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INTRODUCCIÓN

Ya sabemos de la hipotonía generalizada que tienen los niños con síndrome de Down, siendo ésta
una de las características más acusadas de su desarrollo en todas las áreas. Por ello, es importante
llevar a cabo desde los primeros días de vida una adecuada estimulación de sus conductas motoras con
el fin de mejorar sus posibilidades de movilidad y de mayor exploración del medio.

En los objetivos que se recogen a continuación, solamente hacemos alusión a los que tienen que
ver con la motricidad gruesa. Comenzamos con una breve referencia a la estimulación de los reflejos
que en estos niños suelen ser débiles. Más adelante, y siguiendo las pautas del desarrollo, hemos ido
recogiendo actividades para mejorar adquisiciones como el control cefálico, los volteos, cambios de
posición o posturas, sedestación, desplazamientos en el suelo, gateo, bipedestación, marcha. A partir
del segundo año, las actividades se encaminan a mejorar la marcha ya adquirida y a la adquisición de
otras conductas motoras relacionadas con el control postural y equilibrio, la coordinación dinámica
general, subir y bajar escaleras, carrera, juegos motores.

Hemos prestado un especial interés a las conductas de estimulación vestibular, muy apropiadas
para estos niños debido a sus dificultades de equilibrio y miedos ante situaciones un poco
comprometidas.

ÁREA MOTORA. 0-3 MESES

A) Estimulación de reflejos

Durante el primer trimestre de la vida la conducta del niño está regida por los reflejo arcaicos.
En el caso de los niños con SD, debido a la hipotonía muscular generalizada, estos reflejos son débiles,
cuando no están ausentes. Por ello, es conveniente estimular en los primeros días algunos de estos
reflejos sobre los que se van a asentar conductas que se van a adquirir más tarde.

-Reflejos de enderezamiento, salto y marcha. Coja al niño por las axilas y haga que sus pies
tropiecen contra el borde de una superficie (de una mesa, por ejemplo). En respuesta a este
contacto, es normal que el niño levante sus pies, como «saltando» ese obstáculo. Ponga los
pies del niño en contacto con la superficie de la mesa para que haya un enderezamiento de las
piernas y del cuerpo del niño (es posible que usted note cómo el niño aguanta un poco el peso
de su cuerpo tras este enderezamiento). A continuación, impulse un poco al niño hacia adelante
para que mueva un poco sus pies como si estuviera andando.

-Reflejo del paso del brazo. Ponga al niño acostado boca abajo, con los brazos extendidos a lo
largo del cuerpo, la nariz y la boca perpendiculares a la superficie. Mueva la cabeza del niño
hacia un lado; si el niño no sube sus brazos, ayúdele pellizcando sus dedos y girando un poco
el cuerpo para que el brazo pueda subir con más facilidad.

-Movimientos de reptación. Estando el niño acostado boca abajo, observe si mueve sus
piernas, haciendo movimientos de flexión y ex- tensión como si nadara. Para ayudarle, hágale
cosquillas en las plantas de los pies con un cepillo de dientes o algo por el estilo.

-Reflejo de incurvación del tronco. Se puede estimular este reflejo estando el niño acostado
boca abajo o en suspensión ventral, cogiéndolo a la altura del estómago. Presione con los
dedos a la altura de los riñones, aproximadamente, y notará cómo se produce una flexión de
la columna hacia el lado del estímulo.

-Reflejos de succión y puntos cardinales. Aprovechando las tomas del niño (pecho o biberón),
no ponga el pezón o la tetina directamente dentro de la boca; más bien, déjelos rozando los
labios del niño para incitarle a succionar con fuerza. Igualmente, ponga el pezón o la tetina
en los lados de la boca del niño, para que vaya buscando con su boca el alimento en una y
otra dirección: arriba, abajo, a derecha e izquierda. De vez en cuando, en vez del pecho o la
tetina del biberón o del chupete, estimule las comisuras de los labios con un dedo, con el fin
de que el niño vaya «reconociendo» lo que le proporciona alimento y lo que no.

B) Favorecer los movimientos del cuerpo

1. Mueva los brazos y las piernas del niño de forma alternativa, haciendo la bicicleta, mientras le
canta una canción apropiada.
2. Mientras baña al niño, lo cambia o juega con él, háblele mirándole .a la cara; tóquelo,
apriétele con suavidad sus extremidades. Procure estimular los movimientos de los brazos y las
piernas enseñándole algún juguete que le llame la atención.
3. Estando el niño boca abajo, haga cosquillas en las plantas de sus pies con un pincel, una
pluma. Repita la acción estando el niño boca arriba.
4. Acueste al niño boca arriba y levante un poco sus piernas dejándolas caer. Repita la acción
varias veces hasta que note pequeños esfuerzos del niño por controlar sus piernas y evitar que caigan
contra la superficie.
5. Coloque en las muñecas y en los tobillos del niño cascabeles, de forma que pueda asociar los
sonidos con sus movimientos.
6. Cuando esté bañando al niño, dele la oportunidad de patalear en el agua.

C) Conseguir el control cefálico en varias posiciones

7. Acostado el niño boca arriba, anímele a girar la cabeza colocando juguetes de colores vivos
o sonoros a ambos lados. Igualmente, aproxímese hasta el niño y cuando le mire, mueva lentamente
su cara para que el niño gire su cabeza siguiéndola.
8. También puede utilizar un chupete o la tetina del biberón tocando las comisuras de los labios
para que el niño gire la cabeza en una respuesta de búsqueda del estímulo.
9. Ponga al niño boca arriba en su silleta o en su hamaquita colocada en posición horizontal.
Lléveselo con usted a la habitación en que esté trabajando. Háblele y haga movimientos que estimulen
al niño a volver la cabeza. Cuando gire su cabeza, alábele con sonrisas y vocalizaciones.
10. Cuando tome al niño en brazos, agarrándolo fuertemente por la espalda en posición vertical,
no sujete su cabecita con su mano, para que se vea obligado a hacer esfuerzos por controlarla. Ponga
una mano cerca de la cabeza del niño por si se le cae bruscamente hacia atrás. Si observa que el niño no
controla en absoluto su cabeza y ésta cae hacia atrás, apóyela con 2-3 dedos solamente y deje que el
niño haga pequeños esfuerzos por mantenerla. Procure que el niño pueda fijar su mirada en algo
atractivo. Haga esto en distintos sitios para atraer su atención.
11. Puede repetir la misma acción sujetando la espalda del niño contra su pecho y procurando
agarrar bien el tronco del niño. Si la cabeza del niño cae hacia adelante, estimúlele con un chupete en
su labio superior o levantando suavemente su cabecita.
12. Acueste al niño boca abajo, procurando que sus brazos estén ex- tendidos hacia adelante.
Llame su atención con objetos atractivos o bien sitúese delante de él para que intente levantar la
cabeza. Si no lo hace dele pellizquitos en la nuca. Sonría y háblele cada vez que el niño levante un
poco su cabeza. Estimulándole con algún juguete atractivo, anímele a mover la cabeza hacia los lados.

13. Cuando el niño esté despierto y se mantenga atento, acérquese a él, háblele y sonríale.
Cójalo por los hombros y llévelo lentamente hasta la posición de sentado. Fíjese si el niño va
controlando la cabeza al hacer esta maniobra, repítala cogiéndolo por los brazos. Recuerde que debe
hacerlo lentamente y mientras sonríe y habla al niño. Después, cójalo por los antebrazos hasta que vea
que su cabeza acompaña al resto del cuerpo y ya no cuelga. Por último, repita esta acción cogiendo al
niño de sus manos. Puede hacer también estas maniobras tendiendo al niño en sus piernas.

14. Ponga al niño en posición de sentado, con el cuerpo bien sujeto por sus manos, y dejando
libre la cabeza. Siéntelo contra su cuerpo, sobre sus piernas, sujetándolo por los hombros o por el
tronco. A medida que vaya controlando la cabeza, cójalo de los brazos, de las manos o de los dedos.
Mientras usted sujeta al niño en posición de sentado, otra persona frente a él le llama la atención. Debe
estar usted atento a las oscilaciones de la cabeza del niño para evitar fuertes y bruscas sacudidas.

15. Ponga al niño boca abajo en un balón de playa un poco desinfla- do. Mueva al niño hacia
adelante, atrás y a los lados, animándole a levantar la cabeza y a moverla. Debe usted agarrar bien el
tronco del niño, dejando libres las extremidades y la cabeza.

16. Coja al niño en sus brazos de forma que su cabeza se apoye en su brazo. Mueva suavemente al
niño y procure que el apoyo de su cabeza sea cada vez menor. Con un brazo impulse suavemente la
cabecita del niño hacia adelante para que el niño trate de moverla.

17. Estando usted sentado ponga al niño en su regazo, sobre su estómago, colgando su cabeza y
sus piernas y acaricie la pelvis y la nuca del niño para que trate de levantar su cabeza y sus piernas.
Estimularle a que mueva su cabeza a ambos lados. Puede utilizar el chupete para que el niño mueva su
cabeza buscando el estímulo que toca sus labios. También puede colocarlo sobre uno o varios cojines
duros.

18. Coja al niño por un costado, de manera que su cabeza y sus piernas queden suspendidas
lateralmente. Anímele con su voz y con caricias a que mueva su cabeza tratando de levantarla.

D) Estimulación vestibular

19. Procure cambiar al niño de posición con cierta frecuencia, cuando esté despierto. No lo deje
siempre en la misma postura. Acuéstelo boca abajo, boca arriba y de lado.

20. Siente al niño agarrándolo bien del tronco. Inclínelo a la izquierda y a la derecha. Repita la
acción sujetando al niño por el pecho y manteniéndolo en posición vertical. Hable y sonría al niño
mientras hace este ejercicio.

