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HISTORIA DEL MUNDO

CONTEMPORÁNEO

TEMA 14

LA GRAN DEPRESIÓN DE LOS AÑOS 30


ESTADOS UNIDOS

La economía norteamericana, a diferencia de la europea, había salido enormemente reforzada tras la


Primera Guerra Mundial. No sólo no había sufrido los efectos destructivos de la contienda sino que,
además, se nutrirá del pago de las deudas de guerra que los países aliados habían contraído con
Estados Unidos y que ascendían a 10.000 millones de dólares. Éste flujo de capitales provocó un
extraordinario crecimiento de las inversiones en Norteamérica.
Esta expansión económica, acompañada de un fuerte aumento de la productividad, se basó
fundamentalmente en la construcción de viviendas, el aumento de la producción de energía eléctrica
y el desarrollo de la industria automovilística.
Pero esta situación de bonanza comenzó a quebrarse a finales de la década. En 1928, los Estados
Unidos sufrieron una crisis de sobreproducción que se tradujo en una importante caída de los
precios, descenso en el ritmo de construcción de viviendas y obras públicas, y un fuerte incremento
de las actividades especulativas, el verano de ese año las autoridades monetarias trataron de frenar
sin éxito.

La caída de la bolsa de Nueva York

El 24 octubre 1929, conocido como el “jueves negro”, tuvo lugar el desplome de la bolsa de Nueva
York, con una espectacular caída de las cotizaciones y la pérdida vertiginosa del valor de las
acciones, que produjo la ruina de miles de accionistas y pequeños inversores que había confiado a la
bolsa todos sus ahorros.
El crack bursátil motivó una reacción en cadena del sistema financiero, y numerosos bancos
empezaron a tener problemas de solvencia y liquidez.
Enseguida la crisis de la bolsa desencadenó una importante recesión de la economía
norteamericana. Descendieron los ingresos públicos y, al aumentar los gastos, esto condujo
inevitablemente al déficit presupuestario.
Las medidas económicas tomadas por el gobierno republicano de Herbert Hoover agudizaron
notablemente la depresión impidieron la recuperación de la economía. El sistema monetario
internacional se vio gravemente afectado, pues la contracción del dinero en circulación, causada
sobre todo por las quiebras bancarias, condujo a que la mayoría de las naciones abandonarán la
fijación de sus monedas en relación al oro, un sistema que ya era poco eficaz tras el final de la
Primera Guerra Mundial.
Las consecuencias sociales fueron muy graves, pues se produjo un importante deterioro del nivel de
vida y un enorme crecimiento del paro, cuyas cifras de desempleo alcanzaron en 1933 el 25% de la
población activa.

El New Deal

En marzo de 1933, el demócrata Franklin Delano Roosevelt rojo asumió la presidencia de los
Estados Unidos y promulgó un conjunto de leyes con el objetivo de poner en marcha un ambicioso
programa económico, conocido como el New Deal (Nuevo Trato), dirigidos a actuar con decisión
sobre las causas que había producido la depresión y a reactivar la economía por la vía del consumo
y de inversión.
En 1932, se promulgó una ley sobre la Banca que se paró los bancos comerciales llenos de
inversión y creó una serie de organismos oficiales encargados de regular la bolsa y así curar los
depósitos bancarios.
En 1933 se aprobó la ley de ajuste de la agricultura, que autorizaba al gobierno a entregar a los
cajeros una compensación para que restringiesen la superficie cultivada y eliminaran el ganado que
no podían vender.
En 1933 entró en vigor la Ley de Recuperación de la Industria Nacional con el objetivo
fundamental de reactivar la industria, garantizar la competencia a través de la formación de carteles
dirigidos por el gobierno. Esta ley autorizaba, además, al presidente a destinar 3.300 millones de
dólares para el fomento de las obras públicas.
En 1935 se puso en marcha un programa de lucha contra el paro, denominado Administración del
empleo público asado en la contratación de trabajadores en paro para la realización de labores
comunitarios como limpieza de bosques, la reparación de carreteras, organización de espectáculos
públicos, etc.
Desde el punto de vista social, el New Deal aportó un conjunto de leyes que mejoraron, a través de
la ley de seguridad social, el sistema de protección de los trabajadores, mediante la implantación
de los seguros de paro, vejez, accidentes y enfermedad laboral. En 1935 el Congreso votó una ley
sobre las relaciones de trabajo, llamada también ley Wagner, que institucionalizaba el derecho de
los obreros a organizarse y a los sindicatos a negociar con los empresarios.
Por último, la ley de impuestos sobre la riqueza elevó los gravámenes sobre las rentas y propiedades
de los sectores sociales más opulentos.
El New Deal Tuvo problemas en su aplicación, y no consiguió superar totalmente los efectos de la
depresión aunque sus resultados económicos fueron limitados, la política de intervención del estado
y del desarrollo del consumo y la inversión pública sirvió para frenar la crisis y abrir un período de
recuperación económica, que duró desde marzo de 1993 a mayo de 1937. Pero a partir de ese año
comenzó un período de declive, y una nueva recesión asoló la economía norteamericana.

