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EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO EN ADOLESCENTES

Como todos sabemos, la adolescencia es una etapa de la vida que suelo ser convulsa debido a los grandes cambios
cognoscitivos y corporales que se suceden constantemente. Es una época en la cual el niño empieza a ser
muchacho y entra poco a poco en el mundo de los adultos observando la problemática que esto le puede
comportar y desligándolo de la época tranquila y cómoda de la infancia.
La desorientación, el miedo-tristeza, la rebelión, la provocación, la pasividad y la hiperactividad son algunos de
los conceptos más utilizados en estas edades por parte de la sociedad, los padres y los propios adolescentes.
Después de la infancia, etapa crucial de la vida (psicológicamente hablando), la edad más delicada e importante es
la de la adolescencia, porque es en ésta cuando se instauran y consolidan los rasgos de personalidad y
temperamentos de la infancia.
Es clave trabajar en la consolidación o rectificación de estrategias de afrontamiento y habilidades vitales, así
como consolidar creencias basadas en buenos valores, ayudar al muchacho/a a rodearse de un buen entorno y
a consolidar una buena autoestima.
Cualquier dificultad o trastorno trabajado en esta etapa puede evitar la cronificación o repetición en la edad
adulta.
La evaluación y el tratamiento se realiza valorando por parte del profesional qué es importante en cada caso y
motivo de consulta, estableciendo una evaluación y tratamiento individualizado en que se decidirá si se debe
trabajar más con el muchacho/a, con los padres o de forma combinada. Suelen ser sesiones semanales, por lo
general o con mayor frecuencia, según sea el caso.

EVALUACIÓN CON ADOLESCENTES


1- ¿Qué significa evaluar en psicología?
Popularmente, el término "evaluar" en psicología se asocia a la aplicación de tests, cuestionarios y otros
instrumentos con los que los psicólogos efectuamos un psicodiagnóstico. Evidentemente, la evaluación es un
proceso mucho más complejo que requiere además, por parte del profesional, el estudio, integración e
interpretación de la diferente información recogida para efectuar el diagnóstico psicológico.
Según definición de Fernández Ballesteros (1.983), la Evaluación Psicológica: "es aquella disciplina de la
Psicología que se ocupa del estudio científico del comportamiento (a los niveles de complejidad necesarios), de
un sujeto o de un grupo de sujetos determinado, en su interacción recíproca con el ambiente físico y social, con
el fin de describir, clasificar, predecir, y, en su caso, explicar su comportamiento".
La evaluación o psicodiagnóstico es el paso previo para construir la intervención o tratamiento psicológico ante
un trastorno clínico.
2- Objetivos de la Evaluación
2.1. Conocer las causas y factores que intervienen en el origen, desarrollo y configuración del
problema. Identificar los factores de riesgo en su entorno familiar-escolar y social.
2.2. Conocer el desarrollo psicobiológico del niño. Cuáles son los signos, síntomas, síndromes o
enfermedades que presenta o ha presentado. Para ello es necesaria la recogida de datos mediante la
entrevista y cuestionarios para los padres. Deberán también aportar aquellos informes médicos o
psicológicos relevantes que hayan sido efectuados hasta la fecha.
2.3. Formular el juicio clínico en base a los datos obtenidos (Psicodiagnóstico.)

