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Sin embargo, los mayores depósitos de biomasa terrestre y acuática están ubicados en el
Sur global donde campesinos, pastores, pescadores y comunidades forestales los cuidan
y basan su existencia en esa naturaleza natural y cultivada, ahora llamada
genéricamente “biomasa”. Esta nueva “bioeconomía” desatará el mayor acaparamiento
de recursos visto en más de 500 años. Los nuevos “amos de la biomasa” corporativos
tienen las condiciones tecnológicas para mercantilizar la naturaleza en una escala sin
precedente, con la consecuente destrucción de la biodiversidad y la expulsión de los
pueblos cuyo sustento depende de ésta.
De las 43 mil 60 mayores empresas en 116 países, 737 concentran 80% de las ventas de
todas las transnacionales. Pero a nivel de conexiones hay un núcleo de mil 318
empresas que tienen dos o más interconexiones. Estas mil 318, con sede en 26 países,
controlan 60% de los ingresos globales con acciones en empresas multinacionales de
manufactura, energía y otros rubros básicos.
Aunque los datos son un estudio suizo de 2007, la estructura de la red se mantiene y es
clave para entender las políticas públicas que se promueven frente a las crisis
financiera, alimentaria, climática y ambiental.
Este descomunal poder corporativo está entretejido con enormes sumas de dinero
público para salvar bancos y grandes empresas en quiebra, a costa de los presupuestos
de políticas de bienestar social para las mayorías, a costa del apoyo que necesita la
población víctima de las crisis y en lugar de apoyar alternativas descentralizadas y de
pequeña escala, como la agricultura campesina o las cooperativas de trabajadores
urbanos, entre otras, que son las que realmente pueden enfrentar las crisis múltiples
resolviendo las causas, no transformando los síntomas de la enfermedad en nuevas
fuentes de negocios.
Biología sintética: esclavizar la vida desde sus moléculas. Una de las propuestas
tecnológicas centrales de la economía verde, es la biología sintética (construcción de
genes y microorganismos en laboratorio). Esta tecnología ofrece las técnicas para “re-
programar” radicalmente el ADN de levaduras, algas y bacterias. Biólogos que trabajan
con empresas de energía y química están agregando nuevas tiras de ADN artificial,
secuestrando las funciones de células vivas de modo que los microbios se alimenten de
azúcares y materia vegetal para secretar productos para usos industriales: combustibles
para transporte, compuestos de alto valor y plásticos. Las empresas patrocinadoras
buscan que las bacterias diseñadas faciliten usar la biomasa como sustituto del petróleo.
Alegan que reducirán la dependencia del petróleo y las emisiones de gases con efecto
de invernadero. Los organismos sintéticos son especies nuevas, con impactos
desconocidos para la biodiversidad y la salud humana. Diseñar secuencias genéticas
nunca antes vistas, puede crear contaminantes vivos que podrían acelerar la pérdida de
biodiversidad si se salieran de control.
Los nuevos amos de la biomasa. A partir del uso de la biología sintética, las más
grandes empresas petroleras, químicas, de agronegocios y energía, entre otras, están
creando alianzas e invirtiendo en esta nueva ola de conquista de la biomasa planetaria:
Evolva SA. El gigante químico BASF y la gigante farmacéutica Roche tienen alianza
con la compañía de biología sintética y biotecnología Evolva SA (Suiza) que conecta
sus tecnologías y línea productiva con las compañías que tienen los recursos y la
capacidad para realizar el desarrollo último de los productos así como su
comercialización. Evolva adquirió Abunda Nutrition, su socio en la búsqueda de la
producción de vainilla sintética (julio de 2011) y también es socia de International
Flavor & Fragrances para producir “otro saborizante clave”. Evolva también está en
sociedad con la Oficina de Investigación del Ejército de Estados Unidos, para la
búsqueda de compuestos que inhiban el crecimiento de la Burkholderia pseudomallei,
patógeno bacteriano.
