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ÍNDICE DE LOS CONTENIDOS

I. Resumen…………………………………………………………………………….2

II. Palabras claves………………………………………………………………………2

III. Justificación, objetivos y metodología....……………………………………………2

IV. Introducción…………………………………………………………………………5

V. El común dentro de la sociedad urbana bajomedieval……………………………...8

VI. Desposeídos del poder local: el Regimiento……………………………………….15

VII. Identidad e ideario político del común…………………………………………….21

VIII. Organizaciones e instituciones de representación pecheras……………………….29

IX. Acciones políticas y sociales del común castellano……………………………….38

X. Violencia en la ciudad castellana durante la Baja Edad Media…………………....43

XI. Logros y resultados de las movilizaciones pecheras……………………………....52

XII. Conclusiones……………………………………………………………………….60

XIII. Bibliografía………………………………………………………………………...63
I. Resumen / Abstract

Durante los siglos XIV y XV las ciudades y demás centros urbanos en Castilla son
testigos de una pugna por el poder político entre las oligarquías urbanas y el resto de los
vecinos al calor de un periodo especialmente convulso. En este trabajo analizamos en qué
consistió esta pugna prestando especial atención a las ideas, organizaciones, acciones y logros
de los grupos populares.

Throughout the XIVth and XVth centuries, Castilian cities and other urban centers,
witness the struggle for political power between the urban oligarchy and the rest of its
inhabitants under a rather convulsive period. In this paper, we analyze what this struggle was
actually like, particularly focusing on the ideas, organizations, actions and achievements of
the popular groups or commons.

II. Palabras claves / Keywords

Común urbano, oligarquía urbana, Castilla, Baja Edad Media, poder local,
movimientos sociales, violencia medieval.

The commons, urban oligarchy, Castile, The Early Middle Ages, local power, social
movements, medieval violence.

III. Justificación, objetivos y metodología

La Baja Edad Media es un periodo medieval que ha causado y sigue causando gran
atención a los investigadores, estando fuertemente marcada por la crisis de los siglos XIV y
XV, lo que provoca que dicha época, haya sido considerada como una etapa de regresión en
todos los niveles en comparación con los siglos anteriores. Ésta crisis afectó a toda Europa,
por lo que la Península Ibérica no iba a escapar de tan negativos efectos. Nuestra labor parte
del interés por conocer cómo afectó dicha crisis en la población -principalmente en las capas
populares- y como fue respondida, pero al ser un tema tan amplio fue necesario acotar en dos

2
sentidos: por una parte centrarnos en la población urbana -generalmente hay mejor
documentación cualitativa y cuantitativamente por disponer de los archivos de los concejos-;
así como fijar de límite geográfico los relativos a la extensión de la Corona de Castilla. En
este último aspecto es destacable la facilidad que nos supone que la gran parte de la
bibliografía necesaria se encuentre en lengua castellana.
Una vez comenzamos a adentrarnos en la bibliografía descubrimos un concepto, que
hasta entonces nos era desconocido, pero que va a ser fundamental y relevante en esta obra: el
común.​ Por ello será analizado profundamente y con detenimiento a lo largo del grueso de
este proyecto. Además, hemos de puntualizar que al principio de esta andadura, cuyo
resultado son las siguientes páginas que aquí se presentan, nuestro interés se centraba sólo en
los fenómenos abarcados por el término historiográfico de ​conflictos sociales,​ pero que tras
avanzar en el estudio de nuestra temática hemos creído conveniente ampliar el objeto de
estudio hacía toda actividad política y social del común urbano en la Castilla bajomedieval.
*****
Los que nos proponemos con este análisis y recopilación es crear una síntesis de
visiones y lecturas sobre los grupos sociales no privilegiados -en los siguientes puntos será
definido qué es y qué supone el privilegio en la sociedad medieval-, así como sus actuaciones,
organizaciones y sus parámetros ideológicos. Dicha labor será ardua debido a la complejidad
y heterogeneidad de los fenómenos tratados, así como a las diferentes interpretaciones de los
comentados fenómenos. Quizás este trabajo de fin de grado pueda ser considerado un ​Estado
de la cuestión ​en tanto que su elaboración trata de reflejar y plasmar buena parte del
conocimiento actual sobre lo referido al común -acotado por los condicionantes espaciales y
temporales que ya han sido mencionados-. Sin embargo, creemos conveniente señalar que ​La
voz del pueblo. ​La acción política del común en las ciudades castellanas durante la Baja
Edad Media ​pretende, con mayor o menor acierto, poner en relación diversas realidades y
cuestiones que a nuestro modo de ver se tienden a disgregar en las líneas de la historiografía.
Además, hemos tenido presente que no debemos perder en ningún momento la referencia de
la clase social dominante en el ámbito urbano y su interacción entre sí y el resto de la
población.
La bibliografía relativa a esta temática, además de aparecer disgregada en cuanto a las
diversas realidades como pueden ser las mentalidades, la conflictividad, la representación
`política, las organizaciones populares...etc; se encuentra de forma dispersa geográficamente.

3
O dicho de otra forma, encontramos zonas muy estudiadas como el norte peninsular de mano
de los trabajos de J. Ángel Solórzano, J. Andoni Fernández de Larrea y J. Ramón Díaz,
mientras que en otras partes como la zona sur, principalmente Extremadura y Andalucía,
ocurre todo lo contrario. Además, también se tiende a estudiar por separado las luchas
producidas en el siglo XIV que las ocurridas en el siglo XV, por no mencionar ya el conflicto
comunero. Pese a la ausencia de estudios globales, hay que destacar que la mayor parte de
estudios encontrados y usados para este trabajo poseen cualitativamente un alto valor.
Cabe precisar, que a pesar de incluir en el título la palabra ​política,​ no procuramos ni
creemos necesario realizar una narración y análisis de la alta política del reino de la corona de
Castilla, más allá de donde sea conveniente como algunas referencias a la ​Guerra civil
castellana (1366-1369) o al conflicto de las ​Comunidades de Castilla (1520-1522) ​por
ejemplo. Esto es debido, a que los hechos políticos que nos interesan se sitúan mayormente en
el plano local, es decir, todos los procesos que se producen en los concejos de las ciudades y
villas con relación al común.
*****
En cuanto a la metodología, debemos mencionar que no han sido consultadas de
primera mano fuentes documentales históricas, por no haber estado a nuestro alcance, además
de no resultar fundamental para lo que se estima en este trabajo. Sin embargo, han sido
numerosas las fuentes secundarias -tanto generales como especializadas- ya sean libros,
artículos de revista científicas, reseñas..etc. En ellas hemos encontrado variadas visiones
sobre las cuestiones que tratamos, para lo cual hay que tener en cuenta los contextos
historiográficos en los que han sido creadas, ya que no será similar la corriente académica
dominante en los años 70 que la de la actualidad por ejemplo, primando un tipo de análisis
sobre otros -es decir se producen cambios en torno a las prioridades o focalizaciones de
análisis por parte de la historiografía-. Además, en dichas fuentes consultadas vamos a
encontrar también fragmentos de fuentes primarias que nos han servido de ayuda para
ejemplificar, remarcar y comprender mejor los fenómenos desarrollados.
Por otra parte, hemos usado recursos de la ​historia social que concibe principalmente
al común como sujeto histórico y presta atención a los condicionantes materiales que
conforman la realidad urbana castellana. Aunque todo ello sin olvidar aquellos aspectos
ideológicos y culturales que tanto desarrolló la historia de las mentalidades​, estando ello
ejemplificado en la importancia que le otorgamos en esta obra a las identidades políticas.

4
También es necesario destacar la inclusión de voces más diversas como la del sociólogo
Charles Tilly en nuestro apartado dedicado a la violencia a modo de ejemplo.

IV. Introducción

En primer lugar, vamos a utilizar este apartado para introducir algunas


puntualizaciones necesarias para la mejor comprensión de nuestro objeto de estudio,
empezamos así por la ciudad medieval. Éste espacio, en comparación al mundo rural, va a
destacar por suponer un cinturón de seguridad -lo más común es que estuvieran rodeadas por
una muralla- tanto en las mentalidades colectivas como en la realidad material de la Castilla
medieval1. Sin embargo, la mayoría de la población va a vivir en el ámbito rural, por lo que
en líneas generales, de la fuerza de trabajo campesina eran obtenidos los impuestos o pechos
con los que se mantenía a las demás capas de la pirámide social. Esta gran importancia rural
implica que su influencia será enorme también en muchas ciudades y villas, ya que por
ejemplo las oligarquías urbanas van a basar en muchos casos su prestigio y su poderío
económico en sus explotaciones agrarias. Otro ejemplo es el referido a aquellos habitantes de
la ciudad cuyos ingresos van a provenir de las huertas colindantes a la urbe, por tanto no será
tan sencillo delimitar el campo de la ciudad.
Siguiendo con esta relación campo y ciudad, conforme avanza el siglo XV los
contactos entre ambas realidades se afianzan suponiendo la ciudad un polo de atracción para
las gentes del campo. Todo ello se debe a unas transformaciones, que se traducen en un
crecimiento económico, que hacen que la ciudad, «..se fuese perfilando, primero, como
elemento diferenciador económico y social, y más tarde, como poder señorial y organizador,
que proyectaba su dominio e influencia sobre los lugares y las aldeas del territorio2». Ya no
nos referimos sólo a las ciudades de gran tamaño, sino también a los centros urbanos más
modestos que fueron la clave en el proceso de amplitud de la influencia urbana en el
territorio. Respondiendo a un enfoque económico, las ciudades se van a conformar como

1
​BARROS GUIMERANS, Carlos, Mentalidad justiciera de los irmandiños. Siglo XV,​ Madrid, 1990,
pp. 241-242.
2
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «Las relaciones campo-ciudad. Aspectos de dominio, concurrencia y
colaboración en los reinos hispánicos medievales», en ​Campo y ciudad, mundos en tensión (siglos XII-
XV). XLIV Semana Internacional de estudios medievales Estella-Lizarra,​ Estella-Lizarra, 2017, pág.
23.
5
centros para comercializar la producción rural y como focos de demanda a la vez. En cuanto a
las competencias institucionales de estas villas más modestas, van a ser similares a la de las
ciudades, aunque éstas últimas diferencialmente se van a ocupar de la fiscalidad y la gestión
militar con el fin de garantizar el orden público3.
Dentro de la ciudad los vecinos se van a agrupar en collaciones o parroquias, teniendo
estas divisiones unas funciones similares a la de los distritos urbanos. Aunque la collación no
va a ser sólo el barrio físico, sino también sus vecinos como conjunto, los cuales tienen
atribuciones como pechar, confirmar actos jurídicos, colaborar con los alcaldes y las justicias
para prender a ladrones..etc4. En este sentido, las ciudades andaluzas en particular, tras las
repoblaciones cristianas tomarán este modelo organizativo basado en la collación o barrio
dependiente de una parroquia5.
Si nos situamos en una óptima más general, España a la altura del año 1500 va a ser
un espacio urbano preeminente dentro del contexto europeo, aunque es superada por
territorios como la Península Itálica y los Países Bajos. Este fenómeno puede explicarse,
según la autora María Asenjo, en parte por el fenómeno militar denominado como ​la
Reconquista​, el cual «influyó en las circunstancias de origen en las ciudades peninsulares, que
se asentaron con garantías y facilidad y no encontraron fuertes resistencias señoriales en su
origen que impidieron su surgimiento y desarrollo6». Respecto a las jurisdicciones, la mayoría
de las villas y ciudades se van a encontrar bajo realengo, aunque a partir del siglo XIV
muchas pasarán a manos señoriales, hechos que provocarán agitaciones. Sin embargo, a
finales del siglo XV los centros urbanos de mayor relevancia permanecerán bajo jurisdicción
regia.
En definitiva, en relación al tejido urbano a finales de la Edad Media en Castilla, éste
va a ser desigual encontrando en la mitad norte un mayor número de ciudades y villas de
diferente tamaño, mientras que en la mitad sur había ciudades de amplio desarrollo urbano
incorporadas durante el siglo XIII -Sevilla, Córdoba, Jaén y Murcia- y a fines del siglo XV
-Málaga, Granada y Almería-, por el ya comentado fenómeno de la Reconquista7. La corona

3
​Ibidem, pág. 29.
4
​GONZÁLEZ GARCÍA, Manuel, ​Salamanca en la Baja Edad Media​, Salamanca, 1982, pág. 77.
5
​LADERO QUESADA, M. Ángel, «Las ciudades de Andalucía occidental en la Baja Edad Media.
Sociedad, morfología y funciones urbanas», ​En la España medieval,​ nº 10 (1987), pág. 76.
6
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «​Las relaciones campo-ciudad. Aspectos...,​ pág. 19.
7
​Ibidem, pág. 23.
6
de Castilla, por tanto, va a ser una realidad diversa con fuertes diferencias regionales a lo que
hay que unir la dificultad de los sistemas de comunicación que eran el nexo del rey con todos
los territorios del reino, donde el idioma oficial será el castellano. A pesar de las diferencias
regionales las estructuras económicas y sociales van a ser similares.
****
Por otra parte, vamos a utilizar esta introducción para acercarnos al espacio temporal
que hemos fijado en este trabajo, la Baja Edad Media, dicho concepto al igual que todas las
divisiones históricas son realizadas por la historiografía en base a unas características que
ofrecen las realidades históricas con la finalidad de mejorar su estudio. Como ya dijimos con
anterioridad, durante dicho periodo se produce una gran crisis, que va a ser un fenómeno
estructural, ya que la expansión anterior había tocado techo. Además esta crisis estructural va
a ser agravada por fenómenos coyunturales que no eran nuevos, pero que en dicho momento
van a actuar con más ferocidad como las epidemias, el hambre y las guerras. En el caso
concreto de Castilla, reflejo de esta crisis, vamos a hallar continuas guerras civiles y luchas
dinásticas protagonizadas por una nobleza castellana con ansias de un mayor poder.
Durante dicha crisis van a aparecer reacciones por parte de los sectores perjudicados,
por ejemplo Rodríguez Molina habla en estos casos de ​movimiento social,​ d​ efiniendo así las
acciones colectivas más o menos organizadas que surgen con el fin de salvaguardar derechos
de un amplio colectivo popular, de sacudirse duras cargas o de conseguir mejoras laborales8.
Para simplificar se puede hablar de que durante el tiempo bajomedieval, se produce una
radicalización de los conflictos anteriores, coincidiendo con los movimientos antipatricios y
populares en las ciudades bajomedievales, la luchas campesinas contra los abusos señoriales y
la carga fiscal que cada vez es mayor por la creciente centralización del estado; así como las
persecuciones religiosas propias de un sistema ideológico bajomedieval que cada vez se va
haciendo más intolerante respecto a las disidencias. Todo ello se produce a la par que se van
produciendo los cambios estructurales que irán dejando avistar la modernidad9.
Aunque, se hable de movimientos sociales, éstos no pueden ser separados del ámbito
político si consideramos la política como todo aquello que gira en torno al gobierno y los
gobernantes de las ciudades, así como las consecuencias que pueden tener estos asuntos y

8
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Movimientos sociales en Andalucía durante la Baja Edad Media»,
Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas​, nº 16 (1991), pág. 14.
9
​GUERRERO NAVARRETE, Yolanda, [es reseña de: MONSALVO ANTÓN, José María, ​Los
conflictos sociales en la Edad Media​], ​Edad Media: Revista de Historia​, nº 19 (2018), pág. 439.
7
decisiones sobre la sociedad urbana. Además de las reacciones al respecto, del conjunto o de
una parte, de la población10. Es relevante, además, como las investigaciones de los últimos
años han ampliado el área abarcada por el término conflicto social, incluyendo los fenómenos
de la delincuencia y violencia cotidiana muy relacionadas con el mundo urbano, la exclusión
social -incluye la represión contra determinados colectivos- o la violencia contra las mujeres
por parte de una sociedad patriarcal11.
Respecto a la época que nos ocupa todos los autores suelen coincidir en definirla
como convulsa, mientras autores marxistas atribuyen estos enfrentamientos sociales a la ​lucha
de clases que conforma el devenir histórico, otras escuelas lo achacan a las circunstancias
particulares de cada periodo. En conclusión, en palabras de Ricardo Córdoba, «la conocida
crisis del siglo XIV, con sus graves repercusiones en los terrenos demográfico y económico,
y las tensiones políticas vividas entre una nobleza que va perdiendo parte de su protagonismo
al frente de los dominios señoriales y una monarquía cada vez más inclinada hacia el
autoritarismo regio, no cabe duda de que contribuyeron a determinar un marco social
particularmente generador de conflictos a todos los niveles, político, jurídico, urbano, grupal
12
».