21. Coloque al niño boca arriba y boca abajo en un balón de playa y muévalo en distintas
direcciones.
22. Cuando coja al niño en brazos, mézalo mientras le habla y le sonríe. Cójalo por el pecho y
muévalo suavemente en varias direcciones hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados. Si el niño es muy
hipo tónico, tenga , cuidado con los balanceos de la cabeza.
E) Acostado boca abajo
23. La posición de acostado boca abajo es muy aconsejable; acostumbre a su hijo a que acepte
esta postura, poniéndolo así cuando esté despierto. Procure que extienda sus brazos hacia adelante.
Ponga delante de él juguetes atractivos y anímele a levantar la cabeza y los hombros apoyándose en
sus antebrazos. Acaríciele por distintas partes del cuerpo (espalda, pelvis, nuca, piernas) mientras le
habla y sonríe.

24. Acueste al niño boca abajo en los sitios en que usted está haciendo cosas. De vez en cuando,
háblele y llame su atención. Cuando le saque a pasear en el cochecito, acuéstelo boca abajo; llame su
atención cuando este despierto.

25. Ponga al niño boca abajo, apoyando su pecho en una pequeña almohada. Coloque frente a él
algún espejo o juguete llamativo y llámele la atención para que levante la cabeza apoyándose en sus
brazos.

F) Estimulación de los volteos ...

26. Iniciar los semivolteos cuando esté usted cambiando a su hijo o jugando con él, estando
acostado boca arriba, gire después su cuerpo hacia los lados cogiendo las manos del niño.

Ponga un juguete atractivo a cada lado del niño y sonría cuando haya girado sobre su costado.

27. Acueste al niño de lado y llame su atención con algún juguete atractivo para que gire su
cuerpo hasta la posición de boca arriba. Ayúdele, si es necesario, al principio y vaya eliminando la
ayuda progresivamente. Repita la acción en el otro sentido.

28. Rodar de boca arriba a de lado: llame la atención hablándole a su lado o con algún juguete y
ayúdele a que gire su cuerpo en esa dirección llevándole de la pierna o tirando suavemente de un
brazo. Repita la acción en el otro sentido. Alabe al niño cuando intente girarse hacia uno de sus lados.

29. Ponga al niño acostado boca arriba en una habitación donde esté toda la familia; esto le
estimulará a girarse a un lado para verlos.

30. Rodar de boca abajo a de lado. Acueste al niño boca abajo y ofrézcale un juguete llamativo,
ayudándole a girar hasta ponerse de lado. Elimine la ayuda poco a poco. Repita la acción hacia el otro
lado.

31. En la misma posición, póngase a la altura del niño. Háblele y sonríale animándole a que se
ponga de lado.

3-6 MESES

A) Reforzar el control de la cabeza. Equilibrio


32. Siente al niño en sus rodillas, mirándole a la cara; sujételo por debajo de las axilas.
Moviendo sus rodillas, haga que el niño se mueva hacia arriba, abajo y a los lados, procurando que
trate de controlar los balanceos de su cabeza. Mientras hace esto, cante canciones para hacer divertida
la actividad.

33. Siente al niño en un balón de playa sujetándolo por el tronco. Muévalo en distintas
direcciones; dé al niño pequeños botes sobre el balón.

34. Repita algunos ejercicios de la etapa anterior, como por ejemplo tomarlo de las manos
acostado boca arriba y llevarlo lentamente a la posición de sentado, procurando que el niño se esfuerce
por controlar su cabeza y que ésta no cuelgue hacia atrás.

B) Control del tronco

35. Siente al niño en una hamaquita con el respaldo inclinado, pues la cabeza ya debe estar casi
siempre en el plano medio y mejor controlada.
36. Cuando le saque a pasear, incline un poco la silleta para que el niño esté incorporado. Si
observa que se cansa o que su cabeza a los pocos minutos se va a los lados, cambie la posición
acostándolo boca arriba o boca abajo. Aumente progresivamente el tiempo de permanencia con el
respaldo
37. Mantenga al niño en posición de sentado, agarrándolo por el pecho y luego por la cintura y
deje que disfrute estando en esta posición tratan- do de mantener el tronco derecho. Háblele, cántele y
sonríale mientras le mira a la cara. Haga esta acción sentando al niño en sus rodillas, sobre una mesa,
en el suelo, en un balón de playa. Balancéelo con suavidad hacia adelante, hacia atrás y a los lados.

38. Cuando coja al niño en brazos, procure sujetar su tronco cada vez menos, bajando
progresivamente la mano que sirve de apoyo. Al principio le sujetará fuertemente la espalda; luego
ponga su mano o su brazo un poco más arriba de los riñones y por fin, sujétele por la cintura, a
medida que el niño hace más esfuerzos por controlar su tronco. Aunque no ponga su mano en la
espalda del niño, sitúela cerca por si el niño se dobla hacia atrás.

39. Acostado el niño boca arriba, puede usted repetir los mismos ejercicios que hacía para que
controlara su cabeza: cogiéndole primero por los brazos, luego por los antebrazos y por último por las
manos, llévelo lentamente hasta la posición de sentado. Notará que la cabeza ya no cuelga -o bien
cuelga muy poco- y que el niño hace esfuerzos para incorporarse. Háblele y sonríale mientras hace
esta maniobra. Procure buscar momentos en los que el niño se muestre más dispuesto: después del
baño, cuando le va a cambiar, mientras juega con él.

40. Tome al niño en brazos de forma que su espalda se apoye contra su pecho, es decir, el niño
mirando hacia afuera.

Agárrele por el pecho y luego por la cintura. Otra persona situada frente al niño, le debe llamar
la atención para que el niño intente levantar su cuerpo y tratar de enderezarse. Igualmente, puede
enseñarle algún juguete atractivo. Si es necesario, dele ayuda física impulsándole un poco con el brazo
que lo sujeta; pellízquele suavemente en las caderas y anímele a que se esfuerce por enderezar su
cuerpo. Alabe estos intentos del niño.

C) Acostado boca abajo apoyo en antebrazos


41. Ponga al niño acostado boca abajo; frente a él, coloque juguetes atractivos; también puede
situarse usted u otros miembros de la familia. Hable al niño y llame su atención con los juguetes, de
manera que pueda mirar al frente apoyándose en sus antebrazos. Acueste al niño en distintos sitios y
en diferentes superficies para hacer este ejercicio.

42. Acueste al niño boca abajo frente a un espejo y llame su atención para que se incorpore y vea
su imagen.

43. Acostado el niño boca abajo, ofrézcale unos pocos juguetes atractivos cerca de sus manos. Al
principio llame su atención para que se fije en ellos y luego déjelo jugar solo. Observe si hace intentos
por coger algún juguete. Ayúdele si es necesario.

44. Ponga al niño acostado boca abajo en un lugar en que pueda ver las actividades del resto de
la familia: juego de los hermanos, televisión, tareas de la madre, etc...

45. Si observa que el niño no levanta bastante la cabeza y el pecho apoyándose en los
antebrazos, ponga una almohada o una cuña para que le ayude a incorporarse un poco más.

46. Acuéstese usted boca arriba y ponga al niño boca abajo sobre su pecho. Háblele, sonríale y
juegue con él, ayudándole a que se divierta y se apoye en sus antebrazos para incorporarse.

D) Iniciación al rastreo

47. Acueste al niño boca abajo. Sitúese frente a él y llámele la atención con un juguete atractivo
al tiempo que le habla. Observe la reacción del niño. Si nota que intenta coger el juguete, muévase
lentamente y mueva el juguete a un lado del niño y anímele a que lo busque girándose sobre su
estómago y apoyándose en los antebrazos. Repita la acción hacia el otro lado. Si es preciso, ayude al
niño a iniciar sus giros moviendo sus piernas hacia un lado. Progresivamente, elimine la ayuda.
Alabe los intentos del niño con sonrisas y caricias.

48. En la misma posición enseñe al niño uno o dos juguetes atractivos y póngalos cerca de sus
manos, animándole a que los coja. Sepárelos un poco de su alcance para que el niño se esfuerce en
avanzar un poco para cogerlos. Ayúdele físicamente poniendo las palmas de sus manos en las plantas
de los pies del niño para que pueda avanzar. Elimine poco a poco esta ayuda.

E) Apoyo en manos

49. Coja al niño por el tronco en posición boca abajo y procure que apoye sus manos en alguna
superficie (suelo, mesa, cama). Mantenga esta posición unos segundos, tratando que el niño, con los
brazos extendidos y las palmas de las manos abiertas, aguante el peso de su cuerpo. A medida que
usted note que el niño hace más esfuerzos, agárrele de más abajo: cintura, caderas, muslos. Repita la
acción varias veces, alabando los esfuerzos del niño con caricias, besos, etc... Si nota que el niño se
cansa, no insista y repita el ejercicio en otra ocasión. También puede usted hacer este ejercicio
apoyándose el niño en un balón de playa.

50. Acostado el niño boca abajo, ponga debajo del pecho una toalla enrollada, una almohada
pequeña o una pierna para que el niño se apoye en sus manos con los brazos extendidos.
51. Llámele la atención con algún juguete atractivo y levántelo por encima de su cabeza, de
manera que el niño se vea obligado a estirar sus brazos y levantar su cabeza para seguirlo.

52. Túmbese boca arriba y acueste al niño boca abajo sobre su pecho. Juegue con él y procure
que estire sus brazos y se apoye en sus manos. Si es preciso, ayúdele sujetándolo por los hombros para
incorporarlo un poco. Alabe los esfuerzos del niño.

53. Cuando usted haya observado que el niño se mantiene boca abajo con apoyo en sus manos,
ofrézcale algún juguete llamativo para que trate de cogerlo con una mano mientras se apoya en la otra.
También puede intentar esta acción poniendo algún pañuelo sobre la cabeza del niño para que se lo
quite con una mano.

F) Volteos

54. Pasar de boca abajo a boca arriba. Acueste al niño boca abajo en lo jugar un poco con él. Si
usted nota que al niño le gusta el juguete, quítese- ¡ lo y póngalo fuera de su alcance hacia arriba, de
forma que tenga que ir girándose para alcanzarlo hasta ponerse boca arriba. Al principio, ayúdele
flexionando e impulsando su pierna para darse la vuelta. Elimine esta ayuda progresivamente. Alabe los
esfuerzos del niño y dele el juguete que trataba de alcanzar cuando haya girado, aunque sea con ayuda.
Repita la acción hacia el otro lado.

