ESCRI B EN :   Santiago  Cafiero  y  Nahuel  Sosa Juan Manzur

Agustín D´Attellis Carlos Heller  Nicolás  Trotta Jorge Argüello

el dipló, una voz clara en medio del ruido Capital Intelectual S.A.

00211
Paraguay 1535 (1061)
octubre 2019 Buenos Aires, Argentina
Publicación mensual
Año XXI, Nº 244

522005
Precio del ejemplar: $120
En Uruguay: 100 pesos

9 771514
www.eldiplo.org

El país
que tiene
en la
cabeza
Los protagonistas del nuevo
tiempo político analizan
los grandes desafíos de la
Argentina.

Dossier

Victoria  Donda  “Chino”  Navarro  Luana  Volnovich  Lucila  De  Ponti

Daniel  arroyo  Daniel  Filmus  Dora  Barrancos  Alejandro  Grimson
2|
La ESMA de Alberto
por José Natanson
S
i los resultados de las PASO se confir-
man en octubre, Alberto Fernández
asumirá el poder en un contexto de
fuertes restricciones económicas. La
más importante es la que deriva del
peso de la deuda, que supera el 100
por ciento del PBI, del cual el 60 por ciento está
nominado en dólares, con un calendario de pagos
explosivo. Por eso la primera tarea del nuevo go-
bierno será encarar una renegociación con el FMI
que le permita ahorrar recursos en el corto plazo
mientras impulsa una reactivación. Y en este sen-
tido sería ideal un acuerdo entre el macrismo que
se va y el peronismo que llega, que fuentes de am-
bos bandos consideran posible, para llevar cuanto
antes una propuesta al Fondo y los acreedores.
La renegociación será a la vez más sencilla y
más compleja que el antecedente más cercano, la
reestructuración que llevó adelante Néstor Kir-
chner en 2005: más sencilla porque en este caso
se trata de una veintena de bonos de los cuales
la mayoría no han caído aún en default (contra
152 bonos en seis monedas bajo ocho legislacio-
nes en aquel momento), y más compleja porque,
al no haberse declarado una cesación de pagos
total como en 2002, que en los hechos funcionó
como un período de gracia, el calendario sigue
rigiendo (1). Alberto tendrá que seguir pagando
mientras negocia.
Pero además el nuevo gobierno asume en un
contexto global en el que el super boom de los
commodities, cuya curva ascendente acompañó
matemáticamente el fortalecimiento del primer
kirchnerismo, ha quedado atrás: hoy la tonelada
de soja se sitúa alrededor de los 300 dólares, más
o menos la mitad de su cotización máxima, y dada
la desaceleración del ritmo de crecimiento chino
nada indica que vaya a recuperarse. Como escri-
bió Claudio Scaletta (2), el nestorismo fue resul-
tado de una situación excepcional que permitió
conciliar los míticos superávits gemelos (comer-
cial y fiscal) con un tipo de cambio alto y una in-
flación baja, variables que resultarán muy difíciles
de ecualizar en la actualidad. A diferencia de Nés-
tor, Alberto va a tener que elegir.
A este estrecho margen de maniobra económi-
ca hay que sumar la demanda social reprimida.
Importantes segmentos de la sociedad vienen es-
perando con paciencia de santa madre un cambio
de gobierno que ponga fin a la penuria macrista y
comience a dar respuestas: sindicatos industriales
golpeados por la crisis, movimientos sociales cuyas
bases sufren la pobreza y aún el hambre, clases me-
dias afectadas por la baja del salario y los aumentos
de tarifas, nuevos y viejos desocupados… son tantas
las necesidades acumuladas durante estos cuatro
años que parece difícil que el nuevo gobierno pue-
da satisfacerlas a todas al mismo tiempo.
Alberto lo sabe, y por eso despliega la que quizás
sea la campaña más anti-demagógica de la his-
toria política argentina, programáticamente es-
partana y casi desprovista de promesas de cor-
to plazo. Y por eso también anunció su voluntad
de convocar a un pacto social entre los diferentes
sectores –es decir entre las diferentes deman-
das– que contribuya a moderar las expectativas y
ordenar salarios y precios para evitar el caos ma-
croeconómico mientras consolida una perspec-
tiva de salida conjunta de la crisis.
Para avanzar en este camino será necesario
construir una amplia coalición con base en el pe-
ronismo, objetivo más fácil de enunciar que de
concretar. El peronismo realmente existente, en
efecto, está compuesto por un conjunto de acto-
res diversos: los intendentes del conurbano, los
gremios de las ramas industriales, los sindicatos
estatales, las organizaciones sociales, el movi-
miento político-cultural kirchnerista, el mundo
intelectual de las universidades públicas, el Co-
nicet y las empresas culturales (eso que Ernesto
Semán llama la “CGT de la clase media”), y por
supuesto los gobernadores, que no son masa uni-
forme sino una multiplicidad de protagonistas
empoderados y obligados a lidiar con realida-
des diversas: a partir de diciembre, por ejemplo,
Gustavo Melella gobernará Tierra del Fuego, una
provincia con una población de 150 mil habitan-
tes en el Sur del mundo, y Omar Perotti Santa Fe,
que en población, territorio y PBI equivale más o
menos a Uruguay.
Cómo leer este número
La edición que el lector tiene en sus manos rom-
pe con el estilo habitual de Le Monde diplomati-
que. En lugar de un dossier nacional integrado por
tres o cuatro artículos largos que buscan abordar
un mismo tema desde ángulos complementarios,
escritos por académicos, periodistas y especia-
listas, elegimos convocar a algunos de los prin-
cipales colaboradores de Alberto Fernández y a
figuras relevantes del Frente de Todos. Salvo un
milagro, todo indica que el peronismo se impon-
drá cómodamente en las elecciones del 27 de oc-
tubre y que recuperará el poder tras el parén-
tesis macrista. Los autores del dossier, ilustrado
con collages del artista Federico Hurtado, proba-
blemente desempeñen cargos de relevancia en
la próxima administración, aunque por supuesto
no podemos saberlo hasta que no se haya con-
sumado el triunfo y decidido el gabinete. Por eso
las páginas que siguen no deben leerse como un
programa de gobierno ni como un análisis área
por área. La convocatoria fue amplia pero inevi-
tablemente arbitraria: un llamado a un conjunto
de legisladores, dirigentes sociales y académicos
que orbitan en la amplia galaxia peronista a pen-
sar los grandes problemas que habrá que enfren-
tar a partir de diciembre.
Edición 244 | octubre 2019
Coincidentes en muchos aspectos, las deman-
das pueden resultar también divergentes, tal co-
mo demuestra el ejemplo urgente de las reten-
ciones. Tras la última devaluación y dada la in-
sólita decisión del gobierno de Macri de no es-
tablecer un porcentaje sino una suma fija, las re-
tenciones se fueron diluyendo. Apenas asuma el
nuevo gobierno, algunos de los integrantes de la
coalición albertista –los sindicatos docentes que
exigen una recomposición salarial, los intenden-
tes del conurbano que necesitan un refuerzo de
la ayuda social y un veloz despliegue de obra pú-
blica como mecanismo de contención– reclama-
rán un fortalecimiento financiero del Estado na-
cional. Su supervivencia inmediata depende de
un Estado robusto que atienda sus demandas.
Y ocurre que en un contexto de recesión, infla-
ción y alta presión impositiva, las retenciones
constituyen casi la única fuente de recaudación
efectiva, rápida y socialmente inocua. Al mismo
tiempo, sin embargo, Alberto ha manifestado su
decisión de reconstruir la relación del peronis-
mo con la región centro del país, visitó Córdoba
en más oportunidades que cualquier otra pro-
vincia y viene trabajando en la construcción de
una alianza con los gobernadores sojeros. ¿Cómo
compaginar la necesidad de fortalecer la presen-
cia del Estado en los castigados conurbanos con
la previsible resistencia de la zona núcleo y sus
representantes? ¿Podrá el nuevo gobierno, como
escriben Santiago Cafiero y Nahuel Sosa en esta
edición de el Dipló, convencer a los pocos secto-
res que no han sido arrasados por la macroeco-
nomía macrista de que es necesario que todos
cedan algo, que acepten retroceder un paso para
luego avanzar dos?
Para lograrlo hará falta una enorme capacidad
de conciliación, altas dosis de imaginación polí-
tica y mucha paciencia. Para recurrir a la imagen
fundacional del albertismo, va a ser necesario to-
marse miles de cafés con miles de interlocutores
distintos. Y recuperar a los operadores, esos vie-
jos zorros de la política que la socióloga Mariana
Gené retrata en su notable libro La rosca política
(3). Desde las sombras, los operadores –dice Ge-
né– cultivan una serie de valores (la discreción, el
diálogo entre adversarios, la capacidad de cerrar
pactos inconfesables) alejados del ideal del diri-
gente telegénico, que sin embargo les habilitan un
manejo de la política en minúsculas que resulta
esencial para que la política en mayúsculas, la de
los horizontes, las utopías y las grandes transfor-
maciones, se convierta en realidad.
Pero quizás tampoco alcance. Frente a la pro-
bable dificultad para exhibir avances socioeco-
nómicos de corto plazo, incluso un acuerdo mul-
tisectorial que garantice la gobernabilidad polí-
tica y la paz social puede resultar insuficiente y el
gobierno deba apelar también a otros recursos,
menos concretos pero no menos decisivos. Ocu-

rre que, aunque las últimas elecciones confirma-
ron medio siglo de evidencia sociológica acerca
de la relevancia de la economía en el voto, los po-
líticos disponen de otros mecanismos de cons-
trucción de legitimidad, que no compensan el pe-
so de la economía pero pueden complementarlo.
Dos ejemplos ayudan a explicar esta idea.
Lula asumió el poder en enero de 2003 con
una economía en recesión, alto desempleo e in-
flación, y cumplió la promesa ortodoxa que había
formulado durante la campaña designando a dos
neoliberales puros en el Ministerio de Hacienda
y el Banco Central. Es cierto que el PBI, empu-
jado por el aumento del precio de los commodi-
ties, comenzó a recuperarse, y también es cierto
que Lula no creó pero sí expandió enormemen-
te una serie de programas sociales que más tarde
se fusionarían en el Bolsa Familia. Pero también
es verdad que todo esto demoró un tiempo y que
mientras tanto el líder del PT fue ensanchando
sus niveles de popularidad como resultado de la
revolución simbólica que supuso la llegada al po-
der de un obrero metalúrgico nacido en el sertão
y de una serie de políticas de baja exigencia pre-
supuestaria pero fuerte carga de reconocimiento
hacia los derechos de los negros, los pobres, los
indígenas y los favelados, como los programas de
becas, el establecimiento de cupos étnicos en uni-
versidades y organismos estatales, la creación de
la Secretaría de la Mujer y la sanción de una bate-
ría de leyes anti-discriminatorias. Esta estrategia
le permitió a Lula forjar una relación directa con
los sectores más pobres, en particular del Nor-
deste, que se mantiene hasta hoy, aunque al costo
de una desmovilización de las bases del PT que
se hizo evidente cuando el Congreso desplazó del
poder a Dilma Rousseff sin que volara una mosca.
El segundo ejemplo es el de México. Con una
economía atada a Estados Unidos por un trata-
do de libre comercio que decidió no denunciar,
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) des-
pliega una gestión ortodoxa que no ha consegui-
do grandes proezas; de hecho, se prevé que este
año cierre con una caída del PBI y un aumento
del desempleo. Tampoco ha conseguido avances
importantes en materia de narcotráfico y migra-
ción, los otros grandes problemas que asolan al
país. Los programas sociales focalizados en gru-
pos vulnerables –mujeres, jóvenes, viejos, in-
dígenas– constituyen más bien un refuerzo de
políticas preexistentes que un cambio radical
de modelo socioeconómico. Y sin embargo, con
más del 70 por ciento de imagen positiva, es el
presidente más popular de la región: AMLO no
usa el avión oficial y viaja en vuelos de línea, se
redujo el salario a la mitad, les quitó las pensio-
nes a los ex presidentes, impulsa una ley para eli-
minar los fueros y transformó Los Pinos, la his-
tórica residencia presidencial, en un centro cul-
tural abierto a la sociedad con nombre de ecos
|3
Staff
Di­rec­tor: José Natanson
Re­dac­ción
Pablo Stancanelli (editor)
Creusa Muñoz (editora)
Luciana Garbarino
Nuria Sol Vega
Fermín Gdansky Orgambide (pasante)
Se­cre­ta­ria
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Co­rrec­ción
Alfredo Cortés
Diagramación
Ariana Jenik
Cristina Melo
Co­la­bo­ra­do­res lo­ca­les
Jorge Argüello
Daniel Arroyo
Dora Barrancos
Santiago Cafiero
kirchneristas: “Los Pinos para todos”. Nazaret Castro
Las conferencias de prensa que ofrece Julián Chiappa
todos los días puntualmente a las sie- Editorial Agustín D’Attellis
te, conocidas como “las mañaneras”, le Lucila De Ponti
permiten desplegar un carisma asenta-
Victoria Donda
do en un habla popular, desbordante de
Marcelo Falak
giros y expresiones de la calle. El estilo
Daniel Filmus
de AMLO brilla en un país oligarquiza-
Alejandro Grimson
do cuyos últimos presidentes surgieron
todos de una elite cerrada y excluyente. Carlos Heller
Por supuesto, no se trata de copiar experien- Carolina Keve
cias sino de encontrar caminos propios de cons- Federico Lorenz
trucción de legitimidad. Típico porteño univer- Juan Manzur
sitario, hijo de un juez y criado en Villa del Par- Leandro Morgenfeld
que, Alberto no puede jugar la carta de la identi- Fernando “Chino” Navarro
ficación popular, carta que, por otra parte, difí- Bárbara Schijman
cilmente resulte efectiva en una sociedad que se Nahuel Sosa
autodefine mayoritariamente de clase media. Pe- Nicolás Trotta
ro puede explorar otras opciones: Pepe Mujica, Marta Vassallo
por ejemplo, aprobó la legalización definitiva del Luana Volnovich
aborto y se convirtió en un referente global con
la ley de producción estatal de cannabis. En un Ilustrador
país como Argentina, al que le sobran problemas, Gustavo Cimadoro
existen miles de oportunidades en materia de di-
versidad, derechos de las mujeres, federalismo Tra­duc­to­res
efectivo, reconocimiento de derechos, cultura, Victoria Cozzo
higiene institucional… Sin ir más lejos, el propio
Magalí del Hoyo
Néstor Kirchner produjo, en el comienzo de su
Georgina Fraser
mandato, una serie de transformaciones tan sig-
Teresa Garufi
nificativas como la recuperación económica, de
Aldo Giacometti
las cuales las más recordadas seguramente sean
el recambio de la Corte Suprema menemista y la Víctor Goldstein
política de derechos humanos simbolizada en la Patricia Minarrieta Pérez
recuperación de la ESMA. Gustavo Recalde
Concluyamos. Alberto Fernández asumirá el María Julia Zaparart
desafío más difícil de su larga vida política en un
contexto complicadísimo, que le exigirá encarar Diseño original
simultáneamente una serie de objetivos: encen- Javier Vera Ocampo
der la economía, contener el drama social, reor-
denar las variables macro, construir una coalición Publicidad
de gobierno y comenzar a pensar –por fin– en algo Maia Sona
parecido a un plan de desarrollo. Para ello necesi- publicidad@eldiplo.org
tará revalidar en el cruel día a día de la gestión el
fuerte respaldo popular que seguramente derivará La circulación de
del voto en octubre, ir construyendo un “plus sim- Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, del mes
bólico” que le permita consolidarse en el poder y de septiembre de 2019 fue
de 25.700 ejemplares.
agrandar su figura mientras la economía se reani-
ma y la sociedad comienza a salir del pozo. g
Capital intelectual S.A.
1 Christian Gogliormella, Estanislao Malic, “La deuda pública
en Argentina: un análisis del canje del año 2005”, Estudios de
Le Monde diplomatique (París)
Economía Política y Sistema Mundial, Documento del CCC.
2 “Las razones del fracaso”, Le Monde diplomatique, Fundador: Hubert Beuve-Méry
edición Cono Sur, N° 243, septiembre de 2019.
Presidente del Directorio y
Director de la Redacción: Serge Halimi
3 La rosca política. El oficio de los armadores delante y detrás de escena
Jefe de Redacción: Benoît Bréville
(o el discreto encanto del toma y daca), Siglo XXI Editores, 2019 1-3 rue Stephen-Pichon, 75013 París
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 4| Edición 244 | octubre 2019
Dossier
El país de
Alberto
Fernández

El acuerdo social, uno de los ejes de la campaña del Frente de Todos, no implica llegar a
una posición única ni intentar síntesis imposibles sino contemplar las heterogeneidades y
los nuevos emergentes: transformar las minorías dispersas en una mayoría diversa.

Tras el fracaso de Macri, la necesidad de diálogo entre diferentes sectores

Un nuevo acuerdo social

por Santiago Cafiero* y Nahuel Sosa**

H
Federico Hurtado, Neo-levas, 2018 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)

ablar de acuerdo social impli-
ca, inevitablemente, asumir
una posición política situada y
un compromiso hacia el futuro.
En un acuerdo, todas las partes
ceden algo y cada quien lo hace
con el convencimiento de que así se potenciará un
resultado, un proyecto que sólo es posible en comu-
nión. En cierto sentido, consiste en aceptar retro-
ceder un paso para luego avanzar dos. Se cede para
aportar al interés común de las partes, a un interés
colectivo. Se trata de un acto simultáneo que enlaza a
las partes como eslabones de una cadena.
Su verdadera potencia radica en la práctica con-
creta, en la esfera de la realización material. Pacta sunt
servanda, decían los romanos: lo pactado obliga. Si un
acuerdo no se cumple, pierde su esencia. Si aquello que
le dio origen no se realiza, su razón de ser desaparece.
Ese incumplimiento se puede producir por razones de
fuerza extrema, por hechos fortuitos o por decisión de
una de las partes. Pero si sucede esto último de mane-
ra sistemática, y sobre todo si la parte involucrada es la
que tiene una responsabilidad mayor, ya no podemos
hablar de un incumplimiento o de la ruptura circuns-
tancial de un acuerdo: empezamos a hablar de estafa.
¿Qué sucede cuando un presidente rompe co-
tidiana y deliberadamente todo lo que se había
comprometido a hacer durante su mandato? Es-
to es lo que pasó en Argentina entre 2015 y 2019
con el gobierno de Cambiemos y el presidente
Mauricio Macri. El gobierno rompió el acuerdo
que tenía con todos los argentinos y las argenti-
nas y defraudó al conjunto de una sociedad que,
habiéndolo votado o no, esperaba un cambio que
nunca llegó.
Si en 2015 el contrato electoral permitió que un
partido distrital ascendiera meteóricamente, triun-
fara a nivel nacional y se transformara en una de las
fuerzas políticas más importantes desde el regreso
de la democracia, en los siguientes años ese contra-
to se hizo añicos. Ninguna sociedad puede vivir –
ni sobrevivir– sin acuerdos mínimos. Por eso, ante
un incumplimiento de semejante magnitud, la úni-
ca solución viable en un sistema democrático es la
construcción de nuevos acuerdos. Para salir de la
crisis actual es imprescindible constituir un nuevo
acuerdo social que transforme la frustración en es-
peranza. Y para eso hay que saber en qué radican
los desacuerdos, que son siempre su contracara. Es
aquí donde necesitamos poner atención.
No es posible un acuerdo en la Argentina de hoy
que no contemple y contenga a los nuevos emergen-
tes sociales, un acuerdo protagonizado por quienes
sufrieron la insensibilidad de la élite depredadora
que desplegó sus políticas desde diciembre de 2015
en adelante. Para dotar de contenido este desafío,
hay que discutir sentidos, establecer prioridades,
conocer a las partes. Pero, además, comprender el
tiempo histórico y repensar paradigmas de análisis
que ya no sirven para entender nuestro tiempo.
De minorías dispersas a mayorías diversas
“El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en
todas partes entre cadenas. El mismo que se conside-
ra amo no deja por eso de ser menos esclavo que los
demás”, sentenciaba Jean-Jacques Rousseau desde
las entrañas de la Revolución Francesa, en una de las
obras políticas más importantes de nuestro tiempo:
El contrato social.
Más de dos siglos después, la idea de contrato so-
cial sobrevuela los debates políticos. Y no es en abso-
luto ajena al contexto local: en la presentación de su
libro Sinceramente, Cristina Fernández de Kirchner
insistió con la propuesta de “construir un nuevo con-
trato social de ciudadanía responsable”. Algo ya ha-

bía anticipado durante su presentación en el Primer
Foro Mundial del Pensamiento Crítico del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO),
cuando llamó a armar un gran frente civil y patrióti-
co con todos los sectores agredidos por las políticas
económicas de Cambiemos y a disputar la noción de
orden al gobierno de Mauricio Macri.
En esta línea, una de las principales razones por
las que se conformó el binomio opositor Fernández-
Fernández fue la necesidad de construir unidad no só-
lo para ganar, sino sobre todo para gobernar. Y en ese
sentido es que se impone la tarea de elaborar un nuevo
acuerdo social que pueda garantizar ambos objetivos.
Alberto Fernández expresa la necesidad históri-
ca de múltiples sectores de la sociedad argentina de
articular una respuesta al proceso político iniciado
con la asunción de Mauricio Macri. Este colectivo
contiene a una amplia pluralidad de identidades po-
líticas, siendo la diversidad lo que marca su pulso. La
candidatura misma de Alberto Fernández abre la po-
sibilidad de ampliar los consensos y de generar reno-
vadas narrativas de futuro.
Como todo proceso político, se inscribe en un con-
texto determinado. En este caso, caracterizado por la
heterogeneidad. Esto significa que no existe una ma-
yoría social uniforme y constante, configurada con ba-
se en procesos sociales estables, sino una serie de sec-
tores a convocar; por eso, esta vez no se trata de cons-
truir una mayoría popular homogénea, sino de trans-
formar minorías dispersas en nuevas mayorías.
Atravesamos una época de desapego a las tradi-
ciones, en la que los individuos ya no se guían por
las estructuras organizativas clásicas, sino que se
mueven como sujetos flexibles, desterritorializa-
dos y en tránsito entre la virtualidad y la realidad.
En las sociedades tradicionales, el pensamiento
mágico y la religión brindaban ciertas segurida-
des frente a los riesgos. En las sociedades moder-
nas, esa función la ejercía la ciencia. En cambio, en
las sociedades postindustriales, ni el Estado ni la
religión ni la ciencia son garantías de estabilidad.
La globalización supuso además un fuerte proce-
so de individualización, un debilitamiento de los
lazos colectivos y la erosión de estructuras prima-
rias como la familia.
Zygmunt Bauman habla de la “modernidad líqui-
da” para dar cuenta de este momento de la historia
en el que realidades sólidas que antes podían pro-
veer estabilidad, como el trabajo o el matrimonio, se
desvanecen: el vértigo, la ansiedad, los compromisos
pasajeros, la flexibilidad, la fluidez y la desenfrenada
búsqueda de la satisfacción más inmediata son algu-
nas de las características de esta etapa.
Las transformaciones en el funcionamiento del
capitalismo son la base de estas nuevas subjetivida-
des forjadas en la precariedad y la inseguridad. En
ese sentido, es posible hablar de hipermodernidad:
una aceleración de los tiempos, con individuos que
portan demandas hiperfragmentadas, que se api-
lan en centros urbanos y que conviven cada vez más
próximos aunque, paradójicamente, las distancias
sociales se profundicen cada vez más, en una suerte
de soledad en masa.
Estas transformaciones también implicaron una
resignificación de la subjetividad, los deseos y las
formas de concebir el mundo de los sujetos socia-
les. Las revoluciones en el campo de la tecnología y
la informática, los desplazamientos en los modos de
acumulación del capital y la globalización en tanto
metarrelato de horizonte político e ideológico, son
algunas de las claves que explican los cambios en la
forma de percibir y autopercibirse.
Si vivimos en una sociedad de riesgo, con perso-
nas que luchan día a día contra esa incertidumbre
estructural, entonces uno de los principales objeti-
vos del acuerdo social será recuperar esa seguridad
perdida a partir de la confianza, el cuidado y la pre-
dictibilidad. ¿Pero qué significa un acuerdo respon-
sable, situado en este aquí y ahora? ¿Se limita acaso
a restituir el orden vulnerado por una ceocracia que
desestabilizó la vida de los argentinos y argentinas
y sólo nos trajo incertidumbre y vértigo? ¿O, por el
contrario, remite a un orden constituyente capaz de
dar vuelta la página de esta noche neoliberal, con
una perspectiva renovada y transgresora? ¿Cómo
tendrá en cuenta este acuerdo social a los nuevos
emergentes, a los sujetos sociales que confrontan
con las formas de desposesión actuales y resisten la
precarización estructural de la vida?
Podríamos seguir enumerando preguntas y, po-
siblemente, las conclusiones a las que arribemos
sean frágiles e inconsistentes. Básicamente porque
es un concepto en disputa, cuyo resultado depen-
derá de la correlación de fuerzas dentro del bloque
histórico popular y de cómo se desarrollen sus ten-
siones creativas.
También podríamos dejar de pensar en el acuer-
do y concebir múltiples acuerdos, según una noción
de pluralidad y multiplicidad distinta. En este caso,
habría acuerdos que disputarían entre sí para ocu-
par la posición de el acuerdo. En el abanico de opcio-
nes de acuerdo, las alternativas serían muy diversas:
conservadoras, reformistas, instituyentes, institui-
das, transformadoras, tradicionales, incluyentes o
excluyentes.
En este punto, se podría pensar en dos dimensio-
nes: un acuerdo para ganar y uno para gobernar. Si
asistimos a una época en la que las demandas de la
El rol de las provincias a partir de diciembre
Un federalismo en serio
por Juan Manzur*
C
omo gobernador de Tucumán, una pro-
vincia del interior del norte argentino,
comparto la visión que ya ha expresado
en numerosas oportunidades Alberto Fer-
nández acerca de su profunda convicción
sobre cómo generar políticas públicas que pongan en
marcha el efectivo rumbo de federalizar Argentina.
Así como el concepto de igualdad consiste básica-
mente en que el origen de una persona no debería mar-
car su destino, la noción profunda del federalismo es
que las posibilidades del desarrollo personal, familiar y
social no pueden depender del lugar en el que el indivi-
duo ha nacido. El Estado nacional se tiene que encargar
de que el lugar donde un ciudadano nace sea aquel en el
cual pueda encontrar las condiciones para poder desa-
rrollarse con plenitud. Y esto expresa lo que se requiere
en cada una de las regiones del país, de norte a sur y de
oeste a este.
Esto implica un Estado que genere las condiciones
necesarias para ello, un gobierno nacional que no sólo
debe dejar de eludir a los gobiernos subnacionales, sino
que tiene que verlos como las verdaderas primeras trin-
cheras de los problemas, como los que se enfrentan cara
a cara todos los días con la sociedad real, con los ciudada-
nos con rostro y nombre.
Por eso necesitamos un gobierno federal y un presi-
dente que tome conciencia de esa situación y que actúe
junto a las provincias. Y estoy convencido de que Alberto
Fernández expresa cabalmente esa idea.
Hay que dejar de percibir las políticas que den cuenta
del federalismo como una carga para verlas como el ver-
dadero motor del desarrollo argentino. Estamos en un
momento en el que tenemos que pensar urgentemente
en construir un camino de desarrollo en el marco de las
actividades y sistemas productivos de cada región, con
sus diferencias y sus particularidades. Tenemos que tra-
bajar para incrementar la productividad y brindar con-
diciones para la competitividad en pos del ingreso a los
mercados internacionales, partiendo del concepto de
que las regiones que ganan son las que exportan y se co-
nectan con el mundo de modo dinámico.
Ese camino, en el contexto internacional actual, es
el único posible para el logro de una efectiva inclusión
social a través de la creación de empleo de calidad y de
|5
sociedad civil están hiperfragmentadas, entonces
lo mejor sería que un proyecto popular pueda dar
vía libre a lo que cada quien asuma como su propio
acuerdo. De esta suma de acuerdos parciales debe
formarse el acuerdo, pero no como un todo que sin-
tetiza a las partes; no como una mayoría homogénea
que sustituye lo específico. Se tratará, más bien, de
demandas que deberán encontrar sus equivalentes
en una alternativa plebeya que haga de la heteroge-
neidad su razón de ser.
La propuesta consiste en alcanzar un acuerdo so-
cial que contemple las subjetividades contemporá-
neas, que ponga a la individualidad en el centro de
la escena para combatir al individualismo, que logre
que el deseo y las formas de identificar el progreso
individual no sean tabúes en un proyecto popular. g
*Politólogo (UBA), integrante del Grupo Callao y Agenda Argentina.
**Sociólogo (UBA), director del Centro de Pensamiento Génera e inte-
grante de Agenda Argentina.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Este artículo anticipa algunas ideas incluidas en un artículo del libro
Hablemos de ideas. Una nueva generación piensa cómo gobernar una
Argentina que cambió, compilado por los autores junto a Cecilia
Gómez Miranda, que será publicado en breve por Siglo XXI editores.
la consolidación de cadenas productivas competitivas
y dinámicas.
En sus 200 años de organización, el federalismo ar-
gentino ha representado un desafío mayúsculo, porque
aún no se ha desarrollado de manera armónica en la
distribución de su población y su industria, que se ha
volcado preponderantemente hacia solo una parte del
país, dado que la riqueza agroexportadora se concentra
en una región y la riqueza hidrocarburífera en otra. El
verdadero sentido del federalismo, entonces, es crear
una conciencia de Nación que se estructure teniendo
en cuenta las diferencias culturales, geográficas y de in-
fraestructura.
En este sentido, creemos que la potencialidad de
sistemas como Zicosur (la Zona de Integración del
Centro Oeste de América del Sur, mecanismo de inte-
gración económica, comercial y cultural que incluye
a las provincias del centro y el norte argentino junto a
estados de Brasil y departamentos de Brasil, Paraguay,
Chile y Bolivia), que trabajan hacia el empoderamien-
to de los Estados subnacionales, como protagonistas de
un concierto federal más amplio.
Hoy, como representantes de la oposición y del pe-
ronismo, estamos consustanciados con trabajar fuerte-
mente en políticas productivas y económicas que con-
tengan una visión federal real, no declarativa. Por ello
suscribimos la idea de ir generando los consensos nece-
sarios que vayan en esa dirección, acompañando políti-
camente y con especial énfasis la planificación del desa-
rrollo del interior, que es la zona y la región productiva
por excelencia y que, reitero, debe ser el motor para po-
ner en marcha de nuevo a Argentina.
En esto creemos: en un país que produce y agre-
ga valor a esa producción, un país que se diversifica y
que exporta generando divisas, que cuida su mercado
interno y por lo tanto a sus ciudadanos, y que genera
trabajo. Estos son los consensos urgentes y necesarios
que deben definirse entre la dirigencia política para
marcar el rumbo del país que queremos. Y estos son
los grandes desafíos de la primera etapa del gobierno
de Alberto Fernández. g
*Gobernador de Tucumán.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 6| Edición 244 | octubre 2019
Dossier
El país de
Alberto
Fernández

La restricción externa jaquea nuevamente la economía. Para enfrentarla, el nuevo

gobierno deberá atender cuestiones de corto plazo, como la renegociación de la deuda,
mientras busca soluciones estructurales que permitan sortear este problema.

Restricciones y perspectivas de la economía pos macrista

Cómo salir del

estancamiento
por Agustín D’Attellis*

Federico Hurtado, ¡No! No es lo que piensas, 2019 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)

U
na vez más, la economía argen-
tina se encuentra atravesan-
do una crisis; y una vez más, la
atención está puesta en el corto
plazo. El desafío que enfrenta
nuevamente nuestro país, con
la expectativa puesta en un nuevo ciclo político,
es el de romper esta lógica cortoplacista, que se
ha convertido en causa y consecuencia a la vez de
una sucesión de ciclos expansivos y contractivos,
que aumentan su frecuencia a lo largo del tiempo,
y condenan al estancamiento.
La característica de fondo que explica esta di-
námica es la existencia de una estructura pro-
ductiva desequilibrada, como identificó Marcelo
Diamand a comienzos de la década del 70 (1). El
desequilibrio se explica a partir de la convivencia
de un sector agropecuario, de alta productividad,
con un sector industrial, de productividad mu-
cho menor. El problema de fondo es que la baja
productividad industrial y su requerimiento de
divisas enfrenta momentos en los que no logra
ser abastecida por las exportaciones agropecua-
rias, lo que genera una restricción externa, esto
es, un cuello de botella con escasez de divisas,
que produce presiones devaluatorias. La inte-
rrupción de los ciclos expansivos en nuestra eco-
nomía siempre encuentra explicación en la apa-
rición de esta restricción.
Durante la gestión kirchnerista, se sucedieron
dos etapas en relación a este fenómeno. Una eta-
pa inicial durante la cual se atendió este desequi-
librio desde el punto de vista de la competitivi-
dad cambiaria, con retenciones sobre las expor-
taciones del sector agropecuario, y reintegros a
las exportaciones industriales. En esta primera
etapa, las condiciones externas de elevado creci-
miento –en particular en los principales destinos
de nuestras exportaciones primarias–, y fuerte
suba de los precios internacionales de los com-
modities, lograron proveer las divisas necesarias
para una industria en expansión, impulsada por
la recomposición de la demanda interna y aten-
dida por medidas proteccionistas que favorecían
su crecimiento.
Sin embargo, no se trabajó lo suficiente en ma-
teria de política industrial, de manera que el cre-
cimiento no fue más allá de la recomposición de
la utilización de la capacidad instalada y no llegó
a expandir con inversiones la capacidad produc-
tiva, de manera de atender el aumento de la de-

manda a lo largo del tiempo. Es así como se llegó a
la segunda etapa, donde la restricción externa co-
menzó a hacerse visible, a partir de la aparición de
un déficit energético que encendió la alarma, dada
la falta de financiamiento externo, disparó la fuga
de capitales, y empujó a imponer muy férreas res-
tricciones en el mercado cambiario y en los movi-
mientos de capitales.
Viejos y nuevos desafíos
El gobierno de Maurcio Macri comenzó su gestión
con la restricción externa presente y eligió soste-
nerla mientras pudo seguir recurriendo al finan-
ciamiento externo, hasta agotarlo, para luego ape-
lar al FMI como prestamista en últina instancia, y
agotarlo también. Nunca se trabajó en los aspectos
estructurales. De esta forma, nos encontramos otra
vez frente al desafío de la escasez de divisas.
El nuevo gobierno debe atender la prioridad de
extender los vencimientos de deuda en el tiempo,
de manera de obenter grados de libertad para po-
ner en marcha políticas expansivas, enfrentar la
delicada situación social y recuperar la dinámica
del mercado interno. Pero al mismo tiempo debe
empezar a trabajar en los aspectos estructurales
de fondo que logren sortear la restricción y apun-
tar a un desarrollo de largo plazo.
Aquí es donde resultará clave la política indus-
trial. Con un Estado presente, deberán identifi-
carse sectores industriales estratégicos para un
proceso de inserción internacional que apunte a
explotar potencialidades en el marco de acuerdos
bilaterales. Resulta crucial, para cortar la depen-
dencia de las condiciones internacionales, modi-
ficar el perfil exportador hacia una mayor partici-
pación de productos con valor agregado. Asimis-
mo, recuperar el sistema bancario y el mercado de
capitales es imperioso para estimular el ahorro in-
terno y canalizar recursos que atiendan las necesi-
dades de financiamiento de la actividad producti-
va. Esto resulta clave, dada la necesidad de estimu-
lar la demanda de pesos, reducir sustancialmen-
te la formación de activos externos y canalizar el
ahorro interno en inversión.
En este marco, el acuerdo económico y social
es ineludible como comienzo de un proceso que
recomponga la confianza, anclando la expectativa
inflacionaria, y permitiendo reactivar la deman-
da, recuperando el poder adquisitivo de los ingre-
sos y reduciendo fuertemente las tasas de interés.
Esta dinámica será necesaria para desarmar gra-
dualmente el stock de Leliq y reorientar los recur-
sos del sistema financiero hacia la economía real,
cortando la actual lógica de valorización finan-
ciera sin sustento. Deberán sostenerse a lo largo
del tiempo tasas de interés reales positivas –con el
fin de recuperar la función de reserva de valor de
nuestra moneda–, en un contexto de estabilidad
macroeconómica que permita reducir drástica-
mente el actual proceso inflacionario. Será nece-
sario también poner en marcha un banco de inver-
sión que, utilizando instrumentos financieros que
atraigan capitales locales e internacionales, lleve
adelante un plan de infraestructura que apunte a
mejorar la competitividad sistémica, clave para la
necesaria modificación del perfil exportador.
Los desafíos, en suma, son muchos. Las urgen-
cias, también, las restricciones muy fuertes, y el
rol de la política será clave para lograr los acuer-
dos necesarios. Reorientando la política econó-
mica hacia una lógica productiva, cambiando las
expectativas y trabajando coordinadamente, tanto
sobre la demanda agregada como sobre la oferta,
podrá vislumbrarse un sendero de desarrollo, tras
décadas de estancamiento. g
1 “La estructura productiva desequilibrada y el tipo de
cambio”, Desarrollo Económico, Vol. 12, N° 45, 1972.
*Economista, director de AD Consultores.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Bancos al servicio del desarrollo
Hacia una nueva Ley de
Servicios Financieros
por Carlos Heller*
R
esulta muy importante, y en especial
luego de estos casi cuatro años de ex-
trema liberalización de los mercados
financieros, derogar la Ley de Entida-
des Financieras 21.526 del año 1977,
actualmente vigente, y modificar su espíritu a
través de una nueva norma, una verdadera Ley
de Servicios Financieros (LSF). Se trata de pasar
de una ley pensada para los bancos a una conce-
bida a partir de las necesidades de los usuarios de
servicios financieros. Esta propuesta, que es una
reivindicación histórica del movimiento coopera-
tivo de crédito nucleado en el Instituto Moviliza-
dor de Fondos Cooperativos, al cual pertenezco,
ha sido también alentada y respaldada por otros
sectores cooperativistas, sindicalistas y muchas
otras entidades de carácter social. Tal es así que
se ha conseguido algo más de un millón de firmas
que apoyaron la iniciativa.
El primer proyecto de Ley de Servicios Financieros
para el Desarrollo Económico y Social (LSF), del cual
soy autor como diputado de la Nación, fue presentado
en 2010, y luego renovado cada dos años con el obje-
to de mantener estado legislativo, y en cada presenta-
ción se fue mejorando y actualizando: la última fue en
2017. Sin duda, la relación de fuerzas existente en es-
tos períodos no permitió que el proyecto se aprobara,
no obstante continúa teniendo plena vigencia.
El Congreso votó en 2012 una nueva Carta Orgá-
nica del Banco Central, lo que constituye un hito sig-
nificativo en la reformulación de las leyes del sistema
financiero y monetario. Entre otras cuestiones, ins-
trumenta el concepto de “usuario de servicios finan-
cieros” utilizado desde la primera presentación de la
LSF. A su vez, nuestro proyecto ha recogido muchas
de las mejoras realizadas en la Carta Orgánica, aun-
que mantiene una diferencia conceptual: ésta indica
lo que el Banco Central “puede” realizar, mientras que
en el proyecto de LSF se establecen diversas pautas
que las entidades “deberán” implementar.
No resulta una consideración menor identificar
las razones de la necesidad de derogar la Ley de En-
tidades Financieras de 1977, no sólo porque es una ley
de la dictadura, sino también porque está imbuida
de las ideas de liberalización de los mercados que en
aquella época se identificaban con la Escuela de Chi-
cago, y que luego se consolidaron en el Consenso de
Washington. La Ley de Entidades Financieras fue uno
de los instrumentos que permitieron la implantación
del modelo de revalorización financiera, que destruyó
a la producción y generó grandes costos sociales.
El proyecto de LSF que continuamos proponien-
do declara a la actividad financiera como un servicio
de interés público, con el fin de priorizar los intere-
ses del conjunto de la Nación y de la comunidad por
encima de la mera ganancia lucrativa. Para ello se es-
tipulan regulaciones esenciales, como por ejemplo
establecer un listado taxativo de operaciones para
los bancos comerciales con el criterio de “banca uni-
versal”, y de esa forma abandonar el criterio de la ac-
tual ley de admitir toda operatoria que no se encuen-
tre expresamente prohibida. Además, se determina
que ninguna entidad financiera privada podrá tener
una participación en el conjunto del sistema finan-
ciero superior al 10 %, tanto en el total de depósitos
como en el de financiaciones con el sector privado.
También se propone un fuerte fomento a la actividad
|7
financiera en las localidades de menor desarrollo re-
lativo del interior del país, un objetivo incorporado
también en la Carta Orgánica del Banco Central.
Una ley para los usuarios
En cuanto a las necesidades de los usuarios de servicios
financieros, el proyecto las aborda desde tres ejes esen-
ciales. El primero de ellos es el que denominamos “de-
mocratización de los servicios financieros”. Entre otras
regulaciones, establece la obligación para cada banco
de destinar un porcentaje importante de su cartera a
préstamos a las micro, pequeñas y medianas empresas,
para la construcción, compra y refacción de viviendas
únicas familiares, y un porcentaje adecuado para fi-
nanciar a microemprendedores. El insuficiente acceso
al crédito de las MiPyMEs ha sido un problema crónico
en la Argentina y el objetivo de esta regulación es au-
mentar el volumen de crédito al sector.
También se establece
un costo financiero total
La LSF declara máximo para los sectores
más desprotegidos, micro
a la actividad y pequeñas empresas, pa-
ra los créditos destinados
financiera como a la construcción, compra
y refacción de viviendas
un servicio de únicas familiares hasta
interés público, un monto determinado,
y para los préstamos per-
priorizando los sonales para jubilados y
pensionados con código
intereses de la de descuento. Se encarga
al Banco Central estable-
Nación. cer una serie de “servicios
esenciales” que las enti-
dades deberán ofrecer,
dirigidos hacia los sectores de menores ingresos de
la población, para los que se fijarán pautas operativas
determinadas y un nivel máximo de comisiones. La
Cuenta Gratuita Universal implementada por el Cen-
tral ha sido incorporada a nuestro proyecto.
El segundo eje lo constituye la “protección del
usuario de los servicios financieros”. Entre otras me-
didas, se establece que los bancos deberán crear un
Departamento de Atención al Usuario de Servicios
Financieros, bajo la reglamentación del Banco Cen-
tral, a la vez que éste deberá implementar un Código
de Conducta para las entidades financieras.
El tercer eje es la reincorporación al seno del Ban-
co Central del Sistema Estatal de Garantía de Depósi-
tos que fue parcialmente privatizado mediante la Ley
24.485 de 1995. El objetivo es ampliar la protección de
los pequeños ahorristas impidiendo que la misma se
encuentre sujeta a la disponibilidad de recursos en el
Fondo de Garantía creado por esa Ley.
En síntesis, el proyecto de Ley de Servicios Finan-
cieros instala iniciativas claras y precisas para ir avan-
zando en la conformación de un sistema financiero
que posea fuertes vínculos con el desarrollo producti-
vo y social. Estoy convencido de que en un modelo de
desarrollo con inclusión social se incrementarán las
posibilidades de avanzar en los cambios sobre el siste-
ma financiero, tal como propone nuestro proyecto. g
*Presidente del Partido Solidario.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 8|
Federico Hurtado, Cartonero (fragmento), 2017 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)
Luego del fracaso rotundo de la gestión macrista, el próxi-
mo gobierno deberá atender tanto situaciones urgentes –el
hambre– como problemas estructurales del desarrollo, con-
certando soluciones con los diferentes actores sociales.
Compromisos,
objetivos, metas
por Nicolás Trotta*
A
rgentina no se derrumbó el 11 de
agosto. Hace tiempo que el país se
tambaleaba mientras que el ciego
optimismo del gobierno y sus co-
municadores más fieles les impe-
día tomar conciencia. El autopro-
clamado mejor equipo de los últimos 50 años fue
sólo decepción, previsible, vale aclararlo. El dete-
rioro económico y social, sumado al brutal proce-
so de endeudamiento, especulación y fuga, los ha
transformado en el peor gobierno de la democracia
moderna. Tarde repararon los CEO, si es que al fin
lo hicieron, en que Argentina no es una empresa,
que sus habitantes no son consumidores y que las
políticas no se imponen, en soledad, desde un es-
critorio ministerial.
Macri y los suyos dejan una crisis social y econó-
mica y una deuda externa con escalofriantes ven-
cimientos en los próximos cuatro años. La socie-
dad espera una rápida respuesta que permita dete-
ner la caída. El nuevo gobierno se encontrará con
un país con al menos 37% de pobreza por ingreso
(40% de aumento en cuatro años), una desocupa-
ción de 12% (70% de aumento), una deuda externa
superior al 90% del PBI (150% de incremento), una
Dossier
El país de
Alberto
Fernández
caída de la capacidad de compra de los salarios de
20% y una contracción del PBI de al menos 4%.
Ahora bien, la calamidad que se ha vivido no de-
be impedir analizar de forma certera limitantes,
omisiones y equivocaciones de las transformado-
ras gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fer-
nández. Una verdad de Perogrullo: no todo se hizo
bien en el pasado.
Las urgencias y las demandas son muchas y el
tiempo de respuesta cada vez más escaso en este
presente de una modernidad líquida. El crédito de
la pesada herencia fue agotado por el macrismo.
¡Qué bueno hubiese sido para el futuro gobierno
recibir un país con los indicadores de 2015 o por
lo menos uno desendeudado! Esa Argentina ya no
existe. Es tiempo de mirar hacia el futuro.
El peronismo empezó a debilitarse cuando se
dividió. La sociedad lo puso en penitencia en 2015
para obligar un proceso de reflexión. El contun-
dente, pero no sorpresivo, triunfo de la fórmula del
Frente de Todos se cimentó sobre dos componen-
tes. El pésimo gobierno de Macri y la edificación
de una amplia unidad opositora. Se dejaron de lado
desconfianzas y desencuentros. El macrismo fue
un auténtico catalizador de la unidad opositora.
Edición 244 | octubre 2019
La legitimidad de origen será, sin dudas, con-
tundente, y un adversario político derrotado y dis-
perso no presentará complicaciones. Lo que defi-
nirá la suerte del futuro gobierno será su legitimi-
dad de ejercicio basada en la respuesta a la multi-
plicidad de demandas, principalmente de los sec-
tores que más sufrieron el ajuste y la distribución
regresiva, y en la capacidad de concertar acuerdos
sustentables de largo plazo mediante un nuevo
contrato social. Con obtener el 45% de los votos al-
canza para triunfar en la contienda electoral, pero
se deberán ampliar los márgenes para darles ma-
yor sostén e impacto a las políticas públicas que se
desplieguen. Los complejos y difíciles momentos
que se esperan recomiendan gestionar las contra-
dicciones con los distintos sectores, incluso me-
diante su convocatoria a integrarse al gobierno.
La crisis en una sociedad con su tejido ajado
implica la apremiante obligación de enfrentar la
emergencia social con una fuerte inversión y arti-
culación con los gobiernos subnacionales, movi-
mientos y organizaciones sociales. No hay margen
para la distracción frente al hambre. Nada más ur-
gente. La agenda de lo inmediato, asociada a la re-
cuperación de la capacidad de compra del salario,
debe ser acompañada por la institucionalización
de espacios de concertación entre los diversos sec-
tores: trabajadores, empresarios, movimientos so-
ciales y gobiernos provinciales.
El resultado adverso de las políticas públicas
desplegadas por la gestión de Cambiemos ha sido
un excelente insumo para la reflexión colectiva.
La pérdida de calidad de vida ha sido generaliza-
da, como también la desvalorización del capital del
sector empresario. Ello genera la impostergable
oportunidad de debatir en profundidad una agen-
da que permita una planificación concertada, con
compromisos, objetivos y metas. Iniciar un debate
imprescindible debe ser acompañado por la obli-
gación de no abandonar la mesa pese a las tensio-
nes que puedan precipitarse.
Es perentorio imaginar nuevos caminos y en-
contrar nuevas soluciones a problemas recurren-
tes. La definición de las deficiencias estructurales
y un certero diagnóstico de fortalezas y debilida-
des deben ser un punto de partida para delinear los
debates. No hay resoluciones mágicas en un con-
texto de fuerte endeudamiento en moneda extran-
jera, cuyos compromisos demandarán distraer una
cuota importante de dólares para enfrentar una
deuda que no generó impacto positivo alguno.
Para ello será necesario crear una cartogra-
fía para el desarrollo de las economías regionales
comprometiendo inversión pública para resolver
problemas de infraestructura logística, de acceso
a energía y a conectividad tecnológica. Asimismo,
desplegar los incentivos necesarios que permitan
la radicación de capital para impulsar las ventajas
de cada región, emulando ejemplos como los del
sector del limón y el vitivinícola. Allí reside la po-
sibilidad de trazar un camino de federalización del
progreso, que debe incluir un fondo que garanti-
ce mayor nivel de inversión para el desarrollo de
las regiones más postergadas. El crecimiento de la
economía nacional sin una estrategia de conver-
gencia seguirá profundizando las asimetrías entre
el centro y la periferia, una constante en nuestra
historia. El nuevo contrato social debe navegar los
ejes centrales de las diferentes áreas de gobierno.
La crisis, con liderazgo y esfuerzo colectivo, será
superada. El desafío será transitar un camino hacia
un verdadero desarrollo. Si el futuro gobierno de Al-
berto Fernández logra institucionalizar mecanismos
de diálogo y concertación, realizará un aporte incon-
mensurable a nuestro país y su democracia. Una po-
lítica concertada aumenta las posibilidades de trans-
formarse en una auténtica política de Estado. g
*Rector de la Universidad Metropolitana para la Educación
y el Trabajo @trottanico
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Hacia una nueva política exterior
Entender el mundo,
decidir con autonomía
por Jorge Argüello*
A
rgentina no necesita esperar al 10 de
diciembre para saber que la futura
gestión de su política exterior se des-
plegará en un mundo inusualmente
incierto en el que los grandes jugado-
res compiten para imponer las condiciones de un
nuevo orden cuando todavía se derrumba el que
rigió desde la posguerra.
A su vez, no es lo mismo ser un hegemón como
Estados Unidos o China, Rusia o la Unión Europea,
rule makers (creadores de reglas), que se dan estrate-
gias globales y agresivas, que una nación media, con
potencial, pero que ejerce sólo influencia regional,
como Argentina. Un rule taker (un país que juega con
las reglas que imponen otros) como Argentina está
obligado a organizar su agenda externa con una de-
licada química que combine una adecuada flexibili-
dad con el elemento inalterable del interés nacional,
definido con autonomía y a partir de unos cuantos
principios consensuados democráticamente.
La política exterior forma parte ineludible de
la agenda interna de un gobierno democrático,
más aun en el proceso de globalización imperan-
te. Los últimos cuatro años son una muestra cabal
de cuánto puede impactar en nuestra vida coti-
diana una mala lectura de lo que podemos espe-
rar del mundo.
Argentina ya experimentó, a inicios de los
2000, una coyuntura de alto endeudamiento ex-
terno y default, de devaluaciones bruscas, aguda
recesión con desempleo y crisis social. También
entonces supimos cómo salir de ese desastre pos
neoliberal, pero el mundo que nos rodeaba era de-
cididamente diferente.
El precio del crudo, que en 2003 era inferior a
los 30 dólares, hoy cotiza a más del doble. Asisti-
mos en la actualidad a una guerra comercial que
Estados Unidos, adalid del libre intercambio, de-
sató contra China, desnudando un conflicto de
marcado trasfondo tecnológico, que Washington
NOVEDADES
OCTUBRE
LA VIDA COTIDIANA
DURANTE EL
ESTALINISMO
Cómo vivía y sobrevivía
la gente común
en la Rusia soviética
Sheila Fitzpatrick
|9
cio que nunca sometió al consenso interno y que, ló-
gicamente, necesitará ser revisado y consensuado en
el marco de una política de Estado. Comerciar más no
siempre implica comerciar mejor. Un país que apueste
a insertarse en una economía digitalizada que se orga-
niza en cadenas globales de valor donde lo que hace la
diferencia es el valor agregado y el empleo calificado
no debe conformarse solo con los beneficios de su pro-
ducción primaria, por importantes que sean sus ven-
tajas comparativas.
La clave es volver a confiar en nosotros mismos,
con criterios de independencia, y privilegiar el en-
cuentro con el resto de la región latinoamericana de
plantea en el fondo en términos de seguridad la que somos esencialmente parte y que, como era de
nacional y que amenaza con provocar una rece- esperar, también es hoy presa de las mismas incerti-
sión global. dumbres que desafían los importantes logros de in-
En ese recorrido, el mundo experimentó la cri- tegración y cooperación de la década pasada.
sis financiera global de 2008, originada ahora en El próximo gobierno tendrá la oportunidad histó-
el Norte, en el corazón del centro financiero mun- rica de contribuir a la defi-
dial. Los años que la siguieron dejaron en eviden- nición de una corriente re-
cia el agotamiento del antiguo “orden liberal” es- El mundo es un gional basada en intereses
tablecido a fines de los 40 y expusieron la fatiga de permanentes compartidos
las instituciones que lo sostenían, desde las finan- vasto océano de y reglas, que supere de una
cieras como el FMI hasta la propia ONU. vez el movimiento ideoló-
Hoy nos encontramos en un proceso que po- incertidumbres gico pendular en la región.
dríamos denominar de “esclerosis” del multilate- Debemos crear organiza-
ralismo. La falta de rumbo en la gobernanza glo- que exige ciones regionales estables
bal nos lleva a preguntarnos quién está a cargo: ¿el
G-20, el G-2, el G-7? ¿O tal vez, como plantea Ian
una relectura en lugar de las frágiles fran-
quicias ideológicas emiti-
Bremmer, estamos viviendo un mundo G-0? inteligente de las das por gobiernos de turno.
El mundo se presenta como un vasto océano de El multilateralismo de-
incertidumbres que exige, en particular a países viejas cartas de be ser repotenciado y reva-
vulnerables en el frente externo como Argentina, lorizado como la mejor he-
una relectura inteligente de las viejas cartas de na- navegación. rramienta disponible pa-
vegación. Y, claro, una nueva brújula. ra países como Argentina.
Como la política exterior del país está atravesa- Los espacios multilaterales
da por las muchas necesidades internas, debe me- ofrecen una plataforma a los menos poderosos pa-
dir con cuidado la tensión chino-estadounidense, ra limitar la discrecionalidad de los más poderosos.
eludir la tentación de apoyarse en solo una de las Además, en un contexto de incertidumbre extrema,
dos potencias y buscar soluciones prácticas para las instituciones multilaterales ofrecen márgenes
su déficit comercial, su dependencia financiera y necesarios de previsibilidad.
su necesidad de inversiones. En conclusión, el espíritu de partida de una nueva
Una política exterior autónoma, pero racional, política exterior debe ser analizado con cautela frente
tendrá que discernir los matices de estos dos he- a tanta incertidumbre global. Lo primero, sin embar-
gemones actuales, uno tradicional (Estados Uni- go, será abandonar la actual diplomacia de erráticas
dos) y el otro emergente (China), que compiten concesiones, que tanto daño causó, por ejemplo, a la
directamente pero son guiados por mandatos his- cuestión Malvinas, paradigma básico de lo que debe
tóricos muy diversos, que no siempre les imponen ser una política exterior firme, de Estado, consensua-
los mismos objetivos hacia un país o una región. da y guiada por el principio del interés nacional. g
Lo mismo puede decirse del otro gran bloque
político y económico, la Unión Europea, con la que
*Presidente Fundación Embajada Abierta, ex embajador
el actual gobierno, como parte del MERCOSUR, de Argentina ante la ONU, Estados Unidos y Portugal.
se apresuró a acordar un tratado de libre comer- © Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
5ta 4ta
EDICIÓN EDICIÓN
FUTURO PRESENTE ¡CONTRAHEGE- ¿QUÉ ES EL ¿POR QUÉ FUNCIONA
Perspectivas desde MONÍA YA! PERONISMO? EL POPULISMO?
el arte y la política Por un populismo De Perón a los Kirchner, El discurso que sabe construir
sobre la crisis ecológica progresista que enfrente el movimiento que no deja explicaciones convincentes
y el mundo digital al neoliberalismo de conmover la política de un mundo en crisis
Graciela Speranza Nancy Fraser argentina María Esperanza Casullo
Alejandro Grimson
 10 |
Federico Hurtado, La función debe continuar (fragmento), 2014 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)
Que en Argentina, un país productor de alimentos, un sec-
tor de su población pase hambre es un escándalo ético. Para
pensar soluciones será necesario atender y articular las
agendas de la producción, el Estado y la equidad.
Cómo reducir la desigualdad
Las agendas
urgentes
E
por Victoria Donda*
l escenario político argentino
plantea hoy una serie de desafíos
urgentes producto de las políticas
neoliberales del gobierno de Mau-
ricio Macri. La emergencia ali-
mentaria, el cierre de empresas, el
aumento del desempleo y la caída estrepitosa del
consumo son todos síntomas de un modelo que
priorizó la libertad de mercado, la financieriza-
ción de la economía y la concentración de la rique-
za, abandonando a una buena parte de la sociedad
a su suerte.
El principal problema social hoy es la desigual-
dad. Desigualdad que se expresa en la persistencia
de bolsones de pobreza estructural, en la presen-
cia de niños y niñas con altos índices de malnutri-
ción, en el aumento de la indigencia y de la situa-
ción de calle de personas en las grandes ciudades,
así como en el incremento del desempleo y el su-
bempleo, en el sobreendeudamiento a tasas usu-
Dossier
El país de
Alberto
Fernández
reras para consumo corriente de las familias, en-
tre muchos otros. La contracara de este proceso de
deterioro de las condiciones de vida y de subsis-
tencia de los sectores populares y de las clases me-
dias trabajadoras es el enriquecimiento de ciertos
sectores económicos que se han beneficiado con el
proceso de concentración económica llevado ade-
lante por la alianza Cambiemos.
Cerrar las brechas de esta creciente desigual-
dad requiere en principio atender una serie de
agendas de políticas para afrontar los problemas
más urgentes. En primer lugar, es necesario aten-
der la agenda del hambre. En un país en el que se
producen alimentos no es ético que haya niños y
niñas que no accedan a los cuatro platos de comi-
da diarios. Se está vulnerando el derecho huma-
no a la alimentación de una parte muy importante
de la sociedad. Y se está dilapidando el futuro de
varias generaciones que deberán enfrentar la vi-
da en desventaja. Resolver el hambre es un tema
Edición 244 | octubre 2019
de agenda política que, gracias al activismo de los
movimientos sociales y de diferentes actores so-
ciales, religiosos y territoriales, entre ellos los in-
tendentes del Conurbano, ha dado su primer paso.
Fueron ellos, los movimientos de la economía po-
pular, los comedores comunitarios, los gobiernos
locales y las iglesias de los barrios quienes, duran-
te todos estos años, han contenido y canalizado la
necesidad social y el conflicto territorial. La Ley
de Emergencia Alimentaria es un avance porque
constituye un marco normativo que permite al Es-
tado Nacional actuar frente a este flagelo. Ahora es
necesario contar con la voluntad política para ha-
cerlo. Y para resolver la cuestión del hambre hay
que atender otras dos agendas fundamentales: la
agenda de la producción y la agenda estatal.
Producción y Estado
Sin un modelo productivo que promueva la genera-
ción de trabajo y de valor agregado, que desacople
el precio de los alimentos de los precios internacio-
nales de exportación, que promueva una transfor-
mación de la matriz productiva, diversificando la
producción y generando cadenas de valor que per-
mitan desarrollar las economías regionales, no será
posible resolver el problema del hambre. La asis-
tencia con políticas públicas activas es fundamen-
tal en momentos críticos, pero no debemos perder
de vista el proceso estratégico de desarrollo de toda
la economía.
En este sentido, un tema fundamental será la
integración de la economía popular dentro del sis-
tema económico. Por su capacidad productiva y de
generación de valor, la economía popular debería
ser un sector al cual el próximo gobierno atienda
dentro de sus prioridades. Bajo un sistema econó-
mico donde el trabajo y el empleo están en crisis
a nivel mundial por el avance del desarrollo tec-
nológico y productivo, es necesario pensar formas
alternativas de generación de ingresos que garan-
ticen pisos de protección social para todas y todos
los trabajadores. Todas estas cuestiones deben ser
abordadas por la agenda productiva del próximo
gobierno.
Para poder construir un modelo productivo
que garantice la seguridad alimentaria de todas
y todos los habitantes, garantizando la equidad y
la igualdad en el acceso a los bienes y servicios de
primera necesidad, es necesario recuperar la ca-
pacidad del Estado de intervenir en la economía y
en los procesos de desarrollo. La agenda estatal re-
quiere rejerarquizar al Estado y a sus instrumen-
tos de política económica como factores clave del
desarrollo de nuestra sociedad. Y aquí aparece un
desafío fundamental. Debemos ser capaces de re-
pensar las formas de hacer del Estado Nacional,
corriéndonos de la perspectiva neoliberal de la
gestión, poniendo el foco en el valor de los bienes
públicos y en los procesos de inclusión social. Esto
requiere de la construcción de nuevos pactos so-
ciales entre los diferentes actores de nuestra so-
ciedad. La articulación con los movimientos so-
ciales y las organizaciones de la sociedad civil, con
los diferentes actores económicos y con los ac-
tores institucionales de diferentes niveles de go-
bierno es fundamental para construir un Estado
con capacidad de acción y de orientación del desa-
rrollo. Es necesario recuperar una agenda estatal
intersectorial, interjurisdiccional y participativa
que construya capacidades y aborde integralmen-
te los principales problemas de nuestro país.
Equidad
Por último, y no menor, es necesario atender la
agenda de la equidad. La equidad entre los géne-
ros es uno de los principales desafíos del proce-
so de desarrollo actual en el mundo, y en nuestro
país en particular. En este sentido, es necesario
asumir desde el Poder Ejecutivo la responsabili-
dad de implementar acciones tendientes a redu-
cir las brechas de género existentes en la sociedad.
Desde mitad del siglo XX, asistimos a un proceso
de institucionalización del género en las agendas

