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BN tren AbvENTISTA c : _ROTH BROS. aries Los ultimos \\ destellos del sol ROTH BROS. Asociacién Casa Editora Gral. José de San Martin 4555, B1604CDG mame. Sudamericana Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina. Alba. Los tltimos destellos del sol Maria José Roth y Miguel Roth Direccion: Stella M. Romero. Disenio: Andrea Olmedo Nissen: llustraciones: David E. Park Ruiz y Karina Varela Libro de edicion argentina IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina Primera edicion MMXVI - 9M. Es propiedad, © 2016 Asociacién Casa Editora Sudamericana Queda hecho el deposito que marca la ley 11723. ISBN 978-987-701-474-7 Roth, Maria José Alba : Los uiltimos destellos del sol / Marfa José Roth / Miguel Roth / Dirigido por Stella M. Romero / llustrado por David E, Park Ruiz / Karina Varela, ~Ted.—Florida; | ‘Asociacion Casa Editora Sudamericana, 2016. 80 p. si; 21x 14cm. ISBN 978-987-701-474-7 1, Narrativa Argentina, 2, Cuentos de Aventuras. 3. Relatos. I. Romero, Stella M,, dir Il. Park Ruiz, David E, ilus. il. Varela, Karina, ilus. IV. Titulo. DD A863 Se termin6 de imprimir el 31 de marzo de 2016 en talleres propios (Gral. José de San Martin 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). ; Prohibida la reproducci6n total o parcial de esta publicacion (texto, imagenes y disefio), su manipulacion informatica y transmisién ya sea electronica, mecanica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor. 108691-5 -108899-STK -108901-PL Bediveletia MAIO: A las nifias de mis ojos y al chico de mi vida. MIGUE: A laprincesa y al ledn. A ella, que camina a mi lado. LOS DOs: A quienes nos regalaron el privilegio de ser hermanos y a Dios, quien nos invita a crear. Oe abe MAIJO ROTH: Cuenta la leyenda familiar que al nacer Maijo la nieve cubrid la comarca aunque era primavera, desde entonces los lugare- fos entendieron que no perteneceria a su mundo, sino al de los cuentos encantados. Apenas pudo caminar corrid en busca de una red para atrapar suefios. Ahora los conserva todos en un frasco de cristal junto a su mesita de noche. Pasa sus horas creando: cuentos, canciones, ropa, recetas, viajes o nuevos rincones. De pequefia descubrid que podia escribir, pero lo mantuvo en secreto hasta que supo que habia llegado la hora. MIGUE ROTH: Migue puede leer incluso en los omnibus en movimiento; siempre anda con alguna libretita a mano, lapices y libros en el morral. Dice que en algunos afios tendra la barba tan larga como Don McBen. tha: Ses dllimes deslilles del sel Se entusiasma cuando la gente le cuenta historias desconoci- das y le gusta descubrir los relatos ocultos de las cosas, como en ciertas latitas viejas que colecciona. Pertenece a una especie en peligro de extincién: los némadas de la Patagonia. Tiene’un listado de paises que suefa recorrer y mapas que guarda desde pequeno. Migue escribe por necesidad (en el sentido profundo —no eco- nomico— de la palabra). “Las letras son mi euforbio’, dice propo- niéndonos un acertijo. f fe Selene de los _ Lota a] Visita: Ww.rothbros.es Capitulo 1: Un viaje de pesadilla Capitulo 2: Leyendas del Cuminak........ Capitulo 3: Peninsula Social Club... Capitulo 4: Ceremonia interrumpida Capitulo 5: Auca...... Capitulo 6: Una dramatica tarde en la peninsula Capitulo 7: Un suefo y una promesa Capitulo 8: Cada final es un nuevo comienzo Glosario CAPITULO 1 Un vieje de “Me acostaré y podré dormir tranquilo, porque solo en ti, Jestis, puedo vivir confiado”. Salmo 4:8. gees Alba recorrio el lugar caminando lento. Le parecio escuchar pasos a pocos metros y gird la cabeza. Nada. Continué buscando —en silencio— algun indicio que revelara la presencia de sus amigos. Pero no encontré a ninguno ni escu- ché murmullos que los delataran. Sentia cosquilleos en el estomago y disfrutaba imaginan- dose sola en aquel perdido paramo. Sabia que en cualquier momento las exclamaciones de sus companeros ya descubier- tos la asaltarian y correrian juntos hasta el viejo puente para recomenzar las escondidas; pero de forma mas emocionante: jugarian a la luz de la luna. Las calles de los pueblos mas antiguos de Espana estan fran- queadas por casas de piedra, y son tan angostas que al estirar 9 tlhe Ley illimes deitelles del sol los brazos es posible escalar por las paredes. Alli los juegos son muy distintos de los de la ciudad: hay misteriosos escondites ol- vidados en cuevas construidas por vaya a saber quién. Pequefios barcos surcan arroyos a toda velocidad. Los paseos en bici se ex- tienden sin peligros desde la mafana hasta la noche y la fantasia toma vuelo con facilidad. Iker, el padre de Alba, conoce de sobra cada uno de los rinco- nes donde ocultarse. Es imposible jugar a las escondidas con él. Su infancia fue tan buena como la de Alba; y aquel lugar, tan suyo como ahora lo sienten sus hijas. Todos los veranos y cada invierno de los diez afios de Alba y los seis de su hermana, Lucia, han recorrido las mismas carreteras que bajan desde las montafias del norte del pais, en los Pirineos, para llegar al Pueblo. Alba no imaginaba vacaciones distintas. Hasta que en una cla- se de Geografia una idea conquisto sus suefos: —iAlguien sabe donde esta la Patagonia? —pregunto su maestra. Habian estado hablando de lugares remotos, y menciond aquel nombre tan sugerente. Pues... esta, mmm... —intentaba adivinar uno de sus compafieros. —Bueno... eeehhh... —-murmuraba otro. éNadie sabe donde queda?, penso Alba, extrafiada. Y levanto la mano timidamente. —Esta alli... no, mas abajo. Un poco mas abajo... —dijo guiando a los demas en el mapa hasta que al fin la maestra detuvo el re- corrido imaginario sobre la tierra de sus abuelos maternos. Solo fueron unos instantes. Los suficientes para comprender que, aunque sabia muy poco de las Tierras del Sur —las tierras de su madre-, también las sentia intensamente suyas. En ese mismo instante, y sin explicarse por qué, lo decidid: en sus vacaciones de invierno viajaria a la Patagonia. 