra­ un proceso de pensamiento bajo condiciones que son acontecimenta­
zón- una concepción meramente inmanente de los efectos de la fi­ les, y en una materia que tiene la forma de una situación.
losofía. Escribirá por ejemplo: "La filosofía es una sola cosa con su En el fondo, lo que le faltó a Althusser, lo que nos faltó entre
resultado, que constituye el efecto-filosofía." 0, más claramente 1968 y, digamos, el comienzo de los años ochenta, y que hoy vemos,
aún: "La filosofía no interviene en la realidad más que producien­ es reconocer plenamente la inmanencia en pensamiento de todas las
do sus efectos en sí misma." Pero si el efecto-filosofía es estrictamen­ condiciones de la filosofía. Porque existe esa ley que a veces Althus­
te inmanente, los (eventuales) efectos exteriores, por ejemplo políti­ ser hace algo más que percibir, y que a veces olvida: no es posible
cos, de la filosofía, no pueden sino permanecer enteramente opacos pensar la inmanencia de los resultados y de los efectos de la filoso­
para la filosofía misma. De modo que la filosofía como supuesta fía más que si se piensa la inmanencia de todos los procedimientos
"práctica política" es en el mejor de los casos una acción a la vez in­ de verdad que la condicionan, y singularmente la inmanencia de la
directa y ciega. política.
Del lado político, la sutura des-singulariza el proceso de verdad. Althusser ha señalado, si no desarrollado, casi todo aquello que
Para poder declarar que la filosofía es una intervención política necesitamos para emancipar a la filosofía de su repetición académi­
hay que tener de la política un concepto demasiado general e in­ ca y de la idea sombría de su final. La ausencia de objeto y el vacío,
determinado. Hay de hecho que sustituir la rara existencia secuen­ la invención categorial, la declaración y las tesis , la puesta bajo con­
cial de lo que Sylvain Lazarus llama modos históricos de la política, diciones, la inmanencia de sus efectos, la racionalidad sistemática,
que sólo son condiciones reales de la filosofía, por una visión de la torsión, todo ello, que persiste, está en su obra. La paradoja es
la política que sea permeable al filosofema. Es evidentemente el que inventó esta disposición en el marco de dos lógicas sucesivas
papel interpretado en el dispositivo de Althusser por la identifica­ que eran todo lo contrario, puesto que eran lógicas de sutura. Pero
ción lisa y llana de la práctica política con la lucha de clases. Ni tal paradoja nos enseña al menos que no se sale del teoricismo me­
Marx ni Lenin dijeron que la lucha de clases fuera por sí misma diante el politicismo, ni tampoco, por lo demás, mediante la estéti­
identificable con la práctica política. La lucha de clases es una ca­ ca o la ética del otro.
tegoría de la Historia y del Estado, y no es sino bajo condiciones La desuturación de la filosofía consiste por una parte en abstraer
completamente singulares como constituye una materia de la po­ de su lógica el "núcleo universal" de la invención de Althusser, y por
lítica. Manejada como soporte de la sutura entre filosofía y políti­ otra en tener mucho cuidado con las nominaciones para que ningu­
ca, la lucha de clases deviene en realidad una simple categoría de na vuelva a circular (como "lucha de clases" en Althusser) entre fi­
la filosofla, uno de los nombres para el vacío categorial de donde losofía y política.
ella procede. Lo que es, hay que admitirlo, una revancha de la in­
manencia filosófica.
Pero la dificultad última yo la veo cuando Althusser repite que la
222 FILOSOFÍA Y pOLíTICA FILOSOFÍA Y POLíTICA 223

9. Axiomas de separación entre filosofía y política (1928) Y cerrada (quizá, la investigación está pendiente) en el mo­
mento de la toma del poder por el partido comunista chino, en
Para practicar una firme delimitación y evacuar los conceptos equí­ 1949;
vocos, y por consiguiente desastrosos, que "pegan" la filosofía a su -la secuencia Revolución cultural china, abierta en 1965 y cerra­
condición política, hay que asumir algunos principios. Postulare­ da a partir del otoño de 1967.
mos pues los siguientes: Son éstos los complejos que Lazarus designa como modos históri­
1] La política de emancipación existe por secuencias.P bajo el cos de la política. Respecto de los tres primeros la investigación es hoy
azar acontecimental que rige su prescripción. No es nunca la encar­ suficiente para que sus nombres estén fijados. Se designa al primero
nación, o el cuerpo histórico, de una categoría filosófica transtem­ como el modo revolucionario, al segundo como el modo clasista; al ter­
poral. No es el descenso de la Idea, ni una figura destinal del ser. cero como el modo bolchevique. Los modos atestiguan a la vez la exis­
Es un trazado singular donde se ilumina la verdad de una situación tencia de la política de emancipación y su rareza secuencial. Que que­
colectiva. Pero ese trazado no tiene ningún principio de enlace con de claro que, cuando sostenemos que la filosofía está bajo condición
los que los han precedido. Diremos también: hay una historia de los de la política, es a tales singularidades modales a 10 que se alude con
estados, pero no hay una historia de las políticas. el nombre de "política", y en absoluto a la existencia de los estados,
Por ejemplo, si nos atenemos a los dos últimos siglos, y siguien­ que es en sí un hecho estructural sin incidencia filosófica particular.