V. El común dentro de la sociedad urbana bajomedieval

Vamos a comenzar este apartado hablando del común, éste grupo social va ser el que

encuadra a la mayoría de la población de las ciudades y en los campos, siendo este un grupo
subyacente -se plasma en el pago de impuestos- respecto a las élites sociales que en el ámbito
urbano las componen los miembros de las oligarquías locales, situándose por encima la
corona o el señor de turno -según la jurisdicción de la ciudad/villa-13. Además, se produce la

10
​DEL VAL VALDIVIESO, M. Isabel, «La opinión pública en los núcleos urbanos de la Castilla de
fines de la Edad Media» en OLIVA HERRER, H. Rafael, CHALLET, Vicent, DUMOLYN, Jan, y
CARMONA RUIZ M. Antonia (Coords.), ​La comunidad medieval como esfera pública,​ Sevilla,
2014, pág. 175.
11
​CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo, «Conflictivad social en los reinos hispánicos durante la Baja
Edad Media. Aproximación histórica», ​Vínculos de Historia​, nº 3 (2014), pág 36.
12
​Ibidem, pág 35.
13
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «Oligarquía versus “común”. Consecuencias sociopolíticas del
triunfo del regimiento en las ciudades castellanas», ​Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de
Estudios Medievales,​ nº 4 (1994), pág. 42.
8
circunstancia de que mediante el sistema de gobierno urbano implantado en la Baja Edad
Media en Castilla, el regimiento​, el común -formado por los pecheros- se va encontrar
excluido del acceso y participación a los concejos o gobiernos locales.
Por tanto, el común estará formado por una gran masa social que a nivel
socio-económico será muy heterogénea, donde el común era consciente de dichas diferencias,
estableciéndose en muchas ocasiones una categorización entre pecheros mayores, medianos y
pequeños14. Debido a estas diferencias materiales, no puede considerarse una clase social,
pero en palabras de Monsalvo Antón, «se trata de un grupo social real [...] no, de una
abstracción o mera construcción de los historiadores. Hay una identidad mínima: su condición
de no-privilegiados, de contribuyentes15». Este privilegio, el fiscal, junto a la marginación
política -ni voz, ni voto-, van a ser los motivantes de las tensiones y enfrentamientos entre la
clase dominante y el resto del pueblo en los centros urbanos, los cuales no surgen ahora pero
sí son agravados por el Regimiento. Otras formas de denominar a los vecinos pecheros según
las fuentes de la época será gente menuda, plebe, hombres buenos o el pueblo simplemente16.
Cronológicamente, durante los siglos XIII y XIV se va a producir una pugna entre el
común y sus ​omes buenos ​y la oligarquía insertada en los linajes por el control del gobierno
urbano, resultando victoriosos el segundo grupo. Sin embargo, «el común se transformaría y
adaptaría a los cambios sociales y económicos que conocieron las ciudades castellanas,
recuperando una participación política relevante a fines del siglo XV17», debido a esta
participación política relevante, se va a considerar el siglo XV como el siglo en el que el
común pasa a desarrollarse como sujeto político, denominado así como la ​comunidad​. La
victoria de los privilegiados en el seno del poder de la ciudad fue posible gracias a la ayuda de
la monarquía, que mediante la institucionalización del sistema de dominio establecido por los

14
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «Ascenso social y lucha por el poder en las ciudades castellanas
del siglo XV», ​En la España medieval,​ nº 17 (1994), pág. 166.
15
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «La participación política de los pecheros en los municipios
castellanos de la baja edad media. Aspectos organizativos», ​Studia historica. Historia medieval​, nº 7
(1989), pág. 40.
16
​POLO MARTÍN, Regina, ​El régimen municipal de la Corona de Castilla durante el reinado de los
Reyes Católicos: organización, funcionamiento y ámbito de actuación​, Madrid, 1999, pág. 464.
17
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «Ambición política y discurso. El “común” en Segovia y Valladolid
(1480-1520)» en OLIVA HERRER, H. Rafael, CHALLET, Vicent, DUMOLYN, Jan, y CARMONA
RUIZ M. Antonia (Coords.), ​La comunidad medieval como esfera pública,​ Sevilla, 2014, pág. 76.
9
poderosos buscaban ganarse el apoyo de éstos, en un contexto en el que la monarquía
necesitaba de la nobleza para gobernar18.
Sin embargo, en realidad los pecheros no van a estar totalmente apartados del poder
de los concejos, puesto que en algunas ciudades como Segovia, según el ordenamiento real de
1345, una mínima parte de los regidores van a ser de naturaleza no privilegiada para
representar en teoría los intereses del común. Decimos en teoría, ya que a la hora de proceder
estos representantes pecheros se van a desvincular del conjunto de gobernados, tendiendo a
pensar que sus cargos sólo se lo deben a sus méritos y al rey19. Esto forma parte de un proceso
de elitización o empatriciamiento progresivo de los regidores pecheros, que hará junto a otros
factores, que esta figura fuera improductiva para las aspiraciones pecheras, salvo contadas
excepciones puntuales20.
*****
Por otra parte, va a existir una doble tendencia durante el final de la Edad Media en el
seno de la clase dominante, donde podemos distinguir entre una postura más ​conservadora
encontrando aquí a quienes ejercen los más altos cargos concejiles, mientras que empieza a
surgir otra actitud más ​progresista​, fomentada por aquellos miembros que han ido accediendo
en sus filas con posterioridad. Serían aquellos miembros inclinados hacia posiciones más
progresistas los que harían posibles alianzas coyunturales con el común21. Aunque, a
diferencia de los pecheros, aquellos oligarcas, tuvieran cargo concejil o no, podían intervenir,
aunque indirectamente, en las decisiones del gobierno urbano. Ejemplo de ello se produce en
las cortes de Palenzuela -1425-, donde hubo quejas sobre personas influyentes que sin ser
miembros del concejo, presionaban y tenían voz en las reuniones concejiles22. Lo que sí
parece claro, es que a pesar de sus diferencias o problemas, nada parece romper la solidaridad
de clase entre los privilegiados, puesto que cuando su posición parecía amenazada hacían
frente común olvidando sus disputas familiares23.
En cuanto a la renovación antes comentada de la oligarquía, ésta se produce con
anterioridad al siglo XV, si en un primer momento estuvo formada principalmente por

18
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pág. 43.
19
​Ibidem, pág. 45.
20
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...​, pág. 52.
21
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pág. 47.
22
​Ibidem, pág. 48.
23
Ibidem, pág. 47.
10
caballeros, villanos e hidalgos, después se vio obligada a abrir sus filas a nuevos integrantes.
Estos sobre todo eran procedentes del sector del común enriquecido a través de la actividad
mercantil, los cuales aunque transforman el grupo de alguna manera, no le hacen cambiar ni
sus características más clásicas, ni su tradicional modo de hacer24. La excepción fiscal es la
señal de identidad de los poderosos, ya que define una minoría de privilegiados bien
diferenciada de las clases populares25. En tal sentido, quienes quieren ingresar en la clase
social dominante procuran conseguir dicho privilegio, aunque sea por vías turbias como el
fraude haciendo valer así el poder de actuación que les ofrece la riqueza, mientras que los
miembros de la élite evitarán en la medida de lo posible que el número de privilegiados
aumente, ya que ello podría afectar su posición y poder26.
Hidalgos, caballeros, escuderos y mercaderes enriquecidos van a estar generalmente
unidos con el fin de garantizar los intereses de su clase, la dominante, siendo su fortuna lo que
les permite ejercer su poder, proviniendo éstas de distintas vías, aunque la posesión de tierras
será el principal símbolo hacia el exterior de aquellos que pretenden tomar el control del
mundo urbano27. Los nuevos privilegiados van a invertir sus fortunas también en la
adquisición de tierras, lo cual permitió la homogeneización respecto a los miembros de los
linajes nobiliarios. Todo ello unido a unas estrategias basadas en las relaciones personales con
los miembros asentados de la oligarquía y en los servicios a la corona. Los linajes rivalizaban
por el poder concejil organizados en ​bandos,​ destacando la presencia de éstos en las villas
cántabras -hay que tener siempre presente la variedad regional en estas cuestiones-, como por
ejemplo los Calleja en Santander, los Villota en Laredo o los Marroquines y los Amorós en
Castro Urdiales28.
Otro elemento fundamental para comprender el poder e influencia social de los
oligarcas, serán las clientelas que se forman en torno a los linajes, la base social de estas
clientelas procederán de los miembros del común. «No hay que olvidar que la sociedad

24
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...,​ pág. 157.
25
​GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Raúl, «Construir una identidad pechera: la lucha contra la excepción
fiscal en Astorga, León y Oviedo durante el siglo XV» en SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel,
ARÍZAGA BOLUMBURU, Beatriz y HAEMERS, Jelle (coords.), ​Los grupos populares en la ciudad
medieval europea​, Logroño, 2014, pp. 523-534.
26
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus…,​ pág. 49.
27
VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pp. 158-159.
28
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «Commo uno más del pueblo. Acción colectiva y
ambiciones políticas del Común en las villas portuarias de Cantabria en la Baja Edad Media», ​Edad
Media: revista de historia,​ nº 14 (2013), pág. 244.
11
clientelar impregnaba el conjunto social urbano medieval, facilitaba su gobernanza y era
garantía de paz y seguridad del llamado “señorío colectivo urbano”»29. Además estas redes de
dependencia van a ser utilizadas a veces por algún elemento del común para ascender
socialmente. El objetivo de todo este afán de poder será obtener el mayor número beneficios
propios, hasta el punto de no ser excepcionales los abusos de poder para tal fin30.
A medida que avanza el siglo XV se va estructurando la sociedad urbana medieval
creándose una diferenciación social concreta, mediante la cual se va creando un nuevo grupo
social, algo así como una «​preburguesia emergente31». Lo novedoso es que este grupo ya no
busca generalizadamente ingresar en los linajes, sino que pretende alejarse del resto de la
comunidad para competir por el protagonismo con la clase superior. A través de la
negociación, e incluso imposición, se busca ubicarse al lado de la élite, no integrarse, para
compartir el ejercicio del poder. Este grupo va a ser potencialmente activo buscando un
ascenso social gracias a su posición económica, a la par que velan por sus intereses,
estableciéndose como una verdadera élite del común. Es frecuente, de acuerdo a autores como
Val Valdivieso, que de este nuevo grupo en gestación surjan los líderes del común, a pesar de
ello, más que una búsqueda de mejorar las condiciones generales de su clase y sectores de
producción, están más interesados en sacar provecho propio a través ventajas jurídicas,
políticas y económicas, para lo cual buscan una acertada relación con el poder establecido32.
La mayoría de esta élite, está relacionada con el sector comercial que permite un mayor
enriquecimiento, mientras que la producción artesanal y agropecuaria -como las huertas
colindantes- recaerá sobre los grupos más populares de la ciudad. Estos grupos populares, que
suponen la mayor parte de la población, se van a mostrar en muchas ocasiones afectados por
aquellas acciones políticas que iban en contra de sus intereses. Por ello van a ser capaces de
articular discursos propios en cuestión a su realidad política y social, así como construir
espacios y mecanismos para elevar su voz33.
Institucionalmente la aparición de este grupo destacado significa la aparición de los
procuradores del común, lo cual supone una lucha política dentro de la estructura política

29
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «​Ambición política y discurso...,​ pág 77.
30
​DEL VAL VALDIVIESO, M. Isabel, «​Ascenso social y lucha...,​ pág. 159.
31
​Ibidem, pág. 157.
32
​Ibidem, pág. 167.
33
OLIVA HERRER, H. Rafael, «Sobre la politización ordinaria de la gente común a finales de la
Edad Media» en LÓPEZ OJEDA, Esther, ​Una nueva visión de la Edad Media: legado y renovación.
XXVI Semana de Estudios Medievales,​ Nájera, 2016, pág. 260.
12
urbana. Esta lucha estuvo materializada habitualmente en la denuncia judicial, hasta 1520
cuando se ejecutarán estrategias más radicalizadas mediante el empleo de las armas y la
organización supralocal34. Esto es debido a que es detectado un protagonismo de esta élite del
común dentro del conflicto comunero en determinadas zonas. Aunque no hay que olvidar que
los ascensos de esta clase van a ser siempre de manera individual, siendo una notable minoría.
Por tanto, la mayoría de esta élite seguirán en el común -no han conseguido integrarse
en la oligarquía- intentando sus aspiraciones individuales mientras se sentían distanciados de
los miembros del concejo que gobernaban por y para su clase. Ellos van a ser conscientes de
la diferencia existente entre ellos con respecto al resto de vecinos pecheros, aunque también
van a ser conscientes de que necesita a ese colectivo para poder llegar a sus aspiraciones. Por
ello en muchas ocasiones van a dirigir al común en base a sus intereses, destacando también
que van a ser capaces de elaborar programas políticos más perfilados que los de las capas
populares en busca de desbancar a los banderizos del poder, teniendo como ejemplo el
discurso de los mercaderes de Bilbao en 143535. Hay que tener presente que dicho discurso
emana de un contexto muy concreto, el de las villas vascas, lo cual puede no ser extrapolable
a otras regiones. Toda esta dinámica permite la creciente relevancia de las collaciones y las
cuadrillas de la Hermandad a costa de las asambleas generales del común36. Tras lo expuesto,
compartimos la visión de que, «la malla de contactos sociales que sustentaba el común
urbano, le daba fuerzas y le permitía logros de gobierno, aunque también le hacía temible
dada su capacidad de movilización en conflictos y revueltas37». Sin embargo, esto no debe
confundirnos puesto que el común o lo que es lo mismo, las clases populares, se van a hallar
en una situación de subordinación dentro de los sistemas políticos urbanos38.
En definitiva hemos comprobado que en la ciudad medieval dentro estamento de los
caballeros, escuderos e hidalgos; el grupo insigne y distinguido será el del ​patriciado urbano
-controlan los órganos concejiles-, mientras que en el estamento de los pecheros urbanos

34
VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 169.
35
​DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «Acceso al
poder y discurso político en las villas cantábricas al final de la Edad Media», ​Edad Media: Revista de
historia,​ nº 14 (2013), pág. 70.
36
VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «Ascenso social y lucha..., pág. 176.
37
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «Ambición política y discurso..., pp. 80-81.
38
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «Juntar al pueblo: sobre las dimensiones espaciales de la movilización
popular en las ciudades castellanas a fines de la Edad Media», Trabajos y comunicaciones​, nº 48
(2018), pág. 1.
13
encontramos las organizaciones estructuradas pecheras y en especial sus ya nombrados
líderes o representantes; según indica Monsalvo Antón para el ámbito extremeño, pero que
probablemente se trató de una dinámica más extendida en la corona . Ambos subgrupos se
van a desarrollar como vanguardias políticas de los movimientos de cada clase, «...dentro de
los estamentos se perfilaba un potente núcleo de especifidad, que implicaba acción,
conciencia, voluntarismo y compromisos39». Lo que implica la existencia de estas activas
vanguardias es que nada se escapaba a la espontaneidad en cuanto a las acciones e ideas de
los estamentos.
*****
Por último, no nos gustaría terminar este punto sobre la sociedad medieval sin hablar
de otros grupos sociales más concretos, nos referimos a la mujer y los denominados
marginados​. En relación a la mujer, va a desarrollarse una visión despectiva sobre este grupo
-como seres irracionales, débiles y pasionales-, que contribuye a su posición de inferioridad
respecto al hombre. Por tanto, las mujeres del común van a compartir una doble exclusión,
por un lado van a estar apartadas de la participación política mediante los cauces
institucionales por su condición pechera, pero además: «como mujeres, también están
excluidas de los mecanismos de organización del común -cuadrillas, collaciones...etc.- que
permitían una participación indirecta en la política local»40. Sin embargo, todo ello no
significa que no participarán en política, aunque de forma menos manifiesta.
Por otra parte, la marginación va a ser un término que está subordinado a la época en
que se aplica, influyendo en ella circunstancias políticas, sociales, económicas, ideológicas e
incluso religiosas, como ocurrió en la Baja Edad Media con determinadas minorías religiosas,
principalmente los judíos. La cuestión es que no será un grupo homogéneo, además de que no
todos tendrán las mismas posibilidades de salir de ella. En definitiva los grupos más
populares y desprotegidos tendrán mayor facilidad para entrar en la marginalidad41.

39
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «Ideario sociopolítico y valores estamentales de los pecheros
abulenses y salmantinos (ss. XIII-XV)», ​Hispania: Revista española de historia,​ vol. 71, nº 239
(2011), pág. 331.
40
​MAJO TOMÉ, Beatriz, «Mujeres y concejos en Castilla en la Baja Edad Media, Los grupos
populares en la ciudad medieval europea» en SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, ARÍZAGA
BOLUMBURU, Beatriz y HAEMERS, Jelle (coords.), ​Los grupos populares en la ciudad medieval
europea​, Logroño, 2014, pág. 472.
41
​GARCÍA PARDO, Manuela, «Los marginados en el mundo medieval y moderno», en MARTÍNEZ
SAN PEDRO, María D. (coord.), ​Los marginados en el mundo medieval y moderno : Almería, 5 a 7
de noviembre de 1998,​ Almería, 2000, pág. 13.
14
VI. Desposeídos del poder local: el Regimiento

El Regimiento va a ser un sistema de gobierno que fue implantado en los concejos de

las villas y ciudades castellanas, cuyo principal cometido fue el de afianzar el poder de las
localidades en manos de las oligarquías oriundas de dichos centros urbanos. Partiendo de que
el poder será de forma genérica, la capacidad y posibilidad de actuar eficazmente con logro de
resultados tangibles42; este sistema va a permitir que las élites -que ya poseían el poder
económico, puesto que poseían las más sustanciales propiedades- ahora pasen a tener el poder
político, en cuanto que van a legislar, modificar e incluso aplicar las leyes43.
Primero, debemos hablar del origen dicho sistema, para ello tenemos que remontarnos
al momento en que la monarquía castellana va a tener que hacer frente a ciertas pretensiones
nobiliarias, por consiguiente se apoyó en los caballeros villanos -especie de baja nobleza
característica de Castilla, consecuencia del fenómeno militar de la Reconquista-, lo que
supuso el triunfo definitivo de este grupo al frente de la ciudad, así como a su integración en
el seno de la sociedad feudal44. Por esta razón, durante la segunda mitad del siglo XIII, la
caballería villana se había convertido en una oligarquía al frente de los grupos urbanos, del
mismo modo que en localidades como Santander, empiezan a repetirse ciertos apellidos en los
cargos concejiles lo cual indica los primeros indicios de diferenciación social entre los
vecinos en base a la riqueza y prestigio45.
A medida que avanzan los años se van formando en las ciudades los linajes, lo cual
lleva aparejado una progresiva exclusión del común de los concejos, desvaneciéndose cada
vez más los antiguos concejos abiertos que habían permitido una más igualitaria actuación
política por parte de los vecinos de las urbes. Dentro de los linajes se van a producir vínculos
de carácter feudal colocando a la cabeza a los miembros más destacados -los parientes
mayores- como venía sucediendo en el ámbito rural46. Además, en el siglo XIV se puede
hablar ya de la consolidación de las oligarquías urbanas con el protagonismo de la caballería
villana, que inició un largo camino de enriquecimiento, aristocratización y madurez política.

42
​BERNARDO ARES, J. Manuel de, «El régimen municipal en la corona de Castilla», Studia
historica. Historia moderna,​ nº 15 (1996), pág. 27.
43
​Ibidem, pág. 26.
44
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...​, pág 41.
45
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 241.
46
​Ibidem, pág. 243.
15
El 14 de marzo de 1369 el rey castellano Pedro I -llamado ​el cruel ​por sus detractores

y el justiciero p​ or sus seguidores -entre ellos gran parte del pueblo llano-, era decapitado por
su hermanastro y futuro rey Enrique II de Trastámara en la batalla de Montiel. Dicha acción
daba por finalizada la Guerra Civil Castellana y suponía un profundo cambio en el reino y en
especial en las ciudades y villas, los trastámaras, desde Enrique II a Juan II, van facilitar que
unas pocas familias continuarán aumentando el poder. Por tanto, habría si cabe una mayor
distancia entre los nuevos linajes y el resto de ​omes buenos del común47, o dicho de otra
forma, los caballeros se imponen como grupo a los pecheros aumentando la diferenciación
social según Solórzano Telechea.
Con anterioridad, durante el siglo XIV, se había ido produciendo la
institucionalización del Regimiento -atribuida al rey Alfonso XI de Castilla, concretamente en
el año 1348-. Dicho fenómeno, además del monopolio concejil por parte de las oligarquías
urbanas, fue complementado con un mayor centralismo regio gracias a la figura del
corregidor que aparece a final de siglo. Cabe destacar a una figura muy singular de los
gobiernos urbanos medievales, como eran los jurados en las ciudades a las que se les otorga el
fuero de Toledo -como la propia Toledo o las ciudades andaluzas por ejemplo-, los cuales
tradicionalmente tenían la función de representar a sus respectivos barrios, pero con el
Regimiento esta función queda olvidada en pos de difuminarse junto a los regidores de la
oligarquía48.

