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Nuestra salud y prosperidad son la voluntad

de Dios
Mi inicio en el conocimiento de Dios y de Su Palabra se produjo cuando tuve la necesidad
de reclamar salud para mi hija, hace algunos años atrás. Esta necesidad me desafió física,
mental y financieramente. Mi liberación en esa situación comenzó cuando me senté con
una creyente en su casa, invitado hasta allí por otra amiga; ella abrió la Biblia y me mostró
escrituras que me decían claramente que la voluntad de Dios es salud, sanidad y
prosperidad para mi vida y que estaba disponible también para mi hija. Este es el versículo
de la escritura que ella compartió conmigo.

III Juan 2: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma.

Este verso de las escrituras revela una verdad importante que debemos reconocer: y es,
que la voluntad de Dios sobre todas las cosas es la salud y la prosperidad para Sus hijos,
sin excepción, para cada uno de nosotros, entonces, me pregunto.

¿porque este deseo de Dios no es una realidad en las vidas de todos lo creyente sin
excepción?

Para mí fue la primera vez que me enseñaron ese versículo. No crecí yendo a la iglesia
con regularidad, pero había escuchado y leído varias cosas acerca de Dios a lo largo de
los años, pero no tenía idea que Dios quería que yo estuviera saludable o que fuese
prosperado.

Por el contrario, en muchas ocasiones había oído decir que los cristianos deberían ser
pobres y nunca ricos, para que puedan permanecer humildes en la vida, por otro lado, me
inculcaron que las enfermedades eran castigo de Dios por nuestro mal comportamiento.
Pero este planteamiento no coincide exactamente con lo expresado en III Juan 2,
¿verdad? Aquí hay otro versículo de la escritura que aprendí, en ese primer contacto con
Dios y su Palabra.

Salmos 37:25: Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su


descendencia que mendigue pan.

El salmista (David) declaró que, a lo largo de sus años de vida, nunca había visto a Dios
olvidarse de su pueblo o dejarlo empobrecido o en la indigencia. Esa verdad retumbó por
varios días en mi cabeza sin encontrar una lógica convincente.

Cuando los problemas de salud de mi hija surgieron hace años, fue un momento difícil
para mí durante muchos meses, como lo dije anteriormente, tanto en lo físico, lo mental
y económico. Aunque nunca pensé que esa situación era lo que Dios quería para mí, me
pregunté:
¿cómo y por qué pasé de tener una vida estable a estar repentinamente agobiado por la
salud de mi hija tan joven (tenía tan solo 14 años)? Mi lógica a los cinco sentidos no me
permitía entender, tuve que estudiar las escrituras para alcanzar la respuesta.

Cuando aprendí de la Palabra de Dios cómo creer y reclamar Sus promesas para la salud
y la prosperidad, le enseñé a mi hija y luego al resto de la familia, con el tiempo, recuperé
todo. Dios no me abandonó ni me dejó pidiendo un poco de pan para comer.

Con respecto a nuestra prosperidad, la Biblia nos dice claramente que la voluntad de Dios
para con sus hijos es que ellos experimenten prosperidad en sus vidas, y nos dice que Él
es la fuente de la prosperidad. La Palabra de Dios proporciona la comprensión y
perspectiva adecuadas de la naturaleza espiritual de la prosperidad. La prosperidad no son
cifras en el banco, es espiritual, es certeza, confianza depositada en Él que todo lo puede.

II Corintios 9: 8: Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a
fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra;

Dios puede y está dispuesto a hacer que toda la gracia abunde hacia ti y hacia mí. Su
voluntad, su deseo, es que siempre, no solo de vez en cuando, sino siempre, tengamos
toda la suficiencia en todas las cosas. La prosperidad no es una idea o concepto hecho por
el hombre, sino que se originó en Dios. Lo vemos a Él como nuestra fuente de suficiencia
y reclamamos Sus promesas de la Palabra, en tiempos de abundancia y en tiempos de
necesidad.

En el mundo he conocidos a varios renacidos del espíritu de Dios, que su vida son un
buen ejemplo que reflejan la voluntad de Dios, como también otros que no lo reflejan.

Malaquías 3:6(a) Porque YO JEHOVÁ NO CAMBIO

Como Dios no hace acepción de personas ni cambia con el tiempo, ¿Cómo es posible que
unos sean prósperos y otros no?

La respuesta está en que algunos creyentes deben estar haciendo no conforme a la


voluntad de Dios y por eso no obtienen los resultados que Dios promete.

Es importante decirle a la gente sobre las cosas por las que debe creer, casi tanto como
escuchar lo que ellos dicen que está creyendo, para poder dar la orientación correcta.
Todo creyente debe cimentarse en este verso:

Filipenses 4:19: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús.

Dios quiere cuidar de sus hijos, proveer lo mejor para ellos, como lo haría cualquier buen
padre.

¿Deseas una vida de salud y prosperidad? ¿Te gustaría que la gracia abundara en ti y que
siempre tengas suficiente suficiencia en todas las cosas? Bueno, no estás solo, porque
Dios quiere exactamente eso para ti también. Incluso te lo promete y Dios no miente ni
se arrepiente.
Números 23;19: Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se
arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?

Tenemos un Dios grande, muy grande y maravilloso que desea ante todo que prosperemos
y estemos sanos, conforme prosperan nuestras almas. A medida que avanzas por la vida,
puedes reclamar estas promesas de Dios al caminar sobre ellas con fe, con creencia.

Y diviértase buscando en Su Palabra otras promesas (¡hay más! ¡muchas más!) Que lo
ayudarán a recibir la salud y la prosperidad que Dios desea para usted.

Dios les Bendiga “poderosamente”


Adaptación y preparación José G. Figueroa Todo,

“Todo lo puedo en Cristo que me Fortalece” Filipense 4:13

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