Está en la página 1de 11

El Carácter de la Fe

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.


Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. (Hebreos 11:1-2)
La descripción de la fe hecha arriba, caracterizó a los grandes santos del
Antiguo Testamento. Ellos creyeron a Dios; sin embargo, Dios los reconoció.
Nunca vacilaron respecto de la esperanza de las promesas de Dios y estaban
ciertos de las cosas que estaban aún por venir. Estos fueron los hombres y las
mujeres que marcaron el camino para el avance del reino de Dios en la tierra.
Perseveraron a través de los peores tiempos y nunca pusieron en riesgo lo
que sabían que era correcto ante Dios.
El capítulo 11 del libro de Hebreos tiene mucho que decir acerca de este
asunto de la fe. Algunas veces ha sido llamado el hall de la fe, porque lista los
nombres de muchos cuyas vidas fueron gobernadas por una fe genuina en el
Dios Todopoderoso. Registra a los grandes hombres y mujeres de la historia,
que dejaron marca en este mundo por su confianza en Dios.
Los Diferentes Ejemplos de La Fe
Las diferentes muestras de fe de los santos del Antiguo Testamento aparecen
a través de los versos de Hebreos 11. Al tratarlos veremos las numerosas
dimensiones de la fe que caracterizaron sus vidas. Al hacerlo, seremos
exhortados a seguir estos ejemplos de fe en nuestras propias vidas.
La Creencia de la Fe
En el verso 3, la fe es el medio por el cual aceptamos el testimonio de la
Escritura.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (Hebreos 11:3)
Esta es la creencia de la fe en la que el creyente está completamente
convencido en su corazón que se puede confiar en la Palabra de Dios.
Aunque ninguno de nosotros estaba presente durante la creación del mundo,
los creyentes confían en los registros de Génesis porque Dios lo ha revelado
en Su Palabra. Esto no significa una fe sin sentido que esté basada en una
corazonada o buenos sentimientos, sino una fe con convicción que es
absolutamente cierta sin la menor sombra de duda. Esta convicción en
nuestro corazón es traída por la fidelidad de Dios sobre todo lo que Él ha
dicho. Aquellos que hemos saboreado la bondad de la Palabra de Dios a
través de la fe, y que hemos testificado su perfección en nuestras vidas,
damos fe de la integridad de las Escrituras. El creyente que confía en Dios
aceptará la autenticidad de la Palabra de Dios de Génesis a Apocalipsis. Como
pueblo de Dios no podemos permitirnos vacilar en nuestras creencias. Si Dios
lo dijo, lo podemos creer. La creencia de la fe lleva al corazón la verdad de la
Palabra de Dios.
La Santidad de la Fe
En el verso 4, nos es revelado el contraste en la conducta entre Caín y Abel.
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella. (Hebreos 11:4)
Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que el de Caín. El sacrificio de Abel
ilustra la rectitud de la fe. El corazón de Abel es lo que le orilló a ofrecer un
mejor sacrificio, que era aceptable a Dios. Su fe fue confirmada con su acto
de rectitud, hecho en obediencia a la voluntad revelada de Dios. Un corazón
puro y recto que complace al Señor producirá el fruto de la rectitud. Además
del corazón recto, uno debe adherirse a la fe nominal. Esta era la intención
de Santiago en su epístola – protegerse de una fe vacía que no tenga
evidencia para sostenerla.
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos,
y tienen necesidad del alimento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id
en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para
el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta
en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe
sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno;
bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber,
hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras
Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves
que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las
obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el
hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo
también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando a los
mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu
está muerto, así también la fe sin obras está muerta.(Santiago 2:14-26)
La fe bíblica siempre está acompañada con acciones u obras de rectitud. La fe
vacía es una profesión de la creencia en Dios que no va más allá de las
palabras que uno habla. Es creer sin confiar en Dios. Como Santiago lo
mencionó en este pasaje, aún los demonios creen en un Dios, pero uno no
puede ser presionado para convencernos que los demonios están en el cielo
por su fe. En el verso 24, Santiago no dice que las obras son necesarias para
la salvación, sino que las obras autentifican una genuina fe en Dios. No hay
manera de que alguien pueda decir que cree en Dios y no se aparte del
pecado o que ni siquiera produzca el más pequeño fruto en su vida. Esto
sería totalmente inconsistente con la fe bíblica como nos es revelada en la
Biblia.