55. Pasar de boca arriba a boca abajo. Estando el niño acostado boca arriba (en la alfombra, en la
cama, en la colchoneta) juegue con él y déjele ]) que se entretenga con algún juguete atractivo. Si nota
que el niño se interesa por él, quíteselo y póngalo fuera de su alcance llevándolo a un lado, de modo
que el niño tenga que girarse si quiere cogerlo. Ayúdele flexionando hacia adelante. Alabe los intentos
del niño por darse la vuelta. Dele el juguete que trataba de alcanzar. Repita la acción hacia el otro lado.

56. Aproveche los momentos en que el niño esté en buena disposición para jugar con él sobre la
cama o en otra superficie blanda a darse volteos. Coja las piernas del niño y dele la vuelta en ambas
direcciones, tratando de hacer divertido el juego. Háblele, sonríale y participe usted activamente en el
ejercicio.

.G) Reacciones de equilibrio

57. Ponga al niño acostado boca abajo sobre una mesa pequeña. Cuando esté entretenido con
algún juguete o con otra actividad, vuelque lentamente la mesa hacia un lado, teniendo cuidado para
que el niño no se caiga. Observe al niño para ver si reacciona tratando de evitar la caída: puede
doblar el cuerpo hacia el lado contrario de la inclinación y flexionar la pierna de ese mismo lado.
Alabe los esfuerzos del niño y procure hacer divertida la actividad. Repita la acción en otras
superficies: un balón de playa, toalla de baño, cojín de un sofá duro, por ejemplo. Si el niño no
reacciona, muévale un poco su cuerpo hacia el lugar de la inclinación y háblele para hacerle ver que
se cae; hágale cosquillas ayudándole a doblar el cuerpo. Poco a poco elimine la ayuda.

H) Toma de peso en pies


58. Este ejercicio debe hacerlo a partir del 5.°, 6.° mes de edad de desarrollo motor de su hijo.
Cuando el niño esté en buena disposición, siéntese y cójalo por las axilas tratando que sus pies se
apoyen en su regazo y mantenga parte del peso de su cuerpo. Háblele, sonríale y haga de esta
actividad un juego divertido. Siéntelo en su regazo y repita la acción alaban- do los intentos del niño
para mantenerse erguido.

59. Aprovechando esta actividad y con el niño agarrado por las axilas o por el pecho, muévalo
en varías direcciones (a los lados, atrás, adelante, arriba, abajo), procurando que su cuerpo
permanezca derecho.

1) Sedestación

60. A partir del tercer mes de edad de desarrollo motor, cuando el niño ya controla su cabeza,
siéntelo en una hamaquita con el respaldo inclinado. Poco a poco, a medida que el niño va
madurando, incline el respaldo cada vez más.

61 Vaya acostumbrándolo progresivamente a la posición de sentado. A partir del 5.°-6.° mes


-siempre de edad de desarrollo- siéntelo en el ángulo de un sofá y sillón y téngalo un ratito, hasta que
el niño se canse. Juego con él ofreciéndole algún juguete atractivo y que vea al resto de la familia.
Aumente el tiempo en la posición de sentado.

62. Cuando le saque a pasear, siéntelo en la silleta -inclinada según la madurez del niño-. Cuando
se canse, baje el respaldo o cambie su posición.

63. Siente al niño en su regazo sujetándolo por la cintura, o bien por los hombros. Procure que
su espalda no esté demasiado arqueada. Llame su atención con algún juguete, sentándolo ante un
espejo, mirando al resto de la familia, a la TV, hablándole y sonriéndole. Más tarde, sujétele por las
manos.

64. Siente al niño con la espalda apoyada en un respaldo de cojines. Siente al niño entre sus
piernas con las manos apoyadas en las del adulto. Háblele para que su espalda esté recta. Poco a poco
vaya quitando los cojines.

65. Siente al niño en el suelo o en la cama y agárrelo por la cintura. Ponga sus manos sobre sus
piernas y procure que las mantenga (si es preciso, usted las sujeta). Empuje suavemente el cuerpo del
niño hacia adelante para que note el peso sobre sus manos. Ponga la mano derecha del niño en el suelo
y lleve el cuerpo hacia ese lado impulsándolo y dejando que el niño aguante el peso sobre su mano
derecha. Repita la acción con la mano izquierda.

6-9 MESES

A) Posición de rodillas

66. Conviene acostumbrar al niño para que acepte la posición de rodillas. Siéntese y ponga al
niño de rodillas en su regazo, apoyando las manos en su pecho, mientras usted le sujeta por el tronco
o por los hombros. Háblele y sonríale mirándole a la cara. A medida que mejore el control del tronco,
vaya disminuyendo su apoyo.
67. Ponga al niño de rodillas, sentado sobre sus talones en su cuna agarrándose a los barrotes.
Llame su atención para que el niño mantenga la posición. Puede repetir el ejercicio poniendo al niño
apoyándose en sus piernas; ante un espejo apoyándose en éste, etc... Debe procurar que, aun- que el
niño se siente sobre sus talones, mantenga el tronco derecho. Al principio, ayúdele por si pierde el
equilibrio; elimine la ayuda progresivamente.

68. Como el niño irá madurando en el control de su tronco, debe intentar que poco a poco,
deje de apoyarse en sus talones y mantenga el tronco derecho. Déjele que se apoye en algo más
elevado (sillón, sofá; silla) para que se vea obligado a enderezar el tronco. Ponga en ese punto de
apoyo algún juguete llamativo y anime al niño a cogerlo, para lo cual se verá obliga- do a
incorporar el tronco de vez en cuando. Ayúdele si es preciso; cójalo por los brazos o por las manos
y aproveche para impulsarlo hacia arriba levantando su cuerpo manteniéndolo unos instantes con el
tronco erguido.

69. Manténgalo de rodillas sentado sobre sus nalgas, sin apoyo. Ofrézcale algún juguete
atractivo y déjelo jugar con él con ambas manos. Si es preciso, sujételo al principio por la cintura y
disminuya su ayuda poco a poco. Juegue con él en esta posición a actividades de imitación de
gestos (palmitas, lobitos) para que se mantenga un ratito en esta postura.

B) Control del tronco

70. Repita los ejercicios de la etapa anterior para este objetivo, (39 y 40). Déjelo en el suelo
durante más tiempo, boca abajo y ponga cerca algunos juguetes atractivos. Igualmente continúe
fomentando los volteo s, dele oportunidades para ejercitarlos en un ambiente lúdico.

C) Sedestación con apoyo

71. Mantenga al niño durante más tiempo en posición de sentado; por ejemplo, siéntelo en la
trona mientras le da de comer; levante un poco más el respaldo de la silleta a medida que el niño
adquiere mayor control del tronco.

72. Siente al niño en el suelo apoyando sus manos en sus muslos y sitúese frente a él, hablándole
o jugando con él. Si ve que el niño flexiona los brazos y su cuerpo se dobla, haga que el niño apoye
sus manos, como soporte, a ambos lados de su cuerpo. Ayúdele al principio.

73. Siente al niño sobre la cama, colchoneta o suelo y sujete usted sus muslos con sus manos (las
de usted). Notará que, cuando va a perder el equilibrio, hace esfuerzos por mantener la posición. Alabe
estos esfuerzos del niño con besos, caricias, sonrisas.

74. Siéntese con el niño en el suelo ante un espejo. Póngase detrás de él con las piernas abiertas
en forma de V y el niño en medio. Llámele la atención con gestos, juegos, controlando su cuerpo
cuando pierda el equilibrio. Es importante que esta actividad -como las anteriores- sean divertidas para
usted y para el niño. También puede colocarse frente a él mientras el niño se apoya en sus piernas.

D) Toma de peso en manos

75. Es importante que en este periodo el niño fortalezca sus brazos y se apoye más firmemente
en sus manos, tomando conciencia de ello. Cójalo por la cintura y haga que apoye sus manos en una
superficie, con el tronco estirado. Mantenga unos instantes esta posición. Ponga al niño ante un espejo,
o bien que otra persona frente a él le llame la atención. Repita la acción, haciendo que el niño apoye
sus manos en un balcón de playa, en la cama, etc... Aumente progresivamente la duración de este
ejercicio. A medida que el niño responde mejor, cójalo por sus muslos, rodillas, tobillos.
E) Rastreo

76. Ponga al niño en el suelo boca abajo. Sitúe cerca de él un juguete atractivo. Alabe los intentos del
niño por alcanzar el juguete. Separe poco a poco el objeto, animando al niño a cogerlo. Ayude al niño a
avanzar, impulsándolo suavemente por las axilas; o bien, ponga las palmas de sus manos: en las
plantas de los pies del niño con sus piernas flexionadas para que se pueda impulsar.

77. Sitúese frente al niño poniendo su cara a la altura de la del niño. Sonríale y háblele
animándole a que avance. Es muy posible que el niño vaya hacia atrás y luego hacia adelante o a los
lados. A veces, flexionará las piernas hasta ponerse casi de rodillas. Poco a poco, y a medida que el
niño se va desplazando, ayúdele a alternar sus movimientos: avanza el brazo derecho y flexiona la
pierna izquierda, y al revés.

F) Reacciones de equilibrio
78. Juegue con el niño en la cama sujetándole por el pecho y moviéndolo en distintas
direcciones. Háblele, sonríale y cántele canciones para hacer divertida la actividad. En algún
momento del juego, impúlselo hacia adelante, como si lo fuera a lanzar de cabeza a la cama. Haga
esto lentamente y observe si el niño estira sus brazos para evitar la caída. Si no lo hace, estire usted
los brazos del niño para que se apoye con sus manos en la cama y manténgalo en esta posición unos
instantes. Sonría al niño mientras está apoyando sus manos. Elimine poco a poco su ayuda.

