Capítulo I La Idea Romana Del Lujo en Época Tardorrepublicana Y en El Principado

CAPÍTULO I
LA IDEA ROMANA DEL LUJO EN ÉPOCA

TARDORREPUBLICANA Y EN EL
PRINCIPADO
1. EL LUJO COMO FACTOR DE DECADENCIA

MORAL Y POLÍTICA
La irrupción del lujo en Roma acontecerá en el marco de las
transformaciones producidas en la economía y en la sociedad como
consecuencia de la expansión de la ciudad tras las guerras púnicas.
Dicha expansión trajo consigo la afluencia de riquezas, de botines y
de indemnizaciones de guerra, la bonanza económica en suma, así
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como la introducción de nuevos referentes culturales y hábitos so-

ciales. Tras las guerras púnicas y las victorias obtenidas contra Ma-
cedonia y Siria y en el Mediterráneo occidental, se fueron consoli-
dando en Roma nuevos modelos socieconómicos alternativos a los
basados tradicionalmente en la propiedad de la tierra y en la trans-
misión hereditaria de la riqueza. El desarrollo del comercio exterior,
la acumulación de capital, el masivo aflujo de esclavos, el ERRP
económico en suma, permitió también la aparición de una nueva y
variopinta clase de potentados dispuesta a rivalizar con la élite sena-
torial tradicional.
Los intelectuales romanos no fueron insensibles a la percepción
de estas transformaciones económicas y sociales y, por ello, fueron
Casinos, M. F. J. (2015). La restricción del lujo en la roma republicana : El lujo indumentario. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
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22 F. JAVIER CASINOS MORA
recurrentes en la literatura histórica y política las alusiones a la exis-

tencia de un nexo de causalidad entre la penetración del lujo en la
sociedad, efecto visible de aquellas transformaciones, y la corrup-
ción de las antiguas costumbres, y lo fueron hasta el punto de cons-
tituir un lugar común en la historiografía romana tardorrepublica-
na y altoimperial. Compendiosa es a este respecto la expresión de
Valerio Máximo DOX[XSHUGLWLVPRULEXV.1 Pero los autores romanos
no atribuirían la afección al lujo y la consiguiente decadencia moral
de Roma ni a razones sistémicas ni a otras que de cualquier modo
pudieran deslegitimar el predominio de aquella aristocracia a todos
los niveles, sino sobre todo al influjo de la civilización helénica, una
civilización tenida por superior en el aspecto cultural pero inferior
en el moral.
Es a propósito del problema de la difusión del lujo que se plantea
lo que ha sido descrito2 como una tensión no resuelta en la cultura o
sistema de valores latino entre una economía doméstica, en el sen-
tido weberiano de la expresión, y una economía adquisitiva, basada
la primera en la tradición, en la frugalidad y en el valor del uso y, la
segunda, en el aumento del bienestar, en el valor del cambio y en el
consumo. Mientras la primera sería característica de la cultura, no
sólo latina sino antigua en general, y estaría, de hecho, presente en
todas las escuelas filosófícas antiguas, muy especialmente el estoi-
cismo, y propugnada por ellas, la segunda, más próxima a nuestra
moderna sociedad de consumo, respondería a una concepción alter-
nativa sobre el progreso, la felicidad y el aumento de las necesidades
materiales, que a la sazón se abría paso de la mano de la prosperidad

y de las múltiples transformaciones y expectativas. No es de extra-
ñar, por ello, el sentimiento unánime de inquietud de los intelectua-
les romanos ante el lujo, dado el nexo de causalidad que percibían
1
V. 0ൺඑ. 2, 2, 6.
2
Por A. /ൺ3ൾඇඇൺ, “La legittimazione del lusso privato da Ennio a Vi-
truvio. Momenti, problema, personaggi”, en Maia, 41, 1989, 3 (= F. 0ංඅൺ-
ඓඓඈHG&RQWUDFWXVHSDFWXPWLSLFLWjHOLEHUWjQHJR]LDOHQHOO¶HVSHULHQ]D
WDUGRUHSXEEOLFDQD$WWLGHO&RQYHJQRGLGLULWWRURPDQRHGHOODSUHVHQ-
WD]LRQHGHOODQXRYDULSURGX]LRQHGHOODOLWWHUD)ORUHQWLQD&RSDQHOOR
JLXJQR1DSROL
/DUHVWULFFLyQGHOOXMRHQOD5RPDUHSXEOLFDQD 23
entre decadencia de las costumbres y lujo, al cual atribuían un origen