do una vez más las investigaciones de Sylvain Lazarus, identificamos 2] Una política así concebida es un lugar de pensamiento inmanen­
claramente cinco secuencias de existencia de la política, articuladas te, que dispone sus nominaciones, sus lugares y sus enunciados bajo
en torno a acontecimientos singulares, y desarrolladas en dispositi­ la ley propia de su fidelidad a un acontecimiento. Así, en la secuencia
vos intelectuales con los cuales se relacionan nombres propios y es­ que es la nuestra en Francia, no hay más que una pregunta: ¿qué po­
critos: lítica es capaz simultáneamente de cerrar sin renegación el periodo
-la secuencia de la Convención montañesa [de La Montaña, gru­ anterior, de liberar, para sus fines propios, el núcleo universal de los
po de izquierda durante la Revolución francesa, T.] entre 1792 y el modos que ella identifica en la historia (singularmente 10 que se rela­
9 termidor, signada por Robespierre y Saint:Just; ciona con los nombres de Lenin y de Mao) y de establecer, en el pen­
-la secuencia abierta por 1848 (correlación del junio de los obre­ samiento tanto como en la experiencia militante de ese pensamiento,
ros franceses y del Manifiesto de Marx) y concluida en 1871 (la Co­ las prescripciones y los enunciados de un nuevo modo? Los referen­
muna de París); tes acontecimentales que fueron subjetivamente constituidos, aun si
-la secuencia "bolchevique", abierta en 1902 por el ¿Qué hacer? su nominación está todavía en suspenso, son claros: la secuencia de la
de Lenin, portador del balance de la secuencia anterior, y en parti­ Revolución cultural china, los años que van de Mayo del 68 a fines de
cular de la Comuna, puntuada por el 1905 ruso y cerrada por la Re­ 1975, y sin duda el movimiento polaco entre las huelgas de Gdansk y
volución de Octubre; el golpe de estado de Jaruzelski.
-la secuencia de "guerra revolucionaria", abierta por los prime­ Nos preguntaremos: ¿es posible identificar y proseguir semejante
ros escritos de Mao concernientes a la base de Chingkangshan política, en el entendido que se opone sin ninguna duda a la figura
parlamentaria de la política, comprendida, incluso especialmente,
su versión mitterrandista, aunque no sea más que porque el mitte­
13 La dimensión precaria y secuencial de la política, para decirlo todo, su rareza,
rrandismo da forma -hasta subjetiva- a 10 que se podría llamar un
es una consecuencia esencial de que sólo existe como pensamiento, o como relacio­
nes de configuración con su pensamiento. Están ahí los temas fundadores en la teo­
balance renegado de mayo del 68? La respuesta a tal pregunta su­
ría de Lazarus. Di, en 1984, en Théorie du sujet, la versión propiamente filosófica de pone que se la formula en la inmanencia de una continuación, y por
este punto: "Todo sujeto es político. Es por eso por lo que hay poco de sujeto y po­ consiguiente desde el interior del espacio abierto por una prescrip­
co de político." Hoy no diría "todo sujeto es político", lo que es todavía una máxima ción política. No existe ningún protocolo analítico, o exterior, del
de sutura. Diría más bien: "Todo sujeto es inducido por un procedimiento genérico, proceso de esta pregunta. La existencia de una política de emanci­
y depende por lo tanto de un acontecimiento. De ahí que el sujeto sea raro."
224 FlLOSOFiA y POL!TICA FILOSOFiA y POL!TICA 225

pación no depende de un examen de la situación, puesto que, por Hay aquí que buscar apoyo en un operador capital de la desutu­
definición, no es nunca transitiva a la donación, ni a los intereses de ración. Se trata de un enunciado que es también, lo que no puede
los conjuntos sociales. Su existencia no puede, por lo tanto, sino sorprender, la máxima más corta para el ateísmo moderno. Tal
presuponerse en sí misma. La pregunta sobre la existencia no es enunciado es: las verdades no tienen ningún sentido. Secuenciales,
aquí formulable más que desde el punto de una preexistencia. Se di­ suspendidas al azar del acontecimiento, las verdades, incluidas las
rá también que la existencia de una política de emancipación no es verdades políticas, son un efecto en la situación de una fidelidad sin
inferible si uno se sitúa en el exterior de su proceso. Tal política se concepto. Ellas no competen a ninguna trayectoria general cuyo
encuentra, no se observa. sentido le sería asignable. Las verdades son agujereadas, en defec­
3] La filosofía es radicalmente distinta, como lugar de pensa­ ción del sentido. Puesto que el sentido no es nunca otra cosa que lo
miento, a la política. Pero está bajo condición de su figura aconteci­ que la situación misma prodiga.
mental. Se requiere pues, teniendo en cuenta lo que precede, que la Pero una de las modalidades, si no incluso la modalidad esencial,
filosofía, y por lo tanto el filósofo, encuentre a la política como pen­ de una sutura es afectar o infectar la neutralidad defectiva de una
samiento. A partir de lo cual se dirá que la filosofía, o más bien una verdad con una carga de sentido. Por lo cual, en realidad, la filoso­
filosofía, capta la singularidad de una política bajo nombres genéri­ fía expone la singularidad de una verdad al desastre del sentido.
cos. Esta captación tiene por fin volver composible la nominación Es lo que vuelve tan difícil el pensamiento del destino del comu­
genérica de una política con la nominación de otros procedimien­ nismo, lo que hace que su desastre sea tan claramente sin pensa­
tos de verdad en la forma acontecimental o fiel del tiempo . Así se miento. Porque este desastre es universalmente presentado como
cumple un pensamiento del tiempo, dirigido hacia la eternidad desastre del sentido. Cada vez más, la empresa comunista es menos
puesto que tal tiempo no es captado por el pensamiento sino como designada como criminal que como absurda, lo que quiere decir:
espaciamiento en situación de verdades. La pregunta filosófica será privada de sentido. En este juicio, e! sentido es asignado a lo natu­
por consiguiente ésta: ¿cómo nombrar una política cuyos referentes ral de la economía capitalista. Lo insensato del comunismo es haber
y apuestas son aquellos que dijimos, de modo que tal nominación pretendido sustraerse a la naturalidad de! sentido, capitalista y par­
sea composible con las del poema moderno, la matemática moder­ lamentario.
