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La definición técnica que se suele utilizar para la contabilidad bancaria, hace referencia
a que la misma es quien se ocupa de la capacitación, la medición y la valoración de todos
aquellos elementos financieros que circulen internamente en un banco.
En este sentido es fundamental que se tenga en cuenta la particularidad que poseen los
bancos, ya que se debe analizar el proceso interno correspondiente a la transformación
de valores, con la finalidad de poder ofrecer flujos de información mucho más
adecuados.
Para lograr esto, la contabilidad bancaria debe realizar un análisis técnico de todas las
actividades que se desarrollan en el banco; las particularidades por las cuales se destaca
la entidad; las posibilidades de la misma frente a la obtención de toda la información
que requiere y las necesidades correspondientes al flujo de la misma.
Se dice que para serlo realmente una entidad bancaria debe situar su labor en los
sistemas financieros dentro del área de seguros, en el área de valores o en banca. De
este modo, este tipo de corporaciones se encargan de intermediar en la mayoría de las
gestiones de fondos procedentes de los ámbitos públicos y privados.
Por un lado, todo lo que tiene que ver con la custodia y administración de los títulos:
aquí se generan distintas comisiones por la conservación de dichos títulos, por el cobro
de dividendos, por el traspaso de entrada o salida de títulos del DV, por determinadas
operaciones societarias de dichos títulos, por gestiones de índole fiscal, etc.
Por el otro, tenemos las que están relacionadas con operaciones de adquisición o
transmisión de valores: compraventas, suscripción de ofertas públicas, participación en
subastas, etc. Conviene tener en cuenta la periodicidad con las que se cobran las del
primer bloque, y en ambos casos, si los porcentajes indicados se calculan sobre el
nominal de los títulos o sobre el efectivo que suponen a cotización de mercado. Las
diferencias, en este caso, pueden ser muy fuertes.
Capital de préstamo
Capital de préstamo. Forma disociada del capital industrial que se presenta bajo la forma de
capital dinero que rinde interés. Su fuente son los capitales monetarios temporalmente libres
de la totalidad de la clase capitalista, los ingresos y ahorros de otras clases y sectores sociales
de la sociedad.
Los capitales monetarios disponibles se prestan a los capitalistas, que necesitan de ellos,
por cierta recompensa que adopta la forma de interés.
Cuando el capital se presta, parece desdoblarse: una misma suma de dinero funciona
como capital propiedad en manos del acreedor y como capital función en manos del
prestatario. Al divorciarse la propiedad sobre el capital de su función se forma una capa
especial de explotadores: las capitalistas monetarias (rentistas, banqueros,
especuladores de bolsa, etc.) que se apoderan de los resultados del trabajo ajeno sin
participar directamente en la producción social ni en el comercio. Por eso, el capital de
préstamo es la forma más parasitaria del capital.
¿Cómo se clasifican los bancos?
Los bancos se clasifican de acuerdo a varios criterios, siendo su propiedad
y su actividad, los más relevantes.
Según su propiedad
Según su actividad
Doyle, Fryer y Cere (p.113) los clasifican en tres tipos básicos, de acuerdo
a su entorno micro o macro:
Los bancos comerciales. Los de toda la vida, «los que tienen oficinas», como el
BBVA, Banco Popular, Banco Santander, etc.
Los bancos de inversión. Como JP Morgan, Goldman Sachs, Morgan Stanley,
UBS o Credit Suisse. Cuyas oficinas no atienden al público en general ya que sus
negocios, banca de inversión, gestión de activos, productos estructurados y de
tesorería, entre otros, resultan ser desconocidos para la mayoría de ciudadanos
de a pie.