Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ceconta Simposios T 2014 Fior Vitta Scarafiocca Triangulo Chequeo Etico PDF
Ceconta Simposios T 2014 Fior Vitta Scarafiocca Triangulo Chequeo Etico PDF
FUTURO PROFESIONAL”
Desde hace tiempo hemos venimos trabajando este aspecto que está íntimamente
vinculado, y presente en cada situación que debamos afrontar durante el ejercicio de
nuestra profesión, independientemente de la mayor a menor envergadura de la temática que
estuviere a nuestro cargo resolver, pero directamente proporcional, la dimensión de esta
presencia, a la magnitud dilemática de la cuestión.
Desde el punto de vista moral: La Conciencia, ese juez del que nadie puede
escapar, no es una potencia más unida a la inteligencia y a la voluntad, sino que es la
misma inteligencia cuando juzga si un acto está de acuerdo con la ética o no.
Desde el punto de vista individual la persona tiene en su conciencia el lugar donde
se produce el juicio de aplicación de la norma ética a la acción concreta. Por lo tanto, la
formación de una personalidad ética consistirá en conocer debidamente esas normas y estar
firmemente resuelto a actuar conforme con lo que se ha reconocido como correcto.
Sostenemos que los Códigos de Ética constituyen, para la actuación del profesional,
lo que ‘la Conciencia’ para el obrar humano en general.
Con el Dr. Enrique Zamorano entendemos que los contadores somos responsables
de informar la verdad. Emitir una opinión profesional libre e imparcial implica gozar de
independencia de mente y al mismo tiempo inmunidad de toda coacción externa. La
conciencia actúa como un sistema de control interno que informa, aprueba o rechaza las
acciones que la persona realiza o las que evalúa realizar. Ella hace las veces de un ‘auditor’
que con criterio libre y objetivo sopesa los hechos, las interacciones, las decisiones del
contador público y los coteja con los postulados y las normas de ética. En consecuencia, la
filosofía de la acción o ética de la acción, que tendría por objeto orientar al profesional en
su actuación, se podría resumir en una enunciación como la que siguiente:
a) Formar y ejercitar la conciencia. La formación de la conciencia es un deber
fundamental para el profesional; la razón es muy simple: ella puede errar. Se hace necesario
comprobar si la conciencia está juzgando conforme a la verdad, porque ella no depende de
nada ni de nadie, pero debe responder a un único condicionante; ‘estar en correspondencia
con la verdad’. Así como los músculos de nuestro cuerpo necesitan de la gimnasia para
estar activos y no atrofiarse, la conciencia debe ser revisada o testeada en forma periódica
y/o permanente para comprobar cómo está actuando.
b) Clasificación de la conciencia actuando:
Por el objeto:
- Verdadera: Cuando juzga en base a criterios de objetividad, en nuestro caso, de
acuerdo con el Código de Ética.
- Errónea: Cuando deja de lado esa objetividad. No tiene en cuenta lo
normado por el Código de Ética.
Por la forma de juzgar:
- Rígida: Cuando juzga con buena intención.
- Falsa: Cuando juzga sin buena intención.
(no siempre una conciencia rígida es a la vez verdadera)
Por la certeza moral:
- Cierta: Cuando juzga ‘con seguridad’; sin temor a equivocarse.
- Dudosa: Cuando, con duda ‘cuasi-pirrónica’, ni se atreve a juzgar.
Es compromiso del profesional permanecer en “alerta expectante” y actuar con
“escepticismo profesional”, que no significa en modo alguno, actuar con titubeo
permanente.
c) Plan para la acción.
- Observar. Base para ver,
- Ver. Base para apreciar,
- Apreciar. Base para decidir,
- Decidir. Base para actuar. Y finalmente,
- Actuar en el sentido del correcto acto ético.
d) Discernir: Múltiples apreciaciones o puntos de vista que hacen a la manera de
ver y de ser. Razones, opciones, afectos, antipatías, que nos llevan a hacer nuestras
elecciones.
e) Espíritu crítico: resulta necesario para no discernir en forma subjetiva: Crítica
proviene del griego “Krinein”; distinguir, examinar, analizar y, como resultado de este
proceso de análisis, valorar. Esa valoración puede ser positiva o negativa, es decir, no
siempre la crítica es negativa. Diferenciar la crítica de la censura. La crítica busca la verdad
en cambio la censura abre paso a la mentira.
f) Prudencia: virtud intelectual que nos señala entre lo que se puede hacer o no
hacer, qué hacer y qué no hacer.
Aristóteles considera prudente “al hombre capaz de deliberar rectamente sobre lo
que es bueno y conveniente”, esto es, la prudencia permite al hombre decidir racional y
correctamente sobre lo que es mejor para él o para su comunidad. Esta virtud es la base de
las virtudes éticas, un ser humano no puede adquirir virtudes éticas sin poseer la virtud de
la prudencia. Sin embargo, consideramos oportuno tener presente a Pirrón de Elis (filósofo
griego – 360 - a de J.C. fundador de la escuela filosófica de los escépticos); sostenía
Pirrón, que no se puede afirmar nada por cuanto la inteligencia suele, a menudo, llevarnos
a engaño.