na o la aventura moderna del amor? Ahora bi en, es preciso, contra esta opinión común, sostener
exactamente lo contrario. Lo que ha expuesto al comunismo al de­
sastre es la saturación staliniana de la política por e! filosofema, y
10. La nominación filosófica de una política de emancipación apunta
por consiguiente e! exceso desastroso de! sentido, que ha oblitera­
a una verdad, y de ninguna manera a un sentido
do toda verdad, puesto que presentaba el sentido mismo como una verdad.
El d esastre no es un desastre de! sentido, sino un desastre de la ver­
Es en este punto donde cabe exactamente la pregunta: ¿"comuni· dad mediante e! sentido, bajo el efecto del sentido.
dad" es un nombre recibible para la nominación filosófica de una El carácter supuestamente natural en cuanto al sentido del capi­
política de nuestro tiempo? Mi respuesta es, debo decirlo, dubitati­ talismo parlarnentarista moderno, u occidental, no es en realidad,
va. La razón de tal duda es clara: comunidad, en la forma del comu­ como se sabe, más que la eficacia de una ausencia de sentido que se
nismo, detenta aún la historia desastrosa de una sutura. Más preci­ cuida bien de presentarse como verdad. El capitalismo moderno y
samente: comunidad ha sido el nombre por el cual la filosofía ha in­ su efecto político de estado, el estado consensual parlamentario, no
yectado un sentido destinal a los pesados y crueles conceptos de la tienen ni sentido ni verdad. O más bien: distribuyen como "sentido
política en su era marxista-leninista, era cuya caducidad es pronun­ natural" la falta de toda verdad y la ausencia de todo pensamiento.
ciada al menos desde el giro asumido en 1967 por la Revolución cul­ El parlamentarismo capitalista está al abrigo de la confusión entre
tural china, así como después de los (raros) efectos propiamente po­ sentido y verdad, pllesto qll e no sostiene ni lino ni otra. Su regla no
líticos de los años 1968·] 975. es sino d e Iuu cion.uni cnro, y por lo tanto d e exter io r id ad . No re­
226 FILOSOFÍA Y POLÍTICA FILOSOFÍA Y POLÍTICA 227
quiere en nada al sujeto como sujeto político. Por lo cual prevalece Aceptemos seguir sobre su terreno que, una vez más, no podría
en efecto naturalmente sobre la empresa suturada y desastrosa del ser el nuestro (ni jamás ha sido el de ninguna filosofía verdadera).
comunismo real, que ha presentado el sentido como ca extensivo a y preguntemos: équ é es, filosóficamente pensado, un estado de de­
una verdad. recho?
En la ontología de las multiplicidades históricas que yo propu­
se, 14 el estado, pensado como estado de una situación, es lo que ase­
11. iEl derecho es una categoría política, y da sentido (filosófico) gura la cuenta estructural de las partes de la situación, situación que
a la política parlamentaria moderna? lleva generalmente el nombre propio de una nación. Decir que se­
mejante estado, o sea , semejante operación de cuenta, es un estado
Sin duda hay que dar aquí una salida a los temas recientes por los "de derecho", quiere decir en realidad que la regla de cuenta no pro­
cuales una "filosofía política" trata de ajustarse a lo que cree ser el pone ninguna parte particular como jJaradigma del ser-parte en general.
triunfo del capitalismo parlamentarista, y que es la apología del de­ Dicho con otras palabras: ningún subconjunto, como la nobleza, o
recho, del estado de derecho y de los derechos humanos. Porque la clase obrera, o el partido de la clase, o la "gente de bien", o los
esta apología apunta abiertamente a dar sentido al aparato demasia­ religiosos, etc., es mencionado en una función especial en cuanto a
do objetivista de la economía de mercado y del ritual electoral. la operación por la cual los otros subconjuntos son enumerados y
Si no se tratara más que de un tema de opinión, abiertamente tratados. O también, ningún priuilegio expltcito cifra o codifica las
propagandístico, sería inútil demorarse en él. Pero está claro que operaciones por las cuales el estado se relaciona con los subconjun­
tanto la categoría del derecho como la más "original" de Ley están tos delimitados en la situación "nacional".
en vías de convertirse en puntos de pasaje obligados para la "filoso­ Puesto que la cuenta estatal no es validada por una parte (o un
fía política" -en realidad, para la sofistica moderna. Partido) de carácter paradigmático, sólo puede serlo por un conjun­
Evidentemente, la apología del derecho y de la Ley supone una to de reglas, las reglas de derecho, que son formales porque justa­
evaluación filosófica de la política que la confunde inmediatamente mente no consideran, en el principio de su legitimidad, ningún sub­
con el estado. No se trata aquí de la política como pensamiento pre­ conjunto particular, sino que declaran valer "para todos", lo que
cario y secuencial. Desde el interior de semejante política, "derecho" quiere decir para todos los subconjuntos que el estado registra co­
puede eventualmente asumir un sentido prescriptivo, o en concien­ mo subconjuntos de la situación.
