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CUESTIONES ACERCA
DE LAS MODERNIDADES COLONIALES*
Saurabh Dube
CUESTIONES INICIALES
[13]
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5
Asad, 1993; Bauman, 1992; Comaroff y Comaroff, 1992; Dube, 1998; Errington,
1998; Gray, 1995; Lander, 2000; Mignolo, 2000; Said, 1978; Rorty, 1989; Sears, 1996;
Taussig, 1997. Véase también Lowe y Lloyd, 1997, y Scott, 1999. Para una versión más
elaborada de los términos de esta discusión, véase Dube, 2002.
16SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 16
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Al presentar las cosas de esta manera, mi intención no es rehuir los términos de lo
“universal”. Estos términos han sido formulados provocadoramente en Chakrabarty,
2000, y son sacados a colación de una manera interesante en los ensayos de Castro-Gó-
mez y Dussel (que exploran las cuestiones de la “totalidad”), y de Chuaqui (quien anali-
za las cuestiones del “relativismo”), en el presente volumen. Por el contrario, lo que aquí
pretendo es señalar la importancia de cuestionar los proyectos modulares y las abstraccio-
nes a priori —sobre todo en lo que se refiere a su influencia en la modernidad, la historia
y el colonialismo—, y al mismo tiempo hacer interpretaciones que muestren un espíritu
crítico-recuperador, sobre todo en las discusiones sobre el poder y la diferencia. Tales cues-
tiones han sido exploradas dentro de un contexto específico en Dube, 2002, y Dube, en
prensa.
17SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 17
CUESTIONES CRÍTICAS
7
Por ejemplo, Barlow, 1997; Burton, 1999; Daedalus, 1998 y 2000, y Gaonkar,
2001.
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tos conceptos hoy día? En otras palabras, ¿qué funciones pueden realizar
estas categorías dentro de las culturas académicas contemporáneas, y ba-
jo qué premisas teóricas y qué límites analíticos? También es útil que
consideremos las intersecciones y divergencias que se dan en la elabora-
ción de las categorías de la dependencia, el sistema global y la globaliza-
ción —junto con las del colonialismo, la modernidad y las modernida-
des coloniales— en los escritos sobre América, África, Asia, Oceanía y,
por supuesto, Europa. Por último, ¿acaso no es importante, en lo que se
refiere a su lógica interna, rastrear las conjugaciones entre las concepcio-
nes clave del sistema global, por un lado, y el feliz nuevo mundo de la
globalización, por el otro? Es decir: ¿cuáles son los nexos y las exclusio-
nes que vinculan la globalización con el colonialismo, la modernidad
con la “colonialidad”, el sistema global con las modernidades coloniales,
siendo que la primera de estas tres conjunciones aproxima y se extiende
a las otras dos?
Tercero: ¿cuáles son los imperativos críticos de la lectura y la escri-
tura —del diálogo y el debate— a la hora de considerar las estipulacio-
nes de la diferencia y las disposiciones del poder? No debemos descuidar
este tema, sobre todo teniendo en cuenta que en una gran variedad de es-
fuerzos eruditos contemporáneos el poder y la diferencia pueden apare-
cer como entidades prefabricadas, lo cual sugeriría que se trata de algo
más que de simples artimañas de la crítica radical y distracciones acadé-
micas. Como ya hemos observado, ni el poder ni la diferencia deben ser
colocados en un marco de categorías preexistentes como términos a prio-
ri de la discusión. No es solamente una cuestión de especificar las mane-
ras particulares de presentar las nociones de la diferencia y las premisas
del poder, si bien tales maniobras pueden resultar prácticas como ejerci-
cios. También hay que tener en cuenta otras dos consideraciones.
Por una parte, es importante prestar atención a la manera en que la
diferencia se ve afectada por el poder. Por la otra, importa reconocer la
manera en que el poder se inyecta de diferencia. Esto no significa que
debamos caer en la sofistería. Tomemos por ejemplo el plural de moder-
nidad, modernidades. Cuando nos referimos a las modernidades, ¿que-
remos simplemente decir que la modernidad india es distinta de la mo-
dernidad alemana, y que ésta es distinta de la modernidad mexicana o
la venezolana? Si hacemos de ésta nuestra idea principal, ¿qué modali-
dades de poder están siendo eclipsadas, no sólo en relación con los gran-
des sistemas de coordenadas del imperio y la globalización, sino con las
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CONJUNCIONES DIVERGENTES
premisas los espectros de una historia y una afinidad culturales que com-
parte con Europa. En esto siempre ha estado a la zaga de Europa. Así,
durante al menos dos siglos, la modernidad latinoamericana ha sido re-
presentada como diferente, pero casi igual.