El exceso de prudencia puede resultar “imprudente”, y conducir a negar lo que se
afirma. El excesivamente prudente ‘negativiza’ la prudencia. A pesar de su híper
prudencia, a pesar de los muchos “cuidados”, termina por no moverse del sitio. Estos
‘cuidados’ paralizantes y tóxicos, desde sus recelosos miedos y desde sus desconfianzas
enfermizas ‘cuando no maliciosas’, recomiendan eterna prudencia para no moverse.
E. Mounier, insistía con que “el partido de los prudentes raramente es el partido de
la prudencia.
Cuando se recomienda en el Evangelio aquello de: “Sed prudentes como
serpientes”, se reconoce el derecho de la prudencia, aunque inmediatamente el consejo es
completado, añadiendo: «Y sencillos como palomas», con lo que se limita el
prudencialismo y se le preserva del peligro de degenerar en cálculo de astucia.
Cuando ejercemos la “prudencia profesional” luchamos con los errores, la
negligencia y la inconsistencia. La prudencia como lo afirma el mismo Aristóteles, nunca
se ‘olvida’, y por lo tanto siempre nos permitirá discernir sobre la decisión más correcta
entre las distintas posibilidades. Es la virtud clave del obrar y del querer según la recta
razón, es “hacer” las cosas bien, es decir “hacer bien el bien”.
Reafirmamos por lo tanto nuestra posición en el sentido de que los códigos de ética
cumplen adecuadamente el papel de la conciencia, en tanto sean la guía ética que oriente
la acción del profesional en lo relativo al ‘Buen Hacer’.
El profesor Alberto Buela, filósofo, pone el acento en la inoperancia práctica del
deontologismo y del neokantismo en la resolución de los problemas concretos del hombre y
la ciudad. Esta es la gran crítica que realiza la ética de las virtudes a la deontología
neokantiana. El hombre es bueno, no porque realiza actos buenos, sino que realiza actos
buenos porque es bueno. El hombre cuando realiza algo mal o actúa mal, en general lo hace
por ignorancia o por placer. Si es por ignorancia es un problema de la inteligencia y si es
por placer, lo es de la voluntad. Tanto la inteligencia como la voluntad se educan, una en
las virtudes dianoéticas y otra en las virtudes éticas. Lo valioso del acto moral no está en
la represión de los impulsos de dominio, de venganza, sino en el libre renunciamiento a la
satisfacción que producen. Y así, se deja de mandar, de vengarse no porque no se pueda,
sino porque, poseyendo estas cualidades, se somete a la obediencia, a perdonar. Si bien
hemos hablado de las grandes renuncias para ejemplificar, no podemos olvidar que la vida
cotidiana está hecha de pequeñas renuncias. Los renunciamientos que supone la actividad
filosófica, como el estar meditando un tema y dejar de ir a una fiesta o participar de una
comida.
Triángulo del fraude
La ocasión hace al ladrón es una expresión, que si bien suena muy fuerte, no por
ello deja de ser necesario utilizarla a fin de tomar real dimensión de su presencia en esta
cuestión del fraude.
Uno de los exponentes más certeros en el tema, el Doctor Donald Cressey (1961),
criminólogo estadounidense, desarrolló uno de los modelos más aceptados y que explica el
porqué buenas personas cometen fraude. Este modelo se conoce como: El Triangulo del
Fraude.
En efecto, para que se configure este vicio es necesario se cumplan, sí o sí, tres
condiciones que llamaremos los tres vértices de lo que ha dado en llamarse el triángulo del
fraude:
1) Necesidad o Motivo
2) Oportunidad
3) Racionalización
Necesidad o Motivo
Racionalización Oportunidad
Necesidad o Motivo: Todos tenemos alguna necesidad por satisfacer. ¿Quién no?
Sea de esparcimiento, de poseer algún bien (un inmueble, un automóvil…), mandar
nuestros hijos a algún colegio, atender al grave estado de salud de algún familiar cercano,
etc.
Oportunidad: Estar frente a una situación, justo en el momento oportuno; dictamen
de un balance con determinados valores abultados (contabilidad creativa), certificar sobre a
valuación en exceso de un bien. Un sello y una firma para dar vía libre a un expediente en
la administración pública, un voto necesario para que se apruebe una determinada ley, un
“visto bueno” de un encargado del departamento de compras, etc.
Racionalización: ‘Lo haré en esta ocasión y luego nunca más…’. ‘¿Si otros lo
hacen, porqué no yo?…’. ‘Es decir, racionalizo la situación, anestesio mi conciencia y
caigo…’
La racionalización mencionada puede llevarnos a que nuestra conciencia deje de
actuar en forma objetiva, recta y cierta, para, de esa manera, caer en la ética situacional.