Gracias al apoyo real, en las primeras décadas del siglo XV se va a consolidar esta

nueva forma de gobierno, basada en los concejos cerrados compuestos por regidores.
Alrededor de un siglo costó la aceptación del sistema, la victoria de la oligarquía frente al
común, arrebatando a este último la posibilidad de participar en la vida política institucional
de las ciudades castellanas49. Hay que recordar que el regimiento nunca fue deseado por
aquellos que eran excluídos, siendo la actitud general del común en las ciudades ante este
proceso, plantear una oposición. Esta oposición será relativa a la zona y el momento en que se
produce consiguiendo más o menos fuerza, por ejemplo el común vallisoletano va a conseguir
organizarse frente a los regidores mediante la agrupación conocida como ​La voz del pueblo

47
​Ibidem, pág. 243.
48
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Movimientos sociales en Andalucía durante la Baja Edad Media»,
Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas historiográficas,​ nº 16 (1991), pág. 18.
49
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...​, pág. 54.
16
-agrupación que da nombre a este presente trabajo-. Ya en el año 1321, antes de la
instauración del regimiento, pero cuyos efectos ya se avistaban, logran a través de este grupo
que la mitad de los cargos municipales fueran pecheros, aunque será una victoria efímera -por
un año-, al ser expulsados de sus cargos y éstos ser entregados en su totalidad a los linajes en
los que se encontraba organizada la oligarquía local50.
*****
La consecuencia del monopolio de las magistraturas concejiles e instituciones
ciudadanas en manos de la oligarquía nobiliaria, fue el mal ambiente ciudadano, la corrupción
y el desgobierno51, indica Rodríguez Molina. Dichas consecuencias se van a dejar ver también
en el seno de la clase dominante, donde pronto surgieron disputas, producidos por el afán de
poder de los regidores que tienden a monopolizar los concejos gobernando injusta y
parcialmente; aunque dicen gobernar en nombre de todos, la realidad es que van a primar los
intereses de clase e incluso los de familia -para favorecerlas frente a otras-. Esto parece
ocurrir en Madrid donde el regimiento actúa dando preferencia a los intereses de los regidores
sobre los del resto de caballeros y escuderos52. Por otra parte, con respecto a la actuación de
los concejos cerrados, una de las cuestiones que más polémica y tensiones va a generar es la
de la fiscalidad, «más que al monarca, a quienes los privilegios de exención provocan serios
perjuicios es a los pecheros, debido a que al disminuir el número de contribuyentes aumenta
la presión fiscal53».
La posición política del común como conjunto no dejará de empeorar, aunque siempre
con alguna excepción, siendo la élite del común -que comentamos en el apartado anterior- la
que se va a sentir especialmente agraviada al encontrarse fuera del poder local, ello hace que
favorecidos por su situación económica emprendan durante finales del siglo XV una singular
lucha. Para ello van a apoyarse en muchas ocasiones en el resto del común, lo cual
conseguirán planteando reivindicaciones sobre el tablero que afectarán a los grupos populares
de lleno.
No se puede entender el regimiento sin el clientelismo de los linajes, los cuales usaban
estas redes para asegurarse sus cargos -incluso en algunas zonas llegaron a duplicarse los
cargos para que los dos linajes pujantes de la ciudad se beneficiasen, para evitar así los

50
​Ibidem, pág. 55.
51
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «​Movimientos sociales en Andalucía...,​ pág. 18.
52
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...​, pág. 46.
53
​Ibidem, pág. 51.
17
conflictos-. De esta forma clase dominante se atraía a su causa un determinado nicho social,
en concreto, este nicho social solía ser gente que por su posición socioeconómica habría
estado más cercana a las organizaciones pecheras, lo que en la práctica fue una forma de
restar fuerza a los posibles movimientos reivindicativos. Ejemplo de la gente componente de
las clientelas eran los criados de los poderosos, escuderos y caballeros de bajo rango, hombres
de armas con pocos recursos y los ya comentados ciudadanos enriquecidos. «De este modo
potenciales aliados del común optaron por encuadrarse en estructuras verticales, se orientaron
hacia solidaridades familiares, de linaje y bando-linaje y renunciaron a compartir con el
estado de los pecheros aspiraciones democráticas y solidaridades horizontales54».
Por dicho motivo, son consideradas por algunos autores las luchas de los bandos, las
cuales fueron habituales durante este periodo bajomedieval en los núcleos urbanos, como un
elemento desvirtuador de las luchas sociales durante la Baja Edad Media -al igual que lo
fueron los conflictos derivados del antisemitismo-. Los linajudos para legitimar sus cargos
recurrían a argumentos como la inmemorialidad del derecho de los linajes y el prestigio de los
mismos. No hay que olvidar que «los linajes se esforzaban permanentemente en demostrar su
preeminencia social a través de la elaboración de una memoria para el pasado del linaje, la
fundación de hospitales, la construcción de capillas, la colocación de escudos en sus torres, en
sus casas, en las claves de la parroquia, etc.55». A pesar de estas luchas, que en multitud de
ocasiones alteraban el orden público, va a primar en los concejos «...un sentido de
conservación de la paz social, del orden y convivencia en el seno de la sociedad urbana56», lo
que llevó a los regidores a oponerse y enfrentarse -incluso judicialmente si fuere preciso- a
las numerosas manifestaciones de ruptura del orden social y de la convivencia que se
produjeron en los núcleos urbanos bajomedievales.

Por otra parte, en la zona norte peninsular -zona ampliamente estudiada junto con las

ciudades de la meseta norte- se repiten en cierto sentido los esquemas que se han ido
desgranando en estas líneas. Por ejemplo las villas cantábricas antes de la llegada de los
Trastámara tienen unos rasgos comunes, lo cuales son «el predominio del concejo abierto, la

54
MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 44.
55
DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...​, pág. 69.
56
CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo, «​Conflictivad social en los reinos hispánicos...,​ pág. 40.
18
elección anual de los oficios municipales y la escasa instauración del regimiento57».
Anteriormente al regimiento, las elecciones se habían realizado mediante un sistema llamado
boses,​ teniendo gran relevancia en la elección los vecinos que pagaban mayores impuestos, lo
cual se mantendría con la diferencia de que en los cargos solo habria miembros de los linajes
oligárquicos58. En lo que corresponde a la instauración del regimiento a finales del siglo XIV
encontramos dos casos ejemplificadores: por un lado en Asturias hay constancia de una
intervención exterior por parte de delegados reales que modifican el tradicional acceso a los
oficios concejiles, mientras que en la villa de Laredo hay una evolución provocada por la
progresiva imposición en los cargos de determinados miembros de la aristocracia urbana59.
Al hablar de la zona norte peninsular, se muestra la existencia de diferencias
regionales en el reino castellano -que además se palpan a lo largo de todo este trabajo-, las
cuales vamos a desarrollar de forma reducida en estas líneas. Estas diferencias van a actuar en
una doble dirección, siendo una de ellas meramente historiográfica, es decir, hay lugares
donde la actividad política del común ha sido estudiada con mayor ahínco destacando el caso
de las villas cántabras o el ámbito territorial de Castilla y León -donde se ha tendido a
combinar el análisis de las relaciones de poder señorial en el concejo con la de los conflictos
surgidos entre los grupos dominantes y las restantes clases urbanas60-. Mientras tanto zonas
como Extremadura o Andalucía han sido objeto de menor atención en estas temáticas. En
segundo lugar hay que hablar de las distintas estructuras políticas -existentes en las distintas
áreas geográficas-, donde el peso de la actuación política del común y sus resultados es
diferente. En este sentido, a diferencia de la zona norte y central, el sur y en especial
Andalucía, se considera un territorio con poca actividad política del común, para lo cual
valdría preguntarse hasta qué punto esta consideración se debe a una verdadera ausencia de
actividad política documentada o a una falta de preocupación historiográfica y asunción de
determinados modelos historiográficos para estas áreas. Aunque dicha reflexión se nos escapa
dada su complejidad y por tanto, no es un objetivo para este trabajo.
*****

57
​DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...​, pág. 65.
58
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pp. 243-244.
59
DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...​, pág. 68.
60
​CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo, «​Conflictivad social en los reinos hispánicos...​, pág. 41.
19
Volviendo al regimiento, quizás uno de los problemas de éste fue el bloqueo social
que produjo mediante el cierre de los concejos, lo cual iba en contra de las dinámicas urbanas
que daban a luz un grupo social en ebullición con riquezas, arrebatando así, peso político y
social a estos individuos. Por lo tanto el regimiento creaba una brecha en la clase dominante
urbana, lo que hacía posible que en muchos lugares las causas pecheras ganaran más fuerza,
al ser apoyadas por gente enriquecida, que al no estar encuadradas en los linajes, se
encontraban bloqueados en el poder61. Para explicar mejor lo desarrollado, volvamos al caso
de Valladolid, donde a pesar de ser un caso anterior al regimiento, observamos como unos
miembros de una destacada élite comercial van a rivalizar contra los linajudos de la ciudad
que controlaban el concejo. Debido a ello, coyunturalmente, los comerciantes se van a unir y
liderar a las gentes menudas que estaban organizadas en ​la voz del pueblo lo que produjo que
el patriciado se viera en seria amenaza, por ello, como amortiguación de las tensiones, los
regidores abrieron las filas del concejo a estos líderes en 1332. Estos líderes -poderosos
comerciantes- no dudaron en traicionar y abandonar al resto de las masas en pos de mejorar
notablemente su situación personal62.
Tampoco se puede considerar el regimiento como un derrota definitiva para el común,
ya que éstos encontrarán vías alternativas, las cuales vamos a desarrollar a lo largo de este
trabajo. Quizás una de las más conocidas y dudosas de su eficacia sea la de la existencia de
los procuradores pecheros, que eran regidores surgidos de las capas pecheras, lo cual no
conlleva que representarán y actuarán por y para los pecheros. En los primeros momentos
parece ser que éstos representantes si tenían la confianza de los miembros de su grupo social,
pero con el tiempo la entrada de estos regidores pecheros en la élite urbana supuso su
empatriciamiento y patrimonialización progresiva, lo cual no puede considerarse como un
logro de los colectivos pecheros63.
Sin embargo, el acceso de ciertos pecheros a los puestos de gobierno no sirvió como
una estrategia útil, por parte de la oligarquía, para canalizar y satisfacer las aspiraciones
políticas de los pecheros, ya que ésto no fue suficiente para apagar sus voces como veremos a
lo largo de estas líneas. En definitiva, en palabras de Monsalvo Antón, «El Regimiento no
estuvo concebido ni encajaba bien en las formas pecheras de entender las relaciones políticas.

61
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 41.
62
​Ibidem, pág. 42.
63
​Ibidem, pág. 52.
20
El Regimiento se adecuaba mejor a la reproducción social y política de las élites municipales
o a la intervención externa en los concejos que a las formas de actuación de abajo hacia arriba
que caracterizaron las expresiones más genuinas de la acción del común64».

VII. Identidad e ideario político del común

«​Toda época suspira por un mundo mejor. Cuanto más profunda es la desesperación
causada por el caótico presente tanto más íntimo es este suspirar. Hacia el fin de la Edad
Media es una amarga melancolía el tono fundamental de la vida65». De esta forma​, Johan
Huizinga, pionero dentro del campo de la historia de las mentalidades, a través de su estilo
marcadamente lírico, daba una imagen en su obra -​El otoño de la Edad Media-​ que se refleja
en este fragmento de la sociedad bajomedieval como una sociedad perdida, vacía de toda
vitalidad y que se sumía en una total decadencia; sin duda se equivocaba.
Quizás lo más complejo de este trabajo sea todo lo señalado en este punto que hace
referencia a la cultura política de común, entendido dicho concepto como integrador de todo
lo relacionado a cómo una determinada sociedad actúa y se manifiesta en relación al sistema
político en el que se encuentra66. Puede que sea lo más complejo, pero en parte también será
de lo más primordial, por ello a continuación iremos redactando determinados elementos
ideológicos y culturales relacionados con las actuaciones políticas del común.
Hay que partir de la importancia que supuso aumentar los horizontes a la hora de
investigar los conflictos del común, dado que anteriormente éstos solo se estudiaban en clave
social, sin tener en cuenta el calibre de los conceptos políticos que los pecheros usaban67.
Dentro del ideario colectivo pechero una referencia clave va a ser la de justicia, la justicia
pública, el pilar sobre el que se debía articular el buen funcionamiento de la sociedad. La
justicia va a funcionar cuando los malos son castigados, y los pueblos viven en condiciones
de paz y seguridad, por ello no debe extrañar como el sentimiento justiciero de agravio fue

64
​Ibidem, pág. 53.
65
​HUIZINGA, Johan, ​El otoño de la Edad Media​, Madrid, 1982, pág. 46.
66
​La cultura política es más que la suma que las opiniones privada de los individuos, supone la propia
definición de los individuos como actores políticos, la forma en cómo construyen sus visiones de lo
político y sus posiciones dentro de los sistemas políticos. Sobre esta cuestión, más información en:
MORÁN CALVO SOTELO, María Luz, «Sociedad, cultural y política: continuidad y novedad en el
análisis cultural», ​Zona abierta​, nº 77-78 (1996), pp. 1-29.
67
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 262.
21
uno de los móviles que llevaron a los sublevados irmandiños a tomar las armas contra los
poderosos en 146768. Hay que tener presente que la cultura política del común va a diferir de
la de los linajes, porque a grandes rasgos el discurso del común defendía lo público frente a lo
privado, basándose así en los intereses generales de la comunidad69.
Los pecheros van a ser capaces de elaborar un discurso identificable que circuló en las
ciudades medievales, este tendría unos valores basados en una combinación de «aprendizaje
social, memoria y conflicto70». En este punto, destacamos también a H. Rafael Oliva que
apunta que dicha memoria, conservada y trasmitida de forma oral, va a permitir que perduren
los acontecimientos políticos locales, pero también los más importantes a escala del reino en
los imaginarios colectivos71. Aunque en otro sentido, su toma de conciencia como grupo
definido fue probablemente anterior a la aparición del regimiento, con este una conciencia
social difusa se convirtió en una conciencia estamental concreta, traduciéndose en unas
formas de defensa de sus intereses, que chocaban fuertemente, al igual que estos mismos
intereses, con las formas de organización política e intereses de los privilegiados.
Es fundamental para comprender el ideario estamental pechero, ponerlo en
contraposición con los valores de sus antagonistas sociales. Los pecheros van a ofrecer una
imagen negativa de los caballeros mediante la difusión de estereotipos y calificaciones
hostiles, una de las expresiones clichés por ejemplo será la de ​omes poderosos que aúna todos
estos tópicos basándose en tres ideas: egoísmo, arbitrariedad e impunidad72. Siguiendo dicho
planteamiento en Ávila tenemos el pleito de 1414-1416 contra Diego González del Águila por
sus usurpaciones y las de su padre, donde algunos testigos declararon: «porque era poderoso e
que los labradores de la comarca con miedo que non osaron demandarlo; por quanto era
poderoso que non osaran reclamar los labradores73».
Otra importante concepción establecida en las mentalidades de los pecheros
bajomedievales será la referente a la monarquía, la cual llegó a ser en varias ocasiones aliada
de los pecheros. Esto se va a producir porque las vías políticas locales estaban controladas por
las oligarquías locales, con quien los pecheros a menudo estaban enfrentados, por lo que solo

68
​BARROS GUIMERANS, Carlos,​ Mentalidad justiciera...,​ pág. 2.
69
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 252.
70
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 326.
71
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 272.
72
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 335.
73
​Ibidem, pp. 336-337.
22
tenían la oportunidad de ser defendidos por esferas superiores, principalmente la monarquía.
Carlos Barros además aporta, en su obra sobre la revuelta irmandiña del agitado siglo XIV,
que la lejanía del rey respecto a sus súbditos, hacía más factible la idealización de éste y su
justicia en la mentalidad popular. Por ello no debería extrañarnos el grito de ​biba el rey74 p​ or
parte de los miembros de la Hermandad de Santiago de Compostela en el momento de
derrocar la Rocha Forte -fortificación del arzobispado de Santiago y el símbolo de la opresión
feudal para los pecheros de la zona-. Dicho este argumento, en nuestra opinión no sería
desacertado extrapolarlo a las villas más pequeñas, donde será más directo el cuestionamiento
de la autoridad y por ende se producirán movilizaciones más inmediatas. Muy relacionado
con las movilizaciones pecheras van a ser los sentimientos de agravios, dicho sentimiento
«era una sensación profunda, asociada sin duda la injusticia y discriminación, y que nacía de
las prácticas y situaciones antes citadas de impunidad y arbitrariedad de los caballeros
urbanos75».
Otra idea importante será la de moderación, ya que el uso de la violencia por parte de
los pecheros en comparación por la usada por los linajes y bandos, va a ser escasa. Esto se
debe a que nunca fue justificada la violencia por las organizaciones de los pecheros y sus
representantes. Su cultura y mentalidad, que podemos calificar como legalista a ultranza, se
traspuso de palabra y obra a la de los caballeros, sus criados y sus coacciones76.
*****
Ante todo lo dicho, queda claro que el común tenía opiniones de carácter político
aunque es frecuente que en muchas ocasiones estas opiniones se encuentren influenciadas por
la oligarquía o sectores cercanos a esta; ellos al fin y al cabo, son quienes suelen informar en
las ciudades de cuestiones generales, al estar mejor informados por contar con redes de
información y contactos de mayor alcance77. Dicha influencia será lo que los autores
marxistas denominan como ideología dominante, producidas por la clase dominante para
legitimarse y poder perpetuarse así en el poder sin que dicho poder sea puesto en duda. Por
ejemplo en caso de conflicto a nivel general, los poderosos de las ciudades tomaban partido y
difundían sus ideas y opiniones entre sus redes urbanas de relación, lo que se verá reflejado
en el fenómeno de los bandos -obviamente hacer extender las opiniones propias y que sean

74
​BARROS GUIMERANS, Carlos,​ Mentalidad justiciera.​ .., pág. 31.
75
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 339.
76
​Ibidem, pág. 344.
77
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​La opinión pública en los núcleos urbanos...,​ pp. 179-180.
23
aceptadas por la población determinará las posibilidades de éxito-. Esto será una tesis muy
extendida entre la historiografía, aunque en ocasiones se puede hablar de la existencia de una
opinión pública como tal en la ciudad castellana, donde los miembros del común tendrán
especial relevancia. De esta forma, destacamos al cronista Alonso Palencia que en un
fragmento sobre la revuelta contra los ciudadanos principales de Jerez en 1462, nos deja
entrever cómo existía una opinión generalizada de buena parte de la población que rechazaba
a los principales del lugar. Por tanto el motín se produce por un descontento con las
actuaciones y prepotencia de los poderosos, que estalla cuando estos se muestran inmunes a la
justicia78.
Mediante el uso de archivo judiciales, H. Rafael Oliva nos presenta otros casos que
continúan probando la existencia de opiniones políticas en el seno del pueblo menudo, aunque
en estos casos de forma individual. Un ejemplo es el producido en la localidad de Campos
-Palencia- donde un individuo al contemplar la comitiva del rey Carlos I, comentó después
con sus convecinos en la plaza de la villa que «...el rey era un niño estúpido que no sería
capaz de gobernar, y estaría sometido a la voluntad de los grandes del reino79». Este sería un
ejemplo muy tardío pero no muy distinto a lo que ocurriría en la Edad Media. Otro caso se
produce poco después de la revuelta popular en la ciudad de Aranda, dentro del contexto del
conflicto comunero, donde una mujer afirmaba que los regidores del concejo local: «Eran
todos unos traidores, que robaban al mundo y mientras hubiese mundo no les tendrían que
devolver los cargos80», haciendo referencia a la sustitución violenta de los cargos cuando se
produjo el levantamiento popular. ​Por tanto, lo que queremos mostrar con todo lo dicho es
que la sociedad urbana bajomedieval va a estar fuertemente politizada, donde incluso habrá la
existencia de una cultura cívica, entendiendo por tal al conjunto de ideas y prácticas
orientadas a facilitar la convivencia social.
Por otra parte, la clase privilegiada de las ciudades también va a estar fuertemente
politizada, cuya argumentación política principalmente se basa en las ideas nobiliarias de la
honra, la costumbre y la antigüedad. Además, como ya ha sido esbozado, extender las
opiniones favorables a tus intereses va a tener un valor fundamental, los linajes por ello se
van a apresurar en controlar -o al menos intentarlo- las organizaciones del común, que