ALEMANIA

Al término de la gran Guerra, Alemania tuvo que afrontar el pago de las reparaciones impuestas por
el tratado de Versalles y esto supuso un grave lastre para acometer la reconstrucción económica.
Entre 1920 y 1923 Alemania sufrió un grave proceso inflacionista que le impidió hacer frente al
pago de las reparaciones, y Francia reaccionó ocupando en 1923 la cuenca del Rhur para obligar a
Alemania a cumplir sus compromisos. Sin embargo, la política francesa respecto a Alemania puede
suavizarse a lo largo de la década de los años 20. El presidente francés Herriot evacuó las tropas del
Rhur y Aristide Briand, ministro de Asuntos Exteriores, firmó en 1925 el Pacto de Locarno, que
garantizaba las fronteras francoalemanas y facilitaba el pago de las reparaciones. Esta nueva
situación internacional, que iba a disminuir la presión sobre Alemania, permitió una rápida
recuperación económica, abriendo un período de prosperidad y estabilización financiera entre los
años 1924 a 1929.
Cuando en 1930 los efectos de la depresión económica llegaron a Europa, en el caso específico de
Alemania, además de verse perjudicada por el descenso general de los precios, la sobreproducción
industrial y la crisis financiera, se vio muy afectada por la repatriación de los capitales invertidos
por los norteamericanos, que habían jugado un papel fundamental en el crecimiento económico de
los años anteriores.
Cuando en 1930 a los inversionistas norteamericanos congelaron de forma inmediata los créditos y
exigieron, además, el pago de los ya vencidos, se desencadenó una importante crisis bancaria.
Al mismo tiempo, se produjo una crisis económica de gran envergadura. La industria alemana, ya
recuperada de los efectos de la gran Guerra, había alcanzado un gran desarrollo y necesitaba de las
exportaciones para mantener sus fuertes ritmos de producción. Así pues, cuando comenzó la crisis
en Estados Unidos este país cerró sus fronteras a los productos alemanes, los mercados sintieron y
las exportaciones alemanas cayeron en picado.
La primera consecuencia, y también la más importante desde el punto de vista social, y se dedicó de
la crisis económica y de la disminución de la producción fue el espectacular crecimiento del
desempleo.
En marzo de 1930 se formó un nuevo gobierno, de clara orientación derechista, presidido por
Heinrich Bruning, que puso en marcha una política de austeridad que hizo recaer el peso de la crisis
en los trabajadores y las clases medias.
Su sucesor en el gobierno desde mayo de 1932, el también diputado del Zentrum, Franz von
Papen, Agravó esta política disminuyendo las prestaciones sociales y anulando todos los convenios
colectivos y acuerdos sociales habían sido firmados por los sindicatos y la patronal.
Así pues, una de las consecuencias de la crisis fue el paso de una economía liberal al sistema de
economía dirigida, en el que el estado controlaba los resortes más importantes del sistema
económico. Pero, esta intervención del estado en la economía, no hizo más que acentuar la crisis,
dificultando la reactivación económica.
Los efectos de la gran depresión fueron determinantes para explicar la radicalización de la política
alemana y el hundimiento de los partidos del centro, incapaces de hacer frente a la crisis. En las
elecciones de 1930, el partido nazi y los comunistas obtuvieron unos excelentes resultados. Esta
tendencia se acentuó en julio de 1932, y el presidente de la República, el viejo mariscal
Hindenburg, a finales de enero de 1933 nombró canciller a Hitler.
En el momento de la llegada al poder de Hitler el liberalismo alemán estaba moribundo y el estado
tenía en sus manos las riendas de la economía. Aprovechando esta situación, Hitler lanzó un
programa económico basado esencialmente en: 1) la construcción de grandes obras públicas, 2) el
rearme militar a través del desarrollo de una potente industria bélica y 3) el control de los precios
y los salarios.