de gobierno, a partir del avance normativo inter-
nacional y nacional en cuanto a los derechos civi-
les, políticos, sociales, económicos y culturales de
las mujeres, así como de la inclusión masiva de las
mujeres en el mercado laboral, el sistema educa-
tivo y la vida pública en general. Este proceso fue
acompañado, desde el regreso democrático en la
década del 80, por un fuerte proceso de moviliza-
ción y organización de los movimientos de muje-
res, feministas y de derechos humanos a partir de
diferentes demandas que pusieron el foco en las
brechas entre la igualdad formal expresada en es-
tos avances normativos, y la desigualdad material
en las condiciones de vida de las mujeres e identi-
dades diversas y disidentes en nuestro país. Cerrar
estas brechas de género, basadas en la desigualdad
de poder entre varones, mujeres e identidades di-
sidentes y diversas, y en la discriminación fundada
en estereotipos de género, constituye hoy un obje-
tivo estratégico para garantizar el desarrollo inte-
gral de nuestra sociedad.
Para alcanzar la equidad es preciso superar
nudos estructurales constitutivos de las actua-
les relaciones desiguales de poder entre géneros
en nuestro país, los cuales están atravesados por
tendencias y factores de contexto que se cristali-
zan en nuevos desafíos. Entre los nudos estruc-
turales a enfrentar se encuentran la desigualdad
socioeconómica y la persistencia de la pobreza: la
brecha salarial entre mujeres y varones es de 27%
según datos del INDEC y la feminización de la po-
breza se expresa en mayores niveles de desocu-
pación y de informalidad. El caso de la población
trans es emblemático y tiene sus especificidades:
el 90% vive en situación de pobreza, mientras que
sólo el 18% de las personas trans han conseguido
un trabajo formal a lo largo de su vida. Otro nudo
estructural es la cultura patriarcal, discriminato-
ria y violenta que generó un femicidio cada 27 ho-
ras en lo que va de 2019. La división sexual del tra-
bajo y la desigual distribución social de las tareas
de cuidados –las mujeres destinan 6,4 horas por
día a estas tareas, mientras que los hombres solo
3,4 horas– es otro desafío estructural. Por último,
la concentración del poder y las relaciones de je-
rarquía en el ámbito público constituyen un impe-
dimento claro para alcanzar la equidad de género,
dada la subrepresentación de las mujeres aún con
los avances normativos de la Ley de Cupos y la Ley
de Paridad.
Esto muestra que, tanto las mujeres como las
identidades diversas y disidentes, sufren desigual-
dades y prácticas discriminatorias relacionadas
con la redistribución social y económica, así como
con el reconocimiento político y simbólico, todo lo
cual atenta contra la autonomía, ya sea económi-
ca, física o en la toma de decisiones. La autonomía
significa contar con la capacidad y las condiciones
concretas para tomar libremente las decisiones
que afectan las vidas de las mujeres y disidentes.
Para el logro de una mayor autonomía se requie-
ren muchas y diversas cuestiones, entre ellas libe-
rar a las mujeres de la responsabilidad exclusiva
por las tareas reproductivas y de cuidado, lo que
incluye el ejercicio de los derechos reproductivos,
poner fin a la violencia de género y adoptar todas
las medidas necesarias para que las mujeres parti-
cipen en la toma de decisiones en igualdad de con-
diciones.
Como se señala en el Quinto Objetivo de De-
sarrollo Sostenible 2030 de Naciones Unidas, la
igualdad de género debe ser una de las principa-
les metas que rija las políticas de Estado. Dentro
de estas políticas, prevenir, sancionar y erradicar
la violencia machista debe ser una de las priorida-
des del nuevo gobierno. Garantizar a las mujeres e
identidades diversas y disidentes una vida libre de
violencia machista en todos sus ámbitos debe ser
una prioridad de la agenda de la equidad. g
* Diputada nacional, candidata del Frente de Todos.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Reconocerse parte de un mismo país
La Argentina del
sentido común
por Fernando “Chino” Navarro*
L
os salarios devaluados, la canasta de ali-
mentos por las nubes, las tarifas impa-
gables, el desempleo y la recesión cons-
tituyen una mezcla explosiva imposible
de contener –y mucho menos solucio-
nar– con discursos licuados o estrategias de mar-
keting político. La situación es realmente delicada
y tiene que repensarse a nivel estratégico. Al mis-
mo tiempo, es necesario actuar con urgencia so-
bre aquellos casos que no pueden esperar.
El resultado de las PASO fue tan contundente
que todo indica que el próximo presidente será Al-
berto Fernández. No es casual. La expresión del
pueblo argentino en las urnas no solo buscó termi-
nar con un gobierno que solo produjo sufrimiento,
sino que se basó en la esperanza de que existe otra
forma de hacer política que apunta a solucionar
los problemas concretos.
La tarea del próximo gobierno va a ser ardua,
teniendo en cuenta el contexto social y económi-
co, pero se presenta asimismo una enorme posi-
bilidad para que de una vez por todas Argentina
se encamine a un destino en el que el bien común
sea su norte.
En primer lugar, una cuestión concreta requiere
de una enorme responsabilidad. Alberto Fernández
ya lo ha planteado: el hambre no puede esperar. La
prioridad a la que debe abocarse el próximo gobier-
no es combatir decididamente el hambre en Argen-
tina. Todo puede discutirse y analizarse desde dis-
tintos puntos de vista, pero el hambre no espera y
resulta imperioso trabajar para derrotarla.
Por supuesto, partiendo de esta necesidad ur-
gente, vamos a apuntar como primera fase de go-
bierno a la reactivación económica. No en términos
abstractos, sino en aspectos concretos. Reactivar
el mercado interno debe ser la prioridad porque es
el punto de partida para reactivar la industria, las
Pymes, que es donde se genera empleo.
En definitiva, conceptualmente nuestra visión
es simple: el trabajo como gran ordenador social.
Nuestra prioridad será generar empleo genuino.
Los planes sociales son un paliativo, y debemos
apuntar paulatinamente a transformarlos en traba-
jo. Aunque es fundamental hacerlo desde la prácti-
ca, no desde el discurso mentiroso del gobierno de
Mauricio Macri que plantea que el mercado por sí
solo va a generar trabajo. Quedó demostrado en es-
tos casi cuatro años que eso no es así. Estas políticas
fracasaron en todos los países del mundo en los que
se implementaron.
Es la presencia activa del Estado, en articulación
con el sector privado, lo que genera las condiciones
para que haya empleo. Por eso, nuestra mirada sobre
la economía es que cada decisión que se tome tiene
que ser un aporte a la generación de trabajo.
En el contexto grave en el que vivimos debemos
priorizar y poner en marcha la obra pública que em-
pezará de inmediato a generar empleo, pero se tiene
que hacer mucha obra pública intensiva: viviendas,
cordón cuneta, veredas, núcleos húmedos. Se nece-
sita obra pública de “pico y pala”. Esto apunta a que
rápidamente los que están excluidos comiencen a
formar parte del motor de la economía.
Además, es vital tener una mirada más cercana
al barrio. El funcionario debe estar cerca del hom-
bre y de la mujer de a pie. Las grandes urbes, como
| 11
el conurbano bonaerense, el gran Rosario o Cór-
doba, parten desde esas conformaciones barriales
que tienen sus propias vicisitudes. Las políticas
públicas no deben quedar en manos solo de fun-
cionarios, sino –y este es un punto imprescindi-
ble– de la organización popular: los clubes de ba-
rrio, los movimientos vecinales, las iglesias, ONG,
las escuelas y las organizaciones sociales que son
las que realmente conocen el territorio y están
cerca del vecino.
Esta cuestión no es menor porque la forma de
frenar, por ejemplo, al narcodelito es que el Estado
intervenga en el barrio en las condiciones causan-
tes de esta problemática (adicciones, ausencia de
espacios verdes, deterioro de infraestructura ba-
rrial, ocupación de espacios de ocio de la juventud
y el desocupado, etc.).
En estas políticas públicas se debe ejercer un
fuerte control social, participativo, implementa-
do desde lo más profundo de la sociedad civil para
que funcione como el contrapeso del control insti-
tucional. Tal es mi mirada más amplia de cómo se
construyen políticas públicas, no para el ciudada-
no, sino con el ciudadano, que es quien mejor co-
noce la realidad de su barrio.
Resulta indispensable que los funcionarios del
próximo gobierno vivan con austeridad y volver a
poner a la honestidad en valor. Es necesario, ade-
más, construir una forma de hacer política en la
que la mirada crítica no sea rechazada, sino toma-
da como suma para superarse y ser mejores. Se de-
be rechazar la Argentina de la obediencia debida.
También requerimos de medios de comunicación
que actúen con independencia, con mirada críti-
ca y responsable. En cuanto a los medios públicos,
tienen que funcionar como medios del Estado y no
como medios del gobierno de turno.
Otra cuestión clave en la Argentina que viene
es cómo nos vamos a parar en el contexto interna-
cional. Debemos dejar de lado los ideologismos y
tener una política exterior inteligente, racional y
que básicamente se centre en un aspecto: defen-
der los intereses nacionales por sobre cualquier
bandería política. Tener una mirada estratégica
que vaya más allá de un gobierno.
En cuanto a la política interna es necesaria una
coalición mucho más amplia, cuyo principal desa-
fío sea sentar en la misma mesa a los trabajadores,
a los empresarios, a las iglesias, al sector agrope-
cuario y a las organizaciones de la sociedad civil.
Tenemos que empezar a reconocernos como parte
de una misma Argentina.
Alberto Fernández y Cristina Fernández han si-
do muy claros en estas cuestiones y es por eso que
representan el sentido común que nuestro pueblo
ha elegido transitar en esta etapa. Veo con entu-
siasmo, además, la decisión de construir un país
genuinamente federal.
Reconstruir Argentina nos va a llevar tiempo,
no va a ser de un día para otro, ni siquiera de un
año para otro. El desafío que viene es enorme, pero
existe una sola realidad a tener en cuenta: al país lo
salvamos entre todos o no lo salva nadie. g
*Dirigente del Frente de Todos.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 12 |
Federico Hurtado, Dormir la calle (fragmento), 2018 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)
El impacto de las nuevas tecnologías sobre el trabajo y la salud
obliga a repensar la seguridad social. Pero hay que desterrar
los prejuicios interesados. Toda reforma debe reafirmar los
principios de solidaridad, redistribución e igualdad.
Discutir la seguridad social
Cuánto cuesta
la solidaridad
P
por Luana Volnovich*
arece haber un consenso entre muchos
economistas y periodistas que habitan
los paneles de la televisión argentina.
Cada noche, como una letanía, dejan
caer su verdad: “Hay que reformar el
sistema previsional”. Algunos, más
afectos a la metáfora, hablan de la necesidad de enca-
rar una “cirugía mayor”.
Entiendo que hay al menos dos problemas en este
tipo de enunciados. El primero, sobre el supuesto con-
senso que señala esa necesidad como algo inevitable.
La historia indica que la naturalización forzosa de de-
terminadas necesidades económico-sociales obedece
más a una estrategia de reproducción de sentidos que
a verdades absolutas. Un verdadero debate debería
empezar por dejar de ocultar motivaciones determi-
nadas bajo la forma de imperativos axiomáticos.
Probablemente sea cierto que la seguridad so-
cial deba repensarse tras el impacto de las nuevas
tecnologías que han cambiado patrones de trabajo,
consumo, estilo de vida y aspectos de la salud; sin
embargo, los precursores de las reformas de sus-
tentabilidad tienden a replicar la voz de un sector
afecto a los experimentos neoliberales cuya obse-
sión principal es que “cierren los números” (si es
necesario, con la gente afuera).
El segundo de los problemas obedece a una dis-
cusión negada por esos sectores, y que tiene que ver
con las concepciones ideológicas y de programa que
Dossier
El país de
Alberto
Fernández
existen sobre la seguridad social y sobre los valores
que subyacen a una política pública.
Lo primero que hay que tomar en cuenta es có-
mo se inserta nuestro país en la discusión global so-
bre la seguridad social. Argentina tiene un modelo
bastante excepcional. En principio tiene el honor
de ser el único país en el mundo que pudo –median-
te la estatización de las AFJP en 2008– “volver” de
un sistema de capitalización individual. Además,
ha llevado adelante un plan de inclusión previsio-
nal excepcional, una verdadera reparación históri-
ca para millones de trabajadores que, debido a las
políticas de flexibilización de los 90, se habían que-
dado sin aportes; fue además la primera vez en la
historia de nuestro país en que se reconoció el tra-
bajo de las mujeres dentro del hogar, con las jubila-
ciones de amas de casa (1), y que conformó a su vez
un vasto sistema de protección social para sus niños
con la Asignación Universal.
Lo segundo a tener en cuenta es que Argentina
cuenta con 34,5% de trabajo no registrado y que
Mauricio Macri deja una herencia de 5 millones de
nuevos pobres y una tasa de desempleo de más del
10%. Esto nos obliga a pensar una seguridad social
de emergencia que se enfrenta a una disyuntiva, la
cual podría simplificarse –a fines pedagógicos– de
la siguiente manera: le damos la espalda a esta rea-
lidad y millones de argentinos sin aportes viven sus
últimos años sin ingresos, o aceptamos la carga so-
Edición 244 | octubre 2019
cial de forma solidaria sosteniendo una seguridad
social que incluya a todos.
A esto habrá que agregar la compleja coyuntura
actual: la ANSES se encuentra en una situación fi-
nanciera grave, ha dejado de percibir fuentes de fi-
nanciamiento impositivo y ha sufrido una pérdida
de los aportes y contribuciones por la merma de la
actividad laboral. Además, el Fondo de Garantía de
Sustentabilidad es la mitad de lo que era hace 4 años.
La triste paradoja es que los que han instalado la dis-
cusión de la sustentabilidad de la Seguridad Social
son los mismos que mediante reformas tributarias y
condiciones macroeconómicas han atentado contra
la sustentabilidad del sistema público. La receta clá-
sica: destruir lo público como forma de preparar el
terreno para la privatización, las AFJP .
Para reflexionar sobre el financiamiento de la se-
guridad debemos, antes, desterrar algunas premisas.
La primera es que la seguridad social se sostiene úni-
camente con el aporte de sectores medios y altos en
favor de los más pobres. Como señala Miguel Fernán-
dez Pastor, si se analiza la matriz tributaria argentina,
el Estado subsidia más a los ricos que a los pobres, bas-
ta cotejar las exenciones por impuesto a las ganancias
y el sistema de asignaciones familiares para ver quié-
nes resultan más favorecidos (2).
Tampoco debemos encarar el debate reproducien-
do distorsiones respecto de las moratorias previsiona-
les. ¿Acaso las empresas no acceden a planes de pagos
para regularizar sus deudas? Cuando un argentino ac-
cede a un plan de pagos para pagar la deuda de su pa-
tente, ¿se siente parte de “los planeros”? ¿Por qué en-
tonces no podrían regularizar sus deudas quienes tra-
bajaron de modo no registrado o en tareas no remune-
radas, y acceder así al derecho de jubilarse? ¿El subsi-
dio es bueno o malo? ¿Para algunos sí y para otros no?
Un derecho humano
Los derechos vinculados a la seguridad social no son
costos, pero cuestan: hay que asumir que los derechos
sociales implican erogaciones y que es una obligación
colectiva financiarlos. No es necesario recurrir a los
tratados de derechos humanos para saberlo; está en
nuestra Constitución desde hace más de medio siglo,
en el Artículo 14 bis. La seguridad social es un derecho
humano y debe garantizarse, como se garantiza el de-
recho a la propiedad individual, o el derecho a transi-
tar libremente, o a expresar nuestras ideas.
La seguridad social como derecho humano debe ci-
mentarse sobre principios concretos: la universalidad
en cuanto al acceso y la exigibilidad de un piso míni-
mo y estable; la solidaridad inter e intrageneracional,
y de redistribución de la riqueza en forma horizontal
y vertical; la no discriminación; y, por supuesto, la sos-
tenibilidad financiera a mediano y largo plazo. Aquí se
trata de la igualdad no sólo en el punto de partida, sino
más bien en el punto de llegada, estableciendo un trato
especial para los más desfavorecidos y un aporte ma-
yor de parte de quienes resultaron victoriosos en una
economía capitalista como la nuestra.
Esta es la verdadera justicia social. Lula lo resumió
de modo magistral hace algunos años: “Una madre con
10 hijos nunca permitiría que uno de ellos tuviera más
que otros, porque si hay un pedazo de carne lo divide
entre los 10, pero si uno de ellos es más débil, ella lo va a
cuidar con más cariño”. Como esa madre que adminis-
tra con amor los cuidados de acuerdo a las necesidades
de cada uno de sus hijos, el Estado debe poner igualdad
allí donde el “mercado” desiguala, y fortalecer la con-
ciencia solidaria de sus habitantes, porque sabemos
que la realización y la felicidad de cada uno no estarían
completas sin la realización de todos, todas, todes. g
1. Apenas el 14% de las mujeres se jubilan con 30 años de aportes hoy
en Argentina, lo que significa que la eliminación de las moratorias que
llevó adelante Mauricio Macri es un retroceso en materia de seguridad
social pero también una tragedia en materia de derechos de las mujeres.
2. Miguel Fernández Pastor, “Planes sociales, mitos y
verdades”, El Cohete a la Luna, 15-9-19 (https://www.
elcohetealaluna.com/planes-sociales-mitos-y-verdades/).
*Politóloga, especialista en seguridad social, diputada nacional y
candidata del Frente de Todos por la provincia de Buenos Aires.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Economía popular y trabajo digno
por Lucila De Ponti*
“
No fue la virtud sino la necesidad la que nos llevó a
juntar cartones, recuperar fábricas, defender nues-
tra tierra, abrir mercados populares, producir arte-
sanías, pelear por programas sociales, crear miles de
cooperativas.” Estas líneas forman parte del mani-
fiesto fundacional de la CTEP, difundido por prime-
ra vez en 2011 en el Teatro Verdi. En principio, de manera ex-
plícita, refiere a una condición antes que a una elección en la
configuración del sujeto social. En línea con las imágenes de
esta frase inicial podemos decir que el concepto de economía
popular alude a quienes, excluidos de la relación salarial for-
mal, decidieron, sin más opción, inventarse su propio traba-
jo. Por tanto, es efecto y resultado de las sucesivas reconfigu-
raciones del modelo capitalista y de las consecuentes trans-
formaciones que estas dinámicas económicas produjeron en
la estructura social, en el mundo del trabajo, en el modelo
productivo. Sin embargo, la economía popular, que emerge
de determinadas condiciones materiales –específicamente
el desempleo estructural– es al mismo tiempo un proyecto
político y una decisión de resistencia.
A nadie escapa que la reconversión permanente del capi-
talismo a nivel global ha estado orientada hacia el aumento
incesante en los niveles de productividad, las tasas de ganan-
cia y la concentración de la riqueza, siendo la otra cara de es-
tos procesos la configuración de modelos de organización de
la producción y el trabajo de carácter restrictivo, orientados
a la minimización de costos en pos de la maximización de la
renta, con salarios bajos y formas laborales precarias y flexi-
bilizadas, cristalizando un aumento incesante en los niveles
de desigualdad, todo lo cual nos trajo al mundo de la econo-
mía del 1% multimillonario por un lado y miles de millones
de personas con necesidades básicas insatisfechas por otro.
Asistimos desde hace décadas a una tendencia de largo
plazo en el estrechamiento de la sociedad salarial–el tipo de
configuración social en la cual el salario es la relación laboral
dominante, entendiendo al empleo asalariado como el tipo
Ideas para un nuevo contrato social
por Daniel Arroyo*
¿
Es posible poner en marcha en Argentina un modelo
de desarrollo igualitario? ¿Cómo podría lograrse un
equilibrio entre la necesaria y urgente protección del
mercado interno con la inserción de la producción
nacional en un escenario mundial cada vez más glo-
balizado? ¿Tenemos chances reales de generar mecanismos
de movilidad social que valoren los méritos colectivos y no tan
solo los esfuerzos individuales? ¿Qué ejes deberían integrar el
nuevo contrato social que requiere nuestro país?Las respues-
tas a estas preguntas parecen lejanas ante la emergencia ali-
mentaria que estamos viviendo en los últimos meses. Queda
claro que hacen falta medidas urgentes, que resuelvan con ra-
pidez –y a escala masiva– los problemas de hambre y la caída
social que sufre una vasta mayoría de argentinas y argentinos.
Y, sin embargo, esa batería de estrategias de corto plazo debe
también poner el foco en los problemas de fondo que nuestro
país viene arrastrando desde hace ya varias décadas.
Si se lograra cierta reactivación económica sostenida, o
si los precios de los commodities tuvieran una fuerte alza en
los mercados globales, sin duda los indicadores de pobreza
deberían caer unos diez o quinces puntos con relativa rapi-
dez. Aun así, luego veríamos un amesetamiento de esas me-
joras sociales y no lograríamos una verdadera inclusión de
aquellos sectores que viven en condiciones de pobreza es-
tructural, que se transmiten en muchas familias desde hace
tres o cuatro generaciones.
Queda claro, entonces, que no se puede repetir las re-
cetas del pasado, que hacen falta ideas nuevas y de alcance
masivo, acordes a esos desafíos estructurales que presenta
nuestro actual modelo de crecimiento. Somos competitivos
a escala global en soja, petróleo y minería. Pero ese esque-
ma deja afuera a veinte millones de personas.
Comer tiene que ser barato en Argentina. Es un punto
clave del nuevo contrato social que debemos acordar todos
de inscripción que garantiza la estabilidad y los derechos ex-
tendidos de la protección social– y la presencia de cantida-
des mayores de población excedente para el proceso produc-
tivo hegemónico. Esta etapa del capitalismo –financiarizado,
transnacional, monopólico, de economías digitales y trabajo
flexible– representa una reconfiguración de carácter perma-
nente en los sectores populares o en la clase trabajadora. Sin
embargo, la exclusión que millones de personas experimen-
tan con respecto a la relación salarial formal no significa que
esto los ubique “por fuera” de la sociedad, sino que cristaliza
al interior de la misma una posición subalterna inscripta en
un continuo de jerarquías sociales en un contexto altamente
desigual. Quienes han pensado la consolidación y crisis de la
sociedad salarial han elaborado distintos conceptos y cate-
gorías para abordar la fragmentación del mundo del trabajo
según el prisma teórico desde el cual se mire.
En río revuelto una certeza va decantando: estamos ante
una forma de vida y de trabajo no transitoria, el proceso in-
dustrial va perdiendo su capacidad de absorción laboral, esta
etapa del capitalismo salvaje no tiene intenciones de gene-
rar empleo y la tendencia se profundiza. Pero en simultáneo,
ganando en conciencia y apropiación del proyecto político
de la economía popular, estos trabajadores y trabajadoras
ya no buscan ser absorbidos sino que pretenden, con justi-
cia, ser reconocidos. Ante la deficiencia de otros paradigmas
para abordar la nueva cuestión social, intentando eludir el
análisis de procesos sociales actuales a la luz de marcos con-
ceptuales anacrónicos, el planteo de la economía popular
emerge como una economía de resistencia, un pensamiento
situado que se inscribe en una perspectiva de derechos, rei-
vindicando fundamentalmente el derecho al trabajo digno
frente a la operación cultural del neoliberalismo que busca
responsabilizar al individuo por su propia protección y por
los costos de la misma, así como por su posición relativa en
la jerarquía social, es decir que el pobre es pobre porque quie-
re, porque sus incapacidades lo han hecho pobre. Frente a
los actores políticos, sociales y económicos. No puede estar
en discusión, porque no es lo mismo comer o no comer, los
problemas de alimentación causan daños muy difíciles de
reparar en nuestras niñas, niños y adolescentes. Debemos
bajar el costo de los alimentos que integran la canasta bá-
sica, a través de una ley de góndolas que ponga freno a los
oligopolios e impulse a los productores regionales. Es ne-
cesario fortalecer la economía social y popular y la agricul-
tura familiar, porque son quienes producen los alimentos
frescos y sanos que consumimos. Hay que facilitar el acceso
al crédito con tasas bajas y pensar estrategias innovadoras,
que estimulen la creación de puntos de venta que pongan
en relación directa a productores y consumidores. Debe-
mos pensar un plan de articulación científico-tecnológico
para la economía social, por medio del financiamiento de
investigaciones aplicadas y en territorio. Para estos pro-
ductores representaría un gran salto de calidad la genera-
ción de marcas colectivas y la puesta en marcha de meca-
nismos de certificación de calidad.
Debemos avanzar hacia un nuevo modelo de escuela pa-
ra el siglo XXI. Pensar una Argentina integrada debe tener
como prioridad garantizar la educación inicial desde los
tres años, con inclusión digital temprana. Hay que ampliar
las vacantes en todo el país y extender la jornada escolar,
porque en ambos aspectos se observan fuertes brechas geo-
gráficas y sociales. Nos debemos una reforma profunda de
la escuela secundaria, que pase del viejo modelo enciclo-
pedista a un esquema vinculado al mundo del trabajo y las
nuevas tecnologías. Por las fuertes desigualdades sociales,
no sólo se trata de garantizar y expandir el acceso al nivel
medio y a las universidades: es fundamental lograr la con-
tinuidad durante todo el ciclo de aprendizaje. Por eso, pro-
ponemos un Programa Nacional de Tutores, que acerque el
Estado a las casas y los barrios donde viven las niñas, niños
| 13
esto, la economía popular con toda su politicidad se aferra a
la reivindicación del derecho al trabajo digno atándolo a la
deuda de la sociedad con los sectores populares, historizan-
do esta deuda y recuperando la posibilidad de construir una
economía política que intente disciplinar al capital. Lo hace
desde una lógica de recolectivización, construyendo insti-
tuciones colectivas que le permitan reivindicarse a sí mis-
ma como una nueva forma de organización del trabajo, re-
clamando en primer término su reconocimiento en tanto tal
y la valorización material y social de su trabajo. Pensar que
es posible una institucionalidad que enmarque estas formas
de trabajo en la inscripción al pleno acceso a los derechos so-
ciales que estructuran las dinámicas de integración es parte
de los desafíos para la construcción de una sociedad igua-
litaria, donde la distribución del ingreso sea más justa pero
que fundamentalmente permita recuperar la universalidad
del trabajo en su dimensión de ordenador social, avanzando
desde las políticas sociales de transferencia de ingresos ha-
cia la acreencia activa de derechos. Pasar de la asistencia a
las políticas de creación de empleo implica asumir la idea de
que las formas del trabajo que fueron propias de un determi-
nado tipo de configuración social no van a reproducirse de
manera idéntica y en la misma dimensión en que fueron des-
truidas, al menos en este tiempo. Implica asumir que la crea-
ción de empleo es también dignificar formas del trabajo que,
aunque hoy no se asuman como tal, representan la posibili-
dad de producción y reproducción para amplios segmentos
sociales, y que al mismo tiempo están insertas en cadenas de
valor pero invisibilizadas, en el régimen fiscal pero subordi-
nadas, en el sistema financiero pero sobrexplotadas, y que es
allí donde el derecho debe emerger para aportar justicia. g
*Politóloga, diputada nacional por Santa Fe del Movimiento Evita.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
y adolescentes, y los busquen, los acompañen y ayuden a su
inclusión educativa.
Hoy el desempleo afecta a casi un treinta por ciento de
los jóvenes y, aun en tasas más altas, a las mujeres jóvenes.
Es hora de preguntarnos cuáles son los sectores económi-
cos socialmente relevantes, porque generan puestos de tra-
bajo de manera expansiva. Hay que cuidar la industria tex-
til, la construcción, la metalmecánica, el turismo. Implica
también instrumentar políticas de cuidado, que generen
empleos de proximidad.
Debemos crear un nuevo mecanismo para que las y los jó-
venes logren entrar al mundo laboral. La cultura del trabajo
se garantiza creando trabajos formales con todos los benefi-
cios de la seguridad social. Hace falta un plan que garantice
el derecho al primer empleo joven, brindando información
sobre la oferta y la demanda de trabajo, ofreciendo forma-
ción laboral y estableciendo exenciones impositivas a las
empresas que generen empleos formales para estos sectores.
Estos aportes para un nuevo contrato social implican asu-
mir las heterogeneidades y complejidades de nuestra socie-
dad. También requieren de un nuevo modelo político, en el
que dejemos atrás las grietas políticas para avanzar en la re-
solución de las brechas sociales. Debemos seguir dando todos
los debates que haya que dar y enriquecernos con la puesta en
común de nuestros diversos puntos de vista, pero debemos
lograr acuerdos básicos acerca de qué país queremos para las
próximas décadas. A 36 años del retorno de la democracia, es
tiempo de sentar las bases de un modelo de desarrollo que ge-
nere un horizonte de futuro más igualitario y más justo para
nuestras hijas, hijos y nietos. g
*Diputado nacional. Ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 14 |
Federico Hurtado, sin título (fragmento), 2019 (Instagram: @federicohurtado2017/Facebook: Federico Hurtado)
La democratización y la mejora de la educación, así como
el fortalecimiento de la investigación en ciencia y tecnolo-
gía constituyen elementos centrales en la construcción de
un país más inclusivo.
Para un nuevo modelo de desarrollo
Una educación
de calidad
por Daniel Filmus*
E
l gobierno que asumirá el próximo 10
de diciembre propondrá un modelo
de desarrollo que exigirá profun-
dos cambios en el sistema educati-
vo. La educación, en ese nuevo mo-
delo, debe ser concebida como pilar
de la construcción de una sociedad más igualitaria,
sustentada en la posibilidad de agregar valor a par-
tir del trabajo de calidad y la capacidad de creación
e innovación científico-tecnológicas. A diferencia
del esquema primario-exportador y de especula-
ción financiera llevado adelante en los últimos años
–que no requirió de una población altamente califi-
cada para integrarse a los procesos productivos y a la
ciudadanía plena– el nuevo proyecto de país exigi-
rá colocar en un lugar central una educación de ca-
lidad para todos/as. No se tratará únicamente de un
gobierno que apoye la educación, sino de un modelo
de desarrollo y progreso apoyado en la educación, la
ciencia y la tecnología.
Sin embargo, la gestión que asuma el 10 de di-
ciembre deberá enfrentar dos desafíos al mismo
tiempo. Por un lado, atender en forma inmediata en
el ámbito educativo las urgencias propias de la pro-
funda crisis social que deja el gobierno de Cambie-
mos. Simultáneamente, comenzar a acordar con los
Dossier
El país de
Alberto
Fernández
distintos actores educativos, políticos y sociales pa-
ra elaborar e implementar las transformaciones que
exige la construcción de un sistema educativo demo-
crático y de calidad.
Entre las urgencias a tener en cuenta parece evi-
dente que, este próximo verano, las escuelas debe-
rán jugar un rol activo en la atención alimentaria de
cientos de miles de niños y niñas que deben recurrir
a ellas para mitigar el hambre. Por otro lado, debe
diseñarse un programa federal que permita resol-
ver durante el receso los más urgentes problemas de
infraestructura escolar para comenzar las clases en
condiciones de seguridad y dignidad en todo el país.
En lo que respecta a los aspectos sustantivos de
la transformación educativa, será necesario sumar la
energía y capacidad de los sectores involucrados pa-
ra llegar a acuerdos que impliquen un compromiso
a mediano y largo plazo. Los tiempos pedagógicos e
institucionales en este campo son mucho más exten-
sos que los calendarios electorales.
El principal capital con que contará el nuevo go-
bierno será el plexo normativo votado en el período
2003/15 con amplio acuerdo político en el Congreso
y elaborado a partir de un profundo y masivo debate
en el cual los y las docentes y sus sindicatos jugaron
un rol fundamental. Así como el actual gobierno se
Edición 244 | octubre 2019
apartó del cumplimiento de todas las leyes educati-
vas, el próximo deberá encontrar en sus articulados
los caminos para avanzar.
Ello implica en primer lugar recuperar la inver-
sión educativa que este gobierno disminuyó en más
de un 20% a valores constantes. Es tan necesario vol-
ver a alcanzar el 6% del PIB para la educación, co-
mo otorgar el 0,2% a la escuela técnica tal como lo
prescriben las leyes. De acuerdo a estas mismas nor-
mativas, los recursos deben dedicarse a mejorar los
salarios docentes a través de la paritaria nacional y
el fondo compensador que el gobierno de Macri ile-
galmente eliminó, y a redistribuir partidas entre las
provincias para evitar que sigan profundizándose las
desigualdades regionales.
Integrar y jerarquizar
Otra de las prioridades que se desprende de las leyes
vigentes está vinculada al cumplimiento de la obli-
gatoriedad de la sala de 4 en el nivel inicial y de la
escolaridad secundaria. Todos los estudios recientes
muestran que a partir de la aprobación de estas nor-
mas la matrícula creció en forma sostenida. Pero sin
duda uno de los grandes desafíos del futuro gobierno
será avanzar fuertemente en el logro de este objetivo.
La construcción de escuelas, la apertura de nuevas
vacantes y las transformaciones institucionales que
disminuyan la deserción en el nivel medio son algu-
nas de las acciones a implementar en esta dirección.
Pero sin lugar a dudas la meta principal de los
próximos años está vinculada a la mejora de la calidad
de la educación. No se trata sólo de que las nuevas ge-
neraciones estén escolarizadas. Es necesario que allí
adquieran los conocimientos y valores que la escuela
promete transmitir. Hoy la integración social plena al
universo del trabajo y la ciudadanía no sólo exige los
certificados educativos; principalmente requiere de
los saberes necesarios para comprender y participar
en un mundo cada vez más complejo.
Si las políticas dirigidas a cumplir la obligatorie-
dad requieren de políticas sostenidas en el tiempo, la
mejora de la calidad exige de plazos y continuidades
aun más sólidos y extendidos. Ese trabajo tendrá co-
mo eje la jerarquización de la formación, la mejora
de los salarios y las condiciones de trabajo de maes-
tros y profesores, y profundas transformaciones ins-
titucionales y pedagógicas.
En este punto también la Ley de Educación Na-
cional vigente nos plantea las estrategias que debe-
mos implementar sin demora. Me refiero a la inclu-
sión temprana de más niños/as en el nivel inicial, la
expansión de la jornada extendida en la primaria,
la universalización de la enseñanza de la segunda
lengua y la utilización de las nuevas tecnologías en
el aula, la diversificación de la carrera docente y la
transformación integral del modelo institucional de
la escuela media que termine de una vez por todas
con el “profesor taxi”, la articulación de los resulta-
dos de las evaluaciones nacionales con las mejoras
necesarias en cada escuela y la inclusión plena de la
Educación Sexual Integral (ESI). También es impe-
rioso retomar aquellos capítulos que garantizan que
la educación llegue a todos/as: la educación de adul-
tos, la intercultural-bilingüe, la rural, la que atiende a
los estudiantes con discapacidad, a quienes están en
situación de encierro, etc.
También en la Ley 26.026 están previstos los or-
ganismos participativos necesarios –que este go-
bierno no convocó– para garantizar la capacidad de
concertación entre todos los sectores que recupere
la autoridad, valoración social y participación de los
docentes.
Solo así lograremos construir un sistema educati-
vo democrático y de calidad con capacidad de incluir
a todos y todas, imprescindible –junto a un fortaleci-
do sistema científico-tecnológico– para avanzar ha-
cia una Argentina con mayor desarrollo, soberanía y
justicia social, como la que se viene a partir del próxi-
mo 10 de diciembre. g
*Sociólogo, ex ministro de Educación, Ciencia y Tecnología (2003-
2007), diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Políticas de género/políticas de Estado
por Dora Barrancos*
E
l gobierno que asumirá en diciembre debe-
rá encarar políticas de género con firmeza en
todas las dimensiones administrativas públi-
cas. A menudo a esa intervención integral se la
denomina transversalidad, pero también fre-
cuentemente hemos leído y escuchado que el propio con-
cepto puede representar una convocatoria sin mayores
consecuencias. Lo cierto es que a esta altura de las deman-
das de más derechos, como lo es el de eliminar el flagelo de
la violencia y el de decidir sobre los propios cuerpos en ma-
teria reproductiva –tan básicos como estos–, las mujeres y
las diversidades sexo-sociales exigen intervenciones enér-
gicas y sostenidas del Estado. Argentina presenta un cua-
dro de conquistas legales importantes en materia de dere-
chos femeninos y de las disidencias. No todos los países de
América Latina tienen leyes integrales contra la violencia
contra las mujeres –en algunos sólo se trata de leyes parcia-
les que especialmente ponen en foco la violencia domésti-
ca–, y del mismo modo, no todos han hecho reformas en el
Derecho Penal que modifiquen las inadecuadas conceptua-
ciones jurídicas y el régimen punitivo del pasado. Debe re-
cordarse que en Argentina se incorporó la figura del femici-
dio –aunque no se use este vocablo– maximizando la pena
a reclusión perpetua a quien matare por razones de género,
de orientación sexual, y nuestra ley agrega por odio racial.
Sin embargo, resulta imprescindible que el Estado alargue
su brazo protector con políticas preventivas de la violencia.
He aquí el nudo de la cuestión. Mientras las rutinas violen-
tas patriarcales sean el paisaje común de la interacción no
habrá solución de continuidad a las conductas violentas. Y
deseo subrayar la violencia que significa que las mujeres
no puedan decidir en materia de salud reproductiva: se im-
pone la conquista de la Ley de aborto seguro y gratuito. Te-
nemos la convicción de que la renovación parlamentaria a
partir de diciembre permitirá consagrar el fin de la clandes-
tinidad del aborto y la muerte de cientos de mujeres.
Debe comprenderse que es igualmente violento que ha-
ya perspectivas profesionales excluyentes, que la profesio-
nalidad femenina se realice sobre todo en el sector de los
servicios, en especialidades que todavía siguen siendo más
apropiadas para “el sexo”, que la enorme mayoría de las ac-
Se enciende el desarrollo cultural
por Alejandro Grimson*
L
a política cultural puede contribuir a construir nue-
vos sentidos, aportar al desarrollo económico-so-
cial con la potencialidad de las industrias culturales,
ampliar derechos culturales y potenciar el carácter
federal de Argentina en toda su diversidad.
La cultura es una condición, un medio y un objetivo del
desarrollo con justicia social.
Es una condición del desarrollo porque entre las princi-
pales variables que inciden en el funcionamiento de la eco-
nomía y la política se encuentran las dimensiones cultura-
les. Los argentinos estamos de acuerdo en muchos valores y
sentimientos. Una política cultural federal consolidará los
significados del diálogo social, el trabajo, la producción, lo
público, la democracia, la participación, las comunidades,
la moneda nacional y la justicia como cuestiones decisivas.
La cultura es clave para contribuir a encender la eco-
nomía. Es un medio para el desarrollo porque es un instru-
mento para el desarrollo económico-social y para el desa-
rrollo integral de las provincias y del país. Argentina cuen-
ta con múltiples industrias culturales. Los datos indican la
tendencia global a incrementar el porcentaje del PIB que
ocupa la cultura en cada país. Con sinergia entre lo públi-
co y lo privado, pueden generarse empleos genuinos. La
cultura es una herramienta central para luchar contra los
efectos de la exclusión y la desigualdad. Además, Argenti-
tividades transformadoras, de mayor productividad e in-
greso sigan reposando en los varones. Es necesario un Plan
Integral que constituya una inversión decidida del Estado,
cuyo valor hay que medir si se reducen drásticamente por
lo menos las muertes por razones de género, y que, como
aspiración máxima, se proponga menguar enérgicamente
las brechas ominosas en la sociedad argentina. Ese plan de-
be comprender un conjunto básico de acciones. Lo que si-
gue es apenas un punteo de lo más urgente que esperamos
encare el nuevo gobierno.
En primer lugar debe modificarse la formación docente
y la currícula del sistema educativo en los ciclos decisivos:
primario y secundario. El objetivo es conseguir una acen-
drada formación que elimine las valencias diferenciales
de género, que transfiera conocimientos desvinculados de
cualquier esencialidad sexual, que supere las característi-
cas actuales de actividades de niñas y de niños, que ultime
la larga duración de orientaciones vocacionales correspon-
dientes a cada uno de los sexos, y que derrumbe concepcio-
nes mandatarias acerca de la heterosexualidad. Desde lue-
go, significa la implantación de la Educación Sexual Inte-
gral (ESI, ley aprobada en 2006), pero no basta con su apli-
cación. Es inocua la adhesión a la ESI sin que se alteren las
prácticas idiosincráticas del sistema educativo. Se requiere
una reforma sustantiva de la concepción educativa sexista.
Otra cuestión fundamental en materia de políticas pú-
blicas es el empleo de mecanismos fiscales para promover
la actividad económica de las mujeres en áreas refractarias.
Es indispensable que haya estímulos fiscales para las em-
presas que se dispongan a aumentar la contratación de per-
sonal femenino en especialidades típicamente masculinas,
y me refiero sobre todo a la enorme mayoría de las áreas de
ingeniería, a puestos de trabajo que se han conformado a lo
largo de los tiempos excluyendo la participación de las mu-
jeres. Desde luego, necesitamos calificar en esas especiali-
dades a muchas más jóvenes para las que hay que disponer
medidas de acción positiva, como becas regulares durante
el proceso formativo. El Estado debe entenderse completa-
na tiene que recuperar y multiplicar sus capacidades de ex-
portación de bienes y servicios culturales, contribuyendo a
un desarrollo de la economía basado en la creatividad y el
conocimiento. Con producción, trabajos calificados y valor
agregado, la cultura contribuirá al ingreso de divisas.
En un contexto de transformación tecnológica y de los
consumos culturales de la población necesitamos diseñar
estrategias innovadoras para promover la producción au-
diovisual, el teatro, el libro, las artes plásticas, la música y
todas las expresiones creativas en sus más variadas formas.
Por un lado, la cultura es una herramienta de integra-
ción social. Por el otro, la producción cultural genera pro-
cesos de integración cuando es parte de una economía na-
cional que funciona. Ambas cuestiones convergen en que la
cultura es un objetivo del desarrollo entendido como reali-
zación de la vida humana en sus múltiples formas. Por eso,
es clave ampliar los derechos culturales, incluyendo el ac-
ceso, la producción y la distribución. Así, se incrementarán
los conocimientos de la sociedad, se fortalecen las colec-
tividades, ciudadanos y ciudadanas para que tengan todas
las capacidades creativas en una sociedad democrática. Se
recuperan memorias, tradiciones y se dinamiza la innova-
ción para construir un país justo.
Al promover las artes en todas sus disciplinas, valorizar
el patrimonio cultural, reconocer y fortalecer las diversida-
| 15
mente del aparato formador y del mercado para ampliar las
oportunidades laborales de las mujeres.
La tercera actuación del Estado se refiere al empeño deci-
dido en materia de cuidados. La instrucción patriarcal de res-
ponsabilidades femeninas succiona los cuerpos de las muje-
res que deben desarrollar casi todas las tareas de cuidado. Es-
tamos acercándonos cada vez más a un fenómeno inédito en
razón del aumento de la expectativa de vida: habrá seis gene-
raciones que cuidar, y parece absolutamente desquiciado que
las demandas de atención recaigan de manera casi exclusiva
en las mujeres. Los cuidados deben ser cuestión pública, de-
ben salir de la esfera de “asunto privado”. Se requiere pericia y
profesionalidad rentada, y hay que superar la noción de traba-
jo no calificado que suele arraigar en el sentido común.
En esta breve orientación acerca de la gobernanza que vie-
ne, debe pensarse en un nuevo organismo para el tratamiento
de las violencias de género habituales que no constituyen deli-
tos, sino que representan fenómenos que pueden constituir con-
ductas graves si se incrementan. Se trata de un instituto público
diferenciado del Poder Judicial; no toda violencia es judiciali-
zable y es muy recomendable que no lo sea debido a la paradó-
jica mayor victimización que suele acarrear. Proponemos su
probable vinculación con el Ministerio Público Fiscal o seme-
jante, y debe integrarse con especialistas y con representación
de las organizaciones de mujeres de las propias comunidades.
El objetivo es resolver en tiempo y forma las situaciones de al-
ta conflictividad en las relaciones de género, con actuaciones
reeducativas y posibilidad de aplicar fórmulas cercanas a la
probation.
Estas cuatro cuestiones entrañan un desafío inexcusable
para el gobierno que el voto de la ciudadanía coloque al frente
de Argentina en diciembre. Y apostamos a que se consagren
como políticas de Estado las destinadas a conquistar equidad
de género, circunstancia angular del sistema democrático. g
*Candidata a Senadora por el Frente de Todos en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
des culturales del país, puede desplegarse una articulación
virtuosa con el fomento del turismo nacional e interna-
cional. Las experiencias internacionales muestran que las
fuentes de recursos que se generan a través de la sinergia de
la actividad turística con las experiencias artísticas, patri-
moniales y culturales pueden potenciar las economías re-
gionales y locales, fortaleciendo diferentes zonas del país.
Argentina puede repensarse desde sus diversidades te-
rritoriales, étnicas, lingüísticas y religiosas fortaleciendo
los sentimientos de pertenencia a la comunidad y los lazos
solidarios, cruciales en esta situación de crisis. Potenciar
nuestras múltiples tradiciones creativas fortalecerá la par-
ticipación, el conocimiento y la democracia.
La política cultural vinculará intensamente a Argen-
tina con diferentes regiones del mundo y, en particular,
con América Latina. Los organismos de cultura necesitan
trabajar articuladamente con todas las áreas del Estado.
Potenciar la colaboración con las 23 provincias y la Capi-
tal, aprovechando que existen trabajadores de la cultura
con experiencia y formación, tanto en el ámbito público
como privado. g
*Antropólogo (UNSAM-CONICET). Su último libro es ¿Qué es el peronismo?,
Siglo XXI, 2019.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
16 |
En muchos países Jeffrey Epstein hubiera ido preso en 2007 cuando
se conoció su implicación en una red de tráfico de menores. No así
en Estados Unidos, donde recibió una pena irrisoria. Su proceso
judicial echa luz sobre un sistema penal favorable a los poderosos.
Las debilidades de la justicia estadounidense
Lo que revela
el caso Epstein
por Francis Pryer*
E
l escritor Gore Vidal decía
que el novelista neoyorquino
Louis Auchincloss era “el úni-
co que cuenta cómo los prínci-
pes que nos gobiernan se com-
portan dentro de sus bancos, salas de au-
diencia, sus estudios jurídicos y clubes”.
Quizás esta sea una de las funciones de la
novela, y no la menos importante: deve-
lar un grotesco que de otra manera resul-
taría intolerable. ¿Pero quién ignora que
los poderosos tienen sus propios códigos
y costumbres, y que tanto el poder como
la justicia se muestran más severos con
algunos que con otros? En este sentido,
el caso de Jeffrey Epstein, el multimillo-
nario acusado de tráfico de menores que
se suicidó en su celda el 10 de agosto de
2019, representa mucho más que un es-
cándalo sexual: es un caso paradigmático
que evidencia los vacíos legales de la jus-
ticia penal estadounidense.
Epstein, figura que se codeaba con la
élite de Florida –Donald Trump declaró
que lo conocía “como todo el mundo en
Palm Beach”–, hizo fortuna manejando
los activos de multimillonarios. Ya sea en
su residencia de Nueva York, una de las
más grandes de la ciudad, o en sus man-
siones de Palm Beach, Santa Fe y las Islas
Vírgenes, Epstein aparecía junto a estre-
llas del espectáculo (los actores Kevin
Spacey y Chris Tucker, la publicista Pe-
ggy Siegal…), y periodistas de televisión
(Charlie Rose, Barbara Walters, Mike
Wallace…). Pero también se mostraba
junto a hombres de poder de toda índole,
como el ex presidente William Clinton,
quien lo habría acompañado en numero-
sos viajes, el príncipe Andrew de York o
incluso el ex Primer Ministro israelí Ehud
Barak –sin olvidar, por supuesto, una es-
trella de televisión que pronto aterrizaría
en la Casa Blanca–.
Todos declaraban estar fascinados por
la singular inteligencia de este hombre
surgido de la nada, que logró llegar a la ci-
ma sin un solo diploma a cuestas. Epstein,
a quien le gustaba definirse como inte-
lectual, realizó generosas donaciones a la
Gustavo Cimadoro (cima-cima-doro.tumblr.com)
Universidad de Harvard y a otras insti-
tuciones. Amigo de Larry Summers –ex
secretario del Tesoro del primer man-
datario Bill Clinton devenido presiden-
te de Harvard, y luego asesor económi-
co de Barack Obama–, así como de varios
premios Nobel y del profesor de Derecho
Alan Dershowitz (1), financió también
varios programas de investigación, por lo
que se podría decir que “coleccionaba” a
los científicos.
Su predilección por las jóvenes se hizo
conocida desde principios del 2000; en
aquel momento, la prensa sensacionalista
bautizó su avión privado como el “Lolita
Express”. En 2002, Trump le confiaba a
un periodista: “Conozco a Jeff desde hace
15 años. Es un gran tipo. Me divierto mu-
cho con él. Dicen que le gustan las mujeres
hermosas igual que a mí, y muchas entran
más bien en la categoría ‘jóvenes’. No hay
duda de que le gusta la vida social”.
Cinco años más tarde, Epstein fue acu-
sado de crear una compleja red de tráfi-
co de menores, en su mayoría proceden-
Edición 244 | octubre 2019
tes de sectores sociales desfavorecidos.
Mientras se exponía a una sentencia de
cadena perpetua, el empresario hizo un
acuerdo secreto con los fiscales federales
de Florida. Se trataba de un acuerdo de no
enjuiciamiento (non-prosecution agree-
ment) que le permitía hacer frente a car-
gos de menor gravedad –un procedimien-
to totalmente legal–. En 2008, Epstein se
declaró culpable de “prostitución de me-
nores” (menos grave que “tráfico de me-
nores”) y negoció una pena de 14 meses,
así como la inmunidad judicial para sus
cómplices. Cumplió su condena en condi-
ciones sumamente favorables, y hasta se
le otorgó el derecho de ir a su oficina seis
días a la semana. Ninguna de sus víctimas
fue notificada del acuerdo con la fiscalía, a
pesar de que una ley así lo impone.
Fiscales superpoderosos
En un Estado como el de Florida, co-
nocido por su rigor en materia de deli-
tos sexuales, la indulgencia que recibió
Epstein no deja de sorprender. Para en-
tenderla, hay que considerar una parti-
cularidad de la justicia penal estadouni-
dense: el rol preponderante del fiscal. En
teoría, en este sistema, que posee una de
las tasas de encarcelamiento más altas del
mundo (700 presos por cada 100.000 ha-
bitantes), el procedimiento penal se basa
en una confrontación entre los poderes
públicos, representados por un fiscal, y
el acusado, representado por un abogado.
Durante el juicio, el juez se pronuncia so-
bre las cuestiones de derecho y el jurado
sobre las cuestiones de hecho. Sin embar-
go, ambos se limitan a los hechos y a los ar-
gumentos jurídicos presentados por am-
bas partes. Dicho de otro modo: en gene-
ral, el juez no tiene facultades de investi-
gación independientes; corresponde a las
partes proporcionarle los elementos que
podrán ser tomados en consideración.
La simetría entre fiscal y abogado es
principalmente teórica. En la práctica, es
el fiscal el que define los cargos y tiene to-
das las cartas en la mano. Dispone de los
grandes medios del Estado y controla el
desarrollo del proceso gracias a su “poder
discrecional” (prosecutorial discretion).
Frente a hechos similares, puede deter-
minar cargos diferentes, dando lugar a
penas más o menos graves. También pue-
de decidir no enjuiciar a un acusado cuan-
do responda a un “interés general”. Por su
parte, el abogado del acusado es en gene-
ral un abogado de oficio aturdido que só-
lo pudo pasar unos minutos a solas con su
cliente antes de enfrentarse al fiscal para
iniciar las negociaciones. No hay datos a
nivel federal, pero las pruebas reveladas
por un juez en dos condados del Estado de
Washington demostraron que los aboga-
dos de oficio destinan, en promedio, me-
nos de una hora a cada caso (2). Se sabe,
además, que aproximadamente el 80% de
las personas acusadas de delitos punibles
con pena de prisión de más de un año vi-
ven en la pobreza.
Es esta misma lógica de confronta-
ción la que justifica el famoso principio
de “delación premiada” o “arrepentido”
(plea bargaining) (3): si el acusado acepta
declararse culpable de un determinado
delito (es decir, no recurrir a su derecho
al debido proceso) y colaborar con el fis-
cal (brindando testimonio en otro juicio,
por ejemplo), éste puede comprometer-
se a reducir la pena. Es muy raro que los
jueces se opongan, aun teniendo el po-
der de hacerlo, a este tipo de arreglo, que
ofrece la ventaja de evitar un juicio –y sus
costos correspondientes–. El acusado,
por su parte, también puede rechazar los
términos del acuerdo que le propone el
fiscal, pero en este caso corre el riesgo de
ser llevado ante un tribunal y ser conde-

