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Cristiano
Griego: Cristianos - Chrio (Ungir) Ungido
ianos: Latin para “esclavo de, propiedad de”
Hechos 11:26 (Por primera vez se hacen llamar cristianos)
¿Cuáles son las características de un verdadero discípulo? Para ser verdaderos discípulos de
Cristo debemos renunciar a todo y dejar que Él viva en nosotros. Debemos depender
enteramente de Dios porque El es quien nos sostiene. Como dice el apóstol Pablo: “Ya no vivo
yo, más vive Cristo en mi”.
Para ser discípulos reales debemos: o Negarnos a nosotros mismos o Tomar nuestra cruz cada
día o Seguirlo Las fuerzas que intervienen en la conversión al cristianismo Para proceder al
cristianismo, debemos tener un encuentro personal con Cristo y conocerlo. Para conocerlo
debemos estudiar su palabra ya que a través de ella, Él es revelado a nosotros. Al conocerle,
podremos imitarle y vivir de acuerdo con sus principios, siendo un reflejo de su vida en esta
tierra y atrayendo a otros a sus pies. El espíritu Santo es el que nos atrae hacia Cristo y nos
convence de pecado para que, reconociendo nuestra condición, podamos arrepentirnos y
cambiar nuestra manera de vivir.
15 Él es la imagen del Dios invisible, Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de
que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación
el primogénito[a] de toda creación, se está refiriendo a Jesús como el primero y más importante de los
herederos de la salvación, del Reino de Dios.
16 porque por medio de él importante evidencia en apoyo de la preexistencia de Cristo, y de
que él es el creador del universo.
fueron creadas todas las cosas Todo se sustenta por el poder de su palabra,
en el cielo y en la tierra, Todo está bajo su dominio, por ende, Todo en él ha sido
fundamentado y creado, por ÉL mismo.
visibles e invisibles, se refieren a la sabiduría. La sabiduría es algo que no conseguimos
ver, sin embargo, El la creo. La sabiduría es el propio Señor Jesús
sean tronos, poderes,
principados o autoridades:
todo ha sido creado
por medio de él y para él.
17 Él es anterior a todas las cosas,
que por medio de él
forman un todo coherente.[b]
18 Él es la cabeza del cuerpo,
que es la iglesia.
Él es el principio,
el primogénito de la resurrección,
para ser en todo el primero.
19 Porque a Dios le agradó habitar en él
con toda su plenitud
20 y, por medio de él,
reconciliar consigo todas las cosas,
tanto las que están en la tierra como
las que están en el cielo,
haciendo la paz mediante la sangre
que derramó en la cruz.
(Colosenses 1:15-23) Observaciones y conclusiones Esta porción de la biblia nos muestra quien
es Cristo. Podemos ver que está a la diestra de Dios, fue el primero en existir antes de todo lo
creado. Él es la cabeza de la iglesia que representa el cuerpo, lo que nos hace miembros del
cuerpo. Para que pudiéramos estar en paz con Dios y obtener la vida eterna, Cristo tuvo que
pagar el precio con su preciosa sangre, a fin de que nosotros obtuviésemos perdón. Esta
condición que obtuvimos gracias a su muerte, debemos mantenerla y para esto, necesitamos
permanecer firmes en la fe sin apartarnos de sus divinas promesas, y ayudando a otros a que
también puedan seguirle, predicando el evangelio como lo hacía Pablo.
El aire: para tener buena sangre, debemos respirar bien. Las inspiraciones hondas y completas
de aire puro, que llenan los pulmones de oxigeno, purifican la sangre, le dan brillante
coloración y la impulsan, como corriente de vida, por todas partes del cuerpo. La buena
respiración calma los nervios, estimula el apetito, hace más perfecta la digestión, y produce
sueño sano y reparador. (El Ministerio de Curación Pág. 206-107).
El sol: solamente unos pocos se dan cuenta de que para disfrutar de salud y alegría deben
recibir una abundancia de luz solar, aire puro y ejercicio físico. Debo recibir la luz solar que sea
posible obtener. Salid a la luz y al calor del glorioso sol, y compartid con la vegetación sus
propiedades tonificantes y saludables. My Life Today Pág. 138, (Medical Ministry Pág. 230).
La abstinencia: la intemperancia en el verdadero sentido de la palabra, está en la base de la
mayor parte de las enfermedades de la vida, y anualmente destruye decenas de millares.
Porque la intemperancia no se limita al uso de licores embriagantes; tiene un sentido más
amplio, e incluye la complacencia dañina de cualquier apetito o pasión. (La Temperancia Pág.