10 CAPITULO 1: UN VIAJE DE PESADILLA Sin duda, echaria de menos a sus amigos del pueblo y se per- deria alguna aventura con ellos, pero viviria una propia. Por pri- mera vez en su vida estaria lejos de sus padres y su hermana, y cambiaria el blanco invierno del Pirineo por un misterioso vera- no patagonico. Viviria dos veranos seguidos, y de solo pensarlo ya sentia que valia la pena. =Llevo mi chaqueta a cuadros, mama. También pondré mi fal- da rosa y mis zapatillas favoritas; mis lapices de dibujo, estos tres libros, mi diario y... La lista era interminable. No queria olvidar nada. Alli no esta- rian sus padres; irfa sola a la casa de sus abuelos maternos, que la esperaban con muchisima ilusion. Ademéas, se encontrarfa con sus primas, Malén y Sayén, y su primo menor, Nehuén. Estaba emocionadisima. Dio un beso de buenas noches a su hermanita —que ya sofia- ba- y repaso su habitacién por Ultima vez. No dormiria en ella por numerosas lunas. Desde la cama podia ver la maleta entreabierta. Sobresalian mangas, faldas y zapatos que cobraban formas curiosas con la te- nue luz del cuarto. No sé quién serd capaz de cerrarla, pensaba. Tantos preparativos la dejaron exhausta, pero la ansiedad la mantenia despierta. Observo sus libros, mapas y postales de la Patagonia. Luego fijo su mirada en el atrapasuerios que colgaba en el centro de la ventana desde la ultima visita de la abuela Bri- sa, y record6 sus palabras: “Cuando no puedas dormir, habla con Dios. Cuéntaselo. Mira los movimientos y los colores de este re- galo que te traje desde las Tierras del Sur, y veras que te resultara mas facil descansar’. De pronto, mientras pensaba en lo que la abuelita Brisa le ha- bia dicho, un aroma la llevé mas alla, la trajo mas aca o... bueno, no sé muy bien qué pas6, pero all estaba, sorprendiéndose con a Alba. Les iltimes deililles del ol un fuerte olor a océano, tan agudo y asqueroso que no podia con él. Mird a su alrededor, y con horror contemplo cajas, male- tas, barriles; y mas cajas, maletas y barriles. —Dénde rayos estoy? —se pregunt6 confundida. A lo lejos pudo ver una puerta abierta y la silueta difusa de alguien que hablaba. —iMadre mia, pero si eso es... es... €s uN motor a vapor! f CAPITULO 5: AUCA que menguo debido a la crudeza del hombre blanco, lo recibie- ron con piedad y cuidaron de él. “No eran como él suponia. Los habia imaginado hurafos y violentos. Sin embargo, ellos se veian resueltos, comodos en su habitat, amigables y sobre todo muy valientes. Este joven descu- brid que los Tehuelches conocian los misterios de las montahas mejor que nadie. Pasé mucho tiempo alli. No sabemos cuanto. Si supimos que entre las familias que habitaban las casas de piedra (0 Ruca-kurd, como les llamaban los nativos a sus hogares), habia una joven especial: Aiwe, cuyo nombre significa ‘Amanecer’. “Era una india preciosa, perspicaz y valiente. Y como no podia ser de otra manera entre dos jévenes listos, se enamoraron. “Lamentablemente, entre las arenas del tiempo se perdieron muchos detalles, y solo sabemos que el abuelo Auca es hijo de Aiwe y este joven europeo, quien con los meses sintio pro- fundamente el llamado de su antigua tierra y se marcho de la Patagonia repentinamente. Quizas en el mismo tren en el que un dia llego. “Nunca supo que Aiwe estaba embarazada. Solamente se fue. Y nuestra querida Amanecer decidié desconectarse de todo y de todos, por mucho tiempo. Una profunda tristeza la invadidé. Cuando Auca nacié, ella enfermo gravemente y ya no logr6 reponerse. “En las altas montafas no habia médicos ni medicinas, sino abuelos sabios con hierbas que todo lo curaban, pero, al parecer, no el coraz6n. “Auca termino viviendo en una de estas casas de piedra, huér- fano. Varias mujeres que hacian de madre lo atendian cuando \loraba o pedia comida. “A sus diez u once afos... si, apenas un poco mas que tu, Alba, decidiéd que era el momento propicio de irse, de atravesar las 45 Hla Sey illines deilelles del rol cumbres y llegar a los bosques aledafios al Cuminak. Alli conocid a otros mestizos como él y, sin posibilidades a la vista, se inicid en el cuatrerismo: individuos que conocian la cordillera mejor que nadie. Hombres fuertes, valientes y rapidos. Sobre todo, esto Ultimo: rapidos. Que se dedicaban a arriar ganado en los pocos valles poblados y otras veces a quitarles a los duefios de las grandes estancias algunos de sus animales. “Pasaban meses enteros entre las montanas. Enfrentando la | inclemencia del frio y el hambre. Dormian debajo de las carre- tas, donde al menos se protegian del viento. Ese es tu bisabuelo, Alba; ese es Auca. Se crio como un nifio huérfano, vivid como un cuatrero, pero un dia conocio a su verdadero Padre...” —éSi? {Su padre volvid? —preguntd entusiasmada Alba. —No, pequena. Jamas se supo nada del padre bioldgico. Quién sabe qué fue de su vida. Su verdadero padre fue Dios. Conoci6 a su mejor amigo, Jess. Es otra anécdota extraordinaria y muy larga, que te contaré en otra ocasi6n. Auca dejo el trabajo de cuatrero, se encontré con mi madre, y comenzaron una vida muy bonita aqui, en Vurillofche. Eran conocidos por toda la comarca. No habia vecino a quien no ayudaran. Es cierto, su rostro esta surcado por las experiencias de su infancia y su caracter tam- bién. Por eso a veces parece distante y severo. Pero, si permites que tu corazon se acerque a él de verdad, descubriras al hombre mas noble y bueno que hayas conocido. —iEse es mi bisabuelo! —dijo Alba con una sonrisa, intentando restar tragedia a una historia tan dura. Brisa supo que su nietita comprendia perfectamente lo que le habia explicado. Y la pequefia sinti6 profundas ganas de abrazar a su pobre bisabuelo. Penso en lo dificil que debié ser crecer sin papa ni mama. ; Ya no juzgaria a los demas como lo habia hecho. 