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SEGUNDA INSTANCIA RAD No.

38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Proceso n.º 38203

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrada Ponente:
MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ
Aprobado Acta No. 206

Bogotá D.C., treinta (30) de mayo de dos mil doce


(2012).

VISTOS

Resuelve la Sala el recurso de apelación interpuesto


por el doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ, ex Juez
Primero Laboral del Circuito de Buenaventura, contra la
sentencia proferida el 23 de noviembre de 2011 por la Sala
Penal de Descongestión del Tribunal Superior de Buga, por
cuyo medio lo condenó a la pena de ochenta y siete (87)
meses de prisión y multa de $ 173’349.063,3 como autor
del delito de peculado por apropiación en favor de terceros
en concurso homogéneo y sucesivo.

HECHOS

Se atribuye al doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ


la comisión del punible de peculado con ocasión de cuatro
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fallos proferidos contra la empresa Foncolpuertos mientras


se desempeñó como Juez Primero Laboral del Circuito de
Buenaventura (Valle), según la siguiente discriminación:

1. Proceso ordinario laboral promovido por Hernando


Albornoz Rodríguez; en sentencia del 10 de octubre de 1995
condenó a Foncolpuertos a pagar $22’133.365,96 a título de
indemnización moratoria por no habérsele expedido y
entregado el correspondiente certificado de salud. A
continuación se surtió el proceso ejecutivo, producto del
cual el 20 de enero de 1998 declaró terminada la ejecución
y se ordenó la entrega del título de depósito judicial por
$64’337.263,96.

2. Proceso ordinario laboral instaurado por


Buenaventura Camacho Ramírez, culminado con sentencia
del 13 de diciembre de 1995 por cuyo medio se condenó a
Foncolpuertos a pagar la suma de $11’139.340,65 por
concepto de indemnización por despido injusto,
$13’784.199,04 por indemnización por falta de pago de la
anterior prestación y $19.607,68 diarios hasta que se
verifique el pago. Mediante Resolución 2070 de mayo 7 de
1998 Foncolpuertos dispuso el pago de $79’400.000,oo.

3. Proceso ordinario laboral presentado por Aura María


Lozano en representación de Francisco Gutiérrez, finiquitado
mediante sentencia del 24 de mayo de 1995 a través de la
cual se reliquidó la pensión de jubilación del demandante y
se condenó a Foncolpuertos a pagar la suma de
$4’326.401,81 por diferencia de pensión reajustada. El 10
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de septiembre de 1997 se canceló por la parte demandada


la suma de $5’559.425,81.

4. Proceso ordinario laboral de Diva María Ibarra


Prado, culminado con sentencia del 6 de febrero de 1995
mediante la cual se condenó a Foncolpuertos a pagar
$13’232.916,48 por concepto de indemnización moratoria y
$12.687,36 diarios hasta que se verifique el pago.
Igualmente, $3’570.063,38 por reliquidación de cesantía. El
19 de febrero de 1996, se ordenó entregar título de depósito
judicial por $24’052.373,50.

ACTUACIÓN PROCESAL

El 29 de enero de 2004 la Sala Laboral del Tribunal


Superior de Pereira, al resolver el grado jurisdiccional de
consulta, revocó la sentencia proferida el 10 de octubre de
1995 por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de
Buenaventura dentro del proceso ordinario laboral
instaurado por Hernando Albornoz Rodríguez contra el
Fondo de Pasivo Social de la Empresa Puertos de Colombia
y, en su lugar, absolvió a la empresa demandada de todas
las pretensiones del libelo. Así mismo, ordenó compulsar
copias para que se investigara penalmente al doctor
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ, juez de primera instancia,
por cuanto “a la Sala le parece sospechosa la conducta
asumida al dictar sentencia…”1.

1
Cfr. Folio 25 anexo No. 1, correspondiente al cuaderno de consulta.
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En virtud de lo anterior, el 7 de mayo de 2004 la


Fiscalía Delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá abrió
instrucción en contra del doctor HÁROLD GAMBOA
VELÁSQUEZ para investigar la comisión del punible de
prevaricato por acción y “cualquier otro contra la
administración pública que se pueda dar en concurso o
conexidad”2. Posteriormente, el 29 de agosto de la misma
anualidad, el ente acusador decretó la conexidad procesal
para investigar conjuntamente las irregularidades presentes
en los procesos laborales adelantados a instancias de
Hernando Albornoz Rodríguez, Diva María Ibarra Prado,
Aura María Lozano y Buenaventura Camacho Ramírez.

El 13 de octubre de 2006 la fiscalía declaró persona


ausente al doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ y el 6 de
diciembre siguiente le definió la situación jurídica
imponiéndole medida de aseguramiento de detención
preventiva, sin beneficio de excarcelación, por el punible de
peculado por apropiación en favor de terceros. Así mismo,
precluyó la investigación en relación con el punible de
prevaricato en razón a la prescripción de la acción penal.

El 30 de enero de 2007 el ente acusador clausuró el


periodo investigativo y el 4 de julio siguiente calificó el
mérito del sumario con resolución de acusación por el delito
de peculado por apropiación en favor de terceros, en
concurso homogéneo y sucesivo, decisión que no fue
impugnada.

2
Cfr. Folio 2 cuaderno original No. 1 de la Fiscalía.
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El 2 de octubre de 2007 la Sala Penal del Tribunal


Superior de Buga asumió conocimiento del proceso y
dispuso el traslado del artículo 400 de la Ley 600 de 2000;
el 20 de febrero de 2008 se llevó a cabo la audiencia
preparatoria dentro de la cual se resolvieron las solicitudes
probatorias de las partes; la audiencia de juzgamiento se
realizó el 12 de marzo de 2008 y la sentencia se profirió el
23 de noviembre de 2011.

SENTENCIA IMPUGNADA

La Sala Penal de Descongestión del Tribunal Superior


de Buga encontró configurado el delito de peculado por
apropiación previsto en el Decreto Ley 100 de 1980,
modificado por la Ley 190 de 1995, en tanto se reúnen los
elementos estructurales del tipo.

En tal sentido, estableció la condición de sujeto activo


calificado del doctor GAMBOA VELÁSQUEZ con el acta de
posesión suscrita el 31 de mayo de 1991, cargo que ejerció
hasta el 20 de abril de 1998. De ello coligió que las cuatro
sentencias cuestionadas fueron proferidas cuando se
desempeñaba como servidor público.

De igual forma, encontró demostrada la apropiación de


bienes públicos por parte de terceros como consecuencia de
las determinaciones emitidas por el doctor GAMBOA
VELÁSQUEZ. A tal conclusión llegó el Tribunal a quo con
apoyo en los argumentos expuestos en los fallos de consulta
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por cuyo medio la jurisdicción laboral revocó los fallos


laborales.

Además, coligió que el doctor HÁROLD GAMBOA


VELÁSQUEZ tenía la disponibilidad jurídica de los recursos
estatales y “se valió de sus facultades como funcionario para
entregar a terceros dineros del Estado, dineros públicos que
hacían parte del Fondo del Pasivo Social de la Empresa
Puertos de Colombia en liquidación-FONCOLPUERTOS, el
cual estaba a cargo de la Nación, según el art. 35 de la ley
1ª de 1991”3.

De otro lado, el Tribunal de primera instancia calificó


de doloso el actuar del ex funcionario, por estar orientado a
favorecer a los demandantes en detrimento de los bienes del
Estado, en tanto las decisiones no consultaron la realidad
fáctica y jurídica planteada al interior de cada proceso
laboral, pues ordenó liquidaciones, indemnizaciones y
reajustes pensionales sin existir derecho a ello y dispuso
pagos no solicitados en las demandas.