foráneo.
Esa inquietud de los intelectuales romanos, habituales portavoces
de la aristocracia, por las secuelas de la expansión del lujo se justi-
ficaría sobre todo por el temor a que la alteración de las costumbres
acabara afectando a la misma estabilidad del sistema político, un siste-
ma político de sesgo naturalmente aristocrático. Y es que la secuencia
“cambio de costumbres-inestabilidad política-cambio político” tenía
de hecho sus fundamentos teóricos. En efecto, de acuerdo con la teo-
ría de la evolución cíclica de los regímenes políticos imperante en el
pensamiento antiguo desde Platón y Aristóteles, la irrupción del lujo
en una sociedad no sólo representaba un mero cambio de costumbres
sociales sino que podía bien significar el inicio de un proceso cuyo
desenlace fuera, previa la degeneración del sistema existente, la invo-
lución política. Polibio, teórico de la anacýclosis, lo expresa con clari-
dad: la prosperidad económica convierte a los ciudadanos en adictos al
lujo y su afán de conseguir cargos y ventajas para satisfacer esa adic-
ción los lleva a la rivalidad y al enfrentamiento, a la ruptura de la cohe-
sión del grupo. Esta situación en progreso se resuelve finalmente con
el cambio a un estadio política y moralmente inferior al precedente, es
decir, a su versión degenerada, cuyas causas son: el ansia de acaparar
las magistraturas, el afán de ganar notoriedad, la soberbia y el des-
pilfarro.3 La evolución política la culminará el pueblo que, indignado
3
3අൻ੖ĲĮȞȖ੺ȡʌȠȜȜȠઃȢțĮ੿ȝİȖ੺ȜȠȣȢțȚȞį઄ȞȠȣȢįȚȦıĮȝ੼ȞȘ
ʌȠȜȚĲİ઀ĮȝİĲ੹ĲĮ૨ĲĮİ੿Ȣਫ਼ʌİȡȠȤ੽ȞțĮ੿įȣȞĮıĲİ઀ĮȞਕį੾ȡȚĲȠȞਕĳ઀țȘĲĮȚĳĮȞİȡંȞ
੪Ȣ İੁıȠȚțȚȗȠȝ੼ȞȘȢ İੁȢ Į੝Ĳ੾Ȟ ਥʌ੿ ʌȠȜઃ ĲોȢ İ੝įĮȚȝȠȞ઀ĮȢ ıȣȝȕĮ઀ȞİȚ ĲȠઃȢ ȝ੻Ȟ
ȕ઀ȠȣȢȖ઀ȞİıșĮȚʌȠȜȣĲİȜİıĲ੼ȡȠȣȢĲȠઃȢį¶ਗȞįȡĮȢĳȚȜȠȞİȚțȠĲ੼ȡȠȣȢĲȠ૨į੼ȠȞĲȠȢ
ʌİȡ઀ĲİĲ੹ȢਕȡȤ੹ȢțĮ੿Ĳ੹ȢਙȜȜĮȢਥʌȚȕȠȜ੹Ȣ੮ȞʌȡȠȕĮȚȞંȞĲȦȞਥʌ੿ʌȜ੼ȠȞਗȡȟİȚ
ȝ੻ȞĲ੽Ȣਥʌ੿ĲઁȤİ૙ȡȠȞȝİĲĮȕȠȜોȢਲĳȚȜĮȡȤ઀ĮțĮ੿ĲઁĲ੽ȢਕįȠȟ઀ĮȢ੕ȞİȚįȠȢʌȡઁȢ
į੻ĲȠ઄ĲȠȚȢਲʌİȡ੿ĲȠઃȢȕ઀ȠȣȢਕȜĮȟȠȞİ઀ĮțĮ੿ʌȠȜȣĲ੼ȜİȚĮ6LHPSUHTXHXQD
constitución ha superado muchos y grandes peligros y alcanza una supremacía
y una pujanza incontestadas, es claro que se produce una gran prosperidad que
convierte a los ciudadanos en enamorados del lujo y en pendencieros fuera de
lo común, por su afán de desempeñar cargos y de otras ventajas. 6. Estos de-
fectos irán en auge y empezará la involución hacia un estadio inferior, por la
apetencia de magistraturas, por la vergüenza de no ser famoso y, además, por la
VREHUELD\HOGHVSLOIDUUR+HUHSURGXFLGRDTXt\HQDGHODQWHVDOYRLQGLFDFLyQ
con sus gobernantes, aspirará al poder soberano y, una vez alcanzada

la democracia, en algún momento volverá a iniciarse un proceso de
degeneración, ahora hacia la oclocracia o demagogia.4 La correlación
entre lujo y degradación moral, corrupción política y decadencia de
la constitución política continuaría presente en el pensamiento de los
intelectuales varios siglos después. Así, Plutarco afirmará que “tuvo
mucha razón el que dijo que el primero que disolvió la república fue el
que dio banquetes e hizo distribuciones de dinero al pueblo”.5
Así, pues, el lujo, con origen en la prosperidad económica, lo-
grada gracias a los triunfos militares y al consiguiente dominio terri-
torial, era percibido como un potencial agente destructor del estado
de cosas, hasta el punto de ser capaz de socavar los cimientos de
una sólida y estable constitución como la romana que, a pesar de su
carácter mixto, se caracterizaba por tender manifiestamente a garan-
tizar el predominio aristocrático.
El lujo y en general la vida disoluta de la que aquél es la imagen
visible será presentado, sin embargo, como un factor de decadencia
de naturaleza exógena, que a la manera de un agente patógeno habría
inficionado Roma, una república por naturaleza virtuosa. Y que el lujo
en contrario, la traducción de la obra de Polibio de M. Balasch Recort: 3ROLELR

+LVWRULDV, 3 vols. Madrid, 1981-1983.
4
3අൻ 6, 57, 7-9: 7: ȜȒȥİĲĮȚ į੻ Ĳ੽Ȟ ਥʌȚȖȡĮĳ੽Ȟ ĲોȢ ȝİĲĮȕȠȜોȢ ੒ įોȝȠȢ,
੖ĲĮȞ ਫ਼ĳૃ ੰȞ ȝ੻Ȟ ਕįȚțİ૙ıșĮȚ įȩȟૉ įȚ੹ Ĳ੽Ȟ ʌȜİȠȞİȟȓĮȞ, ਫ਼ĳૃ ੰȞ į੻ ȤĮȣȞȦșૌ
țȠȜĮțİȣȩȝİȞȠȢ įȚ੹ Ĳ੽Ȟ ĳȚȜĮȡȤȓĮȞ. 8. ĲȩĲİ Ȗ੹ȡ ਥȟȠȡȖȚıșİ੿Ȣ țĮ੿ șȣȝ૶ ʌȐȞĲĮ
ȕȠȣȜİȣȩȝİȞȠȢ Ƞ੝țȑĲȚ șİȜȒıİȚ ʌİȚșĮȡȤİ૙Ȟ Ƞ੝įૃ ੅ıȠȞ ਩ȤİȚȞ ĲȠ૙Ȣ ʌȡȠİıĲ૵ıȚȞ,
ਕȜȜ੹ ʌ઼Ȟ țĮ੿ Ĳઁ ʌȜİ૙ıĲȠȞ Į੝ĲȩȢ. 9. Ƞ੤ ȖİȞȠȝȑȞȠȣ Ĳ૵Ȟ ȝ੻Ȟ ੑȞȠȝȐĲȦȞ Ĳઁ
țȐȜȜȚıĲȠȞ ਲ ʌȠȜȚĲİȓĮ ȝİĲĮȜȒȥİĲĮȚ, Ĳ੽Ȟ ਥȜİȣșİȡȓĮȞ țĮ੿ įȘȝȠțȡĮĲȓĮȞ, Ĳ૵Ȟ
į੻ ʌȡĮȖȝȐĲȦȞ Ĳઁ ȤİȓȡȚıĲȠȞ, Ĳ੽Ȟ ੑȤȜȠțȡĮĲȓĮȞ (7. Sin embargo, el que hará
culminar la evolución será el pueblo, cuando opine que hay quien gana
injustamente y le hinche la adulación de otros que aspiran a obtener sine-
curas. 8. Enfurecido, entonces, y en su rabia codicioso de todo, el pueblo
creerá que los gobernantes no están a su altura, se negará a obedecer, se
tendrá a sí mismo por el todo, dueño del poder soberano. 9. El estadio si-
guiente recibirá el nombre más bello de todos, libertad y democracia, pero
ODGHQRPLQDFLyQGHODUHDOLGDGVHUiORSHRUODGHPDJRJLD
5
3අඎ Cor RȪ Ȗ੹ȡ țĮț૵Ȣ ਩ȠȚțİȞ İੁʌİ૙Ȟ ੒ İੁʌઅȞ ੖ĲȚ ʌȡ૵ĲȠȢ
țĮĲ੼ȜȣıİĲઁȞįોȝȠȞ੒ʌȡ૵ĲȠȢ੼ıĲȚ੺ıĮȢțĮ੿įİț੺ıĮȢ
es un mal exótico o propio de los extranjeros, muy especialmente de