78
​Ibidem, pp. 177-178.
79
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pp. 264-265.
80
​Ibidem, pág. 265.
24
posteriormente desarrollaremos. Sobre todo van a centrar su interés en las asambleas de las
collaciones, hasta el punto de que muchas de estas no se permitían realizar a no ser que
hubiera algún representante del concejo presente -como el caso de Burgos según las
ordenanzas del primer cuarto del siglo XV-. Este esfuerzo en controlar la opinión del común
nos muestra también «el temor de los dirigentes a que los gobernados sigan direcciones para
ellos inconvenientes; y la capacidad demostrada del común de tener sus propias opiniones y
actuar en consecuencia81».
Un tipo de discurso peculiar va a ser el de los mercaderes de Bilbao de 1435, el cual
supuso una clara alternativa al sistema político local copado por los linajes, siendo este una
excepción en el contexto de la zona cantábrica entre Avilés y Fuenterrabía donde no se llegó
en otras ocasiones a cuestionar el sistema de reparto de poder entre los bandos. Este discurso
de los mercaderes bilbaínos se va a redactar en las ordenanzas concejiles tras una serie
enfrentamientos banderizos, siendo liderado este proyecto por Pedro González. En estas
ordenanzas va a haber una serie de reclamas de tipo fiscal, donde se palpa también un interés
en mantener el orden público y en que se mantuviera la justicia real -una ruptura del orden
sería demasiado negativa para sus negocios-. Pero la novedad de los mercaderes bilbaínos es
«...la elaboración de una propuesta política que suponía la desaparición de los bandos y del
sistema de gobierno urbano de reparto del poder que habían impuesto82». Para ello buscaban
la pacificación entre los bandos y un nuevo sistema de acceso a los oficios destacando la
elección de un alcalde mediante ​insaculación que no perteneciera a ningún bando -es muy
probable que los mercaderes, que viajaban constantemente, conocieran este sistema de
insaculación en Navarra y Aragón donde ya se se desarrollaba83-.
*****
En este momento procedemos a hablar sobre identidades, debido a la gran importancia
de éstas a la hora de estudiar las actuaciones políticas de los individuos. En primer lugar, las
identidades no son absolutas, ya sean identidades familiares, comunitarias, de clase o
políticas, es decir «los individuos participan de identidades diferentes, y el tipo de argumentos

81
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​La opinión pública en los núcleos urbanos...,​ pág. 182.
82
​DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...​, pág. 76.
83
​Ibidem, pág. 77.
25
y recursos culturales que movilizan puede variar y de hecho lo hace en contextos diferentes84
». La construcción de las identidades políticas va a estar en relación con la adopción de
determinados referentes creándose así una estructura compartida por un grupo que les permite
la comprensión de determinadas relaciones. Principalmente, comenzamos con la identidad
política de los pecheros, en tal sentido «la identidad del estamento en lo referente al discurso
y actitudes específicas, pienso que guarda además una estrechisima relación con una
determinada forma de actuar en política, ya que ésta moldeó también sus valores cívicos y
concejiles85», estando la forma de actuar de los pecheros en política, caracterizada por la
participación de abajo hacia arriba. Sólo el estamento pechero generó estratégias de acción
colectiva, basadas en la fluidez entre representantes y representados, en el control desde la
base, primando en la mayoría de ocasiones la lucha pacífica, legal, judicial y política. Todo
esto será en contraposición con los caballeros patricios con sus linajes verticales, su
concepción patrimonial del poder y su confianza en los recursos privados. En definitiva,
consiguieron una identidad política inserta dentro de una cultura política propia opuesta a la
de los caballeros, siempre sujeta a los condicionamientos jurídicos y sociales de la zona y su
arraigada estamentalización formal86.
Se vuelve incidir además, en la importancia respecto a la construcción de la identidad,
del tiempo pasado y la memoria, siendo conscientes de que son los grupos sociales, no los
individuos, los que determinan la memoria, es decir, lo que debe ser recordado87. Los
pecheros también van a ser partícipes en las ciudades de una identidad urbana que en
determinados aspectos va a ser construida y fomentada por los gobernantes concejiles,
habiendo ejemplos donde la clase dirigente de las ciudades forjan estas identidades urbanas a
partir de los estatutos jurídicos que son entregados por los monarcas a las cortes88. Dentro de
la identidad urbana va a ser clave la fiscalidad, ya que va a definir en buena medida la
inclusión o exclusión de los vecinos. Es fundamental por tanto, esta fiscalidad dentro «...de

84
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «“La prisión del rey”: voces subalternas e indicios de la existencia de
una identidad política en la Castilla del siglo XV», ​Hispania: revista española de historia,​ vol. 71, nº
238 (2011), pág. 364.
85
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 362.
86
​Ibidem, pág. 362.
87
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «La identidad urbana y la historia social de la política en el
mundo urbano español y portugués en la Baja Edad Media», ​Studia historica. Historia medieval​, nº 33
(2015), pág. 338.
88
​Ibidem, pág. 334.
26
los procesos que conducen a la significación y definición identitaria grupal propia de cada
uno de los segmentos sociales que componen la comunidad urbana -patriciado, pecheros,
vasallos, etc.- y su diferente posicionamiento frente al poder89», como una expresión de
conflicto. Dentro de este conflicto, la ofensiva pechera contra la exención fiscal fue un
fracaso, que no consiguieron logros tangibles en la realidad material, pero en palabras de Raúl
González esta lucha fue lo más parecido «...a una defensa de una línea política coherente [...]
articulada en torno a una identidad sociopolítica específicamente pechera90».
A parte de la ya comentada identidad básica pechera es relevante volver a recordar
que al no ser colectivo homogéneo, hubo varias formas de fraccionamiento interno siendo una
de las más patentes la que venía delimitada por el lugar de residencia, es decir, la división
entre los pecheros de las ciudades y los de los pueblos e incluso se podría hablar de tres
segmentos atendiendo a la peculiaridad de los pecheros residentes en los arrabales. Esta
fragmentación tuvo como resultado la formación de diversas identidades que se reflejaría en
que las actuaciones políticas en muchos casos fueran por caminos distintos -convergentes en
algunos puntos, divergentes en otros-91. Asimismo, «otros elementos de división interna de las
masas pecheras [...] diferencias de fortuna, de profesión, de orientación económica.
Influyeron, y mucho, en la acción de los pecheros, pero no se tradujeron en estructuras
organizativas políticas específicas92». En conclusión, la acción de los grupos populares no va
a considerarse el reflejo de sus posiciones de clase, sino el reflejo de sus identidades políticas,
donde si va a influir la experiencia de la posición social.
*****
A continuación pasamos a desarrollar un concepto necesario para la temática de este
trabajo acerca de las luchas políticas en el seno de la sociedad urbana bajomedieval. Nos
referimos al término ​comunidad​, el cual va a resultar en buena medida complejo, ya que al
igual que el concepto ​pueblo va a tener una doble significación: con ambos nos podemos
referir a la totalidad del cuerpo político urbano, como a un sector del mismo, en este caso

89
​GUERRERO NAVARRETE, Yolanda, «La fiscalidad como espacio privilegiado de construcción
político identitaria urbana: burgos en la Baja Edad Media», ​Studia historica. Historia medieval​, nº 30
(2012), pág. 47.
90
​GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Raúl, «​Construir una identidad pechera: la lucha...​, pp. 540-541.
91
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 48.
92
​Ibidem, pág. 48.
27
siendo equivalente a los términos latinos vulgus y plebs93. En este caso nos vamos a referir a
la comunidad como concepto para designar al común establecido como sujeto político, lo cual
se produce a partir del siglo XV. Además, dicho término también se va a usar para reivindicar
la supresión de jerarquías y autoridades superiores a las de la comunidad, es decir, la vida en
comunidad considerada como un estado anterior a la imposición del orden monárquico. Por
tanto, dentro de la complejidad de dicho término también puede obtenerse un componente
igualitario94.
A la altura de 1520 el común, considerado ya como la comunidad, va a aparecer con
una identidad política propia y definida, es decir, se vale de «una estructura de referentes
compartida para la comprensión de determinadas relaciones que desemboca en la
identificación de un adversario social95». Para la construcción de esta identidad se ha debido
llevar a cabo un esfuerzo discursivo apoyado en la práctica política. Para probar dicho
discurso y su calado en las masas sociales presentamos testimonios menos usuales de gente
menos distinguida y señalada, los cuales nos sitúan el conflicto comunero como una pugna
entre caballeros y la comunidad. Ejemplo de ello son las palabras de un peregrino que acudió
al monasterio de Guadalupe, y dicho acto permitió conservar en escrito su experiencia vital;
este peregrino había luchado en el ejército de Juan de Padilla contra los caballeros. El término
caballero se usaba tanto para designar en general a la nobleza, como a la élite urbana que
estaba libre de obligaciones de pechar entre otros privilegios, por tanto el peregrino presenta
una definición del conflicto comunero como la ya dicha contraposición entre comunidad y
caballeros96.
En definitiva frente a la nobleza, la comunidad, en aquellas ciudades donde el común
emerge como una fuerza política organizada durante el conflicto comunero, se va a presentar
como los defensores del buen gobierno, tanto en términos éticos -los regidores atendían a
intereses individuales-, jurídicos -la actuaciones de los regidores violaban las ordenanzas- y

93
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «¿Qué es la comunidad? Reflexiones acerca de un concepto político y
sus implicaciones en Castilla a fines de la Edad Media», ​Medievalismo: Boletín de la Sociedad
Española de Estudios Medievales​, nº 24 (2014), pág. 287.
94
​Ibidem, pp. 291-292.
95
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «¡Viva el rey y la comunidad! Arqueología del discurso político de
las Comunidades» en OLIVA HERRER, H. Rafael, CHALLET, Vicent, DUMOLYN, Jan,
CARMONA RUIZ y M. Antonia (Coords.) ​La comunidad medieval como esfera pública​, Sevilla,
2014, pág. 317.
96
​Ibidem, pág. 319.
28
políticos -reivindicaban el reparto de poderes y responsabilidades, aunque ello en ocasiones
pudiera chocar también con los intereses de la corona-.

VIII. Organizaciones e instituciones de representación pecheras

Debido a la exclusión política que ha supuesto la instauración del Regimiento para los
pecheros, éstos van a poner en funcionamiento órganos paralelos de poder en defensa de sus
intereses, lo cual va a ser un fenómeno general en todas las ciudades castellanas y va a
favorecer en cierto sentido la confrontación y conflictividad social.
Para empezar vamos a realizar unos breves apuntes sobre las organizaciones de las
oligarquías urbanas, las cuales van a cumplir un papel protector e individualizador de sus
integrantes, propio de la sociedad feudal. El tipo de organización más significativa es el
linaje, estos van a ser instrumentos muy eficaces para el control del poder local, tanto es así
que incluso van a ser apreciados y fomentados por los monarcas, ya que les va a facilitar un
óptimo dominio del reino -por ello la existencia de estos linajes fue un fenómeno constante
del mundo urbano de la corona de Castilla en la Baja Edad Media97-. Sin embargo, habrá
momentos en la vida política de las ciudades de agitación pública y descontento donde los
linajes sufrirán la pérdida de dicho control en pos del fenómeno político monopolizado por
los bandos, tan característico de los años finales de la Edad Media. Los bandos van a copar el
escenario político-social de la ciudad especialmente en situaciones convulsas, como por
ejemplo debió suceder en Segovia durante la segunda mitad del siglo XV, «momento en el
que se constituyen dos bandos atraídos y cohesionados, parece, por líderes de carácter
nobiliario98» que se enfrentarán por tener distintos intereses para intentar así imponerse al
respectivo bando.
Otros tipos de organizaciones menos usuales serán por ejemplo las cuadrillas de
quiñoneros d​ e Segovia, la cofradía de los escuderos de Alba de Tormes o el cabildo de
guisados de caballo d​ e Cuenca. Todas ellas evidencian la existencia de una conciencia de
clase de los poderosos, así como el deseo que tienen sus miembros de monopolizar el

97
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «Acerca de los linajes urbanos y su conflictividad en las ciudades
castellanas a fines de la Edad Media», ​Clío & Crímen: Revista del Centro de Historia del Crimen de
Durango,​ nº 6 (2009), pág. 57.
98
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 160.
29
gobierno local y defender esa privilegiada situación siempre que se vea amenazada de una u
otra forma99. Destaca también el caso de la Orden de la Banda, fundada en 1332 por Alfonso
XI en Burgos, siendo de tipo laica con el fin de contribuir a articular una identidad
caballeresca, lo cual fue objeto de interés y preocupación por parte de los círculos nobiliarios
europeos100.
Por otro lado vamos a hablar de las organizaciones pecheras, empezando por las
hermandades, éstas surgen desde bien temprano con unas estructuras organizativas similares a
las de las cofradías -que posteriormente procederemos a desarrollar-. Aunque con una
finalidad consistente en la de establecer una fuerza armada para defender a los pueblos y
villas de los ataques y abusos de los poderosos, así como perseguir a los bandidos y hacer
cumplir la ley. Aunque es necesario matizar que las Hermandades en principio estuvieron
dirigidas por las élites urbanas, siendo un reflejo de la irrupción de las ciudades en el plano
político como agente distinto al rey y la nobleza. Sin embargo, lo que nos interesa es que en
determinadas circunstancias, éstas van a ser testigo del protagonismo coyuntural que adquiere
en algunas ciudades el común, en tal sentido, nos apoyamos en las palabras de Julio Valdeón,
«las hermandades fueron un cauce, peculiar y privativo del reino de Castilla, de canalización
de los intereses populares, puestos en entredicho por la violencia de los poderosos101». La
defensa de los intereses populares les llevó en ocasiones a protagonizar situaciones de
resistencia, las cuales van a ser en algunos casos el germen de los movimientos de rebeldía
como en el de los irmandiños gallegos. Además, Enrique IV (1454-1474) siguiendo la política
de los últimos años de su padre Juan II, va a favorecer e incluso promover las hermandades
-cuya meta era la salvaguardia de justicia, dentro de un programa general de apoyo a la
corona-, para resistir a la nobleza. Aunque las hermandades van a tener mayor protagonismo
en el ámbito rural, es significativo el hecho que dentro de la hermandad «...está presente la
unión de ciudadanos y de campesinos, que participan conjuntamente en las asambleas
fundadoras de la hermandad, lo cual demuestra la existencia de corrientes mentales solidarias
campo-ciudad, cuanto menos en las zonas rurales que están más en contacto con los centros

99
​Ibidem, pág. 161.
100
​Durante los dos siglos de vida de la Orden, ésta sufre una transformación acorde a los cambios
producidos en el seno de la sociedad que la vió nacer, ya que el carácter militar es sustituido por otro
más idealista o espiritual. Más información en: GARCÍA DÍAZ, Isabel, «La Orden de la Banda»,
Archivum Historicum Societatis Iesu,​ vol. LX (1991), pp. 29-89.
101
​VALDEÓN BARUQUE, Julio, ​Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y
XV​, Madrid, 1975, pág. 68.
30
urbanos. Verse tantos juntos, gente de la ciudad y gente de las aldeas, infunde una imagen de
fuerza colectiva, unitaria102».
En cuanto al desarrollo de las hermandades, éste va a ser intermitente, tendiendo a
hacerse más fuerte en momentos de inestabilidad en el reino. Además, de que dicho fenómeno
no va a surgir en todas las zonas con la misma intensidad. Por ejemplo, en el primer tercio
del siglo XIV se produce un florecimiento de las hermandades, debido a la inestabilidad
política que se produce en la corona de Castilla desde finales del reinado de Alfonso X hasta
la mayoría de edad de Alfonso XI. Otro momento de resurgimiento de las hermandades se
produjo durante la guerra civil entre Enrique IV y los seguidores de Alfonso ​el Inocente,​
mientras el bando alfonsino se había atraído a las oligarquías urbanas entre otros sectores,
Enrique IV se apoya en las hermandades pretendiendo así, dotarse de un instrumento para dar
respuesta a la amenaza nobiliaria y garantizar así su influencia sobre importantes áreas del
reino103.
En este último suceso, la hermandad mediante sus ordenamientos internos, se intenta
mostrar con neutralidad y cautela en lo que respecta a los enfrentamientos entre ambos
ejércitos. Sin embargo, en la práctica, la hermandad se encuentra apoyando al rey Enrique IV
y actuando también militarmente, cuando la situación lo requiere, contra los grandes. No
debemos olvidar que la hermandad se mostrará reacia hacia aquellos miembros más
privilegiados de la sociedad urbana, además desde el primer momento se intenta que ninguna
persona poderosa ocupe cargos en la estructura de la institución104. Aunque con el fin del
conflicto, y por ende con la vuelta a la estabilidad política, la hermandad pierde su razón de
ser y se acaba desactivando.
*****
Siguiendo con la narración de las organizaciones pecheras, a continuación vamos a
comentar los gremios y cofradías bajomedievales. A pesar de la variedad conceptual, lo que
básicamente va a definir a un gremio va a ser su estructura interior, siendo esencialmente
asociaciones de artesanos con autoridades internas, normativas propias y la capacidad de fijar
precios y salarios, aspectos todos estos desarrollados con autonomía respecto del poder
político. También podrán influir en la adquisición y reparto de la materia prima, además de

102
​BARROS GUIMERANS, Carlos,​ Mentalidad justiciera.​ .., pág. 103.
103
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​¡Viva el rey...,​ pág. 336.
104
​Ibidem, pág. 344.
31
organizar «...aquellos aspectos sociales, laborales y de mercado del trabajo en la ciudad
feudal, a la que estaban vinculados los productores de una determinada especialidad
profesional105». Aunque en Castilla se les ha negado por parte de muchos autores la
categorización de gremios a estas organizaciones por considerar que tenían menor capacidad
de influencia en el mundo laboral de la ciudad medieval, en contraposición a otros espacios
europeos. Por ello, para el caso castellano son denominados como ​corporaciones de oficio​.
Por otra parte encontramos a las cofradías, que eran organizaciones de vecinos con
fines gremiales en muchas ocasiones, pero con un matiz religioso que unía a sus miembros.
Será muy frecuente que las corporaciones gremiales se organicen en torno a cofradías, aunque
no siempre van a ir de la mano el binomio gremio-cofradía, ya que por ejemplo hubo gremios
que no contaban con cofradías anexas, otros en los que ambas instituciones -gremio y
cofradía- fueron paralelas pero no coincidentes, gremios con más de una cofradía
correlacionada o incluso cofradías religiosas en las que se incluía más de un gremio106. Aún
así, va a ser significativo como la palabra cofradía eran el términos más usado por los
contemporáneos medievales para referirse a sus asociaciones gremiales. La función de los
gremios castellanos será la de ser un instrumento de defensa de los intereses de sus
integrantes, lo cual se traduce en el día a día, en la práctica de negociación con las autoridades
sobre cuestiones como la fijación de precio o las condiciones de producción.
En origen, durante los siglos XII y XIII van a comenzar a surgir estas corporaciones
laborales, bien sea por fundación estatal -instituciones creadas o reconocidas de derecho por
la monarquía y los concejos-; o por fundación espontánea por parte de los trabajadores y
vecinos, las cuales a posteriori debían ser reconocidas por las autoridades. Quizás lo más
interesante para este estudio, sea cuando determinados individuos recurrían a la formación de
cofradías motivados por objetivos de naturaleza no estrictamente religiosa. Dicho fenómeno
se va a deber a que estas corporaciones de estructura dilatada se podían adaptar bien a sus
necesidades, y en muchas ocasiones, eran las únicas formas de asociacionismo legal,
permitido o tolerado107. Va a ser un asociacionismo legal -gremios y cofradía- pero no hay
que perder la perspectiva, ya que los reyes prohibieron las cofradías políticas de forma