FRANCIA

En Francia la recuperación de los efectos de la Gran Guerra fue muy rápida. A comienzos de 1930,
Francia tenía una economía próspera y saneada. Además, Francia se había convertido en una de las
potencias industriales más importantes, alcanzando un fuerte desarrollo de las industrias
automovilística, eléctrica, siderometalúrgica y construcción.
Mientras que en 1929 y la crisis golpeó duramente a los Estados Unidos, los franceses tenían la
sensación de que su país se vería libre del hundimiento del sistema capitalista y seguirían
disfrutando de la prosperidad conocida en los años 20. Hasta finales de 1930 no comenzaron los
primeros síntomas de crisis, alcanzándose su cenit en 1935.
Además de los problemas monetarios y presupuestarios, producidos por la caída general de los
precios y el descenso de las exportaciones, el sector agrario puede el que más sufrió los embates de
la depresión.
La crisis industrial fue también muy severa, aunque con un carácter bastante selectivo.
A medida que la situación económica empeorada, no sólo se iba a producir un empobrecimiento
material de los franceses sino también una sensación de profundo debilitamiento político.
Los distintos gobiernos radicales de 1932 a 1936 apenas tomaron medidas eficaces contra la crisis.
A las dificultades económicas que se sumó el profundo descrédito del gobierno, acosado por
distintos escándalos financieros y políticos.
En las elecciones de 1936, los franceses dieron la mayoría al frente popular, formado por radicales,
socialistas y comunistas, y dirigido por Leon Blum, que ocupó la presidencia de la República.
Puso en marcha un programa económico social inspirado en la experiencia americana del New
Deal, basado en la elevación del poder de compra de las masas a través de la intervención del estado
en la vida económica y en la realización de importantes reformas sociales.
Las principales actuaciones de este programa fueron: la nacionalización de las industrias de guerra,
el pleno control por el gobierno del Banco de Francia impuso en la construcción de grandes obras
públicas, la creación de un fondo de desempleo, el discípulo a la jubilación de los trabajadores con
mayor edad y la reducción del horario laboral sin disminución del salario.
Este conjunto de medidas, a que mejoraron las condiciones de vida de los trabajadores, no sirvieron
para poner fin a la crisis y superar la depresión económica en que estaba sumido el país
en abril de 1938 se formó un gobierno de coalición radicales y la derecha que supuso el fin del
Frente Popular.
REINO UNIDO

Los esfuerzos británicos por hacer frente a las dificultades económicas de la posguerra se basaron
en tratar de conseguir el comercio mundial volviera al esplendor de los años anteriores y para ello
había que promover la estabilidad política, restaurar la confianza en el sistema monetario
internacional y recuperar el valor de la libra esterlina, como única forma de reactivar las
exportaciones.
A finales de 1929 comenzaron a percibirse los primeros síntomas de la depresión iniciada en
Estados Unidos. Aunque el desempleo fue uno de los aspectos más importantes de la crisis, en el
Reino Unido no alcanzó los niveles de otros países europeos.
En 1937 la industria eléctrica empleaba un número de trabajadores casi tres veces superior al de
1927.
Además, los trabajadores disfrutaron de un seguro obligatorio de desempleo que les permitiría
cobrar parte del salario durante algunos meses. A pesar de esto, hubo marchas de parados,
ocupación de fábricas y se organizaron varias manifestaciones y “marchas contra el hambre”.
En 1932, en la Conferencia de Ottawa, se aprobó el principio de “preferencia imperial” por el que
los productos industriales británicos gozarían de beneficios para su exportación a las colonias.
Se adoptaron medidas favorecedoras de la concentración de empresas y del desarrollo de nuevas
industrias, así como la incentivación de la producción agrícola, para frenar las importaciones de
productos agrarios.
El resultado fue el Reino Unido se recuperó más rápidamente que otros países industriales
similares. En 1933, los incrementos en la producción era ya muy importantes, el paro se situó en
torno a los 2 millones de trabajadores y programas gubernamentales de apoyo a la construcción de
casas baratas sirvió de motor a la reactivación económica.

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