los griegos,6 no es exclusivamente un diagnóstico de los historiógra-
fos. Efectivamente, nos sirven de ejemplo para ilustrar esta afirma-
ción dos autores que, aun distanciados por su floruit, origen y género
literario, Livio y Juvenal, muestran aquella misma opinión sobre los
orígenes foráneos del lujo romano.
Livio utiliza significativamente la expresión peregrina luxuria en un
pasaje de su obra histórica7 y en otro emplea el verbo immigrare,8 para
describir cómo, en su opinión, surgen en Roma por importación el lujo y
otros males. La idea del origen exótico del lujo es lugar común en la re-
tórica patriótica romana. La explicación es lógica: dada la supuesta total
incompatibilidad del lujo con el acervo romano, no atribuir al primero
un origen forastero habría implicado reconocer la poca solidez del se-
gundo, tantas veces invocado y exaltado por los autores. Para un roma-
no de pro un rasgo incuestionable de su identidad es la superioridad de
sus costumbres y Roma existe, como reza el celebrado verso de Ennio,
justamente “gracias a las costumbres de sus antepasados y a la virtud de
sus hombres”: PRULEXVDQWLTXLVUHVVWDW5RPDQDYLULVTXH9
6
5HVXOWDQPX\VLJQL¿FDWLYRVDOUHVSHFWRORVQHRORJLVPRVpergraecari
y congraecare, utilizados no precisamente en obras de historiógrafos sino
HQODVFRPHGLDVSODXWLQDVFRQORVTXHVHLGHQWL¿FD³YLYLUGLVLSDGDPHQWH´
con “vivir a la manera griega”. Pergraecari: 3අ. Mos. 64; y Poen. 603.
También 7ංඍංඇ. com. 175. Congraecare: 3අ. Bac. 743. Asimismo, el verbo
denominativo graecor es utilizado peyorativamente por Horacio para de-

signar la acción de imitar a los griegos en sus hábitos o modas: +ඈඋ. S. 2, 2,
10-11: Si Romana fatigat militia adsuetum graecari.
7
/ංඏ. 39, 6, 7: /X[XULDHHQLPSHUHJULQDHRULJRDEH[HUFLWX$VLDWLFRLQ-
YHFWDLQXUEHPHVW (El germen del lujo extranjero, en efecto, fue introducido en
5RPDSRUHOHMpUFLWRGH$VLD+HUHSURGXFLGRDTXt\HQDGHODQWHVDOYRLQGL-
cación en contrario, la traducción de la obra de Livio de J. A. Villar Vidal, Tito
/LYLR +LVWRULDGH5RPDGHVGHVXIXQGDFLyQ, Madrid, 9 vols., 1990-1995.
8
/ංඏ. praef. 11: nec in quam [civitatem] tam serae avaritia luxuriaque
LPPLJUDYHULQWQHFXELWDQWXVDFWDPGLXSDXSHUWDWLDFSDUVLPRQLDHKRQRV
fuerit (ni en pueblo alguno fue tan tardía la penetración de la codicia y el lujo,
QLHOFXOWRDODSUREUH]D\DODDXVWHULGDGIXHWDQLQWHQVR\GXUDGHUR
9
(ඇඇ. Ann. 18, incertae sedis, verso rememorado por Cicerón en
Rep. 5, 1.
Por su parte Juvenal, autor satírico, va más allá en la precedente

