La palabra “democracia” se origina a partir del término griego “demokratia”,
cuyos componentes son “demos”, pueblo, y “kratos”, gobierno. Su significado básico está relacionado con la organización de la sociedad a partir de un sistema político en el que gobierna el pueblo. Considero que, como en Atenas, la democracia es un sistema político un modelo de vida de los ciudadanos centrado en la libertad, en la igualdad de todos ante todo y la justicia. Supone una convivencia personal que se traduce en la vivencia de valores orientados a la búsqueda de la justicia, el respeto, el diálogo, la tolerancia, la paz y el bien común, por esto, la democracia no es sólo un sistema político, sino que también un modelo de vida y un ideal que orienta a la convivencia social. En la democracia ateniense y en la actual todos tienen derechos y son considerados como iguales (en el ámbito político), cada cual logró lo que tiene de acuerdo a su esfuerzo y mérito. La democracia como estilo de vida tiene las siguientes características: • El reconocimiento de la dignidad de la persona humana. • El respeto de los derechos de las personas. • La igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos participen en el destino de la sociedad. • La búsqueda del bien común como objetivo fundamental de la sociedad. • La limitación del poder de las autoridades y su control por el pueblo. • La tolerancia de opiniones, ideas y gustos. En cambio, la democracia como forma de gobierno cumple con los siguientes requisitos: • Las autoridades son elegidas periódicamente, mediante elecciones populares. • La autoridad es ejercida por funcionarios que integran los distintos poderes del Estado. • Se respetan los derechos de los ciudadanos. • En determinadas ocasiones se consulta al pueblo para la toma de decisiones de gobierno. La verdadera democracia es necesaria porque su existencia evita el peligro que constituyen otras formas de gobierno tales como la demagogia o el autoritarismo. Por lo tanto, podemos decir que para que la democracia funcione como un sistema político, deben estar vigente diferentes condiciones: • respeto a la voluntad popular que es la fuente de legitimidad de la democracia; • existencia de una constitución estableciendo división de poderes, derechos y garantías de los ciudadanos y el resto de las leyes que limitan el poder de los gobernantes, periodicidad de las funciones de gobierno (se trata de impedir la perpetuación de los funcionarios en el poder); • acceso a los cargos: todos los ciudadanos son libres y están en igualdad de condiciones jurídicas para elegir y ser elegidos a través del voto, sin restricciones y acorde a las leyes; • gestión transparente: las decisiones deben hacerse públicas para que el pueblo las conozca, caso contrario se favorece a que existan situaciones de corrupción; • rendición de cuentas: ayuda a la transparencia de los actos de gobierno. Los gobernantes, legisladores, etc., tienen la responsabilidad ante el pueblo que los eligió; • el respeto por la verdad crea un clima de confianza entre gobernantes y gobernados permitiendo construir una política realista y creíble. Además, la honestidad contribuye a este clima de confianza. Es importante que se puedan anteponer los intereses personales al bien común tanto de gobernantes como gobernados; • la idoneidad de los funcionarios también debe estar presente, que deben estar capacitados para servir adecuadamente a la sociedad que los eligió. Los mandatarios son los gobernantes y los mandantes es el pueblo; • la justicia tiene su principio ordenador en la ley; deben existir normas claras y una justicia independiente; • la protesta social por parte de los ciudadanos ayuda a precisar el tipo de sociedad que deseamos vivir; ésto significa, no sólo estar informados, sino salir a protestar, señalar errores, exigir el cumplimiento de ciertos bienes básicos, para que se puedan concretizar; • la palabra democracia (demo=pueblo, kratos=gobierno, autoridad). El poder reside en el pueblo y los ciudadanos somos quienes delegamos ese poder mediante el voto, por un tiempo determinado y para una función determinada; • los funcionarios deben cumplir sus obligaciones, deben brindar explicaciones por su conducta pública, deben escuchar la opinión de los ciudadanos, deben escuchar la opinión de la oposición y también de las minorías (étnicas, religiosas, culturales o de otra índole).
Si bien se considera que Atenas fue el origen de la democracia, se diferencia
mucho de lo que es hoy la democracia moderna, es decir dista mucho los conceptos como libertad e igualdad de aquellos tiempos con respecto a la participación ciudadana en asuntos públicos y asuntos referidos de la vida en comunidad. Ejemplo de ello es que el ciudadano no gozaba de derechos personales sino de prerrogativas políticas, jurídicas, religiosas, sociales y obligaciones militares y fiscales que procuraban la unión de la comunidad ateniense con el estado. Los componentes institucionales han variado, al igual que las categorías éticas-morales. No existe la participación directa del pueblo, tal como lo propugnaba el pueblo ateniense, ahora solo es un sistema representativo indirecto. Antiguamente no se realizaba una distinción entre esfera pública y privada, y también se menciona el concepto de "democracia" como un concepto que ahora implica cierta vaguedad e imprecisión en su utilización.