cia, que no tiene ninguna relación con el derecho de estado. Tal fue Se cree a menudo que las reglas valen para todos los "indivi­
el caso, hacia 1978, cuando los huelguistas de la empresa Sonacotra duos", y se opone el reino democrático de la libertad individual al
tenían por consigna: "iFranceses, inmigrados, igualdad de dere­ reino totalitario de una fracción autoproclamada: el Partido y sus je­
chos!", o también cuando, en 1983, los huelguistas de Talbot reclama­ fes. Nada de esto: ninguna regla estatal concierne en realidad a esa
ban el "derecho de los obreros". Se trataba en realidad, en los dos ca­ situación infinita particular que nosotros llamamos un sujeto o un
sos, de un derecho sin Derecho, de una prescripción política inaudi­ individuo. El estado no tiene relación más que con partes, o subcon­
ble para cualquier forma que sea del derecho de estado. juntos. Incluso cuando trata en apariencia a un individuo, no es la
Cuando nuestros "filósofos" hablan del estado de derecho, poco infinitud concreta de tal individuo lo que considera, sino dicha in­
les importa el derecho sin derecho por el cual una conciencia polí­ finitud reducida a lo Uno de la cuenta, es decir, el subconjunto del
tica se declara. Ellos hablan de una figura institucional; ponen la fi­
losofía, no bajo condición de la política, sino bajo condición del es­ 14 La ontología del estado (bajo el nombre de estado de la situación) est á dada en

tado parlamentario. La "filosofía política", como filosofía del esta­ las meditaciones 7, 8 Y9 de L étre el l 'éoénement. El estado (en el sentido político-his­
tórico) es examinado como ej emplo de esta figura del ser. El punto central es que el
do de derecho, enuncia su propia posibilidad como ligada a la exis­
estado de una situación (su re-presentación) está en exceso sobre la situaci ón (sobre
tencia de una forma particular de estado, y se compromete contra la presentación). "Exceso" es aquí un concepto riguroso. Véase también el prefacio
otra (el difunto estado "totalitario"). de Francois Wahl.
228 FILOSOFíA Y POLÍTICA FILOSOFÍA Y POLíTICA 229
cual tal individuo es el único elemento, lo que los matemáticos lla­ sóficamente son, por así decir, estados relativistas y escépticos, no
man un singleton . El que vota, el que está en la cárcel, el que cotiza por azar o por ideología, sino intrínsecamente, puesto que su "fon­
en la seguridad social, ete., es registrado por un número que es el do" es la regla de derecho. Tal es la razón por la cual esos estados
nombre de su singleton, y no la toma en consideración de él mismo se presentan gustosamente como "los menos malos", más bien que
como multiplicidad infinita. Cuando el estado es de derecho, ello como los mejores. "Menos malos" significa que, de todos modos, es­
quiere solamente decir que la relación con el individuo-contado-por­ tamos en lo relativo y en lo malo, o más exactamente, que estamos
uno se hace según una regla, y no a través de una evaluación de la en un dominio, el funcionamiento estatal, que no tiene relación di­
cual un subconjunto privilegiado es la norma. Una regla, sea cual recta con una norma afirmativa, como la Verdad o el Bien.
fuere, no puede por sí misma garantizar un efecto de verdad, pues­ Se observará que no sucedía lo mismo con los estados socialis­
to que ninguna verdad es reductible a un análisis formal. Toda ver­ tas burocráticos y los terroristas, que rechazaban explícitamente la
dad, siendo a la vez singular y universal, es un proceso ciertamente regla de derecho como meramente "formal" (las libertades "for­
reglado, pero nunca coextensivo a su regla. Asumir, como lo hacen males", ete.). La cuestión no es evidentemente defender aquí a
los sofistas griegos, o como lo hace Wittgenstein, que las reglas son esos estados policiales. Pero es filosóficamente necesario ver que
el "fondo" del pensamiento -porque éste se halla sujeto al lengua­ la identificación de tales estados con la política (la política de cla­
je-, equivale inevitablemente a desacreditar el valor de verdad. Y se, el comunismo) no tenía como consecuencia anular la función
es, por lo demás, la conclusión tanto de los sofistas como de Witt­ de verdad de la política. En efecto, esos estados, al fundar la cuen­
genstein: la fuerza de la regla es incompatible con la verdad, que no ta de las partes del todo social sobre un subconjunto paradigmáti­
es entonces más que una Idea metafísica. No hay, para los sofistas, co, enunciaban forzosamente que ese subconjunto (la clase, su Par­
sino convenciones y relaciones de fuerzas. Y para Wittgenstein sólo tido) mantenía con la realidad relaciones privilegiadas. El privile­
hay juegos de lenguaje. gio sin regla, incluso muy evidentemente des regulado, tiene siem­
Si la existencia de un estado de derecho -y por consiguiente del pre un protocolo de legitimación que toca al contenido y a los va­
imperio de las reglas- constituye la esencia de la categoría política lores. El privilegio es sustancial, y no formal. En consecuencia, los
de democracia, resulta de ello esta consecuencia filosófica funda­ estados socialistas burocráticos del este europeo han pretendido
mental: la política no tiene ninguna relación intrínseca con la verdad. siempre que concentraban en su aparato político el reino de una
Digo bien: consecuencia filosófica. Porque no es sino en el lugar verdad política. Estos estados eran compatibles con una filosofía
filosófico donde semejante consecuencia se puede nombrar. El es­ que enuncia que la política es uno de los lugares donde la verdad
tado de derecho no tiene por legislación interna más que la de fun­ procede.