121).
El descanso: algunos enferman por el exceso de trabajo. Para los tales, el descanso, la
tranquilidad, y una dieta sobria son esenciales para la restauración de la salud. Hay modos de
recreación que son altamente beneficiosos para la mente y el cuerpo. Una mente que tenga
discernimiento y juicio encontrará medios abundantes para recrearse y distraerse en fuentes
que son no solo inocentes sino instructivas. La recreación al aire libre, la contemplación de la
obra de Dios en la naturaleza, será del mayor beneficio. (El Ministerio de Curación Pág. 180,
Testimonios tomo 4 Pág. 653).
El ejercicio: la inacción es causa fecunda de enfermedades. El ejercicio aviva y regula la
circulación de la sangre; pero en la ociosidad la sangre no circula con libertad, ni se efectúa su
renovación, tan necesaria para la vida y la salud. la piel también se vuelve inactiva. Las
impurezas no son eliminadas como podrían serlo si un ejercicio activo estimulara la circulación,
mantuviera la piel en condición de salud, y llenara los pulmones con aire puro y fresco. (El
Ministerio de Curación Pág. 182).
Alimentación conveniente: los cereales, las frutas carnosas, los frutos oleaginosos, las
legumbres y las hortalizas constituyen el alimento escogido para nosotros por el creador.
Preparados del modo más sencillo y natural posible, son los comestibles más sanos y
nutritivos. Comunican una fuerza, una resistencia y un vigor intelectual que no pueden
obtenerse de un régimen alimenticio más complejo y estimulante. (Consejos sobre el Régimen
Alimenticio Pág. 95).
El agua: estando sanos o enfermos, el agua pura es para nosotros una de las más exquisitas
bendiciones del cielo. Su empleo conveniente favorece la salud. Ingerida en cantidades
suficientes, el agua suple las necesidades del organismo, y ayuda a la naturaleza a resistir a la
enfermedad. Aplicada externamente, es uno de los medios más sencillos y eficaces para
regularizar la circulación de la sangre. (El Ministerio de Curación Pág. 181).
La confianza en el poder divino: muchos están sufriendo de enfermedades del alma mucho
más que de afecciones del cuerpo, y no encontraran alivio hasta que vayan a Cristo, la fuente
de vida. Entonces cesaran las quejas de cansancio, soledad, y descontento. No podemos
cambiar nuestros corazones ni digerir nuestros pensamientos, impulsos y afectos. Pero si
podemos escoger el servir a Dios; podásemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él
obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad. Recibimos fuerza de lo alto
para mantenernos firmes. Una vida pura y noble, de victoria sobre nuestros apetitos y
pasiones, es posible para todo el que une su débil y vacilante voluntad a la omnipotente e
invariable voluntad de Dios.
Los agentes naturales actúan para restablecer la salud. Pero lo que actúa por medio de estos
agentes es el poder de Dios. Todo poder capaz de dar vida procede de él. Cuando alguien se
repone de una enfermedad es Dios quien lo sana. (Testimonies tomo 4 Pág. 579, El Ministerio
de Curación Pág. 131-132, 76).
Dios está obrando en favor de su pueblo. No desea que esté sin
recursos. Lo está haciendo volver al régimen alimenticio originalmente
dado al hombre. Este régimen debe consistir en alimentos
hechos con las materias primas que él proveyó, que son principalmente
las frutas, los cereales y las oleaginosas, aunque también se
usarán diversos tubérculos.
La conducta cristiana
Somos llamados a ser un pueblo piadoso, que piense, sienta y actúe en armonía con los
principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos
involucramos solo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo
cristiano. Esto significa que nuestras recreaciones y nuestros entretenimientos
estarán en armonía con las más elevadas normas de gusto y belleza cristianos. Si bien
reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debe ser sencilla, modesta y de
buen gusto, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno
exterior, sino en el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa
también que, siendo que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos
inteligentemente. Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos adoptar
un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenernos de los alimentos inmundos,
identificados como tales en las Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el tabaco, y el uso
irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también
abstenernos de ellos. En cambio, debemos empeñarnos en todo lo que ponga nuestros
pensamientos y nuestros cuerpos en armonía con la disciplina de Cris to, quien quiere que
gocemos de salud, de alegría y de todo lo bueno (Rom. 12:1, 2; 1 Juan 2:6; Efe. 5:1-21; Fil. 4:8;
2 Cor. 10:5; 6:14-7:1; 1 Ped. 3:1-4; 1
Cor. 6:19, 20; 10:31; Lev. 11:1-47; 3 Juan 2).