Recordemos la insinuación de que sólo en años recientes se ha presta-
do atención a la sustancia de la modernidad en India. Aquí se han dado di-
ferentes maneras de comprender las distinciones y la dinámica, las deter-
minaciones y la dirección en el sur de Asia, modeladas de diversas formas:
como una iluminada trayectoria de transformación social, un proyecto
presuntuoso que opera contra la diferencia creativa, un aparato influyente
que no cesa de engendrar alteridad crítica y un proceso histórico que pro-
duce lo mismo excepciones exóticas que uniformidad histórica.11 Sin em-
bargo, en la mayoría de estas interpretaciones, la reflexión actual sobre la
modernidad ha sido inmediatamente posterior a la presencia del colonia-
lismo. Así, no será para el lector una sorpresa descubrir que nuevos escri-
tos críticos sobre el sur de Asia, representados también en este libro, hayan
intentado extender las maneras anteriores de comprender el colonialismo,
así como las proposiciones actuales de la modernidad, valiéndose al mismo
tiempo de filtros históricos y de marcos de coordenadas etnográficas.12
El presente volumen ha sido el resultado de provechosos enfrenta-
mientos entre las distintas orientaciones del colonialismo y la moderni-
dad esbozadas antes. Podría decirse que esta pluralidad y este desacuer-
do constituyen uno de los puntos fuertes del cuerpo de escritos que
presentamos, pues la multiplicidad a que nos referimos da indicios de la
diversidad de las culturas académicas, así como de las distinciones entre
las orientaciones teóricas. Por ejemplo, no basta con sugerir que los es-
critos con inclinaciones filosóficas que incluimos están particularmente
interesados en la labor epistemológica de la colonia y la modernidad,
mientras que los textos con bases empíricas tienen más que ver con el tra-
11
Estas cuatro distintas maneras de comprender la modernidad han sido articuladas,
respectivamente, por Gupta, 2000; Nandy, 1983; Prakash, 1999, y Dube, en prensa.
También cabe mencionar que, como en el caso de las obras de académicos como Ashis
Nandy y J.P.S. Uberoi, las interrogantes relativas a la modernidad han sido planteadas de
maneras críticas en la discusión y la práctica del arte y el cine en India. Véase, por ejem-
plo, Kapur, 2000, y Sheikh, 1997.
12
Además de las obras de Nandy, Prakash y Dube citadas en la nota anterior, otros
escritos relevantes incluyen Appadurai, 1996; Chakrabarty, 2000; Chatterjee, 1993;
Dirks, 2001, y Hansen, 1999.
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Sin embargo, a pesar de sus distintos énfasis, los tres ensayos apuntan ha-
cia las formaciones de la modernidad como algo fundado en los tiempos
de la colonia; tanto el colonialismo como la modernidad son reconoci-
dos como proyectos europeos dominantes de poder/conocimiento que
conforman el núcleo exclusivo de un sistema mundial capitalista en sin-
gular. Así, cuando Castro-Gómez describe la modernidad como una se-
rie de prácticas dirigidas al control racional de la vida humana —lo cual
conlleva la institucionalización de las ciencias sociales, la organización
capitalista de la economía, la expansión colonial de Europa y la configu-
ración jurídico-territorial de las naciones-Estado—, está sintetizando
una poderosa perspectiva que al parecer es compartida por Enrique Dus-
sel y Edgardo Lander (y por muchos otros, claro está).
¿Y qué decir de las orientaciones de estos tres académicos respecto a
la relación entre el poder y la diferencia? Dussel y Lander destacan el im-
ponente empuje y el impulso homogeneizador de la modernidad euro-
americana moderna y del conocimiento eurocentrista, respectivamente.