cionar. Este funcionamiento no enuncia, a partir de sí mismo, la re­ Tanto en los parlamentarismos del oeste como en las burocracias
lación que sostiene o no sostiene con la categoría filosófica de Ver­ despóticas del este la política es, en última instancia, confundida
dad. La filosofía, que está bajo condición de la política, puede, y só­ con la gestión del estado. Pero los efectos filosóficos de esta confu­
lo ella puede, decir lo que es la relación de la política con la verdad, sión son opuestos. En el primer caso, la política cesa de competer a
o más precisamente, lo que es la política como procedimiento de la verdad: la filosofía "ambiente" es relativista y escéptica. En el se­
verdad. gundo caso, la política prescribe un "estado verdadero": la filosofía
Decir que el núcleo del sentido de la política está en el Derecho ambiente es monista y dogmática.
implica, inevitablemente, que eljuicio filosófico sobre la política de­ Así se explica que, en las sociedades políticas parlamentarias del
clare la exterioridad radical de la política respecto del tema de la oeste, la filosofía sea considerada como un "suplemento del alma"
verdad. Si el estado de derecho es el "fondo" de la aspiración polí­ cuya arbitrariedad corrige la objetividad reglada de las opiniones,
tica, entonces la política no es un procedimiento de verdad. objetividad que es la de las leyes del mercado y del capital financie­
La evidencia empírica viene a confirmar la inferencia lógica. Los ro, y en torno de la cual se organiza un fuerte consenso. Mientras
estados parlamentarios del oeste no aspiran a ninguna verdad. Filo- que la arbitrariedad voluntarista y policial de las sociedades políti­
230 FILOSOFÍA Y POLíTICA )')LOSOFÍA y POLÍTICA 231
cas del este se proyectaba en la falsa necesidad de una filosofía de que cifre o codifique el argumento, la afirmación pura ocupa su lu­
estado: el materialismo dialéctico. g-ar, y finalmente la posición de enunciación (y por consiguiente la
En el fondo, el Derecho es como un centro de simetría que dis­ proximidad con el estado) es lo que valida el enunciado "filosófico".
pone de modo alternado los dos términos, que son el estado (si se De modo que cualquier aparatchik o jefe de estado puede pasar por
supone que concentra la política) y la filosofía. Cuando el derecho un oráculo filosófico, del mismo modo que el lugar desde donde
-y por consiguiente la fuerza de la regla- es presentado como una habla, el estado-partido, se supone que concentra todo el proceso
categoría central de la política, el estado parlamentario, o incluso el político de la verdad.
estado-partidos (en plural), es indiferente a la filosofía. Inversamen­ Se puede pues sostener que el efecto común de los regímenes que
te, cuando el estado burocrático, o estado-partido (en singular), pre­ encarnan la política en un subconjunto paradigmático del múltiple­
dica una filosofía, que es la de su legitimidad, se puede estar segu­ nación y de los que la diseminan en el reino de la regla es un efec­
ro de que es un estado de no-derecho. Esta inversión es la formali­ to de indiscernibilidad entre la filosofía y sus "dobles" competido­
zación, por la pareja estado/filosofía, de las relaciones contrarias res: el sofista ecléctico, por una parte, y el tirano dogmático, por la
que el enunciado "la política se realiza en el estado" implica en otra. Ya sea que la política reivindique el derecho como su catego­
cuanto a la pareja política/verdad, según que la forma del estado sea ría orgánica o bien que le niegue toda validez en nombre del senti­
pluralista y reglada, o unitaria y partidaria. En un caso, la regla tie­ do de la Historia, el efecto sobre la filosofía es el de una indistinción
ne el efecto de abolir toda verdad de la política (la cual se resuelve y finalmente el de una usurpación: sobre la escena pública se decla­
en la arbitrariedad del número, del sufragio); en el otro, el Partido ran filósofos los aduersarios originarios de su identidad, es decir, el
declara detentar la totalidad de la verdad, y se vuelve así indiferen­ sofista y el tirano, o el periodista y el policía.
te a toda circunstancia que afecte al número, o al pueblo. Todo lanzamiento de una política se señala como invención de
Finalmente, por opuestas que sean las máximas, el resultado afec­ pensamiento, inmediatamente expuesta a los efectos azarosos de su
ta negativamente a la filosofía, que es sepultada en un caso como arraigo acontecimental. La filosofía existe bajo condición de tal lan­
puro suplemento de opinión y en el otro como formalismo estatal zamiento porque hace de esa misma precariedad, mediante la capta­
absolutamente vacío. ción de una verdad que en ella procede, una dimensión de la eterni­
Se puede ser aún más preciso. La sumisión de la política al tema dad. El derecho, la Ley, el estado de derecho, los derechos humanos,
del derecho implica en las sociedades parlamentarias (es decir, re­ no inventan hoy nada, y no hay nada en ellos que pueda ser filosófi­
gladas bajo el imperativo último del capital financiero) que sea im­ camente captado. Del mismo modo, el esfuerzo de los "filósofos po­
posible discernir al filósofo del sofista. Este efecto de indiscernibi­ líticos" para inyectar sentido en el no-sentido donde el capitalismo
lidad es decisivo: como la condición política de la filosofía permite parlamentarista despliega su no-verdad es un ejercicio sofisticado,
establecer, en la temática del derecho, que la regla es la esencia de que juega para el filósofo el simple papel de una referencia tempo­
la discusión democrática, es imposible oponer a la logomaquia so­ ral y de una adversidad que hay que soportar. Debemos ser contem­
fística (juego virtuoso de las convenciones y de las potencias) la dia­ poráneos de este ejercicio. Pero no es cuestión de convertirnos a
léctica filosófica (rodeo dialógico de la Verdad). Resulta de ello que, nuestra vez -es aquello de lo cual nos aconseja cuidarnos el caso de
muy comúnmente, cualquier sofista hábil puede ser considerado co­ esos "profesores por el ejemplo negativo"- en proveedores de senti­
mo un filósofo profundo, y tanto más profundo cuanto que la dene­ do en el punto de la no-verdad, o en hermeneutas del estado.