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2.4. Preparar y aplicar el plan de Intervención (Tratamiento).
3- Peculiaridades de la Evaluación infanto-juvenil
La evaluación o psicodiagnóstico infanto-juvenil, mantiene algunas similitudes con la de los adultos,
especialmente en lo referente a la necesidad del estudio científico de conductas y de contar con instrumentos
fiables (que sean precisos en la medición) y válidos (que midan la variable que pretenden medir y no otras). Sin
embargo, la evaluación con niños supone un gran desafío para el clínico y requiere de conocimientos y técnicas
especiales. El niño es un "ser en desarrollo", en permanente cambio y, aunque dicho desarrollo puede
considerarse que se da a lo largo de toda su vida, es en la etapa infantil y adolescente cuando se dan los cambios
biológicos y comportamentales que mayor trascendencia van a tener en la "construcción" de la persona adulta. La
maduración va a ser el resultado de su dotación genética en interacción con el ambiente.
A continuación se exponen algunas de las peculiaridades de la evaluación en niños y que le confieren una
identidad propia respecto a la de los adultos:
3.1. A partir de la preadolescencia y posterior pubertad, en los canales comunicativos con el niño empieza a tomar
relieve progresivamente el uso de la palabra. A estas edades se suele tener una imagen peyorativa y
distorsionada de la figura del adulto a la que se suele cuestionar como medio de buscar su propio "yo", su
identidad, en un marco social que es visto como hostil. Probablemente, el adolescente que viene a consulta,
lleva ya, una carga de emociones negativas fruto de alguna de sus experiencias familiares, escolares o sociales
no resueltas. Los padres, como modelos, pierden influencia en favor de los grupos de iguales que pasan a ser
los referentes principales de los adolescentes.
3.2. Establecer los canales comunicativos con el adolescente en la relación terapéutica, va a requerir también, de
la puesta en marcha, por parte del profesional, de una serie de habilidades concretas adecuadas a la edad
evolutiva del niño. El psicólogo será visto, en primer momento, como un adulto más que va querer indagar en
aspectos de su vida que puede estar dispuesto a no desvelar.
3.3. Creemos, que la relación con el adolescente y, salvando las peculiaridades o gravedad de cada caso, puede
empezar a construirse a partir de las siguientes pautas generales:
1º- Saber escuchar y comprender su punto de vista. Desarrollo de la empatía. Debemos ser sensibles a
su percepción de las cosas y procurar entender los factores que producen y/o mantienen el problema.
Estamos para proponerle estrategias para superarlo no para imponerle nuestros valores o creencias.
2º- Establecer una relación de cordialidad y franqueza. Sin sermones, sin reproches. No le vamos a
obligar al "cambio". Le vamos a proporcionar otros puntos de vista para que él construya su propia
elección. El adolescente está en proceso de maduración a la etapa adulta y debemos, de entrada,
"respetar" sus preferencias, tendencias, etc... Su personalidad se está forjando. Desde la psicología, no
debe haber imposiciones morales sino la voluntad de acompañar a los jóvenes en sus tomas de
decisiones ante un problema. No decidiendo por ellos, sino dándoles instrumentos para que ellos
mismos las puedan tomar con mayor conocimiento de causa, siempre desde el respeto a sí mismo y a
los demás.

3- Entorno de Privacidad. El adolescente puede informarnos de situaciones que no desea sean


conocidas por sus allegados. Esto puede provocar un serio problema profesional. Los padres tienen
derecho a ser informados acerca de todos los aspectos de la evaluación. Sin embargo, pueden

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producirse situaciones en las que la confianza (que es vital para la buena marcha del proceso
terapéutico) dependa de nuestra discreción. El profesional deberá valorar cada situación en concreto y
actuar en consecuencia. En el caso de que lo informado entrañe riesgo para la integridad física o
psíquica del niño u otros, evidentemente, debe ser informado a los padres o tutores, estableciendo el
plan de actuación pertinente.
4- Complicidades. Dependiendo del problema, puede hacerse necesario recurrir a algún amigo o persona
de su confianza, principalmente aquellos que sean de su misma edad, para colaborar en la dinámica
terapéutica. En tareas de control de actividades, aprendizaje de habilidades sociales, relaciones
interpersonales o retraimiento, pueden ser de gran ayuda.

