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08 SOJA Posmodern Geography PDF
08 SOJA Posmodern Geography PDF
Prefacio y postfacio *
Edward Soja
Cada ensayo de este volumen es una evocación diferente del mismo tema central: la
reafirmación de una perspectiva espacial crítica en la teoría y en el análisis social
contemporáneo. Por lo menos durante el siglo pasado, el tiempo y la historia ocuparon
una posición privilegiada en la conciencia práctica y teórica del marxismo occidental y
de la ciencia social crítica. Comprender cómo se hace la historia constituía la fuente
primordial de la conocimiento emancipador y la conciencia política práctica, el gran
continente mutable de una interpretación crítica de la vida y de la práctica sociales.
Hoy, sin embargo, quizá sea el espacio más que el tiempo el que oculta las
consecuencias para nosotros, posiblemente la “construcción de la geografía” más que
la “construcción de la historia” nos aporte de un mundo táctica y teóricamente más
revelador. Esta es la insistente premisa y promesa de las geografías posmodernas.
Los ensayos presentados aquí pueden, por supuesto, leerse en secuencia, como el
desglose textual de una argumentación esencialmente histórica. Pero, en el corazón de
cada ensayo, hay un intento de deconstruir y recomponer la narrativa rígidamente
histórica, de escapar de la cárcel temporal del lenguaje y del historicismo también
carcelario de la teoría crítica convencional, para abrir un espacio para la comprensión
de una geografía humana interpretativa, de una hermenéutica espacial. Así, el flujo
secuencial es frecuentemente interrumpido y desviado para tomar en cuenta
concomitantemente las simultaneidades, las cartografías laterales que posibilitan
entrar en la narrativa casi en cualquier punto, sin perder de vista el objetivo general:
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Publicado originalmente como “Preface and Postscript”, en Posmodern Geographies. The Reassertion of
Space in Crítical Social Theory, London-New York, Verso, 1989. Traducción Diego Roldán.
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Aquí, como en otros puntos del texto, hay un presupuesto subyacente sobre el ritmo
espacio-temporal del desenvolvimiento del capitalismo, una conjunción macro de la
periodicidad y de la espacialización, inducida por la perduración de las sociedades
capitalistas a lo largo de los últimos doscientos años. Una vez más, el objetivo es
descubrir y explorar un punto de vista crítico que fluye intencionadamente sobre la
interacción resonante de la sucesión temporal y la simultaneidad espacial. Las
geografías posmodernas y posfordistas son definidas como los productos más
recientes de una serie de espacialidades que pueden estar relacionadas complejamente
con eras sucesivas de desarrollo capitalista. Hago una adaptación de la teoría de las
“ondas largas”, de la obra de Ernst Mandel, Eric Hobsbawm, David Gordon y otros,
como un subtexto espacio-temporal revelador mediante el cual se puede interpretar la
geografía histórica de las ciudades, regiones, Estados y la economía mundial.
Las especializaciones de base más empírica de los últimos tres ensayos son
reproducidas y explicadas de manera diferentes en los dos primeros capítulos, que
sitúan otras geografías posmodernas en el campo de una profunda reestructuración de
la teoría y del discurso social críticos modernos. Apropiándome de los razonamientos
de Michel Foucault, John Berger, Fredric Jameson, Ernst Mandel y Henri Lefebvre,
intento espacializar la narrativa convencional, recomponiendo la historia intelectual
de la teoría social crítica en torno de la dialéctica evolutiva del espacio, el tiempo y el
ser social: geografía, historia y sociedad. En el primer capítulo, la subordinación de
una hermenéutica espacial es rastreada hasta los orígenes del historicismo en el siglo
XIX y al consecuente desenvolvimiento del marxismo occidental y de la ciencia social
crítica, una historia periodizada por las mudanzas dramáticas en la conceptualización
y el experiencia de la modernidad. El mismo ritmo que agita la geografía macro-
histórica de las ciudades y las regiones capitalistas, inducido por la crisis, es visto en su
reflejo en la historia de la conciencia teórico-crítica, creando una secuencia
interrelacionada de “regímenes” de pensamiento crítico que sigue aproximadamente
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los mismos bloques de medio siglo que marcan las fases de la cambiante economía
política del capitalismo desde la era de la revolución –el primero de cuatro períodos
marcadas por la restructuración y la modernización.
El período de mediados del siglo XIX, articulándose en torno de los eventos de gran
proyección de 1848 y 1851, fue la era clásica del capitalismo industrial competitivo. Fue
también una fase en que la historicidad y la espacialidad estuvieron en relativo
equilibrio con fuentes de la conciencia emancipadora, tanto de la economía política
inglesa como de la filosofía idealista alemana. La contestación de la geografía
específica del capitalismo industrial, de sus estructuras espaciales y territoriales, fue
una parte vital de las críticas radicales y de los movimientos sociales regionales que
emergieron durante ese período, así como de la reforma de esa geografía se tornó un
objetivo instrumental importante para los nuevos estados burgueses atrincherados de
Europa y América del Norte. Después de la caída de la Comuna de París, entretanto, las
críticas explícitamente espaciales, radicales y liberales, comenzaron a retroceder en
relación a las afirmaciones eurocéntricas más poderosas de la subjetividad
revolucionaria del tiempo y de la historia.
