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Escolástica

La escolástica (del latín scholasticus, ‘aquel que pertenece a la escuela’) es una corriente teológica
y filosófica que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación
religiosa del cristianismo.

Siglo IX al XVII, Predominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron
lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados
del XV.

La escolástica fue la corriente teológico-filosófica predominante del pensamiento medieval, tras la


patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier
caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe.

John Duns Scoto (1265-1308).


Este pensador cree agregar dos puntos "sustanciales" a lo que San Agustín y Santo Tomás habían
dicho sobre el "precio justo", que quedan expresados así:

Esta segunda regla se deduce de que todo aquel que sirve a la comunidad honestamente debe
vivir de su trabajo. Pero el que almacena mercancías es también útil y necesario a la comunidad y
debe, por lo tanto, vivir del producto de su trabajo. Y, por otro lado, un hombre puede vender su
esfuerzo y su atención por un justo precio. Pero el hombre que transporta mercancías de un país a
otro tiene que desplegar una gran actividad, ya que debe investigar los recursos y las necesidades
del país. Por lo tanto, puede fijar un precio correspondiente a su trabajo que supere lo
estrictamente necesario para su mantenimiento y el de aquellos que trabajan bajo sus órdenes, y
también una cantidad que lo compense por el riesgo que corre; puesto que si transporta o
custodia mercancías (en un almacén, por ejemplo), lo hace a su propio riesgo, y es justo que en
virtud de ese riesgo esté titulado para recibir una recompensa.

De estas dos condiciones, que son requisito de la justa transacción, se deduce, de modo evidente,
que algunos reciben la denominación de negociantes en sentido vituperado: son aquellos que ni
transportan ni almacenan, ni mejoran con su trabajo un artículo vendible, ni garantizan el valor de
algún objeto de venta, o los que carecen del necesario conocimiento para poderlo valorar por sí
mismos. Estas gentes, que tan sólo compran para vender inmediatamente bajo ninguna de las dos
condiciones previamente expuestas, deberán ser eliminadas por la comunidad y exiliadas

Y el segundo "agregado", que el comerciante debe recibir una recompensa por su trabajo, costos y
riesgo, también fue claramente expuesto por Santo Tomás.

Se pone a Duns Scoto como fundador de una escuela propia que funda el precio justo en el costo
de producción
Johannes Buridanus (1300-1358).
Buridanus fue uno de los primeros pensadores que pusieron más énfasis en la necesidad como
base del valor

Por un lado pone el acento en la necesidad como determinante del valor y por otro en la escasez,
pero no llega a unirlas formalmente

Como la mayoría de los escolásticos, era partidario de la fijación de los precios por parte de los
reyes.

Si dividimos a los escolásticos entre los que defendían el precio justo sobre la base del costo de
producción y los que lo defendían sobre la base de la utilidad o necesidad, no debemos concluir
que unos propugnaban el control de los precios y los otros no. Ambos estaban a favor de precios
controlados; sólo diferían en los elementos que el rey debía tener en cuenta: los costos o las
necesidades.

San Bernardino de Siena (1380-1444).


San Bernardino señala que los bienes pueden tener dos tipos de valor: 1) natural y 2) de uso
El primero es objetivo y el segundo subjetivo.

La virtuositas es un elemento objetivo, es algo que está en las cosas; pero en realidad el valor no
está en las cosas, sino en los hombres. Pero ¿qué es una cualidad intrínseca? La cualidad que
pueda tener un bien no es la que le da valor sólo cuando el hombre se da cuenta de que alguna de
esas cualidades puede serie útil, el bien adquiere valor. Mientras no se percate de la existencia de
dicha utilidad el bien no tiene valor, por más que la cualidad del bien esté allí presente. Además,
para reforzar la importancia que tiene la mente humana en la formación del valor, podemos
agregar que los bienes no tienen una cualidad sino tantas como se le pueda ocurrir al hombre

Raritas : El agua es generalmente barata donde es abundante. Pero puede ocurrir que en la
montaña, o en otro lugar, el agua sea escasa, y no abundante. Puede muy bien ocurrir que el agua
sea mucho más estimada que el oro, si el oro es más abundante en este lugar que el agua

La complacibilitas sí es un factor subjetivo. Sin embargo, de la manera como está definida puede
servir para explicar cómo se forma el "precio" del bien, pero no su "valor de uso". El valor de uso
es totalmente subjetivo, hay tantos como personas.