Ante la trayectoria exclusiva de este poder que ha asegurado el capital glo-
bal, ambos subrayan la ética de la diferencia crítica; el primero ubica la al-
teridad en la exterioridad de la “transmodernidad”, y el segundo lo hace en
la necesidad de consolidar/recuperar las formas de comprensión alternati-
vas. Por su parte, Castro-Gómez describe la modernidad como una má-
quina engendradora de alteridades que suprime el hibridismo, la multipli-
cidad, la ambigüedad y la contingencia en nombre de la razón, mediante
la designación de la humanidad. Según su análisis, además, bajo condicio-
nes de posmodernidad, la hegemonía ininterrumpida del capital global
dentro del sistema mundial no se garantiza mediante la represión de la di-
ferencia, sino por medio de la producción y la difusión de alteridades. Sin
embargo, a pesar de tales distinciones —incluida la “ambigüedad” pro-
ductiva de la cual Castro-Gómez se vale para formular la fabricación de al-
teridades bajo la modernidad y la posmodernidad—, en estos escritos el
poder parece emanar de un lugar específico y dominar de manera exclusi-
va, mientras que la diferencia pura aparece como una respuesta al poder.
Los términos éticos de tales posiciones relativas al colonialismo y la
modernidad, al poder y la diferencia, son al mismo tiempo elaborados y
extendidos al pasar por filtros analíticos diferentes aunque parcialmente
coincidentes, en los textos que preceden a estos tres ensayos. Como ya
hemos observado, aquí están en juego diferencias en las maneras de com-
prensión teórica, que trabajan en mancuerna con las distinciones en las
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finida. Por ejemplo, Saurabh Dube explora las visiones dominantes y las
formas de comprensión más comunes de la nación y el Estado, la colonia
y la modernidad, la cultura y la sociedad, el pasado y el presente, susten-
tadas por proyecciones duraderas de “espacios encantados” y “lugares
modernos”. Fundamentadas en las estipulaciones de la historia universal,
fomentando las condiciones del progreso histórico y definiendo las orien-
taciones de las disciplinas modernas, estas figuras y formas dividen al
mundo al mismo tiempo que lo mantienen unido. Muestran vivamente
la importancia de localizar las determinaciones entrelazadas y las negacio-
nes enredadas que existen entre el poder y la diferencia. Pues justamente
la división entre el poder y la diferencia es lo que instituye aquellas repre-
sentaciones de la modernidad que se hallan en el núcleo de las influyen-
tes críticas a la modernidad. Madhu Dubey discute sobre estas cuestiones
en su análisis crítico sobre el “viraje sureño” de la cultura contemporánea
en Estados Unidos, una serie de tendencias proliferantes que plantean el
sur de Estados Unidos como un terreno encantado de diferencia.
En su conjunto, las distintas posturas teóricas que reunimos en Mo-
dernidades coloniales se relacionan y discuten con alineaciones críticas
bien definidas, pero ninguna de ellas renuncia a sus propias convicciones
cardinales.13 Pues el propósito de este volumen no es legislar las moder-
13
Los términos de esta discusión sugieren que las mismas condiciones que posibili-
tan el diálogo, el debate y la distinción entre los ensayos incluidos en Modernidades colo-
niales pueden hacerlo gracias al hecho de que estas contribuciones se ocupan de una serie
de preocupaciones compartidas por todos ellos, bajo la rúbrica de las modernidades colo-
niales. Además de las cuestiones relativas al poder y la diferencia, antes presentadas, cabe
mencionar otros dos ejemplos. Primero: las cuestiones que se refieren a las dualidades do-
minantes de conocimiento/poder atraviesan toda la obra de Castro-Gómez, Lander, Mig-
nolo, Dube, Chuaqui, Zermeño y Dubey, entre otros, y hallan una expresión definida en
estos ensayos. Éste también es el caso de la cuestión de los vínculos entre las disciplinas
modernas (sobre todo las ciencias sociales) y el poder disciplinario (en particular, la auto-
ridad del Estado), explorados de diversas maneras por varios de los autores que participan
en este volumen. Segundo: las preocupaciones más específicas retomadas por los distin-
tos autores revelan tanto conjunciones particulares como divergencias productivas; éstas
incluyen, por ejemplo, la fabricación de la figura del “indio” mezquino en México (Sal-
daña-Portillo y Zermeño); la proliferación y la reificación de la diferencia bajo las condi-
ciones posmodernas (Castro-Gómez y Dubey), y la importancia de considerar las conca-
tenaciones coloniales entre India y México (Sen y Lira). Así, se pretende presentar más
adelante tales vínculos y distinciones mediante la ordenación de los ensayos y los medios
para describirlos, revelando de esta manera las preocupaciones entrecruzadas que consti-
tuyen Modernidades coloniales.
28SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 28
PREOCUPACIONES ENTRECRUZADAS
vergencias, de tal forma que incluso el “siglo del nacionalismo liberal me-
xicano” —en su presentación burguesa y su encarnación revoluciona-
ria— emerge como la “segunda conquista” del mundo indígena. Pero se-
ría apresurado limitar estas cuestiones al pasado; Zermeño pregunta con
cierta agudeza: ¿qué garantía tenemos de que las actuales formas de com-
prensión antropológica de los pueblos indígenas no siguen inscritas den-
tro de teleologías del progreso relacionadas con las anteriores?
Algunos de los términos de la historia y la etnografía, la política cul-
tural y las culturas políticas perduran hoy día bajo la forma de espacios
encantados y lugares modernos que ejercen una mayor influencia en las
cartografías dominantes del pasado y del presente. Estos términos cons-
tituyen el punto de enfoque del siguiente ensayo, en el que exploro la
persistencia de las formas encantadas y las figuras modernas en las “me-
tageografías” modernas, moldeadas por la visión de una historia univer-
sal y articuladas por las estipulaciones del progreso histórico. El ensayo
plantea que los conjuntos de imaginaciones espaciales y orientaciones es-
tructuradas en cuestión están estrechamente vinculadas con los encuen-
tros coloniales y los embrollos imperiales, las determinaciones de la dife-
rencia y las estipulaciones de la uniformidad, desempeñando un papel
central en la imaginación y la institución de las disciplinas modernas y
del mundo contemporáneo.
Estos lineamientos nos son presentados inicialmente mediante la
descripción etnográfica de una conferencia académica, un simposio eru-
dito, deteniéndose en particular en dos de las ponencias, para destacar las
múltiples seducciones que los espacios encantados y los lugares modernos
ejercen sobre los esfuerzos académicos y los espacios cotidianos. A conti-
nuación, el ensayo considera lo no dicho y lo que se piensa bajo la super-
ficie en las deliberaciones académicas, cuyas implicaciones son de mucho
mayor alcance. Aquí, las figuras de una tradición ya de por sí encantada
y las formas de una modernidad siempre desencantada se enfrentan al
privilegio de la visión y la distinción de la voz en las interpretaciones del
pasado, los escritos sobre el presente y las imaginaciones del porvenir. Por
último, analizo con un enfoque crítico la ceremonia inaugural de los
Juegos Olímpicos de Sydney, para señalar la presencia espectral de lo en-
cantado y lo moderno que recorre la política cultural contemporánea,
una presencia y una política supeditadas a la nación, cómplices del Esta-
do y condicionadas por el progreso. Al final del ensayo, atando cabos, ar-
gumento que en la reflexión sobre la densidad y la gravedad de tales car-
33SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 33
ble. Así, tanto los partidarios como los críticos del imperio se vieron for-
zados a conceder a los indios “un cierto grado de voluntad” —un orden
residual de “sociedad” o “civilización” o “cultura”—, de tal forma que su
condescendencia y su consentimiento pudieran ser imaginados y estimu-
lados dentro de la aparición de una sociedad civil. De hecho, esta inven-
ción e institución de una nueva sociedad colonial en el sur de Asia me-
diante procedimientos legales y económicos es comparable a la creación
de un nuevo orden de súbditos coloniales en la América española, aun-
que, por supuesto, la conversión religiosa no tuvo un papel importante
en el imperio británico en India. En efecto, esta fabricación de un nue-
vo orden social es crucial para poder comprender la dominación colonial
y sus esfuerzos por obtener la hegemonía en distintas partes del mundo
moderno.
La sensibilidad comparativa del ensayo de Sen es ampliada por la
contribución de Andrés Lira. Lira se vale de su capital disciplinario co-
mo abogado e historiador para reflexionar sobre las obras del erudito in-
glés en leyes Henry S. Maine, explorando en particular la importancia
que da en sus escritos a la experiencia del intelectual-administrador en la
India colonial. Al analizar las interpretaciones jurídicas y explícitamente
comparativas de la comunidad, la propiedad y la ley que se encuentran
en la obra de Maine, Lira se concentra en los proyectos de “evolución” y
las proyecciones del “progreso” que caracterizaron a la Inglaterra victoria-
na. También recalca que al construir la historia como el “presente inin-
terrumpido de la humanidad”, Maine estaba simultáneamente buscan-
do a ciegas y cabalgando sobre los planos del progreso evolutivo. Esto
puso un signo de interrogación en la noción de lo “primitivo”, a la vez
que interrumpía el avance singular y las distintas etapas de la “civiliza-
ción” en el núcleo de los principios evolucionistas. Así, prestando cuida-
dosa atención a la manera en que Maine confecciona sus argumentos, el
ensayo apunta a la convergencia y la contención, en este cuerpo de eru-
dición jurídico-histórica, entre la posición “evolucionista” y la interpre-
tación “historicista”, orientaciones analíticas que muchas veces son redu-
cidas a una sola por las críticas de la historia y la modernidad.