46 CAPITULO 5: AUCA El lago en calma las invitaba a pasear por sus orillas y salieron de la casa tomadas de la mano. 47 Pree oe “tient “El Sefior mandard sus Angeles a ti, para que te cuiden en todos tus caminos”. Salmo 91:11, RVC. as habiles manos de Brisa se movian con resolucién mientras le confesaba a su nietita los secretos de una deliciosa merme- lada artesanal. Dedicaron varias tardes a recolectar frutos del bosque, que ahora preparaban y envasaban con delicadeza. Alba etiqueto los frascos y anoté los nombres en su bitacora: Rosa Mosqueta, Frambuesa, Grosella... Y pensaba una y otra vez en como haria para llevarse todo aquello en la valija. No podia imaginar la vida sin tantas cosas ricas. Dio vuelta las hojas de su diario y revis6 las observaciones es- critas tres dias atras. Las experiencias vividas en casa de sus tios aquella jornada la habian dejado exhausta fisica y emocional- 49 tla Sey iltimer desteller del rol mente. Nehuén desayund mas inquieto que de costumbre. Y ni bien Alba termino su comida, la llamo afuera. Tenia un plan bue- nisimo y no le alcanzaban las palabras para explicarselo. Ademas, el intrépido aventurero se sentia mas héroe que nunca con su prima, ya que sus hermanas no le hacian tanto caso como ella. —iHoy es el dia adecuado, Alba! Los peces estan en la presa y Mario, el guardabosque del Cuminak, seguro nos deja ver el desove. Ademas, abrieron las compuertas y... y... el agua viene con mas fuerza. Ademas, los chicos dijeron que no tenian tareas, asi que también vienen a ver y Mapu esta esperando... y... —iEspera, espera, Nehuén! iNo entiendo! éPuedes ir mas des- pacio y por partes? éQué peces? {Qué compuertas? ¢Qué chi- cos? éDe qué estas hablando? —dijo Alba con firmeza. —iBueno... esta bien! Te explico despacio. Pero tenemos que apurarnos porque Mario sale de recorrida en su caballo, y si no vamos ahora quiza no veamos el desove. —dEl qué? -iAsi es! Mira, en aquella desembocadura del rio hay una cabafia. Es la casa del guardabosque, que se llama Mario y es amigo de papa —continué Nehuén mientras se adelantaba en el camino-. iVamos, aptirate! —repetia ansioso—. Te cuento mientras vamos de camino. Como te decia, se llama Mario. Es muy bueno con nosotros. Nos ensefia sobre los animales de la reserva y las maneras de cuidar la naturaleza. Al lado de su cabafia, tiene una presa... es como... como... —buscaba palabras moviendo un palo en el aire—. iEs como un dique! Los salmones del Cuminak suben contra corriente para poner sus huevitos rio arriba; pero, por desgracia, como hay cada vez mas gente en la zona, los pobres peces tienen menos probabilidades de llegar a su destino y estan desapareciendo. Entonces, para que eso no pase y el lago no pierda sus peces, Mario cuida esa presa, don- 50 CAPITULO 6: UNA DRAMATICA TARDE EN LA PENINSULA de entran los salmones y él los cuida para que puedan poner sus huevitos. iA eso lo llamamos desove! iEs impresionante! iA mi me encanta verlo! —iSuena super! —iSi, lo es! Pero ademas, en la presa hay una compuerta que se abre solo algunas veces. iY hoy estar abierta! -Y eso équé tiene de importante? —pregunté Alba con curiosidad. —Que vamos a saltar por encima con mis amigos. iEs muy di- vertido! —Parece peligroso. iMario los deja hacer eso? —Bueno... él no sabe que lo hacemos. Y mas tarde no estara. Se va a recorrer los bosques en su caballo —-Nehuén mir6 con picardia a su prima-. iPero es muy divertido, Alba! Ya veras. Corrieron hasta el lugar. Alba sentia algo raro en el estomago. La propuesta no le resultaba tan interesante, pero como Nehuén solia tener buenas ideas y no cometia travesuras, penso que todo estaria en orden. Una vez cerca de la presa, esperaron con ansias a los amigos, pero no llegaron. Nehuén se impaciento, y decidid ir a la cabaria de Mario para ver si estaba. Alba seguia a orillas del rio, tirando piedri- tas al agua, cuando escuché que la llamaban con gritos de emoci6n. —iAlba, mira! iVen! iVen! —repetia entusiasmado Nehuén. Mario terminaba una etapa del desove. Con destreza, el Guardabosque atrapaba salmones y con muchisimo cuidado les apretaba la pancita. Sobre un recipiente cafan un sinfin de huevitos color naranja. iEra sensacional! Alba jamas imagind que eso era posible. Mario les explicd como los cuidaria y qué sucederia luego. Les cont6é que aquel trabajo permitia que los peces lograran so- brevivir. Aunque también les hablo sobre las puyén y las percas, que son dos especies en peligro de extincion. 51 > lba. es iltines deslelles del rel —iEs una pena! Seria tragico que ya no tuviéramos peces au- tdctonos en nuestros lagos —decia Mario con tristeza—. Si quie- ren, en otro momento les explico mas. Ahora tengo que hacer una recorrida. Se me hace tarde. Pueden quedarse, chicos. Pero cuidado con las compuertas, ési? Al escucharlo, Alba miré a su primo, que sonrid sospechoso. Saludaron al guardabosques y se quedaron conversando un rato sobre lo que habian visto. Pero a Nehuén parecian picar- le los pies, y se dirigié hacia las compuertas. El agua corria con fuerza. No era profundo, pero la turbulencia suponia mucho riesgo. Ademas, la presa convergia en el Cuminak, y sus heladas y peligrosas corrientes. Con osadia, Nehuén bordeo el muro. Alba miraba asustada. Sintio vértigo de solo ver la velocidad del agua, y se lo dijo. Pero él tomo carrera y salto desde una punta hasta la otra. Alba aho- gO un grito. Mapu toreaba nervioso y se movia sin parar. Pero Nehuén, con audacia, ya estaba del otro lado. —Nehu, mejor volvamos a casa y juguemos a otra cosa —pro- puso su prima. —iNo pasa nada, Albi! Es muy divertido. Mira... Nehuén se impuls6 nuevamente. Ella contuvo el aliento. La sensaci6n negativa aumentaba en su interior. De pronto, lo que temia: su primo no logr6é medir bien la distancia o le faltaron fuerzas; golped el muro con el costado de su cuerpo y cayd abruptamente al agua. Alba no supo qué hacer. No sabia nadar y la corriente era ra- pida. En lugar de correr a pedir ayuda, solo gritaba. Jamas habia vivido algo asi. Nehuén luchaba para mantenerse a flote, frené- tico y con cara de panico. Ella, aterrorizada, miré alrededor. Ni siquiera veia a Mapu. Tardo varios segundos para pensar con un minimo de claridad; quizas una rama podria servir, pero sus pies 52 CAPITULO 6: UNA DRAMATICA TARDE EN UA PENINSULA no respondian. Nehuén peleaba e intentaba aferrarse de cual- quier cosa, pero la corriente lo arrastraba. El horror se apoderé de Alba. En ese momento, una sensacién le record6 que tenia a quién recurrir. Asi que, or6 con desesperaci6n: —iJesus, ayddanos! Instantes después, mientras corria al final de la represa, es- cuché los ladridos de Mapu acercandose y Mario detras de él, quien salto de su caballo y se tird al