La complacibilitas se definió como la estimación común, pero, por un principio básico de


individualismo metodológico, sólo los individuos valoran; hablar de la sociedad, comunidad o país
que valora no tiene sentido

Se podría concluir que San Bernardino, como la mayoría de los escolásticos, estudiaba la
formación de los precios para que los príncipes pudiesen fijar precios con más exactitude
San Antonino de Florencia (1389-1459).
San Antonino tenía la misma teoría que San Bernardino. apreciar claramente esta influencia y
también la de Aristóteles y Santo Tomás.

Las cualidades intrínsecas de una cosa se conocen por el modo en que, en virtud de sus
propiedades inherentes, nos resulta más eficaz para nuestro uso. Así, el buen pan de trigo tiene
para nosotros más valor que el pan de cebada, y un caballo poderoso tiene más valor para hacer
un viaje que un asno.

En segundo lugar, el valor de un objeto vendible se establece atendiendo a su escasez; es decir, las
cosas que se encuentran raramente o con dificultad son más necesarias en proporción porque,
debido a su escasez, sentimos una mayor necesidad de ellas y hay menos oportunidad de
poseerlas, y el grano vale más en épocas de hambre y escasez que cuando hay para todos en
abundancia

En tercer lugar, un objeto vendible se juzga también por el efecto grato que ejerce sobre nosotros;
esto es, de acuerdo con el grado en que agrada a nuestra imaginación el uso de tal objeto. Así, una
parte no pequeña del valor de los objetos vendibles surge del placer de la voluntad en obtener
mayor o menor satisfacción en el uso de esto o de aquello. Un caballo resulta más más agradable a
una persona que a otra, y un adorno agrada más a ésta que a aquélla.

No es posible la condena cuando emprende un negocio como un servicio público necesario para el
Estado y pretende obtener una ganancia, no como un fin, sino como remuneración a su trabajo,
observando el resto de las debidas consideraciones citadas. Pero si hace de la ganancia su fin
último, buscando únicamente aumentar enormemente su riqueza y guardarla para sí, debe
condenarse su actitud.

Francisco de Vitoria (1483-1546).


Este pensador fue el fundador de la Escuela de Salamanca. Varios historiadores del pensamiento económico
sostienen que esta escuela es la que sentó las bases de las modernas teorías del valor y del precio.

Francisco de Vitoria dice en forma muy explícita que los costos no deben tenerse en cuenta para determinar
el "precio justo", de lo cual no se desprende que sostenga que el "precio justo" sea el precio de mercado,
sino que se deben buscar otros parámetros para que el rey establezca el precio justo:

Sigue a los pensadores anteriores al afirmar que las cosas vivas son objetivamente superiores a las no
vivientes, pero que el precio se debe establecer teniendo en cuenta la estimación común y no esta jerarquía
filosófica

Si el valor es subjetivo, hay tantas valoraciones como personas, no existe eso que los escolásticos llaman la
"estimación común"; la estimación es puramente individual, depende de cada persona. Si los escolásticos se
hubiesen dado cuenta de este punto, se habrían visto obligados a abandonar la idea de "precio justo".
Cuando dos personas realizan una transacción voluntariamente, el precio se determina sobre la base de sus
respectivas valoraciones y cualquier precio que convengan "es" un precio de mercado aunque se aparte
mucho de lo que "habitualmente" se paga.
Martín de Azpilcueta (1493-1586).
Azpilcueta también es un continuador fiel de Santo Tomás, sobre todo en lo que se refiere a una
ganancia moderada. Esta idea de la ganancia moderada es consistente con la teoría del precio
justo de Azpilcueta que, a su vez, es prácticamente idéntica a la de Aristóteles ya la de Santo
Tomás

Como se puede ver, pasados más de 1800 años desde Aristóteles, la idea de "igualar" lo que se
entrega y lo que se recibe sigue vigente

Podemos ver que al tratar de establecer qué es un precio justo cita a la ley en primer término, las
costumbres en segundo lugar y al prudente y buen varón en tercero y no hace mención alguna del
acuerdo voluntario de las partes, que es la única fuente del precio del Mercado

Tomás de Mercado (1500-1575).