idea pues no sólo denuncia con acerba indignatio cómo las costum-
bres extranjeras, peregrinos mores, con su lujo vergonzoso, turpis
luxus, quebraron la historia de Roma,10 sino que considera que “el
lujo es peor incluso que las armas y constituye nada más y nada me-
nos que la venganza del mundo sometido por Roma”.11
Al lujo como factor de decadencia de origen exógeno también
se refiere Cicerón, pero a partir de los contactos pacíficos entre los
pueblos como vía de introducción. Sin mencionar el caso particular
de Roma, alude al comercio y a las tentaciones que depara el mar
como causas de corrupción y transformación de las costumbres de
los pueblos, siendo las ciudades próximas a la costa, como Roma, las
más expuestas a sufrir tales efectos.12
Los autores romanos sitúan el inicio de lo que consideran el de-
clive moral de Roma, siempre asociado al lujo, declive que contem-
plado desde nuestra distancia histórica no sería sino el conjunto de
síntomas de la transformación de las estructuras sociales y económi-
cas y de los modelos culturales romanos, tras el final de algún rele-
vante acontecimiento bélico. Aunque no hay acuerdo entre ellos, lo
cierto es que los episodios históricos propuestos como origo luxuriae
suelen hallarse significativamente en la primera mitad del siglo II
a.C., período durante el cual precisamente se consumó la expansión
de Roma en Italia y se alcanzó su hegemonía en el Mediterráneo.
(QHIHFWRODGHVWUXFFLyQGH&DUWDJRFRORIyQGHODVJXH-
rras púnicas, es el acontecimiento a partir del cual, en opinión de
10
-ඎඏ. 6, 298-300: SULPDSHUHJULQRVREVFHQDSHFXQLDPRUHVLQWXOLWHW
turpi fregerunt saecula luxu divitiae molles.
11
-ඎඏ. 6, 292-293: VDHYLRUDUPLVOX[XULDLQFXEXLWYLFWXPTXHXOFLVFLWXU
RUEHP.
12
&ංർ. Rep. 2, 4, 7: (VWDXWHPPDULWLPLVXUELEXVHWLDPTXDHGDPFR-
UUXSWHOD DF PXWDWLR PRUXP DGPLVFHQWXU HQLP QRYLV VHUPRQLEXV DF GLV-
FLSOLQLVHWLQSRUWDQWXUQRQPHUFHVVROXPDGYHQWLFLDHVHGHWLDPPRUHVXW
nihil possit in patriis institutis manere integrum (las ciudades marítimas es-
tán además expuestas a la corrupción y al cambio de las costumbres, se fa-
miliarizan con nuevos lenguajes y nuevos usos, y se introducen en ellas no
sólo las mercancías importadas sino también las costumbres, de tal modo
TXHQRKD\LQVWLWXFLyQSDWULDTXHQRVHYHDDOWHUDGD
Salustio, se produce el estrago de las costumbres y de las ancestrales

virtudes romanas,13 alcanzando su acmé con Sila, cuyo ejército en
Asia se habría acostumbrado a “admirar e incluso a robar objetos
lujosos”.14 Livio, en cambio, adelanta medio siglo la corrupción de
las costumbres y señala como momento preciso la victoria de Gneo
0DQOLR9XOVyQVREUHORVJDORVDVLiWLFRV$VXMXLFLRORVJpU-
menes del lujo (semina luxuriae habrían sido introducidos en Roma
por los ejércitos de Asia, autores de aquella victoria, al ser los prime-
ros en importar a la ciudad variopintos artículos de lujo.15 También
Plinio sitúa en ese acontecimiento el inicio de la difusión del lujo de
procedencia asiática en Roma.16 Polibio, en cambio, apunta como
13
6ൺඅ Cat. 10, 3-4: SULPRSHFXQLDHGHLQGHLPSHULFXSLGRFUHYLW[…]
DYDULWLD¿GHPSURELWDWHPFHWHUDVTXHDUWHVERQDVVXEYHUWLWSURKLVVXSHU-
ELDPFUXGHOLWDWHPGHRVQHJOHJHUHRPQLDYHQDOLDKDEHUHHGRFXLW (en pri-
mer lugar creció la ambición de dinero, después la de poder […] la avaricia
alteró la lealtad, la probidad y las demás virtudes y en su lugar enseñó la so-
berbia, la crueldad, el desatender a los dioses y el considerar venales todas
ODVFRVDV6REUHODLGHDGHODGHFDGHQFLDGHODVFRVWXPEUHVHQ6DOXVWLR\
su concepción de la historia véase I. 6ൺඎൾඋඐൾංඇ, Die leges sumptuariae als
römische Maßnahme gegen den Sittenverfall, Hamburg, 1970, 175-197.
14
6ൺඅ Cat. 11, 6: ,ELSULPXPLQVXHYLWH[HUFLWXVSRSXOL5RPDQLDPDUH
SRWDUH PLUDUL VLJQD WDEXODV SLFWDV YDVD FDHODWD HD SULYDWLP HW SXEOLFH
UDSHUHGHOXEUDVSROLDUHVDFUDSURIDQDTXHRPQLDSROOXHUH(Allí empezó
a acostumbrarse el ejército del pueblo romano a hacer el amor, a beber y
a admirar estatuas, cuadros, vasos tallados, a robar estas cosas privada y

públicamente, a despojar los templos y a ultrajar todas las cosas sagradas y
SURIDQDV
15
/ංඏ. 39, 6, 7: OHFWRVDHUDWRVYHVWHPVWUDJXODPSUHWLRVDPSODJXODV
HWDOLDWH[WLOLDHWTXDHWXPPDJQL¿FDHVXSHOOHFWLOLVKDEHEDQWXUPRQRSRGLD
HWDEDFRVOHFKRVGHEURQFHFROFKDVSUHFLRVDVWDSLFHV\RWURVWHMLGRV¿QRV
y mesas de un solo pie y aparadores, enseres que entonces se consideraban
VXQWXRVRV
16
3අංඇNat. 33, 53, 148: Asia primum devicta luxuriam misit in Italiam
XQDYH]VRPHWLGD$VLDHOOXMRFRPHQ]yDHQWUDUHQ,WDOLD9LF-
WRULDWDPHQLOOD3RPSHLSULPXPDGPDUJDULWDVJHPPDVTXHPRUHVLQFOLQDYLW
VLFXW/6FLSLRQLVHW&Q0DQOLDGFDHODWXPDUJHQWXPHWYHVWHV$WWDOLFDVHW
WULFOLQLDDHUDWDVLFXW/0XPPLDG&RULQWKLDHWWDEXODVSLFWDV(Sin embargo,
es la victoria de Pompeyo la que primero introdujo la moda de las perlas y las
acontecimiento que dio inicio a la decadencia moral de Roma la gue-