rio. Tomé a Nehuén y lo ayud6 a expulsar el agua que habia tragado. Estaba a salvo. El estado de shock de Alba le impidio recordar qué sucedié luego. Volvid en si cuando ya estaban en casa de Brisa y Omuk, con los primos, tio Carlos y tia Maia también alli. Supo que Mario los habia llevado a casa en su alazan. —iPerdén! jNo lo haré nunca mas! iNo lo haré nunca mas! —re- petia Nehuén. Sus hermanas lo abrazaron y sus papas agradecieron infinita- mente a su amigo guardabosques haber salvado la vida de su hijo. Mario les conté que a poca distancia de salir de su cabafia una repentina y extrafia sensacion le hizo pensar que era mejor retornar. Por un segundo pens6 que podria estar olvidando algo, pero dudaba. —Entonces escuché a Mapu ladrando como nunca, y compren- que algo malo estaba sucediendo. Por eso regresé al galope. En ese momento, Alba reacciono: —iFue Jesus! iE| te llamo! Todos la observaron sorprendidos. —iSi, fue Jess! Yo no sabia qué hacer y solo pude pedirle que nos ayudara. iY lo hizo! —dijo Alba con los ojos llenos de lagrimas. —Es probable que animara a Mapu a ladrar —agrego Mario-. Si no fuera por él, quizas hubiese continuado mi camino. Es cierto, pequefia, Dios también envia animales para cuidarnos. di 53 Un sucio Wy unt ones “Como incienso agradable los aceptaré...” Ezequiel 20:41. lba despertd, como tantas otras veces aquel verano, con las pisadas y las risitas de sus primos, que la visitaban temprano cada dia en la casa de sus abuelos, ubicada a corta distancia de la suya. Aunque quedaba mas de una semana en la Patagonia, salt6 de la cama como si fuese el ultimo dia. Abrio la puerta de su habitacion con fuerza y salid corriendo, pero se estampo contra algo macizo. iEy! EQuién construy6 un muro aqui?, pensd. Pero no era una pared. Era su abuelo Omuk. La ternura de Omuk es proporcional a su altura: gigante. Con voz grave, llena las tardes de historias y bromas. El también es- taba triste por la pronta partida de su nietita, pero no permitia que se le notara. 55: ba: Les illimes desteller del sol —iAbu, cielo a tierra! —dijo la pequena. Era su juego favorito con Omuk, que la tomaba por los tobi- llos y la ponia en posicién vertical. Alba, tocando el suelo con los pelos y sus brazos, iba dibujando un camino hasta la cocina familiar. . En la mesa esperaban los demas, sentados, conversando, lis- tos para desayunar. Esa imagen quedaria en su memoria eternamente. —éComo has dormido, queridisima? —pregunt6 Malén en tono aristocratico y dandose aires de princesa. —Muy bien, Malén. iMuchas gracias! —respondio Alba. —éEstas preparada para una sorpresa? —afiadio Sayén casi ca- yéndose de la silla de tanta efusividad. —Una sorpresa? {Qué ocurre? éCual es la sorpresa? Alba los miraba con ilusion. Nehuén iba a abrir la boca, pero Malén se la tapo de forma instantanea. —iSilencio, peque! Todavia no digas nada. Desayunemos tran- quilos; después hablamos. Y lanz6 una mirada fulminante a Sayén y a Nehuén. Ambos lo entendieron al instante. Malén expresaba a la perfeccion sus pensamientos con el rostro. Mientras comian, Omuk hablo de la pesca en el Cuminak; lue- go comento algo de la ultima lluvia con granizos que habia des- trozado la cosecha de frutos del bosque y vaya a saber qué mas. Todos engulleron sus alimentos tan rapido como pudieron, para correr a la habitacion que ocupaba Alba. La abuela Brisa se habia dado cuenta de que algo se traian entre manos sus pequenos, asi que tampoco presto mucha aten- ciéna la conversacion del pobre abuelo Omuk, que terminé de- sayunando solo y hablando con Mapu, el fiel perro de Nehuén. 56 CAPITULO 7: UN SUENO Y UNA PROMESA —iNos llevarias a la cabafia de Auca otra vez? —pregunto Malén. —iAh!, conque ese era el gran misterio... Si, abue, a Omuk no le gusta que subamos al Ruca Mavida solos. Pero esta vez Auca prometi6 acompanarnos. Queremos (levar a Alba, ipor favor, por favor, por favor! iéSi?! —iQué dicen los papis? Después de todo, en este caso lo que digamos con tu abuelo no es tan importante como la palabra de ellos. —Nos dejan ir. Puedes llamarlos, si quieres. Papa es muy bueno y ya convencié a mama. —iMuy bien! 2A qué hora salimos? —iSifi! -comenzaron a gritar los cuatro. Aquella tarde la dedicaron a organizar la ultima aventura. De pronto, Nehuén corrié a casa. Dejd los preparativos en manos de las chicas. Llevaba largo tiempo esperando la opor- tunidad de ir a la cima del cerro; ya era hora de remontar alli su cometa. Entre los nifios de las Tierras del Sur circula la tradicion de que todo varén debe fabricarse un barrilete capaz de resistir los vientos del Ruca Mavida. Con su papa, Carlos, dedicaron varias tardes a preparar uno. Habian testado distintos materiales y pro- bado la enorme cola fabricada con retazos de telas livianas. Veinticuatro horas después, estaban camino a la montaha por Ultima vez, subidos en el fantastico Renault 4L de los abuelos. Al acercarse a destino, entre el polvo y el viento, vieron a lo lejos a Auca parado, haciendo frente al ventarr6n. Aquella ima- gen era Unica. Auca era alto, fornido, y el viento hacia ondular su pelo largo. Al bajarse del coche lo primero que oyeron fue: —Bajen tranquilos. Hay que guardar energias. La montana es- pera ansiosa por devorar a los visitantes molestos. 