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Huancavelica
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS
POLÍTICAS
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4
I. RESPONSABILIDAD PENAL EMPRESARIAL ......................................................... 7
Reglamento de la Ley 30424 que regula la responsabilidad administrativa de las
personas jurídicas: .............................................................................................................. 8
1. Penas .......................................................................................................................... 10
2. La política criminal de cara a la realidad moderna .................................................... 12
3. La empresa como sujeto penal .................................................................................. 13
4. Delitos cometidos desde la empresa. Delitos cometidos en la empresa .................... 14
5. Necesidad de sancionar penalmente a las personas jurídicas .................................... 15
6. NUEVAS TENDENCIAS EN LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS
PERSONAS JURIDICAS ................................................................................................ 16
7. LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LA PERSONA JURÍDICA EN EL PERU 17
8. LEGISLACIÓN COMPARADA .............................................................................. 18
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 19
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 21
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo ha sido elaborado, con la finalidad de describir y analizar la
RESPONSABILIDAD PENAL EMPRESARIAL. Un análisis en perspectiva histórica del tema
de la responsabilidad penal de las personas jurídicas nos muestra un camino cada vez más
ascendente de consensos acerca de su admisión. Aunque pueden existir diversos modelos,
instituciones jurídicas, ideologías que lo sustentan, lo cierto es que tanto en los instrumentos
internacionales, como en el derecho comparado se observa la tendencia de responsabilizar a
las personas jurídicas por los ilícitos penales que produzca la actuación organizada de sus
actividades.
Fundamentalmente se invocan criterios de signo utilitarista para estimar no sólo factible, sino
adecuado y necesario en las sociedades actuales globalizadas disponer de las previsiones
legales precisas para estatuir un régimen de responsabilidad penal para las personas jurídicas.
Así, por ejemplo, se alude a la existencia de un modelo sancionador en el ámbito del Derecho
administrativo aplicable a las personas jurídicas que no presenta dificultades ni conceptuales
ni aplicativas para deducir una responsabilidad por ilícitos administrativos, que solo
presentan frente a los ilícitos penales diferencias cuantitativas. Se sostiene la necesidad de
que las personas físicas y las jurídicas actúen en igualdad de derechos y de deberes,
particularmente cuando éstas constituyen en la actualidad el principal actor económico.
Se trataría de combatir el factor criminógeno de la empresa en los delitos económicos
(mediante hombres de paja, empresas pantalla, sociedades interpuestas, etc.), de eludir las
dificultades de imputación jurídico-penal y de identificación de los verdaderos responsables
en el ámbito de complejas y sofisticadas estructuras empresariales, así como, finalmente, de
prevenir adecuadamente la criminalidad organizada. El principal objetivo de la
responsabilidad colectiva sería incitar la autorregulación dirigida a la prevención del delito
en el seno del ente colectivo, ante la incapacidad de los Estados para realizar eficazmente
dicha función, y efectuar una administración a largo plazo de los riesgos modernos. La
existencia o inexistencia de responsabilidad penal de las empresas sería, en última instancia,
un indicador del poder corporativo. Estos argumentos político-criminales contrastan, sin
embargo, abiertamente, con las categorías científicas de la dogmática penal tradicional. A
partir de las mismas tendríamos que afirmar que no resulta convincente ni adecuado el
establecimiento de un sistema de responsabilidad “penal” de las personas jurídicas. Es
completamente imposible hablar de acción, omisión, dolo, imprudencia o culpabilidad en las
personas jurídicas, dado que estas categorías tienen un sentido psicológico por estar
vinculadas hasta ahora únicamente con el ser humano.
Evidentemente, casos aislados que podrían caracterizarse como derecho penal económico
son intercurrentes en la historia universal mediante puniciones a la especulación, a la venta
de bienes deteriorados, a la violación de normas sobre exportación de determinados bienes y
a delitos contra la propiedad y el patrimonio. Tanto en la Grecia antigua como en el derecho
romano se aceptaba la punición de corporaciones por los delitos practicados. El análisis
El proyecto establece que pueden ser responsables por la comisión de los siguientes delitos
tipificados en el Código Penal:
1. Cohecho y tráfico de influencias, nacional y transnacional (artículos 259 y 28bis)
2. Negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas (artículo 265)
3. Concusión (artículo 268)
4. Enriquecimiento ilícito de funcionarios y empleados (artículos 268.1 y 268.2)
5. Balances e informes falsos agravados (artículo 300)
El régimen de responsabilidad penal será aplicable a las personas jurídicas por los delitos que
hubieran sido realizados, directa o indirectamente, con su intervención o en su nombre,
interés o beneficio. También por las actuaciones realizadas en su beneficio o interés por un
tercero sin capacidad para obrar en su representación, siempre que la persona jurídica hubiera
ratificado la gestión.