gación que opone a toda pretensión de verdad es homogénea res­
pecto de la condición política tal como ella se presenta bajo el sig­
no formal del derecho. Inversamente, en las sociedades socialistas
burocráticas, resulta imposible distinguir al filósofo del funciona­
rio, incluso del policía. Tendencialmente, la filosofía no es ahí otra
cosa que el discurso general del tirano. Al no haber ninguna regla
232 FILOSOFíA Y POLlTICA FILOSOFíA Y POLÍTICA 233
12. Razones por las cuales la palabra "comunidad" no es 13. Tomar como palabra primitioa "igualdad '; y desarrollarla en una

(iprooisionalmenteñ apta para captar filosóficamente el estado lógica rigurosa de lo Mismo

contemporáneo de las políticas de emancipación


Mi convicción es que la vieja palabra igualdad es hoy la mejor.
El avatar contemporáneo del "retorno del derecho" y su correlato, Seamos aquí rigurosos. "Igualdad" no será como tal un nombre
el "retorno de la ética", situados como ejercicios del sentido a falta de la política. La política se da en enunciados en situación, siempre
de toda verdad, nos prescribe preconizar filosóficamente el retorno singulares, y está fuera de cuestión -porque sería una sutura- de­
de la política y su correlato, el retorno de la libre ruptura, como cir que es la voluntad de lo igual. Pero "igualdad" puede ser un
objetos de una captación de verdad a falta de todo sentido. nombre filosófico para la composibilitación de la política de eman­
Ahora bien, hay que decir que "comunidad", incluso en las pre­ cipación. Porque "igualdad" no designa ni supone una totalidad
cauciones conjuntas de su desempleo y de su por-venir, representa ocurrida. "Igualdad", desde Cantor, se puede pensar en el elemen­
la verdad de lo colectivo como exposición de un sentido. Creo pues to de lo infinito. la
difícil proponerlo como nombre filosófico para los exiguos indicios Se objetará que nos estancamos en la tríada "libertad-igualdad­
de verdad política de los cuales nuestra situación puede aún dar tes­ fraternidad", que dio su marco a la captación filosófica de la Revo­
timonio. lución francesa . Es preciso efectivamente reconocer que la época así
Además, "comunidad" es hoy uno de los nombres usuales en po­ abierta no está aún filosóficamente saturada. El arco temporal filosó­
líticas reaccionarias. Yo me opongo políticamente todos los días a fico no coincide con ninguna de las ternporalidades propias de sus
las diversas formas del comunitarismo, con las cuales el estado par­ condiciones, no más con la temporalidad política que con las de­
lamentario busca dividir y circunscribir a las zonas populares laten­ más. Así se encuentra que la capacidad de captación inherente a los
tes de su inconsistencia. Yo no veo más que el reactivo nacional, términos libertad, igualdad, fraternidad permanece intacta, y que la
hasta religioso, en el uso de expresiones como "la comunidad ára­ polémica filosófica circula, de modo recurrente, entre ellos.
be", la "comunidad judía", o la "comunidad protestante". Otras tan­ Hoy el concepto de libertad no tiene valor inmediato de capta­
tas proposiciones sustancialistas que toda fidelidad política debe ción, porque es cautivo del liberalismo, de la doctrina de las liber­
imperativamente destruir. Porque no son éstas las diferencias que tades parlamentarias y comerciales. Es un vocablo enteramente in­
nos importan, sino las verdades. vestido por la opinión. Y se requiere por consiguiente reconstruir
Por último, "comunidad" establece el sentido con la acogida de
15 Lo propio de la invención de Cantor, su radi calidad, para él mismo horrorosa,
la finitud. La eclosión de lo colectivo en su propio límite, la morta­
no es haber matematizado el infinito, sino haberlo pluralizado, y por consiguiente
lidad de su asunción, el eco nostálgico de la polis griega como sitio desigualado. Que haya infinitos diferentes (y esto , mucho más allá de la oposición
expuesto del pensamiento: hay todo eso en la palabra "comunidad". "dialéctica" de lo continuo y lo discreto) supone evidentemente que se pueda dar sen­
Pero hay un enunciado filosófico que, a mi juicio, da abrigo y aco­ tido a la igualdad de dos infinitos. Tal es incluso toda la incumbencia de la plurali­
gida a lo que las políticas de emancipación contemporáneas tienen zación: dos conjuntos infinitos son iguales (tienen la misma potencia) si existe entre
ellos una correspondencia biunívoca. Son de siguales si tal correspondencia no exis­
de más precioso. Enunciado que la propia lógica de las clases y del
te . Se se ñalará que es esta igualdad la que remite, para su prueba, a una existencia,
antagonismo de clases había disimulado en una especie de finitud y la desigualdad a una negación de existencia. De ahí tambi én la función decisiva del
dialéctica. Tal enunciado es el siguiente: las situaciones de la políti­ razonamiento por el absurdo. Puesto que, para demostrar una inexistencia, no hay
ca son infinitas. Yo diría incluso que, debido a que hay y habrá una vía constructiva. Hay que suponer la existencia y deducir de ella una contradicci ón.
política de emancipación posmarxista-leninista, su oficio es tratar Este nexo entre igualdad, existencia y razonamiento por el absurdo es una matriz
subyacente a todo pensamiento filosófico de la emancipación: para mostrar que una
exactamente este punto, por el cual ella toma toda su distancia res­
política filosóficamente adversa es absurda, se supone que es portadora de la igual­
pecto del estado, a saber, la infinitud ontológica de las situaciones. dad, y se muestra entonces una contradicción formal. No se podría subrayar mejor
"Comunidad" no me parece poder apropiarse de la nominación que la igualdad no es un programa, sino un axioma . Lo que Ranciere, en Le maitre
de este tratamiento del infinito. ignorant, destaca co n gran talento.