57 > tlha: Ler iltemes doslilles deb rol iVaya recibimiento y comentarios de Auca! Tan de su estilo. Al menos ahora Alba ya lo conocia. Sonrié e intent6 hacer caso. Queria recordarlo todo menos sus retos. Caminar contra viento es normal en la Patagonia. “Por eso la gente tiene tantas arrugas’, leyo Alba en el viejo libro de historias que habia traido de Esparia. Pero, con las mochilas al hombro y en subida, aquello parecia mas bien luchar contra una tempes- tad. {En qué estaba pensando Malén cuando sugirié subir al Ruca Mavida? iEs imposible! Alba estaba a punto de rendirse cuando Auca sefal6 un enorme hueco en la montafia. Siguieron avanzan- do con la cabeza gacha, para contrarrestar la fuerza del viento. De pronto estaban en la entrada de una cueva enorme, con pa- redes oscuras que atin conservaban pinturas rupestres. Alba permanecia impresionada. En su mente se atropellaban imagenes y sensaciones. Se preguntaba una y otra vez como se- ria vivir alli. Supuso que habria sido muy dificil para su tatarabuelo espanol. Imagin6 a Aiwe enferma, recostada en un rincon de la caverna. En eso estaba, hasta que Nehuén la trajo en si. —iDale, princesital Necesitamos tu ayuda. Todos entraban cargando ramas secas. Con solo sacudir sus brazos, Auca indicé que ya era suficiente. Pero Alba volvi6 a buscar mas ramas. —Ya no traigas mas, carifio —le dijo Malén—. Su gesto significa que es suficiente. —iAh, vale! —suspiré Alba. Hacia todo lo posible por caerle especialmente bien a su bis- abuelo. Pronto se sentaron alrededor de la fogata. La imagen era mag- nifica. Era otra de aquellas que hubiese fotografiado y enviado a sus amigos, de no ser por el secuestro de su celular en manos de 58 CAPITULO 7: UN SUENO Y UNA PROMESA abuela Brisa ni bien arribo a la Patagonia. Hecho que le ensefié a grabar los recuerdos en su propia memoria. Malén relato un par de fabulas. Las brasas de la fogata alum- braban tenues, y el suefio envolvio a Alba profundamente. No estaba acostumbrada a dormir en el suelo, pero el cansancio pudo mas. A la madrugada, abrié los ojos movilizada por una luz que la desperto. Entre dormida y despierta, vio algo increible: la luna habia salido detras del Cuminak y resplandecia sobre las monta- fas. De una de ellas, una cascada caia brillando, iluminada por la luna. Con el viento y la caminata de la tarde anterior, no la habia apreciado. Aquello fue como sonar despierta. Quiso ver ama- necer en ese paisaje, pero eran cerca de las cuatro, y el sueho volvié a vencerla. No mucho mis tarde, en torno a las seis y media de la mafia- na, ya estaba todo el mundo con ganas de marchar. Alba tomé su diario y anoté: “Auca cocino sobre piedras de la fogata unos panes sabrosisimos que llaman tortas fritas. Y luego que estu- vieron calentitas les puso una loncha de queso por dentro. iSon deliciosas! El toque ahumado es tan exotico...” Brisa le enseno la receta, asi que no deseaba otra cosa que llegar a casa y sorprender a su mama en la primera tarde de lluvia que tuviesen. Mientras comian sus tortas fritas con hambre voraz, notaron al final de la cueva algo que tampoco habia visto el dia anterior. -iHey! iAlli hay otlo agudjedo! —traté de decir Sayén mientras masticaba. -Si, es otra cueva —dijo Auca—. Cuando terminen, podemos entrar a visitarla. —iQué bien! —grito Nehuén-. iAdentro esta la laguna secreta, ino es cierto, Abue? 59 e tbs: Kes illimes deilelles del sol La cara de Alba se desfiguré. No se atrevié a decir una sola palabra. Solo imaginarse pasando por un estrecho de rocas con fondo de agua la descomponia. Tampoco queria desilusionar a Auca, asi que trago saliva y siguid comiendo lentamente. Pero termin6 y allitestaba, casi arrastrandose detras de Sayén. El agujero que llevaba a un segundo compartimento de la cueva solo permitia el ingreso de esa manera. Adelante, Auca ya habia traspasado la entrada y vigilaba desde adentro. Malén encabe- zaba la fila y Nehuén la cerraba. De pronto, ‘Alba sintio que algo le rozaba un brazo. Apenas podia ver una lucecita al final de la Cueva, asi que prefirid concentrarse en llegar del otro lado lo mas rapido posible. Mas tarde supo que aquello habia sido una lau- chita. Meses después lo recordaria, y se le volveria a erizar la piel. Por dentro, la laguna era realmente peculiar. Las piedras, un tanto humedas y resbalosas, suponian peligro. Auca les contd que se creia que en el fondo, bajo el agua, habia otra especie de pasadizo, pero que todo aquel que se atrevia a entrar no volvia a salir. Les dijo que algunos lo habian intentado llevados por la curiosidad, convencidos de que aquella pequefia entrada lleva- ba a un paraiso, en algun lugar de la Tierra, que ningun indigena supo describir. La historia y el lugar se prestaban para quedarse alli mucho tiempo, pero en el fondo Alba no deseaba otra cosa que salir y respirar aire fresco. Tantos mitos, historias y leyendas la estaban mareando. Una vez afuera, corrié de un lado a otro sacudiéndose la ropa, el pelo y los brazos, con movimientos destartalados. Los demas la miraban raro preguntandose qué tipo de extrano ritual euro- Peo seria ese. De pronto, se dio cuenta de que estaba haciendo el ridiculo y se detuvo de golpe. Todos rieron. Hasta Auca. Aquella fue la primera y unica vez que Alba lo vio reir. 60 CAPITULO 7: UN SUENO Y UNA PROMESA Habia sido una experiencia muy dura entrar a la laguna secreta, pero lo habia conseguido. Solo quedaba una cosa: acompanar a Nehuén para remontar su barrilete. Asi que, partieron hasta la cima. En el camino se cruzaron dos liebres, lograron ver un ciervo a la distancia y un condor acompanaba la aventura. iEra impresionante! rf Llego ultima a la cumbre, pero la recibieron con abrazos. No” supo si aquello se trataba de otra tradicién o solo era la alegria espontanea de sus primos después de tanto esfuerzo, De vuelta en Espana repetiria ese recuerdo una y otra vez. Auca y Nehuén finalmente lograron hacer volar la cometa. Al principio surgieron algunos inconvenientes aerodinamicos, pero luego de retoques sobre la hora que realizaron las experimentadas manos del bisabuelo, tuvo suficientes fuerzas para volar. Nehuén logré dominar por varios minutos el viento del gran Cuminak y sintio que asi se transformaba en un varon digno de la Patagonia. Entretanto, Malén y Sayén recogian piedras. Lo hacian en si- lencio. Asi que, Alba también se sumo sin preguntar. Habia apren- dido que la frase “donde fueres, haz lo que vieres” le resultaba bien para disfrutar y vivir nuevas experiencias. Cuando esa especie de torre pequena estuvo casi lista, Ma- lén repartid pequefos papelitos y lapices. Para entonces, Auca y Nehuén ya estaban alli, alrededor del improvisado altar. Malén propuso escribir un suefo: —Un suefio y una promesa, Albita. Luego Auca quemara los papeles, mientras nosotros le decimos a Dios que escuche nues- tros deseos. Alba se quedo en blanco por unos instantes. Observé que todos buscaban un rincén en aquella cima y escribian sus pensa- mientos con especial esperanza. El viento suave acariciaba su pelo con ternura. En dos dias estaria muy lejos. 