105
​GONZÁLEZ ARCE, J. Damián, ​Gremios y cofradías en los reinos medievales de León y Castilla:
siglos XII-XV​, Palencia, 2009, pág. 3.
106
​Ibidem, pág. 8.
107
​Ibidem, pág. 15.
32
genérica. Éstas surgían sobre todo en los momentos de perturbación política donde los
artesanos usaban dichas plataformas para otros fines o creaban otras paralelas a las oficiales.
En cuanto al peso político local de estas asociaciones, va a ser bajo en Castilla
respecto a otras zonas -excepción en este aspecto serían las cofradías de pescadores que sí
lograron la participación en los concejos correspondientes-, lo cual es explicado mediante un
motivo económico. Es decir, la mayor parte de las actividades económicas que constituían la
riqueza de Castilla pertenecían al sector primario, más concretamente a la agricultura y la
ganadería, siendo la industria, el comercio y otros servicios, actividades con un desarrollo
menor y tardío, lo cual dificultaba que éstas pudieran ser relevantes a nivel local. Esto por
tanto influía en que los intereses de dichas actividades no fueran defendidos en los concejos
por los que las protagonizaban. Además, en otros lugares como Valencia o Montpellier, las
corporaciones tenían un peso político local, porque tenían un papel destacado en la defensa
urbana siendo la base para la organización de milicias locales. Mientras tanto, en el caso de la
corona de Castilla, cuyo estado central fue uno de los más efectivos de todo el Occidente, la
defensa local descansó en los grupos con mayor desarrollo económico, componentes de la
caballería villana de base agropecuaria. La excepción, como ya hemos dicho, estaba en las
localidades del norte, villas donde la principal actividad económica era la pesca, donde
además, las cofradías de pescadores y de navieros tuvieron una gran importancia en el ámbito
militar siendo ellos el cuerpo de la armada real. Además de que en el norte el poder central
era más difuso como ocurría en Galicia o en el País Vasco108. Por tanto, en el mundo
medieval, el protagonismo político dependía del poder militar y económico del grupo en
cuestión.
Con el tiempo estas cofradías pasaron de ser plataformas de sectores laborales del
común de las villas, a convertirse en instrumentos de los grupos intermedios, es decir, de los
miembros más acomodados del común que buscaban poder integrarse en las oligarquías
urbanas. A ello hay que sumarle las intentonas de los concejos por anular la capacidad de
acción de las cofradías mediante ordenanzas, siendo un punto álgido de este enfrentamiento a
finales del siglo XV.
Desarrollando más la actividad de las cofradías de la zona norte del reino, la mayoría
formadas por pescadores, observamos como en el momento en que los pecheros fueron

108
​Ibidem, pág. 97.
33
excluídos de los concejos las cofradías de gentes de la mar toman importancia como altavoz
de las reivindicaciones del común, en especial entre los años 20 y 90 del siglo XV. La acción
colectiva contra los abusos de los linajes despertó un sentimiento fuerte de identidad del
común, siendo capaces estas cofradías, -integradas en su mayor parte por miembros del
común- de organizar una defensa colectiva para asegurar la protección de sus miembros y
poder incluso negociar con las autoridades109. En el norte la mayor parte de los pecheros se
dedicaban a la pesca por lo que es compresible el gran peso que tenían dichas cofradías de las
gentes del mar, las cuales empiezan a aparecer en el siglo XIV, como la de Laredo que surge
en el año 1306. Sus funciones iban desde la organizaban la vida cotidiana de sus miembros y
el mantenimiento reuniones frecuentes, hasta a canalización de las quejas del común,
intentando alcanzar el poder concejil o al menos hacer de contrapeso a éste, defendiendo que
«representaban la defensa de los valores de la república e comunidad de las villas110». Por
ejemplo en Santander el común reivindicaba que la Cofradía de San Martín de pescadores
estuviera representada en el concejo, la cual entre otras muchas acciones, denunció al rey en
1451 los fraudes del concejo de su localidad. Será curioso como en muchos casos la corona
castellana va a apoyar a estas cofradías, lo cual contrasta con la política llevada a cabo por los
monarcas ingleses, franceses y en los Países Bajos, donde el poder monárquico trato de
disminuir la participación política de los cofrades.
Otro ejemplo lo encontramos en San Sebastián donde a finales de la Edad Media
habrá conflictos entre los cargos del concejo y las tres cofradías de oficio -ligadas a las
actividades de la mar- por la potestad política y económica, además de que estas cofradías van
a defender los intereses del común en un plano más genérico. Las autoridades urbanas para
atacar y limitar a las cofradías, regularon todo tipo de actuación que fuera en contra de sus
intereses, como prohibir la formación de ligas y regular las actividades económicas por medio
de ordenanzas concejiles. Por tanto, arrebató muchas competencias a las cofradías, limitando
así el control y poder de éstas111. Pese a ello, no podrán imponerse totalmente a ellas, ya que
la principal fuerza de las cofradías en estos casos va a radicar en su capacidad de
convocatoria.

109
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 246.
110
​Ibidem, pág. 247.
111
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​La identidad urbana y la historia...​, pág. 333.
34
Fuera del área cantábrica, otro caso destacado de cofradías será el caso de las de
tejedores en aquellas ciudades castellanas donde dicha actividad estaba más y mejor
desarrollada. El caso mejor documentado es el de Palencia donde durante el siglo XV el
gremio de tejedores va a ser capaz de organizar una resistencia contra las normativas de
reforma de producción textil que estaban destinadas a beneficiar al capital. Dicho gremio pasó
a la movilización incluyendo ésta episodios de ​alborotos​. En 1487, éstos tejedores tomaron la
ciudad y destruyeron algunos talleres de paños lo cual quedó registrado de la siguiente
manera: «Diz que se avian ayuntado los dichos tejedores e picoteros que eran mas de
quatrocientos ombres e andando por la cibdad con pendon muy alto tendido defendiendo las
dichas ordenanzas muy injustas por fuerzas de armas e alanzadas contra los dichos sus
partes...que cortarian las cabezas a quien quiera que lo contrario feziese sin su consentimiento
112
». Finalmente en 1521 Carlos I acabaría poniendo fin al conflicto entre gremios y libre
mercados inclinándose del lado de los mercaderes empresarios.
En definitiva, las corporaciones de oficio y sobretodo las cofradías, según García
Fernández, se establecen como una institución intermedia entre las familias que habitan en las
ciudades, las autoridades concejiles o las de la administración Real y los responsables de la
religiosidad local. Señalando además el autor, que pese a las vertientes políticas y
reivindicativas de las cofradías en determinados escenarios , éstas, debidos a sus mecanismos
solidarios entre los miembros, cumplen más un papel como células de encuadramiento social
que como células surgidas contra el orden establecido113.
*****
Dejando ahora a los gremios y cofradías a un lado, uno de los motivos en los que se
apoyó Alfonso XI para justificar su reforma municipal -instauración del Regimiento- fue que
en las asambleas de vecinos o concejos abiertos se producían muchos disturbios. Sin embargo
tras dicha instauración, en muchos lugares estas reuniones del común se siguieron
produciendo, allí se hablaban de asuntos referentes a la comunidad o incluso se elegían
representantes para que llevaran la opinión del colectivo y de las collaciones al concejo o
donde fuera necesario. Esto ocurrió en «la reunión que en 1398 celebran los hombres buenos
pecheros de la ciudad de Segovia y sus arrabales, reunidos “según la costumbre” en la iglesia

112
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 283.
113
​GARCÍA FERNÁNDEZ, Ernesto, «Las cofradías de oficios en el País Vasco durante la Edad
Media (1350-1550)», ​Studia historica. Historia medieval,​ nº 15 (1997), pp. 11-40.
35
de San Bartolomé, con el fin de elegir procurador que defienda sus intereses en el conflicto
que les enfrenta con el concejo y los “privilegiados” con motivo del pago del pedido114».
Sin embargo, es cierto que desde el siglo XIII, las asambleas de vecinos, habían ido
quedando en las ciudades como único reducto político o vía de actuación de los que eran
simples vecinos, mientras que los caballeros y miembros de las élites se habían apropiado
progresivamente de los concejos y sus oficios, dentro de una generalizada recomposición
oligárquica. Estos habían hecho del gobierno de las ciudades una organización de naturaleza
jerárquica, corporativa y piramidal, lo cual estaba sumamente en contradicción con las
asambleas. Por tanto a medida que avanzaba este proceso composición oligárquica, los
concejos abiertos comenzaron a tener unas atribuciones electorales más ficticias o
manipuladas115. El cambio en el siglo XV respecto a las asambleas de las collaciones, es que a
pesar de que estas no van a tener funciones políticas en cuanto a gobernabilidad de la ciudad,
los pecheros las van a usar para canalizar sus demandas contra los ayuntamientos y sus
regidores. Será más útil para ellos usar estas plataformas genuinamente articuladas por ellos,
que adentrarse y plantear oposición desde puestos directos de gobierno y gestión pública.
Aunque no hay que olvidar que va a ser progresiva su desaparición y que si persistió este
concejo general o abierto de vecinos fue debido a que «...la realidad histórica es más
sugestiva y flexible que la legalidad116». Además, su funcionalidad y fisonomía va a cambiar
respecto a lo que fue en los siglos XII y XIII, años de crecimiento urbano en los que se
redactaron los fueros municipales.
Posteriormente, estos concejos abiertos quedaron en el imaginario colectivo del
común urbano como reminiscencia de un pasado esperanzador basado en la democracia
vecinal participativa, llegando esta memoria incluso hasta los comuneros de 1520 que
evocarán estas asambleas117. Prueba de su truncada desaparición, es que sobre los concejos
abiertos varias cortes del siglo XV legislaron, mostrandose contra ellos o como mucho los
toleraban aunque negando la capacidad de decisión de éstos. Dentro de esta dinámica de
pugna se producirían las coacciones y entradas violentas en los consistorios como
antecedentes de las luchas comuneras118.

114
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pág. 53.
115
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 39.
116
​Ibidem, pág. 59.
117
​Ibidem, pág. 58.
118
​Ibidem, pág. 59.
36
Otro asunto será el de los representantes del común que van a actuar dentro de las
instituciones concejiles, aunque bien es cierto que los concejos no van a aceptar fácilmente la
presencia de los procuradores del común, a quienes van a considerar verdaderos censores de
su actuación. A pesar de que con el tiempo muchos de éstos cargos van a desnaturalizarse y
alejarse de sus representados, no siempre fue así por lo que vamos a comentar en estas líneas
algunos de estos cargos así como sus atribuciones. Los más importantes eran los
procuradores y ​sexmeros​, oficios de representación ocupados por personas electas en
principio, cuya labor era defender los intereses de los pecheros, teniendo en cuenta que éstas
figuras aparecerán en algunos lugares solamente. En cuanto a su trabajo, éstos presentaban
quejas y elevaban propuestas a los regidores así como a las demás autoridades concejiles,
todo ello sin la expresa necesidad de tener que formar parte del concejo. En dicha cuestión a
día de hoy se sigue debatiendo sobre su efectividad estando presente las diferencias
regionales. También van a ser portavoces de los pecheros, aglutinando a otros grupos
sociales ocasionalmente, siendo muy probable que el repartimiento de pechos y el
seguimiento de su recaudación fueran el objetivo más inmediato de los procuradores del
común en las reuniones del concejo. Ciertamente en buena medida las presiones del común
para tener voz en tareas como la repartimiento de las cargas fiscales dió sus frutos, como en
las Ordenanzas de Cuenca de 1411 donde Don Fernando de Antequera concedía a los
sexmeros dicha labor119.
Una figura menos significativa en los concejos de la Meseta es la de los representantes
parroquiales urbanos o representantes de los vecinos de las collaciones: los jurados -jurados
parroquiales-. Antiguamente los jurados eran autoridades de justicia -en el centro y norte de la
corona durante los siglos XII y XIII-, ya en el siglo XIII sobre todo en la zona sur del reino
pasan a ser los representantes del vecindario urbano mediante el reconocimiento de Juan II.
Sin embargo, durante el siglo XV ésta figura va a tomar un carácter vitalicio así como van a
sufrir un intervencionismo exterior en los nombramientos, que va a perjudicar la esencia de la
representatividad. Vamos, que van a acusar los jurados los mismos desvíos e inmoralidades
que degradaban el oficio de regidor, llegando a tal punto esta desviación que durante el siglo
XVI en ciudades como Toledo, Murcia o Sevilla el cargo de jurado no podía ostentarlo un
pechero120. Sin embargo, la implantación de estos representantes pecheros, como los

119
​Ibidem, pp. 63-65.
120
​Ibidem, pp. 60-61.
37
mencionados procuradores o los personeros en Andalucía121, se consiguió que fuera
generalizada durante el reinado de los reyes católicos, lo que significó pese a todo un éxito de
los pecheros.
En definitiva, pese a las imposiciones del Regimiento, los pecheros durante los siglos
XIII, XIV y XV, desarrollaron unas organizaciones propias con un sentido reivindicativo y
carácter horizontal, así como representantes oficiales del colectivo.

IX. Acciones políticas y sociales del común castellano

Debido a que el común se va a resistir a aceptar su marginación de las tareas del


gobierno local, se va a producir una resistencia organizada y más o menos generalizada en
todo el reino castellano. Dicha resistencia va a seguir dos vías dependiendo de diversos
factores que van a producirse en las ciudades y villas. Por una parte, se van a mantener
reuniones periódicas por parte del colectivo pechero dentro de una estrategia moderada y
legalista, mientras que en otras ocasiones va a imponerse una vía más o menos violenta ante
ciertas acciones que afectan a los pecheros negativamente.
Es durante la segunda mitad del siglo XV el periodo donde en términos generales se
puede hablar de la derrota del común al haber sidos apartados definitivamente del gobierno
local. Es cierto que algunos integrantes del común siempre van a poder optar -si se ganan la
confianza de quienes tienen capacidad de decidir-, a los puestos concejiles de segundo orden,
los cuales tendrán escasa relevancia en cuanto a la capacidad de decisión política122. Aunque
todo ello en algunas ciudades, hasta el reinado de Isabel y Fernando, que como ya hemos
dicho, será algo más generalizado. Es evidente que esto no le va a satisfacer al común, puesto
que sus aspiraciones van más allá, buscará recuperar lo perdido, es decir, participar de forma
activa en las decisiones de gobierno, en especial las que sean asunto de interés para la
colectividad y/o para ellos mismos. Para ejemplificar esta derrota pechera que supuso el

121
​Esta figura correspondía a los representantes de cada collación, siendo elegidos por los propios
vecinos. En Sevilla, Jaén y Jerez de la Frontera hay pruebas de los conflictos que podían estallar en los
procesos electorales por los personeros entre los propios vecinos y entre estos y los regidores, lo cual
denota la importancia del cargo. Más información: COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, Antonio,
«La Andalucía de las ciudades​»​, ​Anales de la Universidad de Alicante: Historia medieval​, nº 16
(2009-2010), pp. 125-126.
122
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pág. 55.
38
Regimiento, vamos a exponer a continuación algunos casos concretos como el de Segovia
donde según el ordenamiento real de 1345, la ciudad y su tierra colindante pasan a ser
administradas por 15 regidores, 5 de ellos serán miembros de un linaje, otros 5 del otro y los 5
restantes serán pecheros -tres de la ciudad propiamente dicha y dos de la tierra-. A partir de
este ordenamiento los pecheros segovianos van perdiendo posiciones progresivamente,
debido en buena medida a que la representatividad de sus regidores será cada vez menor, ya
que estos se van desligando de sus representados, a la par que se produce la
patrimonialización de los cargos123. Finalmente, esta derrota se consolida en 1433, cuando los
cargos concejiles del común pasan a ser ocupados ahora por miembros de segundo orden de
la clase dominante, lo cual se dicta así para evitar las disputas en el seno de los linajes124.
En 1427 ocurría un proceso similar en Guadalajara, es decir, otra derrota del común.
En este caso para evitar conflictos se habían llegado a acuerdos entre el común y el concejo,
dicho acuerdo en principio parecía haber sido favorable para el común, pero más bien resultó
ser una estrategia de los linajes, para a medio plazo para conseguir su cometido que no era
otro que el de monopolizar los concejos municipales, evitando así un conflicto125. Otro
ejemplo del mismo proceso lo encontramos en Burgos con el acuerdo de 1426 -impuesto por
el conde de Castro- que confirmaba el triunfo de la clase dominante sobre el común.
En dicho proceso van a ser muy relevantes los reglamentos internos que dichas
ciudades poseían con anterioridad, ya que por ejemplo en los núcleos urbanos del Alto
Guadalquivir, que en su mayor parte fueron poblados con un fuero más liberal -el ​Fuero de
Cuenca-​ , los concejos eran más participativos, e incluso las asambleas vecinales eran las
encargadas de resolver asuntos de interés para el común de la población. Por otra parte, las
ciudades por ejemplo del Medio y Bajo Guadalquivir habían sido pobladas con el ​Fuero de
Toledo,​ éste más restrictivo de la participación vecinal en la asamblea concejil, allí por tanto,
sería menos costosa la implantación del Regimiento126. Tras estos hechos y hasta 1520,
«...dado que las circunstancias-marco son las mismas en todas partes, las acciones y
reivindicaciones de una y otra ciudad coinciden bastante en la forma, el contenido y el
tiempos127».

