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¿LOGRARÁN IMPONERNOS EL ESTADO DE OPINIÓN?

En los últimos tiempos hemos sido testigos de cómo se quiere generar un


Estado de opinión en Colombia. Al parecer se pretenden adecuar las
decisiones judiciales y legislativas de acuerdo al pensamiento e ideario de
ciertas vertientes políticas o personas. Los medios de comunicación han
coadyuvado a ello, toda vez que hacen tendencia noticiosa algunas decisiones
sin profundizar en su análisis y contexto.

Hemos evidenciado el despliegue que se le ha brindado a las decisiones de la


Corte Constitucional respecto a las demandas que atacan varias disposiciones
del Código de Policía por considerarlas inconstitucionales. Ejemplo de ello es la
decisión que tumba la facultad a la autoridad de ingresar a las viviendas sin
orden judicial para desconectar cualquier aparato o dispositivo que genere
ruido y que perturbe a los vecinos. Pues bien, los medios han enfocado la
noticia en ese hecho, mas no en que existe otra medida como los comparendos
para combatir esta perturbación y que la decisión fue tomada para garantizar
que el derecho a la intimidad personal, a la familia o a la inviolabilidad del
domicilio de las personas no sean transgredidos.

De la misma manera, hemos analizado cómo se pretende realizar una reforma


constitucional encaminada a instaurar la doble instancia en Colombia, aunque
este derecho procesal ya se encuentra establecido desde el 2018 con la
aprobación del Acto Legislativo No. 01, por medio del cual se implementó el
derecho a la doble instancia y a impugnar la primera sentencia condenatoria,
demostrando con ello que esta nueva iniciativa solo pretende y desea legislar
en beneficio particular y de manera específica para favorecer a cierta
personalidad, creando un antecedente nefasto y un caos jurídico que
beneficiaría a condenados por el proceso 8.000, parapolítica, yidispolítica, entre
otros, lo que violaría el principio de seguridad jurídica e irretroactividad de la
ley.

Así mismo, somos testigos del despliegue publicitario, político y noticioso para
que la cadena perpetua para violadores de niños y niñas sea instituida, medida
que como padre de familia todos apoyaríamos, más con el incremento de
abusos, violaciones y muertes contra nuestros niños. Sin embargo, a pesar del
calvario que están padeciendo nuestros infantes, debemos analizar que
medidas como estas contrarían los tratados internacionales sobre derechos
humanos, como el pacto de derechos civiles y políticos, además de reconocer
la impotencia, incapacidad e ineficiencia del Estado en la protección de
nuestros niños. Por consiguiente, se debería imponer cadena perpetua a todos
las personas que cometan delitos que imposibiliten y nieguen el derecho de
nuestros niños a la salud, educación y alimentación, puesto que atentan
también contra su integridad y vida.

Es valedero legislar y realizar reformas en pro de la defensa de los intereses de


nuestros niños, donde se combata la criminalidad y la corrupción, se garanticen
los derechos y libertades de los ciudadanos y sobre todo, el Estado social de
derecho. Es de vital importancia asegurar que estas reformas y leyes no vayan
en contravía de la constitución y los tratados internacionales ratificados por
Colombia. Hay que buscar la progresividad, más no la regresividad de nuestra
legislación y que prevalezca el interés general sobre el particular. Solo así
podremos edificar las bases sólidas para la construcción de un mejor país, en
paz, justo y equitativo.

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