61 Vamos, Alba, penso. Escribe algo, que todos terminardn y pen- Saran que no te importa. “Un suefo: volver aqui con toda mi familia. Volver cada vera- no durante el resto de mi vida. “Una promesa: nunca olvidaré este viaje, ni el Cuminak, ni a ninguna de las personas que conoci”. Se fueron acercando en silencio y con seriedad. Aquello era verdadero. Todos creian en las promesas escritas y confiaban en que los suefios serian escuchados. i La ceniza subi. Volo liviana y perfecta. Y Alba, por primera vez, les encontré un profundo significado a aquellos textos bi- blicos que tantas veces oyo: “El humo del altar subia como un incienso agradable...” Apenas bajaron del cerro, abuela Brisa los esperaba en su fa- buloso auto, con un alfajor para cada uno. Sus pequenos estaban felices, pero a la vez tristes. Y ella lo sabia. Auca dio un gran abrazo de despedida a Alba, y los cuatro se subieron en silencio. El auto comenz6 a alejarse, pero ella per- maneci6 arrodillada en su asiento, contemplandolo hasta per- derlo de vista. Llegaron a casa ya entrada la noche, con las piernas agotadas y el corazon herido; pero tenian a su lado padres y abuelos sen- sibles a esos sentimientos. Y restaurar el equilibrio fue cuestion de sopa caliente y unos mimos al arroparlos en la cama. Aquella noche, antes de dormir, Alba escribio las dos cosas que insistian en su mente: un suefo y una promesa. No era cues- tidn de que la memoria se los llevara con el tiempo. Anotados en su diario, quedarian como una senal en el camino de su vida. 62 CAPITULO 8 Cada fi ounnNNewe COMUNE “Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Sefior, lo afirmo”. Jeremfas 29:11. * ooo! "hie | N Alba desperto por su propio lamento. Tenia la mente cargada de emociones fuertes, y los suefios, aunque in- tentaban desenredar su propia marafia, solo consiguieron au- mentar la tristeza. —dQué pasa, carifio? —pregunto Brisa. ~Abuelita... no me quiero ir. INo me quiero ir! Y cuando lo digo me siento peor, porque no hay nada en el mundo que me importe mas que mis papas y mi hermanita. Pero, por qué no podemos estar todos juntos siempre? 65 tba Sey illimes deitelles del sol —Pequeiia, no es facil para mi tampoco. En este mundo, todos nos separamos de quienes amamos en algin momento. Primero, de los amigos en cada cambio de curso. Luego, de nuestros pa- dres en la universidad. Nos separamos de los abuelos, nos sepa- ramos de nuestros hermanos... —iNo! Eso nunca. Yo no me voy a volver a separar de mi her- manita otra vez. —Ven conmigo —dijo Brisa abrazando a su nietita. Y bajaron las escaleras de la cabara. Alba sabia que era la Ultima vez, al menos en mucho tiempo, que pasaria por alli. Se agarro de la baranda como acariciandola, mientras seguia a su abuelita. La tristeza era tan profunda que no la dejaba res- pirar bien. No era bueno sentirse asi. Su madre siempre le de- cia: “Cuando no puedas pensar claro porque estés demasiado triste, hay un par de cosas indispensables que debes recordar: respira profundo. Saca el aire suavecito y habla con Dios. El te creo; esta a tu lado, y sabe muy bien como enfrentar la angus- tia. Confia en que te ayudara. Y, por ultimo, no tomes decisio- nes apresuradas’. Alba tenia sus palabras grabadas. No fueron una, dos, ni tres las veces que las oy. Fueron muchisimas. Mama se las decia cuando llegaba llorando del colegio o cuando se enojaba dema- siado con su hermana. —Estas creciendo, carifio —dijo Brisa interrumpiendo sus pen- samientos. —iA qué te refieres, abuelita? -Sé como te sientes ahora. Significa que estas creciendo. Cuando uno es nifio, casi no siente las separaciones. Al menos no las comprende. Cada puerta que se abre puede tener detras a la persona que se acaba de marchar. Ambas se sentaron bajo el viejo coihue. 66 CAPITULO 8: CADA FINAL ES UN NUEVO"COMIENZO —tRecuerdas la historia de Auca? —pregunt6 Brisa mientras abria una lata que habia tomado al salir, con muchisimas fotos en blanco y negro. El papa de tu bisabuelo Auca fue un hombre espanol, érecuerdas la historia? —Si, abuela, una historia muy triste. —El queria volver a su casa; por eso se fue. Nunca supo que naceria Auca. Solo necesitaba volver a casa. —Si, lo entiendo... dijo Alba. —Los seres humanos nacemos con esta sensacién continua de separacion y con anhelos profundos dificiles de explicar. Sea donde sea que estemos, siempre faltara algo o alguien. Siempre nos sentimos incompletos. Brisa continud sacando fotos. Abuelos, bisabuelos, tios, pri- mos. Le fue contando la historia de sus viajes, sus separaciones y reencuentros. —Todos deseamos vivir alli donde acabaran las separaciones —suspir6 Brisa. De lejos comenzaron a oirse los pasos de sus primos, que ve- nian corriendo. Alba se limpio rapidamente las lagrimas. —iAlba! —gritaba Sayén. —iAlbita! jAlbita! —hacia eco Nehuén. —iHoy te vas, Alba! —dijeron los pequefos, y se abalanzaron para abrazarla. Malén los miraba con los ojos desbordados. —iBueno, vayamos! —dijo en tono firme. Los tres la miraron. —iAdonde? —pregunté Alba. —Al Cuminak. Ahi es adonde vamos cuando estamos muy contentos y también cuando estamos muy tristes. Un silencio profundo invadié el patio por unos segundos. —iDale, vamos! —insistié Malén. 67 tba Kes illimes deilelles del sol Ella solia poner la nota de realismo 0, como en este caso, de fortaleza. Alguien tenia que ser fuerte. Se sentaron en la orilla. El agua transparente los cautivo por unos minutos. Las nubes y las montanas del fondo se desdobla- ban perfectas en el lago. Mirando el cielo en la superficie del Cuminak, Malén pregun- to: —tDonde quieren que nos volvamos a encontrar? Nehuén respondio casi sin esperar: f —iEstaremos en las finales del campeonato de futbol. Yo seré titular del PSC y ustedes estaran en la tribuna alentandome. La ocurrencia sono interesante y muy graciosa. Sayén sugirid: —iQué les parece si estudiamos en la misma universidad? Sera la mejor academia de todas. Estaremos juntas y seremos las mas guapas del lugar. Las risas de las chicas se hicieron eco. Nehuén atin meditaba complacido en su propuesta. Malén también se animé: —Yo los voy a invitar a escuchar mi primer concierto en la Filarmonica Nacional. —Imagino que en primera fila... —sugirid audaz Sayén. Alba miraba el cielo reflejado en el lago mientras los oia. Era un paisaje precioso. Unico. Elevador. —Juntos. Un dia vamos a estar todos juntos haciendo reales nuestros suefhios —dijo; y se detuvo un momento-. También po- driamos encontrarnos en una de mis audiciones cuando cante en el teatro Prince de Madrid, éno? —iSiii! -exclamaron sus primos. Lo habian conseguido: lograron mirar hacia adelante con es- peranza. 