Pregunta 5
El fenómeno de la globalización afectó en gran medida la concepción de los
estados, ya que éstos se desenvuelven dentro de referentes tradicionales en los cuales el tiempo y el territorio son partes fundamentales en la forma en la que se organizan y desarrollan. Los tiempos cortos que demanda la globalización y la falta de territorialidad están más cercanos al mercado. La globalización, finalmente se presenta como un concepto que permea en la organización internacional y remueve parte importante de sus raíces constitutivas. Tradicionalmente, incluso a manera de prejuicio, el proceso de globalización ha sido contundentemente asociado al mito fundacional de un capitalismo absoluto y absorbente del globo; sin embargo, un estudio más profundo permite analizar la coyuntura como una oportunidad refundacional, en la que el Estado deberá reposicionarse sobre basamentos renovados, con una responsabilidad global, para que, idealmente, ello se exprese en la institucionalización internacional y en una organización de corte más bien global antes que interestatal. Y mediante el cual pueda llegar a democratizarse la globalización, porque en esta medida habrá más actores que puedan controlar el efecto negativo que ésta pueda tener sobre la vida de las personas en el planeta. Por el momento, el Estado parece el único capaz de tener un control eficaz, claro que de la mano de la sociedad civil que cada vez tiene un papel más activo dentro de la organización internacional. Por ello la necesidad de repensar la forma en la que las organizaciones estatales internacionales se pueden desenvolver en la globalización. La crisis puso en claro los límites de la globalización para autorregularse y la necesidad de que los estados participen de manera más activa en la regulación de los flujos de dinero en el sistema financiero internacional. El mercado, dejado a su libre albedrío, es autodestructivo; si el Estado no establece reglas claras, la falta de límites crea grandes desajustes en la economía, propiciando grandes quebrantos ante la irresponsabilidad con la que se dan los préstamos, se conducen las empresas y sólo se da prioridad a la ganancia inmediata sin pensar en los efectos sobre la economía a largo plazo. Durante las crisis se hace más visible la forma en que el mercado necesita del Estado para rescatar empresas, estabilizar la economía y para que estos problemas no alcancen magnitudes catastróficas de las cuales las economías tarden más en recuperarse. El problema no termina con la intervención estatal, sino el hecho de que se apliquen medidas como las denominadas contra cíclicas para que la economía se recupere. La incapacidad e insuficiencia de las instituciones y organizaciones internacionales para ocuparse de la problemática global, la emergencia y/o consolidación de actores políticos no estatales y el fomento y aparición de organismos supranacionales –el caso de la Unión Europea, sin duda, parece ser el más exitoso y acabado, aunque no es el único– son signos sintomáticos de un cambio de época. Y todo ello se entiende a partir de un patrón común: el debilitamiento del Estado. Mientras que, como ya se explicó, el Estado-nación tiende a debilitarse ante la emergencia de nuevos actores y factores que inciden con fuerza en los asuntos que anteriormente sólo le competían al Estado, éste continúa desenvolviéndose en un terreno de organización internacional que ya no responde a la realidad actual. Si bien no se trata de una refundación completa del sistema, por lo menos, resulta necesario el ejercicio reflexivo y autocrítico de una institución como el Estado para poder dar pie a una nueva institucionalización mundial de carácter cosmopolita, en busca de dar efectiva respuesta a una serie de problemáticas de orden global que, naturalmente, no encuentran respuesta completa en el ámbito local. Tal como Beck sugiere: [...] la sociedad cosmopolita necesita nuevas instituciones para garantizar y regular la convivencia de una civilización interdependiente que se ha puesto a sí misma en peligro. Así pues, es la necesidad de revisar el derecho internacional en sus mismos cimientos la que abre todas las fronteras al doble pensamiento de “la guerra es la paz” y “la dictadura es la democracia”. Por el momento, el Estado parece el único capaz de tener un control eficaz, claro que de la mano de la sociedad civil que cada vez tiene un papel más activo dentro de la organización internacional. Por ello la necesidad de repensar la forma en la que las organizaciones estatales internacionales se pueden desenvolver en la globalización La globalización, en ese sentido, puede y debe ser vista como una oportunidad para fomentar un orden cosmopolita que beneficie a la totalidad del sistema a partir de fomentar relaciones políticas equitativas ante la premisa de que todos, en mayor o menor medida, estamos expuestos a crisis comunes. Los renovados basamentos sobre los que el Estado debe reconstituirse, que se mencionaban con anterioridad, deben pasar por reconocer que la necesidad de más Estado pasa también por aceptar que se requiere más y mejor gobernabilidad al interior de éstos, pero particularmente a escala global, y dicha gobernabilidad sólo puede ser el resultado de una suma de factores de poder donde la participación de los estados será fundamental. Concluyendo creo que el estado nación no ha llegado del todo a su fin, si creo que constantemente existe un debilitamiento en todos los elementos que lo componen, ha habido una transformación en los mismos permitiendo que se reconfiguren los mismos y sus funciones. Todo esto ha ocurrido debido a los procesos de globalización, transnacionalización y el auge de nuevos actores que han adquirido protagonismo en la escena internacional luego de la Segunda Guerra Mundial. Se ha producido una erosión en la soberanía del estado nación, sus fronteras, sus funciones y su relación con los ciudadanos. Aún así el estado Nación continúa siendo un elemento esencial del sistema internacional, su autoridad internacional sigue formalmente vigente, su autonomía y su protagonismo tanto a nivel internacional como interno también. El poder comienza a distribuirse en nuevos actores trasnacionales (poder blando o poder estructural), durante la modernidad la idea de estado nación se refería al proceso de unión y coordinación de los vínculos sociales del estado como estructura de poder por sobre su población generando sentimientos de cohesión y adhesión entre los habitantes, éstos ahora se encuentran debilitados reconfigurando así el concepto de ciudadanía.