nado a una pena a veces más severa. Es
el precio del derecho al debido proceso o
trial penalty (4).
Para los acusados, la elección no es
en realidad una opción. La mayoría de
las condenas (más del 95%) resultan de
un acuerdo en virtud del cual el acusa-
do acepta declararse culpable (5). Para el
juez de la Corte Suprema Anthony Ken-
nedy: “La transferencia del poder discre-
cional, en materia de condena, de un juez
a un fiscal, a menudo unos pocos años ma-
yor que el acusado, es un error (…). Otor-
ga poder de decisión al fiscal sin que éste
haya sido formado para ello y se lo quita
al juez, actor del sistema con mayor capa-
cidad para ejercerlo de manera abierta,
transparente y razonable”(6).
De hecho, las prerrogativas exorbitan-
tes de los fiscales dan lugar a prácticas que
con frecuencia conmocionan a cualquier
observador extranjero: conferencias de
prensa incendiarias, competencia feroz
por la obtención del puesto, concursos
sórdidos, como en Tennessee, donde el
fiscal más severo se lleva el “premio del
martillo”… Por no hablar de las humilla-
ciones que sufren los acusados, fotogra-
fiados sistemáticamente durante su de-
tención. Estas imágenes, que la policía y
los fiscales consideran de interés público,
pueden ser utilizadas por terceros y pu-
blicadas online, violando la presunción de
inocencia. En muchos Estados, ciertas pá-
ginas de internet están autorizadas a re-
clamar dinero a aquel acusado que exigie-
ra retirar su fotografía.
Además, los fiscales más destacados
tienen la oportunidad de hacer carreras
muy lucrativas en prestigiosos estudios
jurídicos. Este fenómeno de puerta gi-
La mejor oportunidad
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aceptado y los clientes están dispuestos
a pagar cualquier precio para conseguir
los servicios de un abogado que domine
todos los arcanos del sistema. Si bien las
normas deontológicas prohíben que estos
abogados reconvertidos trabajen en casos
que hayan seguido siendo fiscales, nada
les impide implicarse en otros casos que
signifiquen rencontrarse con sus viejos
colegas quienes, a veces, les deben su ca-
rrera (7). Por otra parte, la puerta giratoria
funciona en ambas direcciones: muchos
Más del 95% de las
condenas resultan
de un acuerdo en
virtud del cual el
acusado acepta
declararse culpable.
fiscales federales comenzaron en algún
estudio jurídico prestigioso.
Promiscuidad
Este telón de fondo esclarece el caso
Epstein. En 2007, el empresario se en-
frenta a graves acusaciones. El fiscal que
investiga el caso se llama Alexander Acos-
ta, un ex alto funcionario nombrado por el
presidente republicano George W. Bush.
Epstein suma a su equipo de abogados a
Kenneth Starr, quien había investigado
siendo fiscal a William Clinton en el ca-
El Atlas de la Argentina
Promoción válida sólo para residentes en Argentina
so Monica Lewinsky. Se rodea también
de Alan Dershowitz y de otros abogados,
muchos de los cuales, como Starr, pasaron
por el estudio Kirkland & Ellis, firma que
cuenta entre sus viejos colaboradores con
Alexander Acosta. Por supuesto que esto
no puede influenciar demasiado...
Para justificar el trato preferencial que
recibió Epstein, Acosta alegó la presión in-
soportable que los abogados del acusado
ejercieron sobre su equipo. Estos incluso
habrían contratado a detectives privados
para investigar las conductas de los fiscales
con el fin de manchar su reputación –una
práctica que manifiesta toda su ironía–.
Como revela un artículo de The Miami
Herald (8) diez años después de los hechos:
a los fiscales los superó (e impresionó) el
poder de Epstein. Los correos electróni-
cos hallados por la periodista dan cuenta
de la inmensa deferencia que mostraban
hacia los abogados defensores, contraria-
mente a lo que vive la mayoría de los acu-
sados, que tienen que enfrentar a fiscales
intransigentes y encarnizados. Aunque los
abogados de Epstein se mostraron agresi-
vos, nada parece indicar que actuaran de
manera ilegal. Cuando se publicó el artí-
culo, Acosta se convirtió en secretario de
Trabajo de Trump, encargado, entre otras
responsabilidades, de reprimir el tráfico
sexual… Luego de resistir durante algunos
meses, Acosta cedió ante la presión públi-
ca y terminó renunciando en julio de 2019,
poco después de que el Departamento de
Justicia iniciara una investigación sobre las
condiciones de concesión del acuerdo.
El funcionamiento al menos proble-
mático de la justicia estadounidense, con
sus amiguismos, complicidades y sus pe-
queños arreglos, motivó ciertas iniciativas
Durante el mes de octubre,
quienes se suscriban a Le Monde diplomatique, edición
Cono Sur, tanto a la edición impresa como a la online,
o al archivo online, recibirán un Atlas a elección
El Atlas de la globalización
| 17
de reforma. Obama y su secretario, Eric
Holder, lo intentaron sin mucho éxito.
Luego le llegó el turno a Trump. Pero es-
ta iniciativa sólo dio lugar a medidas tími-
das que se limitaron a aliviar algunas pe-
nas, principalmente por razones de eco-
nomía fiscal, sin abordar los problemas de
fondo. A pesar de todo, detrás de estos in-
tentos fallidos se vislumbra una toma de
conciencia. Antes, hacer carrera como fis-
cal constituía una ventaja electoral inne-
gable. Aparentemente ya no es así. El pa-
sado 31 de julio, en un debate previo a las
primarias demócratas para las elecciones
presidenciales de 2020, la candidata Ka-
mala Harris tuvo que defenderse de haber
mostrado una severidad excesiva cuando
era fiscal en California. g
1. Zoe Greenberg, “How Jeffrey Epstein made himself
into a ‘Harvard Man’ “, The Boston Globe, 11-7-19.
2. Nicole Flatow, “Federal judge agrees
overworked public defender amounts to a
‘warm body and a law degree’”, Think Progress,
5 -12-13, www.thinkprogress.com
3. Véase Raphaël Kempf, “Prions pour notre
shérif et sa victoire aux élections “, Le Monde
diplomatique, París, diciembre de 2015.
4. La relación especial de Human Rights Watch, “An
offer you can’t refuse: How US federal prosecutors
force drug defendants to plead guilty”, 5-12-13. 
5. Lucian Dervan, “The injustice of the plea-bargain
system”, The Wall Street Journal, New York, 3-12-15.
6. Anthony Kennedy, discurso pronunciado en la
reunión anual del American Bar Association, 9-8-03.
7. Harvey Silvergate, “The revolving door at the
Department of Justice”, Forbes, New York, 22-6-11. 
8. Julie K. Brown, “How a future Trump Cabinet
member gave a serial sex abuser the deal of
a lifetime”, The Miami Herald, 28-11-18.
*Abogado.
Traducción: Magalí del Hoyo
DURANTE
EL MES DE
OCTUBRE
18 |
El primer tren que vuelve a China de Moscú, parte de las nuevas “Rutas de la Seda”, Shandong, 15-7-2019 (Tang Ke/Imagechina)
Convertida en una economía de mercado, China no debía ser más
que un eslabón dentro de una cadena de producción global liderada
por Estados Unidos y sus multinacionales. Pero la aceleración de su
desarrollo inquietó al establishment de Occidente. ¿Estará a tiempo
Washington de mantener su posición hegemónica mundial?
La guerra China-EE.UU., más geopolítica que comercial
¿Hacia una nueva
globalización?
por Philip S. Golub*
E
l 28 de junio de 2016, Donald
Trump pronunciaba un enfá-
tico discurso en el que anun-
ciaba el programa económi-
co y comercial internacional
que aplicaría de ser elegido. El tenor
general de sus palabras era una dura
crítica a los políticos estadounidenses,
acusados de haber “implementado una
política agresiva de globalización [que]
trasladó nuestros empleos, nuestra ri-
queza y nuestras fábricas al extranjero”,
generando la desindustrialización y la
“destrucción” de la clase media en Es-
tados Unidos. Denunciando a una “cla-
se dirigente que venera el mundialismo
antes que el americanismo”, señalaba al
Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), a la Organización
Mundial del Comercio (OMC), a las
prácticas económicas chinas y al Acuer-
do Transpacífico (TPP, por su sigla en
inglés) como las principales causas de
la decadencia del sector industrial de su
país. Inmediatamente después, anun-
ciaba que retiraría a Estados Unidos del
TPP, renegociaría el TLCAN, sanciona-
ría a China, que según él “manipulaba”
los mercados de divisas, iniciaría ac-
ciones judiciales contra sus prácticas
comerciales “desleales”, aplicaría de-
rechos aduaneros a las importaciones
provenientes de la República Popular
(RPC) y “utilizaría todas las facultades
presidenciales legítimas para resolver
las controversias comerciales [bilatera-
les]” con Pekín (1).
En ese entonces, pocos observadores
tomaron en serio ese ataque verbal con-
tra la globalización y la arquitectura ins-
titucional del comercio internacional.
Después de todo, la elección de Trump
parecía improbable. Y, en el caso de que
accediera fortuitamente al poder, el Te-
soro estadounidense y la constelación
de actores económicos que tienen im-
portantes intereses en la preservación
del “libre mercado” mundial lo harían
seguramente entrar en razones. Las ins-
tituciones de gobernanza económica y
de seguridad creadas por Estados Uni-
dos a partir de la Conferencia de Bretton
Woods, en 1944, con el objetivo de per-
petuar su posición central, pesarían en
la toma de decisiones. La voz de los seg-
mentos más internacionalizados del ca-
pitalismo estadounidense prevalecería.
Esas condiciones estructurantes per-
mitían pensar que ningún presidente,
incluso uno tan peculiar como Trump,
podría apartarse demasiado de las po-
líticas y los marcos que durante mucho
tiempo aseguraron la hegemonía de Es-
tados Unidos. Ahora bien, esas hipóte-
sis sobreestimaban el peso del capital
en la determinación de la trayectoria
del mundo, y subestimaban las poten-
cialidades políticas surgidas del ascen-
so de China, que Estados Unidos intenta
Edición 244 | octubre 2019
hoy contener activamente. Nacido de la
idea de que China “representa una gran
amenaza a largo plazo” (2), según Kiron
Skinner, directora de planificación po-
lítica en el seno del Departamento de
Estado, este esfuerzo está alterando la
naturaleza de las relaciones internacio-
nales y cambiando el curso de la globa-
lización.
La edad de oro
Después de 1991, el eje central de la po-
lítica internacional de Estados Unidos
fue la propagación en el mundo del mo-
delo estadounidense de capitalismo de
mercado. Bajo la denominación genéri-
ca de “Consenso de Washington”, el Te-
soro estadounidense y el Fondo Mone-
tario Internacional (FMI) pusieron en
marcha un programa de liberalización,
desregulación y privatización mundia-
les que fue impuesto a fines de los años
1980 y en los años 1990 a los “países en
desarrollo” endeudados, por ende, vul-
nerables, de África subsahariana y Amé-
rica Latina. Tras la crisis financiera asiá-
tica de 1997-1998, los sistemas económi-
cos de los nuevos países industrializados
(NPI) de Asia Oriental y de los países en
desarrollo de la región también fueron
cuestionados. Bajo una muy fuerte pre-
sión externa, las políticas industriales es-
tatistas y la protección de los mercados
internos dejaron lugar, en distinto grado,
a un retroceso del Estado y a una aper-
tura a las inversiones internacionales. La
campaña oficial, basada más en la coer-
ción que en la persuasión, fue impulsa-
da por las empresas multinacionales y
transnacionales, que buscaban acceder a
mercados antes cerrados.
Para ellas, la caída de la Unión Sovié-
tica había creado las condiciones de una
segunda edad de oro del capitalismo in-
ternacional, luego de la de fines del siglo
XIX, interrumpida por la violencia de
masas en el siguiente siglo. Estados Uni-
dos se había convertido en la única gran
potencia, y, en los años 1990, los objeti-
vos del Estado y los del capital coinci-
dían a un nivel excepcional. Esta confi-
guración era comparable con la simbio-
sis entre el Estado imperial y el capital
en medio de la internacionalización bri-
tánica, cuando sus respectivos objetivos
de maximización del poder y la riqueza
se unieron funcionalmente. Esta coinci-
dencia de intereses condujo al gobier-
no británico a trabajar por el capital (a
través de la fuerza o la amenaza del re-
curso a la fuerza, si fuera necesario, co-
mo en América Latina, China y Egipto).
Condujo a los inversores privados a so-
meterse dócilmente a los imperativos
estratégicos del Estado imperial cuan-
do la situación mundial lo exigía –por
ejemplo, en el caso de Rusia, donde se
les hizo entender a los inversores que
el equilibrio de las fuerzas en Europa
prevalecía sobre la ganancia–. De ma-
nera similar, el Estado estadounidense
desempeñó un papel decisivo junto a las
empresas multinacionales y los bancos
en la instauración y la difusión de la li-
beralización mundial a fines del siglo
XX. Tal como lo señala Stephen Walt,
profesor de Relaciones Internacionales
de Harvard, los dirigentes estadouni-
denses “vieron en la potencia indiscuti-
da de su disposición la ocasión de for-
jar el contexto internacional con el fin
de seguir mejorando la posición de Es-
tados Unidos y obtener mayores venta-
jas en el futuro”, induciendo “a la mayor
cantidad de países posible a adherir a su
particular visión de un orden mundial
capitalista liberal” (3).
En ese entonces, las élites políticas
y económicas estadounidenses consi-
 | 19

deraban a China una aliada antes que
una rival, y no ciertamente una amena-
za. La República Popular había hecho
causa común con Estados Unidos, a fi-
nes de los años 1960 y en los años 1970,
en torno al proyecto de contención de la
Unión Soviética. Las relaciones diplo-
máticas se establecieron el 1° de enero
de 1979 y, menos de un mes más tarde,
Deng Xiaoping emprendió una gira de
nueve días por Estados Unidos para ce-
lebrar el acontecimiento. En esa oca-
sión, según el periodista de The Guar-
dian Jonathan Steele, declaró que Chi-
na y Estados Unidos tenían “el deber
de trabajar juntos [...] [y de] unirse para
oponerse al oso polar”. Durante la cere-
monia en la Casa Blanca, la bandera roja
china flameaba con orgullo y, mientras
resonaba la tradicional salva de dieci-
nueve cañonazos, “no lejos de allí pa-
saba una furgoneta de reparto de Coca
Cola de color rojo intenso [...], símbolo
oportuno de los millones de dólares [...]
que los impacientes hombres de nego-
cios estadounidenses [esperaban] ob-
tener gracias al nuevo apetito de China
por el comercio, la tecnología y los cré-
ditos estadounidenses” (4).
En los años 1980, China inició una libe-
ralización limitada del mercado interno y
una apertura gradual a las inversiones in-
ternacionales. En 1986, solicitó su adhe-
sión al Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), precur-
sor de la OMC. Posteriormente, a comien-
zos de los años 1990, tras el derrumbe de
la Unión Soviética y una pausa de tres
años luego de las violentas protestas de
Tiananmen (1989), Deng pisó el acelera-
dor. Amplificó la reestructuración inter-
na y aceleró la internacionalización y la
integración del país en la economía mun-
dial. El correlato geopolítico de la integra-
ción económica era un acomodamiento
con Estados Unidos para evitar enfren-
tamientos susceptibles de comprometer
la transición. Esta decisión se verificó en
el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, donde China evitó poner trabas a
la acción diplomática de Estados Unidos
(5). Washington, por su parte, buscó inser-
tar a Pekín en las disciplinas instituciona-
les y comerciales de la economía mundial
EE.UU. recomienda
que se prohíba
en todo el mundo
la participación
de Huawei en la
fabricación de
infraestructura 5G.
occidental, cuyas reglas y restricciones se
fijaban en esa capital (Estados Unidos im-
puso condiciones estrictas a la admisión
de China en la OMC, que recién se efecti-
vizó el 11 de diciembre de 2001). Partiendo
del postulado de que las libertades econó-
micas y políticas estaban necesariamente
imbricadas, y actuando desde una posi-
ción de fuerza, las élites estadounidenses
estimaron poder moldear así la trayecto-
ria china en esos dos planos.
A lo largo de su apertura, China se con-
virtió en un destino cada vez más impor-
tante para las inversiones extranjeras di-
rectas (IED). Los ingresos netos fueron
de un promedio de 2.200 millones de dó-
lares por año (en dólares internacionales
corrientes) entre 1984 y 1989, de 30.800
millones de dólares por año entre 1992
y 2000, y de 170.000 millones de dólares
por año entre 2000 y 2013. Mientras que
la RPC buscaba utilizarlos para adqui-
rir tecnología y conocimiento, la mayor
parte de las inversiones estaban inicial-
mente destinadas a sectores de bajo va-
lor agregado, como el textil, o a industrias
de transformación, como el ensamblaje
de equipos eléctricos y electrónicos con
componentes fabricados fuera de China,
para empresas mundiales que poseían los
derechos de propiedad intelectual sobre
los productos. Observadores críticos, co-
mo Yasheng Huang, profesor de gestión
internacional en la MIT Sloan School of
Management, observaron entonces que
había “pocas pruebas de que los ingresos
de IED a China se materialicen en gran
medida en tecnologías duras o blandas
[...], [siendo] percibida generalmente la
brecha tecnológica entre los países inver-
sores y China como de hasta veinte años”
(6). Las ganancias de China en las cadenas
de valor eran pequeñas, mientras que las
ganancias de las empresas transnaciona-
les eran enormes. China parecía enredada
en estructuras de dependencia.
El giro estadounidense
La situación se modificó a partir de fines
de los años 2000, y hoy es sensiblemente
diferente (7). La apropiación tecnológi-
ca, exigéndoles transferencias obligato-
rias a los inversores extranjeros, y la mo-
dernización industrial intersectorial im-
pulsada por el Estado permitieron a Chi-
na avanzar regularmente en numerosos
sectores industriales, captando una parte
creciente del valor agregado. Estos avan-
ces y el peso económico y político del país
en Asia Oriental comenzaron a despertar
serias preocupaciones en Washington y
en otras capitales occidentales. En 2011,
Barack Obama anunció el “giro” de la po-
lítica estadounidense hacia Asia. Más tar-
de, en su discurso del Estado de la Unión
de 2015, declaró: “China quiere escribir
las reglas para la región del mundo de más
rápido crecimiento. ¿Por qué dejaríamos
que lo haga? Nosotros deberíamos escri-
bir esas reglas”.
Para frenar el ascenso de China, la
administración actual decidió ir mu-
cho más lejos deshaciéndose de todas
las reglas. Apoyada por el Congreso y
el aparato de seguridad nacional, pre-
senta a China como una amenaza im-
portante. Estados Unidos ve en ella a
un país enorme que se volvió demasia-
do rico, demasiado rápido –el producto
bruto interno (PBI) por habitante pasó
de 194 dólares en 1980 a 9.174 dólares
en 2015 (en dólares 2010)–. Ve un Es-
tado fuerte que fomentó y guió el de-
sarrollo de conglomerados industriales
nacionales, especialmente en las tele-
comunicaciones, el transporte maríti-
mo y los trenes de alta velocidad, y que
destina una parte creciente del PBI a la
investigación científica y técnica: más
del 2% en 2016 contra 0,6% en 1996,
cuando la ratio estadounidense es de
2,74% y la de Francia de 2,25%. Ve un
país que está modernizando su ma- d

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20 |
d rina, comprometido en una fase de
expansión económica internacional a
través de sus nuevas “Rutas de la Seda”
(Belt and Road Initiative, BRI), cuyo
componente marítimo permitió has-
ta el momento la adquisición, la cons-
trucción o la explotación de 42 puertos
en 34 países. Sabe que China sufre to-
davía un retraso cualitativo importan-
te con respecto a Estados Unidos en la
mayoría de las áreas técnicas sensibles,
pero está sumamente preocupado por
el hecho de que, al igual que Japón en
los años 1970 y a comienzos de los años
1980, está por alcanzarlo rápidamen-
te. Tal como lo señala Financial Times,
Washington “busca ahora activamente
contener el ascenso de China” (8), an-
tes de que sus esfuerzos de moderniza-
ción alcancen su madurez. John Mear-
sheimer, teórico realista, investigador
en Relaciones Internacionales y fer-
viente partidario de la contención, sos-
tiene que Estados Unidos debería ha-
cer todo para impedir el resurgimiento
chino y para que “la economía china se
desplome”, antes de que China se con-
vierta en un “Hong Kong gigante” (9).
Para ello, reduce el acceso de las im-
portaciones de origen chino al merca-
do estadounidense (guerra comercial),
excluye a las empresas chinas de los
sectores de alta tecnología donde tiene
un avance cualitativo, cuestiona las rei-
vindicaciones territoriales de Pekín en
el Mar de la China Meridional debido
a que su acceso a las islas constituiría
una “amenaza para la economía mun-
dial” (10) –según Rex Tillerson, secre-
tario de Estado estadounidense entre
febrero de 2017 y marzo de 2018–, im-
pone estrictos controles para las visas
de los estudiantes extranjeros y con-
troles de seguridad a todos los estu-
diantes chinos diplomados.
Las enérgicas medidas jurídicas y
reglamentarias tomadas por Washing-
ton contra el conglomerado de teleco-
municaciones Huawei, el mayor pro-
veedor mundial de equipos para redes
inalámbricas, constituyen los primeros
pasos decisivos en este proceso. La ad-
ministración recomienda que se prohí-
ba en todo el mundo la participación de
Huawei en la fabricación de infraestruc-
tura 5G, con resultados moderados. Ha-
ce unos meses, Canadá detuvo a Meng
Wanzhou a pedido de Estados Unidos.
La directora financiera de Huawei está
acusada de fraude bancario y conspi-
ración para cometer fraudes por haber
violado supuestamente las sanciones
estadounidenses contra Irán y robado
secretos comerciales, y está inmersa en
una batalla jurídica contra su extradi-
ción. Tal como lo observa con preocu-
pación Financial Times (20 de mayo de
2019), “la decisión estadounidense de
incluir a la estrella de las telecomuni-
caciones chinas en la lista de entidades
con las cuales las empresas estadouni-
denses sólo pueden comerciar si obtie-
nen una licencia gubernamental marca
un momento crucial para la industria
tecnológica mundial. Es el comienzo de
una Guerra Fría entre Estados Unidos
y China [...]. Las últimas medidas esta-
dounidenses parecen concebidas para
paralizar o acabar con una de las prime-
ras empresas tecnológicas chinas que se
han vuelto competitivas a escala mun-
dial [...]. Se trata de un esfuerzo tendien-
te a separar los sectores tecnológicos
estadounidense y chino, generando una
bifurcación de esta industria mundial”.
Relocalizaciones forzosas
En efecto, Estados Unidos busca des-
montar las cadenas de producción y va-
lor transnacionales, que benefician ca-
da vez más a China y fueron una de las
características esenciales de la globali-
zación de fines del siglo XX. La guerra
comercial impulsada por Washington
apunta tanto a las empresas transnacio-
nales que convirtieron a China en una
plataforma de ensamblaje y produc-
ción como a Pekín. Las autoridades es-
tadounidenses estiman que “una parte
demasiado grande de la cadena de su-
ministro se desplazó a China” (11) y que
las multinacionales que invirtieron en
China, ya sea directamente o a través
Decenas de
empresas
estadounidenses y
japonesas dejan de
invertir en China
volcándose hacia
México, India y
Vietnam.
de la construcción de redes de subcon-
tratación de múltiples niveles, forman
parte del problema. Consideran las ac-
tividades cosmopolitas de esas empre-
sas como antipatrióticas –un argumen-
to que tiene una larga genealogía en el
pensamiento nacionalista–. El profesor
de Ciencia Política Samuel Hunting-
ton, conocido por su teoría del “choque
de civilizaciones”, lo expresó sucinta-
mente en 1999 cuando denunció a “los
liberales y los universitarios” así como
a las “élites económicas” que alimentan
“sentimientos antinacionales” y apoyan
un “cosmopolitismo [que erosiona] la
unidad nacional” tanto por abajo como
por arriba. Deseaba fervientemente un
“nacionalismo robusto” basado en una
trinidad nacionalista: Dios, la Nación y
las Fuerzas Armadas (12).
La esperanza de la administración,
pero también de los altos responsables
del Partido Demócrata y del aparato de
seguridad, es que un conflicto comercial
duradero asociado a regímenes de segu-
ridad restrictivos genere costos prohi-
bitivos para las empresas transnacio-
nales, llevándolas a dejar de invertir en
China y poner fin a las transferencias de
tecnología y otras formas de coopera-
ción comercial –como la venta de chips
a Huawei a través de las empresas esta-
dounidenses Intel y Micron–. Lo que
afecta a las empresas no estadouniden-
ses, ya que las leyes y reglamentacio-
nes estadounidenses tienen un alcance
mundial: se aplican a todos los produc-
tos o procesos con componentes fabri-
cados en Estados Unidos o derechos de
propiedad intelectual incorporados. En
el futuro, podrían aplicarse a todas las
empresas que utilizan el dólar en sus
transacciones, tal como muestra el caso
del actual bloqueo mundial a Irán deci-
dido por Washington.
Los resultados no se hicieron espe-
rar: Foxconn (Hon Hai Precision In-
dustry), empresa gigantesca de origen
taiwanés que realiza el ensamblaje en
China de los productos Apple, así co-
mo de otras grandes marcas de la elec-
trónica, anunció en abril de 2019 pla-
nes de diversificación de su cadena en
dirección a India y Vietnam (dos paí-
ses rivales de China) para protegerse de
las futuras alteraciones en las cadenas
de suministro asiáticas. Desde febre-
ro, 66 empresas taiwanesas comenza-
ron a repatriar su producción de China
continental a Taiwán, apoyadas por un
programa de incentivos del gobierno de
Taipei (13). Decenas de empresas esta-
dounidenses y japonesas dejan de in-
vertir en China volcándose hacia Mé-
xico, India y Vietnam. Según un estudio
reciente, de las 200 principales empre-
sas estadounidenses activas en China,
120 están revisando o van a revisar sus
cadenas de suministro en los próximos
meses (14). El proceso se acelerará si la
administración intensifica la guerra co-
mercial. Según el banco Morgan Stanley,
el costo del iPhone XS aumentaría 160
dólares si Estados Unidos aplicara aran-
celes aduaneros disuasivos al conjunto
de las exportaciones “chinas” (15).
Los neomercantilistas estadouniden-
ses esperan que una parte de las cadenas
de fabricación regrese a Estados Uni-
dos, algo que la administración reclama
con insistencia, sin resultados tangibles
hasta ahora. Las empresas transnacio-
nales –especialmente, pero no única-
mente, las empresas sin fábricas, como
Apple o Nike– necesitarían incentivos
muy fuertes para hacerlo. El desmante-
lamiento de sus plataformas chinas se-
ría un proceso costoso y arduo. Más aun,
la relocalización en Estados Unidos re-
duciría considerablemente sus márge-
nes de ganancia. Sin embargo, la volun-
tad política parece firme. Consultado
en CNBC el 10 de junio de 2019, Trump
denunció a la Cámara de Comercio es-
tadounidense por su apoyo manifiesto
al mantenimiento de las relaciones co-
merciales con China, y declaró que im-
pondría derechos aduaneros del 25% a
todas las importaciones de origen chino
(contra aproximadamente la mitad de
las importaciones actualmente sujetas a
los nuevos aranceles) si ese país no res-
petara las exigencias de Estados Unidos.
Según él, eso obligará a las empresas es-
tadounidenses “a mudarse a otra parte
[...]. [Se irán] a Vietnam o a alguno de los
muchos otros países posibles, o bien fa-
bricarán sus productos en Estados Uni-
dos, lo que es [mi opción] preferida”
(16). En este punto, el presidente goza
de un apoyo de los dirigentes del Parti-
do Demócrata en el Senado, cuyo jefe,
Chuck Schumer, exige una posición de
gran firmeza respecto de China (17).
Nueva fase del capitalismo
Una nueva tensión se establece pues
entre las partes más internacionaliza-
das del capital y el Estado. A diferen-
cia de la Unión Soviética, que se encon-
traba fuera de la economía capitalista
mundial, China se convirtió en un com-
ponente esencial de ella. El capitalis-
mo, útilmente redefinido por Fernand
Braudel como “el piso superior” de las
actividades económicas, donde el co-
mercio a larga distancia genera las ga-
nancias más elevadas, se desarrolla en
el espacio global, y no en mercados seg-
mentados según líneas nacionales. Este
piso, que Braudel distingue de los mer-
cados locales de la “planta baja”, exi-
ge una economía mundial abierta que
el capital puede atravesar sin trabas.
Salvo algunas excepciones importan-
tes, como el sector de la defensa y la in-
dustria de los hidrocarburos, estrecha-
mente ligados al Estado, los elementos
clave del capital tienen un alcance e in-
tereses mundiales. La situación actual
cuestiona así la hipótesis liberal según
la cual el grado de interdependencia
alcanzado a fines del siglo XX había
inducido un cambio de fase irreversi-
ble en las relaciones sociales mundia-
les. Cuestiona también las perspecti-
Edición 244 | octubre 2019
vas neomarxistas que contemplaban
el surgimiento de una “clase reinante
transnacional” que trascendía defini-
tivamente lo político y el Estado (18).
Sería ingenuo pensar que China ce-
derá ante la presión. El 30 de mayo pa-
sado, The Global Times, diario que re-
fleja generalmente la línea oficial, es-
cribía: “China está lista para una bata-
lla comercial a largo plazo con Estados
Unidos. Con respecto al año pasado,
cuando Estados Unidos comenzó la
guerra comercial, la opinión públi-
ca china es más favorable a que el go-
bierno tome contramedidas severas.
Cada vez más chinos creen ahora que
el verdadero objetivo de algunas éli-
tes de Washington es destruir las capa-
cidades de desarrollo de China, y que
esa gente tomó a la política de Estados
Unidos hacia Pekín como rehén”. En
ambos lados, la búsqueda de poder pa-
rece prevalecer sobre la búsqueda de
ganancias. Las interacciones entre los
nacionalismos estadounidense y chi-
no podrían efectivamente poner fin a la
globalización tal como la conocemos. g
1. Donald Trump, “Declaring America’s
economic independence”, discurso en
Monessen, Pensilvania, 26 de junio de 2016.
2. Declaración de Kiron Skinner, directora de
planificación política del Departamento de
Estado, durante un coloquio de la New America
Foundation, Washington, DC, 29 de abril de 2019.
3. Stephen Walt, Taming American Power:
The Global Response to US Primacy, W.
W. Norton, Nueva York, 2006.
4. Jonathan Steele, “America puts the flag out
for Deng”, The Guardian, Londres, 30-1-79.
5. Entre 1971 y 2006, la República Popular China
ejerció 2 veces su derecho de veto en el Consejo
de Seguridad, contra 76 veces Estados Unidos,
24 veces el Reino Unido, 14 veces Francia y 13
veces la URSS (luego, la Federación de Rusia).
6. Yasheng Huang, “The role of foreign-invested
enterprises in the Chinese economy: An institutional
foundation approach”, en Shuxun Chen y Charles
Wolf (dirección), China, the United States and the
Global Economy, Rand, Santa Mónica, 2001.
7. Véase “Estado y capitalismo transnacional
en China”, Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, diciembre de 2017.
8. “The US is seeking to constrain China’s
rise”, Financial Times, Londres, 20-5-19.
9. Citado por Zachary Keck, “US-China
rivalry more dangerous than Cold War?”,
The Diplomat, Washington, DC, 28-1-14.
10. Testimonio de Rex Tillerson durante
su audiencia de confirmación en el
Senado, el 11 de enero de 2017.
11. Nazak Nikakhtar, subsecretaria de Industria y
Análisis, Departamento de Comercio. Citada por
James Politi, “US trade hawk circles prey in China
conflict”, Financial Times, Londres, 27-5-19.
12. Véase “Dieu, la nation et l’armée, une sainte
trinité”, Le Monde diplomatique, París, julio de 2005.
13. Lawrence Chung, “Taiwanese companies hit by
US-China trade war lured back home by Taipei”,
South China Morning Post, Hong Kong, 15-6-19.
14. Taisei Hoyama, “US and Japan rethink
supply chains as trade war widens”,
Nikkei Asian Review, Tokio, 20-5-19.
15. Takeshi Kawanami y Takeshi Shiraishi,
“Trump’s latest China tariffs to shock global supply
chains”, Nikkei Asian Review, Tokio, 12-5-19.
16. Entrevista a Trump por Joe
Kernen, CNBC, 10-6-19.
17. Keith Bradsher, “A China-US trade
truce could enshrine a global economic
shift”, The New York Times, 29-6-19.
18. Cf. William I. Robinson y Jerry Harris, “Towards
a global ruling class? Globalization and the
transnational capitalist class”, Science & Society,
Vol. 64, N° 1, Nueva York, primavera de 2000.
*Profesor de Relaciones Internacionales, Univer-
sidad Americana de París. Autor de East Asia’s
Reemergence, Polity Press, Cambridge, 2016.
Traducción: Gustavo Recalde
 Incendio en una granja en Nova Santa Helena, Mato Grosso, 23-9-19 (Joao Laet/AFP)

Dossier

Amazonia:
lo que tapa el
humo
Detrás del incremento de incendios en la Amazonia no
hay una catástrofe natural sino política: el gobierno de
Bolsonaro redujo los controles ambientales y reforzó la
presencia militar dejando la región librada a un proce-
so de deforestación desenfrenada. La centralidad de la
selva para el equilibrio climático global aviva la preocu-
pación y el oportunismo internacionales.