Mercado es uno de los representantes más importantes de la escuela de Salamanca. Es uno de los
que más se oponen al mercado libre.}

Siguiendo fielmente a Aristóteles ya Santo Tomás, Mercado realiza las siguientes reflexiones:

Dice Santo Tomás (que es nuestro príncipe) propio es de la justicia hacer igualdad en los contratos
humanos. E igualdad es ajustar dos cosas disímiles. Como un caballo y cien ducados en la esencia
tan diferentes, vienen a ser iguales en la estima si los vale. Y la justicia que mercándose el caballo,
se den por él los cien ducados, y no menos aunque se pueda con algún engaño, o fuerza haber por
lo menos. Así se da a cada uno lo que pertenece con igualdad. Al que compra, su caballo, al que
vende, otro tanto dinero

Tomás de Mercado no oculta su desprecio por los mercaderes y su búsqueda de ganancias:

El deseo del mercader es el universal de todos, aunque como dice San Agustín, es con toda
su generalidad vicioso, conviene a saber, querer mercar barato, y vender caro, y tiene más
el tratante: que no solamente lo desea y apetece sino lo ejercita, y procura

función del gobierno "apreciar y dar valor a todas las cosas que sirven a la vida humana".

Agrega luego:

Porque vender uno al precio puesto, no es solamente ley del rey (que si lo fuera, pudiérase dudar
si obliga o no) siendo ley divina, y natural, que es de mayor fuerza, y que a todos obliga.

Así los eclesiásticos, obispos y dignidades, religiosos, canónigos y todos los demás que por derecho
canónico son exentos de la jurisdicción seglar, están justamente obligados a guardar la tasa en lo
que la hubiese: no por estar sujetos a las ordenanzas reales, sino porque están sujetos ala ley
natural.
Luis de Molina (1535-1601).
Luis de Molina es otro destacado representante de la escuela de Salamanca. Dado el espacio que
Molina le asigna al tema del precio justo en su libro, se lo puede considerar como el autor
escolástico que más detenidamente analizó el problema

Legal : Las cosas tienen un precio justo, que viene fijado por la autoridad pública mediante la ley o
decreto público [...]. La generalidad de los doctores, juntamente con Aristóteles, 5 Ethic. c. 7,
llaman legal o legítimo a esta clase de precio, significando que se trata de un precio puesto por la
ley

natural porque nace de las mismas cosas, independientemente de cualquier ley humana o decreto
público, pero dependiendo de muchas circunstancias con las cuales varía, y del afecto y estima
que los hombres tienen a las cosas según diversos usos para los que sirven.

Para Molina el precio legal es posterior al natural y, en cierto modo, lo presupone

FACTORES

1.- Precio justo

explica que los ratones, aunque por su naturaleza sean más nobles que el trigo, no se
estimen ni aprecien por los hombres, pues no le son de utilidad alguna. También se explica así que
la casa se suele vender justamente por un precio mayor que el precio que se vende un caballo e
incluso un esclavo, siendo así que tanto el caballo como el esclavo son por naturaleza mucho más
nobles que la casa

2.- Complacibilitas

de la mayor o menos estima en que los hombres desean tenerlas para su uso. Así se
explica que el precio justo de la perla, que sólo sirve para adornar, sea mayor que el precio justo
de una gran cantidad de grano, vino, carne, pan o caballos, a pesar de que el uso de estas cosas,
por su misma naturaleza, sea más conveniente y superior al de la perla [...]. Se explica así, también
que objetos antiguos de hierro y arcilla que, roídos por el paso del tiempo, nosotros no
estimamos, los japoneses lo estimen en mucho por su antigüedad [...]. Estos hechos y otros
semejantes se deben exclusivamente a la estimación por la que los hombres, en sitios y lugares
diferentes, quisieron apreciar en más una cosa que otra; y no parece deban condenarse los
intercambios que los hombres realizan de acuerdo con la estimación común de las cosas en sus
respectivas regiones, aunque algunas veces puedan mover a risa debido a la primitivez y
costumbres de quienes las intercambian,