1. Penas
Las penas aplicables en caso de delito podrán consistir en:
i. multa de dos a cinco veces el beneficio indebido obtenido o que se hubiera podido
obtener;
ii. suspensión total o parcial de las actividades de la entidad, por un tiempo máximo de 10
años;
iii. suspensión de la participación en concursos o licitaciones públicas o cualquier otra
actividad vinculada con el Estado, por un tiempo máximo de 10 años;
iv. disolución y liquidación de la persona jurídica si hubiera sido creada para el solo efecto
de cometer el delito;
v. pérdida o suspensión de los beneficios estatales percibidos; y
vi. publicación de un extracto de la sentencia condenatoria a costa de la persona jurídica.
El proyecto contempla, no obstante, ciertas causas de exención de la pena, siempre que
concurran las siguientes circunstancias:
i. Denuncia de la actividad ilícita como consecuencia de realizar investigaciones internas.
ii. Adopción, previamente a la comisión del delito, de un sistema de control y supervisión
adecuado, denominado “Programa de Integridad”.
iii. Devolución del beneficio indebido obtenido.
iv. Programa de Integridad.
El Programa de Integridad deberá incluir acciones, mecanismos y procedimientos internos
que promuevan la prevención, detección y corrección de las irregularidades y actos ilícitos
regulados por la normativa. Como mínimo, deberá contener los siguientes elementos:
Código de ética o conducta, o políticas y procedimientos de integridad aplicables a
todos los directores, directivos y empleados de la compañía.
Capacitaciones periódicas sobre el Programa a directores, directivos y empleados.
Canales internos de denuncia de irregularidades y programas de protección de
denunciantes.
denuncias internas puedan ser administrados por terceros, ello permitiría una atención
más eficiente de las denuncias por especializados en la materia.
Consideraciones para la emisión del informe de la SMV: Se ha dispuesto que, la
SMV, podrá considerar al momento de la emisión de su Informe Técnico la existencia
de las certificaciones relacionadas a sistemas de gestión de riesgos, gestión de
compliance penal o gestión antisoborno, emitidos por entidades especializadas en la
materia.
A modo de conclusión es importante mencionar que el espíritu de la normativa
coloquialmente conocida como “Compliance Penal” busca que las personas jurídicas
integren en su ADN prácticas que fomenten la prevención de comisión de delitos, esto puede
apreciarse así de las nuevas disposiciones del Reglamento, que impulsan la integración del
Modelo de Prevención en el día a día de las personas jurídicas.
competencia). Japón ha seguido esta tendencia a partir de los años 30 y lo mismo ha hecho
Rusia hacia finales de la década del 80. En la realidad de nuestros días, la mayor parte de los
delitos en los negocios o socioeconómicos son cometidos con ayuda de una empresa; y el
crimen organizado se sirve de la mayor parte de las instituciones económicas:
establecimientos financieros, sociedades de exportación o de importación, etc. Estas nuevas
formas de criminalidad (económica) han obligado a preguntarse si las actuales excepciones
no deben convertirse en regla; pues es poco convincente, considerada la realidad y los demás
subsistemas del derecho, que por ejemplo el atentado contra el medio ambiente cometido por
una gran empresa sea comprendido como un hecho de una sola persona natural: la que lo
ordenó o ejecutó una determinada medida. Los legisladores nacionales han sido, o han
llegado a ser, ingeniosos frente a este reto admitiendo en principio, en atención a los casos y
a las bases tradicionales del derecho penal nacional respectivo, cinco modelos diferentes:
responsabilidad civil (subsidiaria o cumulativa) de la persona jurídica por los delitos
cometidos por sus empleados; medidas de seguridad que forman parte del sistema moderno
del derecho penal, sin olvidar su procedencia del derecho administrativo e incluso de policía;
sanciones administrativas (financieras y otras) impuestas por autoridades administrativas,
pero profundamente reformadas recientemente en algunos países en diversos aspectos para,
finalmente, formar un régimen « casi penal »; verdadera responsabilidad criminal,
introducida de nuevo en Europa por los Estados mencionados anteriormente, también
admitida en Australia, América del Norte y Japón, sin desatender en el ámbito del derecho,
las diferencias de hecho que existen entre autor físico y persona jurídica; medidas mixtas, de
carácter penal, administrativo o civil, tales como la disolución de la agrupación o su
colocación bajo curatela, medida conocida, por ejemplo, ya en derecho francés antes de la
reciente reforma del Código penal y propuesta, en Alemania, últimamente por movimientos
de política criminal.