El modelo de Bolsonaro: El huevo de la serpiente  por  Marcelo Falak 22  |

El debate por la internacionalización y la soberanía por Renaud Lambert 24 | 
22 |
Dossier
Amazonia:
lo que tapa
el humo
El drama ambiental en la Amazonia sintetiza las contradicciones que cruzan la
alianza política que sostiene a Jair Bolsonaro. Su gobierno aplica una política de
retirada de las instituciones estatales de control en la selva, una ocupación de tipo
militar que defiende la soberanía y un modelo económico ultraliberal.
Bolsonaro, la Amazonia y la acumulación originaria
El huevo de la serpiente
H
por Marcelo Falak*
ablar de la emergencia ambien-
tal en la Amazonia implica in-
troducirse en los pliegues del
proceso político brasileño en-
carnado por Jair Bolsonaro, en
el patrón económico que pre-
tende inaugurar, en la restauración del poder militar
que representa, en su faccionalismo y en sus contra-
dicciones ideológicas. Asimismo, y acaso más impor-
tante, implica abordar un debate tan denso como la
vegetación de esa región sobre el carácter de lo na-
cional en la actual fase del capitalismo global y, en ese
marco, analizar la tensión que se produce entre las
recetas que se dan las naciones rezagadas en el cami-
no al desarrollo y las que ya han superado con creces
ese umbral. En el medio, en tanto, como pegamento
entre esas dimensiones distantes, estalla la realidad
de una forma brutalmente predatoria de acumula-
ción originaria en una zona clave para el –a esta altu-
ra precario– equilibrio climático del planeta.
Las quemas de territorio selvático están lejos de
constituir una innovación del bolsonarismo, aun-
que llama la atención el crecimiento que han ex-
perimentado desde que el ex capitán del Ejército
asumió el poder el pasado 1° de enero. De acuerdo
con datos oficiales del Instituto Nacional de Inves-
Incendios en Santo Antônio de Matupi, Amazonas, 27-8-19 (Gabriela Bilo/Estadao Conteudo/AFP)
tigaciones Espaciales (INPE), entre enero y agosto
de este año 6.404 kilómetros cuadrados de selva re-
sultaron deforestados a través de ese mecanismo,
un 92% por encima del área afectada en el mismo
período de 2018. Igualmente alarmantes son los in-
crementos de las áreas incendiadas en julio y agosto,
que registraron incrementos interanuales del 278 y
el 222% respectivamente.
Una cuestión de naturaleza
Es difícil exagerar la importancia y grandiosidad de
la Amazonia, y es conveniente escapar a los clichés ex-
tremos que, o bien la consideran una zona que debe
ser mantenida como un museo natural intangible, o
bien pretenden destruirla en pos de la explotación de
las riquezas que se sabe y que se intuye que alberga.
Estamos hablando de una región de más de 5 mi-
llones de kilómetros cuadrados, más del doble que
toda Argentina. Se extiende por nueve países sud-
americanos, pero dos tercios de ella están dentro de
Brasil, cubriendo más del 50% de su territorio, abar-
cando ocho estados...
Su biodiversidad es impactante: allí se encuentra
el 15 % de las especies animales y vegetales del plane-
ta y resta por descubrirse un 85 % de las que habitan
en sus profundidades.
Edición 244 | octubre 2019
Sin ella, la conversión del dióxido de carbono en
oxígeno que la Tierra necesita para respirar perde-
ría su principal pulmón, y la desaparición del vapor
de agua que genera afectaría dramáticamente el ré-
gimen de lluvias en buena parte del mundo. Desde
los años 70, la deforestación ha alcanzado a un 20%
de su territorio y se considera que si se alcanzara el
40% sería un punto de no retorno en términos de
equilibrio climático global. Por eso suenan hoy to-
das las alarmas.
Lo anterior justifica que el mundo le pida a Brasil
garantías sobre su preservación, pero no así el oportu-
nismo de quienes pretenden internacionalizar lo que
tiene dueño (véase “¿Soberanía amenazada?”, p. 24).
La riqueza amazónica, literalmente incalculable,
en oro y minerales diversos, maderas, tierras fértiles
para la agricultura y la ganadería, agua dulce y casi
todo lo que se pueda imaginar, la convierte en objeto
de codicia y disputas que van de lo interpersonal a lo
interestatal.
Estado en retirada
Como en tantos otros aspectos, la administración de
Bolsonaro resulta controvertida cuando de la Ama-
zonia se trata. El drama ambiental que aqueja a esa
región es una síntesis de las contradicciones que

cruzan la alianza política que lo sostiene que, pa-
ra simplificar, describiremos como asentada en
tres patas.
Una es la ideológica, nutrida en lo programático
por el ensayista de ultraderecha Olavo de Carvalho, y
que se encarna en el clan Bolsonaro (el presidente y
sus hijos influyentes) y en el canciller Ernesto Araú-
jo. Este último, un admirador de Donald Trump que
hasta su nombramiento no era más que una rareza
irrelevante dentro de Itamaraty, gusta de crear neo-
logismos como “globalismo” (según él, la forma de la
globalización anticristiana y antihumana moldeada
por el marxismo cultural) y “climatismo” (caricatu-
ra ideológica a la que reduce el cúmulo de pruebas
científicas sobre el cambio climático).
La alusión a esos neologismos permite pensar en
la funcionalidad de ese nacionalismo agresivo con el
interés de la segunda de las patas del bolsonarismo:
la militar. Ésta, representada de modo casi exclu-
yente por el Ejército, buscó y encontró en Bolsona-
ro la restauración de un rol político que había per-
dido desde el regreso de la democracia, saudade que
se hizo llaga ardiente en los años de predominio del
Partido de los Trabajadores. El Ejército llenó de per-
sonal propio el elenco de gobierno y hasta instaló su
cabecera de playa en la vicepresidencia, pero su con-
tenido ideológico ya no es el que era: no rivaliza, sino
que coopera con Estados Unidos, hoy ubicado tan a
la derecha como Brasil, y abjura de su viejo desarro-
llismo para abrazarse al liberalismo económico. Esa
evolución, sin embargo, tiene límites: el nacionalis-
mo, si se diluye demasiado, pierde su razón de ser,
mientras que la pretensión de control estatal de ac-
tividades estratégicas como la producción de petró-
leo, la distribución de energía y otras acotan su actual
aceptación del laissez faire.
El sector militar convive así, aunque no sin roces,
con la tercera pata del bolsonarismo: la económica
y ultraliberal, que representa la visión más dura del
mercado financiero globalizado y que articula el mi-
nistro de Economía, Paulo Guedes.
En la convergencia de la vocación del Ejército de
asegurar para Brasil tanto la soberanía como las ri-
quezas potenciales de la Amazonia y el modelo eco-
nómico ultraliberal y aperturista anida el huevo de
la serpiente de la crisis amazónica: si el Estado no es
más que ocupación militar y se retira a tambor ba-
tiente de todo lo que hace a regulación de sus insti-
tuciones civiles, encargadas, justamente, de ponerle
cierto orden a la explotación capitalista de la selva, lo
que queda es un proceso caótico de acumulación ori-
ginaria, expresado en quemas, deforestación y apro-
piación privada ilegal que, si bien no nació con Bol-
sonaro, tomó con él un ritmo vertiginoso.
Un modus operandi
El episodio más revelador de los designios de Bolso-
naro sobre la Amazonia se produjo a principios de
agosto, cuando destituyó al entonces titular del IN-
PE, Ricardo Galvão, simplemente porque no le gustó
que ese organismo alertara sobre la multiplicación
preocupante de los focos de incendio. “Sensaciona-
lista”, agente de la “psicosis ambiental” y, lo más tre-
mendo en la jerga del actual poder brasileño, hombre
“al servicio de alguna ONG”, le disparó el Presidente.
“Las acusaciones indebidas contra personas del más
alto nivel de la ciencia brasileña son una broma pro-
pia de un chico de catorce años, incompatible con un
Presidente de la República”, le devolvió el prestigio-
so físico. Dicho lo cual, tomó sus cosas y se fue.
Sin embargo, lo del jefe de Estado, más que arre-
bato, ha sido modus operandi. Desde la campaña que
lo llevó al poder nunca dejó de incitar contra las re-
servas indígenas (ubicadas en la Amazonia en su
mayor proporción) e incluso contra su población,
amenazó con retirar a Brasil del Acuerdo de París
sobre cambio climático, se quejó de las multas que
se imponían a quienes vulneraban los límites legales
de deforestación con fines agrícolas y se refirió a la
Amazonia eminentemente como una zona de explo-
tación económica.
Uno de sus primeros actos como Presidente fue la
cancelación de una reunión de Naciones Unidas so-
bre el clima que debía tener como sede, justamente,
a Brasil. Alegó falta de presupuesto.
Asimismo, transfirió la responsabilidad de certi-
ficar los territorios reservados a poblaciones indíge-
nas al Ministerio de Agricultura, en lo que supuso to-
da una declaración de principios.
Nombró al mencionado Araújo para dar la bata-
lla internacional en nombre del olavismo y, en una
nueva versión latinoamericana de lo que Philippe C.
Schmitter (1) llamó “gobierno de interés privado”,
entregó el Ministerio de Medio Ambiente a un hom-
bre impulsado por el lobby agrícola, Ricardo Salles.
Con la venia presidencial, de acuerdo con el dia-
rio Folha de S. Paulo (2), Salles echó a 21 de los 27 su-
perintendentes regionales del Instituto Brasileño de
Medio Ambiente y Recursos Renovables (Ibama); re-
visó a la baja multas ya aplicadas por ese organismo
y redujo las nuevas en alrededor de un 30% (no pre-
cisamente porque hayan caído en esa proporción las
violaciones a la ley); desactivó de facto el Grupo Es-
pecializado de Fiscalización (GEF) del Ibama y pre-
sionó a funcionarios para que se retiraran. Mientras,
el propio Bolsonaro desautorizó las acciones del Iba-
ma contra madereros ilegales y “premió” el hecho de
que un grupo de estos quemara un camión cisterna
del instituto, enviando a Salles a darles un discurso
durante el que fue vivado. El listado está lejos de ago-
tar la “obra”, mucho más detallada en un reciente in-
forme de Human Rights Watch (3) que, entre otras
cosas, añade la morosidad judicial para investigar los
actos violentos e intimidatorios, que llegan incluso al
asesinato, de los ejércitos
privados de los madere-
El Ejército coopera ros ilegales.
Cabe destacar que la
con Estados acción de esos madere-
ros suele ser el inicio del
Unidos y abjura ciclo de depredación,
ya que “libera” terrenos
de su viejo que luego son apropia-
desarrollismo dos, de modo igualmente
ilegal, para la agricultura
para abrazarse y la ganadería. Mientras
que el 5% de la soja brasi-
al liberalismo leña ya es amazónica, la
ganadería es la actividad
económico. más beneficiada y la re-
gión da cuenta de más de
un tercio de la produc-
ción nacional de carne
de buey: el clima cálido y la abundancia de lluvias
renuevan velozmente las pasturas, permitiendo
que los animales alcancen más rápido el porte que
permite su faena.
En paralelo, el presupuesto del Ibama para ope-
ración y gastos discrecionales, fundamentales en
emergencias como la actual, se recortó un 24% en
nombre de la austeridad impuesta por Guedes. Otras
partidas indispensables para el cuidado ambiental
fueron asimismo reducidas entre el 40 y el 90%.
La gran hipótesis de conflicto
Si la ocupación ilegal avanza debido a la retirada de
las entidades estatales de control, si superar el límite
del 20% de deforestación en los terrenos legales no
tiene castigo debido a la ausencia de multas, y si que-
mar y tomar resulta más expeditivo que comprar le-
galmente (con créditos subsidiados) tierras de por sí
baratas, ¿qué queda del Estado en la Amazonia bra-
sileña? Apenas el Ejército.
Incluso por encima de la porosa y extensa fron-
tera de más de 16.000 kilómetros (en Sudamérica,
Brasil solo carece de límites con Chile) y del lito-
ral atlántico rico en recursos ictícolas y, sobre todo,
petroleros (convencionales y de la cuenca presal),
la Amazonia es la gran hipótesis de conflicto de las
Fuerzas Armadas.
La idea es de larga data y se ha adaptado a los di-
ferentes modelos económicos aplicados en el país,
desde el desarrollismo de la dictadura hasta el dis-
tribucionismo del Partido de los Trabajadores, pa-
sando por las diversas etapas liberales.
La vocación amazónica del Ejército brasileño
está plasmada en el programa Calha Norte (Canal
Norte), aprobado en 1985 bajo la presidencia de
José Sarney para “promover la ocupación y el de-
sarrollo ordenado y sustentable” de la región (4).
Esa vocación, en tanto, se reforzó como doctrina
en la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva con
la Política Nacional de Defensa (PND) de 2005,
que centraba en la Amazonia buena parte de sus
directrices generales, y en la Estrategia Nacional
de Defensa (END) de 2008, que convierte a aque-
llas en planificación detallada con participación
de la sociedad (5).
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La página web del Calha Norte explica que el
programa “desde 1999 está bajo la coordinación
del Ministerio de Defensa” y que “abarca a 379
municipios, distribuidos en ocho estados: Acre,
Amapá, Amazonas, Mato Grosso, Mato Grosso do
Sul, Pará, Rondônia y Roraima [...]. En total, son
casi nueve millones de brasileños los beneficiados,
incluyendo el 46% de la población indígena en un
área que corresponde al 44% del territorio nacio-
nal”, añade. “La vertiente civil del programa ac-
túa en la promoción del desarrollo regional, con
la construcción de caminos, escuelas, hospitales,
puertos y la implantación de red eléctrica urbana
y rural, entre otras cosas. La vertiente militar des-
empeña acciones en pro del desarrollo sustentable
de la región con la adecuación de las embarcacio-
nes y el ajuste de las unidades militares y de in-
fraestructura de los pelotones especiales de fron-
tera”, explica.
Bolsonaro le dio a su ala militar un presupuesto de
defensa equivalente a unos 35.000 millones de dóla-
res, del cual el 98% se destina al programa Calha Nor-
te, dato elocuente acerca de cuáles son las prioridades.
Esa preferencia no necesariamente es contradic-
toria con la retirada civil del Estado; al contrario, se
refuerza. Más cuando la crisis ambiental lleva a un
país central como Francia, que tiene un interés re-
gional a través de la Guayana, uno de sus territorios
de ultramar, a sugerir formas de internacionaliza-
ción de la Amazonia que resultan peligrosas y ofen-
sivas a los ojos del gobierno, la sociedad y las propias
Fuerzas Armadas de Brasil.
Lo curioso, sin embargo, es que el despliegue de
las fuerzas productivas que busca el ala económica
del bolsonarismo adopte formas predemocráticas,
como lo demuestra el tenor de la reforma laboral, de
fuerte pérdida de derechos para los trabajadores, y la
generalización de la tercerización a todas las áreas,
incluso las centrales, de las empresas.
El liberalismo brasileño actual, de vocación pre-
democrática, atrasa en términos internacionales y
choca con el de los países centrales que admira, al
punto de poner en riesgo la materialización del libre
comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, jus-
tamente por la cuestión climática (o por el excelente
pretexto que ésta puede aportar).
La economía global, al menos en sus segmentos
más dinámicos, tiende cada vez más a la responsa-
bilidad con el medio ambiente, como lo atestiguan
algunos hechos recientes: la Business Roundtable
(6), flor y nata del capitalismo estadounidense, puso
recientemente a aquella como uno de los objetivos
que deben convivir con la búsqueda de ganancias; el
compromiso de Amazon con la emisión cero de ga-
ses de efecto invernadero en 2040, diez años antes
de lo establecido hasta ahora, y el llamamiento de
230 fondos de inversión, que administran 16 billones
de dólares, para que Brasil proteja a la Amazonia, en-
tre muchos otros ejemplos.
Bolsonaro, por ahora, retira al Estado de esa re-
gión y deja como única presencia de éste a una fuerza
de ocupación. Mientras, en una suerte de brutal acu-
mulación originaria en pleno siglo XXI, las bandas
de madereros, agricultores y ganaderos ilegales im-
ponen su ley a sangre y fuego, apropiándose de jiro-
nes de un patrimonio natural irrecuperable.
Como decía Karl Marx en el capítulo XXIV de El
capital, este “viene al mundo chorreando sangre y lo-
do por todos sus poros”. g
1. “Neocorporatismo y Estado”, Reis: Revista española de
investigaciones sociológicas, ISSN 0210-5233, Nº 31, 1985, p. 63.
2. “Decisões da gestão Bolsonaro fragilizam controle
ambiental”, Folha de S. Paulo, 26-9-2019
3. “Rainforest Mafias”, 17-9-2019, disponible en www.hrw.
org/report/2019/09/17/rainforest-mafias/how-violence-
and-impunity-fuel-deforestation-brazils-amazon
4. Véase www.defesa.gov.br/programas-
sociais/programa-calha-norte
5. Marcelo Massetti Pereira, “Las Fuerzas Armadas
Brasileñas en la Amazonia: defensa, integración y desarrollo”,
Visión Conjunta, número 12, pp. 32 a 35. Disponible en
www.cefadigital.edu.ar/bitstream/123456789/224/1/
VC%2012-2015%20MASSETTI%20PEREIRA.pdf
6. Véase www.businessroundtable.org/business-
roundtable-redefines-the-purpose-of-a-corporation-to-
promote-an-economy-that-serves-all-americans
* Politólogo y maestrando en Historia. Editor jefe de
Internacionales en Ámbito Financiero y editor en Letra P.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
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Dossier
Amazonia:
lo que tapa
el humo
Categoría
de tierras
Tierras indígenas
Unidades de conservación
Bosques no destinados
Proyectos de asentamientos
Otros (áreas privadas, áreas militares, sin información)
Deforestación hasta 2016
Rutas
Límite del bioma amazónico
Otros biomas
Impedir que Bolsonaro deje librada la Amazonia
al agronegocio, ¿implica cuestionar el principio de
soberanía de los Estados? La iniciativa de Emmanuel
Macron tiene antecedentes cuestionables.
Hacia un derecho de injerencia climática
¿Soberanía
amenazada?
P
por Renaud Lambert*
resentarse como el principal oponen-
te de sus pares extranjeros calificados
de “iliberales” es un ejercicio al que el
presidente francés Emmanuel Ma-
cron se presta con gusto (1). Primero
fue el turno del primer ministro hún-
garo, Viktor Orban; luego el del líder de La Liga ita-
liana, Matteo Salvini. Los incendios que están devas-
tando la selva amazónica desde el comienzo del año
le ofrecieron un nuevo adversario con un perfil ideal:
el presidente brasileño de extrema derecha Jair Bol-
sonaro, misógino, homofóbico y escéptico del cam-
bio climático. Mientras que, a fines de agosto, la re-
vista Science establecía el vínculo entre las nubes de
humo que ensombrecían el cielo brasileño hasta San
Pablo y la política de deforestación alentada por Bra-
silia (2), Macron sugirió que se le confiriera “un esta-
tus internacional a la selva del Amazonas, en el caso
de que los dirigentes de la región tomaran decisiones
que perjudicaran al planeta” (3).
¿Una selva inmensa rescatada de la avidez defo-
restadora por la movilización de todos aquellos a
quienes protege? En los discursos elíseos, el mundo
se parece un poco al planeta Pandora imaginado por
James Cameron en su película Avatar (2009), en el
Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM)
cual el Presidente francés encarnaría una versión te-
rrestre de la resistencia de los Na’vis, ese pueblo de
piel cerúlea que nos había fascinado en las salas os-
curas. Por desgracia, la propuesta no logra entusias-
mar a los brasileños, ni aunque fuera formulada por
un Emmanuel Macron con un body azul. Ni siquiera
a los que se oponen a Bolsonaro. Algunos no olvida-
ron los mil y un proyectos que ya amenazaron con
privar a su país de la soberanía sobre este espacio re-
bautizado Hiléia por el naturalista alemán Alexan-
der von Humboldt (1769-1859). Hoy, la ambición de
Macron hace eco a todas esas iniciativas.
Iniciativas rapaces
En el siglo XIX, el hidrógrafo y meteorólogo
Matthew Fontaine Maury (1806-1873), director del
Observatorio Naval de Washington, propuso resol-
ver la cuestión racial en Estados Unidos colonizan-
do el Amazonas para trasladar allí a la población ne-
gra estadounidense. Su estrategia consistía, en un
primer momento, en reivindicar la simple “apertu-
ra” del río Amazonas a la navegación. “Toda la pren-
sa adhirió a la campaña. Esclavistas, armeros, co-
merciantes y filibusteros se movilizaron para defen-
der lo que Maury presentaba como una política de
Edición 244 | octubre 2019
comercio para los intereses de la ciencia” (4), cuenta
el historiador Luiz Alberto Moniz Bandeira. Sin em-
bargo, en 1849, el representante de Brasil en Wash-
ington (el equivalente del embajador) dio la señal de
alarma: la autorización de navegar en el Amazonas
“abriría la puerta a la formación de espacios esta-
dounidenses, a una inmigración masiva y, en conse-
cuencia, a una maniobra similar a la que le permitió
[a Washington] apropiarse de Texas”. Una carta de
Maury de 1853 revelada por la prensa brasileña (5)
confirmó que estas preocupaciones estaban funda-
das. “Intentemos convencer a nuestros interlocuto-
res por la vía diplomática, porque quizás sea posible
obtener la apertura [del Amazonas] de manera pa-
cífica”, escribe el ex oficial. Y luego, precisa su mé-
todo: “La paz si podemos, la fuerza si debemos”. No
obstante, el proyecto fracasó.
Casi un siglo más tarde, en 1948, la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (Unesco) fundó el Instituto Internacio-
nal de la Hiléia Amazónica (IIHA). Concebido ini-
cialmente como un centro internacional de investi-
gación en Ciencias Naturales, evolucionó “haciendo
del desarrollo económico de la región amazónica un
eje central de [sus] acciones”, informa el investiga-
dor de la Unesco Malcolm Hadley. Los partidarios
brasileños del organismo fueron entonces “acusados
de comprometer la seguridad nacional al autorizar
la creación de un instituto internacional en la ‘zona
de defensa natural’ del Amazonas” (6). El primero en
lanzar las críticas fue el ex presidente Artur Bernar-
des quien, desde el estrado de la Cámara de Diputa-
dos, el 24 de enero de 1950, señaló la amenaza de ver
a la selva transformarse en un “condominio de nacio-
nes” que terminarían por “repartirse la región bajo la
forma de colonias” (7).
El IIHA decayó, pero otras ideas vieron la luz.
Una de las más fantasiosas emanó del Hudson Ins-
titute, con base en Washington. En 1967, el futurólo-
go Herman Kahn, su director, sugirió bloquear el río
Amazonas para crear un “gran lago continental” que
facilitaría la circulación entre los países limítrofes y
permitiría producir cantidades colosales de energía.
“Era absurdo”, sentencia el geógrafo Hervé Théry:
“Habría que construir un dique de varios kilómetros
y la subida del agua sumergiría a una buena parte de
la población del Amazonas” (8). Sin embargo, la pro-
puesta fue tomada con mucha seriedad por los mi-
litares que se encontraban en el poder tras el golpe
de Estado de 1964, y los incitó a formular su doctrina
con respecto a la selva: “Integrar para não entregar”
(integrar el territorio para no perder su posesión).
Entonces la dictadura se lanzó a una serie de
obras faraónicas destinadas a ocupar un espacio con-
siderado vacío. La más emblemática de ellas adoptó
la forma de una autopista que consistiría en una cin-
ta asfáltica de más de 4.000 kilómetros entre la ciu-
dad de Cabedelo, en el noreste, y la de Lábrea, cerca
de la frontera boliviana. Nunca se terminó en su to-
talidad, pero fue inaugurada en 1972, con la promesa
de facilitar el acceso a la tierra de los más humildes,
evitando al mismo tiempo una reforma agraria que
los militares rechazaban. “Hombres sin tierra para
una tierra sin hombres”, rezaba por aquel entonces
la propaganda oficial.
Paradójicamente, esta afirmación del dominio
brasileño sobre el espacio amazónico facilitó la aper-
tura económica del país por la que trabajaba Brasilia.
Concebida como una reserva inagotable de riquezas,
la gran selva debía permitir atraer a las multinacio-
nales, proveedoras de los capitales y la tecnología de
punta que Brasil necesitaba.
Asegurar la soberanía nacional sobre el territo-
rio para poder librarlo a los apetitos extranjeros: el
proyecto de los militares podría parecer contradic-
torio, fragilizando la primera responsabilidad que se
habían impuesto –garantizar la seguridad del país–
bajo el pretexto de trabajar por la que habían reivin-
dicado al acceder al poder –favorecer su desarrollo–.
La Guerra Fría llegó oportunamente para superar la
dificultad con la invitación de acoplar las fronteras
geográficas a otras ideológicas. “El mundo estaba di-
vidido entre el Occidente cristiano y el Oriente co-
munista. Esto les permitía a las Fuerzas Armadas re-
solver dos problemas: el de la seguridad (al aliarse al
mundo occidental) y el del desarrollo (a través de in-
versiones privadas provenientes del Oeste)” (9), ex-
plica la investigadora Ana Cristina da Matta Furniel.
Firmar contratos con las multinacionales y acorra-
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lar a la guerrilla responde entonces a la misma ambi-
ción: la defensa de la soberanía brasileña.
La excusa climática
El retorno a la democracia, en 1985, se efectuó en un
contexto internacional marcado por la emergencia
de preocupaciones ligadas al medioambiente y a los
derechos de las poblaciones autóctonas. La nueva
Constitución, que lleva esta marca, estipula en su
Artículo 231 que “se les reconocen a las poblacio-
nes autóctonas […] sus derechos originarios sobre
las tierras que ocupan tradicionalmente” y que “le
corresponde a la Unión delimitarlas y protegerlas”.
El asesinato en 1988 del sindicalista Francisco Al-
ves, alias Chico Mendes, que defendía los derechos
de los obreros encargados de recolectar el látex en
las plantaciones de caucho, desató una campaña in-
ternacional sostenida por personalidades del mundo
del espectáculo, como el ex integrante de los Beat-
les, Paul McCartney. Mientras que, en ese momento,
diferentes estudios establecían que durante los años
70 diez millones de hectáreas de la selva amazónica
se habían convertido en praderas (10), las reacciones
internacionales no tardaron en llegar. “Contraria-
mente a lo que piensan los brasileños, el Amazonas
no les pertenece a ellos, sino a nosotros” (11), declaró
el senador y futuro vicepresidente estadounidense
Albert Gore en 1989. Y el presidente francés François
Mitterrand subió la apuesta: “Brasil tiene que acep-
tar una soberanía relativa sobre el Amazonas” (12).
Con el transcurso de los años, los gobiernos de-
mocráticos intentaron desarmar lo que siguen in-
terpretando como una forma de codicia extranjera
integrando las cuestiones ambientales y de las po-
blaciones autóctonas a su agenda. El primer Minis-
terio brasileño completamente consagrado al me-
dio ambiente se inauguró en 1992. Algunos meses
antes, en la Cumbre de la Tierra de Río, que se reali-
zó ese mismo año, el presidente Fernando Collor de
Mello anunció la creación de un territorio yanoma-
mi de 9,4 millones de hectáreas. Como la política de
desarrollo de Brasil era “sustentable” y respetuosa
de las poblaciones autóctonas, era inútil imaginar
una usurpación de su soberanía explican, en esen-
cia, en Brasilia.
De vuelta en sus cuarteles, las Fuerzas Armadas
seguían inquietas. A sus ojos, las reservas autócto-
nas constituían el preludio a una “balcanización” vuelve a emerger la idea de un derecho de injerencia
del Amazonas que daría origen a pequeños islotes climática calcado de aquél, humanitario, que había
indígenas “fácilmente manipulables por los países justificado las intervenciones militares occidentales
ricos”. En cuanto a la exigencia ecológica, facilita- en Somalia (1992), en Haití (1994), en la ex Yugosla-
ría la emergencia de “normas internacionales ale- via (en 1999), etc.
jadas del viejo principio de igualdad de derecho en- “El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
tre los Estados, de no intervención y de autodeter- podría […] estimar que, al contribuir al cambio cli-
minación de los pueblos” (13). El enemigo de ayer mático, la destrucción de la selva amazónica consti-
habría entonces cambiado el rojo por el verde, los tuye una amenaza a la paz y la seguridad internacio-
fusiles por las organizaciones no gubernamentales nales, que le permitiría adoptar respuestas coerciti-
(ONG); sin embargo, la amenaza no habría desapa- vas”, imagina el director
recido. El 10 de diciembre de 1991, el ex ministro del del Instituto de Investi-
Ejército Leônidas Pires Gonçalves explicaba al dia- El proyecto de gación Estratégica de la
rio Folha de São Paulo que el Secretario de Estado Escuela Militar (Irsem),
para la Ecología le inspiraba “el mismo odio que ex- los militares Jean-Baptiste Jeangè-
perimentaba antes por el dirigente comunista Luís ne Vilmer, en las colum-
Carlos Prestes”. era asegurar nas de Le Monde el 27 de
Al nombrar en el cargo de ministro de Ecología a agosto de 2019. “[Si la hi-
Ricardo Salles, ex director de la Sociedad Rural Bra- la soberanía pótesis de un] uso de la
sileña (un bastión del comercio agrícola), Bolsonaro
retoma la visión de sus amigos militares. Quedaron
nacional sobre fuerza –una intervención
militar para establecer
olvidados los discursos de sus predecesores sobre
el desarrollo sustentable y la promesa de proteger
el territorio para un perímetro de protec-
ción e impedir la defores-
al medio ambiente: a sus ojos, el Amazonas es una poder librarlo tación, por ejemplo– pa-
fuente de riquezas que hay que defender para sacar rece descabellada y peli-
provecho. Esta postura facilita el retorno de los cán- a los apetitos grosa, porque con certeza
ticos globalistas… y de las sospechas. Porque a Brasi- es contraproducente, no
lia no se le escapa que todas estas grandes potencias extranjeros... se puede descartar que
que elevan la protección de la naturaleza al rango de en una situación similar
prioridad para los países del Sur no son tan riguro- dentro de diez o veinte años, si el problema es perci-
sas en sus propios terrenos. Y esto sin contar que, en bido como vital, la cuestión termine por instalarse”.
2007, la “comunidad internacional” había ignorado ¿Bastará con aniquilar al nacionalismo reaccionario
la propuesta de Quito de proteger el Parque Nacio- de las Fuerzas Armadas para responder a las preocu-
nal Yasuní a cambio de percibir la mitad de las sumas pantes amenazas?
que habrían resultado de su explotación (14). El odio En noviembre de 2000, durante un debate en una
que millones de brasileños sienten por Bolsonaro los universidad estadounidense, Cristovam Buarque, uno
conduce a asimilar las actitudes de su presidente a de los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT),
una perorata paranoica. fue interrogado por un estudiante sobre la idea de in-
Al argumentar que la destrucción del Amazonas ternacionalizar el Amazonas. Su respuesta se hizo
es un “problema mundial” y prohibir que alguien muy conocida en Brasil: “Si Estados Unidos desea in-
pretenda que “es el único implicado” (Twitter, 26 ternacionalizar el Amazonas para no correr el riesgo
de agosto de 2019), Macron proyecta presentar en de abandonarlo a la responsabilidad de los brasileños,
la Conferencia de Santiago de 2019 sobre el Cambio entonces internacionalicemos también el arsenal nu-
Climático (COP 25) una “estrategia a largo plazo” clear estadounidense. Ya que Estados Unidos demos-
que apunte a asegurar “el bienestar de las poblacio- tró que es capaz de utilizarlo, lo que provocaría una
nes” amazónicas y a garantizar un “desarrollo sus- destrucción mucho más importante que los incendios
tentable y ecológico” en la región (15). De este modo, […] que observamos en Brasil” (16). g

Incendios y deforestación en la Amazonia, por categoría de tierras 1. Véase Serge Halimi y Pierre Rimbert, “Libéraux
(1 de enero al 29 de agosto de 2019) contre populistes, un clivage trompeur”, Le Monde
diplomatique, París, septiembre de 2018.
2. Herton Escobar, “There’s no doubt that Brazil’s
Tierras indígenas
fires are linked to deforestation, scientists say”,
25 Science, Washington, 26 de agosto de 2019.
4 3. Agence France-Presse (AFP), 29-8-2019.
6 4. Luiz Alberto Moniz Bandeira, Presença dos Estados Unidos no
Brasil, Civilização Brasileira, Rio de Janeiro, 2007. La información y
Unidades de conservación las citas del párrafo siguiente también fueron tomadas de esta obra.
21 5. Correio Mercantil, Rio de Janeiro, 12 de septiembre de 1853.
6. Malcolm Hadley, “La nature au premier plan. Les premières années
1
du programme environnemental de l’UNESCO, 1945-1965”, Collectif,
7 Soixante ans de science à l’UNESCO, 1945-2005, Unesco, París, 2009.
7. J. Taketomi, “Artur Bernardes, a luta contra os
Área de Protección Ambiental (APA)
EUA e a internacionalização da Amazônia”, 24-
4 Porcentaje que ocupa de la Amazonia 9-2017, www.portaldoholanda.com.br
4 Porcentaje de área deforestada 8. “Pourquoi l’Amazonie? Présentation d’une recherche
6 Porcentaje de incendios et d’un espace”, Bulletin de l’Association de géographes
français, N° 441-442, París, marzo-abril de 1977.
Sin información 9. Ana Cristina da Matta Furniel, “Amazônia. A ocupação de um
9 espaço: internacionalização x soberania nacional (1960-1990)”,
9 disertación presentada para obtener la maestría en Relaciones
Internacionales, Universidad Católica de Río de Janeiro, 14-12-1993.
10
10. Ibid.
Bosques no destinados 11. Alexei Barrionuevo, “Whose rain forest is this, anyway?”,
15 The New York Times, 18 de mayo de 2008. Al Gore afirmó
en 2019 que nunca había pronunciado esas palabras.
31
12. Citado por Chantal Rayes, “Amazonie: Bolsonaro répond
20
à la pression internationale”, Libération, París, 24-8-2019.
Propiedad privada 13. Documentos de la Escuela de Comando del Ejército terrestre
brasileño publicados en 1998 y 2001 y citados por Adriana
18
Aparecida Marques en “Amazônia: pensamento e presença
28 militar”, tesis presentada para la obtención del doctorado
33 en Ciencias Políticas, Universidad de São Paulo, 2007.
14. Véase Aurélien Bernier, “El proyecto Yasuní-ITT”, Le
Asentamientos
Monde diplomatique, edición Cono Sur, junio de 2012.
8 15. Silvia Ayuso, “El G7 moviliza 18 millones para combatir
23 el fuego en la Amazonia”, El País, Madrid, 26-8-2019.
18 16. “A internacionalização da Amazônia”, O
Globo, Rio de Janeiro, 23-10-2000.

%0 5 10 15 20 25 30 35
*Jefe de redacción adjunto, Le Monde diplomatique, París.
Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM) Traducción: Julia Zaparart
26 |
De ambos lados del Atlántico cuestionan a Rusia con el argumento
de que socava el derecho internacional. Pero Moscú, favorable a
un mundo multipolar, replica que Washington debe compartir el
poder y respetar el principio de soberanía de los Estados. Y con
la guía de Vladimir Putin, recupera posiciones de liderazgo.
Comprender el pensamiento estratégico ruso
El mundo visto
desde Moscú
por Richard Sakwa*
¿
Qué quiere Rusia? Si les creemos
a numerosos analistas occiden-
tales, Rusia se aferra a un orden
internacional ya acabado: el sis-
tema de Yalta de los años de la
Guerra Fría, durante los cuales el Kremlin
disponía de una esfera de influencia en
Europa del Este. La anexión de Crimea en
2014 demostraría que no piensa permitir
que Ucrania se le escape. El informe sobre la
estrategia de seguridad nacional (National
Security Strategy) de Estados Unidos, pu-
blicado el 18 de diciembre de 2017, calificaba
a Rusia de “potencia revisionista”, insinuan-
do su voluntad de destruir el sistema nacio-
nal existente (1). Se trataría de un régimen
autoritario que pretende desviar la atención
de sus problemas internos gracias a una te-
meridad exterior. Peor aun: de aquí en más,
Moscú pretendería exportar su modelo po-
lítico, creando una alianza de autocracias
con China.
Los desafíos que Moscú lanza a Occiden-
te refuerzan la cohesión política del país. No
obstante, sería un error explicar su compor-
tamiento en función de esa única conside-
ración. ¿Qué quiere el Kremlin realmente, y
qué papel juega el acercamiento con China
en la persecución de sus objetivos?
La exigencia fundamental del poder
ruso es convertirse en cogestor de los
asuntos internacionales y ser reconocido
como tal. Ambición amargamente frus-
trada. Al final de la Guerra Fría, la Unión
Soviética, y luego Rusia, intentó trans-
formar lo que se complacía en llamar el
“Oeste histórico” en un “Gran Oeste” que
incorporara a Rusia (2). Moscú espera-
ba que esa configuración liberase a Eu-
ropa Occidental del marco institucional
e ideológico atlantista de la Guerra Fría;
que permitiese desarrollar una cultu-
ra del diálogo político y de la interacción
mutuamente provechosa. Pero Occidente
solo concedió una extensión del sistema
establecido. Liberado de la amenaza ideo-
lógica y militar de la Unión Soviética, el
orden liberal tomó la forma de una doctri-
na Monroe (3) universal bajo el liderazgo
de Estados Unidos: la esfera de influencia
estadounidense se ampliaba al mundo en-
tero, sin dejar lugar a subconjuntos inde-
pendientes del centro hegemónico.
Rusia termina oponiéndose a ese uni-
versalismo, que consideraba utilizado
para otros fines. Como ministro de Rela-
ciones Exteriores (1996-1998), luego co-
mo Primer Ministro (1998-1999), Evgueni
Primakov fue el primer dirigente que dio
a su país el estatuto de potencia resisten-
Hamish MacEwan, sin título, 1996
te. Cuando se hizo evidente que la Orga-
nización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) continuaría incorporando nue-
vos miembros y preparando su interven-
ción en Kosovo sin tomar en cuenta los in-
tereses de Rusia, Primakov volvió a poner
en circulación el concepto de multipolari-
dad. Durante una visita a India, en diciem-
bre de 1998, formuló la idea de hacer con-
trapeso al unilateralismo estadounidense.
Sobre esa base, sugirió una alianza entre
potencias no atlánticas, un “triángulo es-
tratégico” Rusia-India-China, que más
adelante se convertiría en el núcleo de la
asociación de los BRICS (Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica). Su política es-
taba inspirada en la doctrina de la “coexis-
tencia pacífica” de Nikita Kruschev, el ex
secretario general del Comité Central del
Partido Comunista de la Unión Soviética,
según la cual ciertos sistemas sociales y
políticos pueden ser antagonistas sin en-
trar necesariamente en conflicto (4).
Cuando llega al poder, en el año 2000,
Vladimir Putin se esfuerza por combinar
el atlantismo del primer período posco-
munista con la estrategia de Primakov. En
2001 se crea la Organización de Coopera-
ción de Shanghai (OCS), compuesta en ese
momento por China, Kazajistán, Kirguis-
Edición 244 | octubre 2019
tán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán –India
y Pakistán se incorporarían en 2017–. Su
nacimiento marca un paso suplementario
en la creación de un sistema de alianzas no
occidental. Paralelamente, Putin procura
estrechar vínculos con la Unión Europea.
Se analiza incluso la adhesión de Rusia a la
OTAN. Pero con el paso de los años, con las
intervenciones de Estados Unidos en Irak,
la decisión de George W. Bush en 2002 de
derogar el tratado ABM (Anti-Ballistic
Missile) de 1972 –que limitaba el desplie-
gue de esas armas–, así como las “revolu-
ciones de color” apoyadas por fundaciones
cercanas al Departamento de Estado, Pu-
tin pierde sus ilusiones. Condena sin am-
bages a Estados Unidos en la Conferencia
de Seguridad de Munich, en febrero de
2007. Advierte contra los peligros de un
“mundo unipolar […] en el que hay un so-
lo amo, un soberano”, y termina hacien-
do notar que Rusia, “con sus mil años de
historia”, no necesita que nadie le enseñe
cómo debe comportarse en los asuntos in-
ternacionales.
En esa época, el Kremlin todavía veía
posible trabajar con las potencias atlánti-
cas sobre asuntos de interés común con-
cretos, en particular en la lucha contra el
terrorismo. Todo eso se desploma por la
intervención de la OTAN en Libia en 2011.
Y en 2014, la vigorosa reacción contra lo
que en Moscú se percibe como una tenta-
tiva no negociada de la Unión Europea de
integrar a Ucrania a la esfera de influencia
atlántica provoca la más grave crisis de la
pos Guerra Fría.
Hacia una “gran Eurasia”
Sinónimo de rechazo a la hegemonía de
Estados Unidos, omnipresente en el dis-
curso de los dirigentes rusos, la multipo-
laridad sigue siendo un concepto vago.
¿Es un objetivo a alcanzar, como compo-
nente de una estrategia activa –dar más
peso a potencias de segundo rango, como
Rusia–, o se trata de una realidad tangible,
resultante de un reequilibrio en la escena
mundial? El 19 de septiembre de 2013, du-
rante una sesión del Club Valdai (un think
tank que reúne a decisores y expertos ru-
sos y occidentales, creado en 2004), Putin
condenó “las tentativas orientadas de uno
u otro modo a restaurar el modelo están-
dar del mundo unipolar”, sugiriendo que
este último pertenecía objetivamente al
pasado. “Un mundo así –añadió– no nece-
sita Estados soberanos, sino vasallos. His-
tóricamente, equivale a rechazar la propia
identidad y la diversidad del mundo que
Dios nos ha dado.” En otra reunión, el 27
de octubre de 2016, expresó su esperanza
de que “el mundo [se vuelva] más multi-
polar”, viendo en ello la condición necesa-
ria para que un día “unas reglas comunes
universalmente aceptadas […] garanticen
la soberanía y los intereses de los pue-
blos”, principalmente a través de Nacio-
nes Unidas.
Cuando se trata de describir la ambi-
ción de Rusia, el término “neorrevisionis-
mo” parece más apropiado (5). También
aplicable a China, refleja un descontento
hacia el modo en que actualmente se con-
ducen los asuntos internacionales. Para
esos países, no se trata tanto de delinear
sus propias esferas de influencia, sino de
reafirmar el principio –típicamente for-
mulado en términos de soberanía– se-
gún el cual los Estados deben forjar las
relaciones con sus respectivos vecinos (lo
cual no siempre asume la forma tradicio-
nal de pertenencia a un bloque).
¿Simple retorno al modelo de West-
falia del siglo XVII, en el que los Estados
interactúan como si fueran bolas de billar,
haciendo alianza con unos para contra-
rrestar a los otros? Moscú y Pekín conciben
la multipolaridad con mayor sutileza. Si