Del actuar doloso y capacidad para delinquir del


procesado, adujo el a quo, dan cuenta las numerosas
sentencias de condena aportadas al proceso, de las cuales
coligió un modus operandi orientado a emitir fallos
contrarios a la ley para defraudar los recursos estatales en
beneficio de terceros, al punto que el doctor GAMBOA
VELÁSQUEZ fue condenado en el año 2002 como autor
responsable de delito de enriquecimiento ilícito.

3
Cfr. Folio 27 y 28 de la sentencia de primer grado.
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Al tasar la pena, el Tribunal se ubicó en el primer


cuarto de punibilidad y dentro de él fijó la pena en 72
meses a los cuales agregó 5 más por cada punible para un
total de 87 meses de prisión. De igual forma, estableció la
pena de multa y la indemnización de perjuicios en
$173’349.063,3 equivalentes a la cuantía de lo apropiado.

LA IMPUGNACIÓN

El doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ solicita la


revocatoria de la sentencia condenatoria con fundamento
en variados argumentos que agrupó de la siguiente manera:

1. Prescripción de la acción penal.

En el proceso instaurado por Aura María Lozano se


canceló la suma de $5’559.425,81 mediante nota débito No.
11818 de septiembre 10 de 1997, cifra que no alcanza el
monto de 50 salarios mínimos legales mensuales ($8’625.000)
referidos en el artículo 133 del Decreto Ley 100 de 1980,
razón por la cual está prescrita la acción penal en relación
con esa actuación, porque cuando la resolución de
acusación se profirió ya se había superado el término de 10
años.

2. Grado jurisdiccional de consulta

En la fecha de emisión de las determinaciones


investigadas, el legislador no había contemplado el grado
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jurisdiccional de consulta para las sentencias adversas a


las entidades descentralizadas, empresas comerciales del
Estado o establecimientos públicos, pues sólo con la
emisión de la Ley 1149 de julio de 2007, que modificó el
artículo 69 del Código Procesal del Trabajo, se estableció
esa posibilidad.

Con base en la sentencia SU-962 de 1999 de la Corte


Constitucional, la Sala Administrativa del Consejo Superior
de la Judicatura ordenó de manera retroactiva la consulta
para todos los fallos proferidos contra Foncolpuertos.

A pesar de ello, la Corte Constitucional mediante auto


No. 243 de septiembre 19 de 2007 precisó los alcances de
esa sentencia indicando que sólo surtía efectos en el caso
concreto, tesis que se acompasa con lo previsto en el
artículo 45 de la Ley 270 de 1996, conforme al cual las
sentencias de la Corte Constitucional tiene efectos hacia el
futuro a menos que en ella se fije un término diverso.
Además, el artículo 48 de la misma normatividad precisa
que los fallos de tutela tienen carácter obligatorio
únicamente para las partes.

Por tanto, para la época en que se profirieron las


sentencias cuestionadas no procedía el grado jurisdiccional
de consulta, postura jurídica asumida de forma unánime
por la jurisprudencia y doctrina laborales. En consecuencia,
se encontraban ejecutoriadas y no eran susceptibles de
modificación alguna, según los artículos 331 y 332 del
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Código de Procedimiento Civil, aplicables al proceso laboral


por remisión del canon 145 del Código Procesal del Trabajo.

En razón de ello, las decisiones proferidas al resolver el


grado jurisdiccional de consulta por los Tribunales de
Bogotá y Pereira están viciadas de nulidad, pues
quebrantaron los principios fundamentales del debido
proceso, cosa juzgada y seguridad jurídica y, por lo mismo,
no podían tenerse como fundamento del fallo de condena,
dado que se trata de prueba obtenida con afectación de los
derechos fundamentales del procesado.

Esto, además, porque las facultades conferidas por el


artículo 63 de la Ley 270 de 1996 a la Sala Administrativa
del Consejo Superior de la Judicatura no le permitían
disponer sobre asuntos relacionados con el debido proceso
ni modificar las reglas de competencia territorial, en la
medida que el canon 15 de la Ley 1285 de 2009, por cuyo
medio se modificó dicho artículo, autoriza la redistribución
de procesos siempre y cuando se respeten tales pautas.

Las anteriores disposiciones debían armonizarse con el


artículo 10 del Código Procesal Laboral que asigna la
competencia de los juicios contra establecimientos públicos
al juez del domicilio del demandado o del lugar donde se
haya prestado el servicio, a elección del demandante, en
virtud de lo cual era el Tribunal de Buga, no el de Bogotá o
Pereira, el competente para conocer del grado jurisdiccional
de consulta, porque Buenaventura pertenece a ese distrito.
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3. Análisis probatorio.

En relación con el proceso laboral del señor Hernando


Albornoz Rodríguez aduce el impugnante que la regla
aplicable era la contenida en la Convención Colectiva del
Trabajo, conforme a la cual la relación laboral culmina
cuando se le practica el examen médico de egreso y se
entrega el certificado correspondiente al trabajador. Y
aunque en el evento analizado el examen se practicó y se
remitió copia de su resultado a la historia clínica, al médico
de la empresa y a la hoja de vida, no se le entregó copia del
mismo al trabajador.

Además, como en el libelo se plasmó la negación


indefinida de no haberse expedido el certificado de salud, le
correspondía a la parte demandada demostrar que sí
entregó el mentado documento, carga procesal que no fue
satisfecha.

De otro lado, aduce que la condición de sindicalizado


del demandante se determinó con la liquidación de las
prestaciones sociales, en las cuales indicó que se le
cancelaba conforme a lo establecido en la Convención
Colectiva de Trabajo.

Respecto del proceso laboral de Diva María Ibarra


Prado, el recurrente aduce no ser cierto, como lo indicó el
fallador de la consulta, que se hubiesen apreciado
documentos sin reunir los requisitos del artículo 254 del
Código de Procedimiento Civil, porque para la época en que
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se profirió la sentencia, las copias simples tenían valor


probatorio, acorde con lo previsto en el Decreto 2651 de
1991.

Así mismo, era la parte demandada quien debía


proponer la excepción de inepta demanda, sin que pudiera
ser declarada de oficio, como lo hizo la Sala Laboral de
Descongestión. Además, constituía deber del juez
interpretar la demanda aunque fuese vaga u oscura con el
fin de descubrir la auténtica intención del suplicante,
siendo posible condenar con base en un hecho no invocado,
en respaldo de lo cual menciona algunos apartes
jurisprudenciales.

En otro sentido, advera, si en gracia de discusión se


hubiese presentado un error al sumar los dos periodos en
que laboró la demandante con Foncolpuetos, ello no
comporta una actuación de carácter delictivo, máxime
cuando le compete al superior corregir los errores del juez
de primera instancia.

Sobre el proceso surtido a instancias de Aura María


Lozano refiere que, contario a lo expresado por el Tribunal
que resolvió el grado jurisdiccional de consulta, no era
necesario que la demandante indicara la fecha de inicio de
la relación laboral, pues en inspección judicial a la empresa
demandada se pudo establecer ese dato. Tampoco es cierto
que las vacaciones y las primas no constituyeran salario y
no pudiesen incluirse en la reliquidación pensional, pues
conforme al artículo 127-6 de la Convención Colectiva de
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Trabajo, esos rubros debían tenerse en cuenta para


determinar el monto de la pensión.

Respecto del proceso promovido por Buenaventura


Camacho Ramírez descarta la tesis expuesta por la Sala
Laboral de Descongestión del Tribunal Superior de Bogotá,
según la cual no procedía la indemnización por despido
injusto en tanto el contrato se dio por terminado para
pensionarlo, siendo incompatibles las indemnizaciones y las
pensiones proporcionales, acorde con el artículo 9 del
Decreto 35 de 1992 y el artículo 150 de la Convención
Colectiva de Trabajo.