Somos salvados por la fe sola, pero la fe se revela a si misma por la confianza
en el trabajo de expiación de Cristo en la cruz por nuestros pecados con un
compromiso total de obedecer las enseñanzas de Su Palabra. Nuestra fe en
Dios tiene una meta, que es producir el fruto de rectitud como testigos que
dan testimonio de la verdad de la Palabra de Dios. Dejemos que nuestra
creencia en Dios se caracterice por la rectitud de la fe.
El valor de la Fe
En el verso 5, se revela el precioso valor de la fe ante Dios, en la vida de Enoc
Por la fe Enoc fue tomado para no ver muerte, Y NO FUE HALLADO, PORQUE
LO TOMÓ DIOS; y antes que fuese tomado, tuvo testimonio de haber
agradado a Dios. (Filipenses 2:1-2)
Lo único que sabemos de la vida de Enoc es que siempre se actuó para
agradar a Dios. Que testimonio de la vida de un hombre ante Dios. De
principio a fin vivió para complacer al Padre, sabiendo lo que era precioso
ante Dios en el cielo. En un mundo donde el sistema de valores del hombre
está definido por el dinero, la fama, y las cosas materiales, Enoc siguió una
vida de fe que fue más valiosa que todos los tesoros de este mundo. Pedro,
en su epístola habló del valor incalculable de la fe de uno ante Dios.
Estas aflicciones son solo para probar tu fe, para ver si es o no fuerte y pura.
Es probada como el fuego prueba al oro y lo purifica - y tu fe es mucho más
preciosa para Dios que el oro mismo; de manera que si tu fe permanece
fuerte después de haber sido probada en el tubo de prueba de duras
aflicciones, te traerá más alabanza y gloria y honor el día de Su regreso. (1
Pedro 1:7 NBD)
En este contexto, Pedro dirige a los creyentes al producto final de la fe
probada. Exhorta a los creyentes a perseverar en las dificultades de la vida y
a no desanimarse. Sus pruebas son los medios que Dios usa para purificar y
fortalecer su fe. Santiago también exhortaba a los creyentes de esta manera.
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la
paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os
falte cosa alguna. (Santiago 1:2-4)
El creyente que entiende el valor de la fe genuina se regocija cuando piensa
lo que sus pruebas hacen en su vida personal. Estas pruebas se desvanecen al
compararlas con las riquezas espirituales que se producen en quienes
perseveramos a través de ellas en fe. El producto final de una fe probada es
una confianza en Dios que es inamovible. Una vida llena de fe es preciosa a
los ojos de Dios
La Naturaleza Indispensable de la Fe
En el verso 6, se da testimonio de la naturaleza indispensable de la fe en el
andar Cristiano.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que Él es, y que es galardonador de los que le buscan.
(Hebreos 11:6)
Mientras que la vida de Enoc era agradable a Dios, los creyentes Judíos a los
que se refería en esta carta desagradaban a Dios al regresar a la Ley. Estaban
sustituyendo la Ley Judía por la práctica de su fe. Estaban cometiendo el
mismo error que mucha gente en la iglesia comete hoy día, usan otros
medios en vez de la fe para agradar a Dios.
Actualmente muchos en la iglesia se han alejado de este principio básico, “el
recto debe vivir por fe,” sin darse cuenta de ello. Comienzan sus vidas
Cristianas poniendo su fe en Cristo, pero con el tiempo dejan de vivir por fe
en la vida diaria por sus necesidades espirituales y físicas. Profesan tener fe,
pero sus acciones indican otra cosa, dejan de mantenerse solo en la Palabra
de Dios. En muchos casos, su fe está definida por su imitación de las prácticas
Cristianas en la iglesia sin confiar personalmente en Dios en su vida diaria.
Hoy el creyente necesita guardarse de esta falsa expresión de fe, confiando
solo en la Palabra de Dios y aplicándola cuando sea aplicable. Una saludable
fe en Dios siempre está definida por nuestro actuar de acuerdo a lo que
sabemos que es verdad. Debemos participar en la iglesia, pero no debemos
permitir que eso sea el criterio para medir nuestra fe, especialmente si no
estamos confiando en Dios en la privacidad de nuestras vidas.