68 ~ CAPITULO 8: CADA FINAL ES UN NUEVO COMIENZO Alba no estuvo muchas horas mas en la Patagonia. Lloré en la despedida, pero su corazon estaba tranquilo. No tenia escritas notas de tristeza y separacion, sino hermosas palabras que la ha- cian caminar liviana y feliz. Bienvenidos al aeropuerto de Barajas. La temperatura actual _ en Madrid es de quince grados centigrados. Deseamos que ha- yais tenido un buen vuelo y esperamos que su estancia en Es- Paria sea de su agrado. Confiamos en volver a verles de nuevo —mencionaba la azafata delicadamente. —iClaro que me volveréis a ver! —dijo Alba en voz alta e hizo reir a las personas en la fila. Se sentia mayor. Tenia cosquillas en el est6émago por lo que se avecinaba, y eso le parecia rarisimo. Sus padres la recibieron con un cartel enorme. Lucia corrié a abrazarla. Los veia en camara lenta. Era una imagen tan parecida a su llegada a la Patagonia... Durante algunos segundos en el coche, Alba mir6 por la ven- tana pensando: éTendrd esta misma sensacion Jestis cuando al fin lleguemos a su casa? Mami llen6 el retorno con preguntas sobre su familia. Papa se reia con los detalles que describia Alba. —iSabéis? Apenas unas horas antes de subir al avion, fui con Malén, Sayén y Nehuén a orillas del gran Cuminak. Y alli paso algo especial; ni siquiera sé como contarlo. Pero fue como si hu- biésemos visto nuestros suefios. Su madre se volte para mirarla. —iLo sentiste... tu también lo sentiste? —pregunt6 entusias- mada y sorprendida. —dDe qué hablas, mama? —Hablo de los suefios. Los nifios que crecen o viven cerca de un gran lago, o que caminan a menudo por montajias y bosques, comienzan a sentir y ver las cosas de otra forma. Y se animan a 69 tla Les illimer deslelles del sol vivir de una manera peculiar; con esperanza. Se inspiran, y este mundo gris ya no los posee. Se vuelven almas libres. Ese era el principal propdsito que teniamos cuando permitimos que viajes a la Patagonia, mi amor. ~Y dio resultado, mama —agreg6 Alba abrazandola fuerte. Al caminar nuevamente por las aulas de su colegio europeo, Alba descubrio que la mayoria de las personas a su alrededor vivian en tonos opacos. Sofar o mirar hacia el futuro con espe- ranza les parece de otro mundo. iY si, puede que lo sea...!, pens6 Alba. Pero lo mejor es que ese otro mundo existe. Y que de aqui a muy poco volveré a ver a mis primos; en el viejo galpon del PSC, en la universidad o mds cer- quita... en Madrid quizd, quién sabe. De todas formas, los suenos de Dios superan nuestras expectativas... 70 ¥ « wy b66 67S 0s oT Se o 6 ‘Lo que aprend{ en la Patagonia” AGSCHEM En el idioma a hablan los nativos del Cuminak, significa: “Gente mala. Malos espiritus’. ANFIBIO= Animal bastante asqueroso que pasa una arte de su vida en el agua y la otra all ala feng para recorrerla y molestar, Dicen que tiene la sangre Fria, pero yo prefiero no comprobarlo. COLIHUE= Es un arbusto que tiene la forma de una cana recta y puede llegar a medir hasta seis metros de altura. Recordar: si en algun momento necesito agua, debo buscar este arbusto. La traduccién es Hue= lugar: Koi donde hay agua. DESOVE= Asi se llama cuando la mamé pez pone sus huevitos. GROSELLA= Pequerio fruto del bosque, de color rojo vivo y sabor agridulce. Importante: la dife- rencia. con otras pequefias bayas es que la gro- sella esté agrupada en racimitos, como las uvas, pero en miniatura. KOLEUCHE= Dicen que su significado original es algo asi como “gente transformada’. No tengo ‘dea en qué, pero por las dudas es mejor no ir al lago cuando hay mucha niebla. MASACRE DEL DESIERTO= Hace muchos afos, se realizé una gran campaia militar en la Patagonia. Llamaron “conquista del desierto’ a aquellas crue- les matanzas de los pueblos originarios que pobla- ban la regiin (los autores y defensores de tales despiadadas acciones hablaban de “expediciones’ y “desierto’ para ocultar la verdad). PEHUENES= Donde nace la cordillera crecen estos enormes y bell’simos drboles. Tienen color claro y madera que -segin cuenta Mcben— sirven para armar el mueble que suefes. Me han dicho que tiene semillas marrones y un fruto carnoso, pero yo no vi ninguno. r PERCAS= Mario, el quardabosque, nos contd que la perca es un tipo de pez autoctono que —triste- mente— esté en peligro de extincidn. Quedan muy ¥ , ae 5 ied x ows 6 6 6 b 6 6 nN Couvswwws Jd od poquitos en los rios y los lagos de la regién. Tienen aletas punzantes, y sus formas y sus colores hip- notizan: son bellisimos. PIRINEOS= He descubierto que los pirineos son la versién pequefia de los Andes: es decir, una cadena montafiosa. con otro tamaiio y ubicacién: los Pirineos estdn en el norte de Espafa, junto a los patses de Andorra y Francia. POLIZON= Una persona que viaja muerta de miedo a escondidas dentro de un barco, algtin tren, un avin o lo que sea con tal de llegar a su destino sonado, RUCA MAVIDA= Auca nos ensend gue Ruca significa ‘casa’ y Mavida: “en la montafa’. As’ se llamaba al lugar donde él vivid de pequefio, PUYEN= Mario, el guardabosque, también nos hablé de las puyén, otro hermosisino pez autdctono de la Patagonia. Con mirada triste también nos dijo que corre peligro de extincidn (sf, como las percas). Por eso se esfuerzan tanto por protegerlas. Las puyén tienen un nombre cientiFico precioso al cual le hacen honor: Galaxias Platei. VURILLOFCHE= Abuela Brisa me contd que Vurillofche significa ‘Pueblo detrds de la montana”. | es ver- dad: cuando vienes en coche, el pueblo permanece escondido hasta que llegas a la cima de la ultima colina, y ah’, de pronto, surge junto al majestuoso lago. ZARZA SILVESTRE= Este fruto pequeniito es negro, brillante y muy dulce. Me encantaba recolectarlos en nuestros paseos por el bosque. ‘ La zarza silvestre