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Despedaza tu miedo escénico con estas

ocho claves primordiales


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Podríamos tener miedo a la oscuridad; a ciertos animales, a las alturas o incluso a los
impuestos; pero pocas cosas hacen temblar más al ser humano que el miedo escénico.
Científicamente conocido como glosofobia (terror a hablar en público) ni las arañas de
Spielberg pueden competir en capacidad a la hora de paralizarnos de angustia, nublar
nuestros pensamientos y enfriar nuestras manos con un sudor gélido (ya sé, quizás estoy
exagerando).

Lo que no es una exageración es la cantidad de personas que sufrimos de esta


“característica”: Según Cheryl Hamilton, Profesora en comunicación del Tarrant
County College, en su libro “Communicating for results”, el 95% de la población
sufre de ansiedad en mayor o menor grado cuando tiene que dirigirse a un grupo
de personas. Aún más extraño es el hecho que muchas de estas personas pueden bailar
o cantar ante una audiencia, siempre y cuando no le dirijan palabras directamente al
público.

La cosa como que tiene que ver con el verbo, entonces. ¿Cómo podemos combatir el
miedo a expresarnos ante diez, veinte, cincuenta o cien personas? Ésta es una pregunta
ubicua en mis charlas sobre lenguaje corporal.

He aquí la “lista del mercado” que tienen que repasar para olvidarse de una vez por
todas del miedo escénico:

1) La pasión nace de la investigación, y no al revés

El escenario muchas veces es el mismo: nos asignan en la universidad un tema para


exponer del cual no sólo carecemos de “conocimientos almacenados”, sino que de paso
no nos llama la atención en lo más mínimo. ¡Por supuesto! ¿Cómo nos va a gustar
algo que desconocemos? y ¿Cómo vamos a tener seguridad al exponer algo que ni nos
gusta ni dominamos?

Algunos creen que la pasión por un tema es lo que lleva a algunas personas a
profundizar en el estudio del mismo, pero la verdad es al revés; en la medida que
investigamos un tema, sus fuentes, protagonistas, historias laterales, hechos curiosos,
estadísticas e implicaciones, nos gustará más y más.
¿Estás seguro de que sabes lo suficiente del tema?
Aunque pueda ocurrir que siga sin llamarnos mucho la atención, al menos tendremos
suficiente información actualizada -de diversas fuentes- como para que nuestro cerebro
pueda estructurar una idea general del tema, condición crucial para poder proyectar un
tema con seguridad en un discurso.

En resumidas cuentas, no es lo mismo tratar de exponer un tema que revisamos “por


encima” en Wikipedia a otro que nos hemos tomado la molestia de investigar en
profundidad.

2) Divide y vencerás

Nos dicen que debemos hacer una exposición de veinte minutos, y recordamos la
analogía de Einstein sobre la relatividad: vamos a sentir que estamos sentados sobre una
hornilla durante toda la exposición, esperando que los minutos pasen rápido.

Pero ¿Qué pasaría si esos mismos veinte minutos los dividimos en pequeños bloques de
dos minutos y medio? tendríamos ocho “contenedores”, donde no sería difícil distribuir
ocho “partes” de nuestro discurso, entre introducción, breve historia, personalidades
influyentes, aplicaciones, teorías, etcétera. Y realmente, dos minutos y medio para
hablar de un sub-tema pasan volando. ¡Hagan la prueba!

3) Ínflate bien (pero no tu ego)

Para dominar el terror que sentimos cuando nos enfrentamos a un público de extraños,
es importantísimo desarrollar nuestra respiración diafragmática. ¿Y eso con qué se
come?, preguntarán ustedes; pues bien, se trata simplemente de respirar profundamente
inflando la barriga o “panza”, y no el pecho.

¿Recuerdan que la forma de los pulmones es más amplia en la parte de abajo? pues si
sólo inflamos el pecho estamos desperdiciando casi un 60% de capacidad respiratoria.
¿Y qué estamos sacrificando? oxígeno, ese almuerzo eólico tan importante para la
materia gris.

Para los más geeks, pueden pensar en Darth Vader y su manera de respirar. ¿Recuerdan
el sonido…? traten de respirar a ese ritmo, inflando el abdomen una y otra vez.