Ello por cuanto el parágrafo 2 del artículo 1 de la


Convención Colectiva prevé que los contratos a término
indefinido se regularan por las normas del Código
Sustantivo del Trabajo y el artículo 63 de esa normatividad,
consagra que el reconocimiento de la pensión debe preceder
a la terminación del contrato de trabajo para que se
configure una justa causa.

Y aunque la terminación del contrato obedeció a la


liquidación de la Empresa Puertos de Colombia y a la
supresión del cargo, considera que tal situación no
constituye una causa justificativa de despido, en tanto el
reconocimiento de la pensión no precedió a la terminación
del vínculo contractual, razón por la cual prosperó la
pretensión del demandante, más aún cuando la
incompatibilidad entre la pensión y la indemnización
reglada en al artículo 150 de la Convención Colectiva se
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refiere sólo a las relacionadas con la indemnización


otorgada para quienes trabajaron de 1 a 14 años.

4. Atipicidad de las conductas

El impugnante pregona la ausencia de prueba


demostrativa de un actuar doloso; por el contrario, la
realidad procesal indica que las sentencias por él proferidas
se ajustaron a las pruebas recaudadas en cada proceso, a
la ley y a la Convención Colectiva de Trabajo.

Reitera la inexistencia del grado jurisdiccional de


consulta para la época en que se definieron los procesos
cuestionados, pues si hubiese estado vigente no se habrían
realizado los pagos hasta que las sentencias adquirieran
firmeza.

La naturaleza del delito de prevaricato, utilizado por el


Tribunal a quo para deducir la comisión del peculado,
comporta la emisión de una decisión manifiestamente
contraria a la ley, situación que no se configura en este
caso, en la medida que las Salas de Descongestión Laboral
calificaron las determinaciones de desacertadas, hipótesis
que no admite conducta prevaricadora, máxime cuando
desde antaño existen interpretaciones y precedentes
jurisprudenciales acordes con las decisiones laborales
cuestionadas.

De esta manera, afirma, la tesis del Tribunal a quo,


conforme a la cual la emisión de decisiones desacertadas
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conlleva la condena automática del funcionario contraría el


ordenamiento jurídico patrio que impone la obligación de
demostrar el dolo en cada caso.

Con tal postura, además, se vulnera el principio de


autonomía e independencia judicial del artículo 228 de la
Constitución Política y se desconoce que dentro de las
funciones de los jueces laborales no se encuentra la de
conocer conflictos sobre bienes oficiales. Por ello, si se
acoge la hipótesis expuesta por la Colegiatura de primera
instancia, se llegaría a la inadmisible conclusión de que los
operadores jurídicos, en sus distintas especialidades, al
proferir sentencias que involucren el patrimonio de
entidades descentralizadas se convertirían en
administradores del mismo.

De lo anterior deduce que si algún reproche le cabe


con ocasión de las sentencias laborales revocadas al
surtirse el grado jurisdiccional de consulta, sería por el
delito de prevaricato, cuya prescripción ya fue decretada.

Por último, afirma que como en el expediente reposa


copia de sentencia de condena del 12 de marzo de 2002
proferida en su contra por el Tribunal Superior de Buga por
el delito de enriquecimiento ilícito derivado del punible de
peculado, no puede ser juzgado por este último delito so
pena de afectar el principio del non bis in ídem.
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Con sustento en las anteriores razones, el doctor


GAMBOA VELÁSQUEZ solicitó revocar la sentencia
impugnada y, en su lugar, absolverlo de todos los cargos.

CONSIDERACIONES

La Sala es competente para resolver la alzada de


conformidad con lo dispuesto en el numeral 3º del artículo
75 de la Ley 600 de 2000, pues la acción penal es ejercida
contra el ex Juez Primero Laboral del Circuito de
Buenaventura, juzgado en primera instancia por el Tribunal
Superior de Buga, Sala de Descongestión, por actos
realizados en ejercicio de sus funciones.

Con apego a lo normado en el artículo 204 del estatuto


procesal penal en mención, la labor de la Corte se contraerá
a examinar los aspectos sobre los cuales se expresa
inconformidad, incluyendo, como lo autoriza esa preceptiva,
los temas inescindiblemente vinculados al objeto de la
censura.

En orden a definir la impugnación propuesta, la Sala


abordará el análisis de los siguientes tópicos planteados por
el recurrente: (i) La prescripción de la acción; (ii) El grado
jurisdiccional de consulta y las facultades de la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura; (iii)
Análisis probatorio en relación con cada proceso laboral; (iv)
Sobre la existencia de prueba del actuar doloso del
procesado, y (v) Si la condena por enriquecimiento ilícito
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enervaba la posibilidad de juzgar al ex juez por el punible


de peculado por apropiación a favor de terceros.

(i) La prescripción de la acción.

Según el recurrente, la cifra de $5’559.425,81


cancelada con cargo al fallo emitido dentro del proceso de
Aura María Lozano no alcanzan los 50 salarios mínimos
legales mensuales exigidos por el artículo 133 del Decreto
Ley 100 de 1980, modificado por la Ley 190 de 1995, por
cuya razón la acción penal está prescrita, pues cuando se
emitió la resolución de acusación ya se había superado el
término de diez años.

Pues bien, encuentra la Sala que la suma cancelada el


10 de septiembre de 1997 por Foncolpuertos, no supera los
50 salarios mínimos mensuales del año 1997 ($17.250 x 50 =
$8’625.000), razón por la cual la norma reguladora del caso

es la contenida en el inciso segundo de la preceptiva


mencionada, de suerte que la pena de 6 a 15 años se
disminuye de la mitad a las tres cuartas partes, quedando
su mínimo en 3 años y su máximo en 11 años y tres
meses, no en diez años como lo aduce el impugnante.

Siendo ello así, la acción penal no se encuentra


prescrita, dado que no transcurrió el lapso máximo previsto
en esa preceptiva, si se considera la fecha de la apropiación
de los recursos estatales (septiembre 10 de 1997) y la de
emisión y ejecutoria de la resolución de acusación ( 4 y 23 de
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julio de 2007), con mayor razón cuando debe aplicarse el

incremento punitivo de una tercera parte previsto en el


canon 83 del Código Penal para los delitos cometidos por
servidores públicos.

(ii) Grado Jurisdiccional de Consulta y facultades


de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la
Judicatura

El doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ censura que


la sentencia de condena emitida en su contra por la Sala
Penal de Descongestión del Tribunal Superior de Buga se
funde exclusivamente en los cuatro fallos laborales de
consulta, pues, en su opinión, en la época en que se
profirieron no existía el grado jurisdiccional para las
sentencias adversas a las entidades descentralizadas,
empresas comerciales del Estado o establecimientos
públicos. Por tanto, las decisiones de segunda instancia
proferidas como resultado de ese mecanismo de revisión
están viciadas de nulidad y no podían ser apreciadas como
prueba dentro del proceso penal.

A pesar de lo anterior, la Sala encuentra que dicha


crítica carece de fundamento en la medida que las
sentencias laborales emitidas como resultado del grado
jurisdiccional de consulta están amparadas por la doble
presunción de acierto y legalidad, por manera que no
pueden ser desconocidas por la simple inconformidad del
doctor GAMBOA VELÁSQUEZ con su contenido o su disenso
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frente a las ordenes administrativas que dispusieron el


proceso de descongestión en cuyo marco se profirieron.

En ese orden, ostentan plena vigencia y son de


obligatorio cumplimiento, más aún cuando no fueron objeto
de revisión o de cualquier otro cuestionamiento que las
modificara.