Racionalizamos dejando de lado presupuestos como la verdad, honradez, honestidad,
integridad, etc. Hasta descuidamos ‘nuestra propia salud’; aunque es importante señalar
que el ser humano puede enfrentar cualquier contingencia si se encuentra armado de una
sólida verdad. Quizás para ello se deba volver a poner énfasis en las verdades últimas como
la honradez, la honestidad, la humildad, la no-hipocresía etc.
Vale aclarar que con el dictado se pretende que el alumno incorpore, en su
conciencia de futuro profesional, la importancia de los principios que fundamentan el
Código de Ética. Que no vea al mismo como letra fría a cumplir.
Por otra parte proponemos a los alumnos que no solamente descubran el triangulo
del fraude en sus pensamientos sino que lo complementen con el chequeo ético para
utilizarlo en momentos en que deban tomarse decisiones.
El triangulo del chequeo ético lo hemos elaborado en la cátedra en base al caso “Un
dilema ético” de Blanchard y Peale.
A nuestro entender es una herramienta sumamente útil para la resolución de las
situaciones que el profesional tiene que vivir y que pueden ser conflictivas para su
conciencia.
El siquiatra Augusto Cury nos habla de la memoria RAM. (random access memory)
que se utiliza en los ordenadores como memoria de trabajo para el sistema operativo, los
programas y la mayor parte del software. Es allí donde se cargan todas las instrucciones que
ejecutan el procesador y otras unidades de cómputo. Se denominan «de acceso aleatorio»
porque se puede leer o escribir en una posición de memoria con un tiempo de espera igual
para cualquier posición, no siendo necesario seguir un orden para acceder a la información
de la manera más rápida posible. “En las
computadoras, ya que el registro es voluntario y depende de una orden, sólo registramos lo
que queremos. En la memoria humana, el registro no depende de nuestra voluntad. El
fenómeno RAM actúa de un modo inconsciente en fracciones de segundo, y archiva todas
nuestras experiencias, inclusive las que más detestamos. Tratar de evitar el registro de una
ofensa, pérdida o rechazo es inútil, porque el registro es automático. No tienes libertad para
elegir si archivas o no una historia en tu memoria. ¿Por qué? Porque sin esta historia no
producirías pensamientos, serías un ser irracional y, por lo tanto, no estarías consciente de
tu propia libertad”.
De allí que intentamos que el alumno fije en su memoria RAM los tres vértices,
tanto del triángulo del fraude como en este caso del triángulo del chequeo, que enumeramos
a continuación, para utilizarlos al momento de tomar su decisión profesional.
1) Es legal, es ético, está en correspondencia con el Código de Ética.
2) Es justo. ¿Causo algún perjuicio?
3) ¿Y mi conciencia?
Es legal, es ético
Es justo Y mi conciencia
Esta nueva etapa que hemos comenzado a nuestro objetivo primario, de que el
alumno identifique los ocho atributos o valores que fundamentan la existencia de los
códigos de Ética y que identifique a estos como la conciencia del cuerpo profesional, le
hemos sumado el que incorpore en su memoria RAM los dos triángulos que hemos
descripto para que los tenga presente en su futuro ejercicio profesional.
En la evaluación le pedimos que describa los triángulos y de un ejemplo de cómo
funcionan estos en la práctica. La respuesta es muy favorable. Nos llama la atención la
capacidad que tienen para explicar su funcionamiento.
Bibliografía:
- Blanchard, K. Peale, Un Dilema Ético - Caso - I. Grijalbo, 1988.
- Buela, Alberto - “Disenso. Filosofía y Metapolítica” - http://disenso.info/.
- Carpio, Adolfo. – “Lecciones de Filosofía.” - Editorial Glauco, Bs. As. 1971.
- Clarin.com - Entrevista a Mario Fendrich - .salvador -sales - Corresponsal - Santa Fe –
www.clarin.com.
- Cury, Augusto - “Padres Brillantes Maestros Fascinantes”, Planeta, 2007.
- Cury, Augusto - “El Maestro de Maestros” - Editorial Thomas Nelson – 2008.
- Picasso, Juan Carlos - director del Centro Adventista de Vida Sana - www.cavs.com.ar
- Sánchez Ríos, J. y López, W. - “El Triángulo del Fraude” - Programa Ahora -
Universidad del Turabo.
- Scarafiocca, Stella; Vitta, Carlos y Fior, Santos – “Apostando a la Conciencia del
Profesional” - Trabajo presentado en el XXXV Simposio Nacional de Profesores de
Práctica Profesional – Concordia (Entre Ríos) – Setiembre 2013.
- Spaemann, Robertt - “Ética: Cuestiones Fundamentales” - EUNSA - Ediciones
Universidad de Navarra S.A. – 2005.
- Vitta, José Vicente - “La Ética: Una Fiesta (la alegría de ser auténticos)”- Fundación
Síntesis Rosario, 2001.
- Zamorano García, Enrique - “La ética de los Contadores Públicos” Ed. Instituto
Mexicano de Contadores Públicos, México, 1999.