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EL PRINCIPITO

(ENSAYO)

Más que un libro infantil, como erróneamente se


ha rotulado, este relato del francés Antoine de
Saint-Exupery, es uno de los libros más profundos
acerca de la condición humana. No se trata de una
simple historia de un aviador perdido en el
desierto, lo que realmente sustenta el libro es la
profundidad del pensamiento del autor frente a la
vida, inspirada en los recuerdos de su vida real…
su propia vida real.

Por esas convenciones arbitrarias, en algún


momento se decidió que El Principito era solo una
relato infantil; una historia con gran tinte de
ficción, pero enfatizando siempre en la temática
centrada y profundizada en aspectos referentes a
la vida. Quizá sea la elementalidad de la historia,
la simpleza de las situaciones o las mismas
ilustraciones que acompañan el texto, pero el libro
es mucho más que eso.
Empecemos por decir que la idea de un adulto
extraviado con su avión averiado y la presencia de
un niño que llega inesperadamente y entabla con
el personaje-protagonista un diálogo y una
amistad, es un buen inicio para que la historia les
guste a los niños. Y que además la entiendan.
El personaje-protagonista está enmarcado en una
trama que muestra desde su niñez sus puntos de
vista. Su imaginación no encaja con el mundo de
los adultos. Mientras los demás veían un
sombrero; El veía un elefante dentro de una
serpiente. Este personaje nos enseña que no hay
una sola forma de ver las cosas, que tenemos
muchas salidas para ver el mundo mejor, darle
otra interpretación y sentido a la vida.

Su literatura es infantil, pero se considera una


novela para reflexionar e interpretar. Su tema es
profundo, con gran sentido de lo que es, la vida,
el amor. También se puede analizar la
interpretación tan diferente que el adulto le da a
un dibujo, fijándose más en lo material, mientras
que el niño lo interpreta con imaginación y
creatividad.

Desde mi punto de vista haré una introducción a


esta historia, que como lo dije antes, es el regreso
de su infancia de aquel piloto que en un vuelo le
tocó hacer un aterrizaje forzoso en pleno desierto
del Sahara. El aviador necesita reparar su nave, de
lo contrario moriría de hambre y de sed. Tiene un
encuentro con el Principito, un niño que viene de
otro planeta, que le enseña a ver lo positivo, lo
principal. El aviador en su lucha por evitar morir
en esa soledad dada por el desierto, se encuentra
con un ser que le despreocupa por completo lo
terrenal y por el contrario valora lo verdadero y lo
puro.
Pero más allá de la simple anécdota del piloto y el
avión dañado, lo que realmente conmueve en el
libro es la metáfora de la vida que logra el autor.
Hablar de lo elemental es difícil, quizá sea más
que hablar de lo complicado. Y el autor lo logra.
Asume un lenguaje y unas posturas de niño
inocente que se enfrenta a un niño inteligente que
todo lo pregunta, todo lo cuestiona y todo quiere
saberlo.
El Principito ignora la ansiedad del piloto por
conocer su procedencia. Pero algo que si tenía
claro, era que sabía que era un personaje extraño y
representando la infancia que todos algún día
tuvimos y que por el ir y venir a prisa nunca la
disfrutamos.
Estoy convencida que en este relato ayuda a no
olvidar la esencia de la niñez.
Mientras que a los mayores les gustan las
cuantías, las cifras, olvidándose de lo
sentimental, de lo que es el ser humano, el
Principito se interesa por la sencillez, la
dulzura
El autor en su pretensión por dar a conocer esta
historia con gran calidad narrativa, nos cuenta de
una forma específica con personajes concretos y
de una forma dialogada, para que observemos,
desde ahí lo desatinado, de nuestras propias
actitudes.

El recorrido que hace El Principito por los


planetas, el recurso de ir conociendo las
tendencias y actitudes de sus personajes de los que
él habla, nos da la idea de las vanidades humanas,
de la soberbia y la arrogancia; de las adicciones y
el consumismo; en el planeta de los hombres de
negocios, mostrando la avaricia. Queremos cada
día poseer más, obtener más dinero,
convirtiéndonos en unos administradores de
constantes preocupaciones que no nos permiten
atender a nuestras familias y verdaderas
necesidades fundamentales que son la razón de
vivir.

En el planeta del farolero las personas se van


creyendo que el mundo gira a su alrededor y va
cambiando su actitud. Llegando a la ostentación,
la desidia, y de todos los comportamientos que
asumimos los adultos cuando dejamos de ser
niños. Ese es el otro encanto de la obra. Con una
profunda sencillez, se adentra en el alma humana,
en la condición del hombre, lo reta, lo enfrenta, lo
pone frente al espejo de su propia vida. Por eso
este no es un libro infantil, sí tiene una historia
infantil que es muy diferente, pero es un libro para
interpretar, para hablar de él, para revelar el alma
humana.
Cada uno de los planetas y las personas que los
habitan representan, de alguna manera, esa
necedad propia de adultos que con el paso del
tiempo vamos adquiriendo. Esos comportamientos
que dejan de ser inocentes y limpios y se van
llenando de lo mundano, de la banal.

Lo verdaderamente importante lo estamos


dejando de lado, nos preocupamos más por lo
aparente, no por lo real. Temas como el amor, la
vida, la amistad, son tratados aquí con la
profundidad de lo elemental. Personajes como la
rosa o el zorro nos hablan desde su condición y
nos enfrentan a un texto que nos remite a la vida.

Ese es el valor de El Principito, un libro que


fue publicado hace casi 70 años y que aún hoy,
en pleno Siglo XXI sigue siendo un referente de
la literatura universal. No es un libro infantil,
es un libro inmensamente profundo, más para
adultos que para niños. Para los niños es la
historia que a simple vista se cuenta, las
ilustraciones que lo acompañan. Pero en
general, esta es una historia que bien vale la
pena que leamos, tanto los adultos como los
niños, y que lo entendamos en la magnitud que
realmente tiene.

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