El apóstol Pablo, conociendo el rol vital de la fe, oró por los santos para que
Cristo permaneciera en sus corazones a través de la fe.
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de
quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé,
conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente
capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud,
la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. (Efesios 3:14-
19, énfasis agregado).
Poniendo nuestra confianza en Dios de manera continua es lo que nos
fortalece, y nos da la gracia necesaria en nuestro andar Cristiano. Cuando
venimos a Dios de esta manera, entenderemos completamente la
profundidad del amor de Dios y creceremos en el conocimiento pleno de
Jesucristo. La naturaleza indispensable de la fe en el andar Cristiano no
puede ser sobreestimada.
La Perseverancia de la Fe
La perseverancia de la fe se muestra en la vida de Noé en el verso 7.
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se
veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
(Hebreos 11:7)
Noé recibió instrucciones de Dios para construir una arca que le tomaría 120
años construir (Génesis 6:3). Aunque no tenemos el detalle del tiempo, Noé
probablemente fue ridiculizado. Nunca había llovido, y las instrucciones de
Dios de construir un bote contra una posible inundación parecían imposibles.
Noé nunca vaciló en su compromiso con Dios. Perseveró a través de todo el
ridículo e incredulidad que rodeaban su vida llena de fe. La fe de Noé
describe a un hombre que recibía dirección de Dios y que continuaba en ese
camino hasta que la meta fuera alcanzada. De la misma manera, el creyente
hoy debe perseverar a través de la persecución y la incredulidad que permea
a la sociedad. Debe continuar en su fe, a pesar de la oposición, hasta que sea
llevado a casa para estas con el Señor en el cielo.
La Obediencia de la Fe
La obediencia de la fe se enfatiza en la vida de Abraham.
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de
recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 11:9 Por la fe habitó
como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en
tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 11:10 porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es
Dios. (Hebreos 11:8-10)
Abraham recibió el llamado de Dios y Lo obedeció, sin saber a donde iba,
Dios lo guió un paso a la vez y en su obediencia, Abraham siguió paso a paso.
Su obediencia a la fe estaba gobernada por su confianza en Dios y no por su
habilidad para ver lo que venía adelante. Nosotros como creyentes no
sabemos lo que vendrá mañana, pero mientras esperamos lo que venga ese
día estamos llamados a obedecer a Dios por fe, en el presente. Es obediencia
a la fe diariamente lo que produce el fruto de santidad en la vida del
creyente.
La Confianza de la Fe
La confianza en la fe se enfatiza en la vida de Sara.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y
dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo
había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron
COMO LAS ESTRELLAS DEL CIELO EN MULTITUD, Y COMO LA ARENA
INNUMERABLE QUE ESTÁ A LA ORILLA DEL MAR. (Hebreos 11:11-12)
Aunque las circunstancias de Sara estaban fuera de su control, ella confió en
la fidelidad de Dios para cumplir sus promesas. Su fe reconocía el hecho de
que las promesas de Dios sobrepasaban cualquier cosa que pareciera
imposible desde su punto de vista.
La fe del creyente para confiar en Dios tiene su raíz en las divinas promesas
de Su Palabra y no en la naturaleza de sus circunstancias, ideales o
imposibles, como pudieran parecer. La fe siempre cree contra lo imposible
cuando Dios ha garantizado Sus promesas a Su pueblo.
La Recompensa Futura de la Fe
Nuestra atención es atraída a la recompensa futura de la fe en los versos 13-
16.
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino
mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran
extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente
dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en
aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero
anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de
llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11:13-
16)
Los grandes hombres de fe saben que la recompensa suprema de confiar en
Dios está más allá de esta vida. Están preparados para perder todo en esta
vida sabiendo que los verdaderos tesoros los están esperando en el cielo. El
hombre que posee este tipo de fe es consumido por una cosa, hacer la
voluntad del Padre en la tierra. El verso 16 no debe pasar desapercibido,
“Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos”. La magnitud de esta
afirmación habla volúmenes al creyente. El asombroso Dios del cielo no se
avergüenza al identificar a los creyentes en Cristo. En un mundo que
considera al creyente sin valor, la fe de un individuo es encomiable ante el
Padre. ¿Qué mejor lugar para estar que donde tenemos a Dios de nuestro
lado, aún cuando el mundo esté contra nosotros? (Romanos 8:31). La
recompensa máxima de la fe está siempre en el futuro; por lo tanto,
debemos esperar pacientemente el día en que Dios nos recompensará
generosamente por toda la eternidad.