patrimonial. Y en este sentido afirma García Cavero que, “No hay duda de que la empresa
ha desplazado a la figura del comerciante individual en el terreno de la economía, lo que
explica no sólo que la normativa jurídico-privada haya tenido en cuenta desde hace tiempo
el fenómeno corporativo en la constitución de las relaciones jurídicas, sino también que el
propio sistema penal comience a plantearse en la actualidad la necesidad de considerar a la
persona jurídica en sus criterios de imputación de responsabilidad.”
Es sabido que las grandes empresas de hoy son más que personas especialmente poderosas
en el terreno económico.
En los delitos cometidos desde la empresa, las conductas ilícitas de las personas jurídicas
pueden deberse a dos posibilidades como explica Jaime Malamud Goti, en primer lugar, un
grupo de casos en los que el uso de la personalidad societaria constituye una modalidad
especial de burlar alguna disposición legal. Esto implica la creación de un ente ideal ex
profeso para la actividad delictiva, como por ejemplo constituir la empresa para evadir
obligaciones impositivas y obtener beneficios sobre una base ficticia. Y en segundo lugar,
encontramos aquel grupo de personas jurídicas que se caracterizan porque la estructura
societaria refleja una organización orientada hacia una actividad permisible como tal y de
cuyo ejercicio se derivan una o más transgresiones que pueden configurar contravenciones o
delitos.
La autora señala que actualmente cuando se habla de criminalidad organizada se habla de esa
vinculación que tiene con la criminalidad de empresa, es decir como la empresa viene a ser
un elemento común de la criminalidad organizada. En la actualidad se habla del blanqueo o
de corrupción a nivel privado, lo que ocasiona que a veces esa línea entre criminalidad de
empresa y criminalidad organizada sea muy delgada y difícil de dilucidar en tanto existen
elementos comunes en ambas formas de criminalidad, comunes en ambas formas de
criminalidad, como es el caso de la organización que en una es lícita y en la otra ilícita. El
elemento común en los delitos socioeconómicos es el ánimo de lucro.
Tanto la empresa como la criminalidad organizada funcionan sobre la base de una división
de funciones. Se habla también de redes organizacionales en las que normalmente hay una
empresa transnacional de fondo, pero pequeñas empresas autónomas o subcontratadas que
van a ser parte de esas redes, con lo cual se configura la criminalidad organizada. Otro
elemento común es la profesionalización de sus miembros.
Como se ha señalado, las personas jurídicas sólo pueden actuar a través de sus órganos por
lo que ellas mismas no pueden ser castigadas.
No se puede hablar de responsabilidad penal de las personas jurídicas, ya que como tales, no
pueden adquirir la calidad de sujetos activos, por lo que nuestro código penal ha establecido
en su artículo 27° que son responsables los representantes de las mismas, en nuestra
legislación sólo son sancionadas las personas naturales.
Asimismo, el código penal ha establecido las consecuencias accesorias para las personas
jurídicas, que no son otra cosa que especiales medidas administrativas (clausura, disolución
de la sociedad, etc.) aplicables a las sociedades en cuyo seno se han cometido ciertos hechos
delictivos.
El artículo 27° del Código Penal se aplica no solo al órgano de representación autorizado de
una persona jurídica y al socio representante autorizado de una sociedad, sino también a
todos aquellos quienes actúan como órgano de representación autorizado de una persona
jurídica y como socio representante autorizado de una sociedad. En otras palabras, caben
actuaciones de representantes de hecho, o cuando el título de representación no sea válido.
Con esto se atiende al dominio material que tiene el sujeto en el ámbito organizacional de la
persona jurídica.
8. LEGISLACIÓN COMPARADA
En Alemania no se reconoce la responsabilidad penal de las personas jurídicas, sino
que se establece la responsabilidad a través de actuar por otro. Pero en el derecho
administrativo sancionador se reconoce una responsabilidad directa a la persona
jurídica, una multa por los delitos cometidos en su interior. Existe la discusión de
cómo vincular una responsabilidad al ente si no hay un hecho de conexión que es la
conducta que imputa a la persona jurídica.
En Francia se ha reconocido la responsabilidad de la persona jurídica y se establece
que se puede sancionar a esta por los delitos que se cometen en su seno, pero no ha
podido resolver cuál es ese hecho de conexión, es decir, cual es la conducta propia de
la persona jurídica o la conducta de la persona autorizada que conecta su
responsabilidad.