rra contra Perseo en 168.17
El lujo experimentaría una sensible contracción con las guerras
intestinas y el miedo a las proscripciones en el siglo I a.C. para re-
surgir con más vigor que nunca con la pax Augusta, abriéndose en-
tonces la centuria más profusa en el despilfarro, a la que seguiría
un nuevo período de restricción del lujo de la mano de Vespasiano.
Hacia finales del siglo II d.C. puede afirmarse que concluye la era
romana del lujo y de los placeres en general coincidiendo con una
multiplicación de los escenarios de guerra, una sensible disminución
de las extracciones metalíferas y una terrible epidemia de viruela, la
llamada “epidemia antonina”, que llegaría a diezmar la población.18
Haciéndose eco de la teoría del desarrollo cíclico de la historia, Tá-
cito describe en Anales 3, 55 estos vaivenes históricos del lujo ro-
mano como un ciclo (RUELVHOPLVPRTXHKLVWyULFDPHQWHWUD]DQORV
cambios de las costumbres, de las cuales aquél formaría parte, según
que la sociedad romana se mire más o menos en el espejo de sus
antepasados.
Para el caso específico del lujo indumentario, su origen foráneo
es apuntado por Varrón a partir de las denominaciones claramente
griegas de muchas de las vestimentas, más allá de las tradicionales,
utilizadas en Roma.19 No obstante, para el siglo III a.C. ya puede
gemas, como las victorias de L. Escipión y Cn. Manlio introdujeron la de los

objetos de plata cincelada, ropas suntuosas y triclinios cubiertos de bronce, y

ODGH/0XPLRODGHORVYDVRVGH&RULQWR\ORVFXDGURV
17
3අൻ 31, 25, 4: Ƞੂ ȝ੻Ȟ Ȗ੹ȡ İੁȢ ਥȡȦȝȑȞȠȣȢ Ĳ૵Ȟ ȞȑȦȞ, Ƞੂ įૃİੁȢ ਦĲĮȓȡĮȢ
ਥȟİțȑȤȣȞĲȠ, ʌȠȜȜȠ੿ įૃİੁȢ ਕțȡȠȐȝĮĲĮ țĮ੿ ʌȩĲȠȣȢ țĮ੿ Ĳ੽Ȟ ਥȞ ĲȠȪĲȠȚȢ
ʌȠȜȣĲȑȜİȚĮȞ, ĲĮȤȑȦȢ ਲȡʌĮțȩĲİȢ ਥȞ Ĳ૶ ȆİȡıȚț૶ ʌȠȜȑȝ૳ Ĳ੽Ȟ Ĳ૵Ȟ ਬȜȜȒȞȦȞ
İੁȢ ĲȠ૨ĲȠ Ĳઁ ȝȑȡȠȢ İ੝ȤȑȡİȚĮȞ (unos se dedicaban a la pederastia, otros fre-
cuentaban los prostíbulos y muchos acudían a espectáculos musicales y a
banquetes, con el despilfarro que esto comporta; en la guerra contra Perseo
habían asimilado con rapidez la laxitud griega en lo que afecta a tales vi-
FLRV
18
Véase al respecto R. 'ඎඇർൺඇ-ඈඇൾඌ, “The impact of the Antonine
plague”, en JRA, 9, 1996, 108-136.
19
9ൺඋ / 5, 131: 0XOWDSRVWOX[XULDDWWXOLWTXRUXPYRFDEXODDSSDUHW
HVVH*UDHFDXWDVEHVWLQRQ (posteriormente el lujo excesivo trajo muchos
acreditarse el uso extendido de uno de los artículos de lujo más pre-

ciados: la púrpura, como resultado de la afluencia de inmensos boti-
nes de guerra y otras fuentes de riqueza procedentes del mundo he-
lenístico.20 Según noticia de Floro, la púrpura ya fue de hecho parte
integrante del botín obtenido de Tarento en 272.21
2. /8;86Y MAGNIFICENTIA
El término latino luxus y sus derivados (luxuria, luxuriesHWF
designan en general el exceso o la desmesura y en especial en rela-
ción con la cantidad, la calidad o la rareza de los bienes materiales
poseídos y por extensión la desmesura en el modo de vivir, siendo
tal desmesura por definición contraria al orden natural.22 En relación
con el individuo y su modo de vida tienen aquellos términos un mar-
cado sentido moral y el concepto es aproximado o asimilado por los
autores a otros, tales como molicie, indolencia, indisciplina, avari-
cia, corrupción, afeminamiento, intemperancia o lujuria. Existe así
un discurso peyorativo y misógino vinculado a la construcción so-
cio-cultural romana del lujo, que conduce a la consideración de éste
como factor de decadencia moral y política por los autores romanos.
Según la naturaleza de los bienes materiales a través de los cuales se
expresa el lujo, cabría distinguir aprovechando un criterio jurídico
de divisio rerum entre lujo inmobiliario, mobiliario y semoviente o
relativo principalmente a esclavos. Dentro del lujo mobiliario desta-
carían por su importancia las subespecies de lujo indumentario, cos-

mético, gemológico y cibario o convival.23
RWURV DWXHQGRV FX\DV GHQRPLQDFLRQHV VRQ VLQ GXGD JULHJDV FRPR SRU
HMHPSOR³DVEHVWR´
20
M. 5ൾංඇඁඈඅൽ, +LVWRU\RI3XUSOHDVD6WDWXV6\PEROLQ$QWLTXLW\,
Bruxelles, 1970, 40.
21
)අඈඋ. Epit. 1, 13, 27: VL SRPSDP DXUXP SXUSXUD VLJQD WDEXODH
Tarentinaeque deliciae.
22
$(උඇඈඎඍy$0ൾංඅඅൾඍ, 'LFWLRQQDLUHpW\PRORJLTXHGHODODQJXH
latine. +LVWRLUHGHVPRWV, Paris, 42001, 374.
23
&DWyQ\DKDEODEDGHOXMRUHODWLYRDODVHGL¿FDFLRQHVDORVPXHEOHV
a los vestidos y a los esclavos, según noticia *ൾඅ. 13, 24, 1. Véase n. 318.
Por lo que respecta al lujo indumentario en concreto, su conexión