La Prueba de la Fe
En los versos 17-19, se expresa la prueba de la fe en la relación entre
Abraham y su hijo, Isaac.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había
recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: EN ISAAC TE
SERÁ LLAMADA DESCENDENCIA; pensando que Dios es poderoso para
levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le
volvió a recibir. (Hebreos 11:17-19)
Abraham estaba dispuesto a sacrificar su más precioso tesoro en esta vida, su
hijo, para cumplir la voluntad de Dios. Este evento fue una prueba para la fe
de Abraham. El probó que estaba listo para seguir a Dios sin importar lo que
el Padre le ordenara hacer. Estaba preparado para servir a Dios ignorando
completamente sus propios intereses.
Este episodio en la vida de Abraham, la prueba de su fe, se repite de
diferentes maneras en las vidas personales de todos nosotros. Aunque las
circunstancias pueden ser diferentes, vendrá un lugar y un momento en el
que Dios probará la sinceridad de la fe en Sus hijos. Dios probará nuestros
corazones para ver si tenemos la voluntad de dar nuestras más preciosas
cosas en esta vida que nos alejan de hacerlo a Él lo primero en nuestras
vidas. La intención de Dios no es descalificarnos, sino edificar al creyente a
quien le es dada la oportunidad de autentificar su amor por Dios. Una fe que
ha sido probada de esta manera construye la confianza en el creyente,
asegurando que su corazón pertenece completamente a Dios.
La Herencia de la Fe
En los versos 20-22, se describe la herencia de la fe en la vida de los
patriarcas.
Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe
Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado
sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de
los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. (Hebreos 11:20-
22)
La fe personal de estos hombres tuvo un gran impacto en las generaciones
futuras. Aún cuando morían, sus palabras testificaban donde estaban sus
corazones. Instruyeron a los miembros de sus familias a seguir las cosas de
Dios. La muerte de un creyente no es el fin de un testigo de Dios. Su fe vive
en los corazones de sus descendientes. ¿Cuántas veces hemos oído como un
abuelo que se fue con el Señor, tuvo un tremendo impacto en un miembro
de la familia en cuanto a su salvación? Del mismo modo, si Dios se tarda,
estamos llamados a dejar impacto en las generaciones futuras en cuanto al
mensaje del evangelio para las generaciones futuras después de que nos
hayamos ido.
La Dirección, Valentía, y Profundidad de la Fe
En la vida de Moisés se muestran tres aspectos de la fe.
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe
Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el
galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se
sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de
la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios
hacer lo mismo, fueron ahogados. (Hebreos 11:23-29)
El primer aspecto es la dirección de la fe. Moisés, sabiendo que había nacido
hebreo, se rehusó a identificarse con su crianza egipcia. Se separó de la
familia del faraón y prefirió identificarse con sus maltratados compatriotas.
Consideraba las riquezas de Egipto insignificantes comparadas con los
tesoros eternos que vienen con la fe en Dios. La fe lleva al creyente a tomar
las decisiones correctas.
Segundo, el valor de la fe se muestra a través de la vida de Moisés. Su
decisión revela su personalidad sin miedos. Es este valor en la fe lo que lo
ayudó a soportar la injusticia y persecución de los egipcios y a testificar la
grandeza de Dios al liberar al pueblo Judío. La fe verdadera se expresa a si
misma de valientemente.
Tercero, de la vida de Moisés, testificamos la profundidad de la fe. Su fe en
Dios no fue detenida cuando se enfrentó con una situación imposible.
Cuando tenemos la seguridad de la Palabra de Dios, la fe no es solo
superficial, sino que nuestra creencia emana de lo más profundo de nuestro
ser. La profundidad de la fe nos da una base sólida para mantenernos firmes
en la verdad.
La Victoria de la Fe
En el verso 30, la victoria de la fe se muestra en las paredes de Jericó.
Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
(Hebreos 11:30)
Las paredes de Jericó representan las paredes de la dificultad. No importa
que tan mala o imposible parezca una situación dada, una fe sólida en Dios
penetrará las paredes de la dificultad. Dios derribará los obstáculos cuando
escojamos confiar en Él.
La Imparcialidad de la Fe
En el verso 31, la práctica de la fe por Rahab muestra la imparcialidad de la
fe.
Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes,
habiendo recibido a los espías en paz. (Hebreos 11:31)
Rahab era una prostituta, pero eso no le impidió creer en la verdad de Dios.
Su estilo de vida no es lo que se resalta en este verso, sino el hecho de que
ella temía al Dios de Israel. La implicación de este texto muestra que no
importan los antecedentes que tengamos, Dios se interesa por cualquier
corazón que tenga la voluntad de creer en Él y se aparte de esas terribles
prácticas. La fe salvadora es lo que borra nuestro pasado y nos permite pasar
a la nueva vida que tenemos en Jesucristo. La imparcialidad de la fe es lo que
hace posible para el peor de los pecadores, que pone su fe en Jesucristo,
poder participar en las bendiciones eternas de Dios. El creyente se puede
regocijar de que Dios lo ha aceptado como es cuando viene a la familia de
Dios a través de la fe. Por lo tanto no debemos estar tristes por nuestros
pecados del pasado, porque Dios, a través de la fe, los ha borrado para toda
la eternidad.
Las Grandes Muestras de la Fe
El resto del capítulo registra las grandes muestras de fe que nos son dadas a
través del Antiguo Testamento.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de
espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron
en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante
resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin
de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a
más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a
prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de
pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales
el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las
cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen
testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios
alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados
aparte de nosotros. (Hebreos 11:32-40)
Estos eran hombres y mujeres que eran considerados sin valor por el
estándar del mundo (verso 38). Sus vidas eran vistas como carentes de
importancia y pasaron a la historia sin ser notados por los hombres. Nadie
consideró escribir sobre ellos o registrar alguna de las obras que hicieron a
través de sus actos de fe. Sin embargo, en contraste, siendo tan
insignificantes para los hombres, sus vidas fueron como un faro de luz ante el
trono de Dios. Sus logros a través de la fe no fueron pasados por alto por el
Padre en el cielo. Dios ha documentado cada acto de fe que fue provocado
por amor a Él. Nunca recibieron las promesas de Dios en la tierra, pero ellos
entendían plenamente que sus recompensas estaban esperándoles en el
cielo por toda la eternidad.
El autor de Hebreos nos exhorta a reflexionar sobre estos grandes hombres y
mujeres que se han ido antes que nosotros.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube
de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, (Hebreos 12:1)
Siguiendo su ejemplo, el autor amonesta a los creyentes para tirar cualquier
cosa que haga lento su progreso o que los aleje de la carrera de Dios. El
pecado en este pasaje es el pecado de la incredulidad que no confía en el
trabajo terminado de Jesucristo. El equipaje más innecesario en la vida de un
creyente es la incredulidad. La falta de confianza es lo que aleja al creyente
de perseverar y caminar por la abundante vida que tiene en Jesucristo. La fe
es el medio por el cual reducimos los efectos de la incredulidad y aceptamos
el testimonio de la Palabra de Dios. Dios nos ha llamado a estar firmes en la
fe, en nuestro andar Cristiano.
El Autor de Nuestra Fe
Como pueblo de Dios, debemos guardarnos de la incredulidad cultivando
nuestra relación con Dios diariamente, fijando nuestros ojos en el autor de
nuestra fe, Jesucristo.
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de
pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta
desmayar. (Hebreos 12:2-3)
Al voltear hacia Jesucristo, la fuente y fortaleza de nuestra fe, aumentaremos
nuestra confianza en Dios con la seguridad y confianza que viene de una vida
llena de fe. El cansancio y desánimo de nuestras circunstancias será
reemplazado con el gozo y paz que el pueblo de Dios experimenta cuando
creen incondicionalmente en Él. No hay montaña u obstáculo que el creyente
no pueda vencer. El santo de la iglesia, que confía en Dios con todo su
corazón, nunca será derrotado en su andar Cristiano. Sus logros para el reino
de Dios irán más allá de su propia imaginación.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros, 3:21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las
generaciones, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21)

También podría gustarte