123
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 161.
124
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pp. 55-56.
125
​Ibidem, pág. 56.
126
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «​Movimientos sociales en Andalucía...,​ pág. 17.
127
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 170.
39
*****
Los que quedaron fuera de la vida política local se opusieron desde los primeros
momentos a este sistema, así los artesanos vitorianos ya en 1423 potenciaron la elaboración
de unas ordenanzas bajo los principios de sus propuestas políticas. Estos querían la defensa de
la justicia pública, manteniendo siempre el orden público que era fundamental para sus
negocios, además de buscar un conjunto de reclamaciones fiscales. Y por supuesto algo clave
era conseguir una mayor presencia en la vida pública y en la toma de decisiones. Vemos por
tanto, como estos artesanos vitorianos no pretendían tumbar el sistema de gobierno de los
banderizos, no presentaban posturas radicalizadas, en tanto que no consideraban abordar estas
injusticias desde la la raíz. Lo que sí parece claro es la fuerte capacidad de influencia que
poseían para haber podido elaborar dichas ordenanzas128. Aunque respecto al regimiento no se
opusieron sólo sectores pecheros, puesto que habrá, como ya se ha deslizado, enfrentamientos
entre el estamento de los caballeros, escuderos e hidalgos y la minoría patricia -los regidores-.
En dichas situaciones no será extraño que estos señores se alíen o utilicen a los pecheros para
ser más fuertes, siendo las alianzas un elemento constitutivo de la política medieval.
Volviendo al común de las ciudades, cuando éste consideraba que o bien tenía fuerza
para ello o que era inadmisible el «​sesgo129» dominante del gobierno, actuaba contra el
concejo. Las movilizaciones de la comunidad van a ser utilizadas, mediante el liderazgo, por
la ya comentada élite del común para beneficiarse, aunque a ello se suma que en muchos
casos la clase dominante va a ser vista por esta élite como diferente e incluso opuesta a ellos
mismos. Las luchas intraurbanas del siglo XV van a ser la consecuencia de la actividad del
grupo destacado del común con motivo de poseer un lugar en los recursos del poder. Dicho
grupo se beneficia por tanto de las movilizaciones derivadas de la agitación política de la
segunda mitad del siglo XV. Va a ser esencial la inteligencia en muchos momentos de esta
élite del común que va a saber aprovechar las oportunidades que le son dadas para avanzar en
sus objetivos, como la que se produjo en torno a 1497, momento en el que en varias ciudades
aparecen tensiones130.
Una herramienta reivindicativa de las más eficaces usada por el común para hacer de
contrapeso a la situación impuesta por los poderosos, será la ocupación del espacio público

128
​DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...,​ pp. 71-72.
129
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 170.
130
VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 175.
40
con la consiguiente amenaza de quiebra de la paz social. De este modo indica Oliva Herrer
que «las movilizaciones populares en las ciudades castellanas de fines de la Edad Media
poseían una dimensión espacial característica. Congregándose en torno a los centros del poder
o apropiándose simbólicamente de la ciudad, los populares transformaban el marco físico de
la ciudad convirtiéndolo en un lugar de protesta y reivindicación, al tiempo que reclamaban
su pertenencia, manifestando constituir el cuerpo de la comunidad política131». Aunque la
herramienta más desarrollada y frecuente será el conjunto de quejas y apelaciones dirigidas
normalmente al poder central. Otros elementos, dentro de este conjunto de acciones, usados
de forma eficaz serán las diferentes campañas de difamación contra el honor de las
autoridades locales, las cuales aparecen en las fuentes como rumor o clamor132. En cuanto a
los motivos de dichas movilizaciones, además de los provocados por el propio sistema de
gobierno, habrá otros como el móvil que causa los levantamientos masivos que entre 1462 y
1463 se produjeron en Jerez y Sevilla, siendo dicho móvil los problemas de abastecimiento133.
En tal sentido los pecheros defienden una seguridad de abastecimiento en los mercados,
demostrando así en los concejos una preocupación por lo público, mientras que los regidores
de los linajes se ponían de parte de los grandes productores y empresarios. También los
pecheros defendían una política urbanista pública contra la privatización del espacio y otras
muchas demandas como la de que los oficios públicos no fueran patrimonializados como
pretendían los regidores134.
En cuestión a los problemas fiscales -se agudizan a mediados del siglo XIV hasta el
final de la Edad Media- los pecheros y sus representantes van a tener un programa de política
fiscal, lo cual queda reflejado en los Libros de Acuerdos de Alba entre 1407 y 1460.
Principalmente, «Los pecheros fueron siempre vigilantes ante cualquier subida de impuestos,
gravámenes indebidos y sobrecargas tributarias que no estuviesen suficientemente
justificadas»135. Los pecheros también lucharon para que los procedimientos fuesen lo más
transparentes y evitar así que no sacasen del régimen de tributación a los personajes cercanos
a los caballeros como sus criados, apaniaguados y otros sirvientes y denunciaron
irregularidades y corruptelas en la tributación -donde destacaban las de los caballeros

131
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Juntar al pueblo: sobre...,​ pp. 10-11.
132
​ LIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pp. 269-270.
O
133
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «​Movimientos sociales en Andalucía...,​ pág. 24.
134
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 348.
135
​Ibidem, pág. 348.
41
regidores-. Es cierto que dentro del estamento pechero había intereses contrapuestos en
función del grado de riqueza y de la localización -pecheros de la villa/aldeanos-, pero las
contradicciones internas no anula la «...evidencia de que la fiscalidad como preocupación,
como política, como acción reivindicativa, formaba parte del ideario de los pecheros y sus
representantes136».
*****
El patriciado frente a las reivindicaciones del común y sus posturas organizativas más
radicales van a actuar mediante una política de concesiones políticas, como ocurrió con el ya
comentado caso de la Voz del Pueblo​. Además de descabezar las protestas, buscaban eliminar
las asambleas y con ellas el consiguiente radicalismo asambleario de las masas, aunque bien
es cierto que en determinados momentos, tuvieron las autoridades que aceptar estas
organizaciones para poder así controlarlas con el fin evitar posibles perturbaciones y
desórdenes. En tal sentido, posteriormente la monarquía pasará a respaldar a los jurados y
demás representantes frente a las asambleas de las collaciones, debido al temor que provoca
la potencialidad subversiva de los pecheros organizados en las collaciones. Con la aparición
de estos jurados como representantes del común, la asistencia a dichas reuniones disminuye,
produciéndose además con el tiempo una elitización de estos representantes. En el ejemplo de
la villa de Medina del Campo, «...en 1507 son los procuradores de cada una de las cuadrillas
de la Hermandad, que coinciden con destacados personajes locales, quienes se reúnen para
elegir a los procuradores del común, que han de llevar la voz de éste al concejo137».
Volviendo a las movilizaciones, el común en su movilización política, va a tratar de
presentarse legítimamente como el conjunto de la comunidad, aunque sí es cierto que éste
grupo de por sí suponía el grueso de la población urbana. Quizás cuando mayor espectro
social abarque las acciones políticas del común sea cuando se produzcan las alianzas
coyunturales entre pecheros y privilegiados como se documenta en Madrid, allí en el siglo
XV se producen conflictos entre el común y los regidores, los cuales se tienen que enfrentar
también a un sector de la clase privilegiada que se muestra agraviado por no tener
participación en el concejo138. Estos grupos fluctuantes fueron decisivos en los movimientos
y conquistas de los grupos populares, además el común supo atraerse el apoyo de otros

136
​Ibidem, pág. 349.
137
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...​, pág. 165.
138
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 43.
42
sectores sociales. De este modo, en San Vicente de la Barquera se produce una alianza entre
el común y sus sectores más adinerados con el sector de los pobres, debido a que los regidores
de esta localidad habían puesto una derrama de 100.000 maravedíes sobre las personas más
necesitadas, derrama que no podían afrontar. En este caso, como en muchos otros, los
impuestos se iban a convertir en un arma política, puesto que los ricos mercaderes de la villa
como Juan de Cosío, Pedro Ruiz Román y Juan de Oreña denunciaron el 15 de octubre de
1495 dicha derrama en defensa de los pobres, aprovechando esta situación para protestar
contra el sistema concejil en manos de los bandos, parçialidades y linajes139.
En definitiva la conducta política del común urbano titubeó entre «...expresiones
radicalizadas y un trabajo reivindicativo canalizado mediante la negación y las vías
legales140». Estos desbordamientos se atribuyen más a las iniciativas de las capas más
populares en los momentos críticos -normalmente las fiestas también podían ser un escenario
proclive para este tipo de movilizaciones tanto en el campo como en la ciudad-, aunque lo que
predominó fueron las posturas moderadas en gran parte proyectadas por los medianos. Todo
ello contribuyó a que se produjeran determinadas conquistas institucionales en los concejos
que beneficiaron a cotas más amplias de la población urbana.

X. Violencia en la ciudad castellana durante la Baja Edad


Media

No sorprende a estas alturas el hecho de que la Edad Media haya pasado al imaginario
colectivo de nuestra sociedad como una época oscura y violenta, en mi caso, consideraba al
inicio de empezar este trabajo que la violencia sería una cuestión importante dentro de las
luchas sociales planteadas a finales de la Edad Media. Por ello, pretendía tratarla de forma
destacada pensando que la violencia sería una práctica muy recurrente dentro del repertorio
de lucha política de las clases populares. Sin embargo, la información encontrada ha sido bien
distinta a mis concepciones iniciales tal como se expondrá en este apartado, en el cual nos
vamos a centrar en la violencia. Primeramente cabe destacar, que no vamos a tratar dicho
fenómeno de forma general sino enmarcada dentro de los cánones que planteó Charles Tilly,

139
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 250.
140
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pág. 43.
43
notable figura de la sociología histórica, en su definición de la violencia colectiva. Para ello
esta violencia debe infligir daños físicos inmediatos a personas y/u objetos, en ella deben
participar por lo menos dos autores de los daños y entre ellos debe existir una cierta
coordinación en la realización de dicha violencia. Continúa el autor, «la violencia colectiva
se parece al tiempo atmosférico: complicada, cambiante e impredecible en ciertos aspectos,
pero consecuencia de causas similares combinadas de formas distintas en diferentes tiempos y
lugares141». Dentro de la violencia medieval que es la que nos ocupa, Cecilia Devia clasifica
de la siguiente forma: habla de la violencia entre los propios señores -ya sean laicos o
eclesiásticos-, la violencia de los señores contra la comunidad o contra parte de ella; la
violencia de la comunidad contra los señores, ya sea en individual o en conjunto y la
violencia de miembros de la comunidad entre sí. Cabiendo destacar además, que cuando se
levantan los oprimidos contra los señores, éstos últimos tienden a defenderse mediante la
solidaridad de grupo142.
En lo relativo a la violencia entre la propia clase dominante, un fenómeno que
provocará importantes niveles de conflictividad social en la Baja Edad Media será el de los
bandos, entendidos éstos como facciones que actuarán en la vida política por el control del
poder. Los bandos que «...sirvieron para canalizar la conflictividad interna del grupo patricio
urbano143», son una buena muestra de la defensa de otro orden político diferente al ideario
monárquico, es decir de la defensa de lo privado frente a lo público. Tradicionalmente se ha
achacado este fenómeno al propio carácter competitivo de la clase dominante, aunque
actualmente autores como José Ramón Díaz de Durana ha visto en él, un reflejo del
fortalecimiento de la nobleza dentro de la pugna política más generalizada entre nobleza y
monarquía144.
Quienes van a protagonizar la violencia política bajo el estandarte de los bandos, en la
zona norte peninsular, van a ser habitualmente «...los acotados, los perseguidos por la justicia,
protegidos en las torres de los Parientes Mayores, pero también aquellos que mantienen
alianzas con los cabeza de linaje: sus atreguados y clientes145». Las villas cántabras van a vivir

141
​TILLY, Charles, ​Violencia colectiva​, Barcelona, 2007, pág. 4.
142
DEVIA, Cecilia, ​La violencia en la Edad Media: la rebelión “irmandiña”,​ Vigo, 2009, pág. 67.
143
​CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo, «​Conflictivad social en los reinos hispánicos...​, pág. 43.
144
​Ibidem, pág. 43.
145
​DÍAZ DE DURANA, J. Ramón y FERNÁNDEZ DE LARREA Y ROJAS, J. Andoni, «​Acceso al
poder y discurso...,​ pág. 68.
44
intensamente estos sucesos, en Laredo a finales del siglo XIV se produjeron altercados entre
los Obra-Pelegrines y los Villota, estos se desencadenan tras la muerte del cabeza de familia
Juan Fernández de la Obra, momento en el que los Villota aprovecharon la debilidad de este
linaje para monopolizar el concejo, siendo el resultado un enfrentamiento armado en el que
murieron varios vecinos146.
*****
La violencia colectiva por otra parte, nos indica en muchas ocasiones la existencia de
conflictos sociales, éstos son aquellos que nos van a reflejar las contradicciones
fundamentales de la sociedad, por ejemplo en Castilla durante la Baja Edad Media, se van a
producir conflictos entre señores y campesinos en el mundo rural cuyas causas proceden de la
institución del ​señorío y sus manifestaciones. En el mundo urbano, que se había desarrollado
notablemente en el periodo anterior, se va producir conflictos también entre las oligarquías
urbanas y las masas populares. Al igual que la coexistencia de grupos de población distinta va
a producir conflictos como las persecuciones judías, aunque en cierto sentido éstas van a
enmascarar un trasfondo social. Si bien es cierto que la expansión económica de los siglos XI,
XII y XIII va a amortiguar en gran medida los conflictos sociales, en el siglo XIV, siguiendo
un esquema de investigación marxista o ​materialismo histórico -​ lo cual era habitual en la
historiografía de los años 70-, al calor de la crisis se van agudizan las contradicciones de
clase. Las revueltas, lo cual será común en todo el occidente suponen por tanto una
radicalización de las posiciones, según la historiografía clásica147. En Castilla algunos de los
conflictos sociales más destacados son las revueltas antiseñoriales, el desarrollo de las
hermandades y su defensa de los intereses concejiles, las luchas de los banderizos en el norte,
la revuelta irmandiña, la explosión antijudía de 1391 y los furores anti-conversos del siglo
XV.
Siguiendo con las ciudades, en dichos casos, además de ser mejor conocidos, se
generaba un contexto más favorable a que se produjeran reacciones conjuntas contra los
grandes, esto es debido a que hay una mayor concentración de población, a lo que que sumar
el hecho de que tenían la tradición de las luchas comunales del siglo XII148. En Segovia en
1312, debido al gran descontento popular por los abusos de ciertos caballeros, en concreto por

146
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 244.
147
​VALDEÓN BARUQUE, Julio, ​Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y
XV​, Madrid, 1975, pp. 5-8.
148
​Ibidem, pág. 66.
45
los atropellos del señor Pero Laso149, se produjeron situaciones de fuerte violencia -en tales
hechos se destaca la presencia masiva de las gentes de las aldeas cercanas a la capital- hasta el
punto de que se asaltaron cárceles150. En Soria a la altura de 1326 se produjo la matanza de
Garcilaso -vasallo de Alfonso XI- y de otros 22 infanzones e hidalgos, debiéndose quizás a
que determinados caballeros locales habían alentado con falsos bulos al común sobre estos
recién llegados, afirmando Julio Valdeón que «...el furor antinobiliario prendía con gran
facilidad en el pueblo menudo151». En 1331 la ciudad de Úbeda reaccionaba contra la
corrupción administrativa a que caballeros e hidalgos tenían sometido al concejo, la
comunidad de los vecinos capitaneada por Joan Martínez, Abarquero, Arquero o Avariro
-definido por la crónica del rey don Alfonso el Onceno como alborozador de pueblos-, no
sólo depusieron a las autoridades sino que expulsaron a todos los caballeros de la ciudad152.
El común va a tener razones más que suficientes para adoptar una actitud defensiva y
desconfiada frente a la triunfante oligarquía, hasta la revolución de las comunidades de 1520,
a los pecheros no le faltarán ocasiones para pasar a la acción153, excepcionalmente ofensiva,
con el fin de defender sus derechos y prerrogativas frente a los agravios, más o menos legales,
ejecutados por los poderosos154. En muchas de estas acciones, incluso en las más violentas,
van a participar también las mujeres pecheras, como en la rebelión de Segovia de 1464, donde
resultaron muertas dos mujeres que se encontraban suministrando armas a sus maridos
durante el suceso155. Es curioso también cómo en ocasiones aquellas poderosas
organizaciones pecheras, las cofradías, sirvieron para sosegar los ánimos en los altercados y
conflictos locales, principalmente en los producidos entre los bandos para hacerse con el
poder local156.

149
​CERDÁ Y RICO, Francisco, ​Crónica de Alfonso el Onceno de este nombre, de los reyes que
reynaron en Castilla y en León. Parte I,​ Madrid, 1787, pág. 76. En dicho documento se narra cómo
Pero Laso «...era muy sin Dios, et tomaba de lo ageno muy de buena miente, et sin razón daba en
muchos logares do non debia: et con estas maneras tomó mucho en Segovia et en su término​».
150
​VALDEÓN BARUQUE, Julio, ​Los conflictos sociales en el reino de Castilla​..., pág. 76.
151
​Ibidem, pág. 77.
152
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «​Movimientos sociales en Andalucía...,​ pág. 23.
153
​Se puede destacar también el caso de Palencia donde se producen enfrentamientos como el
levantamiento popular de 1421 contra la autoridad señorial del obispo que controlaba la ciudad. Más
información en: ESTEBAN RECIO, Asunción, «La conflictividad social en Palencia desde 1421 hasta
la guerra de las Comunidades», ​Hispania: Revista española de historia​, vol. 75, nº 250 (2015), pp.
467-504.
154
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Oligarquía versus...,​ pág. 57.
155
​BARROS GUIMERANS, Carlos,​ Mentalidad justiciera.​ .., pág. 210.
156
​GONZÁLEZ ARCE, J. Damián, ​Gremios y cofradías en los reinos​..., pág. 105.
46
Como ya sabemos, la imposición del regimiento provocó reacciones, en Santander a
principios del siglo XV dicho suceso produjo ​alvoroços, escándalos e males del pueblo e
común​, ya que el nuevo concejo dictó un reparto injusto de los impuestos. El rey Juan II ante
tal situación intervino a través de reformas electorales como la de 1431 que otorgaban
mayores cotas de representatividad al común, lo cual no impidió que las luchas por el control
del poder local continuaran hasta la reforma electoral de 1498157. Por el mismo motivo, el
cierre oligárquico del concejo, la cofradía de San Martín de Laredo liderada por los ​omes
buenos​, es decir, por la élite del común, pasaron a actuar contra el concejo estando los asuntos
económicos en la base de todas las protestas158. Además, otro motivo de malestar y revueltas
en las ciudades será el provocado por el avance señorial a costa del realengo, en tales casos
las protestas eran dirigidas por miembros de la oligarquía local que conseguían poner a su
favor el sentir popular tradicional como ocurrió en Andújar, cuando se negaron a aceptar el
señorío del Maestre de Calatrava, Luis de Guzmán en 1432159.
Uno de los principales focos de violencia en la Castilla bajomedieval fue el ocurrido
en zona gallega durante la revuelta social irmandiña -1467/1469-, dentro de un contexto de
inestabilidad política en el que el pueblo se encontraba especialmente afectado por las malas
condiciones de vida y los abusos de los poderosos. En tal sentido, la autora Cecilia Devia nos
habla de que el principal símbolo que definió la violencia contra los señores durante la
rebelión irmandiña fue la destrucción de las fortalezas, haciendo hincapié en que esta
violencia no fue caótica y espontánea, sino que estaba regida por los procedimientos
marcados por la Santa Irmandade160. En líneas generales, el conflicto está motivado por el
caos social que producían los señores al emplear una violencia arbitraria entre ellos y en
especial, contra la comunidad. Ante tal extrema situación, la comunidad decidió actuar
encarnada bajo el estandarte de la Santa Irmandade, todo ello con el objetivo de restablecer el
orden a través de una violencia antiseñorial controlada161. El final de la revuelta será la
victoria de los señores que se unen consiguiendo así una gran superioridad militar, lo cual fue
posible debido a unos mecanismos basados en la solidaridad de grupo lo que supuso que la