La atención al adolescente obliga a que el profesional de la salud se sienta comprometido para brindar orientación
práctica a través de técnicas adecuadas y una sensibilidad madura. A través de la entrevista se deberá ver más allá
para percibir cuáles son las demandas implícitas que se esconden tras cualquier motivo banal y explícito de
consulta. Esta capacidad para ver más allá ofrece una perspectiva de aquellos factores que pueden amenazar la
homeostasis psíquica y social del adolescente.
El profesional de la salud debe sentirse a gusto con el adolescente. Sus ideas, por muy arraigadas y
extraordinarias que sean, no deben influir ni en el tratamiento ni en los consejos que pueda dar al adolescente. Ha
de ser capaz de prestar al adolescente un verdadero interés y un sincero respeto, aunque no siempre le sea posible
aceptar su enfermedad, sus ideas y su conducta. A pesar de las buenas intenciones el profesional de la salud puede
asumir un rol incorrecto ante el adolescente. Como en las siguientes ocasiones:
1- Profesional aliado del adolescente: ocurre cuando el profesional adopta una actitud de rechazo hacia ciertos
padres rígidos, poco contenedores, acusadores o “abandónicos”. La defensa del adolescente “víctima” suele
conducir a perder al paciente y las posibilidades de ayudarlo. El profesional de adolescentes no debe caer en la
tentación de asumir el papel de padre sustituto o salvador.
2- Profesional aliado de los padres: La actitud de alianza con los padres va a ser vivida por el adolescente como
una alianza con quienes no le comprenden. Se cierra, por lo tanto, toda posibilidad de ayuda o intervención hacia
el adolescente.
3- Profesional moralizante: Se trata de otra forma de alianza con los padres a través del sistema de dar consejos
(“no hagas”, “no pruebes”,...) El adolescente verá en esta profesional un aliado de su familia. Para discursos
orales le sobran los de sus padres.
4- Profesional afectivamente inmaduro: Hay profesionales que no deberían atender adolescente. Las consultas con
adolescentes pueden ser un estrepitoso fracaso si el médico no ha elaborado previamente sus prejuicios, sus
convicciones o sus vivencias personales.
El profesional debes ser capaz de:
 Favorecer la cita personal.
 Facilitar la consulta sin padres.
 Dar directamente las explicaciones.
 Ayudar a comprender lo que les pasa.
 Implicarlos en el mantenimiento y recuperación de su salud.
 Tener como objetivo desarrollar su autonomía.
La entrevista
Recomendaciones generales

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1- Para la anamnesis de la historia previa habrá que contar con la colaboración de los padres. Se
trata de una excelente ocasión para que el adolescente, presente ya en esta primera etapa de la
anamnesis, conozca mejor sus antecedentes personales. Conviene que ya en la primera entrevista
quede claro que el profesional es el profesional del adolescente y que no es el profesional de los
padres, así como establecer la garantía de confidencialidad.
2- Si el adolescente acude acompañado de sus padres, es lógico que sean éstos quienes expongan los
motivos de consulta. A menudo pueden no coincidir con los puntos de vista del adolescente. Por
ello habrá que informarle que más tarde tendrá derecho a decir su versión de los hechos.
3- Después, se invita a los padres a volver a la sala de espera y se procede a la entrevista personal al
adolescente. La entrevista suele ser prolongada, y por tanto, habrá de disponer de tiempo, sin
prisas, para escuchar las respuestas del adolescente. A veces es eficaz el paseo como lugar y
forma de entrevista o incluso en la terraza de una cafetería.
4- Además habrá que tener presentes la confidencialidad, las interrupciones, los comentarios y los
juicios de valor. Así como evitar escribir en presencia del adolescente durante la entrevista.
Ya que la entrevista con el adolescente puede tender al desorden, es útil tener presente un guión sobre todo
aquello que nos interesa saber. En este sentido nos sirve el acrónimo que propone García Tornel (1997):
FACTORES
Familia: relación con los padres y hermanos, grado de satisfacción
Amistades: actividades, deportes, tipo de relaciones
Colegio-trabajo: rendimiento, grado de satisfacción
Tóxicos: experimentación-abuso, tabaco, alcohol, drogas
Objetivos: estudio, trabajo, familia, ideales, ilusiones
Riesgos: deportes, moto, coche, ambientes violentos, mediaciones, abuso sexual, régimen dietético
Estima: aceptación personal, autoestima, valoración de la propia imagen
Sexualidad: información, identidad, actividad, precauciones, homosexualidad