En otro sentido, la Sala observa que la sentencia


confutada no incluye como uno de sus fundamentos el
relativo a la ausencia de trámite del grado jurisdiccional de
consulta por parte del ex funcionario, motivo por el cual no
hay lugar a tratar ese aspecto.

En efecto, ninguna alusión se hizo en el fallo


impugnado a la consulta y, menos aún, se cuestionó al
doctor GAMBOA VELÁSQUEZ por no haber surtido dicho
trámite, pues el a quo se limitó a reproducir los argumentos
de orden jurídico expuestos por los tribunales laborales que
revocaron las determinaciones y, con fundamento en ellos,
coligió la tipicidad de los hechos y la responsabilidad del
procesado.

De otra parte, el impugnante cuestiona el proceso de


descongestión ordenado por la Sala Administrativa del
Consejo Superior de la Judicatura respecto de los trámites
laborales adelantados contra Foncolpuertos, por considerar
que la sentencia SU-962 de 1999 de la Corte
Constitucional, fundamento de ese programa, sólo aplicaba
hacia el futuro y no en forma retroactiva.
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Con todo, esta Corporación en reiterados


pronunciamientos ha señalado que el Consejo Superior de
la Judicatura está facultado para la implementación de
programas de descongestión y refiriéndose a la designación
de jueces o tribunales para atender los casos asociados a la
liquidación de Foncolpuertos, estableció

“En efecto, la Carta Política de 1991 al crear el Consejo Superior


de la Judicatura, lo revistió de facultades que se plasmaron en la
Ley Estatutaria de la Administración de Justicia (Ley 270 de
1996), disposiciones que fueron sometidas a control
constitucional, dentro de las cuales se encuentra el artículo 85-5
ibídem, del siguiente tenor: “Crear, ubicar, redistribuir, fusionar,
trasladar, transformar y suprimir tribunales, las salas de éstos y
los juzgados, cuando así se requiera para la más rápida y eficaz
administración de justicia, así como para crear salas de
descongestión en ciudades diferentes de las sedes de los
distritos judiciales, de acuerdo con las necesidades de estos”.
Consecuente con lo anterior, el Consejo Superior de la Judicatura
– Sala Administrativa - dispuso la integración de Juzgados de
Descongestión para que cumplieran las funciones de juez a-quo
en el presente caso; por consiguiente, la decisiones adoptadas
por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura
no comportan, en manera alguna, como lo piensa el recurrente, la
violación del principio del juez natural derivada de la ausencia
de la preexistencia del juez o tribunal al hecho que se juzga”4 .

Así, esta Colegiatura encuentra que el programa de


descongestión ordenado por la Sala Administrativa del
Consejo Superior de la Judicatura no tuvo como sustento la
determinación de la Corte Constitucional referida por el

4
Cfr. Sentencia del 19 de octubre de 2006, Rad. No. 25804.
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impugnante (SU-962/99) y por ello resulta impertinente la


asociación que de ella hace con las decisiones adoptadas
por los tribunales de descongestión en lo laboral que
conocieron el grado jurisdiccional de consulta.

En efecto, el programa de descongestión encaminado a


atender los procesos de Foncolpuertos se estableció
mediante Acuerdo No. 524 de junio 21 de 1999 mientras
que la sentencia SU 962/99 fue proferida el 1 de diciembre
del mismo año. Es decir, el Consejo Superior de la
Judicatura lo implementó 6 meses antes de emitirse el
citado fallo de tutela, motivo suficiente para descartar que
fuese el fundamento de tal acto administrativo.

Adicionalmente, el referido Acuerdo se afianza en el


artículo 63 de la Ley 270 de 1996, cuyo texto, en esa época,
era la siguiente

“ARTÍCULO 63. DESCONGESTIÓN. La Sala Administrativa del


Consejo Superior de la Judicatura, en caso de congestión de los
Despachos Judiciales, podrá regular la forma como las
Corporaciones pueden redistribuir los asuntos que tengan para
fallo entre los Tribunales y Despachos Judiciales que se
encuentren al día; seleccionar los procesos cuyas pruebas,
incluso inspecciones, puedan ser practicadas mediante comisión
conferida por el Juez de conocimiento, y determinar los jueces
que deban trasladarse fuera del lugar de su sede para instruir y
practicar pruebas en procesos que estén conociendo otros
jueces”.

La anterior regla autorizaba a la Sala Administrativa


del Consejo Superior de la Judicatura para redistribuir los
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asuntos entre los diferentes tribunales y despachos


judiciales que se encontraran al día, tal como acaeció en el
caso bajo examen. Con posterioridad, esa Corporación
continuó el programa de descongestión de los procesos de
Foncolpuertos, renovándolo y ampliándolo por varios años a
través de diversos actos administrativos.

Obviamente, la facultad de redistribuir los asuntos


entre los diferentes tribunales y despachos judiciales
comportó su envío momentáneo a otra sede territorial, luego
de lo cual regresaron al juzgado de origen para surtir la
notificación y actuación subsiguiente, sin que ello comporte
vulneración al debido proceso porque el traslado se ordenó
para adoptar decisiones puntuales, con el propósito de
lograr agilidad y eficiencia en la administración de justicia,
descartándose el quebranto de las reglas de competencia
referido por el recurrente.

Por tanto, si la sentencia SU 962/99 no ostenta los


alcances que el apelante le atribuye en relación al programa
de descongestión implementado por la Sala Administrativa
del Consejo Seccional de la Judicatura, resulta innecesario
profundizar, como lo pretende, sobre los efectos en el
tiempo de dicho fallo de tutela.

Lo anterior, con mayor razón, si se considera que la


norma referida para demostrar el presunto desbordamiento
del marco legal por parte del Consejo Superior de la
Judicatura al asignar la competencia territorial para
conocer el grado jurisdiccional a los tribunales de Pereira y
22 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Bogotá se expidió con posterioridad a la implementación de


programa de descongestión de Fonculpuertos.

En efecto, sólo con la Ley 1285 de 2009, modificatoria


del artículo 63 de la Ley 270 de 1996, se dispuso que la
redistribución de procesos en virtud de programas de
descongestión debía acompasarse con la competencia
territorial. Por tanto, cuando se ordenó la consulta para los
procesos laborales objeto de esta investigación, no existía
ninguna limitante al respecto.

(iii) Análisis de los procesos laborales

a) Proceso de Hernando Albornoz Rodríguez

El Tribunal Superior de Pereira, Sala Laboral, en


proveído del 29 de enero de 2004 declaró la nulidad de lo
actuado y, en consecuencia, revocó la sentencia examinada
y absolvió a la parte demandada, por cuanto, i) el
empleador cumplió con la obligación de practicar el examen
médico de egreso al trabajador y expedir el certificado de
salud, como se constató al revisar la hoja de vida del
demandante; ii) el hecho de que el certificado no haya
llegado a manos de Hernando Albornoz no puede ser
atribuido a la parte demandada, pues este tiene el deber de
buscarlo y si no lo hizo pudo deberse a su intención de
lograr un resarcimiento pecuniario; iii) no se acreditó la
calidad de sindicalizado del demandante.

En sentido contrario, el impugnante aduce la


vulneración por parte del empleador de la regla contenida
23 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

en la Convención Colectiva del Trabajo, conforme a la cual


la relación laboral culminaba con la realización del examen
médico de egreso y la entrega del certificado al trabajador.
De esta manera, en el evento bajo análisis, aunque el
examen sí se practicó, el patrono incumplió la obligación de
suministrar copia del mismo.