4) Usa la tecnología a tu favor, no en contra

En estos días es posible acompañar cualquier exposición con una presentación digital,
ya sea en powerpoint o en otro software similar. Pero hacer una presentación que
cumpla con las normas básicas de la funcionalidad estética parece que escapa al criterio
de muchos, pues generalmente vemos despliegues de figuritas, animaciones y colores
que más que atraer la atención del público lo que hacen es desviarla. Entre las
recomendaciones generales que puedo darles:

- Eviten las animaciones; Ciertamente llaman la atención, pero ustedes NO quieren que
los ojos del público estén en la figurita, sino en ustedes.
- Usen una gama de colores limitada: es un error común colocar muchas figuras de
muchos colores, pensando que así la presentación se verá más “impactante”. En
realidad termina pareciendo como que un camión que transportaba trajes de payaso se
volcó en la autopista.

- Coloquen información puntual: es un crimen flagrante poner más de cincuenta


palabras en una lámina; recuerden que es un material de apoyo, y que ustedes son
losque deben proyectar el contenido al público.

Una presentación diseñada profesionalmente les inspirará confianza y seguridad.


¡Compruébenlo!

5) Practica, joven aprendiz

¿Acaso puedo exagerar este punto? ya lo he mencionado en varios artículos, pero éste
no puede ser distinto.

Práctica, práctica, práctica.


Éste es el secreto a voces que todo el mundo sabe pero que a todos les da fastidio poner
en práctica, sobre todo porque les recuerda que van a tener que exponer. ¡Qué tontería!
La realidad es que mientras más practiquemos (ante un espejo, con familiares, amigos o
filmándonos), mejor nos irá.

No crean que los motivadores profesionales y los políticos, por más experiencia dando
discursos que tengan, no hacen esto también. Así que, si ellos lo hacen, mucho más
razón para que nosotros lo apliquemos.

6) Hora de “Pimpear” tu actitud

Una vez que hemos practicado lo suficiente la presentación, es hora de añadir un poco
de técnicas avanzadas. Utiliza preguntas retóricas para mantener la atención de tu
público, p. ej. pregunten “¿Qué tanta influencia creen que tiene el medio ambiente en el
rendimiento académico?”. Inserta silencios de uno o dos segundos después de datos
relevantes o curiosos; Para los puntos más interesantes, baja un poco la voz, como si
estuvieses diciendo un secreto, y luego recupera tu volumen normal. En los momentos
más importantes, acércate a tu público físicamente, dando un paso o dos hacia ellos;
cuando no sea necesario agregar tensión, sepárate un poco.

¡Dale interés a tu exposición con estas técnicas! Que no sea un discurso más; que sea
algo que tu público recuerde, y principalmente por la manera como te expresaste.

7) El que madruga… encuentra el salón solo

Nada peor para tu autoconfianza que llegar tarde el día de la charla. No sólo
predispondrás al público en tu contra, sino que te sentirás presionado por haberlos
hecho esperar, por lo que sentirás que tu rendimiento deberá ser el mejor… y por ahí te
vas en un derrotero de pensamientos negativos que echará abajo todo lo que has
construido con tanto esfuerzo.
Siéntete dueño de esa sala vacía; eso te programará
positivamente para tu discurso.
Asegúrate de llegar temprano, si es posible antes que todos, para probar todas las
herramientas que necesitarás; laptop, proyector digital, láminas, etc.

8) Mira que te mira, pero…¡Sin mirar!

Llega el momento de la verdad, y nos toca el momento de nuestra presentación. Pero


pasa algo curioso; por ley de Murphy, nos ha tocado exponer después de cuatro o cinco
compañeros o colegas y el público está algo cansado. El lenguaje corporal de la
audiencia puede que nos desmoralice un poco -o incluso, bastante- si vemos a la gente
con las caras apoyadas en las manos, jugando con bolígrafos, con la mirada extraviada o
peor aún, jugueteando con sus teléfonos celulares. Quizás no seamos capaces de
animarlos, pero tampoco debemos preocuparnos por esta actitud (que es perfectamente
normal). Para que esta situación no nos afecte, traten de hacer el truco de “ubicar tres
rostros en el público, uno a la izquierda, uno a la derecha y uno al centro y míralos
alternadamente a lo largo del discurso” pero sin mirar directamente a ningún rostro
en particular. Dirijan la mirada al vacío entre dos personas; desconéctense de las
expresiones faciales de quienes los escuchan.

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