Entrevistas conflictivas
 El adolescente hablador. Hay adolescentes que hablan constantemente en un acto defensivo para no entrar
en los temas conflictivos. Sus relatos de éxitos intentan desviar la atención del entrevistador. Se
recomienda ignorar las exageraciones, evitar entrar en detalles sin importancia y concentrarse en lo que
está intentando decir más que en lo que realmente dice. Habrá que desarrollar habilidad para descifrar los
mensajes. Será útil dar más estructura a la entrevista, marcando los límites de la misma. Puede ser útil
decir: “Veo que te gusta mucho hablar de tal tema. ¿Por qué?”
 El adolescente silencioso. Hay adolescentes que permanecen mudos durante la entrevista y los hay que,
incluso, dan la espalda la entrevistador. Lo más probable es que se trate de adolescentes que hayan sido
obligados a acudir a la consulta desde la familia o la escuela y asocian al profesional como parte de la
estructura del poder adulto. En otras ocasiones, se trata de adolescentes que han sido objeto de malos
tratos y son incapaces de expresar sus temores o ansiedades. El profesional deberá ser capaz de romper la
barrera del silencio. Hay frases que pueden ayudar: “Me imagino que estás enojado”, “supongo que te
obligaron a venir” o “me imagino cómo te sientes”. Así como recurrir al tópico”¿Qué hace un chico como
tu en un sitio como este?”.
 El adolescente enojado y agresivo. Aún los profesionales más entrenados pueden sufrir la tentación de
involucrarse en forma negativa con los pacientes agresivos y terminan agrediéndoles también. El
profesional debe recordar que él no es el motivo de la rabia, estas actitudes de rechazo, de agresividad o

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hostilidad no son mas que la expresión de un mecanismo defensivo contra la ansiedad, o bien un
fenómeno transferencial. La mejor manera para resolver esta situación puede consistir en reconocer los
propios sentimientos (“Estás muy molesto”), identificar la causa del enojo (tal vez una larga y aburrida
espera en la consulta). En cualquier caso habrá que intentar ofrecer ayuda o excusas si la falta es del
profesional.
 El adolescente lloroso. Ante las lágrimas del paciente nos podemos sentir incómodos, pero hay que
reconocer que estas lágrimas pueden ser beneficiosas y terapéuticas para el paciente y representan
también una oportunidad del profesional para estar más cerca del paciente. Será recomendable el apoyo
silencioso, ya que la mayoría de los pacientes logran controlarse en una período corto de tiempo. Es útil
tener a mano pañuelos.
TRATAMIENTOS ESPECÍFICOS DE PSICOLOGÍA PARA ADOLESCENTES
Trastornos y problemas de ansiedad:
 Ansiedad generalizada-crónica.
 Agorafobia.
 Fobias y miedos específicos (hablar en público, volar, animales,…)
 Fobia social / Timidez.
 Hipocondría.
 Trastorno obsesivo-compulsivo.
 Estrés (laboral, familiar, de cuidadores, vital,…)

Trastornos y problemas del estado de ánimo:


 Depresión.
 Tristeza, distímia y bajo estado de ánimo.
 Baja autoestima.
 Desilusión, apatía y desmotivación.
 Duelo-duelo patológico.

Trastornos y problemas de alimentación:


 Sobreingesta compulsiva / Atracones.
 Anorexia
 Bulimia.
 Vigorexia

Trastornos de personalidad:
 Dependiente, depresivo, ansioso, evitativo, esquizotípico, obsesivo, antisocial, límite, paranoide,….

Trastornos y problemas del sueño:


 Alteraciones del sueño
 Insomnio
 Hipersomnia.

Trastornos psicosomáticos:
(Expresión de problemas emocionales a través del cuerpo)
 Dolores, mareos, vértigos, cefaleas, insomnio, úlceras estómago, cansancio, etc.…

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Problemas escolares-académicos:
 Estrés-ansiedad.
 Miedos.
 Bullying.
 Fatiga-bajo rendimiento.
 Problemas de relación.
 Problemas de comunicación.

Otras problemáticas y tratamientos:


 Crisis Vitales.
 Control de la ira.
 Víctimas de abusos físicos y sexuales.
 Adicciones (ludopatía, internet, tabaquismo,…)
 Entrenamiento en habilidades sociales.
 Entrenamiento en inteligencia emocional y autocontrol.
 Entrenamiento en relajación y respiración.

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