Según Lira, Maine concebía la ley como un orden objetivo, pero sin
confinarlo a los estrechos límites de la jurisprudencia analítica del siglo
XIX; por el contrario, iba más allá de las premisas y las proyecciones del
“racionalismo europeo” individualistas y utilitaristas que encontramos
en los escritos de John Austin y Jeremy Bentham, por ejemplo. Aquí era
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Según Enrique Dussel, asumir que, desde el siglo XVI, tras el “descubri-
miento” de las Américas, Europa se convirtió en el centro del sistema glo-
bal es caer en el “segundo eurocentrismo”. Por el contrario, hasta bien en-
trada la segunda mitad del siglo XVIII, China —al igual que India— siguió
desempeñando un papel fundamental en el sistema global de la produc-
ción y el intercambio, y durante esta “primera” modernidad estaban muy
claros los límites de la dominación europea, que era básicamente un fenó-
meno del Atlántico. De acuerdo con esta interpretación, Europa sólo lle-
gó a suplantar a China (y a India) como protagonista principal en el siste-
ma global tras la revolución industrial y la “segunda” modernidad de la era
de la Ilustración, lo cual revela que el papel central de Europa en el mun-
do moderno no tiene más de 225 años de antigüedad.
Para Dussel, las implicaciones de todo esto son de vital importancia.
Pues el mismo hecho de que la hegemonía europea sobre el sistema glo-
bal colonial/moderno sea tan reciente abre una gran variedad de posibi-
lidades “civilizatorias” para trascender la modernidad y la globalización.
Sin embargo, su ensayo no se explaya discutiendo esta alternativa me-
diante propuestas posmodernas. Ciertamente, el filósofo sugiere que de-
bido a que las formas de conocimiento posmodernas emergen del inte-
rior de la modernidad, son emblemáticas tan sólo de la crisis estructural
de los regímenes globalizadores contemporáneos. Para decirlo de forma
más sencilla, las críticas posmodernas a la modernidad siguen confinadas
dentro de premisas eurocentristas duraderas. En cambio Dussel encuen-
tra futuros alternativos dentro de los términos y la ética de la “transmo-
dernidad”, incorporando culturas de la mayor parte de la humanidad
que han sido excluidas de la modernidad, una condición de “exteriori-
dad” que vincula el pasado, el presente y el futuro mediante sus posibi-
lidades precisas. Pues esta exterioridad alternativa “aún posee un poten-
cial humano capaz de contribuir de manera crucial a la construcción de
una cultura humana futura, más allá del fin de la modernidad y el capi-
talismo”.
Extendiendo e inspirándose en el argumento de Dussel sobre las li-
mitaciones de las críticas posmodernas a la modernidad basadas en pre-
misas eurocéntricas, Walter Mignolo destaca la urgencia de reflexionar
desde la periferia sobre los márgenes del conocimiento epistémico para
elaborar una crítica a la modernidad que vaya más allá del eurocentris-
mo. Según Mignolo, esta crítica debe emerger a partir de formas de co-
nocimiento subalternizado y basarse en la diferencia colonial. Sólo una
40SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 40
Ahora que hemos terminado esta descripción de las rutas y los caminos
por los que Modernidades coloniales viaja y atraviesa, lo único que falta es
agregar que el presente volumen encarna otra distinción que nuestra in-
troducción no ha sido capaz de desentrañar. Al igual que las diferencias
en las orientaciones teóricas y las posiciones disciplinarias, las contribu-
ciones incluidas en este volumen también están marcadas por distintos
estilos de escritura. Esto suele ser el caso en la mayoría de los esfuerzos
interdisciplinarios, pero lo es aún más, quizás, en nuestra empresa. Seis
de las contribuciones que aquí presentamos fueron traducidas del inglés,
un hecho que, según me parece, no hace sino reforzar las localizaciones
45SAURABH DUBE INTRODUCCIÓN 45
divergentes que dan forma a los escritos. Esta pluralidad también es ca-
racterística de las posibilidades y los apuros que nos esperan en el (los)
viaje(s) que aún tenemos por delante.
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