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Por Nacho Muñoz. Director de programas Master en Dirección de RRHH en la UMA y en la UCO.
Es curioso que descubramos palabrejas ya en edad adulta, cuando parece que son ya
pocas las definiciones de nuestro diccionario que nos pueden sorprender. Pero sí, para
muchos todavía queda un mundo de letras y significados por descubrir, términos que
proceden de disciplinas específicas que son muy inspiradoras por el poder que tienen en
otros escenarios distintos. ¿Algunos ejemplos de este tipo de palabros? Hay varios:
asertividad, serendipia, tensegridad, iteración, empatía, resiliencia,
procastinación…
Muchas de esas palabras logran ordenar y conectar todo un cúmulo de ideas que andan
por ahí dispersas. Cuando conocemos y entendemos uno de esos conceptos, de repente
parece que por fin nos hemos explicado a nosotros mismos una realidad algo borrosa
con la que nos enfrentamos diariamente. Uno de esos términos es cada vez más
conocido… y necesario, porque señala directamente a cómo nos enfrentamos a las
adversidades, ahora que las tenemos (casi) siempre presentes: se trata de la resiliencia.
Aunque tiene un origen similar a la palabra estrés, ya que ambos proceden del ámbito
de la mecánica, su uso está extendiéndose cada vez más en el ámbito de la psicología.
Si el estrés, en origen, define el esfuerzo al que está sometido un material (por ejemplo,
un pilar de un edificio), la resiliencia se usa en la física para expresar la capacidad de
recuperación que tiene ese material a causa del esfuerzo al que ha sido sometido. Hoy,
el concepto tiene mucho que ver con la persona y con esta realidad tan aparentemente
nociva que nos está tocando vivir.
1. Doblegar esfuerzos
Es momento de darlo todo. Levantarse más temprano, leer más, relacionarse mejor…
Las oportunidades no llegan caídas del cielo. La perseverancia y el estar en contacto de
forma permanente con los contenidos asociados a las posibles oportunidades es una
obligación que nos debemos tomar muy en serio. Debemos luchar de forma consciente
contra la procastinación, porque cada día que pasa sin estar encima de lo
verdaderamente importante (profesionalmente hablando) nos aleja de cualquier objetivo
a la vista.
3. Alejarse de la victimitis.
”Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias… y las crea si no
las encuentra“
“Yo no puedo”, “no va a servir para nada que lo intente”, “seguro que no consigo nada”,
“la situación no es propicia”… son frases que nos aprisionan cuando tenemos que
afrontar una decisión o llevar a cabo una acción que contenga cierto riesgo. La
victimitis consiste en ponernos trabas a nosotros mismos, exagerando las
debilidades y las amenazas, menospreciando las fortalezas y las oportunidades
existentes. Alejarse de la victimitis es complicado. De pequeño ya éramos expertos en
acudir a ella para dar respuesta a nuestros fracasos: “el profe me tiene manía”.
4. Saltar obstáculos
“Me parece que el secreto de la vida consiste simplemente en aceptarla tal cual es”
5. Experimentar