Para dilucidar el punto, la Sala revisará la


normatividad laboral aplicable al caso. Así, el numeral 4 del
Artículo 17 de la Convención Colectiva de Trabajo, preveía

“Tampoco se considerará terminado el contrato de trabajo


mientras no se practique el examen médico de que trata el
artículo 3° del Decreto 2541 de 1945 (artículo 57, ordinal 7° del
Código Sustantivo del Trabajo), y no se le dé el correspondiente
certificado de salud al trabajador, a menos que éste, por culpa
eluda, dificulte o dilate dicho examen”.

A su turno, el canon 57-7 del Código Sustantivo del


Trabajo establece como obligación especial del patrono

“7. Dar al trabajador que lo solicite, a la expiración del contrato,


una certificación en que conste el tiempo de servicio, la índole de
la labor y el salario devengado; e igualmente, si el trabajador lo
solicita, hacerle practicar examen sanitario y darle certificación
sobre el particular, si al ingreso o durante la permanencia en el
trabajo hubiere sido sometido a examen médico. Se considera
que el trabajador, por su culpa, elude, dificulta o dilata el
examen, cuando transcurridos cinco días, a partir de su retiro no
se presenta donde le médico respectivo para la práctica del
examen, a pesar de haber recibido la orden correspondiente”.
(subrayas fuera de texto)
24 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

La lectura de las reglas transcritas, así como la


revisión de la finalidad atribuida a las mismas, permiten a
la Corte colegir cómo el núcleo esencial de la obligación
impuesta al patrono comportaba la realización del examen
de egreso al trabajador para verificar las condiciones
médicas en que se retiraba.

En el caso de la especie, el examen médico se practicó


por parte de los médicos designados por Foncolpuertos, de
manera que la obligación principal se satisfizo por la parte
demandada. Pero, además, se expidió el certificado médico
correspondiente, tal como se pudo corroborar en la
inspección judicial practicada a la hoja de vida del ex
trabajador5, situación que no podían ser ignorada por el
doctor GAMBOA VELÁSQUEZ.

En tal sentido, la sanción por la no entrega del


certificado médico procede cuando el patrono se niega
expresamente a suministrarlo al trabajador, hecho que debe
argumentarse y probarse en el proceso, pues la desidia o
renuencia del interesado para recibir el documento no
puede generar derechos en su favor, más aún cuando la
sanción moratoria sólo procede cuando se establece la mala
fe del empleador.

En ese orden de ideas, obsérvese lo manifestado por la


Sala Laboral de esta Corporación,

5
Cfr. Folio 29 cuaderno del proceso ordinario laboral instaurado por Hernando
Albornoz Rodríguez contra Foncolpuertos.
25 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

“No obstante lo anterior, la Sala quiere referirse al fondo del


ataque para recordar, como lo ha hecho en innumerables veces
que la sanción moratoria que establece el artículo 1° del decreto
797 de 1949 para el caso de que no se paguen oportunamente
las acreencias laborales de los trabajadores del sector oficial,
precepto este que se ha equiparado a la disposición contenida en
el artículo 65 del C.S.T. y que repite la norma convencional
invocada por el recurrente, no es de aplicación automática sino
que obliga al fallador a examinar la conducta asumida por el
empleador, para deducir si obró de mala fe.

El cargo tiene razón en cuanto a que el sentenciador de segundo


grado no examinó el documento que acredita el examen médico
de ingreso practicado al demandante para deducir de ello la
obligación de practicarle también examen médico a su egreso,
pero debe la Sala observar que aun así y si fuese posible llegar a
la sede de instancia, la Corte no podría pasar por alto que con lo
expresado en la demanda (folio 2), y en el documento de folio 18,
es indiscutible que la empresa ordenó oportunamente el examen
médico de egreso al actor, que el mismo se practicó y que
también oportunamente se expidió la correspondiente
certificación; todo ello demuestra, cuando menos, una postura de
buena fe por parte de la demandada que no podría desvirtuarse
por la única circunstancia de que el actor no hubiese reclamado
el mencionado certificado; pues debe resaltarse que en ningún
momento el recurrente aduce una prueba de que el demandante
se hubiera presentado a recibirlo.

Teniendo en cuenta lo anterior, advierte la Sala que la negativa


de la entidad a entregar al trabajador el aludido certificado, solo
podría deducirse de que estuviera demostrado que el ex-
trabajador se presentó a recibir el certificado y que la empresa
no quiso entregárselo”6. (subrayas fuera de texto).

6
Cfr. Sentencia del 29 de enero de 1998, Rad. No. 10248.
26 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Por tanto, no era procedente acceder a las


pretensiones de la demanda en tanto la parte demandada
cumplió con las obligaciones impuestas en las Convención
Colectiva y en el Código Sustantivo de Trabajo, resultando
contrario a la ley el fallo emitido por el doctor GAMBOA
VELÁSQUEZ.

En punto de la condición de sindicalizado del


demandante, el impugnante afirma que se determinó con la
liquidación de las prestaciones sociales del trabajador,
donde se mencionó hacerse conforme a la Convención
Colectiva de Trabajo, pues según la jurisprudencia vigente
para esa época tal situación otorgaba certeza sobre tal
aspecto.

Con todo, la Sala observa que la Convención Colectiva


de Trabajo suscrita entre la Empresa Puertos de Colombia y
el Sindicato de Trabajadores del Terminal Marítimo de
Buenaventura7, precisaba

“La presente convención colectiva rige para los trabajadores


sindicalizados del Terminal Marítimo de Buenaventura…Los
trabajadores no afiliados al sindicato podrán adherirse a esta
convención mediante el cumplimiento de los requisitos legales y
pago de la cuota legal correspondiente durante la vigencia de
esta convención”.

Entonces, ninguna prueba se aportó a la actuación


laboral sobre la condición de afiliado al sindicato o sobre el
pago posterior de la cuota ordinaria con que contribuyen los

7
Cfr. Folio 32 proceso ordinario laboral de Hernando Albornoz contra Foncolpuertos.
27 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

miembros de la organización, por cuyo medio se les hiciera


extensible el convenio.

De otro lado, el artículo 38 del Decreto 2351 de 1965


establece la posibilidad de ampliar a los trabajadores no
sindicalizados los beneficios de la Convención Colectiva de
Trabajo cuando la misma fuese suscrita por un sindicato
mayoritario, entendiéndose por tal, el que aglutina más de
la tercera parte de los trabajadores de la empresa.

Sin embargo, en el proceso laboral no se contaba con


elementos probatorios por cuyo medio se evidenciara el
carácter mayoritario del Sindicato de Trabajadores del
Terminal Marítimo de Buenaventura, pues el texto
convencional no lo indica, no se efectuó confesión de la
accionada en este sentido ni se aportó información sobre el
porcentaje de afiliados que permitiera deducir tal situación.

Ahora, el impugnante aduce la posibilidad de aplicar la


convención a los no sindicalizados porque el criterio
jurisprudencial vigente para la época señalaba que el
reconocimiento del empleador de un beneficio convencional
habilitaba su empleo extensivo.

No obstante, la Corte encuentra que al expediente no


se aportó ninguna prueba sobre la condición de
sindicalizado del demandante, ni en el libelo laboral se
indicó tal calidad, menos aún se acopio la liquidación de las
prestaciones sociales de Hernando Albornoz Rodríguez de la
cual se pueda deducir el reconocimiento, expreso o tácito,
28 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

de un beneficio convencional, resultando, por tanto, sin


soporte el argumento del recurrente.

