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HIR EN LACTANTES EN LACTANTES DE UCIN

La hipoacusia o pérdida auditiva es un déficit sensorial, más específicamente una


disminución de la agudeza auditiva. Se trata de un descenso en el umbral de audición
considerado normal, que va de 0 a 20 dB; está perdida varía de acuerdo a la severidad o
grado, al lugar de la lesión y al momento en el que se produce la perdida.

Existen diversas causas para la hipoacusia. La genéticas, cuando la alteración viene


establecida por herencia genética, las pre/perinatales, cuando la causa que produce la
alteración auditiva ocurre durante la gestación o el parto, las postnatales, cuando se
produce después del nacimiento y las autoinmunes, que es cuando la alteración auditiva
no tiene bien definida su causa ni su fisiopatología.

Específicamente dentro de las causas post natales, tenemos a la hipoacusia inducida por
el ruido (HIR). Este tipo de perdida, adquiere en la actualidad una gran importancia por
su marcada incidencia en la población, siendo un problema de salud que se incrementa
conjuntamente con el avance de la civilización.

La HIR se define como la disminución de la capacidad auditiva de uno o ambos oídos,


es permanente, de tipo sensorioneural, se produce de manera gradual como resultado de
la exposición continua a niveles de ruido de intensidad relativamente alta (mayor a 85
dB SPL). La HIR se caracteriza por ser de comienzo insidioso, progresiva, bilateral y
simétrica, y al igual que todas las hipoacusias sensorioneurales, es irreversible. Se
presenta como una pérdida auditiva temporal que termina instalándose de forma
definitiva con el tiempo.

Por lo general, la HIR es más observada en adultos expuestos a sonidos intensos en su


ambiente de trabajo, pero, este tipo de pérdida auditiva también puede verse en lactantes
y niños, debido a que es una etapa sensible donde la vía auditiva está en proceso de
maduración. La exposición continua al ruido en la infancia puede producir deficiencia
auditiva así como también disturbios en el procesamiento central de la audición. La
Asociación Pediátrica Americana (AAP) estableció una serie de niveles sonoros de
exposición en niños para su correcto desarrollo, en su etapa de postnatal durante los
primeros meses. Los niveles recomendados van de 60 dB durante el día y 35 dB durante
la noche. Es importante resaltar que, la exposición continuada al ruido no sólo puede ser
perjudicial durante el desarrollo postnatal e infantil sino también durante el embarazo.

Otro factor relacionado con la deficiencia auditiva por la exposición al ruido es el que se
produce en los niños ingresados a la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN)
por más de 5 días. La UCIN es un área donde existe mucha estimulación para los
neonatos, por múltiples factores ambientales, entre los que se encuentran los altavoces,
los teléfonos, el funcionamiento del equipamiento médico e incluso la conversación del
personal, esto hace que los niveles estándar de dB recomendados por la AAP, se eleven
y alcancen niveles de hasta 120 dB de presión sonora.

Esta situación repercute en el recién nacido, especialmente en el prematuro, al ser


estimulado excesivamente, quien responde fisiológicamente de diferentes maneras. Los
niveles constantes de ruido producen hipoxemia, bradicardia, aumento de la presión
intracraneana, hipertensión arterial, apnea, estrés, inestabilidad metabólica. Además, se
producen perturbaciones del sueño, irritabilidad, cansancio, vómito y pérdida de apetito.

La exposición a los sonidos perjudiciales destruye los mecano receptores, células


ciliadas que registran el movimiento y transforman la vibración acústica en impulsos
neuronales. Este daño se produce cuando la elasticidad de la membrana aumenta y la
velocidad de la onda disminuye, desde la base de la cóclea hasta la punta. Cuando el
movimiento ciliar supera la resistencia mecánica de los cilios provoca la destrucción
mecánica de las células ciliadas, estas células son únicas y no se regeneran. Por la
tonotopía coclear, sabemos que las frecuencias más agudas se captan en la zona de la
base de la espiral de la cóclea y los tonos graves cerca de la punta final de la espiral, es
por ello que con la exposición continua al ruido, lo primero que disminuye es la
percepción de los tonos agudos.

Estas estructuras mencionadas anteriormente pueden dañarse debido al ruido de dos


formas: por un impulso breve e intenso como una explosión, o por exposición continua
al ruido, esto último es lo que sucede en las unidades de neonatología. A largo plazo se
presentan alteraciones en la audición con el riesgo de hipoacusia a veces irreversible, lo
que también tiene como consecuencia alteraciones del lenguaje, que a su vez puede traer
consigo un retraso en el desarrollo social, cognitivo, educativo y socio-emocional, así
como también dificultades sociales. El neonato, además de estar expuesto a estímulos
auditivos excesivos y de alta intensidad que producen daño en las células ciliadas,
también posee cierta vulnerabilidad extra por los otros factores de riesgo que
generalmente lo acompañan (bajo peso, ventilación mecánica, consumo de antibióticos,
enfermedades infeccionas, entre otros).

Las pruebas diagnósticas revisten una gran importancia para el diagnóstico e


intervención del paciente; los más frecuentes utilizados en la práctica audiológica para
el caso de este tipo de pérdidas son: la audiometría tonal, las otoemisiones acústicas
(OEA) y los potenciales evocados de tronco cerebral (PEATC). En el caso de los
lactantes, la audiometría tonal no es utilizada, porque como bien sabemos, para la
realización de la misma se necesita de la respuesta consciente del niño, acción que
puede ser dada recién aproximadamente a partir de los 3 años de edad.

Las otoemisiones acústicas evalúan la respuesta de las células ciliadas externas ante la
presentación de un estímulo, actualmente, es la prueba objetiva no invasiva que nos
ofrece información sobre las frecuencias agudas. Incluso, estudios demuestran que las
OEA representan una medida más exacta del año coclear que está produciendo el ruido,
aun antes que se produzca la pérdida auditiva. Las OEA ofrecen una elevada
sensibilidad (79-95 %) y especificidad (84-87 %), y proveen objetividad y certeza
elevada en el diagnóstico y monitoreo del estado de la cóclea después de la exposición a
un ambiente ruidoso. En cuanto a los PEATC, son una prueba electrofisiológica de la
respuesta del nervio auditivo a un estímulo dado, se utiliza para evaluar la integridad del
tronco cerebral en síndromes neurológicos y también es utilizada en la búsqueda de
umbrales auditivos en pacientes que no colaboran (neonatos) o simulan hipoacusia.

Es muy importante concluir que, a parte de los factores de riesgo que ya presenta un
niño que es candidato a UCIN, existe otro factor súper importante al que no se le ha
considerado como factor de riesgo para el neonato, sin embargo, la literatura
internacional refiere que los niveles de ruido en la UCIN son un factor causal o
coadyuvante de hipoacusia y sordera neonatal, y es importante adoptar
recomendaciones para reducir el ruido en la unidad neonatal con base en los
fundamentos y normas de seguridad ambiental en beneficio de la salud neonatal y la
calidad de vida del niño.

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