Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando se habla de innovación, fatalmente el pensamiento nos lleva a la innovación tecnológica. Esto no es
erróneo, pero debemos prestar atención a no confundir el concepto de innovación con el de tecnología.
De hecho, en la acepción que aquí consideramos dar al término "innovación", las transformaciones
vinculadas a la introducción de instrumentos informáticos o a la implementación de nuevos procedimientos,
nos interesan en esencia por tos cambios que operan en la organización de una estructura y por el estímulo a
asumir una actitud dirigida a la proyección continua.
La relación entre tecnología y cambio es una relación complicada y tiene muchas facetas. "Los cambios que
afrontan las bibliotecas y los servicios informativos son, hoy más que nunca, radicalmente diferentes por su
naturaleza y superiores en tamaño. No sorprende que el sector siempre haya presentado— tal vez hasta la
última década— un rostro estable, inalterable y haya sido quizás algo lento en adoptar algunos de los
enfoques innovadores en cuanto a la gestión que se han estado probado en otros ámbitos por algún tiempo".
Es históricamente innegable la contribución que la adopción de las tecnologías informáticas ha dado a la
racionalización y a la utilización de estrategias innovadoras de gestión, cuyos efectos van mucho más allá de
las transformaciones vinculadas al uso de las mismas tecnologías.
De hecho, el impacto de las nuevas tecnologías sobre el "sistema biblioteca" puede ser muy fuerte y
propiamente por estas razones habitualmente viene apoyado por algunas acciones de acompañamiento con el
fin de evitar repercusiones negativas y a maximizar las ventajas. La implementación de una nueva
tecnología no es plenamente una hazaña, y ni siquiera esencialmente de carácter técnico: es un problema de
cultura organizativa y de ella misma, a menudo depende el éxito de un proceso de innovación tecnológica.
En este sentido, la innovación tecnológica constituye de por sí un factor de cambio, ya que obliga al análisis
de los procesos, de los flujos de actividad y a su racionalización, y nos conduce a repensar la organización
interna. Para muchas bibliotecas, la introducción de innovaciones tecnológicas ha representado la primera
ocasión para un análisis serio de los procedimientos o de la organización del trabajo, y a menudo ha servido
para enfocar los objetivos y las prioridades. Antes de que esto sucediera no eran muchos los bibliotecarios
que habían oído hablar de estudios de factibilidad o de gestión por objetivos.
Muchas veces ha prevalecido al final una cierta rigidez y se ha priorizado más la automatización de lo que
ya existía en lugar de un uso realmente eficaz de las tecnologías, cuya utilización se justifica mucho mejor si
se traduce en servicios y no sólo en cambiar el método de trabajo.
4
Una enseñanza importante aparece por el convencimiento de que la gestión del proyecto debía ser regido,así
como debía ser regida su fase definitiva y su constante evolución, precisamente porque ella no se podrá
nunca considerar "completada" sino que deberá desarrollarse y crecer continuamente. Lo anteriormente
dicho se refiere a una primera fase de innovación tecnológica, que a estas alturas se puede considerar
superada por la mayoría de las estructuras.
Recientemente han surgido otros temas, que una vez más nos sirven para una reflexión muy útil sobre el
aspecto organizativo-direccional más que sobre el aspecto típicamente tecnológico-aplicativo, al menos por
lo que nos concierne en esta circunstancia.
La dimensión digital y virtual de los servicios administrados mediante las aplicaciones tecnológicas más
innovadoras y la consiguiente posibilidad para las bibliotecas de superar las barreras espacio-temporales y
de alcanzar a los propios usuarios remotos a través de la Red, han ofrecido un escenario inédito, que
seguramente lleva consigo ventajas innegables, pero también cualquier "efecto colateral" desagradable.
Pongamos un ejemplo cualquiera: hasta ahora, hablando de servicios, se ha insistido mucho sobre la
necesidad de conocer bien a los usuarios y sus necesidades, y de planificar la producción de servicios sobre
la base de los resultados de un trabajo de análisis. Una biblioteca que ponga a disposición algunos de sus
servicios incluso a usuarios remotos, debe ser responsable del hecho de que los usuarios remotos pueden ser
-y muchas veces lo son- diferentes de los usuarios habituales. En esos casos podemos definirlos "usuarios
impropios" o bien considerar que se trata sólo de la otra cara de la misma moneda, podemos decir que la
biblioteca será usada impropiamente, más allá de sus fines institucionales, y que sus servicios serán
utilizados además para objetivos diferentes de aquellos por los cuales habían sido proyectados y construidos.
El más banal y obvio de los ejemplos es aquel de la consulta de un Opac disponible en la Web, que se usa no
como instrumento de localización y obtención de los documentos -porque raramente un usuario que vive en
otro continente irá a aquella biblioteca para consultar el volumen o pedirá recibir- lo en préstamo
interbibliotecario-, sino como un instrumento de información bibliográfica o como una fuente para la
catalogación derivada.