234 FILOSOFÍA Y POLÍTICA FILOSOFÍA Y POLÍTICA 235

un concepto filosófico de la libertad desde un punto diferente a él. Toda la dificultad, una vez más, está en sustraer el concepto filo­
Un uso libre de la palabra "libertad" exige su subordinación a otras sófico de la igualdad al economicismo que lo satura. No es cuestión
palabras.l" aquí de ricos y de pobres, aunque la existencia de ricos y de pobres
En cuanto a la palabra fraternidad, ha sido retomada y remplaza­ permanezca, desde los griegos (Aristóteles ve aquí la raíz del carác­
da por la palabra comunidad, cuyo destino ya hemos examinado. ter intrínsecamente patológico de las políticas reales), como una es­
La palabra igualdad debe ciertamente ser deslindada de toda pecie de escándalo abstracto. Lo que se dice filosóficamente bajo el
connotación economicista (igualdad de las condiciones objetivas, concepto de igualdad es que el destino de la política, cuando la fi­
de los estatus, de las fortunas). Hay que restituirle su filo subjetivo: losofía la capta para exponerla a la eternidad, no es la diferencia ni
la igualdad es lo que abre a una estricta lógica de lo Mismo. Su ven­ la supremacía, sino la autoridad de lo Mismo.
taja es entonces su abstracción. Igualdad ni supone una clausura, ni Que la filosofía pueda acoger a las verdades políticas contempo­
califica los términos a los que apunta, ni prescribe un territorio pa­ ráneas bajo el nombre de la igualdad quiere decir, en el fondo, que
ra su ejercicio. "Igualdad" es inmediatamente prescriptiva, y el en­ si el comunismo existe, no puede ser sino el de las singularidades.
carnizamiento contemporáneo en denunciar su carácter utópico es y que ninguna singularidad tiene como título el hacer valer lo que
un buen signo, el signo de que esta palabra ha reencontrado su va­ la desigualaría respecto de cualquier otra. Lo que se dirá también
lor de ruptura. así: la esencia de una verdad es genérica;'? es decir, sin rasgo dife­
Digamos pues que la acogida filosófica de una política de eman­ rencial que permita, a partir de un predicado, disponerla jerárqui­
cipación se hará bajo el nombre de una política radical de la igual­ camente. O también: la igualdad significa que, desde el punto de la
dad. Ciertamente, no se pondrá bajo esta palabra el tema de lo so­ política, lo que se presenta no tiene que ser interpretado. Lo que se
cial, o de la redistribuición, menos aún el de la solidaridad o el de presenta debe ser recibido en política en lo cualquiera y en el ano­
la solicitud del estado para las diferencias. La igualdad es aquí un nimato igualitario de su presentación como tal. Lo que se presenta
puro nombre de la filosofía. Está libre de todo programa. Designa en en política compete entonces a lo que Alberto Caeiro, uno de los he­
el fondo lo siguiente: sólo una política que pueda ser nombrada, en terónimos del poeta portugués Fernando Pessóa, llama una cosa.
filosofía, como política igualitaria, autoriza que se dirija hacia lo Una cosa es lo que se presenta sin estar representada. Una cosa no
eterno el tiempo contemporáneo donde tal política procede. Si se­ es incluso representable en su diferencia. Una cosa no da ningún
mejante política no existe, si el reino del capitalismo parlamentaris­ dominio a la interpretación de su diferencia; ella es, lo mismo que
ta cubre la totalidad de la situación, entonces nuestro tiempo no va­ toda otra. Lo "mismo" no quiere decir que se la identifique bajo lo
le nada, no soporta su exposición al retorno eterno. idéntico de un predicado. Una cosa , en el sentido de Caeiro, no tie­
ne ninguna necesidad de pertenecer a una totalidad predicable, o
diferenciable, para ser lo mismo que otra. La cosa política, o para
16 Habría que sostener sobre este punto una discusión con Jean-Claude Milner.
En Les noms indistincts, Le Seuil, 1985, Milner sostiene con una particular elegancia la política, está fuera de la dialéctica de lo mismo y de lo otro. Ella
que la política remite, en lo esencial, al torniquete de la palabra "libertad" entre su es lo mismo sin otro, se presenta como mismo que lo mismo. No tie­
instancia real (la libertad "salvaje" de las revoluciones), su instancia imaginaria (cau­ ne tampoco registro trascendent.e, como el del Hombre o el de la
tiva de los vínculos viscosos de la "visión política del mundo") y su instancia simbó­ humanidad, de donde la cosa política extraería la regla de identifi­
lica (las libertades formales). Él estima visiblemente que al azar de la primera y la ab­ cación de lo mismo. En política ocurre todo lo contrario: no hay hu­
yección de la segunda hay que preferir la defensa firme de la última. Sin embargo,
en sus últimas elaboraciones, Milner parece deber reactivar el tema de una correla­
manidad sino porque y donde hay, y en esa exacta medida, lo mis­
ción posible entre pensamiento y rebelión, desde un ángulo que, tocando al infinito, mo, la cosa tal que misma, que es también lo que jean-Luc Nancy
no se deja plegar a la exclusiva línea simbólica. O que implica que se sobrepasen las
homonimias de la libertad. ¿Es bajo el signo de la igualdad como el máximo de re­ 17 Sobre "genérico" como predicado de la verdad, remito al prefacio de Francois
belión concuerda axiomáticamente co n el máximo de pensamiento? En su forma más Wahl, pero también al texto del presente libro "Conferencia sobre la sustracción".
reciente (Constat, Verdier, 1992), el pensamiento de Milner, al desembocar en un pe­ Por supuesto , el desarrollo completo de este concepto se encuentra en El ser J el acon­
simismo cerrado, no permite d ecidir. La discusión proseguirá. tectmiento .