Amyris. Procter & Gamble, Chevron, Total, Shell, Mercedes-Benz do Brasil, Michelin
Tire, Gruppo M&G (fabricante de plásticos), Bunge Ltd. y Guarani, todas están
asociándose con la empresa de biología sintética Amyris, con sede en California. Según
Biofuels Digest, Amyris “se considera una red de sociedades, lo que constituye el
elemento central estratégico en su forma de conducirse en el mercado a partir de su baja
inversión patrimonial”.
Muchos de los promotores de la bioeconomía no sólo dominan los sectores industriales
desde sus nuevas asociaciones para explotar en términos “verdes” la biomasa aún no
mercantilizada, sino que claman por mecanismos de mercado para cuantificar y
comercializar los procesos naturales de la Tierra, rebautizados ahora como “servicios
ambientales” (por ejemplo, los ciclos del carbón, de los nutrientes del suelo y del
agua).4 Las compañías ya no están satisfechas sólo con el control del material genético
de las semillas, las plantas, los animales, los microbios y los seres humanos (es decir,
todos los seres vivientes): anhelan el control de la capacidad reproductiva del planeta.
*Cada vez más, el mundo natural es visto como un campo de frutos maduros para su
mercantilización. Los nuevos instrumentos financieros y especulativos están avanzando
en la conquista y la legalización de estas nuevas formas de explotación y
acaparamiento.
Además, las tecnologías son, por definición, artefactos culturales que pueden funcionar
de formas diferentes en culturas y ambientes diferentes. El lubricante de maquinaria que
funciona todo el año en Kenia será obsoleto en el invierno canadiense. Las tecnologías
que fueran evaluadas para funcionar bien en un clima o en una cultura pueden ocasionar
problemas en otra.
Las propuestas van desde alterar la química de los océanos para tratar de aumentar la
absorción del CO2 (fertilización oceánica) a las inyecciones de dióxido de sulfuro en la
estratósfera para reflejar la luz solar (Manejo de la Radiación solar). Árboles
artificiales, biochar, blanqueamiento de nubes y “pantallas solares” en el espacio se
encuentran entre las propuestas de geoingeniería que se investigan en países de la
OCDE (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, entre otros).
9. No es muy tarde para impedir que las tecnologías de geoingeniería ganen terreno.
Referencias:
Notas:
1
Organización de las Naciones Unidas, World Economic and Social Survey 2011: The
Great Green Technological Transformation, Departamento de Asuntos Económicos y
Sociales, Nueva York, 2011.
2
Los datos provienen del estudio The Network of Global Corporate Control de Stefania
Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, del Instituto Federal de Tecnología de
Suiza (publicado en la revista científica PLoS ONE el 26/10/11). El estudio analiza las
redes corporativas globales y las relaciones entre ellas, según la base de datos Orbis al
2007, que registra más de 30 millones de actores económicos en el mundo.
3
“Quién controlará la economía verde” Informe de Grupo ETC, diciembre de
2011, www.etcgroup.org/es/node/5298)
4
Para una explicación acrítica de los servicios ambientales (o ecosistémicos), véase la
página electrónica del Proyecto de Mercado de Servicios Ecosistémicos, radicada en
Australia: http://www.ecosystemservicesproject.org/html/markets/overview/markets.ht
ml.
5
J. Tollefson, “Geoengineering Faces Ban,” Nature 468, pp. 13-
14: http://www.nature.com/news/2010/101102/full/468013a.html. Decisión X/33,
Biodiversidad y cambio climático, parágrafo 8 (w): www.cbd.int/doc/decisions/cop-
10/cop-10-dec-33-es.pdf
Conceptualización
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Objetivos de las Tecnologías verdes
Sostenibilidad
Ciclo completo
Reducción
Innovación
Viabilidad
Los edificios verdes son otra de las grandes apuestas de este tipo de
tecnologías, así como las aplicaciones de la nanotecnología, es decir la
manipulación de materiales a escala de la milmillonésima parte de un metro. Los
científicos creen que este campo podría revolucionar y cambiar la vida, tal y como
la conocemos.
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Tecnología verde captura CO2 del aire y lo recicla en poliuretano
La tecnología verde se refiere al uso eficiente de los recursos empleados por las TIC buscando la
minimización del impacto ambiental, así como la maximización de su viabilidad económica y
asegurando la responsabilidad social de productores y usuarios de estas tecnologías.