79. Ponga al niño de pie en la cama o en una superficie blanda (colchoneta, cuna). Háblele para
que el niño se divierta. Cójalo por la espalda sujetándolo de la ropa y déjelo caer lentamente hacia
adelante. Si el niño no saca los brazos para evitar la caída, ayúdele usted y déjelo unos momentos
aguantando el peso de su cuerpo en sus manos. Disminuya progresivamente su ayuda y alabe al niño
sus intentos de estirar los brazos.
80. Coja al niño por la cintura. Otro adulto o un hermano debe ponerse frente a usted. Balancee al
niño adelante y atrás y haga como que va a chocar contra la otra persona. Si el niño no estira sus
brazos, esa otra persona le puede coger de las manos y estirarle los brazos, mientras le habla y le
sonríe.
81. Siente al niño en la cama o en una superficie blanda (colchoneta, soporte del baño infantil).
Cójalo por la cintura y juegue con él. Muévalo en varías direcciones. Inclínelo hacia su lado derecho
para que apoye su mano derecha y evite así la caída. Puede ayudarle colocando su mano sobre la
superficie para que aguante el peso de su cuerpo; dele pequeños balanceos a fin de que el niño sea
consciente de esa posición. Repita la acción hacia el lado izquierdo. Pruebe la misma actividad en
otras superficies (balón de playa, alfombra), sonriendo al niño mientras apoya sus manos.

G) Sedestación sin apoyo

82. Cuando el niño esté sentado en el suelo apoyado en sus manos, ofrézcale un juguete atractivo
para que lo coja con una mano apoyándose en la otra. Ayúdele si pierde el equilibrio. Anímele a
manipular el juguete con las dos manos.
83. Siente al niño frente a un espejo y anímele a acariciar su imagen con las dos manos,
sujetándolo cuando pierda el equilibrio.

84. Siente al niño en el suelo y usted frente a él. Juegue con él a diversas actividades: palmitas,
pon-pon, al escondite-cucú con un trapo. Pro- cure que el niño participe activamente moviendo sus
brazos y manos, de manera que se mantenga sentado sin ningún apoyo.

H) Equilibrio en sedestación

85. Siente al niño sobre la alfombra u otra superficie blanda. Llame su atención desde los
laterales o desde atrás para obligarle a girar su tronco. Haga lo propio ofreciéndole un juguete atractivo
a ambos lados. Ponga un objeto atractivo delante del niño, un poco separado de él, para que tenga que
doblar su cuerpo hacia adelante al cogerlo y luego recuperar la posición.

86. Estando el niño sentado sobre la alfombra, llame su atención, o bien ofrézcale un juguete
atractivo a un lado del niño y fuera de su alcance. Observe su habilidad para pasar a una posición de
apoyo sobre las manos, girando su cuerpo a un lado con las piernas flexionadas. Ayúdele al principio a
tomar esa posición. Elimine progresivamente su ayuda. Repita la acción hacia el otro lado.

87. Aproveche el momento del baño para hacer estas actividades y deje que el niño disfrute
sentado jugando en el agua y chapoteando.

88. Debe procurar mantener al niño sentado en el suelo en los distintos lugares de la casa;
cocina, sala de estar, etc... El contacto directo con el medio familiar le ayudará a mantener mejor el
equilibrio y a interesarse más por todas las situaciones.

89. Siente al niño en sus rodillas y rodéelo con sus brazos sin sujetar- lo (es una medida
preventiva para evitar caídas). Juegue con él, mueva sus piernas para desequilibrar un poco al niño.
Observe los esfuerzos del niño por recuperar el equilibrio y alabe estos esfuerzos. Repita la actividad
sentando al niño sobre otras superficies inestables, cojines, almohadones, etc..., o bien sobre
superficies móviles (sillón de ruedas giratorio, por ejemplo). Lo que se pretende es que el niño se
esfuerce por controlar su equilibrio en sedestación ante sus intentos por descontrolarlo.

90. Sentado pivotar: entregad un juguete muy atractivo al niño, quitarlo del alcance de sus
brazos y animadlo a que lo vuelva a coger girando sobre sus nalgas. Ayudarle abriendo la pierna más
cerca del objeto y en dirección a éste, él moverá la otra.

I) Reacciones de equilibrio

91. Apoyo lateral: Una vez que el niño es capaz de sentarse sin apoyo -aunque sea durante poco
tiempo-, siéntelo sobre la cama u otra superficie blanda y juegue con él. En un momento del juego,
dele un empujoncito hacia un lateral y observe si el niño apoya la mano de ese lado para evitar la
caída. Repita la acción hacia el otro lado. Si el niño no apoya la mano, ayúdele usted al principio y
luego repita usted la acción de empujarlo poniéndole la mano como apoyo. Disminuya su ayuda poco
a poco.

92. Apoyo lateral: Siente al niño en el suelo y déjelo jugar solo duran- te un rato. Observe si
apoya sus manos cuando pierde alguna vez el equilibrio. Si en algún momento se ha caído por no
apoyar a tiempo la mano, hágale usted una demostración y sonríale mientras el niño apoya su mano
sintiendo el peso de su cuerpo.

93. Apoyo posterior: Sentado el niño sobre una superficie blanda, juegue con él. Dele un
empujoncito hacia atrás y observe si el niño trata de apoyar una mano para evitar la caída. Si no lo
hace, hágale una demostración.

En el caso de que el niño tome como un juego el dejarse caer hacia " atrás, siga usted divirtiéndose
con él y deje para otra ocasión el ejercicio propuesto.

J) Mantenerse sobre cuatro apoyos

94. Juegue con su hijo y otra persona en el suelo. Una persona debe ponerse en posición de gato
o de conejo (apoyada en manos y rodillas) y seguir así jugando con el niño. Ponga usted al niño en esta
misma posición, procurando hacer divertida la actividad. Manténgale varios segundos alaban- do sus
esfuerzos. Repita la actividad, pero no canse al niño. En un principio, el niño apoyará las nalgas sobre
sus talones. No importa. Lo que interesa es que el niño acepte la postura. Si no se mantiene, ayúdele
sujetándolo por la cintura y elimine poco a poco la ayuda. Repita la acción poniendo al niño frente a
un espejo.

95. A medida que el niño va aceptando la postura en cuatro apoyos, debe usted procurar que se
apoye cada vez menos en los talones. Para ello utilice una toalla que pase debajo del pecho del niño,
sujetando usted desde arriba los dos extremos. Tire suavemente de la toalla para que el niño levan- te
su cuerpo (procure no levantar demasiado al niño para que sus manos apoyen siempre en el suelo).
Igualmente ponga al niño en cuatro apoyos sobre una de sus piernas y muévale suavemente para que el
niño levante su tronco. Trate de hacer divertidas estas actividades. Utilice algún juego atractivo que
llame su atención.

96. Procure dejar al niño en el suelo el mayor tiempo posible -sobre una alfombra si hace frío- y
déjelo que se entretenga a su aire. Colóquelo boca abajo; a los pocos minutos siéntelo. Observe
atentamente sus evoluciones.

K) Marcha de rodillas

97. Juegue en el suelo con su hijo. En algún momento, póngalo de rodillas y sujételo por los
brazos (procure que el niño trate de -mantener el tronco derecho, no sentándose en sus talones).
Háblele, cántele y haga que el niño lo pase bien. Anímele a avanzar de rodillas, mientras usted le
sujeta los brazos y camina también de rodillas hacia atrás y tira suavemente de él. Alabe los esfuerzos
del niño por andar de rodillas. Más adelante, repita la actividad llevándolo de las manos.

98. Mientras juega con su hijo en el suelo, póngalo de rodillas con un apoyo delantero (taburete,
silla, andador). Procure que el apoyo se adapte a la altura del niño. Ponga algún juguete atractivo en el
apoyo. Intente que el niño levante el cuerpo apoyándose en sus manos. Mueva lentamente el apoyo
delantero para que el niño empiece a desplazarse alternando sus rodillas. Evite que el niño se siente o
se ponga de pie; para ello, otra persona lo puede sujetar por las piernas y ayudarle a alternarlas
mientras avanza. Sonría y hable al niño tratando de hacer divertida esta actividad. A medida que el
niño va progresando en su marcha de rodillas, déjelo que avance empujando él el apoyo delantero.
L) Maniobra de /a carreti//a

99. Coja al niño por la cintura y llévelo hacia una superficie (cama, alfombra,
colchoneta), para que se apoye con sus manos. Manténgalo unos instantes hablándole y
animándole. Después, empújelo suavemente hacia adelante para que el niño avance alternando
sus manos. Alabe los esfuerzos del niño con besos, caricias, abrazos.

Repita la misma acción cogiendo al niño por los muslos y después, por las piernas.

M) Cambios posturales

100. Pasar de sentado a boca abajo o cuatro apoyos. Una vez que el niño se mantiene sentado
sin apoyo, déjelo sentado en el suelo durante ratos cada vez más largos. Póngale algunos juguetes para
que se entretenga. Juegue usted con él en el suelo llamando su atención.

101. Procure que, en ocasiones, el niño, estando sentado, se incline a uno de sus lados apoyándose
en sus dos manos, al tiempo que flexiona la pierna del lado hacia el que se inclina. Procure que se
mantenga unos momentos en esta posición y haga que recupere la postura de sedestación. Ayúdele al
principio si es necesario.

102. Estando el niño sentado en el suelo, juegue con él. Ofrézcale un juguete atractivo fuera de
su alcance y anímele a que lo coja. Ayúdele, a partir de la posición descrita en el paso anterior, a
ponerse boca abajo. Probablemente le costará trabajo salvar el obstáculo de su pierna al cambiar de
postura. Ayúdele usted al principio y disminuya esta ayuda progresivamente. Repita la acción hacia los
dos lados del niño. Introduzca variables en esta actividad (jugar a lanzar una pelota o un objeto que
rueda) animando a que coja el juguete fuera de su alcance. Alábele si hace esfuerzos por cambiar de
postura y dele el objeto al ponerse boca abajo. Procure que estas actividades sean divertidas para el
niño. Conviene no repetirlas demasiado para no cansarle.

103. Siente al niño en el suelo y ponga algún objeto fuera de su alcance. Déjelo solo y observe su
conducta.

104. Pasar de boca abajo o de cuatro apoyos a sentado. Puesto el niño boca abajo, anímele a
rodar a un lado, llevando sus rodillas hacia el pecho; tire de una de sus manos suavemente hasta que se
siente. Alabe los esfuerzos del niño y reduzca gradualmente su ayuda.