En resumen, el precio justo de las cosas depende, principalmente, de la estimación común de los
hombres de cada región; y cuando en alguna región o lugar se suele vender un bien, de forma
general, por un determinado precio, sin que en ello exista fraude, monopolio ni otras astucias o
trampas, ese precio debe tenerse por medida y regla para juzgar el justo precio de dicho bien en
esa región o lugar, siempre y cuando no cambien las circunstancias con las que el precio
justificadamente fluctúa al alza o a la baja
3.- Fluctuaciones

que son muchas las circunstancias que hacen fluctuar el precio de las cosas al alza o la baja. Así,
por ejemplo, la escasez de los bienes, debida a la mala cosecha o a causas semejantes, hace subir
el justo precio. La abundancia, sin embargo, lo hace descender. El número de compradores que
concurren al mercado, en unas épocas mayor que en otras, y su mayor deseo de comprar, lo
hacen también subir. Igualmente la mayor necesidad que muchos tienen de algún bien especial en
determinado momento, supuesta la misma cantidad de dicho bien, hace que su precio aumente,
como sucede con los caballos, que valen más cuando la guerra está próxima que en tiempos de
paz. De igual forma, la falta de dinero en un lugar determinado hace que el precio de los demás
bienes descienda, y la abundancia de dinero hace que el precio suba. Cuanto menor es la cantidad
de dinero en un sitio, más aumenta su valor y, por tanto, "caeteris paribus", con la misma cantidad
de dinero se pueden comprar más cosas.

Luis Saravia de la Calle (1544-?).


Se ha identificado a este pensador de la escuela de Salamanca con un "subjetivismo extremo" y
con la "culminación de un movimiento gradual"

un párrafo muy contundente de Saravia en que rechaza decididamente que los costos de
producción tengan algo que ver con los valores y los precios de los bienes:

….. parrafo………..

Como se puede ver, el párrafo es muy contundente y daría la impresión de que Saravia afirma que
el precio justo lo determina el mercado

Saravia simplemente está sugiriendo que los gobernantes deben buscar un criterio distinto del de
los costos para fijar los precios. Pero los precios los determina el gobierno

Los pensadores de la escuela de Salamanca no están en contra de la fijación de precios por el rey,
pero dan guías diferentes de la de los costos para que los funcionarios públicos no cometan
errores.

ya que sostiene que los precios se determinan por la oferta y la demanda y que los costos de
producción no tienen influencia alguna en su determinación

Domingo de Soto (1495-1546).


En el caso de Soto es todavía más claro que estaba en contra de la libertad de precios.

Soto no es tan categórico como Saravia en la eliminación del costo (o al menos del trabajo, dificultades y
riesgo) de producción en la determinación del precio justo.

Siguiendo a los pensadores que ya hemos visto, también Soto sostiene que hay dos tipos de precios justos:

El precio justo de un artículo es doble: el legal y el natural. El legal es indivisible; pero el precio natural o
discrecional es, en sentido amplio, divisible.
Para Soto el precio de mercado no es la mejor opción; se trata de un second best, debido a que los oficiales
públicos no pueden fijar los precios de todos los productos

En cuanto a la divisibilidad del precio natural, Soto sigue los mismos criterios que sus antecesores, aunque
no queda claro si el precio natural lo fija el mercado, a través de la oferta y la demanda, o un hombre
prudente y justo:

CONCLUSIÓN ESCOLÁSTICOS
En su afán por dar criterios para la determinación del precio justo algunos escolásticos realizaron
importantes avances teóricos que permitían explicar las fluctuaciones de los precios. Así esbozaron una
rudimentaria ley de la oferta y la demanda hablando de la cantidad de compradores y vendedores, la
urgencia por comprar o vender, la escasez o abundancia de mercancías y de dinero, etcétera.

El economista moderno hoy sabe que esta explicación es imprecisa y confunde, para citar un ejemplo, oferta
con cantidad de vendedores.

Pero a pesar de estas imprecisiones los escolásticos realizaron un importante avance respecto del planteo
de Aristóteles en torno al precio justo, y aun respecto de la solución que intentó dar Santo Tomás. Muchas
veces el entusiasmo religioso o ideológico ha encasillado a los pensadores escolásticos dentro de una
tradición liberal, empañando los verdaderos y valiosos aportes de esta escuela, en especial la de Salamanca.

Los escolásticos realizaron muy buenas contribuciones a la ciencia económica, pero de ahí a concluir que ya
habían desarrollado la teoría de la utilidad marginal o que identificaban el precio justo con el precio de
mercado hay una gran diferencia que hace perder perspectiva respecto de sus grandes aportes al
pensamiento económico; fundamentalmente, que la necesidad es la base del valor y que la cantidad de
vendedores y compradores desempeña un papel importante en la formación de los precios

cada uno de ellos fue dando pequeños e importantes pasos que les permitieron pasar de un análisis
puramente ético o moral de las cuestiones económicas a uno más teórico.

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