con la inmoralidad aparece muy clara, especialmente durante el Prin-
cipado, y se asociará especialmente a la idea de mollitia: molicie, de-
bilidad de carácter, afeminamiento, y así aparecerá a menudo denun-
ciado y escarnecido por todo tipo de autores, desde Plinio, el Viejo, en
su enciclopédica obra sobre la naturaleza hasta Marcial en sus ácidos
epigramas.24 El lujo indumentario en las mujeres suele ir acompañado
de la profusión del adorno y justamente el tabú estético del exceso or-
namental es, como se ha dicho, uno de los aspectos básicos de la crítica
misógina dentro del mundo antiguo,25 de la cual algunos dicterios cato-
nianos y algunos pasajes de las comedias plautinas Aulularia, Epidicus
o Poenulus constituyen quizá las más conspicuas manifestaciones.
Ahora bien, no toda manifestación de exceso en el modo de vida,
no toda ostentación de bienes materiales sería censurable moral o jurí-
dicamente y susceptible, por tanto, de represión censoria o legislativa,
a través de las llamadas “leyes suntuarias” u otros paradigmas normati-
vos. En efecto, junto a una idea de lujo como exceso censurable moral
o socialmente o sancionable jurídicamente, convive, sobre todo desde
siglo I a.C., otra idea de exceso jurídicamente irrelevante, moralmente
legítimo y objeto de admiración y celebración.
Como afirma Berry, “luxury represented the use of wealth to ser-
ve private satisfaction”.26 Efectivamente, no se oponían al ideario
Para una panorámica histórica del lujo en la cultura material romana du-
UDQWHHOSHUtRGRPiVFDUDFWHUtVWLFRGHORTXHSRGUtDFDOL¿FDUVHGH³¿HEUH
romana del lujo” véase G. 3ඎർർං, “Per una storia del lusso nella cultura
materiale fra tarda repubblica e alto impero”, en Index, 13, 1985, 573-587.
24
Véase sobre la cuestión G. 3ൺඋ඄ൾඋ, “Ex oriente luxuria: Indian
commodities and Roman experience”, en -(6+2, 45.1, 41-95; y M. $අ-
ൻൺඅൺൽൾඃඈ9ංඏൾඋඈ y M. *ൺඋർටൺ 6ගඇർඁൾඓ, “/X[XULD HW mollitia: Rome´s
Textile Raw Material Trade with the East”, en &$අൿൺඋඈ*ංඇൾඋ07ൾඅ-
අൾඇൻൺർඁy-2උඍංඓ*ൺඋർටൺ, Production and Trade of Textiles and Dyes in
WKH5RPDQ(PSLUHDQG1HLJKERXULQJ5HJLRQV 3XUSXUHDH9HVWHV,9, Va-
lencia, 2014, 62-64.
25
F. *ൺඋർටൺ-ඎඋൺൽඈ, “La moda en la Antigüedad romana: un proble-
ma de mentalidades”, en EClás, 105, 1994, 66.
26
C. J. %ൾඋඋඒ, 7KH ,GHD RI /X[XU\ $ FRQFHSWXDO DQG KLVWRULFDO LQ-
vestigation, Cambridge, 1994, 84. En la misma línea: E=ൺඇൽൺ, Fighting
tradicional romano de austeridad y frugalidad las manifestaciones

suntuarias públicas con fines políticos, en honor de una personalidad
o por causa de evergetismo, que solían hacerse desde tiempos inme-
moriales, especialmente por algunos magistrados como los ediles.
Informa Cicerón que ésta era una costumbre inveterada que se re-
montaba a los tiempos gloriosos de la república y que era aceptada
con naturalidad por hombres muy principales.27 Así, pues, nunca era
reprobable y contra mores el “lujo” manifestado públicamente y que
se funda en una causa de utilidad pública. La razón es moral: tal
suerte de ostentaciones, aunque materialmente no difieran entre sí,
moralmente sí lo hacen y por ello no se consideran luxus o luxuria
sino algo diametralmente opuesto: magnificentia, término equiva-
lente al griego PHJDORSUpSHLD ȝİȖĮȜȠʌȡ੼ʌİȚĮ (VH WpUPLQR \ QR
los anteriores es, de hecho, el que va a emplear Vitruvio para des-
cribir la inversión económica en una construcción pública como la
basílica.28 También Tácito, en relación con el tiempo anterior a las
guerras civiles que sacudieron Roma en el siglo I a.C., se sirve del
concepto de magnificentia para describir, el cultivo lícito por parte
de los aristócratas al pueblo, a los aliados y a los reyes, así como el
brillo que daba la riqueza, la casa y el nivel de vida que aumentaba la
+\GUD/LNH/X[XU\6XPSWXDU\5HJXODWLRQLQWKH5RPDQ5HSXEOLF, Lon-
GRQ ³/X[XU\ VLJQL¿HG WKH XVH RI SHUVRQDO ZHDOWK H[FOXVLYHO\
for private satisfaction, while the use of wealth for expenditures that were
LQYHVWHGLQWKHFRPPXQLW\RUWKHSXEOLFVSKHUHZDVDSSUHFLDWHGDVPDJQL¿-
cent”. Sobre fuentes literarias y léxico relativos a la cuestión del lujo priva-
do legítimo y la riqueza véase A. /ൺ 3ൾඇඇൺ, /DOHJLWWLPD]LRQH, cit., 15-30.
27
&ංർ. 2II2, 16, 57: Quamquam intellego in nostra civitate inveteras-
VHLDPERQLVWHPSRULEXVXWVSOHQGRUDHGLOLWDWXPDERSWLPLVYLULVSRVWXOH-
tur (Ahora bien, soy consciente de que en nuestra ciudad se ha convertido
en una tradición desde los buenos tiempos exigir esplendidez a los óptimos
YDURQHVFXDQGRIXQJHQGHHGLOHV
28
9ංඍඋ. 5, 1, 10: ,SVDHYHURFROXPQDHLQDOWLWXGLQHSHUSHWXDVXEWUD-
EHWHVWLWXGLQLVSHUGXFWDHHWPDJQL¿FHQWLDPLQSHQVDHHWDXFWRULWDWHPRSHUL
adaugere videntur (Por otro lado, las columnas mismas, realzadas de este
modo en su altura, que alcanza hasta las vigas de la bóveda, parecen au-
PHQWDUWDQWRODPDJQL¿FHQFLDGHOJDVWRFRPRODGLJQLGDGGHODREUD
nombradía y la clientela de aquéllos.29 En el caso de la casa del aris-