105. Ponga al niño en el suelo boca abajo; ofrézcale un juguete atractivo moviéndolo poco a
poco hacia un lado y luego levantándolo, animando al niño a que lo coja cambiando de postura.

106. Cuando se mantenga en cuatro apoyos, le resultará más fácil pasar de ahí a sedestación:
bastará flexionar un poco las piernas y ayudarse con el apoyo de sus manos. Alabe los esfuerzos del
niño.

N) Goteo

107. Ponga al niño en el suelo apoyado en sus manos y rodillas. Juegue con él, poniéndose usted
en la misma postura, hablando y sonriendo al niño. Observe sus movimientos. Es posible que se
balancee adelante y atrás sin perder la posición, o que avance un poco hacia atrás. Enséñele un juguete
atractivo ante él; cójalo por la cintura o los muslos y ayúdele a avanzar un poco hacia el objeto. Alabe
los intentos del niño. No le fatigue insistiendo demasiado en esta actividad.

108. El niño en posición de cuatro apoyos, ponga una toalla bajo su estómago, sujetando usted
los extremos. Llame su atención hacia algún juguete atractivo y tire suavemente de la toalla hacia
arriba empujando al niño hacia adelante (no levante demasiado para que las manos y rodillas del niño
estén siempre en contacto con el suelo.)

109. Es bueno que los miembros de la familia jueguen en el suelo, dando al niño la oportunidad de
cambiar de postura, gatear, estar sentado. En estos momentos de juego, aproveche para ayudar al niño a
conseguir los objetivos propuestos. También conviene dejar al niño solo en el suelo y observar sus
movimientos.

Ñ) Bipedestación

110. Estando el adulto sentado, coja al niño por las axilas o por el pecho, manteniéndolo de pie
apoyado en sus piernas (las del adulto). Háblele y sonríale. Debe usted notar que el niño apoya el peso
de su cuerpo. Manténgalo en esta postura durante diversos momentos y cambie la posición si observa
que el niño se cansa.

111. Ponga al niño de pie, apoyando sus manos en alguna superficie estable (sofá, sillón,
mesita) mientras usted le vigila. Llame su atención para hacer agradable esta actividad.

O) Estimulación vestibular
i
112. Monte al niño en un columpio y balancéelo suavemente. Si le da miedo, agárrelo por las
manos y sonríale, bajándolo enseguida. Aumente progresivamente el tiempo de los balanceos y
disminuya sus contactos físicos.
113. Juegue con el niño a actividades un tanto bruscas: en la cama, voltéelo; sentado, empújelo
hacia atrás: provóquele cambios de posición en distintos sentidos. Procure acompañar estas actividades
de caricias, besos, vocalizaciones y sonrisas para que el niño se divierta.

P) Incorporarse con apoyo

114. Juegue con su hijo en el suelo. Póngalo de rodillas sujetándolo por los brazos, con el tronco
erguido. Flexione una pierna del niño apoyan- do el pie en el suelo e impúlselo suavemente hacia
arriba hasta que se ponga de pie. Haga de esta actividad un juego divertido, repitiéndola varias veces,
pero sin cansar al niño.

115. De rodillas, que el niño apoye sus manos en algún mueble u otro tipo de soporte. Llame su
atención con algún juguete atractivo. Si el niño no flexiona su pierna para intentar ponerse de pie,
ayúdele usted. Disminuya progresivamente su ayuda. Es importante que el niño para ponerse de pie
flexione una pierna y apoye el peso de su cuerpo en dicha pierna, mientras se sujeta con las manos; no
le deje que se incorpore de puntillas agarrándose a un sitio fijo (la red del parque), haciendo toda la
fuerza con los brazos.
116. Siente al niño en el suelo: junto a él ponga algún mueble pequeño y llámele la atención con
un juguete atractivo. Agarrándose en dicho mueble, el niño se debe poner de rodillas y luego tratar de
ponerse de pie. Ayúdele al principio eliminando esta ayuda progresivamente. Alabe los esfuerzos del
niño por cambiar de posición.

9-12 MESES

A) Reforzar adquisiciones anteriores

117. Cambios posturales. Deje al niño en el suelo cada vez más tiempo y siga ejercitando los
cambios de posición (de sentado a boca abajo o a cuatro apoyos, y al revés), a fin de que el niño los
haga con mayor soltura y sea autónomo en sus movimientos.

118. Gateo. Continuar con los juegos y ejercicios descritos para el gateo para que el niño vaya
mejorando en este objetivo. Dele oportunidad de practicar, dejándolo en el suelo con diversos objetos
fuera de su alcance y llamándole la atención sobre las cosas del entorno. No lo ponga en el taka- tak y
procure dejarlo en el parque el menor tiempo posible (cuando usted esté haciendo tareas de la casa,
cuando no le puede vigilar).

119. Incorporarse con apoyo. Siga estimulando al niño para que se ponga de pie con apoyo.
Procure que lo haga de forma espontánea, sin necesidad de que usted lo ponga directamente de pie.
Para que vaya mejorando en esta adquisición, anímele a incorporarse apoyándose en la pared ante un
espejo; ayúdele al principio y disminuya progresivamente esta ayuda.

Es importante que, para conseguir autonomía total en sus desplazamientos, el niño sea capaz, él
solo, de pasar de sentado a cuatro apoyos, gatear, volver a sentado o ponerse de pie con ayuda.

B) Bipedestación con apoyo

120. Conviene que usted respete la madurez evolutiva del niño y no se empeñe en ponerlo de pie
antes de tiempo. Para eso es importante que ayude al niño a incorporarse para que él se ponga de pie
espontáneamente. De todas formas, puede ocurrir que el niño se aficione al gateo y rehúse ponerse de
pie. En el caso de los niños con síndrome de Down esto es frecuente por sus problemas de equilibrio:
puede que el niño tenga miedo y prefiera desplazarse gateando. Entonces, conviene que usted vaya
acostumbrando al niño a la posición de bipedestación, aunque sin obligarle demasiado: póngale de pie
apoyado en un mueble bajo (mesa, sofá) y juegue con él procurando que el niño se divierta (utilice
juguetes atractivos). Haga que el niño pase más tiempo de pie, pero no le obligue demasiado.
121. Procure que poco a poco, el niño, cuando está de pie, se apoye en sus manos y no con su
pecho. Para ello, sujete al niño de sus manos mientras le habla y le sonríe. O bien que apoye sus manos
en las rodillas de usted. También puede usted hacer que se apoye en una superficie más inestable: en un
aro, en un palo, en la pared. Lo importante es que el niño se apoye con sus manos siempre que esté de
pie.

122. De pie, se apoya en una mano: Una vez que el niño se mantiene bien apoyado en sus dos
manos, debe usted intentar que se apoye sólo en j , una. Estando el niño de pie, coja una de sus manos
y acaríciela, muévala, jugando con el niño, de manera que éste se apoye en la otra mano. Ofrézcale un
juguete atractivo y anime al niño a que lo coja con una mano. Como en el caso anterior, hay que
procurar que el niño no se apoye con su cuerpo, sino con la mano, tratando de conservar el equilibrio.
Alabe los esfuerzos del niño por mantenerse apoyado con una sola mano y téngalo así cada vez más
tiempo, alternando la mano de apoyo.

C) Equilibrio en bipedestación

123. Ponerse en cuclillas. Juegue con su hijo mientras está de pie apoyado. Sitúese frente a él, o
bien póngalo ante un espejo. Dígale «Vamos a hacer gimnasia»; haga usted flexiones, pasando de pie a
cuclillas y otra vez a de pie. Anime al niño y ayúdele al principio, si es preciso. Procure que el niño lo
pase bien, alabando usted sus esfuerzos.

124. De pie, agacharse. Estando el niño de pie con apoyo, déjele algún juguete atractivo para que
juegue con él. Coja usted el objeto y llame la atención del niño para que lo coja; cuando el niño intente
cogerlo, baje un poco el objeto hacia el suelo para que el niño, apoyado en una mano, tenga que
agacharse para alcanzarlo. Si el niño se inclina un poco, dele el juguete y alabe sus esfuerzos. Poco a
poco, vaya bajando más el objeto hasta dejarlo en el suelo. Si es necesario ayude al niño, sujetándolo
un poco para que no pierda el equilibrio, pero disminuya poco a poco su ayuda.

125. Sentarse en un escalón. Ponga al niño de pie ante un escalón o banco pequeño. Pídale que se
siente; si no lo hace, empújele suavemente. Suéltelo y déjelo sentado en el escalón unos instantes
mientras juega con él. Si el niño tiene algún punto de apoyo cerca (la barandilla por ejemplo), anímele a
que se ponga de pie otra vez agarrándose. Si no es así, ofrézcale sus manos para que el niño se levante
con su ayuda. Haga de esta actividad un juego divertido, hablando y sonriendo al niño.

D) Saber caerse

126. Coja las manos del niño cuando éste está de pie y juegue con él llevándolo a la posición
de sentado, empujándolo suavemente hacia atrás y ayudándole a flexionar el tronco para que caiga
sobre sus nalgas. Repita esta actividad en la cama, colchoneta u otra superficie blanda. A medida que
el niño va madurando más en la bipedestación sin apoyo, disminuya usted su ayuda, procurando que
sepa caer hacia atrás sentándose.

127. Juegue con el niño en una superficie blanda. Póngalo de pie y, sujetándolo por la espalda,
empújele hacia adelante para que saque sus brazos a fin de evitar el golpe. Más adelante, con la ayuda
precisa, ayúdele a ponerse de rodillas y sacar sus brazos cuando se vaya a caer hacia adelante.
Practique estas actividades con el niño para que las reacciones defensivas sean consistentes y eficaces.

E) Marcha con ayuda

128. Deje al niño de pie con apoyo en una superficie y llame su atención desde varios
puntos: adelante, a los lados, alrededor de él. Utilice juguetes atractivos, canciones, una caja de
música. Es posible que el niño levante sus pies en un intento de avanzar, aunque no sea capaz de
hacerla. Alabe sus esfuerzos.