bien la soberanía sigue siendo a su enten-
der el valor central, proponen moderarla
con un compromiso a favor de las institu-
ciones multilaterales, sea creando nuevas a
nivel regional, sea defendiendo aquellas de
vocación universal emanadas de los Acuer-
dos de Bretton Woods de 1944. La cuestión
es liberar a las segundas de su subordina-
ción al sistema atlántico dirigido por Esta-
dos Unidos, creando un sistema interna-
cional pluralista.
Rusia y China son el corazón de un
alineamiento antihegemónico nacien-
te (6). Mientras Rusia enfrenta las san-
ciones económicas y China enfrenta la
presión militar estadounidense en el
Pacífico, los dirigentes de ambos países
se reunieron cinco veces en 2017 y cua-
tro en 2018. En distintos grados, todos
los dirigentes rusos buscaron una in-
tegración económica eurasiática, pero
Putin la inscribió en una lógica geopo-
lítica más profunda. Con la Unión Eco-
nómica Eurasiática (UEE), oficialmen-
te creada el 1º de enero de 2015, expresó
claramente su voluntad de construir sus
propias redes de integración regional.
Lo cual se confirmó en mayo de 2015,
cuando firmó con el presidente chino
Xi Jinping un acuerdo de armonización
(sopryazhenie) entre la UEE y la iniciati-
va de las “nuevas Rutas de la Seda” (Belt
and Road Initiative, BRI). Rusia tam-
bién anuncia el proyecto de “gran Eura-
sia”, en reemplazo del proyecto muerto
al nacer de “gran Europa” (de Lisboa a
Vladivostok), soñado por el último líder
soviético, Mijail Gorbachov. Este englo-
baría a la mayor parte de la región den-
tro de un conjunto de geometría varia-
ble de circuitos interconectados que in-
cluyen entidades ya existentes, como la
Asociación de las Naciones del Sudeste
Asiático (ASEAN).
Ese dispositivo representa lo que po-
demos llamar la estrategia de la “tierra del
medio” (heartland), concepto clásico de
geopolítica –teorizado por Halford John
Mackinder (1861-1947) y reformulado por
el politólogo estadounidense Zbigniew
Brzezinski–, que convierte a Eurasia en el
pivote geográfico del mundo, y por lo tan-
to, en el objeto de una lucha entre gran-
des potencias. El 9 de julio de 2015, en la
Eurasia se encuentra
entrampada entre
un Occidente todavía
muy poderoso y un
frente oriental en
pleno ascenso.
apertura de un encuentro conjunto entre
los BRICS y la OCS, en presencia de otros
dirigentes de la UEE en Ufá, Rusia, Putin
declaró: “Para nosotros, este bloque conti-
nental eurasiático no es un tablero de aje-
drez, no es un campo de juego geopolítico;
es nuestro hogar. Todos queremos que sea
pacífico, próspero y que no esté a merced
del extremismo o de intentos de protección
de los intereses de unos a expensas de los
de los otros” (7).
Objetivo fundamental: velar por que
Eurasia no se transforme en una extensa
zona de fractura en el enfrentamiento en-
tre un sistema atlántico ampliado y las po-
tencias ascendentes de Asia, en particular
China. En 2018, Pekín aumentó por vigé-
simo cuarto año consecutivo su gasto mi-
litar, que así y todo no representa más que
el 40% del de Washington (649.000 millo-
nes de dólares). El presupuesto militar de
Rusia empezó a bajar en 2016, pero sigue
siendo el sexto del mundo (8). Eurasia se
encuentra entrampada entre un Occidente
todavía muy poderoso y un frente oriental
en pleno ascenso. Entre ambos, Rusia ocu-
pa una posición ideal pero peligrosa.
Sigue habiendo diferencias relevantes
entre las posiciones de Moscú y Pekín. Ru-
sia reconoce la primacía de Estados Uni-
dos en los ámbitos militar y económico. En
el Foro Económico Internacional de San
Petersburgo, el 17 de junio de 2016, Putin
declaró: “Estados Unidos es una gran po-
tencia, tal vez hoy la única superpotencia.
Nosotros aceptamos esa realidad”. A la in-
versa, China, más confiada en su poderío
económico, empieza a formular un pro-
yecto político global. Pekín anticipa una
serie de ideas tales como la “comunidad de
destino”, basada en relaciones “ganador-
ganador”. Los escépticos ironizan, pero
el hecho de que estos conceptos se apoyen
concretamente en las grandiosas inversio-
nes de las nuevas “Rutas de la Seda” y la
creación de un banco multilateral invita a
pestarles cierta atención.
El acuerdo chino-ruso no se extiende
necesariamente a la cuestión fundamen-
tal de la identidad cultural. Aunque Rusia
se ha ido alejando cada vez más del siste-
| 27
ma atlántico, especialmente tras los seten-
ta y ocho días de bombardeos de la OTAN
contra Serbia en 1999, jamás renunció a su
identidad occidental. Putin lo decía implí-
citamente incluso cuando castigaba la de-
cadencia de Occidente en la reunión del
Club de Valdai en septiembre de 2013: “Ve-
mos cómo muchos países euroatlánticos
niegan realmente sus raíces, incluidos los
valores cristianos que constituyen la base
de la civilización occidental”. Pekín sospe-
cha, probablemente con razón, que Rusia
sigue soñando con tomar la iniciativa en la
reinvención de Occidente si las circunstan-
cias lo permiten. ¿Qué quedaría entonces
del proyecto de la Gran Eurasia? g
1. “National Security Strategy of the United States”, Casa
Blanca, Washington, DC, 12-2017, www.whitehouse.gov
2. Véase Hélène Richard, “Quand la Russie rêvait
d’Europe”, Le Monde diplomatique, septiembre de 2018.
3. La doctrina de política exterior definida en 1823 por
el presidente James Monroe transformaba a América
Latina en el “patio trasero” de Estados Unidos.
4. Evgueni Primakov, “The world on the eve
of the 21st century: problems and prospects”,
International Affairs, Vol. 42, N° 5-6, Moscú, 1996.
5. Richard Sakwa, Russia Against the Rest:
The Post-Cold War Crisis of World Order,
Cambridge University Press, 2017.
6. Véase Isabelle Facon, “Pékin et Moscou,
complices mais pas alliés”, Le Monde
diplomatique, París, agosto de 2018.
7. “Interfax: Putin says Eurasia’s not a
chessboard, it’s our home”, Johnson’s Russia
List, 9-7-2015, http://russialist.org
8. “World military expenditure grows to $1.8 trillion in
2018”, Instituto Internacional de Investigación sobre
la Paz de Estocolmo (SIPRI), Solna, Suecia, 29-4-2019.
*Profesor de la Universidad de Kent (Reino Unido); autor de
Russia’s Futures, Polity Press, Cambridge, 2019.
Traducción: Patricia Minarrieta
28 |
Un avión militar ruso descarga un sistema de defensa S-400 en la base militar Mürted, Ankara, 12-7-2019 (Ministerio de Defensa de Turquía/Reuters)
Las relaciones entre Turquía y Estados Unidos atraviesan una
seria crisis luego de que Ankara adquiriera misiles rusos y
esbozara un acercamiento con Moscú. Sin embargo, los vínculos
con Rusia son más pragmáticos que estratégicos. Una salida de
Turquía de la OTAN parece poco probable.
¿Cambio de alianzas?
Turquía sigue buscando
su lugar en el mundo
por Didier Billion*
E
l pasado 12 de julio Turquía
recibió el primer lote de equi-
pamiento para el sistema de
defensa antimisiles S-400, de
fabricación rusa. Resultado
de un contrato celebrado entre Ankara y
Moscú en abril de 2017 esta entrega, com-
pletada por otras en agosto y septiembre,
provocó importantes tensiones diplo-
máticas entre Turquía y Estados Unidos.
Para Washington, el sistema S-400 sería
incompatible con los equipamientos de
la Organización del Tratado del Atlán-
tico Norte (OTAN), de la que Turquía es
miembro desde 1952. Para presionar a
Ankara, el gobierno de Donald Trump
amenazó con suspender la venta de avio-
nes de combate F-35 al ejército turco. No
hacía falta más para alimentar los temores
de una salida de Turquía de la OTAN y del
deterioro de sus relaciones con Estados
Unidos, que ya se habían visto socavadas
por sus estrategias divergentes en Siria.
Para comprender las dinámicas de la
diplomacia turca, hay que tener en cuenta
una de sus constantes, a menudo resumi-
da por la fórmula “síndrome de Sèvres”,
en alusión al Tratado firmado el 10 de
agosto de 1920 bajo la presión de los ven-
cedores de la Primera Guerra Mundial
que desmanteló al Imperio Otomano. Ba-
jo esta expresión se esconden todas las
angustias existenciales nacionales. Y, de
hecho, entre las fuerzas estructurantes de
la política exterior turca, figura un nacio-
nalismo desafiante. A nivel regional, la di-
plomacia de Ankara sigue dominada por
la cuestión kurda y por la obsesión de im-
pedir cualquier cristalización en forma de
Estado, que es a lo que aspiran los nacio-
nalistas kurdos más allá de su diversidad.
A principios de los años 2000, Ankara
intentó superar esos paradigmas bajo el
impulso de Ahmet Davutoğlu, entonces
ministro de Relaciones Exteriores, cono-
cido por su doctrina de “cero problemas
con los vecinos” (1). Si bien esta iniciativa
podía provocar risas, dadas las tormento-
sas relaciones que Turquía siempre había
mantenido con su exterior más cercano,
mostró sin embargo un real deseo de rom-
per con otro principio fundador de la polí-
tica exterior turca durante varias décadas:
“El turco no tiene más amigo que el tur-
co”. No obstante, el perturbado entorno
geopolítico del país, en particular los so-
bresaltos de la guerra civil siria, hizo que
esos esfuerzos quedaran pronto obsole-
tos, y los principios fundamentales recu-
peraron su vigor.
Un rol ineludible
Estrechamente vinculada desde el final
de la Segunda Guerra Mundial a las po-
tencias occidentales, Turquía no siem-
pre ha sido un aliado fácil. Las diferen-
cias con Estados Unidos han surgido en
varias ocasiones. Así, tras la invasión del
Norte de Chipre por el ejército turco, los
estadounidenses decidieron imponer-
le un embargo de armas desde febrero de
1975 hasta septiembre de 1978. Asimismo,
en 2003 las relaciones bilaterales sufrieron
graves turbulencias luego de que el Parla-
mento turco se negara a acceder a la peti-
ción de George W. Bush de permitir que
unos 62.000 GI listos para atacar el Irak de
Saddam Hussein transitaran por Turquía.
Sin embargo, el esfuerzo de Turquía
por replantearse sus relaciones con el
mundo exterior, omnipresente desde los
años 1960, nunca ha ido acompañado de
una renuncia a sus alianzas tradiciona-
les. Tres acontecimientos recientes lo
demuestran: su acuerdo para la insta-
lación en su territorio del radar de aler-
ta temprana del escudo antimisiles de la
Edición 244 | octubre 2019
OTAN, resuelto en la Cumbre de Lisboa
de noviembre de 2010 y confirmado en
septiembre de 2011; el despliegue por par-
te de la OTAN, a petición de Turquía, de
misiles Patriot (de fabricación estadouni-
dense) en la frontera turco-siria en enero
de 2013; la reunión de embajadores de la
OTAN reclamada por Ankara –y convoca-
da de inmediato por la organización tran-
satlántica– pocos minutos después de que
su fuerza aérea derribara un avión ruso el
24 de noviembre de 2015.
Aunque la instrumentalización nacio-
nalista de los desacuerdos con Estados
Unidos a veces agita las tensiones, Tur-
quía no tiene la intención de quemar los
puentes, pero, consciente de su potencial,
sí de hacer valer sus intereses con firme-
za. Cabe recordar que tiene el segundo
mayor ejército de la OTAN en cantidad
de soldados, que pone a disposición de sus
aliados su base de Incirlik, donde se alma-
cenan armas nucleares, que sigue contro-
lando los estrechos y representa el único
Estado de cultura musulmana miembro
de la Alianza Atlántica. En resumen, sigue
siendo un hub euroasiático ineludible pa-
ra la política regional estadounidense.
Desde el punto de vista occidental, el
rol central que desempeña Ankara de fac-
to debe preservarse absolutamente. Es
innegable que la confianza mutua se ha
visto socavada por la decisión de adqui-
rir el sistema S-400, pero la convergen-
cia de intereses sigue siendo importante.
Por esta razón, Turquía permanecerá en
la OTAN, aunque a veces se comporte co-
mo un alborotador, a imagen y semejanza
del general Charles de Gaulle en su época.
¿El caso de los misiles rusos S-400
pone en tela de juicio este marco analíti-
co? Es cierto que esas armas son incom-
patibles con las normas de la Organiza-
ción Atlántica en la medida en que, según
Washington, podrían conectarse en red
con los sistemas de armas occidentales
de Turquía y hacerlos vulnerables. A su
vez, Turquía es plenamente consciente
de que ningún país ni grupo de países está
en condiciones de proporcionarle garan-
tías de seguridad equivalentes a las de la
OTAN. Los numerosos contratos de ar-
mamento previstos o en curso de negocia-
ción con las potencias occidentales mues-
tran, por una parte, la diversificación de
sus objetivos diplomáticos, y por la otra,
su determinación de reforzar sus propias
capacidades defensivas. De hecho, las
unidades de misiles Patriot que permane-
cieron activas en la base de Incirlik no al-
canzan a cubrir la totalidad de sus fronte-
ras orientales y meridionales.
El propio Donald Trump minimizó la
responsabilidad de los turcos en la com-
pra de los S-400. Según él, la culpa sería
de Barack Obama, a quien acusa de haber
impedido que Ankara adquiriera los Pa-
triot. Esto no le impidió, tan pronto como
se entregaron los primeros elementos del
S-400, tomar medidas de represalia ex-
cluyendo a Turquía del programa de avio-
nes de combate F-35: marginación de la
cadena de producción, expulsión de los
pilotos turcos en entrenamiento, prohi-
bición de que el país compre aviones. En
contraste con esta posición, el 17 de julio
de 2019 el secretario general de la OTAN,
Jens Stoltenberg, pronunció un encendi-
do alegato a favor de Ankara en la inaugu-
ración del Aspen Security Forum [Foro de
Seguridad de Aspen] en Colorado: “El pa-
pel de Turquía en la OTAN es mucho más
amplio que los F-35 o los S-400” (2).
Una relación pragmática
¿Cuál es el estado actual de las relacio-
nes entre Ankara y Moscú? Aunque hoy
parecen seguir un curso armonioso, los
acontecimientos de los últimos años han

demostrado que se mantienen de forma
permanente al borde del precipicio. En
efecto, entre Rusia y Turquía ni la alian-
za estratégica ni la ruptura total son real-
mente posibles.
El miedo a veces expresado a una
alianza ruso-turca que enfrentaría a Oc-
cidente se basa en una percepción erró-
nea del lugar y de los objetivos de ambos
países en la escena internacional. Por
cierto, muchos aspectos parecen acer-
carlos: el hecho de que se los clasifique
regularmente como “emergentes”, la
tendencia hacia un ejercicio autoritario
y personalizado del poder, las relaciones
conflictivas con la Unión Europea (UE) y
Estados Unidos, una nostálgica referen-
cia a un pasado glorioso y, por último, el
deseo de afirmarse a nivel internacional.
No obstante, son dos actores de catego-
rías fundamentalmente diferentes.
Mientras Rusia recupera su lugar en el
escenario mundial, Turquía nunca lo ha
encontrado y sigue buscándolo. Esta asi-
metría persistente conduce a recurrentes
tensiones entre las dos naciones, que sus
intereses políticos y económicos comu-
nes no logran superar. El retorno de Rusia
al club de las grandes potencias se produjo
en los últimos años incluso a expensas de
las ambiciones de Turquía de convertirse
en un líder regional. En particular a través
de su participación en la crisis siria, Mos-
cú mantiene relaciones con todos los acto-
res de la zona y desempeña el papel central
que Ankara se había asignado bajo la in-
fluencia de Davutoğlu. Además, la impulsi-
vidad de Recep Tayyip Erdoğan y su inca-
pacidad para definir una perspectiva clara
explican, entre otras razones, por qué Tur-
quía no parece estar en una posición fuerte
en las negociaciones sobre la cuestión siria,
aunque sin ella sea imposible encarar una
solución al conflicto.
En términos más generales, el propio
concepto de alianza o asociación, que im-
plicaría una serie de obligaciones y limi-
taciones políticas recíprocas, no permite
comprender la naturaleza esencialmente
pragmática de la relación ruso-turca. La
cooperación ideológica, política y econó-
mica que el contexto geopolítico hace ne-
cesaria no debe confundirse con el acer-
camiento estratégico en una lógica de blo-
Pese a la
instrumentalización
nacionalista de los
desacuerdos con
Estados Unidos,
Turquía no tiene la
intención de quemar
los puentes.
que, ni tampoco hacer olvidar la constan-
te reevaluación de sus intereses por par-
te de cada país. Lo que es seguro es que
Turquía no ve a Rusia como un enemigo o
una amenaza, a diferencia de sus aliados
occidentales.
Por lo tanto, no existe una alianza estra-
tégica, pero el interés mutuo de los dos ac-
tores por cooperar hace que el escenario
de una ruptura total sea también impro-
bable. Aunque las tensiones e incluso los
enfrentamientos directos siguen siendo
posibles, Turquía continúa siendo un so-
cio indispensable para Vladimir Putin, si
este quiere alcanzar sus objetivos en Siria
y concretar sus ambiciones internaciona-
les. El Kremlin parece haber tomado nota
de ello, dejando cierto margen de manio-
bra a Ankara en el noreste de Siria frente a
los kurdos, organizados en el seno del Par-
tido de la Unión Democrática (PYD), e in-
cluso en la región de Idlib, donde Turquía
conserva su influencia entre los grupos
rebeldes. Por su parte, Erdoğan ve la coo-
peración con Rusia como una forma de
mantener bajo control a la cuestión kurda,
que considera clave para su país. Aunque
no pueden descartarse vuelcos tácticos,
para Ankara está claro que la política de
Moscú en la región es mucho menos des-
estabilizadora para sus intereses que la de
Washington.
A corto plazo, la relación entre Rusia
y Turquía estará determinada en gran
medida por el giro que tomen el conflic-
to sirio y las negociaciones para resol-
verlo. También deberá leerse a través del
prisma de las relaciones de ambos países
con la UE y Estados Unidos.
En definitiva, la evolución de la políti-
ca exterior turca resulta tanto de su larga
búsqueda de identidad, perceptible des-
de hace cinco décadas, como de su vo-
luntad más reciente de tener en cuenta
los nuevos paradigmas que estructuran
las relaciones internacionales. Actual-
mente, los valores que los países occi-
dentales siguen considerando –más o
| 29
menos confusamente– como universa-
les, ya no logran imponerse ni militar, ni
política, ni culturalmente. Más allá de su
diversidad, las llamadas potencias emer-
gentes se afirman en el escenario mun-
dial y alteran los antiguos equilibrios.
Turquía es un ejemplo de esta trans-
formación del mundo, y el presidente
Erdoğan expresa con regularidad su re-
chazo a un orden internacional regula-
do por los cinco miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de las Nacio-
nes Unidas. “Insisto en repetirlo: el Con-
sejo de Seguridad de la ONU tiene que
ser reformado para representar mejor al
mundo de hoy. Esto es lo que quiero de-
cir cuando explico que el mundo es más
grande que cinco” (3), declaró en la se-
sión de clausura de la 62ª Asamblea Par-
lamentaria de la OTAN en Estambul el
21 de noviembre de 2016.
Por lo tanto, los aliados tradicionales
de Turquía deben aprender a distinguir
entre lo que forma parte de la postura
coyuntural –a menudo motivada por ra-
zones de política interna– y lo que hipo-
téticamente podría llegar a ser estructu-
rador en los próximos años. g
1. Esta doctrina está explicitada en su libro
Stratejik Serinlik (“Profundidad estratégica”),
publicado en 2001 en Turquía, sin traducción.
2. Jens Stoltenberg, “L’OTAN : un atout pour l’Europe,
un atout pour l’UE”, 17-7-2019, www.nato.int
3. Agencia Anadolu, Estambul, 21-11-16.
*Director adjunto del Instituto de Relaciones Internacionales
y Estratégicas (IRIS) de París.
Traducción: Teresa Garufi
30 | Edición 244 | octubre 2019

forme en Palestina”, responde Manish

Tiwari, dirigente del Partido del Congre-
so, principal formación de oposición.
Valle de la Shaksgam
CHINA Zonas administradas por Desde su prisión, Mehbooba Mufti,
(cedido por Pakistán
a China en 1963)
primera mujer en dirigir Jammu y Cache-
India mira, logró concederle una entrevista a la
(cuestionadas por Pakistán) British Broadcasting Corporation (BBC)
Gilgit K2 a comienzos del mes de agosto: “Esta de-
Aksai Chin Pakistán
reivindicadas
cisión hará de India una fuerza de ocupa-
Gilgit-Baltistán (administrado ción en Jammu y Cachemira. […] Al des-
Glaciar por India
por China China mantelar el Estado y privarnos de manera
de Siachen fraudulenta de lo que nos pertenece por
desde 1962)
In

derecho, complejizaron el conflicto liga-

do

Estado de Cachemira do a Cachemira. Lo único que quieren es

Ladakh histórico ocupar nuestro territorio y hacer de este
Muzaffarabad Kargil Leh Estado mayoritariamente musulmán, un
Rutas estratégicas
Estado como los demás, reduciéndonos
Srinagar al rango de minoría impotente” (2). Tras
Azad Línea de control
Cachemira Límite de (cese el fuego de 1949)
estas declaraciones, Mufti quedó inco-
los nuevos municada.
Islamabad Jammu y Cachemira
territorios Fronteras según China El alcance internacional de lo que Mo-
Mirpur di describe como “un asunto puramente
interno” es tal que podría esperarse el
Jammu desarrollo de una confrontación mayor,
PAKISTÁN o incluso de una guerra abierta, en esta
INDIA
0 100 km región inestable en la que dos potencias
Fuente: Organización de las Naciones Unidas.
nucleares, India y Pakistán, se enfren-
tan desde 1947, fecha en la que lograron
independizarse del Reino Unido. Am-
bos países libraron ya tres guerras abier-
tas: en 1947-1948 y en 1965 en Cachemi-
Desde la independencia en 1947, los gobiernos de Nueva Delhi consideran que el conjunto del antiguo Principado de Cachemira forma ra –que continúa siendo la manzana de
parte de la Unión india. En la práctica, este territorio está dividido en dos zonas cuestionadas desde ambas partes de la línea de control
la discordia–, y en 1971, respecto de Pa-
establecida por las Naciones Unidas (ONU) en 1949. La delimitación del glaciar de Siachen sigue siendo ferozmente disputada. Entre 1957
kistán Oriental, que se convirtió en Ban-
y 1962, China se apoderó del Aksai Chin, esencial para mantener el control del Tíbet. El nuevo territorio del Ladakh, creado en agosto
pasado, reúne de hecho el distrito de Leh, habitado principalmente por una población tibeto-birmana budista, y el de Kargil, habitado
gladesh. El control del glaciar de Siachen
mayoritariamente por Baltis, un pueblo tibetano de confesión musulmana chiita. también da pie a enfrentamientos espo-
rádicos desde 1984.
Fuente: Organización de las Naciones Unidas La decisión autoritaria de Modi, en
consonancia con su visión de India co-
mo hogar nacional hindú (hindu rashtra),
sumergió al territorio del Himalaya en el
caos y la incertidumbre. Fue ampliamen-
Desde su reelección, el primer ministro indio, Narendra Modi, multiplica te apoyada en el país, donde el ultrana-
cionalismo hindú y la política identitaria
los ataques contra los musulmanes. En Assam, el 31 de agosto, les avanzan viento en popa. La mayoría hin-
dú estima que la minoría musulmana, en
quitó la nacionalidad a 1,9 millones de ellos. Tres semanas antes, había particular en Cachemira, se vio benefi-
ciada por incontables regalos destina-
privado al Estado de Jammu y Cachemira de su estatuto especial, dos a amansarla, y esta victimización es-
dividiéndolo en dos “territorios de la Unión”, más fáciles de controlar. tá ahora en el centro del relato nacional.
Según los ideólogos del régimen, Cache-
mira pertenece a India y debe ser tratada
como cualquier otro Estado de la Unión.
El golpe constitucional de Narendra Modi Pero olvidan que cuando se alcanzó la in-
dependencia este territorio no pertenecía
a India, ni tampoco a Pakistán.

Hinduismo explícito Un antiguo principado

La historia de Cachemira, larga, compleja
y tortuosa, está compuesta por una serie
de conmociones políticas y militares que

en Cachemira
pueden ser imputadas, en gran medida,
al Reino Unido y a su herencia colonial.
Cuando los británicos se retiraron del
subcontinente, sólo una parte del territo-
rio –las Indias Británicas– estaba bajo el
control de la Corona. El resto estaba com-
puesto por 565 Principados “soberanos”
por Vaiju Naravane* dirigidos por pequeños y grandes rajas,
nababs y maharajas, algunos de los cuales

L
a derogación del artículo 370
de la Constitución india, que
garantizaba la autonomía del
Estado de Jammu y Cachemira,
se realizó entre gallos y media-
noche, por decreto presidencial, en ple-
no verano , el 5 de agosto. La maniobra se
asemeja a un “golpe de Estado constitu-
cional, una completa traición al pueblo de
Cachemira y a nuestra Constitución Fe-
deral” (1), subraya el ensayista y periodis-
ta Prem Shankar Jha.
El golpe estuvo muy bien orquestado.
Algunos días antes, Nueva Delhi hizo eva-
cuar a los turistas extranjeros del valle de
Cachemira y a los peregrinos hindúes que
se dirigían a Amarnath, en el Himalaya,
bajo el pretexto de supuestas “amenazas
a la seguridad”. Varios miles de soldados
fueron desplegados en la región, sumán-
dose a los 500.000 hombres ya en posi-
ción. Cerca de 4.000 personas, conside-
radas como potenciales “agitadores”, fue-
ron detenidas; entre ellas había dirigentes
políticos, incluso pro-indios, militantes,
abogados, universitarios, periodistas, em-
presarios y ciudadanos comunes (algunos
menores de edad).
Justo antes de la publicación del de-
creto, las vías de comunicación, las redes
telefónicas e Internet fueron cortadas, se
cerraron los establecimientos escolares,
se prohibieron las reuniones de más de
cinco personas y se redujo la libertad de
circulación. Así, aislada del mundo exte-
rior, Jammu y Cachemira quedó incomu-
nicada hasta mediados de septiembre. Y,
contrariamente a lo que pretende Nue-
va Delhi, la situación está lejos de haber
“vuelto a la normalidad”.
El avance del ultranacionalismo
Hasta ese momento, este Estado disponía
de una Asamblea elegida, de una Consti-
tución y una bandera propias; además, el
artículo 35 prohibía a los no cachemiros
comprar bienes inmuebles en la región y
acceder a cargos públicos. Al suprimir es-
tas disposiciones, Nueva Delhi busca mo-
dificar la demografía local. El primer mi-
nistro, Narendra Modi, afirma inspirarse
en Israel, cuyo “control” de la población
palestina en Gaza y Cisjordania admira.
“No queremos que Cachemira se trans-
reinaban sobre vastos reinos, otros sobre
un puñado de pueblos. El más extenso, y
el más diverso desde el punto de vista lin-
güístico y cultural, era Cachemira.
“En el valle central que rodea a la ciu-
dad de Srinagar, la lengua dominante era
el cachemir, hablado tanto por la mayo-
ría musulmana como por la minoría hin-
dú. Hacia el sur, se extendía la provincia
de Jammu, donde el dogri era la lengua
más hablada entre los habitantes, princi-
palmente musulmanes en el oeste e hin-
dúes al este. Ladakh, una región de gran
altitud al noreste, estaba poblada por bu-
distas que presentaban fuertes afinida-
des religiosas y lingüísticas con el vecino
Tíbet. Baltistán, al oeste de Ladakh, es-
taba ocupado por un pueblo provenien-
te de una etnia cercana pero principal-

mente de confesión musulmana chiita.
Más al norte, los valles de Gilgit, con baja
densidad de población, albergaban una
impresionante variedad de culturas y de
dialectos locales. Finalmente, en el oes-
te del Estado, se extendía una banda de
tierra que compartía lazos étnicos y lin-
güísticos con Pakistán. Las poblaciones
de estas regiones eran mayoritariamente
musulmanas, con importantes minorías
hindúes y sij, en particular en Mirpur”
(3), escribe Chandrashekhar Dasgupta
en una obra notablemente documenta-
da. El único factor de unidad entre estos
territorios divididos no era otro que un
monarca... hindú.
Al abandonar India, los británicos le
dejaron un regalo envenenado, al anun-
ciar a los dirigentes locales que recupe-
rarían su soberanía y tendrían entonces
dos opciones: integrarse a India o a Pa-
kistán. Ahora bien, Cachemira limita
con los dos países. Debido a su mayoría
musulmana, Pakistán estimaba tener
mayor legitimidad para tomar posesión
del territorio. Esto no impidió que Del-
hi también lo reivindicara. El maharaja
cachemir Hari Singh solicitó una mora-
toria porque no lograba decidirse. Pero
Pakistán no escuchó razones: decidió to-
mar cartas en el asunto y envió a Cache-
mira a mercenarios pashtunes apoyados
por soldados del ejército regular. Al verse
rodeado, Hari Singh solicitó la asistencia
militar de India, donde se refugió, y, el 26
de octubre de 1947, firmó el acta de ce-
sión de Cachemira a India.
Cuando Jawaharlal Nehru, el primer
ministro hindú en esa época, apeló a la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU), ésta solicitó, el 13 de agosto de
1948, que Pakistán e India retiraran sus
tropas y organizaran luego un referén-
dum de autodeterminación. Como Pa-
kistán se negó a abandonar el territorio
que ocupaba, India también mantuvo sus
tropas, y la consulta popular nunca pudo
ser llevada a cabo. El asunto quedó estan-
cado. En 1962, China ocupó a su vez una
parte de Cachemira tras su victoria mili-
tar frente a India.
Como explica el abogado constitu-
cionalista Aman Hingorani: “Todos los
Principados que se integraron a la Unión
india renunciaron a sus prerrogativas
en tres grandes ámbitos: la defensa, los
asuntos exteriores y la comunicación, a
los que se suman otros de menor impor-
tancia. Algunos firmaron acuerdos su-
plementarios, pero Jammu y Cachemira
se negó a hacerlo. Para todo lo que exce-
da estos tres ámbitos, la Unión india de-
be solicitar la autorización del Estado de
ADELANTE RADICALES
Ocho ensayos (y una ficción) sobre el futuro del radicalismo
Editado por Andrés Malamud, uno de los más lúcidos e irreverentes analistas de la
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Cachemira [...]. Esta es la situación que se
ve reflejada en el artículo 370 de la Cons-
titución india” (4).
Anexión de hecho
La población de Cachemira nunca aceptó
totalmente la dominación india y no expe-
rimenta ningún sentimiento de pertenen-
cia a la Unión, contrariamente a los habi-
tantes de otros antiguos Principados. En
1987, la manipulación de las elecciones lo-
cales por parte de Nueva Delhi, que intentó
asegurarse la victoria de sus aliados, desató
la insurrección (5). Pakistán aprovechó la
ocasión que le brindaba esta explosión de
cólera, y el engranaje se puso en marcha. La
represión de las fuerzas indias arremetió
contra los militantes en nombre de la lucha
contra los ataques terroristas, ya fueran de
origen local o impulsados por la poderosa
agencia paquistaní de inteligencia, la In-
ter-Services Intelligence (ISI). Islamabad
financió o permitió que se perpetraran ata-
ques sobre el territorio indio.
En la región de Srinagar, musulmána en
un 95%, el desencanto con respecto a un
poder indio, cada vez más autoritario, es
total. Desde 1989, Jammu y Cachemira vive
una insurrección anti-india cuya intensi-
dad fluctúa según los períodos. El conflic-
to es tripartito, implica a India, al antiguo
Principado de Jammu y Cachemira y a Pa-
kistán, que aporta un apoyo moral, material
y financiero a la rebelión.
En la actualidad, tras el decreto de Mo-
di, Pakistán espera que India sea conde-
nada a nivel internacional, lo que proba-
blemente exacerbaría las tensiones. La
Coalición de la Sociedad Civil de Jammu
y Cachemira, con base en Srinagar, infor-
ma que, sólo durante el año 2018, el con-
flicto produjo la muerte de 586 personas,
de las cuales 267 eran miembros de gru-
pos armados, 159 miembros de fuerzas
de seguridad y 160 civiles. El profesor Su-
mantra Bose, que enseña política interna-
cional comparada en la London School of
Economics, estima en 40.000 los muertos
desde 1989 (6). Algunos hablan de 70.000
desde 1947. En cuanto al gobierno indio, se
niega a brindar cifras oficiales.
La revocación de la autonomía de
Jammu y Cachemira se parece mucho a
una anexión de hecho que podría condu-
cir a la ocupación total de la región. Los
habitantes de Ladakh, por su parte –con
la notable excepción de los musulmanes
chiitas del distrito de Kargil–, están más
bien satisfechos de que su territorio se en-
cuentre ahora separado del de los cache-
mires musulmanes. Pero comparten con
estos últimos el temor a la llegada masiva
de inversiones por parte de los especula-
dores indios y a una ola de adquisición de
sus tierras, que ya se ven afectadas por el
turismo de masa. En India, los grupos de
presión iniciaron acciones legales para
cuestionar la constitucionalidad del de-
creto. El caso se encuentra en manos de la
Corte Suprema.
Mientras tanto, a excepción de las con-
denas explícitas de Islamabad y de las crí-
ticas de Pekín, el silencio de la “comuni-
dad internacional” es ensordecedor. Du-
rante la visita de Modi a Francia, el pasado
22 de agosto, Emmanuel Macron, anima-
do por la perspectiva de nuevas ventas de
Rafale y otros contratos jugosos, se abstu-
vo de hacer comentarios sobre la restric-
ción de las libertades civiles, la detención
La decisión
autoritaria de
Modi sumergió
al territorio
del Himalaya
en el caos y la
incertidumbre.
arbitraria de dirigentes políticos y la cen-
sura total de la prensa, y estimó que “les
corresponde a India y Pakistán resolver
sus diferencias en el marco bilateral”.
El 9 de septiembre, la alta comisionada
de la ONU para los Derechos Humanos,
Michelle Bachelet, anunció haber “lanza-
do un llamado particular a India para que
atenúe las medidas actuales de restricción
o de toque de queda, asegure que las per-
sonas tengan acceso a los servicios bási-
cos y respete el derecho a un juicio justo
para todas las personas que han sido de-
tenidas”. Apenas un reproche, una simple
palmadita.
Perspectivas sombrías
Esta “situación extremadamente peli-
grosa debería tener consecuencias nega-
tivas considerables en tres niveles –afir-
ma Siddharth Varadarajan, fundador del
sitio independiente de información en
línea Thewire.in–. En primer lugar, des-
de el punto de vista de las violaciones de
los derechos humanos en Cachemira. En
segundo lugar, en lo que concierne al lu-
gar de India en el escenario internacional:
Modi quebró el prestigio democrático del
país. Por último, plantea graves proble-
mas para el funcionamiento de la demo-
| 31
cracia, porque pueden tomarse medidas
similares contra otros Estados considera-
dos como recalcitrantes u hostiles al go-
bierno”. Estos Es tados podrían entonces
perder su autonomía y convertirse en “te-
rritorios de la Unión” administrados di-
rectamente por Nueva Delhi.
A pesar del black-out mediático y los
artículos pro-indios redactados por pe-
riodistas complacientes, comienzan a
difundirse reportajes sobre las manifes-
taciones, los fusilamientos, la tortura y
las detenciones masivas practicadas por
la policía, o sobre los manifestantes que
quedaron ciegos tras recibir disparos de
balines de plomo por parte de las fuerzas
del orden. Las autoridades reconocen dos
muertes, pero según varias fuentes no ofi-
ciales ascenderían a dieciséis.
“A medida que el balance crece –con-
cluye Prem Shankar Jha– millones de jó-
venes cachemires que se habían mante-
nido hasta entonces al margen de la insu-
rrección se unirán a sus filas. Según las de-
claraciones de la oganización del Estado
Islámico, yihadistas provenientes de Me-
dio Oriente, o incluso de Europa, podrían
penetrar en el valle de Cachemira a pesar
de las fuerzas de seguridad. Bajo una cre-
ciente presión popular, Islamabad podría
soltarles la rienda a los grupos yihadistas
[tanzeem] pretextando que es incapaz de
detenerlos. Se iniciaría entonces una gue-
rra larga y sangrienta que vería al terro-
rismo expandirse hacia el resto de India,
donde los puntos débiles no son pocos.
Como respuesta, el país se transformaría
en un Estado policial. Los falsos combates
cuidadosamente montados se multipli-
carían. Los musulmanes serían sus prin-
cipales víctimas. Para la India tal como la
conocemos hasta ahora sería el principio
del fin”. Una perspectiva muy sombría. g
1. Salvo indicación contraria, todas las citas
corresponden a entrevistas con el autor. Véase
Prem Shankar Jha, Kashmir 1947. Rival Versions
of History, Oxford University Press, 1996.
2. BBC, 6-8-19.
3. Chandrashekhar Dasgupta, War and Diplomacy
in Kashmir 1947-1948, Sage Publications India
Private Limited, Nueva Delhi, 2014.
4. Aman Hingorani, Unravelling the Kashmir Knot,
Sage Publications India Private Limited, 2016.
5. Véase Alexandre Dastarac y Maria Levent,
“Montée des périls au Cachemire”, Le Monde
diplomatique, París, marzo de 1990.
6, Sumantra Bose, Kashmir. Roots of Conflict, Paths to
Peace, Harvard University Press, Cambridge, 2005.
*Profesora en la Facultad de Periodismo, Medios y
Cine de la Universidad Ashoka, en India; directora
del Centre for Social and Behaviour Change (Centro
por el Cambio Social y Comportamental).
Traducción: María Julia Zaparart
EN VENTA
EN LIBRERÍAS
Y EN LA WEB
32 |
Trabajadora de una granja de Eikenhof, al sur de Johannesburgo, 24-4-12 (Siphiwe Sibeko/Reuteurs)
Sin sorpresas, el Congreso Nacional Africano (ANC) ganó las elecciones
generales del 8 de mayo pasado en Sudáfrica. Pero su porcentaje
(57,50%) nunca fue tan bajo. En el poder desde las primeras elecciones
libres, en 1994, el partido de Nelson Mandela no ha podido resolver
la ecuación agraria: tres cuartas partes de las tierras privadas siguen
concentradas en manos de granjeros ricos y blancos.
Persistencia de un apartheid económico
En Sudáfrica, la tierra
no reabsorbe la sangre
por Cédric Gouverneur*, enviado especial
E
n la verde zona rural de
KwaZulu-Natal, entre los
campos de caña de azúcar y
las elegantes casas de campo,
creció una pequeña villa mi-
seria de casillas de adobe y de chapa aca-
nalada. Obreros agrícolas y sus familias
trabajan allí para los granjeros afriká-
ners, por un salario mensual que oscila
entre los 1.500 y los 3.000 rands (entre
100 y 200 euros), por debajo del salario
mínimo, fijado en 3.500 rands (235 eu-
ros) en enero de 2019. La mayoría son
zulúes, pero otros, los xhosas, vienen
de la provincia vecina de Cabo Oriental.
En 1981, estos campesinos siguieron a su
empleador cuando este se instaló en Na-
tal. Cuando se jubiló en 2016, el granje-
ro “le revendió sus tierras a otro blanco;
y este quiere que nos vayamos”, resume
David T., campesino zulú. El nuevo pro-
pietario apareció con su abogado y les
propuso a las catorce familias “50.000
rands [alrededor de 3.300 euros] a cada
una para que se larguen; dos aceptaron”.
Desde entonces, amenaza con volver
con una topadora. “¡Este es nuestro ho-
gar! Nuestros ancestros están enterrados
aquí”, exclama David. Señala el campo
vecino: “Ahí están sus tumbas. De hecho,
ya no podemos ir: el blanco nos lo prohí-
be. Arrancó las cruces”.
Acá no hay agua corriente: dos ve-
ces por semana, un camión municipal
se acerca a rellenar la cisterna. Una clí-
nica móvil pasa de vez en cuando… ¿Por
qué quedarse? “¿Adónde iríamos?”, pro-
testan al unísono los residentes. “¿A un
township en la ciudad? ¿Para que nos
amenacen las bandas? ¡Ahí tendríamos
incluso menos derechos sobre la tie-
rra! Vivimos acá desde hace cuarenta
años. Tenemos derechos”, resume Bo-
niswa B., una abuela xhosa. Un taxi se
detiene ante el caserío. Por las ventani-
llas aparece un revuelto de brazos y ca-
bezas. Dos, cuatro, seis… En total, ocho
niños salen del auto. “El ANC [African
Edición 244 | octubre 2019
National Congress (Congreso Nacional
Africano), el partido que está en el po-
der] prometió un micro escolar cuando
se acercaban las elecciones. Para hacer
las compras, hay que tomar un taxi has-
ta Howick [una ciudad a veinte kilóme-
tros]. A veces hacemos dedo.”
Según una auditoría gubernamental,
cerca de tres cuartas partes de las 37 mi-
llones de hectáreas de tierras sudafrica-
nas privadas se encuentran en manos de
blancos (1). En total, 30.000 explotacio-
nes agrícolas comerciales emplean al-
rededor de 840.000 trabajadores agrí-
colas (2). Lauel Oettle, directora de la
Asociación por el Avance Rural (AFRA,
en inglés), una organización con se-
de en Pietermaritzburg que apoya a los
campesinos negros desde 1979, esboza
un cuadro sin concesiones del mundo
agrícola sudafricano. “Los trabajadores
temporarios no tienen ingresos durante
meses –explica esta mujer blanca, tam-
bién muy activa en la promoción de la
igualdad de los sexos–. A algunos a ve-
ces les pagan con productos agrícolas.
Hay muchos casos de abuso sexual. El
acceso a las tumbas de los antepasados
genera conflictos.” Además, la mecani-
zación de la agricultura agravó la situa-
ción de los trabajadores negros, aclara
Ben Cousins, profesor de la Universi-
dad del Cabo Occidental y especialista
en pobreza y cuestiones agrarias: “Hoy
en día hay un trabajador agrícola cada
dos hectáreas, contra uno por hectárea
en 1994”.
Redistribución fallida
Bóer significa “campesino” en holandés.
A su llegada, en el siglo XVII, los colo-
nos afrikáners se apropiaron de las tie-
rras. Esta expoliación se institucionali-
zó después de la Segunda Guerra Anglo-
Bóer (1899-1902), cuando vencedores y
vencidos se reconciliaron a cuestas de
las poblaciones negras, antes de volver-
se compañeros de armas en las trinche-
ras del primer conflicto mundial (3). En
1913, la Natives Land Act limitó la pro-
piedad de tierras para los “indígenas”
al 7% del territorio (extendido al 13%
en 1936). Cuatro millones de campe-
sinos perdieron entonces los terrenos
que aún poseían. “El objetivo era obte-
ner una mano de obra barata –recuer-
da Tseliso Thipanyane, presidente de la
Comisión Sudafricana de los Derechos
Humanos (SAHRC)–. Los granjeros ne-
gros se volvieron aparceros o mineros.
Mi familia era de Kroonstad [Estado li-
bre de Orange]: fue expropiada. ¿Qué
cree que sentimos cuando viajamos por
el país y vemos estas tierras?” En 1912,
el ANC se creó particularmente como
reacción a la Natives Land Act, entonces
en discusión. Este proyecto se inscribía
en una serie de medidas discriminato-
rias, entre ellas la atribución de puestos
reservados para los blancos en el sector
minero. En 1955, el manifiesto del movi-
miento, la Carta de la Libertad, reivindi-
caba el reparto de la tierra “entre los que
la trabajan”. Pero, con la llegada de los
años 1990, el partido –como otros– cam-
bió el socialismo por el neoliberalismo,
para captar los favores de las institucio-
nes financieras internacionales y facili-
tar la obtención de un compromiso con
el último presidente del apartheid, Fre-
derik de Klerk.
En 1996, el gobierno prometió re-
distribuir el 30% de las tierras en cinco
años, sobre la base del voluntariado. Dos
leyes (la Labour Tenants Act, LTA, de
1996, y la Extension of Security of Tenu-
re Act, de 1997) protegen en teoría a los
aparceros de las expulsiones y los auto-
rizan a reclamar una parte de la tierra