La puesta en marcha de servicios del buró de referencia virtual -dirigidos incluso a través del correo
electrónico- no puede ser considerada sólo como una ampliación del servicio, sino que tiene efectos de
propagación sobre la esencia misma del servicio. Un servicio interactivo por definición, como el de
referencia y en general el de servicio bibliotecario, se puede transformar en un "producto" estandarizado,
confeccionado a priori y sin saber por quién, cómo y cuándo será utilizado.
El uso de la Red contribuye a "ofuscar" a los usuarios a los ojos de la biblioteca y por tanto puede crear
problemas de retroalimentación (feed-back). En la mayoría de los casos el servicio ofrecido por la biblioteca
es producido y consumido en el mismo lugar y no se puede almacenar para posibles correcciones. Las
nuevas tecnologías de red tienden a crear algunas dificultades en la medición de los servicios utilizados y el
relativo nivel de satisfacción; cada vez más frecuentemente, y para una gama cada vez mayor de actividades,
el suministro del servicio se confía en menor medida en la mediación del bibliotecario.
La biblioteca digital ofrece a los usuarios la posibilidad de acceder a los recursos electrónicos según sus
necesidades cuándo y dónde lo requieran. Ya no deben preocuparse por los horarios de atención de la
biblioteca física, ni tienen que acercase personalmente a ella para acceder a los recursos. Aunque pueda
parecer extravagante, grandes incógnitas provienen propiamente de las tecnologías que, aunque permiten a
las bibliotecas un poderoso desarrollo de sus servicios, pueden provocar un efecto de alejamiento, privando
a las bibliotecas de la confrontación con su público. Si tomamos conciencia de la real envergadura de estas
transformaciones, será necesario revisar todas las estrategias organizativo-administrativas sobre las cuales se
fundamentan la proyección y la oferta de los servicios.
La gestión del cambio no es un episodio en la vida de una biblioteca, no es un instrumento a utilizar
ocasionalmente en los momentos de cambio o en circunstancias excepcionales, y no es ni siquiera una moda
a la cual seguir la corriente o a la cual poner resistencia. Es algo que se enfrenta con serenidad y que el
manager de la biblioteca debe saber proponer a sus colaboradores: "Los gurúes nos dicen que la resistencia
al cambio no se debe al cambio en sí mismo, sino a que la gente debe ajustarse a él. Podrían tener incluso
temores como los que ya expusimos. Por supuesto habrá momentos en que los directivos de las bibliotecas
querrán y necesitarán que el personal acepte los desafíos del cambio. Del mismo modo, no debemos
tentarnos a cambiar sólo por cambiar. Aquellos que se resisten o lo cuestionan podrían tener razones
legítimas”. El cambio es una estrategia, en el sentido de que es un estilo de gestión íntimamente ligado a una
orientación al servicio, que pone al usuario al centro de todas las actividades. La interacción entre usuario y
biblioteca de hecho, es por su esencia una relación dinámica en la cual la evolución de la demanda y la 5
evolución de la oferta se persiguen constantemente en la búsqueda de un punto de equilibrio cada vez más
avanzado.
En el vocabulario y en la gramática de una biblioteca administrada en esta manera, el concepto de
management encierra en sí, por consiguiente, el concepto de desarrollo y perfeccionamiento.
Es indispensable captar el nexo que une íntimamente entre esos conceptos las diferentes fases a través de las
cuales se construye la estrategia de servicio de una biblioteca: el análisis de las necesidades, el enfoque y
definición de los objetivos, la identificación de los instrumentos, la organización de las modalidades de
suministro, la valoración continua de los resultados, la reproyección cíclica de los servicios y la
implementación de aquellas innovaciones que pueden mejorar el funcionamiento.
El gerenciamiento está modulado por cuatro fases principales:
• una de planificación estratégica a nivel general, que sucesivamente se traduce en programas y proyectos;
• la de programación de más breve período, que indica las modalidades a seguir y los instrumentos a utilizar
para el alcance de los objetivos fijados;
• la de definición operativa del detalle, que delimita con precisión los objetivos específicos de gestión y los
recursos financieros, humanos e instrumentales que sirven para conseguir los objetivos;
• y finalmente el control de la gestión, a través del cual se monitorea el trabajo desarrollado y el alcance de
los objetivos, y se valora el grado de eficiencia en la utilización de los recursos, la calidad de los resultados
obtenidos y, por último, la satisfacción de los usuarios.
La retroalimentación (feedback) del flujo de gestión está dada por la interacción con el usuario y por las
actividades de medición y valoración de la eficacia. De hecho, la verificación del grado de satisfacción de
los usuarios, referida al principal objetivo de una biblioteca, constituye la cúspide del proceso de
programación y organización de los servicios.
6