cuelga de un arbusto de tallos largos y flexibles, y tiene buenas espinas para defenderse de los animalilos del lugar. Creo 8 es el mismo fruto al que papi, en Pirineos, llama Mora. _Y.:CUCUC a eo etre ite a 6 6 wwe ow 6 6 6 Aélividader Tenemos un cuadernillo lleno de actividades diverti- disimas para ti. Ahora te contamos algunas, luego puedes descargar gratis el archivo completo en la direccion que aparece al final. El Glosario de Alba se transforma en un disparador de | actividades como el divertido Juego de las Definiciones, iBuscalo! El Juego del Identikit esta genial. Puedes hacer tus pro- pias cartas coleccionables, con cada uno de los Persona- jes y sus cualidades. Las leyendas del libro de Alba nos invitan a fantasear, pero también a pensar. Alba es el primer libro de una gran historia. Hay aspec- tos académicos ideales para repasar en clase. Las redes sociales también tendran parte en estas actividades, in- vitandonos a vivir el libro de Alba de forma real y virtual. iSiguenos y participa! La Patagonia segun Yanu Hay un capitulo en el libro de Alba en el que aparece un curioso nifio Tehuelche llamado Yanu. {Qué capitulo es? {Sobre qué habla este capitulo? Yanu vive aventuras que —en realidad— cuentan un enigmatico fendmeno patagonico: las leyendas. * {Qué es una leyenda? Escribe una definicion ver- dadera ;) + Seguramente tu también habras ofdo alguna le- yenda del lugar en el que vives. Investiga y comparte la mas interesante. * Busca y recopila las leyendas de tierras patagoni- cas que menciona el libro de Alba. ‘ + iCual es la explicacion que los padres de Alba le dana las leyendas? Desarrollo espiritual Esperamos que, junto a Alba, los versiculos bibli- cos tomen un sentido auténtico en tu vida. El libro toca temas. dificiles, pero también te ani- mara a aprender a conversar sobre ellos, como parte de la solucion. Queremos invitarte a pensar sobre la liturgia de tu iglesia, recuperando su historia e identidad. Las tra- diciones y los rituales se transforman en un topico indispensable en el texto. Sera un viaje para entender tus propias tradiciones y rituales. Y al final alcanzaras esperanza, valor fundamental que regala el libro y que se ha desarrollado en el cua- dernillo de tareas. é (Ejemplo: enmarcar como en un post it o algo que ejemplifique que es solo una muestra del real.) és ao aw) wwewd 606 6 ob é » primos escribieron un si = 0, yuna promesa en un paper Quisiera que nos ayudes a diferenciar si los ejemplos a continuaci6n, se_tratan de rituales 0 tradiciones. No hay una respuesta correcta 0 incorrecta, todo depende de cémo lo hayas interpretado tu, por eso en cada caso la explicacion que pongas debajo es muy importante. luego lo quemaron en un ae alba de piedras que ellos prepararon. Eso es —————._ porque ee Se Nehuén tiene que lograr con- trolar una cometa en lo alto de la montafa Nahuel Mavida ne Considerarse un domador del viento. j Eso es—___ porque... Los primos se sentaron, junto al gran Cuminak para -o : dirse y para sonar, tal a we hacfan cada vet que 4 oe | muy bristes 5 muy contentos. Che Raves = PO for a ee ee jaca Ciencias Naturales Esta area toma fuerza durante todo el viaje de Alba. En sus paginas reconoceremos flores y arboles tipicos de la Patagonia que nos haran preguntarnos sobre la flora de nuestras regiones. Descubriras lugares interesantisimos que probable- mente no sabias que existian. Un gran lago y el viento son centrales en la vida de los primos y seguro que también en la de muchos nifios que lean este libro. El viento es una increible fuente de energia natural que necesitamos conocer mas. Pero también hay malas noticias: animales en ex- tincidn. Mario, el guardabosque, nos cuenta como cuidar nuestro mundo y nos propone algunas actividades fa- ciles pero trascendentes para ayudar. iDescubrelas! éConoces algun lugar remoto del mundo? Alba hizo una lista de 10 lugares remotos que algun dia quiere visitar. Entre ellos: las Islas Malvinas. « Crea una lista con tus 10 lugares remotos, e inves- tiga sobre el que mas te llame la atencién. Comparte- nos algunos datos curiosos y ino olvides sumar alguna fotografia! le vd oe ty s 6 Feds ui oo bodd0 Tww we V@ Ciencias Sociales El mundo siempre ha vivido historias de migracién. En la actualidad hay algunas graciosas y bonitas. Otras no lo son: ayuidanos a pensar y trabajar al respecto, En el primer capitulo, Alba tiene una pesadilla: sue- fa que viaja como polizén en un barco que se dirige a Sudamérica. Ese barco es un transatlantico que recorre diferentes puertos. ¢Te animas a marcar en un mapa el recorrido? — ats sos Ww glee a Los pueblos indigenas son protagonistas en el Libro de Alba. Los Tehuelches seran anfitriones para ayudarnos a conocer y profundizar nuestra historia. Un tema delicado, pero no menos importante, es la | realidad historica de nuestros pueblos originarios; una situacion no tan lejana en el tiempo, con matices mu- chas veces silenciados. éAlguna vez escuchaste sobre la Masacre del desierto patagdnico? Es un buen momento para conocer mas. ‘ Bonus Ademias de actividades por areas, te ofrecemos: Check list. Para tu primer campamento organizado por ti. Recetas de comidas de campamento que puedes pre- parar tu mismo. Auténticas recetas de la abuela Brisa. Mas desafios. Ascension de tus propias montafias. Este libro posee actividades extras de contenido digital: | recetas, consignas y desafios. Las puedes descargar de la pagina web www.rothbros.es i] = al ol aneoapea fo @ £a_sf @ @ @® @ @ O&O @& @. cn a oh oe fh Los ultimos \ destellos del sol er) tba es un relato de aventuras basado en hechos rea- les para sonar, reir, emocionarse y despertar la espe- ranza que Dios puso en cada uno de nuestros corazones. Recorre las paginas de este libro para conocer la in- domable y misteriosa Patagonia, de la mano de cuatro ingeniosos primos y Mapu, su perro. En este viaje a las tierras legendarias conoceras el lado ignorado de la vida en el sur y las formas en que el Sefor se manifiesta en aquellas bellas pero hostiles (erode tect “Una obra que iluminara el camino de los lectores por el resto de sus vidas”.

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