en la que viven. Pero frente al abordaje
liberal, que sacraliza la propiedad priva-
da, dejan ver sus limitaciones: en 2006,
es decir una década más tarde, sólo el
3,1% de las 87 millones de hectáreas im-
plicadas habían sido redistribuidas (4).
En 2009, el gobierno de Jacob Zuma (5)
declaró prioritario el problema y creó el
Departamento de Desarrollo Rural y de
la Reforma Agraria (DRDLR). Sin em-
bargo, las sumas asignadas nunca alcan-
zaron el 1% del presupuesto nacional.
En teoría, no existe un precio por
hectárea. Los postulantes presentan un
reclamo sobre tierras específicas. Tie-
nen que enfrentar entonces una buro-
cracia que incluye a cinco administra-
ciones distintas para ver eventualmen-
te la demanda aceptada y que se fije un
monto para la indemnización del pro-
pietario por parte del Estado. El caso
por caso es de rigor, dejando pista libre
a la corrupción y el clientelismo. La pro-
fesora Ruth Hall, especialista en cues-
tiones agrarias en la Universidad del
Cabo Occidental, describe un fenómeno
de “captación en beneficio de las elites”:
“En muchos casos, las tierras fueron
transferidas a personas acomodadas, y
no a los que las necesitaban” (6).
En diciembre de 2017, el ANC votó
una resolución que exigía una “expro-
piación sin compensación” (EWC, según
el acrónimo inglés). Impulsada por los
partidarios del presidente Zuma –que
tuvo que renunciar en febrero de 2018–,
esta resolución tenía como objetivo fre-
nar el surgimiento electoral de los Lu-
chadores por la Libertad Económica
(EFF, izquierda radical), pero también
limitar el margen de maniobra del nuevo
jefe de Estado, Cyril Ramaphosa.
En un principio, la actitud de este úl-
timo dejó tranquilo al sector privado:
“La facción Zuma del ANC quiere apli-
car la EWC. Pero el Presidente lo hará
con la mayor reserva posible”, nos decía
a fines de enero John Purchase, direc-
tor de la Cámara de Agronegocios (Ag-
biz), que reúne tanto a cooperativas co-
mo a bancos y a gigantes de la industria
agroalimentaria. Sin embargo, a medida
que se acercaba el escrutinio general de
mayo de 2019, el Presidente se mostraba
más ofensivo: a fines de marzo, en Eb-
enhaeser (Cabo Occidental), devolvía
oficialmente 1.566 hectáreas a comu-
El ANC se
desinteresó de las
masas rurales para
focalizarse en el
auge de la clase
media urbana
negra.
nidades Khoi y Griqua expulsadas en
los años 1920. Esta indemnización tar-
dó dos décadas y le costó al Estado 362
millones de rands (alrededor de 22 mi-
llones de euros). El Presidente expresó
entonces su determinación: “Es tiempo
de restituirles la tierra a sus propietarios
legítimos”. Les advirtió a los granjeros
blancos: “Es un programa que no pue-
den detener, al cual no se pueden resis-
tir. Vengan si quieren a trabajar con no-
sotros. Esta tierra la tenemos que com-
partir”. Consciente de la corrupción
que hasta el presente caracterizó a la
restitución de tierras, afirmó: “Tenemos
que poder dar cuenta hasta del último
centavo” (7).
Agudización del conflicto
“En veintidós años –escribe el profesor
Ben Cousins–, la reforma agraria apenas
alteró la estructura de Sudáfrica y no
tuvo más que un impacto menor en las
condiciones de vida rurales. Alrededor
del 8 al 9% de las tierras agrícolas fue-
ron transferidas y muchas demandas de
restitución no han sido atendidas” (8).
Al ANC le faltó voluntad política. Insta-
lado en el poder y, por la simple lógica
demográfica, casi asegurado de mante-
nerse allí, el “partido de los liberadores”
se desinteresó de las masas rurales para
focalizarse en el auge de la clase media
urbana negra.
Aunque la cuestión agraria vuelve
con cada instancia electoral, experi-
menta no obstante un resurgimiento
agudo. En primer lugar, el crecimiento
de la izquierda nacionalista negra (iz-
quierda radical), adepta a las nacionali-
zaciones y tradicionalmente hostil a los
sudafricanos blancos. Los EFF, partido
fundado en 2013 por Julius Malema, ex
jefe de la Liga de la Juventud del ANC,
constituyen la tercera formación políti-
ca del país, con 44 diputados como re-
sultado de las elecciones generales de
mayo de 2019, contra 25 en la Asamblea
saliente. Sobre 400 diputados, el ANC
tiene 230 bancas, la Alianza Democráti-
| 33
ca (DA, centroderecha), 84, los EFF 44,
el Partido de la Libertad Inkatha (IFP)
14, el Frente por la Libertad Más (VF+,
blancos conservadores) 10. Andile Mn-
gxitama, ex diputado EFF, lanzó en 2016
un movimiento aun más radical, Negro
Primero Tierra Primero (Black First
Land First, BLF).
Segundo factor: las tensiones dentro
del ANC. En diciembre de 2017, impli-
cado en un caso de corrupción, Zuma
atizó cínicamente el rencor contra los
granjeros blancos a modo de distrac-
ción, contratando a una agencia de rela-
ciones públicas británica para inundar
las redes sociales con el hashtag #Whi-
teMonopolyCapital.
“Nadie sabe qué es lo que va a hacer el
gobierno –suspira Rossouw Cillié, uno
de los más importantes terratenientes
sudafricanos–. Si nos expropian las tie-
rras, abandonaremos el país, como hi-
cieron muchos sudafricanos que se fue-
ron a Australia desde 1994. Setecientos
campesinos trabajan para mí de forma
permanente, otros mil como tempora-
rios. Ellos también están preocupados.”
Descendiente de hugonotes franceses
que llegaron a África Austral en el siglo
XVII, Cillié posee el dominio de Laas-
tedrif y produce frutas y verduras pa-
ra el mercado interno y para exporta-
ción. “Siete explotaciones agrícolas en
un total de alrededor de veinte mil hec-
táreas.” El hombre se declara inquieto:
“Si se saca el capital intelectual, todo se
desmorona. Mire lo que pasó en Zimba-
bwe”: un derrumbe de la producción y
una hiperinflación tras la distribución de
granjas expropiadas a propietarios blan-
cos por el poder de Robert Mugabe y d
34 |
d otorgadas a veteranos de la guerra de
independencia y personajes cercanos al
régimen (9). La mayor parte quebró rá-
pidamente. Un escenario catástrofe que,
en Sudáfrica, sirve de repelente tanto
para los granjeros como para las auto-
ridades... y sirve de argumento amena-
zador para los defensores del statu quo
desigualitario.
La aplicación de la EWC también va
a requerir enmendar la sección 25 de la
Constitución de 1996, que prohíbe al
Estado expropiar por causa de utilidad
pública sin otorgar una indemnización
“justa y equitativa”. Esta modificación de
la Ley Fundamental supone una mayoría
de dos tercios en el Parlamento... y por
lo tanto el apoyo de los diputados del in-
controlable Malema. “El ANC se encuen-
tra contra la pared –resume Ruth Hall–.
Cajoneó el problema durante un cuarto
de siglo; ahora tiene que actuar.”
“Resulta deplorable que se socaven
los derechos fundamentales y que se
modifique la Constitución por cálculos
electorales”, suspira en Pretoria Anne-
lize Crosby, responsable de la cuestión
agraria en Agri SA, sindicato agríco-
la que reúne a las más importantes ex-
plotaciones agrícolas comerciales ex-
portadoras. “Nosotros estamos a favor
de una reforma agraria”, aclara, subra-
yando que veinticinco años de prome-
sas incumplidas han alimentado peli-
grosamente las frustraciones: “Hay que
enfrentar el problema antes de que nos
enfrentemos a invasiones de explota-
ciones agrícolas”. Sin embargo, Agri SA
se opone a la EWC: “Nuestra preferen-
cia está del lado de las asociaciones pú-
blico-privadas [APP]”. Apreciadas por
los neoliberales, las APP sin embargo
resultaron, en otros horizontes, costo-
sas y poco eficaces (10)...
Bomba de tiempo social
La patronal agrícola sudafricana, ya
enfrentada a una de las peores sequías
de la historia del país (11), estima que la
EWC afectaría aun más su salud econó-
mica. Aun cuando las tierras más fér-
tiles no parecen implicadas –el presi-
dente Ramapahosa dio garantías en es-
te sentido, sobre todo para no poner en
peligro la seguridad alimentaria–, “las
grandes explotaciones agrícolas, el 15%
del mundo agrícola, producen el 80%
de los alimentos. Enfrentarse a ellas
tendrá un impacto sobre la seguridad
alimentaria. Se afectará toda la cade-
na de valor.” Agri SA teme consecuen-
cias en cascada: una caída del valor de
las tierras que reduzca la producción y
aumente los precios de los alimentos,
una reevaluación del riesgo previo a los
préstamos por medio de los bancos que
aumente sus tasas de interés. “La in-
certidumbre ya tiene un impacto. Los
inversores se desinteresan del sector
–aun cuando el Presidente tiene la in-
tención de atraer 100.000 millones de
dólares de inversiones extranjeras di-
rectas (IED) en cinco años, con la eco-
nomía desacelerándose desde 2013–.
Nunca hubo tan poca confianza en los
últimos diez años”, remarca Purchase.
El director de la Agbiz señala las incer-
tidumbres relacionadas con la cues-
tión agraria, pero también la sequía,
e incluso el Brexit. “Los sudafricanos
prefieren invertir en Zambia. Algo que
intranquiliza a los inversores extranje-
ros...” Y advierte: “Las deudas del sec-
tor agrícola superan los 200.000 millo-
nes de rands; el 77% de esa deuda está
respaldada por el valor de las propieda-
des”. Al socavar ese valor, la EWC po-
dría “poner en peligro todo el sistema
bancario”.
Responsable de BLF, Mngxitama
nos recibe en una mansión de un subur-
bio acomodado de Pretoria. El portón
está abierto, la pileta está vacía, no hay
ni agua ni electricidad. “Hace tres años
que ocupamos esta casa abandonada
por un bóer que se fue del país”, explica
sonriendo. El BLF pone en práctica su
eslogan: “White Monopoly capital, we
are coming for you!” (“Monopolio ca-
pitalista blanco, ¡vamos por vos!”). “Yo
crecí en una granja. Cuando tenía 12
años, el granjero blanco me corrió con
un palo porque me había negado a lla-
marlo ‘bass’ [patrón] –cuenta–. Me fui
de EFF porque se volvieron de derecha.
Esta EWC es una farsa: Ramaphosa ha-
bla de expropiar solo tierras que no es-
tán en uso. Es por lo tanto una expro-
piación sin expropiación, un discurso
que apunta a captar votos sin compen-
sación, para que siga la acumulación de
capital.” Descarta el riesgo de crisis en
caso de expropiación: “No me hablen
de un Armageddon económico. ¡La vi-
da diaria de los negros en este país ya
es un Armageddon económico!”. Unos
días después de esta entrevista, a fines
de enero, un vocero del BLF provocaría
un escándalo al burlarse en Twitter de
la muerte de cuatro niños blancos en el
Veinticinco años
de promesas
incumplidas
han alimentado
peligrosamente las
frustraciones.
derrumbe de una escuela (12). Este epi-
sodio es sólo una ilustración de la acti-
tud de los miembros de BLF.
“La cuestión de la tierra es emocio-
nal”, resume William Gumede, profe-
sor de la Universidad del Witwater-
srand en Johannesburgo y director
ejecutivo del think tank Democracy
Works Foundation. Denuncia el ries-
go de arruinar la agricultura comercial
para hacerles justicia a los antepasa-
dos expoliados: “Tomo la tierra de es-
te terrateniente blanco. Me vengo. Pero
mañana ¿voy a tener el estómago vacío
porque va a haber que importar la co-
mida?”. Para algunos, la invocación de
los principios jurídicos cierra oportu-
namente la discusión. “Sudáfrica no es
Zimbabwe, es un Estado de Derecho”,
argumenta por su parte Neo Masithela,
presidente de la influyente Asociación
de los Granjeros de Sudáfrica (AFASA),
que reúne a alrededor de trescientos
mil campesinos y aparceros. Masithe-
la está a favor de la EWC y trabaja con
las autoridades para ponerla en prác-
tica: “La cuestión agraria es una bom-
ba de tiempo social”, avisa. Insiste en
el hecho de que la EWC se va a realizar
en el marco de la ley, sin ocupaciones
ilegales de tierras: “Tenemos que evi-
tar el pánico y la fuga de capitales. Co-
mo lo supimos hacer en 1994 [durante
la transición democrática]”.
Trust feudal
Otro factor vuelve aun más compleja la
cuestión agraria: el caso de las tierras
zulúes. Entre 1986 y 1994, las violen-
cias entre el ANC y el IFP del príncipe
Mangosuthu Buthelezi, jefe del ban-
tustán zulú y aliado del régimen del
apartheid, generaron miles de muertos.
El rey de los zulúes Goodwill Zwelithi-
ni kaBhekuzulu (sobrino de Buthelezi)
obtuvo, tres días antes de las prime-
ras elecciones multirraciales del 27 de
abril de 1994, la creación del Ingonya-
ma Trust, gestionado por el Ingonyama
Trust Board (ITB). El ITB gestiona 2,8
millones de hectáreas en las que resi-
den 4,5 millones de personas. Los testi-
monios que pudimos recolectar mues-
tran muchos abusos. Una aldea per-
dida en el fondo de la sabana, no lejos
de Ulundi, feudo del Inkatha; siete fa-
milias viven ahí, sin agua corriente ni
electricidad. Thokozani Ndawo cuenta
que él y los suyos trabajaron durante el
apartheid para granjeros bóers, y cono-
cieron su cuota de abusos y expulsiones
manu militari. En 1997, cuando pensa-
ban reivindicar ese terreno, el ITB to-
mó posesión del mismo y creó una re-
serva natural: “Nadie nos previno”, se
queja Ndawo, cuyo ganado ahora tiene
que compartir las pasturas con las ce-
bras y las jirafas que introdujo el trust.
“Soltaron pitones. Amenazan incluso
con imponernos leones. Pero nosotros
nacimos acá. Si nos vamos, vamos a te-
ner todavía menos derechos. El terre-
no al que iríamos le pertenecería fatal-
mente a alguna otra persona.” Su situa-
ción no se diferencia para nada de la de
los aparceros de granjas blancas: “Que-
remos la EWC, ¡porque reivindicamos
esta tierra!”.
Oficial de policía jubilado, Bongani
Zikhali tuvo que inscribir el terreno fa-
miliar en el ITB a pedido del jefe tra-
dicional de su aldea: “Yo creía que era
para nuestro rey, para los asuntos tri-
bales”. Pero acto seguido, el trust exi-
gió un alquiler de 3.000 rands por año...
El ex policía de porte imponente, que
no se dejó intimidar, estima que “solo
el miedo” obliga a los zulúes a pagar.
Edward Mpeko poseía, por su parte,
una posada en la costa. Después de un
desacuerdo con el jefe local, su estable-
cimiento fue saqueado por matones.
“El ITB estaba interesado en mi posa-
da. Sobre todo porque no soy zulú, si-
no sotho...” La justicia terminó dándole
la razón, pero sin indemnizarlo. Cerca
de Eshowe, los habitantes nos cuentan
cómo tuvieron que luchar para defen-
der sus tierras, cedidas por el ITB a un
grupo minero indio sin la menor con-
certación: “Se supone que la tierra le
pertenece a la comunidad, pero de he-
cho, el único que decide es el jefe”, re-
sumen los aldeanos. Uno de ellos men-
ciona con ganas la Revolución Francesa
de 1789.
Con base en Pietermaritzburg, el
Ingonyama Trust nunca respondió
a nuestros pedidos de entrevista. En
2017, después de haber recolectado de-
cenas de testimonios de la misma índo-
le, una comisión de investigación di-
rigida por Kgalema Motlanthe, presi-
dente de Sudáfrica entre 2008 y 2009,
declaró inconstitucional la Ingonyama
Trust Act y recomendó su disolución.
A lo que el Inkatha, cuyos militantes
acostumbran manifestarse armados
con lanzas, respondió con amenazas.
“Algunos en mi entorno estaban dis-
puestos a ir a la guerra, pero yo dije que
no”, declaró el rey Zwelithini (13). “El
gobierno no va a arremeter contra es-
te trust feudal, contra este Estado den-
tro del Estado, para no correr el riesgo
de una guerra civil”, analiza un exper-
to del informe, que quiere conservar el
anonimato por razones de seguridad.
La creación del Ingonyama Trust es
parte “del gran compromiso de 1994”.
Por la misma razón, “el Estado tolera la
Edición 244 | octubre 2019
existencia de Orania o de Vanderkloof ”
–enclaves en los que extremistas bóers
armados hasta los dientes, nostálgicos
del apartheid, viven en autarquía (14)–.
Zwelithini recibió el apoyo de AfriFo-
rum, una asociación de defensa de los
derechos de los bóers que reivindica
260.000 miembros: “Tenemos una po-
sición común contra la EWC”, nos con-
firma su presidente, Ernst Roets. Ruth
Hall no se muestra para nada sorprendi-
da de este singular acercamiento: “Afri-
Forum y el rey zulú son los dos conser-
vadores. No tienen ninguna considera-
ción por los derechos individuales”. g
1. “Land audit report 2017”, Ministerio del Desarrollo
Rural y de la Reforma Agraria, Pretoria, 5-2-18.
2. Ben Cousins, Amelia Genis y Jeanette Clarke, “The
potential of agriculture and land reform to create
jobs (policy brief 51)”, Institute of Poverty, Land
and Agrarian Studies (Plaas), Universidad del Cabo
Occidental, Ciudad del Cabo, octubre de 2018.
3. Martin Bossenbroek, L’Or, l’Empire et le Sang. La
guerre anglo-boer (1899-1902), Seuil, París, 2018.
4. Ward Anseeuw y Chris Alden, “From
freedom charter to cautious land reform -
Politics of land in South Africa”, Universidad
de Pretoria, octubre de 2011.
5. Véase Sabine Cessou, “Tormenta sobre
Sudáfrica”, Le Monde diplomatique, edición
Cono Sur, Buenos Aires, marzo de 2018.
6. Ruth Hall y Tembela Kepe, “Elite capture and
State neglect: new evidence on South Africa land
reform”, Review of African Political Economy,
Vol. 44, Nº 151, Ciudad del Cabo, 2017.
7. Thabo Mokone, “Land reform can no
longer be resisted - Ramaphosa”, The
Sunday Times, Johannesburgo, 23-3-19.
8. Ben Cousins, “Land reform in South Africa
is sinking. Can it be saved?”, Plaas, para la
Fundación Nelson-Mandela, mayo de 2016.
9. Véase Colette Braeckman, “La batalla por la
tierra en Zimbabwe”, Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, mayo de 2002.
10. Véase Marc Laimé, “Les partenariats public-
privés sont nuisibles et minent la démocratie”,
Carnets d’eau, 8-9-07, http://blog.mondediplo.net
11. En la provincia del Cabo, esta sequía habría
hecho retroceder la producción agrícola en un
20% y le habría costado a la economía 5.900
millones de rands (350 millones de euros) (Bureau
for Food and Agricultural Policies, BFAP).
12. Iavan Pijoos, “BLF to be reported to Human
rights commission over racist Hoërskol Driehoek
remarks”, The Sunday Times, 3-2-19.
13. Lwandile Bhengu, “Zulu king says he
prevented war over legal action against
Ingonyama Trust”, The Sunday Times, 14-3-19.
14. James Pogue, “The myth of white genocide”,
Harper’s Magazine, Nueva York, marzo de 2019.
*Periodista.
Traducción: Aldo Giacometti
Archivo
Tormenta sobre Sudáfrica
por Sabine Cessou, Nº 225, marzo de
2018.
Sudáfrica, harta de sus liberadores
por S. Cessou, Nº 216, junio de 2017.
El “lumpen-radicalismo” del presiden-
te Jacob Zuma
por Achille Mbembe, Nº 120, junio de
2009.
Violencia urbana en Sudáfrica
por Philippe Rivière, N° 107, mayo de
2008.
Las trampas del post-apartheid
por Johann Rossouw, Nº 87, septiembre
de 2006.
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Fotograma de la película Transit, de Christian Petzold, 2018 (Schramm film/ZDF/Neon produc/Collection ChristopheL/AFP)
Para los artistas e intelectuales que, después de 1945, decidieron
regresar a la que sería desde 1949 la República Democrática
Alemana (RDA), el imperativo era ayudar a construir el socialismo.
La lealtad en sus convicciones los llevó a guardar silencio, pese a
sus desacuerdos. Entre ellos, Anna Seghers, autora de Transit.
Anna Seghers o la ética del silencio
Los “remigrados”
por Sonia Combe*
A
nna Seghers (1900-1983)
se salvó del fin de la Repú-
blica Democrática Alema-
na (RDA) el 3 de octubre de
1990. De haber vivido algu-
nos años más, la novelista ciertamente
hubiese firmado la convocatoria lanza-
da el 28 de noviembre de 1989, iniciada
por la escritora Christa Wolf, a favor del
mantenimiento de una Alemania del Es-
te fiel a los valores socialistas. Al proyec-
to de reunificación del canciller Helmut
Kohl, los firmantes le opusieron el de una
RDA “no como había sido, sino como ha-
bría debido ser”. ¿Una utopía? Tal vez.
En vísperas del treintavo aniversario de
la caída del Muro de Berlín, ya nadie se
atreve a cuestionar la legitimidad de la
reunificación alemana. Aquellos que ha-
bían justificado la existencia de la RDA
consideraron igualmente fundamenta-
da su desaparición. El orden estableci-
do siempre reviste las apariencias de lo
racional. Pero también es cierto, como
lo recordaba en junio pasado el escritor
Christoph Hein durante el Festival de
Verano celebrado en el cementerio de la
Chausseestrasse, en Berlín, delante de la
tumba de Anna Seghers y no lejos de la
del dramaturgo Bertolt Brecht, que “aquí
está enterrada una generación que se sa-
crificó por un porvenir que ya nadie que-
ría”. Una generación doblemente ven-
cida, por haber caído casi en el olvido,
cuando no se encontraba en el banquillo
de los acusados.
De esa generación que volvió del exi-
lio después de la Segunda Guerra Mun-
dial, como Brecht, los escritores Stephan
Hermlin y Arnold Zweig, el historiador de
economía Jürgen Kuczynski –por citar a
algunos–, Anna Seghers es probablemen-
te una de las figuras más representativas.
Su lealtad hacia el régimen comunista, re-
forzada por su elección de retornar a esa
parte de Alemania, parece haberla con-
denado a observar una “ética del silen-
cio” que le fue reprochada después de la
caída del Muro. Y sin embargo, cuando
se confronta su correspondencia con los
archivos del Partido o, mejor, con los de
la Unión de Escritores, de la que fue lar-
go tiempo su presidenta –sin olvidar, na-
turalmente, los legajos de la Stasi, que no
dejó de vigilar a la novelista más famosa y
más leal de la RDA–, vemos dibujarse un
retrato muy distinto del que ofreció públi-
camente hasta su muerte en 1983.
Cuando Anna Seghers dejó Berlín, en
el momento en que los nazis llegan, ya era
una novelista consagrada, galardonada
con el premio Kleist. Casada con un co-
munista húngaro amigo del filósofo Georg
Lukács, militaba en el seno del Partido
Comunista Alemán (KPD). De origen ju-
dío, por añadidura. Su pareja e hijos fue-
ron los primeros en refugiarse en París y,
al entrar las tropas alemanas a Francia, se
dirigieron a Marsella, ciudad que abando-
naron en 1941 con la ayuda del periodista
estadounidense Varian Fry y el Comité de
Salvataje de Urgencia (Emergency Res-
cue Committee). Producto de esta parada,
Seghers escribió el relato Transit, llevado a
la pantalla en 2018 por Christian Petzold y
que narra la espera de un barco de antifas-
cistas alemanes en esa ciudad. Fichada co-
mo comunista, no recibió la autorización
de permanecer en Estados Unidos y se
instaló en México, donde en 1942 publicó
la novela que la haría famosa: La séptima
cruz, primer libro sobre los campos nazis.
Las cifras de la emigración de lengua
alemana a partir de 1933 nunca fueron es-
tablecidas de manera precisa. Se estima
en 500.000 la cantidad de personas que
huyeron del régimen nazi, 130.000 de las
cuales habrían logrado llegar a Estados
Unidos. Menos de la mitad de ellas (de las
cuales solo el 4% eran judías) habría opta-
do por el retorno al final de la guerra pero,
una vez más, no existen estadísticas ofi-
ciales al respecto. Ningún organismo se
encargó de realizar ese censo, ni en la Ale-
mania Occidental ni en la RDA.
Una cosa es segura: contrariamente a
la emigración, el retorno hacia los países
de origen no era un fenómeno masivo. No
sólo la toma de conciencia de la ampli-
Edición 244 | octubre 2019
tud de los crímenes nazis desalentó a los
emigrados, judíos o no, a volver, sino que
el retorno estaba sometido al aval de las
autoridades de ocupación. Pero los alia-
dos occidentales, que se repartían el con-
trol de la Alemania vencida con los so-
viéticos, intentaban impedirlo, a fortiori
cuando se trata de comunistas. La buro-
cracia alemana los secunda en esta tarea.
Acaso por resentimiento, por odio para
con los antinazis, o bien porque les re-
miten a su mala conciencia, la población
alemana no veía a esos “remigrados” con
buenos ojos. En las regiones bajo autori-
dad occidental no se previó ningún plan
de acogida.
A la inversa, la zona de ocupación
soviética intentaba atraerlos. Hasta la
creación de la RDA, el 3 de octubre de
1949, los oficiales rusos llevaron a cabo
una política cultural que daría sus fru-
tos. Así, la primera obra que se repre-
sentó en Berlín después de la capitula-
ción de Alemania sería Nathan el sabio,
de Gotthold Ephraim Lessing; uno de
los primeros libros publicados, el estu-
dio del filólogo Victor Klemperer sobre
la lengua nazi, LTI. La lengua del Tercer
Reich; mientras que Wolfgang Staudte
realizó el gran film de la posguerra Los
asesinos están entre nosotros. Esto fue
suficiente para tranquilizar a los poten-
ciales candidatos a su regreso. Además,
la zona soviética les devolvió el porve-
nir del cual los había privado el régimen
nazi. A Brecht le propusieron un teatro;
al filósofo Ernst Bloch una cátedra en la
Universidad de Leipzig; a Alfred Kanto-
rowicz otra en Berlín. Jürgen Kuczyns-
ki, por su parte, fundó su propio institu-
to de historia económica.
Los intelectuales de la RDA
Al llegar a Berlín en abril de 1947, Anna
Seghers encontró, según sus palabras,
“un pueblo con el corazón de piedra”.
Habló de “la locura de esos hombres y
mujeres a los cuales los bombardeos les
arrebataron todo, muebles y ropa, y que
no sacaron de eso ninguna, rigurosamen-
te, ninguna lección”. Pero, aquellos que
escogieron entrar en esa parte de Alema-
nia estaban animados por el poderoso
deseo de volver a encontrarse entre ellos,
de volver a estar juntos, después del exi-
lio y las adversidades padecidas. Con la
creación de la RDA, una suerte de con-
tra Alemania, no sólo construyeron el
socialismo, sino que se vengaron de los
que los persiguieron. En otras palabras,
se lanzaron a la construcción del “pri-
mer Estado alemán de obreros y campe-
sinos”, tratando de hacer la vista gorda
ante cualquier cosa que no les gustara, o
incluso peor. Más que ninguna otra, An-
na Seghers estaba involucrada. Testigo
de la época, la periodista estadouniden-
se Edith Anderson comentó: “La mostra-
mos en público, la impulsamos por todas
partes, la exhibimos en fábricas y escue-
las que llevan su nombre, la arrancamos
de su oficina para ir a conferencias en
Alemania y en el extranjero. No se atreve
a negarse”.
Pero Seghers, Brecht, Bloch, Kuczyns-
ki o incluso Arnold Zweig, que regresó de
Palestina, no eran sólo los garantes inte-
lectuales de la RDA. Estos intelectuales
fueron los mentores de una juventud ani-
quilada por la revelación de la monstruo-
sidad del régimen bajo el cual crecieron
y que estaba en busca de figuras de refe-
rencia. “Ese compromiso por la RDA, es-
cribió el dramaturgo Heiner Müller, es-
taba ligado a Brecht; Brecht legitimaba
ser de la RDA. […] La prueba de la supe-
rioridad del sistema era el hecho de que
había una mejor literatura: Brecht, Seg-
hers, Shólojov, Mayakovski”. Para Chris-
 | 37

ta Wolf, es Anna Seghers quien desempe-
ñó el papel de autoridad moral.
En el curso del último año de exis-
tencia del régimen, el aura de Anna Seg-
hers se vio empañada por el testimonio
de Walter Janka, víctima del último pro-
ceso-espectáculo organizado por el régi-
men de Alemania del Este. En 1956, moti-
vado por la revelación de los crímenes de
Stalin en el XX Congreso del Partido Co-
munista Soviético, un grupo de marxistas
críticos se reunió en la editorial Aufbau.
Anna Seghers era una de ellas, al igual que
el ministro de Cultura, el poeta Johannes
R. Becher. Siguieron de cerca la insurrec-
ción de Budapest y temieron lo peor pa-
ra el filósofo Lukács, autor de la editorial,
que se había puesto al servicio de los in-
surrectos. Lukács había aceptado ser mi-
nistro de Cultura en el gobierno de Imre
Nagy. Seghers y Becher planeaban enviar
a su editor, Janka, a Budapest para traerlo
de vuelta a Berlín Oriental, pero en el úl-
timo minuto, Walter Ulbricht, secretario
general del Partido, se opuso.
Janka fue detenido por conspiración y
condenado a diez años de prisión al tér-
mino de un proceso donde Seghers y Be-
cher, citados como testigos, permanecie-
ron en silencio. Cuando publicó sus Me-
morias en 1989, en las que denunciaba la
falta de apoyo, Seghers y Becher ya no
formaban parte de este mundo. Las car-
tas exhumadas de los archivos dan fe de
las intervenciones de Seghers en nombre
de Janka ante Ulbricht. Nada, por supues-
to, se había filtrado sobre este tema, pero
Janka fue liberado mucho antes de la con-
clusión de su pena. Becher envió regalos
de Navidad. Se emborrachó hasta decir
basta la noche del juicio, luego se enfer-
mó y murió un año después. El silencio
tuvo su precio.
Al servicio de la República
En el seno de la Unión de Escritores, Anna
Seghers marcó sus desacuerdos multipli-
cando los signos “infrapolíticos” (James
C. Scott). Así, se observó que a menudo
abandonaba las sesiones con una ligera
sonrisa en los labios que no engañaba a
nadie. Una sola de sus palabras podía mo-
dificar la atmósfera, pero no era usual que
interviniera directamente. Heiner Mü-
ller recuerda que después de haber sido
corroído por el apparátchik de servicio,
Seghers simplemente se puso de pie, “se
aproximó a Inge [su esposa] y a mí, nos
dio la mano a ambos y se fue”. En mayo de
1963, durante la conferencia sobre Kafka
en Liblice, se alejó ostensiblemente de sus
dogmáticos compatriotas que habían ido
a oponerse a la tentativa de los escritores
checos para reintegrar a Kafka al patrimo-
nio literario. En febrero de 1966, después
del famoso onceavo plenario del Partido,
donde la literatura de Alemania del Este
fue calificada de “pornografía” por quien
iba a tomar las riendas del país algunos
años más tarde, Erich Honecker, Seghers
alentó a los escritores a recuperarse tra-
bajando. “Trabajar” era un término que
utilizaba a menudo, y ella misma lo hacía.
La escritura era su terapia.
Aunque sólo había recibido honores
y elogios públicos, Anna Seghers fue ob-
servada muy de cerca por la Stasi. Todas
sus declaraciones, que se desviaban lige-
badas. El 2 de octubre de 1963, una in-
formante dijo que se negó a trabajar en
el guión basado en su novela La sépti-
ma cruz. Destacó que llamaba delibera-
damente al guionista “Kaltenbrunner”
(nombre del dignatario nazi ejecutado al
final del juicio de Núremberg), mientras
que su nombre era Kaltofen. Tan pron-
Estos intelectuales
son los mentores
de una juventud
aniquilada por la
revelación de la
monstruosidad del
régimen bajo el cual
crecieron.
to como se abrió su caso, se observó cui-
dadosamente que, al regreso de su exilio,
Seghers expresó “reservas con respecto a
la dirección alemana del Partido, debido
a que es judía y tiene ‘un cierto rechazo a
los alemanes’”. En privado o en reuniones,
era muy crítica en algunos puntos. Fue
sorprendida en la embajada soviética gri-
tando: “¿Qué están haciendo con Solzhe-
nitsyn? ¡Déjenlo recibir su premio de una
vez!”. (En efecto, el autor del Archipiéla-
go Gulag no había sido autorizado para ir
1970). Más tarde, denunció el trato que
recibió el cantante de protesta Wolf Bier-
mann, que había perdido la ciudadanía en
1976. Sin embargo, no se unió a los firman-
tes que protestaban contra esa decisión.
Al igual que Anna Seghers, la mayoría de
los “remigrados” fueron leales, unidos
por un pasado común, por su elección de
la RDA y su rechazo a la otra Alemania.
Para salvar su visión del mundo venide-
ro aceptaron la vigilancia policial como
un mal necesario (sin sospechar su exten-
sión), se sometieron a dirigentes dogmá-
ticos y a representantes del Partido con
la conciencia tranquila, diciéndose que
sólo estaban de paso, mientras que el Par-
tido permanecería, del mismo modo que
su misión histórica. Bastaba con esperar
tiempos mejores. Por cierto, fueron los
formadores del espíritu crítico de la ge-
neración siguiente, la de Christa Wolf, Vo-
lker Braun y Heiner Müller, pero también
les inculcaron la regla del silencio. Duran-
te los acontecimientos de noviembre de
1989, los “remigrados” que aún estaban en
este mundo y sus herederos –esos marxis-
tas críticos todavía miembros del Partido
o cercanos a él– no tomaron públicamen-
te la palabra sino hasta el último momen-
to, en la manifestación del 4 de noviembre
en la Alexanderplatz, en Berlín, o sea, cin-
co días antes de la caída del Muro. Pero ya
habían perdido todo crédito en la socie-
dad y no pudieron constituir una fuerza
política capaz de negociar otra cosa que
una anexión incondicional a la RDA. g
*Historiadora, autora de La Loyauté à tout prix. Les floués
du “socialisme réel”, Lormont, Le Bord de l’eau, 2019.

a los hijos de Janka, detenido la víspera ramente del discurso oficial, fueron gra- a Estocolmo a recibir su Premio Nobel en Traducción: Victor Goldstein

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 38 | Edición 244 | octubre 2019
Libros
del mes

Ensayo Economía política

Acto del Partido Peronista Femenino, 1-2-1950 (AGN)

Política

Esferas de la insurrección Una lectura feminista

de la deuda
Suely Rolnik Luci Cavallero, Verónica Gago
Tinta Limón; Buenos Aires, abril de 2019. Fundación Rosa Luxemburgo; Bs.As. marzo
192 páginas, 490 pesos. de 2019. 94 páginas, descarga gratuita.

Lo propio del régimen del inconsciente colo-
nial-capitalístico en su versión neoliberal es
–afirma la brasileña Suely Rolnik– el abuso de
la vida. La expropiación de la fuerza vital, no
sólo en la forma de fuerza de trabajo en la
fábrica, como lo analizó Marx, sino de la vida
en su potencia transformadora y creadora: no
sólo de la vida humana, ni de la vida de una
Con una perspectiva militante y profunda-
mente analítica, Cavallero y Gago debaten el
mito de la “inclusión financiera” y “sacan del
clóset” un tema que suele tratarse abstracta-
mente, o bien como una situación individual,
meramente privada.
Con indudable potencia política, realzan
la necesidad de una lectura feminista de la

El gran enigma
región, sino del ecosistema del planeta como
un todo. La distinción entre macropolítica y
micropolítica nos permite entender que nin-
gún proceso revolucionario puede cambiar la
realidad si no se producen a su vez transfor-
deuda, que opone las historias y narraciones
singulares –de quienes la padecen cotidiana-
mente– a la abstracción financiera, detectan-
do cómo se vincula con las violencias contra
los cuerpos feminizados. Dando la palabra a

nacional
maciones a nivel de las subjetividades. mujeres afectadas en los ámbitos doméstico,
En este contexto, la revolución, lejos barrial, campesino, muestran que “no hay una
de reducirse a una toma del poder estatal, subjetividad del endeudamiento que pueda
implica un proceso colectivo de descoloni- universalizarse ni una relación deudor-acree-
zación del inconsciente que requiere una dor que pueda prescindir de sus situaciones
atención permanente a nuestras fuerzas concretas y en particular de la diferencia
Antes que un libro, un hecho político. Así reactivas, esas que, anidadas en lo más sexual, de géneros, de raza y de locación, por-
podría definirse este último trabajo de
¿Qué es el peronismo? profundo de nuestras subjetividades, tuer- que justamente la deuda no homogeniza esas
Alejandro Grimson, en el que –alejado cen nuestro deseo para acomodarlo a los diferencias, sino que las explota”. Muestran
de su perspectiva antropológica sobre requerimientos del régimen de acumula- cómo el neoliberalismo consigue gobernar la
Alejandro Grimson migración, identidad e imaginario nacio- ción y nos llevan a reproducir el statu quo crisis a través del endeudamiento público y
Siglo XXI; Buenos Aires, marzo de 2019. nal– ha decidido patear el tablero con en nuestras relaciones y gestos cotidianos. privado, que opera infundiendo “terror finan-
336 páginas, 849 pesos. otro tema: nada más y nada menos que La praxis revolucionaria pasa, entonces, ciero”, como una contra-revolución de la vida
el peronismo. La decisión parece haber por reapropiarnos del saber-del-cuerpo, cotidiana, disciplinando, profundizando la
sido acertada, por lo menos si se la mide ese que no es racional sino experiencial; precarización y la obediencia.
en términos de las charlas, debates y todo por cuestionar no ya lo que pensamos, sino El libro mapea también las resistencias
tipo de encuentros y correlatos que ha cómo pensamos; pasa, en fin, por recupe- y recoge distintas experiencias de des-
tenido el ensayo, difícil de suscribir a un rar la fuerza vital, la pulsión creadora de la obediencia financiera. Desde el manifiesto
género determinado. Tal vez porque uno de sus valores es sin dudas el de constituir vida, su capacidad de transformación que “Desendeudadas nos queremos!”, del Colec-
una enorme interpelación. De eso se trata ¿Qué es el peronismo?, un libro que no puede es el mismo destino ético de la vida. En tivo NiUnaMenos, hasta las prácticas de
definirse como un texto historiográfico, a pesar de que reconoce y pone en ejercicio la palabras de Rolnik: “Cada vida que no se pasanaku, implementadas por integrantes
pone a la altura de lo que le sucede perju- de cooperativas del conurbano bonaerense
importancia argumentativa de los acontecimientos, como así tampoco entraría en la
dica a la vida de toda su trama relacional”. para desendeudar a las compañeras.
categoría de estudios culturales, aunque la dimensión simbólica asume un especial y
reconocido interés para su autor. Grimson aborda un fenómeno complejo desde aquellos
Nazaret Castro Leandro Morgenfeld
costados más incómodos, o lo que es más preciso, ensayando nuevos vértices, inten-
tando encontrar en la riqueza de los contrastes una interpretación más provocadora. Es
así como parte de una premisa inicial: pensar el peronismo no solo implica reconocer sus
contradicciones, sino habilitarlas en la aceptación de que ninguna conclusión será perma-
nente. Es desde este lugar entonces donde, por ejemplo, el antiperonismo asume un lugar
central, no solo como sensibilidad o identidad en sí misma sino también como una forma
Fotografía Testimonio desgarrador de uno de los
peores flagelos que asola a las poblacio-
instituyente de las tantas que admite el heterogéneo adn de esta construcción política. nes marginales –principalmente niños
Elegir el contrapunto como estrategia de lectura, además de cristalizar algunas y adolescentes– del Cono Sur. Durante
observaciones interesantes, como por ejemplo el intentar comprender la historia de catorce años, el fotógrafo italiano Vale-
Montoneros contraponiendo el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu con el de José rio Bispuri ha estado en contacto con el
Ignacio Rucci, habilita en el recorte temporal un análisis contemporáneo donde con- submundo del paco, ese residuo barato y
venenoso de la elaboración de la cocaína.
viven Menem, el kirchnerismo y hasta el experimento neoconservador del macrismo,
Del conurbano bonaerense a Lima, pasan-
exponiendo nuevamente la alteridad como lógica constitutiva. De acuerdo al análisis, el
do por Asunción y San Salvador de Bahía,
antikirchnerismo sedimentó en una identidad que pone en juego, como en tantos otros
Bispuri presenta una serie de imágenes
ejemplos, las condiciones culturales y sociales necesarias para entender la emergen-
crudas que constituyen no sólo “un traba-
cia de todo fenómeno político. Dicho de modo más simple: no podría comprenderse el
jo de denuncia social” sino también “una
menemismo sin tener en cuenta que cuando aparece habían transcurrido apenas seis
Paco exploración antropológica y sociológica”
años desde la dictadura, como así tampoco se puede desconocer la huella social que A drug story de una trágica realidad que prolifera en la
imprimió la crisis de 2001 en la irrupción del kirchnerismo. región desde la crisis de 2001 en Argenti-
Ahora bien, reconocer los efectos de estos hechos traumáticos como una experien- Valerio Bispuri na. Un trabajo de una gran valentía, como
cia configurativa también nos conduce a preguntarnos cómo y por qué dieron lugar a Contrasto; Roma, señala en el prólogo el periodista y escri-
fenómenos políticos tan distintos. Y, en este sentido, ¿es la raíz peronista un factor de enero de 2018. tor Marco Lodoli, que desnuda un mundo
interpretación común? O, en todo caso, ¿es posible explicar el kirchnerismo en términos 124 páginas, 2.000 pesos. sin futuro ni esperanzas, en el que los des-
de una identidad peronista? ¿Y eso, qué significaría? Tal como se anuncia en el comienzo, amparados deambulan por un consuelo
no es intención del libro clausurar este debate. mortal de apenas unos segundos y que
enfrenta al lector a una realidad hirien-
Carolina Keve te, fruto de la persistente erosión social.

Género
Yo te creo hermana
Mariana Carbajal
Aguilar; Buenos Aires, marzo de 2019.
224 páginas, 619 pesos.
La autora ha reunido en este volumen tes-
timonios personales recogidos a lo largo de
su tarea periodística. Personas de diferentes
sectores sociales, de edades diferentes, con-
fían experiencias de las más variadas formas
de violencia sexista padecidas. Hay recuer-
dos de abusos de distinta gravedad vividos
en la infancia y adolescencia, crónicas de
vidas pasadas a la sombra de violencias
sistemáticas, situaciones extremas como el
homicidio del marido por una mujer a quien
finalmente se le concede la libertad; o como
el relato de su cautiverio en la ESMA por
la periodista Miriam Lewin; o el de su vida
cotidiana en un burdel de Ushuaia por Alika
Kinan. Hay testimonios de múltiples formas
de discriminación, en la familia y en el tra-
bajo, en el deporte, el estudio, en la política.
Estas confidencias tan heterogéneas tienen
en común el momento de inflexión que sig-
nifica para las narradoras la evidencia de
que lo padecido no es un destino inexorable,
sino hechos contra los que debían rebelarse
y situaciones que se proponen transformar.
La autora ejerce su principio de la necesidad
de una escucha que transmita confianza
en la verdad de lo relatado, la convicción
de que los testimonios son el primer paso
hacia acciones de resultado incierto, dado el
sesgo patriarcal del sentido común social y
del poder judicial, garantes de la impunidad.
Resulta llamativo el contraste entre la reali-
dad cotidiana actual de mujeres, adolescen-
tes, lesbianas, trans, y la radicalidad de las
demandas de las movilizaciones callejeras
de la marea verde.
Marta Vassallo
Testimonio
Hija de revolucionarios
Laurence Debray
Anagrama; Barcelona, noviembre de 2018.
224 páginas, 950 pesos.
“El ideal humanista, cuya meta era crear
una sociedad utópica, iba de la mano con
una atracción por las armas de fuego y una
abnegación real. Esa radicalidad no la
asustaba. Encantados, cegados,
apasionados, podían olvidar
el principio de realidad trivial.
Eran inteligentes, pero estaban
sobreexcitados. Harán de mí
una persona totalmente herméti-
ca a las utopías.” Esta cita, en la que
Laurence Debray (1976) se refiere
a su madre, la antropóloga Elizabeth
Sociedad
Pantriste
Pablo Morosi
Octubre; Buenos Aires, marzo de 2019.
184 páginas, 390 pesos.
El 4 de agosto de 2000, Javier Romero
entró a la escuela con un revólver calibre
22. Asistía a la Escuela de Enseñanza Media
Nº 9 de Rafael Calzada. Tenía 19 años y car-
gaba sobre sus espaldas un hostigamiento
insoportable. Sus compañeros lo habían
apodado “Pantriste”, en alusión al persona-
je de la película animada de Manuel García
Ferré, estrenada en julio de ese mismo año.
A la salida del colegio, en plena calle, sacó
el arma de su mochila y empezó a disparar.
Una de las balas alcanzó a Mauricio Salva-
dor, de 16 años, que murió a los pocos días.
En este libro, Pablo Morosi recons-
truye los hechos de este trágico caso,
que como señala el subtítulo visibili-
zó el bullying en Argentina, y sitúa el
contexto como una aproximación a una
realidad que no se agota dentro de las
paredes del aula sino que tiene que ver
con un entramado complejo de varia-
bles diversas que está lejos de circuns-
cribirse solo a un conflicto entre pares.
Una investigación periodística que atra-
viesa las ramificaciones de un acoso
intolerable, la vida de unos y otros post
año 2000, las políticas y medidas adop-
tadas –o no– por el Estado desde enton-
ces, y las estadísticas que dan cuenta de
un fenómeno de violencia que preocu-
pa. De manera clara y documentada, el
texto señala las graves consecuencias
de una “epidemia silenciosa” que, ante
la ausencia de un entorno familiar, edu-
cativo y social adecuado y a tiempo,
puede terminar del peor de los modos.
Bárbara Schijman
Burgos, para caracterizar a la generación
de su padre, Régis Debray, da el tono de
Hija de revolucionarios: una mirada des-
carnada y desencantada de los hijos, no
de la revolución, sino de su derrota. No es
una perspectiva cínica o desapasionada la
que encontramos. Por ejemplo, al referir-
se a la guerrilla del Che Guevara en Boli-
via, aunque la descalifica políticamente,
no le impide afirmar que “serán necesa-
rios cuatro meses para que miles de hom-
bres capturen a una decena de héroes,
hambrientos y desorientados”.
El libro de Debray (hija) puede
leerse como una autobiogra-
fía, como una aproximación
biográfica a sus padres (que
construye en un perma-
nente contrapunto entre
ellos) y también como
una interpretación
política sobre los dis-
tintos movimientos
Cultura
Los libros y la calle
Edgardo Cozarinsky
Ampersand; Buenos Aires, febrero de 2019.
172 páginas, 390 pesos.
El escritor y cineasta argentino Edgardo
Cozarinsky compila sus anécdotas de bibliófi-
lo a lo largo de toda una vida, desde su infan-
cia marcada por dos padres lectores –ella
devota de Stefan Zweig, él de Upton Sinclair–,
quienes abonaron una fértil y diversa voca-
ción lectora por medio de la autoridad y la
seducción producida por la palabra impresa.
El autor relata con exquisito detalle
postales de su infancia, adolescencia y
juventud rodeado de libros y la fascina-
ción que ejercían sus excursiones a libre-
rías de viejo de un Buenos Aires ya inexis-
tente, con libreros de esa estirpe de la que
apenas sobreviven unos pocos, confesan-
do deslumbramientos y trazando genealo-
gías e influencias de autores que marcaron
su vida y su derrotero intelectual.
Capítulo aparte merecen sus prime-
ros años de estrechez económica en París,
cuando se convirtió en un joven flâneur que
robaba libros, varios de la prestigiosa edito-
rial parisina Christian Bourgois, cuyo editor
y fundador muchos años después acabaría
traduciendo al francés uno de sus libros y le
confesaría a Cozarinsky que poseía ances-
tros argentinos que se remontaban nada
menos que a Juan Manuel de Rosas.
Concluyendo, el volumen es un delicio-
so autorretrato del escritor como lector que
camina las calles del mundo visitando míti-
cas librerías de la porteña calle Corrientes y
del parisino Saint-Germain-des-Prés, alcan-
zando finalmente una verdad: todo encuen-
tra su eco en la literatura, que funciona a
modo de pasaporte hacia la libertad.
Julián Chappa
revolucionarios que tuvieron en Cuba una
fuente de inspiración y en Régis Debray
uno de los ideólogos más destacados.
El libro ofrece una mirada apasiona-
da y parcial, pero muy interesante, sobre
una época intensa, las redes de vínculos
sociales y políticos que sostuvieron la
vida de Debray y su compañera en cir-
cunstancias hostiles, y contiene algunos
hallazgos, como una carta inédita del
intelectual marxista en la que agrade-
ce a Charles De Gaulle las gestiones del
gobierno francés para evitar su asesinato
mientras estaba prisionero en Bolivia.
En síntesis, una obra muy interesan-
te que marca un tiempo en el que algu-
nos sobrevivientes, niños mientras sus
padres actuaban políticamente, evalúan
sus acciones en una mirada en la que se
retroalimentan la crítica política con la
demanda personal.
Federico Lorenz
| 39
Fichero
La libertad de ser libres
Hannah Arendt
Taurus; Buenos Aires, junio de
2019.
96 páginas, 479 pesos.
Ensayo inédito en español de la filósofa
política judía escrito a fines de los sesenta en
el marco de sus reflexiones en torno al libro
Sobre la revolución (1963). En este texto, Arendt
vuelve sobre la Revolución Francesa y la Inde-
pendencia de Estados Unidos para reflexionar
sobre cuestiones que, cincuenta años después,
mantienen absoluta vigencia: la libertad y sus
amenazas, las convulsiones revolucionarias,
la convivencia social y el Estado-nación en un
contexto de globalización económica.
Bombo, el reaparecido
Mario Santucho
Seix Barral; Buenos Aires,
febrero de 2019.
208 páginas, 850 pesos.
Biografía de Julio Ricardo Abad, conocido
desde chico como Bombo Ávalos. Militante
del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
Bombo fue secuestrado y desaparecido por el
Ejército a fines de 1976, hasta que en 2013,
reapareció furtivamente en su pueblo natal
del sur de Tucumán. Las reacciones e interro-
gantes generados por su regreso y los ribetes
de su vida disparan esta cautivante reflexión
de Mario Santucho sobre la violencia y los
sueños de revolución de la generación del 70.
Walt Whitman
ya no vive aquí
Ensayos sobre literatura norteamericana
Eduardo Lago
Sextopiso; México-Madrid;
agosto de 2019.
324 páginas, 2.000 pesos.
Escritor, traductor y crítico literario español
residente en Estados Unidos, Eduardo Lago
traza en este libro un apasionado mapa de
las letras estadounidenses contemporáneas.
Indaga así en su relación con la tradición
literaria norteamericana y esa entelequia que
es la Gran Novela Americana, así como en la
permanente tensión entre realismo y van-
guardia. El libro abre con una imperdible con-
versación inédita con David Foster Wallace.
El crimen paga
Antología del cuento policial clásico
Juan Sasturain
Edhasa; Buenos Aires,
julio de 2019.
424 páginas, 850 pesos.
Reconocido amante y especialista del género,
Sasturain compila veinte cuentos de la edad
de oro del relato policial anglosajón, publica-
dos entre 1837 y 1959. Textos imprescindi-
bles de autores reconocidos por su excelencia
–Allan Poe, Hawthorne, London, Stevenson,
Conan Doyle, Christie, Hammet y Chandler,
entre otros–, que ofrecen una exquisita intro-
ducción al cuento policial o simplemente per-
miten (re)disfrutar de joyas literarias.
 40 |
Washington
contra Pekín
por Serge Halimi*
P
arece que Estados Unidos conside-
ra ya que no puede hacerles frente
a China y a Rusia al mismo tiempo.
En las próximas décadas, su prin-
cipal rival geopolítico será Pekín.
En este punto, existe un consen-
so incluso entre la administración republicana
de Donald Trump y los demócratas, fuerzas en-
frentadas, sin embargo, en las elecciones presi-
denciales del próximo año. De este modo, en su
condición de principal adversario de Washing-
ton, China es la sucesora del “Imperio del mal”
y del “terrorismo islámico”. Pero, a diferencia de
la Unión Soviética, China posee una economía
dinámica, con la que Estados Unidos registra un
enorme déficit comercial. Y un poder mucho más
impresionante que el de las decenas de miles de
combatientes fundamentalistas que deambulan
entre los desiertos de la antigua Mesopotamia y
las montañas de Afganistán.
Barack Obama ya había emprendido un “giro”
de la diplomacia estadounidense hacia Asia y el
Pacífico. Como es habitual, su sucesor formula es-
ta nueva estrategia con menos elegancia y sutile-
za (Golub, página 18). Dado que, en su modo de
pensar, la cooperación es siempre una trampa, un
juego de suma cero, el auge económico del rival
asiático amenaza automáticamente el desarrollo
de Estados Unidos. Y viceversa: “Estamos ganán-
dole a China –presumió Trump en agosto pasa-
do–. Acaban de pasar su peor año en medio siglo, y
es por mi culpa. No estoy orgulloso de eso”.
Eso de “no estar orgulloso” no parece propio
de él… Hace poco más de un año, había autorizado
la transmisión en directo de una reunión de ga-
binete. Y allí pasó de todo: uno de sus secretarios
PRESENTACIONES DE LIBROS
02/10 · FEMINISMO E ISLAM · Participan: Nancy Falcón, Karina Bidaseca y Mayra
Valcarcel. Modera: Luciana Garbarino. 19:00 · Aula HU 105 · Facultad de Ciencias
Sociales, UBA · Santiago del Estero 1029, CABA
03/10 · GUERRERAS · Participan: Miriam Mayorga, Pablo Alabarces y Gabriela
Garton, la autora. 19:00 · Librería Caras y Caretas · Junín 365, CABA
16/10 · ADELANTE RADICALES · Participan: Martín Lousteau, Elsa Llenderrozas,
Pablo Javkin y Andrés Malamud, el editor. 18:00 · IDES · Aráoz 2838, CABA
18/10 · EL ATLAS DE LA EDUCACIÓN · Con la presentación de Daniel Filmus,
entre otros. 18:00 · UNIPE · Piedras 1080, CABA
Editorial
celebró la desaceleración del crecimiento en Chi-
na; otro atribuyó la epidemia de opioides en Esta-
dos Unidos a las exportaciones chinas de fenta-
nilo; un tercero afirmó que las dificultades de los
agricultores estadounidenses eran consecuencia
de las medidas de represalia comercial de China.
Sólo faltaba que Trump relacionara la terquedad
nuclear norcoreana con la indulgencia que Pekín
mostraba hacia su aliado. Para Washington, ven-
der un poco más de maíz o de electrónica a China
no será suficiente. Tiene que apartar al rival, cu-
yo PIB se multiplicó por nueve en diecisiete años,
debilitarlo, impedirle extender su influencia y, so-
bre todo, convertirse en el equivalente estratégi-
co de Estados Unidos. No se le perdonará ningún
golpe a este país cuya prosperidad deslumbrante
no culminó en americanización, ni mostró docili-
dad alguna.
El 4 de octubre de 2018, el vicepresidente es-
tadounidense Mike Pence ya denunciaba en un
discurso de una extrema violencia un “sistema
orwelliano”, “autoridades que destruyen crucifi-
jos, queman biblias y encarcelan a los creyentes”,
y la “coerción de empresas, estudios de cine, uni-
versidades, think tanks, investigadores, periodis-
tas estadounidenses”. Incluso detectaba “inten-
tos de influir en las elecciones presidenciales de
2020”. Después del “Rusiagate”, ¿habrá acaso un
“Chinagate” que, esta vez, tendría como objetivo
la derrota de Trump? Estados Unidos es sin duda
un país muy frágil… g
*Director de Le Monde diplomatique.
Traducción: Magalí del Hoyo
Edición 244 | octubre 2019
Sumario
Staff 3
Editorial: La ESMA de Alberto 2
por José Natanson
Dossier
El país de Alberto Fernández
Santiago Cafiero y Nahuel Sosa 4
Juan Manzur 5
Agustín D’Attellis, Carlos Heller 6-7
Nicolás Trotta, Jorge Argüello 8-9
Victoria Donda, “Chino” Navarro 10-11
Luana Volnovich 12
Lucila De Ponti, Daniel Arroyo 13
Daniel Filmus 14
Dora Barrancos, Alejandro Grimson 15
Lo que revela el caso Epstein 16
por Francis Pryer
¿Hacia una nueva globalización? 18
por Philip S. Golub
Dossier
Amazonia: lo que tapa el humo
Bolsonaro y la acumulación originaria:
el huevo de la serpiente 22
por Marcelo Falak
¿Soberanía amenazada? 24
por Renaud Lambert
El mundo visto desde Moscú 26
por Richard Sakwa
Turquía sigue buscando su lugar
en el mundo 28
por Didier Billion
Hinduismo explícito en Cachemira 30
por Vaiju Naravane
En Sudáfrica, la tierra no
reabsorbe la sangre 32
por Cédric Gouverneur
Intelectuales de la RDA:
los “remigrados” 36
por Sonia Combe
Libros del mes 38
Editorial: Washington contra Pekín 40
por Serge Halimi
Suplemento # 7:
Atlas del Agronegocio
Suplemento # 75:
La educación en debate
Universidad Pedagógica Nacional
Suplemento FAO