129. El niño de pie, sujételo por las axilas y anímele a dar algunos pasos llamándole la
atención con otra persona o algún juguete atractivo. Si el niño no hace intentos por moverse,
ponga sus pies sobre los de usted y dé unos cuantos pasos mientras habla al niño y celebra su
acción.
130. Estando el niño de pie apoyado en algún soporte, ponga cerca de él, pero fuera de su
alcance, algún juguete atractivo: (también puede haber una persona llamándole la atención).
Aníme al niño a que se desplace lateralmente en busca del objetivo. Si el niño no intenta
moverse, ayúdele cogiéndolo por la cintura e impulsándolo suavemente en esa dirección.
Disminuya poco a poco esta ayuda. Alabe usted los intentos del niño por desplazarse y déle el
objeto que trataba de alcanzar (si el objetivo era una persona, que ésta lo coja, le abrace, le bese,
le sonría y celebre su acción). Progresivamente ponga más lejos del niño los objetivos.

131. Ponga al niño de pie apoyado en dos palos, uno en cada mano. Sujétele por sus manos y
mueva los palos adelante y atrás, haciendo un juego de esta actividad. A medida que el niño vaya
tomando confianza, mueva usted los palos hacia adelante para que el niño tenga que avanzar. Alabe
mucho al niño y procure que se divierta.
132. Estando el niño de pie apoyado en una silla o taburete, enséñele a desplazarse moviendo el
soporte. También puede usar un andador, pero debe tener cuidado por si se desplaza demasiado rápido
y el niño puede caer. Debe usted disminuir su ayuda y dejar que el niño empuje el soporte para
desplazarse por sí solo.
133. El niño de pie apoyado en la pared, llame su atención para que tenga que desplazarse
apoyando sus manos en la pared o en cualquier otra superficie lisa (puertas, armarios, etc...).
134. A medida que el niño va progresando en sus habilidades de desplazamiento, debe usted
procurar que recurra a la marcha con ayuda en diversas situaciones. Por ejemplo, si el niño está en
algún dormitorio, llame su atención desde el otro lado de la cama para que el niño llegue hasta usted
dando la vuelta; o bien en la sala de estar o en la cocina, el niño puede hacer recorridos más largos
apoyándose en varios muebles. Juegue con el niño para que vaya de un lado a otro, cambiando de
dirección. Alábele mucho y trate de hacer divertidas todas estas actividades. De cualquier forma,
procure no agobiar demasiado al niño obligándole a andar. Si el niño prefiere a veces acudir gateando,
déjelo. Lo importante es que se adapte a la posición de bipedestación, que sienta la necesidad y la
importancia de desplazarse andando y que cada vez controle mejor sus movimientos.

F) Bipedestación sin apoyo


135. Como los padres están deseando que el niño empiece a andar lo antes posible, no suelen
insistir mucho en este objetivo. Es importante que el niño se mantenga de pie sin apoyo y conserve el
equilibrio en esta posición, antes de ponerle a andar como un autómata, sin ser capaz de tener un
mínimo de autonomía (pararse, dar unos pasos, detenerse). Cuando el niño se mantiene de pie con el
apoyo de una sola mano, ofrézcale otro objeto para que lo coja con la mano de apoyo. Ponga al niño
ante un espejo, háblele, cántele canciones para que imite gestos y se vea obligado, de vez en cuando, a
soltar sus dos manos. Déle seguridad al niño, cogiéndolo y abrazándolo, haciendo de la actividad un
juego.
136. Jugando con el niño en el suelo, póngalo de pie apoyándose en un aro flexible o en una
cuerda; al ser estos apoyos inestables, el niño se verá obligado a guardar el equilibrio con menor apoyo
en sus manos. Si observa que le da miedo, cambie pronto de actividad y coja al niño. Vuelva a repetirla
en otra ocasión, procurando siempre que el niño lo pase bien. Cántele, háblele y alabe sus intentos por
mantenerse de pie.

137. Mientras juega con el niño, ofrézcale algún juguete u otro objeto que le guste mucho.
Póngalo de pie, llame su atención sobre el objeto, mientras usted le mantiene con una mano. De vez en
cuando, haga que apoye las dos manos en el objeto mientras lo explora o juega con él (sin darse apenas
cuenta, el niño se mantiene unos segundos de pie sin apoyo).
138. Ponga al niño de pie apoyando su espalda en la pared. Juegue con él. En alguna ocasión,
cójale las manos y anímele a despegarse de la pared para que se mantenga sin apoyo.
139. Con la participación, a ser posible, de todos los miembros de la familia, juegue con el niño
en el suelo. Póngalo de pie dándole las manos y, de vez en cuando, suéltelo mientras le hablan, le
cantan y celebran sus «pinitos». Repita varias veces la actividad, pero no canse al niño

G) Estimulación vestibular

140. Es importante que continúen los ejercicios dirigidos a mejorar el equilibrio del niño,
adaptándolo a sus niveles de edad. Móntelo en un columpio y balancéelo suavemente. Si al niño le da
miedo, suspenda la actividad y repítala en otra ocasión. Igualmente, manténgalo en un balancín, sujeto
por la espalda (si le da miedo, cójalo de las manos); déjelo caer por un tobogán pequeño sujetándolo
por la espalda.

141. En la cama o en otra superficie blanda (césped, arena, colchoneta), juegue con el niño a
actividades dinámicas, teniendo cuidado de no asustarlo: a dar volteos, a hacer la carretilla, a lanzarlo
al aire, balancearlo entre dos personas de las manos y los pies, dar volteretas, etc... Conviene hacer
agradables para el niño esta actividades y detenerlas si le da miedo.

H) El niño anda de la mano

142. En distintas situaciones rutinarias, aproveche algunos momentos para estimular la marcha
del niño llevándole de las dos manos. Pueden ayudarle dos personas una de cada mano, o una sola.
Debe procurar no levantar demasiado los brazos del niño: él debe apoyarse en sus pies y no ir
colgando de usted. Repita esta actividad fuera de casa: en el parque, por la calle, para animar al
niño a desplazarse.

143. A medida que el niño mejora en su marcha, ofrézcale una sola mano como apoyo,
aprovechando situaciones ordinarias: ir de una habitación a otra, al dar un paseo, etc... Debe usted
procurar no levantar al niño; debe tener sus pies bien apoyados en el suelo, mientras que la mano
sólo le sirve de soporte. Es posible que usted se dé cuenta de que el niño anda mejor cuando se le
sujeta de una mano que de la otra; si es así, lleve al niño de su mano preferida.

I) Marcha independiente

144. Es norma que la adquisición de la marcha sin ayuda sea un hito muy esperado por los
padres, pero no por ello debe convertirse en una obsesión para ellos, obligando al niño a que ande a
toda costa. Conviene no tener prisa y dejar a un lado la ansiedad, que puede ser contraproducente. Lo
que hemos de hacer es facilitar este objetivo, disponiendo de una manera correcta y adecuada los
medios para conseguirlo.

145. Cuando el niño ha experimentado la conveniencia y el placer de desplazarse andando con


ayuda, puede usted ir separando un poco los soportes en los que se apoya el niño (silla, mesa) con el
fin de que se vea obligado a dar uno o dos pasos sin ayuda para pasar de uno a otro. Anime al niño en
estas situaciones y alábele en sus intentos. Separe progresivamente los soportes a medida que el niño
va adquiriendo soltura. Igualmente, cuan- do lo lleve de una mano, déjelo muy cerca de un mueble o
de otra persona; suéltelo y anímele a dar sin ayuda uno o dos pasos.

146. Cualquier situación de juego en el marco familiar puede aprovecharse para animar al niño a
dar sus primeros pasos. Los miembros de la familia pueden formar un círculo y jugar a que el niño
vaya de uno a otro, aprovechando para que guarde el equilibrio de pie unos segundos y luego ande
algunos pasitos sin ayuda. O bien, ponga al niño de pie apoyando su espalda en la pared o en algún
mueble y llámelo desde una distancia corta para que acuda andando sin ayuda. Celebren mucho las
acciones del niño y procuren no agobiarlo obligándole a andar mucho tiempo.

147. Coja al niño de la espalda por la ropa y ayúdelo a desplazarse, evitando que corra
demasiado. Pare de vez en cuando y fomente el equilibrio del niño en bipedestación sin ayuda. Cada
vez haga menos fuerza sobre el niño al cogerlo.

J) Subir escalones gateando

148. Ponga al niño en posición de gateo en las escaleras. Ofrézcale algo que le llame la atención
en el segundo escalón y anímele con gestos y palabras a cogerlo. Ayúdele físicamente a subir los
escalones (éstos deben ser pequeños en principio), moviendo sus manos y piernas. Alabe los esfuerzos
del niño. Para estimular más al niño, póngase usted en un escalón superior, mientras otra persona se
coloca detrás de él por si resbala.

149. Ponga usted en el suelo almohadas o cojines grandes y anime al niño a subirse a ellos
gateando, pasar de uno a otro y bajarse.

12 A 18 MESES

A) Incorporarse sin apoyo

150. Anime al niño a mantener la posición de manos y pies durante unos instantes. Al principio
ayúdele sujetándolo por la cintura o por las piernas para que no pierda el equilibrio.

151. Estando el niño sentado en el suelo jugando, quítele algún objeto atractivo Y llame su
atención para que vaya a buscar el juguete o a la persona. Para ello, deberá ponerse de pie él solo sin
ningún apoyo. Por tanto, no le deje llegar hasta algún mueble para incorporarse con ayuda. Al
principio, ayúdele a hacer la maniobra: de la posición de sentado, inclina el cuerpo hacia un lado
apoyando, flexionando las piernas y con las manos en el suelo; poco a poco va sacando las piernas
hasta extenderlas y se mantiene apoyado en pies y manos. Ahora, debe usted ayudarle a incorporar el
tronco poco a poco sujetándolo por la cintura o por las piernas. Disminuya progresivamente esta ayuda
y alabe los esfuerzos del niño para incorporarse. Al final, el niño debe pasar de la posición de sentado
a la posición de pie sin ningún apoyo.