En suma, no podía aceptarse una pretensión que no


estaba probada en el proceso y, menos aún, derivar de un
hecho no demostrado consecuencias negativas de
connotación patrimonial para la parte demandada, pues
con ello se generaba la apropiación indebida de recursos
estatales en favor de los demandantes.

b) Proceso de Diva María Ibarra Prado

El Tribunal Superior de Bogotá, Sala Laboral de


Descongestión, en decisión del 30 de octubre de 2002, al
desatar el grado jurisdiccional de consulta en relación con
el proceso ordinario instaurado por Diva María Ibarra Pardo,
revocó la sentencia del 6 de febrero de 1995 y en su lugar
absolvió a la parte demandada, pues consideró que,

i) En el proceso no existen documentos de los cuales


se pueda colegir la existencia de vínculo laboral entre las
partes en conflicto, pues los aportados no reúnen los
requisitos exigidos en el artículo 254 del Código de
Procedimiento Civil, en tanto no fueron expedidos por el
director de la oficina correspondiente;

ii) Las pretensiones no tenían vocación de prosperar


porque fueron formuladas de manera genérica sin precisar
los factores salariales dejados de considerar y tampoco se
solicitó su reliquidación, por manera que el juzgador no
29 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

podía decidir extra petita, pues no se daban las condiciones


para ello;

iii) Al ordenar el reajuste de cesantías, erradamente se


consideró la continuidad en la relación laboral, cuando el
material probatorio indicaba que fueron dos los contratos
de trabajo, los cuales no podían sumarse sino tasarse en
forma independiente.

En sentido contrario, el recurrente aduce no ser cierto


que se hubiesen apreciado documentos sin reunir los
requisitos del artículo 254 del Código de Procedimiento
Civil, porque para la época en que se profirió la sentencia,
las copias simples tenían valor probatorio, acorde con lo
previsto en el Decreto 2651 de 1991 y, de otro lado, porque
era la parte demandada quien debía proponer la excepción
de inepta demanda, sin que pudiera ser declarada de oficio,
pues constituye deber del juez interpretar la demanda vaga
u oscura con el fin de descubrir la auténtica intención del
suplicante, pudiendo, incluso, condenar con base en un
hecho no invocado.

En torno al primer tópico planteado por el censor,


relativo al valor de la prueba documental acopiada en el
proceso laboral examinado, la Sala encuentra que se trata
de fotocopias de documentos de la hoja de vida de la
demandante, autenticadas por el Secretario General de la
Empresa Puertos de Colombia.
30 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

El artículo 252 del Código de Procedimiento Civil,


aplicable en los procesos laborales por remisión expresa del
artículo 145 del Código de Procedimiento Laboral, establece
que es auténtico el documento “…cuando existe certeza
sobre la persona que lo ha elaborado, manuscrito o firmado.
El documento público se presume auténtico, mientras no se
compruebe lo contrario mediante tacha de falsedad”.

A su turno, el canon 251 del mismo estatuto define


como documento público “…el otorgado por el funcionario
público en ejercicio de su cargo o con su intervención” y el
artículo 254 ibídem, se refiere al valor probatorio de las
copias

“Las copias tendrán el mismo valor probatorio del original, en los


siguientes casos:
1. Cuando hayan sido autorizadas por notario, director de oficina
administrativa o de policía, o secretario de oficina judicial, previa
orden del juez, donde se encuentre el original o una copia
autenticada.
2. Cuando sean autenticadas por notario, previo cotejo con el
original o la copia autenticada que se le presente.
3. Cuando sean compulsadas del original o de copia autenticada
en el curso de inspección judicial, salvo que la ley disponga otra
cosa”.

Lo anterior significa que los documentos aportados


como soporte de la demanda no cumplían las exigencias
legales para ser considerados auténticos por cuanto no
fueron otorgados por funcionario público en ejercicio de sus
funciones o con su intervención y, por lo tanto, no estaban
amparados por la presunción de autenticidad.
31 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

En efecto, se trataba de fotocopias que el demandante


omitió autenticar ante notario, previo cotejo con el original o
con copia autenticada, no fueron compulsados del original
en curso de una inspección judicial, y si bien ostentan un
sello del Secretario General de la empresa demandada, tal
funcionario no era el legitimado para efectuar la
autenticación, pues, en los términos de la normatividad
transcrita, tal facultad estaba en cabeza del director de la
entidad.

De otra parte, contrario a lo afirmado por el


impugnante, el Decreto 2651 de 1991 no otorgaba a las
copias simples de los documento públicos valor probatorio
pleno. Así, tal preceptiva fue expedida para contribuir a la
descongestión de los despachos judiciales y en los cánones
21 a 25 se establecieron algunas directrices orientadas a
agilizar el recaudo probatorio, pero en ninguna de ellas se
modificaron las reglas establecidas en el Código de
Procedimiento Civil en torno al valor de la prueba
documental. Así, ni siquiera el recurrente individualiza la
norma que le permita fincar su afirmación, pues en realidad
no existe.

Ahora bien, la revisión de la actuación laboral le


permite a Sala colegir que no se ajusta a la realidad
procesal la afirmación del recurrente, según la cual la
Colegiatura que desató la consulta declaró de oficio la
excepción de inepta demanda. Ello por cuanto la
revocatoria de la sentencia de primera instancia se produjo
32 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

por la ausencia de prueba de los hechos invocados en el


libelo y porque dentro de las pretensiones no se incluía
reliquidar con fundamento en la totalidad del tiempo
laborado con Foncolpuertos.

En tal sentido, la Sala Laboral de Descongestión


señaló, “…también observa que como fundamento de las
pretensiones del actor se alegó la omisión de muchos
factores salariales para el reajuste de la cesantía y de la
pensión de jubilación; sin embargo no se solicitó la
reliquidación de tales prestaciones sociales, por no haberse
liquidado conforme a todo el tiempo que duró la relación
laboral, tal como expresó el a quo en su proveído; lo que
implica que el sentenciador de primer grado erró en su
apreciación, al condenar a la convocada a juicio con base en
un hecho no alegado”8.

Así mismo, debe tenerse en cuenta que dentro de los


poderes de dirección del proceso atribuidos al juez por el
ordenamiento procesal laboral están las facultades extra y
ultra petita, definidas en el artículo 50 del Código de
Procedimiento Laboral, así:

“El juez de (primera instancia) podrá ordenar el pago de


salarios, prestaciones o indemnizaciones distintos a los pedidos,
cuando los hechos que los originen hayan sido discutidos en el
juicio y estén debidamente probados, o condenar al pago de
sumas mayores que las demandadas por el mismo concepto,
cuando aparezca que éstas son inferiores a las que corresponden
al trabajador, de conformidad con la ley, y siempre que no hayan
sido pagadas.”
8
Cfr. Folios 245 y 246 del proceso laboral instaurado por Diva María Ibarra Pardo.
33 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Empero, tal prerrogativa no comporta autorización


para apartarse de la causa petendi, es decir, no es una
carta abierta para que el juzgador resuelva sobre aspectos
no planteados en la demanda y, menos aún, no debatidos
en el proceso.

En el caso bajo examen, en el proceso laboral


adelantado por la señora Diva María Ibarra Pardo no se
adelantó controversia probatoria o documental en torno al
lapso sobre el cual debía efectuarse la reliquidación de la
cesantía, por manera que no era posible reliquidar, como lo
hizo el doctor GAMBOA VELÁSQUEZ, el auxilio de cesantía
sumando los dos periodos laborados, pues tal aspecto no
fue solicitado en la demanda y, menos aún, fue objeto de
debate en el proceso.

Por lo anterior, los argumentos propuestos por el


recurrente no logran desvirtuar los fundamentos de hecho y
de derecho en los que se fincó el reproche penal al doctor
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ en relación con el citado
proceso laboral.

c) Proceso de Aura María Lozano

En decisión del 5 de noviembre de 2002, la Sala


Laboral de Descongestión del Tribunal Superior de Bogotá,
revocó la sentencia del 24 de mayo de 1995 proferida dentro
del proceso instaurado por Aura María Lozano, por cuanto
el libelo no indicó la fecha de inicio de la relación laboral y,
34 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

además, los rubros de vacaciones al retiro y prima


proporcional de servicios validados por el doctor GAMBOA
VELÁSQUEZ para reliquidar la pensión de jubilación, no
constituyen factor salarial para calcular el monto de la
pensión, acorde con los artículos 127-6, 138 y 140 de la
Convención Colectiva de Trabajo.