157
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pp. 245-246.
158
​Ibidem, pág. 250.
159
​RODRÍGUEZ MOLINA, José, «​Movimientos sociales en Andalucía...,​ pág. 20.
160
​DEVIA, Cecilia, ​La violencia en la Edad Media​..., pág. 91.
161
​Ibidem, pág. 95.
47
comunidad y los irmandiños comenzará a agrietarse, sobre todo desertarán aquellos miembros
más acomodados por temor a perder sus privilegios162.
Dentro de este suceso vamos a centrarnos en Ourense donde encontramos un ejemplo
de injusticia detonante de una revuelta: «El primero de julio tiene lugar un incidente en la
calle de A Barreira, entre el común -oficiales artesanos- y los hombres del provisor. Alfonso
da Prova, sastre, en nombre del concejo -aunque no tenía este año ningún oficio él- pone una
querella a primera hora, dentro del palacio del obispo, contra el provisor, porque edificaba en
el lindero de dicha calle, elevando la fortificación del palacio. Al mediodía, como la obra
continuaba, los vecinos retiraron de ella los oficiales pedreros. Entonces, los del palacio
apedrearon las casas de los vecinos desde lo alto de la iglesia -rayaba con el palacio-,
gritando: fogo, fogo con os teejedores»163.
*****
En otro orden de cosas, la violencia en cuanto a quién la emplea, puede ser distinguida
existiendo en tal sentido un comportamiento antagónico entre caballeros y pecheros. Para esta
cuestión nos basamos en el trabajo regional de J. María Monsalvo sobre los pecheros
abulenses y salmantinos en el que tras revisar la documentación relativa actos violentos o
alborotos -enmarcada entre los siglos XIV y XV-, ha contabilizado un centenar de casos de
convulsiones donde en solo dos hechos se produjeron algunas víctimas mortales. En concreto
fueron los de Salamanca durante el reinado de los Reyes Católicos -el cual va a estar
producido por las disputas de los bandos oligárquicos- y el de Ciudad Rodrigo al principio del
reinado de la dinastía Trastámara, mientras el resto de casos pertenecenerían a la violencia en
el ámbito rural. El caso de Salamanca es el mejor conocido, allí se produjeron «encontronazos
callejeros, agresiones entre jóvenes de los linajes o los criados, heridos en peleas, muchísimas
amenazas físicas, exhibición intimidatoria de los caballeros a través de sus “hombres
armados” y atmósfera urbana de “alborotos” en los que, al final, no solía llegarse hasta las
últimas consecuencias»164.
No sería pretencioso afirmar por tanto, que la violencia va a ser algo inherente a las
prácticas sociales de los caballeros, ya que éstos la usan de forma habitual, como forma de
ejercer su dominio sobre la población, lo cual no va a ocurrir así en el caso de los pecheros.

162
​Ibidem, pág. 93.
163
​BARROS GUIMERANS, Carlos,​ Mentalidad justiciera.​ .., pág. 47.
164
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 340.
48
Uno de los casos de violencia por parte de los pecheros fue el ya citado que ocurrió en Ciudad
Rodrigo entre 1440 y 1441. En tal ocasión el concejo se resistió a la concesión de un señorío
por parte de Juan II al caballero Fernán Nieto en unas tierras pertenecientes a la jurisdicción
de dicho concejo. Por ello se produjeron unos actos de rebeldía -derribo de las “horcas”- por
parte de los labradores de los lugares afectados que acudieron a Ciudad Rodrigo animados por
el propio concejo, aunque como se comprueba en dicha ocasión estas gentes, estos pecheros
no actuaron por iniciativa propia165.
No obstante, cuando se producía violencia protagonizada por el pueblo menudo, los
cronistas y otros comentaristas de la época, que por lo general van a estar alineados con los
intereses de los poderosos, van a cargar contra dichas acciones pretendiendo así
deslegitimarlas y vaciarlas de contenido político. Sobre lo dicho, tenemos el ejemplo de la
sublevación ocurrida en Alcaraz en el año 1458 donde se habla de los que tomaron parte
como ​malhechores y ​delincuentes​, cuyos hechos no habían sido otra cosa que locuras y
escándalos lo cuales había supuesto un menosprecio hacia Dios en primer término y hacía el
Rey y su justicia166. Sumado a ello, tras estudiar el periodo, ciertos sucesos producidos de
forma colérica y violenta pueden darnos la imagen de que las masas populares actuaban de
forma ciega e irracional, aunque es necesario evitar juicios tendentes al clasismo -al más puro
estilo de Ortega y Gasset en su obra ​La Rebelión de las masas167- que buscan eliminar toda
lógica de las actuaciones políticas del grueso social llegándolo a calificar de manera
despectiva en tal sentido como muchedumbre o populacho por ejemplo. Por ello, en lo que
respecta a las acciones violentas de los pecheros medievales, «...la apariencia engaña y la
violencia suele tener sentido. El lenguaje de los hechos violentos era a menudo un lenguaje
bien ordenado y hasta sotisficado168», cuya finalidad principalmente era que dicho lenguaje
fuera entendido por las autoridades.
No debe caber duda de que las autoridades, osea, los concejos, los señores e incluso la
monarquía entendían este lenguaje y en muchos casos llegaron a asimilarlo. Es más, estos

165
​Ibidem, pág. 343.
166
​MACKAY, Angus y MCKENDRICK, Geraldine, «La semiología y los ritos de la violencia.
Sociedad y poder en la corona de Castilla», ​En la España medieval,​ nº 11 (1988), pág. 154.
167
​ORTEGA Y GASSET, José, ​La rebelión de las masas,​ Barcelona, 1998. Uno de los aspectos
relevantes de dicha obra el lamento por la irrupción de las mayorías sociales -formadas en gran parte
por los miembros de las clases populares- en el siglo XX frente a las minorías en ámbitos como el de
la política.
168
​MACKAY, Angus y MCKENDRICK, Geraldine, «​La semiología...​, pág. 154.
49
discursos establecidos mediante ritos de la violencia a pesar de que, en un primer momento
van a ser condenados por las autoridades, a largo plazo en algunos casos se aceptaron
oficialmente169. En otras palabras, aquello que era rechazado y despreciado con el tiempo fue
justificado e incluso ensalzado, teniendo como ejemplo tenemos lo ocurrido en la localidad de
Fuente Ovejuna durante la noche del 22 de septiembre de 1476, donde el pueblo realizó
verdaderas barbaridades y atropellos contra determinadas personas. Sorprendentemente estos
hechos se convirtieron en algo heroico y digno de admiración en el teatro del siglo XVII de la
mano del dramaturgo Lope de Vega170.
Por otra parte, las multitudes pretendían actuar de forma legítima, es decir, «los que
participaban en actos de violencia pensaban que, de alguna manera, actuaban como agentes
de la autoridad monárquica o de la autoridad municipal, teniendo el derecho de cumplir los
deberes del rey o de los oficiales urbanos. La violencia era una forma de justicia que se
empleaba cuando el ejercicio de la autoridad oficial era defectuoso»171. Prueba de ello es que
cuando esta violencia triunfaba va a ser celebrado, por lo que se carecía de sentimientos de
culpabilidad, siguiendo con el caso de Fuente Ovejuna, cuando el Comendador Mayor Fernán
Gómez fue asesinado, este acto fue celebrado en la plaza estando el cuerpo presente, el cual
fue víctima de «crueldades y escarnios»172. Como ya hemos visto, en muchos casos en estas
situaciones surgían explícitos apoyos al rey mediante los gritos por ejemplo de ​¡Vivan los
reyes don Fernando y doña Isabel! ¡Mueran los traidores y malos cristianos!173, que se
proclamaron en Fuente Obejuna, o ​¡Viva el rey don Carlos y mueran malos consejeros! que

169
​Ibidem, pág. 155.
170
​LOPE DE VEGA, Felix, ​Fuente Ovejuna,​ Barcelona, 2016. En dicha obra, publicada por primera
vez en 1619, ha supuesto que las escenas sucedidas en este pueblo cordobés, en concreto el asesinato
del Comendador Mayor de Calatrava por sus abusos, se hayan hecho todo un símbolo de la reacción
popular ante la opresión y tiranía.
171
​MACKAY, Angus y MCKENDRICK, Geraldine, «​La semiología...​, pág. 156.
172
​Ibidem, pág. 156.
173
​Más información sobre estos sucesos en: CABRERA, Emilio y MORO, Andrés, ​Fuenteovejuna. La
violencia antiseñorial en el siglo XV​, Barcelona, 1991. En esta localidad se produce una sublevación
popular que acaba con la vida del comendador, el cual es asesinado como un traidor en plena guerra de
sucesión castellana (1475-1479), conflicto originado por las pretensiones al trono entre Juana de
Trastámara e Isabel de Castilla. Además el conflicto adquiere cierta tendencia internacional al
intervenir Portugal -debido a que Juana estaba casada con el rey Alfonso V de Portugal-, Aragón
-Isabel fue enlazada en matrimonio con Fernando de Aragón- y Francia -temerosa de una unión entre
la corona aragonesa y castellana-. Por tanto, con estas expresiones los sublevados muestran su apoyo
al bando isabelino.
50
gritaron los comuneros174. Por tanto todo ello demuestra, que los rebeldes buscaban actuar de
forma legítima o al menos justificada, aunque nos pueda parecer ingenuo.
Lo relevante es que los ritos de la justicia oficial -monopolizadora de la violencia
legítima- y los ritos de violencia a menudo van a tender a asemejarse, ya que la violencia
popular en los casos reivindicativos va a imitar a la violencia oficial, puesto que como ya
hemos comentado los protagonistas se consideraban legítimos en sus actuaciones. Además, en
la mentalidad medieval, una violencia ejercida de forma pública y abierta, va a suponer un
ejercicio de honestidad y legalidad, mientras que lo contrario, el asesinato secreto y la
ocultación del cadáver, significaba criminalidad y un propósito depravado175.
En cuanto a otros significados dentro del discurso anteriormente comentado,
destacamos por ejemplo, el hecho de cuando un cadáver era colgado por los pies significaba
que el reo no era un simple criminal, sino alguien de carácter satánico cuyos crímenes
contranaturales y perversos amenazaban los fundamentos de la estructura social y hasta el
orden cósmico176. Sin embargo, el profesor Oliva Herrer nos muestra como en el contexto de
la Guerra de las Comunidades los sublevados realizaron dos ajusticiamientos, concretamente
en Segovia y Burgos, mediante el arrastramiento y el ahorcamiento invertido siguiendo así lo
decretado en la legislación regia para los casos de traición177. También podemos mencionar el
significado de cuando se producía la mutilación de los cuerpos de forma pública durante
algunos días tras el fallecimiento, lo cual era algo así como un rito adicional de purificación.
E incluso, cuando el reo que debía sufrir los ritos de la violencia lograba escaparse,
públicamente los castigos los recibía una representación física del culpable178.
Por último, cabe mencionar más la Guerra de las Comunidades o Revuelta Comunera,
a caballo entre los años finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, como
último gran ciclo violento en Castilla con carácter social y político que entronca y es
precedida por todo lo elaborado en este trabajo. Este escenario, que desarrollaremos con algo
más de detenimiento en el apartado siguiente, supuso una eclosión violenta en un momento de
inestabilidad política con la ascensión al trono del nuevo monarca castellano, Carlos I, el cual

174
​MACKAY, Angus y MCKENDRICK, Geraldine, «​La semiología...​, pág. 156.
175
​Ibidem, pág. 159.
176
​Ibidem, pág. 159.
177
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «La violencia popular durante la revuelta de las Comunidades de
Castilla:semiología, lenguaje y producción identitaria», ​en BOURQUIN, Laurent (ed.), ​La violence
dans la révolte,​ Rennes, 2018,​ pág. 37.
178
​MACKAY, Angus y MCKENDRICK, Geraldine, «​La semiología...​, pág. 163.
51
era prácticamente extranjero. Esto causó grandes recelos y descontentos puesto que
gobernaría un territorio por el que no sentía el más mínimo “amor”. En consecuencia, una
serie de sublevaciones urbanas por parte del pueblo ​se coordinaron e institucionalizaron frente
a un monarca apoyado por la alta nobleza que consiguió derrotar en un año a los sublevados.
En este momento es preciso recordar al célebre estudioso de la Revolución Francesa Georges
Lefebvre -en un intento de paralelismo- cuando apuntaba en su obra que en el miedo social
condujo a las masas campesinas a ponerse en acción: ​«​A lo largo de la revolución, el miedo
es inseparable de la esperanza. Pero este miedo no es cobardía: provoca una reacción
defensiva que precede incluso al peligro...179».

XI. Logros y resultados de las movilizaciones pecheras

Para comenzar con este último apartado sería preciso reflexionar sobre las
aspiraciones de los pecheros frente al regimiento, es decir, si los pecheros buscaban sustituir
el orden existente que causaba los agravios contra ellos o si por el contrario sólo pretendían
que dichos agravios cesarán sin que ello conllevara la transformación del sistema político y
social. Aunque es una cuestión que no puede ser respondida de forma concluyente mediante
las fuentes, José María Monsalvo afirma que los pecheros generalmente, «...aceptaban la
división estamental, pero detestaban la prepotencia y arrogancia de los “poderosos” caballeros
patricios180». Esto es debido a que la premisa básica de la inferioridad jurídica era asumida,
partiendo de ahí su conciencia de identidad pechera. Lo que van a plantear ante el
Regimiento, especialmente durante la segunda parte del siglo XIV, será limitar sus
competencias, no sustituirlo. Un ejemplo puede ser la reivindicación de que los vecinos sin
cargos concejiles también pudieran asistir a las reuniones y participar en la toma de
decisiones, lo cual llegó a dar lugar a conflictos como el de Guadalajara en el año 1497181.
Además los pecheros abulenses y salmantinos por ejemplo van a evitar el uso de la fuerza, ya
que comprobaron que sus intereses estaban a salvo -de los ataques de los poderosos- siempre
y cuando la ley y el orden funcionaran. Por tanto, esto denota una confianza en el sistema
judicial existente, siendo dicha idea defendida especialmente por los procuradores y sexmeros

179
​LEFEBVRE, Georges, ​La revolución francesa y el imperio. 1787-1815,​ Madrid, 2003, pág. 32.
180
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 339.
181
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...,​ pp. 58-59.
52
así como otros representantes del estamento. Incluso en algunos casos ofrecieron a la justicia
el apoyo integral del estamento. El problema surge cuando dicha ley resulta pasiva antes los
ataques que los pecheros recibían, produciéndose en tal caso una decepción que se atestigua
en el frecuente uso de la expresión ​mengua de la justicia182. Por ejemplo los pecheros de la
villa de Aranda del Duero reclamaban a la corona en 1480 que mandasen a un alcalde, debido
a la ​mengua de justicia que padecían, visión nada compartida por los alcaldes, regidores,
caballeros y demás componentes de los linajes de la villa183. Por otra parte también había una
confianza inicial en los representantes de la autoridad regia, «la actuación de los corregidores
si era firme, fue bienvenida por los pecheros y sus representantes, ya que era la forma de
combatir la coerción privada de los poderosos184».
Centrándonos ya en los logros y resultados de las movilizaciones pecheras, vamos a
seguir la argumentación de H. Rafael. Oliva, según él, hay tres momentos concretos durante
la Baja Edad Media donde el común consigue logros para su estamento gracias a un intenso y
continuado activismo político. El primer momento sería la guerra civil castellana de mediados
del siglo XV, el segundo momento es durante el reinado de los Reyes Católicos, considerado
como el momento de la consolidación institucional del común urbano, y el tercero será la
Guerra de las Comunidades185. Con anterioridad, a mediados del siglo XIV, como ya hemos
comentado, se produce la victoria de la dinastía trastámara, que va a tener un significado
eminentemente conservador, ya que va a beneficiar a los grupos sociales dominantes,
habiendo incluso quienes ven este conflicto como una reacción nobiliaria186.
Durante la Guerra Civil castellana que se extendió del año 1465 al 1468 entre el rey
Enrique IV y una coalición nobiliaria unida bajo el liderazgo del príncipe Alfonso -hermano
de Isabel-, «el común urbano irrumpe en la esfera pública en algunas ciudades, en apoyo del
monarca y en contra de las élites de esas ciudades que se habían alineado con el bando
nobiliario187», sobre todo en las ciudades de Toledo, Valladolid y Burgos. La guerra concluyó
con la muerte del infante Alfonso de forma prematura, recuperando de esta forma Enrique IV

182
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 345.
183
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «Cambios políticos e institucionales en Aranda del Duero desde
el acceso al trono de los Reyes Católicos hasta la revuelta comunera», ​Edad Media: revista de
historia​, nº 9 (2008), pág. 303.
184
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​Ideario sociopolítico y valores...​, pág. 346.
185
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 287.
186
​VALDEÓN BARUQUE, Julio, ​Los conflictos sociales en el reino de Castilla​..., pág. 96.
187
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pp. 287-288.
53
el poder. Posteriormente con la muerte de Enrique estallará la Guerra de Sucesión
-1475/1479- motivada por la lucha entre Juana, hija del rey, e Isabel, hermana de Alfonso, por
hacerse con el trono, siendo el resultado el triunfo y reinado de Isabel de Castilla y su esposo
Fernando de Aragón188. Dicho reinado coincidió con una coyuntura de crecimiento
económico en las ciudades castellanas lo cual conllevó repercusiones previsibles de ascenso y
movilidad en una sociedad abierta, si bien, en términos políticos e institucionales, se mantenía
su estructura jerarquizada y articulada en clave estamental189.
Con los Reyes Católicos se produce además, un periodo de fortalecimiento real en las
ciudades, donde además las élites urbanas consiguen aumentar su poder. Para conseguir los
nuevos reyes el apoyo en las ciudades se van a reconocer en muchos lugares a los
procuradores del común, como oficiales en los concejos, aunque siempre en una posición
subordinada. Políticamente, el común, va a ser considerado un sujeto pasivo, concepción que
va a intentar ser cambiada mayormente por las élites del común, pero con pobres resultados
190
. Por tanto, este reconocimiento, fue una forma por parte de los monarcas de reconocer el
papel del común dentro del sistema político, así como una forma de «...canalización de sus
pretensiones políticas, para garantizar la paz social191». Ejemplo de esta limitada
institucionalización de la participación son los ​Fueros Nuevos aplicados en los territorios
conquistados al reino de Granada donde se institucionaliza la presencia de dichos
procuradores. Además se va a intentar que haya presencia pechera también en los oficios
concejiles y en otros cargos concejiles de menor importancia192. Aunque también con estas
medidas lo que se está confirmando es la marginación de los pecheros como grupo en las
políticas locales, además de carecer ellos de privilegios de excepción fiscal de ningún tipo.
Por otra parte, para hacer posible el fortalecimiento real en las ciudades y municipios,
los Reyes Católicos hicieron valer su autoridad mediante el envío de delegados regios cuya
labor fue mejor acatada en aquellos municipios de realengo, mientras que en los concejos

