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SOMMER Ficciones fundacionales

El programa ideológico que Mera representa en Cumandá es el progreso de la civilización desde


los jesuitas exiliados, pasando por mártires políticos como García Moreno, hasta su propia novela.
Recordamos que Garcia Moreno, reinstaló a los experimentados jesuitas a quienes trajo de vuelta
en 1862 a la cabeza de la educación pública.

Las buenas obras del catolicismo sobreviven en los resultados, misteriosamente generativos, de la
escritura. Entre estos inolvidables mártires, Mera y sus lectores incluirán a Cumandá, una salvaje
curiosamente cristiana e inusualmente bella que está enamorada de Carlos, su admirador blanco.
La aldea del Pastaza, a orillas del Parola, está algo alejada del hogar de Carlos (de Andoas) en la
sierra, donde su reformado padre es un misionero dominicano. Había sido propietario abusivo
cuando perdió a su mujer a sus hijos en un alzamiento de indígenas, basado en la revuelta de
1790. Se arrepintió de los males que él mismo había provocado y se dedicó a predicar entre los
nativos que tanto había despreciado.

El romance entre los jóvenes se ve truncado por el padre y los hermanos de Cumandá, que odian a
los blancos y determinan por matar a Carlos para casar a la joven con el anciano jefe. Pero la
virtuosa y viril Cumandá salva a Carlos de cada vaticinio de muerte. Lo salva sólo para volver a
perderlo cuando él regresa con su padre y luego decide partir nuevamente a buscarla, mientras
ella escapa de manos de su difundo esposo y la tribu de salvajes en busca de Carlos.

El dilema se presenta cuando Pona le revela al padre Domingo Orozco que Cumandá es su
pequeña Julia, ya que en ese momento debe decidir si salvar a su hija o intentar convertir al
cristianismo a quien desprecia la raza blanca y cristiana: Tongana o Tubón. La opción superior para
la Iglesia es quedarse, por lo que Tongana no puede resistirse al primer y último sacramento
cristiano. La sacrificada es Cumandá, la mujer sobre cuyo cadáver llegan a amarse mutuamente
sus padres, tanto Orozco como Tongana. Carlos la lloró con sentimiento, pero sin la valentía de
perseguirla sólo él ni para rescatarla por mucho tiempo. Total, Carlos se hubiera ganado una
hermana, no una esposa con quien fundar una nueva familia nacional.

El único que sobrevive es el padre Orozco y la única productividad ha sido un alma más para la
otra vida cristiana, sin contar, claro, con que la conversión deja una huella escrita de amor y
conciliación en la fundación nacional de Ecuador.

El hecho de que la obra culmine trágicamente no es de por si pesimista. Recurren a la tragedia


para animar un programa positivo que evite tragedias por venir. Mientras suscitan nuestra
simpatía por los amores entre los héroes y heroínas, también se localiza un abuso social que
obstaculiza el amor. Por lo tanto, apuntan hacia un estado ideal, tanto político como sentimental,
que ha de producirse cuando se supere el obstáculo. De manera implícita, y a veces abierta, estas
novelas exigen una solución posible para el romance fallido (léase también para el progreso
nacional y la productividad).

NOUZEILLES Ficciones somáticas


Las naciones son efectos de ficciones narrativas, relatos maestros que atribuyen a ciertas
comunidades la continuidad de un sujeto. El carácter persuasivo de estos relatos hace que la
formación de la Nación se perciba como la realización necesaria de un proyecto que, a través de
grandes períodos históricos, va automanifestándose la “esencia” de lo nacional. Esta
representación se asienta en una ilusión doble: por un lado, la convicción de que las generaciones
sucesivas que habitan un mismo territorio se han transmitido unas a las otras una substancia
invariable, y por otro lado, la ilusión de que el proceso de desarrollo del cual los miembros
actuales son su culminación, era el único posible.

La asociación entre continuidad y nación fomenta la creación de relatos orgánicos que, como las
genealogías familiares, adoptan la forma de sistemas arbóreos cuyas ramificaciones consisten en
cuerpos conectados entre sí por la reproducción sexual y el principio de identidad biológica.

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