El recurrente sostiene que, contrario a lo expresado


por el fallo de consulta, no era necesario que la demandante
indicara la fecha de inició de la relación laboral porque con
la inspección judicial a la empresa se podía establecer ese
dato. De igual forma, que las vacaciones y las primas sí
debían valorarse para establecer el monto de la pensión,
conforme al artículo 127-6 de la Convención Colectiva de
Trabajo.

En punto de esta actuación laboral, la Sala encuentra


que el dato relativo al inicio de la relación laboral debía
suministrarse en el libelo, so pena de inadmitirse la
demanda. No obstante, la actora no cumplió con esa
exigencia, sin que el doctor GAMBOA VELÁSQUEZ se
percatara de tal situación.

Empero, la Sala Laboral de Descongestión revocó la


determinación por cuyo medio se reliquidó la pensión del
señor Francisco Gutiérrez, representado por Aura María
Lozano, porque los factores tenidos en cuenta para acceder
a las pretensiones de la demanda no podían considerarse
dado que la Convención Colectiva de Trabajo expresamente
lo prohibía.
35 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

En tal sentido, la Sala verifica cómo el canon 127-6 del


pacto convencional, relativo a la pensión de jubilación,
señalaba que “El trabajador con la edad y el tiempo de
servicio de que trata los ordinales anteriores, gozará de
pensión vitalicia de jubilación equivalente al ochenta por
ciento (80%) del promedio recibido en el último año,
incluyendo salarios básicos, primas, bonificaciones, viáticos,
etc.”9.

De esta manera, la partícula “etc” no podía ampliarse


para incluir factores expresamente excluidos por otros
artículos de la Convención Colectiva de Trabajo, como el
artículo 138 del mismo estatuto que claramente señala
cómo “La remuneración de las vacaciones no es salario”10 y
la regla 140, según la cual las primas no constituyen
salarios “ni se computarán como factor de salario en ningún
caso”11.

Por tanto, el instrumento convencional suscrito entre


la empresa y los trabajadores debía interpretarse
armónicamente y no forma aislada, como lo hizo el doctor
GAMBOA VELÁSQUEZ, develando en ello el propósito de
favorecer los intereses de la parte demandada en detrimento
de los recursos estatales.

d) Proceso de Buenaventura Camacho Ramírez

Mediante proveído del 30 de octubre de 2002, la Sala


Laboral de Descongestión del Tribunal Superior de Bogotá
revocó la sentencia del 13 de diciembre de 1995, proferida
9
Cfr. Folio 140 del proceso laboral instaurado por Aura María Lozano.
10
Cfr. Folio 149 del proceso laboral instaurado por Aura María Lozano.
11
Cfr. Folio 150 del Proceso laboral incoado por Aura María Lozano.
36 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

dentro del proceso laboral instaurado por Buenaventura


Camacho Ramírez, porque no procedía la indemnización por
despido injusto en tanto el contrato se dio por terminado
para reconocerle una pensión proporcional de jubilación,
siendo incompatibles las indemnizaciones y las pensiones
proporcionales, acorde con el artículo 9 del Decreto 35 de
1992 y el artículo 150 de la Convención Colectiva de
Trabajo.

El impugnante rebate la tesis expuesta por dicha


Colegiatura aduciendo que el parágrafo 2 del artículo 1 de
la Convención Colectiva preveía que los contratos a término
indefinido se regulaban por las normas del Código
Sustantivo del Trabajo, cuyo artículo 62 establece que el
reconocimiento de la pensión debe preceder a la
terminación del contrato de trabajo para que se configure
una justa causa. Así, aunque la terminación del contrato
obedeció a la liquidación de la Empresa Puertos de
Colombia, tal situación no constituye causa justificativa de
despido, en tanto el reconocimiento de la pensión no
precedió a la terminación del vínculo laboral.

La Corte encuentra que el argumento propuesto por el


doctor GAMBOA VELÁSQUEZ para reafirmar la legalidad de
la decisión a través de la cual declaró el despido injusto y
condenó a Foncolpuertos a pagar la indemnización
moratoria, carece de asidero jurídico en la medida que el
parágrafo segundo del artículo primero de la Convención
Colectiva de Trabajo hacía alusión a los contratos de
trabajo a término fijo y no a los contratos a término
37 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

indefinido, como el suscrito entre el demandante y


Foncolpuertos.

En efecto, la regla citada señala que “Los contratos de


trabajo a término fijo de los trabajadores del Terminal
Marítimo de Buenaventura se considerarán a término
indefinido luego de que venzan los diez (10) primeros meses
de su vigencia y se regularán acorde con los preceptos que
sobre la materia precisa el Código Sustantivo del Trabajo y
demás disposiciones convencionales”. (subrayas propias)

En el caso examinado, la Sala observa cómo en el


libelo no se informó que la relación laboral se hubiese
originado en un contrato a término fijo que, por el paso del
tiempo, mutara a término indefinido, con lo cual se
justificara la aplicación de esa preceptiva. Por el contrario,
la información vertida en el libelo refiere la existencia de un
contrato de trabajo a término indefinido iniciado con
antelación a la suscripción del pacto convencional invocado
por el recurrente.

De otra parte, al señor Buenaventura Camacho


Ramírez no se le reconoció una pensión de jubilación plena,
figura jurídica a la que se refiere el artículo 62 del Código
Sustantivo del Trabajo, pues sólo laboró con la entidad
demandada 14 años, un mes y 4 días, conforme se verificó
con los certificados laborales acopiados en el proceso 12,
razón por la cual, en aplicación del artículo 151 de la

12
Cfr. Folio 44 proceso laboral promovido por Buenaventura Camacho Ramírez.
38 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Convención Colectiva de Trabajo, se le reconoció pensión


proporcional de jubilación.

En ese orden, el numeral 14 del artículo 62 del Código


Sustantivo del Trabajo no era la norma aplicable al caso,
sino la Convención Colectiva de Trabajo por tratarse de una
pensión proporcional de jubilación establecida en el pacto
convencional ante la liquidación de la empresa y la
supresión del cargo. Así, la prestación social reconocida era
convencional y en esa medida se regulaba por las pautas
previstas en el pacto obrero-patronal.

Por lo anterior, esto es, por tratarse de una pensión


proporcional de origen convencional, la indemnización
moratoria deprecada en la demanda laboral instaurada por
Buenaventura Camacho resultaba improcedente ante la
prohibición contenida en el canon 151 parágrafo 3° de ese
instrumento, de hacer concurrir la pensión de jubilación
con la indemnización,

“Parágrafo 3°. La indemnización y las pensiones proporcionales


por liquidación de la Empresa, legales y proporcionales son
incompatibles entre sí. Quien reciba la indemnización y
posteriormente tenga una pensión, se entenderá que recibe la
indemnización a título de préstamo, el cual será descontado
proporcionalmente de la mesada pensional”. (subrayas fuera de
texto)

En síntesis, el fallo emitido por el doctor HÁROLD


GAMBOA VELÁSQUEZ en favor de Buenaventura Camacho
se alejó ostensiblemente de las normas laborales, razón por
39 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

la cual resultan acertadas las conclusiones expuestas por el


Tribunal a quo para deducirle responsabilidad con ocasión
de esta actuación procesal.