La educación
en debate #75
El financiamiento, la
Nación y las provincias
por Alejandro Morduchowicz*
U
na inquietud recorre al go-
bierno de la educación ar-
gentina: ¿qué rol debe jugar
el Estado Nacional en un sis-
tema federal? No me refiero
a las potestades constitucionales y lega-
les. Salvo ciertas ambigüedades iniciales
a mediados del siglo XIX, las normas son
suficientemente precisas respecto de la
distribución de funciones entre los nive-
les de gobierno. Pero también son lo su-
ficientemente generales como para dejar
sin respuesta a algunas cuestiones clave.
Una de ellas, la del financiamiento
educativo, ha estado presente desde los
albores de la constitución del Estado Na-
cional. En nuestra historia hubo distintas
leyes con referencias explícitas a los re-
cursos. Gran parte de ellas se transforma-
ron en hitos y algunas generaron contro-
versias. Sin duda, se destacan tres: la de
Subvenciones, de 1871; la Láinez, de 1905,
y la de Financiamiento Educativo, de
2005. Cada una apuntó y trató de resolver
distintos problemas de su época. ¿Su co-
mún denominador? La fuerte presencia
del gobierno central aportando recursos,
regulando o coordinando sus acciones
con las provincias.
El tema del financiamiento también
fue central en otros momentos del deve-
nir de la educación local. La transferencia
de las escuelas primarias del Estado Na-
cional a las provincias, a fines de la déca-
da del setenta, y la de las escuelas secun-
darias –a inicios de los noventa– fueron
dos puntos de inflexión en nuestro pasa-
do reciente. Es más, desde un punto de
vista conceptual, con ellas se suponían
zanjadas las indefiniciones sobre quién
debía hacer qué en nuestro sistema edu-
cativo. En la medida en que los roles se
suponían resueltos, también estaba des-
pejada la cuestión del aporte de los re-
cursos para desempeñar las funciones de
cada uno. Las provincias deberían dedi-
carse a sostener sus respectivos sistemas
educativos principalmente a través del
pago de los salarios docentes (lo que no
excluía otras acciones, por supuesto). Por
su parte, finalizada la provincialización
educativa, el gobierno central se compro-
metió a aportar para la capacitación de
maestros y profesores, la infraestructura
escolar y la atención de las desigualdades.
Pero la realidad se impuso, y en 1999
el Estado Nacional comenzó a participar
en el pago de conceptos salariales a través
del Fondo Nacional de Incentivo Docente
(Fonid). Esta situación, con sus más y sus
menos, continúa hasta la actualidad. De
algún modo, esto trastocaría el pretendi-
do orden alcanzado, pues se volvieron a
mezclar las funciones de ambos.
Ahora bien, ¿hay alguna regla que pue-
da orientarnos sobre cómo dividir los tan-
tos entre los distintos niveles de gobierno?
El rol del gobierno
Uno de los mayores desafíos de los siste-
mas educativos descentralizados es defi-
nir el papel que deben jugar los gobiernos
centrales. No es que los provinciales, es-
taduales o municipales no importen; al
contrario: son los responsables directos
del desempeño escolar.
Por eso, cualquier ministro de un go-
bierno “subnacional” (así denominados
en la jerga) conoce cuál es su trabajo y los
retos que enfrenta. Entre otros, mejorar
los aprendizajes. Si sabe cómo hacerlo –y
si lo logra o no–, es otra historia. Pero no
hay confusión sobre su rol.
Las cosas se complican con las autori-
dades nacionales. No porque no compar-
tan los objetivos de sus pares, sino porque
los principales medios para alcanzarlos
no están dentro de su órbita: alumnos,
docentes y escuelas se desenvuelven en
la esfera subnacional.
Sin embargo, hay un caso en el que tie-
nen un papel a desempeñar. Si hay dispa-
ridades regionales, los gobiernos centra-
les son los únicos en condiciones, si no de
resolverlas, al menos, de atenuarlas. Es-
tas brechas pueden ser financieras, mate-
riales, de recursos humanos, entre otras.
En la medida en que los países tienen
áreas geográficas más ricas que otras, la
distinta capacidad tributaria de sus pro-
vincias, departamentos, municipios o lo-
calidades determinaría una posibilidad
diferente de proveer recursos para el sec-
tor. Esto ya sucede en aquellos países en
los que los gobiernos locales no solo tie-
nen a su cargo la prestación del servicio,
sino que contribuyen a financiarlo. Por
eso, en general, si se desea evitar el poten-
cial impacto negativo de esa desigual ca-
pacidad regional, debe intervenir un ni-
vel de gobierno superior para equiparar
esas diferencias. De lo contrario, se corre
el riesgo de terminar acentuando la bre-
cha entre las regiones más avanzadas y las
más rezagadas económicamente.
Por ejemplo, supongamos que hay dos
provincias: A, que solo puede invertir 100
pesos en cada alumno y B, que destina
200 pesos. Los estudiantes de B tendrán
más posibilidades de contar con docen-
tes mejor remunerados, más recursos pe-
dagógicos, o mayor infraestructura que
los de A. Solo el gobierno central posee la
capacidad de disminuir esas desigualda-
des. No necesariamente con dinero. Si no
lo tiene, también podría impulsar regu-
laciones (leyes), compromisos, políticas
o acuerdos. O puede, claro está, apelar a
todos esos métodos juntos.
En una sociedad capitalista, la inter-
vención del Estado para mitigar esas di-
ferencias no se debe a un afán por la justi-
cia; independientemente de que cada uno
de nosotros sustente ese ideal en función
de sus propios principios morales. Es por
una necesidad de preservación y va más
allá del federalismo. Si la educación fue-
ra totalmente privada, solo accederían
Suplemento
octubre
2019
quienes pueden pagarla. De ser así, gran
parte de la población quedaría excluida y
los riesgos y consecuencias de ello, inclu-
so para quienes tienen educación, harían
inviable esa sociedad.
En un país federal, las regiones más
pobres enfrentan ese riesgo. O, para no
ser tan dramáticos, los de la provincia A
tendrían un peor servicio que los de la B.
Incluso, dentro de cada provincia, podría
haber diferentes circuitos según los re-
cursos de cada familia.
Por eso preocupa tanto cuando se su-
giere la prescindencia del gobierno cen-
tral respecto de la inversión provincial en
educación en nombre del federalismo y,
más aun, si el Estado Nacional decide no
invertir en las provincias más rezagadas.
No solo porque está en riesgo el Derecho
a la Educación, que sería una razón sufi-
ciente para ello, sino porque está en juego
la supervivencia misma de la sociedad. O,
en su defecto, porque se estará incubando
una en la que ninguno querrá vivir o here-
dar a sus hijos.
¿Qué dice la realidad?
Tan relevante es el rol que debe jugar el
gobierno central, que la Ley de Educa-
ción Nacional recoge esta preocupación.
Destina todo un capítulo al tema de las
desigualdades y la responsabilidad del
Ministerio nacional frente a ellas. Los
Artículos 79 a 83 son una bella pieza lite-
raria, aunque sin consecuencias ante su
incumplimiento. Por ejemplo, el Artícu-
lo 80 establece: “El Estado asignará los
recursos presupuestarios con el objeto de
garantizar la igualdad de oportunidades
y resultados educativos para los sectores
más desfavorecidos de la sociedad. El Mi-
nisterio de Educación, Ciencia y Tecno-
logía, en acuerdo con el Consejo Federal
de Educación, proveerá textos escolares
y otros recursos pedagógicos, culturales,
materiales, tecnológicos y económicos
a los/as alumnos/as, familias y escuelas
que se encuentren en situación socioeco-
nómica desfavorable.”
Sin embargo, todo parece indicar que
la consecución de este mandato deberá
permanecer en latencia un tiempo más.
Durante los 90, los recursos para la en-
tonces vigente Ley Federal de Educación
y otras acciones educativas habían cre-
cido mucho. Pero cuando se presentó el
conflicto de la Carpa Blanca con los do-
centes, el gobierno nacional comenzó a
pagar un complemento salarial –el Fo-
nid– para solucionar la disputa. Parte del
dinero para afrontar el compromiso asu-
mido a partir de ese adicional provino d
 II | La educación en debate #75 El financiamiento, la Nación y las provincias
d del presupuesto que el Ministerio de
Educación nacional preveía destinar a
acciones educativas.
El primer gran recorte sería en 1999. El
ajuste continuaría al año siguiente con el
nuevo gobierno. A partir de allí, los ava-
tares del Fonid tendrían influencia du-
radera en el presupuesto destinado a la
educación obligatoria y, por lo tanto, en el
rol del propio Ministerio central. Para co-
menzar, en 1999 los fondos para ese bono
salarial pasaron a representar 46% de los
recursos de los programas de educación
no universitaria de la cartera. Un año más
tarde, con la nueva gestión, ya se destina-
ba 71% de los recursos nacionales para
esos rubros. Entre 1998 y 2000 el dinero
para los programas no universitarios ha-
bía caído más de 50%. Dos años más tar-
de, ya en plena crisis, una parte comenza-
ría a destinarse a comedores escolares.
Luego de ese período –y Ley de Finan-
ciamiento Educativo mediante– la inver-
sión del Ministerio nacional en acciones
de política educativa (infraestructura, ca-
pacitación y demás cuestiones educativas
propiamente dichas) iría creciendo hasta
llegar, en 2015, a su punto más alto en lo
que va del siglo. En ese año, la ejecución
presupuestaria fue casi dos veces y me-
dia la del Fonid. Pero pocos años después,
los recursos nacionales para educación
no universitaria cayeron una vez más: se
estima que en 2019 serán, como máximo,
un tercio de lo que representaron en 2015.
El Fonid no fue neutral para la polí-
tica educativa. Redujo el margen de ac-
ción del Estado Nacional para incidir en
la educación. En 2019 el adicional se lle-
vará más de la mitad de los recursos para
la educación no universitaria. En 2015 era
solo un cuarto del total.
Los márgenes de acción
Las remesas salariales a las provincias
significaron una complicación adicio-
nal para conceptualizar el peculiar fe-
deralismo educativo argentino. Técnica-
Mauro Machado, Inoculación algebraica, 1999 (fragmento, gentileza Museo Nacional de Bellas Artes)
mente, no hay sustento alguno para que
el gobierno central cofinancie el salario
docente. Además, la implementación de
esos giros introdujo un gasto rígido en el
presupuesto educativo nacional. Debido
a ello, en la actualidad apenas hay recur-
sos para mitigar las desigualdades regio-
nales. Hace 20 años, antes de la creación
del Fonid, el presupuesto para acciones
de política educativa no universitaria era
32% del total del Ministerio nacional. En
2019 se espera que alcance aproximada-
mente un 10%.
Ahora bien, para el Estado Nacional
estas variaciones están justificadas. Los
recursos de la coparticipación de im-
puestos de las provincias –su principal
fuente de ingresos– aumentaron mucho
en estos años. Esto se debió a que el go-
bierno central tuvo que devolverles una
parte que antes retenía. Así, el razona-
miento no explicitado fue que hasta 2015
había estado fondeando acciones de po-
lítica educativa porque utilizaba dinero
provincial. En la medida que este dinero
se retornó, ya no le correspondía finan-
ciar ni esas acciones, ni el Fonid pues las
provincias podrían afrontar lo que antes
aportaba el Estado Nacional.
Este notable aumento de recursos pro-
vinciales ya había ocurrido dos veces en
años anteriores. Pero en los 90, el gobier-
no nacional aprovechó la situación pa-
ra transferir las escuelas secundarias a
las provincias. En los 2000, las indujo a
asignar más dinero con la Ley de Finan-
ciamiento Educativo. Esta tercera vez
fue distinto: no hubo ningún arreglo. Las
provincias no incrementaron la inver-
sión educativa vis à vis el aumento de sus
recursos coparticipables, y ese dinero se
perdió para el sector. En Argentina está
visto que si desde el centro no se induce
a invertir más en los alumnos, los niveles
subnacionales no lo hacen. En la actuali-
dad, el Ministerio de Educación nacional
destina a pagar salarios la mayor parte
de sus recursos, ya que las transferencias
vinculadas a remuneraciones provincia-
les y universitarias se llevan casi 90% de
su presupuesto.
Dada la coyuntura económica, el futuro
cercano no parece el más promisorio pa-
ra el sostenimiento de acciones de política
educativa para atender las desigualdades.
¿Y ahora qué?
Hay distintos modos de concebir el rol
del Estado Nacional en educación en un
contexto federal. De hecho, cada país con
esa organización política, como Brasil,
Estados Unidos o México, tiene su propia
forma de definirlo.
El marco normativo argentino brinda
algunas orientaciones y compromisos, pe-
ro no más. La Ley de Educación Nacional
tiene dos menciones a la cuestión del go-
bierno central y los recursos para el sec-
tor. Una, la citada obligación de proveer-
los para atender las desigualdades. Sobre
esto no debería haber ningún tipo de con-
troversia o duda. El acceso a una escolari-
zación de calidad es un derecho que debe
estar asegurado para todos.
La segunda mención es más general.
La ley señala que una vez alcanzado el 6%
del PIB para el sector, “el Estado garantiza
el financiamiento del Sistema Educativo
Nacional”, pero no compromete especí-
ficamente a actor alguno en la asignación
de recursos para cumplir dicha garantía.
Es más, en un sentido significó un re-
troceso, porque el planteo fue similar al de
la Ley Federal de Educación de los 90, que
no prescribía nada sobre el rol de cada ni-
vel de gobierno en la materia. En cambio,
la Ley de Financiamiento ya parecía haber
encaminado la distribución de responsa-
bilidades. Es cierto que esta norma dejaba
temas pendientes (por ejemplo, al alcan-
zarse el 6% del PIB, cómo hacer para que
los recursos no caigan ante una contrac-
ción de la economía) a los que se sumaron
otros que aparecieron durante su vigen-
cia, pero en lugar de revisarlos y superar-
los, simplemente se la dio por cumplida.
En los últimos 25 años, las distintas
gestiones gubernamentales han diferido
en su modo de relacionarse con las pro-
vincias. Su accionar estuvo condiciona-
do, básicamente, por dos cuestiones: la
creencia (o no) en que el gobierno cen-
tral debe tener dinero para ejercer algún
papel y la disponibilidad de recursos.
En los 90, el acompañamiento a las
provincias se dio a través de la prolifera-
ción de acciones y programas nacionales.
Algunos para apoyar la implementación
de la Ley Federal de Educación. Otros,
porque era el modo en que las autorida-
des concebían su papel en el nuevo juego
federal de un Ministerio sin escuelas. Su
accionar fue criticado.
En los 2000, en un período de holgura,
se volvieron a generar numerosos progra-
mas. Además, la Ley de Financiamiento
de 2005 se propuso incrementar la inver-
sión educativa y reguló el aporte finan-
ciero del Estado Nacional y de los provin-
ciales. Por exceso o por defecto, esto tam-
bién fue criticado.
En la actualidad, en un contexto de
restricción fiscal y devolución de recur-
sos de coparticipación a las provincias,
el Estado Nacional disminuyó sensible-
mente su contribución a la inversión
educativa. Se concentró en el intento de
orientar algunas acciones de política, pe-
ro lejos de la ubicua presencia financiera
de otras épocas. Esto también fue criti-
cado.
Recurrir al pasado reciente constituye
un buen punto de partida para comenzar
a pensar el futuro. En medio de tanta in-
certidumbre, el último cuarto de siglo,
al menos, nos deja una enseñanza: no es
posible concebir el largo plazo si, cada
dos por tres, va a cambiar radicalmente
el rol del Estado Nacional en la educa-
ción argentina. g
*Especialista en Planeamiento y Economía de la Educación.

María Cristina Garello, ministra de Educación de La Pampa
“Es necesario
un gran debate
federal”
Diego Rosemberg*
D “
esde 2015, María Cristina
Garello –maestra normal
y profesora de Historia–
es la ministra de Educa-
ción de La Pampa, carte-
ra en la que ya se había desempeñado
como subsecretaria de Coordinación
y Planeamiento. Durante los últimos
años tuvo que gestionar cada vez con
menos recursos girados desde la Na-
ción. Aquí cuenta cómo lo hizo.
¿Los recursos que envía la Nación
alcanzan para sostener su sistema
educativo?
Se mencionan los operativos de eva-
luación, con una gran inversión he-
cha por Nación para la calidad edu-
cativa. Pero la calidad es un concepto
más amplio que implica que todos los
chicos estén en la escuela, que haya in-
fraestructura adecuada, docentes ca-
pacitados y bien pagos, útiles escola-
res, guardapolvos, transporte gratuito
para que los alumnos puedan ir a cla-
se. En ese sentido, es necesario un gran
debate sobre el financiamiento, de ca-
rácter federal, donde se definan las lí-
neas para el mejoramiento educativo.
Necesitamos garantizar una propues-
ta de inversión de la Nación y las pro-
vincias más allá de las coyunturas. Para
eso la educación tiene que ser parte de
la agenda política. En estos cuatro años
los aportes de Nación a las provincias
se han visto restringidos considerable-
mente: la inflación no se tuvo en cuen-
ta. Las políticas que contribuyen a la
equidad y la inclusión han sido recor-
tadas en un 50 por ciento.
¿De qué políticas habla?
Todas las socioeducativas. No hay apor-
tes para libros, para útiles, para guar-
dapolvos. Eso hace a la igualdad como
punto de partida. La reducción de apor-
tes para la tecnología supera el 20 por
ciento. En capacitación, antes podía-
mos llegar a todos nuestros docentes
con propuestas federales; hoy solo están
financiadas las líneas que lleva adelan-
te el gobierno nacional. Y algunas pro-
vincias están de acuerdo con ellas pero
otras no. En el presupuesto nacional, es-
te año no hay aportes para infraestruc-
tura; solo se continúan las obras en cur-
so. Hay provincias, con presupuestos
equilibrados, que pueden dar respuesta
a estos recortes; pero otras, no. Muchas
ya no reciben el fondo compensador,
eso hace que los desequilibrios regiona-
les sean mayores y también las diferen-
cias entre provincias.
¿Cómo se mitigan esas diferencias
en un sistema que es nacional?
Necesitamos una ley de financiamien-
to, pero no puede salir sin el debate fe-
deral. Lo mismo sucede con los sueldos
docentes: tenemos que partir de un pi-
so común para todas las provincias. No
se puede desconocer a los gremios.
Hoy existen una Ley de Financia-
miento y también un piso salarial; el
problema es que no alcanzan.… Lichtmajer, ministro de Educación
Por eso digo, si la educación es priori-
taria en la política del Estado, hay que
debatirlo de manera federal. Si no, no
hablemos más de calidad educativa.
También hay coincidencia de todos los
ministros provinciales en que necesi-
tamos un acuerdo federal para trans-
formar la secundaria; tal como está no
sirve. Un adolescente actual no puede
pasar por trece materias en una sema-
na. Eso significa trimestralizar; son de-
cisiones macro que necesitan financia-
miento y acuerdos con los gremios.
¿Qué rol juega el Fondo Nacional de
Incentivo Docente (FONID)?
Está estancado, el incremento que tu-
vo en los últimos años fueron monedas.
No se priorizó el acompañamiento de la
inflación y se hicieron recortes. No cu-
bre prácticamente nada.
¿Hay alguna política puntual que no
pudo implementar por la falta de re-
cursos?
De las políticas socioeducativas, me he
hecho cargo de aquellas que eran valo-
radas por niñas, niños y jóvenes, como
orquestas, coros, los centros de activi-
dades para jóvenes e infancia. La Na-
ción dejó de financiarlas y La Pampa lo
hizo. A lo mejor quisiéramos que estu-
vieran en toda la provincia y no pode-
mos. Lo mismo nos pasa con progra-
mación y robótica. Nación manda gabi-
netes informáticos a las escuelas, pero
los chicos tienen que estar en contacto
permanente con la tecnología. Segura-
mente Conectar Igualdad ya no sirve tal
como fue concebido, pero hay que ha-
cer una nueva propuesta masiva para
que todos los chicos accedan a la misma
tecnología. En eso no podemos avanzar
porque no hay financiamiento.
¿Cuál debería ser el rol del Estado?
La ley dice que se trata de un sistema
educativo nacional.
El Consejo Federal de Educación tie-
ne que acordar la política educativa,
el Estado tiene que conveniar con las
provincias cómo se va a llevar adelante
y después debe ser el contralor de que
las provincias cumplan los acuerdos. Si
la política educativa es el resultado del
debate y el consenso de las 24 provin-
cias y el Estado Nacional, las provincias
tienen que entender que el Ministerio
nacional debe ser el contralor de que
realicen lo que el gobierno financia. g
*Periodista y docente universitario. Editor de La edu-
cación en debate.
Juan Pablo Lichtmajer, ministro de Educación de Tucumán
“Aprendimos
a vivir con lo
nuestro”
Diego Herrera*
A la educación de nuestra
provincia la sostienen los tu-
cumanos y tucumanas. He-
mos aprendido a vivir con
lo nuestro”, dice Juan Pablo
del Jardín de la República desde
2015. El funcionario es licenciado
en Historia por la Facultad de Fi-
losofía y Letras de la Universidad
Nacional de Tucumán y magíster y
doctor en Ideología y Análisis del
Discurso por la Universidad de Es-
sex, Inglaterra.
“El presupuesto educativo de la
provincia de Tucumán práctica-
mente se ha triplicado durante la
gestión del actual gobernador –se-
ñala Lichtmajer–. Eso sostiene los
salarios docentes y los insumos ne-
cesarios para que el sistema fun-
cione día a día.” Al mismo tiempo,
el ministro advierte sobre la desin-
versión educativa por parte del Es-
tado Nacional: “Hemos dejado de
funcionar en un marco de inversión
y las cifras hablan por sí mismas. En
2015, Tucumán recibía en aportes
y financiamiento un 17-20% del to-
tal de lo que invierte en educación.
Hoy, los aportes equivalen al 1,7%.
Es decir, recibimos fondos diez ve-
ces menores”.
Aunque el funcionario considera
que Tucumán aún es capaz de sus-
tentar su propio sistema educativo,
no deja de subrayar que, “por dere-
cho, nos corresponde apoyo del Es-
tado Nacional”. También reclama el
cumplimiento de las leyes educati-
vas nacionales, entre ellas, la Ley de
Financiamiento Educativo: “Nece-
sitamos una Argentina con más in-
versión en educación de parte de la
Nación”.
El ministro afirma que el Esta-
do tucumano cerró una de las me-
jores paritarias del país en 2016 y,
en los últimos dos años, ha firma-
do acuerdos que contemplan una
cláusula gatillo para que los docen-
tes no pierdan poder adquisitivo en
un contexto inflacionario. “Se trata
de una decisión política muy fuer-
te –dice–, porque la situación rece-
siva también afecta las finanzas de
la provincia. Todos los indicadores
caen en materia económica en este
momento, producto de las políticas
erradas del gobierno nacional.” Por
otro lado, lamenta que el Fondo Na-
cional de Incentivo Docente (FO-
NID) esté congelado hace dos años.
Si bien Lichtmajer insiste en que
Tucumán ha podido mantener su
propio sistema educativo, los ajus-
tes presupuestarios de la Nación
limitan las posibilidades de expan-
sión: “En lo que respecta a las obras
hay una merma ostensible. No hay
La educación en debate | III
prácticamente inauguración de es-
cuelas, cuando veníamos de un pe-
ríodo de mucho crecimiento en in-
fraestructura”. Además, considera
que las obras para mejorar caminos
“son absolutamente fundamentales
en la vida de la docencia” y requieren
de la inversión del Estado Nacional.
El recorte en los fondos naciona-
les también significó un golpe muy
duro para el sostenimiento de los
programas socioeducativos. Explica
el ministro: “Abarcan desde coros y
orquestas hasta educación hospita-
laria y hacen al perfil específico de
nuestro sistema educativo. La pro-
vincia de Tucumán no cortó progra-
mas ni despidió gente y estamos en
vías de provincializar los que empe-
zaron a quedar excluidos en el proce-
so de ajuste”.
Lichtmajer alerta sobre los distin-
tos mecanismos que el Estado Nacio-
nal emplea para reducir gastos: “Hay
casos en que fondos que eran estric-
tamente para la educación han pasa-
do a los aportes de coparticipación,
que, a su vez, han bajado. La subeje-
cución presupuestaria es otro meca-
nismo de ajuste. En todos los casos
el resultado es el mismo, porque la
provincia cuenta con menos apoyo
financiero y logístico”.
El ministro anhela recuperar par-
tidas nacionales específicas para
obras de infraestructura y progra-
mas socioeducativos. De esta mane-
ra, la provincia podría ser más ambi-
ciosa en lo que respecta a transfor-
maciones educativas. “Hacen falta
cosas fundamentales: creación y me-
jora de los establecimientos educati-
vos, conectividad a internet y mayor
participación nacional en el pago de
salarios”, sostiene. Y agrega: “Lo que
reclamamos no es una obra de bene-
ficencia, sino un derecho de los Esta-
dos provinciales”.
El ministro cree en la importan-
cia del financiamiento nacional y
en el cumplimiento de las leyes que
están vigentes. También considera
que uno de los capitales más impor-
tantes de Argentina es su diversidad
y que esta nunca debe ser perdida
de vista al momento de diseñar po-
líticas educativas: “Las provincias
preexisten a la Nación y es funda-
mental pensar un sistema con di-
versidad en la unidad”. Por último,
expresa un deseo: “Esperamos una
modificación en las prioridades de
la política económica nacional y que
la educación pública sea considera-
da una solución y no un problema.
Creo que esa es la clave”. g
*Licenciado en Ciencias de la Comunicación e inte-
grante del equipo editorial de UNIPE.
 IV | La educación en debate #75 El financiamiento, la Nación y las provincias
Cristina Storioni, ministra
de Educación de Neuquén
Más obligaciones
provinciales con menos
aportes nacionales
“
Es hora de saldar la deuda so-
cial educativa”, sostiene Cris-
tina Storioni, ministra de Edu-
cación y presidenta del Conse-
jo Provincial de Educación de
Neuquén. La funcionaria tiene expe-
riencia docente en los niveles Inicial
–donde ejerció como directora–, Pri-
mario y Superior. Además, fue delega-
da sindical y diputada provincial.
La Constitución de Neuquén esta-
blece que al menos un 30% de las ren-
tas generales provinciales debe des-
tinarse al financiamiento de la edu-
cación. Storiani afirma que, si bien la
inversión local supera el mínimo que
establece la norma, el crecimiento de
la matrícula estudiantil requiere ser
acompañado por esa mayor erogación
presupuestaria. Entre 2012 y 2018, el
estudiantado de la provincia pasó de
195.295 a 223.596: un incremento de casi
el 15% en apenas seis años. “Parte de ese
crecimiento –explica la ministra– se de-
be al ingreso de 23 familias por día, mo-
tivado por los indicadores económicos
provinciales y por las expectativas gene-
radas por el desarrollo de la explotación
hidrocarburífera no convencional.”
Durante los últimos tres años, dice
Storiani, el Estado neuquino invirtió
2.000 millones de pesos en infraestruc-
tura escolar: “El Gobierno provincial
debió asumir la decepción provocada
por la construcción inconclusa de 30
jardines de infantes del plan nacional
‘3.000 Jardines’. Lo mismo sucedió con
otras obras que debían realizarse con
financiamiento nacional y no se lleva-
ron a cabo”. Durante el 2019, sostiene
Storiani, el Ministerio de Educación
nacional recortó el financiamiento y
las provincias debieron hacer esfuer-
zos adicionales para sostener progra-
mas socioeducativos: “Coro y Orques-
tas se convirtió en un programa neu-
quino que depende de la Escuela Su-
perior de Música, con una asignación
de 180 horas cátedra”. También se vie-
ron afectados programas de acompaña-
miento a las trayectorias educativas.
En materia salarial, la ministra afir-
ma que desde hace dos años se imple-
menta un incremento trimestral se-
gún el Índice de Precios al Consumi-
dor (IPC): “Los salarios docentes se en-
cuentran actualizados de acuerdo con
la dinámica inflacionaria”. La ayuda
provista por el Fondo Nacional de In-
centivo Docente (FONID), por su par-
te, no pesa demasiado. Argumenta Sto-
riani: “En Neuquén, se reciben del Es-
tado Nacional un total de 540 millones
al año. En la masa salarial docente, re-
presenta solo un 2,5% del gasto”.
El incumplimiento del Plan Nacio-
nal de Educación, considera Storioni,
provocó una merma presupuestaria
que afectó la formación docente conti-
nua, la extensión de la jornada escolar,
la inversión en escuelas secundarias ru-
rales, el sostenimiento de prácticas so-
cioeducativas orientadas a acompañar
la escolaridad y el otorgamiento de be-
cas. Y agrega: “Es muy necesario deba-
tir acerca de la Ley de Financiamien-
to Educativo. Podría considerarse un
incremento de los seis puntos del PBI
destinados a inversión educativa”.
De acuerdo con Storiani, deberían
existir más partidas nacionales para fi-
nes educativos específicos, tales como
infraestructura o programas socioedu-
cativos. “La organización de los fondos
nacionales debe planificarse con mayor
participación de las provincias –propo-
ne–. Las jurisdicciones invierten más
del 80% de sus presupuestos en sala-
rios, entonces, deberíamos estar en me-
sas federales acordando políticas pú-
blicas y distribución coparticipada”. Y
concluye: “La política nacional impul-
sa mucha normativa de aplicación obli-
gatoria por parte de las provincias, pero
no hay un correlato financiero que res-
palde esa intervención de la Nación”. g
D.H.
Mariela Nassif, ministra de Educación, Ciencia y
Tecnología de Santiago del Estero
Solos, como en
la crisis del 2001
M
ariela Nassif, actual tener las escuelas; ya no tenemos apo-
ministra de Educa- yo de la Nación para nuevas obras.
ción, Ciencia y Tec-
nología de Santiago ¿Cuál es la situación salarial de los
del Estero, ingresó a la docentes de la provincia?
función pública como abogada del Con- Santiago viene dando aumentos im-
sejo General de Educación. También portantes y blanqueó todas las sumas
fue directora del Servicio Provincial de que eran no remunerativas y no bonifi-
Enseñanza Privada y subsecretaria de cables. Nunca dejamos de cumplir con
Educación local. Repasando esa expe- los pisos salariales que se establecie-
riencia, hoy se lamenta: “Volvimos a esa ron. De todas maneras, sigue siendo un
soledad en la que se encontraba la pro- salario que necesita ser compensado,
vincia allá por el 2001, 2002”. sobre todo porque el Fondo Nacional
de Incentivo Docente (FONID) no se
¿Alcanzan los recursos que genera actualiza desde el tercer trimestre de
Santiago del Estero para cubrir las 2016. Los incrementos para poder lle-
necesidades de su sistema educativo? gar a los mínimos salariales se cubren
Somos una de las provincias pobres del solo con fondos locales.
país. Integramos este norte que estaba
comenzando un despegue entre 2003 ¿Qué cambios espera del próximo
y 2015. Ahora sufrimos los embates gobierno nacional?
del retroceso que tuvo la economía del Lo más importante va a ser cumplir las
país. Nuestra provincia depende mu- leyes para romper las inequidades que
cho de una coparticipación que está se han producido en los últimos años.
siendo reducida. La Ley de Financia- Debemos recuperar una línea directriz
miento Educativo fue una herramien- y un Ministerio nacional que nos con-
ta fundamental en cuanto devolvió la tenga. El Ministerio no tiene escue-
responsabilidad al Estado Nacional en las, pero debe recuperar la centralidad
el sostenimiento de la educación, pero en la generación de igualdad entre las
de un día a otro dejó de serlo. provincias. También debe recuperar
protagonismo el Consejo Nacional de
¿Para qué faltan recursos? Educación, ámbito natural de la parti-
Entre 2018 y 2019, hubo una reducción cipación de los ministros provinciales.
del 56% en los fondos que la provincia En este momento es una entidad for-
recibe para programas socioeducati- mal y no está cumpliendo el rol que la
vos. En infraestructura, la provincia ley le asigna. g
hace un esfuerzo muy grande para sos- D.H.
Al límite de las posibilidades
“A las provincias les faltan recursos para mejorar salarios e incorporar nuevos conceptos re-
munerativos: la formación de grado o posgrado focalizada en mejorar la enseñanza, o un di-
ferencial para directivos concursados por oposición. La distribución de fondos nacionales
para garantizar pisos salariales es justa, pero debería contemplar otras variables, como qué
porcentaje del presupuesto provincial se destina a la educación. Córdoba sumó docentes para
ampliar el Nivel Inicial; creó el Programa de Inclusión y Terminalidad para chicos de 14 a 17
años que dejaron sus estudios; impulsó secundarias experimentales con eje en programación
y desarrollo de software y abrió otras técnicas y rurales; creó el Instituto Superior de Estudios
Pedagógicos; implementó la jornada extendida de 4º a 6º en las primarias. Todo con recursos
propios, invertidos al límite de las posibilidades. Continuar creciendo requiere de fondos que
la provincia no puede generar.” (Walter Grahovac, ministro de Educación de Córdoba)
Staff
UNIPE: Universidad
Pedagógica Nacional
Rector
Adrián Cannellotto
Vicerrector
Carlos G.A. Rodríguez
Editorial Universitaria
Directora editorial
María Teresa D’Meza
Editor de La educación en debate
Diego Rosemberg
Redactor
Diego Herrera

7
Los efectos negativos del monocultivo
¿Quién nos alimentará?
La Cuarta Revolución Industrial, otra falsa solución
para “alimentar al mundo”.
por Marcos Filardi*
D
esprovisto de todo ropaje de legi-
timación, el sistema agroindustrial
queda expuesto como realmente
es: un sistema concebido para producir
no alimentos, sino dinero, cada vez más
concentrado en menos manos.
La novedad es que los actores que im-
pulsaron y se beneficiaron de ese sistema
Plantaciones
El moderno latifundio
En el Hemisferio Sur han surgido nuevas transnacionales que compran o arriendan
enormes extensiones de tierra. En esos campos se producen monocultivos para una
nueva agricultura industrializada.
por Benjamin Luig
D
esde fines del siglo XX la super-
ficie de cultivo global de cuatro
productos ha crecido de manera
vertiginosa: el aceite de palma, el maíz,
el azúcar y la soja no se utilizan ya sólo
como alimentos, sino también como fo-
rraje, agrocombustibles y como materias
primas para otras industrias. Su empleo
con diversos fines les ha valido el nombre
genérico de flexcrops o cashcrops (culti-
vos flexibles o de caja rápida).
En el caso del aceite de palma, la pro-
ducción y el procesamiento están estre-
chamente ligados al ascenso de los países
emergentes asiáticos. El mercado es do-
minado por transnacionales de Malasia,
Singapur e Indonesia. No son sólo pro-
veedores de materia prima para la indus-
tria occidental, sino que también atien-
den la demanda en sus propios países.
La transnacional estatal malaya Sime
Darby surgió a partir de la nacionaliza-
ción de empresas coloniales británicas.
En un principio se expandió hacia In-
donesia y Papúa Nueva Guinea, y ahora
también opera en Liberia y Camerún.
Sime Darby controla prácticamente
un millón de hectáreas de tierra a nivel
mundial. La transnacional singapurense
Wilmar trabaja en todo el mundo más de
200.000 hectáreas de palmas aceiteras,
hoy reconocen que está en crisis o incluso
que fracasó. Y ahora, disfrazados de verde,
dicen tener la receta para solucionar los
estragos del sistema que ellos mismos ge-
neraron: la Cuarta Revolución Industrial.
Todo ese engranaje de poder se vuelca
entonces a la promoción de “soluciones”
como las proteínas alternativas; sensores
sobre todo en Malasia e Indonesia. Tam-
bién una parte del procesamiento está en
manos de esta transnacional. Wilmar es
el mayor productor de aceite comestible
en el mundo; al accionista mayoritario y
multimillonario Robert Kuok también se
lo conoce como el “rey del aceite comes-
tible”. En Indonesia la familia Widjaja es
ANTES/DESPUÉS
Uso de la tierra modificado por inversionistas internacionales, 1.004 contratos entre 2000 y 2016 según el registro
de la iniciativa The Land Matrix, cantidades en porcentajes.
Cobertura de tierras antes de la adquisición
10
5 23
58
27
Tierra cultivada
Bosques
Matorrales, pastos
Tierras marginales
con espectrómetros infrarrojos e imá-
genes hiperespectrales para analizar la
“inocuidad, calidad y trazabilidad de los
alimentos”; nutrigenética para una nu-
trición personalizada; distribución de
servicios a los agricultores a través de
los teléfonos móviles; big data y analítica
avanzada para seguros; internet de las co-
sas para la “transparencia y trazabilidad
en tiempo real de la cadena alimentaria”;
trazabilidad a través de blockchain; agri-
cultura de precisión; edición genética;
tecnologías de microbiomas para aumen-
tar la resiliencia de los cultivos; productos
biológicos para la protección de cultivos
y enriquecimiento de los suelos; energías
renovables; tecnología CRISPR; conduc-
tores genéticos, algoritmos; biología sin-
tética; nanotecnología e impresión 3D de
dueña de más de 100.000 hectáreas a tra-
vés de la transnacional Sinar Mas.
Estructuras similares se dan también
en el azúcar. En Brasil siete joint ventures
de capital brasileño y consorcios occi-
dentales de materia prima controlan más
del 50 por ciento de los ingenios azuca-
reros. La parte brasileña se constituye
Objetivos de producción en la adquisición
21
9
9 38
Agrocombustibles
Alimentos
Ganadería
Otros bienes agrícolas (no
alimentos)
Sin especificar
|I
Suplemento
Octubre 2019
alimentos, entre otras. Si la Revolución
Verde encontró su mantra legitimador en
la necesidad de aumentar la producción
para “alimentar al mundo”, la Cuarta Re-
volución Industrial ofrece como zanaho-
ria la necesidad de construir “sistemas ali-
mentarios inclusivos y sostenibles a partir
de las nuevas tecnologías”. Por eso es vital
y urgente, como propone la organización
ETC group, el debate sobre quién nos ali-
mentará: ¿la cadena agroindustrial con
sus nuevas tecnologías?, ¿o la red cam-
pesina e indígena? ¿Una agroindustria al
servicio de accionistas?, ¿o agricultores al
servicio de la soberanía alimentaria?
*Abogado de Derechos Humanos y Soberanía
Alimentaria. Calisa Nutrición/ Museo del Hambre/
Redasa. 
mayormente por fusiones de empresas
familiares, cuya riqueza procede de los
latifundios.
Así, Copersucar, que se fusionó en
2014 con el agroconsorcio estadouniden-
se Cargill, controla 47 ingenios propios y
otros 50 más a través de convenios. Raí-
zen se formó a partir de una fusión entre
la transnacional brasileña Cosan y la em-
presa de aceite mineral Multi Shell, y Bio-
sev, a partir de la fusión de Santelisa Vale
y el competidor de Cargill: Louis Dreyfus
Company. Es cierto que en muchas par-
tes del mundo se están expandiendo las
plantaciones de caña de azúcar, pero en
ningún lugar de manera tan vertiginosa
como en Brasil. Ahí el área de cultivo se
ha duplicado de cinco a diez millones de
hectáreas entre 2005 y 2013.
A diferencia de lo que sucede con el
aceite de palma y el azúcar, los grandes
productores de soja se concentran sobre
todo en la producción. En la campaña
Cultivo después de la adquisición
17
3
ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018 / THE LAND MATRIX
3 44
3
10
20
Oleaginosas
Cereales
Azúcar de caña
Árboles
Plantas para bebidas y especias
Raíces y tubérculos
Otros
 II |
2011/12 el pool de siembra liderado por
El Tejar controlaba unas 700.000 hec-
táreas en el Mercosur (Argentina, Pa-
raguay, Bolivia, Brasil y Uruguay). En
2018, se redujo mucho esta superficie.
La transnacional más importante
es Andre Maggi, que produce soja en
220.000 hectáreas propias. Su director,
Blairo Maggi, quien fuera ministro de
Agricultura del gobierno de Temer en
Brasil, está acusado de corrupción.
Transnacionales brasileñas –la es-
tatal Petrobras y las empresas priva-
das Vanguarda Agro y Granol– luchan
contra comerciantes occidentales de
materias primas (por ejemplo, Archer
Daniels Midland y Cargill) por el con-
trol del procesamiento que convierte
las oleaginosas en harinas y agrodiesel,
y también contra importadores chinos,
como la estatal Jiusan o el grupo privado
Shandong-Chenxi. China es el país im-
portador más importante.
Este panorama mixto se da también
en las regiones principales de cultivo de
maíz. En el Medio Oeste de Estados Uni-
dos la utilización de maíz en el sector
del etanol ha hecho aumentar la pro-
ducción de manera continua en los úl-
timos 20 años. Hoy en Estados Unidos se
siembran aproximadamente 40 millones
de hectáreas de maíz. La producción está
en manos de empresas familiares, que
trabajan grandes áreas con la más alta
tecnología.
Pero los productores estadouniden-
ses enfrentan la creciente competencia de
transnacionales agrarias procedentes de
Europa Oriental (Ucrania, Rusia y Kazajis-
tán). En Ucrania, el tercer país exportador
de maíz, diez transnacionales controlan 2,8
millones de hectáreas, es decir, la mitad de
la superficie agrícola del país. Así, el Grupo
Kernel, financiado por capital financiero
europeo occidental, opera en aproximada-
mente 400.000 hectáreas. Kernel es el pro-
ductor de cereales más grande de Ucrania,
y el tercero en Rusia.
Los ejemplos lo muestran: las trans-
nacionales agrarias son parte integral
del ascenso económico de países emer-
gentes. Este ascenso está fundamentado
en la interacción entre el control sobre
enormes superficies de tierra, el control
Agrotecnología
De la siembra a la cosecha
mandan las computadoras
La revolución tecnológica permite digitalizar todas las etapas de la producción
agrícola. Pero es necesario disponer de un abundante capital y de grandes superficies.
por Christine Chemnitz
E
l mercado de la maquinaria agrí-
cola y de la agrotecnología es
enorme. Con unas ventas a nivel
mundial de 137 mil millones de dólares,
2013 ha sido uno de los mejores años
para el ramo. Desde entonces se han
ido reduciendo las ventas de tractores,
empacadoras, máquinas ordeñadoras,
instalaciones de engorde y demás equi-
pamiento técnico que requiere el sector
agrícola. En 2015 las ventas fueron solo
de 112 mil millones de dólares. En 2016
se esperó otro descenso. Es incierto si a
estas caídas le seguirá otro auge. Las ra-
zones para la recesión en el ramo son
diversas. Los precios de los productos
ACAPARAMIENTO DE LOS CAMPOS
Los veinte países más grandes de procedencia y de destino para la compra o cesión de superficies agrícolas a
manos de inversionistas internacionales, superficie en millones de hectáreas; registrados en The Land Matrix.
Países de origen
0.6
Canadá
3.3
Estados
Unidos
0.7
Islas Vírgenes
Británicas
0.3
Brasil
2.0
Paraguay
0.5
0.8
Argentina 1.1
sobre la mano de obra barata y el acceso
a tecnología de punta. Muchas transna-
cionales están en manos de familias y ac-
túan de manera opaca, poco transparente.
Algunos participan con sumas considera-
bles en las Bolsas de Valores, y pocas son
estatales. Las condiciones laborales basa-
das en modelos coloniales, la remunera-
ción a destajo y la mala protección laboral
ponen en peligro al personal que trabaja
en las plantaciones de caña de azúcar,
soja, algodón o palma aceitera. Muchas
transnacionales son criticadas también
por el despojo de tierras o se las vincula
con la fuerte presión por el acceso a la
tierra de grupos corporativos y grandes
productores. Los Estados desempeñan
agrícolas están a la baja en todo el mun-
do y “oprimen el estado de ánimo inver-
sionista”, como se dice en la Bolsa de
Valores. En Europa y Norteamérica se
consideran saturados los mercados de
venta más grandes de la agrotecnología.
El número de explotaciones agrícolas se
reduce de manera continua. En Alemania,
por ejemplo, la industria de la agrotec-
nología estima que hasta 2030 habrá una
disminución anual de 3 por ciento en las
explotaciones agrícolas y de 4 por cien-
to en la ganadería. También la superfi-
cie agrícola retrocede, y las subvenciones
más bien disminuyen.
Quedan los nuevos mercados, entre
Destino de las inversiones Paraísos fiscales
Rusia
Ucrania
2.4
2.4
1.3
1.8
Holanda
0.5
MATRIX
ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018 / THE LAND
Gran Bretaña
0.5 0.4 Kazajistán 1.0
0.5
Jersey 0.6 Camboya
0.5 China
Francia Chipre
Corea del Sur
0.7
Marruecos Luxemburgo 1.4 Laos Papúa Nueva
0.7 Arabia
Guinea
1.1
Sudán Saudita 1.3 0.4 2.3
Sierra Leona
0.5 Etiopía India Hong Kong
0.6
Sudán del Sur
Liberia
1.0
Ghana 0.7 3.7
Indonesia
0.6 Rep. del
0.8 Congo Malasia 3.0
1.6
Madagascar
0.7
Singapur
0.6
Zambia
Mozambique
0.5
0.5
0.4 Sudáfrica
Comparación:
3.1 2.6 1.1
Bélgica Ruanda Jamaica
un papel central en el afianzamiento de La escala creciente de la agroindustria,
la economía agroexportadora. La venta y la integración vertical y la eficiencia
el arrendamiento de tierras estatales y el de transformación han creado una red
financiamiento de la infraestructura vial, consolidada y competitiva que se rela-
estructura logística y portuaria, se deben ciona con una diversidad de actividades
a decisiones políticas gubernamentales. empresariales de los rubros más disí-
Las instalaciones de producción y de miles. Sus flexcrops los producen para
procesamiento de granos con frecuencia una amplia variedad de mercados e im-
están subvencionadas por los gobiernos. pulsan en muchas partes del mundo la
Además, las cuotas para el aumento de reestructuración de la agricultura ha-
corte con biocombustibles dentro de las cia una agroindustria. En este caso ya
naftas fomentan la demanda y, por con- no se puede hablar de vestigios de la era
siguiente, las ventas y las ganancias. colonial. g
Fuentes de los gráficos: Kerstin Nolte et al., Land Matrix, “International Land Deals for Agriculture.
Fresh insights from the Land Matrix: Analytical Report II”, 2016, p. 18, 22, http://bit.ly/2gIJ3tn, p. 13, ibid.,
p. 10 ss., 36.
de más de 40 por ciento en el mercado.
En América Latina, la expansión de
la frontera agrícola y la intensificación
tecnológica se vio acompañada por un
crecimiento de la industria de la maqui-
naria agrícola. Por ejemplo, en Argenti-
na, el aumento de ventas tanto de cose-
chadoras, equipos de siembra directa
o tractores se ha duplicado entre 2016
y 2018. La especialización en el caso de
la maquinaria agrícola generó una inten-
sificación también en la producción de
algunos “fierros”, en especial, en lo rela-
cionado con equipos de siembra directa.
Este fenómeno productivo hizo que la
tecnología de siembra directa fuera ex-
los cuales los más atractivos son los de portada con su maquinaría a países como
China e India. La agricultura china está Alemania, Estados Unidos o Sudáfrica.
diseñada por las normas de política Algunas pocas transnacionales se
agraria del Estado. En los últimos quin- reparten buena parte del mercado glo-
ce años el gobierno ha promovido tan bal. Esta expansión no la lograron por
fuertemente el grado de mecanización sus propios medios, sino más bien por la
de la agricultura que de 34 por ciento compra ininterrumpida de fabricantes
en 2005 aumentó a 61 por ciento en el más pequeños, cuyas marcas en algu-
año 2014. En India, por el contrario, el nos casos conservaron. La transnacio-
mercado está mucho menos desarrolla- nal estadounidense Deere & Company
do. La industria espera que el gobierno es líder del mercado a nivel mundial y
cree las condiciones necesarias en la es conocida por su marca principal John
política agraria. Para 2020 los fabrican- Deere. CNH Industrial, con sede en Ho-
tes esperan vender la mitad de todos los landa, pertenece al imperio de Fiat y abar-
tractores en el mundo a estos dos países. ca doce marcas, entre ellas, Case, New
Entonces Asia tendrá una participación Holland, Steyr, Magirus e Iveco. En tercer