tócrata el lujo arquitectónico, su magnificentia, estaba justificado por
su carácter público, por ser considerada aquélla un espacio público.
Como dice Milnor, “la casa del aristócrata no era percibida como un
lugar privado sino como el medio más apropiado para mostrar los
honores públicos”.30 Las inversiones en edificios por ingentes que
fueran no se consideraban tampoco gastos “suntuarios” en el sentido
de las leyes suntuarias, ni una disminución patrimonial ni tampoco
un riesgo económico para las fortunas familiares.31
En el caso de la vestimenta suntuaria, particularmente de la fe-
menina, no escaparía ésta nunca del reproche moral, ni en tiempos
del paganismo ni después del cristianismo, y el imperante sistema
de valores tradicional propio de una “economía doméstica”, como
antes se ha señalado, siempre opondrá al lujo en el vestir y al adorno
la modestia y la discreción indumentarias, síntomas de pudicitia y
castitas, principales virtudes de la mujer romana, mientras que la
suntuosidad y la sofisticación en el atuendo y en el aspecto serán
percibidos como indicios de promiscuidad y adulterio. Como se ha
dicho, “for the Romans, aesthetics were ethics”.32
29
7ൺർ. Ann. 3, 55, 2: 'LWHVROLPIDPLOLDHQRELOLXPDXWFODULWXGLQHLQVLJ-
QHVVWXGLRPDJQL¿FHQWLDHSURODEHEDQWXUQDPHWLDPWXPSOHEHPVRFLRVUHJQD
FROHUHHWFROLOLFLWXPXWTXLVTXHRSLEXVGRPRSDUDWXVSHFLRVXVSHUQRPHQHW
FOLHQWHODVLQOXVWULRUKDEHEDWXU(Antaño las familias ricas de la nobleza y las
LQVLJQHVSRUVXSUHVWLJLRVHGHMDEDQOOHYDUSRUHOJXVWRGHODPDJQL¿FLHQFLD
Efectivamente, entonces aún era lícito cultivar a la plebe, a los aliados y a los
reyes y ser tratado en consideración por éstos. En la medida en que cada uno
impresionaba por sus riquezas, por su casa y por su nivel de vida era tenido
SRUPiVLOXVWUH\JDQDEDHQEXHQQRPEUH\FOLHQWHOD
30
K. 0ංඅඇඈඋ, *HQGHU'RPHVWLFLW\DQGWKH$JHRI$XJXVWXV,QYHQ-
WLQJ3ULYDWH/LIH, Oxford-New York, 2005, 26.
31
E. *ൺൻൻൺ, “Ricchezza e classe dirigente romana fra il II e il I sec. a.C.”,
en RSI, 93, 1981, 553 (='HOEXRQXVRGHOODULFKH]]DMilano, 1988
32
K. 2අඌඈඇ, Dress and the Roman Woman. Self-presentation and
Society, London-New York, 2008, 113. En esta obra sobre vestimenta
femenina, PXQGXVPXOLHEULV y descripción del lujo en este ámbito su au-
tora contrasta los datos obtenidos de las fuentes literarias con los revela-
dos por las obras de arte, mostrando que la vestimenta y otros elementos
Ahora bien, a pesar de ello este ámbito del lujo relativo a las ves-
tes, a los ornamenta y al PXQGXVPXOLHEULV, no constituyendo mag-
nificentia por ser de carácter privado, será siempre tolerado, como lo
demuestran múltiples evidencias literarias y artísticas, es más, objeto
de admiración, y básicamente por constituir un fundamental señali-
zador de estatus, riqueza y rango social, no sólo para la mujer casada
sino también para la viuda.33 Por otra parte, representa una de las
vías de escape del componente femenino de la sociedad, apartado de
las responsabilidades políticas y civiles, aunque ello no le librará en
ningún momento de acusaciones por todo tipo de corrientes filosófi-
cas y religiosas, de frívolidad, falacia, intemperancia, prodigalidad,
disipación y contradicción con los ideales de simplicidad y modestia
que habían de adornar a las mujeres.
Una frase del 3UR/0XUHQDRUDWLRva a sintetizar a la perfección
el contraste entre luxuria y magnificentia: odit populus Romanus
GH RUQDWR IHPHQLQR UHÀHMDGRV SRU HVWDV ~OWLPDV GL¿HUHQ \ QR SRFR HQ
ocasiones, de los “normativos” o ideales, indicados por los autores. La
misma idea fundamental de no correspondencia necesaria entre estatus,
condición y vestimenta, e idealización literaria de ésta última en el caso
particular de la vestimenta femenina sostiene esta autora en “Matrona
and Whore: The Clothing of Women in Roman Antiquity”, en Fashion
Theory, 6.4, 2002, 387-420, a partir sobre todo del dato de que la ropa
femenina, a diferencia de la masculina, no estaba reglamentada y no in-
FRUSRUDEDORVVtPERORVGHUDQJRFRQXQLQVWDQWiQHRHLQHTXtYRFRVLJQL¿-
cado político y social. Por ello, la supuesta diferencia entre una matrona y
una prostituta o una adúltera marcada automáticamente por la vestimenta
habría sido más bien fruto de una moralista idealización en la literatura.
Son precisamente abundantes en ella los tópoi sobre la vestimenta, sobre
el decoro o adecuación en el vestir, sobre el ideal de la correspondencia
entre el vestir y el ser y sobre el efecto que el vestuario provoca en la per-
cepción de la condición moral, social, etc. del individuo. Véase amplia-
mente al respecto A. 6ඍൺඋൻൺඍඍඒ, Aussehen ist Ansichtssache. Kleidung in
der Kommunikation der römischen Antike, München, 2009, 148 ss. En
esta obra la autora trata de la vestimenta en la antigua Roma como medio
de comunicación de identidad y estatus utilizando al efecto como instru-
mentarium la teoría de la retórica.
33
Véase C. .ඎඇඌඍ, “Ornamenta uxoria. Badges of Rank or Jewellery
of Roman Wives?”, en 7KH0HGLHYDO+LVWRU\-RXUQDO, 8.1, 2005, 127-142.
SULYDWDPOX[XULDPSXEOLFDPPDJQLILFHQWLDPGLOLJLW34 En esta frase