(iv) Sobre la prueba del actuar doloso del procesado

Aunque el impugnante considera que en el proceso no


se acopió prueba demostrativa de su actuar doloso, la Sala
encuentra que las actuaciones por él desplegadas al interior
de cada uno de los procesos laborales sí evidencian un
comportamiento consciente y voluntario orientado a
favorecer la postura de los demandantes en detrimento de
la parte demandada y, sobre todo, de los recursos de ésta.

Así, el dolo no emerge de las manifestaciones del


procesado sino de las actuaciones reflejadas en cada
decisión proferida porque no consultan la realidad fáctica y
jurídica, situación indicativa de la consciencia y voluntad
del operador judicial de vulnerar la ley al emitir decisiones
manifiestamente contrarias a derecho, medio a través del
cual obtuvo la apropiación de recursos estatales por parte
de terceros que no tenían derecho a ellos.

Acceder a las pretensiones de los demandantes sin que


se configuraran los fundamentos sustanciales para
reconocer la pretensión solicitada, habilitar como medio de
prueba documentos que no reunían las exigencias legales,
inaplicar la Convención Colectiva del Trabajo cuando era la
llamada a regular el caso o aplicarla cuando no era
procedente, constituyen acciones que revelan la voluntad de
40 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ de infringir la ley para


favorecer las posturas procesales de los demandantes,
medio a través del cual estos accedieron a recursos
estatales a los que no tenían derecho, habida cuenta que
las condenas emitida en contra de Foncolpuertos, como era
de conocimiento de los operadores judiciales de la época,
las asumía el Estado colombiano.

En relación con la afirmación según la cual no se


puede sancionar al doctor GAMBIOA VELÁSQUEZ por estar
prescrito el punible de prevaricato, del cual emerge el
peculado, la Sala recuerda que se trata de delitos
ontológicamente diversos, por manera que si bien en
algunas ocasiones el delito contra la administración de
justicia puede ser el medio para defraudar el erario público,
cada conducta conserva características y consecuencias
autónomas.

En el evento bajo examen, el mecanismo utilizado para


concretar el peculado por apropiación en favor de terceros,
fue la expedición de cuatro sentencias que favorecieron las
pretensiones de los demandantes, sin que en realidad
tuviesen derecho a ello.

Con todo, la prescripción de la acción en relación con


las decisiones manifiestamente ilegales no comporta la
imposibilidad de reprochar el delito contra la
administración pública, en la medida que las consecuencias
del actuar del servidor público no se agotaron con la
emisión de las decisiones. Por el contrario, sus efectos
41 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

perduraron en el tiempo en virtud de las órdenes


contenidas en los fallos laborales, al punto que propiciaron
el despojo de recursos públicos en cuantía de
$173’349.063,3, según se estableció con las pruebas
acopiadas.

De otra parte, si bien las Salas de Descongestión


Laboral calificaron las determinaciones proferidas por el
doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ como desacertadas,
tal afirmación no descarta su connotación delictiva y
dolosa, en la medida que la competente para determinar
dichos aspectos era la Sala Penal del Tribunal de Buga,
como en el efecto lo hizo, razón por la cual ninguna
irregularidad se detecta por este aspecto.

También resulta improcedente la postura del doctor


GAMBOA VELÁSQUEZ orientada a desvirtuar la
configuración del punible de peculado, bajo el argumento de
que dentro de las funciones de los jueces laborales no se
encuentra la de administrar bienes oficiales, por cuanto la
Corte ya ha decantado cómo los jueces ostentan una
relación jurídica con los bienes oficiales respecto de los
cuales adoptan decisiones13.

Ello porque cuando los jueces deciden conflictos que


involucran bienes estatales, de una u otra forma, están
disponiendo sobre el destino final de los mismos, por
manera que si se apartan de los mandatos legales podrían

13
Cfr. Providencias del 6 de marzo de 2003, Rad. No. 18021; 16 de marzo de 2011,
Rad. No. 35839, entre otras.
42 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

ocasionar una apropiación indebida, pues sin su concurso,


sin su orden, no se obtendría tal resultado.

En suma, el doctor GAMBOA VELÁSQUEZ debe


responder por el delito de peculado, dado que en su
condición de Juez Laboral, al tramitar procesos sometidos a
su jurisdicción y competencia, desarrolló actos de
disposición jurídica sobre bienes estatales que comportaron
la apropiación de recursos por parte de terceros que no
ostentaban derecho a obtenerlos.

v) Si la condena por enriquecimiento ilícito


enervaba la posibilidad de juzgar al ex juez por el
punible de peculado por apropiación a favor de terceros.

Considera el doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ


que por haber sido condenado como autor del punible de
enriquecimiento ilícito derivado del delito de peculado, no
puede ser juzgado por este último tipo penal so pena de
afectar el principio del non bis in ídem.

Pues bien, en el evento bajo examen, la Corporación


colige que no se afecta el postulado invocado porque las
conductas sancionadas en los referidos tipos penales son
estructuralmente diversas, en la medida que el
enriquecimiento ilícito comporta necesariamente el
incremento patrimonial injustificado del servidor público,
elemento no requerido en el peculado por apropiación
ejecutado en favor de terceros.
43 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

Así mismo, porque el acto de apropiarse de recursos


públicos es pluriofensivo, siendo posible que encaje en
varias descripciones típicas, dependiendo de las
circunstancias particulares de cada caso, pues las
conductas pueden ejecutarse de manera independiente en
el tiempo y el espacio y los recursos provenir de diversas
fuentes, de forma que cuando se consolide el incremento
patrimonial es factible que el atentado a la administración
pública ya se haya agotado.

En tal sentido, la Corporación ha señalado la


procedencia del concurso entre el peculado y el
enriquecimiento ilícito en los siguientes términos:

“2. Es incuestionable que entre esos dos hechos punibles puede


existir concurso, que se da cuando lo apropiado y lo que ha
enriquecido ilícitamente al servidor público, corresponda a
haberes provenientes de distinta fuente, esto es, cuando además
de lo obtenido como producto del peculado, en el incremento del
patrimonio del servidor público aparezcan otros fondos
diferentes, adicionales, de procedencia no justificada pero
relacionable con el ejercicio de las funciones, o por razón del
cargo, que se establezca como ilícita pero no exista demostración
de haber sido generada por otro delito” 14.(subrayas fuera de
texto).

Aún más, revisado el fallo de condena emitido por el


Tribunal Superior de Buga el 12 de marzo de 2002 contra el
doctor GAMBOA VELÁSQUEZ por el punible de
enriquecimiento ilícito, la Sala encuentra que en él se

14
Cfr. Providencia del 19 de mayo de 2000, Rad. No. 8067. En igual sentido, la
Corte ha avalado la posibilidad del concurso material entre los delitos de cohecho y
enriquecimiento ilícito en decisión del 28 de mayo de 2008, Rad. No. 29705.
44 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

estableció un incremento patrimonial injustificado pero no


se indicó que proviniera del punible de peculado y, menos
aún, se señaló una apropiación de recursos en particular,
razón por la cual carece de fundamento la postulación
defensiva analizada en este acápite.

De acuerdo con lo anterior, es evidente que los


argumentos esbozados no logran persuadir a la Sala de la
inocencia del doctor HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ, razón
por la cual se impone confirmar la sentencia impugnada
respecto de los motivos de inconformidad.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

CONFIRMAR la sentencia del 23 de noviembre de


2011 proferida por la Sala Penal de Descongestión del
Tribunal Superior de Buga, conforme con lo expuesto.

Contra esta providencia no procede recurso alguno.

Comuníquese y devuélvase al Tribunal de origen.

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ


45 SEGUNDA INSTANCIA RAD No. 38203
HÁROLD GAMBOA VELÁSQUEZ

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ

AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTÍZ

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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