En Italia tampoco se admite la responsabilidad penal de las personas jurídicas porque
en la Constitución se establece que la responsabilidad penal es personal.
En Estados Unidos se han establecido líneas de actuación de la persona jurídica, para
contener sus riesgos, en caso que esas líneas de acción no se respeten será
responsable.
En América Latina casi todos los países no admiten la responsabilidad penal, pero
si hay responsabilidad penal en las leyes del Derecho Administrativo Sancionador.
En la Unión Europea, existe un corpus iuris, en cuyo artículo 14 se establece una
responsabilidad penal de la persona jurídica, siendo la gran duda que, si se requiere
previamente la existencia de responsabilidad de un sujeto, un hecho de conexión o si
se puede determinar una responsabilidad directa.
CONCLUSIONES
No es posible elaborar una estructura de imputación de responsabilidad penal a las
personas jurídicas partiendo desde la doctrina clásica del Derecho Penal, por requerir el
cumplimiento del Principio de Culpabilidad, que sólo puede ser aplicado a una
persona física.
La idea de crear una responsabilidad penal de las personas jurídicas partiendo del supuesto
que por ser destinataria de normas legales está obligada a responder por los hechos
punibles que se cometen en su organización, no resulta satisfactoria, por al final
de cuentas siempre será una o varias personas físicas las que cometieron los hechos
punibles.
El hecho que el delito haya favorecido económicamente a la persona jurídica no
constituye a nuestro entender criterio suficiente para imputarle responsabilidad penal,
porque las ganancias o utilidades de la empresa tienen como destino final el patrimonio de
las personas físicas, que ostentan los cargos directivos o tiene la calidad de accionistas.
Consideramos que debe mantenerse los criterio de imposición de consecuencias
accesorias no como una forma de imponer sanciones penales a la persona jurídica sino en
controlar o eliminar el instrumento usado por las personas físicas para cometer delitos.
En el mundo moderno la doctrina penal no podrá desarrollar un criterio uniforme para
establecer responsabilidad penal a las personas jurídicas, por lo cual primará la realidad
El modelo que se introdujo en el Perú mediante la ley 30424, las conclusiones que se
extraigan en un caso serían extrapolables al otro, con la salvedad de la curiosa limitación
de dicho sistema de responsabilidad en el caso peruano a un solo delito. El presupuesto
fáctico por el que se exige RPPJ radica en los hechos cometidos por las personas físicas
ya aludidas, algo que tiene sentido, en la medida en que la persona jurídica la conforman
las personas físicas que realizan una actividad profesional en su seno, no pudiendo
abstraerse de ellas, por más que a aquellas les sea reconocida identidad jurídica propia.
Ese, y no otro, constituye el hecho por el que se le exige responsabilidad penal. De ahí
que, como apunta González Cussac, no exista en el ordenamiento jurídico español una
conducta punible consistente en no poseer modelos de organización y control, como delito
de omisión (2015, p. 176).
Sin embargo, el no poseerlos da lugar a que la persona jurídica responda penalmente. Por
lo tanto, toda persona jurídica que quiera evitar consecuencias jurídico-penales en caso de
que alguno de sus directivos o empleados realice un hecho ilícito, adoptará
ineludiblemente un modelo de organización y control. Ello da lugar a que, formalmente,
estemos ante un modelo de transferencia de responsabilidad por el hecho ilícito cometido
por la persona física a la persona jurídica, pero que, de facto, dicha responsabilidad penal
le sea exigible por no poseer un programa de cumplimiento.
Esto, en la actualidad, es una realidad casi idéntica en muchos países, sobre todo en los
países industrializados. Esta división de trabajo conduce, a un debilitamiento de la
responsabilidad individual y, por otro lado, a que las entidades colectivas sean
consideradas, responsables, en lugar de las personas físicas. Esto coloca al derecho penal
ante problemas novedosos, que facilita e incita a los autores físicos a cometer delitos en
beneficio de las agrupaciones. Así lo expresa Klaus Tiedemann quien dice, que de ahí
surge la idea de no sancionar solamente a estos autores materiales, sino también a la
agrupación misma, y que nuevas formas de criminalidad como los delitos en los negocios
(comprendidos aquellos contra el consumidor) los atentados al medio ambiente y el
crimen organizado, colocan a los sistemas y medios tradicionales del derecho penal frente
a la dificultad tan grande que resulta indispensable una nueva manera de abordar los
problemas.
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REVISTA:
Laura Zúñiga Rodríguez, Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas, Gaceta Penal,
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