La tecnología verde es una fusión entre ISO 9000 (conjunto de normas internacionales referentes a
la calidad y su gestión) e ISO 14000 (normativa internacional para la gestión medioambiental),
cuyo propósito es lograr una tecnología cada vez más sostenible y eficiente, más responsable con
el medio ambiente y la sociedad. Esta nueva tendencia está, digámoslo así, en proceso de
elaboración y construcción; y aún no tiene un número de ISO ni algo que se le parezca. No es algo
que esté terminado.
La tecnología verde también influye hoy en día en la manera de trabajar dentro de la organización.
En la actualidad, el entorno laboral se ha vuelto cambiante y evoluciona rápidamente gracias a los
avances tecnológicos y a la necesidad de flexibilizar espacios y horarios. Así, surge el teletrabajo,
una nueva manera de trabajar a distancia, adaptada a las necesidades de un mundo tecnológico y
global, que se ha convertido en una de las medidas de flexibilidad laboral y de ahorro de costos
energéticos por las que apuestan las organizaciones de hoy en día.
Otro aspecto a considerar es que esta tendencia aparece en un momento en que resulta necesario
reducir el impacto medioambiental que produce nuestro acelerado desarrollo tecnológico.
Particularmente en el caso del área de TI de la empresa, el empleo de la tecnología verde
representa un compromiso responsable en la compra de hardware y software con el
medioambiente y la sociedad.
En este camino nos encontramos con una dura realidad: la fabricación de una computadora
portátil consume dos toneladas de recursos y los residuos representan el 4% del total en Europa.
Adicionalmente, las computadoras personales contienen substancias tóxicas como dioxinas,
cadmio y plomo. Y lamentablemente los usuarios se deshacen de los equipos considerados
obsoletos tirándolos a la basura, sin aprovechar el enorme potencial de su reciclaje. Por ejemplo,
las placas de los ordenadores llevan oro, otros metales y plástico que no son aprovechados.
Como podemos apreciar, estamos ante una nueva tendencia que en Perú muy bien se podría
entender, interiorizar e incorporar.
Anna Ribó
Master en Managing Projects in Organizations, Scheduling and Cost Control y Risk Management
por la Universidad George Washington. Licenciada en Informática e Ingeniería Superior de
Telecomunicaciones. Profesora de la Maestría en Dirección de Tecnologías de la Información de
ESAN y vinculada al mundo académico desde 2001 como profesora de las Escuelas de Negocio
Españolas BES-La Salle, Univ. Ramón Llull y ESADE. Consultora especializada en Habilidades
Directivas, Sistemas de Gestión Profesional Responsables, Auditoría, Seguimiento y Control de los
Sistemas de Gestión, Cambio Organizacional y Gestión del Capital Humano.
1. Ye Zi, un coche que genera más energía que la usada y, de paso, emite
oxígeno
Los escépticos del coche eléctrico aseguran que las baterías son todavía caras y
poco fiables, lo que encarece estos modelos, para los cuales deberá construirse,
además, una nueva infraestructura que garantice su puesta a punto,
mantenimiento y, sobre todo, recarga.
Existen otras dudas, tales como la falta de estándares reconocidos, la duración de
la recarga, la fiabilidad de la tecnología o la autonomía real de los vehículos.
Es muy raro, dicen, quedarse sin gasolina en mitad de una autopista; los agoreros
creen que, con la implantación de los eléctricos, podrían aumentar los incidentes
relacionados con la falta de energía.
Finalmente, también se dice que los vehículos eléctricos no serán mucho más
sostenibles que los convencionales hasta que no usen electricidad limpia.
Algunos estudios sugieren que, incluso en países con mayor dependencia del
carbón, un coche eléctrico recargado íntegramente con esta fuente seguiría
emitiendo menos gramos de CO2 por kilómetro que un compacto convencional.
Pero, ¿qué ocurriría si pronto los coches eléctricos no fueran sólo viables, menos
contaminantes y amortizables incluso sin incentivos, sino que tuvieran una huella
ecológica negativa? ¿Podría un coche no sólo crear electricidad, sino ser
beneficioso de manera activa para el medio ambiente (por ejemplo, absorbiendo
CO2 y emitiendo oxígeno)?