Las últimas décadas del siglo XIX, examinadas en retrospectiva, pueden ser vistas
como una era de creciente historicismo y sumersión concomitante del espacio en el
pensamiento social crítico. La crítica socialista se consolidó en torno al materialismo
histórico de Marx, entretanto una mezcla de influencias comteanas y neokantianas
reformuló la filosofía liberal y provocó la formación de las nuevas “ciencias sociales”,
igualmente decididas a comprender el desarrollo del capitalismo como proceso
histórico y apenas accidentalmente geográfico. Ese ascenso del historicismo
desespacializante que sólo ahora comienza a ser reconocido y examinado, coincidió
con una segunda modernización del capitalismo y con la instauración de una era del
oligopolio imperialista y empresarial. Tan grande fue el suceso que ocluyó, desvalorizó
y despolitizó el espacio como objeto del discurso social crítico, hasta el punto que la
posibilidad de una praxis espacial emancipadora desapareció del horizonte por casi un
siglo.
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observación sintetizadora de Foucault: “El espacio fue tratado como muerto, lo fijo, lo
no dialéctico, lo inmóvil, El tiempo, al contrario, fue la riqueza, la fecundidad, la vida y
la dialéctica.” Pequeños remolinos de vivida imaginación geográfica sobreviran fuera
de las corrientes principales del marxismo-leninismo y de la ciencia social positivista,
pero eran difíciles de comprender y permanecieron decididamente periféricos.
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Una alusión a la revista Antipode, publicación de los geógrafos radicales norteamericanos, de la cual
Soja ha sido colaborador eventual además de miembro del cuerpo editorial.
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En los capítulos 3 y 5, vuelvo la mirada hacia mis textos anteriores sobre la dialéctica
socio-espacial, la especificidad teórica de lo urbano y el papel vital del
desenvolvimiento geográficamente desigual en la supervivencia del capitalismo. Esos
tres temas constituirán trampolines importantes para la reafirmación del espacio en la
teoría social, mediante la espacialización de conceptos y modos de análisis marxistas
fundamentales. Aisladamente, por ejemplo, esos capítulos tal vez parezcan un poco
superficiales, pues dependen casi enteramente de la persuasión lógica de la
argumentación teórica afirmativa, revestidas del lenguaje retórico de un marxismo
bastante convencional. Los tres últimos ensayos intentan dar mayor substancia
empírica e interpretativa a esos argumentos, en cuanto los dos primeros ayudan a
explicar sus orígenes históricos y su desenvolvimiento. En los capítulos 5 y 6 entretanto
tomo otro camino de refuerzo y demostración, que profundiza las “vinculaciones
retroactivas” que van de la argumentación teórica hacia el campo más abstracto de la
ontología. Bajo muchos aspectos, esos capítulos intermedios son cruciales para toda la
colección de ensayos. También ellos pueden ser leídos en primer lugar, para
proporcionar una introducción diferente.
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La “ilusión de opacidad” reifica el espacio, induciendo a una miopía que engendra solo
una materialidad superficial, formas concretas que son pasibles de poco más que la
medida y la descripción fenoménica: fijas, muertas y no dialécticas –la cartografía
cartesiana de la ciencia espacial. Por otro lado, la “ilusión de la transparencia”
desmaterializa el espacio en ideación y representación puras, en un modo de pensar
intuitivo que también nos impide ver la construcción social de las geografías afectivas
y la concreción de las relaciones sociales insertas en la espacialidad, en una
interceptación del espacio como una “abstracción concreta”, un jeroglífico social
semejante a la conceptualización marxista de mercancía. Los filósofos y los geógrafos
hace siglos han tendido a oscilar entre esas dos ilusiones deformadoras, obscureciendo
dualísticamente la visión y la construcción problemática e imbuida de poder de las
geografías, la espacialización envolvente e instrumental de la sociedad.
Romper con ese doble vínculo implica una lucha ontológica por la restauración de la
espacialidad existencial significativa del ser y de la conciencia humana, para la
composición de una ontología social en que el espacio tenga importancia desde el más
remoto comienzo. Me empeño en esa lucha, primero, mediante una revaloración
crítica de las ontologías temporalmente distorsionadas de Sartre y Heidegger, los dos
teóricos más influyentes del ser en el siglo XX; y después, en el capítulo 6, mediante un
análisis y una extensión de la ontología social reformulada de la “estructuración
espacio-temporal” que está siendo desarrollada por Anthony Giddens. Tomando
Giddens como base, se puede ver con más claridad una topología espacial
existencialmente estructurada en un topos ligado al ser-en-el-mundo, una
contextualización primordial del ser social una geografía multiestratificada de
regiones nodales socialmente creadas y diferenciadas, alojadas en muchas escalas
diferentes en torno de los espacios personales móviles del cuerpo humano y en los
locales comunitarios más fijos de los asentamientos humanos. Esa espacialidad
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ontológica sitúa al sujeto humano, de una vez por todas, en una geografía formativa, y
provoca las necesidades de una reconceptualización radical de la epistemología, de la
construcción teórica y del análisis empírico.