B) Perfeccionamiento de la marcha

152. Una vez que el niño ha adquirido la marcha independiente, pro- cure que haga recorridos
cada vez más largos y que su forma principal de desplazamiento autónomo sea andando.

153. Cuando saque al niño a la calle, es conveniente que no vaya siempre en la silleta, sino que
ande por distintas superficies: tierra, gravilla, arena, suelo irregular, etc.
154. Esta actividad también se puede hacer en casa, animando al niño a andar por el colchón de
la cama, por encima de cojines y cualquier otra superficie inestable.
155. Intente que el niño suba y baje por superficies inclinadas (rampas), al principio con ayuda
y después él solo. La inclinación de las superficies debe ser, en un principio, pequeña y, poco a poco,
mayor, a medida que el niño vaya teniendo una mejor coordinación y un mejor equilibrio.
156. Jugando con el niño en el suelo o en la cama, empújele suavemente hacia atrás para que dé
algún paso. Ayúdele cogiéndolo de las manos y elimine la ayuda progresivamente. Ponga al niño
apoyado en una puerta y ábrala poco a poco, obligándolo a andar unos pasos hacia atrás. Haga lo
mismo apoyándose el niño en una silla u otro objeto parecido (andador, por ejemplo). A medida que el
niño va adquiriendo mayor soltura, procure que los recorridos hacia atrás sean un poco más largos.

157. Anime al niño a andar empujando algún juguete (palo con rueda, silleta pequeña, por
ejemplo), o bien tirando de algún juguete atado a una cuerda (coche, tren o muñeco con hilo). Es
posible que al tirar de un juguete ande unos pasos hacia atrás.

158. Anime al niño a cambiar de dirección mientras va andando. En un principio, ponga algunos
obstáculos en el suelo para que los vaya sorteando. Luego, llámele para que se dé la vuelta atendiendo
a su solicitud. Ofrézcale juguetes en distintas posiciones para que tenga que cambiar el sentido de su
marcha.

159. Juegue con el niño a golpear un globo para que no caiga al suelo. Anímele a que él también
participe. Si el globo cae, deje que el niño se agache a recogerlo para continuar el juego.

C) Saber caerse

160. Anteriormente ya habíamos insistido en la importancia de que el niño sepa caerse estando
en la posición de bipedestación. Ahora, recordamos esta conveniencia puesto que el niño prefiere la
posición de pie y la marcha sin ayuda. Insístale en que, al caerse, flexione su cuerpo y se siente en el
suelo. Si no ha aprendido todavía a caerse adecuadamente, ayúdele cogiéndolo de los brazos y
haciendo con el niño esta maniobra. Retire progresivamente la ayuda física.

D) Equilibrio y coordinación general

161. Ponga música o cante al niño y muéstrele cómo se puede mover al ritmo de las canciones.
Coja al niño por las manos y muévalo a su mismo ritmo. Procure que el niño se divierta con esta
actividad reforzando sus movimientos aunque sean pequeños. Retire su ayuda y anímele a que
reaccione cuando suene la música, moviendo su cuerpo, sus brazos y su cabeza.

162. Cuando el niño está de pie y se le ha caído algo al suelo, anímele a que lo coja agachándose sin
apoyarse en ningún sitio y que luego recupere la posición de bipedestación. Ayúdele un poco al
principio, pero vaya retirando enseguida este apoyo. Deje caer deliberadamente al suelo algún objeto
y pida al niño que lo recoja sin apoyarse en nada y procurando que recupere la posición.
163. Ayude al niño a mantenerse en cuclillas sin apoyo. Es ésta una posición que los niños suelen
adoptar en ocasiones para jugar o para observar algún juguete durante unos momentos. Cójalo de las
manos y mantén- galo así unos segundos, dejando que sea él quien conserve el equilibrio en adelante
y luego vuelva a ponerse de pie. Juegue con el niño a algunas cosas que pueda hacer en esta posición:
rodar coches, pelotas, observar alguna actividad, etc.
164. Una vez que el niño se mantiene de rodillas con un apoyo delantero o bien sentado en sus
talones, hay que intentar que mantenga el tronco erguido, conservando el equilibrio de rodillas sin
ningún tipo de apoyo. Juegue con el niño en el suelo, si puede ante un espejo, estando ambos de
rodillas; cójalo de las manos y procure que levante el tronco (cántele canciones, háblele, etc.); suelte
una mano y, a medida que el niño vaya conservan- do mejor el equilibrio, la otra, hasta que se
mantenga unos segundos en esta posición sin ayuda. Alabe los esfuerzos del niño aunque esté poco
tiempo erguido. Proponga algunas actividades que el niño pueda hacer estando de rodillas: pintar,
jugar a la pelota, etc.
165. Cuando esté con el niño de rodillas, cójale las manos y trate de que avance unos pocos pasos
sobre sus rodillas tirando suavemente hacia adelante. Elimine la ayuda progresivamente, hasta que sea
capaz de hacerlo él solo. Luego, mientras el niño esté jugando, obsérvele y vea si repite estas
posiciones de forma espontánea; si no es así, ayúdele sin entrometerse demasiado en sus actividades,
sino sugiriéndole esas posturas.
166. Ponga al niño de pie sobre una superficie elevada (mesa, silla) y anímele a que se mantenga
unos momentos en esta posición: háblele, cántele, enséñele algún juguete atractivo. En esta posición,
anímelo a que se mueva un poco, dé unos pasos o que gire un poco sobre sí mismo, ofreciéndole algún
juguete, poniéndole música para que se mueva, cantándole, etc. Procure repetir estas actividades en
otras situaciones y en otros ambientes -parque, jardín, tienda-: por ejemplo, puede ponerlo de pie en el
carro de la compra mientras usted hace su recorrido por la tienda; o bien, ponga al niño de pie en los
bancos del parque y déle la mano para que ande sobre ellos; déjelo de pie en alguna superficie elevada
y llámelo para recogerlo con los brazos cuando se lance.
167. Juegue con el niño a lanzar una pelota u otro objeto similar y anímele a que él también la tire
conservando el equilibrio. En un principio, es suficiente con que el niño lance la pelota sin caerse.

168. Dé al niño objetos para que ande con ellos en las manos. Empiece por objetos ligeros e
irrompibles. A medida que su fuerza y equilibrio son mayores, déle objetos más pesados y más
frágiles: un vaso con un poco de agua, un plato, etc.

169. Una vez que el niño ande solo con cierta soltura, anímele a sentarse en una silla pequeña. Al
principio ayúdele a hacerlo y también ayúdele a que se levante de la silla. Más adelante, deje la silla
pequeña en el centro de la habitación y procure que se siente y que se levante él solo, sin su ayuda.
Además de la silla, pueden servir otras cosas: escalón, taburete, taco de madera, cojines, etc.

170. Si el niño hace intentos por trepar hasta un sofá, silla o sillón, ayúdele a subir la pierna y
déle un pequeño impulso, si es necesario, reduciendo progresivamente su ayuda. Llame la atención del
niño colocando encima de alguno de estos muebles algún juguete llamativo o, simplemente,
llamándolo para que se ponga a su lado.

E) Subir y bajar escaleras

171. Al principio, el niño subirá las escaleras gateando. Ponga algún objeto atractivo en un
escalón (el segundo o el tercero) y aníme al niño a cogerlo. Apoyando sus manos en el suelo irá
alternando lentamente los pies o las rodillas subiendo los escalones. Procure que éstos no sean
demasiado altos.

172. Ofrezca al niño una mano y con la otra que se agarre a la baranda o pared. Anímele a ir
subiendo las escaleras poco a poco, poniendo los dos pies en cada escalón. Progresivamente, tire con
menos fuerza de la mano al niño con el fin de que sea él quien cargue el peso de su cuerpo en la pierna
que inicia la subida. Para hacer esta actividad, aproveche las situaciones que se presentan cada día:
subir las escaleras de casa o de otros sitios a los que se acude. Procure que, al principio, los recorridos
no sean demasiado largos y los escalones demasiado altos, para no cansar al niño. También conviene
que no deje al niño subir siempre las escaleras gateando, para que se vaya acostumbrando a hacerlo de
forma adecuada.
173. A medida que el niño avanza en equilibrio, coordinación y fuerza, vaya eliminando la ayuda
de su mano y déjelo subir algún escalón solo, agarrándose a la baranda con las dos manos o con una.
Sitúese detrás de él y déle un pequeño impulso, si fuera necesario, tirando de la ropa por la espalda
hacia arriba.

174. Repita las acciones para bajar escaleras. Normalmente este paso será más difícil para el
niño porque puede tener miedo al. ver la escalera desde arriba. Por eso, empiece por los últimos
escalones: dé al niño una mano y que se agarre con la otra a la baranda o pared. Proceda del mismo
modo que hemos señalado en el punto número 172. Aumente progesivamente el número de escalones
a bajar y deje al niño, cuando éste pueda hacerlo, bajar solo los dos o tres últimos (ver 173)
sujetándolo por la espalda, si es preciso en un principio.

175. Anime al niño a subir y bajar pequeños escalones (bordillo de una acera, pequeños tacos de
madera, diversos desniveles de poca altura) ofreciéndole ayuda (cogido de una mano, de la ropa por
la espalda). Poco a poco, elimine esta ayuda y procure que los suba y baje el niño solo. Alabe sus
esfuerzos y tenga cuidado con los golpes que pueden frenar su evolución. Intente que estas
actividades se conviertan en un juego para el niño.

F) Estimulación vestibular

176. Siente al niño en un pequeño columpio y balancéelo suavemente. Si le da miedo, no insista


demasiado, déle la mano y repita posteriormente la actividad con intervalos de descanso tratando de
dar confianza y seguridad al niño. Mientras le balancea, póngase delante de él, háblele, cántele y alabe
mucho lo que el niño está haciendo. Además de los columpios o balancines de los parques, ponga al
niño sobre caballos de balancín, mece- doras, sillones giratorios y repita las mismas acciones.

177. Suba al niño a los diversos aparatos del parque. Antes es conveniente que el niño vea a los
niños jugar y usted le describa la actividad en un tono muy positivo para despertar su atención e
interés. Deslícelo por un tobogán pequeño sujetándolo; móntese con él en ruedas giratorias; súbalo a
los asientos con un soporte central que suben y bajan. Procure no forzar demasiado al niño, pero tenga
en cuenta que no debe frenar su espontaneidad: más que impedirle probar algo, ayúdele para que no se
caiga.