Cicerón, a través de una antítesis retórica presentada en estructura
quiástica: verbo – sujeto – complemento directo / complemento di-
UHFWR±VXMHWR±YHUERFRQWUDSRQHORVGRVFRQFHSWRVGHluxuria y
magnificentia. Mientras la luxuria corresponde al reino de lo priva-
do, la magnificentia es pública; mientras la primera es odiosa (odit
la segunda es apreciada (diligit\VHQGDVYDORUDFLRQHVSURFHGHQGHO
mismo sujeto: el pueblo romano. Así, pues, sólo es posible referir la
idea peyorativa de luxuria, de “lujo”, a la esfera privada de un suje-
to, de modo que hablar de “lujo público” carecería de sentido, pues
lo que es digno de censura moral en lo privado: la ostentación de
riqueza, la suntuosidad, el exceso, es, en cambio, digno de aprecio y
admiración en lo público.
La precedente frase ciceroniana es la conclusión de la siguien-
te anécdota a la sazón muy reveladora: Quinto Elio Tuberón, aún
gozando de la fama de ciudadano ejemplar, no resultó electo en la
pretura por haber demostrado mezquindad en el ágape funeral ofre-
cido a su tío Publio Escipión, el Africano, pues, habiéndosele en-
comendado aportar el mobiliario del banquete, llevó unos simples
bancos de madera, unas pieles de cabrito y una humilde vajilla de
barro cocido.35
Este contraste entre el aprecio hacia la magnificencia pública,
por un lado, y la aversión hacia el lujo privado, por otro, suscita una
reflexión: su perfecto paralelismo con otro contraste: el de la reli-
gión pública, caracterizada igualmente por la pompa, la suntuosidad
y el exceso, en franca oposición a la sencillez, discreción y austeri-

dad de los cultos domésticos privados. Resulta así lícito pensar que
la ostentosa religión pública tradicional facilitara el arraigo de una
cultura del lujo y representara un fuerte obstáculo al ideal de mode-
ración y templanza propugnado por las diversas corrientes filosófi-
cas.36 Comparto de este modo la afirmación de que “le principe de la
tempérance ne pouvait se réaliser dans la vie quotidienne du monde
34
&ංർ. Mur. 76.
35
&ංർ. Mur. 75.
36
3DUDXQDSHUVSHFWLYD¿ORVy¿FRDQWURSROyJLFDVREUHHOFRQFHSWRGHO
lujo, el peligro que entraña y su tensión con el ideal de moderación en las
antique, malgré la sévérité des lois somptuaires et de belles envolées

philosophiques et morales, tant que la base religeuse demeurait en
vigueur”.37
Para concluir sobre el concepto de lujo en su paradigma clásico,
siguiendo a Berry,38 puede afirmarse compendiosamente que el lujo
es por sus orígenes artificioso e innecesario; por sus efectos, ilimita-
do; y, por sus fines, egoísta y, como tal, corruptor de la virtud cívica,
del orden social y del orden político.
GLVWLQWDVHVFXHODV¿ORVy¿FDVTXHDUUDLJDURQHQ5RPD\HQHOFULVWLDQLVPR
véase C. J. %ൾඋඋඒ, 7KH,GHDRI/X[XU\, cit.
37
J. 6ඈඇൽൾඅ, “Les «leges sumptuariae» considérées comme
l’expression des conditions sociales et économiques de la Rome Antique”,
en Archivum Iuridicum Cracoviense, 6, 1973, 119, siguiendo a S. (ඌඍඋൾං-
ർඁൾඋ, “Ustawy przeciwko zbytkowi w dawnym Krakovie” (Las leyes sun-
WXDULDVGHOD&UDFRYLDGHDQWDxRHQRocznik Krakowski, 1, 1898, 104 s.
38
C. J. %ൾඋඋඒ, ,GHDRI/X[XU\, cit., 84-86.

Capítulo I La Idea Romana Del Lujo en Época Tardorrepublicana Y en El Principado

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Capítulo I La Idea Romana Del Lujo en Época Tardorrepublicana Y en El Principado

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CAPÍTULO I

LA IDEA ROMANA DEL LUJO EN ÉPOCA

1. EL LUJO COMO FACTOR DE DECADENCIA

como la introducción de nuevos referentes culturales y hábitos so-

recurrentes en la literatura histórica y política las alusiones a la exis-

materiales, que a la sazón se abría paso de la mano de la prosperidad

entre decadencia de las costumbres y lujo, al cual atribuían un origen

con sus gobernantes, aspirará al poder soberano y, una vez alcanzada

en contrario, la traducción de la obra de Polibio de M. Balasch Recort: 3ROLELR

es un mal exótico o propio de los extranjeros, muy especialmente de

denominativo graecor es utilizado peyorativamente por Horacio para de-

Por su parte Juvenal, autor satírico, va más allá en la precedente

Salustio, se produce el estrago de las costumbres y de las ancestrales

a admirar estatuas, cuadros, vasos tallados, a robar estas cosas privada y

acontecimiento que dio inicio a la decadencia moral de Roma la gue-

gemas, como las victorias de L. Escipión y Cn. Manlio introdujeron la de los

objetos de plata cincelada, ropas suntuosas y triclinios cubiertos de bronce, y

acreditarse el uso extendido de uno de los artículos de lujo más pre-

carían por su importancia las subespecies de lujo indumentario, cos-

Por lo que respecta al lujo indumentario en concreto, su conexión

tradicional romano de austeridad y frugalidad las manifestaciones

nombradía y la clientela de aquéllos.29 En el caso de la casa del aris-

SULYDWDPOX[XULDPSXEOLFDPPDJQLILFHQWLDPGLOLJLW34 En esta frase

y el exceso, en franca oposición a la sencillez, discreción y austeri-

antique, malgré la sévérité des lois somptuaires et de belles envolées

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en contrario, la traducción de la obra de Polibio de M. Balasch Recort: 3ROLELR

SULYDWDPOX[XULDPSXEOLFDPPDJQLILFHQWLDPGLOLJLW34 En esta frase