lugar está la transnacional estadouniden-
se AGCO con Gleaner, Deutz-Fahr, Fendt
y Massey Ferguson. En total, este trío
abarca más de 50 por ciento del mercado
mundial. Tan sólo Deere –a pesar de que
se vio afectado por una crisis en las ventas
que duró dos años– al vender más de 29
mil millones de dólares en 2015 superó
los 25 mil millones de dólares de las ven-
tas acumuladas de semillas y pesticidas de
Monsanto y Bayer.
La consolidación de los mercados no
es la única tendencia en el sector de la
maquinaria agrícola. Cada vez más pre-
sente está también la Agricultura 4.0,
como se la llama en Alemania: la digita-
lización de la producción agrícola. Toda-
vía está en ciernes, pero la transforma-
ción se está dando de manera vertiginosa
y abarca todos los campos de producción.
Drones pueden encargarse de rociar pes-
ticidas, a los animales les colocan sensores
para medir cantidades de leche, patrones
de movimiento y raciones de alimento.
Los análisis que antes se hacían en labora-
torios pueden hacerse en línea durante el
ordeñe. Equipos de GPS dirigen a los trac-
tores, las apps se comunican por WLAN
con máquinas sembradoras y cargan da-
tos sobre la cualidad del suelo para lograr
siembras, líneas de plantación y distancia
entre las plantas que sean óptimas. La
digitalización o agricultura de precisión,
como se la llama en la agricultura, per-
mite ahorrar dinero y recursos por medio
de la optimización de todos los procesos,
mientras que la ganancia se maximiza. La
técnica de la información y de la comuni-
cación permite el intercambio con bancos
de datos acerca de la calidad del suelo y el
clima, de modo que los agricultores pue-
dan tomar decisiones con sus sistemas
digitales de gestión agrícola.
De esta manera, se abre un merca-
do completamente nuevo para todas las
transnacionales de la agrotecnología.
Algunas adquisiciones y joint ventu-
res llevadas a cabo en años anteriores
ya muestran esta tendencia. En 2014
AGCO y el productor de pesticidas Du-
Pont anunciaron una colaboración en la
transmisión digital de datos. Ese mismo
año CNH y Climate Corporation, perte-
neciente a Monsanto, firmaron un con-
venio para desarrollar una nueva tecno-
logía de precisión para los cultivos. Un
año después Deere acordó con Climate
Corporation que desarrollarían apa-
ratos que le permitieran al sistema de
gestión agrícola de Deere el acceso en
línea a los enormes archivos de datos de
Climate Corporation. Al mismo tiempo,
AGCO, la transnacional química BASF
y Monsanto suscribieron una sociedad
La “República Unida de la Soja”
Concentración y poder basado
en el monocultivo de exportación
La producción sojera ha superado las fronteras nacionales para articular un
distorsionado sistema productivo de exportación, anclado en el Sur del continente.
por Walter Alberto Pengue
C
omo una caricatura de la historia
colonial de las “Banana Republic”
de principios del pasado siglo
XX, otrora desarrolladas en el centro
y norte de América Latina –donde se
| III
MAQUINARIA PESADA EN UN MERCADO LIGERO
Caída de precios en alimentos y menor ganancia en la agrotecnología
Participación de regiones y países importantes en
Desarrollo de la agrotecnología en comparación con el año anterior, en el mercado mundial de la agrotecnología, promedio
porcentajes 2012-2014, en porcentajes.
25 325 Unión Estados Rusia China Brasil Unión Europea
Europea Unidos TLCAN* 17
China 26
20 300
América del Sur 6
India 6
CEI**
15 275
El resto
8 22
*Estados Unidos, Canadá, México 15
10 250 **sobre todo Rusia
5 225
ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018 / AMIS, VDMA
0 200 2012 2013 2014 2015
-5 175
-10 150
Índices de precios para cereales y aceites de
cocina de la FAO (línea base:2002/2004 = 100)
-15 125
Índice para cereales Índice para aceites
-20 100
2012 2013 2014 2015 2016
para desarrollar un sistema de gestión
agrícola que pudiera competir con el de INGENIERÍA MECÁNICA PARA EL CAMPO Y LA GRANJA
ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018 / AG WEB
Deere. Y en 2016 CHN presentó tracto- Ventas de los grandes fabricantes según el tamaño de las
res autónomos, dirigidos mediante sen-
transnacionales en miles de millones de dólares, 2014.
sores y que no requieren de una cabina
35
en el vehículo.
La digitalización de la agricultura se 30
relaciona con la esperanza de proteger Agrotecnología
al clima. Los sensores podrían trans- 25
Otros
mitir el contenido de carbono en los
suelos, por el cual las empresas serían 20
remuneradas mediante el comercio de
emisiones. Pero de esta manera se abri- 15
ría el camino a una agricultura indus-
trializada y de grandes extensiones y 10
los problemas ambientales seguirían sin
5
resolverse. Para las empresas campesi-
nas que cuentan con poco capital, sobre
0
todo en el Sur, estas máquinas tan caras
Deere CHN AGCO Kubota Claas Mahindra
no valen la pena. El lema “crece o hazte (Moline, (Londres, (Duluth, (Osaka, (Harse- (Bombay,
a un lado” se convertirá en “digitalízate USA) UK) USA) JAPÓN) winkel, INDIA)
o hazte a un lado”. El cambio de estruc- ALEMANIA)
turas, es decir, el despido de la mano de
obra, también se vería favorecido.
La dependencia que tienen las em- gracias al poder que les da su capitaliza- obtendrían todavía mucho más poder
presas respecto de las transnacionales ción, adquirirán las empresas del sector sobre nuestra alimentación que el que
agrícolas aumenta. AGCO espera que, de semillas y pesticidas. De esa manera ya tienen hasta ahora. g
en el futuro, un consorcio se confor-
me en torno a Deere, y otro en torno a Fuentes de los gráficos: Archivo; informes de empresas; Wikipedia. Jahrbuch Agrartechnik 2015, p.
Claas. La ONG estadounidense ETC 5, https://bit.ly/2DaRhqX; eilbote-online.com, “Konjunkturtief erfasst die Weltproduktion”, http://
Group incluso predice que las grandes bit.ly/2hqugok.; FAO, FAO/AMIS database, http://bit.ly/1daxcaV; agweb.com, “2016 Outlook: Machi-
transnacionales de la agrotecnología, nery Market Ripe for Consolidation”, http://bit.ly/2hqBnNE.
La “República Unida de la Soja”
–leitmotiv promovido por la propia
empresa Syngenta– hace unos años,
resaltaba la relevancia que la región re-
presentaba para la agroindustria global,
como proveedora de commodities pa-
sando incluso por encima de las fronte-
ras y los intereses nacionales.
Sin embargo, fue tan grande ese pro-
ceso transfronterizo, que incluso faci-
litó la circulación de materiales trans-
génicos a través de fronteras débiles, lo
que permitió que la conocida como soja
“Maradona” fluyera hacia el sur de Bra-
sil, Paraguay o Bolivia, desde el noreste
argentino, incluso en tiempos previos a
su aprobación legal para su siembra en
transformaron enormes territorios en se erige ahora en cambio en América los países receptores.
latifundios exportadores de bananas y del Sur un nuevo coloso productor de El papel de Argentina en la pro-
dejaron un tendal de costos sociales, eco- soja que integrando a toda la región, es moción del modelo agrícola industrial
nómicos, políticos, culturales y ambien- el principal productor, transformador y transgénico fue crucial y fue el país que
tales– con la llegada del nuevo milenio, exportador del grano a nivel mundial. representó la cabecera de playa de esta
 IV |

EXPORTADORES E IMPORTADORES DE HARINA DE SOJA Los principales puertos exportadores de

soja y derivados del mundo están en América

ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018

ATLAS DEl agroNEGOCIO - 2018

40 (Exportaciones de soja y derivados durante 2016)
¿QUIÉN EXPORTA Y CUÁNTO?
Millones de toneladas

30 Argentina
56%
20 Brasil
35%
10 Nueva
%
U. 1
% y 1% 1% 1% a 1% os 4 Orleans
gua India via
Chin Otr
EE.U Par
a Boli
Seattle, WA, 38.964.000
0 6.700.000 toneladas
toneladas
¿QUIÉN IMPORTA Y CUÁNTO?

%
3% % 3% lasia 2
% Sur ón 3 Irán Ma Vitoria
ia 4 s 4% 4% del Jap
-10 m 8% esia 7%ailand ilipina México Corea 3.588.000
a
tn Indon T F
Vie toneladas Santos
Portland, 19.334.000
UE Otros Oregon toneladas
-20
30% 31%
9.053.000
toneladas

-30
Laredo Río Grande
3.128.000 12.481.000
toneladas toneladas
-40

Corredor
expansión para la industria semillera y nos, harinas y aceites y sus transforma- Rosario Paranaguá
agroquímica mundial, focalizada en su ciones encontraron en las zonas portua- Santa Fe 19.334.000
39.360.000 toneladas
primera etapa hacia los países con gran- rias de Santa Fe en Argentina y Santos y toneladas
des territorios agrícolas (Estados Uni- Paranaguá en Paraná, Brasil, a las princi-
dos en el norte y Argentina en el sur). pales vías de salida de la exportación. Sao
Bahia
Actores clave de esta expansión El corredor Rosario-Santa Fe, cono- Francisdo
do Sul, Blanca
fueron por supuesto las empresas in- cido como Rosafé, concentra el cluster 4.102.000 2.960.000
toneladas
toneladas
teresadas, pero, por el otro lado, se en- de transformación sojero más grande del
contraron con un eje institucional gu- mundo. Entre 2012 y 2017, la industria
bernamental que facilitó a través de sus procesadora de oleaginosas creció 18%
organismos de contralor la garantía de en la capacidad instalada de los princi-
bioseguridad, avalada en definitiva por pales productores exportadores como UU.) y Dreyfus (Francia), que reciben en la demostración de sólo las bondades
las propia documentación presentada Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y promedio en los últimos 5 años más de (pero ocultando sus costos) de una téc-
por Monsanto. Organismos estatales Uruguay. Con la capacidad para proce- 2200 buques de ultramar. nica conservacionista como la siembra
como CONABIA, SENASA y la Secre- sar más de 133 millones de toneladas de Para llenarlos, se movieron 2.600.000 directa para expandir sus objetivos: el
taría de Agricultura (SAGYP en 1996) soja, Sudamérica industrializa el 32% camiones, 260.000 vagones de tren y aumento de las ventas de agroquímicos,
dieron el visto bueno para la liberación (93,2 Mt) del crushing mundial, y un 3.000 barcazas menores provenientes del fertilizantes y granos.
del primer gran evento transgénico a 32% hace China, por encima del 18% de norte de la Hidrovía. Todo empezó en los noventa en Ar-
gran escala de América del Sur, la soja Estados Unidos. Todos los puertos exportadores de gentina, donde la organización líder
RG (resistente a glifosato), frente a la El perfil exportador de la región se soja se concentran en América: prime- de este proceso fue AAPRESID, segui-
pasividad de organizaciones técnicas debe a que el 75% del comercio mundial ro Argentina, entre Rosario y Santa Fe, da años más tarde por la FBDPDNP de
locales como el INTA en Argentina o de aceite y de harina de soja es de origen seguida por Estados Unidos en Nueva Brasil y llegó en los albores del presente
promovidos incluso como el EMBRAPA sudamericano. Argentina lidera el mode- Orleans y tercero Brasil con Santos y siglo, con ANAPO en Bolivia, la Federa-
más tarde en Brasil. lo de industria de gran escala, moderna Paranaguá. ción Paraguaya de Siembra Directa para
De esta forma, a mediados de los no- y de costos más bajos, que procesa en La soja sale por las “venas abiertas de una Agricultura Sustentable, la AUSID
venta, la empresa Nidera, un consorcio origen y coloca los productos en la arena América Latina”, como denunciaba sobre en Uruguay y últimamente hasta SO-
argentino-holandés, liberó las primeras internacional. los impactos del colonialismo europeo el COSCHI de Chile. Todas nucleadas
sojas transgénicas, basadas en la varie- La perspectiva muestra que la ca- célebre escritor uruguayo Eduardo Ga- bajo la Confederación de Asociaciones
dad original A-5403 y su derivada 40-3- pacidad de transformación aún no llegó leano. La otra cara es “el vaciamiento de Americanas para la Producción Agrope-
2. La “marca” Nidera es reconocida en a su porcentaje máximo, por lo que es las Pampas” de Sudamérica. En general, cuaria Sustentable (CAAPAS). AACREA
la región, aunque en 2017 fue comprada evidente que la tendencia hacia la pro- uno de los indicadores más intensos de la en Argentina cumplió un papel similar,
por COFCO, y luego vendida a Syngenta, ducción y transformación de soja no se agricultura global, tiene a los fertilizantes pero bajo una lógica más integral, acer-
para ser finalmente adquirida por Chem- revertirá al menos en los próximos años. sintéticos (NPK en especial) como una cando la producción agrícola y ganadera.
China desde principios del 2018. La com- Actualmente 7,5 de cada 10 buques gra- pauta de su “avance tecnológico”. Mientras que la sustentabilidad débil de
pra y venta de empresas desde esa época neleros llevan harina y aceite de soja sud- Más fertilizantes industriales consu- los suelos es observada por fundaciones
ha hecho subsumir en grupos más gran- americanos y de estos, 5 son productos men los países, más “desarrollados” son, como FERTILIZAR o FUNDACIÓN
des a marcas tan conocidas en el campo de origen argentino. Pero prácticamente según muestran los indicadores agronó- PRODUCIR CONSERVANDO, pero que
sudamericano como Asgrow, Campbell, el 100% de los buques graneleros son ex- micos convencionales. Pero sin embargo, únicamente están promoviendo las lógi-
Cargill, Cenex, Dekalb, Novartis, Illinois, tranjeros. Argentina y Brasil exportan el lo que no miden, en realidad, es la extrac- cas de la siembra directa y la recomen-
Monsoy o Pioneer. 91% de la harina de soja y el 62% de su ción de nutrientes que esta agricultura dación de ampliar sustancialmente la
En los últimos años, las primeras 20 aceite. Las proyecciones indican que de minera genera en los países productores aplicación de fertilizantes sintéticos.
variedades de soja transgénica ocupan el cada 10 toneladas adicionales de soja que y los efectos ambientales negativos que Pero este modelo agrícola global no
50% del mercado, mientras que las otras se cosechen en 2025, 8 provendrán de produce tal tipo de fertilización. pretende medir los invisibles. Por un
481 registradas se distribuyen la otra mi- Sudamérica, y una de cada cuatro tone- Es conservacionista, pero no susten- lado la brutal extracción y flujo de nu-
tad. Nidera y Don Mario Semillas lideran, ladas de maíz. Mientras que incluso, en table, al necesitarse una enorme carga de trientes que vacía la Caja de Ahorros de
con el 10% para cada una, con sus dos va- productos derivados como la carne bo- agroquímicos (herbicidas, insecticidas, los nutrientes de los ricos suelos sud-
riedades actuales más exitosas, la Nidera vina, de cada tres toneladas adicionales fertilizantes) para mantenerla funcio- americanos. Y por el otro, la irrefrenable
A5009 RG y Don Mario 4612 RSF. Pero que se produzcan en 2025, una proven- nando. Sin embargo, fue basado en esa aparición de resistencias en malezas, que
Don Mario es la marca líder en soja, con- drá de esta región. lógica –la de la implementación del pa- se ha convertido en el principal dolor de
tando entre todas sus variedades, con más Los planes de integración regional quete tecnológico de la siembra directa cabezas de la agronomía convencional.
del 65% del mercado. como IIRSA (Iniciativa para la integra- industrial + glifosato + cultivo transgé- A ello se suman los crecientes recla-
Por ello, el mercado de soja en Amé- ción de la infraestructura regional de nico– que se impulsó un proceso que se mos que ni los gobiernos, ni por supues-
rica del Sur tiene actualmente, aunque se América del Sur) promovida por el Fon- expandió especialmente en Sudamérica. to las empresas quieren ver, los pedidos
podría pensar primero en Monsanto, a la do Financiero para el Desarrollo de la Los promotores de estas acciones de los llamados pueblos fumigados, por
compañía argentina Don Mario como Cuenca del Plata (FONPLATA), tienen tuvieron por un lado a las empresas de una agricultura que no contemple ni el
su principal referente, que ha expandi- a la Hidrovía Paraguay-Paraná como la agroquímicos y de semillas, pero por uso de agrotóxicos ni de fertilizantes
do sus negocios hacia el sur de Brasil y principal arteria de toda esta produc- el otro contaron también con pseudo- sintéticos. La salud comienza a ser una
Los Cerrados, e incluso está anclando ción. Y a los puertos (privados en su organizaciones técnicas que utilizaron fuerte preocupación de estas poblacio-
también en el mercado de semillas de totalidad), en sus bocas de salida. Ro- las primeras como una pantalla para nes y la sociedad civil en general. g
soja y maíz en los estados del Sur de sario ha sido superado por Puerto San
Estados Unidos. Además, para sacar la Martín/San Lorenzo y Timbúes, donde Fuentes de los gráficos: LA REPÚBLICA UNIDA DE LA SOJA, Walter Alberto Pengue, El Vacia-
soja de América del Sur, fue necesario se destacan empresas como Terminal miento de las Pampas (FHB 2017) TEEB Agriculture&Food (2018) Dinámicas y Perspectivas de la
armar las redes de logística, transforma- 6, COFCO (China), Renova (Argenti- Agricultura (FHB 2015) Cultivos Transgénicos ¿Hacia dónde fuimos? (2016) La República Unida
ción y portuaria. na/ Inglaterra/Suiza), Cargill (EE.UU.), de la Soja https://elpais.com/diario/2010/04/04/domingo/1270353154_850215.html. La soja no
Y así se hizo. La exportación de gra- ADG (Argentina/EE.UU.), Bunge (EE. conoce fronteras. La República Unida de la Soja https://redaccionrosario.com/2009/07/12/4490/.
 Suplemento realizado por fao (naciones unidas) Octubre 2019 |I

Suplemento realizado por FAO (Naciones Unidas) LE MONDE DIPLOMATIQUE OCTUBRE 2019 - I

El hambre en el mundo:
un paso adelante, dos atrás
por Enrique Yeves *
en países de ingresos medios. De los 65 países
donde han sido más intensas las repercusiones
adversas de las desaceleraciones y debilita-
mientos de la economía en la seguridad alimen-

N
O VAMOS EN LA DIRECCIÓN correcta. Un
pasito adelante, dos atrás. La lucha
contra el hambre en el mundo es una
historia de frustración para una generación, la
nuestra, que podría –y debería– ser la prime-
ra en la historia que consiguiera erradicarla.
Tras varias décadas de descenso continua-
do en el número de personas que sufren ham-
bre esta tendencia positiva se ha invertido de
nuevo, confirmando la tendencia de los últimos
tres años. Y no deja de ser irónico que este au-
mento sea precisamente a partir del 2015, el mis-
mo año en que la comunidad internacional se
comprometió a su erradicación para el año 2030
en el marco de los denominados Objetivos de
Desarrollo Sostenible firmados con toda pom-
pa diplomática en la Asamblea General de Na-
ciones Unidas por los dignatarios de 194 países.
Los últimos datos de la Organización de
Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) (1) son contundentes al res-
pecto y confirman el incremento de los últi-
mos años, un aumento lento pero constante,
que sitúa la cifra actual en unos 820 millones
de personas las que padecen hambre, lo cual
pone en entredicho claramente el objetivo de
hambre cero de la agenda 2030.
El hambre está aumentando en casi todas
la regiones africanas, lo que hace de África la
región donde la subalimentación es más ele-
vada desde el punto de vista proporcional, en
torno casi del 20 por ciento. También se incre-
menta en América Latina y el Caribe, un re-
troceso en una zona que había vivido una
década dorada en la reducción del hambre y
la pobreza, situándose ahora en torno al 7 por
ciento. Y en Asia hay también un incremento
continuo desde 2010 y en la actualidad más
del 12 por ciento de su población se encuen-
tra subalimentada.
Según los datos de la FAO, el hambre ha
aumentado en muchos países donde la econo-
mía se ha ralentizado o contraído, sobre todo
* Enrique Yeves es Director de FAO en España.
taria y la nutrición, 52 dependen en gran
medida de las exportaciones o importaciones
de productos básicos primarios. Estas desace-
leraciones o debilitamientos de la economía
afectan negativamente de forma desproporcio-
nada la seguridad alimentaria y la nutrición allí
donde las desigualdades son mayores. En pa-
labras sencillas: las víctimas de las periódicas
crisis económicas son principalmente las ca-
pas más vulnerables y desfavorecidas.
Mientras en el pasado la FAO ya puso de
relieve cómo el conflicto y los fenómenos ex-
tremos del clima –el cambio climático– agra-
van estas tendencias negativas, ahora la
Organización hace hincapié en la importan-
cia de la desaceleración económica y señala
que “con el fin de proteger la seguridad ali-
mentaria y la nutrición resulta fundamental
disponer de políticas económicas y sociales
que combatan los efectos de los ciclos econó-
micos adversos cuando estos llegan, evitan-
do al mismo tiempo a toda costa los recortes
en servicios esenciales como la asistencia sa-
nitaria y la educación. Sin embargo, a más lar- mayor, las desaceleraciones y debilitamientos del sur, desarrollados o no, ni las barreras de
go plazo esto sólo será posible impulsando de la economía tienen un efecto desproporcio- género, ni las edades. Es una amenaza perfec-
una transformación estructural e inclusiva a nado en las poblaciones de bajos ingresos por tamente globalizada. El sobrepeso y la obesi-
favor de los pobres, especialmente en países lo que se refiere a la seguridad alimentaria y dad han aumentado en todas las regiones sin
que dependen en gran medida de productos nutricional ya que utilizan buena parte de sus excepción con cifras impresionantes. Unos
básicos primarios” (1). ingresos para la compra de alimentos. 2 000 millones de adultos –más del doble de
De todas formas, como ha quedado claro La FAO recomienda que se adopten medi- la cifra de hambrientos– padecen sobrepeso,
en los últimos años y los estudios empíricos das en dos frentes. El primero, salvaguardar la al igual que unos 207 millones de adolescen-
han demostrado, un crecimiento económico seguridad alimentaria y la nutrición por medio tes y 131 millones de niños de entre 5 y 9 años:
sólido no contribuye necesariamente a redu- de políticas económicas y sociales que ayuden casi un tercio de los adolescentes y adultos que
cir la pobreza y a mejorar la seguridad alimen- a contrarrestar los efectos de las desaceleracio- padecen sobrepeso son también obesos.
taria y nutrición. El crecimiento económico, nes de la economía, tales como garantizar fon- Todo este incierto panorama nos lleva a
si bien es necesario, puede no ser suficiente dos para las redes de seguridad social y concluir que estamos cada vez más lejos de
sino se acompaña con políticas claras de dis- garantizar el acceso universal a la salud y la alcanzar las metas fijadas para el año 2030 de
tribución de la riqueza. La desigualdad de in- educación. El segundo, hacer frente a las hambre cero. Bien al contrario, desde que se
gresos es un problema clave en nuestros días desigualdades existentes en todos los niveles firmó dicho objetivo los datos van de mal en
ya que va en aumento en casi la mitad de los por medio de políticas multisectoriales que per- peor: 820 millones de hambrientos en un pla-
países del mundo, incluidos numerosos paí- mitan lograr formas sostenibles de escapar de neta que produce casi el doble de lo necesario
ses de ingresos medianos y bajos. Cabe se- la inseguridad alimentaria y la malnutrición. son un escándalo moral, ético y económico en
ñalar que varios países de África y Asia han La otra gran paradoja de nuestro mundo pleno siglo XXI de vanguardia tecnológica y
registrado un gran aumento de la desigual- actual es que no sólo aumenta el hambre. La capacidad de producción sin precedentes. �
dad de ingresos en los últimos 15 años. obesidad se ha convertido en una plaga que no (1) FAO: El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nu-
En países en los que la desigualdad es diferencia países ricos o pobres, del norte o trición en el Mundo 2019.

S
I ALGO HEMOS
aprendido en la
lucha contra el
hambre es que
no basta con incrementar la
producción de los alimentos:
la calidad de los mismos es
fundamental si queremos
asegurar un futuro sano y
saludable de las personas.
No se trata sólo de poder
comer sino de hacerlo bien.
En las últimas décadas
hemos cambiado drástica-
mente nuestras dietas y há-
bitos alimentarios como
resultado de la globalización,
la urbanización y el aumen-
to de los ingresos. Hemos
pasado de platos de tempo-
rada elaborados principal-
mente a base de plantas y
ricos en fibra a dietas hiper-
calóricas con un alto conte-
nido de almidones refinados,
La plaga de la obesidad
Hambre y
obesidad
Mientras que más de
820 millones de
personas sufren
hambre, existen incluso
más personas que
padecen sobrepeso
y obesidad.
azúcar, grasas, sal, alimen-
tos elaborados, carne y otros
productos de origen animal.
Las dietas poco saluda-
bles, combinadas con esti-
los de vida sedentarios, han
superado al hábito de fumar
como el factor riesgo de
muerte y discapacidad en el
mundo.
Además, la producción
de alimentos intensificada,
Aumento de la
obesidad
Más de 670 millones de
adultos y 120 millones
de niños y niñas
(de 5 a 19 años de edad)
son obesos y más de
40 millones de niños
tienen sobrepeso.
combinada con el cambio
climático, está causando
una pérdida rápida de biodi-
versidad. Hoy en día, solo
nueve especies de plantas
representan el 66% de la
producción total de cultivos,
a pesar del hecho de que a
lo largo de la historia, más
de 6 000 especies se han
cultivado para obtener ali-
mentos. Una variedad diver-
Muertes causadas
por la dieta
Las dietas poco saluda-
bles, combinadas con
estilos de vida sedenta-
rios, han superado al
hábito de fumar como el
factor de riesgo principal
de discapacidad y
muerte en el mundo.
sa de cultivos es crucial pa-
ra proporcionar dietas salu-
dables y salvaguardar el
medio ambiente.
Todos estos cambios es-
tán relacionados con el au-
mento de la obesidad y otras
formas de malnutrición que
afectan a casi una de cada
tres personas. Las proyec-
ciones indican que esta pro-
porción en el año 2025 se
convertirá en uno de cada
dos. Se trata de una auténti-
ca plaga global en todos los
sentidos que afecta ya a
unas 2 000 millones de per-
sonas, el doble de la gente
subalimentada. De esa cifra,
120 millones de niños y ni-
ñas (de 5 a 19 años) son
obesos y más de 40 millones
de niños tienen sobrepeso.
La FAO recomienda que
los gobiernos aumenten la
disponibilidad y asequibili-
dad de alimentos diversos y
nutritivos utilizados para la
elaboración de dietas salu-
dables, y que aborden la
malnutrición desde sus raí-
ces (producción alimentaria).
Por su parte, el sector
privado también juega un
papel fundamental y debe
influir en el entorno alimen-
tario mediante la introduc-
ción de alimentos más sa-
ludables y el cumplimiento
de las leyes relacionadas
con la nutrición, con la pro-
ducción y venta de alimen-
tos, la reformulación de los
productos alimenticios, el
etiquetado nutricional, y la
comercialización y publici-
dad de alimentos.
Y, por supuesto, las
personas deben concien-
ciarse y tienen que estar in-
formadas para cambiar sus
opciones alimentarias y sus
hábitos alimenticios ade-
más de limitar el consumo
de alimentos que son ricos
en grasas, azúcares o sal.
Necesitamos volver a des-
cubrir la importancia de los
productos frescos de tem-
porada, los conocimientos
tradicionales y la biodiver-
sidad local. �
II |
II - OCTUBRE 2019 LE MONDE DIPLOMATIQUE
Panorama del hambre en el mundo
E
L HAMBRE EN el mundo es-
tá aumentando y alcanza
ya la cifra de los 820 mi-
llones de personas. La re-
gión donde más está creciendo
proporcionalmente es África aun-
que Asia sigue siendo la región con
más hambrientos del mundo.Glo-
balmente esta cifra supone aproxi-
madamente el 11% del total de la
población munidal, es decir, una
de cada nueve personas (véase fi-
gura 1 y cuadro 2). Estas cifras po-
nen de relieve el inmenso desafío
que supone lograr el objetivo del
hambre cero para 2030.
La situación más alarmante se
registra en África, donde desde
2015 la prevalencia de la subali-
mentación ha experimentado au-
mentos pequeños pero constantes
en casi todas las subregiones. Es-
ta ha alcanzado el 26,5% y el
30,8% en África central y en Áfri-
ca oriental, respectivamente, con
un rápido crecimiento en los últi-
mos años, especialmente en Áfri-
ca occidental.
El impulso de estas tendencias
se debe principalmente a una
combinación de factores, en par-
ticular los conflictos y los fenóme-
nos meteorológicos extremos, que
afectan actualmente a una serie
de países de África. Por ejemplo,
en los países del África subsaha-
riana afectados por conflictos, el
número de personas subalimen-
tadas aumentó 23,4 millones en-
tre 2015 y 2018, un incremento
notablemente más acusado en
comparación con los países no
expuestos a conflictos.
Una repercusión en la seguri-
dad alimentaria incluso más drás-
tica y a más largo plazo parece
estar asociada con la exposición a
la sequía. Los países clasificados
como sensibles a la sequía en el
África subsahariana han experi-
mentado un incremento de la pre-
valencia de la subalimentación del
17,4% al 21,8% durante los últi-
mos seis años, mientras que, de
hecho, en el mismo período la pre-
valencia de la subalimentación dis-
minuyó (de una media del 24,6%
al 23,8%) en los demás países de
la región. El número de personas
subalimentadas en los países sen-
sibles a la sequía se ha incremen-
tado un 45,6% desde 2012.
Este grave panorama general
de la subalimentación en África se
corresponde con el nivel de la po-
breza en la región. Con un índice
de recuento del 41%, el África sub-
sahariana registró el 56% de las
personas extremadamente pobres
del mundo en 2015, según el Gru-
po del Banco Mundial. Sin embar-
go, no se trata solo de un problema
de pobreza extrema. Incluso los
países ricos en recursos de estas
regiones siguen registrando tasas
elevadas de subalimentación, lo
cual sugiere que existen otros
factores –como las estructuras
económicas y las desigualdades
subyacentes– que afectan a la es-
tructura de los sistemas alimenta-
rios y que todavía se debería hacer
mucho más para mejorar la distri-
bución y el consumo de alimentos.
En Asia, la prevalencia de la
subalimentación ha descendido de
manera constante en la mayoría de
las regiones, alcanzando el 11,4%
en 2017. La excepción es Asia oc-
cidental, donde la prevalencia de
la subalimentación ha aumentado
desde 2010 hasta alcanzar a más
del 12% de la población. Este ni-
vel observado en la región ocupa
Edición 244 | octubre 2019
Suplemento realizado por FAO
FIGURA 1
EL NÚMERO DE PERSONAS SUBALIMENTADAS EN EL MUNDO HA IDO EN AUMENTO DESDE 2015 Y SE HA
VUELTO A SITUAR EN NIVELES DE 2010-11
19 1 237
17 1 107
15 947,2 977
14,5%
13 822,3 814,4 821,6 847
PORCENTAJE 811,7
796,5
MILLONES
785,4
11,8%
11 11,6% 717
10,7% 10,8% 10,8%
10,6%
9 587
7 457
5 327
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018*
AÑOS
Prevalencia de la subalimentación (porcentaje) Número de personas subalimentadas (millones)
NOTAS: * Los valores correspondientes a 2018 son proyecciones y se ilustran con líneas de puntos y círculos vacíos. La serie completa se sometió a una revisión exhaustiva para
reflejarla nueva información disponible desde la publicación de la última edición del informe; esta sustituye a todas las series publicadas anteriormente. Véase el Recuadro 2.
FUENTE: FAO.
la segunda posición solo después vantamientos populares en los Es- ción en América central y el Cari-
de Asia meridional, que, a pesar de tados árabes muestran un incre- be, a pesar de ser superiores a las
los grandes progresos realizados mento en la prevalencia de la de América del Sur, han disminui-
en los últimos cinco años, todavía subalimentación desde un valor del do en los últimos años. Esto se
es la subregión donde se registra 17,8% en el 2010 hasta un 27% de ajusta a la tendencia de creci-
la tasa de subalimentación más ele- la población en el año 2018. La pre- miento económico observada en
vada, situada en casi un 15%. valencia de la subalimentación en estas subregiones, donde el PIB
En la subregión de Asia occi- los demás países de la región no real aumentó a un ritmo del 4%
dental, los países que se han visto cambió para ese mismo período. aproximadamente entre 2014 y
afectados por conflictos o por le- En América Latina y el Caribe, 2018, con tasas moderadas de in-
las tasas de subalimentación se flación siempre por debajo del 3%
han incrementado en los últimos en el mismo período.
años, principalmente como conse- El análisis de la distribución
cuencia de la situación en Améri- de la población subalimentada en
ca del Sur, donde la prevalencia de las regiones del mundo muestra
la subalimentación pasó del 4,6% que la mayoría (más de 500 mi-
en 2013 al 5,5% en 2017. El au- llones) vive en Asia. El número ha
mento observado en los últimos ido aumentado progresivamente
años se debe a la desaceleración en África, donde alcanzó casi los
económica experimentada por va- 260 millones de personas en 2018,
rios países, especialmente de Ve- de los cuales más del 90% vivían
nezuela, donde la prevalencia de la en el África subsahariana. Dadas
subalimentación casi se cuadrupli- estas cifras y las tendencias obser-
có, al pasar del 6,4% en 2012-14 vadas durante el último decenio,
al 21,2% en 2016-18. lograr el objetivo del hambre cero
Por el contrario, las tasas de para 2030 parece un desafío cada
la prevalencia de la subalimenta- vez más abrumador. �

or FAO (Naciones Unidas)
E
L NUEVO incremen-
to del hambre en el
mundo es conse-
cuencia de distin-
tos factores, tanto políticos
como económicos y socia-
les. En esta ecuación un fac-
tor clave que ha jugado un
papel destacado es la de-
pendencia de muchos de los
países pobres de los precios
de los productos básicos en
los mercados internaciona-
les, un factor que afecta de
forma directa a la seguridad
alimentaria y la nutrición.
Una consecuencia clara
de la integración de los paí-
ses pobres en la economía
global es su exposición a la
vulnerabilidad externa de los
flujos comerciales y que de-
pende asimismo de las ca-
racterísticas estructurales de
sus economías. Esta vulne-
rabilidad tiene relación direc-
ta con lo que se produce en
esos países y lo que comer-
cian con el resto del mundo,
que en esencia son produc-
tos básicos primarios.
A la tendencia al au-
mento de los precios de los
productos básicos que em-
pezó en 2003 y el período
de extrema volatilidad de
los precios de 2008 les han
seguido cinco años conse-
cutivos, de 2011 a 2016, en
que los precios mundiales
de los productos básicos
han disminuido notable-
mente (ver figura 26). Es de-
cir, la demanda mundial de
productos básicos está dis-
minuyendo y la perspectiva
es que el crecimiento se
podría frenar en el próximo
decenio, en especial con
respecto a la agricultura y
los metales.
A pesar de que los pre-
cios globales de los produc-
tos básicos todavía siguen
siendo más elevados que
antes del aumento repenti-
no de 2007-08, muchos de
los países que son muy de-
pendientes de la exporta-
ción de productos básicos
Suplemento realizado por fao (naciones unidas) Octubre 2019
LE MONDE DIPLOMATIQUE
La influencia
dientes de productos bási-
cos que antes, e incluso
más, con algunas excepcio-
de los precios
nes como Argentina, China
y México. Hay muchas razo-
nes que lo explican. La di-
versificación y la mejora de
internacionales
las estructuras productivas
y las capacidades a partir de
las que se crea y se distribu-
ye la riqueza no son tareas
de los productos
fáciles y se tarda varios años
en conseguirlas. Asimismo,
se necesitan políticas efica-
ces, la colaboración efecti-
va entre los sectores público
básicos en y privado y un alto grado de
inversión.
¿Por qué es importante
la dependencia de los pro-
el hambre
ductos básicos?
La dependencia de los
productos básicos es impor-
tante porque aumenta la vul-
nerabilidad de los países
ante las fluctuaciones de los
precios mundiales. Los epi-
sodios de desaceleración y
el debilitamiento del creci-
miento económico que se
han producido recientemen-
te en muchas regiones se
pueden explicar, en buena
parte, por la disminución
acusada de los precios de
los productos básicos. Esto
está afectando a los países
que dependen de la expor-
tación de dichos productos,
en particular de América del
Sur, pero también a otras re-
giones como Asia y algunos
países de África.
En los países depen-
dientes de la importación de
productos básicos, la pro-
porción de alimentos y com-
bustible importados en
relación con el total de mer-
cancías comercializadas es
elevada, mientras que, en
los países dependientes de
la exportación de productos
básicos, el grueso de los in-
gresos de las exportaciones
se obtiene de los productos
para generar ingresos, no aumento de los precios de ante las perturbaciones fu- básicos primarios.
han sido capaces de utili- los productos básicos, pa- turas de los precios. Del total de 134 países
zar las ganancias extraor- ra diversificar su economía Actualmente, muchos de ingresos bajos y me-
dinarias, obtenidas del y reducir la vulnerabilidad países son igual de depen- dianos estudiados para el
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OCTUBRE 2019 - III
período 1995-2017,102 se
clasifican en uno de los tres
tipos de dependencia de
productos básicos elevada,
mientras que los otros 32
son poco dependientes de
productos básicos. Los pa-
íses muy dependientes de
productos básicos pre-
sentan varias combinacio-
nes de dependencia de la
importación y la exporta-
ción que implican vulne-
rabilidades distintas ante
los precios de los produc-
tos básicos y diferentes
vínculos con la seguridad
alimentaria y la nutrición.
De los 134 países de in-
gresos bajos y medianos, 97
son importadores netos de
alimentos. De ellos, 80 pre-
sentan también algún grado
de dependencia de produc-
tos básicos: 23 son muy de-
pendientes de la exportación
de productos básicos, 20 lo
son de la importación de
productos básicos y 37 ado-
lecen de ambos tipos de de-
pendencia.
En 2018, 807 millones
de personas subalimenta-
das y 154 millones de niños
menores de cinco años con
retraso del crecimiento vi-
vían en países de ingresos
bajos y medianos: de éstos,
alrededor de 381 millones y
73 millones, respectivamen-
te, vivían en países muy de-
pendientes de productos
básicos. En cuanto a los
países que se enfrentan a
crisis alimentarias, en 2018
la situación fue incluso pe-
or: casi 109 millones de los
113 millones de personas
que padecían inseguridad
alimentaria aguda en grado
de crisis y que requerían
medidas humanitarias ur-
gentes también vivían en
países de ingresos bajos y
medianos muy dependien-
tes de productos básicos.
En un minucioso exa-
men del crecimiento del PIB
real per cápita en países de
(continúa en la página siguiente)
IV |
IV - OCTUBRE 2019 LE MONDE DIPLOMATIQUE
(viene de la página anterior)
ingresos bajos y medianos
durante el reciente período
de disminución de los precios
de los productos básicos, en-
tre 2011 y 2017, se pone de
manifiesto una diferencia
asombrosa en el crecimiento
económico durante ese perí-
odo de los países muy de-
pendientes de productos
básicos respecto de los que
no presentaban esta carac-
terística. El crecimiento me-
dio del PIB real per cápita en
los países muy dependientes
de productos básicos se re-
dujo de forma drástica y
constante entre 2012 y 2015,
a lo que siguió una cierta me-
jora que, no obstante, seguía
siendo significativamente in-
ferior a la de los países poco
dependientes de productos
básicos. Además, muchos
de los países muy depen-
dientes (67 de 102) también
experimentaron un aumento
del hambre o un empeora-
miento de la situación de cri-
sis durante el mismo período.
En estos países, la desace-
leración de la economía fue
más acusada y el debilita-
miento de la economía, más
profundo y duradero.
En un estudio reciente de
la FAO en el que se analiza-
ron 129 países de ingresos
bajos y medianos durante
1995-2017, se observó que
la dependencia elevada de la
exportación y la importación
de productos básicos prima-
rios tiene un efecto negativo
estadísticamente significati-
vo en la seguridad alimenta-
ria. En el período estudiado,
el aumento medio de la de-
pendencia de la exportación
de productos básicos pri-
marios del 1% conllevaba
un aumento medio del 2,2%
anual de la prevalencia de la
subalimentación. En muchos
de ellos, los ingresos deri-
vados de la exportación cre-
cieron notablemente y, por
lo general, el crecimiento
económico aumentó. Sin
embargo, en los países im-
portadores netos de alimen-
tos y muy dependientes de
la importación de productos
básicos, estos períodos de
aumento repentino de los
precios pueden plantear más
dificultades para la seguridad
alimentaria y la nutrición. Es-
to es lo que puede ocurrir en
particular en los países com-
pradores netos de alimentos
debido a la inflación de los
precios de los alimentos im-
portados. Por otro lado, los
elevados precios de los ali-
mentos, en especial los de
los cereales, pueden ser un
gran aliciente para aumen-
tar la producción agrícola,
cuyos efectos positivos
contrarrestan los efectos
perjudiciales de los precios
elevados de los alimentos
(por ejemplo, para los com-
pradores netos de alimentos)
con un efecto neto positivo
en la seguridad alimentaria y
la nutrición. � cia de los productos básicos.
Edición 244 | octubre 2019
Suplemento realizado por FAO (Naciones Unidas)
La desigualdad en la
distribución de los ingresos
S
I HAY UN factor
que incide clara-
mente en la falta
de éxito en la
erradicación del
hambre y la pobreza es, sin
lugar a dudas, la desigual
distribución de los ingresos.
Aunque a nivel global se han
realizado avances conside-
rables para reducir la pobre-
za extrema, la desigualdad
de ingresos sigue siendo al-
ta. Esto significa que la ma-
yor parte de la reducción de
la pobreza se ha logrado gra-
cias al incremento del creci-
miento económico y no
mediante la disminución de
la desigualdad de ingresos.
Esta desigualdad se ha
mantenido constante y alta
en los últimos quince años.
Como región, América Lati-
na y el Caribe registra los
mayores avances en cuanto
a la reducción de la desigual-
dad de ingresos, pero sigue
teniendo los niveles más al-
tos de desigualdad a nivel
mundial. No obstante, este
avance general en la distri-
bución de los ingresos no
parece reflejarse en la distri-
bución de la remuneración
de los trabajadores.
Calculada según la pri-
ma de prosperidad compar-
tida, esto es, la diferencia
entre la tasa de crecimiento
anual en ingresos o consu-
mo del 40% más pobre de
la población y la tasa de
crecimiento anual de la me-
dia de población en la eco-
nomía, la desigualdad va en
aumento en casi la mitad de La desigualdad de ingre- beneficiada por el aumento seguridad alimentaria grave ciona con una probabilidad
los países del mundo, inclui- sos viene determinada por el de la renta nacional. La rela- y este efecto es un 20% ma- menor en 0,8 o 0,3 puntos
dos numerosos países de tipo de crecimiento econó- ción entre el crecimiento eco- yor en el caso de países de porcentuales de padecer in-
ingresos medianos y bajos. mico y la distribución de los nómico y un incremento de ingresos bajos frente a paí- seguridad alimentaria grave
Sin embargo, si se cen- ingresos obtenidos de los los ingresos medios y el au- ses de ingresos medianos. en países que tienen, res-
tra la atención únicamente en mercados de factores, en mento de la seguridad ali- Un estudio de la FAO relati- pectivamente, una desigual-
los países de ingresos me- particular los mercados la- mentaria y la nutrición puede vo a 75 países de ingresos dad alta o más baja.
dianos y bajos, la tendencia boral y de capitales. Los pa- ser más débil de lo previsto, bajos y medianos constata Las desigualdades de in-
en la distribución de ingre- íses de América Latina, especialmente si los niveles que, en promedio, los países gresos y riqueza también
sos es dispar. En la figura donde la desigualdad sigue de desigualdad de ingresos con un coeficiente de Gini guardan estrecha relación
que se adjunta podemos siendo alta, aplicaron nume- son altos. En un contexto de alto, esto es, superior a 0,35, con la desnutrición, en tanto
comprobar que los países rosas reformas iniciadas en crecimiento económico con tienen un 33% más de pro- que modelos de desigualdad
que se encuentran por enci- el decenio de 1990 a fin de un alto grado de desigual- babilidades de experimentar más complejos se asocian
ma de la línea han registrado abrir sus economías y fomen- dad, deben solucionarse las inseguridad alimentaria gra- con la obesidad. Estos mo-
un aumento en la desigualdad tar un crecimiento inducido desigualdades para procu- ve. De hecho, la prevalencia delos de desigualdad aso-
de ingresos entre los años por las exportaciones. Costa rar una salida del hambre y de la inseguridad alimenta- ciados a las condiciones de
2000 y 2015, mientras que en Rica constituye un ejemplo la malnutrición. ria grave es casi tres veces salud se observan en países
aquellos que están por deba- en la región de un país en el La desigualdad de ingre- mayor en países con una de ingresos medianos y ba-
jo se ha observado una dis- que se ha diversificado el sos incide en los efectos elevada desigualdad de in- jos. Las desigualdades eco-
minución. Cabe señalar que sector de las exportaciones. que la desaceleración o la gresos (el 21%) que en paí- nómicas desempeñan un
varios países de África y Asia Resulta interesante señalar contracción económica tie- ses con poca desigualdad papel significativo, ya que ni-
han registrado un gran au- que la desigualdad de ingre- nen en la seguridad alimen- de ingresos (el 7%). veles de ingresos más bajos
mento de la desigualdad de sos aumentó en Costa Rica taria y la nutrición. En países Además, el mismo estu- afectan al acceso a la salud,
ingresos en los últimos 15 a raíz de la intensidad de ma- en los que la desigualdad es dio de la FAO determina la nutrición y los cuidados.
años. Los países con gran no de obra cualificada de los mayor, las desaceleracio- que en los países con nive- Por ejemplo, en la mayor
desigualdad son por lo ge- nuevos sectores de exporta- nes y debilitamientos de la les altos de desigualdad, el parte de países, la prevalen-
neral países con una gran ción, lo que contribuyó a au- economía tienen un efecto aumento de los ingresos fa- cia del retraso del creci-
dependencia de productos mentar las brechas salariales. desproporcionado en las miliares guarda una fuerte miento entre niños menores
básicos. En 12 de estos La desigualdad de in- poblaciones de bajos ingre- relación con la reducción de de cinco años es unas 2,5
países, la desigualdad de gresos también incide en la sos por lo que se refiere a la inseguridad alimentaria veces mayor en el quintil de
ingresos se mantuvo sin va- repercusión del crecimien- la seguridad alimentaria y grave. En los casos en que riqueza más bajo en compa-
riaciones, mientras que en 26 to económico. Por ejemplo, nutricional, ya que utilizan existe una desigualdad alta, ración con el quintil más al-
de ellos la desigualdad au- si el crecimiento económi- buena parte de sus ingre- este efecto es casi tres ve- to. Además, dentro de los
mentó. Pero más importante co está asociado con un sos para la adquisición de ces mayor que el de niveles países, también hay des-
aún, 20 de estos 26 países aumento de la desigualdad alimentos. de desigualdad más bajos. igualdades considerables
tienen una elevada dependen- de ingresos, la población La desigualdad aumenta Un aumento del 10% en los entre regiones y subgrupos
más pobre podría no verse la probabilidad de sufrir in- ingresos familiares se rela- de población. �