236 FILOSOFíA Y POLlTICA FILOSO FíA Y POLlTl CA 237

llamaría la cosa misma.I'' y que es tal qu e, bajo la prescripción de la política. Contrariamente a lo otro, lo mismo, en su mismidad, no tie-
política, ella es su mismidad en sí misma. ne que ser cultivado.
Yo apruebo la tesis radical de Lacoue-Labarthe según la cual el Nombrada filos ófi cam ente, una política de emancipación com-
nazismo fue un humanismo.l? Porque el nazismo sometió a la polí- pete al antihumanism o de lo mismo. Y es de est e antihu manismo ,
tica a una identificación preliminar del hombre, del hombre autén- por el que 10 mismo no se sostiene sino del vacío de toda diferencia
tico, el cual no recibe su ser más que de su diferencia y no accede a en la cual fundar al Hombre, del que proviene la humanidad. La hu -
su propia historia sino en el aniquilamiento d e su otro subhumano, manidad, anteriormente a las formas reales de la política igualitaria,
o humano de otro modo. El nazismo es el paroxismo criminal de la simplemente no existe, ni co mo colectivo, ni como verdad, ni como
dialéctica d e lo mismo y de lo otro, y es imposible decidir si proce- pensamiento.
de de la preocupación maniaca por lo otro o de una concepción Es de este "mismo" ab soluto, anterior a toda idea de la humani-
predicativa, cultural y su stancia lista de lo mismo. Aquello a lo que dad, y de donde la humanidad proviene, es del alumbramiento de
conduce la atención preliminar a la identidad y a la diferencia, al co- lo colectivo como verdad d e lo mismo de lo que trata la política. Por
munitarismo racial y territorial, a la sustancia viviente del otro, el eso excluye toda interpretación, ya que, como dice Parménides tra-
nazismo nos lo ens eña. Ninguna dialéctica ni ninguna antidialécti- ducido por Beaufret, "lo mismo es a la vez pensar y ser". Pensar y
ca de lo otro puede evitar, Hegel lo anuncia de una vez por todas, ser, pero no signo e int erpretación. Donde se repite que el pensa-
las figuras de la muerte y de la esclavitud. No se sa le de ahí median- miento de lo mismo -y la política es, en su acto qu e la relaciona con
te inversión de los signos y mediante la promoción delicada del res- lo colectivo, un pensamiento semej ante- excluye toda herrnen éuti-
peto por el otro y por las diferencias. Es inútil opon er al humanis- ca del sentido. La política será recibida en filosofía bajo e! sig no de
mo negro del nazi sm o, que lleva al colmo del estado la figura mor- lo igual porque, concedida al vacío de lo mismo, asumiendo que
tífera del Hombre, su reverso elegiaco y occidental, el humanismo una verdad no tiene ningún sentido, ni siquiera un sentido hist óri-
garantizado del amor por el otro y de! respeto de las diferencias. ca, la donación de un sentido a la Historia, ella sostendrá también
Igualmente extraña al pensamiento es la idea cultu ra l, la idea socio- qu e, como lo dice Caeiro: "Se r una cosa es no ser susceptible de in-
lógica torpe de lo múltiple en compartimentos estancos y lo respe- terpretación."
table de las cultu ras. La cosa misma, en política, es a-cultural, como
lo son todo pensami ento y toda verdad. Cómico, m eramente cómi-
co, es el tema d e una política cultural, como lo es e! de una cultura

18 Quiero sobre est e punto , h oy cen tr al en la meditación d e j ean-Lu c Nancy, se-


ñalar e! magnífico texto titul ad o "Le cceur des choses", en Une pens ée [inie , Galilée,
1990. La proximidad con lo qu e llamo lo genérico es patente en fó rmula s co mo "lo
cualquiera de la cosa constituye su afirm ación más propia", o "e n el corazón de las
cosas, no hay lenguaje ". En co ntrapa rtida , no puedo concordar ni co n la acontecí-
mentalización de la cosa ("El aconte cim iento es el tener-lugar del se r-ah í de! co ra zón
de las cosas"), que obl itera ("es tr uc tur a liza") e! azar de la o curren cia, ni con la doc-
trina del sentido a la cua l esta "ontologización" de! acontecimiento co nd uce in evita-
blemente (así: "De sde qu e hay cosa, la co sa [y su ] venida son pasibles de sentido."). Pa-
ra mí, e! acontecimiento no p odría ser (sin reabsorción hermenéutica ) "la ven ida a la
presencia de la cos a". Lógica qu e es toda vía la, hegeliana, de la hi sto ricid ad de la pre-
sencia. La esencia de! acontecimiento es e! d esaparecer puro, y la cosa, co rno verdad,
adviene al infinito como no-sent ido.
19 Que el nazismo sea un humani smo es algo que sostiene La cou e-Lab arthe en La
fi ction du politique, op. cit.

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