188
​Más información sobre el acceso al trono de la reina Isabel I en: VALDEÓN BARUQUE, Julio
(ed.),​ Isabel la católica y la política​, Valladolid, 2001.
189
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «​Ambición política y discurso...​, pág. 82.
190
​POLO MARTÍN, Regina, ​El régimen municipal.​ .., pp. 469-470.
191
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 288.
192
​POLO MARTÍN, Regina, ​El régimen municipal.​ .., pp. 470-471.
54
bajo jurisdicción señorial el control fue más difuso193, según González Arce. Pero estas
reformas dirigidas por los nuevos monarcas abarcaron otros ámbitos, más allá de la política,
ya que intervinieron en materias económicas y sociales, así como religiosas y culturales. Una
muestra será «el interés por el fomento de la producción les hizo legislar sobre actividades
consideradas importantes para el desarrollo o el bien común. Emitieron ordenanzas generales
para la industria textil, la peletera o la cerera194».
Volviendo a los delegados reales, vamos a destacar la figura del corregidor,​ lo cual
será una novedad en cuanto a la organización de gobierno, los cuales eran nombrados
directamente por los monarcas, teniendo que ser ajenos a la localidad para así poder actuar de
forma imparcial195. Muchos de estos cargos eran vitalicios y a pesar de ser elegidos por el
rey, no sabemos bien si alguna determinada instancia de la sociedad política local tenía
reconocido derecho de proponer candidatos196. A parte, hablamos de novedad ya que aunque
esta figura no era nueva, con los Reyes católicos se generalizó, además de que muchos de los
enviados con anterioridad habían tenido fuertes resistencias que atomizaban y mermaban su
autoridad, sobre todo cuando chocaban con poderosos miembros de la nobleza. La vida de
estos delegados reales distó mucho de ser uniforme, puesto que en buena medida se alteró
para poderse así a adaptar a las diferentes estructuras políticas y particularidades de las
ciudades castellanas. Pese a todo y durante este reinado los corregidores siguieron
presentando serias limitaciones sobre todo a la hora de erigirse como poderes neutrales sobre
las facciones en que solían estar divididas las sociedades políticas locales197.
En definitiva ésta nueva posición política del común -institucionalizada- viene
acompañada por los intentos de dotarse de un espacio político propio, mediante el hecho de
poder celebrar asambleas sin necesidad de la presencia de regidores o tener recursos
económicos para costear sus actuaciones en los tribunales; lo cual les lleva a desarrollar una

193
​GONZÁLEZ ARCE, J. Damián, «Los municipios contra el centralismo monárquico. La oposición
concejil a los alcaldes mayores de las profesiones sanitarias en la Castilla del siglo XV»​, ​Studia
historica. Historia medieval​, nº32 (2014), pág. 216.
194
​Ibidem, pp. 216-217.
195
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «El papel de los corregidores en los conflictos políticos en las
ciudades castellanas a comienzos del siglo XVI», ​En la España medieval​, nº 27 (2004), pág. 196.
196
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «​Cambios políticos e institucionales en Aranda...​, pág. 311.
197
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «​El papel de los corregidores...,​ pág. 203.
55
actividad política cuya continuidad se puede seguir hasta los albores del conflicto de las
comunidades198.
*****
Respecto a las villas cántabras, el siglo XV significó una victoria de la élite urbana de
los negocios gracias a la actividad política del común y en concreto a las reivindicaciones de
las cofradías profesionales y a las protestas de la élite del común, lo cual será algo
excepcional respecto al resto de la corona castellana. Por ello en dicho siglo se llevaron a
cabo un buen número reformas concejiles, todo ello con el apoyo de los monarcas, que se
presenta como aliado con las clases medias altas. De esta forma, la monarquía pasa a ser la
institución garante del ​bien común en las villas del norte del Cantábrico, lo cual fortaleció
notablemente su poder199. Así, el 16 de julio de 1494, los reyes católicos reforman el sistema
de elección de cargos concejiles en la villa portuaria de San Vicente de la Barquera,
motivados por las protestas de Pedro Ruiz Román, «...quien como uno más del pueblo había
denunciado el desgobierno general de la villa ya que los cargos concejiles eran elegidos
únicamente por los linajes200», a los que califica de personas incultas y apasionadas que
gobernaban mal, además de que sus conflictos por el poder causaban todos los años muertes.
Él afirmaba que había vecinos ricos y preparados intelectualmente que a pesar de no estar
encuadrados en los linajes, gobernarían por el bien y provecho de la república. Otras villas
portuarias cántabras de Santander, Laredo y Castro Urdiales -como también del País Vasco y,
en menor medida de Asturias-, se produjeron reivindicaciones similares por parte del común.
Otro caso es el de Laredo, donde ya Enrique III había mediado para que los cargos en el
concejo estuviesen repartidos en similares proporciones entre los ​omes buenos del linaje de
Villota y los ​omes buenos del linaje de Obra-Pelegrín. La consecuencia fue la exclusión de
los omes buenos del común, siendo finalmente la reina Isabel la que lo modificó en 1497201.
Es notable también que los Reyes Católicos actuaran en favor de cofradías, como la de San
Vicente de la localidad de San Vicente de la Barquera, ordenando al concejo que dicha
cofradía estuviera representada en él.
Todo ello, junto a las cartas de protestas enviadas a los reyes en una gran número de
villas cántabras, hicieron que éstos a modo de respuesta reformaron el sistema electoral en

198
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 289.
199
​SOLÓRZANO TELECHEA, J. Ángel, «​Commo uno más del pueblo...,​ pág. 239.
200
​Ibidem, pág. 240.
201
​Ibidem, pág. 245.
56
varias villas como en San Vicente de la Barquera en 1494, en Laredo en 1497 o en Castro
Urdiales en 1517. Dicha reforma está basada en el ​modelo insaculatorio,​ que fue utilizado en
los centros urbanos de la corona de Aragón a partir de 1427, el cual se trataba de un
procedimiento electoral que permitía que más vecinos votarán y que nuevas familias
“económicamente pujantes” se incorporaran. Muchos linajes se opusieron como por ejemplo
Gonzalo Bravo, portavoz de los linajes de San Vicente de la Barquera, se quejaba
defendiendo el derecho de los linajes a gobernar la villa pues sí lo marcaba la tradición202.
Por tanto vemos una alianza de la monarquía con las clases medias, la primera
garantizando el bien común en el gobierno de los concejos y las clases medias apoyando la
centralización regia. Dicha alianza no se producirá sólo en las villas cántabras, aunque de
distinta forma hay numerosos casos como el de Aranda del Duero donde los pecheros
aceptaban -no así los linajes- el envío de delegados reales que en la práctica entrañaba una
pérdida de la capacidad de autogobierno del concejo, a cambio de que éstos frenaran los
abusos de los regidores de la élite urbana203.
Por todo lo comentado, a finales del reinado de los Reyes Católicos, -con la
institucionalización de la política del común y la apelación a la monarquía como vía para
hacer política- el común o la comunidad, puesto que en dicha fecha es más acertado
considerarla así, va a desarrollar una actividad política muy importante en muchas ciudades lo
cual estaba unido a que buena parte de la gente ordinaria se había politizado, siendo un pilar
la defensa de lo público204. Cabe destacar a la profesora Asenjo González que añade el
siguiente argumento, «Desde 1483 el despertar de la comunidad y de sus ambiciones políticas
se generalizaría, probablemente en respuesta a las innovaciones introducidas en las líneas
políticas de gobierno del reino, según el acuerdo y las directrices marcadas por las cortes de
Toledo de 1480205». En esta nueva situación, durante los años finales del siglo XV, la
comunidad adquiere además la significación política de Estado, donde «lo que unía a los
miembros de un mismo estado o estamento era precisamente el amparo jurídico institucional
que le daban sus fueros y privilegios mucho más que la afinidad profesional, de clase o de
condición206».

202
​Ibidem, pág. 253.
203
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «​Cambios políticos e institucionales en Aranda...,​ pág. 470.
204
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​¡Viva el rey...,​ pág. 347.
205
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «​Ambición política y discurso...,​ pág. 81.
206
​Ibidem, pág. 83.
57
*****
Ante tal situación, mediante el denominado despertar del común -según Asenjo
González no parece formar parte dentro de la continua lucha de los pecheros contra el
regimiento, sino que más bien se desprende de una nueva acción participativa y de la
colaboración en tareas de gobierno207, mientras que desde otras partes si se apunta a la
continuidad en la actividad política del común a lo largo del siglo XV-, no debe
sorprendernos la fuerza y las esperanzas de las élites pecheras durante los albores de 1520 con
su triunfo, lo que les llevó tomar protagonismo durante la coyuntura favorable que les ofreció
la revuelta de las comunidades donde por el contrario, su derrota fue inevitable208.
El conflicto de las comunidades -entre 1520 y 1522-, se encuentra registrado en lo que
se considera historiográficamente como Edad Moderna, a pesar de ello muestra diversos
rasgos de índole medievalizantes. Durante tal coyuntura, el común va a tomar partido con una
identidad política propia, como se observa en algunas ciudades, portando además un
programa de transformación del sistema político-social. Dicho programa daría lugar a un
nuevo modelo de organización política que va a estar definido mediante los términos del
lenguaje político de la época que podemos resumir en tres ideas: Las élites gobernantes son
parciales y están contaminadas por los intereses particulares, el gobierno vulnera la libertad
del común y por tanto el conjunto del cuerpo político es quien debe regir la comunidad urbana
209
. El común pretende en estos momentos erigirse como el representante de la totalidad de la
comunidad urbana, buscando así control efectivo de la vida en común210. Por tanto, el poder
oligárquico urbano, elemento antagonista del común urbano, a principios de la Edad
Moderna, continúa hegemónico, pero cuestionado e incluso contrarrestado por la Comunidad
que levantará orgullosa la cabeza en muchos lugares durante los episodios de 1520211.
En estos levantamientos la apelación al rey de los comuneros fue un hecho
generalizado, básicamente a modo de justificación, durante el levantamiento en Toledo
miembros de la comunidad, en tal sentido, gritaron ​¡Viva el rey y la comunidad!;​ a pesar de
ello, en los pleitos posteriores a la rebelión, se destaca como ésta fue acusada de ir contra el

207
​Ibidem, pág. 83.
208
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...,​ pág. 176.
209
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​Sobre la politización ordinaria...,​ pág. 289.
210
​Ibidem, pág. 290.
211
​MONSALVO ANTÓN, J. María, «​La participación política de los pecheros...​, pág. 93.
58
rey y sus representantes212. Por otra parte, la distribución territorial de la rebelión fue desigual,
ya que los sublevados comuneros se hicieron fuertes en las zonas centrales de la meseta,
mientras que en las zonas periféricas fueron inútiles sus intentos de extender su influencia -a
excepción de ciudades como Murcia o Plasencia-. Otras ciudades enviaron procuradores a la
Junta comunera, pero no estuvieron dispuestas a secundar las propuestas reivindicativas más
radicales y terminaron abandonando el movimiento a favor de Carlos V como Burgos, Soria,
Guadalajara y Cuenca213. En el caso de Cuenca por ejemplo desde un principio la oligarquía
que controlaba el concejo era reacia al envío de procuradores a la Junta comunera. Sin
embargo, los trágicos sucesos de finales de agosto en Medina del Campo -que consiguieron
crear un desprestigio en la causa realista- y una serie de cambios internos debido a los
altercados de los sectores más radicales de Cuenca, hicieron posible este envío de
procuradores. Debido a ello, muchos miembros de la oligarquía se exiliaron de la ciudad en
agosto de 1520, bien voluntariamente o bien forzados, por la victoria en el plano de la política
local de la Comunidad214, lo que permitió el acceso de representantes pecheros a los órganos
concejiles.
Pero lo que nos interesa del movimiento comunero es el significado de su causa, no se
puede reducir la complejidad del conflicto de las comunidades al esquema de pueblo contra
poderosos, pero sí es cierto que el conflicto va a tener un fuerte componente antinobiliario y
antipatricio, siendo la Comunidad, entendida como sujeto político, un elemento definitorio
muy destacado del bando sublevado215. Por tanto, fue un intento por parte de los pecheros y
sobre todo su élite de búsqueda de mayores cotas de participación e influencia en el poder
local a través de la fuerza. Concluído con un fracaso, ésto hizo que a dicha élite nos les
quedará otra que recurrir a otras estrategias como la de aumentar el número de regidurías, ya
que los cargos de procuradores del común van a ocuparlos frecuentemente a partir de este
momento personas nobles e hidalgas216.
Pese a todo ello, la Comunidad siguió manteniendo un protagonismo político dentro
de los enfrentamientos contra los regidores y el poder urbano y en palabras de María Asenjo:

212
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​¡Viva el rey...​, pág. 320.
213
​DIAGO HERNANDO, Máximo, «El conflicto de las comunidades en Cuenca (1520-1522)»,
Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada​, nº 29 (2002), pág. 28.
214
​Ibidem, pág. 45.
215
​OLIVA HERRER, H. Rafael, «​¡Viva el rey...​, pág. 321.
216
​VAL VALDIVIESO, M. Isabel del, «​Ascenso social y lucha...,​ pág. 175.
59
«Como aliados de la monarquía, los representantes de la comunidad y sus argumentos
representaban el arranque de un nuevo discurso y de unas posibilidades de comunicación
política, asociadas al discurso autoritario para el que la figura del súbdito y contribuyente
distante, que acata fácilmente y al que dirige una propaganda cada vez más atinada, resultaría
fundamental217».

XII. Conclusiones

Para concluir, el común, elemento central de este trabajo, no va a ser una clase social
en términos socioeconómicos, sino un grupo social o estamento con identidad propia en base
a su condición fiscal pechera y a su exclusión del poder político urbano. Tantos los pecheros
como los oligarcas en la ciudad castellana bajomedieval, van a disponer de vanguardias
políticas, económicas y sociales especialmente activas dentro del marco que van a suponer las
dispuestas por el control de la vida pública.
El regimiento significó si bien es cierto una derrota del común, pero no fue definitiva,
ya que éstos se adaptaron -a veces con menor y otra con mayor acierto- a la nueva realidad.
A partir de éste hito en todas las acciones políticas y sociales de los pecheros castellanos
vemos reflejada su identidad política, donde la posición socioeconómica o la clase -en
términos marxistas- es muy importante, pero no es el factor determinante. Ellos fueron
capaces de articular sus organizaciones e instituciones buscando a través de ellas ser las voces
del pueblo, que había sido relegado de la política local, cosa que conseguirán de sobre todo
las cofradías del mar de la zona peninsular que es bañada el mar cantábrico. Por lo que pese al
regimiento, los pecheros consiguen dotarse de organizaciones propias reivindicativas y
horizontales con sus propios representantes.
La lucha del común va a ser principalmente un ejercicio de resistencia a la oligarquía
urbana y a sus prácticas que se va a basar en dos vías: por un lado una estrategia moderada y
legalista que se extiende en el tiempo y por otra parte, acciones puntuales con un mayor o
menor carácter violento frente a hechos determinados. Es fundamental tener presente que el
consenso y la vía jurídica va a ser una forma mucho más recurrente que la violencia, así como
habrá una mayor frecuencia de los pequeños enfrentamientos locales, muchos de ellos

217
​ASENJO GONZÁLEZ, María, «​Ambición política y discurso...,​ pág. 105.
60
persistentes, más que de las grandes convulsiones218. Finalmente, cabe decir que al común no
le regalaron nada, es decir, todas sus conquistas y logros fueron fruto de su movilización y
lucha -así como que bajo ningún concepto fueron resultado de un estallido incontrolado-.
*****
Me gustaría finalizar esta conclusión a través de unas breves consideraciones sobre la
historiografía. Podemos comprobar como los estudios más recientes han ido complementando
e incluso dejando en evidencia -en algunos casos- a aquella historiografía tradicional que
ofrecía una visión bastante sesgada de los fenómenos estudiados. A grandes rasgos, concedía
al común una escasa capacidad de análisis, ya que se le tiende a considerar un grupo
fuertemente alienado o que ha absorbido profundamente los valores de la clase dominante, y
por ende un grupo con una escasa capacidad de actuación política. En este sentido el
historiador de renombre Eric Hobsbawm en su obra ​Rebeldes primitivos -publicada por
primera vez en 1968-, afirmaba con cautela que hasta entonces los movimientos sociales de la
Antigüedad y de la Edad Media se habían estudiado como episodios y momentos en calidad
de meros ​precursores o como extrañas reliquias del pasado, debido a su lejanía a los tiempos
modernos y al hecho de tratarse de sociedades precapitalistas219.
Siguiendo con este contenido de carácter historiográfico, nos trasladamos a los años
70, momentos en los que ​se escribieron las grandes obras de los movimientos sociales como
las de R. Hilton -​Transición del Feudalismo al Capitalismo​-, M. Mollat -​Pobres, humildes y
miserables en la Edad Media-​ o J. Macek -​La revolución husita​-, entre otros. De tal manera
parecía que se había zanjado en dicha época el debate entre la historiografía francesa y los
postulados marxistas de la conflictividad social: así pues se oponía coyuntura a estructura,
clases frente a estamentos o revolución frente a revuelta. Estos seguidores del materialismo
histórico, consideran que el plano ideológico y cultural de las sociedades está supeditado a la
producción económico y organización social de las mismas220, por lo que van a prestar
especial atención a los ​modos de producción y la ​lucha de clases que de ellos deriva, por
ejemplo la obra de Julio Valdeón que aquí ha sido utilizada como punto de partida está sin
duda influenciada por estos postulados.

218
GUERRERO NAVARRETE, Yolanda, [es reseña de: MONSALVO ANTÓN, José María, ​Los
conflictos.​ .., pág. 439.
219
HOBSBAWM, Eric, ​Rebeldes primitivos​, Barcelona, 2014, pp. 11-12.
220
​MARX, Karl y ENGELS, Friedrich, ​Manifiesto del Partido Comunista,​ Barcelona, 2013, pág. 101.
61
Durante las últimas décadas bien es cierto que ha surgido cierto interés por la
denominada ​historia desde abajo,​ ​las culturas políticas​, el ​análisis socio-lingüístico del
discurso o la ​antropología histórica que ha enriquecido la historia clásica de los movimientos
sociales con nuevos enfoques, inéditos puntos de vista y nuevas y útiles categorías de
análisis221.
Sin embargo, también ha existido una tendencia resumida en las siguientes palabras:
«la historia de la conflictividad social había dejado de constituirse en un objeto de interés para
la historiografía posterior al posmodernismo en general y para el medievalismo
contemporáneo en particular222». Hecho que desde aquí rechazamos, y por ello ha sido
realizado este trabajo, puesto que vivimos en un mundo donde las desigualdades estuvieron y
siguen estando latentes, por lo que es necesario que la historia siga siendo nuestro espejo
donde mirarnos, para que la pedagogía del pasado pueda iluminarnos el futuro.

221
​CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo, «​Conflictivad social en los reinos hispánicos...​, pág. 44
222
​GUERRERO NAVARRETE, Yolanda, [es reseña de: MONSALVO ANTÓN, José María, ​Los
conflictos.​ .., pág. 438.
62
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