178. Como ya indicamos en etapas anteriores, juegue con su hijo a juegos bruscos a base de
cambios de posición, actividades motoras gruesas: por ejemplo, volteretas en la cama o en superficies
blandas, lanzarlo al aire y hacia el suelo, hacer el avión, maniobra de la carretilla, peleas, balanceos a
los lados, adelante y atrás, hacer el caballito sobre sus piernas, etc. Procure adaptar su juego y la
intensidad del mismo a los requerimientos y posibilidades del niño

G) Equilibrio sobre un pie

179. Juegue con el niño a la pelota o a patear cualquier otro objeto similar. En un principio, el
niño apenas levantará el pie del suelo y simple- mente tratará de empujarla mientras va andando. Si
es preciso, ofrézcale ayuda al principio sujetándolo de una mano. Elimine en seguida esta ayuda. A
medida que la coordinación y el equilibrio del niño mejoren, levantará cada vez más el pie del suelo
para patear la pelota jugando solo o con otra persona.

H) Marcha rápida

180. Coja al niño de una mano e impúlselo hacia adelante en plan de juego (hacer una carrera,
jugar al que te pillo, etc.) para que su marcha sea cada vez más rápida. Después, empújele suavemente
por la espalda, o bien tire de su ropa hacia adelante. Progresivamente, elimine estas ayudas. Juegue
con el niño a los juegos mencionados o a otros procurando que vaya cada vez más rápido y no olvide
alabar mucho los esfuerzos del niño aunque se muestre torpe en estas actividades.

18 A 24 MESES

A) Sentarse ante una mesa

181. Acostumbre al niño a que se vaya sentando de vez en cuando en una silla ante una mesa
para jugar, pintar, ver cuentos, comer, etc. Si le cuesta trabajo, déjelo poco tiempo al principio, alabe
sus tiempos de permanencia y aumente progresivamente estas estancias. Si tiene posibilidad, utilice
una silla y una mesa pequeñas, de una altura adecuada para que el niño pueda actuar con soltura.

B) Perfeccionamiento de la marcha

182. Marchar en línea recta. En un principio, jugar con el niño en el pasillo de la casa y animarlo
a que lo recorra sin tocar las paredes. Más adelante, juegue con el niño a andar sin salirse de una
superficie más estrecha, marcando los límites de forma clara o utilizando materiales diversos (cartones
o telas cortadas). Igualmente, aproveche las oportunidades que se le brindarán en situaciones normales
por la calle, en el parque, etc. Haga un juego de esta actividad procurando que el niño se divierta a la
vez que va controlando mejor sus movimientos y es capaz de andar por una superficie estrecha, sin
salirse demasiado.

183. A medida que su coordinación y equilibrio mejoren, juegue con el niño a que ande por
superficies elevadas estrechas, aprovechando situaciones y circunstancias normales: por encima de un
banco o de un muro estrecho, por encima de varias sillas alineadas, etc. Ayúdele al principio dándole la
mano y disminuya esta ayuda progresivamente.

184. En la etapa anterior (12-18 meses), ya hicimos alusión a la mar- cha atrás. Ahora que el
niño es un poco mayor, podemos intentar que recorra distancias más largas sin caerse. En ocasiones, el
niño dará pasos hacia atrás de forma espontánea mientras juega; otras veces podemos jugar con él al
«que te pillo» o juegos por el estilo, con el fin de reforzar este tipo de desplazamientos.

C) Saltos

185. Cuando el niño esté en una superficie un poco elevada (primer escalón, bordillo de la acera,
cojín, etc.), anímele a saltar con los dos pies hasta el suelo. Lo normal, en un principio, es que el niño
haga el gesto de saltar pero que baje un pie y luego el otro. Dele las dos manos y ayúdele a saltar, al
tiempo que le anima con expresiones vivas. Disminuya progresivamente esta ayuda hasta que el niño
salte él solo hasta el suelo con los dos pies a la vez. A medida que mejore su coordinación, anímele a
saltar desde superficies un poco más altas.
186. Ponga al niño en una superficie elevada (una mesa, por ejemplo) y pídale que salte hacia
adelante para cogerle usted con sus brazos.
187. Cuando el niño esté contento, anímele a saltar con los dos pies en el mismo sitio, mientras
usted jalea su acción. Si al niño le cuesta saltar, li ayúdele cogiendo sus dos manos y tirando
suavemente hacia arriba, procurando que el esfuerzo del niño sea cada vez mayor. Más adelante,
anime al niño a dar 2-3 saltos seguidos, con y sin ayuda. Tal vez pueda serle útil jugar con el niño a
saltar a la comba, saltar para alcanzar globos puestos en alto. También puede motivarle haciendo que
salte imitándole a usted o a otros niños.
188. Repita esta actividad animando al niño a saltar sobre una superficie blanda (cama
colchoneta), siempre con supervisión por su parte.

D) Subir y bajar escaleras

189. En esta etapa hay que procurar que el niño suba y baje las escale- ras agarrado a la pared o a
la baranda con una mano y sin la ayuda del adulto, los dos pies por escalón; o bien, usted le pueda dar
una mano y la otra queda libre. Lo más normal es que al niño le sea más fácil subir las escaleras, pero
poco a poco debe usted hacer que también las baje, aunque al principio le cueste. Para ello, aproveche
las oportunidades normales que se le vayan presentando y no tome al niño en los brazos cada vez que
tenga que subir o bajar escaleras.

190. Es posible que el niño, por propia iniciativa, suba y baje algún pequeño escalón o desnivel
sin ningún apoyo. Si es así, anímele a que suba o baje algunos escalones sin ninguna ayuda. Si el niño
no lo hace, procure que suba y baje sin apoyo pequeños bordillos en la acera o pequeños desniveles,
para que vaya tomando confianza. Más adelante, inténtelo con pequeños escalones y luego un poco
mayores. Alabe los esfuerzos del niño por realizar estas actividades.

E) Control de cabeza y tronco bajo obstáculos

191. Juegue en el suelo con su hijo a los perros u otro juego por el estilo en el que tenga que
desplazarse gateando o arrastrándose. Ponga algunos obstáculos a modo de túneles, por los que tengan
que pasar: alguna silla, una mesa, etc. Anime al niño a que pase por debajo de esos obstáculos teniendo
cuidado de no golpearse la cabeza. Si le lleva al parque y allí hay tubos o túneles, déjele que los pase si
quiere hacerlo y, si no, anímele hacer como los demás niños. Ayúdele en un principio y alabe mucho
sus esfuerzos. Si observa que tiene mucho miedo y no quiere pasar, no le obligue demasiado y proceda
poco a poco.

F) Control del movimiento

192. En alguna ocasión en que esté con el niño fuera de casa, juegue j con él utilizando una
pelota grande. Ofrézcale un palo o una raqueta y observe la acción del niño. Si no intenta golpear la
pelota con el palo o la raqueta, hágale una demostración y anímele a que imite su acción. Si es
necesario, ayúdele físicamente al principio.

G) Carrera

193. Una vez que el niño es capaz de andar rápidamente, juegue con él a diversas actividades
para animarle a correr «<que te pillo», «:vamos a coger a papá», etc.) Puede hacer pequeñas carreras
con otras personas (padres, hermanos). Tome la mano del niño y corra con él, aumentando y
disminuyendo su velocidad. Juegue con el niño a hacer de distintos anima- . les que corran (perro,
caballo).

194. Juegue en una espacio abierto o en una habitación grande a una carrera de obstáculos con el
niño, ponga distintos «obstáculos» en el recorrido (mesa, sillas, cuerdas extendidas, juguetes, cojines)
y anime con entusiasmo al niño a hacer la carrera: «Vamos a correr como mamá>, le puede decir
mientras le hace una demostración. Se pretende que el niño tenga que sortear diversos obstáculos
desviándose, pasando por debajo, saltando, andan- do hacia atrás, subiendo y bajando pequeños
escalones, cambiando la dirección, etc.

H) Patear la pelota

195. En esta etapa, el equilibrio del niño ha debido mejorar notable- mente. Juegue con él a
patear la pelota u otros objetos similares, procurando que levante cada vez más el pie del suelo.
Láncele la pelota botando para que la patee con la pierna más levantada. Deje que se apoye al
principio, si es necesario. Esta actividad le ayudará a que guarde mejor el equilibrio sobre un solo pie.

I) Conducir vehículos

196. Suba al niño a un juguete con ruedas (triciclo, coche, etc.), asegurándose de que sus pies
tocan el suelo. Póngase frente al niño, cerca de él, y anímele a que llegue hasta usted empujando el
vehículo con ambos pies. Si al niño le resulta difícil o, simplemente no quiere hacerlo, dele un
empujoncito para que tenga la sensación de desplazarse rodando sobre el vehículo y después vuelva a
animarle a que use sus propios pies.

J) Lanzar la pelota con las manos

197. Una vez que el niño lanza la pelota sin caerse, vamos a intentar que la tire hacia un objetivo.
Empiece la actividad sentándose en el suelo frente al niño con las piernas abiertas y a corta distancia
de él. Láncele la pelota y alabe los intentos del niño por devolvérsela. Procure que el niño controle
visualmente sus acciones, es decir que mire lo que está haciendo y no tienda a desviar su mirada hacia
otras cosas.

Póngase luego de pie y repita la operación, aumentando progresiva- mente la distancia entre
usted y el niño. Si éste tiene dificultad para lanzar la pelota, póngase a su lado y guíe su brazo
eliminando esta ayuda a medida que aumenta la habilidad del niño. Si se cae alguna vez al lanzar la
pelota, tómelo a diversión y continúe con el juego animando al niño a seguir.

198. Juegue con el niño a los bolos o a tirar otros objetos lanzando una pelota. Procure que, al
principio, la pelota y los objetos sean grandes y que el niño se sitúe cerca de ellos. Guíele la mano si
observa que tiene especiales dificultades.

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