La desesperacion de Viracocha
Dicen que el mundo lo creé Viracocha, un dios tan poderoso
que era capaz de levantar una montafia con una sola mano.
Viracocha alumbré el sol y la luna y model6 con arcilla a los
primeros hombres. Un dia, en los tiempos en que las nubes atin
se abrigaban con capa para aliviarse del frio, Viracocha se quité
sus elegantes vestiduras, se cubrié con unos miseros harapos' y
se eché a los caminos, a los polvorientos caminos que cruzan las
laderas de los Andes. Queria observar de cerca a los hombres sin
que ellos se sinticran observados, Y averiguar a
si eran rectos 0
maliciosos, despiadados o amables. Nadie podia sospechar que
aquel humilde mendigo que recorria los Andes era en realidad
Viracocha, el dios supremo.
1 miseros: que no tienen ningun valor; harapos; ropa muy vieja, usada y rota.
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PERACION DE ViRACOGHA
Durante alyun Nlempo, Viracocha se a
los huacas, pequenos dioses que re
oJ6 en Una aldea, entre
inan sobre los valles. Allé en
una humilde cabana, vivia una muchachita Hamada Cavillaca
Fra tan hermosa que tenia decenas de pretendic ntes, pero ¢
Nillaca Tos rechazaba a todos, porque ninguno logr
aba despertar
en su corazon la Hama del
amor verdadero. El dia en que Vira
cocha conocié aC
wvillaca se enamoré nada mas verla. La mu
chacha estaba tejiendo a la sombra de un licumo, y entonces
Hacocha se transformd en pajaro y empez6 a revolotear a su
ilrededor, Lue
», sin dejar de agitar sus répidas alas, Viracocha
nwodujo su semilla divina en un fruto maduro, que poco des-
pucs cayo sobre la falda de Cavillaca, La joven recogio la licuma
y aspiro su aroma. EI fruto le parecié tan apetitoso que se lo co-
mio de buena gana. ¥ de ese modo queds encinta.’
Pas6 algtin tiempo, y el vientre de Cavillaca empezo a curvar-
se. Los huacas le preguntaron a la muchacha quién era el padre
del hijo que estaba esperando. Cavillaca sonreia sin decir nada,
No es que no quisiera responder: es que ella misma ignoraba la
respuesta,
Al fin, el nifo
ca reunié a los huacas y les dijo:
acid, y crecié sano y fuerte. Entonces, Cavilla-
—Quiero casarme con el padre de mi hijo. Diganm
de ustedes me dejé encinta?
Nadie dijo nada. ‘Todos los huacas deseaban casarse con €
villaca, pero ninguno estaba dispuesto a reconocer como suyo
escena desde lejos,
@ un hijo ajeno. Viracocha, que observaba la
se parece a una
2 lticumo: drbol tipico de Chile y Per cuyo fruto, la hicuna, se parece
manz
3 encinta: embarazada,
53aaS_ |.
LEYENDAS DE AMERICA LATINA
habria querido decir: «Ese hijo es mio», pero, como iba vestido
con harapos, ni siquiera se atrevia a acercarse a los huacas, La
joven Cavillaca espero y esper6, pero nadie rompié el espeso
silencio. Al fin, enojada, la muchacha dejo al nifio en el suelo y
grito:
—jEl nifio reconoceré a su padre por si mismo!
a sangre
que corre por sus venas le descubriré la verdad!
Los huacas se quedaron pasmados. Nadie se atrevia a mirar al
nino por miedo a llamar su atencién. Al principio, el nifto vaci-
16 como si no supiera qué hacer, pero de pronto alzé la cabeza:
acababa de oir la llamada de la sangre. Entonces, empez6 a ga-
tear, y a los pocos instantes se planté ante Viracocha. Los huacas
se volvieron asombrados hacia el vagabundo, mientras el rostro
de Cavillaca cnrojecia como el fuego.
—iEs imposible! —grité la muchacha—. jE] padre de mi hijo
no puede ser un mendigo!
Cavillaca estaba tan furiosa que tomé al nifio en brazos y
escap6 de la aldea a todo correr. Entonces Viracocha abandoné
sus harapos, se vistié de nuevo con su traje de oro y perlas yer
a
LA DESESPERACION DE ViRACOCHA
salié en busca de Cavillaca. «Cuando sepa quién soy», se decia,
«conseguiré su amor». Pero Cavillaca se sentia tan desconcer-
taday humillada que no se detuvo ni una sola vez. Huia y huia,
yeloz como la gacela, en una loca carrera hacia el mar. Y, como
Viracocha no alcanzaba a verla, le pregunté a un condor que
planeaba majestuosamente por el cielo si la habia visto pasar,
—Si —respondio el condor—. No anda muy lejos, y al paso
que llevas la alcanzaras muy pronto.
Viracocha sintié un gran alivio.
—Mil gracias —dijo—. Por la ayuda que acabas de prestar-
me, en adelante serds el dueno de los cielos. Considera tuyos
todos las animales de los valles y montafias, de la tierra y el aire,
de los rios y las lagunas, y aliméntate de ellos como te plazca. Y
no tengas miedo, pues si alguien intenta matarte, morira.
Viracocha siguié corriendo, y algo mas adelante se cruzé con
una comadreja. Cuando le pregunto si habia visto a Cavillaca, la
comadreja respondi6:
—Si, pas6 por aqui hace un rato, pero no la alcanzaras, por-
que te lleva mucha ventaja.NA
LEYENDAS DE AMERICA LATI
Al ofr aquello, Viracocha se puso furiose.
—Por haberme dado esa respuesta —dijo—, en adelante tu
Cuerpo apestara. Seras odiada por tu olor, y solo podras salir de
tu madriguera durante la noche.
De este modo, Viracocha siguié su camino, y a cada bestia que
encontraba le preguntaba por Cavillaca. A quienes Ie daban ung
Tespuesta alentadora, Viracocha los bendecia, y a quienes lo des.
animaban, los maldecia, El puma recibio la bendicién de Vira-
cocha, y por eso es un animal respetado, pero el zorro enojé al
dios, y por eso lo despreciamos.
Al fin, Viracocha lleg6 a orillas del mar. Sin embargo, no vioa
Cavillaca nia su hijo por ninguna parte. ;Donde estaban? 3Aca-
So se los habia tragado la tierra? Viracocha paseo su vista por
el paisaje, y entonces descubri6 en la playa dos penascos que
nunca habja visto. De Pronto comprendié: Cavillaca,
aceptar que su hijo levaba en las venas la sangre de ui
se habia arrojado con su Pequeio al mar,
incapaz de
in mendigo,
Y cada uno de ellos se
miré hacia el océano,
extendié su manto sobre las
Nunca mas lo han visto entre los
ice que algtin dia volverd,
habia convertido en un islote. Viracocha
desesperado. Un instante después,
olas y se alejé mar adentro,
hombres, aunque hay quien