Otro vehículo en el próximo futuro podría incluir una carrocería cubierta con
células solares: el IG, de la marca china Geely, podría llegar en 2012.
Se estima que el daño podría superar el producido por el vertido del petrolero
Exxon Valdez en 1989. Se trata de una catástrofe más entre una larga lista de
vertidos petrolíferos. Los mayores empequeñecen la catástrofe del Prestige, en
cuya limpieza participara como voluntario quien firma este artículo.
El vertido del Golfo de México ocurre misma zona que padeció las
consecuencias de Katrina, no muy lejos de las zonas marinas que, junto a la
desembocadura del Misisipí, registran una concentración de nitrógeno procedente
de fertilizantes agrarios arrastrados río abajo tan elevada que el agua, carente de
oxígeno y nutrientes, no es apta para la vida marina.
Diseños similares han sufrido percances con anterioridad, de modo que esta
plataforma de 350 toneladas quiere demostrar que es posible captar energía a
entre 10 y 15 céntimos de euro por kilovatio hora, un coste suficientemente
competitivo en Europa.
A largo plazo, quizá sea posible Un Golfo de México sin zonas muertas a causa
de la desaparición de las altas cantidades actuales de nitrógeno que cada año
descienden desde las plantaciones regadas por el Misisipí, ni plataformas
petrolíferas capaces de crear catástrofes ecológicas.
Los eTextiles, como la energía cinética, son viables y muestran un potencial que
podría actuar como disruptor en varias industrias, incluida la textil, la electrónica
y la informática.
En un futuro no muy distante, la suela de nuestras zapatillas deportivas podría
incluir un mecanismo imperceptible para recolectar la energía creada con nuestro
movimiento; o una actividad tan cotidiana y anodina como arrastrar un carrito de
supermercado sería otra oportunidad para crear electricidad.
Hasta ahora, la visión nocturna por infrarrojos había sido empleada en algunos
aparatos electrónicos, así como algunos ejércitos, como el estadounidense.
Pronto, será mucho más económico y flexible incorporar esta tecnología no sólo
para aumentar la capacidad de visión durante la conducción nocturna, sino en
gafas, teléfonos móviles y todo tipo de utensilios, si se consigue crear pantallas
flexibles y con bajo consumo que respondan a los infrarrojos.
Las pantallas OLED -LED orgánico- están formadas por componentes orgánicos
que reaccionan a estímulos eléctricos para generar y emitir luz por sí mismas.
Los dispositivos con pantallas OLED podrían reducir su tamaño, ser totalmente
flexibles, usar una fracción de la energía que necesitan sus alternativas y, gracias
a los últimos avances, incluir visión nocturna.
Existen dos tecnologías básicas para producir células fotoeléctricas que serán
incorporadas en los paneles de energía solar fotovoltaica. La primera emplea
silicio, un material muy conductor y eficiente, pero caro de producir y mantener,
y relativamente frágil; la segunda técnica usa una fina película fotosensible,
relativamente barata de producir, aunque mucho menos eficiente que las obleas
de silicio.
Investigadores de Caltech creen haber dado con una tercera técnica, superior a las
anteriores, ya que combinaría la eficiencia de las células producidas con obleas
de silicio, al coste de producción de las células con película fotosensible.
Pese a la pequeña cantidad de silicio usada, los paneles con filamentos de silicio
tienen niveles de absorción muy superiores a otras alternativas.
First Solar y sus competidores tienen razones para fijarse en intentos de mejora
radical del sector, como el emprendido por Caltech con sus paneles a partir de
filamentos de silicio, tan baratos como los de película fotosensible y tan
eficientes como los de obleas de silicio.
Pese a la mayor rigidez europea, The Guardian recogía ya en 2008 algunas de las
nuevas empresas europeas más prometedoras en tecnologías limpias.
La falta de recursos, o la rigidez del sistema, debería hacer reaccionar, más que
bloquear, a los miles de europeos que, como en Estados Unidos, quieren dar
salida comercial a propuestas tecnológicas que podrían contribuir a crear trabajo
de calidad (y de “cuello verde”) y competitividad donde ahora abunda el falso
conformismo.